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Trabajo y Sociedad

E-ISSN: 1514-6871
cvzurita@hotmail.com
Universidad Nacional de Santiago del
Estero
Argentina

Hurtado A., Edison


El oficio de la etnografía política
Trabajo y Sociedad, vol. IX, núm. 10, 2008, pp. 109-126
Universidad Nacional de Santiago del Estero
Santiago del Estero, Argentina

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=387334682010

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El oficio de la etnografía política
Diálogo con Javier Auyero
Por Edison Hurtado A.1
Editor de Íconos, Flacso-Ecuador

"Ahora, contándolo, me doy cuenta de que…", dice Javier Auyero, de refilón, en un momen-
to de la entrevista. "Ahora que lo pienso en voz alta…", agrega en otro pasaje. Por último, co-
mo quien no quiere la cosa, se confiesa: "nadie me había preguntado estas cosas, así que lo
estoy contando y pensando al mismo tiempo". Parecen buenas señales ya que esta entrevista,
como otras que han aparecido en las páginas de Íconos, busca precisamente explorar (y reflexio-
nar a partir de) la labor de un académico. Hacer pensar en voz alta sobre los intersticios del ofi-
cio. Convertir al analista en un analizante. En este caso, indagar la experiencia de Javier Auye-
ro como etnógrafo de la política resulta particularmente útil para entender algunas tensiones
del quehacer etnográfico. Su práctica como etnógrafo y su interés por la política lo sitúan en
una arista poco trabajada, pero inmensamente rica, de la sociología de las prácticas; pero más
que eso, como se ve durante el diálogo, le permiten dibujar entradas tan apasionantes como
rigurosas a temas como el clientelismo, la acción colectiva y la cultura política.

Palabras clave: : etnografía política, cultura política, clientelismo, protesta, acción colectiva,
reconocimiento, Argentina

1 Muchas de las inquietudes planteadas en esta entrevista nacieron de los continuos y siempre sugestivos diálogos con
Sofía Argüello. Agradezco a Patricia Cornejo por la excelente transcripción.

Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 22, Quito, mayo 2005, pp. 109-126
© Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.
ISSN: 1390-1249

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diálogo
Edison Hurtado

J
avier Auyero es sociólogo. Estudió la li- tiempo comprender que las leyes no eran pa-
cenciatura en la Universidad de Buenos ra mí, que eso no era lo mío. Y como muchas
Aires y el doctorado en la New School of de las elecciones que uno toma en la vida de-
Social Research (Nueva York). Actualmente penden de las relaciones sociales que establez-
es profesor en el Departamento de Sociología cas, conocí a un par de sociólogos que me pa-
de la State University of New York-Stony recían unos tipos muy interesantes. No en-
Brook. “En últimas, yo hago etnografía polí- tendía muy bien lo que hacían, pero me pare-
tica”, dice sobre sí mismo, y es uno de los po- cía muy divertido. Uno de ellos, Lucas Rubi-
cos que se dedican a este oficio. Siempre des- nich (a quien dedico mi último libro), termi-
de la etnografía, ha trabajo sobre temas de nó siendo mi mentor en la licenciatura. Lo
cultura política, clientelismo y acción colecti- que más me atraía era su estilo de vida, la vi-
va. Su tesis doctoral, La política de los pobres, da que lleva un sociólogo.
dirigida por Charles Tilly, es un innovador es-
tudio etnográfico sobre redes clientelares en E.H.: ¿Qué es lo que te atraía de ese estilo de
Argentina; fue finalista del premio Wright vida?
Mills y ganó el premio a mejor libro otorga-
do por The New England Council of Latin J.A.: ¡Que vivían leyendo y escribiendo! Vi-
American Studies (NECLAS). Su último li- niendo del mundo seco y árido del derecho,
bro, Vidas beligerantes, es una elegante pieza el mundo de la sociología me fascinó. Y otra
de etnografía sobre la memoria de la protesta. cosa, el ambiente. Frente a la facultad de de-
Entre su producción también destaca, ade- recho, la facultad de ciencias sociales era
más de numerosos artículos en diversas revis- otro mundo. Yo estudié derecho en la Uni-
tas, la edición de ¿Favores por votos? (1997) y versidad Católica, uno de los ámbitos rema-
Caja de herramientas (1999), compilaciones nentes del conservadurismo católico más re-
de estudios sobre clientelismo político, la pri- calcitrante, donde muchos de los profesores
mera, y sobre estimulantes abordajes para el habían sido magistrados de la Corte Supre-
estudio sociológico de la cultura, la segunda. ma de la dictadura. En ese ambiente todavía
En este año obtuvo la beca Harry Frank Gug- se defendía, con lo poco que quedaba, los
genheim para estudiar las dinámicas de la vio- “méritos” de la dictadura, lo que ellos llama-
lencia colectiva en Argentina. ban “el proceso de reorganización nacional”.
Actualmente es editor de Qualitative Socio- Era un ambiente muy facistoide, muy con-
logy, asesor editorial de Theory and Society, servador.
Apuntes de Investigación e Iconos, y miembro Por eso, lo que más recuerdo de mi pri-
del consejo editorial de Internacional Sociology. mer año de sociología era el clima de liber-
tad, la posibilidad de experimentar. El
Edison Hurtado: Cuéntanos un poco de tu chance de agarrar un libro, digamos Baudri-
trayectoria. ¿Qué te motivó a cursar sociolo- llard, y leer. Claro, yo no entendía nada, pe-
gía y cómo nace tu interés por la etnografía? ro me parecía fascinante. Todo era mucho
más laxo. Además, había tipos como Por-
Javier Auyero: Estudié la licenciatura en la tantiero, como De Ipola, y tantos otros que
Universidad de Buenos Aires (UBA), entre ahora no me acuerdo, que hacían de la ca-
1987 y 1992. Venía de estudiar tres años de rrera algo vivo.
derecho en una etapa en la que intenté seguir
el mandato familiar: mi padre era abogado y,
en ese entonces, me dejé llevar. Me tomó un

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E.H.: ¿Qué significaba estudiar sociología mala lectura de Weber podría llegar a plan-
en esos años en Argentina? tear, no tiene mucho sentido; yo creo que van
de la mano. Pero el trabajo académico tiene
J.A.: Eran los años de la primavera democrá- una autonomía, y esto es algo que sobre todo
tica en Argentina; aún se vivía la ilusión de la en América Latina –y en Argentina, por su
democracia sustantiva. Ese ambiente marcaba supuesto- cuesta mucho entender. La autono-
el clima de la carrera. Y era un clima de ebu- mía académica es algo por lo que hay que pe-
llición. La carrera había estado cerrada duran- lear sistemática y sostenidamente porque las
te la dictadura y fue reabierta en el año 82 – preguntas que surgen de un académico y las
83. En esos años, y poco a poco, volvían a la reflexiones que guían la práctica política son
carrera todos los profesores exilados. Me distintas. Si dejamos que la política imponga
acuerdo del caso más clásico, el retorno de su agenda en la cuestión académica corremos
Portantiero a la UBA. riesgos muy serios.
En ese ambiente, ser estudiante de socio-
logía era, al mismo tiempo, vivir la democra- E.H.: ¿Cómo llegaste a la New School? ¿Por
cia. Era, a la vez, una manera de militar e qué escogiste estudiar ahí el doctorado?
ilustrarse. No era una experiencia exclusiva-
mente intelectual. Era lo que leías, lo que J.A.: Me era lo más familiar. Por decirte algo,
vestías, era -en definitiva- cómo andabas por los que eran autores en el lomo de un libro en
la vida. Por ejemplo, yo estudiaba sociología la UBA eran profesores ahí: Charles Tilly,
y al mismo tiempo militaba en “Humanismo Eric Hobsbawn, Agnes Heller… eran perso-
y Liberación”, una corriente de izquierda nas de carne y hueso… y daban clases ahí. Me
dentro de la democracia cristiana. Me acuer- interesó también el tipo de cursos que te da-
do que militaba en un barrio popular, ha- ban. Leer a Habermas durante todo un se-
ciendo alfabetización y, al mismo tiempo, mestre. O como el primer curso que tomé
cursaba sociología. Y una cosa y la otra eran ahí, un semestre entero sobre la Escuela de
más o menos lo mismo. Parafraseando a Frankfurt; un curso sobre método etnográfi-
Clausewitz, yo diría que la sociología era una co que lo daban los antropólogos, etc. Todo
continuación de la militancia por otros me- me era bastante familiar y me gustaba.
dios. Pero a medida que fui avanzando en la
carrera y mucho más cuando salí al doctora-
do, empecé a inclinarme más hacia la vida
académica y dejé la militancia.

