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Trabajo de grado
Director
Profesor Augusto Javier Gómez López
Esta investigación versa sobre el oficio de la alfarería en una comunidad indígena del
Trapecio Amazónico colombiano. Desde una perspectiva histórica, analizo los nuevos
sobre los oficios artesanales y los saberes de lo femenino, develados en el hacer de las
prácticas cotidianas, del hogar, de la chagra, del manejo del fuego para cocinar. En este
escrito busqué desenredar experiencias, tejer conocimientos e hilar momentos con las
mujeres en sus prácticas cotidianas; todo tamizado por la interpretación, esa belle
infidèle, esa traducción que traiciona, que no logra a veces capturar lo esencial, la
belleza de lo simple, de los actos, del hacer, de las huellas del trabajo: en las manos
laboriosas y rudas, en los rastros de sudor, en las arrugas de la cara, en las líneas de las
manos.
A Lina Buitrago,
por la hermosa acuarela que dibujó como portada,
gracias por llenar de colores este escrito.
A Martín,
por la lectura dedicada a mis escritos y su paciencia;
por nuestro viaje en barco por el río Amazonas.
A mis tíos,
por ofrecerme un hogar,
su guía y mucho cariño en toda esta experiencia en la selva.
A Miguel y a Sergio,
por la amistad, por sus lecturas incisivas y el entusiasmo.
A María,
gracias por consentirme y cuidarme como una madre.
A Beatriz y a Mary,
gracias por tanto cariño y la amistad que nació entre nosotras.
A Jorge,
por su sabiduría,
por conservar su espíritu de niño
frente a la belleza de la selva.
A Miliciades,
por ser mi propio Melquiades
A Calanoa,
por ofrecerme un espacio de formación.
A Mocagua,
por recibirme con generosidad y enseñarme a caminar
por la historia y la vida cotidiana de su comunidad.
A Matilde y a Consuelo,
grandes maestras alfareras
sabedoras
artistas
CONTENIDO
Pág.
PRELUDIO 3
INTRODUCCION 6
3. “A HORNEAR BIZCOCHOS” 57
4. CONCLUSIONES 74
BIBLIOGRAFIA
ANEXOS
3
Una canoa a medio voltear, encallada en uno de los márgenes del río. En su interior, un
hombre postrado boca abajo con semblante débil, derrotado en su defensa por la vida, le
cuelga un brazo, decorado con un brazalete de plumas, hundiendo su mano en la corriente,
vencido por la implacable bestia. Una mujer al extremo de la popa de la canoa, de marcada
musculatura y actitud impávida, abiertamente aguerrida y perfil épico, clava una lanza con
toda la entrega de sus dos brazos en el centro del pecho, en el corazón mismo, de un
enorme tigre de rostro feroz y temibles y blancos colmillos. La herida que le infringe al tigre
es letal o, por lo menos, es lo que interpretamos en la expresión corporal victoriosa de esta
descomunal mujer.
La herida, oculta tras el cuello doblado de la bestia, representa el centro justo del grabado
del reconocido ilustrador decimonónico Edouard Riou (1838-1900). Esta ‘descendiente de
una Amazona’, esta mujer aguerrida que triunfa frente a la temible bestia, representa la
domesticación de lo salvaje: ella, en su estocada incisiva y nítida, es, a la postre, una fiel
representante de aquellas sociedades míticas, cuyos ecos retumban en la accidentada
catedral de piedra que es la historia de Occidente. Seres considerados tan salvajes que
lograban sobrevivir y aun, heroicamente, salir victoriosos en el “infierno verde”, en un lugar
supuesto como inhóspito, malsano y desolado, al ser imaginado como la contraposición
elemental de la civilización y el orden: la naturaleza en todo su esplendor.
La mujer y el felino: la una es tan indomable como el otro, ambos representan la naturaleza
que los engendró. La mujer es la selva en la misma forma que lo es el tigre. Esta imagen
nos remite a la idea de la mujer como símbolo y símil de la naturaleza. Y, a su vez, nos
narra una selva con atributos femeninos: es fértil, es voluptuosa, es virgen, es la fuente del
pecado, es la desnudez, es el dominio del instinto y objeto del deseo, es un emporio de
riquezas inimaginables, y por eso, fuente inagotable de fantasías, de un mundo maravilloso,
lleno de misterios por descifrar en un universo demasiado vasto, casi infinito.
4
El emperador de los ríos, el gran río Amazonas y, a la vez, toda su cuenca hidrográfica,
aluden a un mito que se había perdido en el tiempo. Un relato fantástico que ha sido,
principalmente, de conocimiento de los navegantes y marineros, puesto que son ellos los
viajeros de frontera, quienes surcan la primera gran frontera reconocida: el inmenso mar.
Las historias sobre las Amazonas son parte de una leyenda que corre entre voces, en los
descansos en la borda del barco, y cuenta la historia de unas mujeres fieras y guerreras
que no tienen un seno para poder manejar con destreza el arco y la flecha, para así,
defender y gobernar sus territorios. Se dice que no aceptan hombres en su sociedad y si los
hay son esclavos; también cuentan las diferentes versiones, que si naces niña las estrellas
te acompañan, pero si naces niño corres con otra suerte. El mito está permeado por las
leyendas de un mundo ya olvidado desde los tiempos helénicos, donde gran parte del
mundo era todavía desconocido y estaba poblado por seres mágicos, semi-dioses y titanes,
por miles de mortales encantados y por sociedades de bárbaros. El mito de las Amazonas,
su gran influjo mágico, está en sus grandes riquezas y poder.
Esta leyenda recorrió el océano y se confundió con los murmullos y secretos del río más
largo y caudaloso del mundo: el río Amazonas. El río toma este nombre por la alucinada
fantasía de sus ‘descubridores’ europeos, quienes no solo identificaron a sus pobladores
con la leyenda, sino la misma vastedad infranqueable de sus selvas. Este indomable río
que serpentea los territorios son en sí la representación de las míticas Amazonas: deja su
aura divina de serpiente mítica, de anaconda que retorna a sus orígenes, para engalanarse
con las formas sinuosas de unas mujeres aguerridas.
Daniela Samper
Miguel Chavarro
5
6
INTRODUCCION
Este escrito quería ser un relato literario, se pensó como una etnografía y se
convirtió en un estudio de caso de antropología aplicada. En el fondo, creo que fue
más el ejercicio de investigar, del oficio de la escritura, esa selva de puntos y
1
Extractos del diario de campo, junio 10 de 2013.
7
comas, de muchos puntos suspensivos y algunos espacios en mudo. Este trabajo
lo presento como opción de grado para optar al título de Antropóloga. Sin la
lectura dedicada y los buenos consejos del profesor e investigador Augusto J.
Gómez, este escrito se hubiera estancado en aguas turbias; le agradezco por esa
difícil tarea de ayudarme a enfrentar la hoja en blanco y tejer un hilo narrativo.
Esta investigación no hubiera sido posible sin el apoyo y la guía de mis tíos, Diego
Samper y Marlene Escobar; y la orientación y principios de trabajo de la fundación
que ellos conformaron: Calanoa. Desde su creación en 2012, La Fundación
Calanoa ha marcado un precedente en la gestión cultural y en la propuesta de un
modelo innovador de turismo. Sus objetivos se cimientan en la búsqueda continua
y creativa, junto a las comunidades, de la gestión de proyectos que impulsen la
conservación de la diversidad ecológica y cultural de la región, mediante la
integración de las artes y los oficios, del turismo sostenible, de la comunicación y
la investigación científica, siempre desde un énfasis pedagógico, desde procesos
de educación, aprendizaje e intercambio de saberes y tecnologías.
8
considerada en la región amazónica una labor femenina, podía vincular este oficio
artesanal con las prácticas cotidianas de las mujeres.
9
estudio completo del oficio”. El horno es un recurso metodológico que fue sostén
para percibir que se entiende por oficio en los términos mocaguenses.
Para entender las dinámicas del cambio social y cultural que marcan la región del
Trapecio amazónico es relevante tener en cuenta los discursos construidos sobre
la Amazonía en su totalidad y los imaginarios que acarrea, para así, ajustar la
escala de análisis de la investigación a procesos más amplios de transformación
en el tiempo y en el espacio, que favorecen una aproximación consecuente frente
a la experiencia etnográfica. La integración de la región amazónica se circunscribe
al imaginario frente a las periferias como el emblema de la alteridad colonial y se
vincula con la conformación del Estado-Nación (véase Fajardo, 1990; Serje, 2005;
Gómez, 2010, inédito), al determinar formas concretas de pensar y actuar en esos
territorios frontera. Los campos discursivos que construyen la ‘historia de la
Amazonía’ se sostienen por medio de nociones hegemónicas occidentales, donde
la tríada civilización, progreso y modernización se contrapone a su propio reflejo:
la barbarie de infieles y caníbales, a veces ‘sabios salvajes’, comunidades
marginales y ‘empobrecidas’ que están en la frontera del mundo civilizado y
moderno. En estos territorios mentales es que se han versado las formas más
concretas de Occidente para definirse a ella misma: Occidente es todo lo que la
selva no es y esos indígenas ‘primitivos’, habitante de la selva, son las fronteras
del mismo y el otro; son considerados un pasado remoto petrificado en el presente
10
En este sentido, me atrae la postura metodológica de Carlos Páramo frente a la
investigación histórica y, que bien puede ser una desafiante propuesta etnográfica,
al definir que la naturaleza de la historia “está en las relaciones que establece
entre los datos: en las imágenes que produce de una época, de un suceso o de un
personaje y que proyectan su sombra sobre nosotros, explicándonos nuestro
pasado, dándole sentido al mundo” (Páramo, 2006:198)2. En mucho, creo que
esas sombras, siempre en penumbras, son tan complejas como un laberinto, de
los abismos de uno con el otro, con otros; son los límites de la cultura en la que
uno nace, de lo que deja de ser conocido y comprendido dentro del universo
propio y se convierte en extraño. Muchas veces es mágico, es un universo regido
por órdenes cósmicos, enlazado a los propósitos de las plantas, enraizar y
florecer, del camino que emprenden el sol y la luna todos los días, de la Danza de
los Árboles (Carpentier, 1980) y de los cantos de los primeros al calor del fuego.
2
Carlos Páramo en Lope de Aguirre, o la vorágine de Occidente (2009) enfrenta esta
disyuntiva al construir la figura del tirano Lope Aguirre a través de sus imágenes
históricas, cada una con sus ‘leyendas’, entendidas como narraciones que se acercan al
mito y que le dan forma al arquetipo que se condensa en su imagen furtiva. Contar quién
fue entonces Lope de Aguirre es aprehender cómo se configura a su vez el arquetipo de
la selva como opuesto a la civilización.
