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La parábola del Buen Pastor es una de las parábolas que mejor definen el ambiente
pastoral salesiano. Los educadores, son pastores “alerta” entre los jóvenes, para
acompañar a estos en esos momentos difíciles en los que nos podemos perder del
camino a seguir. Todo lo programado desde la Pastoral y lo trabajado en las clases y los
diversos espacios formativos busca ese fin.
Debes sentirte afortunado por haber tenido la oportunidad de educarte en una Casa
Salesiana, siempre tendrás sus puertas abiertas y como decía Don Bosco, cualquier
chic@ que entra en una casa salesiana ya está bajo la protección de María Auxiliadora.
Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas.
Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las
ovejas.
Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida,
y para que la tengan en abundancia.
Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.
Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al
lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.
Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas.
Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre
me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán
mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.
Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.
Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo
poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.
Reflexión
Jesús es el buen pastor que cuida y salva su rebaño, Jesús es la puerta por la que entran
y salen sus ovejas, es la puerta al Padre; y es en la experiencia del amor encarnado del
Padre en Jesús que nos permite comprender que el buen pastor es aquel que es capaz
de su vida por su ovejas con tal de traerlas al redil y permitirles encontrar la puerta.
En Don Bosco la figura del Buen Pastor se hace vida a través de sus palabras y acciones
que tenían como único fin amar a sus jóvenes, hasta incluso dar su vida por el servicio de
a los a jóvenes.
Preguntas
“Soñé, pues, que estaba en medio de una multitud de lobos, zorros, cabritos, corderos,
ovejas, carneros, perros y pájaros.
Agotado de puro
cansancio, quise sentarme
junto al camino vecino;
pero después la pastorcilla
me insistió que siguiera
andando. Después de un corto trecho de camino me encontré en un patio grande,
rodeado de corredores y a cuyo extremo se levantaba una Iglesia. En aquel momento, me
di cuenta de que las cuatro quintas partes de aquellos animales ya se habían convertido
en corderos.
A este punto llegaron algunos pastorcillos para custodiarlos, pero estaban poco tiempo y
se marchaban. Entonces sucedió algo maravilloso: no pocos de los corderos se
convertían en pastores, que crecían y cuidaban del rebaño. Como aumentaba mucho el
número de pastores, fueron dividiéndose y marchando a diferentes sitios para escoger
otros animales de otro origen y guiarlos a otros hacia el cambio.
Reflexión
Continuando con nuestra reflexión sobre Don Bosco modelo del Buen Pastor, en este,
uno de sus sueños, no cuenta como poco a poco fue entendiendo que educar y amar a
los jóvenes es una labor no solo de él sino de mucho que junto a él se forman como
buenos pastores para acompañar y ayudar a los jóvenes en peligro.
Reflexión
¿Qué te dice la frase?
¿Qué siembras en tu salón de clases, en tu colegio en tu casa?
¿Cómo siembras?, en qué tiempo?
Los invitamos a reflexionar sobre algunos apartes que definen la pedagogía, el sistema y
la espiritualidad salesiana, los hemos leído, forman parte de nuestros PEPS y que hoy
queremos recordar como ese acto de amor que es educar.
Esta experiencia dispone al educador para acoger a Dios en los jóvenes, convencido de
que en ellos Dios le ofrece la gracia del encuentro con Él y lo llama a servirle en ellos,
reconociendo su dignidad, renovando la confianza en sus recursos de bien y educándolos
para la plenitud de la vida.
Esta caridad pastoral crea una relación educativa a la medida del adolescente y del
adolescente pobre, fruto de la convicción de que toda vida, aún la más pobre, compleja y
precaria, tiene en sí misma, por la presencia misteriosa del Espíritu, la fuerza de la
liberación y la semilla de la felicidad.
Reflexión