E.H.: ¿La academia no es también hacer po-


lítica por otros medios? ¿Por qué estableces
ese divorcio?

J.A.: Tiene mucho que ver con mi biografía


personal. Mi padre era político, fue diputado,
incluso fue candidato a gobernador. Para mí,
eso es hacer política. Yo no hago política, en
ese sentido. Me preocupo por la política, pe-
ro como académico. El divorcio entre voca-
ción política y vocación científica, que una

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¿Por qué me fui? Eso nunca lo tuve claro. ción de la democracia, democracias zonas ma-
Si se quiere, como racionalización post facto, rrones, el tipo de democracia, etc. Y se dejaba
te puedo decir que fue para gozar de los pri- como algo secundario al tema de las prácticas
vilegios. Para intentar tener la suerte de que políticas. Cuando se hablaba de cultura políti-
me paguen por estudiar. ca, se hablaba de aquellos valores que necesi-
tamos para una experiencia democrática…
E.H.: ¿Cuál fue tu experiencia en la New
School? E.H.: La lectura funcionalista de la cultura
política…
J.A.: La New School es una universidad muy
particular en el campo académico norteame- J.A.: Exacto. Por lecturas que yo había hecho
ricano, es más, tiene muy poco de universi- y por profesores con los que me había encon-
dad norteamericana. Es más un ambiente in- trado, me daba cuenta de que en la cultura
telectual que un ambiente de formación pro- política de hecho los valores contaban, pero
fesional. Esta muy ligada a la tradición euro- que había que ir más allá, que había que estu-
pea y ahí, justamente, respiré poco de las co- diar la cultura política como conjunto de
rrientes intelectuales norteamericanas. prácticas. El primer texto que escribí fue so-
Al mismo tiempo, muy curiosamente, es- bre una banda de la esquina, lo que acá sería
tando en Nueva York empecé a familiarizar- una pandilla. Eso se convirtió en mi primer
me mucho más con la realidad latinoamerica- trabajo etnográfico más o menos serio.
na que estando en la Argentina. En Nueva Empecé a mirar un poco más de cerca las
York interactuaba con estudiantes de Perú, prácticas concretas de jóvenes urbanos. Por
México, Chile, Brasil, etc. Empecé a descu- ejemplo, en relación al Estado, a los partidos,
brir un montón de otras realidades que, es- a otras asociaciones, prácticas que efectiva-
tando en Argentina, no las había visto. Empe- mente habían y era necesario investigar. Esa
cé a tener nuevas experiencias que no las ha- tesis derivó en un estudio sobre las percepcio-
bía vivido antes, por un sinnúmero de cues- nes de los jóvenes en relación a sus derechos.
tiones. Tal vez todo venía del hecho de estu- Una cosa es decir que la democracia es un
diar afuera, de tener ese privilegio, entendien- conjunto de derechos y otra cosa es ver qué
do por privilegio el estar dedicado por entero hacían los jóvenes con esos derechos que su-
a estudiar, a formarme. En la New School co- puestamente tenían. Después de estar seis o
mencé a invertir mucho más en la lógica aca- siete meses con un grupo de jóvenes, me di
démica per se. Y lo encontré muy divertido. cuenta que no tenían idea de lo que era ser
portadores de derechos políticos y civiles. Ini-
E.H.: ¿Cómo surgió tu interés por la cialmente, yo describía ese fenómeno como
etnografía política? un proceso de “desciudadanización”. Luego
me di cuenta que, en realidad, estaba frente a
J.A.: Fue cuando realicé la tesis de licenciatu- un sistema de disposiciones que no tenía in-
ra. Era un proyecto de investigación sobre la corporado la noción de derechos, de ciudada-
cultura política de los jóvenes urbanos. Ese in- nía, no era -digamos- un habitus ciudadano.
terés respondía a que buena parte de la agen- Eran jóvenes que venían de una época de dic-
da de investigación en Argentina entre los tadura y que nunca habían perdido esos dere-
años 85 y 90, todavía giraba entorno al tema chos, nunca los habían conocido, no sola-
de la democracia, los partidos, las transiciones, mente en términos teóricos sino en términos
la transición 1, la transición 2, la consolida- de la lógica de la práctica.

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E.H.: O sea que tu interés por la etnografía realidad, son objeciones que ocultan una des-
fue muy temprano… confianza a la etnografía, como si ésta fuera
algo elemental, básico, una labor simple, o ni
J.A.: Nunca me interesó otra manera de estu- siquiera eso.
diar la política. Siempre pensé que hacer et- A mi, particularmente, no me interesó
nografía era no sólo una manera de hacer so- otra manera de hacer sociología. Hoy, más
ciología, sino -y más que eso- una experiencia bien, estoy experimentando combinarla con
vital. Hacer etnografía no es sólo un método. métodos cuantitativos. Justamente ahora es-
Es una interacción del etnógrafo con la gen- toy colaborando con un colega estadístico
te, es un proceso de transformación de la pro- (Timothy Moran) en una investigación sobre
pia persona. Interactúas. Conoces gente. No la dinámica de la violencia colectiva, con par-
es sólo una técnica de investigación. ticular atención a los saqueos de 2001 en Ar-
Toma en cuenta, sin embargo, lo extraño gentina. Es decir, en términos metodológicos,
que resulta hacer etnografía, incluso en la so- cuando lo necesitas, lo usas, cuando necesitas
ciología de hoy. En la sociología norteameri- una aproximación cuantitativa debes hacerla,
cana, por ejemplo, y aquí también por su y listo.
puesto, la etnografía está totalmente subordi-
nada. Eso es extraño porque, en realidad, en E.H.: ¿Cómo comenzaste a trabajar en el
el inicio de la sociología norteamericana, en tema del clientelismo?
la Escuela de Chicago, la etnografía ocupaba
un rol muy importante. Tal vez ha sido una J.A.: Durante mis dos primeros años en la
cosa muy dogmática de la disciplina, sobre New School me metí mucho en el tema de la
todo en Norteamérica, la que justamente le transición, la consolidación, el constituciona-
ha dado ese lugar marginal que tiene hoy en lismo, etc. (cuyo carácter normativo me abu-
día la etnografía. rría bastante porque no se preocupaba por ex-
Todavía hoy, como en los comienzos de la plicar ni entender sino por decir cómo debían
antropología hace más de un siglo, se consi- ser las cosas). En ese instante, de manera abso-
dera al etnógrafo como una especie rara, un lutamente casual, al azar, me inscribí en el se-
tipo que colecta datos. El coleccionista que minario de Tilly. Y la cabeza se me hizo cruac.
hace sólo lo relativo, lo específico, el caso. Lo Empecé a interesarme por el tema de acción
serio, lo verdaderamente serio -y esto hablan- colectiva. Me topé con otra manera de ver la
do en términos irónicos- es cuando tienes un política. Ese fue el punto de quiebre en mi ca-
cuadro estadístico y puedes demostrar con la rrera como etnógrafo. Fue a partir de ese cur-
presunta seguridad que te da la ciencia de los so que empecé a pensar en el tema del cliente-
números, que tal fenómeno existe, que aquel lismo, no antes. Y fue de la mano de Tilly que
otro ha cambiado o que éste se relaciona con terminé haciendo La política de los pobres.2
este otro, etc.
Cualquier etnógrafo entrenado puede sal- E.H.: Sácame de una duda. En uno de tus
var y responder muy fácilmente las preguntas artículos sobre clientelismo (“Me manda
que descalifican su labor, pero todavía hoy, a López”), narras el encuentro del hijo de un
los nuevos etnógrafos se les intimida con dos político con el emisario de López, otro polí-
cuestionamientos típicos. Uno, “esto es sólo tico. ¿Eres tú el hijo de ese político o cómo
un caso, no puedes generalizarlo”; y dos, “só- se te ocurrió esa historia?
lo estás describiendo, no estás explicando”.
Estos dos temas siguen estando presentes. En 2 Ver referencias bibliográficas al final de la entrevista.

