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TRABAJO ACADEMICO

TEORIA GENERAL DEL PROCESO

Presentado por : ALEX ADOLFO ZEGARRA LEVANO


Código : 2015142675
Facultad : Derecho y Ciencias Políticas
TRABAJO ACADÉMICO

1. REALICE INVESTIGACIÓN, Y DESARROLLE UN BREVE RESUMEN


ACERCA DEL PROCESO CIVIL EN EL PERÚ, Y EN LATINOAMÉRICA.
(FUENTE DE INFORMACIÓN - JUAN MONROY GÁLVEZ) (4PTOS)

Si el proceso civil EN EL PERU es el medio para solucionar conflictos de intereses,


entonces es un instrumento de paz social. Para que cumpla su trascendente función es
imprescindible concederle todo nuestro esfuerzo y sacrificio. La paz social no se
encuentra ni se descubre, sino es consecuencia de una laboriosa construcción colectiva.
Este trabajo es un aporte meritoria labor que están desarrollando los jueces y abogados
del país con tal objetivo. La difusión y utilidad social de los estudios procesales,
constituye la cuota que todo procesalista debe aportar para la obtención de la paz
socialcon una justicia justa en nuestro pais, Creer que esta se puede lograr sin lucha y
sacrificio es como pensar que puede haber amor sin dolor

A.- Generalidades:

A.1.- Concepto de derecho objetivo y derecho subjetivo:

A.1.1.- Derecho Objetivo (Eduardo García Maynes): conjunto de normas que rigen
la conducta de los hombres en la sociedad. Es el orden de relaciones sociales o
simplemente un conjunto de normas que pueden ser imperativas, porque imponen
deberes al sujeto, o atributivas, cuando conceden facultades a éste.

A.1.2.- Derecho Subjetivo: es la facultad de pretender y querer atribuida a un sujeto, a


la cual le corresponde una obligación por parte de otro. El derecho subjetivo es
correlativo al de la obligación o deber jurídico. Es la autorización concedida al pretensor
por el precepto.

Tanto el derecho objetivo como el derecho subjetivo llevan implícitos el ideal de ser
actuados de manera espontánea por quienes están llamados a acatar el ordenamiento
jurídico. Sin embargo cuando esa sujeción al cumplimiento de la norma no es
voluntaria, se origina el conflicto que lleva a que el afectado busque la realización del
derecho a través de un medio eficaz, a que se cumpla forzadamente, aún contra el querer
del sujeto llamado a cumplir con su deber. Esta cuestión problemática se soluciona a
través del proceso jurisdiccional.

A.2.- Proceso Jurisdiccional:


Instrumento o medio idóneo existente para lograr que un tercero imparcial designado
por el Estado, decida con plena autoridad un conflicto intersubjetivo de intereses de
contenido jurídico, después de agotar el método legal y lógico impregnado de garantia a
los justiciables lo que constituye, en última instancia, a la paz a la comunidad.

Con relación al derecho y al proceso, Carnelluti expresa “Sin el proceso, el derecho no


podría alcanzar sus fines, pero el proceso tampoco los podría alcanzar sin el derecho. La
relación es circular. Por eso constituye una rama del derecho llamado derecho procesal.”

A.3.- Derecho Procesal:


Se concibe como un derecho instrumental porque el proceso en sí es el instrumento
idóneo y legítimo para la solución del conflicto que nace de la no actuación espontánea
del derecho. Contiene normas y principios que regulan la conducta de los sujetos
procesales y establece el ordenamiento y estructura de la organización jurisdiccional del
Estado, encaminado a la prestación de una adecuada administración de justicia.

El proceso será un medio o instrumento para lograr la realización del derecho sustancial
y, en consecuencia, las normas que lo regulan tienen importancia como normas que
integran el derecho sustancial que consagran derechos en abstracto, mientras que las de
derecho procesal contiene normas que estructuran y regulan la actividad jurisdiccional
cuya finalidad es la realización de los derechos sustanciales.

EL PROCESO: es, pues, la visión abstracta, holística y científica por el cual la


jurisdicción responde frente a la petición de las partes y conoce de la acción de los
justiciables. Los trámites externos del proceso se denominan PROCEDIMIENTO.

Derecho Procesal: (JAIME GUASD): “es el derecho referente al proceso. Es pues, el


conjunto de normas que tienen por objeto el proceso o que recaen sobre el proceso”.
Hugo Alsina “es el conjunto de normas que regulan la actividad jurisdiccional
del Estado para la aplicación de las leyes de fondo, y su estudio comprende la
organización del poder jurisdiccional, la determinación de la competencia de los
funcionarios que la integran, la actuación del Juez y de las partes en la sustanciación del
proceso”

Beatriz Quintero y Eugenio Prieto: “El derecho procesal se cataloga como


derecho público. La determinación de esta nota definidora se fundamenta en la noción
básica de lo que es sí mismo es, relación jurídica de proceso, como régimen de una de
las funciones de la soberanía estatal y para satisfacer necesidades sociales”.

Carnelutti: “ El conjunto de normas que establecen los requisitos y efectos del


proceso”.
DERECHO PROCESAL: Conjunto de principios y normas que garantizan la
idoneidad del proceso jurisdiccional como instrumento eficaz para la realización del
derecho sustancial y la solución de los conflictos de intereses de contenido jurídico,
regulando la estructura del órgano jurisdiccional, la actividad de los sujetos procesales,
las formas procedimentales, y la eficacia y ejecución de la sentencia.

A.4.- Derecho Procesal Civil:


Derecho procesal aplicado al derecho civil, nutriéndose de los principios generales,
pero garantizado e individualizado por principios que les son propios para su efectiva
aplicación, siendo el modelo dispositivo el que marca su característica predominante,
pero con algunas tendencias inquisitivas originadas en las facultades que la ley otorga al
juez. La finalidad del proceso civil es la misma del derecho en general, o sea, la
aplicación de la justicia.

RENGEL ROMBERG: Aquella rama de la ciencia jurídica que tiene por objeto el
estudio de las conductas que intervienen en el proceso civil para la emanación de la una
sentencia.”
Se destaca:
Derecho procesal civil:
Definiciones más completas

“Es una rama del derecho público interno que define y delimita la función jurisdiccional
(administración de justicia del estado), establece las formas adecuadas para el ejercicio
de la jurisdicción y además señala la manera como se desarrollan y desenvuelven los
procesos o juicios de naturaleza civil”

“Es la rama del derecho que estudia el conjunto de normas y principios que regulan la
función jurisdiccional del estado y fijan el procedimiento que se ha de seguir para
obtener la actuación del derecho positivo y los funcionarios encargados de ejercerla a
cargo del gabinete político por el cual quedan exceptuados todos y cada uno de los
encargados de dichas responsabilidades”

 La Jurisdicción→ es la función que tienen los tribunales de justicia de conocer,


sentenciar y ejecutar lo sentenciado en los conflictos que sean sometidos a su
decisión. (función del estado de brindar la tutela jurídica)
 La acción→ es la actuación por la cual una persona insta a la jurisdicción para que
se pronuncie sobre un asunto y autorice efectiva y justa tutela jurisdiccional. La
acción concierne a la potestad que tiene el ciudadano de pedir tutela jurídica ante el
Estado. (actuación del justiciable frente al órgano jurisdiccional para solicitar la
tutela jurídica del Estado como órgano administrador de justicia)
 El proceso→ es el conjunto de actuaciones judiciales que tienen como objeto la
efectiva y justa realización del derecho material. (conjunto de actuaciones que tienen
por finalidad resolver un conflicto de naturaleza jurídica mediante el procedimiento
de una sentencia en ejecución)

LA NATURALEZA JURÍDICA DEL PROCESO

 1) TEORIAS PRIVATISTAS “IUSPRIVATISTAS”

 Consideran que el proceso es una institución integrada dentro del Derecho


privado. Hoy en día no se puede mantener esta tesis, por cuanto la prerrogativa
del Estado para el ejercicio de la función jurisdiccional, impide que al proceso se
le considere como algo propio del ámbito privado. Estas teorías tienen su arraigo
en el errado criterio romanista que considera a la acción lo mismo que un
derecho sustantivo.

 a) Teoría que considera al proceso como un contrato: para estos autores, el


proceso puede equipararse con contrato, de tal manera que lo definen como el
acuerdo de voluntad de las partes en virtud del cual actor y demandado
convienen en someterse a la decisión de un juez; este criterio considera que la
jurisdicción es una especie de convenio arbitral de las partes, denominado litis
contestatio. Olvidaron quienes proponen este concepto es que el demandado al
contestar la demanda no ofrece con ello una manifestación libre de la voluntad,
sino que, por el contrario, ejecuta un acto mediante el cual ejerce el derecho de
defensa; igualmente en el proceso penal, no es necesaria la voluntad del
procesado de someterse a la decisión del juez, quien dicta la sentencia en virtud
de su imperium o potestad.

 b) Teoría que considera que el proceso es un cuasicontrato: Otros


doctrinarios, consideran que el proceso debe entenderse como un cuasi-contrato,
de tal manera que el consentimiento de las partes de someterse a la decisión del
juez es tácito y no expreso; de esta forma trata de evadir una de las críticas a la
teoría contractualista. No obstante, este concepto, al igual que el anterior, es
totalmente errado, puesto que la sentencia del juez no expresa la voluntad de
ambas partes; por el contrario, lo que el juez expresa en la sentencia es la
voluntad de la ley.

