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Los comienzos Después de una larga lucha y desorden, costoso para el rein, la Nueva Espafia habia logrado su independencia en una jornada pacifica. Con su Plan de Iguala, del 24 de febrero de 1821, don Agustin de Iturbide logr6 cconcertar los intereses de la mayoria de la poblacién, y en agosto, inclusi- ve, convencer a don Juan O*Donojé, el tltimo jefe politico espafiol, a reconocer a independencia de la Nueva Esparia en los Tratados de Cérdo- ba. O’Donojé, al darse cuenta de la voluntad general por la separacién de Espa, tratS de salvar la relacién permanente a través de la monarquia, El optinismo criollo se desbordé, pensando que las penurias se resol- verian con a independencia, pero nada estuvo mAs lejos dela realidad. El pais habia sido victima de las aventuras guerreras espafiolas y se habia descapitalizado aun antes de haber iniciado su lucha independentista, que ledio el golpe de gracia al terminar con su agricultura, mineria, manufac~ tura y comercio. Mas con todo esto, el futuro parecfa prometedor. El imperio mexicano y las relaciones con el exterior [A pesar de a falta de experiencia, la Junta Gubernativa del imperio me ccano tenia una idea bastante clara de sus prioridades. A los dos meses de consumada la independencia, en noviembre de 1821, el ministro de Rela- ciiones Exteriores envié a través del norteamericano James S. Wileocks, tuna primera comunicacién al secretario de Estado Adams, anunciandole elestablecimiento del gobierno independiente. La junta nombré, adem, tuna Comisin de Relaciones Exteriores formada por don Juan Francisco de Azeérate, el conde de la Casa de Heras y José Sanchez de Enciso. Escudo imperial impreso en documentos oficiales. £129 de diciembre de 1821, la comisién presentaba su dictamen. Este clasificaba las relaciones del niievo Estado de acuerdo a cuatro rubros: las determinadas por la naturaleza, es decir las que se tendrian con paises limitrofes como Estados Unidos, Guatemala (que todavia no se unia), y con las naciones indigenas; un segundo grupo la constituian las determi rnadas por la dependencia, es decir con Puerto Rico, Cuba, Filipinas y las Marianas, que habjan dependido econdmicamente de la Nueva Espa- cro eran las elaciones por necesidad, como las que debian esta la Santa Sede y el iltimo grupo las constituian las dictadas por la politica, es decir con Espafa, Gran Bretafa, Francia, eteétera, Enel informe estaba presente la preocupacién por la amenaza angloa- mericana, por lo que en su introduccién se detallaba el Tratado Adams- Onis, subrayando la urgencia de marcar la frontera. La enajenacin hecha en dicho tratado se consideré en violacién a las Siete Partidas y las leyes de Indias, pero con la conviceién de que era imposible descondcerlo,' De acuerdo a la Memoria de Luis de Onis, se enumeraron los problemas pen- dientes con Estados Unidos, tomando en cuenta las ambiciones sobre Texas. Por otro lado, se subrayé la névesidad de unir en firme alianza al imperio con las naciones hispanoamericanas. El Lo. de febrero el congreso dispuso el nombramiento de representan- tes en los paises de América del Sur, Estados Unidos, Gran Bretafia y Santa Sede. Por dificultades politicas y financieras, hasta el 25 de sep- tiembre de 1822, pudo Iturbide nombrar al primer representante en el pais del norte. Elelegido, José Manuel Zozaya, recibié amplias facultades para, celebrar Tratados de Amistad y Comercio, negociar un empréstito y ase- gurar apoyo, en caso de guerra con Espafa. Las instrucciones secretas delataban que los dias de la confianza ilimitada habian pasado. Se le en- cargaba precisar la opinién de Estados Unidos sobre el imperio, las ambi- ciones sobre los limites con el imperio, el nimero y naturaleza de los establecimientos norteamericanos en la frontera, informes sobre las fuer- zas militares y navales de Estados Unidos y sobre los proyectos europeos hacia México. EL 10 de diciembre de 1822, leg6 Zozaya a Washington, y de inmedi to recibié el tratamiento que se le concedia a los ministros extranjeros, siendo recibido el dia 12 por el presidente. El diagnéstico de Poinsett, sobre el imperio, no habia llegado, pero Adams ofrecié el puesto de