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«La patria potestad se ejercerá conjuntamente por ambos progenitores o por uno
solo con el consentimiento expreso o tácito del otro. Serán válidos los actos que
realice uno de ellos conforme al uso social y a las circunstancias o en
situaciones de urgente necesidad.
Aparecen regulados en el capítulo II (arts. 85 a 89) del Título III de la LJV, referido al
expediente de intervención judicial en relación con la patria potestad.
Las normas comunes a estos dos tipos de expedientes están contenidas en la Sección 1ª del
capítulo, que lleva por rúbrica, precisamente, la de “Disposición común”.
La primera de estas normas comunes es la establecida en el art. 85.1 LJV, que dispone la
obligatoria celebración de la comparecencia prevista en el art. 18 LJV.
“1. En los expedientes a que se refiere este Capítulo, una vez admitida la solicitud por el
Secretario judicial, éste citará a la comparecencia al solicitante, al Ministerio Fiscal, a los
progenitores, guardadores o tutores cuando proceda, a la persona con capacidad
modificada judicialmente, en su caso o al menor si tuviere suficiente madurez y, en todo
caso, si fuere mayor de 12 años. Si el titular de la patria potestad fuese un menor no
emancipado, se citará también a sus progenitores y, a falta de éstos, a su tutor. Se podrá
también acordar la citación de otros interesados.”
La segunda norma común a esta clase de expedientes es la vigencia del principio inquisitivo
de investigación judicial de oficio en materia de prueba. Lo recoge el art. 85.2 LJV, que
establece:
“2. El Juez podrá acordar, de oficio o a instancia del solicitante, de los demás interesados
o del Ministerio Fiscal, la práctica durante la comparecencia de las diligencias que
considere oportunas. Si estas actuaciones tuvieran lugar después de la comparecencia, se
dará traslado del acta correspondiente a los interesados para que puedan efectuar
alegaciones en el plazo de cinco días.”
Por último, el art. 85.3 LJV establece la no obligatoriedad de la postulación con abogado y
procurador: “no será preceptiva la intervención de Abogado ni de Procurador para
promover y actuar en estos expedientes.”
No obstante, debe recordarse que, por aplicación de la regla general contenida en el art. 3.2,
párrafo 2º LJV, será necesaria, en todo caso, la actuación de Abogado y Procurador a partir
del momento en que se formule oposición así como para la presentación de los recursos de
revisión y apelación que en su caso se interpongan contra la resolución definitiva que se
dicte en el expediente, e igualmente, que aun cuando no sea requerido por la ley, las partes
que lo deseen podrán actuar asistidas o representadas por Abogado y Procurador,
respectivamente. Cabe, por tanto, que el solicitante esté representado por procurador pero
no asistido de letrado o, a la inversa, que prescinda de procurador y actúe en su propio
nombre y derecho, pero debidamente asesorado por letrado.
“1. Se aplicarán las disposiciones de esta sección cuando el Juez deba intervenir en los
casos de desacuerdo en el ejercicio de la patria potestad ejercitada (1) conjuntamente por
los progenitores. También serán de aplicación en los casos en que esté legalmente prevista
la autorización o intervención judicial cuando el titular de la patria potestad fuere un
menor de edad no emancipado y hubiere desacuerdo o imposibilidad de sus progenitores
o tutor.”
El segundo supuesto se refiere al desacuerdo entre los progenitores o tutores en los actos de
asistencia en el ejercicio de la patria potestad al hijo menor no emancipado sobre sus hijos
menores. Contempla el caso el art. 157 CC, que señala:
“El menor no emancipado ejercerá la patria potestad sobre sus hijos con la asistencia de
sus padres, y a falta de ambos, de su tutor; y, en casos de desacuerdo o imposibilidad, con
la del Juez.”
El precepto sustantivo que regula el ejercicio conjunto de la patria potestad por los
progenitores, establece qué actos de ejercicio de la patria potestad corresponde realizar a un
solo progenitor y cuáles precisan del consentimiento conjunto de ambos, así como la forma
de dirimir las controversias que surjan entre ellos en relación con los concretos actos de
ejercicio de la patria potestad, es el art. 156 CC, que dispone:
“La patria potestad se ejercerá conjuntamente por ambos progenitores o por uno solo con
el consentimiento expreso o tácito del otro. Serán válidos los actos que realice uno de ellos
conforme al uso social y a las circunstancias o en situaciones de urgente necesidad.