2) TEORIAS PUBLICISTAS

 A) EL PROCESO COMO RELACIÓN JURIDICA: el procesalista alemán


Von Bϋllow, padre de la teoría publicista concebía al proceso como una relación
jurídica. De conformidad con este criterio, el proceso es la relación jurídica
formada por derechos y deberes recíprocos entre el juez y las partes, y entre las
partes entre si, lo cual se perfecciona a través de la litis contestatio, de la que
surgen dos obligaciones básicas:
 -En primer lugar, las partes quedan obligadas a que el órgano jurisdiccional
asuma la tarea de decidir la contienda.
 -Por otro lado, las partes se obligan a quedar sometidas a la sentencia que sea
dictada por el juez.
 De acuerdo con lo expresado en esta teoría, se trata de obligaciones únicamente
procesales, y para que estas se originen, es necesario que se cumplan
determinados requisitos, denominados presupuestos procesales, que son los
requisitos de admisibilidad y condiciones previas a la tramitación de cualquier
relación procesal.
Las aportaciones fundamentales de la doctrina de la relación jurídica son:
1. Nacimiento, con carácter autónomo, del derecho procesal, que deja de ser
instrumento del derecho material para pasar a ser una ciencia autónoma.
2. Por primera vez se explica la naturaleza del proceso a través del derecho público
3. Nacimiento de los presupuesto procesales, los cuales comprenden los requisitos
de admisibilidad de la acción; no debemos confundir los presupuestos procesales
con los requisitos que debe contener toda demanda, los cuales se hallan
expresados en el Artículo 340 del Código de Procedimiento Civil.

B) EL PROCESO COMO SITUACIÓN JURÍDICA: Goldschmidt es el autor de esta


teoría, critica a la teoría anterior de la manera siguiente:
1) los presupuestos procesales son la condición existencial del proceso, deben ser
discutidos dentro del proceso en si, que finalizara, si no concurren estos, con una
sentencia absolutoria en la instancia.

2) el contenido del proceso no esta conformado por derechos y obligaciones, cierto es


que el juez tiene la obligación de dictar sentencia, pero dicha obligación no deriva de
una relación jurídica procesal, sino del deber del Estado de administrar la justicia.
Asimismo, las partes no tienen obligaciones procesales, ya que la sujeción del
ciudadano al poder del estado es natural y no deriva de ninguna relación
jurídica. Pueden existir cargas para las partes, pero no obligaciones.

3) la teoría de la relación jurídica es estática, y no aporta nada nuevo al proceso, el cual


se caracteriza por su dinamismo, ya que se desarrolla de acto en acto hasta desembocar
en la resolución dictada por el juez.