11
12
1. MOCAGUA, UN RESGUARDO EN EL TRAPECIO
AMAZONICO
13
1.1 RESGUARDO DE MOCAGUA: CAMBIOS Y PERMANENCIAS DE UNA
COMUNIDAD INDIGENA DEL TRAPECIO AMAZONICO
3
PNN Amacayacu fue declarado reserva en 1975 y ampliado a 293.500 hectáreas en
1988. Está localizado al sur del departamento del Amazonas colombiano; se extiende
desde el río Amazonas, al sur, hasta el río Cotuhé, al norte; por el occidente, marcan sus
límites el río Amacayacu y las quebradas Cabima y Pamate y, por el oriente, las
quebradas Matamatá y Lorena (Riaño, 2003: 84).
14
fundamentales para reinvindicar su derecho a la diferencia cultural y les conceden
a las comunidades indígenas la posibilidad de negociar políticas propias frente al
territorio, la vida social y la autonomía en la gobernabilidad. Por lo cual, el
resguardo instaura un nuevo modelo de articulación cultural y social en la región al
convertirse en un punto nodal de la interacción de los pueblos indígenas con la
sociedad nacional, principalmente con los funcionarios públicos, los investigadores
y los turistas4.
4
Asimismo, es importante señalar que desde la Constitución del 91, la Ley de
transferencias (Ley 1176 de 2007) entrega un presupuesto anual a los resguardos
indígenas (que el Estado colombiano reconoce). Esto permite a las comunidades plantear
propuestas de desarrollo social, bajo las directrices de sus Planes de vida.
5
Este censo se realizó con el soporte de los planos del asentamiento que fueron
cartografiados por Cristóbal Panduro, indígena ticuna que vive en Mocagua. Además, del
asesoramiento de la asignatura Taller Urbano de Lugar de los profesores Fernando
Cortés, Juan Manuel Robayo y Eduardo Samper, realizado en el semestre 2012-II, de la
Escuela de Arquitectura de la UNAL.
15
centro comunitario, la cancha de futbol más grande y el ‘pozo’ , una laguna
artificial de aproximadamente 800 m² (Mapa 3). El pozo tiene un puente que divide
en dos la comunidad y es la referencia principal para situar la parentela por ‘jefes
de hogar’, puesto que las viviendas de las familias emparentadas se ubican
próximas unas de otras. Como resalta François Correa (2012: 185), aunque la
maloca haya desaparecido, las filiaciones étnicas y la parentela permanecen en la
espacialidad, en lo que definió como aldea de casas.
El pozo es un lugar central en la aldea, fue construido hace 25 años por habitantes
de la comunidad para “que se viera más bonita Mocagua”, pero también con el
sentido práctico de tener una reserva de peces para períodos de escasez. Este
pozo es un atractivo paisaje con Victorias Regias; varios peces, como pirarucus y
pintadillos; anfibios y pequeños caimanes; muchos pájaros, particularmente los
patos aguja y un grupo de oropéndolas, conocidas en la región como ‘mochileros’
por la forma de sus nidos. Al otro lado del pozo, en la zona conocida como la
‘loma’, están ubicadas la mayoría de viviendas, la iglesia católica y la iglesia
bautista, una cancha de baloncesto (que se usa más que todo para jugar partidos
de microfútbol), la planta eléctrica y los caminos que conducen a las chagras y al
monte (Fotos 4 a 8).
16
permanente del parque. Además, la concesión que el PNN tuvo con la agencia de
viajes Aviatur permitió ampliar la oferta laboral, vinculada al mantenimiento y
funcionamiento del centro de visitantes. Esta oportunidad laboral brindó un ingreso
estable a varios habitantes de Mocagua, principalmente jóvenes interesados en
formarse en el medio de la hotelería y el turismo. Sin embargo, debido a un fuerte
período de inundación en el 2012 la infraestructura fue gravemente afectada y se
cerró el centro de visitantes (Londoño, 2013). Debido a este hecho, muchos
habitantes de Mocagua se encontraron sin ingresos permanentes o esporádicos, y
sin la posibilidad de tener al alcance, a unas cuantas remadas, una sólida
formación profesional, la cual brindaba la concesión con los servicios hoteleros y
turísticos.
6
Algunas de las organizaciones de base que hay en Mocagua son: el cabildo y el curaca;
el grupo de mujeres, las ‘mamitas’; los grupos escolares como la banda de música y el
trabajo en la huerta escolar; los colectivos de audiovisual, como el grupo Omagua; y, de
forma tangencial, la fundación Maikuchiga que se encuentra en el resguardo de Mocagua
y trabaja en la conservación de los primates de las selvas amazónicas.
17
Actualmente, el resguardo de Mocagua mantiene relaciones de trabajo
comunitario con la Fundación Calanoa, además de otras fundaciones como
Entropika y Maikuchiga, y de instituciones públicas como la Gobernación del
Amazonas y Familias en Acción. El proyecto Calanoa gira alrededor de la
conservación de la diversidad biológica y la revitalización de saberes culturales de
la región amazónica, “mediante la integración del arte, el diseño, la arquitectura, la
investigación científica, la comunicación, la educación comunitaria y el turismo
sostenible” (Calanoa, s.f.). Bajo esta dirección, esta investigación buscó la
formulación de un proyecto de desarrollo productivo que esté anclado a procesos
culturales, ecológicos y técnicos que afirmen una alternativa sustentable de
ingresos y que fortalezca sus raíces, su historia y los saberes ancestrales. El
Proyecto ‘A hornear bizcochos’ es solo el comienzo, lo que sigue es continuar los
círculos de aprendizaje, quizás una Escuela de Oficios en Mocagua, un centro de
educación artística y cultural.
18
diferentes, cada cual fiel representante a su época, sean por allá en los años de
1840 o los que corren del 2014.
Los ticunas son el grupo étnico predominante en el área del Trapecio Amazónico,
siendo el pueblo más numeroso del área y con la mayoría de población ubicada en
la parte brasilera (Vieco y Pabón, 2000:111). Elizabeth Riaño (2003: 75), estimó
que la población ticuna de las riberas del Trapecio amazónico colombiano,
representaba el 59.33% de la población residente para el 2003.
Los asentamientos de comunidades ticunas se ubican mayoritariamente a las
orillas del río Amazonas y, en menor medida, en los afluentes y las zonas
interfluviales. Como señalan Juan José Vieco y Marta Lucía Pabón (2000: 111),
los ticunas que viven en territorio colombiano, que son cerca de 7.500, se ubican
casi “un 15%, en las riberas del río Putumayo y sus afluentes Cotuhé y Pupuña, y
el 85% restante en la ribera norte del río Amazonas y sus afluentes, los ríos
Loretoyacu y Amacayacu”.
Esto muestra que en el transcurso de las últimas décadas (incluso con una
perspectiva de larga duración, se podría hablar de siglos), el pueblo ticuna se ha
desplazado a las orillas del río Amazonas, en busca de establecer relaciones más
permanentes con el mundo occidental y dejar atrás la tradición de las malocas,
principalmente en su influencia política y ritual. También, es importante resaltar
que el río Amazonas ha sido un eje histórico del desplazamiento de poblaciones y
un fuerte enclave de flujo migratorio. Parte de esto se debe a que solo por vía
fluvial y con proximidad a las ciudades se pueden asegurar los servicios como la
escolaridad, la salud, las mercancías y el intercambio comercial.
19
regional del Trapecio amazónico desde los procesos de poblamiento y los
patrones de asentamiento de las comunidades ticunas, reconocidas por su gran
movilidad migratoria y su ubicación trasfronteriza. Esto le permite ahondar en
cuestiones muy precisas del ordenamiento territorial en esta región y las diferentes
escalas de análisis del espacio: la ciudad, los centros poblados, los asentamientos
rurales dispersos, así como la región, la sociedad nacional y el sistema global.
A finales del siglo XVII, los pueblos amazónicos que ocupaban ancestralmente las
riberas del río Amazonas, particularmente los omaguas en el área de estudio,
fueron diezmados por las epidemias, por los enfrentamientos bélicos para
mantener el dominio territorial y por los intentos de reducciones misioneras
(Oliveira, 2010). El dramático descenso demográfico ocasionó la migración de
pueblos amazónicos de tierras altas que siempre buscaron tener un acceso
permanente a las várzeas. Este fue el caso de los ticunas que se establecieron de
forma continua en tierras bajas desde este período, manteniéndose hace ya más
7
Desde el estudio de Betty Meggers (1981), las tierras altas del Amazonas son conocidas
como tierra firme y las tierras bajas como várzeas. Aun así, no hay que abusar de esta
tipología, puesto que el estudio se realizó en las riberas del Amazonas brasileño, que
tienen características únicas a esa región. No existe un solo tipo de várzea o tierra firme,
sino un mosaico ecológico que establece límites difusos entre ecosistemas, con una gran
gama de diversidad en clima y en la calidad de los suelos.
20
de cuatro siglos en el mismo territorio en el curso medio del río Amazonas (Mapa
4). Como evidencia Riaño (2003:36), “las aldeas Omaguas (…) comenzaron a
sufrir incursiones desde la tierra firme sin ofrecer la antigua resistencia”8, por lo
cual, los ticunas empezaron a congregarse en aldeas de los misioneros,
adaptándose a su organización social, basada en el comercio y el valor monetario,
lo cual creó dependencias irreversibles al mundo occidental a través de las
mercancías.
8
Como acierta Riaño (2003: 215), “la alta productividad de la várzea permitía alimentar
una población numerosa, lo cual fortalecía y aseguraba la continuidad de los grupos que
la habitaban; es posible que esta condición haya sido uno de los factores que permitió a
los Omaguas tener el dominio que ejercieron sobre los demás pueblos residentes en las
áreas interfluviales”.
9
Como subraya Augusto Gómez (2010:49), fue “la creencia de que civilización era
sinónimo de “reducción” o poblamiento nuclear” que llevó a la conformación de aldeas
misionales y al nombre coloquial de ‘pueblos reducidos’.
21
La fluvialización –término acuñado por Jean- Pierre Goulard (2009:200) – ha
impuesto nuevas condiciones de organización social, principalmente la
conformación de comunidades de diferentes orígenes étnicos que buscan los
beneficios y ventajas de la vida sedentaria ribereña. El asentamiento en aldeas,
por parte de los pueblos indígenas ubicados en la ribera del Amazonas, propicia
un cambio sustancial en la forma de habitar el espacio, al cambiar de paisaje
fisiográfico, como el caso de los ticunas10 (véase Oliveira, 2010: 55), y transformar
un modo tradicional de residencia comunal –la maloca como eje del
asentamiento– a uno disperso, basado en familias nucleares aisladas.
