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INTRODUCCIÓN A LA DOCTRINA DE LA EXPIACIÓN

Cuando leemos el A.T, algo que resalta y llama la atención de todos es la


costumbre milenaria por parte del ser humano de sacrificar un cordero u otro animal
como ofrenda a Dios por el pecado del hombre.

¿Por qué el ser humano ha realizado esta práctica a través de los tiempos?

Desde el momento de la caída del hombre, vemos a Dios tomando la iniciativa para
cubrir la vergüenza y desnudez del hombre por medio de pieles, lo que implicó el
sacrificio de un cordero (Gn. 3:21). Posteriormente, nuestros primeros padres
enseñaron a sus hijos sobre la necesidad de adorar a Dios, mediante la ofrenda de
un cordero sacrificado sobre un altar para satisfacer las demandas justas de un
Dios justo (Gn. 4: 4).

Los patriarcas estaban conscientes de ese tipo de sacrificio como el único medio de
allegare a Dios (Gn. 8:20-21; Gn. 22:13) y bajo el régimen de la Ley Dios organizó
todo un sistema de sacrificios como la base fundamental de todo el ritual religioso y
adoracional para Israel (Libro de Levítico).

Cuando Juan el Bautista salió al desierto de Judea predicando el arrepentimiento


para remisión de pecados, al ver a Jesucristo que se acercaba a él, se dirigió a la
multitud y dijo: He aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn.
1:29 y 36). Estas palabras sencillas de Juan nos enseñan algunas cosas muy
importantes:

1.- Que sus oyentes entendían perfectamente bien el lenguaje técnico-religioso que
utilizaba Juan. Ellos estaban perfectamente relacionados con esa terminología, por
lo que sabían todo lo que implicaba llamar a un hombre cordero de Dios (hijo de la
Oveja (hembra del Carnero) que no pasa de un año).

2.- Nos enseña que, al llamarlo cordero de Dios, estaba revelando la vocación y
propósito de Dios para lo cual Jesús venía a ese mundo.

3.- Reconocía el carácter divino, la procedencia divina de ese cordero, cuya


introducción al mundo daría el comienzo de una nueva etapa en el plan de
salvación del hombre.
4.- Se auguraba una nueva época, en la cual, todo el ritual del A.T de ritos y
sacrificios habría de terminar, para dar comienzo a la época en que la gracia de
Dios sea manifiesta para salvación a todos los hombres (Tit. 2:11)
COMPRENDIENDO LA EXPIACIÓN

Para entender el concepto de expiación en el N.T, es necesario que analicemos la


naturaleza y características de este acto en el Antiguo Testamento. En el AT, se
utiliza la palabra hebrea kaphar para designar el acto de la expiación. A la vez se
traduce como perdonar (Sal. 65:3; 79:9), reconciliar (Lv. 16:6), sin embargo,
literalmente kaphar significa cubrir, esconder con una cubierta.

La idea de cubrir el pecado está inmersa dentro de todo el ritual del A.T, o sea,
cuando en el A,T se dice que se hizo expiación por el pecado o por su pecado,
quiere decir que el pecado o su pecado son cubiertos. Es necesario que
mantengamos en mente este concepto para cuando analizamos el sacrificio de
Jesucristo.

I. La base de la expiación.

La base del sacrificio expiatorio por el pecado se encuentra revelado en Levítico


cap.1. Marchemos paso a paso para entender el mecanismo:

1.- Cuando alguno de entre vosotros ofrece ofrenda a Jehová, de ganado


vacuno u ovejuno, haréis vuestra ofrenda (v. 2). Es necesario entender que lo
que trae el pecador a Dios es una ofrenda. El dar es el principio básico de toda
adoración, por lo cual nadie podía presentarse a Jehová con las manos vacías.

2.- Si tu ofrenda fuere holocausto (del todo quemado) vacuno, macho sin
defecto lo ofrecerá; de su voluntad lo ofrecerá a la puerta del tabernáculo de
reunión delante de Jehová (v. 3). Realmente el animal ofrecido tomaba al lugar
del pecador. El factor sustitución, está implicado en el acto del sacrificio expiatorio.
Es el cordero o vacuno muriendo por el pecador y ha la vez siendo aceptado por
Dios.

3.- Y pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto, y será aceptado para
expiación suya (v. 4). El acto de colocar las manos sobre el animal es símbolo de
identificación con el sacrificio hecho. Era como si él participara del hecho.
Simbólicamente: el pecador sentenciado a muerte y recibiendo el justo castigo que
la justicia divina demandaba.

