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UNIDAD I

NOCIONES GENERALES
ESTRUCTURA DE LOS DELITOS CONTRA EL
PATRIMONIO

EL PATRIMONIO EN EL DERECHO PRIVATIVO Y SU


REPERCUSION EN EL DERECHO PENAL

Siempre ha sido un problema para resolver para el jurista del derecho


penal, la interrogante de saber si los conceptos de los institutos del
derecho civil o comercial tienen el mismo contenido cuando son
utilizados en el campo del derecho punitivo, o en su caso, tienen
conceptos diferentes. En efecto, el profesor Rojas Vargas concluye: lo
que se trata de saber es si el Juez debe darle a términos tales como
bien mueble, ajenidad (Que pertenece o corresponde a otra persona),
posesión, dinero, valor, depósito, comisión, administración,
propiedad, prenda, gerente, administrador, socios, etc., su
significación de origen, vale decir, el otorgado por el derecho civil,
comercial o societario. ¿o es que acaso tales vocablos jurídicos
adquieren en sentido especial propio cuando son utilizados en la
normativa penal?

Encontramos tres posiciones teóricas al respecto:


a. Es civilista, por el cual se afirma que el derecho penal debe
utilizar y aplicar los mismos conceptos que otorga el derecho
privado. Deben respetarse las significaciones de origen, estando
cerrado al derecho penal recrear los conceptos dados por el
derecho civil.
b. Teoría denominada autónoma o independiente, sostiene que el
derecho penal recibe los institutos creados por el derecho
privado, pero en su aplicación le otorga un contenido particular
de acuerdo a las exigencias de sus fines.
c. Teoría mixta o integradora, sostiene que el derecho penal
recepcionan los conceptos elaborados por el derecho privado y
los aplica respetando su significado original, sin embargo,
cuando se presentan conflictos lingüísticos no le está prohibido
al derecho penal recrear algunos conceptos por vía de
interpretación para un caso concreto.

De las tres teorías, los juristas peruanos, se han inclinado por la


tercera, es decir, por la mixta.

Rojas Vargas, considera correcta la teoría mixta, al tratarse


fundamentalmente de problemas de interpretación, y de semántica
jurídica aplicada a los fines superiores del derecho penal, la
recreación de los términos extrapenales –sean estos normativos o
naturales – solo se legitima en función de dichos fines y de las
posibilidades de los usos lingüísticos que brinde el lenguaje. Es más,
el autor citado, establece, el no tomarse en cuenta tales presupuestos
ocasionaría las siguientes indeseables consecuencias: a) desbordar
arbitrariamente las significaciones que brinda el idioma; b)
contradecir el principio de taxatividad de la ley; y c) incurrir en
analogía.

Por nuestra parte, nos quedamos con el concepto mixto, pero desde
un punto de vista moderado, esto es, si llega a determinarse que el
concepto del derecho privado resulta contrario a los fines del derecho
punitivo, el jurista, al momento de interpretar debe ampliar o
restringir sus alcances. Ello significa que el concepto seguirá siendo el
mismo con la diferencia que según el caso concreto para el derecho
punitivo interpretativamente el concepto será utilizado en su
acepción amplia o restringida.

El problema es de interpretación de la ley penal, en consecuencia


corresponde al jurista u operador jurídico, haciendo uso de los
métodos adecuados, determinar en cada caso concreto si el término
utilizado en el tipo penal tiene el mismo concepto al otorgado por el
derecho privado o, por el contrario tiene otro sentido. Al concluir el
intérprete que no tiene el mismo significado, en el caso concreto,
deberá recurrir al concepto original para finalmente ampliar o
restringir su contenido de modo que no oponga a los fines propios del
derecho penal.

No encontramos razones consistentes para que conceptos de


instituciones del derecho civil, comercial o tributario tengan
contenidos diferentes en el campo del derecho punitivo o
administrativo. Alegar y construir un sistema jurídico diferente y
después proponer conceptos diferentes para institutos con
denominación lingüística parecida dentro del mismo sistema, resulta
contraproducente y cuando no, pone al descubierto que el sistema no
tiene coherencia interna ni externa.

BIEN JURIDICO PROTEGIDO EN LOS DELITOS PATRIMONIALES:


PROPIEDAD O PATRIMONIO

A través del tiempo, las diversas legislaciones se han dividido, para


unas, el bien jurídico era la propiedad en tanto que para otras, lo
constituía el patrimonio. Tal división incluso permanece hasta la
actualidad (por ejemplo los Códigos Penales de Argentina, Chile,
Bolivia y Ecuador prefieren a la propiedad, en tanto que los Códigos
Penales de Brasil, México, Guatemala y Panamá prefieren al
patrimonio), trayendo como consecuencia lógica que los doctrinarios
del derecho penal también adopten posiciones divididas.

En el Perú, el Código Penal de 1863 recogía como bien jurídico de los


delitos patrimoniales a “la propiedad”. Incluso en el proyecto de 1916
todavía se propuso a la propiedad como el interés fundamental a
proteger. Sin embargo el legislador de 1924 siguiendo el proyecto de
Código Penal Suizo de 1918 prefirió e impuso el membrete de “Delitos
contra el patrimonio”. Denominación que perdura en el Código de
1991.

Los tratadistas peruanos siendo coherentes con el membrete “Delitos


contra el patrimonio”, se han adherido a la posición que sostiene que
el patrimonio es el bien jurídico que se pretende tutelar con esta clase
de conductas delictivas.

TEORÍAS SOBRE EL CONCEPTO Y NATURALEZA DE


PATRIMONIOS
Los teóricos del derecho penal han establecido diversos conceptos
para definir al patrimonio; ello ha generado diversas teorías siendo
las más caracterizadas las siguientes:

a. Concepto jurídico del patrimonio. Debe entenderse por


patrimonio de una persona, todos aquellos derechos y
obligaciones reconocidos subjetivamente por el derecho privado
o público. Esta teoría al tomar como eje central el aspecto
jurídico, en la actualidad no tiene seguidores. Ello debido a que
resulta poco pacifico determinar que se entiende por derecho
patrimonial subjetivo.

b. Concepción económica del patrimonio. Los penalistas al


sostener esta posición, afirman que se entiende por patrimonio
de una persona, es el conjunto de bienes con valor económico,
sin importar que estén o no reconocidos jurídicamente. Es decir,
el daño patrimonial se entiende como una efectiva disminución
económica del patrimonio de una persona. La principal objeción
a esta teoría, radica en el hecho que por medio de ella se
aceptaría el patrimonio de determinada persona esté
constituido también por bienes poseídos antijurídicamente.

c. Concepción mixta del patrimonio. Los tratadistas para


superar las deficiencias conceptuales de las posiciones
anteriores han conjugado los factores jurídicos y económicos y,
de ese modo, se ha construido la concepción mixta. Para esta
teoría vendrían a constituir el patrimonio de una persona, todos
aquellos bienes con valor económico y reconocidos o protegidos
por el derecho. En tal sentido, se incluyen en el patrimonio de
una persona solo los bienes con valorados económicamente,
pero siempre que estén en su poder con base en una relación
jurídica tutelada por el derecho. Esta es la teoría actualmente
dominante.

d. Concepción personal del patrimonio. Esta teoría aún en


elaboración, tomando como base la concepción mixta, sostiene
que el patrimonio de una persona está constituido por todos los
bienes susceptibles de valorización económica, y reconocidos
por el derecho, siempre y cuando posibiliten el desarrollo de su
personalidad. El patrimonio de una persona es una garantía
objetiva para el desarrollo de su personalidad.

De estas posiciones la que tiene mayor consenso en la doctrina es la


teoría mixta. En la literatura penal peruana por unanimidad
encontramos que los tratadistas se han adherido a esta concepción
para hacer dogmática de los delitos contra el patrimonio previstos en
nuestro Código Penal. Peña Cabrera afirma, que la característica del
concepto penal de patrimonio radica en el valor económico del bien
como en la protección jurídica que brinda la relación de una persona
con este bien. Igual postura asumen Villa Stein y Castillo Alva

Debemos entender que el Título V del Código Penal “Delitos contra el


Patrimonio”, el bien jurídico protegido lo constituye el patrimonio.
Entendido el patrimonio en sentido genérico y material como el
conjunto de obligaciones y bienes (muebles o inmuebles),
susceptibles de ser valorados económicamente y reconocidos por el
sistema jurídico como perteneciente a persona. En tanto que en
sentido específico para efectos de la tutela penal, constituyen el
patrimonio de una persona todos aquellos derechos reales
(principales: posesión, propiedad, usufructo, uso y habitación,
superficie y servidumbre; de garantía: prenda, anticresis, hipoteca y
derecho de retención) y obligaciones de carácter económico
reconocidos por el sistema jurídico. De ahí que algunos tratadistas
propongan que en lugar de hablar de delitos “contra el patrimonio”
debe establecer la frase de “derechos contra los derechos
patrimoniales” (Muñoz Conde, Rivacoba y Riva).

VALORACIÓN ECONÓMICA DE LOS BIENES

Los bienes para ser objeto de tutela penal deben ser susceptibles de
valoración económica. Quedan fuera de tutela punitiva todos aquellos
bienes sin relevancia económica, así para la persona tengan el
máximo valor sentimental e incluso sirvan para su desarrollo normal
de su personalidad. En efecto, “las cosas con exclusivo valor afectivo
(fotografías, imágenes, cabellos del ser amado, hojas de un árbol
exótico, recuerdos de un viaje, cenizas del familiar cremado, etc.) y
desprovistos objetivamente de valoración pecuniaria en el tráfico
comercial-industrial-financiero, carecen de interés para el derecho
penal en cuanto objetos físicos de tutela penal, no integrando el
concepto de patrimonio y por lo mismo no son susceptibles de
constituir objeto material de los delitos patrimoniales”.

Esta conclusión tiene dos argumentos:

Primero, para entender los delitos previstos en nuestro Código Penal


se adopta como base la concepción mixta respecto del patrimonio,
esto es, se entiende por patrimonio en sentido genérico, todo bien
susceptible de valoración económica reconocido por el derecho. Todo
bien no valorado económicamente ni reconocido por el derecho,
queda fuera del concepto penal de patrimonio.

Y segundo, las figuras punibles que atentan contra el patrimonio


recogidas en nuestro Código Penal, encontramos el artículo 444°,
modificado por la Ley N° 29407, del 18 de setiembre de 2009, en el
cual se exige que el bien dañado o hurtado debe ten un valor superior
a una remuneración mínima vital para constituir delito, caso
contrario, constituirá faltas contra el patrimonio. Igual criterio
encontramos en el segundo párrafo del 444° y en el inciso 1 del
artículo 445°. En este último numeral, el legislador hace mención a un
bien de escaso valor económico. En suma, legislativamente se exige
que el bien tenga valor económico.

Otro tema en la doctrina penal peruana radica en responder la


siguiente interrogante: ¿los hurtos y los daños agravados requieren
de una cuantía especial o la cuantía es irrelevante?. Existen dos
posiciones:

La primera posición, afirma para estar frente al delito de hurto


agravado se requiere necesariamente que el valor del bien sobrepase
una remuneración mínima vital. Se fundamenta esta posición en la
circunstancia que el artículo 186° del Código Penal prevé pena
privativa de libertad de mayor gravedad respecto de la prevista para
el supuesto del artículo 185°, siempre y cuando el hurto sea cometido
con las agravantes que allí se señala.

Primero debe establecerse si el valor económico de Io hurtado


sobrepasa el monto de una remuneración vital que exige el artículo
444° del Código punitivo modificado por Ley 29407. Si lo sustraído
tiene un valor pecuniario por debajo de una remuneración mínima
vital, no se configura el delito de hurto agravado, constituyendo tal
hecho así haya agravantes en faltas contra del patrimonio. Esta
posición se fundamenta en el mayor desvalor del resultado, dejando
de lado el mayor desvalor de la acción que debe tomarse en cuenta
para hacer hermenéutica jurídica de los delitos patrimoniales. Caso
contrario, también tendremos que exigir cuantía significativa para el
delito de robo.

La segunda posición, el hurto agravado para efectos de su


configuración no requiere el valor de lo hurtado sea superior a una
remuneración mínima vital. Respetando el principio de legalidad, base
fundamental de nuestro derecho penal, se afirma convenidamente al
tratarse de supuestos de hecho totalmente diferentes a lo previsto
artículo 185° y en el artículo 186° del Código Penal, su configuración
también exige elementos diferentes. En efecto, el hurto agravado,
previsto en el artículo 186°, adquiere total autonomía del hurto
simple previsto en el artículo 185°, en consecuencia, al exigirse
taxativamente en el artículo 444° un monto superior a una
remuneración mínima tan solo para el supuesto de hecho del artículo
185°, debe concluirse en forma lógica y coherente que nuestro
sistema punitivo no exige cuantía para configurarse el delito de hurto
agravado. Rojas Vargas sostiene, desde las determinaciones
normativas establecidas en el Código Penal la solución a tal
problemática cede ante la preeminencia de la taxatividad de la norma
penal, solo el hurto y daños básicos (artículos 185° y 205°) al
referente económico pecuniario. Solo es necesario el valor del bien
hurtado, sea susceptible de valoración económica.
Jurisprudencialmente esta posición se ha impuesto. En efecto, el
Acuerdo Plenario N° 4-2011/CT-l 16 del 6 de J 2011, ha establecido
como doctrina legal “el hurto agravado no requisito del quantum del
valor del bien para su configuración”.

Se tiene por descontado que el valor del bien hurtado influirá en la


convicción del juez al momento trascendental de individualizar la
pena a imponerse al acusado (incisos 1 y 2 del artículo 46° del C.P),
debiendo escoger entre un mínimo de tres y un máximo de seis años
de pena privativa de libertad. No se requiere de aptitudes
excepcionales para concluir que si el bien no tiene mayor valor
económico, se le impondrá la pena mínima al acusado por delito de
hurto agravado.

Igual ocurre con el delito básico de daños previsto en el artículo 205°


y las modalidades agravantes sancionadas en el artículo 206° de
Código Penal.

Nosotros, nos adherimos a la segunda posición, pues resulta más


coherente para interpretar los delitos contra el patrimonio tal y
conforme aparecen redactados en nuestro texto punitivo.

RELACIONES C0N 0TRAS RAMAS DEL ORDENAMIENTO


JURIDICO

En el análisis y desarrollo de los diferentes tipos penales


comprendidos dentro de los distintos delitos contra el patrimonio,
puede observarse la frecuente utilización por parte del legislador
penal de términos jurídicos empleados también en otras ramas del
ordenamiento jurídico, especialmente en el Derecho civil. Esto ha
suscitado la necesidad de optar entre mantener el mismo contenido
que tales términos tienen en otras ramas, o concederles el significado
propio a los efectos del Derecho penal.

A este respecto, se han sostenido distintas posiciones, entre las que


destacan:

1. Concepción privativa dependiente del Derecho penal o


teoría sancionatoria del Derecho penal: es la posición
tradicional, según la cual el Derecho penal sería accesorio del
Derecho civil a la hora de definir y atribuir un significado a los
términos jurídicos recogidos en la descripción legal de los
diferentes tipos penales, cuando estos procedan de esta rama
del ordenamiento jurídico.

2. Concepción autonomista Pura o Teoría Autónoma del


Derecho Penal: se parte del carácter constitutivo y no
meramente sancionador del Derecho penal, considerando que
los conceptos utilizados por el Derecho penal poseen un
significado y contenidos propios e independientes de otros
sectores del derecho.

El punto de partida de esta tesis es el hecho de la existencia de


una divergencia terminológica, en donde, posiblemente, haya
también una plena concordancia; sin embargo, no puede
rechazarse a priori que los conceptos elaborados en otras ramas
del Derecho carezcan de validez en el Derecho penal.

3. Concepción de la interpretación teleológica: actualmente


se defiende una tercera corriente, buscando el significado de los
términos empleados por el Derecho penal en base a una
interpretación fundamentalmente teleológica de los concretos
tipos penales. Se afirma, es un problema de interpretación,
debiendo resolverse en cada caso particular. Se parte, por
consiguiente, de la aceptación de los conceptos elaborados en
otras ramas del ordenamiento jurídico; pero éstos han de ser
examinados a la luz de las normas jurídico- penales a fin de
verificar si ese significado se adapta o no a los fines
perseguidos por el Derecho penal. De esta manera, no se
transgreden áreas de otras ramas del ordenamiento jurídico,
evitando las confusiones terminológicas que dificultan las
soluciones de problemas jurídicos.

