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EL BASILISCO, número 4, septiembre-octubre 1978, www.fgbueno.

es

LÉXICO

CULTURA
GUSTAVO BUENO
Oviedo

1 concepto de «cultura» es uno de los con- tura» es principalmente una definición denotativa (aún
ceptos centrales de la antropología filosófi- cuando contiene algunos rasgos de intención globalizado-
ca —a la manera como el concepto de ra): «La cultura o civilización, en sentido etnográfico
«energía» es uno de los conceptos centra- amplio, es aquel todo complejo que incluye el conoci-
les de la Física—. Pero mientras que el miento, las creencias, el arte [incluyendo la tecnología],
I concepto de «energía» ha alcanzado una la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros
definición operacional (por medio del con- hábitos y capacidades adquiridos por el hombre en cuan-
cepto de trabajo) en la que físicos pertenecientes a las to a miembro de la sociedad».
escuelas más diversas están de acuerdo, en cambio puede
afirmarse que cada escuela de antropólogos ofirece un Lo interesante de esta definición reside precisarhen-
concepto de «cultura» diferente. «A la vista de esto te, ante todo, en su gran amplitud denotativa. Lejos de
(dice Leslie A. White) uno se pregunta qué sería de la restringir el concepto de cultura a ciertos contenidos hu-
Física con una variedad tal de concepciones opuestas de manos, que se oponen a otros al ser considerados exce-
la energía». lentes (estéticamente: «exquisitos»; moralrnente: «bue-
nos») —como cuando se dice: «X es una persona muy
El objetivo de estas líneas es presentar un diseño culta» o «X tiene mucha cultura»: o bien: «conviene que
global de la idea de cultura en el que se refleje de algún los ciudadanos, además de sus actividades como trabaja-
modo su misma complejidad dialéctica. dores, tengan acceso a las actividades culturales» (inclu-
se instituyen al efecto «casas dé la cultura», «días de
1. El término «cultura» tiene una denotación muy la cultura», y «concejales de cultura»)— el concepto
amplia. Pero no es suficiente enumerar las partes de esta de «cultura» de Tylor abarca también a todo otro conte-
denotación, porque estas partes (que no constituyen sólo nido humano en cuanto tal. No solamente el arte es una
la extensión externa de la idea) pueden entenderse como actividad cultural, sino que también lo es el trabajo ma-
determinaciones de su extensión interna (partes integra- nual; nO solamente hay cultura en las «casas de la cul-
les y diferenciales), de sus modos específicos: jpor eso es tura», puesto que una casa cualquiera, aunque sea una
preciso intentar alcanzar también el- principio que nos choza, es también un «objeto cultural». Y no solamente
permite pasar de unas partes a otras (principio que ten- es cultura la organización de un hospital —Porque tam-
drá que ver con la intensión misma— con la connota- bién es cultura la organización de una banda de asesi-
ción— de la idea que nos ocupa). De este modo, el nos—. En cualquier caso, si la definición de cultura de
concepto denotativo de cultura pide desarrollarse por Tylor no quiere ser una mera enumeración heterogénea
medio de un concepto connotativo y, circularmente, el (en la que aparezcan yuxtapuestos, como en un agrega-
concepto intensional pide su desarrollo denotativo. El do, la tecnología y la moral, la religión y las formas de
concepto de «curva cónica» no puede considerarse parentesco) es en virtud del supuesto de la unidad e
expuesto por la numeración de los modos internos o es- interconexión (en el «todo complejo») de sus partes, una
pecies de su denotación (la elipse, la circunferencia, la unidad que tendrá que ser establecida (de muy diversas
parábola, la recta...); reclama un principio general (una maneras: desde el evolucionismo o el organicismo, hasta
ley, acaso la «ecuación de las cónicas») capaz, no sólo de el funcionalismo o el estructuralismo) y no meramente
cubrir a todos los casos particulares, sino también de de- postulada (acaso como una composición empírica de uni-
terminarse («modulares») en cada uno de ellos y dar dades, temas o pautas relativamente independientes).
cuenta de los nexos que vinculan a los unos con los
otros (y aún de las transformaciones de unos en otros).