En- ' “Djctamen presentado ala sberana junta provisional guberativa dl Imperio Mexicano por a Comision de Relciones Exteriors, 29 de diciembre de 1821, primero del inde- pendenca” Juan Francisco de Azciat, Un programa de politica iternacional Méxi- Ep, Seeretaria de Relaciones Exteriors, 1932 al viado Extraordinario y ministro pl ‘Andrew Jackson, en enero de 1823, Este deelins lenipotenciario en México, al general invitacién a causa del ait" tanto, Poinset habia cumplido con eects sisi, Se into ie en los circulos influyentes y se percaté de la fragilidad del imy io, Bor lo que aconse rear el aconecimienta convenes de gan los Unidos lo debia utilizar como instrument mt i resibimiento de Zozay, lo condenéseremente At enerarse del No obstante que su mii 76 impulsar 4c Esteban Austin para prosepurlacoloizacionde Tess taeeae eS tin fr ta Dae ines STlacitie fla thie Unite dos Nombramiento “ag. tendido por “Agustin... Primer Emperador Consttucional de México..." a don, José Manuel Zozaya Plenipotenciario ‘de México ante Estados Unidos. padre, repatriar alos flibusteros presos en la expedicién de James Long, ¥y sobre todo, establecer contactos ent los medios politicos, que le serian de ‘gran utilidad en su cargo de ministro plenipotenciario, en 1825. Zozaya distaba mucho de poder competit con la sofisticacién de Poinsett, ‘y no supo obtener ninguna ventaja, pero su sensibilidad le permitié perea- arse de la imposibilidad de firmar Tratados Comerciales o de Limites, pues cebido a “la preponderancia de estos Estados sobre nosotros, por su marina y por otras consideraciones politicas... les darian derecho, cexigir ventajas sin sacar el Imperio ninguna a su favor”. Tambi ‘cuenta del expansionismo y del desprecio con que veian a los hispano- ‘amerivanos, La soberbia de estos republicanos no les permite vernos como igua- ies, sino como inferiores; su envanecimiento se extiende, en mi jui- cio, a creer que su capital lo seré de todas las Américas, aman entra- flablemente a nuestro dinero, no a nosotros, ni son capaces de entrar en convenio de alianza o comercio, sino por su propia conveniencia, deseonociendo la reciproca. Con el tiempo han de ser nuestros ene- mmigos jurados y con tal previsin los debemos tratar hoy, que se nos venden amigos... En las sesiones del congreso general, yen las so- siones de los Estados partculares, no se habla de otra cosa que de arreglo de ejército y milicias, y esto no puede tener sin duda otro abjeto que el de miras ambiciosas sobre la Provincia de Texas? De todas maneras los dos paises tuvieron otro tipo de problemas que les impidieron poner atencién a las relaciones directas. En México, las vulnerables bases de la concertacién lograda por Iturbide, empezaron a resquebrajarse en febrero de 1822, al llegar la noticia de que las cortes, ‘espaiiolas habian desconocido los convenios firmados por O’Donojil, La primera seftal fue Ia desercidn del arzobispo de México, al que siguié el obispo de Oaxaca, que huyeron rumbo a la peninsula. El punto més frégil cera mantener unidos los intereses de las provincias con las bases minimas para establecer un Estado. El congreso no parecid estar ala altura de las cireurstancias y, coronado Iturbide, emperador, es posible que tampoco ‘mantuviera la diestra politica que hasta entonces habia mostrado, pues no pudo resistrlatentacin autoritaria. Mas el golpe certero vino de la deser- cidn del general de sus confianzas, enviado a someter al general Antonio Lopez de Santa Anna que se habia pronunciado por la repiblica. El gene ral Echavarri, peninsular mas6n, atendié las directrices de las logias que + La diplomacia mexicana. México, Secretaria de Relaciones Exteriores, 1913, 1 pp. 101-103, 4B dominaban las provincias, para concertar una nueva alianza. El Plan de Casamata, en febrero de 1823, aunque sin declararase en contra el empe- rador, signifies el fin de la coalicién de fuerzas que lo habian llevado al poder, por lo que Iturbide abdicé en marzo de 1823. Los Estados Unidos Mexicanos y la vecina nacién México parecié a punto de fragmentarse, Guatemala decidié separarse y ‘muchos estados se declararon “libres y soberanos”. Yucatin sugirié que se unirfa si se elegia la repiiblica federal como