LOS PROCESOS CIVILES EN LATINOAMÉRICA

En los últimos tiempos, los latinoamericanos asistimos a una creciente ola de cambios
trascendentes en diversos aspectos de la vida cotidiana. Sólo una porción menor de ellos
se produce respetando valores democráticos, es decir tras suficiente debate previo y
participación de los sectores implicados; la imposición desde el poder se exhibe como
método más corriente para modificar el curso de algunas cosas.
Entre esas novedades que influyen en nuestro día a día, se ganan un lugar preeminente
las relativas al sistema de justicia. Y, dentro de ellas, las que atañen al proceso civil, o
dicho con más exactitud, proceso no penal: millones de personas, actúan en juicio
directa o indirectamente ―v. gr., cuando integran personas jurídicas que son parte
procesal―. De allí que toda reforma procesal civil requiere extrema atención y sumo
cuidado por su implicancia social a futuro.
Justamente, algunos países latinoamericanos ya han cristalizado procesos de
reforma procesal civil aprobando nuevos códigos ―casos de El Salvador y Colombia―
o modificando una batería de artículos ―Uruguay―, otros están discutiendo proyectos
o anteproyectos ―Chile, Brasil y, últimamente, Bolivia― o han preferido quedarse por
ahora con lo que hay antes que insistir con propuestas que auguran dudoso éxito
―Paraguay―.
Para no perdernos en el enorme bosque donde incursionamos, dejaremos de lado
aspectos extra-procesales tan importantes como la infraestructura, la capacitación de los
operadores y la voluntad política como acompañamiento. Nos limitaremos a volcar
algunas reflexiones sobre la orientación general de las reformas y la actual experiencia
argentina, que nace a partir de seis recientes leyes que buscan “democratizar” la justicia.
Y ya debemos comenzar con aclaraciones: esta idea del gobierno argentino de
“democratizar” la justicia, no contempla ningún cambio integral del código procesal
civil, más allá de algunos artículos que se modifican como coletazo de la ley de
cautelares para juicios donde interviene el Estado, o de la que incorpora tribunales de
Casación.
Entonces, vale preguntarse ¿cómo puedo extraer una enseñanza de lo que nunca
se hizo, para considerarla en lo que vengo haciendo? Ahí está la cuestión: antes de
comenzar a elaborar un nuevo código procesal civil, hay que asomar la cabeza y mirar
alrededor. No sirve quedarnos con la idea del derecho procesal como “mera técnica”
que se esbozaba en los años treinta, pues de esa manera se niega toda la necesaria
conexión que debe tener con los derechos humanos y la democracia. Hete aquí el punto
de partida, algo redundante: si quiero hacer un sistema de justicia para la democracia,
debo construirlo respetando acabadamente los valores democráticos y los derechos
humanos. Esto demuestra que el derecho procesal no es “mera técnica”, pues ella se
utiliza para edificar conforme los fines propuestos, los que también deben ser
examinados por el derecho procesal. De lo contrario, el producto será incompatible con
el contexto, y su fracaso tarde o temprano estará asegurado. Basta apreciar el estado
terminal de la justicia latinoamericana, que mantuvo los modelos autoritarios impuestos
por los códigos de procedimiento desde tiempo inmemorial, aún en democracia.
Ya tenemos, pues, dos alternativas a la hora de pensar en construir el sistema de
justicia: o lo hacemos a la medida de la autoridad que la imparte ―modelo autoritario―
o para las personas que recurren a ella ―modelo democrático―. Cada uno de estos
modelos o sistemas de enjuiciamiento, deberán alojar normas compatibles con estos
fines tratados. En el primer caso, la orientación deberá ser inquisitiva; en el segundo,
acusatoria-dispositiva.
Sin embargo en Latinoamérica, y aquí haciendo alusión específica al proceso no
penal, no se avanza en la construcción de un sistema de justicia para la persona humana
―pensado para los derechos―, sino que se insiste en experimentos centrados en la
autoridad ―pensado en clave de poder―. Quizá esta concepción sea consecuencia de
una nota típica observable en algunos de nuestros países, donde un reverdecer
autoritario hace que los derechos sutilmente se conviertan en decisiones o prebendas
conferidas por la voluntad de quien tiene poder. Es decir, el poder se impone a los
derechos.
Bajo esta perspectiva, adquiere importancia capital contar con un modelo de
justicia donde el protagonista sea un juez dotado de gran poder. Esta matriz la hallamos
en todos los códigos procesales civiles latinoamericanos que hunden sus raíces en el
italiano de 1940/42. Y ya la panacea es que ese juez omnipotente sea dependiente del
poder político.
Volvamos a las reformas procesales civiles actuales en Latinoamérica. No en vano,
venimos haciendo mención a que la justicia se reforma y no que se transforma, pues la
estructura de las nuevas propuestas es la misma que la del pasado: la base inquisitiva y
autoritaria permanece intocada. Basta ir al “nuevo” CGP colombiano aprobado el 12 de
julio de 2012, próximo a su total entrada en vigencia, para encontrar un juez inquisidor,
que tiene la obligación de probar de oficio y hasta de velar por la “igualdad real” de las
partes ―cuestión ésta que resulta exótica e impracticable en el proceso, pero que se la
incluye como excusa perfecta para posibilitar el intervencionismo judicial―.
Si relevamos el contenido de las diversas propuestas reformadoras dejando de
lado lo sistémico ―con clara inclinación por el modelo inquisitivo, pese a que se lo
enmascare―, encontraremos la inclusión de figuras de neto corte autoritario y que van
en desmedro del derecho de defensa: anticipos pretensionales sin audiencia previa del
afectado, distribución judicial de cargas probatorias, procedimientos monitorios para
supuestos en que corresponde el juicio ejecutivo, principio de colaboración, etcétera. En
definitiva, lo que se hace es aumentar la dosis de la misma medicina que no viene
curando. Quizá, el código procesal civil y mercantil de El Salvador, por seguir más que
el resto a la LEC española vigente se salva de alguna que otra crítica, aunque naufraga
en la importante cuestión de la carga de la prueba.
Por suerte, en algunos de los países que están en vías de reforma, hay quienes
han tomado conciencia que sólo se está vistiendo con ropa de seda a la misma mona. En
el caso de Chile, los legisladores están escuchando la opinión ―artículo por artículo―
de los redactores y de los detractores del proyecto de CPC. En Brasil, enamorados de las
llamadas “cargas probatorias dinámicas” han tenido muy buena recepción nuestras
terminantes ―y hasta entonces allí desconocidas― críticas, volcadas en un reciente
congreso.
Sentada la orientación publicística, estatista o autoritaria de las reformas en
danza, recalemos ahora en la actualidad argentina.
Tras el anuncio de lo que eufemísticamente se ha llamado “democratización de
la justicia” en discurso presidencial del 1° de marzo de 2013, se ha puesto en marcha un
paquete de leyes tendiente a tal fin, aprovechando conyuntural mayoría legislativa. El
móvil real de este proceso de reforma, sin dudas, es el deseo de expandir el poder
administrador. Nuevamente, el poder antes que los derechos.
Bajo este premisa ―amén de otras cuestiones que pueden ser aceptables, pero
secundarias― no se duda en diseñar una justicia para el poder de turno basada en tres
pilares: jueces dependientes, prolongación de los procesos e irrazonable limitación de
las herramientas idóneas para detener la arbitrariedad estatal. A través de normas que
modifican el Consejo de la Magistratura, instauran las cámaras de casación y regulan las
medidas cautelares en los juicios donde interviene el Estado, se buscan lograr los
objetivos. La paradoja de esta “democratización de la justicia” es que sus tres pilares
violan Derechos Humanos: el derecho humano a ser juzgado por un tercero imparcial e
independiente, el derecho humano a que los procesos duren un plazo razonable y el
derecho humano a la tutela judicial efectiva, respectivamente. Evidente responsabilidad
del Estado argentino, por violación del Derecho Internacional de los Derechos
Humanos, de cara al futuro.
Así como se señalara que el móvil real de la reforma judicial argentina es la
expansión de poder de la administración, este impulso constituye una reacción
―desmedida, pero previsible― a abusos de poder de muchos jueces que, apoyándose
en ideas activistas, se han extralimitado en sus funciones. Sin desconocer la cada día
más confusa separación entre derecho y política, se han dictado numerosas sentencias
de innecesario o indebido corte político. En muchas ocasiones, se ha preferido hacer
política con el caso concreto, que aplicarle el derecho. Y las armas predilectas para
imponer el decisionismo judicial han sido las medidas cautelares o las autosatisfactivas.
Con este modus operandi, quedaba postergado el proceso como garantía ―que es un
límite al poder― y se desdibujaba el derecho de defensa en juicio. Por otro sendero,
llegamos a ese lugar común donde el poder está por encima de los derechos.
Por consiguiente no debe extrañarnos que, afortunadamente, la puesta en
práctica de la aludida “democratización de la justicia” encuentre escollos en sentencias
judiciales que tratan de poner las cosas en su lugar ―comenzando por el fallo Rizzo,
Corte Suprema de Justicia de la Nación, 18/6/2013―. Aunque, en el fondo, el
verdadero debate queda postergado y desteñido por una disputa de poder entre las
funciones ejecutiva y judicial. Si bien resulta imprescindible no ya reformar, sino
transformar el sistema de justicia, la persona que recurre a la justicia, esos millones que
recurren a la justicia, son convidados de piedra.
Llegamos así a la lección argentina para el resto de Latinoamérica: un CPC que
sigue un esquema de concentración de poder en manos de los jueces, a costa de los
derechos de las partes, es una reliquia a la hora de instrumentar la expansión del poder
político. Y un ideal si se aspira a la suma del poder público, pues una vez dominado el
poder legislativo, alcanza con derribar la independencia judicial. En otras palabras, los
códigos procesales civiles de Latinoamérica lucen en todo su esplendor una
desagradable versatilidad que puede ser usada como autopista para un veloz traslado
desde el autoritarismo al totalitarismo. Lo inconcebible es que, pese al peligro que
representan para la democracia misma, sean aceptados inadvertidamente en su seno.
Demostración de lo expuesto se encuentra en el caso argentino, donde ni por asomo se
ha pretendido cambiar el CPCCN vigente que ―vaya paradoja― fue sancionado en
1968 por el gobierno militar del Gral. Onganía y siquiera objetado en ninguno de los
gobiernos democráticos sucesivos, sino apenas ajustado.
Estamos convencidos que ya es tiempo de que la madurez llegue al proceso civil
latinoamericano. En las últimas dos décadas, se ha tomado conciencia de la importancia
de sintonizar el proceso penal con los derechos humanos, a través de una verdadera
transformación sistémica: abandonar el viejo procedimiento inquisitivo, y darle la
bienvenida al modelo acusatorio. No puede dejar de llamar la atención que, en materia
no penal, se transite en sentido diametralmente opuesto. Las últimas reformas aprobadas
y las que están en ciernes, no hacen más que confirmarlo.
Dios quiera que, pronto, tomemos conciencia de que los derechos humanos y la
democracia también importan para el proceso civil. El debate por un sistema de justicia
que los tenga como presupuestos, es impostergable. No esperemos a que el poder se
imponga a los derechos.
2. DESARROLLE LAS TEORÍAS MODERNAS DE LA ACCIÓN. (NO
OLVIDAR EN CONSIGNAR LAS FUENTES BIBLIOGRÁFICAS) (4 ptos)

 Ideas Preliminares: Los conflictos los resuelve el Estado a través de sus


función jurisdiccional monopolizadora, en la medida que un sujeto formule un
pedido, pues el proceso funciona a pedido de parte, según el principio romano
"nemo iudex sine actore".

En consecuencia, la acción no es otra cosa que reclamar un derecho ante el órgano


jurisdiccional, dándose inicio al proceso, el mismo que debe culminar con una
sentencia. Es decir que la acción nos permite tener acceso al órgano jurisdiccional, mas
ello no significa que la parte accionante sea la vencedora, pues eso depende del amparo
o rechazo de la pretensión lo que sucede cuando se dicta sentencia.

La acción se materializa con la presentación de una demanda o de una denuncia, que


viene a ser el primer acto procesal del proceso postulado por el titular de la acción.

 Evolución histórica, doctrinas y concepto actual

En sus orígenes la acción consistía en la actividad de reproducir mímicamente ante un


tribunal el hecho de la reclamación. De actividad evolucionó al concepto de derecho a
ejercer esa actividad. Celso[2]definió la acción como el derecho a perseguir en juicio lo
que se nos debe. Definiciones como ésta, hicieron que durante mucho tiempo se
confundiera la acción con el propio derecho subjetivo.[3]

Sin embargo no es lo mismo derecho reclamado, sino mas bien un derecho abstracto a
reclamar ante el Juez un determinado derecho concreto, la pretensión, que viene a ser el
contenido de la acción.

De esta forma la acción obtuvo su autonomía, lo que a su vez constituyo el punto de


partida para reconocer la autonomía del derecho procesal.