CLASIFICACIÓN DE LOS DELITOS PATRIMONIALES:

Según la doctrina, los delitos patrimoniales pueden clasificarse en


función de dos criterios:
a) Según se obtenga un determinado enriquecimiento se
distinguen:

1. Delitos de enriquecimiento: Son aquéllos en que el sujeto


activo busca una determinada ventaja patrimonial -hurto,
estafa, apropiación ilícita-, pudiendo llevar a cabo la obtención
de tal ventaja a través de diferentes modalidades que,
fundamentalmente, son de apoderamiento (hurto, robo) o de
defraudación, determinando la relación entre sujeto activo y
pasivo (engaño, confianza, etc.). Lo distintivo es el ánimo de
lucro identificado con el enriquecimiento, aunque haya casos en
los que ese enriquecimiento no se obtiene de manera efectiva,
como por ej., si el sujeto se apodera de un ganado enfermo que,
además de morirse, destruye su propio ganado.
2. Delitos sin enriquecimiento: Son aquellos en que el sujeto
activo sólo persigue un perjuicio del sujeto pasivo -daños. En
esta clasificación se parte de la consideración económica del
patrimonio, que es la más sencilla desde un punto de vista
sistemático.

b) Según el objeto material sobre el que recae el


comportamiento típico pueden clasificarse en:
1. Delitos que recaen sólo sobre bienes muebles: hurto, robo,
apropiación ilícita, receptación.
2. Delitos que recaen sólo sobre bienes inmuebles: usurpación.
3. Delitos que recaen sobre bienes muebles e inmuebles: estafa
extorsión, daños.

DELITOS DE HURTO Y ROBO

HURTO
Art.185.- El que, para obtener provecho, se apodera ilegítimamente
de un bien mueble, total o parcialmente ajeno, sustrayéndolo del
lugar donde se encuentra, será reprimido con pena privativa de
libertad no menor de uno ni mayor de tres años. Se equiparan a bien
mueble la energía eléctrica, el gas, los hidrocarburos o sus productos
derivados, el agua y cualquier otra energía o elemento que tenga
valor económico, así como el espectro electromagnético y también
los recursos pesqueros objeto de un mecanismo de asignación de
Límites Máximos de Captura por Embarcación.”

BIEN JURÍDICO Y ANOTACIONES PRELIMINARES


El bien jurídico objeto de tutela en el marco del tipo penal previsto en
el artículo 185° del C.P., en un principio se diría que es la
«propiedad», en tanto la redacción normativa acoge el término
«ajenidad», lo que da entender de forma primera, que el propietario
de un bien mueble nunca podrá ser sujeto activo de esta infracción
legal. Sin embargo, el tema amerita una mayor profundización, más
aun cuando el legislador nacional no decidió incluir en el catalogo
delictivo una tipificación penal específica, cuando el autor del hecho
punible es quien se apodera de la cosa mueble.

Veremos entonces, si nuestra ley positiva se inclina por tutelar


únicamente la propiedad o, si también se incluye la
«posesión».

La doctrina española, GONZÁLEZ RUS, señala que la determinación


del bien jurídico debe diferenciarse entre el hurto propio del art. 234°
y el furtum possesionis del art. 236°. En el primer caso es evidente
que lo protegido es la propiedad; de otra forma, no tendría sentido
condicionar la aparición del delito a la voluntad del dueño. Como
consecuencia, agrega el autor, en el hurto propio del art. 234° no
puede ser sujeto pasivo más que el propietario aunque a quien se le
sustraiga la cosa sea al poseedor, al depositario o al mero tenedor; lo
que permite distinguir, a estos efectos, entre sujeto pasivo del delito y
sujeto pasivo de la acción. Existiendo, otra postura, la de Muñoz
Conde, quien sostiene que el bien jurídico protegido sería la posesión.

Para Donna, en el hurto se protege el poder, el dominio, la relación de


hecho entre la persona y la cosa, como poder autónomo sobre el
objeto. De tal suerte, carece de significado para apreciar la conducta
del ladrón el título en virtud del cual se tiene la cosa.

En nuestro caso, que no existen una disposición penal específica que


recrimine la conducta del propietario que se apodera de un bien
mueble que se encuentra bajo custodia de otra persona en el delito
de Hurto, que la ejerce en virtud de un título sea un depósito,
comodato o prenda; siendo así, la conducta del dueño de la cosa será
atípica, por lo tanto impune. Lo cual no creemos que haya sido la
intención del legislador, a partir de la ratio legis, que siempre debe
sujetarse a la función esencial del Derecho penal: la protección
preventiva de bienes jurídicos; por tales motivos la posesión no puede
quedar al margen de la protección que se concretiza con el tipo penal
del hurto.

Ha de verse que la propiedad a partir de su acepción jurídica,


constituye el poder jurídico que permite usar, disfrutar, disponer y
reivindicar un bien, con arreglo al artículo 923° del CC; lo que implica
que al violentarse el derecho de propiedad, se está vulnerando
también el ius posessionis, de conformidad con el artículo 896° del
CC, por lo que podría decirse en todo caso, que si bien el delito de
hurto tiende a proteger preferentemente la propiedad, con ello
también a la posesión, no es menos cierto que en ciertas
circunstancias sólo ha de tutelar derecho a la posesión, pues de no
ser así, quedaría al margen del ámbito de protección de la norma,
aquellas conductas por las cuales el propietario no poseedor sustrae
del ámbito de dominio del poseedor no propietario un bien mueble;
así también cuando el apoderamiento se realiza mediante violencia
y/o amenaza (robo). El ordenamiento jurídico regula las vías lícitas,
por las cuales el propietario tiene la posibilidad de recuperar un
determinado bien mueble, de quien la está poseyendo sin contar con
un título, de lo contrario se estaría promoviendo propiamente la
apropiación de la cosa por vías de hecho, lo cual resurta cuestionable
desde cualquier consideración de los principios que rigen en un
Estaco de Derecho. Cuestión distinta es cuando la sustracción la sufre
el poseedor no propietario en manos de un tercero, en estos casos,
sujeto pasivo de la propiedad es el dueño, pero sujeto pasivo de la
posesión es el tenedor legítimo.

Lo sostenido no quiere decir, que no se pueda otorgar un mayor


acento de disvalor jurídico-penal, cuando se atenta puramente contra
la propiedad, púes de tal forma se impide el derecho de enajenar el
bien. Factor de mayor antijuricidad, que puede ser valorado por el
juzgador, al momento de la determinación judicial de la pena.

Nuestra postura se condice con lo argumentado en las líneas


preliminares cuando se dijo que el ladrón también puede ser
considerado sujeto pasivo de este delito, siempre y cuando aún se
encuentre vigente la presunción de tutela jurídica; debemos agregar,
que la interpretación de la norma penal puede verse sesgada cuando
se acogen posiciones doctrinarias foráneas, que aluden a otro sistema
legal.

No obstante lo acotado, el legislador Incluyó una conducta que tipifica


la acción que realiza el dueño (sujeto activo), de sustraer un bien
mueble, de quien lo tenga legítimamente en su poder, con perjuicio
de éste o de un tercero; concretamente en el artículo 191° CP en el
capítulo sobre “apropiación ilícita” lo cual a todas es “asistemático”,
en la medida que el bien lo obtiene mediante una modalidad típica de
apoderamiento, privativa de los delitos de hurto. Se hubiera preferido
en todo caso, que la tipificación autónoma, se hubiera incluido en las
figuras comprendidas en el capítulo de Hurto.

Siendo así, el dueño de la cosa, de todas formas no puede ser sujeto


activo del delito de Hurto, considerando que la posesión que la
posesión también es objeto de tutela por parte de esta figura
delictiva.

Otro aspecto importante es el referido a la valuación del bien mueble


que es objeto de sustracción y/o apoderamiento; cuestión importante
a saber, en mérito a la distinción esencialmente cuantitativa que ha
efectuado el legislador, a fin de delimitar los delitos con las faltas
contra el patrimonio.

Mientras que el delito puede ser definido como aquella acción u


omisión típica, penalmente antijurídica, culpable y punible
merecedora y necesitada de pena; la falta es también una conducta
humana que importa una contradicción a la antijuridicidad y al
carácter típico de la norma, pero que por su menor contenido de
reprobación jurídica y social, desencadena la imposición de una
sanción de menor repercusión lesiva para con el autor.

Sin embargo, como se advierte de las últimas formulaciones político-


criminales, que recogen aspiraciones en puridad criminalizadoras de
la sociedad, ha incidido en una tendencia punitivista, de reducir de
forma significativa la frontera determinadora, en lo que a las faltas
contra el patrimonio se refiere, puesto que por efectos de la sanción
de la Ley N° 28726 del 09 de mayo del 2006, se ha reducido de 4
RMV a 1 RMV, a fin de criminalizar un mayor número de conductas
que atentan contra el patrimonio de los ciudadanos. Se cree,
ilusamente, que con medidas de esta naturaleza se va a poder
disminuir la tasa creciente de la criminalidad, lo que a la postre
significa que en un mayor número de personas, podrán ser
albergadas en una prisión, con el consiguiente riesgo del contagio
criminal; cabiendo destacar, que por su mayoría, los que se dedican a
sustraer celulares u otros bienes de baja estimación dinerada son
jóvenes, los cuales después de un ingreso carcelario no cometerán
hurtos, sino robos.

TIPICIDAD OBJETIVA
Sujeto activo; en principio, puede ser cualquier persona, pero de
acuerdo a lo antes expresado, debe ser necesariamente una persona
ajena al propietario de la cosa, al menos que se trate de un
copropietario; eso sí sólo puede serlo una persona psicofísica
considerada. El propietario que sustrae el bien de quien la posea
legítimamente no comete hurto; su adecuación corresponde al delito
de apropiación ilícita descrito en el artículo 191 del Código penal.

Si el poseedor no propietario se niega a entregar el bien mueble, que


le fue entregado en virtud de un título no cometerá la infracción
delictiva en análisis, sino estará incurso en el tipo penal de
apropiación ilícita.

Sujeto pasivo; se dice en la doctrina que puede ser cualquier


persona, más de forma precisa debe ser siempre el propietario del
bien mueble; en este caso, no sólo la persona natural sino también la
persona jurídica. De todos modos, cabe advertir una doble cualidad,
cuando la posesión la tiene una persona ajena al dueño; pues sujeto
pasivo de la acción será el tenedor, y sujeto pasivo del delito, lo será
siempre quien ejerce el título. Si se trata de un bien que responde a
varios copropietarios, cada uno de ellos será considerado como
ofendido.

La conducta delictiva y de acuerdo a la redacción normativa


propuesta en el artículo 185°, define a los bienes muebles, que según
la postura mixta, debe tratarse de un bien susceptible de ser
cuantificado de forma dineraria en el mercado, cuyo valor debe ser
superior a una RMV, pues si el valor está por debajo, el hecho será
constitutivo de una falta.

Bien, será todo elemento integrante del patrimonio, de naturaleza


material, cuya titularidad corresponde a un individuo, que para
efectos penales debe ser susceptible de ser valorado
económicamente; en consecuencia, los derechos inmateriales, como
los autorales, son objeto de incriminación en una titulación especial.
Sin embargo, los títulos valores, al recoger un contenido patrimonial
cambiario, sí pueden ser objeto de este injusto penal.

En la legislación penal española se hace alusión a la «cosa». Suele


afirmarse que el carácter material o corporal de la cosa excluye como
objetos idóneos de los delitos de apoderamiento todos aquellos que,
impropiamente, se entienden que carecen de masa o sustancia; así,
las energías, gases y líquidos, mientras no se encuentren envasados.
GONZÁLES RUS, establece: “cosa es todo objeto con un valor
económico determinado o determinable que puede ser objeto de
derechos patrimoniales”, lo que obliga a excluir del concepto a la luz
natural o al aire, respecto de los que no puede establecerse relación
patrimonial alguna. Debe por tanto, ser un objeto valuable
económicamente, debidamente individualizado y susceptible de ser
removido, mejor dicho de ser desplazado de un lugar a otro. Lo dicho
con independencia de los bienes que se hacen alusión en el segundo
párrafo del articulado en cuestión, pues puede que éstos sí sean
objeto de sustracción; así en el caso de la sustracción de las líneas
telefónicas o de los cableados de energía eléctrica, sea en agravio del
Estado o de los particulares.

Bienes muebles
Si bien podemos partir de una acepción propiamente del Derecho
civil, de lo que debemos entender por «bien mueble», no es menos
cierto, que resulta indispensable construir un concepto que nos sirva
en Derecho penal, a fin de acoger la ratio de la norma, con arreglo a
la función tutelar del ius puniendi estatal.

Para el Derecho civil, según se desprende del artículo 886°, son todos
aquellos que pueden ser objeto de apropiación, sean en derechos
materiales y/o inmateriales; dejando una cláusula abierta, tal como se
expone en el inc. 10) del articulado; complementándose este
dispositivo con los partes integrantes y accesorios, de conformidad
con los artículos 887° y 888°. De este, modo, el concepto penal de
cosa mueble es más amplio y más estricto que el civil.

De la lista que se glosa en el artículo 886° del CC, podemos rescatar


los siguientes: los vehículos terrestres de cualquier clase, los títulos
valores de cualquier clase o instrumento donde conste la adquisición
de créditos o derechos personales, los demás bienes que puedan
llevarse de un lugar a otro.

Entonces, en el concepto penal de «bien mueble», están


comprendidos todos aquellos objetos de naturaleza inmaterial o
material, siempre y cuando puedan ser susceptibles de valoración
económica y de ser desplazados de un lugar a otro.

Son varios los objetos en cierta forma, que pueden traen a lugar
cierta discusión; primero, los objetos extra comercio, en este caso las
drogas, alucinógenos, etc., siempre que su comercio se encuentre
prohibido por las normas legales, no pueden recaer bajo la tutela del
hurto, no se puede hablar en este caso de dueños o dígase de
verdaderos titulares. Ni bien se produce una incautación de droga, por
ejemplo marihuana, a una persona ajena al dueño, el burrier por
ejemplo, su verdadero “propietario", no puede reclamar en ningún
caso su devolución, en tanto, son sustancias de ilícito comercio;
cuestión distinta resulta del consumidor, del drogo-dependiente. Por
su parte, los órganos humanos, como el riñón, el vaso, etc., importan
partes del cuerpo humano, que no son considerados como bienes
“muebles” y, si ello sucede el tipo penal aplicable es el de lesiones,
según lo previsto en el artículo 121° del C.P. Sin embargo, más allá de
las calificaciones formales de los objetos, hay que acudir a la realidad
práctica para decidir si efectivamente son objeto de mercado y se Ie
atribuye valor económico. Existe un mercado legal de venta de
sangre, y en algunos casos los cadáveres pueden ser objeto de
comercio, por ejemplo para las universidades, academias, etc. La
diferencia de esta figuraron la del artículo 318° incisos 1 y 3
(profanación y sustracción de cadáveres), es que el cadáver se
encuentra dentro del comercio.

En cuanto a los animales, si bien no se puede decir de forma rigurosa


que se tratan de «bienes muebles», resulta más que evidente que
aquéllos se encuentran valorados en el mercado, pues su venta es
algo legal, canes que pueden llegar a precios superiores a los
quinientos dólares, que decir de los caballos de carrera, cuyo valor
asciende fácilmente al precio de un vehículo del año. Son susceptibles
de individualización, de desplazamiento y de valoración dineraria,
pero su particular naturaleza determinó que el legislador construya
una tipificación penal autónoma, que se contrae de los injustos que se
contemplan bajo el rubro de «Abigeato», siempre y cuando se cumpla
con las condiciones que hacen de aquéllos su denominación como
«ganado».

Finalmente en cuanto a los título valores, debe considerarse que lo


que es objeto de tutela no es el documento en sí, sino el valor
cambiario, los derechos patrimoniales que se encuentran
incorporados al mismo, siempre y cuando se reúna los requisitos
esenciales, según su naturaleza’, para su circulación,, en sujeción a la
normatividad aplicable; (...) su mera posesión permite hacer efectivo
el valor a él incorporado por cualquier poseedor, hay unanimidad en
cuanto a que el valor a tener en cuenta es el valor que el titulo
representa; siempre y cuando haya mediado un acto de
apoderamiento y/o de sustracción y el agente este en posibilidad de
obtener un provecho para sí o para un tercero, pues si se alteran
intencionalmente los datos del mismo, sería un acto de estafa (abuso
de firma en blanco) y, no de hurto.

