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NOCIONES GENERALES
ESTRUCTURA DE LOS DELITOS CONTRA EL
PATRIMONIO
Por nuestra parte, nos quedamos con el concepto mixto, pero desde
un punto de vista moderado, esto es, si llega a determinarse que el
concepto del derecho privado resulta contrario a los fines del derecho
punitivo, el jurista, al momento de interpretar debe ampliar o
restringir sus alcances. Ello significa que el concepto seguirá siendo el
mismo con la diferencia que según el caso concreto para el derecho
punitivo interpretativamente el concepto será utilizado en su
acepción amplia o restringida.
Los bienes para ser objeto de tutela penal deben ser susceptibles de
valoración económica. Quedan fuera de tutela punitiva todos aquellos
bienes sin relevancia económica, así para la persona tengan el
máximo valor sentimental e incluso sirvan para su desarrollo normal
de su personalidad. En efecto, “las cosas con exclusivo valor afectivo
(fotografías, imágenes, cabellos del ser amado, hojas de un árbol
exótico, recuerdos de un viaje, cenizas del familiar cremado, etc.) y
desprovistos objetivamente de valoración pecuniaria en el tráfico
comercial-industrial-financiero, carecen de interés para el derecho
penal en cuanto objetos físicos de tutela penal, no integrando el
concepto de patrimonio y por lo mismo no son susceptibles de
constituir objeto material de los delitos patrimoniales”.
HURTO
Art.185.- El que, para obtener provecho, se apodera ilegítimamente
de un bien mueble, total o parcialmente ajeno, sustrayéndolo del
lugar donde se encuentra, será reprimido con pena privativa de
libertad no menor de uno ni mayor de tres años. Se equiparan a bien
mueble la energía eléctrica, el gas, los hidrocarburos o sus productos
derivados, el agua y cualquier otra energía o elemento que tenga
valor económico, así como el espectro electromagnético y también
los recursos pesqueros objeto de un mecanismo de asignación de
Límites Máximos de Captura por Embarcación.”
TIPICIDAD OBJETIVA
Sujeto activo; en principio, puede ser cualquier persona, pero de
acuerdo a lo antes expresado, debe ser necesariamente una persona
ajena al propietario de la cosa, al menos que se trate de un
copropietario; eso sí sólo puede serlo una persona psicofísica
considerada. El propietario que sustrae el bien de quien la posea
legítimamente no comete hurto; su adecuación corresponde al delito
de apropiación ilícita descrito en el artículo 191 del Código penal.
Bienes muebles
Si bien podemos partir de una acepción propiamente del Derecho
civil, de lo que debemos entender por «bien mueble», no es menos
cierto, que resulta indispensable construir un concepto que nos sirva
en Derecho penal, a fin de acoger la ratio de la norma, con arreglo a
la función tutelar del ius puniendi estatal.
Para el Derecho civil, según se desprende del artículo 886°, son todos
aquellos que pueden ser objeto de apropiación, sean en derechos
materiales y/o inmateriales; dejando una cláusula abierta, tal como se
expone en el inc. 10) del articulado; complementándose este
dispositivo con los partes integrantes y accesorios, de conformidad
con los artículos 887° y 888°. De este, modo, el concepto penal de
cosa mueble es más amplio y más estricto que el civil.
Son varios los objetos en cierta forma, que pueden traen a lugar
cierta discusión; primero, los objetos extra comercio, en este caso las
drogas, alucinógenos, etc., siempre que su comercio se encuentre
prohibido por las normas legales, no pueden recaer bajo la tutela del
hurto, no se puede hablar en este caso de dueños o dígase de
verdaderos titulares. Ni bien se produce una incautación de droga, por
ejemplo marihuana, a una persona ajena al dueño, el burrier por
ejemplo, su verdadero “propietario", no puede reclamar en ningún
caso su devolución, en tanto, son sustancias de ilícito comercio;
cuestión distinta resulta del consumidor, del drogo-dependiente. Por
su parte, los órganos humanos, como el riñón, el vaso, etc., importan
partes del cuerpo humano, que no son considerados como bienes
“muebles” y, si ello sucede el tipo penal aplicable es el de lesiones,
según lo previsto en el artículo 121° del C.P. Sin embargo, más allá de
las calificaciones formales de los objetos, hay que acudir a la realidad
práctica para decidir si efectivamente son objeto de mercado y se Ie
atribuye valor económico. Existe un mercado legal de venta de
sangre, y en algunos casos los cadáveres pueden ser objeto de
comercio, por ejemplo para las universidades, academias, etc. La
diferencia de esta figuraron la del artículo 318° incisos 1 y 3
(profanación y sustracción de cadáveres), es que el cadáver se
encuentra dentro del comercio.
La redacción normativa, menciona que el bien mueble que es objeto de sustracción y/o
de apoderamiento debe ser “ajeno”, quiere decir esto, que el agente no debe detentar
ningún título que lo ampare, de acuerdo a lo estimado en el punto sobre el sujeto
activo del delito.
Por otro lado, para que se pueda configurar el hurto, el bien mueble tiene que tener un
propietario reconocido, sin que sea necesario que el autor, deba saber quién es el
dueño. Ello trae consigo la siguiente consecuencia: cuando el agente se apropia de un
objeto que no tiene dueño, no comete el delito de hurto; pero sí, se trata de una cosa
pérdida responderá según el tipo penal previsto en el artículo 192° inc. 1) del C.P.
Se excluyen, también, por tanto, las cosas de nadie (res nullius) y las cosas
abandonadas (res derelictae), porque ambos tipos de objetos carecen por definición de
titular, lista a la cual se agrega, las cosas extra-comercio (drogas, armas, etc.), pues no
cuentan con los elementos necesarios para ser objeto material del delito.
La ajenidad del bien hay que valorarla conforme al estado jurídico actual del objeto,
quien tiene sólo una expectativa no puede decirse dueño de la misma, como son los
derechos hereditarios, hasta que no muera el causante, los bienes, derechos y activos
no ingresan al acervo patrimonial del heredero.
Ahora bien, dice el tipo penal que la cosa sustraída, puede tener lugar en el marco de
una co-propiedad. Dicho en otras palabras, cosa ajena es toda aquella que pertenece a
un patrimonio que no sea el del agente, y, en cambio, resulta parcialmente ajena
cuando el agente tiene algún derecho sobre la cosa, es decir, que resulta condómino o
comunero hereditario sobre algún bien.
¿Cuándo estamos ante la figura de la copropiedad?. Hay copropiedad cuando un bien
pertenece por cuotas ideales a dos o más personas, según se desprende del artículo
969° del CC; en este caso las cuotas de los copropietarios se presumen ¡guales, salvo
prueba en contrario, así lo dice el artículo 970° (in fine). En este caso al identificarse
cuotas indivisas, siendo cuotas ideales, no es factible hablar de apoderamiento de un
bien parcialmente ajeno; (...) pues mientras no se produzca la división de ella (si es
divisible) no se puede hablar de ajenidad de la cosa (podrá haber abuso en el ejercicio
del derecho, ilegitimidad, etc., pero no hurto).