En caso de desacuerdo, cualquiera de los dos podrá acudir al Juez, quien, después de oír a
ambos y al hijo si tuviera suficiente juicio y en todo caso si fuera mayor de doce años,
atribuirá la facultad de decidir al padre o a la madre. Si los desacuerdos fueran
reiterados o concurriera cualquier otra causa que entorpezca gravemente el ejercicio de la
patria potestad, podrá atribuirla total o parcialmente a uno de los padres o distribuir
entre ellos sus funciones. Esta medida tendrá vigencia durante el plazo que se fije, que no
podrá nunca exceder de dos años.
En los supuestos de los párrafos anteriores, respecto de terceros de buena fe, se presumirá
que cada uno de los progenitores actúa en el ejercicio ordinario de la patria potestad con
el consentimiento del otro.
Si los padres viven separados, la patria potestad se ejercerá por aquel con quien el hijo
conviva. Sin embargo, el Juez, a solicitud fundada del otro progenitor, podrá, en interés
del hijo, atribuir al solicitante la patria potestad para que la ejerza conjuntamente con el
otro progenitor o distribuir entre el padre y la madre las funciones inherentes a su
ejercicio.”
Entre los actos de ejercicio ordinario que correspondería decidir al progenitor que se
encuentre conviviendo en casa momento con el menor, sin consentimiento del otro
progenitor, incluiríamos, a tenor de lo preceptuado en el art. 156, párr. 1º, “los que realice
uno de ellos conforme al uso social y a las circunstancias o en situaciones de urgente
necesidad”.
Por uso social, en esta esfera, habría que entender, según señala CASTAN VÁZQUEZ (3),
“en primer lugar, que sea un acto correspondiente al desarrollo normal de la vida de un
menor, tanto referido a su persona como a sus bienes, y, en segundo lugar, que se trate de
una actuación que por su propia naturaleza se repita con cierta frecuencia en la práctica
(con lo que sería usual en cuanto a la intervención de los padres)…”.
Entre las decisiones que puede tomar unilateralmente el custodio pueden citarse, dentro
del ámbito educativo, sanitario o personal del niño, ad exemplum, las siguientes:
Por el contrario, se entiende que exceden del contenido ordinario y constituyen actos de
ejercicio extraordinario de la patria potestad aquellos que no son realizados usualmente
(“conforme al uso social” dice el art. 156 CC) por uno sólo de los progenitores, sino que
ordinaria y habitualmente, son llevados a cabo por ambos por implicar decisiones de gran
trascendencia e importante repercusión, potencial o real, en la vida del menor.
Como tales pueden mencionarse, sin ánimo de exhaustividad, las decisiones siguientes:
- La elección del lugar de residencia del menor y la de traslado de domicilio del mismo.
- Las decisiones relativas a la salud física o psíquica del menor, como el sometimiento o no
del mismo a terapias o tratamientos médicos preventivos, paliativos o curativos agresivos
(como la fisioterapia, la quimioterapia, rehabilitación, etc.) o alternativos (como la
homeopatía); la aplicación al menor de tratamientos psiquiátricos o terapias psicológicas, o
la práctica de una intervención quirúrgica, curativa o estética.
En la práctica forense, las divergencias en el ejercicio de la patria potestad que con mayor
frecuencia llegan a los tribunales son las relativas a la escolarización del menor en uno u
otro centro escolar y al cambio de colegio, así como al traslado de domicilio o residencia del
menor . Recientemente, desde junio del año 2014, también es frecuente solicitar la
autorización judicial para la obtención de pasaporte por un menor ante la negativa de uno
de los progenitores a prestar su consentimiento expreso a tal solicitud, requisito
imprescindible para su expedición conforme al Decreto regulador de la expedición del
pasaporte ordinario. En efecto, el RD 411/2014, de 6 de junio (EDL 2014/92682), por el que
se modifica el RD 896/2003, de 11 de julio, por el que se regula la expedición del pasaporte
ordinario y se determinan sus características (EDL 2003/29355), establece:
“Art. único. Modificación del Real Decreto 896/2003, de 11 de julio, por el que se regula la
expedición del pasaporte ordinario y se determinan sus características. El Real Decreto
896/2003, de 11 de julio, por el que se regula la expedición del pasaporte ordinario y se
determinan sus características, queda modificado como sigue: (…)
Dos. Se modifican los apartados 1, 2 y 3 del art. 4, quedando redactados en los siguientes
términos:
«2. Cuando la persona que solicite la expedición del pasaporte fuera menor de edad y no
estuviera en posesión del documento nacional de identidad, por no estar obligado a su
obtención, deberá aportar una certificación literal de nacimiento expedida por el Registro
Civil correspondiente con una antelación máxima de seis meses a la fecha de presentación
de la solicitud de expedición del pasaporte y que contengan la anotación de que se ha
emitido a los solos efectos de la obtención de este documento.
