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UNIVERSIDAD ESTATAL DEL SUR DE

MANABI
CARRERA DE ADMINISTRACION DE EMPRESAS
AULA 111 “B”

CONSULTA

TEMA:
Abya Yala

INTEGRANTES:
Macías Pilay Jennifer Vanessa

DOCENTE:
Ing. Alicia Chunga Luzardo

ASIGNATURA:
Economía

PERIODO ACADÉMICO:
Primer Periodo 2018
Abya Yala
Abya Yala en la lengua del pueblo cuna significa “tierra madura”, “tierra viva” o “tierra
que florece” y es sinónimo de América. El pueblo cuna es originario de la sierra Nevada
al norte de Colombia; habitaba la región del golfo de Urabá y de las montañas de Darién
y actualmente vive en la costa caribeña de Panamá, en la comarca de Kuna Yala (San
Blas).
La expresión Abya Yala ha sido empleada
por los pueblos originarios del continente
para autodesignarse, en oposición a la
expresión “América”. Si bien esta última
había sido usada por primera vez en 1507
por el cosmólogo Martin Wakdseemüller,
sólo se consagró a finales del siglo XVIII y
comienzos del siglo XIX, cuando las elites
criollas trataban de afirmarse frente a los
conquistadores europeos en pleno proceso
de independencia. Aunque los diferentes
pueblos originarios que habitan el
continente atribuyan nombres propios a las
regiones que ocupan –Tawantinsuyu,
Anauhuac, Pindorama–, la expresión Abya Yala viene siendo cada vez más usada por
ellos con el objetivo de construir un sentimiento de unidad y pertenencia.
A partir de 2007, sin embargo, en la III Cumbre Continental de los Pueblos y
Nacionalidades Indígenas de Abya Yala realizada en Iximche, Guatemala, no sólo se
autoconvocaron como Abya Yala, sino que resolvieron constituir una Coordinación
Continental de las Nacionalidades y Pueblos Indígenas de Abya Yala, como espacio
permanente de enlace e intercambio, donde puedan converger experiencias y propuestas,
para que juntos enfrentemos las políticas de globalización neoliberal y luchemos por la
liberación definitiva de nuestros pueblos hermanos, de la madre tierra, del territorio, del
agua y de todo patrimonio natural para vivir bien.
Poco a poco, en los diferentes encuentros del movimiento de los pueblos originarios, el
nombre “América” está siendo sustituido por Abya Yala, lo cual no sólo indica otro
nombre sino también la presencia de otro sujeto enunciador del discurso hasta ahora
callado y sometido en términos políticos: los pueblos originarios.
La idea de un nombre propio que abarcase todo el continente se impuso a esos diferentes
pueblos y nacionalidades en el momento en que comenzaron a superar el largo proceso
de aislamiento político al que se vieron sometidos después de la invasión de sus territorios
en 1492, con la llegada de los europeos. Junto con Abya Yala existe todo un nuevo léxico
político que también está en construcción, donde la propia expresión “pueblos
originarios” cobra sentido. Esa expresión afirmativa fue la que esos pueblos en lucha
encontraron para autodesignarse y superar la generalización eurocéntrica de “pueblos
indígenas”. Finalmente, antes de la llegada de los invasores europeos había en el
continente una población estimada entre 57 y 90 millones de habitantes que se distinguían
como mayas, cunas, chibchas, mixtecas, zapotecas, ashuares, huaoranis, guaraníes,
tupinikimes, kayapós, aimaras, ashaninkas, kaxinawas, ticunas, terenas, quechuas,
karayás, krenaks, araucanos/mapuches, yanomamis, xavantes, entre tantos pueblos y
tantas nacionalidades originarios.
A pesar de que la expresión indígena significa en latín aquel que “ha nacido en casa”, la
designación entre nosotros quedó marcada por señalar a aquellos que habitaban las Indias
Occidentales, nombre que los españoles atribuían no sólo al “nuevo” continente, sino
también a las Filipinas. En ese sentido, representa una de las mayores violencias
simbólicas cometidas contra los pueblos originarios de Abya Yala, dado que es una
denominación que hace referencia a las Indias, o sea, a la región buscada por los
comerciantes europeos a fines del siglo XV. De este modo, ignora que esos otros pueblos
tenían sus nombres propios y una designación propia también para sus territorios.
