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II
Pastora de las almas, dulce Madre
Quizás “La Madre del Buen Pastor” y “La Divina Pastora de las almas” afectivamente
sean dos títulos distintos y complementarios de la misma verdad manante del Evangelio. La
Virgen Divina Pastora de las almas, que vimos en el Seminario Seráfico de la Divina
pastoral (Alsasua) y que estaba en los camarines de las iglesias capuchinas, es, con detalles
variados, la que el Venerable Padre Isidoro de Sevilla describió al pintor que la había de
pintar.
“En el centro y bajo la sombra de un árbol, la Virgen santísima sedente en una
peña, irradiando de su rostro divino amor y ternura. La túnica roja, pero cubierto el
busto hasta las rodillas, de blanco pellico ceñido a la cintura. Un manto azul, terciado
al hombro izquierdo, envolverá el entorno de su cuerpo, y hacia el derecho en las
espaldas, llevará el sombrero pastoril y junto a la diestra aparecerá el báculo de su
poderío. En la mano izquierda sostendrá al Niño y posará la mano derecha sobre un
cordero que se acoge a su regazo. Algunas ovejas rodearán la Virgen, formando su
rebaño y todas en sus boquitas llevarán sendas rosas, simbólicas del Ave María con
que la veneran...”
Evocando a esta Pastora de nuestra infancia, adolescencia y juventud, a esta pastora
Madre y Misionera, cantamos hoy, con muchos recuerdos entrañables, al inicio de nuestra
Provincia de Capuchinos de España (26 abril 2011).