Para la expedición del pasaporte a los menores de edad o personas incapacitadas, deberá
constar el consentimiento expreso de quienes tengan atribuido el ejercicio de la patria
potestad o tutela con la indicación, por su parte, de que su ejercicio no se encuentra
limitado para prestarlo, debiendo en caso contrario suplir su falta con autorización
judicial.
2ª. Si el ejercicio conjunto de la patria potestad por los progenitores hubiere sido
establecido por resolución judicial, será competente para conocer del expediente el juzgado
de primera instancia que la hubiere dictado.
La primera es una regla de competencia objetiva y territorial que no plantea problemas. Sin
embargo, debe tenerse en consideración que en los partidos judiciales en que hubiere
Juzgados de 1ª Instancia ordinarios y Juzgados de 1ª Instancia especializados en Familia, la
competencia objetiva corresponderá a estos últimos por aplicación de lo dispuesto en el art.
1º del RD 1322/1981, de 3 de julio, de creación de los Juzgados de Familia, al fundarse el
expediente en un precepto sustantivo comprendido en el Título IV del Libro I del Código
civil.
1º.Los hijos menores han de ser empadronados en un solo domicilio, también en los
supuestos de guarda y custodia compartida.
2º. El domicilio preferente será el de aquel de los progenitores con el que en cómputo anual
el menor pase la mayor parte del tiempo.
3º. En los supuestos en los que los períodos de convivencia estén equilibrados hasta el
punto de que no pueda determinarse con cuál de los padres pasa el menor en cómputo
anual la mayor parte del tiempo, deberán ser en principio los propios progenitores quienes
de mutuo acuerdo, elijan de entre los dos domicilios en los que el menor vive, aquel en el
que ha de ser empadronado el menor.
4º. A fin de coadyuvar a un pacífico disfrute por parte del menor de su derecho a estar
correctamente empadronado, los Sres. Fiscales velarán por que en los convenios
reguladores, o excepcionalmente a falta de ellos, en las resoluciones judiciales en que se
opte por una guarda y custodia compartida con tiempos de permanencia equilibrados se
determine cuál ha de entenderse como domicilio del menor a efectos de empadronamiento.
“Art. 87 ter.
2. Los Juzgados de Violencia sobre la Mujer podrán conocer en el orden civil, en todo caso
de conformidad con los procedimientos y recursos previstos en la Ley de Enjuiciamiento
Civil, de los siguientes asuntos:
e) Los que versen exclusivamente sobre guarda y custodia de hijos e hijas menores o sobre
alimentos reclamados por un progenitor contra el otro en nombre de los hijos e hijas
menores.
g) Los que tengan por objeto la oposición a las resoluciones administrativas en materia de
protección de menores.
a) Que se trate de un proceso civil que tenga por objeto alguna de las materias indicadas
en el número 2 del presente art..
b) Que alguna de las partes del proceso civil sea víctima de los actos de violencia de
género, en los términos a que hace referencia el apartado 1 a) del presente art..
c) Que alguna de las partes del proceso civil sea imputado como autor, inductor o
cooperador necesario en la realización de actos de violencia de género.
d) Que se hayan iniciado ante el Juez de Violencia sobre la Mujer actuaciones penales por
delito o falta a consecuencia de un acto de violencia sobre la mujer, o se haya adoptado
una orden de protección a una víctima de violencia de género.
4. Cuando el Juez apreciara que los actos puestos en su conocimiento, de forma notoria,
no constituyen expresión de violencia de género, podrá inadmitir la pretensión,
remitiéndola al órgano judicial competente.