Couture [4]enseña que de acción, en sentido procesal se puede hablar, por lo menos, en
tres acepciones distintas:

 Como sinónimo de derecho: es el sentido que tiene el vocablo cuando se dice,


"el actor carece de acción", lo que significa que el actor carece de un derecho
efectivo que el juicio deba tutelar.
 Como sinónimo de pretensión; es el sentido más usual del vocablo en la
doctrina y legislación. Se habla entonces de acción fundada y acción infundada,
la acción real y personal, de acción civil y penal. En estos vocablos, la acción es
la pretensión de que se tiene un derecho válido y en nombre del cual se
promueve la demanda respectiva. Esta aceptación de la acción como pretensión,
se proyecta sobre la demanda, por lo que es habitual oír hablar en el foro de
demanda fundada e infundada.
 Como sinónimo de facultad de provocar la actividad de jurisdicción: es
decir el poder jurídico que tiene todo individuo como tal, y en nombre del cual
le es posible acudir ante los Jueces en demanda de amparo a su pretensión. El
hecho de que esta pretensión sea fundada o infundada no afecta la naturaleza del
poder de accionar; pueden promover sus acciones en justicia aun aquellos que
erróneamente se consideran asistidos de razón."

Respecto a la acción se han desarrollado históricamente diversas doctrinas, las mismas


que pueden ser agrupadas en dos[5]: las doctrina monistas, que confunden la acción
con el derecho material o bien eliminan a éste, y las doctrinas dualistas, que
diferencian a la acción del derecho subjetivo material.

Modernamente, la doctrina tiene tres afirmaciones fundamentales sobre lo que es


acción[6]:

 Es un derecho autónomo: Porque es independiente del derecho subjetivo que


se reclama en el proceso, es decir de la pretensión. Por tanto, es instrumental de
esta última. En efecto, lo que busca el actor con su demanda es que la pretensión
sea amparada. Por ello es un derecho individual de carácter público. Aun cuando
la pretensión sea privada.
 Es un derecho abstracto: dado que solo en funcionamiento el aparato
jurisdiccional mediante el proceso. La acción la tienen todas las personas por el
solo hecho de serlas, tengan o no razón, obtengan o no una sentencia favorable.
 Es un derecho público: en la medida que no se ejerce contra el demandado,
sino frente al Juez. Contra aquél se dirige la pretensión.

Por su parte, Monroy Gálvez[7]además de afirmar la esencia constitucional del derecho


de acción, señala que éste es público, subjetivo, abstracto y autónomo.

 Es público, porque el sujeto pasivo del derecho de acción es el Estado, pues


hacia él se dirige a través del órgano jurisdiccional.
 Es subjetivo, porque se encuentra permanentemente presente en todo sujeto de
derechos por el sólo hecho de serlo, siendo irrelevante si está en condiciones de
hacerlo efectivo; de forma individual o colectiva para concurrir al órgano
jurisdiccional.
 Es ideal y abstracto, porque no requiere de un derecho sustancial o material
que lo sustente o impulse. Se realiza como exigencia, como demanda de justicia,
al margen de si el derecho pedido (pretensión) tiene o no existencia. Tiene su
génesis en la mente humana, en la voluntad o volitiva y se materializa en la
demanda.
 Es autónomo, porque tiene requisitos, presupuestos, teorías explicativas sobre
su naturaleza jurídica, normas reguladoras sobre su ejercicio, etc.
 Es un derecho de interés hacia la colectividad: Puesto que la solución de un
conflicto de intereses tiene repercusión social. Hay un interés de la colectividad
en la sociedad.
 Es un derecho en expectativa; porque si no esta amparado en una sentencia,
todavía no tiene validez jurídica procesal.
 Es un Derecho que activa al órgano jurisdiccional.
 Se rige por principios procesales.

 Teorías de la Acción[8]

 Teoría tradicional: Según Savigni: La acción viene a ser un derecho material


sustancial puesta en movimiento como consecuencia de su violación.
 Teoría Moderna: Según Hugo Alsina; la acción es el derecho público subjetivo
mediante el cual requiere la intervención del órgano jurisdiccional para la
protección de una pretensión judicial.
 M. Alzamora Valdez: La acción es el derecho que tiene toda persona para
demandar una protección judicial.
 Eduardo J. Couture: La acción es el poder jurídico que tiene todo sujeto de
derecho de acudir a los órganos jurisdiccionales para reclamar la satisfacción de
una pretensión.
 P. Valcàrcel G.; la acción viene a ser un derecho subjetivo ideal y abstracto que
tiene por objeto producir la actividad del órgano jurisdiccional para la solución
de un conflicto de intereses que se materializa en la demanda ya sea en forma
escrita o verbal.

 Naturaleza Jurídica de la acción:

 La acción como un elemento de derecho material sustancial.- La acción


viene a ser un derecho material sustancial puesta en movimiento como
consecuencia de su violación, por consiguientemente tiene naturaleza jurídica
privada. (Teoría Tradicional).
 La acción como un elemento del proceso autónomo concreto.- La acción
viene a ser un derecho autónomo potestativo que protege tanto el derecho
público como el derecho privado. (teoría moderna).
 La acción como un elemento del derecho autónomo abstracto.- La naturaleza
jurídica de la acción es una verdadera función procesal jurisdiccional de carácter
público.
 Teoría negativa de la acción.- Los representantes de esta teoría sostienen que la
palabra acción debe desaparecer y ser reemplazada por la palabra pretensión.
(Guasp).
 Teoría del retorno de la acción al derecho material sustancial.- Sus
representantes manifiestan en un sentido de integración y dicen "no puede haber
un derecho material sustancial sin acción, ni puede haber acción sin derecho
material sustancial".
 La acción como derecho potestativo.- La acción es un derecho potestativo o
facultad de poner en actividad las condiciones para la actuación de la ley.
(Chiovenda).
3. DESARROLLE DOS (02) CASOS PRÁCTICOS, DÓNDE SE
MATERIALICE EL DERECHO DE ACCIÓN.(4PTOS).

Cecilia observa que su amiga Adriana esta en el borde del trampolín, indecisa de tirarse
a la pileta. Sigilosamente y con intención de gastarle una broma, se acerca a ella por la
espalda, cuando de pronto una avispa le pica en la cara, por lo que instintivamente
levanta los brazos, dándole a su amiga un empujon. Adriana cae al agua encima de un
bañista, produciéndole una lesión en la columna que lo deja paralitico. ¿Qué grado de
responsabilidad les cabe a ambas?

Solución tipo.
Para conocer la responsabilidad de ambas, debemos primeramente analizar la
conducta de Adriana. Ante todo es necesario saber si Adriana ha cometido un delito.
Sabemos que un delito es una acción típica, antijurídica, culpable y conminada con una
pena.
Por consiguiente debemos comprobar la existencia de acción por parte de
Adriana, por cuanto sin acción no puede haber delito. Esta acción deber ser humana y
voluntaria. Esto es asi porque “solo el hombre, como tal, puede determinarse en su
conducta a través de las normas. En consecuencia solo el es destinatario de las
normas”1

Se debe, entonces, averiguar si la conducta humana de Adriana ha realizado la


lesión de un bien jurídico protegido en los tipos penales de la parte especial. Parecería,
en principio, que la conducta de Adriana ha lesionado la integridad física de un bañista.

Pero a poco que se analice el supuesto de hecho planteado, vemos que a la


conducta de Adriana le falta la voluntariedad , pues ella ha actuado impulsada por la
fuerza física irresistible (vis absoluta) al recibir sorpresivamente el empujon de su
amiga que la lanzo al agua. La vis absoluta es una causa que excluye la acción. No
habiendo entonces ejercicio de actividad final por parte de Adriana. Y al no haber
acción en Adriana, tampoco habrá delito de lesiones ni, por consiguiente,
responsabilidad alguna.

Respecto dela responsabilidad de Cecilia, se observa que también esta ha actuado


impulsada por un acto reflejo.
La picadura de la avispa la ha llevado a elevar sus brazos impulsivamente, empujando
así a su amiga al agua. Tampoco hay aquí acción relevante para el derecho penal, pese
al resultado dañoso, porque falta de voluntad, elemento indispensable para que se
configure la acción. Por tanto tampoco habría responsabilidad penal con respecto a
Cecilia.

