Según las voces gubernamentales, el sistema educativo se encontraba rezagado,
sustentado en un sistema vertical donde las escuelas y su organización estaban
en el olvido, la carrera docente no se basaba en el mérito y la promoción no era transparente. El sistema educativo perdió potencial transformador. En Los fines de la educación en el siglo XXI[i], documento base para el diseño del Modelo Educativo, la SEP plantea el tipo de ciudadano que se desea formar, en función de una educación laica, gratuita, incluyente y de calidad, para que cada mexicano desarrolle su máximo potencial y tenga aprendizajes y conocimientos significativos y útiles a lo largo de la vida. A la vez el sistema educativo debe ser flexible para lograr estos propósitos en los distintos contextos del país en medio de un mundo cada vez más interconectado y desafiante. Los logros esperados al concluir su educación obligatoria, es decir, una vez culminado el nivel medio superior se expresan en tres principales ámbitos delineados por la SEP:[ii] Tiene una expresión oral y escrita segura y eficiente, tiene capacidad de síntesis, domina el inglés y las TIC así como el pensamiento lógico-matemático. Desarrolla el cuidado de sí, es empático y sabe trabajar en equipo, es capaz de plantearse un proyecto de vida. Tiene valores éticos, es tolerante, tiene una conciencia nacional, aprecia las artes, cuida el medio ambiente, participa de manera responsable para su comunidad y el país. Estos logros se plantean como un estándar de lo que se espera que brinde la educación obligatoria a los ciudadanos, que habrán recorrido un trayecto escolar de 15 años. Desde luego es deseable que toda persona que logre transitar por los niveles obligatorios adquiera esas virtudes y capacidades que se inscriben en los cánones de lo que es éticamente aceptable o ejemplar.[iii] A continuación, interesa dar un repaso a los lineamientos que se desprenden de los ejes del modelo educativo en relación con testimonios recabados de docentes del nivel básico en escuelas rurales.[iv] Estos 5 lineamientos o pilares del nuevo modelo son: La escuela al centro. El planteamiento curricular. Formación y desarrollo profesional docente. Inclusión y equidad. La gobernanza del sistema educativo. Un eje clave que este gobierno ha impulsado es “La escuela al centro”, que más que un programa con reglas de operación es un marco de acciones, o como la misma Secretaría de Educación Pública (SEP) lo define, “un esquema de organización y acompañamiento”[v] para las escuelas de nivel básico. Este incorpora programas como Escuelas al CIEN o el Programa Nacional de Convivencia Escolar; políticas como la autonomía de gestión; cuerpos colegiados derivados de la Ley General del Servicio Profesional Docente como el Servicio de Asistencia Técnica a la Escuela (SATE) e instancias derivadas de políticas anteriores como los Consejos Escolares de Participación Social. Como se ve, resulta una articulación ambiciosa de programas, políticas e instituciones que tienen como objetivo cumplir con uno de los ejes derivados del Modelo Educativo: transitar paulatinamente de un sistema vertical a uno horizontal e incentivar la participación. Pero antes que todo, el esquema de “La escuela al centro” requiere contar con la participación de los docentes. Sin embargo, los maestros no se encuentran totalmente satisfechos con este programa. El educando que transita por los distintos niveles es resultado de un collage de influencias de las que toma algunos elementos y rechaza otros. Sin embargo, el logro final debería ser equiparable y lo más apegado posible a los fines que se plantean alcanzar para la educación del siglo XXI. Para tal fin la coherencia, ya no se diga entre los distintos niveles sino incluso en los grados de un mismo nivel, se ve sujeta a transformaciones como señalan los docentes. De tal manera que cuando un maestro se encuentra en el proceso de asimilar un determinado programa le llega uno nuevo y se ve obligado a incorporarlo, a desaprender lo que tenía incorporado del anterior y poner en práctica el nuevo. Por mucho que intente estar actualizado, el ritmo llega a ser avasallador e incluso pone en riesgo la coherencia de los fines que se persiguen. Esto mismo relata un maestro al poner en palabras los cambios abruptos que ha experimentado con la aprobación de varias reformas y las implicancias de estas decisiones gubernamentales. El educando que transita por los distintos niveles es resultado de un collage de influencias de las que toma algunos elementos y rechaza otros. Sin embargo, el logro final debería ser equiparable y lo más apegado posible a los fines que se plantean alcanzar para la educación del siglo XXI. Para tal fin la coherencia, ya no se diga entre los distintos niveles sino incluso en los grados de un mismo nivel, se ve sujeta a transformaciones como señalan los docentes. De tal manera que cuando un maestro se encuentra en el proceso de asimilar un determinado programa le llega uno nuevo y se ve obligado a incorporarlo, a desaprender lo que tenía incorporado del anterior y poner en práctica el nuevo. Por mucho que intente estar actualizado, el ritmo llega a ser avasallador e incluso pone en riesgo la coherencia de los fines que se persiguen. Esto mismo relata un maestro al poner en palabras los cambios abruptos que ha experimentado con la aprobación de varias reformas y las implicancias de estas decisiones gubernamentales. En suma, la construcción de un modelo educativo socialmente pertinente es producto de una dialéctica entre la doxa de los docentes y la episteme de las ciencias pedagógicas, así como del conocimiento acumulado en la práctica docente que ha forjado una tradición que oscila entre el apostolado y la profesionalización[xvi] pero que es consciente de la importancia de formar a las nuevas generaciones para la vida