5. En todos estos casos está vedada la mediación.”
A la vista de la normativa que resulta de aplicación al caso, constituida por los arts. 87.ter.2
y 3 LOPJ y art. 86.2 LJV, pueden sostenerse tres posiciones diferentes:
1ª. Una primera postura sostiene que el JVM carece en todo caso de competencia
objetiva para conocer de los expedientes de jurisdicción voluntaria previstos en la Sección
1ª del capítulo II del Título III de la LJV, incluso en los supuestos en que dicho juzgado
hubiere dictado la resolución que atribuye el ejercicio conjunto de la patria potestad, en
base a las razones siguientes:
a) El art. 86.2 atribuye la competencia objetiva para conocer de tales expedientes a los
Juzgados de Primera Instancia, sin mención alguna a los JVM, por lo que la circunstancia
de que el Juzgado de Violencia haya dictado una resolución estableciendo el ejercicio
conjunto de la patria potestad no puede significar la ulterior atribución de competencia a
éste último para conocer de aquellos expedientes, máxime cuando el art. 86.2 LJV hace
alusión explicita al “Juzgado de Primera Instancia que la hubiera dictado” en clara
referencia al juzgado que dictó la resolución que estableció el ejercicio conjunto de la patria
potestad.
b) Al no venir atribuida a los Juzgados de Violencia sobre la Mujer por la LJV competencia
objetiva para conocer de estos expedientes de jurisdicción voluntaria, tal atribución
competencial solo podría fundarse en la LOPJ, que, en su art. 87.ter.2, al delimitar la
competencia objetiva que, en materia civil, puede corresponder a los Juzgados de Violencia,
la circunscribe a una serie de asuntos, entre los que no se encuentran en modo alguno los
expedientes a que nos referimos.
c) En tercer lugar, el art. 87.ter LOPJ, que determina en sus apartados 2 y 3 la competencia
objetiva de los JVM en el orden civil, parece limitar dicha competencia a los asuntos
contenciosos, excluyendo los de jurisdicción voluntaria, pues, de una parte, el 87.ter.2
señala que tales juzgados “podrán conocer en el orden civil, en todo caso de conformidad
con los procedimientos y recursos previstos en la LEC, de los siguientes asuntos”, y de
otra, el 87.ter.3.a), exige, entre los requisitos que de forma simultánea deben concurrir para
que los JVM tengan de forma exclusiva y excluyente competencia en el orden civil, “que se
trate de un proceso civil que tenga por objeto alguna de las materias indicadas en el
número 2 del presente artículo”. Por tanto, si los JVM solo pueden conocer de uno de los
procesos civiles indicados en el apartado 2 del art. 87.ter LOPJ y si, en todo caso, han de
hacerlo de conformidad con los procedimientos y recursos previstos en la LEC, carecen de
competencia para conocer de expedientes de jurisdicción voluntaria, por ser tales
expedientes asuntos que, además de estar expresamente excluidos de la LEC, tampoco
están incluidos en el apartado 2 del art. 87.ter LOPJ y, en ningún caso, pueden sustanciarse
de conformidad con los procedimientos y recursos previstos en la LEC.
2ª. La segunda postura que puede mantenerse es sostener que el JVM tan solo será
competente para conocer del expediente de jurisdicción voluntaria en caso de discrepancia
en el ejercicio de la patria potestad cuando, habiendo dictado resolución que atribuya el
ejercicio conjunto de la patria potestad a ambos progenitores, al tiempo de presentarse la
solicitud concurran simultáneamente los requisitos establecidos en el art. 87.ter.3 LOPJ.
En favor de esta postura cabe argüir que el art. 86.2.inciso 2º LJV no puede suponer una
tácita derogación de lo dispuesto en el art. 87.ter.3 LOPJ en cuanto, por razón del principio
de jerarquía normativa, la primera, que tiene el carácter de ley ordinaria, no puede en
ningún caso modificar lo establecido en una ley orgánica anterior, como la LOPJ. Aparte de
ello, se añade, el espíritu que preside el art. 87.ter.3 LOPJ es residenciar en el JVM la
competencia para adoptar medidas civiles en tanto esté abierto el proceso penal de
violencia de género o se esté cumpliendo la responsabilidad penal impuesta en el mismo, de
conformidad con lo dispuesto en el art. 49 bis LEC, tal como lo ha entendido la
jurisprudencia. Todo lo cual aboca a considerar carente de sentido mantener en el juzgado
de violencia la competencia objetiva para conocer del expediente del art. 86 LJV cuando, al
tiempo de presentarse la solicitud de apertura del expediente, no concurran los requisitos
señalados en el art. 87.ter.3 LOPJ.
