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Historia en Psicoanálisis

LA HISTORIA EN
(Y DEL) PSICOANÁLISIS

LuisHornstein
Toda teorización se inscribe en un momento histórico-cultural, enunciante; no sólo historizado sino historizante; no solo pensa-
aunque cierto formalismo ahistórico suponga que las ciencias se do sino pensante; no solo sujetado sino protagonista; no solo
agotan en sus estructuras conceptuales, como si los conceptos hablado sino hablante.
se desarrollaran puros e incontaminados aislados de un contex-
to social. La realidad psíquica no era pensada por Freud como un “sujeto”,
sino como una pluralidad de sujetos. En la obra freudiana las
La década del 60' fue la del apogeo del estucturalismo. La “otra “instancias” obran cada una por su cuenta y persiguen finalida-
escena” de Freud estaba sometida a la misma legalidad que la des que le son propias. Esa “multiplicidad de las personas psíqui-
estructura de parentesco. Un platonismo de las formas desauto- cas” origina los conflictos inter e intrasistémicos. El hecho de
rizaba el reconocimiento de dinámica de fuerzas mientras promo- que las instancias se contruyan históricamente no quiere decir
vía una apología fatalista de las estructuras. Lo diacrónico era que sean integradas armoniosamente sino que persisten en una
relegado como meramente “narrativo”. Sólo la inmovilidad del contradictoria. Esta pluralidad constituye una magma: fragmen-
análisis estructural podía dar lugar al “conocimiento”. Al flujo de tos de múltiples organizaciones lógicas pero que no es reductible
los acontecimientos -tiempo historicista- se lo consideraba una a una organización lógica (Castoriadis).
fábula empirista. Se afirmaba la primacía de la estructura sobre lo
vivido, de la forma sobre el contenido, de la letra sobre el sujeto, Actualmente las ideas de orden y determinación se encuentran
de la sincronía sobre la diacronía. enriquecidas y pluralizadas... por las del desorden. La noción de
“organización” implica construcción, producción y reproducción
En los últimos años hay un cambio de paisaje en el psicoanálisis: de orden y de desorden. La visión estructuralista, demasiado
un mayor interés por los casos límite y las organizaciones regida por la idea de orden, había propiciado una simplificación.
narcisistas; revalorización de la dimensión terapéutica; evitación Dilucidar la categoría de estructura y sus vínculos con la historia
de la huida a la filosofía; la puesta en primer plano del narcisismo y la categoría de organización no es bizantinismo. Se trata de un
y los ideales; la consideración de la ilusión como dimensión debate pendiente acerca de los efectos teóricos y prácticos de la
transformadora de la realidad, el lugar de la idealización nihilista importación de conceptos estructuralistas en la teoría
del desencanto. La megalomanía del significante, que pretendía psicoanalítica.
deshacer la identidad ilusoria del yo como representación, está
siendo redimensionada; la exorbitancia de la lingüística a partir Historia y psicoanálisis
de la cual la diacronía no era más que el desarrollo de las formas
que ya no tienen la aceptación acrítica que tuvo entonces. ¿Cuál es la eficacia y la perdurabilidad del pasado en el presen-
te? La infancia: ¿destino o potencialidad?, lo nuevo: ¿ilusión
Adorno advirtió un creciente cansancio ante la historia. Y lo engañosa o neogénesis?, ¿cómo pensar la historia constituti-
atribuyó a una desvalorización de la conciencia. ¿Porqué hubo va del sujeto? ¿qué es historizar en la práctica analítica? No
una concepción ingenua de la historia habrá que abolir toda son cuestiones escolásticas sino problemáticas del quehacer
forma de pensamiento histórico? No. Pero deberemos sí redefinir cotidiano. Recurrí a la historia motivado por inquietudes para
qué entendemos por historia desechando una concepción lineal las que no hallé respuestas en la bibliografía psicoanalítica.