forma de gobierno y, de inmediato, la mayoria de los estados aceptaron. Pata principios de 182: se habjan consolidado las bases de los nuevos Estados Unidos Mexicanos. Pero la experiencia habja debilitado su imagen y su fuerzareal, al tiem- po que la Santa Alianza decidia intervenir en Espafia para restaurar el absolutismo, lo que significaba una amenaza. Esto obligé a buscar ansio- ‘samente financiamiento para expulsar los espafioles de San Juan de Ulia y tratar de conseguir el reconocimiento britinico, que era el fundamental Espatia por su parte se hallaba empeftada en vender la idea de que la ccausa que defendia en el Nuevo Mundo no era s6lo la suya, sino la del Viejo Mundo, y por lo tanto la de Europa. Pero a pesar de lo que se ha dicho, no hubo nunca peligro alguno de inteveneién de la Santa Alianza ‘en América, Los rumotes derivaron dela publicacién en el Times de Lon- ddres el 22 de noviembre de 1822, de un supuesto tratado secreto.’ Gran Bretafa y Estados Unidos temieron el efecto que tendria Sobre sus intere- ses en Hispanoamérica si tenia lugar la intervenciGn de la alianza en la reconquista de las colonias. Monroe se preocupaba, ademés, por el ukase de Alejandro 1, que adjudicaba a Rusia derechos sobre la costa noroeste de América hasta el paralelo 51 Los intereses de Gran Bretafa y Estados Unidos parecieron converger Y se produjo un acercamiento, y la primera invit6 al gobiemo norteameri- ano a hacer una declaracién conjunta al respecto. Esta no llega tener efecto porque Gran Bretaiia se dio cuenta de que a pesar de la retsrica legitimista de la Santa Alianza, no habia la intencién de extender a Amé- rica la accin que habia lievado a cabo en la peninsula. Monroe decidié hhacer su declaracién de todas formas, aprovechando su mensaje del 4 de diciembre de 1823. En él subrayabe la posicién anticolonialista de la jo- ven repiiblica y hacia una velada advertencia a las potencias europeas: > Koss, op. et p. 135 44 Elprimer ministro inglés George Canning simpatizante delas independencias 20 no hemos Con colonias 0 dependents de cualquier poder euro refed nintretemes, Peroencunio a gobierosqu han decl- rags au independency la han mantenido y cua independencia femos recone, cnadetaremos cali ierencin de cul a urope par primis o cotta Su axing, comme Ma sie Ben dea Jispsteon poco amistosa hacia Estados Unidos envio dun ministronoreamercano seas hast 825. En pare er legion al puesto lo dectinaron, yen oa, po a falta de ele, ree als con Gran Beta. Mas la ctivad de George Canning al FrignOicebranio, quien favorecta el econoiieno dela inde- vores tmeieanas, ungue sin provocer un rompiiento con Espana rea Satn Alana favorei a ecoeiiacion de ls cofeias con tt px mein del agp de ura indemnizaci, Las colons Xone accompa su bert y Ferando Vila renncar asus dete rere ns Indias, Canning espero slo ene a ceteza del estab fa de los nuevos estados ye fisilamieno de turbid lo interprets Tied ae desma de ela por lo que a fines de 1824 ceciié extendere reconocimiento ofa A compilation Up. 787 4s Atmenazauos por la posibilidad de una presencia britiniea en México, l_gobierno norteamericano no tardé en encontrar un candidato adecuado para plenipotenciario, que fue nada menos que su ex agente secreto, Joel R. Poinsett. Conocedor del medio y de la lengua, el flamante y versitil ‘ministro present6 sus credenciales ante el presidente Guadalupe Victoria, después de que lo hiciera el primer ministro plenipotenciario britanico, George Ward. Elretraso en el envio de un ministro, habia alimentado la desconfianza ‘mexicana hacia Estados Unidos en muchos ciculos, la que aumentaria con el ardiente nacionalismo de Poinsett y su indiscreta intromisin en las luchas faccionales mexicanas, Victoria, aunque estaba convencido, y con razin, de que Gran Bretafa representaba la mejor alterativa de apoyo para México, tuvo interés en ‘mantener buenas relaciones con Estados Unidos, tanto que al convocarse ta reunin del congreso de Panam, fueron él y el presidente colombiano Francisco de Paula Santander, los que se empefiaron en la participacién de Estados Unidos. Es posible que tal deisién contrbuiria al fracaso de los planes de integracion hispanoamericana de Bolivar, tan caraalos