Hoy en día, se pone de relieve una nueva criminalidad en el ámbito


de los delitos patrimoniales, haciendo uso de las bondades de la
evolución incesante de la ciencia y la tecnología. El internet, permite
a los usuarios realizar una serie de adquisiciones, pagos de toda
índole, compras, colocando el código de la tarjeta de crédito del
cuenta correntista; lo que es aprovechado por personas
inescrupulosas para hacerse pasar por los titulares de las cuentas -en
algunos casos- y, en otros, simulan ser proveedores de ciertos servicios, asumiendo
la denominación de marcas y/o empresas de prestigio en el mercado para engañar
impunemente a los consumidores; lo que pone en discusión, si se trata de un acto
típico de apoderamiento y/o sustracción que puede ser cobijado bajo la fórmula
normativa del artículo 185°.

Bien total o parcialmente ajeno


Primer punto a saber es que el elemento «ajenidad» como elemento normativo de la
construcción típica, despliega repercusiones en realidad significativas, tanto desde un
aspecto objetivo como subjetivo.

La redacción normativa, menciona que el bien mueble que es objeto de sustracción y/o
de apoderamiento debe ser “ajeno”, quiere decir esto, que el agente no debe detentar
ningún título que lo ampare, de acuerdo a lo estimado en el punto sobre el sujeto
activo del delito.

Ajeno, en principio serán todos aquellos objetos que no se encuentran reconocidos


como propiedad de un individuo por parte del ordenamiento jurídico, quien no es
propietario de una cosa.

Por otro lado, para que se pueda configurar el hurto, el bien mueble tiene que tener un
propietario reconocido, sin que sea necesario que el autor, deba saber quién es el
dueño. Ello trae consigo la siguiente consecuencia: cuando el agente se apropia de un
objeto que no tiene dueño, no comete el delito de hurto; pero sí, se trata de una cosa
pérdida responderá según el tipo penal previsto en el artículo 192° inc. 1) del C.P.

Se excluyen, también, por tanto, las cosas de nadie (res nullius) y las cosas
abandonadas (res derelictae), porque ambos tipos de objetos carecen por definición de
titular, lista a la cual se agrega, las cosas extra-comercio (drogas, armas, etc.), pues no
cuentan con los elementos necesarios para ser objeto material del delito.

La ajenidad del bien hay que valorarla conforme al estado jurídico actual del objeto,
quien tiene sólo una expectativa no puede decirse dueño de la misma, como son los
derechos hereditarios, hasta que no muera el causante, los bienes, derechos y activos
no ingresan al acervo patrimonial del heredero.

En el caso de la adquisición de bienes muebles, como automóviles mediante los


denominados créditos leasing, se dice que la propiedad no será reconocida, mientras
no pague el total de las letras convenidas; por lo que si el poseedor, es despojado de
forma ilegítima por un tercero, el sujeto pasivo será el Banco y, no el tenedor, al
margen que se le deba reconocer las cuotas ya canceladas.

Ahora bien, dice el tipo penal que la cosa sustraída, puede tener lugar en el marco de
una co-propiedad. Dicho en otras palabras, cosa ajena es toda aquella que pertenece a
un patrimonio que no sea el del agente, y, en cambio, resulta parcialmente ajena
cuando el agente tiene algún derecho sobre la cosa, es decir, que resulta condómino o
comunero hereditario sobre algún bien.
¿Cuándo estamos ante la figura de la copropiedad?. Hay copropiedad cuando un bien
pertenece por cuotas ideales a dos o más personas, según se desprende del artículo
969° del CC; en este caso las cuotas de los copropietarios se presumen ¡guales, salvo
prueba en contrario, así lo dice el artículo 970° (in fine). En este caso al identificarse
cuotas indivisas, siendo cuotas ideales, no es factible hablar de apoderamiento de un
bien parcialmente ajeno; (...) pues mientras no se produzca la división de ella (si es
divisible) no se puede hablar de ajenidad de la cosa (podrá haber abuso en el ejercicio
del derecho, ilegitimidad, etc., pero no hurto).

Por consiguiente, para que se pueda configurar el hurto en este supuesto, previamente
deberá haber un proceso de partición y división del bien común, de conformidad con el
inc. 1) del artículo 992° del CC, en virtud del cual el ex copropietario, se apodere de una
porción del bien que la pertenece al otro. Así, sucederá por ejemplo, en el caso del
fenecimiento de la sociedad de gananciales, luego de haberse disuelto el vínculo
conyugal, puesto que dicho patrimonio mientras está vigente determina un patrimonio
común, de cuotas indivisas, con arreglo a los artículos 301° y 318° del CC. El artículo
315° del CC, establece que para disponer de los bienes sociales o gravarlos, se requiere
de la intervención del marido y la mujer. Empero, cualquiera de ellos puede ejercitar tal
facultad, si tiene poder especial para ello.

Modalidad típica
El verbo rector que se pone de relieve en esta tipificación penal, es el
«apoderamiento», como medio por el cual el agente logra una nueva posesión
(ilegítima), sobre el bien mueble privando del ejercicio de los derechos reales a su
titular (sujeto pasivo).

Como se ha sostenido con corrección, el bien -objeto material del delito-, debe ser
desplazado a otro lugar distinto al cual se encontraba originariamente, a fin de poder
concretizarse la nueva esfera de custodia por parte del sujeto activo; importa una acto
de desplazamiento, que toma lugar mediante el apoderamiento de la cosa. A diferencia
de la estafa donde el desplazamiento del bien, es efectuado por el propio sujeto pasivo,
mediando engaño.

Soler, dice, que la acción de apoderarse típica para el hurto debe consistir en la acción
de poner bajo su dominio y acción inmediata una cosa que ante de ello se encontraba
en poder de otro. La acción de apoderarse, debemos fijarla conceptualmente conforma
le estructuración típica del delito de hurto, tomando en cuenta los móviles que
persigue el autor, en correspondencia con su estado consumativo.

Los medios
El hurto a diferencia del robo, supone violencia y fuerza sobre las cosas, mientras que
el segundo violencia y/o amenaza sobre las personas. De todos modos, el agente del
delito de hurto revela ciertas técnicas de apoderamiento, que a veces hace de difícil su
distinción con el robo.

Es de verse que ciertos apoderamientos, que sin estar dirigidas a ejercer violencia,
coacción o amenaza sobre las personas, pueda llevar un cierto plus de violencia; en las
calles del centro de Lima, puede observarse a diario, como ciertos cogoteros arranchan
de sus tenedoras, collares hasta aretes, con destreza, que a veces puede producir cierta
afectación en la esfera somática de la víctima, no por ello, constitutivo del delito de
hurto. Respecto de la violencia o la intimidación, porque, (...) el robo requiere de cierta
intensidad en la coacción física o moral y que ésta se utilice para conseguir o asegurar
el apoderamiento, de modo que seguirán en el ámbito del hurto los apoderamientos
violentos que no alcancen la entidad que requiere el art. 242° (CP español) o que no
guarden relación con la sustracción de la cosa, medio que requiere mayor destreza y,
de cierta forma, revela una mayor peligrosidad al ingresar al campo del hurto agravado.

En el supuesto en que el agente aprovecha que la víctima está liándose a golpes con
otro individuo, y se cae su billetera al piso, para apoderarse de ella, será también un
caso típico de hurto; no se puede de ninguna forma unir ambas secuencias, para poder
construir una imputación delictiva a título de robo, pues para ser coautores se requiere
de una codecisión del plan criminal, y una división de las tareas, que no se advierte en
dicho ejemplo.

TIPICIDAD SUBJETIVO
Es esencialmente doloso, pues la esfera subjetiva del agente viene precedida por el
dolo conciencia y voluntad de realización típica; el autor debe dirigir su conducta a fin
de hacerse un patrimonio ajeno, sabiendo de antemano que el bien es total o
parcialmente ajeno, por tanto, la esfera cognitiva de cubrir todos los elementos
constitutivos de tipicidad penal, incluida la ilegitimidad que como se dijo antes, es un
elemento innecesario, de tal forma que el agente deliberadamente se apodera de un
bien, pretendiendo ejercer una nueva esfera de custodia.

Según la descripción típica en cuestión, no encontramos objeción, a que se admita el


dolo eventual; bastando pues, con la conciencia del riesgo de lesión del bien -objeto de
tutela.

El dolo importa que el autor conduzca su comportamiento mediante un acto de


apoderamiento, que habiendo desplazamiento, pues el bien es susceptible de
aprehensión, pueda tener de él una nueva esfera de custodia, que le permita actos de
disponibilidad sobre el mismo.

Sin duda, en la esfera del tipo subjetivo del injusto, el agente puede estar incurso en un
error acerca de la propiedad del bien; cuando la maleta que se apodera es idéntica a la
suya propia, segundo caso. Cada caso concreto deberá ser analizado por el juzgador a
fin de establecer, sí se trata de un error vencible o invencible todo dependerá de los
elementos con que contaba el autor al momento del hecho para salir del error.

De la redacción normativa se desprende que no es suficiente para acreditar el tipo


subjetivo del injusto el dolo, pues se requiere sumar un elemento ajeno a él, de
naturaleza «trascendente», se habla pues que el agente debe apoderar el bien para
“obtener provecho-, quiere decir esto, que quiere para si el objeto para que le reporte
una determinada utilidad. Si bien el tipo legal no lo señala expresamente, se considera
que el provecho no es necesariamente para sí, sino también para un tercero; v.gr., sería
político criminalmente insatisfactorio sustraer del ámbito de protección de la norma, la
sustracción del agente de unas joyas de cuantioso valor, que se las entrega a su bella
dama como obsequio; asimismo, en cuanto a la novia, si su participación es posterior al
apoderamiento efectivo del bien, cuando éste ha quedado totalmente fuera de la
esfera de custodia del sujeto pasivo, no podrá ser pasible de alguna forma de
participación por el delito de hurto, más si como autora de receptación, si es que su
esfera anímica así lo exterioriza.

Máxime, la inclusión de este elemento subjetivo de naturaleza trascendente, permite


delimitar la zona de aplicación del hurto simple con el hurto de uso; precisamente en
este último el autor, no tiene la intención de ejercer un nuevo dominus sobre el bien,
sólo pretende ejecutar un uso momentáneo del mismo. Tampoco comete hurto quien
lanza el bien que ha sustraído de su titular, a fin de destruirlo, habrá cometido el delito
de daños.

El aprovechamiento puede ser de cualquier índole, no sólo de carácter patrimonial, el


propio uso, -según las propiedades del bien-, importa ya una ventaja; v.gr., en el caso
de los ladrones que hurtan un vehículo para ingresar a robar un banco y luego lo dejan
abandonado, estarán incursos en un concurso delictivo de hurto de uso con robo
agravado. Luego, en la hipótesis, que el autor primero cometa lesiones contra una
persona, pues tenían una rencilla y, luego de ello, recién decide apropiarse de un
dinero que se le cayera a su víctima, sin ejercer violencia; sería un concurso delictivo de
lesiones con hurto.

No es propiamente un ánimo de lucro, pues en éste el agente persigue siempre la


obtención de un enriquecimiento, como es el caso del asesinato por lucro, que toma
lugar en el artículo 108° del C.P. Elemento que de forma específica es recogida en el
artículo 234° del C.P. español.

En resumidas cuentas, la posición adoptada, de incluir el propósito delictivo, del


«aprovechamiento», permite sujetar la interpretación normativa según la teoría de la
disponibilidad. Eso sí, a efectos probatorios no es necesario, que se acredite que el
agente efectivamente obtuvo un provecho (utilidad), del bien, sólo que esa era su
intención y que contó con tiempo suficiente para lograrlo.

AGRAVANTE

El segundo párrafo del artículo en análisis dispone que se equiparan a bien mueble la
energía eléctrica, el gas, el agua y cualquier otra energía o elemento que tenga valor
económico, así como el espectro electromagnético lo que significa que el concepto de
bien mueble toma una extensión conceptual más allá de una definición propia del
Derecho civil, lo cual resulta lento pues el Derecho penal ha de intervenir, mediando
sus propias concepciones terminológicas, amén de cautelar su función tutelar de los
bienes jurídicos fundamentales.

Al mencionar la energía eléctrica, el agua y el espectro electromagnético se deja de


lado una visión corpórea del bien, para ingresar en un plaño inmaterial que se condice
con el estado actual de las cosas, es que la realidad criminológica nos revela que la
apropiación de estos elementos, importa un aprovechamiento económico indudable
por quien hurta la energía eléctrica por ejemplo y, una afectación económica también
inobjetable, que puede ser al dueño de un inmueble a la concesionaria que brinda el
servicio de energía eléctrica.

Lo que caracteriza a los distintos objetos materiales del delito a que se refiere este
párrafo, no es tanto el valor energético del mismo, sino el hecho de tratarse en todo
caso de fluidos que se suministran con la intermediación de aparatos contadores, que
sirven para medir el consumo o utilización de fluidos. En efecto, el agua en si no es lo
que interesa al Derecho penal, sino se preguntaría uno, porque su apropiación en los
ríos y mares no resulta prohibido, sino el servicio público que se ha establecido de él,
que ejecuta a partir de las empresas que prestan este servicio; que tienen un costo
para el usuario dependiendo del grado de consumo, es por decirlo a título oneroso; de
igual forma sucede en el caso de la energía eléctrica.

Como se dijo se advierte en muchos casos, que ciertas personas que habitan en
viviendas precarias, realizan instalaciones clandestinas, jalando la energía eléctrica de
los postes de alumbrado público, acá el sujeto pasivo es la empresa concesionaria del
servicio y sujeto activo el particular; si el cableado se cuelga a la instalación de una
vivienda, el sujeto pasivo será el morador, pues a él se le ésta cargando dicho consumo,
igual sucede con las líneas telefónicas. Sin embargo, si la empresa concesionaria
pretende cobrar un servicio que nunca realizó, o sobre-factura más allá del consumo
realmente efectuado, será un delito de estafa, siempre y cuando se haya obrado con
dolo y, mediando engaño.

El gas, el agua u otro fluido que venga envasado y no es pasado por medidores y tenga
un valor económico en el mercado también son susceptibles del delito de hurto, ej„ el
tanque de (balón) de gas. Más no es hurto, el caso del usuario que se hacer surtir
gasolina en un grifo por el grifero, y se va sin pagar, para nosotros delito de estafa, pues
no hay acto de apoderamiento.

Finalmente, hoy toma lugar apoderamientos de otros elementos, en este caso el


servicio de cable por televisión y el Internet; ambos son servicios que prestan ciertas
empresas a cambio de una tarifa, por lo que su creciente criminalidad, ha provocado
hasta campañas publicitarias por radio y televisión. Nos parece correcto que el
legislador haya contemplado una cláusula abierta, a fin de acoger otros elementos u
energía, susceptible de ser aprehendido y de contenido valuable, lo que se condice con
el ritmo incesante de la ciencia y la tecnología, que mueve al mundo moderno a una
gran velocidad.

Modificación efectuada según Decreto Legislativo N° 1084 del 28 de junio de 2008

Finalmente, el proceder incesante del legislador de nuestro país, de producir más y


más leyes, y declinando esta vez, de su función legisladora que la Ley Fundamental le
encomienda, autorizó al Poder Ejecutivo de legislar en ciertas materias, para facilitar la
implementación del Acuerdo de Promoción Comercial Perú - Estados Unidos (TLC) y el
apoyo a la competitividad económica para su aprovechamiento, habiéndose
sancionado el Decreto Legislativo N° 1084 del 28 de junio del 2008 -Ley sobre límites
máximos de captura por embarcación-, Ley que tiene por finalidad, como se desprende
de su artículo 1o, el de establecer el mecanismo de ordenamiento pesquero aplicable a
la extracción de los recursos de anchoveta y anchoveta blanca destinada al Consumo
Humano Indirecto, con el fin de mejorar las condiciones para su modernización y
eficiencia; promover su desarrollo sostenido como fuente de alimentación, empleo e
ingresos; y, asegurar un aprovechamiento responsable de los recursos hidrobiológicos,
en armonía con la preservación del medio ambiente y la conservación de la
biodiversidad. De manera complementaria se aplicarán a la extracción del recurso de
anchoveta otras medidas de ordenamiento pesquero contempla-das en la Ley General
de Pesca.