3ª. Por último, una tercera posición sostiene que, de haber dictado el JVM resolución de
atribución del ejercicio conjunto de la patria potestad, dicho juzgado será el competente
funcionalmente en todo caso, conforme a la regla competencial establecida en el art. 86.2
LJV, para conocer del expediente relativo al desacuerdo en el ejercicio de la patria potestad,
aunque al tiempo de promoverse el expediente no concurran los requisitos del art.87.ter.3
LOPJ.
En pro de esta postura puede argüirse que el art. 86.2 no supone una tácita derogación de lo
dispuesto en el art. 87.ter.3 LOPJ, sino una extensión o ampliación de la competencia
objetiva civil de los Juzgados de Violencia y que, en tal sentido la norma de competencia del
art. 86.2 no es contraria a la del art. 87.ter.3 LOPJ, sino complementaria de aquélla.
Puede servir de orientación para resolver estos conflictos la jurisprudencia sentada por el
TS, Sala 1ª, el resolver las cuestiones negativas de competencia territorial surgidas entre el
juzgado de 1ª instancia del domicilio de los menores o personas con capacidad modificada
judicialmente y el juzgado de 1ª instancia que dictó las medidas que pretenden modificarse,
a propósito de la aplicación del art. 775.1 LEC (en la redacción dada al mismo por la Ley
42/2015, de 5 de octubre; EDL 2015/169101), dada la similitud existente entre uno y otro
caso. Tal doctrina jurisprudencial viene constituida por las resoluciones siguientes: AATS
de 30/3/16 (EDJ 2016/35018), de 27/6/16 (EDJ 2016/108881), de 20/7/16 (EDJ
2016/111916), de 14/9/16 (EDJ 2016/165109); de 21/9/16 (EDJ 2016/159512) y de 28/9/16
(EDJ 2016/165141).
3. Legitimación
Establece el art. 87.3 LJV que “están legitimados para promover este expediente ambos
progenitores, individual o conjuntamente. Si el titular de la patria potestad fuese un
menor no emancipado, también estarán legitimados sus progenitores y, a falta de éstos,
su tutor”. Esta última precisión, en cuanto a legitimación, es consecuencia directa de lo
establecido en el art. 157 CC, conforme al cual “el menor emancipado ejercerá la patria
potestad sobre sus hijos con la asistencia de sus padres, y, a falta de ambos, de su tutor, en
casos de desacuerdo y, en casos de desacuerdo o imposibilidad, por el juez.”
4. Tramitación y resolución
No contiene el art. 86 norma particular alguna sobre tramitación por lo que habrán de
aplicarse las normas generales con las especialidades del art. 85.1, que establece la
obligatoria celebración de comparecencia.
Se iniciará, por tanto, mediante solicitud que debe contener los datos necesarios para
precisar la cuestión controvertida relativa al ejercicio de la patria potestad y la
identificación de los interesados para que puedan ser citados.
Admitida a trámite la solicitud, el LAJ citará a los interesados y al ministerio Fiscal a una
comparecencia.
Finalizada la comparecencia, el juez resolverá por medio de auto (art. 19 LJV), apelable en
un solo efecto (art. 20.2, último párrafo).
Es merecedor de crítica el hecho de que la interposición del recurso de apelación contra las
resoluciones definitivas de fondo en esta clase de expedientes no produzca efectos
suspensivos. Debiera haberse previsto la admisión del recurso de apelación en ambos
efectos, el devolutivo y el suspensivo, pues, dada la naturaleza perentoria y urgente de las
cuestiones que se resuelven en esta clase de expedientes, es evidente que, en muchos casos,
la resolución dictada en primera instancia va a ejecutarse mucho antes de que pueda
resolverse el recurso de apelación interpuesto, lo que, en la mayor parte de los casos,
privará de virtualidad y eficacia real una eventual resolución revocatoria de la Audiencia.
Pensemos por ejemplo, en una autorización de cambio de colegio o residencia del menor:
en caso de ser concedida por el juzgado en primera instancia, una vez ejecutado el cambio
de colegio o residencia, la posible ejecución posterior de una resolución revocatoria de la
Audiencia que denegase la autorización de cambio o traslado podría tornarse perjudicial
para el menor al someterlo a varios cambios de domicilio o colegio en un breve plazo de
tiempo.