1
Bauman, Derecho Penal. Parte general, Depalma, Bs. As., 1981.
A la relación de causalidad que necesariamente debe haber entre la acción y el resultado
ha tratado de explicársela por medio de distintas teorías, como la de la equivalencia de
condiciones, la de la causalidad adecuada, la dela relevancia y la de la imputación
objetiva.
Esta ultima teoría, que tiende a imponerse ampliamente en la actualidad, es la que
resuelve el mayor numero de problemas con el mejor criterio, por lo cual hemos
adoptado en nuestros planteamientos como la mas idónea para determinar la relación de
causalidad en cada supuesto.
Su punto de partida es el remplazo de la relación de causalidad por una relación
elaborada sobre consideraciones jurídicas y no naturales.
En este marco, la relación de causalidad natural no es sino limite mínimo pero no
suficiente para la atribución del resultado.
Comprobada la causalidad natural, se requiere, además verificar:
1) Si la acción ha creado un peligro jurídicamente desaprobado para la producción
del resultado.
2) Si el resultado producido e s la realización del mismo peligro (jurídicamente
desaprobado) creado por la acción.
Ambos puntos de partida son deducidos del fin de protección de la norma penal. La
norma solo prohíbe acciones que creen para el bien jurídico un riesgo mayor que el
autorizado y la producción de un resultado que se hubiera podido evitar. A partir de eso
es posible deducir criterios que permitan eliminar, ya en el nivel de la tipicidad,
comportamientos irrelevantes para el derecho penal. En particular es posible concretar
las siguientes reglas, que no excluyen otras que la doctrina pueda descubrir en el futuro.
a) No es objetivamente imputable el resultado producto de una acción que
disminuye el riesgo.
b) Tampoco será objetivamente imputable cuando la acción no cree un riesgo
jurídicamente desaprobado.
c) No será objetivamente imputable el resultado que se produzca fuera del ámbito
de protección de la norma.
d) Cuando el objeto de la acción ya estaba expuesto a un peligro, hay que distinguir
los siguientes casos:
- Si el resultado era probable(nexo causal hipotético), habrá imputación
objetivo si se aumenta el riesgo;
- Si el resultado era seguro, habrá imputación objetiva si se adelanta su
producción (aceleración del nexo causal), y no será objetivamente imputable
cuando el resultado se hubiera producido en el mismo instante en que el
autor realizo su acción (causación de reemplazo).
4. DESCRIBA A TRAVÉS DE UN ESQUEMA, O UN BOSQUEJO SOBRE
LA POTESTAD JURISDICCIONAL EN SEDE COMÚN, ARBITRAL, Y
COMUNIDADES CAMPESINAS.(4PTOS).

Cuando se trata del Poder Judicial y de su importante función de administrar justicia,


suele hablarse en términos más precisos de jurisdicción. Y tratándose de ésta hay que
distinguir varias categorías constitucionales emparentadas entre sí, pero cada una de
ellas con sus respectivas delimitaciones conceptuales. Así podemos hablar de
Jurisdicción, función jurisdiccional y de derecho a la jurisdicción.

La jurisdicción alude a la organización judicial, con sus respectivos principios y


atribuciones, como una parte del poder del Estado, en una forma republicana de
gobierno.

La función jurisdiccional, alude a la potestad que tienen los jueces de administrar


justicia, resolviendo conflictos, declarando derechos, ordenando que cumplan sus
decisiones. Eduardo Couture, es mas explícito cuando dice que ``Función
jurisdiccional, es la actividad pública realizada por órganos competentes nacionales o
internacionales con las formas requeridas por la ley, en virtud de la cual, por acto de
juicio, se aplica el orden jurídico establecido para dirimir conflictos y controversias,
mediante decisiones susceptibles de adquirir autoridad de cosa Juzgada,
eventualmente factibles de ejecución'' (1).

Y derecho a la jurisdicción, es el que le asiste a toda persona que es implicada o


comprendida en un proceso penal o debe ser juzgado, para ser puesto a disposición de
la autoridad u organismo correspondiente y no a ningún otro. Significa también, que
ninguna persona puede ser desviada de la jurisdicción predeterminada por la ley ni
sometida a procedimiento distinto del previamente establecido, ni juzgado por
órganos jurisdiccionales de excepción ni por comisiones especiales creadas para el
efecto, cualquiera sea su denominación'' (2).

Aludiendo a la primera acepción, como sinónimo de organización, por cierto con la


potestad inherente de administrar justicia, de nuestro ordenamiento constitucional,
podemos extraer tres tipos de jurisdicción: jurisdicción común, jurisdicciones
independientes y jurisdicciones especiales.

1. JURISDICCION COMUN U ORDINARIA

También se llama fuero común. Es la jurisdicción principal en razón de la amplitud


de su radio de acción, de su labor permanente y del rol que cumple en la tarea de
administrar justicia en el país. Tiene sus propios principios, objetivos y características
así como su organización, previstos y propuestos por la Constitución del Estado y de
su Ley Orgánica. Está representada, pues, por el Poder Judicial.

Los principios que más identifican a esta jurisdicción, son los de unidad y
exclusividad y el de independencia.
Efectivamente, la jurisdicción ordinaria concentra todas las especialidades de la labor
jurisdiccional, a diferencia de lo que acontecía en décadas anteriores, que co-existía
con fueros privativos como el agrario y el de trabajo. Precisamente por mandato de la
Constitución, no existe ni puede establecerse jurisdicción alguna independiente o
separada del Poder Judicial con excepción de la militar y la arbitral. En función de esa
exclusividad no están permitidos procesos judiciales por comisión o delegación.

El otro principio llamado a cumplir con una augusta administración de justicia, es el


de la independencia en el ejercicio de la función jurisdiccional. Aunque este
postulado en buena parte de la realidad no se cumple, por las interferencias y
presiones políticas derivadas del subsistente sistema de nombramiento de los jueces y
de la propia organización del poder judicial y de su dependencia del Poder político, es
un propósito que la ciudadanía aspira y espera.

En esta materia no hay ausencia de normas. Las hay en el más alto nivel como es el
constitucional, tal es la contenida en el artículo 139º inciso 2), segunda parte, que a la
letra dice:`` Ninguna autoridad puede avocarse a causas independientes ante el órgano
jurisdiccional ni interferir en el ejercicio de sus funciones. Tampoco puede dejar sin
efecto sus resoluciones que han pasado en autoridad de cosa juzgada, ni cortar
procedimientos en trámite, ni modificar sentencias ni retardar su ejecución...''.

2. JURISDICCIONES INDEPENDIENTES

La Constitución reserva este calificativo para la jurisdicción militar y para la arbitral.

2.1 La jurisdicción privativa militar que tiene cierta tradición, tiene sus propias
características y está destinada a administrar justicia en materia de delitos y faltas
cometidos por los miembros de las fuerzas militares y policiales durante el servicio.

Esta jurisdicción se torna especializada, por razón de la materia y de los agentes


implicados, por lo que no debe entenderse como un privilegio. Sin embargo en su
trayectoria por una inadecuada delimitación de atribuciones, han habido épocas en
que los códigos de justicia militar anteriores daban cabida también a los civiles
cuando estos agraviaban a miembros de las fuerzas armadas. La atribución de juzgar
civiles que tenían los jueces militares, daba lugar a excesos y parcializaciones en la
que resultaba que estos asumían la doble situación de juez y parte.

Felizmente nuestros legisladores tuvieron el acierto de incluir en el Código de Justicia


Militar de 1962, disposiciones claras y expresas que dicho Código y el fuero militar
era exclusivamente para militares y policías y no para civiles. Ahora, al haber
aumentado la penalización cuando de delitos de traición a la patria se trata,
excepcionalmente se le ha concedido a los tribunales militares, la facultad de juzgar a
los implicados civiles.

2.2 La jurisdicción arbitral, por su parte es relativamente innovadora, está


concebida en nuestro ordenamiento constitucional, pero que no tiene una aplicación
cuantitativamente significativa. Esta jurisdicción es libre y a iniciativa de las partes en
conflicto, que recurren a los amigables componedores que son los árbitros, quienes
dirimen en las causas puestas en su conocimiento y sus laudos equivalen a sentencias,
que deben ser respetadas por quienes se someten a ellos, llegado el caso se podrá
hacer vía judicial.

Esta jurisdicción constituye un verdadero desafío para la jurisdicción ordinaria, en


cuanto al tiempo de duración, pero a la vez bien entendida, constituye una gran
colaboración con la administración de justicia. Lo están empleando los sectores
empresariales, según tenemos conocimiento, con buenos resultados.

3. JURISDICCIONES ESPECIALES

A pesar que la jurisdicción que ejerce el Poder Judicial, es una sola y se ejerce en
forma exclusiva. La Constitución ha previsto tres tipos de jurisdicción especial,
básicamente por razón de la materia especialísima. Ellas son la jurisdicción
constitucional, la jurisdicción electoral y la jurisdicción campesina. Veamos
brevemente cada una de ellas.