Por consiguiente, para que se pueda configurar el hurto en este supuesto, previamente
deberá haber un proceso de partición y división del bien común, de conformidad con el
inc. 1) del artículo 992° del CC, en virtud del cual el ex copropietario, se apodere de una
porción del bien que la pertenece al otro. Así, sucederá por ejemplo, en el caso del
fenecimiento de la sociedad de gananciales, luego de haberse disuelto el vínculo
conyugal, puesto que dicho patrimonio mientras está vigente determina un patrimonio
común, de cuotas indivisas, con arreglo a los artículos 301° y 318° del CC. El artículo
315° del CC, establece que para disponer de los bienes sociales o gravarlos, se requiere
de la intervención del marido y la mujer. Empero, cualquiera de ellos puede ejercitar tal
facultad, si tiene poder especial para ello.
Modalidad típica
El verbo rector que se pone de relieve en esta tipificación penal, es el
«apoderamiento», como medio por el cual el agente logra una nueva posesión
(ilegítima), sobre el bien mueble privando del ejercicio de los derechos reales a su
titular (sujeto pasivo).
Como se ha sostenido con corrección, el bien -objeto material del delito-, debe ser
desplazado a otro lugar distinto al cual se encontraba originariamente, a fin de poder
concretizarse la nueva esfera de custodia por parte del sujeto activo; importa una acto
de desplazamiento, que toma lugar mediante el apoderamiento de la cosa. A diferencia
de la estafa donde el desplazamiento del bien, es efectuado por el propio sujeto pasivo,
mediando engaño.
Soler, dice, que la acción de apoderarse típica para el hurto debe consistir en la acción
de poner bajo su dominio y acción inmediata una cosa que ante de ello se encontraba
en poder de otro. La acción de apoderarse, debemos fijarla conceptualmente conforma
le estructuración típica del delito de hurto, tomando en cuenta los móviles que
persigue el autor, en correspondencia con su estado consumativo.
Los medios
El hurto a diferencia del robo, supone violencia y fuerza sobre las cosas, mientras que
el segundo violencia y/o amenaza sobre las personas. De todos modos, el agente del
delito de hurto revela ciertas técnicas de apoderamiento, que a veces hace de difícil su
distinción con el robo.
Es de verse que ciertos apoderamientos, que sin estar dirigidas a ejercer violencia,
coacción o amenaza sobre las personas, pueda llevar un cierto plus de violencia; en las
calles del centro de Lima, puede observarse a diario, como ciertos cogoteros arranchan
de sus tenedoras, collares hasta aretes, con destreza, que a veces puede producir cierta
afectación en la esfera somática de la víctima, no por ello, constitutivo del delito de
hurto. Respecto de la violencia o la intimidación, porque, (...) el robo requiere de cierta
intensidad en la coacción física o moral y que ésta se utilice para conseguir o asegurar
el apoderamiento, de modo que seguirán en el ámbito del hurto los apoderamientos
violentos que no alcancen la entidad que requiere el art. 242° (CP español) o que no
guarden relación con la sustracción de la cosa, medio que requiere mayor destreza y,
de cierta forma, revela una mayor peligrosidad al ingresar al campo del hurto agravado.
En el supuesto en que el agente aprovecha que la víctima está liándose a golpes con
otro individuo, y se cae su billetera al piso, para apoderarse de ella, será también un
caso típico de hurto; no se puede de ninguna forma unir ambas secuencias, para poder
construir una imputación delictiva a título de robo, pues para ser coautores se requiere
de una codecisión del plan criminal, y una división de las tareas, que no se advierte en
dicho ejemplo.
TIPICIDAD SUBJETIVO
Es esencialmente doloso, pues la esfera subjetiva del agente viene precedida por el
dolo conciencia y voluntad de realización típica; el autor debe dirigir su conducta a fin
de hacerse un patrimonio ajeno, sabiendo de antemano que el bien es total o
parcialmente ajeno, por tanto, la esfera cognitiva de cubrir todos los elementos
constitutivos de tipicidad penal, incluida la ilegitimidad que como se dijo antes, es un
elemento innecesario, de tal forma que el agente deliberadamente se apodera de un
bien, pretendiendo ejercer una nueva esfera de custodia.
Sin duda, en la esfera del tipo subjetivo del injusto, el agente puede estar incurso en un
error acerca de la propiedad del bien; cuando la maleta que se apodera es idéntica a la
suya propia, segundo caso. Cada caso concreto deberá ser analizado por el juzgador a
fin de establecer, sí se trata de un error vencible o invencible todo dependerá de los
elementos con que contaba el autor al momento del hecho para salir del error.
AGRAVANTE
El segundo párrafo del artículo en análisis dispone que se equiparan a bien mueble la
energía eléctrica, el gas, el agua y cualquier otra energía o elemento que tenga valor
económico, así como el espectro electromagnético lo que significa que el concepto de
bien mueble toma una extensión conceptual más allá de una definición propia del
Derecho civil, lo cual resulta lento pues el Derecho penal ha de intervenir, mediando
sus propias concepciones terminológicas, amén de cautelar su función tutelar de los
bienes jurídicos fundamentales.
Lo que caracteriza a los distintos objetos materiales del delito a que se refiere este
párrafo, no es tanto el valor energético del mismo, sino el hecho de tratarse en todo
caso de fluidos que se suministran con la intermediación de aparatos contadores, que
sirven para medir el consumo o utilización de fluidos. En efecto, el agua en si no es lo
que interesa al Derecho penal, sino se preguntaría uno, porque su apropiación en los
ríos y mares no resulta prohibido, sino el servicio público que se ha establecido de él,
que ejecuta a partir de las empresas que prestan este servicio; que tienen un costo
para el usuario dependiendo del grado de consumo, es por decirlo a título oneroso; de
igual forma sucede en el caso de la energía eléctrica.
Como se dijo se advierte en muchos casos, que ciertas personas que habitan en
viviendas precarias, realizan instalaciones clandestinas, jalando la energía eléctrica de
los postes de alumbrado público, acá el sujeto pasivo es la empresa concesionaria del
servicio y sujeto activo el particular; si el cableado se cuelga a la instalación de una
vivienda, el sujeto pasivo será el morador, pues a él se le ésta cargando dicho consumo,
igual sucede con las líneas telefónicas. Sin embargo, si la empresa concesionaria
pretende cobrar un servicio que nunca realizó, o sobre-factura más allá del consumo
realmente efectuado, será un delito de estafa, siempre y cuando se haya obrado con
dolo y, mediando engaño.
El gas, el agua u otro fluido que venga envasado y no es pasado por medidores y tenga
un valor económico en el mercado también son susceptibles del delito de hurto, ej„ el
tanque de (balón) de gas. Más no es hurto, el caso del usuario que se hacer surtir
gasolina en un grifo por el grifero, y se va sin pagar, para nosotros delito de estafa, pues
no hay acto de apoderamiento.