En el artículo 3o de la Ley -in fine-, se dispone que en aplicación de la presente, la


captura de anchoveta destinada al Consumo Humano Indirecto que cada titular de
permiso de pesca, podrá realizar durante cada temporada de pesca, quedará
establecida en función del Límite Máximo de Captura de anchoveta y anchoveta blanca
por Embarcación. El Límite Máximo de Captura por Embarcación (LMCE), por cada
temporada de pesca se determinara multiplicando el índice de o alícuota de atribuido a
cada embarcación - Porcentaje Máximo de Captura Permisible (PMCE)- de acuerdo al
procedimiento a que se refiere la presente Ley, por el Límite Máximo Total de Captura
Permisible de anchoveta para el Consumo Humano Indirecto determinado para la
temporada de pesca correspondiente, mientras que en la Exposición de Motivos de la
ley en comentario, señala que la producción de harina y aceite de pescado que se
realiza exclusivamente a partir de los recursos anchoveta y anchoveta blanca, es una de
las actividades más importantes del sector pesquero en términos de divisas y de
empleo; siendo que los instrumentos de regulación existente, aun cuando han servido
para establecer un control biológico sobre la explotación de los recursos anchoveta y
anchoveta blanca para preservar la biomasa, no han asegurado el marco necesario
para una explotación eficiente del mismo, para el desarrollo de mejores condiciones
para el empleo dentro del sector y para el mejor cuidado ambiental.

De lo expuesto en la norma en cuestión, se desprende una clara intención del Poder


Ejecutivo de ejercer una tutela más intensa de los recursos hidrobiológicos, de forma
específica la anchoveta, en cuanto a una mejor regulación legal que se dirija a que su
extracción y pesca se desarrolle de forma racional, a fin de evitar una explotación
desmedida e irracional que pueda repercutir negativamente en su propia explotación,
como mecanismo regulador de los agentes económicos, tomando en cuenta su
importancia para los acuerdos económicos que hayan de pactarse en el marco del
Tratado de Libre Comercio con USA.

Queda claro que dicha protección legal no se circunscribe a un ámbito administrativo,


sino que la dación del Decreto Legislativo N° 1084 ha incidido también en la
modificación de la tipificación legal de delito de Hurto, extendiéndose de este modo el
objeto de tutela que en este caso sería los recursos pesqueros, que se encuentran
comprendidos en los Límites Máximos de Captura por Embarcación, concretamente la
anchoveta y anchoveta blanca destinado al Consumo Humano Indirecto, con arreglo a
lo dispuesto en el artículo 4o de la Ley.

Ahora bien, se ha sostenido a lo largo del estudio de este articulado, que el bien objeto
material del delito, debe ser susceptible de ser apropiado contar con una valuación
económica y tener a un sujeto como dueño. El artículo 66° de la Constitución Política
del Estado, establece que los recursos naturales renovables o no renovables, son
patrimonio de la Nación. El Estado es soberano en su aprovechamiento. Por ley
orgánica se fijan las condiciones de su utilización y de su otorgamiento a particulares.
La concesión otorga a su titular un derecho real, sujeto a dicha norma legal. Del
precepto constitucional se colige que los recursos hidrobiológicos pertenecen al
Estado, por lo que su explotación, pesca y aprovechamiento, requiere de la debida
autorización estatal (administrativa); de no ser así se estaría incurso en una infracción
legal. Este precepto busca resaltar, de manera acertada, el dominio eminente del
Estado, esto es, la capacidad jurisdiccional para administrar, legislar y resolver las
controversias que puedan suscitarse en torno al mejor aprovechamiento de los
recursos naturales; siendo que la actividad pesquera es regulada por el DL N° 25977,
que en realidad no es constitutivo de una ley orgánica.

El Estado, entonces, es el titular de la riqueza hidrobiológica, de las especies marinas


que habitan en los mares, en la costa, donde la Nación peruana ejerce su soberanía.
Recursos como la anchoveta, que indudablemente son susceptibles de ser valorados
económicamente.

En resumidas cuentas, el tipo penal previsto en el artículo 308° del CP resulta suficiente
para proteger los recursos hidrobiológicos, incluyendo a la anchoveta. La inclusión de
esta especie como objeto material del delito de Hurto, conducirá a un conflicto de
normas, donde el juzgador deberá prevalecer aquella norma que de forma más precisa
y concisa pueda cobijar el supuesto de hecho y, si es la captación de un pez, no se
puede hablar de apropiación sino de caza, en cuanto a un entendimiento claro del
lenguaje. Debe agregarse que se configurará la modalidad en análisis, siempre y
cuando se supere el límite máximo de asignación de límites máximos de captura por
embarcación.

HURTO AGRAVADO

Art. 186 El agente será reprimido con pena privativa de libertad no menor de tres ni
mayor de seis años si el hurto es cometido:
1. Durante la noche.
2. Mediante destreza, escalamiento, destrucción o rotura de obstáculos.
3. Con ocasión de incendio, inundación, naufragio, calamidad pública o desgracia
particular del agraviado.
4. Sobre los bienes muebles que forman el equipaje del viajero.
5. Mediante el concurso de dos o más personas.

La pena será no menor de cuatro ni mayor de ocho años si el hurto es cometido:


1. En inmueble habitado.
2. Por un agente que actúa en calidad de integrante de una organización destinada
a perpetrar estos delitos.
3. Sobre bienes de valor científico o que integren el patrimonio cultural de la Nación.
4. Mediante la utilización de sistemas de transferencia electrónica de fondos, de la
telemática en general o la violación del empleo de claves secretas.(*)
(*) NUMERAL DEROGADO POR LA ÚNICA DISPOSICIÓN COMPLEMENTARIA
DEROGATORIA DE LA LEY N° 30096, PUBLICADA EL 22 OCTUBRE 2013. (*)
RECTIFICADO POR FE DE ERRATAS
5. Colocando a la víctima o a su familia en grave situación económica.
6. Con empleo de materiales o artefactos explosivos para la destrucción o rotura de
obstáculos.
7. Utilizando el espectro radioeléctrico para la transmisión de señales de
telecomunicación ilegales.
8. Sobre bien que constituya único medio de subsistencia o herramienta de trabajo
de la víctima.
9. Sobre vehículo automotor, sus autopartes o accesorios.
"10. Sobre bienes que forman parte de la infraestructura o instalaciones de
transportes de uso público, de sus equipos o elementos de seguridad, o de prestación
de servicios públicos de saneamiento, electricidad o telecomunicaciones." (*)
NUMERAL MODIFICADO POR EL ARTÍCULO 2 DEL DECRETO LEGISLATIVO N° 1245,
PUBLICADO EL 06 NOVIEMBRE 2016
11. En agravio de menores de edad, personas con discapacidad, mujeres en estado
de gravidez o adulto mayor.
"12. Sobre bienes que forman parte de la infraestructura o instalaciones públicas o
privadas para la exploración, explotación, procesamiento, refinación, almacenamiento,
transporte, distribución, comercialización o abastecimiento de gas, de hidrocarburos o
de sus productos derivados, conforme a la legislación de la materia."(*)
(*) NUMERAL INCORPORADO POR EL ARTÍCULO 2 DEL DECRETO LEGISLATIVO N°
1245, PUBLICADO EL 06 NOVIEMBRE 2016.

"La pena será no menor de ocho ni mayor de quince años cuando el agente actúa en
calidad de jefe, cabecilla o dirigente de una organización criminal destinada a
perpetrar estos delitos."o dirigente de una organización criminal destinada a perpetrar
estos delitos." (*) EXTREMO MODIFICADO POR LA PRIMERA DISPOSICIÓN
COMPLEMENTARIA MODIFICATORIA DE LA LEY Nº 30077, PUBLICADA EL 20 AGOSTO
2013, LA MISMA QUE ENTRÓ EN VIGENCIA EL 1 DE JULIO DE 2014

BIEN JURÍDICO PROTEGIDO


Es el patrimonio, entendido como una unidad (elementos integrantes) de acervo
Patrimonial de una persona, que se puede ver afectado ante atentados ilegítimos que
se manifiestan mediante actos típicos de desapoderamiento; quiere decir esto, que se
ejerce un acto de sustracción destinado a ejercer una nuevo dominus sobre el bien
mueble, lesionándose el derecho de propiedad así como sus facultades inherentes
(posesión).

Disvalor del injusto típico que se determina conforme a la legitimidad de la acción que
arrebate de su legítimo titular, un bien que le pertenece. No obstante, pueden
aparecer ciertas circunstancias, que hagan de la conducta, una desvaloración más
injusta, sea por la forma de su comisión por las circunstancias particulares que rodean
el hecho, por la destreza del autor por el número de agentes; que supone da lugar a un
juicio de mayor desvaloraron. Por tales motivos, toma sustantividad propia la figura del
«Hurto agravado» cuya legitimidad es por cierto discutida en la doctrina. De todas
formas se dice que el hurto agravado tiene una mayor proximidad con el robo en tal
medida se hace necesario una distinción penológica, pero aún no adquiere ese plus de
sustantividad que se manifiesta en la violencia y/o la amenaza que recae sobre las
personas.

Es de verse del presente artículo que el legislador ha empleado la técnica casuística


para construir las diversas circunstancias agravantes que se glosan en el artículo 187°;
que de hecho el listado ha crecido enormemente, producto de las incesantes reformas
penales que han acontecido en los últimos años, a partir de la Ley N° 26319 de junio de
1994, hasta la Ley N° 28848 de julio del 2006.

Estilo casuístico que a la postre, conlleva una contravención al principio de legalidad,


en su variante de ley estricta, puesto que el juzgador estará cada vez más confundido,
al momento de elegir el supuesto delictivo, cuando entre varios de ellos existe una
similitud en su construcción normativa.

Por otro lado, las continuas reformas, conducen también a un incuestionable


punitivismo, de una pena más severa, acercando la norma de sanción a la que se
corresponde en los delitos de robo.

La legitimidad de las circunstancias agravantes reposa en el mayor disvalor del injusto,


sea porque los medios empleados revelan una mayor peligrosidad, sea porque se
provoca una mayor afectación a los intereses de la víctima, sea porque el resultado
refleja una mayor lesión al bien jurídico.

En el caso del C.P. español, en el artículo 235°, se han glosado las modalidades
agravadas, entre éstas: cuando se sustraiga cosas de valor artístico, histórico, cultural o
científico, cuando se trata de cosas de primera necesidad o destinadas a un servicio
público, cuando revista especial gravedad, ateniendo al valor de los bienes sustraídos,
o se produjeron perjuicios de especial consideración y cuando se ponga a la víctima o a
su familia en grave situación económica o se haya realizado abusando de las
circunstancias personales de la víctima.

Mientras que en el C.P. argentino, el hurto agravado toma lugar en el artículo 163°,
comprendiendo el abigeato calificado y el hurto campestre, el hurto calamitoso, el
hurto con ganzúa o llave falsa, el hurto con escalamiento, el hurto de cosas muebles
durante su transporte y el hurto de vehículos en la vía pública o en lugares de acceso
público.

En lo que respecta el bien jurídico tutelado por el artículo 186°, en líneas generales
será el mismo que toma lugar en el caso del hurto simple, es decir, la propiedad de los
bienes muebles, susceptibles de ser cuantificado económicamente y desplazado de
un lugar a otro, mermando en sus facultades inherentes de posesión, disposición uso y
disfrute. A lo cual se podría agregar una no tan lejana lesión a la seguridad de las
personas, cuando el objeto sustraído los puede colocar en un real estado de necesidad.

ANÁLISIS DE LOS SUPUESTOS AGRAVANTES

En casa habitada:
Cuando se hace alusión a «casa habitada», no sólo ha de comprender el domicilio
como tal, sino también la morada, casa de negocios ajena, dependencia o recinto
habitado por otro; esto es, cualquier espacio y/o lugar geográfico (perimétrico) que
delimitado arquitectónicamente, da lugar a la configuración de un ámbito separado del
exterior, donde se desarrolla la intimidad personal y/o familiar.

Casa o morada habitada, significa que el recinto debe mantener vigente una residencia,
por parte de una o más personas, que no necesariamente deben estar presentes al
momento en que ingresan los ladrones, con la intención de sustraer los bienes muebles
que se encuentran allí. Como se dijo, lo que da el plus de disvalor del injusto, es el
peligro que corren los moradores.

Para BAJO FERNÁNDEZ, la razón de esta agravación se encuentra en el riesgo que se


genera para las personas al cometer el hecho en casa habitada. Y también el peligro de
que se ponga en riesgo la incolumidad de la intimidad de los residentes, quienes
pueden ser objeto de una invasión de la privacidad, con ello el desarrollo de su
personalidad.

En el caso de que se ingrese efectivamente al domicilio y se produzca el


apoderamiento, deberán salir los objetos de dicho plano espacial, para que se pueda
dar la consumación y, si esto es así, será reputado como un hurto agravado;
desplazando a la figura del Allanamiento de domicilio por consunción, pues el acto
mismo de ingresar al domicilio de forma ilegal ya está contenido en el supuesto
delictivo en análisis. Lo que no sucedería en el caso del tipo penal de violación a la
intimidad, si el agente aparte de ingresar a la casa y llevarse consigo una serie de
objetos, graba y/o registra una conversación familiar, dará lugar a un concurso ideal de
delitos con el artículo 154° CP.

Si uno de los involucrados es residente de la casa, donde se produce el hurto, es decir,


éste es quien ha entregado las llaves para que puedan ingresar los hurtadores, no será
penado a título de autor, pues no realiza la acción que describe el tipo penal, pero sí
como cómplice por el mismo delito.

Cuestión importante a saber, y que debe verificarse en todas estas circunstancias


agravantes, es que el agente debe actuar (típicamente) conociendo de los elementos
que la convierten en un hurto agravado; si en este caso, el autor estaba convencido de
que la casa estaba abandonada, podrá ser incriminado sólo por un hurto simple.

Durante la noche:
El legislador nos hace alusión a un factor “natural”, que tiene que ver con el momento
en que se realiza el hecho punible la noche aparece cuando el sol se oculta por
completo, y la faz del cielo queda cubierto por las estrellas, oscureciéndose, por tanto,
la claridad propia del día. La caída del sol en verano o, el anochecer en día invernal, no
siempre se configura al mismo tiempo en todos los lugares, inclusive de un espacio
geográfico próximo.

Este factor, propio de la naturaleza, fue tomado por el legislador de acuerdo a


concepciones de antaño, donde la criminalidad hacia furor sobre todo, en las noches;
donde los más avezados delincuentes salían a cometer sus fechorías con toda
impunidad, amparándose en la oscuridad que cubren las calles y avenidas de las
ciudades; colocándose en grave peligro la vida y salud de los individuos. Situación que
ha cambiado hoy en día pues los actos delictivos, sobre todo, los cometidos por la
criminalidad convencional, se ejecutan a plena luz del día, a vista y paciencia de los
ciudadanos v.gr., lesiones, asesinatos, robos, hurtos, secuestros, extorsiones, etc.
Aquellos que se decía que en el día uno estaba más seguro, ya no cobra vigencia en la
actualidad, en virtud de la criminalidad que acomete sus latrocinios a cualquier hora
del día. Se ha perdido todo temor a ser descubiertos, la prevención general negativa se
encuentra significativamente debilitada.

Máxime ahora cuando las calles tienen una mayor iluminación, existe un mayor
resguardo policial, claro está, no en todos los lugares, y un mayor desplazamiento de la
ciudadanía; pero es de recibo, de que igual toma se producen los hechos más
violentos, puesto que nadie interviene cuando una persona se está viendo agraviada
por una conducta criminal.

Parece que aún resulta conveniente mantener esta agravante, pues de todos modos la
criminalidad más feroz, puede aparecer con mayor, envergadura durante la noche, pero
no nos olvidemos que en este caso se trata de hurtos y, no de robos.

En los casos que las casas o edificios sean oficinas, comercios o industrias y no se
encuentren habitadas y solo lo están durante el día, encontrándose en las noches sin
custodia alguna, los hacen más vulnerables, circunstancia de la que se aprovechan los
sujetos activos para la realización del delito de hurto.

Mediante destreza, escalamiento, destrucción o rotura de obstáculos:


Se dice que en el delito de hurto se manifiesta una cierta destreza del sujeto activo, a
fin de apoderarse del bien mueble, a fin de que no sea descubierto por el sujeto
pasivo. En este primer supuesto, no encontramos en realidad fundamento suficiente
para una mayor incriminación, puesto que la destreza es la misma habilidad que el
agente pone en acción, para hacerse de la cosa de forma ilegítima y, así lograr su
propósito criminal.

La fuerza en las cosas requiere que éstas sean forzadas, vale decir, que haya producido
sus efectos propios, rompiéndolas, torciéndolas, sacándola de su sitio, cavándola o
modificando su estado o situación de cualquier otra manera. Es decir, la propia
conducta del «apoderamiento» requiere a veces un plus de fuerza, a fin de poder
sacarla de su lugar de origen.