mexica- ‘nos que la promoverian durante las dos décadas, através de todo cambio de gobierno y amenazas internacionales. Poinsett, con su bagaje de experiencia sudamericana y cultura refinada ¥ mundana, se dio cuenta cabal de que la honda division de las facciones le permitia influir en el grupo radical, entre los admiradores incondiciona- les de Estados Unidos, alos cuales auxilié para obtener el reconocimiento de su nueva Logia de York, que pretendia desafiar ala vieja Logia Escoce- sa. Esta se habia establecido entre los altos rangos del ejército y de la sociedad, durante los iltimos afios del gobierno espafiol, entre el grupo en cl que el ministro Henry Ward, se mavia como pez en el agua. No tard6 Poinsett en darse cuenta de que también estaba en desventaja con el ministro de Relaciones Exteriores Lucas Alamén, también refinado 'y mundano, libre cambista como buen ilustrado, pero convencido del va- lor que tenia el preservar el legado hispainico y la solidaridad hispanoame- ricana para preservar la independencia y la soberania de la naciGn. Esta, postura le hizo chocar de inmediato con Poinsett, cuyas instrucciones in- dicaban que debia fomentar la democracia, prestindase en todo momento ‘a aclarar el funcionamiento de la Constitucién norteamericana; negociar tun Tratado de Comercio, sobre la base de nacién més favorecida, infor- ‘mar al gobierno mexicano que Estados Unidos no estaba dispuesto a per- mitir los proyectos de Colombia y México de liberar a Cuba, pues de cfectuarse algiin cambio en la situacién de la isla seria para anexarse a su 46 pals y, por dltimo, debja plantear cl problema de la frontera. Se debia Sugerit la conveniencia de transferirla hacia el oeste en algin punto entre ‘el Brazos y el rio Grande para que tanto el rio Arkansas, como el Color ido, quedaran dentro de Estados Unidos. Por supuesto se sugeria inquirir sobre la disposicién que tuviera México de ceder Texas. Como argumen- tos para convencer a los mexicanos se citaba la conveniencia de la enaje- nacisn, ya que la lejania dificultaba su administracién, los ataques de los ‘comanches y las frieciones que provocaba el expansionismo de los hom- bres del oeste norteamericano. Se admitia que si no habia otro remedio, se reconociera la frontera de 1819, pero siempre asegurindose que los escla- vos fugitivos se regresari Desde la primera entrevista, Poinsett y Alamén quedaron frente a fren- te. Alaman dejé en claro que México consideraba valida la frontera,fijada por el Tratado de 1819 y, por lo tanto, no consideraba necesario plantear tse problema, En cuanto al starus de nacién mas favorecida, se le informé {que la voluntad del gobierno se inclinaba a reservarla para los paises her- ‘manos de Hispanoamérica. Poinsett se dio cuenta de que tenia un enemi- ‘20 desu tamaho y decidié recurrr a la intriga para desplazarlo, lo que en efecto, logré. El eambio no favorecié sus objetivos para debilitar al con- sgreso de Panama y su continuacién en Tacubaya, Mezclado en los excesos del faccionalismo, Poinsett consolidé una importante influencia en la politica mexicana, que no pudo utilizar para. favorscer st misién diplomatica y que de ninguna manera fue autorizado por su gobierno, sino mas bien obedeciendo a su concepcién personal de Jo que era su tarea Aunque, sin duda, no tuvo los alcances que le atribu- yeron sus enemigos, su intervencién resulté costosa para México, al atizar {as pesiones politicas que interferfan con la estabilidad del Estado. El pro- rnunciamiento de Nicolas Bravo, en 1827, pedia ya la expulsin del minis- tro y la supresién de todas las logias. Poinsett se convirtié en blanco de todos los odios, y al ascender su amigo y protegido, el presidente Vicente Guerrero, éste fue acusado de servir alos intereses norteamericanos. Esto Io oblig6 a pedir su relevo. En una carta cuidadosa, el presidente Guerrero explicaba al gobierno norteamericano las dificultades que resultaban de tal acusacion. La medida no logré salvar al gobierno de Guerrero, que sucumbié an- tes de que Poinsett partiera. Por su parte, el ministro tuvo que partir con las manos vacias, pues no pudo negociar el Tratado de Amistad y Comer- ‘cio. No se trataba de manera alguna de una persona insensible, puesto