Ahora bien, se ha sostenido a lo largo del estudio de este articulado, que el bien objeto
material del delito, debe ser susceptible de ser apropiado contar con una valuación
económica y tener a un sujeto como dueño. El artículo 66° de la Constitución Política
del Estado, establece que los recursos naturales renovables o no renovables, son
patrimonio de la Nación. El Estado es soberano en su aprovechamiento. Por ley
orgánica se fijan las condiciones de su utilización y de su otorgamiento a particulares.
La concesión otorga a su titular un derecho real, sujeto a dicha norma legal. Del
precepto constitucional se colige que los recursos hidrobiológicos pertenecen al
Estado, por lo que su explotación, pesca y aprovechamiento, requiere de la debida
autorización estatal (administrativa); de no ser así se estaría incurso en una infracción
legal. Este precepto busca resaltar, de manera acertada, el dominio eminente del
Estado, esto es, la capacidad jurisdiccional para administrar, legislar y resolver las
controversias que puedan suscitarse en torno al mejor aprovechamiento de los
recursos naturales; siendo que la actividad pesquera es regulada por el DL N° 25977,
que en realidad no es constitutivo de una ley orgánica.
En resumidas cuentas, el tipo penal previsto en el artículo 308° del CP resulta suficiente
para proteger los recursos hidrobiológicos, incluyendo a la anchoveta. La inclusión de
esta especie como objeto material del delito de Hurto, conducirá a un conflicto de
normas, donde el juzgador deberá prevalecer aquella norma que de forma más precisa
y concisa pueda cobijar el supuesto de hecho y, si es la captación de un pez, no se
puede hablar de apropiación sino de caza, en cuanto a un entendimiento claro del
lenguaje. Debe agregarse que se configurará la modalidad en análisis, siempre y
cuando se supere el límite máximo de asignación de límites máximos de captura por
embarcación.
HURTO AGRAVADO
Art. 186 El agente será reprimido con pena privativa de libertad no menor de tres ni
mayor de seis años si el hurto es cometido:
1. Durante la noche.
2. Mediante destreza, escalamiento, destrucción o rotura de obstáculos.
3. Con ocasión de incendio, inundación, naufragio, calamidad pública o desgracia
particular del agraviado.
4. Sobre los bienes muebles que forman el equipaje del viajero.
5. Mediante el concurso de dos o más personas.
"La pena será no menor de ocho ni mayor de quince años cuando el agente actúa en
calidad de jefe, cabecilla o dirigente de una organización criminal destinada a
perpetrar estos delitos."o dirigente de una organización criminal destinada a perpetrar
estos delitos." (*) EXTREMO MODIFICADO POR LA PRIMERA DISPOSICIÓN
COMPLEMENTARIA MODIFICATORIA DE LA LEY Nº 30077, PUBLICADA EL 20 AGOSTO
2013, LA MISMA QUE ENTRÓ EN VIGENCIA EL 1 DE JULIO DE 2014
Disvalor del injusto típico que se determina conforme a la legitimidad de la acción que
arrebate de su legítimo titular, un bien que le pertenece. No obstante, pueden
aparecer ciertas circunstancias, que hagan de la conducta, una desvaloración más
injusta, sea por la forma de su comisión por las circunstancias particulares que rodean
el hecho, por la destreza del autor por el número de agentes; que supone da lugar a un
juicio de mayor desvaloraron. Por tales motivos, toma sustantividad propia la figura del
«Hurto agravado» cuya legitimidad es por cierto discutida en la doctrina. De todas
formas se dice que el hurto agravado tiene una mayor proximidad con el robo en tal
medida se hace necesario una distinción penológica, pero aún no adquiere ese plus de
sustantividad que se manifiesta en la violencia y/o la amenaza que recae sobre las
personas.
En el caso del C.P. español, en el artículo 235°, se han glosado las modalidades
agravadas, entre éstas: cuando se sustraiga cosas de valor artístico, histórico, cultural o
científico, cuando se trata de cosas de primera necesidad o destinadas a un servicio
público, cuando revista especial gravedad, ateniendo al valor de los bienes sustraídos,
o se produjeron perjuicios de especial consideración y cuando se ponga a la víctima o a
su familia en grave situación económica o se haya realizado abusando de las
circunstancias personales de la víctima.
Mientras que en el C.P. argentino, el hurto agravado toma lugar en el artículo 163°,
comprendiendo el abigeato calificado y el hurto campestre, el hurto calamitoso, el
hurto con ganzúa o llave falsa, el hurto con escalamiento, el hurto de cosas muebles
durante su transporte y el hurto de vehículos en la vía pública o en lugares de acceso
público.
En lo que respecta el bien jurídico tutelado por el artículo 186°, en líneas generales
será el mismo que toma lugar en el caso del hurto simple, es decir, la propiedad de los
bienes muebles, susceptibles de ser cuantificado económicamente y desplazado de
un lugar a otro, mermando en sus facultades inherentes de posesión, disposición uso y
disfrute. A lo cual se podría agregar una no tan lejana lesión a la seguridad de las
personas, cuando el objeto sustraído los puede colocar en un real estado de necesidad.
En casa habitada:
Cuando se hace alusión a «casa habitada», no sólo ha de comprender el domicilio
como tal, sino también la morada, casa de negocios ajena, dependencia o recinto
habitado por otro; esto es, cualquier espacio y/o lugar geográfico (perimétrico) que
delimitado arquitectónicamente, da lugar a la configuración de un ámbito separado del
exterior, donde se desarrolla la intimidad personal y/o familiar.
Casa o morada habitada, significa que el recinto debe mantener vigente una residencia,
por parte de una o más personas, que no necesariamente deben estar presentes al
momento en que ingresan los ladrones, con la intención de sustraer los bienes muebles
que se encuentran allí. Como se dijo, lo que da el plus de disvalor del injusto, es el
peligro que corren los moradores.
Durante la noche:
El legislador nos hace alusión a un factor “natural”, que tiene que ver con el momento
en que se realiza el hecho punible la noche aparece cuando el sol se oculta por
completo, y la faz del cielo queda cubierto por las estrellas, oscureciéndose, por tanto,
la claridad propia del día. La caída del sol en verano o, el anochecer en día invernal, no
siempre se configura al mismo tiempo en todos los lugares, inclusive de un espacio
geográfico próximo.
Máxime ahora cuando las calles tienen una mayor iluminación, existe un mayor
resguardo policial, claro está, no en todos los lugares, y un mayor desplazamiento de la
ciudadanía; pero es de recibo, de que igual toma se producen los hechos más
violentos, puesto que nadie interviene cuando una persona se está viendo agraviada
por una conducta criminal.
Parece que aún resulta conveniente mantener esta agravante, pues de todos modos la
criminalidad más feroz, puede aparecer con mayor, envergadura durante la noche, pero
no nos olvidemos que en este caso se trata de hurtos y, no de robos.
