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© Mario Martín Merino, 2017

HEROES, ORÁCULOS Y COLONIZACIÓN: HERÓDOTO Y LA FUNDACIÓN DE CIRENE

INTRODUCCIÓN
Con su expansión colonial, los griegos llevaron a las nuevas colonias que fundaron a lo largo del Mediterráneo y en
el Mar Negro, sus propias leyendas y rituales, que en principio, servirán para reforzar los vínculos con sus
respectivas metrópolis de origen. Cada una de esas colonias tenía un fundador que, bien a consecuencia de un
mandato divino o por haber sido investido de un poder de tal naturaleza, había guiado a sus primeros pobladores
hasta un lugar propicio en el cual asentarse. La figura de esos fundadores llegará a alcanzar consideración semi-
divina, pasando a ser objeto de culto en sus respectivas fundaciones.

METODOLOGÍA
Como fuente primaria para la elaboración de este estudio, se utilizarán los pasajes comprendidos entre el 147 y 158
del Libro IV de la Historia de Heródoto de Halicarnaso (484-425 a.C.), el considerado como “padre de la Historia”,
en su traducción al castellano por Carlos Schrader. 
Asimismo, y con el fin de ampliar la exposición del tema objeto de estudio, se utilizarán distintas fuentes secundarias
que serán adecuadamente expuestas en el apartado correspondiente a la bibliografía consultada para la realización de
este trabajo.
ESQUEMA DEL RELATO
A lo largo de los pasajes objeto de análisis, Heródoto narra una serie de hechos que pueden ser englobados en tres
apartados distintos pero al tiempo estrechamente relacionados entre sí, sobre los cuales se procederá a realizar un
breve resumen de los mismos.
I. La colonización de la isla de Tera (pasajes 147-149)

