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Deformación excesiva
Dado que la deformación es inherente a todos los elementos constructivos, lo que
entendemos por deformación excesiva se refiere a la deformación de los elementos
metálicos cuando ésta es superior a lo seguro o permisible.
Las deformaciones de los elementos mecánicos suelen estar causadas por dos tipos de
acciones:
Rotura dúctil
La rotura de la mayoría de los elementos metálicos por procesos comunes, a excepción de
la fundición, viene precedida de un estado de deformación previa que, por lo general,
permite la detección del problema con suficiente antelación y la acometida oportuna de
medidas paliativas.
Aún así, en ciertos elementos, la combinación de grandes cargas y secciones escasas
produce rápidos procesos de deformación y rotura. Suele ser el caso de chapas y
conectores.
Rotura frágil
Existen casos concretos en los que los elementos metálicos pueden sufrir pequeñas
figuraciones propias de materiales de rotura frágil y no dúctil, como corresponde a los
metales.
Erosión
Desgaste o pérdida de sección producidas por el arrastre de materiales de un líquido que
circula a grandes velocidades y sufre turbulencias. La erosión en estos casos supone un
doble proceso, mecánico y químico al actuar conjuntamente con el proceso de oxidación.
El movimiento del fluido en el interior produce el desprendimiento de las partículas de
óxido, con menor resistencia, y favorecen la aparición de un nuevo proceso de oxidación.
En el caso del cobre la erosión se ve favorecida cuando el agua es blanda y circula
a elevadas temperaturas.
Serán precisamente los factores que produzcan una elevada velocidad de
circulación y las turbulencias los que causen la aparición de esta lesión.
La reparación vuelve a pasar, casi de modo obligado, por la sustitución del
segmento afectado.
Lesiones sustanciales
Oxidación
Reacción de la superficie de un metal con el oxígeno del aire o del agua produciendo una
capa superficial de óxido metálico (vuelta al estado natural más estable de los metales no
preciosos), sin capacidad portante, que puede derivar en una pérdida de capacidad
resistente del elemento al verse reducida su sección. Todos aquellos factores que faciliten
la acumulación de agua o humedad se establecerán como causas que la favorezcan.
El hierro y sus aleaciones (entre ellas los aceros) forman una capa de óxido porosa
que además permite la acumulación de agua y favorece el proceso de oxidación y
la aparición del fenómeno de corrosión electrolítica, que se trata de forma
independiente en el apartado de oxidación-corrosión.