En los casos que las casas o edificios sean oficinas, comercios o industrias y no se
encuentren habitadas y solo lo están durante el día, encontrándose en las noches sin
custodia alguna, los hacen más vulnerables, circunstancia de la que se aprovechan los
sujetos activos para la realización del delito de hurto.
La fuerza en las cosas requiere que éstas sean forzadas, vale decir, que haya producido
sus efectos propios, rompiéndolas, torciéndolas, sacándola de su sitio, cavándola o
modificando su estado o situación de cualquier otra manera. Es decir, la propia
conducta del «apoderamiento» requiere a veces un plus de fuerza, a fin de poder
sacarla de su lugar de origen.
Es (...) indiferente que se usen o no escalas o cualquier otro instrumento para salvar los
obstáculos, en tanto éstos sean únicamente la ayuda para lograr ¡a actividad corporal
de penetrar, apunta Fontán BALESTRA Se cae en error cuando, por influjo de la idea de
subir o ascender, se identifica la exigencia de cierto esfuerzo o actividad corporal en el
autor con la de sobrepasar o pasar por encima de un obstáculo. Lo importante a todo
esto es que el agente sortee ciertos obstáculos, a fin de allanar el camino, para ingresar
al lugar en el cual se encuentran los bienes, que pretende apoderarse, sin interesar los
medios por los cuales se haya valido para ello; por supuesto que no se dará la
agravante cuando el agente sube normalmente por unas escaleras que lo conducen al
piso del departamento que pretende ingresar, pero sí por la circunstancia primera.
Si entra por ventana abierta, encontrándose está a una altura poco distante del suelo,
de modo que no se haya necesitado mayor esfuerzo o destreza, y sin haber superado
obstáculos anteriores, la conducta no constituye escalamiento.
No puede ser reputado una conducta ajustable a este supuesto, la destreza técnica que
vuelva el autor para identificar la clave de un dispositivo de seguridad, el ingreso de
ciertos instrumentos no puede ser considerado ni como destrucción ni como rotura; tal
vez susceptible de ser encajado en el inc. 3) de la última clasificación agravatoria.
La fractura debe ser para entrar y no para salir. La fractura que no tiene por objeto
entrar, sino apoderarse del obstáculo de la entrada tampoco es robo, sino hurto
(llevarse la ventana, el cristal delantero de un coche, etcétera).
Se dice, que no se trata de una mayor peligrosidad, (...), que es difícil de medir, sino
que el elemento subjetivo del injusto, más la circunstancia objetiva, revela un mayor
injusto, que debe traducirse en la mayor pena. Sin embargo, para Soler, el hecho
cometido en tales circunstancias muestra, sin duda una particular perversidad en el
sujeto, pues supone que mientras los demás, humanamente conmovidos o
espantados, dejan los bienes, el sujeto mantiene suficiente espíritu de cálculo para
entregarse al pillaje con más facilidad.
Se denomina Hurto «calamitoso», tal como se deduce de la redacción normativa de la
ley penal argentina, con respecto al inc. 2) del artículo 136° de su C.P.
De la ley positiva nacional se desprenden dos hipótesis, la primera referida al hurto que
se comete con ocasión de un incendio, inundación, naufragio o calamidad pública.
Como se dijo el mayor reproche se basa en quien se aprovecha de dichas circunstancias
para dar rienda suelta a sus instintos criminales de apoderarse de los bienes de los
damnificados. Se sigue estrictamente el listado de eventos naturales o, aquellos
causados por acción propia del ser humano, sea de forma fortuita, imprudente o
intencional una inundación, puede ser resultado también de un tsunami o un diluvio y
el incendio provocado por la salida de gas de una estación de gasolina o corto circuito
por el mal funcionamiento de un aparato electrónico; pero lo relevante es que dicho
evento haya ocasionado un real estado de peligro para los habitantes de una localidad,
una llamarada de incendio que puede ser sofocado sin mayor esfuerzo, no dará lugar la
circunstancia que se enuncia en este supuesto de agravación.
La segunda hipótesis refiere a una «desgracia particular del agraviado», con ello se
distingue con la variante anterior, en cuanto la primera requiere que la calamidad sea
“pública", esto es, que los estragos generen efectos perjudiciales a un número
indeterminado de personas, en cambio en la segunda, basta que se trate de una sola
persona.
No podemos dejar de señalar, que tal vez esta agravante, guarda también otra
finalidad: de proteger al turista nacional o extranjero, sobre todo a este último, cuyo
paso por el país significa la irrogación de grandes ingresos económicos así como la
generación de fuentes de empleo. Máxime, si día a día, se observa como los turistas
son despojados de sus pertenencias, en las calles más peligrosas de las ciudades del
Perú.
Se debe destacar también, que los objetos de valor y de importancia que transporta el
viajero, requieren de una protección extensiva, por lo que éste es protegido también
antes y después de emprender el recorrido, tanto en las estaciones de los diferentes
medios de transporte, así como también durante las escalas que realice u hoteles en
los que se aloje para continuar su travesía; no habría motivo para considerar no viajero
al que maneja su propio coche y en el viaje más allá de los límites urbanos .
Toda organización delictiva debe contar con los siguientes elementos, a) debe estar
conformada por una pluralidad de personas, individuos que se reparten los roles
mediante una estructura jerárquica de organización, por lo genera cuentan con
mandos superiores, medios y ejecutores; b) deben operar por un tiempo significativo,
la permanencia es un dato a saber para diferenciar esta figura criminológica de la
coautoría concomitante, y, finalmente c) deben contar con códigos internos, que regule
su estructura organizacional. Sin embargo, el agente en el presente caso, basta que en
el momento de la acción típica, haya pertenecido a la asociación criminal por un corto
lapso de tiempo.
Ahora bien, el precepto señala que el agente debe actuar en calidad de integrante de
una organización delictiva, quiere decir esto, que puede haber actuado de forma
individual al momento de la perpetración del delito o en forma conjunta con otros
miembros de la organización.
En primer lugar -la norma en cuestión-, refiere a los bienes de valor «científico», los
cuáles serán todos aquellos que revelen una determinada propiedad funcional en el
marco de una determinada actividad socio-económica- que puedan incidir en beneficio
de la salud pública, por lo que dice, que no se tutela la propiedad que se reconoce a su
titular, sino, de que toda la ciudadanía pueda acceder a las bondades de estos bienes,
como sus legítimos accesitarios; mas ello no puede significar que el dueño quede
desamparado, solo que la tutela penal adquiere un mayor interés social. La explicación
de la simultánea existencia sobre una misma cosa de un interés general y del derecho
de propiedad del dueño de la cosa, limitado por aquel, se encuentra en la función
social de la propiedad más que en la teoría de los bienes culturales.