Según cuenta Heródoto, aunque Teras (1) no tenía orígenes lacedemonios, ejerció como regente de Esparta durante la
minoría de edad de sus sobrinos Eurístenes y Procles (2). Cuando ambos alcanzaron la mayoría de edad y se hicieron
con el gobierno, finalizó su regencia y, viéndose Teras apartado del poder, decidió embarcarse hacia Caliste, una isla
habitada por gentes que compartían su origen étnico y que posteriormente recibirá el nombre de Tera (3) en homenaje
a su persona. Según la mitología, Cadmo (4) había llegado a esa isla en busca de su hermana Europa y, bien porque le
gustó o por cualquier otra razón, estableció en ella a un grupo de fenicios, entre los cuales se encontraba un pariente
suyo llamado Membliarao, cuyos descendientes habitarán esa isla durante ocho generaciones hasta la llegada de
Teras. 
Junto a Teras habían partido de Esparta algunos miembros de las tres tribus dorias que habían dado lugar a la
fundación de la polis lacedemonia, así como parte de los minias (5) que, tras huir de prisión, se habían refugiado en
las proximidades del Taigeto para escapar de la ira de los espartanos. Teras intercedió ante los espartanos por los
minias, proponiendo como solución al problema llevárselos con él. Los lacedemonios aceptaron, pero sólo unos
pocos minias aceptarán embarcarse con Teras. La mayoría de ellos se dispersaron hacia las tierras de los paroreatas
y de los caucones, a los cuales arrebataron sus territorios y fundarán varias ciudades. Poco antes de partir, el hijo de
Teras manifestó su voluntad de no acompañarle y, a consecuencia de ello fue conocido como Eólico, que engendrará
a Egeo y dará origen a los Égidas, cuyos miembros no gozarán de larga vida, al igual que les pasará a los
descendientes de aquellos que se habían asentado en Tera. Para con tal circunstancia, y de acuerdo a lo manifestado
por un oráculo que les había sugerido levantar un santuario dedicado a las Erinis (6) de Layo y de Edipo, lograrán
cambiar su suerte.  
(1) Personaje semi-legendario que según Heródoto y Pausanias, era uno de los descendientes del fenicio Cadmo y fundador de la ciudad de Tera en la isla del
mismo nombre.
(2) Actual Santorini. Tras una gran explosión volcánica ocurrida en 1628 o 1627 a.C. tan sólo quedan los restos de la que fue la isla original.
(3) Según la mitología, eran dos heráclidas gemelos, hijos de Aristodemo y de Argía, que gobernaron juntos Lacedemonia tras varios enfrentamientos entre
ambos. Eurístenes fue el fundador de la dinastía de los Agíadas, mientras que Procles lo fue de los Euripóntidas.
(4) Según la mitología griega era hermano, entre otros, de Europa e hijo de Telefasa y Agénor. Vivió en Fenicia hasta que su hermana fue raptada por Zeus, que
había adoptado la forma de un hermoso toro de pelaje blanco. Cadmo buscó a su hermana sin éxito, instalándose en Beocia, en donde fundó Cadmea, que más
tarde será conocida como Tebas.
(5) Pueblo de origen beocio procedente de Orcómeno, en la Tesalia meridional, considerados como los descendientes de los míticos Argonautas y del propio
Jasón. Según Heródoto, tras expulsar a los paroreatas y a los caucones de sus tierras, fundaron una serie de ciudades en ellos (Heródoto, Historias, IV, 148.4). 
(6) También llamadas Erinias o Euménides, utilizándose ese último cuando se quería evitar mencionarlas por su verdadero nombre. Según la mitología griega
son divinidades ctónicas, que bajo forma femenina, personifican la venganza y perseguían a los culpables de ciertos crímenes. Su equivalente romano son las
Furias.  
II. Historia de Bato, el fundador de Cirene (pasajes 150-157). 
Según el relato, el rey tereo Grino, descendiente lejano del mismo Teras, acudió a Delfos con el fin de llevar a cabo
una hecatombe y realizar una consulta al oráculo. Entre los miembros de su séquito estaba Bato, el futuro fundador
de Cirene. La única respuesta que obtuvo del oráculo fue que debía fundar una ciudad en tierras libias, ante lo cual
Grino manifestó debido a su avanzada edad, y señaló a Bato en su lugar.
Tan pronto retornaron a Tera, y ante el desconocimiento de como satisfacer la petición del oráculo, se olvidaron de
ella. Como consecuencia, durante siete años una gran sequía asoló Tera y los tereos consultarán nuevamente al
oráculo, obteniendo la misma respuesta. En esta ocasión tomaron en consideración el mensaje del oráculo y enviaron
algunos emisarios a Creta, en busca de alguien que les ayudase a llegar a Libia. En Itano encontraron a un pescador,
Corobio, que afirmaba haber estado allí, concretamente en una isla llamada Platea. El pescador les acompañó a Tera,
y desde allí, partieron hacia Platea. Una vez alcanzaron la isla, los tereos dejaron en ella a Corobio con algunos
víveres mientras estos volvían a Tera con la noticia del descubrimiento. Como tardaron más de lo esperado en
volver, Corobio se quedó sin provisiones pero, gracias a una nave samia (7) que se había desviado de su ruta, logró
proveerse. Mientras tanto, en Tera se preparaba de un grupo elegido por sorteo que, al mando de Bato, se embarcaría
hacia Platea para fundar una colonia.  
Respecto a Bato, según Heródoto, los tereos y cireneos discrepan. Según los de Cirene, Etearco, rey de la ciudad
cretense de Oaxo, a consecuencia de las argucias de su segunda esposa en contra de su hijastra Frónima, logró
cambiar el ánimo del rey, y cuando un comerciante tereo llamado Temisón llegó a la ciudad en busca de
hospitalidad, Etearco le hizo jurar que se llevaría consigo a Frónima para arrojarla al mar, cosa que el comerciante no
hizo. En su lugar, la llevará a Tera, donde un prestigioso ciudadano llamado Polimnesto, de la familia de Eufemo, de
origen minio, la tomará como concubina.
De la unión de ambos nacería Bato (8), cuyo rasgo más distintivo era su tartamudez, y cuando alcanzó la edad adulta,
se dirigió a Delfos para consultar al oráculo sobre su defecto del habla, obteniendo una respuesta que no tenía nada
que ver. La Pítia había manifestó que era voluntad de Febo Apolo que fundase una colonia en Libia. Bato, que
desconocía como podría satisfacer la petición divina, tan pronto regresó a Tera, olvidó el mensaje del oráculo, lo cual
fue un error, ya que la desgracia cayó sobre él y sobre Tera. Alarmados, los tereos enviaron una nueva comitiva a
Delfos para conocer el origen de sus males, pero el oráculo dio la misma respuesta que había recibido Bato. Para
satisfacer el requerimiento del oráculo, dispusieron dos naves para que Bato condujese a un grupo de tereos para
fundar una colonia en tierras libias. Se hicieron a la mar, pero al desconocer donde estaba Libia, volvieron a Tera,
pero tan pronto llegaron les impidieron desembarcar, obligándoles a partir de nuevo. 
Finalmente lograrán arribar y colonizar una isla llamada Platea, situada frente a las costas libias, en donde pasarán
dos años, pero nada cambió. Ante el desconcierto, Bato y algunos de sus compañeros pusieron rumbo hacia Delfos.
Una vez allí, manifestaron ante el oráculo que habían cumplido con los que les había pedido, pero la Pitia lo negó,
afirmando que no habían llegado propiamente a Libia. Bato y los suyos retornaron a Platea para embarcar al resto de
colonos y desembarcaron en territorio libio, asentándose en un lugar llamado Aciris.
III. Historia de Cirene (pasaje 158)
En esta tercera y última parte, Heródoto cuenta como tras haberse establecido en Aciris y permanecer en ese lugar
durante seis años, al llegar el séptimo año de su estancia, Bato y sus compañeros fueron engañados por los libios, que
les habían prometido conducirles hacia un lugar mucho mejor en donde establecerse.
Confiando en la palabra de los indígenas, abandonaron Aciris y les acompañaron hacia el oeste. Los libios, sabedores
de que tendrían que conducir a los colonos a través de Irasa (9), uno de los parajes más ricos de su territorio, se las
ingeniaron para que no supieran por donde iban, para lo cual, les hicieron viajar de noche.  
Finalmente, llegaron a un lugar en donde había un manantial consagrado a Apolo (10), y por lo tanto, ideal para que
se establecieran allí, además de con cierta abundancia de lluvias. 