4.- Entonces degollará el becerro en la presencia de Jehová; y los sacerdotes,


hijos de Aarón ofrecerán la sangre y la rociarán alrededor del altar, el cual
está a la puerta del tabernáculo de reunión (v. 5). El derramamiento de sangre
era un factor imprescindible en todo sacrifico por el pecado. Sin derramamiento de
sangre no se hace remisión (Lv. 4; 5:14-19).

II. El significado del sacrificio.

Este acto, aparentemente sencillo, contiene un significado profundo: todo sacrificio,


aún en los sacrificios paganos, contienen dos ideas fundamentales: adoración y
expiación.

1.- Cuando el hombre pecador reconoce que está bajo la autoridad y el poder de
Dios, que tiene derechos sobre él, como señal de rendición personal, ofrece una
ofrenda o sacrificio para satisfacer a Dios.

2.- Cuando el hombre pecador se da cuenta de que su pecado ha perturbado las


relaciones con Dios, reconoce, instintivamente, que el mismo Dios que lo hizo tiene
el derecho de destruirlo, a menos que se haga algo para reparar esas relaciones
rotas. El sacrificio de una víctima y su sangre derramada impediría o conjuraría la
acción de la justicia divina y aseguraría su favor.

¿Cómo los paganos llegaron a conocer estos mecanismos? Pablo nos lo revela
en Ro. 1:21. Originalmente el hombre conocía a Dios, sabía cómo hacer las cosas
(Gn. 4:3-4) pero el hombre se envaneció...cambiaron la gloria de
Dios...cambiaron la verdad por la mentira, honrando y dando culto a las
criatura antes que al creador (Ro. 1:18-32)

Lo sacrificios mosaicos fueron los medios por medio de los cuales los Israelitas
cumplían con su obligación principal hacia Dios: la adoración. A ellos se les
estipuló diferentes tipos de sacrificios y ofrendas que cada uno cumplían un
propósito dentro del trato de Dios con ellos.

El propósito principal de los sacrificios de sangre se cumple de una forma muy


especial en Cristo, el sacrificio perfecto. Su sacrificio se describe como la muerte
por el pecado del hombre, la muerte que cargó con el pecado. (2 Co. 5:21). Dios
hizo del alma de su Hijo expiación por el pecado (Is. 53:10); canceló la deuda que
nosotros no podíamos pagar, borró el pasado que nosotros no podíamos borrar.
Jesucristo es el perfecto holocausto, su muerte fué un acto de entera consagración
(He. 9:14; Ef. 5:2). Él es nuestra ofrenda de paz, (Ef. 2:14) ya que su sacrificio se
constituyó en el instrumento que echó abajo la barrera que nos separaba de Dios
por nuestra enemistad con él. (Jn. 6:53-56; Lv. 7:15-20; Ef. 2:14)

III. La eficacia de los sacrificios del A.T.

Si los sacrificios del A.T no eran perfectos, ¿Hasta dónde llegaba su eficacia?
¿Producirían realmente perdón y limpieza? ¿Qué beneficios procuraban para los
oferentes? Si queremos entender la eficacia y superioridad del sacrifico de
Jesucristo es necesario contrastar los sacrificios levíticos con el sacrificio de
Jesucristo. En los Cap. 9 y 10 de hebreos el escritor hace una comparación entre el
viejo pacto y el nuevo pacto, demostrando que el nuevo es mejor y superior al viejo;
que el antiguo pacto es imperfecto y transitorio, mientras que el nuevo es perfecto y
eterno. El retornar al templo, con sus sacerdotes y sacrificios sería dejar la
sustancia por la sombra, la perfección por la imperfección. El argumento de toda
esta carta es: El Antiguo Pacto era bueno para su época y para los fines que se le
había designado, pero el Nuevo Pacto es mejor.

¿En qué sentido eran buenos los sacrificios del A.T?

1.- Porque fueron divinamente ordenados.

2.- Porque cumplían un propósito dentro del plan divino.

3.- Porque se constituían en un medio de gracia, para que el pueblo que


había pecado pudiera retornar a un estado de gracia, ser reconciliado con Dios
y continuará disfrutando de unión con él.

Cuando el Israelita cumplía fielmente todas las condiciones, podían confiar


fielmente en la promesa siguiente: Así hará el sacerdote por él la expiación por
su pecado, y tendrá perdón (Lv. 4:26)

Cuando los Israelitas traían sus ofrendas ellos estaban conscientes de dos
cosas: una de carácter externa y otra de carácter interna:
1.- El arrepentimiento tenía que producir el acto visible de la transacción, para
indicar que su pecado había sido perdonado. (He. 9:22)

2.- Por otra parte, el ritual sin una disposición interna, era una simple formalidad sin
valor.