que se percaté de la imposibilidad de plantear la compra de Texas y no lo hit Rives op. tp. 16S 47 @ pesar de la insistencia de Clay, que en 1827 le instruia a oftecer un mill6n de délares por la frontera hasta el Bravo, oferta que elev6 a cinco, dos aftos mas tarde, el presidente Jackson. El mayor obstéculo para la firma del tratado fue la insistencia en incluir entre sus cléusulas, una que obligara a regresar esclavos fugitivos, que el congreso mexicano no esta- ba dispuesto a conceder. En la insistencia estaba la conciencia surefa, tanto de Poinsett como del secretario de Estado Clay. Poinsett fue sustituido por Anthony Butler, amigo de Jackson, compa- fiero de la lucha de 1812, aventurero con intereses en Texas y hombre sin escripulos, que habia presentado un esquema para obtener la descada pro- vincia. Las indiscreciones del nuevo ministro permitieron que aun antes de presentar sus credenciales, se conocieran las instrucciones que se le habjan dado para la compra de Texas. Butler tuvo que enfrentarse a Alamén ‘como secretario de Relaciones, no obstante lo cual fue él el que corond ‘con éxito las negaciaciones iniciadas por su predecesor. Sus instrueciones volvian a incluir la “conveniencia” de mover la frontera hacia el oeste, tanto como fuera posible. Butler, sin Ia educacién y el trata de Poinsett, no dudé en hacer uso de ‘cualquier clase de triquifiuelas. Claro que a su llegada, el ministro de Re~ El secretario de Estado rorteamericana Henry Clay laciones Exteriores era nuevamente Alamén, buen conocedor de la geo- iraffa de México y de los asuntos de Texas, a través de los informes del general Manuel Mier y Tern, quien desde 1828 estaba al frente de una, ceomision para fijar la frontera, Butler resulté mucho més pragmatico que Poinsett y no sélo recono- ci, como lo habla hecho Poinsett, la linea det Tratado Adams-Onis, sino que cedié en reirar Ia cliusula que exigia el regreso de los esclavos fugi- tivos. De esa manera logré que se aprobara el Tratado de Amistad y Co- ‘mercio en 1832. El tratado tenia importancia puesto que el comercio nor- teamericano se habia mantenido en aumento desde la independencia y sélo declinaria a partir de 1835, en que los asuntos de Texas empezarian a interferir en las relaciones entre los dos paises. Pero el comercio y el establecimiento de norteamericanos en el pais, también dio origen a incidentes que afectaron a ciudadanos ¢ intereses norteamericanos, motivo de reclamaciones. Estas iban desde alegatos de injusticia en cortes mexicanas, pasando por quejas de cobros indebidos, de préstamos forzosos o de pérdidas por las revueltas politicas. Algunas reclamaciones eran justas, pero la mayoria eran exageradas e incluso in- ventadas. Butler las acumulé sin diseriminacién y empez6 a utilizarlas para presionar al gobierno mexicano a ceder Texas. No obstante la situa {isn dificil por la que atraves6 el pafs durante su gestién (1832-1835), no logré éxito en esa finalidad, aunque con gran descaro, constantemente aseguré a su gobierho que estaba a punto de lograrlo, a través del confesor de la hermana de Santa Anna o comprando a algin alto funcionario; no ddudé, por lo demés, en aconsejar la alternativa de tomar la provineia por la fuerza. Es curioso que Butler tuviera menos dificultades en tratar con Alamén que las que habia tenido Poinsett, al vez porque eran tan diferentes. Alamén Togré sortear al congreso mexicano que realmente estaba muy reacio a aprobar el tratado. Pero los mexicanos se quejaron de su abierta intromi sién en la rebelién texana, Su actuacién al final fue tan impolitica, que los ‘mismos miembros del gabinete de Jackson pedian su retiro, pero el presi- dente, siempre fiel a sus compafieros de la guerra de 1812, lo sostuvo hasta diciembre de 1835. Los problemas no concluyeron con su retiro, pues Butler se negé a partir causando problemas e insultando a las autori- Gades mexicanas, tanto que su sucesor, Powathan Ellis, recibié instruc- cciones de presentar las excusas del presidente norteamericano, quien ¢s- peraba que tal conducta no “empafiara la disposicién amistosa que siem- pre ha procurado preservar entre las dos naciones”. 49

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