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BOLETÍN DEL MUSEO CHILENO DE ARTE PRECOLOMBINO

Vol. 22, No 1, 2017, pp. 15-34, Santiago de Chile


ISSN 0716-1530

ARQUEOLOGÍA VIAL DEL QHAPAQ ÑAN EN SUDAMÉRICA:


ANÁLISIS TEÓRICO, CONCEPTOS Y DEFINICIONES
ROAD ARCHAEOLOGY OF THE QHAPAQ ÑAN IN SOUTH AMERICA:
THEORETICAL ANALYSIS, CONCEPTS AND DEFINITIONS

Carlos González Godoya

Se presentan y discuten determinados antecedentes de la INTRODUCCIÓN


investigación arqueológica contemporánea del Qhapaq Ñan
en Sudamérica, fundamentalmente referida a la temática de
la vialidad. Asimismo, se exponen las definiciones en torno a Desde 2004 emprendimos el estudio sistemático de la
qué entendemos conceptualmente por un camino arqueoló- vialidad inkaica en la Región de Atacama, Chile. Debi-
gico. Por último, se analizan algunos criterios clasificatorios do a este quehacer investigativo (González 2007, 2013;
de los caminos inkaicos, profundizando en sus implicancias Westfall & González 2009; González & Castells 2010;
arqueológicas.
González & Westfall 2010), surgieron algunas interro-
Palabras clave: Qhapaq Ñan, Camino del Inka, arqueología
vial, Tawantinsuyu. gantes epistemológicas referidas al estudio del Qhapaq
Ñan, que no eran respondidas, según nosotros, por la
This paper is a presentation and discussion of data regarding obra esencial de Hyslop (1984, 1992, 2014). Así, nos
contemporary archaeological research of the Qhapaq Ñam in preocupaba comprender cómo los supuestos teóricos
South America, mainly focused on paths and roads. It also eran contrastados con datos arqueológicos específicos al
includes definitions on what is a road in archaeological terms.
pesquisar algún tramo del camino inka en la Sudamérica
Finally, there is an analysis on Inka road classification criteria,
deeply focused on archaeological implications. andina y, por ende, en Chile.1 De igual modo, nos inte-
Keywords: Qhapaq Ñan, Inka Trail, road archaeology, resaba entender cómo este proceso analítico derivaba
Tawantinsuyu. en la formulación de explicaciones e interpretaciones
de un discurso, en nuestro caso del Tawantinsuyu en
general y del Qhapaq Ñan en particular.
Este panorama acrecienta sus dudas por las aún
escasas discusiones teóricas desde la arqueología sobre
el Camino del Inka en Sudamérica. No obstante, se
encuentran importantes precedentes en este sentido,
tanto en obras monográficas como globales (ocupa-
ción inka de un territorio). En Chile se reconocen los
alcances metodológicos de Niemeyer y Rivera (1983),

A
Carlos González Godoy, Instituto de Investigación en Ciencias Sociales y Educación, Universidad de Atacama, Copiapó, Chile,
email: carlos.gonzalez@uda.cl
Recibido: diciembre 2015. Aceptado: junio 2016.
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los usos históricos del camino identificado por Lynch Ordóñez (2013) en el tramo de Huánuco Pampa a Ta-
(1995-1996), los aportes teóricos y metodológicos de paraco; Cavero (2014) en Ayacucho; Casaverde (2015)
Berenguer et al. (2005, 2011a) y de Castro et al. (2004), en el valle medio de Cañete; Julien (2012) y Pino (2016)
que analizan algunos tramos en el Norte Grande. analizando el camino del Chinchaysuyu y las observaciones
Asimismo, destacan el trabajo de Muñoz y Chacama de Chacaltana (2010) acerca del rol de los tambos. Junto
(2006) en los Altos de Arica, de Santoro et al. (2010) en a lo señalado, se encuentra el trabajo de Topic y Topic
el extremo norte de Chile y de Castro y Varela (2000) (2013) en relación con las redes y rutas preinkaicas del
en el Loa superior. También son relevantes los artículos norte del Perú; la redefinición del término kallanka de
monográficos de Uribe y Cabello (2005), Uribe y Urbina Barraza (2010) y su vínculo con los tampus y los deta-
(2009), como de Méndez (2007), en torno al estudio lles de Bar (2013), referidos a la afectación histórica de
de cerámica, arquitectura y lítica del camino inka del los caminos prehispánicos. Significativos son también
Alto Loa. Por su parte, Zori y Urbina (2014) entregan los numerosos informes del Proyecto Qhapaq Ñan del
algunas vinculaciones de la red vial inka con el sitio Ministerio de Cultura de Perú.
Tarapacá Viejo. A su vez, Sanhueza (2002, 2004, 2012) En Bolivia destacan los aportes de Avilés (2008),
visibiliza el papel de los hitos camineros (sayhuas) en la Ballivián et al. (2012), Gutiérrez (2005, 2012), Michel
creación de paisajes inkaizados en un espacio la Región (2011), Michel y Ballivián (2013) y Coben (2010). En
de Antofagasta. En tanto que, Garrido (2016) y Pavlovic Cochabamba, Sánchez (2012) trata la visualidad infor-
et al. (2012) contribuyen a la discusión, al igual que la mativa del camino y, en el sur de Bolivia, Manzo et al.
línea de investigación desarrollada por Stehberg (1995). (2011) correlacionan actividades con características
A la par, se conocen las propuestas de Jenkins formales de los restos inmuebles del camino. En Lípez,
(2001) y Matsumoto (2008) para analizar el camino, a Nielsen et al. (2006) definen el trazado del Qhapaq Ñan
las que no adherimos por su determinismo. En tanto, en y su incursión hacia Chile, discutiendo sobre circulación
Sudamérica sobresalen en la problemática las síntesis de de bienes y prácticas rituales camineras. Valga señalar
Raffino (1981: 201-240), López (2014), Lumbreras (2014), la investigación de Erickson (2000) en Bolivia, desde la
Matos (2015), Matos y Barreiro (2015) y los trabajos teoría vial, aunque no abarca el camino inka. Por últi-
de difusión de Berenguer et al. (2011b), así como el de mo, en Ecuador figuran los trabajos de Fresco (2004),
Sanhueza et al. (2011). De la misma manera, se regis- Hocquenghem et al. (2009), Sistrunk (2010), Almeida
tran las contribuciones metodológicas para el camino (2015) y el estudio de caminos antiguos de Lippi (2000)
de López (2013), Juillard (2007, 2009) y Casaverde y en el Pichincha Occidental.
López (2009, 2010); estos últimos identifican también Aun considerando estas investigaciones y los cre-
estructuras ortogonales del camino (Casaverde & López cientes registros arqueológicos del camino en Sudamérica,
2013). En Argentina se distinguen las especificaciones observamos todavía una indefinición conceptual y el
teóricas y metodológicas de Raffino (1981), Vitry (2000, uso por convención de ciertos términos –p. e., tambos
2004, 2007), Moralejo (2011) y Moralejo y Gobbo y chasquiwasis–, dando cuenta, desde nuestro punto
(2015), para el tratamiento del camino en el Noroeste de vista, de un tema no tratado adecuadamente en el
Argentino. A ello se agrega el estudio de Fernández Do proceso investigativo del Qhapaq Ñan.2 A raíz de esta
Rio y Ochoa (2010) en la Quebrada de Humahuaca. situación, consideramos que la nomenclatura existente
Del mismo modo, en el centro oeste argentino están sobre el sistema vial inka es más funcional que defini-
los trabajos sistemáticos de Bárcena (1993-1998, 2002; toria, con una fuerte incidencia del enfoque historicista
por mencionar algunas de sus obras), García (2011) y (sensu McEwan 2006). Esto se une a la falta de discusión
Martin (2010, 2015a, 2015b). sobre qué se entiende por un camino arqueológico, como
En Perú se cuentan las investigaciones de Matos también respecto a la conceptualización teórica de la
en Junín (1992); Coello (2000) en San Damián; Kendall totalidad de los componentes arqueológicos del Qhapaq
(2000) en Ollantaytambo; las reflexiones geográficas Ñan, problemática que analizaremos en futuros trabajos.
inkaicas de Saintenoy (2013) desde un camino del Por consiguiente, en este ensayo se presentan y
Apurimac; las aportaciones de Amado (2015a [2014], discuten, sucintamente, determinados antecedentes
2015b [2014]) en Cusco; Astuhuamán (2010) en la Sierra terminológicos de la investigación arqueológica contem-
de Piura; Serrudo (2002, 2010) en Taparaku y Haytara; poránea del Qhapaq Ñan en Sudamérica. Igualmente,
Arqueología vial del Qhapaq Ñan / C. González 17