3.1 Jurisdicción constitucional.- Es aquella destinada a administrar una justicia


especial como es la justicia constitucional. Esta implica la existencia de conflictos y
materias constitucionales controvertidas, sean ocasionadas por normas ya legales o
administrativas que contravienen o violan normas constitucionales o por actos que
vulneran o amenazan derechos contenidos en la Constitución.

Y en especial, no solamente porque trata de cautelar la supremacía de la Constitución


y realizar un adecuado control constitucional de tipo jurisdiccional, sino porque está a
cargo de un organismo especial distinto e independiente del Poder Judicial, como es
el Tribunal Constitucional.

La materia constitucional en relación a la jurisdicción ha sido encaminada en el


Derecho Comparado, por dos grandes corrientes: mediante el sistema de jurisdicción
constitucional difuso y mediante el sistema concentrado. Estados Unidos desde el
siglo anterior, ha sido el paradigma del sistema difuso, el cual pone la administración
de la justicia constitucional en manos del mismo Poder Judicial, concediéndole
facultades a todos los jueces para pronunciarse sobre la inconstitucionalidad de las
leyes, pero únicamente en el nivel de casos concretos, con efectos simplemente de
inaplicabilidad y consecuencias inter-partes.

Austria en Europa y con actuales proyecciones en América Latina, ha sido y sigue


siendo el paradigma, del sistema concentrado, desde la segunda década del presente
siglo. Este sistema encarga la labor jurisdiccional con el carácter de exclusivo a
órganos jurisdiccionales constitucionales especiales como son los tribunales
constitucionales. Estos se pronuncian sobre la inconstitucionalidad de las leyes, en vía
de acción sin referencia a problemas o casos específicos, sino casos abstractos.
Declaran la inconstitucionalidad de las normas cuestionadas, con miras a su
consiguiente derogatoria y con efectos erga omnes.

En el caso del Perú, sí tenemos jurisdicción constitucional, desde la constitución de


1979, con el nombre de Tribunal de Garantías Constitucionales, cuyo funcionamiento
se inició en el año 1982, con su Ley Orgánica 23385 y ha venido funcionando hasta el
5 de abril de 1992, en que fue disuelto por el Gobierno.
Tal jurisdicción contenía una fisonomía especial, que para algunos juristas nacionales
como Domingo García Belaúnde, era dual y para otros era de tipo mixto. En efecto
tenía de concentrado únicamente en materia de acciones de inconstitucionalidad, pero
tenía de difuso en materia de acciones de hábeas corpus y amparo así como acción
popular, teniendo aquel Tribunal facultades de casación respecto a las resoluciones de
la Corte Suprema, sobre Hábeas Corpus y Amparo.

Esta jurisdicción se criticó por un lado por el origen político de los nombramientos de
los magistrados (tres por el Poder Ejecutivo, tres por el Poder Legislativo y tres por el
Poder Judicial) y por otro lado por la poca productividad. Respecto a esta crítica hay
que hacer una necesaria precisión: en efecto, en materia de acciones de
inconstitucionalidad no se pronunció en más de diez u once procesos, indudablemente
porque la misma Constitución y la Ley Orgánica limitaban a la ciudadanía el acceso a
la acción de inconstitucionalidad, al exigir 50 mil firmas de respaldo; pero en materia
de casación de acciones de hábeas corpus y amparo su producción fue muy
significativa tanto en cantidad como en calidad.

Al disolverse el Tribunal de Garantías, el gobierno dispuso que tal organismo fuera


reemplazado por una Sala Constitucional dentro de la Corte Suprema, la cual ha
tenido una labor poco fecunda, particularmente en acciones de inconstitucionalidad,
pues se ha negado a recibir las pocas que se han presentado.

Dentro del marco de la nueva Constitución, se ha concebido un nuevo modelo de


jurisdicción constitucional, por cierto más perfeccionado. Comenzando por el nombre
del Tribunal, ahora se denomina Tribunal Constitucional lo que de por sí implica
mayor amplitud en sus atribuciones. Precisamente el artículo 201º de la Carta de
1993, puntualiza su alta función, sus características esenciales y su composición,
cuando dice que el Tribunal Constitucional es el órgano de control de la Constitución.
Es autónomo e independiente. Se compone de siete miembros elegidos por cinco
años.

A la fecha de escribir este artículo, todavía no funciona el Tribunal, incluso se ha


demorado en iniciar la discusión de su Ley Orgánica y en la parte que ya ha sido
discutida, los mismos congresistas que incluyeron esta institución en el texto
constitucional, concediéndole la alta función del control constitucional, se han
negado, a nivel de ley, a reconocer el rol de máximo intérprete de la Constitución o
cuando menos la función de guardián de la misma.

En lo que corresponde a sus atribuciones ha habido una mejora en la Constitución de


1993 con respecto a lo establecido en la Constitución de 1979 para el Tribunal de
Garantías. Precisamente en el artículo 202º, puntualiza las siguientes:

Corresponde al Tribunal Constitucional:

1. Conocer, en instancia única, la acción de inconstitucionalidad.

2. Conocer, en última y definitiva instancia, las resoluciones denegatorias de hábeas


corpus y amparo, hábeas data y acción de cumplimiento.
3. Conocer los conflictos de competencias o de atribuciones asignadas por la
Constitución conforme a Ley.

También es importante resaltar que la Constitución de 1993, ha democratizado el


acceso a las acciones de inconstitucionalidad, pues considera como titulares, además
del Presidente de la República, al Fiscal de la Nación, al Defensor del Pueblo, al 25
por ciento del número legal de los Congresistas, a cinco mil ciudadanos con su firmas
comprobadas por el Jurado Nacional de Elecciones, a los Presidentes de Región, con
acuerdo del Consejo de Coordinación Regional, a los Alcaldes Provinciales con
acuerdo de su Concejo, en materias de su competencia y a los Colegios Profesionales
en materia de especialidad.

La Constitución, al mismo tiempo de preceptuar los alcances de la jurisdicción


interna, para el caso de que los ciudadanos pudieran considerar lesionados sus
derechos constitucionales, a pesar de las resoluciones vertidas en las instancias
nacionales, reconoce la jurisdicción internacional.

Tal jurisdicción complementaria está referida a los tribunales u organismos


internacionales constituidos según tratados o convenios de los que el Perú es parte.

La jurisdicción constitucional debidamente reglamentada por una ley orgánica


ecuánime, bien implementada con el respaldo del Estado y de la ciudadanía, está
llamada a contribuir a un verdadero estado constitucional de derecho. Ya lo decía el
jurista español García Pelayo, no puede haber un Estado Constitucional de Derecho
sin una adecuada jurisdicción constitucional.

3.2 Jurisdicción Electoral. En alguna época se hablaba del Poder Electoral, bajo el
propósito de darle al organismo electoral cierta equiparidad con los otros poderes del
Estado, particularmente por ser el ente generador de los otros poderes, al organizar y
realizar los procesos electorales. Cuando menos así lo calificaba el artículo 88º de la
Constitución de 1933, al señalar en forma expresa que el Poder Electoral es
autónomo.

La Constitución de 1979 consideraba al Poder Electoral como órgano constitucional,


encargado de los procesos electorales. La Constitución vigente, ubica al Jurado
Electoral como integrante del sistema electoral, conjuntamente con dos organismos
más, como son La Oficina Nacional de Procesos Electorales y el Registro Nacional de
Identificación y Estado Civil no habiéndose implementado estas dos últimas para el
proceso electoral de 1995.

En todo caso se trata de un organismo constitucional, que tiene por finalidad principal
asegurar que las votaciones traduzcan la expresión auténtica, libre y espontánea de los
ciudadanos; lógicamente para ello cumple las funciones de organizar y ejecutar los
procesos electorales o de referéndum u otras consultas populares.

Como podrá apreciarse, es fácil de colegir de la realidad y de la práctica que el Jurado


Electoral, no es un organismo jurisdiccional por excelencia, sino mas bien un
organismo ejecutivo. Sin embargo, siendo la materia constitucional tan trascendente,
por el hecho de encausar la renovación de los otros poderes del Estado, cabe dentro
de su competencia, resolver los numerosos conflictos y reclamaciones que se hagan
con motivo de la dinámica electoral ya sea por parte de alianzas, partidos,
agrupaciones electorales así como reclamaciones individuales de ciudadanos
calificados.

El Jurado Electoral como ente ejecutivo de sus propios acuerdos y disposiciones


dictará con frecuencia resoluciones simplemente de carácter administrativo. Pero
cuando resuelve conflictos, controversias cumple una labor jurisdiccional.