El concepto de cultura de Tylor, en cuanto contiene
La célebre definición que E. B. Tylor dio-de la ".«cul- la noción del «todo complejo», dice también la segrega-

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ción de todo aquello que no es cultura y aún se perfila ¿no tiene que ver muchas veces con el hambre, deter-
mediante esta segregación. Denotativamente, el concepto minada a su vez por una situación cultural, histórica?. En
antropológico de cultura suele abarcar a todo aquello realidad, el criterio anterior suele ir unido a este otro: la
que no es naturaleza (la «cultura» se opone a la «natura- cultura es el espíritu (las ciencias de la cultura son las
leza»; las «ciencias culturales» se oponen a las «ciencias ciencias del espíritu) frente a la naturaleza, de carácter
naturales»). no espiritual (sino mecánico o, a lo sumo, orgánico, bio-
lógico). Por donde cabría concluir que, de acuerdo con
2. En cualquier caso, la denotación del concepto de este criterio, la oposición cultura-natura es un último
cultura sólo cuando se lleva a cabo por medio de crite- transformado de la oposición de la antigua metafísica es-
rios definicionales más abstractos puede cumplirse lógi- piritualista entre el alma (espíritu) y el cuerpo.
camente. Depende de lo que se entienda por naturaleza
(por procesos naturales) —dado que los procesos natu- Ahora bien, la claridad de este concepto de cultura
rales también están presentes en el «reino de la cul- (en cuanto opuesto a natura) es aparente. Ella se nutre
tura»— y, a su vez, es la denotación efectivamente reali- de la luz de ciertos esquemas metafísicos presupuestos,
zada aquello que abre camino a un criterio definicional pero que son en sí mismos oscuros e incluso erróneos,
(intensional) más bien que a otro. cuando se contrastan con el estado actual de la investi-
gación científica.
3. Desde una perspectiva lógico conceptual, apare-
Principalmente:
cerá clara la Idea de Cultura en sus relaciones con la
Naturaleza, cuando regresamos al paralelismo de aquella A) Porque no cabe coordinar biunívocamente los
Idea con la Idea medieval de la Gracia: el reino de la conceptos de «hombre» y de «cultura». Hoy sabemos
cultura se sobreañadirá al «reino de la naturaleza», aún que también los animales (insectos, vertebrados) son
presuponiéndolo. Se trata de una situación paralela a seres culturales —ellos tienen lenguaje, y lenguaje do-
aquella que en la edad media componía el «reino de la blemente articulado, utilizan herramientas o edifican ha-
gracia», respecto del orden natural («gratia naturam non bitaciones—. Si el hombre se diferencia de los animales,
tollit, sed perficit»). Incluso cabe afirmar que la idea mo- no será por la culmra, sino por un tipo característico de
derna de cultura, se configura (al final del siglo XVIII) cultura, que será preciso determinar.
