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Economía como la ciencia lúgubre[

La visión del futuro a largo plazo de muchos de los clásicos era más bien pesimista. Eso llevó
a muchos a calificar la disciplina de ser la ciencia lúgubre.27 Esto no se debe, como muchos
asumen,28 solo a la visión de Malthus sino más bien a una generalizada en la escuela.
El problema no era únicamente el hecho que el aumento de la población a la aparición y
mantención de la ley de hierro de los salarios (situación exacerbada por los avances
tecnológicos que requieren cada vez menos trabajadores) sino también a la disminución
progresiva de recursos naturales. Adicionalmente la ley de rendimientos decrecientes implica
que en general el avance tecnológico conduce a una situación en la cual la producción de
bienes será cada vez más fácil en términos de esfuerzo de los trabajadores, pero más difícil
en términos sociales: se estarán usando recursos cada vez menos productivos, utilizando
máquinas incrementalmente más complejas, que necesitan menos trabajo directo pero
cantidades crecientes de energía,31 etc. Las ganancias de la d esperada son nulas, o casi
nulas.”32
Por ejemplo, tanto el aumento de la población como los avances tecnológicos hacen necesario
y posible la explotación con fines agrícolas de terrenos que son incrementalmente más
difíciles de trabajar y menos productivos. Pero, y obviamente, la tierra no es un recurso infinito.
En algún punto, si la población continúa aumentando, no importa cuales sean los avances
tecnológicos y la productividad agrícola, no habrá lo suficiente para alimentar a la población.
Lo mismo se puede decir de no solo otros recursos naturales sino también del trabajo: el
avance técnico reduce la cantidad de trabajo necesaria para producir los bienes de consumo.
A un si la población se mantiene, esto no puede sino conducir a una situación en la cual no
habrá necesidad de la cantidad de trabajo necesario para que las personas puedan ganar lo
suficiente como para obtener sus necesidades.
A menos, agrega Stuart Mill, que la población limíte su crecimiento, pero aun así, por lo menos
algunos bienes naturales eventualmente se extinguirán.
Los ejemplos que Stuart Mill da son más bien simplistas, pero innegables. Por ejemplo,
sugiere que las pieles de algunos animales árticos no estarán, en el futuro, disponibles para el
consumo general. Esos productos comandaran, por lo menos, un precio especial, de escasez.
Esto implica que el progreso, en lugar de llevar a una situación de prosperidad general, llevará
a una situación de escasez incremental. Por lo menos en relación a ciertos productos en la
actualidad considerados de lujo (pieles, marfil, seda, etc) ese futuro es nuestro presente.
(Véase también: o).
Pero, como se ha sugerido, el argumento se aplica no solo a artículo de consumo. En
1865, Jevons se pregunta por cuánto tiempo podría Gran Bretaña continuar siendo una nación
industrializada, teniendo en cuenta que la creciente demanda de carbón mineral implica que
este dejaría de estar disponible para fines industriales en las cantidades necesarias en un
plazo menor a un siglo. "Somos sabios," se preguntaba retóricamente, "en permitir que el
comercio de este país se incremente más allá del punto en que podamos mantenerlo?"
(ver The Coal Question).
Esa es una visión que, a largos rasgos, a un se mantiene. Esa es la verdadera tragedia de los
comunes. En las palabras de David Attenborough: "Mañana habrá un cuarto de millón de
personas más sentándose a la mesa, esperando alimento, agua, energía; y pasado mañana
otro cuarto de millón y el día después otro cuarto de millón más.... el crecimiento de la
población debe detenerse para poder ofrecer 'una vida decente' a todos.".33
A pesar de lo anterior, los clásicos en general (incluyendo Malthus) tenían una visión más bien
optimista, creyendo que la racionalidad llevaría al control del crecimiento de la población
necesario para evitar el descenso a la miseria general. (la mejor exposición al respecto se
encuentra en Stuart Mill, Principios, libro IV, Influence of Progress). Adicionalmente, por lo
menos algunos creían que el desarrollo técnico llevaría (como de hecho ha sucedido) al
reemplazo de los recursos naturales que se agoten ya sea con otros recursos naturales o
incluso con recursos manufacturados. Por ejemplo, Friedrich Engels sugiere: "Y sin embargo,
todavía hay un tercer factor, que no cuenta para nada con los economistas, es verdad — a
saber, la ciencia, y el avance de la ciencia es tan ilimitado y por lo menos tan rápido como el
de la población. ¿Qué parte del progreso de la agricultura en este siglo se debe solo a la
química, y de hecho, a solo dos hombres — Sir Humphry Davy y Justus Liebig?. Pero la
ciencia se multiplica por lo menos tanto como la población: la población aumenta en relación
con el número de la última generación, la ciencia avanza en relación a la cantidad total de
conocimiento legado por la última generación, y por lo tanto, en las condiciones más comunes
también en progresión geométrica — ¿qué es imposible para la ciencia?34
Sin embargo permanece una llamada de atención sobre la creciente escasez de tierras de
cultivo. En 1960 había una media hectárea de buena tierra cultivable por persona en el mundo
— lo suficiente para mantener una dieta europea razonable. En la actualidad, solo hay 0,2 de
hectárea para cada uno. En China, es solo el 0,1 de hectárea, debido a sus dramáticos
problemas de la degradación del suelo.35