se exponen y analizan las definiciones en torno a qué


comprendemos por un camino arqueológico, detallando
algunos aspectos clasificatorios de los caminos inkas, en
la dirección de aportar a una arqueología vial del Qhapaq
Ñan desde el ámbito teórico y conceptual.

¿QUÉ ES UN CAMINO ARQUEOLÓGICO?

Como señalamos, la explicitación sobre qué se con-


ceptualiza cuando se alude a un camino arqueológico
corresponde a una faceta poco tratada en la literatura
especializada en Sudamérica, salvo por destacados tra-
bajos orientados a expresiones viales preferentemente
prehispánicas e inkas (Hyslop 1984; Schreiber 1984,
1991; Oyuela 1990; Beck 1991; Wallace 1991; Cardale
de Schrimpff 1996; Cardale de Schrimpff 2000; Erickson
2000; Herrera 2000; Lippi 2000; Vitry 2000, 2004, 2007;
Castro 2004; Castro et al. 2004; Fresco 2004; Isbell &
Vraninch 2004; Berenguer et al. 2005; Botero 2006,
2007, 2008; Avilés 2008; Pimentel 2008; Sánchez 2008;
Juillard 2009; Manzo et al. 2011; Moralejo 2011; Rivera
2011; entre otros). Concomitantemente, encontramos
Figura 1. Ejemplo de “culunco” ecuatoriano. Parque arqueológico
estudios dedicados al tráfico caravanero (Núñez 1976; y ecológico Rumipamba, Quito, Ecuador (fotografía de Dinora
Núñez & Dillehay 1995 [1979]; Nielsen 1997; Núñez Vergara, 2013). Figure 1. Example of an Ecuadorian “culunco”.
& Nielsen 2011; entre otros), que también aportan a la Rumipamba Archaelogical and Ecological Park, Quito, Ecuador
(photo by Dinora Vergara, 2013).
problemática de la vialidad prehispánica.
Siguiendo estos textos, es factible desarrollar una
línea de entendimiento sobre la vialidad, comenzando probablemente, en el marco del Ingañan (Lippi 2016,
desde las expresiones materiales de las rutas. En esta comunicación personal); evidencias que se suman al
perspectiva, en un estudio de caminos arqueológicos de reconocido Qhapaq Ñan ecuatoriano (Hyslop 1984:
Colombia se menciona que una senda, trocha o vereda 19-36; Fresco 2004; entre otros). Esto es importante
se origina primero como la expresión morfológica de de considerar, porque en el contexto del camino inka
una huella, “producida por el desgaste erosivo del suelo, una senda constituye una vía de comunicación y una
en respuesta al continuo tránsito, ya sea del hombre expresión física no menor dentro de este sistema vial,
o de animales, por una franja de camino determina- como lo corroboran Berenguer et al. (2005) en el Alto
da. La presencia de un móvil, a través de una huella Loa, Chile, y como lo comprobamos en un extenso
física, introduce el concepto de vía de comunicación” tramo del desierto meridional de Atacama (González
(Correa 2000: 32). 2007) (figs. 2 y 3).
En una dirección similar, se indica que las sendas Si bien en Chile apreciamos una conceptualización
pedestres de las rutas tradicionales de los Andes ecua- inicial sobre los caminos inkaicos (Castro et al. 2004;
torianos, conocidas como chaqui ñan o camino de pie Berenguer et al. 2005), en Colombia, ante la convivencia
(Lippi 2016, comunicación personal), son formadas por de caminos prehispánicos e históricos, Botero sostiene
el paso reiterativo de viajeros y animales (Fresco 2004: que existen vaguedades sobre el término camino:
20). Dentro de ellas están los culuncos (Lippi 2000),
nombre de las zanjas o trincheras profundas, angostas y
El concepto mismo de camino, vía de comunicación, ruta,
erosionadas, de data preinkaica (fig. 1), implementadas trocha o sendero, toma muy distintas connotaciones, no sólo
por los Yumbos o culturas más antiguas y reutilizadas, en cada uno de los autores sino a lo largo de los mismos
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Figura 2. Senda del Camino Inka en dirección al sureste. Pampa del Carrizo, Región de Atacama (fotografía de C. González, 2012).
Figure 2. Path of the Inka Trail, toward the Southeast. Pampa del Carrizo, Atacama Region (photo by C. González, 2012).
Arqueología vial del Qhapaq Ñan / C. González 19