El asunto está en lo que refiere a las condiciones que debe cumplir el bien, para que se
le pueda atribuir “valor científico", como elemento normativo de la tipicidad penal;
bienes que encuentran tutela en el marco de la normatividad sobre propiedad
industrial; ¿Se requerirá un reconocimiento de una autoridad administrativa como el
INDECOPI o catálogos sobre la materia o es que dicha propiedad queda sujeta a una
potestad discrecional del juzgador de acuerdo a las pruebas que se presenten al
respecto?. A decir, de QUINTERO OLIVARES si se quieren evitar exclusiones
injustificadas y lograr una auténtica adaptación de la realidad y al interés que se quiere
tutelar creemos no obstante, que debiera bastar con la condición de ser bien
«inventariable o registrable», a la vista del riesgo de equivocación que entraña fiarse
excesivamente de los catálogos reconocidos, pues no se trata de catálogos ni cerrados
ni completos.
Para que pueda darse el Hurto, según esta modalidad agravada, de todas formas, debe
revelarse el apoderamiento de un objeto, en el cual se encuentra contenido una
fórmula científica, por ejemplo en un dispositivo u otra forma de almacenamiento de
datos.
Qué duda cabe que los bienes que integran el patrimonio cultural de la Nación, sólo
por su reconocimiento requieren de una protección especial del Estado, en este caso
por parte del Derecho penal, pues se trata de bienes que se comprenden en la riqueza
histórica de nuestro país, fruto del ingenio y la creación de las culturas inca y pre-incas
más representativas, que se asentaron a todo lo largo de nuestro territorio,
habiéndonos dejado un enorme y valiosísimo legado, que todos los peruanos tenemos
el deber de admirar y proteger. El legislador lo consideró así al haber incluido esta
circunstancia agravante, en virtud de la sanción de la Ley N° 26319; pues si se dijo que
en caso de los bienes de valor científico, su protección más intensa por parte del
derecho punitivo residía en su función social, en el presente, el fundamento reposa en
la función histórica, como patrimonio cultural de todos los peruanos.
Por el valor testimonial que les otorga el tiempo, se Incluyen dentro de los bienes
culturales a los restos humanos, los fósiles de animales y las plantas con las cuales
convivió el hombre en un determinado tiempo histórico.
La Ley N° 28296 del 21 de julio del 2004 - Ley General del Patrimonio Cultural de la
Nación, establece en el artículo III (Presunción legal) de su Título-Preliminar que, se
presume que tienen la condición de bienes integrantes del Patrimonio Cultural de la
Nación, los bienes materiales o inmateriales, de la época prehispánica, virreinal y
republicana, independientemente de su condición de propiedad pública o privada, que
tengan la importancia, el valor y significado referidos en el artículo precedente y/o que
se encuentren comprendidos en los tratados y convenciones sobre la materia de los
que el Perú sea parte. La presunción legal queda sin efecto por declaración expresa de
la autoridad competente, de oficio o a solicitud de parte; mientras que en su artículo V
de la misma titulación (in fine), dispone que los bienes integrantes del Patrimonio
Cultural de la Nación, independientemente de su condición privada o pública, están
protegidos por el Estado y sujetos al régimen específico regulado en la presente Ley. El
Estado, los titulares de derechos sobre bienes integrantes del Patrimonio Cultural de la
Nación y la ciudadanía en general tienen la responsabilidad común de cumplir y vigilar
el debido cumplimiento del régimen legal establecido en la presente Ley.
La diferencia de esta modalidad agravante de Hurto, con las figuras delictivas que se
glosan en el Título VIII del C.P., reposa en que estos últimos importa típicos atentados
contra el Patrimonio Cultural, mediando las acciones de depredación, destrucción y/o
extracción, sacándolos del país; es evidente que puede acontecer un conflicto aparente
de normas, que ha de resolverse con la aplicación del principio de especialidad y/o
consunción.
Como se advierte en la doctrina, la víctima puede ser tanto una persona natural como
una persona jurídica; si el gerente de una empresa en particular, es objeto de un hurto,
en virtud del cual es despojado del dinero con que se iba a pagar los sueldos de los
trabajadores de varios meses de adeudo, se habrá configurado la agravante; como se
desprende del tenor literal del precepto, tiene que darse o una u otra alternativa, no de
forma conjugada.
Esta agravante debe ser particularmente valorada, es decir, caso por caso, pues debe
tomarse en consideración la situación económica de la víctima, al momento de ser
despojado del bien, que de dicha circunstancia haya de apreciarse una disminución
efectiva de su patrimonio, mermando en su capacidad adquisitiva, para hacer frente a
los gastos más elementales para su manutención, puesto que la agravante hace alusión
a una «grave situación económica». No podrá ser tildada de grave el
desapoderamiento que sufre un trabajador de su haber mensual, cuando el
presupuesto familiar se compone por los ingresos de ambos cónyuges; tampoco el
empresario que es despojado de una fuerte suma de dinero, que era destinada para la
compra de materiales de su fábrica; a menos que se trate de un empresario,
prácticamente en bancarrota, que tiene hipotecado todos sus bienes y, a quien le es
sustraído el préstamo que recibe del Banco para poder afrontar sus deudas, en la
medida que dicha situación ameritara la ejecución de todos sus bienes.
Por lo expuesto, la concurrencia de esta agravante, habrá que medirse conforme a una
serie de parámetros; acorde al estatus socio-económico de la víctima, del presupuesto
familiar y, del apremio por satisfacer las necesidades más elementales (alimento,
educación, vivienda y vestido).
Es menester advertir, que el agente debe saber (dolo) que el apoderamiento ilegítimo
del dinero, ésta colocando en una grave situación a la víctima o a los miembros de su
familia; lo cual será de difícil acreditación. Quien sigue al cliente de un banco sacando
una suma de dinero, bien vestido, no sabrá que dicho dinero constituye el único ahorro
que le queda, por lo que estará afectado por un estado apremiante.
Reviste especial gravedad que el agente, a fin de destruir o romper los obstáculos, que
le permitan ingresar al lugar donde se encuentran localizados los bienes muebles,
emplee materiales o artefactos explosivos, en tanto pueden colocarse en un verdadero
estado de peligro los bienes jurídicos fundamentales de las personas que se
encuentran en las inmediaciones, esto es, la vida, el cuerpo y la salud.
Ahora bien, si los agentes, a fin de forzar la puerta de una vivienda familiar, para
romperla, utilizan una significativa carga de dinamita, sabiendo que en su interior, cerca
de ella, se encuentra un miembro de la familia; ya no podemos hablar de hurto, sino de
robo, en el sentido de que la presencia de dicha víctima esta abarcado por el dolo
(eventual) del agente, como un obstáculo para vencer la resistencia que separa al autor
del lugar donde se encuentran los bienes muebles, y si no ha de advertirse dicho
conocimiento, y como consecuencia de la detonación se producen lesiones de los
moradores, habrá pues un concurso delictivo con lesiones culposas.
Para efectos de «organización destinada a perpetrar estos delitos», vale todo lo dicho
en el numeral cinco, con el agregado de que si dicha asociación criminal se dedica
también a cometer otros hechos punibles, el tipo penal aplicable será el del artículo
317°, en concurso con el delito de Hurto agravado, pero en base a otros supuestos.