 
(7) Procedentes de Samos, isla del archipiélago de las Espóradas Orientales, en el Mar Egeo. Para conocer la suerte de esa nave léase Heródoto, Historia, IV,
152.  
(8) Como Píndaro (Píndaro, Píticas, V, 116), Heródoto piensa que no era su nombre verdadero, sino un sobrenombre que adoptó tras llegar a Libia siguiendo el
consejo del oráculo de Delfos. En lengua libia “bato” significa rey (Heródoto, Historia, IV, 155,2). 
(9) Según Píndaro, era el lugar de residencia de los reyes libios (Píndaro, Píticas, IX, 106). En la actualidad se llama Erazem, en el noroeste del Golfo de Bomba
dentro de la región de Cirenaica, en la actual Libia.
(10) Mencionado por Píndaro (Píticas, IV, 294) como Cire, de cuyo nombre derivó el de Cirene.
COMENTARIO DEL RELATO

La exposición de Heródoto sobre los hechos que condujeron a la fundación de Cirene, conforma lo que algunos
estudiosos han denominado como “logos libio-cirenaico”, que comprendería los pasajes 145 a 205 del Libro IV de la
Historia (Malkin, 2003). La estructura interna de ese “logos libio-cirenaico” presenta cierta complejidad debido a la
dificultad existente a la hora de determinar cuando comienzan y concluyen cada una de las distintas versiones sobre
la fundación de Cirene. 
A lo largo de los pasajes 147 a 158, objeto de análisis en este estudio, es posible encontrar referencias a la marcha de
un antiguo regente (Teras), que tras haber sido apartado del poder, decide embarcarse con el propósito de fundar una
colonia en una isla cuyo nombre pasará a honrar su memoria (la isla de Tera); así como a una stasis que afectaba a
Esparta debido a la presencia de los minios. Tiempo después, los descendientes de los primeros colonos que habían
partido de Esparta con Teras, fundarán tras varias consultas al oráculo délfico, una nueva colonia (Cirene) en un
lugar desconocido para ellos. 
Del mismo modo que ocurre con otros acontecimientos y relatos recopilados por Heródoto en los nueve libros que
conforman su célebre Historia, es probable que éste viajase a Cirene con el objetivo de recabar información sobre la
fundación e historia de la ciudad, que independientemente del régimen político vigente en el momento de su visita,
obtuvo gracias al indudable orgullo que mostrarían los cireneos al rememorar esos hechos y la figura de su fundador
y primer rey, Bato, de gran importancia para ellos. 
Anteriormente se ha mencionado la existencia de varias versiones en los hechos relativos a la fundación de Cirene
recogidos por Herodoto, pues bien, la primera de ellas, la “versión terea”, arrancaría en el pasaje 150, prolongándose
hasta el 154.1 (…los de Tera concuerdan también con los de Cirene…) momento en el que irrumpe la otra versión,
la “cirenea”, que comparte algunos datos con la “terea”, lo cual daría lugar a una versión que puede ser denominada
como “tereo-cirenea”.  
La “versión cirenea” propiamente dicha comienza a mitad del pasaje 154.1 (…la versión de los cireneos es la
siguiente), y ofrece varios datos biográficos sobre el fundador de Cirene, Bato. A diferencia de la “versión terea”, en
esta se da mayor relevancia a la figura de Bato, quizá con la pretensión de reivindicar la existencia de una identidad
propiamente cirenea, independiente de su metrópoli, Tera. Ese deseo de afirmación identitaria puede ser observado
en otras colonias griegas, que mediante la elaboración de discursos relativos a sus orígenes y proceso fundacional, en
los cuales se hacía referencia a la figura de su fundador, que es revestida de elementos míticos, buscarán mostrarse
como entidades socio-políticas independientes, con personalidad y características propias, y no como meras
prolongaciones de sus metrópolis.  