rial, de una ruta de viaje que posibilita la comunicación


entre puntos o áreas de actividad (Trombold 1991: 3).
Realidad innegable, pero que remite un camino solo a
la infraestructura (Argounova-Low 2012: 201) y obvia
su gravitación simbólica, enfatizando una perspectiva
funcionalista. En tanto, otros acercamientos refieren
que la generación de paisajes, entre ellos los caminos
y los senderos, debe ser entendida en el marco de los
sistemas de pensamiento (Erickson 2000: 316-317, en
Sánchez 2008: 38). Complementariamente, se postula
dentro de la teoría caminera que las huellas, las sendas
y los caminos deben ser comprendidos como paisajes
en movimiento (Snead et al. 2009). Con anterioridad
se planteaba, en un trabajo pionero en Chile (Massone
1980: 4), que las redes viales constituían una persistente
trama de vínculos o estructuras de movimientos, con
un extenso rango temporal.
Para Fournier (2006: 27), senderos, caminos y
rutas son una expresión formal que los grupos emplean
para organizar el espacio social desde lo geográfico. Más
bien diríamos junto a lo geográfico, ya que “lo social” y
“lo espacial” son caras opuestas de una misma moneda
según Berenguer (2004: 20), retroalimentándose mutua-
mente y definiendo una dialéctica socioespacial (Pillet
Figura 3. Senda del Camino Inka en cerro Indio Muerto, El 2004: 150). Tomando en cuenta estas consideraciones
Salvador, Región de Atacama (fotografía de C. González, 2004).
sociales de los caminos, concordamos con Erickson
Figure 3. Path of the Inka Trail in cerro Indio Muerto, El Salvador,
Atacama Region (photo by C. González, 2004). (2000: 17) al señalar que:

Los caminos encauzan y dirigen la actividad humana de una


textos; en general, estas palabras y categorías se utilizan como manera cultural apropiada. Los caminos son “un modelo
sinónimos –cuyo uso, la mayoría de las veces, es valorativo de” y “un modelo para” una sociedad, puesto que son un
y no descriptivo–, y prácticamente en ningún caso se realiza elemento de la fisonomía permanente del ambiente. En
una definición explícita de ellas (Botero 2006: 267). este sentido, los caminos no son un simple “reflejo” de las
instituciones sociales, políticas, económicas y culturales sino
que más bien cumplen un papel activo en, la estructura de
Para el desierto de Atacama se menciona un tipo
la vida diaria de las personas y de los grupos (Tilley 1994;
de camino prehispánico anterior al Inka, los sende- Ingold 1993; Bender 1998).
ros simples y múltiples del tipo rastrillo (Muñoz &
Briones 1996: 55-56). Por otro lado, Berenguer et al. A partir de estos postulados, nuestra definición de ca-
(2005) fundamentan conceptos como ruta, vía, senda mino arqueológico, incluyendo al Qhapaq Ñan, precisa
y sendero, al igual que Casaverde y López (2009, 2010, que un camino de esta naturaleza es:
2013) en Perú, que definen segmento, tramo, subtramo,
camino reconocido, trazo de camino y posible ruta de 1. Producto de las prácticas sociales del pasado y posee
camino; términos que son utilizados en una guía de una identidad singular; genera interrelaciones y
relevamiento caminero (López 2013: 70-72). Previa- significados sociales, no necesariamente uniformes.
mente, Hyslop (1992: 39-40) reconocía tramos con
elementos constructivos y trazas originales intactos y 2. Como expresión vial, material e inmueble de las
tramos únicamente con la traza intacta. interacciones humanas, un camino en sus distin-
Desde las definiciones funcionales se ha determinado tas manifestaciones (sendas, senderos y caminos
que un camino corresponde a una evidencia física, mate- como tales) es constitutivo de toda sociedad, sin
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ser exclusivo de una determinada formación so- dad un itinerario cultural (Suárez-Inclán 2003;
ciopolítica (p. e., Estado). Martorell 2003a, 2003b, 2008; Martínez, G. 2009;
Martínez, C. 2010; Feliú 2011), tal como acontece
3. Un rasgo lineal, inmueble, superficial –con la con el otrora Qhapaq Ñan en varios lugares de la
salvedad de los culuncos o los “canalones” co- Sudamérica andina.4
lombianos (Cardale de Schrimpff 1996: 9)– y
comúnmente visible de una vía de comunicación Asimismo, un camino articula en forma simétrica:
que ha modificado una franja extensiva de terreno,
contemplando de uno a varios espacios y adqui- 12. Una ruta específica, definida secuencial y espacial-
riendo características monumentales, en términos mente.
de creación significativa.
13. Las expresiones materiales de una vía: sendas y/o
4. Ha sido concebido en un evento –o etapas sucesi- huellas, senderos y caminos que tienen un carácter
vas– por una o varias comunidades, relacionadas “inherentemente performativo” (Turnbull 2007: 143).
con fines políticos, económicos y ceremoniales.
14. La presencia o ausencia de construcciones aledañas,
5. En el caso de sucesivos entramados viales, estos traen evidencias muebles diversas, entre otras.
consigo la yuxtaposición de diferentes narrativas,
desarrolladas en el marco de paisajes en movimiento 15. El recorrido pedestre sensoexperiencial de las personas
(Snead et al. 2009), que son pluridiscursivos. que transitan bajo definidas pautas culturales –entre
ellas su funcionalidad–, con una particular narrativa
6. Conceptualizado como un espacio multidimensional, social y en un período limitado de tiempo. Por narra-
un camino interrelaciona continuamente espacios tiva entendemos no solo los motivos personales de un
geográficos, paisajes culturales y entornos sociales viaje (Argounova-Low 2012: 195-198), sino también
diversos (Manzo et al. 2011: 138-139). los códigos culturales de un grupo de viajeros y la
información para otros; aspectos difíciles de pesquisar
7. Vincula fundamentalmente personas, asentamientos, arqueológicamente en sociedades desaparecidas. Sin
actividades y lugares –relacionales, de identidad e embargo, compartimos el planteamiento de que un
históricos (Augé 2004: 83)–, en tiempo(s) y espacio(s) camino sintetiza y dinamiza una concreta narrativa
determinado(s).3 social espacializada (Turnbull 2002).