El acto del sacrificio debe ser la expresión de los sacrificios internos de alabanza,
oración, justicia y obediencia; los sacrificios de un corazón contrito y humillado (Sal.
26:6; 50:12-14; 4:5; 51:17; Pr. 21:3; Amós 5:21-24; Miq. 6:6-8; Is. 1:11-17).

La Biblia dice: El sacrificio de los impíos es abominación a Jehová (Pr. 15:8).


Los profetas y escritores del AT establecieron con claridad que todos los ritos
externos, sin la justicia del corazón, no serían aceptados por Dios.

IV. El sacrificio del Nuevo Pacto es mejor.

1.- Existía una diferencia muy grande entre una criatura irracional e irresponsable, y
un hombre hecho a la imagen de Dios.

Es evidente que el animal no realizó el sacrificio en forma inteligente y voluntaria.


No existía comunión entre el oferente y la víctima. El sacrificio de un animal no
podía compararse ni equipararse al valor de un alma, ni el sacrificio del animal
podía ejercer poder espiritual en el hombre interior. No había elemento alguno en la
sangre de un ser irracional que pudiera realizar la redención espiritual del alma.
Esto podía obtenerse solamente por la ofrenda de una vida humana perfecta.

2.- Los sacrificios eran medios transitorios e imperfectos para cubrir el pecado
(Ro.3:20), y los sacrificios solo tenían la virtud de evitar que los pecados no
provocaran la ira de Dios. (He. 10:14)

3.- Los sacrificios de animales eran calificados de ordenanzas de la carne


(He. 9:10), es decir, ritos que removían o quitaban la contaminación corporal y
expiaban las acciones exteriores del pecado (He. 9:13; Lv. 5:1-6; 6:1-7). David es
un ejemplo: él reconocía que estaba en las garras de una depravación de la cual no
podía librarse. Él oró por renovación espiritual y reconoció que los sacrificios de
animales eran impotentes para hacer cambiar una vida (Sal. 51:16; 1 S. 3:14; Sal.
51:6-10, 16, 17).
4.- La repetición de los sacrificios de animales es símbolo de su imperfección, no
podía hacer perfecto al adorador (He. 10:1-2). A estos sacrificios les era imposible
transmitir una experiencia espiritual que transformara de una vez la naturaleza
humana y diera comienzo a una nueva vida (He. 10:10).

5.- Los sacrificios de animales eran efectuados por hombres imperfectos. Esto
queda demostrado por el hecho de que no podían entrar en ningún momento en el
Lugar Santísimo, y por lo cual eran incapaces de conducir al adorador directamente
a la presencia divina (He. 9:8 y 9)

6.- ¿Es cierto que las gentes fue verdaderamente justificada antes de la obra
expiatoria de Cristo? Abraham fue justificado por la fe (Ro. 4:3; y entró en el
reino de Dios (Mt. 8:11; Lc. 16:22); Moisés fue glorificado (Lc. 9:30-31), y Enoc
y Elías fueron trasladados. Hubo muchos hombres piadosos que alcanzaron una
estatura espiritual al igual que estos hombres.

Admitiendo que los sacrificio de animales eran inadecuados y que el sacrificio de


Cristo fue el sacrificio perfecto ¿sobre qué bases fueron justificados estos santos
del A.T? Ellos fueron salvados anticipadamente y mirando perspectivamente y por
la fe al sacrificio de Cristo al igual que nosotros miramos retrospectivamente y por la
fe al mismo sacrificio. Ellos tomaban a crédito para un pago posterior; nosotros hoy
tomamos algo que ya ha sido pagado (He. 9:15; Ro. 3:25). El sacrifico expiatorio de
Cristo tiene eficacia en relación con el pasado como tenía eficacia en relación al
futuro.