El «escalamiento», por su parte presupone de forma gramatical subir de un piso a


otro, por vías de hecho. Hay escalamiento cuando el ladrón perpetra su hecho
superando corporalmente los obstáculos dispuestos como defensa pre constituidas de
cercamiento, mediante el empleo de un esfuerzo considerable o de gran agilidad. El
artificio o la agilidad del ladrón vence el recinto defensivo de la cosa, demostrando más
voluntad criminal, despierta mayor alarma pública. El espíritu de esta agravante emana
del principio común de la inutilidad de la mayor defensa privada.

El fundamento de esta agravante radica en que el delincuente, al burlar la defensa que


ha sido predispuesta, superándola mediante esfuerzo, agilidad, artificios y habilidad,
demuestra una mayor peligrosidad, surgida del ataque más abierto y malicioso contra
la propiedad.

Diremos que hay escalamiento, cuando el agente, a fin de evadir ciertos


impedimentos, propios del cerco de un lugar o, de la misma pared que debe saltar,
requiere de ciertos movimientos físicos, que le permiten ingresar al lugar donde
pretende sustraer los bienes muebles; no los referidos a su huida y/o salida del lugar,
pues tiene que ver con la forma de comisión del hecho punible.

Es (...) indiferente que se usen o no escalas o cualquier otro instrumento para salvar los
obstáculos, en tanto éstos sean únicamente la ayuda para lograr ¡a actividad corporal
de penetrar, apunta Fontán BALESTRA Se cae en error cuando, por influjo de la idea de
subir o ascender, se identifica la exigencia de cierto esfuerzo o actividad corporal en el
autor con la de sobrepasar o pasar por encima de un obstáculo. Lo importante a todo
esto es que el agente sortee ciertos obstáculos, a fin de allanar el camino, para ingresar
al lugar en el cual se encuentran los bienes, que pretende apoderarse, sin interesar los
medios por los cuales se haya valido para ello; por supuesto que no se dará la
agravante cuando el agente sube normalmente por unas escaleras que lo conducen al
piso del departamento que pretende ingresar, pero sí por la circunstancia primera.

Si entra por ventana abierta, encontrándose está a una altura poco distante del suelo,
de modo que no se haya necesitado mayor esfuerzo o destreza, y sin haber superado
obstáculos anteriores, la conducta no constituye escalamiento.

Por su parte, la «destrucción» o «rotura de obstáculos», debe ser entendido como la


fuerza que ejerce el agente, para poder ingresar a un determinado lugar, por ejemplo
la destrucción de la chapa, de un candado; la fuerza que se ejerce sobre un objeto
que permite al agente tener la posibilidad de acceder al lugar donde se encuentra el
objeto material del delito.

Destruir implica eliminar por completo la estructura material de un objeto, sobre


ciertos mecanismos de seguridad, que se convierten en un obstáculo para que el autor
pueda tener acceso a los bienes que pretende sustraer. No sólo se puede romper
puertas y ventanas, sino cerraduras o sus elementos como cerrojos, picaportes y
cualquier mecanismos o dispositivo de seguridad, que sea mecánicos, eléctricos o
electrónicos, así también como rotura de techos, suelos, paredes; es decir, toda
estructura que delimita un espacio exterior con la finalidad de obstaculizar el
apoderamiento del bien.

No puede ser reputado una conducta ajustable a este supuesto, la destreza técnica que
vuelva el autor para identificar la clave de un dispositivo de seguridad, el ingreso de
ciertos instrumentos no puede ser considerado ni como destrucción ni como rotura; tal
vez susceptible de ser encajado en el inc. 3) de la última clasificación agravatoria.

La rotura de obstáculos supone el quebramiento en dos o más partes de un


determinado objeto, que para el agente se toma en un impedimento, para poder
acceder al espacio donde se encuentran los bienes; v.gr., romper una ventana, una
puerta, una chapa, etc. Empero, si la conducta se dirige únicamente a dañar el objeto,
será constitutivo del artículo 205°, cuestión distinta se dará en la tentativa de hurto
agravado, cuando el ladrón es atrapado ¡n situ luego de haber roto la ventana e
ingresado al lugar, pues su conducta estaba encaminada a la apropiación de un bien
mueble. Habría que ver si los daños causados a objetos que superen una RMV, puede
dar lugar a un concurso delictivo, o es que la agravante in examine absorbe dicha
conducta.

La fractura debe ser para entrar y no para salir. La fractura que no tiene por objeto
entrar, sino apoderarse del obstáculo de la entrada tampoco es robo, sino hurto
(llevarse la ventana, el cristal delantero de un coche, etcétera).

Con ocasión de incendio, inundación, naufragio, calamidad pública o desgracia


particular del agraviado:
Se hace alusión a una serie de fenómenos de la naturaleza u otros eventos lesivos, que
por lo general colocan en un estado de real necesidad a quienes sufren los embates
directos de dichos eventos; donde el mayor disvalor del injusto radica en la mayor
afectación que puede producirse en la víctima, al ser despojado de ciertos bienes que
requiere con mayor urgencia para enfrentar las consecuencias nocivas del fenómeno
natural, y en el mayor reproche culpable, de quien realiza esta clase de conductas,
sabiendo que su perpetración puede causar mayores estragos, a quienes están
afectados por la calamidad pública y/o situación de desgracia, quien se aprovecha del
mal ajeno, lo que a su vez provoca una mayor alarma en la sociedad, que el legislador
ha tomado como fundamento para hacer más severa la reacción punitiva.

Se dice, que no se trata de una mayor peligrosidad, (...), que es difícil de medir, sino
que el elemento subjetivo del injusto, más la circunstancia objetiva, revela un mayor
injusto, que debe traducirse en la mayor pena. Sin embargo, para Soler, el hecho
cometido en tales circunstancias muestra, sin duda una particular perversidad en el
sujeto, pues supone que mientras los demás, humanamente conmovidos o
espantados, dejan los bienes, el sujeto mantiene suficiente espíritu de cálculo para
entregarse al pillaje con más facilidad.
Se denomina Hurto «calamitoso», tal como se deduce de la redacción normativa de la
ley penal argentina, con respecto al inc. 2) del artículo 136° de su C.P.

De la ley positiva nacional se desprenden dos hipótesis, la primera referida al hurto que
se comete con ocasión de un incendio, inundación, naufragio o calamidad pública.
Como se dijo el mayor reproche se basa en quien se aprovecha de dichas circunstancias
para dar rienda suelta a sus instintos criminales de apoderarse de los bienes de los
damnificados. Se sigue estrictamente el listado de eventos naturales o, aquellos
causados por acción propia del ser humano, sea de forma fortuita, imprudente o
intencional una inundación, puede ser resultado también de un tsunami o un diluvio y
el incendio provocado por la salida de gas de una estación de gasolina o corto circuito
por el mal funcionamiento de un aparato electrónico; pero lo relevante es que dicho
evento haya ocasionado un real estado de peligro para los habitantes de una localidad,
una llamarada de incendio que puede ser sofocado sin mayor esfuerzo, no dará lugar la
circunstancia que se enuncia en este supuesto de agravación.

La calamidad pública es una desgracia lamentable de grandes proporciones producida


por cualquier causa o factor que afecte a un gran sector de la población o a toda una
localidad, provincia, departamento, región, etc. Una calamidad pública supone un
estado de penumbra de extrema necesidad, por cuanto una población puede estar en
peligro de verse afectado en cuanto a la vida y salud de sus individuos, una epidemia
producto de una grave enfermedad, puede cobijarse en esta hipótesis así como los
huaycos u inundaciones que azotan ciertas circunscripciones territoriales de nuestro
país; configurando una cláusula abierta, que el juzgador deberá llenar de valoración de
conformidad con los elementos antes sostenidos. En este caso todas las fuerzas
públicas y sanitarias, se dedican a salvaguarda a la población damnificada, estado de
inseguridad pública, que precisamente es acechado por el agente, para hacerse
ilegítimamente de bienes muebles que no le pertenecen.

La segunda hipótesis refiere a una «desgracia particular del agraviado», con ello se
distingue con la variante anterior, en cuanto la primera requiere que la calamidad sea
“pública", esto es, que los estragos generen efectos perjudiciales a un número
indeterminado de personas, en cambio en la segunda, basta que se trate de una sola
persona.

La situación de un infortunio particular es limitada por algunos o aquellos casos en los


cuales una persona experimenta un mal improviso, en sus bienes o en su persona,
como ser alguna enfermedad aguda, alguna lesión, algún ataque. Con ello se excluyen
los padecimientos crónicos, de los cuales sería un ejemplo típico la ceguera y algunas
otras formas de padecimiento moral. Para Núñez será cuando el damnificado
físicamente está en un estado desgraciado o lo aflige un hecho o acontecimiento de la
misma índole.

La desgracia particular no se puede circunscribir al padecimiento de una determinada


enfermedad, pues debemos incluir también aquellas tragedias personales, que propicia
un dolor moral y espiritual significativo; el padre de familia que ha perdido a toda su
familia en un accidente, y completamente conmocionado, se vuelve en una persona
vulnerable. El que roba en la casa donde alguien ha muerto, aprovechando la
costumbre de permitir la entrada de gente, comete un hurto agravado. No será una
desgracia particular perder el empleo de forma súbita, pero si la familia dependía por
entero de dicho sueldo, que servía para comprar la medicina del pariente que sufre de
diabetes, sí podría configurarlo.

Sobre los bienes muebles que forman el equipaje del viajero:


¿Qué ha de entenderse por «viajero»? Será todo aquel - que de forma frecuente y/o
circunstancial -, se desplaza de un lugar a otro, sea en el interior de un país, o cuando
cruza una frontera y, se interna en el ámbito territorial de una Nación extranjera. No
interesa el medio de viaje, sea vía aérea, marítima, fluvial o terrestre, pudiendo haber
tomado el servicio de un medio de transporte privado o empleado su propio vehículo,
ni que sea un turista extranjero o nacional; no se puede condicionar dicha condición a
elementos temporales o con respecto al destino, so pena de sustraer de la protección a
una serie de personas que día a día se desplazan a una serie de destinos, sea por
razones de turismo, trabajo, negocios y otros. Ir a las playas del sur con el auto
particular configura dicha concepción.

El fundamento de la agravación, reside en que el viajero lleva consigo una serie de


documentación muy importante, como pasaportes, que contienen las visas, de
identificación, aquellos referidos a la labor que se pretende prestar en el destino,
encomiendas, y por supuesto, dinero para poder solventar la estadía o comprar ciertos
enseres para el hogar así como encargos familiares. El apoderamiento de dichos
objetos puede poner en grandes apremios al viajero, así como a sus familiares, como
destinatarios de los fondos económicos que transporta en su maletas; pero vale decir,
que en la actualidad, ya no se usa mucho el dinero en efectivo, pues el empleo de
tarjetas de crédito o los denominados travels checks, se han convertido en un medio
común de pago por parte de los que habitualmente se transportan a varias ciudades
del mundo.

No podemos dejar de señalar, que tal vez esta agravante, guarda también otra
finalidad: de proteger al turista nacional o extranjero, sobre todo a este último, cuyo
paso por el país significa la irrogación de grandes ingresos económicos así como la
generación de fuentes de empleo. Máxime, si día a día, se observa como los turistas
son despojados de sus pertenencias, en las calles más peligrosas de las ciudades del
Perú.

Se debe destacar también, que los objetos de valor y de importancia que transporta el
viajero, requieren de una protección extensiva, por lo que éste es protegido también
antes y después de emprender el recorrido, tanto en las estaciones de los diferentes
medios de transporte, así como también durante las escalas que realice u hoteles en
los que se aloje para continuar su travesía; no habría motivo para considerar no viajero
al que maneja su propio coche y en el viaje más allá de los límites urbanos .

En la hipótesis que el viajero, toma el taxi que lo transportará al aeropuerto, y en dicho


trayecto sufre el despojo ilegítimo de sus valijas, se dará esta circunstancia agravante,
pero el agente para ello debe saber que se trata de un viajero, lo que dependerá de las
maletas que use pues ciertos bolsos son utilizados también para ir al gimnasio, se exige
el tipo subjetivo del injusto, en cuanto al dolo, que abarque dicha condición; de todos
modos, si el apoderamiento se produjo con rotura de la luna del carro, se desplaza la
conducta al inc. c).

Mediante el concurso de dos o más personas:


Siempre se ha visto que la concurrencia de dos o más personas en el evento delictivo,
genera una mayor peligrosidad objetiva, pues el agraviado se encuentra expuesto a una
mayor afectación; el número de participantes otorga una mayor facilidad para la
perpetración del injusto, al reducir con menores inconvenientes los mecanismos de
defensa de la víctima.

Cuestión a saber es que no debe tratarse de una banda u organización delictiva, es


decir, debe tratarse de autores que de forma circunstancial y/o ocasional deciden
cometer un hurto; de no ser así, la descripción normativa del último párrafo sería el
supuesto aplicable. No es necesario que todos los agentes, actúen a título de autor, sea
como coautores, pues es suficiente, que el segundo haya actuado como cómplice
primario o secundario. Así también, en el caso del instigador, que determina
psicológicamente al autor material, para que se apodere ilegítimamente del bien
mueble de la víctima; en la autoría mediata, también participan dos personas, el
hombre de atrás que domina la voluntad del hombre de adelante, el instrumento quien
ejecuta materialmente la acción típica, por lo que no habrá problema para admitir la
agravante en cuestión.

No es exigible el acuerdo previo, ya que sólo es necesario participar en la comisión del


delito cualquier forma: coautoría, complicidad, etc. No podremos apreciar la agravante
cuando quien se apodera del bien mueble, se aprovecha que la víctima está liándose a
golpes con un tercero que no tiene la intención de apropiarse de sus pertenencias.

La pena será no menor de cuatro ni mayor de ocho años si el hurto es cometido:

Por un agente que actúa en calidad de integrante de una organización destinada a


perpetrar estos delitos:
La configuración de este supuesto requiere la presencia de dos elementos: primero que
exista una organización delictiva, destinada, es decir, creada especialmente para
cometer el delito de hurto y, segundo, que el agente sea miembro de esta organización
delictiva, en la calidad de «integrante», no podrá serlo en calidad de jefe, cabecilla o
dirigente, pues en dicho caso la conducta se traslada al último párrafo del articulado.

Toda organización delictiva debe contar con los siguientes elementos, a) debe estar
conformada por una pluralidad de personas, individuos que se reparten los roles
mediante una estructura jerárquica de organización, por lo genera cuentan con
mandos superiores, medios y ejecutores; b) deben operar por un tiempo significativo,
la permanencia es un dato a saber para diferenciar esta figura criminológica de la
coautoría concomitante, y, finalmente c) deben contar con códigos internos, que regule
su estructura organizacional. Sin embargo, el agente en el presente caso, basta que en
el momento de la acción típica, haya pertenecido a la asociación criminal por un corto
lapso de tiempo.

Ahora bien, el precepto señala que el agente debe actuar en calidad de integrante de
una organización delictiva, quiere decir esto, que puede haber actuado de forma
individual al momento de la perpetración del delito o en forma conjunta con otros
miembros de la organización.

La sanción penal de la agravante en comentario, por ende no involucra el hecho de


pertenecer a la organización ilícita, sólo la comisión de hurto. Pero no podemos dejar
de apuntar que se da un concurso real de delitos con el de asociación ilícita (art. 317
del C.P.).

En realidad en el caso del hurto, más se da en la realidad la figura de la “banda", la


organización delictiva toma mayor auge en el caso del delito de robo.

Sobre bienes de valor científico o que integren el patrimonio cultural de la Nación:


En este caso, el legislador a efectos de construir la agravante, ha tomado en
consideración la naturaleza del bien, esto es, la valuación del objeto -con respecto a
una serie de aristas-, es lo que sustenta el mayor disvalor del injusto típico.

En primer lugar -la norma en cuestión-, refiere a los bienes de valor «científico», los
cuáles serán todos aquellos que revelen una determinada propiedad funcional en el
marco de una determinada actividad socio-económica- que puedan incidir en beneficio
de la salud pública, por lo que dice, que no se tutela la propiedad que se reconoce a su
titular, sino, de que toda la ciudadanía pueda acceder a las bondades de estos bienes,
como sus legítimos accesitarios; mas ello no puede significar que el dueño quede
desamparado, solo que la tutela penal adquiere un mayor interés social. La explicación
de la simultánea existencia sobre una misma cosa de un interés general y del derecho
de propiedad del dueño de la cosa, limitado por aquel, se encuentra en la función
social de la propiedad más que en la teoría de los bienes culturales.

