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TORIBIO RODRÍGUEZ DE MENDOZA

I. BIOGRAFIA

Fue hijo del maestre de campo Santiago Rodríguez de Mendoza Hernani de


Arbildo y de la señora Juana Josefa Collantes García de Perea. Fue bautizado
el 18 de julio de 1750 en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de Belén de
Chachapoyas.

Estudió gramática y latinidad en el Seminario de San Carlos y San


Marcelo de Trujillo. En 1766, merced a una beca de paga, pasó al Seminario de
Santo Toribio de Lima, donde se graduó en Artes. Durante el tiempo que duró
sus estudios, dicho seminario estuvo regido sucesivamente por Agustín de
Gorrichátegui y Baltasar Jaime Martínez Compañón.

En la Universidad Mayor de San Marcos se graduó de licenciado y doctor en


Teología (1770). Al fundarse al año siguiente el Real Convictorio de San Carlos,
el virrey Manuel Amat y Juniet lo convocó para que formara parte del cuerpo
docente del flamante centro de estudios, siendo nombrado profesor
de Filosofía y Teología. En reconocimiento a sus méritos, fue designado para la
cátedra de Maestro de las Sentencias en San Marcos (1773). Luego recibió las
órdenes menores y el presbiterato (1778).

En San Marcos se graduó de bachiller en Sagrados Cánones el 16 de


abril de 1779 y se recibió de abogado ante la Real Audiencia de Lima, el 5 de
junio del mismo año.

Por oposición obtuvo un curato en Marcabal, un remoto pueblo en la serranía de


Trujillo (1780), pero algunos años después fue llamado para que asumiera como
vicerrector del Convictorio de San Carlos (1785), debido a que este centro de
estudios había tenido un estancamiento. Por su labor eficaz, en 1786 pasó a
ejercer el rectorado interino y en 1788 el titular, que conservó varias décadas
hasta renunciar en 1817, en plena efervescencia revolucionaria.

Para desarrollar su labor educativa contó con el apoyo del vicerrector Mariano
de Rivero y Araníbar y del presbítero José Ignacio Moreno. Recibió también el
apoyo externo de José Baquíjano y Carrillo, que donó su biblioteca.
En 1790 se incorporó como miembro de la Sociedad de Amantes del País, la
misma que fundó el célebre MERCURIO PERUANO.

En 1793 asumió sucesivamente como catedrático de Artes y de Prima de


Escritura, en la Universidad de San Marcos. Introdujo allí mejoras en el plan de
estudios, cambiando la vieja rigidez del escolasticismo por las nuevas corrientes
de la Ilustración.

Grabado que representa a Toribio Rodríguez de Mendoza firmando el Acta


de la Independencia del Perú.
El 30 de junio de 1801 fue elegido vicerrector de la Universidad de San Marcos.
Cuando estalló en América la revolución juntista y se desató desde el Perú la
represión absolutista encarnada por el virrey José Fernando de Abascal, el
Convictorio de San Carlos estuvo en la mira de las autoridades virreinales, al
estar sindicado como proclive a las ideas libertarias. El virrey ordenó la visita de
dicho centro de estudios, la misma que estuvo a cargo del oidor Manuel Pardo
Ribadeneira. Temiendo su inevitable destitución, Rodríguez de Mendoza
presentó su renuncia al rectorado el 13 de mayo de 1817.

Rodríguez de Mendoza se dedicó entonces a los deberes propios de su canonjía


teologal, que había obtenido en 1814. Pero pronto vio cristalizarse sus ideales
patrióticos, cuando el ejército libertador ocupó Lima en julio de 1821. Fue uno de
los primeros en firmar el Acta de la proclamación de la Independencia, el 15 de
julio de 1821, en Lima.

Instalado el gobierno del Protectorado del general José de San Martín, asumió
la presidencia de la Junta Eclesiástica de Purificación. Fue asociado a la Orden
del Sol y a la Sociedad Patriótica en 1822.