Paradójicamente, la expresión “pueblos indígenas”, en la medida que desconoce
la diferencia especifica de dichos pueblos, contribuyó para unificarlos desde el punto de
vista de los conquistadores/invasores, pero al mismo tiempo es una designación que, para
empezar, servirá a fin de que esos pueblos por sí mismos constituyan una unidad política
cuando empiecen a percibir la historia común de humillación, opresión y explotación de
su población, y la dilapidación y devastación de sus recursos naturales.
En resumen, el surgimiento del sistema
mundo moderno se da junto con la
construcción de la colonialidad. Se trata,
por lo tanto, de un sistema mundo
moderno-colonial. Y ese carácter
contradictorio inscrito en el sistema
mundo moderno, que busca olvidar su
carácter también colonial, es lo que los
pueblos originarios de ABYA YALA
vienen buscando explicitar en la lucha
“por la liberación definitiva de nuestros
pueblos hermanos, de la madre tierra, del territorio, del agua y de todo patrimonio natural
para vivir bien”.
De este modo, la descolonización del pensamiento se vuelve central para los pueblos
originarios de ABYA YALA. Como bien señaló Luis Macas, de la Coordinadora de las
Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), “nuestra lucha es epistémica y
política”, donde cumple un papel fundamental el poder de designar lo que es el mundo.
Varios intelectuales vinculados a las luchas de los pueblos de ABYA YALA han señalado
el carácter etnocéntrico inscrito en las propias instituciones, incluso en el Estado
Territorial, cuyo eje estructurante está en la propiedad privada y cuyo fundamento se
encuentra en el Derecho Romano.
A pesar de su origen regional europeo, los fundamentos del Estado Territorial, incluso la
idea de espacios mutuamente excluyentes, como la propiedad privada, han sido impuestos
al resto del mundo como si fueran universales, ignorando las diferentes formas de
apropiación de los recursos naturales que predominaban en las mayores partes del mundo,
casi siempre comunitarias y no mutuamente excluyentes. En América Latina, el fin del
colonialismo no significó el fin de la colonialidad, como afirmó el sociólogo peruano
Aníbal Quijano, explicitando el carácter colonial de las instituciones que sobrevivieron
tras la independencia y que ilumina la declaración de Evo Morales Ayma al asumir la
presidencia de la República de Bolivia, en 2006, cuando afirmó que era “preciso
descolonizar el Estado”.
En países como Guatemala, Bolivia, Perú,
México, Ecuador y Paraguay, así como en
ciertas regiones de Chile (en el sur, donde
viven aproximadamente un millón de
araucanos/mapuches), de Argentina (el
Chaco norteño) y de la Amazonia (brasileña,
colombiana y venezolana), el carácter
colonial del Estado se hace presente con
todo su peso. El “colonialismo interno”,
expresión consagrada por Pablo González
Casanova, se muestra actual, en tanto
historia de larga duración actualizada. No es
raro que esas regiones sean objeto de
programas de desarrollo, casi siempre para
(des)arrollar, de modernización, casi
siempre de colonización (de hecho, esas
expresiones casi siempre son sinónimos).
La elección del nombre ABYA YALA por
los kuna recupera la lucha por la afirmación
de sus territorios, de la que ellos fueron
pioneros con su revolución de 1925, consagrada en 1930 en el derecho de autonomía de
la Comarca de Kuna Yala, con sus 320.600 hectáreas de tierras, más las aguas vecinas del
archipiélago de San Blas. La lucha por el territorio se configura como una de las más
relevantes en el nuevo ciclo de luchas del movimiento de los pueblos originarios que se
delinea a partir de los años ’80 del siglo pasado (Myskitos en Nicaragua) y que logra su
mayor expresión en los años ’90 y a comienzos del nuevo siglo, revelando cambios
profundos tanto del punto de vista epistémico como político.
Abya Yala se posiciona, así como un atractor (Prigogine) en torno al que otro sistema
puede configurarse. Eso es lo que los pueblos originarios están proponiendo con ese otro
léxico político. No olvidemos que dar nombre propio es apropiarse.

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