La función jurisdiccional del Jurado Electoral ha sido concedida por la Constitución


de 1993. En el artículo 181º, se prescribe, sobre el particular lo siguiente:

``El pleno del Jurado Nacional de Elecciones aprecia los hechos con criterio de
conciencia. Resuelve con arreglo a ley y a los principios generales de derecho. En
materia de elecciones, de referéndum o de otro tipo de consultas populares, sus
resoluciones son dictadas en instancia final, definitiva y no son revisables. Contra
ellas no procede recurso alguno''.

El sentido, los alcances y la interpretación que pueda darse al artículo transcrito,


corresponde exactamente a una labor jurisdiccional. El pleno del Jurado, como
función especial, no exclusiva, administra justicia en materia electoral y en la cual no
tienen competencia otros organismos, particularmente el Poder Judicial.

Por su parte el artículo 13º del texto Integrado del Decreto Ley Nº 14250 (Ley
Electoral integrada por la Ley Nº 26337 de 23-VII-94) señala con mayor precisión,
los alcances jurisdiccionales del Jurado Electoral. Y lo hace en los siguientes
términos:

``El Jurado Nacional de Elecciones es la autoridad suprema en materia electoral.


Contra sus decisiones no procede recurso alguno. No podrá el mismo Jurado
reconsiderar, revisar o modificar sus fallos''.

``No son revisables en sede judicial las resoluciones del Jurado Nacional de
Elecciones en materia Electoral''.

``El Jurado Nacional de Elecciones resolverá sobre la aplicación de las leyes durante
el próximo proceso electoral según las normas de la Constitución''.

``En caso de vacío o deficiencia de la ley, debe aplicar los principios generales del
Derecho y el Derecho consuetudinario. Las resoluciones que el Jurado Nacional de
Elecciones pronuncie en ejercicio de sus atribuciones, serán cumplidas por las
autoridades a quienes se dirija, bajo responsabilidad de éstas''.

Sin embargo, mantenemos una inquietud a despejarse por la jurisprudencia. ¿Que


sucedería si un ciudadano o una agrupación política, ante la negativa de una
inscripción o ante la admisión y declaración de fundada una tacha, considera
vulnerado su derecho a la participación política, en la forma concreta de derecho de
sufragio, y no opta por la vía jurisdiccional electoral y opta por la vía constitucional
de la Acción de Amparo? En el caso supuesto, podría haber la dispensa del
agotamiento de la vía previa administrativa, por el hecho de que el daño se puede
hacer irreparable y se recurre de frente al Poder Judicial ¿cabría que éste desestime tal
acción porque el Jurado Nacional de Elecciones tiene facultades jurisdiccionales
irrevisables?. Creemos que sí procedería la referida acción de garantía, dado el alto
valor que tienen los derechos constitucionales.

Por otra parte, admitida la atribución jurisdiccional, habría que admitir que en esta
jurisdicción especial pueden haber dos instancias: la del Pleno del Jurado Electoral
Provincial, y la del Pleno del Jurado Electoral Nacional que constituye definitiva y
última instancia. Esto es explicable dado el hecho que las primeras situaciones
conflictivas y materia de reclamo se presentan generalmente ante los Jurados
Provinciales.

Esta primera instancia, debemos interpretarlo así, esta revestido de los mismos
criterios de justiciabilidad, que contiene el artículo 181º anteriormente transcrito,
procediendo el recurso de apelación con respecto a sus resoluciones.

Apreciada la función jurisdiccional del Jurado Electoral, desde el ángulo de la Justicia


misma que discierne, hay el riesgo que en sus medidas de ente organizador,
eventualmente incurra en trasgresiones a la ley electoral o se le atribuyan actos
fraudulentos; al resolver se convertiría en una especie de Juez y parte.

3.3 Jurisdicción Campesina. Constituye una novedad lo que trae la Constitución de


1993, referente a la especialísima jurisdicción campesina. Ella está contenida en el
último artículo del capítulo VIII, sobre el Poder Judicial. El artículo 149º
textualmente señala ``Las autoridades de las Comunidades Campesinas y Nativas,
con el apoyo de las Rondas Campesinas, pueden ejercer las funciones jurisdiccionales
dentro de su ámbito territorial de conformidad con el derecho consuetudinario,
siempre que no viole los derechos fundamentales de la persona. La Ley establece las
formas de coordinación de dicha jurisdicción especial con los Juzgados de Paz y con
las demás instancias del Poder Judicial''.

La eventual función jurisdiccional de las comunidades campesinas, es facultativa; su


materia bien pueden ser asuntos similares a los que resuelve la justicia de paz y si se
tratara sobre derechos reales, de propiedad, posesión, servidumbres que corresponden
su resolución al Poder Judicial, bien pueden ser resueltos en vía conciliatoria y dentro
del marco del derecho consuetudinario. No hay nada que impida una justicia que lleve
la tranquilidad a los miembros de una comunidad campesina.

Las Rondas Campesinas surgieron ante las deficiencias y corruptelas de la función


policial y aun judicial en algunas provincias, específicamente del departamento de
Cajamarca, para llevar a cabo una especie de justicia informal. Han sido reconocidas
por la ley y políticamente el gobierno las ha propiciado en otras zonas del país, como
órganos de defensa frente a la subversión. La Constitución les concede a las rondas
un rol de colaboración en la administración de justicia campesina, mas no una labor
jurisdiccional, como lo han estado practicando por buen tiempo.

La virtud que está llamada a alcanzar la justicia campesina es que sea oportuna,
equitativa y sobre todo propia de quienes la necesitan sin los ribetes formales y
autoritarios, cuando ella proviene del Estado a través del Poder Judicial. Por todo ello
vale la pena prestarle el interés y el apoyo necesarios.
5. DESARROLLE 02 CASOS SOBRE LA UNIDAD E INDEPENDENCIA DE
LOS ÓRGANOS JURISDICCIONALES. (4PTOS).

Mas difícil es diferenciar el acto administrativo y el jurisdiccional, a tal punto


que algún sector de la doctrina sostiene que solamente existen dos funciones del
Estado: la legislativa exteriorizada en actos regla o leyes sustanciales y la
administrativa como ejecución de los actos regla por medio de disposiciones
particulares e individualizadas; la función jurisdiccional seria un aspecto
especial de la administración que solamente se diferenciaría por su aspecto
formal. Así se expresa KELSEN: "La usual tricotomía se basa en realidad en una
dicotonomia. La función legislativa suele oponerse a un mismo tiempo a las
funciones ejecutiva y judicial que de manera obvia tienen relación mayor que la
que guardan con la primera. La legislación es la creación de leyes. Si hablamos
de ejecución tenemos que preguntarnos qué es lo que se ejecuta. La respuesta
no puede ser otra sino la de que lo que se ejecuta son las normas generales, es
decir, la Constitución y las leyes creadas por el poder legislativo. Sin embargo,
la ejecución de leyes es también función del llamado poder judicial. Este último
nos se distingue del poder ejecutivo, por el hecho de que solamente los órganos
del segundo ejecuten normas. En tal sentido, la función de ambas es realmente
la misma. Las normas jurídicas generales son ejecutadas tanto por el poder
ejecutivo como por el poder judicial; la diferencia estriba solamente en que, en
un caso, la ejecución de las normas generales es confiada a los tribunales y en el
otro a los llamados órganos ejecutivos o administrativos.

La tricotomía usual es, pues, en el fondo, una dicotonomia, es decir, la


distinción fundamental entre legis latio y legis executio. La última, subdividida
en las funciones judicial y ejecutiva en sentido estricto".La diferencia entre
administración y jurisdicción se mostraría entonces solamente desde el punto
de vista formal en lo que respecta a la organización de la autoridad en forma de
tribunal, o a la independencia del juez y la subordinación jerárquica del agente
de la administración: la jurisdicción se ejerce con independencia, la
administración con subordinación; o también por un procedimiento destinado a
garantizar el derecho del justiciable contra la discrecionalidad, la arbitrariedad
o la injusticia. "La jurisdicción se distingue esencialmente de la administración,
sea por sus formas destinadas a garantizar a los justiciables el alto valor de la
sentencia del juez, derecho del justiciable contra la discrecionalidad, la
arbitrariedad o la injusticia, sea por una calidad especial de los efectos del acto
jurisdiccional llamada autoridad de la cosa juzgada".