Para concluir este aspecto, debemos resaltar que los santos del AT no participaron
de los beneficios plenos de la redención por las siguientes razones:

1. No tenían el don permanente del E.S. (Jn. 7:39: 14:16-18)

2. No participaban del conocimiento pleno respecto a la inmortalidad, sacado a la


luz por Cristo (2 Ti. 1:10)

3. Se vieron limitados por las imperfecciones de la era o dispensación en que


vivían; cuando más, podían pregustar las cosas venideras.
LA EXPIACIÓN EN EL NUEVO TESTAMENTO
Antes de tratar directamente sobre la expiación del sacrificio de Jesucristo, es
bueno que entendamos que la expiación no fué una solución del última hora de
parte de Dios para solucionar un problema que no había previsto. La Biblia nos
enseña que el plan de salvación fué elaborado en la mente de Dios en la eternidad.
De antemano Dios había previsto la caída del hombre y de antemano ya tenía
prevista la solución. Ex. 12:3-6; 1 P. 1:19-20; Tito 1:2; Ef. 1:4; Hch. 2:23.

La expiación fue pre-ordenada en la eternidad, prefigurada simbólicamente en el


ritual del A.T y cumplida históricamente en la crucifixión de Jesús, cuando el
propósito redentor de Dios fué concluido Jesus dijo: Consumado es, la redención
fue totalmente consumada.

En el bautismo de Jesus en el rio Jordán por Juan el Bautista se escucharon las


siguientes palabras: Este es mi hijo amado en el cual tengo complacencia. Estas
palabras fueron tomadas de dos profecías: la primera declaraba la deidad del
Mesías y su dignidad de Hijo (Sal. 2:7), mientras que las segunda describe el
ministerio del Mesías en calidad de siervo del Señor (Is. 42:1).

El siervo revelado en esta profecía es el siervo sufriente de Isaías 53. Tanto en su


bautismo como en la tentación, Jesús estaba consciente de que el sufrimiento y la
muerte eran parte de su llamado. El siervo del Señor de Isaías 53 debía ser contado
con los transgresores; su bautismo debía considerarse como el gran acto de
comunión amorosa con nuestra miseria, puesto que en esa misma hora se identificó
con los pecadores, y así, en cierto sentido, comenzó su obra de expiación.

Durante el transcurso de su ministerio y en muchas ocasiones el Señor se refirió de


una manera figurada y velada a la forma de su muerte futura (Mt. 17:10-12, 22-23;
Mr. 9:12, 13; 14:18-21), más, en Cesarea de Filipo, les manifestó, con toda claridad
a sus discípulos que debía sufrir y morir, advirtiéndoles de antemano acera de esa
realidad, para que su fe se mantuviera firme a raíz de su muerte en la cruz. (Mr.
8:31; 9:31; 10:32).

Jesus les explicó el significado de su muerte. Los discípulos no debían


considerarla como algo infortunado e imprevisto o una tragedia a la cual debían
resignarse, sino que debían considerarla como una muerte expiatoria a causa del
pecado del hombre. El Hijo del hombre vino a dar su vida en rescate por
muchos (Mt. 20:28; 1 T. 2:6).
En la última cena les dio instrucciones a sus discípulos referentes a la futura
conmemoración de su muerte, acto supremo de su ministerio. Ordenó el rito de la
Santa Cena para conmemorar la redención de la humanidad del pecado, de la
misma forma que la Pascua conmemoraba la redención de Israel del yugo egipcio.
Aunque los discípulos, en aquellos momentos previo a la muerte de Jesús estaban
incapacitados para comprender y sus mentes no asimilaban ese pensamiento (Lc.
24:16 y 45), sin embargo después de su resurrección, ellos llegaron a entender que
Cristo murió por nuestros pecados, de lo cual dieron testimonio.
NECESIDAD DE LA EXPIACIÓN

Dos hechos producen la necesidad de la expiación: LA SANTIDAD DE DIOS y EL


PECADO DEL HOMBRE. La reacción de la santidad de Dios es: IRA que puede
evitarse por la EXPIACIÓN. Entonces la clave de todo este argumento se basa, pues,
en cuatro palabras:
SANTIDAD - PECADO - IRA - EXPIACIÓN

1. Santidad.

Dios es santo, santo, santo (Is. 6:). Este es un atributo que tiene que ver con la
naturaleza de Su carácter. Estos atributos quedan manifiestos en el trato con su
creación: Él ama justicia y juicio (Sal. 33:5); Justicia y juicio son el asiento de
su trono (Sal. 89:14), Sus leyes son justas y forman el fundamento de la
personalidad del hombre, al ser escritas en el corazón (Ro. 2:14-15). Estas leyes
atan al hombre a su Creador en una relación personal y forman la base de la
responsabilidad del hombre hacia Dios. Cuando el hombre se revela contra la ley de
Dios, afrenta la santidad de Dios, lo que produce ruptura de relaciones, corte de
comunión. Dios se revela contra la desobediencia del hombre. Todo pecado choca
contra la santidad de Dios. La Biblia declara, desde el principio hasta el fin que la
vida y la obediencia marchan juntas. (Gn. 2:17; Ap. 22:14).