como una secularización del concepto del «reino de la
gracia», una vez que se han producido los profundos B) Las formas culturales no son meramente algo
cambios en la conciencia religiosa del mundo. Lo que en «espiritual» (en el sentido de mental, íntimo, consciente)
el «antiguo régimen» era el «reino de la gracia», sobre- —porque si la cultura es espíritu, lo es como espíritu
añadido a la naturaleza (lo sobrenatural) será ahora el objetivo—. Precisamente una de las razones por las
«reino de la cultura» (incluso podría decirse que este es- cuales la idea de cultura fue presentada como sustitutiva
quema sigue presidiendo ocultamente una de las distin- del concepto hegeliano del espíritu (en el contexto de las
ciones más famosas del materialismo histórico, a saber, la «ciencias de la cultura», frente a las «ciencias del espíri-
distinción entre la base y la superestructura; los compo- tu») era ésta: que la cultura (como dice H. Rickert)
nentes básicos de la producción, en efecto, suelen ser incluye la referencia a las formas corpóreas, dadas en el
entendidos desde supuestos naturalistas, mientras que las mundo exterior objetivo. Estas formas objetivas cultura-
superestructuras suelen ponerse en conexión con la con- les incluso alcanzan una consistencia y estabilidad mayor
ciencia, con la «falsa conciencia»). Cabría desdoblar este (desde el punto de vista gnoseológico) que los procesos
esquema en dos momentos, de los cuales el primero (A) mentales, espirituales. «Estamos acostumbrados a hablar
tiene un carácter más bien denotativo, correspondiendo de los ideales imperecederos de una sociedad, pero el
al segundo (B) en matiz de índole más bien connotativa. prehistoriador es testigo del triste hecho de que los idea-
les perecen, mientras que lo que nunca perece son las
A) La cultura, frente a la naturaleza, equivaldría a vajillas y la loza de una sociedad. No tenemos medio
algo así como al hombre frente al mundo natural (cosas alguno de conocer la moral y las ideas religiosas de los
inorgánicas, vegetales, animales). El hombre (se presu- ciudadanos protohistóricos de Mohenjo-Daro y Harappa,
pondrá) es el «ser cultural» —y la cultura se definirá, a pero sobreviven sus alcantarillas, sus vertederos de ladri-
su vez, por el hombre (los componentes no culturales llos y sus juguetes de terracota». Dice Glynn Daniel.
del hombre —físicos, fisiológicos, incluso psicológicos—
seguirán siendo naturaleza). «La cultura (decía, por ejem- 4. Una manera muy extendida en nuestros días de
plo Krober) es el producto especial y exclusivo del hom- definir el concepto de cultura (de suerte que cubra tanto
bre y es la cualidad que lo distingue en el cosmos». a los hombres como a los animales, por un lado, y que,
Tesis análogas se encuentran, también en la Antropología por el otro, tenga en cuenta también los componentes
de Cassirer. objetivos, fisicalistas de la cultura) es aquella que condu-
ce a la que podríamos denominar «idea subjetiva de cul-
B) Decíamos que el criterio anterior tiene un senti- tura». «Subjetiva» porque el marco en el cual la cultura
do más bien denotativo. ¿Cómo discriminar en el hom- ahora se inscribe es el sujeto (el sujeto psicológico, sin
bre lo que es culmral y lo que es natural?. Ni siquiera que haga falta que este sea entendido como «sujeto espi-
las formas son consideradas como naturales (genéricas) ritual»: bastaría referirlo al organismo dotado de sistema
son previas siempre a muchas formas que se consideran nervioso, o al sujeto de una conducta). Dado este marco,
como culturales, porque a veces son las formas culturales se distinguirán aquellos aspectos de la conducta que se
las determinantes de ciertos rasgos naturales (pongamos reproducen o transmiten naturalmente (principalmente,
por caso, el «aplanamiento dinárico», el aplanamiento por herencia cromosómica) —como la talla, el color de
occipital de los libaneses, ¿es natural —hereditario— o los ojos, etcétera— y aquellos otros que se reproducen
es cultural —o al menos, peristático—.'. La dolicocefália. por medio del aprendizaje (principalmente, por la educa-

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ción, en sentido amplio) como el lenguaje, la técnica de bitan» (dice el sacerdote en su primer parlamento del
construir redes o el arte de tocar el violín. Todos aque- Edipo rey de Sófocles). Pero de aquí no se sigue ningún
llos contenidos que se reproducen (a través de las gene- subjetivismo (sociologista o psicologista). La cultura no
raciones y de los siglos) por medio del aprendizaje (diga- es un mero reflejo de la sociedad (las pirámides de Egip-
mos: por el mecanismo delcondicionamiento de refle- to no Sé agotan en sur un reflejo de la sociedad faraóni-
jos) serían precisamente los contenidos culturales. ca, puesto que muchas de sus características culturales