Por tanto, se evidencia cómo esta región se ha forjado por el cruce de escalas
locales y globales. Una región que se ha consolidado por presiones externas,
cuyos procesos de poblamiento y patrones de asentamiento han sido
10
Para más detalle revisar Oliveira (2010: 55), Riaño (2003) y Goulard (2009).
22
determinados por su cercanía a la ribera del río Amazonas, en donde los procesos
de modernización y urbanización que promueve el mundo moderno, se
desenvuelve “en un desarrollo histórico de asimilación y recombinación de
elementos de otra cultura con la propia” (Riaño, 2003:19).
23
más que el gran Nilo11, y la Panamazonía como la zona selvática más extensa del
planeta (Fenzl, 2011, p.27).
Para entender las dinámicas sociales que hoy se desarrollan en esta región,
considero fundamental hacer énfasis en determinados procesos que hoy ocupan
un lugar importante entre las comunidades del Trapecio Amazónico, tal es el caso
de la integración de la región en ámbitos políticos y económicos de orden nacional
e internacional; el turismo bajo la dimensión de la mercantilización de la cultura y
la naturaleza; las expresiones locales de etnicidad y de identidad; y por último, la
emergencia de movimientos mesiánicos y de nuevos escenarios de religiosidad.
Fabio Zambrano (1993) propone una cronología sobre las etapas de ocupación del
territorio amazónico bajo la distinción entre la conquista religiosa y la conquista
militar. En el periodo colonial, la conquista militar fue la que predominó en los
territorios andinos por medio de la instauración de encomiendas; mientras que la
ocupación territorial de las selvas tropicales se llevó más desde la conquista
11
Fenzl (2011:27) señala que recientes estudios ubican el origen del Amazonas en
Bolivia, en los Andes centrales, lo cual hace del recorrido del río Amazonas el más largo
del mundo desde las nevadas montañas hasta su desembocadura en el mar, en el
océano Atlántico.
24
religiosa, ya hacia el final de la Colonia, y estaba basada en el establecimiento de
misiones. Los esfuerzos de establecer misiones de ocupación permanente
siempre fueron truncados por la falta de vías de comunicación efectivas con las
ciudades coloniales y el limitado acceso de bienes comerciales necesarios para la
subsistencia misional, además de las enfermedades y las grandes epidemias, y la
resistencia de adoptar una vida sedentaria por parte de los pueblos amazónicos.
En el siglo XVIII, la primera expulsión de los jesuitas situó el fin del período de
conquista religiosa, provocando la incursión de expediciones de bandeirantes al
servicio de esclavistas lusitanos en los espacios fronteros entre los reinos de
España y Portugal. En parte, se considera que el aumento de misiones, se debe a
que los indios aceptaban vivir en las aldeas misioneras como forma de protección
de los mercaderes de esclavos del Brasil y sus plantaciones azucareras.
25
elaboración de ciertos objetos específicos, los cuales al ser intercambiados
acentuaban y fortalecían las alianzas y tratos comerciales entre comunidades
(Gómez, 2006; Uribe, 1986)12. Este supuesto se basa en los extensos y complejos
circuitos de intercambio comercial que inclusive abarcaban toda la cuenca
amazónica, el piedemonte amazónico como las regiones andinas (Gómez, 2006:
74).
Esto no implica que cada pueblo indígena no elaborara los otros objetos de la
cultura material, solamente que estos no eran intercambiados al no ser ‘su
especialidad’. Por otro lado, es importante resaltar que este circuito de intercambio
fue la plataforma inicial para integrar la región amazónica, particularmente el
piedemonte amazónico, y, a la vez, una estrategia central para fragmentar dichas
redes e instaurar el modelo de mercado basado en la circulación de la moneda a
cambio de mercancías.
12
Por ejemplo, los ticunas y los makú fueron reconocidos como grandes maestros en la
preparación del veneno curare, utilizado para la caza; los cubeos por sus elaboradas
piezas de cerámica, de fino acabado y hermosos visos gracias al barniz; los pueblos del
área del Vaupés fueron reconocidos por su amplia red de intercambios que se realiza
durante el Yuruparí; los uitotos por su extenso y especializado manejo de plantas
psicoactivas, como la coca y el tabaco; entre otros pueblos.
13
Según lo expresado por Bernardo Tovar Zambrano, el “nombre Amazonas, hoy usado
en términos de una simple connotación geográfica, señala, empero, la puerta de entrada a
esta historia, la cual versa, ciertamente, sobre la selva de los geógrafos y la selva de la
geografía mítica” (1995: 21). En la intersección de dichas geografías aparece la noción
clásica de frontera, entendida como un espacio lejano, de difícil acceso, en el que
subsisten hombres de extrañas costumbres y cuyo entorno natural esconde tesoros
inimaginables por domesticar, explotar y conquistar.
26
proyecto de modernización, que la asimila como baldíos que hay que poner a
producir para subsanar la quiebra del estado republicano después de las guerras
independentistas.
27
En la introducción de la compilación Perspectivas antropológicas sobre la
Amazonía contemporánea (2010), Margarita Chaves y Carlos del Cairo ubican tres
grandes procesos socioculturales que marcan actualmente la región. Primero, el
surgimiento de un ámbito público transnacional que se establece, a nivel
discursivo, desde el manejo de la diversidad cultural y biológica, su conservación y
patrimonio. Segundo, la configuración de un nuevo régimen de representación
sobre sus habitantes, quienes han creado una fuerte alianza con el ambientalismo
como estrategia para ensanchar la gobernabilidad en sus territorios, construyendo
así el arquetipo del nativo ecológico14. Tercero, la ejecución de políticas de
ordenamiento territorial y de desarrollo que se ha puesto en marcha desde el
discurso del multiculturalismo.
14
Es crucial entender los vínculos en las últimas décadas entre la propuesta política de
los indígenas con el ámbito discursivo del ambientalismo. En esta dirección, el análisis de
Astrid Ulloa en su libro La construcción del nativo ecológico… (2004) ofrece puntos de
reflexión muy sugerentes. Así como en la compilación de Chaves y del Cairo (2010), el
artículo de Beth A. Conklin y Laura Graham (2010).
28
El turismo es una de las actividades más lucrativas en el contexto contemporáneo
de la globalización. Para la Amazonía, como lo expresó Ochoa (2008), ha sido
toda una bonanza que ha transformado radicalmente las dinámicas productivas de
la región. La hotelería, los restaurantes, los mercados de artesanías, las agencias
de turismo, las empresas de transporte tuvieron un crecimiento exponencial a la
llegada cada vez mayor de turistas, que son más de procedencia internacional que
nacional. La Amazonía aparece como un nuevo producto, casi se podría decir una
marca por sí sola: es un destino turístico que se incorpora dentro de las ofertas de
ecoturismo, etnoturismo, turismo de aventura y deportes extremos.
29
En el marco del Trapecio Amazónico, todas las comunidades ribereñas son
pluriétnicas, lo que remarca un contrasentido frente a la “concepción institucional
estatal de los resguardos indígenas como habitados por comunidades
homogéneas discretas” (Chaves y del Cairo, 2010:31). La estrechez del concepto
jurídico de la etnicidad se evidencia, en el caso amazónico, por la evidente
negación a la fuerte movilidad territorial y la historia ancestral de cruces
interétnicos de las poblaciones. Las filiaciones étnicas entre pueblos indígenas,
como con mestizos y ‘blancos’, hacen parte fundamental de la configuración
contemporánea de la región. Lo cual hace explícita la complejidad de definir la
identidad y la cultura en la Amazonía. Como acierta Jean-Pierre Goulard, en su
artículo “Un horizonte identitario amazónico” (2010), lo que se considera
‘amazónico’ trasciende el componente exclusivamente étnico y se articula más en
un común identitario, el cual se genera por la interacción permanente entre los
grupos sociales, por las prácticas sociales, culturales y económicas que sostiene
la sociedad amazónica en su conjunto y que está basada en la experiencia y la
experimentación compartidas. El área del Trapecio Amazónico se identifica como
una zona de nacionalidad variable, puesto que, aunque existe la demarcación de
fronteras, esta división resulta mínima con relación a la apropiación de estos
espacios (Goulard, 2010).
30
bautistas, cruzistas, etc. Mi intención no es caracterizar los cultos en sí ni sus
vínculos con iglesias internacionales, y que son todo un tema de indagación15, sino
las dinámicas que se instauran en el área de estudio con la adhesión y devoción a
los cultos mismos. Es decir, me interesa más analizar históricamente cómo para el
caso de Mocagua ha sido la influencia y el predominio del culto evangélico
bautista, no como un proceso inevitable de ‘aculturación’ y dominación cultural,
sino precisamente como un modelo de vida que permite rescatar nociones
culturales propias. Considero que esto se debe, en cierta medida, a que permite
darle nuevamente sostén a un modelo ejemplar de vida por medio de valores y
principios, imbuidos de una normatividad y moralidad que restringen ciertas
prácticas nocivas del mundo occidental, prácticas que han afectado a la población,
mayoritariamente masculina y joven (alcoholismo, drogadicción, violencia
intrafamiliar, entre otros).
15
Para una consulta más específica sobre la diversidad religiosa en el contexto de la
globalización consultar a Bidegain y Demera (2005). Para un estudio de caso en la región
amazónica revisar la investigación Las Nuevas Tribus y los indígenas de la Amazonia.
Historia de una presencia protestante (2007) de Gabriel Cabrera Becerra.
31
la experiencia religiosa que cohesiona socialmente y que permite reconfigurar y
establecer redes sociales entre los que hacen parte del círculo de fe.
16
Yoí era el hermano ejemplar y sensato, que siempre seguía las enseñanzas de su
padre creador Ngutapa, un ser primigenio. Mientras Ipi era más necio y muy travieso, que
siempre contravenía las prohibiciones. Las aventuras de los dos hermanos sirven como
ejemplo de acciones ordenadoras y se encaminan a retratar valores y conocimientos que
son ‘códigos’ que traen restricciones que hay que aplicar con cautela en la vida diaria: en
la roza y quema, en el cultivo de la chagra, en los momentos de caza, en el manejo de
elementos rituales, entre otros.
32
separación es la división entre los inmortales - se dice que Yoí es inmortal- y los
mortales - Ipi no accedió a la inmortalidad por castigo al abusar de la esposa de su
hermano-. La inmortalidad es entonces la búsqueda de la salvación colectiva. Esta
búsqueda incita a un modelo ético y moral que los llevará al encuentro de Yoí. Por
tanto, la búsqueda de esta inmortalidad perdida es el centro del profetismo ticuna.