de la historia. Se había propagado un desencanto en relación En cambio hallé algunas en historiadores y epistemólogos con-
con lo social-histórico, con el pensamiento y con la praxis lúcida. temporáneos que han logrado traducir inquietudes en proble-
La historicidad -para los psicoanalistas- supone una subjetivi- mas, dudas en preguntas.
dad instituyente capaz de pensar (y crear) su presente, su pasa-
do y su futuro. El psicoanálisis y la historia conciben de manera distinta la
relación del pasado con el presente. El psicoanalista busca,
Pensar al sujeto como devenir es ubicarlo en la categoría del sobre todo, “ese muerto que habita al vivo”, mientras que el
tiempo y de la historia. De la indiferenciación narcisista a la historiador lo es en tanto reconoce una ruptura entre el pasa-
aceptación a la alteridad. Una teoría del sujeto debe dar cuenta do y el presente. La histografía considera esta relación al modo
de ese proceso concibiendo al sujeto en proceso identificatorio, de la sucesión (uno después del otro), de la correlación (proxi-
no sólo identificado sino identificante; no solo enunciado sino midades relativamente significativas), del efecto (uno sigue al
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otro) y de la disyunción (uno u otro, pero no los dos a la vez). El Estas concepciones hermenéutico-narrativas -influenciadas por
psicoanálisis, en cambio, privilegia su noción de repetición: uno el posmodernismo- implica un cambio de perspectiva en la consi-
reproduce al otro de otra forma. deración del pasado como dimensión relevante. Sostienen que el
objetivodel tratameinto es el fortalecimiento del yo, más que la
Estas dos estrategias del tiempo se enfrentan, aunque sus cues- recuperación de los recuerdos. ¿Qué clase de fortalecimiento es
tiones sean análogas: investigar principios y criterios con los ése y cómo se lo consigue? De la reconstrucción sólo se exige
cuales comprender las diferencias o garantizar continuidades que sea clínicamente “útil” al paciente.
entre la organización de lo actual y las configuraciones anti-
guas; dar valor explicativo al pasado o hacer al presente capaz Freud aceptaba que, si era imposible despertar el recuerdo, la
de explicar el pasado. Estas diferencias definen las posibles re- convicción sobre la veracidad de las construcciones puede ser
novaciones debidas a la historiografía pero también los límites un sucedáneo. Cuanto más arcaica es la vivencia que la construc-
de su aporte. ción trata de recuperar, más se apela al saber teórico y menos a la
rememoración. Pero ¿cómo deslindar convicción de sugestión?
En Práctica psicoanalítica e Historia (Paidós, 1993) postulé ¿Bastará que las construcciones sean verosímiles para el ana-
que abarcar una historia no es tomar partido por una estructura lizando? ¿No podrá colarse una retórica de la persuasión? Si
inmutable ni por un caos de acontecimientos aleatorios: es en- predomina la convicción sobre la rememoración lo que enun-
tender tanto lo quepermanece como lo que cambia. ¿El aconteci- cia el analista no vale por lo que el analista dice sino por lo que
miento puede hacer surgir nuevas posibilidades de historia o es dice el analista.
sólo un disfraz que forja la compulsión de repetición, apenas un
pretexto para el idéntico retorno de lo ya inscripto? Un sujeto enfrenta, desde el inicio de su vida ciertos duelos,
privilegia ciertos mecanismos de defensa, compone una reali-
La historia se construye desde el presente. ¿Cómo? ¿Inventando dad vincular. Es de esta historia que el analista tratará de forjar
un pasado? ¿Recuperándolo sin producir nada nuevo? La ver- una nueva versión sin sustituir la historia singular por una
dad histórica se construye partiendo de las inscripciones del universal, supuestamente proporcionada por la teoría.
pasado, pero es el trabajo mancomunado el que generará nuevas
simbolizaciones. No porque inventemos cualquier pasado, ni De la violencia simbólica a la historización
porque develemos algo preexistente. Sendas memorias -la del