8. Conecta territorios, posibilita el transporte y la Comprendemos un camino arqueológico en un sensu


circulación de bienes y productos, al igual que los lato y no moderno, puesto que: “En su acepción in-
intercambios entre distintas sociedades. genieril, se habla de camino cuando ocurre un hecho
constructivo, esto es, la conformación de una banca, una
9. Puede representar un instrumento de dominación calzada y un sistema de drenaje” (Correa 2000: 32). De
en un contexto histórico específico. ahí que nos distanciemos de tipologías deterministas
e interpretativas de rutas informales y formales, y de
10. Responde a un solo propósito o a un conjunto de las subdivisiones de estas últimas como “caminos” y
objetivos, manifestando un uso restrictivo o colectivo, “calzadas” (Trombold 1991: 3), que parten de una pers-
aunque por lo general cumple fines comunitarios pectiva ingenieril y moderna. Para nosotros, un camino
de largo plazo. arqueológico engloba distintas manifestaciones de na-
turaleza vial: senda, senderos y caminos propiamente
11. Como testimonio arqueológico, se presenta habi- tales, diferencias que responden a nociones descriptivas,
tualmente inactivo. También puede ser ocupado con de acuerdo a su materialización específica como vía de
posterioridad a su activación inicial, modificado en comunicación en términos arqueológicos. En conjunto,
distintas etapas o reutilizado a lo largo del tiempo apuntan frecuentemente a un sistema caminero, con sus
en términos de su ruta, especificando en propie- particulares denotaciones y connotaciones.
Arqueología vial del Qhapaq Ñan / C. González 21

Concuerdan con lo dicho Botero (2007: 344), redes camineras guiaron la expansión del estado mediante
Huiliñir (2015) y Gabelmann (2015). Esta última autora la construcción de asentamientos a lo largo de las rutas
indica, desde un estudio etnoarqueológico en Bolivia, por las cuales los recursos eran transportados hacia las
que: “Los caminos transitados se presentaron en una áreas interiores o hacia otras fronteras del estado”; así
variedad inmensa y poco formalizada” (Gabelmann 2015: se subraya que la infraestructura vial inkaica (caminos
45). Por otra parte, Huiliñir precisa en una investigación longitudinales, transversales y laterales) permitía, además
sobre senderos pehuenches en Chile que: “Los caminos de comunicaciones internas expeditas y el transporte
–o rüpü para los pehuenches– constituyen un concepto de recursos, una visión integrativa.
global que remite a las redes viales en su conjunto”
(Huiliñir 2015: 62). En esta misma línea, Matos (2015: Características y clasificaciones
12) señala con respecto al Qhapaq Ñan que: “Ñan es
palabra quechua y significa camino; cualquier tipo de La filiación inka de un camino es plausible gracias a las
camino, desde los pequeños senderos, casi imperceptibles, características del trazado y a la asociación con cons-
hasta las vías formales, construidas con alta ingeniería”. trucciones y materialidad mueble distintiva (Hyslop
Hyslop (1984: 3) entendía el camino inka desde estas 1984, 1991: 31-32). Igualmente, se acepta que un camino
definiciones. Retomaremos esta discusión más adelante. inkaico incluye cualquier ruta con o sin formalización
constructiva utilizada en época inka y relacionada con
sitios del Estado inka (Hyslop 1992: 32).
DEFINICIONES Y ALCANCES DEL Por nuestra parte, entendemos por ruta el rumbo
CAMINO INKAICO o derrota de un viaje (drae 1997: 981), el itinerario
(Berenguer et al. 2005: 14), que puede integrar una o
Esta red de caminos era conocida como Qhapaq Ñan, varias vías de comunicación y tráfico, no necesariamente
Inka Ñan o Jatun Ñan, conceptos quechuas traducidos implementadas en un mismo tiempo. Estas vías, reco-
como Camino Real, Camino del Inka o Camino Común, rridas en forma regular y pedestre, son las expresiones
respectivamente (Gonçalez Holguín 2007 [1608]: 120, físicas de la ruta inka, las cuales pueden desglosarse en:
148, 280), los cuales se ocupan como términos sinoní- camino –calzada en un sentido lato– (despejado, amojo-
micos.5 Ellos pueden englobarse en una denominación nado, empedrado, etc.; Raffino 1981; Hyslop 1984; Vitry
generalizada desde el siglo xvi: Camino del Inka (Pease 2004; entre otros); senda (huella estrecha formada por el
2007: 86). Debe su nombre por pertenecerle simbólica y tránsito de personas y animales) o sendero (generalmente
efectivamente al Sapaq Inka (Çapay Inca çapay apu. El tropero y marcadamente geomórfico; Berenguer et al.
rey desta tierra; Gonçalez Holguín 2007 [1608]: 77). Su 2005: 14); presentándose en distintas combinaciones
importancia era tal que: “toda la estructura del Imperio dentro del Qhapaq Ñan (Fresco 2004; Berenguer et al.
se apoyaba en esta red de caminos que no tiene réplicas 2005; Juillard 2009; Manzo et al. 2011; Moralejo 2011;
entre los estados antiguos de la humanidad” (Raffino entre otros). Estas especificaciones han explicitado la
et al. 2001a: 494). Su funcionamiento se consolidó en variabilidad del sistema vial inkaico, pero también se
el siglo xv y estaba formada por al menos 23.000 km han destacado estas diferencias por las condiciones
(Hyslop 1992: 19), ocupando un gran número de rutas disímiles del terreno andino (McEwan 2006: 115; Regal
preexistentes de diversas sociedades andinas y activando 2009 [1936]). Si bien constituyen un factor a tomar en
otras. Tradicionalmente se mencionan dentro del Qhapaq consideración, no representan una condición sine qua
Ñan: “dos rutas principales que tienen una dirección non para sostener las características variables de los
general N-S; el camino de “La Sierra”, que transcurre caminos inkas, por su orientación unicausal y logística.