El asunto está en lo que refiere a las condiciones que debe cumplir el bien, para que se
le pueda atribuir “valor científico", como elemento normativo de la tipicidad penal;
bienes que encuentran tutela en el marco de la normatividad sobre propiedad
industrial; ¿Se requerirá un reconocimiento de una autoridad administrativa como el
INDECOPI o catálogos sobre la materia o es que dicha propiedad queda sujeta a una
potestad discrecional del juzgador de acuerdo a las pruebas que se presenten al
respecto?. A decir, de QUINTERO OLIVARES si se quieren evitar exclusiones
injustificadas y lograr una auténtica adaptación de la realidad y al interés que se quiere
tutelar creemos no obstante, que debiera bastar con la condición de ser bien
«inventariable o registrable», a la vista del riesgo de equivocación que entraña fiarse
excesivamente de los catálogos reconocidos, pues no se trata de catálogos ni cerrados
ni completos.

Somos de la consideración que los bienes considerados de valor científico no requieren


encontrarse debidamente registrados antes las instancias administrativas competentes;
pues basta en todo caso, que sean susceptibles de ser inscritas ante dichos registros,
cualidades que ha de tomar en consideración por el juez en cada caso concreto, para lo
cual se remitirá a las valoraciones que de cuño tenga la sociedad al respecto. Debe
operare de todas formas un criterio restrictivo, a fin de no ampliar de forma
innecesaria su aflicción. Siguiendo a GONZÁLEZ RUS, la interpretación de la agravación,
debe realizarse de cara a lo siguiente: 1) afirmando la plena independencia del juez
para valorar si una cosa tiene o no el valor reclamado por la agravación penal; 2)
rechazando que su contenido resulte coincidente con el del patrimonio histórico; por el
contrario debe entenderse que su ámbito es sustancialmente más reducido que el de
éste, y 3) limitando rigurosamente el sentido de los términos valor «artístico, histórico,
cultural o científico», (...).

Para que pueda darse el Hurto, según esta modalidad agravada, de todas formas, debe
revelarse el apoderamiento de un objeto, en el cual se encuentra contenido una
fórmula científica, por ejemplo en un dispositivo u otra forma de almacenamiento de
datos.

De cara a la diferenciación de este delito y los delitos contra la propiedad intelectual o


industrial, hay que tener en cuenta que la protección penal a través de estos delitos
parte generalmente de que la creación intelectual o industrial ha sido registrada o
patentada, de manera que antes que se produzca este reconocimiento jurídico de la
titularidad del derecho, puede aplicarse la modalidad agravada de hurto.

Qué duda cabe que los bienes que integran el patrimonio cultural de la Nación, sólo
por su reconocimiento requieren de una protección especial del Estado, en este caso
por parte del Derecho penal, pues se trata de bienes que se comprenden en la riqueza
histórica de nuestro país, fruto del ingenio y la creación de las culturas inca y pre-incas
más representativas, que se asentaron a todo lo largo de nuestro territorio,
habiéndonos dejado un enorme y valiosísimo legado, que todos los peruanos tenemos
el deber de admirar y proteger. El legislador lo consideró así al haber incluido esta
circunstancia agravante, en virtud de la sanción de la Ley N° 26319; pues si se dijo que
en caso de los bienes de valor científico, su protección más intensa por parte del
derecho punitivo residía en su función social, en el presente, el fundamento reposa en
la función histórica, como patrimonio cultural de todos los peruanos.

Por el valor testimonial que les otorga el tiempo, se Incluyen dentro de los bienes
culturales a los restos humanos, los fósiles de animales y las plantas con las cuales
convivió el hombre en un determinado tiempo histórico.

La Ley N° 28296 del 21 de julio del 2004 - Ley General del Patrimonio Cultural de la
Nación, establece en el artículo III (Presunción legal) de su Título-Preliminar que, se
presume que tienen la condición de bienes integrantes del Patrimonio Cultural de la
Nación, los bienes materiales o inmateriales, de la época prehispánica, virreinal y
republicana, independientemente de su condición de propiedad pública o privada, que
tengan la importancia, el valor y significado referidos en el artículo precedente y/o que
se encuentren comprendidos en los tratados y convenciones sobre la materia de los
que el Perú sea parte. La presunción legal queda sin efecto por declaración expresa de
la autoridad competente, de oficio o a solicitud de parte; mientras que en su artículo V
de la misma titulación (in fine), dispone que los bienes integrantes del Patrimonio
Cultural de la Nación, independientemente de su condición privada o pública, están
protegidos por el Estado y sujetos al régimen específico regulado en la presente Ley. El
Estado, los titulares de derechos sobre bienes integrantes del Patrimonio Cultural de la
Nación y la ciudadanía en general tienen la responsabilidad común de cumplir y vigilar
el debido cumplimiento del régimen legal establecido en la presente Ley.

El Estado promoverá la participación activa del sector privado en la conservación,


restauración, exhibición y difusión de los bienes integrantes del Patrimonio Cultural de
la Nación y su restitución en los casos de exportación ilegal o cuando se haya vencido el
plazo de permanencia fuera del país otorgado por el Estado.

La diferencia de esta modalidad agravante de Hurto, con las figuras delictivas que se
glosan en el Título VIII del C.P., reposa en que estos últimos importa típicos atentados
contra el Patrimonio Cultural, mediando las acciones de depredación, destrucción y/o
extracción, sacándolos del país; es evidente que puede acontecer un conflicto aparente
de normas, que ha de resolverse con la aplicación del principio de especialidad y/o
consunción.

Colocando a la víctima o a su familia en grave situación económica:


El disvalor del injusto típico en el delito de hurto, reside en la privación por parte de la
víctima, de las facultades inherentes a la propiedad, que recaen sobre los bienes
muebles de que es titular, cuando es despojado ilícitamente de su tenencia por parte
del agente. Dichos bienes, puede que en algunas ocasiones, se trate de dinero, por lo
que su sustracción, puede repercutir en el presupuesto familiar, impidiendo que se
puedan solventar necesidades elementales de la familia.

En este caso se pone de relieve no sólo la propiedad misma, afectada como


consecuencia de la acción típica, sino también la situación económica del núcleo
familiar, en cuanto a la causación de un verdadero estado de necesidad (disvalor del
resultado).

Como se advierte en la doctrina, la víctima puede ser tanto una persona natural como
una persona jurídica; si el gerente de una empresa en particular, es objeto de un hurto,
en virtud del cual es despojado del dinero con que se iba a pagar los sueldos de los
trabajadores de varios meses de adeudo, se habrá configurado la agravante; como se
desprende del tenor literal del precepto, tiene que darse o una u otra alternativa, no de
forma conjugada.

Esta agravante debe ser particularmente valorada, es decir, caso por caso, pues debe
tomarse en consideración la situación económica de la víctima, al momento de ser
despojado del bien, que de dicha circunstancia haya de apreciarse una disminución
efectiva de su patrimonio, mermando en su capacidad adquisitiva, para hacer frente a
los gastos más elementales para su manutención, puesto que la agravante hace alusión
a una «grave situación económica». No podrá ser tildada de grave el
desapoderamiento que sufre un trabajador de su haber mensual, cuando el
presupuesto familiar se compone por los ingresos de ambos cónyuges; tampoco el
empresario que es despojado de una fuerte suma de dinero, que era destinada para la
compra de materiales de su fábrica; a menos que se trate de un empresario,
prácticamente en bancarrota, que tiene hipotecado todos sus bienes y, a quien le es
sustraído el préstamo que recibe del Banco para poder afrontar sus deudas, en la
medida que dicha situación ameritara la ejecución de todos sus bienes.

No es necesario que a la víctima o a la familia le sobrevenga una situación de pobreza,


sino que basta con una alteración grave de su situación económica, aunque sea
transitoria; no es por otro lado, factor de atipicidad, que la víctima pueda ser sujeto de
un crédito o de que pueda ser mantenido por un familiar.

Por lo expuesto, la concurrencia de esta agravante, habrá que medirse conforme a una
serie de parámetros; acorde al estatus socio-económico de la víctima, del presupuesto
familiar y, del apremio por satisfacer las necesidades más elementales (alimento,
educación, vivienda y vestido).

Es menester advertir, que el agente debe saber (dolo) que el apoderamiento ilegítimo
del dinero, ésta colocando en una grave situación a la víctima o a los miembros de su
familia; lo cual será de difícil acreditación. Quien sigue al cliente de un banco sacando
una suma de dinero, bien vestido, no sabrá que dicho dinero constituye el único ahorro
que le queda, por lo que estará afectado por un estado apremiante.

En lo que respecta al estado consumativo, esta se adquiere, a partir del momento en


que la víctima es despojada ilícitamente del bien, pues ya en dicho instante se coloca a
la víctima en una grave situación económica.

Con empleo de materiales o artefactos explosivos para la destrucción o rotura de


obstáculos:
Esta agravante debe ser entendida con la circunstancia cualificante que se ha estudio
en el acápite 2.3, en cuanto a la destrucción o rotura de obstáculos, pues es de verse
que en este caso se agregan ciertos «medios», para ejercer la conducta que hace
referencia dicho apartado.

Reviste especial gravedad que el agente, a fin de destruir o romper los obstáculos, que
le permitan ingresar al lugar donde se encuentran localizados los bienes muebles,
emplee materiales o artefactos explosivos, en tanto pueden colocarse en un verdadero
estado de peligro los bienes jurídicos fundamentales de las personas que se
encuentran en las inmediaciones, esto es, la vida, el cuerpo y la salud.

La dinamita, bombas caseras, petardos, pirotécnicos en general, son susceptibles


provocar grandes estragos a la propiedad pública y ajena, pero lo más grave es cuando
pueden generar un estado de aptitud de lesión para los intereses jurídicos más
relevantes para la persona humana. Por ejemplo, cuando se coloca dinamita para
poder destruir la entrada de la bóveda del banco, cuando a sus alrededores pueden
estar personas; más, cabe precisar que la consumación de esta agravante no está
supeditada a que se verifique un verdadero peligro para la vida y salud de algunos
individuos, la ley sólo se refiere a la utilización de los medios, no confundamos los
fundamentos con la fijación de las formas de imperfecta ejecución.

Esta agravante implica fuerza en las cosas, considerándose lo que en doctrina se


conoce como hurto con fuerza en las cosas, que es una figura intermedia entre el hurto
simple y el robo.

Ahora bien, si los agentes, a fin de forzar la puerta de una vivienda familiar, para
romperla, utilizan una significativa carga de dinamita, sabiendo que en su interior, cerca
de ella, se encuentra un miembro de la familia; ya no podemos hablar de hurto, sino de
robo, en el sentido de que la presencia de dicha víctima esta abarcado por el dolo
(eventual) del agente, como un obstáculo para vencer la resistencia que separa al autor
del lugar donde se encuentran los bienes muebles, y si no ha de advertirse dicho
conocimiento, y como consecuencia de la detonación se producen lesiones de los
moradores, habrá pues un concurso delictivo con lesiones culposas.

La pena será no menor de ocho ni mayor de quince años

Cuando el agente actúa en calidad de jefe, cabecilla o dirigente de una organización


destinada a perpetrar estos delitos

El agente no es un mero miembro de la organización delictiva, sino que en este caso se


trata de aquel que tiene un poder de mando, directriz de la asociación criminal que le
genera una mayor responsabilidad de los actos delictivos que se cometen desde el
marco de dicha estructuración criminológica.

Para efectos de «organización destinada a perpetrar estos delitos», vale todo lo dicho
en el numeral cinco, con el agregado de que si dicha asociación criminal se dedica
también a cometer otros hechos punibles, el tipo penal aplicable será el del artículo
317°, en concurso con el delito de Hurto agravado, pero en base a otros supuestos.

Punto importante a saber, es que no basta acreditar que el agente ostenta el poder de
mando en la organización (cabecilla), sino que además debe participar en la comisión
de delitos de hurto, sin necesidad de que esté presente de forma fáctica, la especial
posición que asume en el marco de la asociación le permite detentar el dominio del
hecho, al estar en su manos prácticamente, el éxito de los planes criminales que se
gestan en su interior. De no ser así, estaríamos sosteniendo un Derecho penal de autor.

DISPOSITIVOS PARA ASISTIR A LA DECODIFICACIÓN DE SEÑALES DE


SATÉLITE PORTADORAS DE PROGRAMAS

Art. 186-A.- "El que fabrique, ensamble, modifique, importe, exporte, venda, alquile o
distribuya por otro medio un dispositivo o sistema tangible o intangible, cuya función
principal sea asistir en la decodificación de una señal de satélite codificada portadora
de programas, sin la autorización del distribuidor legal de dicha señal, será reprimido
con pena privativa de la libertad no menor de cuatro años ni mayor de ocho años y con
noventa a ciento ochenta días multa".

BIEN JURÍDICO, CONCEPTO DEL OBJETO MATERIAL DEL DELITO

El bien jurídico constituye la fuente imprescindible que ha de recoger el legislador para


penalizar legítimamente una determinada conducta, con arreglo a los principios de
ofensividad y de antijuridicidad material. A decir de Polaino Navarrete, todo injusto
típico que lesiona la norma penal tiene como contenido material la lesión o puesta en
peligro del bien jurídico protegido en el tipo legal.

Lo dicho no importa solamente una declaración apegada a la doctrina de un Estado


Liberal de Derecho, sino que lo significativo es de sujetar la intervención del ius
puniendi estatal a ámbitos concretos de «dañosidad social». Despojando con ello, al
Derecho penal de matices ideológicos, morales y/o educativos. Debe identificarse
siempre, pues, la existencia de un foco de conflictividad social, cuya perturbación
signifique un obstáculo en la participación del individuo en esferas socio-económico-
culturales. Elemento de trascendencia para la vigencia en rigor del principio de
«mínima intervención».

Debemos entender que la teoría del bien jurídico no sólo ha de verse como un criterio
material de legitimación en cuanto a las tareas del Derecho penal en un Estadio Social y
Democrático de Derecho, pues con ello no decimos todo. En esta línea argumental,
debemos agregar que el bien jurídico es también una guía ordenadora y
sistematizadora del injusto penal, en el sentido de agrupar las conductas delictivas
sobre la base del interés jurídico -digno y merecedor-, de tutela penal. Lo dicho es
necesario para procurar una correcta tipificación penal y, a la vez, como expresión de
una política criminal ajustada a los principios limitadores del derecho punitivo. El
intérprete ha de saber con exactitud y claridad cuál es el bien jurídico que es atacado
por los comportamientos que prohíbe la norma jurídico-penal. De no ser así, se pierde
indefectiblemente claridad y orden conceptual. Como anota Mir Puig, el bien jurídico,
como expresión del objeto de tutela legal, ofrece la clave de la interpretación y la base
de la formación del sistema de la Parte Especial, pero no ha delimitarse a cumplir tal
función metodológica, aunque a ella se haya reducido prácticamente en su historia el
bien jurídico no lo decide el derecho positivo, sino que, por el contrario, está llamado a
limitar al legislador: bien jurídico será sólo aquello que merezca ser protegido por la ley
penal.

A lo largo del presente estudio dogmático, hemos tratado de elaborar un criterio


sistematizador del bien jurídico protegido. Sostuvimos que en el delito de Hurto, lo que
se tutela es la propiedad, puesto que el agente del delito nunca puede ser el
propietario del bien mueble; siendo despojada la víctima del efectivo ejercicio de los
derechos inherentes al título dominal, y las conductas típicas que atentan contra dicho
bien jurídico, éstas denotan una misma caracterización fenoménica: el autor despoja al
sujeto pasivo del bien mueble, mediando el «apoderamiento» y/o «sustracción».
Ambas acciones suponen el traslado físico del bien por parte del sujeto activo a su
esfera de custodia, por lo que se requiere de un acto de desplazamiento. Hurtar,
significa tomar la cosa ajena como suya, a fin de obtener un aprovechamiento para sí o
para un tercero.

Ahora bien, según la redacción normativa del último párrafo del artículo 185° del CP, se
adopta una visión incorpórea del bien, que de todas formas se materializa el injusto
cuando el agente emplea una serie de artificios para hacerse ilegítimamente del valor
económico de dichos objetos. También, ha de decirse que los títulos valores pueden
ser objeto material del delito de Hurto, cuando su posesión ilegítima permite a su
tenedor hacerse de su valor cambiario, siempre que haya precedido un acto de
desapoderamiento y/o sustracción. Sin embargo, conforme se desprende del contenido
literal del artículo 186°-A, nos encontramos frente a conductas de fabricación,
ensamblaje, modificación, importación, exportación, venta, alquiler o distribución por
otro medio, un «dispositivo o sistema tangible o intangible», cuya función principal sea
asistir en la decodificación de una señal de satélite codificada portadora de programas.
No implican entonces, el apoderamiento y/o sustracción de un bien mueble, sino la
elaboración, venta, alquiler o distribución de dispositivo electrónico, cuya función sea
de la descodificar una señal de satélite codificada portadora de programas. En
definitiva, no se afecta el derecho de propiedad strictu sensu hablando del sujeto
pasivo, sino que se vulnera un dispositivo que pertenece a su titular, cuando se
emplean dichos mecanismos.

