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Las principales fortalezas son las mismas que hace un año o incluso hace una década,
lo que es adecuado, dado que la economía peruana está entre las menos volátiles de la
región. En pocas palabras, la economía se caracteriza por sólidos fundamentos
macroeconómicos y una gestión responsable, lo que significa que es capaz de resistir
tormentas como la reciente caída de los precios de las materias primas. Si bien la
política en el Perú es a menudo disfuncional, la política económica es competencia de
tecnócratas capaces. Esto ha ayudado al país a alejarse del populismo fiscal, al que de
otro modo sería muy susceptible dado su condición de país rico en recursos.
Otra fortaleza en este momento es que las inversiones realizadas durante el boom de
las materias primas continúan dando frutos, particularmente en el sector minero.
Durante los últimos trimestres, una serie de proyectos mineros nuevos y ampliados
han comenzado su producción. Como resultado, la producción minera creció
sólidamente a lo largo del 2016. En general, la economía del Perú le está yendo
razonablemente bien a pesar de los menores precios de las materias primas.
La economía en tiempos de crisis también tiene una expresión, crisis provocadas por
los hombres o por los fenómenos naturales – como es el caso de Perú-. Estas crisis se
reflejan en el comportamiento de las variables económicas.
Situaciones como las provocadas por el niño costero, que han generado pérdidas de
vidas humanas o de bienes materiales, repercuten estadísticamente en las variables
económicas, se genera así una contracción de la demanda y evidentemente de la
oferta, como paso hace algunos días con el tema del limón y otros productos
alimenticios.
Comprender las características del crecimiento económico reciente del país es una
necesidad urgente. La impresión inicial nos señala la persistencia de problemas
profundos que cuestionan la validez de los modelos económicos y políticos vigentes.
Pese a la integración de la economía nacional al mundo global moderno y el ambicioso
proyecto neoliberal de reformas estructurales aplicadas en la década pasada seguimos
teniendo una ineficiente articulación económica del territorio, un incremento del
centralismo político y económico de la capital de la república, una in equitativa
concentración territorial de los recursos y excedentes y la manutención de una
pobreza extendida que genera una frágil gobernabilidad.
Como señala Efraín González (2000): "El principal efecto del programa de ajuste
estructural neoliberal en el sistema regional peruano ha sido el incremento de la
centralización económica en Lima y del centralismo fiscal en el gobierno central.
(...)Estamos en presencia de un centralismo con nuevas características económicas y
políticas. Este "neocentralismo" se funda en una centralización económica "perversa"
que, al basarse en el dinamismo de los sectores primario exportadores y de servicios
urbanos, hace que el centro crezca más que la periferia y disminuye las interrelaciones
entre ambos." (p. 103).