Entonces, su devota adhesión a diferentes movimientos mesiánicos - como los
cruzistas, los evangélicos, los israelitas- responde a un sistema de referencias
análogo que, a través del filtro étnico, adquiere un sentido colectivo y son
asimilados a su profetismo.
Sin embargo, estos cultos, a pesar de los matices expuestos, no dejan de ser
influencias externas que identifican a sus fieles con redes globales de estas
confesiones. Este proceso muestra cierto proselitismo inherente a estas iglesias,
que conlleva el peligro de enfrentar a los miembros de la comunidad entre
conversos y no-conversos17. En Mocagua hay un gran respeto por la diferencias
de cultos y creencias y, aunque ha habido roces, estos no han afectado la vida en
común. Las iglesias promueven valores dignos de seguir como humanidad, como
seres humanos que convivimos unos con otros y con el entorno que nos rodea,
pero también hay que saber tomar distancia de los objetivos políticos y
económicos de estas iglesias18. Para las teorías de conspiración, los cultos
evangélicos son las nuevas formas de imperialismo. Difiero de esta perspectiva
principalmente por su visión extremista, precisamente porque es igual de fanática
que los cultos que critica. Aun así, concuerdo en que estos cultos homogenizan el
17
La actividad protestante rompió la unidad de algunos pueblos al enfrentar a conversos
con no-conversos, como Cabrera (2007) lo demuestra en el caso de las Nuevas Tribus
entre los nukak-makú o la enigmática figura de Sophie Müller en todo el Vaupés.
18
Como mencioné anteriormente, no pretendo analizar estos movimientos en relación a
redes globales, pero esto no implica que no existan dichas relaciones ni que afecten sus
formas de interacción con las comunidades, muchas veces estereotipadas por una
imagen romantizada de ‘buen salvaje’ que viven aislados y que su conversión sería
recompensada por Dios, velando así las nuevas formas de colonización del sistema
económico neoliberal.
33
principio del consumo (necesario para la reproducción del capitalismo) e instauran
el sistema capitalista en las vidas cotidianas. Esto es visible en la forma que
muchas iglesias tienen funciones de préstamo a crédito (véase, como ejemplo,
Joseph, 2004) como si fueran un banco, o incluso reclaman una contribución anual
(a veces mensual) como si fueran un Estado que recauda impuestos. No hay que
negar la persistente uniformización de los modos de vida y de pensamiento de
quienes se adhieren a estos cultos.
34
35
2. ENTRE EL PENSAR Y EL HACER:
UNA MIRADA SOBRE LA ALFARERÍA EN EL
RESGUARDO DE MOCAGUA, AMAZONAS
36
A partir de la sugerencia de Calanoa, empecé a indagar por el oficio alfarero en la
comunidad de Mocagua, aprovechando la iniciativa de construir un horno para
cerámica en los espacios de la reserva. Como andaba preguntándome por la
cocina y la culinaria –como uno de los lugares y prácticas donde se condensan y
se manifiestan los sentidos culturales de la feminidad– me pareció que la alfarería
podía quizá expresar analogías, desde las nociones técnicas del oficio, con el
proceso de la cocina: manejo del fuego y la cuestión de temperaturas, asar y
cocinar alimentos como quemar y ‘cocer’ piezas de cerámica. La aproximación a
un contexto en pequeño, la construcción de un horno para cerámica, me permitió
recoger información etnográfica sobre lo que significan los oficios para los
mocaguenses; y, como tal, situar mejor la construcción de sentidos culturales de lo
femenino, los cuales se definen en los espacios, en los cuerpos y en las prácticas
de los pueblos indígenas en las culturas amazónicas.
Con mi primera visita en junio del 2012, percibí que el oficio de la alfarería se
estaba quedando atrás, en la memoria de sus practicantes. Las nuevas
generaciones no están interesadas en el oficio alfarero, probablemente por su
desuso ante la utilización provechosa –por sus bajos costos y duración a largo
plazo– de las ollas metálicas, los utensilios de plástico y toda la gama de
productos que hoy el mercado les procura. Por tanto, la indagación por el espacio
de la cocina se desplazó a un segundo plano y comencé a preguntarme por la
continuidad de ciertos oficios, como la alfarería, la cestería y la pintura en
yanchama19.
19
Yanchama es un árbol del cual se utiliza la corteza para preparar lienzos como soporte
para pintar. Además, de esta misma fibra se confeccionaban las máscaras y los atuendos
de las celebraciones y bailes en la maloca de los ticunas.
37
oficio que se enseña de generación en generación dentro del ámbito familiar y se
conserva en la memoria y en los cantos de dos hermanas ticunas, Matilde y
Consuelo, que lo aprendieron a su vez de su abuela cuando ambas vivían en San
Martin de Amacayacu20. Las dos hermanas son sabedoras de esos secretos,
pequeños y grandes detalles del oficio: su magia y enigmas, las técnicas a las que
recurre, las prescripciones rituales y los tabúes, los significados que encierran
ciertas prácticas como la recolección del barro o el momento de la quema.
Hoy en día solamente Matilde continúa trabajando en sus ratos libres el oficio
alfarero, mientras que Consuelo se dedica a la cestería. Matilde organiza su
tiempo para trabajar la arcilla: la mañana que se va en buscar el barro, la ardua
tarea de preparar del barro la mezcla de arcilla, el dedicado trabajo de enrollar y
tejer la pieza, la paciencia y vocación de bruñir y curar21 cada una, para
finalmente, preparar la hoguera y dedicarle todo un día o una noche a quemar las
piezas de cerámica, las cuales han demandado todo un mes de trabajo desde la
recolección del barro hasta la quema de la pieza de cerámica.
20
Esta comunidad es reguardo vecino de Mocagua y se encuentra río arriba del
Amacayacu, no muy lejos de la desembocadura del río Amazonas; a unas cuatro horas de
camino desde Mocagua (véase Mapa 2). Las maestras alfareras de esa comunidad son
reconocidas en la región y su trabajo es muy apreciado en el mercado artesanal.
21
Estos son procesos técnicos del oficio alfarero que tienen la misma función que los
esmaltes de hoy en día. Al bruñir se está sellando la arcilla con una ‘película de esmalte’,
con esto se impermeabiliza la pieza cerámica y no queda porosa. Curar la pieza es
introducirla en agua un tiempo estimado para que pueda ser utilizada después para
contener líquidos y no se filtre (Conversación con la ceramista María Teresa Hoyos,
marzo de 2014).
22
Es importante resaltar que los proyectos que estuve acompañando me permitieron
plantear una ‘ruta de trabajo’, un punto de referencia, en relación a la formulación y
propuesta de trabajo en torno al oficio de la alfarería.
38
importancia de vincular los imperativos económicos actuales de las comunidades
para completar la canasta familiar23, como las estrategias locales para suplir esos
productos que faltan –alimentos que no cultivan ni intercambian como el arroz, el
aceite o la sal; herramientas de trabajo como el machete y las botas de caucho;
otras de uso del hogar, como el jabón, las ollas; la ropa; celulares y
electrodomésticos, útiles escolares, gastos en el transporte (casi todo fluvial),
entre otros–. Todos son productos que solo se consiguen en el mercado regional y
que generan otro tipo de intercambio social en la vida cotidiana de los habitantes
de Mocagua.
Las piezas de cerámica para las mocaguenses son un recurso potencial para
generar opciones económicas, por lo cual, vale detenerse a pensar alternativas de
gestión cultural, de comercialización de las piezas, de generar un proyecto de
turismo comunitario que plantee la circulación de los beneficios a un buen vivir de
todos y todas. Lo importante es encontrar la forma en que la introducción de
cualquier proyecto productivo se pueda traducir en bienestar común. A mí parecer,
un camino es optar por la dimensión cultural que encierra la noción de oficio
puesto que implica un enfoque de educación colectiva y de transmisión de
saberes.
Mocagua es una comunidad indígena que ha optado por el principio del buen vivir
como fundamento de vida en comunidad. El buen vivir es el cimiento de la vida
cotidiana de las comunidades indígenas: florece en la semilla que se siembra y se
comparte; existe en un mundo habitado por espíritus – dueños del monte, del
agua, de los salados – con quienes se establece una relación de equilibrio
dinámico y de manejo de la naturaleza; se mantiene en “vivir bueno (…) [donde]
uno no siembra así no más, uno no pesca así no más, uno no caza así no más,
uno no come así no más; uno debe pedir permiso, uno debe curar antes” (chamán
23
Me refiero con canasta familiar a todos los productos y alimentos que se consumen en
un núcleo familiar, sea este extenso o no.
39
yukuna Chápune en Van der Hammen, 1992: 333). Todo en un proceso histórico
que afianza las relaciones sociales, que son también presupuestos morales y
filosóficos, que condicionan la vida misma. Es un péndulo entre la vida cotidiana,
la que se define día a día, y esa otra, la vida social, la que ejerce presión y
dominio sobre las otras, nuestro peregrinar por este mundo.
40
impuso la ‘Ley’ por encima de las ‘costumbres’, de los derechos colectivos24.
Como señala Thomspon (1995:25), los artesanos se enfrentaron a un proceso
paulatino de imposición de relaciones económicas y productivas, como, a la vez,
se orientaron hacia “la resistencia a las nuevas pautas de consumo
(«necesidades») o en la resistencia a las innovaciones técnicas o las
racionalizaciones del trabajo que amenazan con perturbar la usanza
acostumbrada y, a veces, la organización familiar de los papeles productivos”; y,
como recalca más adelante el mismo autor, “una sucesión de enfrentamientos
entre una innovadora economía de mercado y la acostumbrada economía moral
de la plebe”. La economía moral, extrapolándolo del contexto definido para la
Inglaterra industrial y salarial, trata de la cultura política de los artesanos frente a la
lógica de mercado, apelando a la legitimidad de sus costumbres y sus exigencias
(apelando a las obligaciones constitutivas ‘moralmente’ del Estado con sus
ciudadanos) frente a un sistema ajeno a la vida social y de trabajo de ellos
mismos.
24
Thompson se refiere a las costumbres también desde la noción de common law, es
decir, un derecho colectivo.
41
tradición en la permanencia de los oficios en un mundo ‘globalizado’ que
homogeniza las prácticas artesanales?