proceden de otras formas artísticas, incluso de otras so-
De este modo se lograría explicar, en primer lugar, ciedades), ni tampoco es un mero resultado de la con-
por qué también los animales pueden.tener formas de ducta (el ritmo de una sinfonía —y no digamos su es-
cultura (el aprendizaje es un proceso ordinario en la vida tructura armónica— no es deducible meramente de los
animal, tal como la estudia la etnología). Y lograríamos, ritmos cardíacos). Las leyes psicológicas o sociológicas no
de algún modo (oblicuamente), dar cuenta de la «cultura pueden dar cuenta de las legalidades que gobiernan las
objetiva», a través principalmente del esquema del ins- formaciones culturales y, en gran medida, puede afirmar-
trumento (las cosas exteriores —herramientas, va:jillas...— se que el proceso de constitución de las ciencias cultura-
son culturales en cuanto instrumentos de la conducta les (la. lingüística, la economía política, por ejemplo) ha
que, sin embargo, sigue siendo la sede propia de las for- comportado la liberación del psicologismo, y la lucha
mas culturales). A está concepción subjetivista de la cul- contra él. (A partir del conocimiento de la psicología de
tura (sin perjuicio de su naturalismo) pueden asimilarse Vivaldi muy poco podemos obtener para comprendr el
otras muchas concepciones de la cultura que aparente- tejido de un concierto suyo; incluso se diría que la for-
mente tiene otro formato (no psicológico ni biológico): mación psicológica más oscurece el entendimiento de ese
así, la concepción de la cultura como comunicación o tejido, que contribuye a aclararlo). La lucha contra el psi-
expresión de unos sujetos ante los demás; o la concep- cologismo (el de Herkovits, el de Ruth Benedict), en la
ción de la cultura como conjunto de símbolos, cómo len- definición de cultura, y (sobre todo en España) contra el
guaje ^-dadas las conexiones entre los símbolos y los re- sociologismo (el de Boas, el de Radcliffe Brown) sigue
flejos condicionados. siendo una de las tareas más urgentes de la antropología
filosófica.
Sin embargo, la concepción subjetivista (espiritualis- 7. Si se. suprimiesen los objetos corpóreos, desapa-
ta, psicologista o-^sociologista) de la cultura es muy estre- recería también la cultura, porque las formaciones cultu-
cha y poco filosófica. Esta concepción puede entenderse rales ni siquiera serían cognoscibles, al reducirse a un
más bien como un criterio que funciona en zonas, sin conjunto de fantasmas mentales (lo émico de Pike no
duda, muy ampliadas (dada la evidente dependencia que tendría por qué entenderse en la línea del mentalismo).
el «reino de la cultura» ha de tener respecto de la con-
«La piedra es grave, el espíritu es libre» dice Hegel;
ducta de los animales y de los hombres) pero que es po-
pero lo cierto es que el espíritu, la cultura, también pesa,
co profundo y, en todo caso, deja fuera procesos tan sig-
porque pesado es el Partenón o la edición Kógel de Mo-
nificativos como los siguientes:
zart.
a) De un lado los procesos en virtud de los cuales 8. Si "prescindimos de la trama de las peculiares
los patrones culturales pueden hacerse hereditarios (en relaciones terciogenéricas según las cuales se organizan
él sentido en que los estudia, por ejemplo, Eibl-Eibes- las formas culturales (las normas morales, los valores
feldt, en «El hombre preprogramado»). estéticos, las legalidades económicas), el reino de la cul-
tura se convertiría en un agregado amorfo y caótico,
b) D e otro lado los procesos según los cuales la re-
producción de una forma cultural no tiene lugar por vía 9. La cuestión estriba entonces en poder regresar a
subjetiva; un disco grabado (que es un bien cultural) se un punto tal en el que el concepto de cultura pueda
reproduce mecánicamente a través de la impresión de su abrazar normativamente a la vez a sus componentes sub-
matriz, y no a través del aprendizaje. jetivos (conductuales) y a los componentes objetivos, sin
subordinar los unos a los otros. (Cuando L. A. White de-
5. La cultura, (como conjunto de formas culturales fine la cultura por el simbolizar —actividad de índole
—:pautas, contenidos, etcétera—) no parece poderse re- más bien subjetiva— pero incorpora a las cosas en
ducir ni a algo subjetivo (segundogenérico) ni a algo ob- cuanto «simbolados» («symbolate»), está en rigor redu-
jetivo (primogenérico). Y no porque sea un «tertium» ciendo psicológicamente, aún en contra de sus preten-
(terciogenérico), sino porque consta de componentes ge- siones no psicologistas, el concepto, puesto que los obje-
néricos de toda índole (Mi, M2, Ms) organizados a una ción, de referencias de los símbolos, denominaciones
cierta escala (la que corresponde a aquello que Krober extrínsecas y pasivas de una actividad conductual subje-
llamó lo superorgánicó). Acaso sea esta circunstancia la tiva).