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toda una lógica que yo no podía entender, la


lógica del clientelismo.
Al mismo tiempo, en la New School había
toda una discusión sobre cómo pensar las re-
laciones de dominación en universos sociales
específicos. En eso me ayudó mucho pensar
con Tilly o pensar a partir de Tilly, si quieres.
Me acuerdo de un día que estaba sólo en
casa, con un papelito amarillo en la mano,
haciendo diagramas y preguntándome “bue-
no, Javier, ¿en qué universo social específico
puedes pensar la dominación política?”. Co-
mencé a pensar en blanco. Y muy influencia-
do por mi propia biografía, por el hecho de
que mi padre había sido político y porque yo
mismo había hecho cierta militancia, empecé
a pensar que el tema de la máquina política
J.A.: Sí, soy yo. De hecho, “Me manda Ló- (el aparato que usan los políticos para obtener
pez” juega con dos elementos. Uno es justa- lealtades y captar votos) y el tema de las rela-
mente ese diálogo en el que fui “actor”, diga- ciones interpersonales en la política, eran un
mos. Fue en la puerta de la casa de mis padres universo ignorado de la política en Argentina.
y yo recibía a esa persona que venía a ver a mi Entonces, fue a partir de querer pensar la do-
papá y me hablaba en códigos y entre líneas. minación en términos muy concretos, en uni-
Un código indescifrable para mí. Me repetía versos sociales delimitados, que empecé a
constantemente, “Me manda López, me pensar en el clientelismo, en la construcción
manda López…”. Yo no le entendía. Luego del habitus político, en los efectos del campo
comprendí que en esa frase estaba condensa- político sobre relaciones interpersonales muy
da no sólo la forma de la red política sino su concretas.
sustancia. Con la expresión “Me manda Ló- A partir de ahí [nadie me había pregunta-
pez” la persona hacia referencia explícita a su do estas cosas así que lo estoy contando y
patrón e implícita a lo que venía a buscar. A pensando al mismo tiempo…], comencé a
buen entendedor, pocas palabras. El receptor hacer combinaciones un poco libres de varias
debía saber qué era lo que debía ocurrir “si lo entradas analíticas, lo cual refleja claramente
mandaba López”. la impronta de la New School. Y es que la
El segundo elemento se basa en una nove- New School, en su falta de sistematicidad y
la de Beatriz Guido, Fin de fiestas, que descri- en su libertad, te permitía hacer combinacio-
be la relación entre patrones y mediadores en nes un poco raras (que no te permiten otras
el municipio de Abellaneda, alrededor de la fi- universidades donde los programas son más
gura de un gran caudillo, Barceló. En esa no- estructurados). Yo comencé a pensar la domi-
vela la autora describe cómo a uno de los hi- nación política combinando tres autores:
jos del caudillo también le cuesta descodificar Tilly, Bourdieu y un autor que empezaba a
ese lenguaje oscuro que hablan los políticos. descubrir en este momento, un tipo muy jo-
Esos dos elementos con los que jugué en ven y del cual nadie hablaba, Loïc Wacquant.
“Me manda López” fueron los que me lleva- Wacquant estaba estudiando la dominación
ron a pensar que detrás de esos códigos había en un universo social específico que no tenía

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nada que ver con la política, el box. Leyendo E.H.: Tilly te introdujo en el tema de la ac-
uno de sus textos y luego de escuchar una ción colectiva, Wacquant te aterrizó en un
charla suya en la New School, me pregunté, universo social específico, pero ¿cómo articu-
libre de gérmenes sobre el box, “¿por qué no las el pensamiento de Bourdieu a tu trabajo?
pensar de esta manera la política?”
Ahora, contándolo, me doy cuenta de que J.A.: El de Bourdieu siempre me pareció un
fue esa libertad que experimenté en la New pensamiento muy estimulador. Es un pensa-
School, junto con la posibilidad de hacer cru- miento que te inspira a mirar una realidad es-
ces un tanto extraños, lo que permitió que yo pecífica, de una manera particular. Y su forma
comenzara a combinar lecturas de Bourdieu y de mirar las cosas, su forma de pensar, me pa-
Tilly, y a darme cuenta que lo que Tilly decía rece bastante novedosa y no predecible. Por
al hablar de los repertorios de la acción colec- eso yo siempre vuelvo a Bourdieu. En particu-
tiva, era bastante parecido a lo que Bourdieu lar, yo siempre vuelvo a Meditaciones Pascalia-
decía con su idea de habitus al hablar de las nas. No se cuantas veces habré leído ese libro.
prácticas cotidianas y de los consumos cultu- Unas cinco o seis veces… y cada vez que lo leo
rales. Hasta ahí, sin embargo, yo no alcazaba encuentro una cosa distinta; cada vez que lo
a ver cómo se podrían articular ambas pers- leo me inspira a pensar otras cosas… Última-
pectivas en términos más etnográficos y mente lo leí a propósito de Vidas beligerantes,
¡pum! ahí apareció Wacquant diciendo “yo donde me centro en la búsqueda de reconoci-
estudio el box, y miren el habitus, y miren los miento como motor de la acción, y buena
espectros del campo, miren los tipos de capi- parte de lo es ese libro se inspiró en Medita-
tal que hay que tener para ser un boxeador ciones Pascalianas. Pero también lo he vuelto a
exitoso, etc.” leer para tratar el tema del sufrimiento social,
Todas fueron traducciones muy libres. Del un estudio etnográfico sobre casos de envene-
box en Chicago al clientelismo en Argentina, namiento y contaminación en el que trabajo
¡imagínate la diferencia! Pero, en realidad, ahora, y veo que el mismo texto también me
Tilly, Bourdieu y Wacquant hacen centro en ayuda a iluminar este otro tema. Vuelvo a ese
las prácticas, en cómo se da la práctica en tér- libro de Bourdieu porque es una inspiración.
minos relacionales muy concretos. Me acuer- A mí particularmente no me pasa lo mismo
do que incluso yo quería pensar el universo con ningún otro libro. Lo encuentro un pen-
de la política como análogo al del box que es- samiento muy dinámico, muy flexible.
tudiaba Wacquant. Así fue que encontré en Hay quienes piensan que debes tener la
Argentina un local del peronismo, y lo hallé tríada capital, campo y habitus porque si no,
muy parecido al universo social específico en no vas a ningún lado, pero a mi me parece
donde Wacquant estudiaba el box, el gimna- que en realidad piensan que Bourdieu les es-
sio. Asimismo, encontré en los llamados tá dando los resultados de una investigación y
“punteros” (los mediadores entre patrones y no una caja de herramientas. Yo pienso en
clientes), los boxeadores de los que hablaba Bourdieu y en Wacquant, aún más hoy, como
Wacquant. Claro, todo esto eran traduccio- herramientas que te permiten pensar -de al-
nes mías, muy libres, pero que hacían sentido guna manera- inesperadamente. Creo que esa
en tanto eran modos particulares de mirar las fue la intención de Bourdieu en La distinción,
prácticas. La de Wacquant era, a fin de cuen- en Homo Academicus o en los estudios de las
tas, una mirada etnográfica y teóricamente elites (no hay un estudio de la elites como el
muy informada. de La nobleza del Estado), lo mismo que hace
Wacquant en Entre las cuerdas, su libro sobre