por la cordillera de los Andes, altiplano de Bolivia y Desde nuestras concepciones, junto con sortear
Noroeste Argentino y el de “La Costa”, que lo hace por distintos escenarios geográficos, lo cual es patente, el
el poniente de Los Andes, entre el Océano Pacífico y las Camino del Inka se desenvuelve con los espacios geo-
montañas” (Raffino et al. 2001a: 494). gráficos y los paisajes culturales (sensu Snead et al. 2009),
En términos funcionales, Dillehay y Netherly (1998 representando elementos significativos para comprender
[1988]: 17) especifican que: “Como D’Altroy y Earle (1985), conceptualmente un territorio y una geografía sagrados
Hyslop (1984) y Morris (1972) lo han demostrado, las para los inkas (Rostworowski 1986; Schobinger 1986;
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Regalado 1996; Van de Gutche 1999; Bauer 2000; Vitry Aparte de las vías con trabajos empedrados en el
2000, 2007; Sanhueza 2002, 2004, 2012; Santillana 2012; Qhapaq Ñan, Hyslop (1984: 225-229, 240-242; 1992:
Saintenoy 2013; Pino 2016; entre otros); conjunción que 58-65) reconoce: hileras de postes de madera; hileras
se expresa en el marco de una ritualidad paisajística (Gil de piedras; sendas en la arena; caminos señalizados por
2008), que debe pesquisarse para cada caso. Dentro de pilas de piedras; caminos con muros laterales en piedra,
este contexto, y de acuerdo a la acotada duración del adobe o tapia; caminos con bordes señalizados por hi-
Tawantinsuyu, se comprende que: “la definición de un leras simples de piedra; y rutas con trazas despejadas,
paisaje sagrado era un proceso dinámico, como lo fue con muros de retención y zigzags. Estas expresiones
en el valle del Cuzco” (Julien 2012: 157), por lo que el camineras recorrían y trasponían una serie de accidentes
camino actúa como un instrumento, siguiendo a Julien naturales de la geografía andina, como lo hacían también
(2012: 164), de ingeniería sociopolítica. puentes y túneles (Rowe 1946: 232-233; Thompson &
A partir de lo anterior, el camino inkaico opera Murra 1966; Regal 1972; Mellafe 1983; Hyslop 1984:
fundamentalmente para el viajero como un derrotero 317-334, 1992: 215-244; Raffino et al. 2001b; Raffino et
simbólico, ritual, experiencial y relacional –en términos al. 2006; Stehberg & Sotomayor 2012: 103).
diferenciadores– con las poblaciones locales, constitu- Raffino (1981: 202-205) presenta una clasificación
yéndose también en un símbolo de poder y territoria- instrumental y descriptiva para los caminos inkaicos de
lidad inkaica, junto a sus funciones preeminentes. En los Andes del sur, consistente en: despejado; despejado
consecuencia, el camino vincula experiencialmente y amojonado; encerrado por muros (y con graderías);
el mundo fuera del Cusco con el centro del poder del empedrado; adoquinado (con o sin desagüe); con
Tawantinsuyu (Kaulicke 2004: 337). Por eso compartimos taludes; escalonado y con rampas. Vitry (2004) anexa
que: “El camino es para ser visto desde fuera y desde amojonamiento lateral en llanuras, en cornisas o en
dentro, al pisarlo, al transitarlo, al vivirlo” (Fonseca & zonas de transición entre llanura y cornisa; muros de
Alonso 2006: 2). Por consiguiente, concebimos el camino contención o retención, muros de protección; elimina
inkaico como un espacio ideológicamente experimentado el adoquinado; incorpora el escalonado con curvas, los
(sensu Ananchev 2013). empalmes, drenajes en función del camino (canales
En la red vial inka se han destacado los caminos y acequias) y caminos con estructuras asociadas. Se
empedrados o pavimentados con piedras y lozas hori- agregan la calzada sobreelevada o terraplén y las gradas
zontales, debido a las menciones de algunos cronistas o zigzagueo (Manzo et al. 2011: 63).
y su alta frecuencia en el núcleo cusqueño (Rowe 1946: Estas definiciones se expresan también en combi-
230) y las tierras altas (Nair & Protzen 2015: 216). Sin naciones y particularidades, como lo singulariza Sánchez
embargo, se han registrado en otros sectores de Perú (2008: 229) para Cochabamba: “camino afirmado de
(López 2013: 95-96), como también en Ecuador (Fresco tierra, camino con borde alzado con uno o dos bordes
2004), Bolivia (Manzo et al. 2011) y, minoritariamente, de piedra, camino empedrado, camino amurallado,
en Argentina (Raffino 1981, 1991; Vitry 2004) y Chile camino amurallado y empedrado, camino con rampa
(Santoro 1983; Castro 1992; Santoro et al. 2010). Los en ladera y empedrado, camino con rampa en ladera
caminos empedrados fueron relativamente cortos, con y muro lateral, camino empedrado con escalinatas”.
excepciones, implementándose desde tiempos preinkaicos Por su parte, Regal (2009 [1936]) reconocía las
en los territorios húmedos (Lumbreras 2014: 35). Con variabilidades del camino por el propósito de acortar
esta clase de caminos en Perú se encuentran canales distancias y atravesar accidentes geográficos, desta-
de desagüe o alcantarillas (Rowe 1946: 230; Cavero cando el trazado en línea recta como rasgo principal.
2014: 479), presentes también en Ecuador, Bolivia y Generalmente se destaca la existencia de caminos y
Chile (Muñoz & Briones 1996: 57; Jaimes & Gutiérrez senderos, argumentando que el Inka los utilizó como
2000: 237; Fresco 2004: 36-37; Avilés 2008: 196-200; expresiones físicas para definir su vialidad, “y en muchos
Hocquenghem et al. 2009: 59, 75, 77; Manzo et al. 2011; casos la misma ruta varía desde un camino formalmente
Sánchez 2011).6 Otro dato que podemos mencionar, aun construido a un simple sendero dentro de unos pocos
cuando no era una práctica generalizada, es la presencia kilómetros” (Hyslop 1991: 29) (figs. 4, 5, 6 y 7).
de empedrado en tramos cercanos a los núcleos pobla-
cionales (Santoro 1983: 50).
Arqueología vial del Qhapaq Ñan / C. González 23