Como señala Vanessa Freitag (2012:149), para el caso de los alfareros del cálido
valle de Atemajac, en el pueblo de Tonalá, México, pero que puede ser leído a la
luz de la comunidad de Mocagua en las selvas amazónicas: “el oficio artesanal es
un trabajo como cualquier otro, pero no un trabajo cualquiera, por el simple hecho
de poseer características específicas que lo diferencia de otros oficios o
profesiones: como por ejemplo, ser realizado por personas con capacidades y
cualidades determinadas por el aprendizaje y enseñanza familiar, que involucra
seguir con tradiciones y con la cultura de un contexto, cuyos productos presentan
el ingenio de las manos y una imaginación sagaz”. Lo que nos lleva al argumento
central de Richard Sennet en su libro El artesano (2009) de caracterizar los oficios
como artesanías25. Para este autor, las artesanías no son los objetos mismos, sino
el hecho de hacerlos bien, insinuando que hay una ética que promueve un modo
particular de vida a partir de la aplicación reflexiva de técnicas. Las técnicas no
son procedimientos irreflexivos y mecánicos, sino habilidades que se aprenden y
se transmiten. En este sentido, los oficios implican como premisa la ‘puesta en
práctica’ de sí mismos, la experiencia sensible de llevar a cabo un oficio,
cualquiera que sea. Lo que lleva a explorar la dimensión significante del cotidiano,
del quehacer, de las prácticas diarias. Aquí toma forma el arquetipo del artesano.
El artesano es aquel que une pensamiento y acciones en un “diálogo entre unas
25
Esta perspectiva se aleja del presupuesto de Luis Guillermo Vasco (s.f. [escrito en
1994]) de que hay una diferencia entre artesanías y producción cultural indígena. La
artesanía es una categoría vinculada al mercado y al turismo, lo cual implica su
homogenización por la trasformación en mercancía. Como señala Vasco (s.f.), “las
artesanías son impersonales”. Mientras que la producción cultural indígena está vinculada
al ámbito de la vida social, “creando o reforzando relaciones dentro de un contexto que es
el del productor”. Aun así, creo que Sennet trabaja más esta noción desde el arquetipo del
oficiante, del artesano, mientras que Vasco revisa la categoría de artesanía dentro de la
forma de cambio que toma dentro del sistema de mercado, por esencia capitalista.
42
prácticas concretas y el pensamiento; (…) hasta convertirse en hábitos, los que
establecen a su vez un ritmo entre la solución y el descubrimiento de problemas”
(Sennet, 2009:21).
De modo que si los oficios son artesanías, entonces tener un oficio es ser
artesano de su vida por el único hecho de realizar bien cualquier tarea u oficio. No
es un asunto que atañe únicamente al artesano, sino al agricultor, al médico, al
artista, al ingeniero, al científico, al escritor, a todos los que le ponen empeño a
sus trabajos. Esto implica una dimensión ética del trabajo, de los oficios, donde las
“maneras de utilizar herramientas, organizar movimientos corporales y reflexionar
acerca de los materiales, (…) siguen siendo propuestas viables acerca de cómo
conducir la vida con habilidad” (Sennet, 2009:23). Lo que nos lleva al argumento
de Freitag (2012:159) de que los oficios son sistemas de comunicación eficaces,
un mecanismo efectivo de transmisión ancestral, de saberes puestos en práctica,
un trabajo que se aprende haciéndolo.
43
Estos ‘seres ordinarios’ son consumidores de cultura, son narradores de sus
propias prácticas, de hacerse paso a paso un camino de vida y de muerte, son, en
el fondo, los rebeldes, los locos, esos ‘cazadores de lo furtivo’, los ‘poetas de sus
asuntos’, los que desafían el sistema impuesto con creatividad, inventando sus
realidades, creando propias ficciones y tácticas de resistencia. Son ‘cantos de
resistencia’ que se labran en el cotidiano, son cantos inmemoriales pero no por
eso menos dignos de memorizar, son furtivos por su misma condición de
inminencia inventiva, puesto que operan bajo una “lógica de pensamiento que no
se piensa” (De Certeau, 2000:XLVI). Son maneras de proceder que son en sí todo
un arte de hacer, aludiendo a la potencia creativa de inventar, evadir, divagar, en
los márgenes de lo impuesto. Somos todos, y cada uno, ‘ablandando el ladrillo’, en
esa tarea de abrirse paso en la masa pegajosa que se proclama mundo (Cortázar,
2005:11).
Son sujetos, son oficios, son resistencias que no tienen un lugar discursivo propio,
se mueven bajo la apropiación y adaptación de códigos impuestos como parte de
estrategias y tácticas. Como acierta la historiadora Luce Giard en la presentación
de La invención del cotidiano (2000), se trata de indicar esas operaciones y
reconocer en estas prácticas cotidianas “los indicadores de la creatividad que
pulula allí mismo donde desaparece el poder de darse un lenguaje propio”
(p.XLVII). Esta exclusión discursiva se debe a que los oficios y las artes desde la
perspectiva ‘popular’ se pone énfasis en un arte de hacer, se trata de una manera
de pensar investida de una manera de actuar. La artesanía se considera como un
arte funcional, porque se usa para algo, lo cual lleva precisamente a su exclusión
discursiva, a la distinción deformada que se hace de la dimensión cultural
–tradicional, ancestral- de los oficios y artes, porque en lo que a estos se refiere no
hay distinciones fuertemente marcadas entre lo secular y lo sagrado, entre el
pensamiento y la naturaleza.
44
Todas y cada una de las actividades cotidianas son a la vez seculares y sagradas,
son la interrelación y comunicación con el universo desde la mente y el cuerpo, el
intelecto y lo manual. Lo cual nos lleva a lo que postuló Karl Marx en su obra
magna El capital. Crítica de la Economía Política (2014): si el ser humano es lo
que hace/produce, entonces aprender a hacer una pieza de cerámica implica
también conocer no solo la ‘cultura material’, sino todo un modo de vida. Este
modo de vida está entonces permeado por el modo de producción al que está
vinculado, es decir que está definido por el lugar que ocupa en las relaciones
sociales de producción.
45
Desde su comienzo como investigador y etnógrafo, Vasco ha advertido sobre los
límites de la traducción a un lenguaje escrito, un mundo que está referenciado en
el territorio, en sus oficios y quehaceres cotidianos, en la comunicación oral, en
sus mitos y la historia que se vive, que se inscribe en el día a día, en cada uno de
los aspectos de la vida social, de la continuidad de sentidos culturales que
construyen identidad e historia. El lenguaje escrito petrifica la oralidad y entorpece
los caminos del contar: lenguaje verbal, gestual, gráfico, de emociones, musical,
poético como histórico. En su libro Entre selva y páramo. Viviendo y pensando la
lucha india (2002), y expuesto en varios de sus escritos, Vasco propone la
metodología de ‘recoger los conceptos en la vida’. El conocimiento está en las
cosas, “existe objetivamente en ellas, en la realidad material [y] su verificación sólo
puede darse en la práctica”. En el mundo indígena no existe una separación
implícita entre la teoría y la práctica, entre el trabajo manual y el trabajo intelectual,
por lo cual, se puede pensar con cosas. Por tanto, las cosas-conceptos son parte
de un pensamiento práctico, pensar con el cuerpo, sentir pensando, vivir haciendo.
46
2.2 FUEGO Y BARRO. EL UNIVERSO DE LA ALFARERA
26
Mucahuas en el dialecto quichua del Amazonas ecuatoriano significan las ollas de
barro. Mucahua y Mocagua, lindas coincidencias.
47
historia de la humanidad, se ubica su primer origen –la fecha más antigua– como
un registro arqueológico del Paleolítico avanzado o del Neolítico, hace ya muchos
cientos de años.
48
sobre la producción alfarera con los hallazgos arqueológicos, con el fin de
establecer una metodología más sólida en el campo del estudio de la cultura
material de restos cerámicos (ver también Daniela Castellanos, 2004). Su trabajo
es oportuno para mi investigación como un punto de reflexión sobre la
metodología utilizada para observar la producción alfarera. En su trabajo comenta
sobre el tratamiento a los materiales básicos, la textura, la dureza, la porosidad, la
temperatura y los diferentes tiempos de cocción, detalles del proceso que me son
útiles para entender la alfarería como procesos técnicos. La alfarería hace del
barro –elemento impuro, sucio– su materia prima y debe trabajarse primero para
convertirse en arcillas –elementos puros, limpios–.
27
A la arcilla preparada se le llama pasta.
28
Conversación con la ceramista María Teresa Hoyos, agosto de 2013.
49
Existen tres métodos para preparar el barro: con mezcladora, con amasadora de
pan y a mano29. La alfarera Matilde, como en la mayoría de procesos alfareros que
son artesanales, se basa en el método a mano. A mano es un proceso de amasar
los ingredientes húmedos, golpeando un trozo con otro, dando vueltas, apretando,
todo en una repetición rítmica y circular como ‘una buena amasada de pan’.
También se utilizan superficies ligeramente absorbentes como la madera haciendo
los mismos movimientos. Este proceso a mano es el mismo que se aplica cuando
se comienza a trabajar cualquier pieza, ya que la amasada le saca las burbujas de
aire a la pasta y la vuelve homogénea. La mayoría de métodos no han cambiado
en el transcurso del tiempo, desde la prehistoria hasta hoy en día. Son métodos
artesanales a los que solo en los últimos 200 años se les ha introducido
procedimientos industriales. En términos generales, se puede dividir los métodos
en los modelados a mano y los de las técnicas de torno (Casson, 1985: 12).
Los modelados a mano son por presión manual, con tablillas, por presión en
molde y a base de rollos. La técnica de los rollos es la más utilizada por las
culturas indígenas y llega a altos grados de sofisticación en el modelado de las
formas. Esta técnica parte de la elaboración de rollos húmedos de pasta que se
unen por medio de la barbotina (papilla líquida que se hace mojando la arcilla). Se
va tejiendo la pieza al unir el rollo con la base, cuidando de unir los extremos del
mismo rollo, es decir que toda parte que se añada se teje a la pieza. Según como
se coloquen los rollos, cambia la dirección de la forma, si se ubican hacia afuera
se abre y expande la forma, si se ubican hacia adentro se cierra y estrecha la
forma. Este proceso es básico y su manejo es la pauta de un buen trabajo
alfarero. Si la pieza modelada con rollitos no se parte en la cocción, es la prueba
29
La mezcladora es el proceso más industrial y maneja grandes cantidades que se
convertirán en una papilla liquida gracias a filtros y prensas de extracción. Se utiliza para
el torneado y moldes. La amasadora de pan se utiliza para materiales muy plásticos, ideal
para moldes de yeso y el torno (Casson, 1985:10-11).
50
mayor de que el iniciado en la práctica entendió cómo tejer una pieza de cerámica.
Esta técnica es la primera que se enseña, ya que en el proceso de moldeo se
juntan los principios básicos de la cerámica.