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el box. Bajo ese mismo ímpetu yo edité un li- distribución de recursos. Lo que Bourdieu me
bro, Caja de herramientas, en donde me pro- ayudó a pensar, en realidad, es en toda esa di-
puse mapear algunos conceptos con los que mensión de violencia simbólica presente en la
hoy juega la sociología de la cultura en la aca- distribución de recursos. Una dimensión que
demia norteamericana y, al mismo tiempo, da cuenta de la perdurabilidad del clientelis-
ver cómo estos se ponían en acto, en la prác- mo más allá de los recursos. Directamente a
tica concreta de la investigación. eso me iluminó The Logic of Practice o inclu-
Mi trabajo, ahora que lo pienso en voz al- so La distinción, que no la había leído antes.
ta, es una tensión entre varias cosas. En tér- Un ejemplo: cuando se habla de clientelis-
minos creativos eso me funciona. Por ejem- mo, de patronazgo, de imágenes políticas, de
plo, combino el pensamiento de Tilly sobre la la monopolización de los recursos del Estado,
acción colectiva o sobre el Estado, con el pen- de una máquina política, se hace mucho hin-
samiento de Bourdieu sobre cómo funciona capié en la “conquista el voto”, para usar el tí-
la dominación. Hasta donde yo se, no hay tulo del libro de Amparo Menéndez-Carrión.
quien haya intentado ponerlos a trabajar en Lo que no se tiene en cuenta en muchas de
una investigación al mismo tiempo a los dos. estas discusiones es toda la dimensión simbó-
En un paper que acaba de salir en Nueva So- lica que atraviesa la distribución de recursos.
ciedad, justamente, trato de presentar una ¿Qué quiero decir con formas simbólicas? Las
forma de pensar la maquina política utilizan- maneras de dar, por ejemplo. Los discursos
do Tilly y Bourdieu al mismo tiempo, y me que acompañan a los recursos, las solidarida-
parece que funciona. Habrá problemas, dis- des, las lealtades, las relaciones interpersona-
cusiones, tensiones, pero funciona. Y es que les que se juegan. En todo ello, no existe la
las teorías son para eso, son herramientas. Si idea de que hay patrones y clientes totalmen-
nos ponemos a recitar una teoría y al escribir te desarraigados de las relaciones interperso-
un libro -como típica tesis- pones un gran nales. Toda esta cuestión tiene que ver con la
marco teórico y después hablas de cualquier etnografía, pero al mismo tiempo tiene que
cosa, eso no tiene sentido. Hay que utilizar la ver con la mirada relacional a la política.
teoría como una herramienta. Esta perspectiva viene muy inspirada por
la idea bourdiana, que en realidad es de Marx,
E.H.: ¿Y cómo te sirvieron todas estas ten- de que lo real es lo relacional, de que para dar
siones para pensar el tema del clientelismo? cuenta de un fenómeno en particular uno no
En La política de los pobres sostienes que puede tener en cuenta solamente la dimen-
muchos de los estudios sobre el clientelismo sión subjetiva de las cosas (hay que enfocarse
se han centrado en el carácter del intercam- en lo inter-subjetivo), y mucho menos en lo
bio de favores por votos, pero que hay un que aparentemente es un intercambio descar-
“algo más” inexplorado. ¿Qué es ese “algo nado de favores por votos, como es el juego
más” del clientelismo? del clientelismo. Creo que seguimos errando
cuando hablamos de clientelismo en térmi-
J.A.: Hay varias cosas. Una es pensar sosteni- nos de intercambios, de inclusión y exclu-
damente en términos relacionales y no actor sión, de acción racional, de cálculo instru-
por actor. Eso ya te cambia la manera de mi- mental, porque hay cosas que se dan, pero
rar al clientelismo. Otra es pensar en toda la también hay maneras de dar, hay experien-
dimensión simbólica que tiene el clientelismo cias, hay historia convertida en esquemas de
y que se ha perdido de vista: normalmente - acción y percepción política, y eso dicta cuán
aún hoy- se piensa que el clientelismo es una exitosa es la conquista del voto o no.

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E.H.: En varios textos sobre clientelismo3 Uno no puede pensar que estos fenóme-
llamas la atención al hecho de que las prác- nos se recrean sólo a partir de la práctica de
ticas clientelares son el resultado de una au- los actores involucrados. De hecho, hay un
sencia o un debilitamiento del Estado de contexto en el que clientes, mediadores y pa-
bienestar y de una hegemonía de las refor- trones producen y reproducen el clientelis-
mas neoliberales en Argentina. ¿Cómo en- mo, pero -parafraseando a Marx- no en con-
tiendes, desde la etnografía política, al Esta- diciones de su propia elección, ni -en muchos
do? ¿Cómo ligas el trabajo etnográfico, cen- casos- con las categorías simbólicas de su pro-
trado más en los microcosmos de la práctica pia elección.
política, con las transformaciones políticas a
gran escala? E.H.: ¿Crees que el modelo analítico que
usaste en La política de los pobres pueda fun-
J.A.: En la construcción de un objeto de in- cionar para analizar otros casos?
vestigación siempre tienes una primera etapa
de construcción o reconstrucción objetiva del J.A.: Absolutamente. Sin embargo, hay mu-
contexto. Antes de incorporar la lógica de las cha especificidad en los casos. Estamos ha-
prácticas, la subjetividad de los actores, uno blando de formas de hacer política, de prácti-
tiene que construir -como investigador- el cas clientelares concretas, de formas de solu-
campo de determinaciones objetivas en don- cionar problemas mediante la intermediación
de se mueven los actores. Este campo de de- política que, seguramente, son distintas en el
terminaciones objetivas, en el caso de la Ar- caso del peronismo o en el caso de un partido
gentina en los 90, está muy condicionado por político en México, en Ecuador o en Brasil.
la retirada del Estado de bienestar, por la pre- Lo que el libro trata de transmitir es una
sencia del desempleo, por el empobrecimien- manera distinta de mirar el tema del cliente-
to, por la violencia cotidiana. Todas ellas son lismo; que preste atención a los recursos ma-
predeterminaciones de lo que uno va a en- teriales, pero que también preste atención a
contrar en el campo; temas que uno tiene que los recursos simbólicos; que preste atención a
construir o reconstruir para no pensar que los lo que se da y que a la vez preste atención a
sujetos de la etnografía están en el aire. En el las maneras de dar; que mire el contexto eco-
caso del estudio sobre el clientelismo, uno tie- nómico estructural a la vez que pondere la di-
ne que tomar en cuenta la dimensión cultu- mensión cultural de la práctica. Porque no es
ral, las prácticas, las relaciones interpersona- lo mismo un mediador peronista que es mu-
les, sin duda, pero no puede dejar de tener en jer, que tiene todo eso que yo llamo “la per-
cuenta aquel contexto estructural. En reali- formance de Evita” (toda una presentación de
dad, mucha de la dinámica del clientelismo su persona que actúa y ritualiza a Eva Perón)
viene muy determinada por lo que haga o no que un dirigente político en una favela de Río
haga el Estado. La experiencia histórica (y es- de Janeiro. Hay aspectos muy concretos en la
to lo digo al final de La política de los pobres) manera de usar el clientelismo.
muestra que fue el propio Estado el que me- Lo que dice la caja de herramientas que
jor contribuyó a la persistencia del clientelis- puse en práctica en La política de los pobres es
mo político en Argentina. que miremos relaciones, que miremos dimen-
siones simbólicas, y que no sólo miremos re-
cursos. Jamás diría que de tal o cual forma
3 Ver una bibliografía completa en
funciona el clientelismo en todos lados, por-
www.sunysb.edu/sociol/faculty/Auyero/auyero.html que estaría traicionando la idea de que la teo-

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ría es justamente una caja de herramientas que puede aplicarse desde una teoría bourdia-
que sirve para pensar casos específicos. na, marxiana, habermasiana, parsoniana, etc.