De vías formales e informales a caminos


principales y secundarios
Desde las especificaciones tipológicas, se define que los
caminos corresponden a rutas formales, planificadas,
generadas por sociedades “complejas”, mientras que los
senderos son considerados expresiones materiales de
rutas informales, no planificadas, siendo manifestacio-
nes camineras de sociedades de “menor jerarquización
social” (Pimentel et al. 2007: 353; cf. Earle 1991, 2009;
Trombold 1991). Erickson (2000: 17) sigue en parte estas
determinaciones en su trabajo de caminos prehispánicos
de la Amazonía boliviana: “Defino a los caminos como
estructuras formales, demarcadas claramente, hechas
de una variedad de materiales, que conectan «lugares»
definidos culturalmente. En contraste con los senderos,
los caminos son planeados deliberadamente, con límites
o bordes y a menudo son detalles importantes de la
configuración del paisaje”.
Sin embargo, para un caso particular en Jujuy,
Argentina, Cruz y Jara (2011: 90) mencionan que el
reconocimiento de caminos y senderos no fue siempre
obvio; un problema arqueológico real, pero que también
parte de las definiciones teórico-metodológicas que se
adopten. En lo que se refiere a Chile, constatamos el
Figura 4. Camino del Inka en Llano de San Juan, El Salvador.
uso de las categorizaciones formales e informales en Angosta senda rectilínea con alineamiento unilateral de piedras
arqueología vial (Pimentel et al. 2007: 352-353), como (amojonado) (fotografía de C. González, 2012). Figure 4. Inka
en un análisis etnográfico de senderos pehuenches con- Trail in Llano de San Juan, El Salvador. Narrow, straight path with
temporáneos (Huiliñir 2015). En el caso del Qhapaq Ñan, a one-side alignment of stones (photo by C. González, 2012).
una senda de características informales forma parte de
las rutas inkaicas, reconociéndose como un “camino” en
términos conceptuales y no modernos. Aquí coincidimos
con Juillard (2009), cuando indica que materialmente
hablando es difícil probar la incidencia de planificación
en términos arqueológicos, debido a que la preparación
física de un camino no implica necesariamente una
planificación. Además, conceptos como planificación
y construcción de caminos presentan variaciones de
una sociedad a otra. En consecuencia, creemos que
la estricta división interpretativa entre vías formales e
informales –no la especificación descriptiva– responde
a una noción generada desde el presente, a partir de
supuestos teóricos derivados de una actual vialidad en
términos referenciales, categorizando dicotómicamente Figura 5. Camino del Inka, Región de Atacama. Corresponde a
la variabilidad cultural vial de distintas sociedades la senda por donde transita el autor, demarcada por dos hitos y
senderos troperos (fotografía de Christian Vitry, 2010). Figure
prehispánicas e indígenas. 5. Inka Trail, Atacama Region. The author walks along the path,
Una concepción disímil de las clasificaciones demarcated by two stone landmarks, and parallel trails for beasts
modernas de caminos la ejemplificaban los lupaqas. of burden (photo by Christian Vitry, 2010).
24 Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino, Vol. 22, No 1, 2017

Figura 6. Senda en dirección suroeste, Camino Inka San Pedro de Cachiyuyo. Noreste de Inca de Oro, Región de Atacama (fotografía de
C. González, 2013). Figure 6. Path toward the southwest, Inka Trail, San Pedro de Cachiyuyo. Northeast of Inca de Oro, Atacama Region.
Arqueología vial del Qhapaq Ñan / C. González 25

De acuerdo a Bertonio (en Sánchez 2008: 107-116),


se reconocían tres tipos de caminos o thaqui: un “ca-
mino angofto”, llamado Hucchufa, kullko; un “camino
ancho”, denominado Haccancca thaqui; y el “Camino
Real” o tupu, relacionado con el accionar inka. Por
consiguiente, para los lupaqas las diferencias tipológicas
de los caminos no son definitorias para establecer una
división entre caminos y vías informales; menos para
ser interpretadas equivalentemente con sociedades
“complejas” o “simples”. Para los lupaqas todos ellos
eran caminos, independientemente de la presencia o
ausencia de formalización constructiva.
En una línea coincidente con nuestros plantea-
mientos críticos, Erickson (2000: 37-38) refiere que:

Las redes formales de caminos a menudo han estado ligadas


a organizaciones socio-políticas complejas tales como caci-
cazgos y estados en una perspectiva evolutiva (Earle 1991;
Trombold 1991a; Spencer & Redmond 1998; Heckenberger
1996). La planificación, construcción, uso y mantenimiento
de los terraplenes y otros trabajos de tierra estuvo necesari-
amente centralizada bajo un estado o cacicazgo. Creo que
sería un error equiparar a los terraplenes formalizados con
estados y a los caminos informales con sociedades simples. Figura 7. Camino del Inka, Región de Atacama. Traza despejada y
La organización laboral y las técnicas de ingeniería para con amontonamientos laterales (fotografía de C. González, 2006).
construir terraplenes no estaban más allá de la capacidad Figure 7. Inka Trail, Atacama Region. Cleared path with side stone
de grupos comunitarios pequeños. accumulations (photo by C. González, 2006).

Por estas razones, nos parece riesgoso equiparar con-


cretas manifestaciones arqueológicas camineras con con sus particularidades regionales y locales. De esta
formaciones sociopolíticas específicas (Earle 1991, 2009). manera, el Qhapaq Ñan connota el poder del Inka y la
Esto no quiere decir que neguemos la existencia de estas síntesis de antiguas tradiciones andinas, subsumiendo
definiciones, pero ellas parten de una correspondencia en muchos casos las rutas y los caminos de las socie-
determinista y generalista, que restringe los “caminos” dades preinkaicas.
solo a Jefaturas y Estados, descartándolos de otra clase Similar situación puede establecerse para las cla-
de sociedades (Earle 2009: 259, 268-269). Al respecto, sificaciones de caminos de primer o segundo orden,
cabe precisar que el Qhapaq Ñan presenta en Sudamérica primario y secundario, principales y menores, reales y
una diversidad de expresiones físicas viales, tanto de las secundarios (Rowe 1946: 229-230; González 1980: 70-
llamadas vías formales como informales (Raffino 1981; 71; Raffino 1981: 214-217; Agurto 1987: 38-40; Hyslop
Niemeyer & Rivera 1983; Santoro 1983; Hyslop 1984; 1992: 106-125; D’Altroy 2003: 290; entre otros). En una
Hyslop & Rivera 1984; Lynch & Núñez 1994; Stehberg posición distinta, Coello y Díaz (1995: 132) sostienen
1995; Vitry 2000; Raffino et al. 2001a; Castro et al. 2004; que especificar cuáles caminos inkaicos son principa-
Fresco 2004; Berenguer et al. 2005, 2011a; Muñoz & les o primarios y regionales o secundarios constituye
Chacama 2006; Nielsen et al. 2006; González 2007; una difícil respuesta. Martin (2002-2005: 33) también
Avilés 2008; Sánchez 2008; Hocquenghem et al. 2009; cuestiona estas definiciones, proponiendo el uso de
Santoro et al. 2010; Manzo et al. 2011; Moralejo 2011, categorías que no manifiesten jerarquías. Postulado
2012; Pavlovic et al. 2012; López 2013; entre otros). Lo que compartimos, porque estos criterios dependen, por
anterior no implica una derivación evolutiva de sen- lo general, del soporte interpretativo de los cronistas
deros a caminos (Earle 1991), sino más bien denota las (Rowe 1946; Iribarren & Bergholz 1972-1973; Gon-
características de un sistema vial estatal, premoderno, zález 1980; Raffino 1981; Hyslop 1984; D’Altroy 2003;
26 Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino, Vol. 22, No 1, 2017

