Vous êtes sur la page 1sur 2

Cova de Iria es el paraje despoblado en el que se apareció la Virgen a los tres

niños. Cova de Iria se sitúa a unos tres kilómetros de Fátima y de Aljustrel. Ya


durante los seis meses que duraron las apariciones Cova de Iria se convirtió en
la meta de muchas peregrinaciones y comenzaron a venir las multitudes. Ahí se
erigió la capilla de las apariciones, se dispuso una explanada y se construyó una
basílica. Alrededor de estas edificaciones ha surgido una población amplia, se
han instalado varias comunidades de religiosos y se han levantado hoteles y
tiendas. Actualmente es una ciudad cosmopolita y se escuchan todos los idiomas
por sus calles; el visitante puede encontrar todos los servicios que pueda
necesitar en Cova de Iria.

En Cova de Iria, en el lugar exacto de las apariciones, ya en 1917 se erigió una


pequeña capilla. La primera no era más que un sencillo arco enmarcando la
encina en que se posaba la Virgen. La encina, por cierto, desapareció bien
pronto: aquellos primeros peregrinos se llevaban ramos, hojas y cortezas como
reliquia. Sólo quedó un pequeño tocón del tronco del árbol, desnudo y seco, que
hubo que proteger.
Aquella primera capilla fue sustituida por otra más adecuada, una construcción
pequeña con la forma de una casa, con tejado a dos aguas, que actualmente
sirve para guardar los objetos del culto. Esta capilla es la capilla de las
apariciones, la capelinha, a la que se dirigen las miradas de los fieles. La
capelinha y el espacio circundante están protegidos por una estructura cuadrada
que la cubre del agua, abierta por el frente y resguardada por sus dos costados
mediante enormes paneles acristalados que se corren y descorren según lo
exijan la afluencia de peregrinos y las inclemencias del tiempo. Bajo esta
estructura se han dispuesto bancos para lo fieles y un espacio con un altar y
sedes para los sacerdotes.

En el lugar más destacado está la imagen de Nuestra Señora de Fátima, tallada


siguiendo las indicaciones de sor Lucia, la vidente. El pedestal es de piedra y
está hueco: dentro se conserva el tronco de la encina en que se apareció la
Virgen. El pedestal tiene unas ranuras: el personal del santuario introduce por
ellas las peticiones escritas que les pasan los fieles. También se pueden dejar
flores y encender velas en los lugares preparados para ello.

En la capilla se celebra la Misa con frecuencia: en verano casi sin interrupción y


en todos los idiomas. Además el peregrino podrá participar en el rezo del Rosario
internacional dos veces al día, y también en una procesión diaria por la
explanada.

El ambiente de la capelinha es de oración y recogimiento. Los peregrinos rezan


el Rosario en silencio o en un susurro, a solas o con la familia o en pequeños
grupos. Siempre hay muchos fieles, venidos de todo el mundo, que vienen
atraídos por la Virgen que pidió que se rezara ahí el Rosario.

A unos metros de la capelinha hay una encina centenaria protegida por una valla.
Al hacer las obras de la basílica y la explanada, se decidió conservar ésta en
recuerdo de la desaparecida en que se posó la Virgen. Bajo esta encina los niños
esperaban que llegara la hora de la cita con la Virgen.

Lima, 09 de Mayo del año 2018

Vous aimerez peut-être aussi