2. Pecado.

La relación con Dios ha sido empañada por el pecado, que es una perturbación de
las relaciones con Dios. Es violencia a la constitución bajo la cual Dios y el hombre
viven, de la misma manera que la infidelidad viola el pacto según el cual viven
marido y mujer (Jer. 3:20). (Ver Is. 59:2).
3. Ira.

El pecado es un ataque contra el honor y la santidad de Dios. La reacción de Dios


al ultraje de su honor producto de la rebelión del hombre produce la justa ira de
Dios. Su santidad reacciona contra el pecado y a esta reacción se le llama ira. Pero
Dios no reacciona automáticamente como el hombre o como el fuego que quema
cuando se le toca. La ira de Dios es una estable disposición en contra del pecado y
las justas demandas de la santidad de Dios, para el castigo y la exclusión del
pecado, tienen que ser satisfechas.

La revelación más grafica de la ira justa de Dios en contra del pecado se encuentra
en el derramamiento de esa ira por parte de Dios sobre su propio hijo en la cruz del
calvario expiando el pecado para siempre.

La Biblia dice que Él es clemente y misericordioso (Sal. 103:8), que Él es


paciente, no quiere que ninguno se pierda, sino que procedan al
arrepentimiento (Ro. 2:4; 2 P. 3:9). Sin embargo el hombre mal interpreta la
paciencia de Dios y se burla de la idea del castigo (2 P. 3:9; Ecl. 8:11). A pesar de
todo, la retribución vendrá inexorablemente y un día el hombre no arrepentido
experimentará la retribución justa de parte de Dios (Gal. 6:7).

4. Expiación.

El hombre ha quebrantado las leyes de Dios y violado los principios de su justicia.


Este conocimiento está registrado en la memoria y la conciencia lo registra como
culpa. ¿Qué se puede hacer para remediar el pasado y asegurar el futuro? ¿Existe
expiación para una ley violada? Sobre esto hay tres posiciones:

a. Algunos creen que la expiación no es posible. La vida está gobernada por


leyes inexorables que castiga las acciones malas sin remordimiento alguno. Lo que
el hombre sembrare, eso también segará, y no hay escape, dicen ellos. El futuro
está hipotecado al pasado y no hay escape: no puede ser redimido o rescatado.
Esta teoría hace al hombre esclavo de las circunstancias. No puede hacer nada
para cambiar su destino y a Dios lo hacen esclavo de sus propias leyes de tal forma
que no puede hacer provisión de un camino de salvación para el hombre.

b. Al otro lado de la calle, están los que dicen que la expiación no es


necesaria. Dios es demasiado bondadoso para castigar al pecador y demasiado
bueno para reclamar satisfacción por la ley quebrantada, por lo tanto es innecesaria
la expiación. Esta posición presenta a un Dios indiferente a la conducta moral de
sus criaturas racionales y en esta forma hace responsable a Dios de todo el mal
producido por la conducta incontrolada del hombre.

c. ¿Qué enseña el N.T? El N.T nos enseña que la expiación es tanto posible como
necesaria. Las dos posiciones antes consideradas son dos errores extremos en la
interpretación de una verdad. La primera posición recalca a tal extremo la justicia de
Dios, que excluye su gracia salvadora y la segunda recalca a tal extremo la gracia
salvadora de Dios que anula su justicia.

La solución es la expiación. Esta hace justicia a estos dos aspectos del carácter de
Dios interpretándolos adecuadamente. En la muerte expiatoria de Jesucristo él
procede tanto con justicia como con misericordia. Al tratar con el pecado, él
necesita mostrar su gracia, puesto que él no desea la muerte del pecador y sin
embargo, al perdonar el pecado, él necesita revelar su justicia, puesto que ésta se
constituye en el factor estabilizador del Universo.

En la expiación Dios hace justicia a su carácter misericordioso. En virtud de su


justicia el pecador debe ser castigado; en virtud de su gracia, Dios proporciona un
plan para el perdón del pecador. Al mismo tiempo hace justicia a su carácter de
Dios justo. Él no pasa por alto el pecado y despliega misericordia hacia el pecador.

En el Calvario, la pena por el pecado fué pagada, a la vez fué honrada la ley divina.
De esta manera, Dios podía ser misericordioso sin ser injusto y ser justo sin pasar
por alto su misericordia.