7.150.000 R E G I Ó N D E A N T O FA G A S TA

Quebrada del Carrizo


Pampa del Carrizo
R E G I Ó N D E ATA C A M A
Quebrada del Ochenta
Quebrada de Doña Inés Chica Cachiyuyo
7.100.000
EL SALVADOR Cerro Indio Muerto
Llano San Juan

DIEGO DE ALMAGRO Río de La Sal


Pampa del Inca
Sierra Caballo Muerto

Probable Ruta Transversal


7.050.000 Quebrada de Chañaral Alto

INCA DE ORO

Tres Puntas

Quebrada Salitrosa

7.000.000 Medanoso

Llano de Llampos
ARGENTINA

Llano La Brea Llano de Chulo

COPIAPÓ

COPIAPÓ
0 40 km

6.950.000
350.000 400.000 400.500 500.000

SIMBOLOGÍA

Ruta Inka prospectada y Camino Lateral Proyección


reconocida en la Región de Atacama Qhapaq Ñan Camino Lateral

Figura 8. Reconstrucción de la ruta inkaica longitudinal en la Región de Atacama, con la ubicación de un camino lateral y una probable
ruta transversal inka. Figure 8. Reconstruction of the original Inka route in the Atacama Region, including the location of a lateral road
and a probable transversal Inka path.
Arqueología vial del Qhapaq Ñan / C. González 27

Figura 9. Senda angosta y recta del Camino Inka, al norte del oasis de Finca de Chañaral, Región de Atacama (fotografía de C. González,
2015). Figure 9. Narrow, straight path of the Inka Trail, north of the Finca de Chañaral oasis, Atacama Region (photo by C. González, 2015).

Hocquenghem et al. 2009; entre otros), con los sesgos Estas apreciaciones no pueden extenderse a toda
que ello implica (Ramírez 2008: 7). Sin embargo, esto la vialidad estatal inka (p. e., Martin 2002-2005: 33). Así
no le resta importancia a las fuentes etnohistóricas. En lo atestigua el Qhapaq Ñan del extremo meridional del
este sentido, nuestras observaciones se dirigen más bien desierto de Atacama que estamos investigando. Presenta
a la ponderación y contrastación del dato etnohistórico una extensión de más de 170 km desde la quebrada del
(Kaulicke 2004: 332) con un registro arqueológico re- Carrizo por el norte a Copiapó por el sur (fig. 8). Prácti-
flexivo, que no parta de supuestos y evite definiciones camente no presenta construcción formal ni un ancho de
funcionales a priori, tipologistas, como por ejemplo, en 3 o 4 m, sino menos, predominando una angosta senda
el caso de los tampus. de menos de 1 m en casi todo su trayecto (figs. 9 y 10).
En el ámbito clasificatorio, Hyslop refiere otro Debido a estas características, y siguiendo a Hyslop,
punto para sostener la relevancia de un camino inka en sería secundario. No obstante, este extenso tramo forma
el Tawantinsuyu, el ancho: “Los caminos inkaicos que parte del camino longitudinal inkaico que viene de San
sabemos de menor importancia (ver la sección siguien- Pedro de Atacama, atraviesa el Despoblado de Atacama
te), se caracterizan por dos factores relacionados con su y llega a Copiapó (González 2007), correspondiendo
ancho. Por un lado, estos caminos rara vez tienen más al denominado “camino de la Costa” o de los “Llanos”
de 3 o 4 metros de ancho; y por el otro, largos tramos (Sanhueza 2002: 106).
de los mismos son frecuentemente de construcción no Para Hyslop (1991: 30), los grandes caminos con
formal” (Hyslop 1992: 106). un ancho considerable y frecuente pavimentado podrían
28 Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino, Vol. 22, No 1, 2017

tener una significancia simbólica en un sentido político.


Creemos que no solo los caminos anchos y pavimentados
tendrían esa connotación, sino todos los caminos del
Tawantinsuyu, con independencia de sus características,
tamaños, anchos y funciones. Efectivamente, todos ellos
conforman un sistema vial con diferencias sintácticas y
pragmáticas, pero con una misma orientación semántica,
son los caminos del Sapaq Inka.

COMENTARIOS FINALES

Las determinaciones analizadas en este trabajo se han


asumido no solo como herramientas descriptivas, cla-
sificatorias, en la arqueología vial sudamericana –salvo
las excepciones señaladas–, sino como argumentos
interpretativos para efectuar el reconocimiento positivo
o negativo de “caminos” y para categorizar vías inkaicas
de diversa morfología. Por lo mismo, consideramos
que las estrictas tipologías entre rutas formales e infor-
males, como de caminos de primer o segundo orden,
primario y secundario, principales y menores, reales
y secundarios, han adquirido con el paso del tiempo
Figura 10. Senda del Camino Inka, al norte de Copiapó, Región
distinciones axiológicas. de Atacama (fotografía de C. González 2008). Figure 10. Path
Con lo tratado, no queremos dejar la impresión of the Inka Trail, north of Copiapó, Atacama Region (photo by C.
de que objetamos la diversidad de caminos inkaicos, González, 2008).
una diferenciación local por usos (Sánchez 2008: 107)
o la utilización de análisis micro y macromorfológicos sariamente inka, de un territorio determinado. Aunque
de caminos (Trombold 1991: 4-6). Tampoco negamos resulta innegable que la activación y funcionamiento
la definición descriptiva de caminos, senderos y sen- del camino obedece a una espacialidad impulsada por
das como expresiones viales formales e informales, el Inka, donde las poblaciones locales no son pasivas,
las diferenciaciones entre caminos construidos y no no es menos cierto que la focalización arqueológica
construidos (Juillard 2009) o la existencia de caminos del Qhapaq Ñan entrega evidencias para una mejor
inkas longitudinales, transversales y laterales, al contra- comprensión del sistema vial inkaico. Asimismo, pro-
rio de caminos principales y secundarios. Discutimos porciona antecedentes que pueden incorporarse al
la prevalencia de algunos elementos, explicitados a lo entendimiento de una ocupación inka en cualquier
largo de este trabajo, que fortalecen una visión analítica lugar del otrora Tawantinsuyu.
arqueológica que uniforma y generaliza las caracterís- Considerando estos aspectos, nuestro propósito
ticas viales del Qhapaq Ñan en Sudamérica. Refuerza central apunta a particularizar progresivamente una
esta visión la lógica circular del enfoque historicista arqueología vial orientada teórica, metodológica e
del Tawantinsuyu (McEwan 2006: 198) y el criterio interpretativamente hacia el análisis de los testimonios
de autoridad de Hyslop (1984).7 Esta convergencia del Qhapaq Ñan y sus problemáticas. De esta forma,
analítica busca abordar las definiciones tipológicas, destacamos en este ensayo algunos aspectos teóricos y
componentes, jerarquizaciones y funcionalidades del conceptuales, a partir de las especificidades sociales y
Qhapaq Ñan. culturales andinas del camino, distanciándonos de sus
Resulta indudable que las opiniones sobre el Camino preeminentes interpretaciones economicistas, como
del Inka se entrelazan con el entendimiento teórico e también de las comparaciones con otras expresiones
interpretativo de la ocupación inkaica y tardía, no nece- camineras imperiales (Roma, China), que presentan
Arqueología vial del Qhapaq Ñan / C. González 29