E.H.: ¿Esta idea de la teoría como caja de he- E.H.: ¿Hay algún hilo que te haya llevado
rramientas podría verse como un llamado a del tema del clientelismo al de la acción co-
combinar creativamente tradiciones teóricas lectiva?
distintas o a mezclar forzadamente perspec-
tivas incompatibles? ¿A qué te refieres con J.A.: Sí, en realidad sí. Tiene que ver, ante to-
esa idea? do, con el hecho de que mientras escribía La
política de los pobres había quienes me remar-
J.A.: Yo tomé de Bourdieu la idea de que la caban que “no todo era clientelismo”, que
cultura puede ser un conjunto de repertorios, también había protesta. Yo creo que pensar de
de maneras de hacer cosas. Es en ese sentido manera dicotómica clientelismo vs. acción
que también la teoría es un conjunto de reper- colectiva es muy poco útil. Pero la crítica sí es
torios. No creo que eso sea un llamado al to- útil, y me puso a pensar en las continuidades,
do vale. Más bien, es un llamado a una visión en las imbricaciones entre formas de acción.
un poco más fértil de la teoría de lo que nor- Quise seguir pensando el tema del cliente-
malmente se entiende, que es un recitado del lismo, pero siguiéndole la pista a uno de esos
combinado de dos o tres autores: “miren qué momentos de su aparente ruptura, como fue
interesente que lo que dijo Adams sobre Goff- el caso de un episodio de protesta en Santia-
man se parece a lo que dijo Alexander sobre go del Estero, una de las provincias en donde
Goffman…y lo que dice Melucci sobre los el sistema de patronazgo está más asentado y
movimientos sociales en comparación con lo en donde, paradójicamente, en 1993 se dio
que dijo Tarrow” y después hacemos una in- una protesta en la que miles de personas inva-
vestigación que no tiene nada que ver con es- dieron y destruyeron la casa de gobierno, la
te supuesto marco teórico. La idea es –y esto legislatura, la sede el poder judicial y las casas
es bourdiano- que la teoría es útil cuando pue- particulares de una docena de “patrones polí-
de ser puesta en práctica. Por ejemplo, la prue- ticos”. Como vez, mi idea era seguir con el te-
ba de la teoría bourdiana no es ver cuántas de- ma, pero me metí a trabajar la acción colecti-
finiciones de habitus tiene Bourdieu, sino en va porque me fui dando cuenta de un con-
ver cómo se la pone en práctica. Ver qué utili- junto de otras dimensiones que me parecían
zación más o menos fructífera se puede hacer. interesantes y sobre los cuales había poca in-
Querer estudiar, por ejemplo, el campo acadé- vestigación.
mico en Ecuador repitiendo lo que dijo Bour- En general, yo te diría que el paso del te-
dieu sobre el campo académico francés es una ma del clientelismo al de la acción colectiva es
estupidez. Pero ver los principios metodológi- parte (me parece muy pretencioso decir “de
cos, analíticos y epistemológicos que usó mi agenda intelectual”) de un conjunto de
Bourdieu para ver este campo y ver, por ejem- preocupaciones que tengo desde hace algún
plo, cómo y por qué el campo ecuatoriano es- tiempo, y que tiene que ver con cómo mirar
tá muchísimo más permeado por la política a la política. Ahora estoy en el tema de la ac-
que el campo francés -que tiene mucha más ción colectiva. Hace poco acabo de terminar
autonomía-, es una manera útil, productiva y un proyecto sobre los saqueos, como se cono-
enriquecedora de hacer investigación. cen a los asaltos colectivos a los supermerca-
La idea de la teoría como caja de herra- dos que ocurrieron en diciembre de 2001 y
mientas es, en definitiva, una guía práctica que determinaron en buena medida la caída

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del entonces presidente De la Rúa. También no puede decir que “todo es política”, porque
estoy metido en el tema del envenenamiento nos quedamos sin ninguna especificidad. Pa-
y el sufrimiento social. Y todas estas aventu- ra que tenga esa especificidad, yo diría que
ras intelectuales son una manera de buscar la uno de los actores, de los múltiples actores
dimensión subjetiva de la política. Hay quie- presentes en esa lucha por los recursos, tiene
nes dicen que hay que meterse en la política que ser estatal. No se si esta es mi definición
mirando las constituciones, los partidos, los de la política, pero al menos es lo que guía mi
sindicatos, etc. A mi me interesa más cómo la práctica de investigación.
gente común practica la política, si la practi- En el caso del clientelismo, por ejemplo,
ca colectivamente, con intercambios interper- no se trata sólo de mirarlo según cómo capta
sonales, o si la practica cuando vive en un am- el voto del partido peronista, sino en pensar
biente degradado y tiene que resolver el pro- cómo resuelve sus problemas la gente pobre.
blema de que sus hijos no se contaminen con En el caso de la protesta, que es el otro gran te-
plomo, etc. ma que he investigado, no sólo se trata de ver
Sigo en la búsqueda de esos universos so- cuáles eran las demandas de quienes protesta-
ciales específicos para, de última, volver a ha- ban, sino entender las luchas por esas deman-
cer la misma pregunta, que es una pregunta das, las luchas por el prestigio, las luchas por el
de etnografía política. ¿Cómo los sujetos en reconocimiento que había en esas protestas. La
su esquema clasificatorio, en sus esquemas de etnografía política es una de las mejores herra-
acción, percepción y evaluación, ven la políti- mientas para mirar de cerca esas disputas.
ca? ¿Y de dónde vienen estos esquemas? Me
parece que “el lugar” donde se haga ese estu- E.H.: En Vidas beligerantes explicas que ini-
dio, es circunstancial. Eso tiene que ver con cialmente el eje de tu trabajo de campo con-
lo que “le calienta” a uno en ese momento, sistía en aplicar el modelo de Tilly sobre ac-
con su libido científica, tiene que ver con lo ción colectiva al ciclo de protestas que ocu-
que le interesa a uno. Pero si algo une a todo rrieron en Argentina en los 90s. Pero luego
lo que he hecho, me parece que todo tiene decidiste poner énfasis en el cruce entre bio-
que ver con la etnografía política. Como dice grafía, reconocimiento y protesta. ¿A qué se
Geertz, uno no estudia villas, uno estudia en debió ese cambio sobre la marcha en el foco
villas determinados problemas antropológi- de la investigación?
cos o, en mi caso, sociológicos. Y a mí lo que
me interesa es entender la política desde una
aproximación etnográfica. El “lugar” donde
se haga esa indagación puede ser un poco cir-
cunstancial.

E.H.: ¿Y, entonces, cómo definirías a la po-


lítica? ¿Qué es la política desde una aproxi-
mación etnográfica?

J.A.: Si me pides que precise qué es la políti-


ca, yo te diría que es un conjunto de disputas
por recursos materiales o simbólicos que, en
algún momento, involucran al Estado; es la
lucha por el poder en relación al Estado. Uno