Son por tanto, sobre los «derechos de autor» (bien jurídico), de dichas señales satélites
de programa, los que se ven violentados, como consecuencia de las conducta que se
describen en el tipo legal; de todos modos, valga decir, que en este caso, no se están
penalizando los actos ejecutivos, cuya materialidad pueda lesionar al bien jurídico, sino
la mera fabricación, distribución, venta, alquiler, etc., es decir, los actos preparatorios
tal como acontece en el caso de los delitos monetarios o en los delitos de tráfico ilícitos
de drogas. Si hemos de encontrar un punto de intersección con otro tipo penal,
identificamos en dicho alud al tipo penal de «Estafa», pues se podría decir, que los
agentes que fabrican los dispositivos así como quienes distribuyen las señales de
satélite decodificadas estarían obteniendo un beneficio económico a expensas de las
empresas proveedoras legales del servicio de cable; sin embargo, los reparos a dicha
similitud encuentran varios puntos a saber: primero, la inducción o mantenimiento a
error a la víctima del engaño, por tanto del error, no aparecen en el presente caso, el
sujeto pasivo en ningún momento efectúa un desplazamiento de su acervo patrimonial
a la esfera de custodia del sujeto activo del delito, quien recibe la señal, por el
contrario, es el usuario del sistema y, éste para los tipos penales en cuestión, no es
considerado autor. Por lo demás no realiza un acto que pueda ser calificado como
«engaño», que haya de generar un visión distorsionada de la realidad a la víctima; y,
segundo, las figuras delictivas que se contienen en los artículos 186°-A y 194°-A, no son
delitos de resultado, a diferencia que la modalidad típica del artículo 196°, que exige la
efectiva producción de un perjuicio.

La premura, el apresuramiento tal vez, por cumplir los compromisos asumidos con el
país del norte en materia de derechos de autor, han conllevado una incorporación
asistemática de la figura delictiva comprendida en el artículo 196° del CP. A partir de
una coherencia sistemática y claridad conceptual la cual debe regir la codificación
penal, esta modalidad del injusto típico, debió ser incluida en la titulación VII de la
Parte Especial del CP, dando lugar a una adecuada concepción del interés jurídico
-objeto de tutela-.

Según lo antes anotado, el bien jurídico estaría informado por los «derechos de autor»
que le corresponden al titular del dispositivo o sistema tangible o intangible, cuya
función principal será asistir en la decodificación de una señal de satélite codificada
portadora de programas, en cuanto a su intangibilidad que se ve mermada cuando el
agente elabora, fabrica, vende, distribuye y/o alquila, dispositivos tendentes a
decodificar las señales de satélite. En tal virtud, el injusto material entraña un
contenido patrimonial, pues es de verse, que cuando se emplean estos dispositivos
descodificadores, permitiendo que terceras personas «no autorizadas» se sirvan del
funcionamiento de dicha señal, se reporta un menoscabo a los ingresos que debería
percibir el sujeto pasivo. No obstante, advertiremos que el legislador no ha
condicionado la penalización de la conducta a una lesión concreta del bien jurídico, al
ser objeto de punición la mera producción de un dispositivo, cuya función es la de
descodificar una señal de satélite. Ingresarían, entonces, al ámbito de protección de la
norma, actos en puridad preparatorios del delito; dando lugar a una sanción punitiva
en realidad drástica, que no se condice con los principios de lesividad, proporcionalidad
y culpabilidad; son, por tanto, delitos de mera actividad, no resultando criminalizable
quien usa, emplea y/o se aprovecha de la decodificación de la señal de satélite
portador de programas; sólo se reprime la conducta de quien los distribuye. Lo que se
pretende es cerrar el círculo de la actividad ilícita.

En el caso de los delitos de tráfico ilícito de drogas como en los delitos contra el orden
Monetario, tal vez sea legítimo anticipar la intervención del Derecho penal, en mérito
al grado de relevancia del interés jurídico tutelado, pero en este caso, lo considero un
exceso. Podría postularse que estos comportamientos sean reputados, como una
infracción administrativa y, sólo aquellos que signifiquen una lesión al objeto inmaterial
puedan ser considerados como una infracción delictiva, en razón al principio de
«subsidiariedad»; sobre todos los concernientes a la «fabricación» del dispositivo en
cuestión. Por consiguiente, cabe indicar que las modalidades del injusto que se han
glosado en el artículo 186°-A, no son de resultado, ni de lesión, bastando la mera
tenencia del bien prohibido para ser alcanzado por una pena.

¿Qué debemos entender por «señal de satélite codificada portadora de programas»?


En los numerales 40) y 41) de Ley de Derechos de Autor, artículo 2° del Título
Preliminar, se establece que satélite es todo dispositivo situado en el espacio
extraterrestre, apto para recibir y transmitir o retransmitir señales y, señal es todo
vector producido electrónicamente, capaz de transportar a través del espacio signos,
sonidos o imágenes. Concepción de ambos objetos, que no es recogida por la
normatividad de la Comunidad Andina (Decisión 351). Consecuentemente, tanto la ley
positiva como la norma comunitaria, no hacen un desarrollo cabal de estos objetos,
por lo que debemos remitirnos a otras legislaciones, a efectos de profundizar en el
tema.
La Ley Federal mexicana, dispone de una serie de disposiciones legales sobre la señal
de satélite codificada portadora de programas, habiéndose señalado lo siguiente: "(...)
para el caso de los distribuidores legítimos de señales, la legislación sobre derechos de
autor dispone que deberá pagar daños y perjuicios, la persona que sin su autorización
descifre una señal de satélite codificada portadora de programas o reciba y distribuya
una señal de satélite codificada portadora de programas que hubiese sido descifrada
ilícitamente, o partícipe o coadyuve en la fabricación, importación, venta,
arrendamiento o realización de cualquier acto que permita contar con un dispositivo o
sistema que sea de ayuda primordial para descifrar una señal de satélite codificada
portadora de programas. Los anteriores derechos de organismos de radiodifusión
tienen una vigencia de 25 años a partir de la primera emisión o transmisión original del
programa.

Por su parte, en materia penal, está tipificado como delito la conducta de quien
fabrique, importe, venda o arriende un dispositivo o sistema para descifrar una señal
de satélite cifrada, portadora de programas, sin autorización del distribuidor legítimo
de dicha señal, así como cualquier acto con fines de lucro que tenga como finalidad
descifrar una señal de satélite cifrada, portadora de programas, sin autorización del
distribuidor legítimo de dicha señal. Estas conductas delictivas están penadas con
prisión de seis meses a cuatro años y multa, sin perjuicio de la reparación del daño,
cuyo monto no puede ser inferior al 40% del precio de venta al público de cada
producto o de la prestación del servicio.

Por su parte el «Convenio sobre la distribución de señales portadoras de programas


transmitidas por satélite», hecho en Bruselas el 21 de mayo de 1974, en su artículo 1°,
se establece que debe entenderse por señal, todo vector producido electrónicamente y
apto para transportar programas. Al «programa», todo conjunto de imágenes, de
sonidos, o de imágenes y sonidos, registrados o no, e incorporado a señales destinadas
finalmente a la distribución. Por «satélite», todo dispositivo situado en el espacio
extraterrestre y apto para transmitir señales. Mientras que por «distribuidor», se
entiende toda operación con la que un distribuidor transmite señales derivadas al
público en general o a cualquier parte de él.

Así también, destaca la Convención sobre Televisión Transfronteriza, suscrita por los
países miembros de la Unión Europea en 1994, cuyo objetivo principal es la de
impulsar la libre circulación de programas de televisión, en base a criterios
generalmente acordados, a fin de promover el libre intercambio de información e
ideas.

En resumidas cuentas, la necesidad por conceder tutela penal a las señales codificadas
portadoras de programas, se basa indirectamente en un compromiso de orden
internacional (artículo 2° del Convenio) y, de forma directa, en lo que respecta a la
entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio USA.

Si bien la LDA, no hace referencia alguna al tema in comento, en el DS N° 022-2005-


MTC, se aprueba la norma que regula la provisión de capacidad satelital a través de
satélites geoestacionarios a titulares de concesiones y autorizaciones de servicios de
telecomunicaciones que operan en el Perú, luego modificada por el artículo 1° del DS
N° 008-2007-MTC, publicado el 07 marzo de 2007, modificada esta última por el DS N°
008-2007-MTC. Habiéndose previsto en el artículo 2° de la Ley, que la norma se
aplicará en todo el territorio de la República del Perú y su cumplimiento es obligatorio
por el Estado y las personas naturales y jurídicas, nacionales y extranjeras titulares de
concesiones y autorizaciones de servicios de telecomunicaciones y/o proveedores de
capacidad satelital. Para efectos de la aplicación de la presente norma se entenderá
como Proveedor de Capacidad Satelital a la persona natural o jurídica, nacional o
extranjera que cuente con un Registro en el Perú para ofrecer capacidad satelital a
través de satélites de comunicaciones a los titulares de concesiones y/o autorizaciones
de servicios de telecomunicaciones que operan en el Perú. Los procedimientos y
requisitos señalados en la presente norma son aplicables a los sistemas de satélites
geoestacionarios

TIPO OBJETIVO
Sujeto Pasivo.- Puede ser cualquier persona, natural o jurídica, debiendo contar la
respectiva autorización o en su defecto ser titular de una concesión para operar
servicios de telecomunicaciones y/o proveedores de capacidad satelital; quiere decir,
que aquellas empresas que reciben y/o transmiten satélites geoestacionarios, que no
cuentan la autorización respectiva, no serán pasibles de ser tutelados por la norma
jurídico-penal; es decir, el distribuidor de mercado negro de la señal satélite no es
amparado por el dispositivo legal.

El Estado podría ser considerado también como sujeto pasivo si asume como persona
jurídica de derecho privado la calidad de proveedor del servicio de capacidad satelital.

El Registro para la provisión de capacidad satelital, faculta al titular del Registro a


transmitir y/o recibir señales a través de satélites geoestacionarios a los titulares de
concesiones y/o autorizaciones de servicios de telecomunicaciones que operan en el
Perú, a fin de proveerles capacidad satelital. Dicho Registro no faculta a sus titulares
para instalar, operar redes de telecomunicaciones, ni prestar servicios de
telecomunicaciones que requieren de concesión y/o autorización en Perú, para lo cual
deberá cumplirse con los requisitos establecidos en la normativa respectiva." No debe
confundirse a quien se le autoriza para proveer de capacidad satelital, con los titulares
de concesiones y/o autorizaciones en servicios de telecomunicaciones, sólo estos
últimos pueden ser considerados como víctima de esta infracción delictiva.

Ofendido es por tanto, el distribuidor autorizado para transmitir a los usuarios, señales
satélites portadora de programas.

Sujeto activo.- Puede ser también cualquier persona; la descripción típica no exige
elemento especial alguno para ser autor a efectos penales. Se trata de un delito
común, únicamente atribuible a una persona psico-física, es decir, con capacidad de
acción y reconocimiento de culpabilidad.

Quien interviene a posteriori, el tercero que adquiere la señal portadora de programas,


descodificada en virtud al empleo del dispositivo, se encuentra al margen del radio de
acción del tipo legal. Y, si lo que se distribuye es la señal portadora de programas,
sabiendo que fue decodificado sin la debida autorización, será reprimido bajo los
alcances normativos del artículo 194°-A del CP.

La ratio de la norma, se dirige sólo a penalizar a los distribuidores, fabricadores, etc., y,


no a los consumidores de este mercado. Si esto no fuese así, una cantidad significativa
de usuarios ingresarían a las redes de represión punitiva.

Sujeto activo será el fabricante, ensamblador, importador, exportador, vendedor,


arrendador y/o distribuidor del dispositivo o sistema para descifrar una señal de
satélite portadora de programas.

MODALIDAD TÍPICA
Primer punto a saber, es que la tipicidad penal de la conducta, para ser afirmada
requiere que el agente al momento de la comisión del hecho, no cuente con la
autorización del distribuidor legal de la señal. Siendo así, cuando el individuo cuenta
con la autorización del distribuidor legal de la señal, para fabricar, almacenar o vender
el dispositivo decodificador, su conducta no será jurídíco-penalmente relevante.

Segundo punto a saber, importa establecer qué dispositivo o sistema tangible o


intangible, cuente con la propiedad idónea para decodificar una señal satélite
codificada portadora de programas. Quien fabrica, almacena o distribuye, dispositivos
que carecen de dicha propiedad que no pueden decodificar una señal de satélite no
ingresan al radio de acción de la norma, pues no revelan la aptitud objetiva para poder
lesionar, si es que se emplean, el bien objeto de protección; v.gr., el que vende dichos
dispositivos induciendo a error al consumidor, no podrá ser penalizado bajo la
cobertura del artículo 186°-A, tampoco por el tipo penal de estafa, al tratarse de un
negocio ilícito.

Tercer punto a saber, no sólo es objeto de protección penal quien distribuye señales de
satélite portadora de programas nacionales sino también los distribuidores extranjeros,
como se desprende del artículo 2° del DS N° 008-2007-MTC.

Ahora bien, en nuestro país, las empresas que distribuyen la señal de televisión por
cable a los usuarios son Cable Mágico de Telefónica, CLARO TV y Direct TV; son las
entidades privadas que en la actualidad compiten en el mercado, para captar el mayor
número de usuarios, ofertándose el nuevo sistema de distribución satelital, que
permite acceder a la programación del cable, con mejor calidad de imagen y sonido
digital.

Las acciones típicas, son las siguientes: fabricar, ensamblar, modificar, exportar,
importar, vender, alquiler y distribución, de un dispositivo o sistema, pudiendo ser éste,
tangible o intangible.

Por «fabricar», debe entenderse la acción de elaborar, de crear, mediando los


elementos tecnológicos necesarios, los dispositivos electrónicos susceptibles de
decodificar la señal satélite portadora de programas.
Por «ensamblar», ha de comprenderse la unión, el acoplamiento de dos o más piezas,
cuya conjunción permite el funcionamiento del dispositivo como decodificar de una
señal satélite portadora de programas.

En lo que respecta a «modificar», supone esta acción, la variación de ciertos elementos


inherentes al dispositivo electrónico que hagan que dicho objeto pueda descifrar los
códigos de seguridad de una señal de satélite portadora de programas.

Por «exportar», cabe aquella conducta, en virtud de la cual se extrae del territorio
nacional el producto (dispositivo o sistema tangible o intangible) a un país extranjero,
con el objeto de ser comercializado. Mientras que la «importación», significa que el
agente, promueva el ingreso a nuestro territorio nacional, de dispositivos electrónicos
procedentes de un país extranjero, a fin de ser distribuidos y/o comercializados en el
mercado.

La «venta», requiere de la enajenación del dispositivo electrónico, es decir, que el


agente transfiera la propiedad del bien mueble al comprador, a cambio de un precio
determinado.

El «alquiler», toma lugar cuando un individuo denominado arrendador, da en arriendo


un bien mueble a otro individuo llamado arrendatario, a cambio de una merced
conductiva a pagar por un plazo determinado. El arrendamiento sólo concede al
arrendatario el derecho de usar y de disfrutar el bien, mas no es una forma de adquirir
la propiedad.

Finalmente, la «distribución», ha de ser entendida como aquella conducta, en mérito


de la cual el agente reparte a varias personas el dispositivo electrónico (puntos de
entrega), para que estos a su vez ingresen al mercado el producto con un afán
comercializador.

Según lo dicho, puede darse una concurrencia entre varias de las modalidades, no
resulta para nada impensable suponer que aquel que fabrica el dispositivo electrónico
decodificador es quien también las distribuye o importe. De ahí cabría la siguiente
interrogante ¿Son conductas típicas concurrentes y/o excluyentes?, el legislador ha
descrito cada una de las modalidades de forma autonómica, por tanto, la hipótesis en
cuestión daría lugar a un concurso real de delitos y, no a un conflicto aparente de
normas penales.

FORMAS DE IMPERFECTA EJECUCIÓN

Cada de las modalidades del injusto típico, se consuma de forma singular y particular.
En el caso de la fabricación, cuando el dispositivo electrónico adquiere materialización
suficientes para poder funcionar como decodificador de una señal satelital portadora
de programas.
El ensamblaje se configura cuando el agente logra acoplar o dígase juntar las piezas
necesarias para que el dispositivo pueda generar sus funciones; la modificación se
produce cuando el agente varía el dispositivo en cuanto uno de sus elementos, para
que pueda descifrar las señales satélites.