Asimismo, el énfasis que hicieron sobre sus fundadores y los diversos cultos que surgieron en torno a estos, fue
utilizado políticamente para relegar a un segundo plano el ascendente de la metrópolis, con el objetivo mencionado
anteriormente: poner de manifiesto la existencia de una identidad propia y diferenciada. En el caso de Bato y de
otros héroes fundadores, todos ellos presentan ciertas similitudes en lo que respecta a sus atributos y características,
y no sólo dentro del ámbito cultural griego, sino también en el de otros pueblos (11). Pese a que esos héroes
fundadores y sus hechos están indudablemente revestidos de elementos semi-legendarios, cuando no directamente
fantásticos, las diversas tradiciones coloniales griegas incluyen otros de indudable valor histórico, aunque en ciertas
ocasiones den muestra de cierto sesgo, empleado probablemente para adecuarlos a ciertos intereses de tipo político o
religioso. 

En la “versión tereo-cirenea” destaca la reiteración a la hora de poner de relieve el origen exclusivamente tereo de
los primeros colonos que habitaron Cirene, así como al hecho de que su número permaneciese exactamente igual,
durante sesenta años, al de aquellos que se habían llegado con Bato. Tan sólo tras una nueva consulta en Delfos y
una redistribución de tierras, llegará a Cirene un nuevo contingente de colonos que incrementará su población, que
de lo contrario hubiese puesto en tela de juicio la futura continuidad y prosperidad que conocerá la ciudad
especialmente a lo largo del siglo V a.C.  
 