Punto importante a saber, es que no basta acreditar que el agente ostenta el poder de
mando en la organización (cabecilla), sino que además debe participar en la comisión
de delitos de hurto, sin necesidad de que esté presente de forma fáctica, la especial
posición que asume en el marco de la asociación le permite detentar el dominio del
hecho, al estar en su manos prácticamente, el éxito de los planes criminales que se
gestan en su interior. De no ser así, estaríamos sosteniendo un Derecho penal de autor.
Art. 186-A.- "El que fabrique, ensamble, modifique, importe, exporte, venda, alquile o
distribuya por otro medio un dispositivo o sistema tangible o intangible, cuya función
principal sea asistir en la decodificación de una señal de satélite codificada portadora
de programas, sin la autorización del distribuidor legal de dicha señal, será reprimido
con pena privativa de la libertad no menor de cuatro años ni mayor de ocho años y con
noventa a ciento ochenta días multa".
Debemos entender que la teoría del bien jurídico no sólo ha de verse como un criterio
material de legitimación en cuanto a las tareas del Derecho penal en un Estadio Social y
Democrático de Derecho, pues con ello no decimos todo. En esta línea argumental,
debemos agregar que el bien jurídico es también una guía ordenadora y
sistematizadora del injusto penal, en el sentido de agrupar las conductas delictivas
sobre la base del interés jurídico -digno y merecedor-, de tutela penal. Lo dicho es
necesario para procurar una correcta tipificación penal y, a la vez, como expresión de
una política criminal ajustada a los principios limitadores del derecho punitivo. El
intérprete ha de saber con exactitud y claridad cuál es el bien jurídico que es atacado
por los comportamientos que prohíbe la norma jurídico-penal. De no ser así, se pierde
indefectiblemente claridad y orden conceptual. Como anota Mir Puig, el bien jurídico,
como expresión del objeto de tutela legal, ofrece la clave de la interpretación y la base
de la formación del sistema de la Parte Especial, pero no ha delimitarse a cumplir tal
función metodológica, aunque a ella se haya reducido prácticamente en su historia el
bien jurídico no lo decide el derecho positivo, sino que, por el contrario, está llamado a
limitar al legislador: bien jurídico será sólo aquello que merezca ser protegido por la ley
penal.
Ahora bien, según la redacción normativa del último párrafo del artículo 185° del CP, se
adopta una visión incorpórea del bien, que de todas formas se materializa el injusto
cuando el agente emplea una serie de artificios para hacerse ilegítimamente del valor
económico de dichos objetos. También, ha de decirse que los títulos valores pueden
ser objeto material del delito de Hurto, cuando su posesión ilegítima permite a su
tenedor hacerse de su valor cambiario, siempre que haya precedido un acto de
desapoderamiento y/o sustracción. Sin embargo, conforme se desprende del contenido
literal del artículo 186°-A, nos encontramos frente a conductas de fabricación,
ensamblaje, modificación, importación, exportación, venta, alquiler o distribución por
otro medio, un «dispositivo o sistema tangible o intangible», cuya función principal sea
asistir en la decodificación de una señal de satélite codificada portadora de programas.
No implican entonces, el apoderamiento y/o sustracción de un bien mueble, sino la
elaboración, venta, alquiler o distribución de dispositivo electrónico, cuya función sea
de la descodificar una señal de satélite codificada portadora de programas. En
definitiva, no se afecta el derecho de propiedad strictu sensu hablando del sujeto
pasivo, sino que se vulnera un dispositivo que pertenece a su titular, cuando se
emplean dichos mecanismos.
Son por tanto, sobre los «derechos de autor» (bien jurídico), de dichas señales satélites
de programa, los que se ven violentados, como consecuencia de las conducta que se
describen en el tipo legal; de todos modos, valga decir, que en este caso, no se están
penalizando los actos ejecutivos, cuya materialidad pueda lesionar al bien jurídico, sino
la mera fabricación, distribución, venta, alquiler, etc., es decir, los actos preparatorios
tal como acontece en el caso de los delitos monetarios o en los delitos de tráfico ilícitos
de drogas. Si hemos de encontrar un punto de intersección con otro tipo penal,
identificamos en dicho alud al tipo penal de «Estafa», pues se podría decir, que los
agentes que fabrican los dispositivos así como quienes distribuyen las señales de
satélite decodificadas estarían obteniendo un beneficio económico a expensas de las
empresas proveedoras legales del servicio de cable; sin embargo, los reparos a dicha
similitud encuentran varios puntos a saber: primero, la inducción o mantenimiento a
error a la víctima del engaño, por tanto del error, no aparecen en el presente caso, el
sujeto pasivo en ningún momento efectúa un desplazamiento de su acervo patrimonial
a la esfera de custodia del sujeto activo del delito, quien recibe la señal, por el
contrario, es el usuario del sistema y, éste para los tipos penales en cuestión, no es
considerado autor. Por lo demás no realiza un acto que pueda ser calificado como
«engaño», que haya de generar un visión distorsionada de la realidad a la víctima; y,
segundo, las figuras delictivas que se contienen en los artículos 186°-A y 194°-A, no son
delitos de resultado, a diferencia que la modalidad típica del artículo 196°, que exige la
efectiva producción de un perjuicio.
La premura, el apresuramiento tal vez, por cumplir los compromisos asumidos con el
país del norte en materia de derechos de autor, han conllevado una incorporación
asistemática de la figura delictiva comprendida en el artículo 196° del CP. A partir de
una coherencia sistemática y claridad conceptual la cual debe regir la codificación
penal, esta modalidad del injusto típico, debió ser incluida en la titulación VII de la
Parte Especial del CP, dando lugar a una adecuada concepción del interés jurídico
-objeto de tutela-.
Según lo antes anotado, el bien jurídico estaría informado por los «derechos de autor»
que le corresponden al titular del dispositivo o sistema tangible o intangible, cuya
función principal será asistir en la decodificación de una señal de satélite codificada
portadora de programas, en cuanto a su intangibilidad que se ve mermada cuando el
agente elabora, fabrica, vende, distribuye y/o alquila, dispositivos tendentes a
decodificar las señales de satélite. En tal virtud, el injusto material entraña un
contenido patrimonial, pues es de verse, que cuando se emplean estos dispositivos
descodificadores, permitiendo que terceras personas «no autorizadas» se sirvan del
funcionamiento de dicha señal, se reporta un menoscabo a los ingresos que debería
percibir el sujeto pasivo. No obstante, advertiremos que el legislador no ha
condicionado la penalización de la conducta a una lesión concreta del bien jurídico, al
ser objeto de punición la mera producción de un dispositivo, cuya función es la de
descodificar una señal de satélite. Ingresarían, entonces, al ámbito de protección de la
norma, actos en puridad preparatorios del delito; dando lugar a una sanción punitiva
en realidad drástica, que no se condice con los principios de lesividad, proporcionalidad
y culpabilidad; son, por tanto, delitos de mera actividad, no resultando criminalizable
quien usa, emplea y/o se aprovecha de la decodificación de la señal de satélite
portador de programas; sólo se reprime la conducta de quien los distribuye. Lo que se
pretende es cerrar el círculo de la actividad ilícita.
