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Tercera parte
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12. Dar por buenos los resultados de la evaluación a pesar de su falta de rigor,
cuando esto es lo que interesa.
13. Utilizar los resultados para tomar decisiones claras o subrepticiamente injustas
14. Aprovechar la evaluación para hacer falsas comparaciones entre lo que es
realmente incomparable.
15. Atribuir los malos resultados no al desarrollo del programa sino a la torpeza, la
pereza o la mala preparación o voluntad de los usuarios del mismo.
Algunas pistas para evitar los abusos
La evaluación tiene un carácter político aunque aparezca superficialmente como
una actividad de carácter técnico y consecuentemente un fuerte componente ético,
por ello, hay que asegurar la independencia de los evaluadores como medio para
evitar los abusos de la evaluación.
Capítulo 4. Una metáfora para comprender la evaluación
Utilizando como metáfora el fútbol, el autor, nos acerca a la complejidad del
fenómeno de la evaluación. Nos plantea algunas perplejidades, paradojas o dilemas
que los docentes enfrentamos el momento de evaluar a nuestros alumnos.
El resultado final. Importa el resultado final o ganar el juego. Al alumno le importa
su calificación final, más que cualquier otra cosa.
La claridad de los indicadores del éxito. Ganar es el indicador del éxito, pareciera
entonces que no importa el esfuerzo y los problemas que se tuvieron que superar.
La justicia del resultado. Se puede ganar un partido por una mala decisión del
árbitro, al igual que se puede acreditar un curso por una mala elección de las formas
e instrumentos de evaluación del profesor.
La belleza del espectáculo. A veces que lo más importante no es el resultado sino
el espectáculo que se ha brindado al público. En ocasiones el desarrollo las
interacciones y el ambiente de clase es muy bueno, pero no se ve reflejado en los
resultados de los exámenes objetivos.
El esfuerzo de los jugadores. Puede ocurrir que se pierda el juego, se juegue mal,
pero se valore positivamente el esfuerzo de los jugadores. La motivación importa
siempre pero más cuando los alumnos se esfuerzan pero no llegan a la meta.
Los efectos secundarios. A veces el juego tiene resultados desastrosos. Al igual
que una clase está sujeta a situaciones no previstas o que ocurren por accidente.
El trabajo de equipo. En ocasiones se juega bien, pero el equipo pierde. En el
trabajo colaborativo con los alumnos lo más importante es la integración y el
desempeño colectivo.
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Recompensas y sanciones. El equipo que gana tiene su recompensa en puntos.
En la escuela, las actividades realizadas tienen indicadores de logro que permiten
calificar la actuación y otorgar puntos a los alumnos.
Valoraciones subjetivas. En las jugadas conflictivas la valoración depende la
apreciación subjetiva del árbitro. El profesor desde su perspectiva y reglas
establecidas, juzga subjetivamente el comportamiento del estudiante.
El resultado final de la competición. Algunas veces se hace una valoración
diferente para un resultado de un partido y para la clasificación final de la
competición. Los subproductos o actividades parciales se califican diferentes de los
productos integradores finales.
Las comparaciones entre los resultados. En el juego a veces lo más importante
no es hacerlo bien, sino mejor que otro. En el entorno escolar, no creo que las
comparaciones ayuden a mejorar la autoestima de los que están abajo en la tabla.
La elección de los jugadores. El entrenador recomienda unas tareas a los
jugadores. El profesor establece los criterios e indicadores que guían el
comportamiento del alumno.
Los responsables del éxito y del fracaso. Al alumno no es el único responsable
del fracaso escolar, hay que interpretar desde el entorno situacional, el ambiente,
y la estrategia del docente.
Perspectivas diferenciadas. La valoración de un partido depende de la
perspectiva. Implica incluir el punto de vista de los alumnos (evaluación y
coevaluación), así como la ineludible evaluación externa (heretoevaluación).