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J.A.: En etnografía y, en general, en la inves- leer un conjunto de textos que hablaban del
tigación de ciencias sociales, todo va de lo cruce entre biografía y protesta, y ese ejercicio
epistemológico, de lo teórico, a lo empírico, y no era sino retomar la agenda de Wright Mills
no al revés. La idea de cierto espontaneismo donde él la había dejado. De lo que se trata-
en la etnografía, la idea de que vas al campo a ba era ver qué más se podía hacer con eso.
ver que sale, es una ilusión. Lo que te guía Entonces, el proceso de investigación degene-
siempre va a ser la teoría. ró o se regeneró -como quieras- en la relación
Yo fui a Santiago del Estero (donde se ini- entre biografía e historia. No abandoné mi
ció mi estudio) y a Cutral-co con el plan de preocupación por los mecanismos que acti-
llevar un conjunto de ideas que animan la van la protesta. Tampoco abandoné la dimen-
discusión actual sobre acción colectiva, y ver sión espacial de la protesta, que también me
cómo funcionaban ahí. Mi idea era poner en interesaba. Seguí publicando sobre eso. Pero
práctica (y ver las virtudes y las limitaciones) para el libro -y esto puede ser más personal-
del programa que McAdam, Tarrow y Tilly quise centrarme en lo que más me excita co-
denominan DOC (Dynamics of Contention). mo tema indagable, el tema sobre el que me
Pero cuando comienzas con el trabajo de gusta escribir más o sobre el que me gusta in-
campo -para hablar mal y pronto- vas cono- vestigar.
ciendo gente y surgen cuestiones que te inte- Ahí hay algo que siempre está rondando a
resan más. Hablando en términos argentinos, los etnógrafos y es cuánto de detective tiene
hay cosas que te calientan más que otras. Se un etnógrafo. A mí me interesó esta cosa de-
presenta entonces, de manera un tanto dialéc- tectivesca. Pero de ninguna manera estoy di-
tica, un proceso de construcción del objeto de ciendo “vayan y vean lo que encuentran en el
estudio que tiene que ver con tus interaccio- campo, vean lo que les fascine y cuenten una
nes en el campo, con tus lecturas, con tus historia”. No, estas historias son construidas a
preocupaciones. Todo eso va redefiniendo el partir de lecturas y preguntas teóricas que
objeto de estudio. Me acuerdo que iba y vol- uno tiene.
vía del trabajo de campo tratando de darle
cuerpo a lo que estaba haciendo. Iba con la E.H.: En Vidas beligerantes dedicas la con-
idea de ver qué mecanismos y procesos están clusión (“Etnografía y reconocimiento”) y
en el origen de un episodio específico de pro- un apéndice (“Sobre el trabajo de campo, la
testa como fue el Santiagueñazo. Me di cuen- teoría y la cuestión biográfica”) a tratar la
ta que los mecanismos eran más o menos cla- forma en la que llevaste a cabo tu etnografía.
ros, que la sociología ya había dicho algo so- Entre otras cosas, explicas por qué incluiste
bre eso, pero también me di cuenta que había en tu análisis la forma en la que tus propias
un sinnúmero de otras dimensiones que una interpretaciones sobre el Santiagueñazo y la
visión muy centrada en indagar aquellos me- Pueblada eran resignificadas por los actores.
canismos y procesos dejaban fuera. Me refie- ¿Es una forma de retomar el problema de la
ro a la dimensión cultural de la protesta, a las autoridad del etnógrafo? ¿Es un paso a legi-
emociones involucradas, a las historias perso- timar un tipo de autoetnografía?
nales de los actores… y me empecé a intere-
sar. Es una ida y vuelta entre el trabajo de J.A.: Más que autoetnografía que sería una
campo y las lecturas que vas haciendo de ma- vuelta muy narcisista a la cuestión del etnó-
nera sistemática pero muy sesgada por lo que grafo, quise prestar atención a cómo se con-
te interesa en ese momento. Eso, para mí, es frontan los sentidos de la protesta entre los
dejarse iluminar por la teoría. Yo empecé a actores participantes y otros actores, como el

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etnógrafo, por ejemplo. Cuando estaba ha- Pensar que el etnógrafo no habla sino has-
ciendo el trabajo de campo y luego cuando ta cuando escribe su libro, es artificial. O es-
escribía el libro -más que en otras investiga- tamos haciendo mala etnografía o no estamos
ciones- me llamaba mucho la atención el he- contando toda la historia. Porque uno cuan-
cho de que los propios actores me pregunta- do está en el campo no es un sujeto que sólo
ban qué interpretaba yo, cuál esa mi forma escucha, es alguien que emite opinión, sobre
de entender las protestas en las que ellos fue- todo en un terreno tan minado donde todo el
ron protagonistas. Yo les iba diciendo y ellos mundo tiene tomas de posición al respecto,
me seguían preguntando… y se armaba toda como al hacer estudios sobre piqueterismo en
una conversación al respecto. Me acuerdo, Argentina en la actualidad. Si hablas con un
por ejemplo (y esto lo cuento en el libro) piquetero, él te va preguntar sobre lo que tú
que presenté avances de la investigación an- piensas, y vos tienes que decirle lo que pien-
te una audiencia compuesta, entre otros, por sas, y seguro la otra persona te va a contestar.
muchos de los que habían estado en las jor- ¿Por qué borrar esa contestación de la etno-
nadas de protesta, por quienes habían sido grafía si en realidad es parte de lo que estas in-
mis entrevistados… y muchos reaccionaban vestigando? Entonces, yo no hice otra cosa
sobre mis interpretaciones. ¿Cómo puedo que ser fiel a lo que estaba ocurriendo en el
no recoger ese intercambio de sentidos sobre campo, que era que yo como etnógrafo esta-
la protesta? ba ahí, no estaba ausente.
En muchos de los textos etnográficos ac-
tuales, aparece siempre el etnógrafo como E.H.: Pero hay que entender, entonces, la di-
quien interpreta el comportamiento de los ac- ferencia entre etnografía de la protesta y
tores, y más allá de un diálogo circunstancial, etnografía de la memoria de la protesta
no aparece lo que dijeron los actores sobre la
labor del etnógrafo. No me refiero a lo que J.A.: Claro. Este no es un libro de etnografía
dijeron sobre la persona del etnógrafo, sino a de la protesta porque yo no estaba simultá-
las reacciones de los actores respecto a lo que neamente ahí. Etnografía implica estar en
etnógrafo decía al estar ahí. Parece que el et- tiempo y lugar simultáneamente cuando ocu-
nógrafo es mudo, y el etnógrafo no es mudo. rren los hechos. Esta es, más bien, una etno-
Sobre todo cuando uno habla y está haciendo grafía hecha años después sobre cómo daban
proyectos de investigación con actores como sentido los actores a su participación en esas
los de Vidas beligerantes, actores que tienen jornadas de protesta. Y era una etnografía he-
opiniones muy formadas sobre las causas, las cha cuando muchas de esas interpretaciones
razones y los motivos de la protesta, interpre- ya habían estado dando vueltas durante un
taciones sobre sus propias experiencias, sobre tiempo. Lo que hizo mi presencia es activar
sus acciones. Opiniones e interpretaciones otra vez discusiones al respecto.
que las dicen al ser entrevistados y a partir de Yo fui a esas ciudades y me entrevistaban
las cuales contestan e interpelan a las del et- en los periódicos. Yo decía mi opinión y des-
nógrafo. ¿Por qué no incorporar eso? No co- pués, a la mañana siguiente, cuando salía el
mo una vuelta narcisista para decir “yo estuve periódico, me encontraba con un entrevista-
ahí y los seduje para que me contaran”, sino do y me decía, “yo estoy de acuerdo con vos,
porque en realidad eso es parte de la cons- pero… sin embargo…”. Esa discusión entre
trucción subjetiva de la protesta y de la me- el etnógrafo y el actor, para ponerlo en esos
moria de la protesta, que eran los temas que términos, es parte de la discusión sobre la me-
me interesaban en ese rato. moria colectiva de la protesta. En este senti-