características distintivas y connotaciones culturales 5


De acuerdo a Cerrón-Palomino (2011), la palabra “Capac”
diferenciadas (Hitchner 2012; Kim 2012; entre otros). sería un término prestado de la lengua puquina.
6
En Argentina se cuenta con un antecedente puntual de un
Con esto buscamos, junto al colectivo de “vialólogos”
sistema de drenaje, en un paso labrado sobre superficie rocosa en
dedicados al estudio del camino inka, subrayar las poten-
el Shincal, Noroeste Argentino (Moralejo 2011: 106-110).
cialidades heurísticas de estas singulares manifestaciones 7
No minimizamos la magnum opus de Hyslop (1984), al
viales y precisar sus variabilidades regionales y locales, decir de Lippi (2000: 121), pues la ocupamos en varios de sus
las cuales representaron y posibilitaron, parafraseando contenidos, reconociendo sus indudables aportes; sólo diferimos
a Snead et al. (2009), la “inkaización en movimiento” de en algunas de sus ideas.
distintos territorios de la Sudamérica andina.

RECONOCIMIENTOS A los investigadores sudamericanos REFERENCIAS


del Qhapaq Ñan, especialmente a Cecilia Sanhueza, José Be-
renguer y Christian Vitry, por vuestra amistad. A la Ilustre Agurto, S., 1987. Estudios acerca de la construcción, arquitectura
Municipalidad de Diego de Almagro por su apoyo constante. A y planeamientos incas. Lima: cpc.
mi amiga Carmen Castells por su ayuda. A Marianne Cardale Almeida, E., 2015. El Camino del Inca en la sierra norte del
de Schrimpff, Leonor Herrera, Sofía Botero, Ronald D. Lippi, Ecuador. Tsafiqui 7: 73-87.
Eduardo Almeida, J. Roberto Bárcena, Sergio Martin y Reinaldo Amado, D., 2015a [2014]. Los Caminos del Inka en el valle del
Moralejo por sus gentilezas. Cusco. En El urbanismo inka del Cusco. Nuevas aportaciones,
C. Alfaro; R. Matos, J. A. Beltrán-Caballero & R. Mar, Eds.,
pp. 61-69. Cusco-Washington-Tarragona: Municipalidad del
Cusco-nmai-Smithsonian Institution-Universitat Rovira i
NOTAS Virgili. <https://www.academia.edu/22481682/EL_URBANIS-
MO_INKA_DEL_CUSCO._NUEVAS_APORTACIONES>
1
Abarca los actuales territorios de seis países andinos: Co- [Consultado 09-08-2016].
lombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina y Chile, donde se Amado, D., 2015b [2014]. Awkaypata y el camino ritual del Inti
conformó el Tawantinsuyu. Cuando nos referimos solamente a Raymi. En El urbanismo inka del Cusco. Nuevas aportaciones,
Sudamérica, aludimos a estos países. C. Alfaro; R. Matos, J. A. Beltrán-Caballero & R. Mar, Eds.,
2
Discusiones sobre la problemática de los tambos se en- pp. 140-149. Cusco-Washington-Tarragona: Municipalidad
cuentran en Chacaltana (2010) y González (2013). del Cusco-nmai-Smithsonian Institution-Universitat Rovira
3
Lugar, en geografía contemporánea, contempla un concep- i Virgili. <https://www.academia.edu/22481682/EL_URBA-
to dinámico y un proceso con interacciones sociales. Igualmen- NISMO_INKA_DEL_CUSCO._NUEVAS_APORTACIONES>
te, considera sus particularidades con el exterior, sin identidades [Consultado 09-08-2016].
únicas y esenciales, aunque con conflictos internos. A su vez, es Ananchev, G., 2013. Perceptions of landscapes of movement: phe-
singular, porque articula procesos globales y condiciones locales nomenology and the archaelogy of roman roads. <http://www.
históricas, permitiendo articular cuestiones globales e indivi- arch.ksu.edu/seamon/Ananchev_Roman_Roads_fall_2013.
duales (Souto & Benedetti 2011: 121-122). htm> [Consultado 15-02-15].
4
Por itinerario cultural se entiende una construcción, valga Argounova-Low, T., 2012. Narrating to road. Landscape Research
la redundancia, cultural, que se articula a lo largo del tiempo, 37 (2): 191-206.
incluso en la actualidad, como se ha constatado en varios paí- Astuhuamán, C., 2010. La red de sitios y caminos incas en la
ses andinos, incluido Chile. En la esfera caminera, corresponde sierra de Piura, Perú. Inka Llaqta 1 (1): 29-60.
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determinadas y dinámicas culturales, que deben ser especifica- Avilés. S., 2008. Qhapaqñan. Caminos sagrados de los Inkas. La
das en términos históricos. Reúne, además, diversos paisajes Paz: Producciones cima.
culturales y espacios geográficos. Se origina por el movimiento Ballivián, J.; A. Goytia & M. Michel, 2012. El Qhapaq Ñan
interactivo de personas, como de intercambios multidimensio- Urco y los tambos de Caquiaviri y Caquingora, aproxi-
nales, continuos y recíprocos, tanto de ideas, conocimientos, mación arqueológica. Anales de la Reunión de Etnología
como de valores entre distintas poblaciones de un país o re- 24: 169-189.
lacionado países y variadas regiones (Suárez-Inclan 2003). En Bar, A., 2013. Afectaciones históricas a la red vial inca y la necesidad
un sentido diacrónico, genera interrelaciones culturales en di- del estudio documentario de carreteras para la investigación
ferentes espacios geográficos y entre diversas poblaciones. Por y el registro de caminos prehispánicos. Cuadernos del Qhapaq
consiguiente, se destaca el carácter social, cultural y simbólico Ñan 1: 32-51.
de los itinerarios culturales. Bárcena, R., 1993-1998. El tambo real de Ranchillos. Mendoza,
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30 Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino, Vol. 22, No 1, 2017

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