(11) Algunos investigadores como Murray (1993:149-150), Gianglulio (1981), Weinfeld (1993) y el propio Malkin (1994:100) establecen un interesante
paralelismo de Bato con el bíblico Moisés. Ambos fueron rescatados de las aguas (en el caso de Bato su madre), compartían un defecto del habla y ambos
recibieron un mandato divino al cual en principio mostraron sus dudas, de llevar a un determinado grupo de individuos a un lugar concreto. En el caso de
Moisés, el Talmud pone en su boca lo siguiente: “Yo no soy un hombre elocuente…sino que soy lento de habla, y lento de lengua” (4:10). Pese a no existir
conexiones directas entre mitos griegos y hebreos de esa época, se puede deducir que la forma de actuar de los distintos líderes fundadores llegan a ser
increíblemente similares. 
Quizá ese interés a la hora de enfatizar los orígenes tereos de Cirene, puede interpretarse como una reacción
identitaria de aquellos cireneos de origen tereo que buscaron desmarcarse frente a aquellos otros conciudadanos que,
aunque también cireneos, no compartían el origen de los primeros habitantes de la ciudad. No obstante, en época
helenística esa identificación terea englobará a todos los cireneos, independientemente de sus orígenes, y quizá esta
sea la razón del enfoque tereo presente en ambas versiones.
No se puede dejar de lado la gran importancia que en el mundo griego tuvieron los oráculos, que tal y como puede
verse en el relato de la fundación de Cirene, juega un papel esencial en el desarrollo de los acontecimientos
históricos. La previa consulta a los oráculos antes de tomar una decisión sobre asuntos de importancia, fue una
constante en la antigua Grecia, llegando a ser prácticamente indispensable. El relieve socio-político alcanzado por
los oráculos fue tal, que los santuarios oraculares, especialmente los más importantes como Delfos y Delos, llegaron
a convertirse en auténticos centros de toma de decisiones políticas, a donde era práctica común que las poleis
enviasen embajadas (theoriai) para tener conocimiento de la voluntad de los dioses. Asimismo, era posible acudir a
estos santuarios a título personal, hecho reflejado en el pasaje cuando Bato acude a Delfos para obtener respuesta
sobre su defecto del habla.  
BATO Y CIRENE: EVIDENCIAS HISTÓRICAS
La fundación de Cirene hacia el 631 a.C. por un grupo de colonos griegos procedentes de Tera dirigidos por
Aristóteles de Tera (conocido para la posteridad como Bato), fundador de la dinastía de los Batíadas (12) que
gobernará los destinos de la ciudad hasta 440 a.C., cuando su último monarca Arcesilao IV (13) sea derrocado y
asesinado por sus súbditos, conocerá su mayor apogeo durante el siglo V a.C. gracias al comercio del silfio (14), que
aparecerá reflejado en muchas de sus acuñaciones monetarias.  
Durante la Guerra del Peloponeso (431-404 a.C.) Cirene ayudará a Esparta en 413 a.C. con el envío de dos trirremes,
quizá, entre otras cosas, como modo de ayudar a sus “primos” lejanos, ya que conviene recordar que Tera, la
metrópoli de Cirene, había sido fundada a su vez como colonia por gentes procedentes de Esparta, por lo cual, todos
ellos compartían un común origen dorio.
Tras la caída del último rey bátida, la ciudad se conformará como una república dependiente del Imperio persa hasta
331 a.C cuando, en virtud de un pacto sellado con Alejandro Magno, pase a manos macedonias pero manteniendo
cierta autonomía, hasta la muerte de éste en 321 a.C. Después será gobernada brevemente por
Tibrón (15) para posteriormente caer bajo soberanía del Egipto Ptolemaico, en tiempos del reinado de Ptolomeo I
Soter (16). 
Pese a que Cirene estaba bajo control de los Ptolomeos, durante algún tiempo se proclamará reino autónomo de
Egipto, siendo regida por Ofelas (17) en un primer momento, y unos años después por Magas, hijastro de Ptolomeo I
Soter. Durante su reinado, Magas llegará a planear, con ayuda de los Seleúcidas, la invasión de Egipto entre los años
274 y 272 a.C. En 250 a.C., Cirene volverá a soberanía egipcia en virtud del matrimonio de Ptolomeo III con la hija
de Magas, Berenice. Bajo los Ptolomeos, Cirene experimentara cierta decadencia, ya que estos prefirieron volcarse
en Apolonia (18), y una vez más Cirene volverá a recuperar parte de su independencia asumiendo la forma de un reino
lágida semi-autónomo, pero bajo control egipcio, hasta el 96 a.C. momento en el que pasará a ser protectorado
romano debido a las disposiciones testamentarias de su último rey, Apión (19), y en el 74 a.C. será definitivamente
anexionada a Roma, y en tiempos de Vespasiano (20) alcanzará la categoría de colonia romana bajo la denominación
de Flavia Cirene. 
Pese a los diversos avatares sufridos a lo largo de su historia, Cirene fue un destacado centro intelectual y artístico
dentro del mundo griego y helenístico, contando con una famosa escuela filosófica de la cual surgieron destacados
pensadores como Aristipo (21) o Calímaco (22).