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do, el etnógrafo es un actor más de esta dis- estas investigando. Esa extrema sociabilidad y
cusión. Un actor más que, en muchos casos ese extremo aislamiento (que no son contra-
(y en el caso de Vidas beligerantes -que trata dictorios, sino que simplemente es lo que ha-
sobre el reconocimiento como motor de la ce un etnógrafo político) muchas veces te ha-
acción- es muy claro), es un conducto para la ce correr el riesgo de convertirte (y vemos
una búsqueda de reconocimiento de los acto- mucho de esto en quienes estudian los movi-
res. Se trata de contarle tu experiencia, parte mientos sociales) en ideólogo, en propagan-
de tu vida, a alguien que viene de afuera; ahí dista, en militante, en simpatizante… en
hay, de hecho, una búsqueda de reconoci- cualquiera de las variantes de una tentación
miento. Entonces, el etnógrafo termina sien- populista de la actividad académica. Entre ese
do un actor más en esa discusión sobre la me- aislamiento y esa sociabilidad están las condi-
moria colectiva de la protesta. Eso no quiere ciones de compromiso y distanciamiento que
decir que es un actor con plena membresía, es tan clásica en la etnografía, y no sólo en la
porque sigue siendo un extranjero. sociología. Me parece que este es un proble-
ma que todavía no se resuelve. Yo te diría que
E.H.: ¿Lo que dices es válido también para el hay muy pocos practicantes de etnografía po-
caso de una etnografía de la protesta que se lítica que han logrado resolver de manera
haga en simultaneidad de tiempo y espacio? creativa esta tensión entre involucramiento y
¿Tú recomendarías incluir el papel del etnó- distanciamiento que se requiere para hacer es-
grafo durante la protesta? te tipo de estudios. Uno puede ser James
Scott, otro puede ser el mismo Bourdieu, tal
J.A.: Por supuesto. Creo que es parte del giro vez Elisabeth Wood y algunos otros que se me
reflexivo que debe tener la etnografía. Lo que escapan. El problema de fondo sigue siendo
pasa es que hace falta mayor creatividad. Fíja- que -en realidad- uno simpatiza en muchos
te que una de las áreas con más producción casos con los movimientos de protesta, pero a
de las ciencias sociales es la que concierne a la vez hay que mantener cierta distancia…
los movimientos sociales. Sin embargo, aún
hoy, en un área tan poblada como ésta, hacen E.H.: ¿Pero se puede mantener esa distan-
falta mejores entradas y más creatividad. En cia? ¿Es posible hacer algo como eso?
general, yo te diría que hace falta más activi-
dad en el campo de la etnografía de la protes- J.A.: Se lo vive como tensión. Lo que prima
ta. Etnógrafos políticos hay pocos, si quieres. al escribir un texto es justamente cómo uno
Hay mucho de reconstrucción pos facto de la resuelve esa tensión. A veces de manera más
protesta, pero poca etnografía in situ. o menos creativa y otras veces con mayor o
Lo que pasa es que cuando uno hace etno- menor grado de libertad. Pero es que yo creo
grafía política siempre corre un riesgo. Hacer que muchas cosas que uno dice en los libros
etnografía política implica, por un lado, ais- no van a gustar a los actores. En definitiva,
larte de la comunidad en la que estas habi- de eso se trata la labor del sociólogo. Es la
tualmente (en la FLACSO, por ejemplo). Te naturaleza de nuestro oficio. En primer lu-
aíslas permanentemente de tus colegas, entras gar, porque si todos los actores fuesen con-
en aislamiento de tu espacio normal de de- cientes sus propias realidades, de la naturale-
senvolvimiento cotidiano. Pero, por otro la- za de sus propias acciones, entonces para qué
do, entras en extrema sociabilidad dentro de hacer sociología. Y en segundo lugar, si los
otro espacio social, porque hacer etnografía actores fuesen totalmente ciegos, sordos, in-
requiere socializar junto a los actores a los que sensibles -digamos- no tendrían ningún tipo

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El oficio de la etnografía política. Diálogo con Javier Auyero

de subjetividad política. Y no ocurre ni una mos hace un rato, entre el trabajo etnográfico
cosa ni la otra. y las lecturas, y empecé a pensar que lo que
Entonces, me parece que hay que vivir con movía a estas dos mujeres a participar en la
la tensión, que hay que garantizar ciertos ni- protesta era justamente esa búsqueda de reco-
veles de objetividad, si quieres hablar en esos nocimiento. Pero, al mismo tiempo, me di
términos. O para decirlo de otra manera, hay cuenta que había otra dimensión de la acción
que establecer las rupturas que uno hace con colectiva que tenía que ver con las disputas
respecto a las prenociones de los actores. Y por las memorias de lo que había ocurrido en
esas son rupturas que uno va haciendo no só- esas protestas. Había una disputa en torno a
lo cuando se construye el proyecto de investi- cuál era la interpretación que primaba sobre
gación, sino cuando va haciendo etnografía. lo que pasó. Lo que estaba detrás era el hecho
Lo que pasa es que el objeto de la investiga- de que se reconozca que lo que “lo hicimos
ción se termina de construir en el momento valió la pena”. No era sólo explicar que tal ac-
en el que uno pone el punto final del libro… tor, movido por una búsqueda de reconoci-
miento, daba sentido de una u otra manera a
E.H.: Vidas beligerantes trata de cómo dos su participación en la protesta. Era entender
mujeres dan sentido a su participación en que detrás de decir que “lo que hicimos valió
dos protestas diferentes en Argentina. Tú la pena” estaba involucrada, de manera simul-
ubicas como el elemento clave, como lo que tánea, una forma de decir “yo valgo la pena”,
mueve a los actores en la protesta, a la bús- “yo hice algo importante”. Pero además, al
queda de reconocimiento. Pero también de- contar mi experiencia de acción colectiva, yo
jas colar una segunda noción de reconoci- mismo/misma valgo la pena porque no se lo
miento que es aquel que los actores encuen- cuento a cualquiera; se lo cuento a alguien
tran cuando el etnógrafo se interesa por sus que está escribiendo un libro sobre el tema y
vidas, por sus experiencias. ¿Por qué es tan que me eligió a mí para contarle la historia de
importante esta búsqueda de reconocimien- lo que sucedió en esos días4.
to? ¿Cómo se articula el reconocimiento con Todas ellas, me parece, son búsquedas de
la biografía de los actores, con la protesta e reconocimiento simultáneas que funcionan
incluso con la etnografía? como espejos. Son búsquedas de reconoci-
miento tanto en lo colectivo (como pueblo,
J.A.: Yo creo que es parte de una verdad an- como ciudad, como grupo de actores) como
tropológica. Lo que nos mueve a todos los su- en lo individual. Búsquedas que tienen que
jetos es buscar reconocimiento. En el trabajo ver con los deseos de decir yo existo, yo es-
académico, en el trabajo como padres, como toy aquí, aquí vivo, quiero que me re-conoz-
editores de una revista, como mozos de un can, que me vuelvan a conocer, que me jus-
bar, lo que hace que uno siga para adelante es tifiquen, que me validen, que me den mi es-
esa búsqueda insaciable de reconocimiento… pacio…

E.H.: ¿Una condición ontológica? E.H.: ¿Por qué los personajes de tus etnogra-
fías son mayormente mujeres? Matilde en
J.A.: Sí, sin duda. Retomando la idea de Pas- La política de los pobres, Nana y Laura en
cal, Bourdieu habla de verdad antropológica, Vidas beligerantes. Por ahí tienes un juez, un
de un hecho antropológico. En el trabajo de
campo para Vidas beligerantes me encontré en 4 Sobre este tema, ver el artículo de Muratorio en este
ese proceso de ida y vuelta del que hablába- número de ÍCONOS.

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policía, pero las historias centrales son pro-


tagonizadas por mujeres.