51
imágenes religiosas y cruces en las alturas de la bóveda. El horno está rodeado
de conocimientos especializados (en apariencia solo parte de un universo técnico)
que dibujan los contornos de sentidos/emociones que develan su borroso límite
con ‘lo sagrado’. La dimensión ritual de la quema, del manejo del fuego, pone en
evidencia que estamos ante lo sagrado (véase Durkheim, 1992; Castellanos,
2007:p. 65-70). El horno es un altar familiar donde se pone en juego la fortuna de
una familia ceramista; puesto que al “no atender las restricciones y cuidados
culturalmente establecidos para alejar el peligro y la contaminación presentes en
toda quema [es decir, la fractura y daño de las vasijas], representa más que una
falta técnica, la transgresión de un tabú” (Castellanos, 2007:91).
52
intrínsecas de oficios e industrias. La técnica en su etimología griega –techné-
significa arte. Esto resulta interesante para abarcar las técnicas desde su
capacidad creadora y su habilidad artística, como elemento distintivo de la
actividad que se figura en el arquetipo del artesano. Si seguimos las definiciones
que arroja la Real Academia Española (RAE), la técnica maneja tres acepciones,
pero que se pueden reducir a dos: (1) conjunto de procedimientos y recursos de
que se sirve una ciencia o un arte; (2) pericia o habilidad para usar de esos
procedimientos y recursos.
30
La complejidad está en el perfeccionamiento de un conjunto de conocimientos
concretos como parte de una teoría práctica. En el caso de la alfarería, el
perfeccionamiento del conjunto técnico no ha variado mucho en los últimos siglos.
53
desde ahí, se revela bajo otro ángulo el simbolismo de la producción de la cultura
material.
Por lo tanto, es importante traer a colación una breve reflexión sobre la chagra. La
investigación de María Clara Van der Hammen (1992) y de Juana Valentina Nieto
(2007) enfatizan la relación de la chagra como un trabajo femenino, sin negar las
labores desempeñadas también por los hombres –es claro que el trabajo
productivo es asumido por ambos–, ni lo que implica la chagra en el ámbito social.
La chagra es un espacio que resume las relaciones de pareja, de afinidad y
complementariedad, de la vida espiritual y de comunicación con un amplio
universo que involucra a las plantas, a los animales, a sus guaridas sagradas y a
los dueños de la selva. Por esto, incluyo también el reciente estudio de Acosta et
al. (2011), La chagra en la Chorrera..., un esfuerzo de colaboración entre
investigadores occidentales y sabedores tradicionales, evidenciando los cambios
de significados y usos de las chagras.
La chagra es, en términos técnicos para la agronomía, la horticultura de tala, roza
y quema, basada en el policultivo y la polivariedad31 que es determinante para
31
La polivariedad se refiere a la variedad de una misma especie, por ejemplo, la variedad
de yuca. No hay un solo tipo de yuca, sino una gran variedad que se reconocen por sus
54
mantener un equilibrio nutricional, ya que garantiza la variedad de especies
sembradas y cultivadas (Acosta et al., 2011, Van der Hammen, 1992). El sistema
de la chagra es el que mejor optimiza el manejo de los recursos de la selva puesto
que “se hace con base en la forma como manejan la tierra: rotan los cultivos para
permitir la recuperación de los suelos, siembran anualmente una nueva chagra
(policultivos), fertilizan con incorporación de materia orgánica [principalmente, la
ceniza y los restos quemados después de la roza y quema] (…) dejan descansar
la tierra de modo que haya una recuperación total del bosque y no utilizan de
agroquímicos” (Acosta et al., 2011: 25).
Las chagras funcionan en dos etapas: (1) los cultivos transitorios que duran 2 a 3
años, estos son las especies de periodo corto, como la yuca, el plátano, la piña,
entre otros; (2) los rastrojos, conocida también como ‘chagra de los animales’, que
son esos cultivos ya ‘abandonados’ para su uso diario y que se recurren
solamente para la cosecha de frutales que se sembraron desde el comienzo, leña
y madera para construcción de casas, más otras plantas útiles que no dependen
del cuidado de los seres humanos. Las chagras son entonces “un agrosistema que
copia los ciclos y flujos de materia y energía del bosque natural” (Acosta et al.,
2011: 25). Esto ha llevado a plantear la chagra como un sistema que guarda
fuertes semejanzas con la selva que la rodea, en un intento de imitarla. Sin
embargo, María Clara Van der Hammen (1992)32 considera que dentro de la visión
indígena la chagra manifiesta la conceptualización de las relaciones sociales en un
modelo espacial, sobrepasando los aspectos agronómicos para adquirir
significación simbólica. Chagra y maloca son los ejes de la vida cotidiana y de las
usos: hay yuca especial para hacer chicha o para hacer casabe, hay otra mejor para
fariña y está la que es buena para sopa.
32
La investigación de Van der Hammen es pionera en el estudio de la chagra en la región
amazónica. Muchas de sus reflexiones sobre el universo femenino de la chagra se
confrontan hoy en día con un manejo más variado de la misma, donde hombres y mujeres
trabajan juntos la chagra, hombres que van solos a la chagra y mujeres que van pescar.
Las excepciones son muchas y ponen en evidencia la multiplicidad de interacciones
contemporáneas de las comunidades indígenas.
55
fechas rituales: son también un punto de indicio sobre los cambios y permanencias
de las culturas amazónicas. Por esto, como señala Van der Hammen (1992.: 149),
las chagras y las malocas son un “espejo de las relaciones sociales tradicionales y
a su vez reflejan los cambios ocurridos desde el contacto con el mundo blanco”.
La mujer abre chagra, siembra yuca, cuando forma un hogar y comienza su vida
de pareja y de crianza de los hijos. Como lo demostró Van der Hammen
(1992:191), la yuca es parte central de la ‘cultura material’ amazónica, es una
herencia de familia y principalmente de la mujer: “la transferencia [de la yuca] de la
madre a la hija es muy frecuente y cuando se indagaba acerca de las variedades
de yuca, las mujeres jóvenes contestaban de inmediato: “las mismas de mi
mamá””. El estudio de Juana Valentina Nieto (2007) en una comunidad uitoto parte
del término de 'mujeres de la abundancia' (monifue riño), el cual sintetiza un
conjunto de valores sobre el deber ser de una mujer, basado en la filosofía del
trabajo en la chagra. La chagra es, además de un espacio productivo, "una
actividad central en la construcción de personas, de cuerpos femeninos y
masculinos" (Nieto, 2007:26). La chagra es el lugar donde se da la fertilidad,
considerada dominio de lo femenino. Como resalta Nieto (2007:31), el aspecto
social que se vincula a la chagra se refleja en las actividades de las mujeres en
este espacio “como un lugar de intimidad, de regocijo, a donde las mujeres van
cuando quieren estar solas, pensar, pasar las tristezas, y sudar la rabia". La
chagra es el lugar donde se aprende las cosas de mujeres: menstruación, parto, la
crianza de los hijos, las relaciones con los hombres, los asuntos de pareja
(Belaunde, 2008). La chagra es el centro del ideal sobre "la reproducción de la
vida social y representa el modelo de una ética de vida uitoto" (Nieto, 2007:26).
56
poder cósmico que se le atribuye a las mujeres como procreadoras de la vida en
sí, pero también, y ante todo, por su capacidad de sostener con su trabajo –el de
alimentar, cosechar, fertilizar– la vida social. El acto de comer, de alimentarse, “es
una conducta que se desarrolla más allá de su propio fin que sustituye, resume o
denota, otras conductas, y en este sentido constituye un signo” (Contreras,
1993:69), y como tal, es un sistema de comunicación, de compartir un conjunto de
valores y significados que podemos descifrar en expresiones concretas, en las
técnicas, en los usos, en infinidad de formas de hacer cultura, de producir
alimentos.
Dentro de esta investigación busco entender a las mujeres indígenas desde sus
propios términos, y el camino que encontré para dialogar con ellas en este escrito
ha sido a través del oficio alfarero, una práctica que además se está perdiendo y
con ella sus saberes. El proyecto en torno a la construcción de un horno para
cerámica es una estrategia metodológica para aprehender cómo se configura lo
femenino desde las prácticas y lo cotidiano, desde los oficios propios del ámbito
de las mujeres, desde sus cuerpos, sus emociones y sensibilidades.
Empecé por cuestionarme el interrogante más evidente, pero no por eso el menos
complejo: ¿qué lo hace a uno mujer y qué significa ser mujer en Mocagua? No
pretendo aquí argumentar un contraste dual entre lo femenino y lo masculino, o
alguna clase de subordinación de un género sobre otro, ni profundizar en los
vínculos entre género e identidad, entre otros aspectos de esta cuestión. Quisiera,
en cambio plantear algunas claves, cada una con un eje propio de indagación: la
maternidad y el parto, la crianza y la infancia, la sexualidad y la relación de pareja,
la familia y el parentesco, el tejido social, los hilos y las tramas de la vida misma.
57
Por lo cual, centré la reflexión del ser mujer en definir primero el cuerpo, en la
construcción de corporalidades. Para esto la obra El recuerdo de Luna. Género,
sangre y memoria entre los pueblos amazónicos (2008) de Luisa Elvira Belaunde
fue central en esta indagación. La autora muestra que la sangre es entendida
como una sustancia psicoactiva que afecta todos los ámbitos de la interacción
social. La investigación de Belaunde (2008) es un trabajo minucioso de
comparación etnológica sobre las concepciones de la sangre en los pueblos
amazónicos y se centra en precisar las formas culturales de manejo y control de
los fluidos corporales; especialmente el de la sangre, puesto que de su
entendimiento deriva una mayor comprensión en la construcción de
corporalidades.
33
Propongo la definición de la noción de persona desde la propuesta teórica sobre el
cuerpo que hace Luisa Elvira Belaunde (2008:24); "cada persona construye significados y
toma sus propias decisiones a partir de referencias culturales, en la medida en que es un
sujeto en un mundo intersubjetivo y vivencial, en el que ser mujer o hombre son pautas de
acción, de identidad y de alteridad, tanto en el ámbito personal como en el colectivo".
58
situaciones vividas y de las palabras escuchadas es llevada a cabo por el corazón,
que bombea la sangre, afectando su volumen, su temperatura, su color, su olor y
su espesor. La comida también es indisociable del flujo de la sangre, ya que los
alimentos se transforman en sangre, es decir se transforman en pensamientos y
en la memoria hecho cuerpo en la sangre. Al comer una sustancia, uno está
incorporando su pensamiento, incorporando el pensamiento del maíz, el
pensamiento de la yuca, el pensamiento de la coca, etc. La actividad física, el
ritmo de la respiración, el esfuerzo y el trabajo arduo, también son indispensables
para mantener el flujo de la sangre y la buena circulación de los pensamientos
sobre el cuerpo.