que le confiere al concepto de «cultura» ese carácter
abstracto, «intangible», que algunos (como Hérskovits) f.Por nuestra parte, propondríamos este «regressus»
quieren atribuirle a regañadientes, pero que no es nada como un regreso hacia una escala de organización o
peculiar suyo (tan abstracto e «intangible» es el concepto estructuración tal de los contenidos de la cultura que las
de energía; y, por contra, un objeto cultural.—^por ejem- partes formales del «todo complejo» pueda reconocérse-
plo, un templo— es tan visible e intuitivo, o acaso más, les una causalidad propia (lo que no excluye, sino
qué un objeto natural—por ejemplo, un-átomo—), más bien incluye, el reconocimiento de los procesos
causales materiales dados a una escala inferior). Si esta
6, Si desapareciesen los sujetos, también la cultura: causalidad no fuera de algún modo reconocida, si la cau-
las formas culturales perderían su significado. «Nada es salidad cultural fuera sólo la causalidad psicológica o la
la torre, nada la nave, sin los hombres dentro que la ha- sociológica, entonces las formaciones culturales habrían

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de entenderse sólo como inertes resultados fenoménicos ra, que se desarrolla precisamente y toma cuerpo en tal
(epifenómenos) sin identidad organizativa propia, como derivación. Si en esta idea de cultura, como orden supe-
constelaciones cuya figura tiene sólo la realidad de la rior al de las relaciones naturales (psicológicas, sociológi-
apariencia. El reino de la cultura aparece como orden au- cas, biológicas, físicas) y moldeadora, de algún modo, de
tónomo y dinámico cuando, a consecuencia de la com- la recurrencia de esas relaciones, habíamos puesto la cau-
plejización de los procesos conductuales y mecánicos salidad (y, por decirlo así, el automatismo) de secuencias
(ecológicos, etcétera) van resultando líneas de conexión dadas a una escala sui géneris (aquella que conocemos
causal (formal, por ejemplo) dadas a una escala tal que denotativamente y sólo de este modo) la división de esa
desborde tanto la escala de la conducta como la escala ¡dea de cultura podría fundarse en la consideración de
ecológica del medio, hasta el punto de que los procesos los lugares o núcleos independientes (aunque confluyen-
dados en esta últimas escala comiencen a ser, en parte al tes) en donde (a nivel material, de partes materiales, da-
menos, algo subordinado al nuevo reino (una lengua co- do que dudamos de las doctrinas «organicistas») se
menzará a ser previa a los propios individuos de la socie- asientan los automatismos moldeadores de referencia,
dad que la habla, comenzará a ser moldeadora de esos automatismos cuya estructura desempeña el papel de un
individuos, más que recíprocamente; comenzará a hacer programa, de un paradigma de la morfología de un objeto
posible la constitución de las personalidades dentro de las cultural. Dintingueremos así:
culturas). Si el reino de la cultura va organizándose (su-
ponemos) precisamente en estos procesos de complejiza- L Contenidos culturales cuya recurrencia depende
ción (de ahí su naturaleza histórica) se comprende que sobre todo de los «automatismos conductuales», aquellos
no baste la transmisión por aprendizaje para poder ha- que constituyen una suerte de programa o pauta de se-
blar de cultura (el aprendizaje es también naturaleza aún cuencias grabadas en el sistema nervioso de cada sujeto
cuando, efectivamente, el reino de la cultura subsiste, corpóreo (ya sean estos programas instaurados por
como pretende ese organicismo que se continúa en la aprendizaje —y aquí encuentra su principal material la
doctrina del «Paideuma» de Frobenius) como algo inde- problemática «cultura» y personalidad —ya lo sean por
pendiente de los procesos psicológicos o sociales (en herencia, ya lo sean por ambos cauces a la vez). Eviden-
particular, de las relaciones que llamamos aporéticas) y temente este cultura intrasomática (moral, lingüística) es
de los procesos físicos, mecánicos, orgánicos. La cultura una determinación del concepto de cultura.