En el caso de los delitos de tráfico ilícito de drogas como en los delitos contra el orden
Monetario, tal vez sea legítimo anticipar la intervención del Derecho penal, en mérito
al grado de relevancia del interés jurídico tutelado, pero en este caso, lo considero un
exceso. Podría postularse que estos comportamientos sean reputados, como una
infracción administrativa y, sólo aquellos que signifiquen una lesión al objeto inmaterial
puedan ser considerados como una infracción delictiva, en razón al principio de
«subsidiariedad»; sobre todos los concernientes a la «fabricación» del dispositivo en
cuestión. Por consiguiente, cabe indicar que las modalidades del injusto que se han
glosado en el artículo 186°-A, no son de resultado, ni de lesión, bastando la mera
tenencia del bien prohibido para ser alcanzado por una pena.
Por su parte, en materia penal, está tipificado como delito la conducta de quien
fabrique, importe, venda o arriende un dispositivo o sistema para descifrar una señal
de satélite cifrada, portadora de programas, sin autorización del distribuidor legítimo
de dicha señal, así como cualquier acto con fines de lucro que tenga como finalidad
descifrar una señal de satélite cifrada, portadora de programas, sin autorización del
distribuidor legítimo de dicha señal. Estas conductas delictivas están penadas con
prisión de seis meses a cuatro años y multa, sin perjuicio de la reparación del daño,
cuyo monto no puede ser inferior al 40% del precio de venta al público de cada
producto o de la prestación del servicio.
Así también, destaca la Convención sobre Televisión Transfronteriza, suscrita por los
países miembros de la Unión Europea en 1994, cuyo objetivo principal es la de
impulsar la libre circulación de programas de televisión, en base a criterios
generalmente acordados, a fin de promover el libre intercambio de información e
ideas.
En resumidas cuentas, la necesidad por conceder tutela penal a las señales codificadas
portadoras de programas, se basa indirectamente en un compromiso de orden
internacional (artículo 2° del Convenio) y, de forma directa, en lo que respecta a la
entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio USA.
TIPO OBJETIVO
Sujeto Pasivo.- Puede ser cualquier persona, natural o jurídica, debiendo contar la
respectiva autorización o en su defecto ser titular de una concesión para operar
servicios de telecomunicaciones y/o proveedores de capacidad satelital; quiere decir,
que aquellas empresas que reciben y/o transmiten satélites geoestacionarios, que no
cuentan la autorización respectiva, no serán pasibles de ser tutelados por la norma
jurídico-penal; es decir, el distribuidor de mercado negro de la señal satélite no es
amparado por el dispositivo legal.
El Estado podría ser considerado también como sujeto pasivo si asume como persona
jurídica de derecho privado la calidad de proveedor del servicio de capacidad satelital.
Ofendido es por tanto, el distribuidor autorizado para transmitir a los usuarios, señales
satélites portadora de programas.
Sujeto activo.- Puede ser también cualquier persona; la descripción típica no exige
elemento especial alguno para ser autor a efectos penales. Se trata de un delito
común, únicamente atribuible a una persona psico-física, es decir, con capacidad de
acción y reconocimiento de culpabilidad.
MODALIDAD TÍPICA
Primer punto a saber, es que la tipicidad penal de la conducta, para ser afirmada
requiere que el agente al momento de la comisión del hecho, no cuente con la
autorización del distribuidor legal de la señal. Siendo así, cuando el individuo cuenta
con la autorización del distribuidor legal de la señal, para fabricar, almacenar o vender
el dispositivo decodificador, su conducta no será jurídíco-penalmente relevante.
Tercer punto a saber, no sólo es objeto de protección penal quien distribuye señales de
satélite portadora de programas nacionales sino también los distribuidores extranjeros,
como se desprende del artículo 2° del DS N° 008-2007-MTC.
Ahora bien, en nuestro país, las empresas que distribuyen la señal de televisión por
cable a los usuarios son Cable Mágico de Telefónica, CLARO TV y Direct TV; son las
entidades privadas que en la actualidad compiten en el mercado, para captar el mayor
número de usuarios, ofertándose el nuevo sistema de distribución satelital, que
permite acceder a la programación del cable, con mejor calidad de imagen y sonido
digital.
Las acciones típicas, son las siguientes: fabricar, ensamblar, modificar, exportar,
importar, vender, alquiler y distribución, de un dispositivo o sistema, pudiendo ser éste,
tangible o intangible.
Por «exportar», cabe aquella conducta, en virtud de la cual se extrae del territorio
nacional el producto (dispositivo o sistema tangible o intangible) a un país extranjero,
con el objeto de ser comercializado. Mientras que la «importación», significa que el
agente, promueva el ingreso a nuestro territorio nacional, de dispositivos electrónicos
procedentes de un país extranjero, a fin de ser distribuidos y/o comercializados en el
mercado.
Según lo dicho, puede darse una concurrencia entre varias de las modalidades, no
resulta para nada impensable suponer que aquel que fabrica el dispositivo electrónico
decodificador es quien también las distribuye o importe. De ahí cabría la siguiente
interrogante ¿Son conductas típicas concurrentes y/o excluyentes?, el legislador ha
descrito cada una de las modalidades de forma autonómica, por tanto, la hipótesis en
cuestión daría lugar a un concurso real de delitos y, no a un conflicto aparente de
normas penales.
Cada de las modalidades del injusto típico, se consuma de forma singular y particular.
En el caso de la fabricación, cuando el dispositivo electrónico adquiere materialización
suficientes para poder funcionar como decodificador de una señal satelital portadora
de programas.
El ensamblaje se configura cuando el agente logra acoplar o dígase juntar las piezas
necesarias para que el dispositivo pueda generar sus funciones; la modificación se
produce cuando el agente varía el dispositivo en cuanto uno de sus elementos, para
que pueda descifrar las señales satélites.
HURTO DE USO
Art. 187.- El que sustrae un bien mueble ajeno con el fin de hacer uso momentáneo y lo
devuelve será reprimido con pena privativa de libertad no mayor de un año.
¿Cuál es a groso modo la distinción típica entre el delito del hurto propio con el delito
de hurto de uso? Básicamente los derechos reales que son objeto de afectación, en el
hurto propio se lesiona la propiedad en toda su constelación conceptual, mientras que
en el delito de hurto de uso únicamente se afecta la posesión del bien; es decir, en el
tipo penal previsto en el artículo 187° el agente no tiene la intención de ejercer un
nuevo dominio sobre el bien, sólo pretende ejercer actos de uso momentáneo, para
posteriormente devolverlo.
El bien jurídico que es objeto de tutela por parte del artículo 187° del C.P., es también
el patrimonio de una persona, pero no en cuanto a la propiedad del bien, que se ve
afectada cuando se advierte un caso típico de apoderamiento, a fin de ejercer un
nuevo dominio, sino más bien, el ejercicio del derecho posesorio que se ve privado el
sujeto pasivo por un determinado lapso de tiempo.