Esta postura es aceptada por Alemania. Doctrina dentro de la cual la


jurisdicción es una parte de la administración de la cual se diferencia
formalmente por la independencia del juez. Es un concepto probablemente
tomado del derecho público romano, pues en este la función de la autoridad
judicial, jurisdicción, se hallaba mezclada con la función del poder ejecutivo
"del cual incluso era consecuencia".

La otra doctrina diferencia esencialmente el acto administrativo del acto


jurisdiccional, pero a partir de esa disconformidad hay también discrepancias
polémicas: unos, partiendo de la idea del contenido del acto, sostienen que en el
acto jurisdiccional se comprueba la existencia de una situación jurídica subjetiva
preexistente, al paso que el otro es ajeno a tal comprobación. Que el acto
jurisdiccional es actividad jurídica al paso que el administrativo es actividad
técnica.

JAIME GUASP sostiene que la diferencia entre jurisdicción y administración


radica en la existencia o inexistencia de una pretensión que constituye su objeto.
La actividad administrativa se realiza para el desenvolvimiento de un interés en
conflicto por uno de los sujetos del mismo, mientras que en la jurisdiccional se
actúa para la composición del conflicto por quien se encuentra por encima de
los sujetos del mismo, concepto que armoniza con el carácter sustitutivo de la
actividad jurisdiccional pregonado por GIUSEPPE CHIOVENDA y
universalmente aceptado por los procesalistas.

Sostiene CHIOVENDA que la función jurisdiccional se caracteriza por que el


juez suplanta en el conocimiento del conflicto de intereses la actividad
intelectual de las partes, por la propia actividad intelectual para declarara
existente o inexistente una voluntad de la ley, y se proyecta en la ejecución del
mandato judicial sustituyendo la actividad material del sujeto del mandato por
la actividad material de los órganos de Estado. En estos casos existe una
actividad pública realizada en otro lugar, mientras que la administración actúa
por su cuenta propia.Y si de sentencias constitutivas o determinativas se trata,
entonces el órgano jurisdiccional sustituye la propia actividad a la actividad de
las partes al actuar concretas voluntades de ley, nacidas antes del proceso.[2]

Jurisdicción y administración son dos funciones esenciales del Estado que


históricamente emanan de un mismo poder, conservando en la actualidad
vestigios de esa comunidad de origen.

Particular mención merece el problema de las denominadas zonas grises en


donde el acto jurisdiccional aparece hipostasiado con el acto administrativo o
viceversa. La denominada jurisdicción voluntaria o la ejecución de la sentencia
penal en relación con la cual CLEMENTE A. DIAZ explica que los actos
materiales de ejecución de la sentencia penal (custodia y cuidado del
condenado, aplicación de reglamentos carcelarios, educación, reeducación y
labores carcelarias, etc) son actividades de carácter administrativo, pero el acto
de ejecución es en sí jurisdiccional, de la misma manera que el acto material de
la inscripción de la sentencia civil en un registro público. Recapitulando: la
legislativa es función por medio de la cual se crean leyes que componen el
ordenamiento jurídico. El poder-deber de legislar, cuando se ejerce, se plasma
en actos regla que ofrecen un contenido abstracto y general, porque su finalidad
es la de regir conductas, las cuales, aunadas, forman un determinado núcleo
que reclama un genérico patrón social[3]

La función administrativa, en cambio, ejecuta las leyes, se cumple como deber-


poder en lo que encierne a la función estrictamente, a la esencia de la actividad
por medio de actos de contenido concreto que se refieren a una hipótesis fáctica
individualizada; la otra faceta de este poder administrativo es la de proveer a la
posibilidad de aplicar las leyes con la producción de actos abstractos que
reglamenten los aun mas genéricos del legislativo.[4]

La función jurisdiccional, como actividad, como ejercicio del especifico poder-


deber se plasma también en actos concretos con referencia a una conducta
determinada, desplazada en la vida por un preciso y singularizado sujeto; el
juez juzga y decide aplicando los actos regla del ordenamiento jurídico positivo
a la hipótesis concreta de conducta humana que se somete a su consideración;
esa es la actividad y la desarrolla por medio de un proceso.

Comparando entonces los tres poderes de la soberanía estatal, que no por ser
autónomos dejan de ser complementarios, se mira a la jurisdicción como una
continuación funcional y una especificación de la legislación: para el
desempeño de la actividad jurisdiccional que evidentemente es juzgamiento, el
sujeto destinatario de la misma acude, como a premisa mayor, a la ley
sustancial como norma general abstracta en cuyo supuesto jurídico tenga que
subsumir la hipótesis fáctica que se le propone. En esa misma tarea comparativa
resulta la similitud de la función administrativa y de la jurisdiccional, puesto
que ambas se modelan cuando la actividad se da en actos concretos, pero se
distingue la jurisdicción por la diversa relación que se establece entre cada una
de las funciones y las leyes, en atención todas ellas a su especial fin,
correspondiendo el de la administrativa al cuidado de los múltiples intereses
públicos ( seguridad, salud y educación); la ley que aplica la función
administrativa atiende a la disciplina del comportamiento de la autoridad de
esa rama, regimentando el cuándo y el cómo de su actividad, al paso que la
función específica de la jurisdicción es con exclusividad la de administrar
justicia, la de decir el derecho componiendo litigios, concretando la norma
general abstracta en cada hipótesis que se juzga para la realización del servicio
de la justicia, y por medio de ella, de la paz social.

El derecho no puede realizarse cabalmente realizado por la sola creación


estructural de la ley, por el solo establecimiento de normas de conducta
llamadas a regir el comportamiento de una precisa sociedad, por que el
destinatario de esas reglas abstractas, es el individuo y este no siempre las acata
de manera espontanea, por lo cual el mismo sistema social tiene que concebir en
el ámbito de la obligación, en el mecanismo que asegure la observancia de los
preceptos generales, en cada caso de incumplimiento concreto, individualice,
declare, es decir, que actue la reglas, diciendo el derecho, definiéndolo, para
que pueda efectivizarse coactivamente.
Esta precisa tarea, que es el trabajo jurisdiccional, se confía a órganos públicos,
quienes a su vez en el desempeño de ella, se someten a la ley procesal que
establece el cuándo y el cómo de la actividad jurisdiccional. Los órganos
públicos son la jurisdicción como entidad depositaria del poder, de la potestad,
de la función, que como tal es siempre poder-debe; desde tiempos inmemoriales
esa función se ha conocido con idéntico nombre: jurisdictio. Los jueces son las
personas que desempeñan la función y el conjunto abstracto de ellos se
denomina magistratura o judicatura.

La tarea que incumbe a los jueces como jurisdicción es, en esencia, el


juzgamiento, el juicio decide el derecho, que valora el hecho acaecido para
decidir si está conforme con la ley o es contrario a ella; como comparación que
se establece del hecho con el patrón de la norma, con el supuesto normativo,
subsumiendo la hipótesis de hecho en la norma general abstracta y creando el
precepto concreto, destinado a valer como derecho en la hipótesis singularizada
que se examina; el eslabonamiento lógico descrito puede ser cumplido por
quien conozca el derecho y su resultado será un concepto, porque solamente la
operación lógica que es obra del juez y que culmina como una sentencia
producida en un proceso, son el iudicium y el imperium; es el sigilo de la
ejecutividad y de la cosa juzgada, maneras de ser de la jurisdicción y
características exclusivas de la función.

Completamente libre de cualquier lazo que le ate en el desempeño de la


jurisdicción, el juez solamente obedece a la ley procesal y al derecho, que aplica
como intérprete cualificado, ubicando la norma en el contexto de una sociedad
dinámica, que por lo mismo constante adecuación de la ley al momento que se
viva, al trozo de realidad que se le someta, es el concepto de la realización
jurisdiccional del derecho acorde con las modernas tendencias que pregonan
que la sentencia no es solamente una operación lógica, fría, a la manera del
computador, del silogismo cerrado, sino también trabajo de estimativa, de
evaluación y un acto de voluntad creador del derecho.
Leer más: http://www.monografias.com/trabajos82/organismos-funcion-
jurisdiccional-peru/organismos-funcion-jurisdiccional-
peru2.shtml#ixzz5Gkbw7U1A
BIBIOGRAFIA

http://derechoprocesalcivilenlinea.blogspot.pe/p/apuntes-de-clase.html
http://facultad.pucp.edu.pe/derecho/wpcontent/uploads/2015/03/material2014.pdf
http://www.monografias.com/trabajos72/derecho-procesal-civil-derecho-
comparado/derecho-procesal-civil-derecho-comparado7.shtml

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