implica una sociedad, pero no se trata del reverso y el
anverso de un mismo «tertium» (el anverso y el reverso IL Contenidos culturales cuya recurrencia depende
de una misma hoja de papel carbón); cultura y sociedad de dispositivos empíricos, o automatismos sociales cons-
se comportan más bien como conceptos conjugados, tituidos por la concurrencia de diversos sujetos corpó-
pero de tal suerte que sé desbordan mutuamente y que reos (cultura intersomática): son las instituciones, el Esta-
son, en cierto modo, inconmensurables. do, las leyes del Critón platónico.

En cualquier caso, la nueva legalidad que atribuimos IIL Contenidos culturales cuya recurrencia depende
al reino de la cultura no tiene por qué ser una legalidad de automatismos extrasomáticos (que sin embargo pueden
inaudita: las estructuras culturales pueden realizar una re- considerarse que funcionan como programas), dotados
fluencia de las estructuras naturales (de nivel «más bajo») de un finis operis que se superpone al finis operantis; es
asemejarse a ellas, sin que por ello pueda decirse que el finis operis de una calle, de una máquina, de una ciu-
brotan directamente de ellas. Las tenazas de un herrero dad, en general de un trozo de lo que suele llamarse
pueden reproducir, en virtud de motivos topológicos (en cultura objetiva.
el sentido de Rene Thom) la estructura de las pinzas de
un cangrejo, sin que por ello pueda decirse que son un
transformado de esas pinzas y ni siquiera que se han ins- 11. El desarrollo de la idea de cultura en sus esta-
pirado en ellas; la trayectoria de un taxista de París pue- dios de cultura animal y cultura humana habrá que tra-
de reproducir la trayectoria de un movimiento brownia- zarlo a partir de esta división interna de la cultura. La
no, sin que por ello sea necesario reducir las leyes cultu- cultura humana es más compleja que la animal y posible-
rales a la condición de leyes físicas (al modo de Winiars- mente se constituye como tal a partir del incremento de
ky). la «cultura extrasomática», del despegue de la cultura
respecto de los cuerpos, consecutivo a la proliferación de
La idea de cultura, entendida de este modo, no po- automatismos objetivos (máquinas, escritura). Para aco-
dría, por tanto, desarrollarse internamente por medio de gernos a la terminología clásica, cabría distinguir, dentro
una división tal como la que opone la cultura subjetiva a de la idea general de cultura, una cultura anmicí¿-{\& del
la cultura material (o, para utilizar terminología clásica, la animal, muy diferenciada en sí misma) y una cultura espi-
que opone lo agible a lo factible), dado que en todo mo- ritual, pero siempre que tomemos este concepto en el
mento de una formación cultural existen componentes sentido del espíritu objetivo (que constituiría la definición
subjetivos y objetivos. misma del hombre como ser histórico).

10. Pero con esto no pretendemos significar que la 12. En cualquier caso, el reino de la cultura humana
distinción entre los objetos culturales «agibles» (las le- no debe entenderse como una entidad homogénea y ar-
yes, las instituciones, los negocios jurídicos) deban con- mónica: sus automatismos son muy heterogéneos y se
fundirse con los objetos culturales «factibles» (las máqui- enfrentan entre sí. El «todo complejo» de que hablaba
nas, los edificios, las carreteras). Tylor no es en modo alguno único, porque hay múltiples
culturas que se oponen entre sí, y la «cultura universal»
El principio interno de clasificación de las formas sólo puede entenderse como algo que está en proceso,
culturales habrá de derivarse de la misma idea de cultu- como algo que es el argumento mismo de la historia.

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