Aportes p ar a l a
C e le
l eb r ac i ó n
Homilía y guión para la Santa Misa
3er domingo de Pascua 15 de abril de 2018
Ciclo B. Color: Blanco Año XXII - Nº 1252
Aportes para la homilía
¿Cómo descubrir a Jesús?
Hech 3, 13-15. 17-19; Sal 4, 2. 4. 7. 9;
1Jn 2, 1-5a; Lc 24, 35-48
Nuestra cultura tiene una especial atracción
sobre los cuentos de fantasmas, aparecidos,
almas errabundas que atacan al ser humano
intentando destruirlo. Últimamente se han es-
trenado series de televisión y películas sobre
zombis, muertos vivientes y lo que tiene que ver
con ese inframundo. Todo eso está íntimamente
relacionado con la muerte, y cómo esta quiere
establecer su reinado en el mundo. Y a muchas
personas les encanta este género y cultivan un
gusto estético relacionado con la muerte.
Cierta vez los discípulos confundieron
a Jesús con un espectro, cuando caminó
sobre las aguas. También, según lo narra el
evangelio de hoy, cuando se apareció a los
discípulos estando las puertas y ventanas
cerradas, y por la poca fe, llenos de temor, lo
confundieron con un fantasma.
Entonces, ¿cómo reconocer al Señor y no
confundirlo con una aparición fantasmagóri-
ca? Reflexionemos la Palabra.
Pedro, en Hechos de los Apóstoles, habla
en nombre de la comunidad cuando compa-
recen ante el Sanedrín, luego de curar un
paralítico. Él hace un anuncio religioso para
los religiosos de su época, para que crean
en Jesús resucitado y lo acepten como el
Mesías esperado. Pedro hablaba como judío
para los judíos.
Hoy nos preguntamos si el lenguaje religio-
so de nuestra Iglesia aún suscita la fe como en
otros tiempos. Este interrogante ha suscitado
una intervención del papa Juan Pablo II en
1983 en la que pedía que en América Latina
haya “una nueva evangelización, nueva en su
ardor, sus métodos y su expresión”. Y el papa
Francisco, en “Evangelii gaudium” n. 269, pide
que haya empatía en el trato evangelizador con
las personas, por eso “deseamos integrarnos a
fondo en la sociedad, compartimos la vida con
todos, escuchamos sus inquietudes, colabora-
mos material y espiritualmente con ellos en sus
necesidades, nos alegramos con los que están
alegres, lloramos con los que lloran y nos com-
prometemos en la construcción de un mundo
nuevo, codo a codo con los demás. Pero no por
obligación, no como un peso que nos desgasta,
sino como una opción personal que nos llena
de alegría y nos otorga identidad”. Estas son
formas plausibles y que aún están de modo
embrionario entre nosotros para que sea efec-
tivo el anuncio del evangelio en nuestros días.
San Juan, en su carta, nuevamente vuelve
a ponernos el interrogante sobre el testimo-
nio, que es parte esencial del seguimiento de
Cristo. Una realidad que debemos aceptar es
el pecado, porque seguimos al Señor en un
camino de continua conversión. El pecado nos
asedia una y otra vez, pero siempre la bondad
del Señor está dispuesta a acercar perdón al
que tiene un corazón contrito y humillado. Jesús
intercede ante el Padre para dar el perdón y la
misericordia, y no solo a los creyentes, sino al
mundo entero. La plenitud del seguimiento se
alcanza cuando obedecemos la Palabra y así
habita en nosotros el amor de Dios. Este es
todo un programa de vida.
Conocer al Señor no es solamente apren-
der los principios de la catequesis, sino que
(Continúa en la p. 4).
Aportes - 1
Guión para la Santa Misa
1)  Introducción a la celebración
Hermanos y hermanas: Durante

todo el tiempo pascual, la liturgia
gira alrededor del centro de nues-
tra fe: Jesús resucitado que está
en medio de nosotros. El cristiano se
pregunta: ¿cómo descubrir a Jesús? A
veces nos pasa como a los discípulos,
que ante su presencia “estaban atónitos...
se resistían a creer”.
En este tercer domingo de Pascua,
Jesús vuelve a manifestarse a sus discí-
pulos para reavivar su fe: les fue abriendo
la inteligencia y los constituyó testigos de
la resurrección.
Oremos juntos, cantemos juntos y
juntos alimentémonos de la Palabra de
Dios y del Pan de Vida. Nos ponemos de
pie y cantamos.
2)  Saludo inicial
Jesús se aparece nuevamente a
sus discípulos para fortalecer su
fe, pero también para avivar su
alegría y hacerlos testigos de la
resurrección.
Que la alegría y la paz que nos trae
Jesús resucitado fortalezca su fe y
permanezca siempre con ustedes.
3)  Acto penitencial
(Si se realiza el rito de la aspersión, ver Domingo de
Pascua. De lo contrario, después de la invitación del
celebrante y un momento de silencio, se procede
en la forma habitual).
Hagan penitencia y conviértanse, 7)  Oración de los fieles
nos dirá san Pedro. Con humildad,
pidamos perdón.
–  Tú que siendo justo moriste para
 llevar los injustos a Dios. Señor, ten nitaria por las necesidades de todos los
piedad.
–  Tú que traes la alegría y la paz a
los que te siguen. Cristo, ten piedad.
Aportes - 2
–  Tú que nos llamas a ser testigos de
tu resurrección. Señor, ten piedad.
4)  Gloria
Con gozo por la resurrección de
Jesús, alabemos a la Santísima
Trinidad. Gloria...
5)  Liturgia de la Palabra
Primera lectura (Hech 3, 13-15.