TIPICIDAD OBJETIVA:
Sujeto activo; puede ser cualquier persona, inclusive podría serlo el propietario, pues
como se dijo este injusto ataca la posesión y no la propiedad, sin embargo, sujeto
activo no puede ser el propietario del bien, en tanto en la estructuración típica se pone
de relieve que el bien mueble debe ser «ajeno»; tampoco podrá serlo quien goza de
facultades posesorias sobre el bien.
Sujeto pasivo; será el titular del derecho de uso y disfrute del bien. Puede ser el
propietario; asimismo quien tiene su tenencia en base a un título legítimo, quien posee
el título dominical de uso y disfrute del bien mueble. Eso sí, lo será uno u el otro, pero
no ambos a la vez; si la posesión está reconocida a una persona ajena al propietario,
sólo aquélla podrá ser considerada sujeto pasivo.
Modalidad típica:
El hurto de uso importa en su materialización típica, la sustracción del bien mueble, es
decir, el agente, se apodera del objeto, desplazándolo de la esfera de custodia del
sujeto pasivo, a fin de poder ejercer su uso, pero esto es lo más importante; no
pretende atribuirse un nuevo dominio sobre el bien, pues la propia tipicidad del
articulado en cuestión, hace alusión a que el autor lo sustrae a fin de hacer un uso
«momentáneo».
Entonces para que se pueda darla tipicidad penal del Hurto de uso, deben concurrir los
mismos presupuestos de tipicidad previstos en el artículo 185° del CP. en cuanto a lo
que ha de entenderse por «apoderamiento» y/o «sustracción» a lo cual debemos
agregar que se debe tratar de la aprehensión de un bien susceptible de ser trasladado,
su valoración dineraria debe ser mayor a una RMV.
Punto en particular, es que la nueva esfera de custodia del bien sólo toma lugar a
efectos de concretizar actos de uso y/o empleo, no olvidemos que este injusto sólo
ataca el derecho posesorio, más no el derecho de propiedad. No se advierte un ánimo
de actuar como dueño del bien, que se revela cuando devuelve el objeto a su legítimo
propietario.
¿Qué debemos entender por «uso momentáneo»?, aquel que ejerce actos de
disponibilidad del bien por breve término; v.gr., quien se lleva la bicicleta para
trabajarla vendiendo periódicos por dos o tres días, los ladrones que se llevan un
vehículo para usarlo en un robo y, luego lo dejan en su lugar al día siguiente, el
campesino que se apodera de un tractor para culminar las tareas de cultivo de su
chacra y lo deja en su lugar pasada las dos horas. Empero, no se puede hablar de un
uso momentáneo, cuando usa el bien por más de un año, es decir, entrega el carro a su
dueño luego, de haber realizado un uso permanente; se revela, por tanto, un ánimo de
apropiación; nuestra Ley positiva no ha fijado un plazo para ello, a diferencia del C.P.
español, que en su artículo 244° ha establecido el plazo perentorio de cuarenta y ocho
horas, para que proceda la restitución del vehículo. Sin embargo, no podemos remitir
al tipo penal previsto en el artículo 189-B, que criminaliza la figura delictiva de Hurto de
uso de ganado, que ha previsto un plazo no superior a las setenta y dos horas para que
procesa dicha devolución, con arreglo a una interpretación de orden sistemática.
El uso que se le dé el bien, sea éste lícito o ilícito, es; -a nuestra consideración-
indiferente. Para SALINAS SICCHIA, en cambio, no habrá hurto de uso cuando el agente
utilice el bien sustraído para fines ilícitos, como por ejemplo cometer otros delitos de
los cuales obtenga beneficio economice» por tal virtud quien se apodera de un
vehículo para luego robar un banco o quién realiza la misma acción, para atropellar o
lesionar a una persona no habrán cometido el tipo penal previsto el artículo 187° C P. El
autor mencionado no señala finalmente que delito habrán cometido; de ninguna
forma el uso de dicho bien puede ser un hurto simple, en tanto, el agente cumple con
devolver el bien, lo que no obsta a que se presentó un concurso delictivo real con los
tipos penales de robo agravado y lesione .
Lo complicado en realidad estriba en la devolución que el autor debe hacer del bien,
reponiendo la esfera de custodia originaria, esto es, entregándolo a su legítimo
propietario o tenedor, tal como ha de comprenderse desde una interpretación literal
de la norma. No es posible devolver bienes consumibles o fungibles como la energía
eléctrica por ejemplo. En el caso de dinero, quien se apropia de una determinada suma
de dinero y, luego lo devuelve no es adecuado para determinar su atipicidad; el dinero
puede ser utilizado en una inversión de corto plazo, en juegos de azar, etc. No
podernos sujetarnos a las concepciones del derecho privado en el marco de la
definición del objeto material del delito, como se dijo en el articulado anterior.
¿Qué sucede cuando los agentes se apoderan, del bien mueble, para usarlo, pero
concurriendo alguna de las circunstancias agravantes, que se glosan en el artículo
186°? El artículo 187° no cuenta con una figura agravante, por lo que no se puede
construirla agregando elementos normativos de otras figuras delictivas, pudiendo
vulnerar el principio de legalidad, forzando la extensión del radio de acción de la norma
en cuestión. Las circunstancias agravantes que se revelan en el artículo 187° del C.P.,
tienen como base el hurto simple, por lo que debe siempre concurrir la intención de
apropiarse definitivamente del bien y, dicho animus no lo tiene quien luego de usarlo
lo devuelve. A decir de ROJAS VARGAS, el uso y la devolución de bienes muebles
sustraídos en circunstancias de violencia, intimidación o amenaza grave no son típicas
de hurto de uso en la fórmula peruana; de producirse tales circunstancias en el marco
ideal de los componentes básicos del hurto de uso, afirmaran un delito de coacciones o
lesiones de ser el caso, al no existir en el Código Penal peruano robo de uso, menos
hurto agravado de uso.
Cabe admitir la tentativa, cuando el autor no logra apoderarse del bien, en el sentido
de que no produce el desplazamiento, no alcanza a sustraerlo de la esfera de custodia
de su titular, antes de poder usarlo. La frustración delictiva puede tomar lugar por ser
descubierto por la víctima y/o la policía por que los medios empleados no resultan
idóneos para poder llevarse el objeto.
TIPICIDAD SUBJETIVO:
Es de verse que el hurto de uso sólo es reprimible a título de dolo, conciencia y
voluntad de realización típica; el autor dirige su conducta, al apoderamiento de un bien
ajeno, a fin de hacer un uso de aquel; basta para nosotros el dolo eventual, el efectivo
conocimiento del riesgo típico, de saber que está sustrayendo un bien -total o
parcialmente- ajeno; en el caso de la “ajenidad" puede darse el caso de un error,
cuando el sujeto activo cree ser el dueño del objeto. El poseedor desposeído del bien
por el propietario, quien cree tener aún derechos posesorios sobre el objeto.