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MUERTE:
La Muerte, es “la separación del Alma y el Cuerpo” (CIC 1005). No obstante, esta muerte es solo un paso,
ya que solo muere el cuerpo pues el Alma es eterna. La verdadera muerte, es la que San Juan llama en su
Apocalipsis “segunda muerte” (Ap 20, 14) que es la condenación eterna, la muerte del alma. Sin embargo,
la primera muerte es el “salario del pecado” (Rm 6, 23) y fue una maldición, hasta que vino Cristo, que con
su obediencia la convirtió en bendición (Rm 5, 19-21).
Nadie ignora que ha de morir, pero el mal está en que muchos miran la muerte tan a lo lejos, que la
pierden de vista. Hasta los ancianos más decrépitos y las personas más enfermizas se forjan la ilusión de
que todavía han de vivir algunos años más.
¡Si verdaderamente viviéramos todos los días como si fuera el último! ¡Si hiciéramos cada acto de piedad,
cada meditación, cada comunión, cada obra de caridad, como si fuera la última de nuestra existencia!
¡Cuán Santos seríamos!
Los soberbios y poderosos de la tierra que hoy la pisan con altanería y orgullo, mañana se verán
sepultados bajo ella misma. Hoy no les vasta la tierra entera para satisfacer sus ambiciones…
mañana tendrán suficiente con unos cuantos metros encima de ellos. ¿Para qué invertir los años y
pensamientos en adquirir grandezas de este mundo? Llegará la muerte y se acabarán todas esas
grandezas y todos esos planes fantásticos sobre una vida que no les pertenece.
JUICIO:
Juicio Particular:
“Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en el juicio particular
que refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación (purgatorio), bien para entrar
inmediatamente en la bienaventuranza (cielo), bien para condenarse inmediatamente para siempre
(infierno)” (CIC1022).
Jesús “vendrá con amor para los buenos – dice san Agustín – y con terror para los malos”.
Lagrimas allí no valen, los arrepentimientos ya no aprovechan, las oraciones ya no son escuchadas, las
promesas para el futuro no son admitidas, tampoco hay tiempo para hacer penitencia. El tiempo de
misericordia acabó con la muerte, aquí empieza el tiempo de la justicia.
¿De qué se nos juzgará? Dios nuestro Señor nos juzgará sobre:
- Las cosas buenas que hemos hecho, incluidos los buenos deseos.
- Las cosas buenas que hemos dejado de hacer (omisiones).
- Las cosas malas que hayamos hecho, incluidos los malos pensamientos.
- Las consecuencias de nuestros actos.
Juicio Universal:
“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en el Trono de
la gloria, que es suyo. Todas las naciones serán llevadas a su presencia, y separará a unos de otros, al igual
que el pastor, separa las ovejas de los chivos. Colocará a las ovejas a la derecha y a los chivos a su
izquierda” (Mt 25, 31-33).
Será el Juicio Final, en el que será juzgada toda la humanidad, desde Adán, hasta el último hombre de la
tierra y dónde se verán al descubierto los pecados de toda la humanidad (Lc 12, 2-3). Será el día de la
vergüenza universal, pues "si te avergüenza declarar tu falta a un hombre, y hombre pecador, ¿qué harás
en el día de la venida final, cuando todos los hombres vean al descubierto toda tu conciencia?" (San
Bernardo).
Y los condenaos arderán de más rabia, pues verán que muchos de ellos cometieron semejantes o aún
menos pecados que los justos, pero no se arrepintieron y por ello no se salvarán.
INFIERNO:
La existencia del infierno, es dogma de fe (verdad que debe ser creída) definida en el IV concilio de Letrán.
El infierno es un lugar de tormentos, donde sufrirán eternos suplicios los que mueren en pecado mortal
(1Cor 6, 9-10). Quienes van a este lugar, llegan por autoexclusión, es decir, por “no estar arrepentidos ni
acoger el amor misericordioso de Dios” (CIC 1033).
Respecto al infierno son verdades de fe:
1) que existe;
2) que hay en él pena de fuego;
3) que sus tormentos son eternos;
4) que van a él los que mueren en pecado mortal.
Pena de Sentido:
Consiste en el fuego y demás tormentos que experimentarán los condenados.
PURGATORIO:
“Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están
seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la
santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo… La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final
de los elegidos que es completamente distinta al castigo de los condenados” (CIC 1030-1031).
1. ¿Qué es el purgatorio?
Se llama purgatorio al destino intermedio de sufrimiento de quienes mueren en gracia de Dios pero sin
haber purificado del todo sus pecados. Es la situación de dolor necesaria para limpiar por completo el
alma y así entrar dignamente en el cielo.
San Pablo, quien según sus escritos pudo vislumbrar el Cielo, sólo puede referir que "oyó palabras que
no se pueden decir: cosas que el hombre no sabría expresar… ni el ojo vio, ni el oído escuchó, ni el corazón
humano puede imaginar lo que tiene Dios preparado para aquéllos que le aman" (2 Cor.12, 2-4 y 1 Cor.
2,9).
Así es el Cielo: indescriptible, inimaginable, insondable, inexplicable para el ser humano, pues
somos limitados para comprender y describir lo ilimitado de Dios... y el Cielo es básicamente la presencia
de Dios en forma clara, "le veremos tal cual El es" (1a. Jn. 3,2).