Ilustración: el Juez dictó sentencia contra el reo acusado de infracción a la ley del
tránsito: cincuenta pesos de multa. El reo suplicando le pidió al juez que lo
perdonara por esa vez. El juez, para hacer cumplir la ley y al ver la incapacidad del
reo y a la vez movido a misericordia, sacó de su bolsillo los cincuenta pesos y pagó
la deuda por la violación. El juez satisfizo la justicia y mostró misericordia y perdón
al acusado. Así hizo Dios con nosotros: él pagó, con la vida de su Hijo la deuda que
nosotros no podíamos pagar. De esta forma satisfizo su justicia y proporcionó
perdón al hombre.
NATURALEZA DE LA EXPIACIÓN
Cristo fue muerto, expresa la verdad histórica de la crucifixión. Por nuestros
pecados, interpreta el hecho (Ro. 4:25)

Para entender en qué forma la muerte de Jesús se constituye en un sacrificio


expiatorio es necesario entender las palabras que se aplican a la muerte de Cristo.

1. Expiación.

Como ya vimos, expiación según el concepto hebreo es cubrir. Esta palabra


hebrea se traduce en nuestras Biblias castellanas como: expiación, aplacamiento,
reconciliación, purificación y limpieza. El vocablo expiación incluye:

a. La acción de cubrir el pecado (Sal. 78:38; 79:9; Lv. 5:18).

b. La acción de cubrir al pecador (Lv. 4:20).

Expiar significa ocultar (los pecados y pecador) de la vista de Dios a fin de que
pierda el poder de provocar Su ira. Traigamos a la mente la acción del sacerdote:
cuando éste aplicaba la sangre sobre el altar el israelita tenía la confirmación de
que la promesa que fuera hecha a sus antepasados se cumpliría para él: Y veré la
sangre y pasaré de vosotros (Ex. 12:13). ¿Cuáles eran los efectos de la expiación
o cubierta?

a. El pecado era borrado o deshecho (Jer. 18:23; Is. 43:25; 44:22).

b. El pecado era quitado (Is. 6:7).

c. El pecado era echado tras las espaldas de Dios (Is. 38:17).

d. El pecado era echado a lo profundo del mar (Miq. 7:19).

e. El pecado era perdonado (Sal. 78:38).

¿Por qué la muerte de Cristo fue una muerte expiatoria?

1. Porque quitó y deshizo el pecado (He. 9:26-28; 2:17; 10:12-14; 9:14.

2. Porque fue una muerte inmoladora, o sea una muerte que tuvo que ver
directamente con el pecado (1 P. 2:23; 2 Co. 5:21).

Expiar el pecado quiere decir cargar con él, quitarlo del corazón del pecador. El
pecador queda libre de toda injusticia. Muere para el pecado para vivir para Cristo.
2. Propiciación.

Significa cerca o es posible. Este vocablo, en el A.T, es traducido como Trono de


Gracia o Trono de La Misericordia de Dios (Propiciatorio es a la vez el medio
por el cual los pecados son perdonados y también el lugar donde se realiza el
perdón).

El sacrificio de Jesucristo, en su capacidad expiatoria, hace favorable el ambiente y


prepara las condiciones de acercamiento entre Dios y el hombre. La expiación
remueve el obstáculo que separa al hombre de Dios, rompe la distancia
produciendo el acercamiento. Dios, en su misericordia, acepta el sacrificio, acepta
el don de la propiciación y restaura al pecador a su amor. Propiciar significa
apaciguar o aplacar la justa ira de un Dios santo, mediante el ofrecimiento de un
sacrificio expiatorio:

a) Ofensa: pecado que ha de ser quitado, cubierto.

b) Persona ofendida: Dios, que ha de ser pacificado, ha de ser propicio.

c) Persona ofensora: pecador, que ha der perdonado y ha aceptado.

d) Sacrificio: que ha de expiar al pecador y al pecado

A Jesucristo se describe como la propiciación por nuestros pecados (Ro. 3:25; 1


Jn. 2:2; 4:10). Entonces Jesucristo es tanto el lugar donde Dios realiza el perdón
de los pecados como también el medio por el cual los pecados son perdonados.

Éx. 25:10-12. En este caso, se hace referencia al Arca del Pacto (Arca del
Testimonio). Dentro de ella estaba la ley, expresión de la voluntad justa. Sobre
ella, la cubierta, llamada el propiciatorio. Las tablas de la ley no enseñan que Dios
no ha de pasar por alto el pecado del hombre, pero el propiciatorio cubría la ley y
era el lugar donde la sangre de los sacrificios se rociaba una vez por año a fin de
hacer expiación por el pecado.