 
(12) Nombre de la dinastía que reinó en Cirene hasta el 440 a.C. En total fueron ocho reyes.
(13) Ascendió al trono en 465 a.C. y según nos cuenta Píndaro en su cuarta y quinta Pítica, su cuadriga logró una gran victoria en los Juegos Píticos de 462 a.C.
en Delfos. También de acuerdo a las Píticas de Píndaro, parece que tuvo tendencia a reinar de manera autoritaria. 
(14) Planta actualmente extinta que gozó de gran demanda en la Antigüedad debido a sus propiedades medicinales y como condimento.
(15) Mercenario espartano al servicio de Hárpalo entre 324 y 322 a.C., sátrapa macedonio de Babilonia bajo Alejandro Magno.
(16) Ptolomeo (367-283 a.C.) fue uno de los diádocos de Alejandro Magno, que reinará en Egipto de 305 a 285 a.C. y fundará la dinastía Lágida o Ptolemaica. 
(17) Ofelas (350-300 a.C.) fue un antiguo soldado y político macedonio que reinó en Cirene entre 322 y 308 a.C.
(18) Destacado enclave comercial situado a unos 16 km al noroeste de Cirene, que actuó como puerto de esta última.
(19) (150-96 a.C.) Hijo de Ptolomeo VIII y último rey griego de Cirene y su territorio, la Cirenaica entre 116 y 96 a.C.
(20) Emperador romano entre los años 69 a 79 de nuestra era y fundador de la dinastía Flavia.
(21) Arístipo (435-350 a.C.) fue un filósofo griego natural de Cirene, fundador de la escuela cirenaica, que fomentó el hedonismo.
(22) (310-240 a.C.) Poeta y sabio nacido en Cirene en el seno de una familia noble descendiente del propio Bato, fundador de la ciudad. Abrió una escuela en
Alejandría y entre sus más conocidos alumnos estuvo Apolonio de Rodas (295-215 a.C.), autor de las Argonauticas.  
Además de los valiosos datos aportados por distintas fuentes literarias, como por ejemplo Heródoto o Píndaro, pese a
que algunos pertenecen claramente al plano de lo “mítico”, existen muchos otros de indudable valor histórico que
han sido corroborados gracias a diversos hallazgos de tipo arqueológico, entre los cuales cabe mencionar la
constatación de la estancia de los primeros colonos tereos en Aciris o de la tumba del propio fundador, Bato,
localizada en el espacio del ágora de Cirene desde al menos, según las dataciones efectuadas, desde el 600 a.C.
Respecto a la tumba de Bato, las diversas campañas arqueológicas efectuadas durante la década de los años sesenta
del pasado siglo XX y las investigaciones de los italianos Stucchi y más tarde de Bacchielli, han posibilitado tener un
conocimiento más detallado sobre sus vicisitudes históricas. Los orígenes de esta tumba se remontan a una primitiva
estructura tumular que en sus primeros momentos sirvió de sepulcro de los restos mortales del fundador de Cirene,
que sería destruido y reconstruido a fines del siglo V a.C. muy cerca de su antigua ubicación. Esa destrucción se ha
de poner en relación con los agitados momentos que vivió Cirene tras el derrocamiento del último monarca batíada,
Arcesilao IV. De acuerdo con las evidencias obtenidas por Bacchielli, parece ser que a fines del siglo IV a.C. fue
objeto de varias remodelaciones, que le proporcionará un aspecto eminentemente monumental.
Otros hallazgos que hacen referencia a Bato y a los primeros momentos de la colonia, son un fragmento de cerámica
datado a mediados del siglo VI a.C. que contiene un fragmento de lo que los arqueólogos han identificado como una
plegaria en honor a Apolo, divinidad que según la tradición, había guiado a Bato y a los primeros colonos hasta el
lugar en donde fundaron la ciudad, lo cual hace pensar en la existencia de un culto posterior a Apolo en Cirene.  
Asimismo, el descubrimiento de varios epígrafes, como por ejemplo las conocidas como “estelas de los fundadores”,
así denominadas por Bacchielli, cuya datación se remonta a la primera mitad del siglo IV a.C. mantuvieron el
recuerdo de la fundación de Cirene y de su fundador. Otro importante documento es la lex cathartica, de la segunda
mitad del mismo siglo mencionado, que hace explícita referencia a la tumba de Bato. Parece que en siglos
posteriores el recuerdo a Bato cae en cierto olvido, pero parece recuperarse a fines del siglo I a.C. y durante los dos
primeros siglos de nuestra era, parece recobrar cierto auge, tal y como parece atestiguar un catálogo de efebos de
comienzos del siglo I d.C., que muestra un uso relativamente frecuente de la onomástica del fundador de Cirene,
cuyo uso se prolongará en época imperial romana como parte del tria nómina, siendo un buen ejemplo la referencia a
un sacerdote de Apolo de segunda mitad del siglo II d.C., durante el gobierno de Marco Aurelio (161-180). 
Como breve conclusión, puede afirmarse que en el caso de Cirene y en el de otras colonias griegas, la figura de sus
fundadores y su culto cívico, constituyeron un importante elemento para la construcción de una identidad socio-
política propia y diferenciada de la de sus metrópolis. Asimismo, la importancia de la religión, y especialmente de
los oráculos, es otro importante factor que, junto a otros que podrían catalogarse de más mundanos, impulsaron la
fundación de estas colonias y el curso de muchos hechos históricos, a la postre, relevantes.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

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