Por tanto, lo que define el ser mujer, va más allá de fijarlo a un contexto
determinado, es apostarle a pensar cuerpo y alma. Atributos como la intuición y la
intimidad, la sensibilidad y las emociones se le otorgan al universo de lo femenino.
Como comenta Luz María Lepe (2005:115), la “mujer en el pensamiento
amazónico no puede estar separada del agua, la tierra y la piedra porque es hija
de la madre del barro (…) y [del] espíritu de la reproducción”.
59
Mujer, tierra, siembra y fecundidad son lugares, espacios de representación, en
los cuales está la clave para aprehender lo femenino. También la asociación
universal de la forma de las ollas con el útero. La fecundidad y la maternidad se
materializan en la cerámica: la tierra que resuena en la pieza, un impulso profundo
de la naturaleza, es el rumor de la gran Madre. Alejo Carpentier (1980) escribe
que los confines del hombre se encuentran en la noche de las edades y yo creo
que la cerámica está en esos confines. Es una expresión ancestral donde hay un
“supremo entendimiento de lo creado [donde] Un día, los hombres descubrirán un
alfabeto en los ojos de las calcedonias, en los pardos terciopelos de la falena, y
entonces se sabrá con asombro que cada caracol manchado era, desde siempre,
un poema” (Carpentier, 1980, p. 214-215). La alfarería es la forma suprema de la
poesía de la tierra, de su resonancia imperceptible en los objetos, en el barro, en
las manos creadoras del artesano, en las formas sinuosas de mujer que va
tomando: útero fecundo, fuego procreador, tierra fértil. Son rumores de la
sustancia, de la tierra, y así anuncia el clamor de la vida.
60
61
3. “A HORNEAR BIZCOCHOS”
62
3.1 PROYECTO “A HORNEAR BIZCOCHOS”. TALLER SOBRE LA
CONSTRUCCION DE UN HORNO DE CERÁMICA
63
hayan sido aprobados en las asambleas, contando con el apoyo de las
autoridades del curaca y el cabildo.
Este proyecto es en principio de experimentación, un círculo de aprendizajes en
torno al oficio alfarero. La decisión de iniciar un taller alfarero (un horno para
cerámica) en Mocagua depende de la motivación y la apropiación del proyecto por
parte de sus habitantes. Como se acordó en la asamblea comunitaria, el 31 de
octubre de 2013, el proyecto ‘A hornear bizcochos’ se programó en dos fases: (1)
una minga para la construcción del horno de cerámica en Calanoa, taller sobre el
componente técnico del oficio alfarero y (2) un taller de experimentación y uso del
horno de cerámica, componente lúdico.
34
Término con el que se identifica la organización de base de mujeres de la comunidad, a
la cual se adscriben generalmente al ser madres, con muy pocas excepciones, solo
cuando implican una suerte de experiencia que se vuelve equiparable a la maternidad,
como la edad, la formación académica o sus historias personales.
64
proyecto. La Fundación Calanoa propuso que la comunidad se organizara, creara
un grupo y se apropiara del proyecto con el fin de incitar su continuidad. Como yo
viajaba pronto a Bogotá y regresaba a comienzos de enero, después de las
fiestas, se decidió posponer la segunda fase para el año 2014 y hacer la invitación
al taller lúdico, otra vez en una reunión de la comunidad.
Aun así, se espera continuar con la siguiente etapa del proyecto. Se contempla
para esta parte la experimentación de arcillas, crear un inventario de ellas y
quemarlas para ver cuáles sirven para cerámica y cuáles no. Este ejercicio ya se
hizo en Calanoa. Se recolectaron muestras de yacimientos arcillosos de diferentes
lugares de la reserva (a la orilla del río Amazonas, a un lado de donde se
construyó el horno de cerámica, una hacia adentro de la reserva, entre otras), las
cuales se llevaron a Bogotá y se quemaron en un horno de cerámica (Foto 9). Se
65
ha concretado por lo pronto con personas interesadas en participar, la recolección
de arcillas, aprovechando la disponibilidad de estas en sectores cercanos a sus
labores diarias: barros cerca de sus casas, de las chagras, del río Amazonas y de
la quebrada Matamata, además de las arcillas ‘azulosas’35 que se usan
tradicionalmente en la elaboración de las piezas de cerámica. Este acuerdo tiene
como propósito el contar con suficiente materia prima para trabajar y
experimentar, dado el caso se permita la reanudación del proyecto.
Es jueves en la mañana. Hoy nos reunimos para el primer taller del proyecto.
Estoy un poco ansiosa pero voy desenredando las dudas mientras desayuno. Hay
tiempo para darse une vuelta a la aldea e invitar por última vez a la construcción
del horno que se va a llevar a cabo en el transcurso de la mañana. Me regreso
rapidito, no sea que alguien llegó y yo no esté. Afanada, tomo el desvío rápido
hacia el taller. Diego está allí, café en mano, de cabeza en el cuarto de
herramientas. No sé cuánto tiempo pasó hasta la llegada de las primeras mujeres.
Me emocionó al ver que viene con ellas Yamila, una dulce joven que me hice
amiga enseñándole sobre fotografía. Sonreímos y las invitó al taller. Dando un
tiempo a la llegada de otros participantes, les muestro el lugar donde se va a
construir el horno. Hablamos del proyecto de pintura36, las casas pintadas y los
diseños (Fotos 10 a 14). Escucho con atención sobre lo que hablan, llevó días
35
Estas arcillas se encuentran casi siempre en yacimientos provenientes de tierra alta y
son las predilectas por ser la que mejor quema a fuego abierto. Las alfareras Matilde y
Consuelo la llaman en ticuna yaukta, que se puede traducir como ‘greda azulosa’.
36
Este proyecto se centró en la experiencia de arte público y comunitario a través de la
pintura mural, donde las fachadas de las viviendas cuenten sobre la cultura, el paisaje, la
historia de los clanes. A su vez, buscó consolidar procesos de participación comunitaria e
incentivar el cuidado del espacio público, como formas de generar un turismo comunitario
(Fundación Calanoa, 2013).
66
pintando con los niños y niñas, con los artistas Diego y Saúl, maestros pintores,
con los dueños de las casas. Han sido momentos muy felices y he tenido la
oportunidad de conocer a muchos habitantes de Mocagua en este proyecto.
Suelto el comentario sobre la participación de los adultos en la pintada, aludo a la
falta de iniciativa comunitaria. Nos quedamos callados, algunas comentan que hay
labores diarias que requieren atención, otros que tuvieron que ir a Leticia, en fin,
siempre hay excusas razonables, pero igual no quita que hay un cierto
aletargamiento y es importante reflexionar sobre ello.
Van llegando los demás participantes, voy rápido a la cocina a recoger una jarra
de agua y unos vasos que Marlene había alistado para el taller. Al llegar con la
bandeja, Diego ya está alistando los materiales que vamos a usar. Empezamos
preparando la mezcla básica para cualquier trabajo alfarero. Esta mezcla es la
base para la preparación de arcillas: barro, arena o ceniza y agua. La arena y la
ceniza son muy útiles porque son refractarias, es decir que son materiales que
resisten la acción del fuego sin alterarse y retienen el calor. Para su uso en
construcción, esta mezcla funciona como una pega, algo así como un cemento. La
preparación (las técnicas) de esta mezcla es sencilla. Con un cernidor se pasa la
arena y el barro seco para quede fino y sin impurezas (piedras, palitos, etc.), se
combinan, se amontona y se le hace un hueco en la mitad y poco a poco se le va
añadiendo agua (Fotos 15 a 18). Después, se amasa la mezcla, “haga de cuenta
que están amasando harina, para hacer arepa” dice Teresa. Por último, se pisotea
la mezcla, “las huellas de puro pie”, se ríe Andrea (Fotos 19 a 22).
67
es una caneca de lata (Foto 24), permite que el calor se reparta mejor, se
mantenga a una temperatura alta y se oxigene el interior del horno. Esto permite
subir más de 800˚C que es lo mínimo para la cocción de piezas de cerámica y la
temperatura promedio de la cocción en fuego abierto, después de varias horas
manteniendo el calor37. Este horno se reviste por dentro con un entramado de
ladrillos38, amoldando la forma cilíndrica de sus paredes en su construcción
(Figura 1), por lo cual la chimenea se ubica en el centro del horno de caneca
(Figura 2).
Paso 1: Se pone como base ladrillos sobre uno de sus costados –parados-; y los
huecos que quedan se rellenan con la mezcla que se preparó y funciona como
pega. Lo que viene siendo la junta triangular que se ve en la Figura 1.
Paso 4: Una vez el entramado supera la altura de la entrada, se ubica una lámina
circular que se recortó de la tapa superior y luego se perforó para el paso del calor
de las llamas. Esta lámina es la base para los bizcochos, es el lugar donde se van
a disponer las piezas de cerámica. (Figura 4)
37
Haría falta la prueba -y error- con este horno para saber las horas necesarias para cada
nivel de temperatura. Cada horno es diferente y hay que aprender a conocerlo, muchas
veces quebrando piezas, para así, reconocer sus propias características: la intimidad del
alfarero y su horno.
38
Un entramado es la disposición de ladrillos uno encima de otro para soportar un muro
que, en este caso, toma la forma circular del cilindro.
68
Paso 5: Se sigue construyendo la pared interior con las hileras de ladrillos que
faltan para alcanzar el borde superior (Foto 28).
Paso 7: Se reviste con la mezcla de arcilla desde el aro hasta el borde superior,
sellando así el horno (Fotos 31 a 33).
69
Figura 2 Horno de caneca
70
Figura 4 Esquema de los componentes metálicos del horno
Ilustraciones
Eduardo Samper, 2014
71
de turismo comunitario que la comunidad de Mocagua está desarrollando. Esta
investigación buscó establecer un vínculo entre la propuesta de alfarería y el
turismo comunitario a través de los procesos de comunicación cultural de los
oficios artesanales.
72
pensar. Es un recurso pedagógico para las escuelas con enfoque en la educación
cultural y artística, como también orientada en el bilingüismo, puesto que lleva a la
exploración de las formas de socialización y comunicación, como de aprendizaje y
enseñanza, del lenguaje y la materia, a las que acude una sociedad para transmitir
conocimientos, pensamientos, sentidos de una vida en común. Por lo cual, indagar
sobre el hacer es compatibilizar el mundo material con el mundo de las ideas: los
objetos de cerámica que se realizan son conocimientos puestos en práctica. Son
conceptos ocultos, algo así como ‘detrás’ del objeto: conceptos que se piensan en
las cosas, de pensar los conceptos haciendo cosas. Esto lleva a pensar
paralelamente acerca de los procesos de acción con los productos de la acción.