La lección que sacamos de esto es que Dios es justo, porque puede perdonar el
pecado sobre las bases de un sacrificio expiatorio. Sin embargo la obra expiatoria
de Cristo va más allá que un mero perdón del pecado, la expiación proporcionó la
amplia cancelación del pecado, las consecuencias de este, y proporcionó suficiente
eficacia para el perdón de los pecados posteriores (Jn. 2:1-2)
3. Substitución.

Los sacrificios del AT tenían carácter sustitutivo. El sacrificio hacía sobre el altar, lo
que el pecador no podía hacer por sí mismo. El altar representaba a Dios, el
sacerdote representaba al pecador ante Dios y la víctima (cordero) sustituía al
israelita, aceptada en lugar de éste.

De igual forma el Señor Jesucristo efectuó en la cruz lo que nosotros no podíamos


hacer por nosotros mismos, y cualquiera que sea nuestra necesidad, somos
aceptados por causa de Él y en consideración a Él (Is. 53).

Todas estas expresiones que presenta este capítulo, presentan al Siervo de


Jehová llevando el castigo que otros merecen, a fin de justificar a muchos, pues Él
llevará las iniquidades de ellos. Aquél que era perfecto por naturaleza, que jamás
había cometido pecado alguno en su vida, ocupó el lugar del pecador. La Biblia
dice: Al que no conoció pecado, se hizo pecado por nosotros (2 Co. 5:21); él
mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero (1 P. 2:24).

4. Redención.

Tanto en el A.T como en el N.T, redimir quiere decir comprar algo de nuevo,
mediante el pago de un precio; liberar de la esclavitud mediante el pago de un
precio; comprar en el mercado y sacar del mercado.

En el A.T se nos muestra, en Lv. 25:47-49 (Rut 4) una ilustración relativa al


pariente redentor. En virtud de esta ley un hombre que hubiera vendido su
propiedad y a sí mismo como esclavo, debido a alguna deuda contraída podía
recuperar tanto su tierra como su libertad en cualquier momento con la condición de
que fuera redimido por un hombre que poseyera los siguiente requisitos: 1o. Que
fuera pariente del interesado, 2o. que estuviera dispuesto a redimirlo y 3o.
debía poseer el dinero necesario para pagar el precio.

Nuestro Señor Jesucristo reunía todas estas condiciones: se hizo pariente nuestro
al tomar nuestra naturaleza; estaba dispuesto a darlo todo para redimirnos (2 Co.
8:9) y por ser divino estaba capacitado para pagar el precio: su propia sangre
preciosa (Hch. 20:28. Véase también Mt. 20:28; 16:25-26; 2 Co. 8:9).
Jesucristo nos ha librado de la esclavitud el pecado, nos ha redimido del poder del
pecado y la muerte, él pagó el precio, nos rescató... no con cosas corruptibles
como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como un cordero sin
mancha ni contaminación... (1 P. 18 y 19 y ss.)

5. Reconciliación.

En el A.T el perdón de pecados se realizaba en el Propiciatorio y en el N.T se


realiza en la cruz de Cristo.

Reconciliación quiere decir: Volver en amistad (2 Co. 5:18-19; Ro. 5:10; Col. 1:21-
22). Algunos creen que la expiación significa que Dios estaba airado con el pecador
y por eso se mantuvo aislado hasta que su ira fue aplacada por su Hijo, que se
ofreció para pagar la pena por el pecado. En otras palabras, Dios tenía que
reconciliarse con el pecador (2 Co.5:19). La Biblia nos da un panorama diferente
porque:

a. Dios toma la iniciativa en la provisión de un sacrificio expiatorio por el hombre.

b. Es Dios el que le proporciona vestiduras a nuestros primeros padres.

c. Es Dios quien ordena los sacrificios expiatorios.

d. Es Dios el que envía a Su Hijo y lo da en calidad de sacrificio por la humanidad

e. Dios es el autor de la redención del hombre.

Aunque la majestad de Dios ha sido ofendida por el pecado el hombre y su santidad


debe reaccionar contra él, sin embargo él no quiere que el pecador perezca (Ez.
33:11) sino que se arrepienta y se salve. La muerte de Cristo ha hecho posible la
reconciliación de la humanidad con Dios, a cada individuo le corresponde ahora
hacerla una realidad en su vida.