La autoevaluación. Los jugadores conocen qué esfuerzos han realizado. La
evaluación del propio desempeño es la autoconciencia del proceso que le empodera
para seguir adelante.
Toma de decisiones. Un partido se valora para ganar o para mejorar. Para que la
evaluación sea útil y formativa tiene que procurar intervenir, de otra forma para qué
evaluar.
Consideraciones finales
La realidad es siempre compleja. Para entenderla, es preciso profundizar en el
análisis de los significados que la explican.
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de la escuela y del sistema educativo. Una parte de la evaluación del alumno se
explica por el profesor que tiene, por los métodos con los que se trabaja, los medios
con los que cuenta y la finalidad que se persigue.
Cinco funciones:
Cinco sugerencias
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criterios que se usan para acreditar sus trabajos y la propia autoevaluación de su
aprendizaje.
Cinco dificultades
La escasez de tiempo. Fuera del tiempo de clase las escuelas no facilitan tiempo
al profesor para investigar y reflexionar el proceso de evaluación. Tendría que
hacerlo en su tiempo libre y no sería justo.
La falta de motivación. Hay que entender que esta perspectiva implica un esfuerzo
suplementario del profesor, apelar a su conciencia o vocación del docente. Ya que
difícilmente la institución dedicará apoyos especiales para esta tarea.
Conclusión personal
La evaluación es una parte esencial del proceso educativo, no algo que se agrega
al final del proceso para otorgar una calificación o decidir si un alumno acredita un
curso. Si la vemos desde un punto de vista formativo, cualitivativo y crítico, debemos
reconocer que estamos dejando fuera su sentido esencial que es la mejora de los
procesos.
Hay que reconocer que la realidad de nuestras prácticas educativas que se ve
reflejada en la descripción que hace el autor, en lo que él llama las patologías de la
evaluación. Lo complejo y arduo del proceso evaluativo hace que los profesores
caigamos en el simplismo y repitamos formas mecanizadas de evaluar. Hasta
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asumimos ese pequeño poder, perveso por cierto, que nos otorga el sistema, ya
que, ciertamente, no lo empleamos en mejor los procesos, pero si para vigilar,
castigar y repremir al estudiante. Cuando debería de ser lo contrario, tomar en
cuenta su potencial y motivarlo y empoderarlo para que tome conciencia y aprenda
a autoevaluarse.
No henos hecho otra cosa que repetir la cultura de la evaluación del centro escolar,
reproducción acrítica de nuestra propia realidad como docnetes. Hacemos las
evaluaciones tradicionalistas, unidireccionales, sin integrarnos como cuerpo
colegiado de profesores y sin permitir que los estudiantes participen en los formatos
de evaluación o en la determinación de los criterios con que evaluaremos sus
trabajos. Somos pues antidemocráticos, esto trae como colorario que evaluemos
injustamente, sin un sentido ético y sin un sentido de mejora del proceso.
La perspectiva crítica de la evaluación nos permite avanzar como colectivo docente
desde la reflexión sobre nuestra práctica, con la intención clara de comprender la
realidad en la que estamos inmersos juntos con nuestros colegas y los alumnos, de
otra manera la educación que proporcionamos no será de calidad a menos que el
sistema lo diga en las muchas evaluaciones que ellos realizan. Hay que asumir la
parte de responsabilidad que nos toca e ir mejorardo nuestros procesos en pro de
nuestros estudiantes. Sin embargo, no es fácil ir contra la inercia de la institución y
del sistema educativo, tampoco contra formas ancestrales de dominación que se
reproducen en el entorno escolar, esto hay que tenerlo presente, no sea que la
frustración de no lograr el objetivo de mejora nos traiga nuesvas formas de estress
o depresión a los docentes.
Referencias:
Santos, G. (2000), Evaluación 1 Un proceso de diálogo, comprensión y mejora,
Buenos Aires, Argentina: Editorial magisterio del río de la Plata.