Como comenta Vasco (2002) “las abstracciones se expresan con formas
concretas, con cosas-conceptos (…) están constituidas por elementos materiales
concretos que existen en la vida cotidiana, de ahí la metodología de recoger los
conceptos en la vida”. Y es que es en la vida que se piensa y se explica la
realidad, se conceptualiza, se transforma y se materializa.
Una escuela de artes y oficios es una forma de cambiar la lógica económica de las
artesanías. Esto implica un proceso de educación colectiva, donde los niños y
niñas se acerquen desde pequeños a los oficios tradicionales y puedan motivarlos
a buscar formación profesional como artesanos y artesanas. La participación
activa de las mujeres alfareras, como sabedoras y maestras, permitiría, por un
lado, revitalizar el oficio de la cerámica y compartir con otros la memoria del oficio;
y, por otro lado, también enriquecer la práctica de las alfareras por medio de la
introducción de la técnica del horno y quema en alta temperatura. La cerámica en
la región amazónica se quema a fuego abierto, lo que hace también más complejo
el manejo de calor, de la temperatura, del fuego. El oficio de la alfarería en el
contexto amazónico implica un hábil manejo del fuego: armar una fogata que
rodee las piezas de cerámica y cuidar el fuego. Un fuego bien cuidado produce
mejores resultados al mantener un calor uniforme.
73
En el caso de las mujeres de Mocagua, el manejo del fuego para la cocción de la
cerámica se asemeja mucho a la destreza en prender el fuego para cocinar los
alimentos; la habilidad en el manejo del fuego de la cocina es parte de la
enseñanza de las madres a las hijas en su independencia familiar, puesto que su
destreza en la cocina depende en el hábil manejo del fuego. Por esto, la
revitalización del oficio alfarero, complementa el universo simbólico que carga el
fuego como el fuego de cocina, el fuego de los alimentos, el fuego primigenio.
A las reuniones comunitarias y a las reuniones con las mamitas que asistí, varios
participantes resaltaron, fuera explícitamente o no, de incluir la economía local en
la propuesta de cerámica. Esto implicó para mí profundizar más en la discusión del
turismo y de las artesanías. También, me llevó a reflexionar por la continuidad del
oficio de la alfarería en esta comunidad a largo plazo, debido a su desuso, al
tiempo y al trabajo que se invierten en todo el proceso, a las complicaciones del
manejo del fuego –principalmente en controlar la temperatura– en la cocción a
fuego abierto.
Por esto, la construcción de un horno para cerámica se volvió relevante, ya que la
innovación técnica en la cocción de las piezas permite revitalizar este oficio por
medio de un proceso de quema más eficaz y menos complejo que en fuego
abierto. A la vez que, un horno para cerámica puede subir a 1000°C, lo que
garantiza piezas más resistentes y de calidad para el mercado artesanal.
74
3.4 LAS MUJERES INDIGENAS DEL SIGLO XXI
75
territorios, por el interés a abrir espacios de participación y negociación política a
escalas regionales, nacionales y globales; y por la generación de alternativas
económicas que sean viables con el desarrollo de las comunidades; entre otros.
La visibilidad de las mujeres indígenas en los procesos de participación se han
dado por diferentes factores, entre los que vale la pena mencionar: (1) los cambios
en los últimos años en las políticas públicas frente a los derechos diferenciales de
la población indígena y afrocolombiana; (2) la consolidación de organizaciones de
base y de políticas y programas que han generado un espacio de participación
para las mujeres en ámbitos antes reservados a los hombres – en su rol
comunitario-; (3) el acceso a la formación en la política y la academia, como el
aprendizaje adicional de vivir en contextos urbanos; (4) la conformación de
organizaciones de mujeres39; (5) la presencia permanente de ONGs con sus
enfoques, intereses y programas; (6) la relación, cada vez más enfática, de la
mujer y la conservación ambiental (véase Ulloa, 2007, 2010; Gargallo, 2012).
Si bien todos estos factores son favorables en términos globales, implican que las
comunidades indígenas se adapten y asimilen a modelos de género externos a
sus propias realidades. La vinculación a programas de género40 ha conllevado a
una ruptura y a un cambio frente a identidades y roles sociales propios de sus
culturas (Ulloa, 2010:30), donde no se corresponden con las categorías de género
impuestas ni a otras categorías externas. Las demandas políticas se
desenvuelven en el ámbito de la autonomía, la autodeterminación y la
gobernabilidad de sus pueblos y, no necesariamente, en su rol diferenciado como
mujeres. Aun así, hoy en día, son cada vez más las mujeres que han tomado las
riendas de la vida comunitaria. Los roles establecidos para cada género se han
transformado en las últimas décadas, sobreponiendo los ámbitos comunitarios que
39
Para el caso del Trapecio Amazónico, Familias en Acción ha puesto el énfasis en que
los proyectos comunitarios que ellos promueven sean liderados por la organización de
base de las mujeres.
40
Esto en el lenguaje académico e institucional, se refiere casi siempre a un enfoque
diferencial, dirigido principalmente a las mujeres
76
corresponden a cada uno. Cada vez hay más mujeres indígenas en la vida
política, respetadas como líderes y reconocidas por su trayectoria; cada vez más,
hombres y mujeres indígenas se forman en las academias occidentales,
aprehendiendo las lógicas inherentes al sistema capitalista y aprovechando su
formación académica para desafiar las formas neoliberales del multiculturalismo.
No se trata únicamente que se reconozcan sus gobiernos, con su propuesta de
educación, de salud, de economía, u otros; también se trata de su relación con el
resto del territorio, con la región, con la política pública y con la economía
nacional.
77
Esto pone en perspectiva la posibilidad real de articular las lógicas que el sistema
impone a los procesos locales, conforme a sus necesidades, pensamientos y
comprensión sensitiva del mundo. Los sistemas occidentales de la escuela y de la
salud, el turismo, las artesanías, la economía de mercado, el ambientalismo, las
políticas de identidad global –como la etnicidad o el Estado multicultural- son
factores que inciden en sus vidas y en sus cotidianidades, que marcan una
distinción, no necesariamente a nivel individual, pero sí influyentes en los
significados hegemónicamente determinados. Por esto, cabe preguntarse sobre
los nuevos espacios de participación de las mujeres indígenas contemporáneas,
que transgredan o no los roles ancestrales destinados a hombres y mujeres.
78
Como afirma Díaz de Rada (2010: 33), cultura es “forma de hacer en el más
amplio sentido de la palabra: hacer cosas con las manos y con el resto del cuerpo,
incluido el cerebro que piensa y que en sus copiosas extensiones siente, sueña,
imagina, goza y sufre, crea planes, recuerda, habla, dice y calla, miente y
desmiente, engaña y se engaña”.
79
80
4. CONCLUSIONES
81
de las comunidades indígenas. La alfarería en particular es un saber hacer que
implica la trasformación de la materia prima. En el proceso del barro crudo a la
pieza cocida, el oficio alfarero explora la alquimia de los ‘cuatro elementos
primigenios’: tierra, agua, fuego y aire. Sería interesante preguntarse por la forma
en que los habitantes de Mocagua se relacionan con estos elementos, ¿cómo los
representarían en convenciones gráficas? Esto es un trabajo que ya está
adelantando el cartógrafo indígena Cristóbal Panduro con los mapas y cartografías
sociales que ha dibujado sobre la historia social, demográfica, ambiental, territorial
y administrativa de la comunidad de Mocagua (Cartografías social 6, 7 y 8). Todo
este trabajo es muy útil como material pedagógico de las escuelas y espero que
muy pronto se pueda vincular toda su labor a la propuesta de una Escuela de
artes y oficios.
82
ponen al alcance, con el flujo de turistas de todos los rincones del mundo y con un
sinfín de relaciones de intercambio cultural en el mundo de hoy. La
interculturalidad resalta el intercambio cultural como parte de todas las
sociedades, donde hay un diálogo constante, de tensiones y negociaciones
continuas, con otras culturas; donde se van incorporando elementos externos,
moldeándolos a sus cotidianos en un proceso de comprensión y valoración, y no
necesariamente de dominación y de domesticación (Grimson y Cosoyschi, 2011).
Esto pone sobre relieve que las culturas, con sus idiosincrasias y normas
culturales, están en constante cambio, más aun hoy en día, que no se puede
compartimentar lo cultural de lo histórico, lo histórico de los procesos sociales, y
las sociedades de las dinámicas del mundo contemporáneo.
Por último, quiero hacer una breve reflexión sobre un tema subyacente a todo este
escrito, la relación entre etnografía y cultura. Etnografía y cultura están
estrechamente vinculadas en el campo conceptual. De la noción de cultura deriva
el planteamiento etnográfico. En la conformación de la etnografía como práctica
científica, ha mutado la noción de cultura, se ha vaciado y, a su vez, colmado de
significados, atravesando las estructuras disciplinares de la antropología al poner
en tela de juicio los límites mismos de la cultura, de compartimentar el
pensamiento en bloques fijos de análisis, de pretender que las culturas son
identidades cristalizadas (véase Grimson y Cosoyschi, 2011). Como señala Ángel
Díaz de Rada (2010:19), hablar de cultura es referirse a la acción social, ya que es
en el ámbito de la relación social que toma parte la cultura.; esta es pues en el
fondo la definición más simple de cultura y que no deja de estar emparentada con
la noción de mayor complejidad, ya que el desafío está en que “el concepto
antropológico de cultura nos obliga a compatibilizar el pensamiento de lo universal
con el pensamiento de lo concreto, o el pensamiento acerca de procesos de
acción con el pensamiento acerca de los productos de la acción”.
83
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s.f. [escrito en 1994] Del barro al aluminio. Producción cultural embera y waunaan.
Vieco, Juan José
2011 Globalización y sociedades locales: ¿Es posible el desarrollo propio? En
Amazonia colombiana. Imaginarios y realidades. Cátedra Jorge Eliécer Gaitán (II
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Bogotá: Universidad Nacional de Colombia e Instituto Amazónico de
Investigaciones (IMANI).
Zambrano, Fabio
1993 La ocupación del territorio en el Amazonas colombiano: Etapas y sentidos de
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de las Américas (Junio, 1992). Roberto Pineda Camacho y Beatriz Álzate Ángel,
eds. P.p 13-18. Bogotá Universidad de los Andes.
ANEXO 1
FOTOGRAFIAS
Foto: Luis Guillermo Vasco (1987). Semejantes a los dioses. Cerámica y cestería embera-
chamí. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia
4. Mocagua
30. Martillazo