Esta es la esencia del mensaje del Evangelio: La muerte de Cristo era una obra
consumada de reconciliación, lograda independientemente de nosotros, a un costo
infinito, a la cual él hombre es llamado ahora mediante el ministerio de la
reconciliación (Ro. 5:11).
EFICACIA DE LA EXPIACIÓN
¿Qué efectos produce la expiación en la vida del hombre?

1.- Perdón de la trasgresión (Pecado) e implica:

a) El pago de la deuda que nosotros no podíamos pagar. Nuestros pecados fueron


remitidos (Mt. 26:28; Heb. 9:15; 9:22).

b) La carga del pasado pecaminoso fué quitada cuando Jesús borró, llevó y canceló
nuestros pecados (1 Jn. 1:9; Ef. 1:7; He. 9:22-28; Ap. 1:5).

c) Experimentó el nuevo nacimiento y ha comenzado a vivir una nueva vida sin


relación a los pecados pasados.

2.- Libertad del pecado:

La expiación no solo asegura el perdón de los pecados pasados y presentes, sino


que asegura la liberación del poder del pecado. Jesús dijo: Al que el Hijo libertare
será verdaderamente libre. Esto determina la declaración de libertad. Las puertas
de la cárcel se abren por decreto y somos libres. También dijo: Y conoceréis la
verdad y la verdad os hará libres. Nos habla de vivir una vida de libertad continua
por medio del conocimiento de su verdad. Él nos enseña a vivir en libertad (Jn.
8:36; Ro. 6:18; Gál. 5:1).

3.- Liberación de la muerte:

La muerte tiene un significado físico y otro espiritual. Cuando el hombre pecó, lo


primero que perdió fué su vida espiritual producto de la sentencia de Dios: más del
árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; el día que de él comieres,
ciertamente morirás (Gn. 2:17). Adán no murió físicamente ese día, Adán vivió
930 años (Gn. 5:5), pero vivió separado de Dios por el pecado cometido, por
rebelarse contra Dios.

Como consecuencia de esto, se produjo la separación del hombre de Dios,


separación que se proyectará en la eternidad si el hombre no se reconcilia con
Dios. Esa separación eterna de Dios se describe en la Biblia como muerte
segunda (Ap. 20:14).

La expiación hizo posible, tanto la recuperación de la vida espiritual como la


recuperación de la vida física. Cuando Jesús muere en la cruz, esa muerte
expiatoria abarcó, tanto la liberación del poder del pecado como sus consecuencias.
Cuando el hombre arrepentido viene a Jesús, le es restaurada su vida espiritual y
comienza una vida de comunión con Dios y posteriormente, por medio de la
resurrección le es impartida inmortalidad a su cuerpo (1 Co. 15).

4.- Se le concede la vida eterna (Jn. 3:14-16).

¿Qué es vida eterna? La vida eterna es algo más que simplemente existir.
Significa gozo pleno de comunión con Dios y el goce de su protección.
¿Cuándo es impartida la vida eterna en el hombre? Desde el mismo momento que
el hombre cree a Jesús le es concedida la vida: El que cree en mi tiene vida
eterna y no verá condenación, sino que ha pasado de muerte a vida (Jn. 6:47).
Sin embargo la vida eterna se describe como algo futuro también ya, que se
proyectará, en su segunda etapa en la eternidad donde gozaremos de eterna y
perfecta comunión con Dios, después de nuestra resurrección (Tit. 1:2; Ro. 6:22).

5.- Vida victoriosa.

La máxima aspiración de todo creyente es vivir una vida victoriosa sobre el pecado.
El creyente se da cuenta que en sí mismo no hay capacidad humana para vivir la
vida de Dios. En medio de su incapacidad puede experimentar la gracia
sustentadora de Dios que le capacita para vencer en sus luchas contra el pecado.

La promesas de Dios están a nuestro alcance y se hacen reales: (1 Co. 15:57; 1


Jn. 5:4; 4:4; Ro. 8:28-39; 2 Co. 2:14; 12:9-10). Para los que venzan en esta vida,
Dios tiene promesas gloriosas que nos incentivan y mueven a luchar por nuestra
vida hasta alcanzar la meta. (Lea en Apocalipsis las siete promesas para los
vencedores). La vida victoriosa abarca o incluye la victoria sobre Satanás. En el N.T
se declara que Jesucristo conquistó a Satanás por nosotros (Lc. 10:17-20; Jn.
12:31-32; 14:30; He. 2:14-15; Ap. 12:11). El creyente podrá obtener victoria
constante mientras cuente con el Vencedor del Diablo: JESUCRISTO EL HIJO DE
DIOS.

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