La venta se perfecciona en el momento y lugar en que la aceptación es conocida por el


oferente y cuando se exterioriza la voluntad de vender y de pagar el precio del
dispositivo electrónico. El alquiler se realiza cuando el arrendador recibe el precio de la
merced conductiva por parte del arrendatario y, éste a su vez recibe la tenencia del
bien (dispositivo).

Por su parte, la acción de importar se presentará cuando la mercadería procedente de


un país extranjero ingresa de forma efectiva al territorio nacional y, la exportación
tendrá lugar cuando el dispositivo fabricado en el país ingresa al territorio de un país
extranjero para ser distribuido.

Finalmente, la distribución se realizará cuando el agente reparta el dispositivo o


sistema intangible a una o varias personas para que éstas a su vez la ingresen al
mercado mediando su oferta.

Si hemos advertido en esta descripción típica un adelantamiento sustantivo de la


intervención punitiva, consideramos que la tentativa no debe ser punible. Al menos su
verificación sólo debe dar lugar a una infracción administrativa.

TIPO SUBJETIVO DEL INJUSTO


Todas las modalidades previstas en el artículo 186°-A, son reprimibles únicamente a
título de dolo, conocimiento y voluntad de realización típica; el agente debe saber que
está fabricando, ensamblando, vendiendo, alquilando, distribuyendo dispositivos o
sistema tangible o intangible, sin la autorización del distribuidor legal de la señal
satélite portadora de programas. En tal virtud, quien interviene directamente en la
elaboración del dispositivo, contratado por un tercero, que desconoce que su
elaboración no cuenta con la autorización del distribuidor legal, estará incurso en un
error de tipo, dándose la figura de una autoría mediata, donde el hombre de atrás al
tener el dominio funcional del hecho, es quien debe responder como autor.

Ninguna de las conductas glosadas en el articulado exige algún elemento subjetivo de


naturaleza trascendente distinto del dolo, con arreglo al principio de legalidad; lo que
no quiere decir que dicho propósito esté siempre presente en la psique del agente.

HURTO DE USO
Art. 187.- El que sustrae un bien mueble ajeno con el fin de hacer uso momentáneo y lo
devuelve será reprimido con pena privativa de libertad no mayor de un año.

BIEN JURÍDICO PROTEGIDO:


En el caso del Hurto, se tutela la propiedad del bien y, así coincide parte de la doctrina,
por el hecho conocido de que el artículo 191° penaliza la conducta del dueño que
arrebata un bien mueble de su legítimo tenedor, que nada tiene que ver tiene con la
figura típica en cuestión. No obstante según nuestra posición argumental, no se afecta
la «propiedad», sino de forma concreta los derechos inherentes a ella, de forma
esencial el derecho posesorio.

La posesión es un derecho real de especial raigambre jurídico, pues si bien dicho


derecho subjetivo no le concede a su titular la potestad de enajenar el objeto, importa
el uso y disfrute del mismo, en tal medida, la privación de dichos derechos puede
también suponer una afectación de suficiente disvalor, que el legislador tomó en
cuenta para criminalizar el denominado «Hurto de uso», en el marco normativo del
artículo 187° del C.P. Figura delictiva que no estaba contemplada en el C.P. de 1924, su
inclusión entonces en el catálogo delictivo, devenía en una necesidad político criminal
impostergable.

En lo que al C.P. español refiere, no se ha tipificado el delito de Hurto de uso, por lo


tanto la atipicidad es evidente si se tiene en cuenta que donde falta la voluntad de
apropiación, queriendo solo el uso, no se lesiona la propiedad, sino la posesión, y en
relación a los delitos de apoderamiento los ataques a ésta sólo son punibles en los
casos de robo y hurto de uso de vehículos.

¿Cuál es a groso modo la distinción típica entre el delito del hurto propio con el delito
de hurto de uso? Básicamente los derechos reales que son objeto de afectación, en el
hurto propio se lesiona la propiedad en toda su constelación conceptual, mientras que
en el delito de hurto de uso únicamente se afecta la posesión del bien; es decir, en el
tipo penal previsto en el artículo 187° el agente no tiene la intención de ejercer un
nuevo dominio sobre el bien, sólo pretende ejercer actos de uso momentáneo, para
posteriormente devolverlo.

El sujeto toma la cosa; no se apodera de ella, sin embargo, no sólo porque


efectivamente no se la lleva, sino porque efectivamente no quiere llevársela.

El bien jurídico que es objeto de tutela por parte del artículo 187° del C.P., es también
el patrimonio de una persona, pero no en cuanto a la propiedad del bien, que se ve
afectada cuando se advierte un caso típico de apoderamiento, a fin de ejercer un
nuevo dominio, sino más bien, el ejercicio del derecho posesorio que se ve privado el
sujeto pasivo por un determinado lapso de tiempo.

Insistiendo, escribe PEÑA CABRERA, en el hurto de uso, el autor utiliza temporalmente


el objeto, contrariando la voluntad de su titular en sus aspectos de uso y disfrute en
cuanto al propietario es herido por la privación o alteración temporal del uso del bien.
En suma, el hurto de uso ataca la facultad dominical de uso y disfrute como una de las
facultades que corresponden al derecho de propiedad.

TIPICIDAD OBJETIVA:
Sujeto activo; puede ser cualquier persona, inclusive podría serlo el propietario, pues
como se dijo este injusto ataca la posesión y no la propiedad, sin embargo, sujeto
activo no puede ser el propietario del bien, en tanto en la estructuración típica se pone
de relieve que el bien mueble debe ser «ajeno»; tampoco podrá serlo quien goza de
facultades posesorias sobre el bien.

Sujeto pasivo; será el titular del derecho de uso y disfrute del bien. Puede ser el
propietario; asimismo quien tiene su tenencia en base a un título legítimo, quien posee
el título dominical de uso y disfrute del bien mueble. Eso sí, lo será uno u el otro, pero
no ambos a la vez; si la posesión está reconocida a una persona ajena al propietario,
sólo aquélla podrá ser considerada sujeto pasivo.

Modalidad típica:
El hurto de uso importa en su materialización típica, la sustracción del bien mueble, es
decir, el agente, se apodera del objeto, desplazándolo de la esfera de custodia del
sujeto pasivo, a fin de poder ejercer su uso, pero esto es lo más importante; no
pretende atribuirse un nuevo dominio sobre el bien, pues la propia tipicidad del
articulado en cuestión, hace alusión a que el autor lo sustrae a fin de hacer un uso
«momentáneo».

De igual forma que en el hurto propio, el agente quiebra la esfera de custodia de su


legítimo propietario, con respecto al bien, sustrayéndolo del lugar donde el sujeto
pasivo asume ordinariamente los actos propios del mismo, de esta forma, priva a su
legítimo propietario o poseedor, de sus facultades de uso, goce y disfrute; por tanto,
debe existir un dueño, no en el caso de que el autor cuando se encuentra la cosa
pérdida en una localización fuera de la esfera de dominio de su dueño; si el agente
recibe el bien de manos del propietario para que lo use de forma momentánea, esto
quiere decir con su consentimiento, no puede hablarse de Hurto de Uso, al faltar el
apoderamiento, pero si éste no lo devuelve luego de su requerimiento, se daría la
tipicidad penal del artículo 190° (Apropiación ilícita).

Entonces para que se pueda darla tipicidad penal del Hurto de uso, deben concurrir los
mismos presupuestos de tipicidad previstos en el artículo 185° del CP. en cuanto a lo
que ha de entenderse por «apoderamiento» y/o «sustracción» a lo cual debemos
agregar que se debe tratar de la aprehensión de un bien susceptible de ser trasladado,
su valoración dineraria debe ser mayor a una RMV.

Punto en particular, es que la nueva esfera de custodia del bien sólo toma lugar a
efectos de concretizar actos de uso y/o empleo, no olvidemos que este injusto sólo
ataca el derecho posesorio, más no el derecho de propiedad. No se advierte un ánimo
de actuar como dueño del bien, que se revela cuando devuelve el objeto a su legítimo
propietario.

En resumidas cuentas, habrá Hurto de uso, y no hurto común, cuando el autor se


apodera ilegítimamente del bien mueble, sustrayéndolo de la esfera de custodia de la
víctima, quien se ve privada de sus facultades de uso, goce y disfrute, de forma
“momentánea”. La misma construcción típica ha determinado que la configuración de
esta figura delictiva, requiere que el agente haga un uso momentáneo y luego devuelva
el bien.'
Disponer significa dar destino o enajenar los bienes por donación, venta, renuncia,
etcétera, y estos actos puede realizarlos el autor sin tener la propiedad de la cosa,
afirma FONTÁN BALESTRA. En cambio, usar es hacer servir una cosa para algo; disfrutar
uno alguna cosa, sea o no dueño de ella.

¿Qué debemos entender por «uso momentáneo»?, aquel que ejerce actos de
disponibilidad del bien por breve término; v.gr., quien se lleva la bicicleta para
trabajarla vendiendo periódicos por dos o tres días, los ladrones que se llevan un
vehículo para usarlo en un robo y, luego lo dejan en su lugar al día siguiente, el
campesino que se apodera de un tractor para culminar las tareas de cultivo de su
chacra y lo deja en su lugar pasada las dos horas. Empero, no se puede hablar de un
uso momentáneo, cuando usa el bien por más de un año, es decir, entrega el carro a su
dueño luego, de haber realizado un uso permanente; se revela, por tanto, un ánimo de
apropiación; nuestra Ley positiva no ha fijado un plazo para ello, a diferencia del C.P.
español, que en su artículo 244° ha establecido el plazo perentorio de cuarenta y ocho
horas, para que proceda la restitución del vehículo. Sin embargo, no podemos remitir
al tipo penal previsto en el artículo 189-B, que criminaliza la figura delictiva de Hurto de
uso de ganado, que ha previsto un plazo no superior a las setenta y dos horas para que
procesa dicha devolución, con arreglo a una interpretación de orden sistemática.

El uso que se le dé el bien, sea éste lícito o ilícito, es; -a nuestra consideración-
indiferente. Para SALINAS SICCHIA, en cambio, no habrá hurto de uso cuando el agente
utilice el bien sustraído para fines ilícitos, como por ejemplo cometer otros delitos de
los cuales obtenga beneficio economice» por tal virtud quien se apodera de un
vehículo para luego robar un banco o quién realiza la misma acción, para atropellar o
lesionar a una persona no habrán cometido el tipo penal previsto el artículo 187° C P. El
autor mencionado no señala finalmente que delito habrán cometido; de ninguna
forma el uso de dicho bien puede ser un hurto simple, en tanto, el agente cumple con
devolver el bien, lo que no obsta a que se presentó un concurso delictivo real con los
tipos penales de robo agravado y lesione .

Lo complicado en realidad estriba en la devolución que el autor debe hacer del bien,
reponiendo la esfera de custodia originaria, esto es, entregándolo a su legítimo
propietario o tenedor, tal como ha de comprenderse desde una interpretación literal
de la norma. No es posible devolver bienes consumibles o fungibles como la energía
eléctrica por ejemplo. En el caso de dinero, quien se apropia de una determinada suma
de dinero y, luego lo devuelve no es adecuado para determinar su atipicidad; el dinero
puede ser utilizado en una inversión de corto plazo, en juegos de azar, etc. No
podernos sujetarnos a las concepciones del derecho privado en el marco de la
definición del objeto material del delito, como se dijo en el articulado anterior.

¿Qué sucede cuando los agentes se apoderan, del bien mueble, para usarlo, pero
concurriendo alguna de las circunstancias agravantes, que se glosan en el artículo
186°? El artículo 187° no cuenta con una figura agravante, por lo que no se puede
construirla agregando elementos normativos de otras figuras delictivas, pudiendo
vulnerar el principio de legalidad, forzando la extensión del radio de acción de la norma
en cuestión. Las circunstancias agravantes que se revelan en el artículo 187° del C.P.,
tienen como base el hurto simple, por lo que debe siempre concurrir la intención de
apropiarse definitivamente del bien y, dicho animus no lo tiene quien luego de usarlo
lo devuelve. A decir de ROJAS VARGAS, el uso y la devolución de bienes muebles
sustraídos en circunstancias de violencia, intimidación o amenaza grave no son típicas
de hurto de uso en la fórmula peruana; de producirse tales circunstancias en el marco
ideal de los componentes básicos del hurto de uso, afirmaran un delito de coacciones o
lesiones de ser el caso, al no existir en el Código Penal peruano robo de uso, menos
hurto agravado de uso.

¿Qué sucede cuando el bien entregado, se encuentra en desperfecto, chocado, es


decir, ha perdido su valor, por actos concretos del autor de la acción?; no determina
una falta de encuadramiento típico, pero, la afectación a la integridad del bien, debe
ser un dato a recoger positivamente por el juzgador, al momento de determinar el
monto de la reparación civil, de forma concreta deberá graduarlo de acuerdo a los
rubros del lucro cesante y el daño emergente, si era un taxista el agraviado, lo que dejo
de ganar durante el tiempo que duró la posesión ilegítima. Debe descartarse el
desgaste propio del uso del objeto.

En lo que respecta al consentimiento del titular del bien, si estamos hablando de un


bien jurídico de plena disponibilidad (patrimonio), ha de convenirse que el
asentamiento expreso determina la exclusión de tipicidad penal, la falta de relevancia
típica; siempre y cuando cumpla con las condiciones que pusimos de relieve en el caso
del hurto simple. Si se advierte un error del sujeto activo, en cuanto a la capacidad
jurídica de quien presta el consentimiento, será un error de tipo, que deberá ser
calificado por el juzgador dependiendo de las características, es decir, los elementos de
juicio que tenía el agente para vencer el error.

El consentimiento presunto puede darse en el caso del adolescente universitario, que


se lleva el vehículo de la casa de sus padres, sin su consentimiento expreso. Como se
dijo antes, no es necesario que el sujeto activo se encuentre fuera del lugar donde el
sujeto pasivo guarda el bien.

FORMAS DE IMPERFECTA EJECUCIÓN:


Según se desprende del tenor literal del artículo 187°, la perfección delictiva habrá de
fijarla cuando el agente logra apoderarse del bien, sustrayéndolo de la esfera de
custodia de su legítimo propietario y/o poseedor, a partir de dicho momento ya está en
la posibilidad de usarlo, conforme a lo fines perseguidos; vgr., en el caso de un
automóvil, su puesta en marcha implica su uso. Si lo usa, pero aún no lo devuelve, y en
esas instancias el bien es capturado, incide en problemas de tipificación penal, si se
trata de un hurto de uso o de un hurto simple, tema en cuestión que será objeto de
debate en el proceso; pues resulta admisible que el autor fuese aprehendido justo
cuando se disponía a entregar el bien, en pleno trayecto hacia el lugar donde la víctima
realizaba sus facultades posesorias.

Cabe admitir la tentativa, cuando el autor no logra apoderarse del bien, en el sentido
de que no produce el desplazamiento, no alcanza a sustraerlo de la esfera de custodia
de su titular, antes de poder usarlo. La frustración delictiva puede tomar lugar por ser
descubierto por la víctima y/o la policía por que los medios empleados no resultan
idóneos para poder llevarse el objeto.

Se trata de un delito de resultado, de realización instantánea y, no de efectos


permanente. Todos aquellos que participan cuando el agente ya logró apoderarse del
bien mueble, no podrán ser calificados a título de partícipes, más aún si no conocen de
su procedencia ilícita. Si los terceros adquieren por ejemplo el vehículo del agente,
quien lo sustrajo ilegítimamente, éste será autor de hurto simple y los terceros, autores
de receptación.

TIPICIDAD SUBJETIVO:
Es de verse que el hurto de uso sólo es reprimible a título de dolo, conciencia y
voluntad de realización típica; el autor dirige su conducta, al apoderamiento de un bien
ajeno, a fin de hacer un uso de aquel; basta para nosotros el dolo eventual, el efectivo
conocimiento del riesgo típico, de saber que está sustrayendo un bien -total o
parcialmente- ajeno; en el caso de la “ajenidad" puede darse el caso de un error,
cuando el sujeto activo cree ser el dueño del objeto. El poseedor desposeído del bien
por el propietario, quien cree tener aún derechos posesorios sobre el objeto.

Para PEÑA CABRERA, el tipo subjetivo estriba en el cumplimiento de lo siguiente; a) La


intención de hacer uso fugaz del bien y la de restituirlo una vez usado y disfrutado, b)
Objetivamente que la restitución sea inmediata a continuación del uso. c) La restitución
debe ser voluntaria.

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