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El presidente Mauricio Macri encabezó una nueva reunión de Gabinete nacional ampliado, en el Centro Cultural
Kirchner.
Fernando Gonzalez
Todos los proyectos necesitan de una épica. Hasta los del Frente
Cambiemos, que en estos dos años y medio de gestión siempre ha
opuesto la racionalidad militante del macrismo a la emocionalidad del
peronismo. Es por eso que el jueves, protegido por la arquitectura
heredada del Centro Cultural Kirchner, Mauricio Macri se zambulló un
par de minutos en la épica insuficiente de la batalla contra el déficit
fiscal. El auditorio era un millar de funcionarios que lo acompañan cada
seis meses en la reunión de gabinete ampliado. Lo habían precedido el
discurso económico de Nicolás Dujovne, los conceptos políticos de
Rogelio Frigerio y un video con imágenes en cámara lenta y testimonios
elogiosos de la obra pública. Con música incidental, como esos que se les
pasa a los equipos de fútbol antes de un partido definitorio. Segundos
antes del final, el Presidente entró al escenario y se dejó envolver por
una extendida ovación de sus colaboradores. Lo aplaudían de pie y
Macri se dedicó a prolongar el momento. Lo necesitaba. Era el primer
encuentro después de la corrida cambiaria, del pedido de un préstamo al
FMI y de los cambios que mostraron como nunca antes que algo no
andaba del todo bien en los planes de la Casa Rosada.
Pero lo que en otros tiempos tiempos pudo ser un mérito se vuelve ahora
una tendencia demasiado lenta. El acuerdo con el Fondo, lo admiten
todos los funcionarios del Gobierno, requerirá de un esfuerzo fiscal
todavía más profundo. El porcentaje del PBI que indica cuánto más gasta
la Argentina de lo que produce deberá ser menor al 2% y acercarse lo
más posible al 1% al final de 2019. Los más optimistas de Cambiemos
hablan del 1,7% y los más pesimistas van mucho más abajo. El panorama
de Marcelo Bonelli situó el viernes ese porcentaje en el 1,5%. Décima
más, décima menos, el ajuste andará por allí cerca.
Con Macri de gira por Córdoba, Vidal y Rodríguez Larreta fueron los
principales protagonistas de la cena que el lunes pasado hizo la ONG
Conciencia. Los dos se preocuparon en transmitir a los empresarios y
consultores presentes el mensaje de calma después de la tormenta. Allí
también se notó la influencia de Nicolas Caputo, el hermano de la vida
del Presidente, que aprovechó el encuentro para charlar a la vista de
todos con la jefa política bonaerense y con el jefe político de la Ciudad.
“Nicky” está de vuelta en la mesa chica del poder y es uno de los
impulsores del regreso de Macri a su esencia y a la reapertura del
diálogo frecuente con dirigentes que se estaban alejando como el
resucitado Emilio Monzó, el radical Ernesto Sanz y hasta con la
vicepresidenta Gabriela Michetti. Todos juntos, incluído el jefe de
gabinete Marcos Peña, para fortalecer al Gobierno en medio del mar
bravo.