Dicotomía clásica[editar]
Los clásicos creían que las variables "nominales" o monetarias y las "reales" o físicas pueden
ser analizadas independientemente.36 Por ejemplo, se proponía que cosas tales como el
producto y ganancia real pueden ser analizadas sin considerar a sus contrapartidas
nominales: el valor monetario de esa producción y la tasa de ganancia.
Uno de los efectos más importantes de esa asunción, especialmente a niveles introductorios
en la disciplina, es que permite simplificar el estudio de los fenómenos económicos.37
La dicotomía puede ser definida como la tentativa de explicar los fenómenos económicos
exclusivamente en función de variables económicas, excluyendo, entre otras, las variables
monetarias, lo que lleva, obviamente, a la búsqueda de factores que permitan explicar lo
económico sin referencia a tales aspectos "externos", incluyendo los monetarios.38
Esto se ve claramente en la famosa Ley de Say, que parece sugerir que la única función del
dinero es servir como medio de cambio, pero no influencia directamente ni la producción ni la
demanda. Partiendo de la base que la producción y venta de bienes solo adquieren su sentido
cuando terminan en otra compra, completando así una transacción económica, Say sugiere:
"El dinero cumple solo una función momentaria en ese doble cambio, y cuando la transacción
es finalmente concluida, siempre se encontrara que un tipo de mercadería ha sido cambiada
por otra". (J.B. Say, 180339).
Sigue que cualquiera fluctuación en el mercado "real" no se debe a efectos monetarios sino a
distorsiones o fallos en el mismo.40 Pero esas distorsiones son meramente locales y
transitorias: en el largo plazo, las fuerzas económicas, por sí mismas, restorán un balance que
implica, de acuerdo a la ley de Say, que los factores económicos están siendo usados
plenamente. Percibir que el producto es de equilibrio en el largo plazo impide que el dinero
tenga efectos reales en la economía.
Esto está muy cerca de decir que el dinero es "neutral", en el sentido que afecta solo aspectos
nominales (por ejemplo, los precios) pero no las variables reales (la producción). Es necesario
notar sin embargo que, estrictamente, la sugerencia de Say no propone neutralidad monetaria,
solo que no es racional mantener dineros ociosos.
Asumiendo neutralidad, la dicotomía sugiere que, a corto plazo, las variables reales no
reaccionan ante un cambio en la política monetaria, y sólo son afectadas por cambios en otras
variables reales. Eso implica que la oferta agregada debe ser perfectamente inelástica a
cualquier perturbación originada en la demanda agregada. Por ejemplo, en una expansión
monetaria, los precios absorben totalmente el choque y la producción o crecimiento de la
producción se mantiene en su tasa natural. A largo plazo eso se repite o, más
apropiadamente, se mantiene, ya que el producto siempre está en su nivel natural o de
equilibrio, es decir, que está en el nivel de pleno empleo de los recursos productivos.
Cualquier choque monetario es absorbido totalmente por los precios, generando
solamente inflación o, quizás, deflación.41
Sin embargo, los clásicos, especialmente los tardíos, se dieron cuenta que el dinero no es
neutral en ese sentido. Cambios en la cantidad de circulante afectan la tasa de interés, lo que
a su vez afecta la tasa de ganancia y, consecuentemente, decisiones acerca de inversión y
ahorro, lo que tiene efecto en la economía real. Aun así se esforzaron en mantener la
dicotomía, buscando explicar el efecto del dinero a través de otras variables, lo que produce
una situación más bien confusa. En las palabras de Stuart Mill:
Es perfectamente cierto que... una adición a la moneda casi siempre parece tener el efecto de bajar la
tasa de interés;... porque está casi siempre acompañada de algo que realmente tiene esa tendencia"....
"aunque como moneda estas adiciones monetarias no tienen un efecto sobre los intereses,
como préstamos si lo tienen.
42

Todo lo anterior se expresa en dos áreas problemáticas evidentes a través de toda la obra
clásica: el problema del dinero y el problema del valor.
La mayoría de las escuelas macroeconómicas actuales (incluyendo la Nueva Economía
Keynesiana y los Monetaristas) rechazan la dicotomía,43 dado que, profundizando la
sugerencia de Stuart Mill, consideran que la cantidad de circulante afecta los cálculos
económicos básicos, especialmente los relacionados con la tasa de interés. Sin embargo,
algunas versiones de la Nueva economía clásica y algunas escuelas heterodoxas la aceptan.

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