Fue elegido diputado por Trujillo, y le correspondió presidir las sesiones


preparatorias del Primer Congreso Constituyente del Perú de 1822. Tuvo la
alegría de ver como diputados a 35 de sus antiguos alumnos.
Todavía tuvo que sufrir las vejaciones de los realistas, cuando en marzo
de 1824 estos reocuparon temporalmente Lima y le impusieron un cupo de 1,000
pesos, que por su pobreza no pudo pagar. Y consolidada la independencia fue
nombrado decano del Colegio de Abogados de Lima y rector de la Universidad
Mayor de San Marcos, en cuyo ejercicio falleció en 1825.

II. PRECURSOR IDEOLÓGICO DE LA INDEPENDENCIA

Efigies de Rodríguez de Mendoza en el Panteón de los Próceres en Lima.

Su labor como precursor de la independencia está íntimamente ligada a la tarea


docente que realizó durante varias décadas al frente del Real Convictorio de San
Carlos, como educador de la juventud criolla, a la que forjó intelectualmente bajo
los principios liberales. Muchos de sus alumnos se convirtieron luego en próceres
de la emancipación. Entre ellos destacamos a Manuel Lorenzo de
Vidaurre, Francisco Javier Mariátegui, José Faustino Sánchez Carrión, Manuel
Pérez de Tudela, entre otros.
En el Convictorio empezó a hacer una notable reforma educativa. Modernizó el
sistema de enseñanza atacando el viejo método memorístico y dándole paso a
la comprensión; el alumno debía leer para comprender, no para repetir
mecánicamente. Reforzó los estudios de ciencias naturales y de física, para lo
cual pidió a la corte materiales y laboratorios que nunca llegaron, impulsó la
enseñanza de las matemáticas, y propugnó la creación de nuevas asignaturas
que estudiasen al Perú: "¿QUÉ RAZÓN HAY PARA IGNORAR
LA GEOGRAFÍA Y LA HISTORIADEL SUELO QUE PISAMOS?", escribió. Al
respecto, sostuvo enfáticamente que:

"Es muy feraz el suelo americano y encierra un inmenso tesoro no conocido:


y cuántos hallazgos no se harán así en los objetos propios de la Historia
Natural, o como en la Geografía del Reino con las facilidades que ministren
la Física y las Matemáticas, la falta de estos conocimientos ha formado hasta
el día un obstáculo invencible al progreso de esos dos ramos y otros de igual
importancia".

El maestro Rodríguez de Mendoza educó también a sus alumnos en los nuevos


principios políticos y filosóficos surgidos en la Europa liberal. Comprendiendo
avizoradamente que la independencia era inevitable, se preocupó por formar una
clase dirigente peruana, que debía trabajar por el bien del país y de servirlo
patrióticamente.
Uno de los puntos capitales que enseñó a sus alumnos criollos fue que los indios
eran sus hermanos, que los hombres eran todos iguales y que por encima de la
diversidad racial estaba el nombre del Perú:

"[...] los indios por fin son elevados a la dignidad de hombres...Los


primeros resultados serán la unidad del idioma y al fin la recíproca amistad
nacida de la igualdad que pone a cubierto de la opresión". TORIBIO
RODRÍGUEZ DE MENDOZA, 1813

Sus restos reposan en el Panteón de los Próceres en lima.

Ya anciano, tuvo la alegría de ver a 35 de sus antiguos alumnos carolinos como


diputados del Primer Congreso del Perú, cuyas sesiones preparatorias él mismo
presidió. Como síntoma elocuente de las ideas inculcadas por el viejo maestro,
estos diputados firmaron un Manifiesto que decía a la letra:

"A los Indios de las provincias interiores. Nobles hijos del sol,
amados hermanos, a vosotros virtuosos indios [...] y no os asombre
que os llamemos hermanos: lo somos en verdad, descendemos de
los mismos padres, formamos una sola familia [...]"

Citemos finalmente la "Gaceta del Gobierno" del 23 de agosto de 1823, para


comprobar la alta consideración en que se le tenía, pues al referirse a él se le
trata de:

"[...] anciano venerable a quien la juventud limeña es deudora de su


educación y luces y lo respeta como a su mentor y maestro" La
"Gaceta del Gobierno", 23 de agosto de 1823
TORIBIO RODRIGUEZ DE
MENDOZA

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