J.A.: En el caso de este último libro, Laura y


Nana fueron elecciones iluminadas por lo
que me interesaba en términos teóricos. Pero
al mismo tiempo, eran elecciones circunstan-
ciales. No elegí escribir sobre dos mujeres si-
no que, me parecía, las experiencias de am-
bas iluminaban mejor que otras la temática
de la acción colectiva que estaba tratando de
investigar. En el caso de Laura fue porque era
una líder piquetera. Nana, que había sido
reina del carnaval, iluminaba la dimensión
bakhtiniana de la protesta. En ningún mo-
mento fue una intención de escribir una his-
toria de las mujeres en la protesta. La presen-
cia de mujeres, o la temática de género, no En los debates sobre cómo hacer etnogra-
fue una dimensión significativa de la investi- fía se habla mucho de las separaciones entre
gación. contexto de exposición y contexto de descu-
brimiento. Yo creo, más bien, que narrativa y
E.H.: Para terminar quisiera preguntarte de explicación van de la mano. En mi caso, yo
dónde te sale esa vena literaria para escribir. trato de reconstruir una historia. Puede ser
Cada vez que abres un capítulo, que comien- una historia que viví en el campo o alguna
zas un párrafo, cuentas una historia que en- que alguien me contó, pero siempre será una
gancha al lector, que lo cautiva. Alguien me historia que me intriga y que quiero explicar.
dijo que le habías copiado a Tilly esa forma El caso de La política de los pobres es muy cla-
suelta y seductora de narrar tus etnografías. ro. El libro comienza describiendo un acto
político en el que estuve presente. No era un
J.A.: En realidad no se de donde viene eso. Yo acto que ocurrió al inicio de mi trabajo de
disfruto mucho escribiendo pero al mismo campo. Era un acto que lo viví como la esce-
tiempo, me genera muchísima ansiedad. Me na precisa de lo que yo quería explicar.
torturo cuando escribo. Es la idea de que el Quizás la vena literaria es porque a mí, en
amor cautiva, la idea de que la pasión es su- mis momentos más delirantes, me encantaría
frimiento y placer al mismo tiempo. escribir una novela, pero no tengo el talento
No se si me viene de Tilly. Más bien creo ni la imaginación para hacerlo. O quizás ven-
que viene de la manera en que hago etnogra- ga de que vivo con una narradora quien, ella
fía. Yo capto historias y trato de entenderlas. sí, sabe construir historias [se refiere a Gabrie-
Como la historia de “Me manda López”: fue la Pólit].
una historia real, en la que yo mismo partici- Como inspiración, más que a Tilly yo uso
pé y en donde había un velo que yo no logra- Russell Banks o a Paul Auster, autores que me
ba traspasar. Era una historia que me cautivó cuentan historias. Historias que yo quiero
justamente porque expresaba algo que yo no contar iluminado teórica y sociológicamente
entendía. Lo que vino después, la investiga- e informado por la etnografía. En el fondo,
ción, fue tratar de entender esa historia. por su puesto, me interesa contar una histo-

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ria que alguien quiera leer. Y así es como me nenado. Y me la hago porque eso es una di-
sale. Pero no quiero naturalizar: como te ha- mensión constitutiva de la desigualdad persis-
brás dado cuenta, yo no tengo esa facilidad de tente en América Latina, porque así es cómo
decir las cosas claramente, tal como aparece se reproduce la desigualdad. Si uno respira ai-
en los libros. En realidad no la tengo. Hay al- re contaminado, vive en un suelo podrido,
guna gente que ha elogiado mi forma de es- toma agua podrida, las chances objetivas de
cribir, pero no es un producto de una virtud mejorar sus condiciones de vida son menores
de la que esté consciente. Más bien es parte que si uno toma agua pura, se alimenta bien,
de cómo construir un argumento. Es una for- etc. Esto lo voy a hacer en términos más et-
ma de tratar de convencer al lector de que el nográficos. Me interesa un lugar específico en
argumento tiene validez. Por ejemplo, si te fi- Buenos Aires cercano al polo petroquímico
jas, en la primera parte de Vidas beligerantes más grande del país. Es una suerte de tipo
hay una especie de narración cinematográfi- ideal realmente existente que, espero, me per-
ca, si quieres. Esa es la forma en la que me mita detectar la formación y transformación
imagino que ocurrieron los eventos y así del habitus del envenenado.
quiero narrarlo.
Tilly tiene una manera mucho más dura E.H.: ¿Con qué historia vas a comenzar ese
de escribir. Cierto es que muchas veces em- libro?
pieza con una historia, pero después es mu-
cho más científico social, mucho más críptico J.A.: No tengo idea. Todavía sigo en búsque-
y con lenguaje técnico. De lo que sí estoy se- da de esta historia. Todavía estoy comenzan-
guro es que por suerte mi forma de escribir do mi trabajo de campo. Probablemente sea
no viene de Bourdieu, ¡de eso estoy seguro! la historia de una madre que tiene a sus hijos
envenenados con plomo, como ocurre hoy en
E.H.: ¿Cuál es tu “agenda de investigación” el Gran Buenos Aires y que enfrenta la total
de aquí en adelante? indiferencia del Estado. Para el Estado argen-
tino el tema de la contaminación no es un te-
J.A.: Quiero seguir investigando las prácticas, ma o es un tema totalmente menor. Hoy la
pero ya no tanto en relación a la acción colec- discusión pública en Argentina es sobre el de-
tiva. Hoy me interesa una dimensión de la vi- sempleo, sobre la pobreza… No es sobre los
da social que es bastante marginada. Me refie- pobres que respiran aire contaminado, toman
ro al tema del habitat y de cómo la gente lu- agua contaminada, caminan en un suelo con-
cha por mantener unas mínimas condiciones taminado. Ese es un tema que no le importa
de vida en contextos marcados por las expe- a nadie. Y si me importa a mi, otra vez, es
riencias de envenenamiento. porque se trata de un universo social específi-
En toda América Latina los sectores más co donde se expresa la dominación y la desi-
vulnerables, no lo son sólo porque no tienen gualdad. Un espacio donde los dados ya están
trabajo o porque no tienen recursos, sino por- echados de antemano. Una mujer embaraza-
que viven en un habitat más degradado, por- da que vive en un barrio marginado alimenta
que viven contaminados, porque toman agua al niño que tiene en su vientre con agua con-
más podrida, porque respiran aire más podri- taminada, respira aire con plomo. El niño,
do, porque viven sobre el suelo en una ciu- cuando nace, sigue tomando esa agua conta-
dad, etc. minada, gatea sobre un suelo que tiene plomo
La pregunta que me estoy empezando a y respira tolueno o benceno en cantidades
hacer es sobre las experiencias de vivir enve- que están por sobre los estándares aceptados.

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diálogo
Edison Hurtado

Lo que me ocupa ahora es eso. Es ver, en tér- beligerancia popular en la Argentina demo-
minos etnográficos, cómo se reproducen las crática, Centro Cultural Rojas, Serie Ex-
desigualdades persistentes en América Latina. tramuros, Buenos Aires.
—————, 2001, La política de los pobres.
* * * Las prácticas clientelistas del peronismo,
Manantial, Buenos Aires (original 2001,
Afuera del café donde nos citamos, Javier se Poor People’s Politics. Peronist Networks and
despide: “si me decías que iba a ser así, lo pen- the Legacy of Evita, Duke University Press,
saba dos veces antes de darte la entrevista”. Durham, NC.
“¿Y por qué?”, le pregunto un tanto sorpren- —————, 1999, editor, Caja de Herra-
dido. “No sé… es un poco raro ser el entre- mientas. El lugar de la cultura en la sociolo-
vistado. En el campo soy yo el que hace las gía norteamericana, Universidad de Quil-
preguntas… pero bueno, andá, ya está”. mes, Buenos Aires.
—————, 1997, editor, ¿Favores por vo-
tos? Estudios sobre clientelismo político, Lo-
sada, Buenos Aires.
Bibliografía —————, 1996, “Me manda López. La
doble vida del clientelismo político”, en
Auyero, Javier, 2005, “The Dynamics of Co- Ecuador Debate No. 37, CAAP, Quito.
llective Violence: Dissecting Food Riots in Bourdieu, Pierre, 1990, The Logic of Practice,
Contemporary Argentina” (con Timothy Standford University Press, California.
Moran), inédito, disponible en —————, 1998, La distinción, Taurus,
http://www.sunysb.edu/sociol/faculty/Au- España.
yero/auyero.html —————, 1999, Meditaciones pascalianas,
—————, 2004, “Política, Dominación y Anagrama, Barcelona.
Desigualdad en la Argentina Contemporá- Menéndez-Carrión, Amparo, 1986, La con-
nea” en Nueva Sociedad 193, pp. 133 – 145. quista del voto, CEN-Flacso, Quito.
—————, 2004, Vidas beligerantes. Dos Muratorio, Blanca, 2005, “Historia de vida
mujeres argentinas, dos protestas y la bús- de una mujer amazónica: intersección de
queda de reconocimiento, Universidad de autobiografía, etnografía e historia”, en
Quilmes, Buenos Aires (original 2003, ICONOS No. 22 (este número), Flacso-
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