analista y la del analizando- tejen una trama sobre la que se La praxis es la resultante de una triple determinación: la escu-
desplegará el trabajo analítico. La historización simbolizante se cha analítica (posibilitada por la atención flotante), lo que se
produce por la conjugación del recuerdo compartido y comuni- ha incorporado del sistema conceptual y que determina lo au-
cado. dible y lo inaudible (teorización flotante) y (no menos impor-
tante) las representaciones, imágenes, sentimientos que pro-
La represión implica un olvido conservador: lo reprimido perdu- duce el estar sumergido en la relación transferencial
ra en el interior de la psiquis. Mientras que la pulsión de muerte (contratranferencia).
desinviste y destruye huellas. Produce huecos de memoria que
dificultan el trabajo de rehistorización. Los mecanismos de de- El analista, en el mejor de los casos, estará al servicio de la escu-
fensa arcaicos suponen procesos de desestructuración y cha del otro como otro (no tanto en relación con su realidad
deshistorización. De ahí que la tarea del analista no consista psíquica como con sus referencias teóricas); en el peor de los
sólo en recuperar una historia sino en posibilitar simbolizaciones casos, avasallará lo nuevo, reduciendo este encuentro a una ré-
estructurantes. plica de algo ya vivido o ya leído. El psicoanálisis consiste en
escuchar al otro como otro. Tanto el estructuralismo formalista
Verdad histórica y verdad narrativa lacaniano como cierto innatismo rechazan, por distintos motivos,
el trabajo desde la historia. Ese rechazo propicia un exceso de
La relación realidad/fantasía es fundante del violencia simbólica (Bordieu).
psicoanálisis.¿Dónde termina una y comienza la otra? La preocu-
pación, la insistente ocupación de Freud por el problema de la El analista está ante un enigma. Exigido a un pensar y a un hacer.
verdad histórico-vivencial (esa fuente del Nilo que en 1896 bus- ¿Huye o lo enfrenta? Lo enfrenta mediante su atención flotante y
caba en ese trauma o serie de traumas) permaneció como cues- su contratransferencia. Invistiendo la totalidad de lo psíquico,
tión abierta hasta el final de su obra. aunque en sus investigaciones privilegie ciertos aspectos de la
teoría. Ese investirlo todo, ese no rehusarse es la atención flotan-
En vez de oponer realidad a fantasía quizás convenga articular te. Una atención quizás más montada que practicada. Es el
acontecimientos históricos significativos con los montajes prerequisito para una interpretación a salvo de un saber
fantasmáticos que acompañan a su representación psíquica. Y preestablecido, una mera “aplicación” de la metapsicología.
considerar qué interpretación de lo vivenciado elaboró el sujeto
sobre la base de qué causalidades. La atención flotante no es sólo un correlato, algo paralelo o com-
plementario de la asociación libre: pone en juego la trayectoria
Algunos autores piensan que el psicoanálisis no busca verda- del analista: historia personal, analítica, teórica, práctica. Es una
des históricas sino verosimilitudes. Una postura diferente de la asociación libre restringida por la escucha y no una remisión sin
de Freud que abandonó la teoría traumática en 1897, pero no la fin al mundo fantasmático del analista.
aspiración a recuperar la verdad histórica subyacente a la “ver-
dad narrativa”. Teorización flotante (Aulagnier) es esa selección de lo que cono-
ce el analista respecto al funcionamiento psíquico y posibilita la
Según Spence, el psicoanalista construye un relato verosímil movilidad de sus pensamientos en la escucha. De mil maneras -
que no tiene valor de verdad histórica. Esta construcción, al entre ellas su propio análisis- el analista se cuidará de tomar por
adquirir verdad narrativa, no sólo da forma al pasado sino que se conocido lo desconocido. En lo teórico, tal es el papel de la com-
convierte en el pasado. plejidad. Más que la mente en blanco, una mente libre.

