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Han pasado más de 27 años desde que dos episodios violentos se llevaran la vida
de más de 20 pobladores soreños. Sin embargo, recién este año los deudos de este
pueblo se aproximan a la posibilidad de que el caso sea judicializado.
Este tipo de afirmaciones ofende a los ‘netos’, aquellos pobladores que vivieron
en carne propia el episodio, y quienes recuerdan a los fallecidos como héroes que
cayeron defendiendo a su pueblo del terrorismo.
Los ‘nuevos’ son acusados de tener una memoria frágil, de no ser verdaderos
soreños y de volverse un obstáculo para la trasmisión de la memoria en el pueblo.
Un pueblo necesita conocer su historia y espero que me escuchen los niños, pues
ellos tienen que saber que ha pasado con el pueblo; si olvidamos, estamos expuestos
a pasar por lo mismo. Quienes quieren olvidar, no merecen llamarse soreños.
Ahora esta joven quiere reivindicar a su padre y las demás víctimas desde la
memoria: ella propone que en el colegio local se enseñe la historia de Soras a los
alumnos. Los soreños ‘netos’, como Diana, buscan establecer un vínculo
colectivo en el distrito, una memoria oficial que ayude a disminuir las brechas en
la población.
EL JUICIO ES EL FINAL
Inicialmente, los familiares se opusieron a que los cuerpos sean retirados del
cementerio local, donde originalmente fueron enterrados después del asesinato
masivo. Sin embargo, y a pesar de la desconfianza inicial, los deudos accedieron
por un solo motivo, que en realidad es un objetivo: la judicialización del caso.
Solo si los cuerpos eran desenterrados podían darse las investigaciones que
llevarían a un eventual proceso judicial. Tanto dolor tenía que valer la pena.
El momento más intenso fue el cierre de las tumbas. Jesús de la Cruz sostenía a
su hermana mientras esta gritaba “Papito, vuelve por favor. ¿Por qué nos has
abandonado”.
Han pasado más de 27 años desde que dos episodios violentos se llevaran la vida
de más de 20 pobladores soreños. Sin embargo, recién este año los deudos de este
pueblo se aproximan a la posibilidad de que el caso sea judicializado.
Este tipo de afirmaciones ofende a los ‘netos’, aquellos pobladores que vivieron
en carne propia el episodio, y quienes recuerdan a los fallecidos como héroes que
cayeron defendiendo a su pueblo del terrorismo.
Los ‘nuevos’ son acusados de tener una memoria frágil, de no ser verdaderos
soreños y de volverse un obstáculo para la trasmisión de la memoria en el pueblo.
Un pueblo necesita conocer su historia y espero que me escuchen los niños, pues
ellos tienen que saber que ha pasado con el pueblo; si olvidamos, estamos expuestos
a pasar por lo mismo. Quienes quieren olvidar, no merecen llamarse soreños.
Ahora esta joven quiere reivindicar a su padre y las demás víctimas desde la
memoria: ella propone que en el colegio local se enseñe la historia de Soras a los
alumnos. Los soreños ‘netos’, como Diana, buscan establecer un vínculo
colectivo en el distrito, una memoria oficial que ayude a disminuir las brechas en
la población.
EL JUICIO ES EL FINAL
Inicialmente, los familiares se opusieron a que los cuerpos sean retirados del
cementerio local, donde originalmente fueron enterrados después del asesinato
masivo. Sin embargo, y a pesar de la desconfianza inicial, los deudos accedieron
por un solo motivo, que en realidad es un objetivo: la judicialización del caso.
Solo si los cuerpos eran desenterrados podían darse las investigaciones que
llevarían a un eventual proceso judicial. Tanto dolor tenía que valer la pena.
El momento más intenso fue el cierre de las tumbas. Jesús de la Cruz sostenía a
su hermana mientras esta gritaba “Papito, vuelve por favor. ¿Por qué nos has
abandonado”.
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Redacción mulera
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