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Historia en Psicoanálisis
El peligro de la teorización flotante es que se torne tan cons-
ciente, tan sistemática que deje de ser flotante y la racionali-
dad se convierta en racionalización. El otro peligro es que,
escapando de las teorizaciones rígidas, no haya ninguna, por
ejemplo, en aquellos que hacen de la práctica fuente absoluta
de la interpretación.

Cuanto más amplio sea el campo de los posibles relacionales


más libremente se mueve en el abanico identificatorio pro- La SOCIEDAD
puesto por el mundo fantasmático del analizando. Fuera de su
función, el analista puede rehusarse a una demanda que le
asigna un lugar que no puede ocupar. En la clínica, no. Allí es
PSICOANALÍTICA del
objeto de infinitas e imprevisibles proyecciones. No está de
más que anticipe cuáles pueden ser algunas, si está disponi- SUR anuncia su fundación.
ble para las que efectivamente vayan siendo. Si no está, es
porque ejerce violencia secundaria.

La violencia primaria permite al yo devenir. Pero cuando para Su INSTITUTO de FORMACIÓN


la madre prevalece el deseo de preservar inmutable su rela-
ción con el infans (“que todo cambie” o “que nada cambie”) de PSICOANALISTAS informa la
se instala la violencia secundaria. Una deshistorización que
despoja al niño de todo futuro investible. “Que todo cambie” continuidad de los Seminarios y la
es un proyecto de comenzar de cero, de despojar al analizan-
do de su historia infantil, de sus referentes identificatorios, de apertura de la inscripción para el año 2000
todo aquello que lo hace un sujeto singular.

Cuanto más pretenda lograr el analista una construcción his-


tórica completa, más riesgo correrá de no poder confrontarla Dr. Ricardo AVENBURG
con el recuerdo. En el postfreudismo la tendencia es cada vez
más ambiciosa: se ha querido escudriñar lo arcaico. Lo arcaico Dra. Isabel BARREIRO
tiene la pretensión de que el origen deje de estar velado; de Dr. Marcos BERNARD
allí su persistente seducción. Por eso lo tentador de un análi-
sis completo. Freud dijo que no era posible, aceptando los Dr. Eugenio GRIFFERO
límites del análisis. Aceptación que para algunos es pesimista
y para otros, como Assoun, traduce en la práctica la “ética Lic. Susana HAMMER
freudiana de lo arcaico”. Dr. Luis HORNSTEIN
A finales del siglo pasado la terapia sugestiva y la moral eran Lic. Isabel LUCIONI
hegemónicas. Cada uno a su modo pretendía suprimir los sín-
tomas sin interrogarlos. La terapia sugestiva, apelando al po- Dr. E. César MEREA
der que emana de la transferencia. La moral se inculcan ideas
consideradas superiores. Se opera mediante consejos, exhor-
Dra. Aurora PÉREZ
taciones y ejemplos. Una intervención educativa que busca Dr. Augusto M. PICOLLO
modificar las creencias y así transformar el conjunto de la per-
sonalidad (utilizo el tiempo presente por que un siglo después Dra. Gela ROSENTHAL
estas modalidades perduran tanto en el exterior como en el
interior del campo analítico). Dra. M. C. ROTHER de HORNSTEIN
Lic. Alcira T. de MEREA
Freud propuso al psicoanálisis como alternativa. Se valía de la
sugestión para vencer las resistencias y así favorecer el traba- Lic. Mercedes VECSLIR
jo analítico. Interpretaba la transferencia para eliminar, tanto
como fuera posible, lo sugestivo. En el rescate de la singulari-
dad histórica estriba la diferencia del psicoanálisis con las
terapias sugestivas y morales, que algunos habían creído de-
finitivamente derrotadas.
Informes: Tel/Fax: (54-11) 4775-1919
Bibliografía
HorariodeAtención:
Bordieu, P. y Passeron, J. (1970): La reproducción, LAIA, Barcelona, 1977.
Castoriadis, C. (1986): Létat du sujet aujord’hui, Topique, 38. Lunes,miércolesyviernesde14a18Hrs.
Hornstein, L. (1993): Práctica psicoanalítica e historia, Paidós, Buenos Aires.
Spence, D. (1982): Narrative truth and historical truth, New York, Norton.
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