17-19): En su primer discurso ante
la multitud, san Pedro anuncia
el centro de nuestra fe: Jesús ha
muerto y resucitado.
Salmo (Sal 4, 2. 4. 7-9): En afinidad
con la proclama de Pedro, el salmo ex-
presa seguridad y confianza en Dios.
Participamos de esta oración, aclamando:
Muéstranos, Señor, la luz de tu rostro.
Segunda lectura (1Jn 2, 1-5a): San
Juan nos reconforta mostrando a Jesús
como nuestro gran defensor y nos pide
testimoniarlo con acciones llenas de
amor.
Evangelio (Lc 24, 35-48): Jesús se
presenta a sus discípulos temerosos
para traer la paz, abrirles la inteligencia
y hacerlos testigos de la resurrección.
6)  Credo
Con la fuerza de Pedro ante el
mundo, confesemos que Jesús
resucitó y está sentado a la dere-
cha del Padre. Proclamemos con fervor:
Creo...
Jesús nos constituye testigos
de su resurrección. Como tales,
elevemos nuestra oración comu-
hombres.

A cada intención pedimos:
Aumenta nuestra fe, Señor.
4  Para que la Iglesia, en todo el mundo, testimonio y misión, recemos como Cristo
encarne una nueva evangelización que nos enseñó: Padre nuestro...
nazca de Jesús resucitado. Oremos.
11)  Cordero de Dios
4  Para que los gobernantes encuentren
El Mesías debía sufrir y resucitar
caminos de desarrollo y paz para nues-
al tercer día. Es Jesús que se hace
tra nación. Oremos.
pan partido y repartido. Este es el
4  Para que aquellos que viven sin fe en- Cordero de Dios que quita el pecado del
cuentren a Jesús por medio de nuestro mundo. Felices los invitados a la Cena
testimonio alegre y caritativo. Oremos. del Señor.
4  Para que nuestra comunidad evan- 12)  Comunión
gelice al barrio y sea testigo del gozo
Hermanos: La eucaristía nos une


y la esperanza cristiana liberando a
los más vulnerables de la droga y el a Jesús glorificado y nos da valor
alcoholismo. Oremos. para manifestarlo al mundo. Con
alegría vayamos a recibir el Pan
(Sustituir y/o añadir otras intenciones). de Vida.
¡Señor, Jesús! Haz que arda 13)  Avisos parroquiales
nuestro corazón de amor para


comprender mejor tus enseñan- (Después de la Oración
zas y ser ante el mundo discípulos postcomunión).
misioneros de tu resurrección. Te lo
pedimos a ti que vives y reinas por los
14)  Rito de conclusión
siglos de los siglos.
Hermanos: Jesús no nos quiere
8)  Presentación de las ofrendas encerrados y temerosos. Nos da
Después de alimentarnos con la la fuerza para ser testigos ante


Palabra de Dios, preparamos la el mundo de la fe que hemos celebrado.
mesa de la eucaristía. Junto al pan Ustedes son testigos de todo esto, nos
y al vino, presentemos al Señor dijo Jesús. Vayamos a la vida diaria a
nuestras dudas y temores, con el deseo comunicar al mundo, con alegría y paz,
de transformarnos en alegres testigos de que Jesús ha traído una vida nueva.
su resurrección. El Señor esté con ustedes. A tu pueblo
9)  Prefacio (P. E. Para diversas rejuvenecido por la gracia, concédele,
Señor, una permanente alegría para
circunstancias II)
que, de este modo, sea testigo de tu
Jesús ha resucitado y nos llama resurrección.


a ser sus testigos. Por eso, junto
Y que la bendición de Dios...
al celebrante, demos gracias al
Señor, nuestro Dios, porque Jesús 15)  Canto final
siempre está con nosotros en el camino Queridos hermanos: Con la alegría


de la vida. de ser llamados a una vida nueva
10)  Padrenuestro y recibir la misión de ser testigos
de ella, nos despedimos cantando.
Hemos concluido la Plegaria
eucarística. Como comunidad de
discípulos, para fortalecer nuestro
Aportes - 3
(Viene de la p. 1).
es una experiencia que abarca toda la vida. Él
nos da una nueva mentalidad, nos da nuevos
sentimientos, nos inspira nuevas actitudes.
Cuando hacemos una opción fundamental por
Jesús nuestra vida va en ascenso, como lo
expresan los místicos cristianos, o se amplía
hacia horizontes cada vez más vastos. Optar
radicalmente por Jesús tiene incidencias en la
comunidad, porque lleva a transformar la vida
familiar, política, económica, social, educativa,
recreativa… según los valores del reino que él
vino a instaurar.
Nuestra fe, al ser eminentemente comuni-
taria, sin prescindir de los aspectos persona-
les, nos desafía a testimoniar ante el mundo
“que la solución nunca consistirá en escapar
de una relación personal y comprometida
con Dios que al mismo tiempo nos compro-
meta con los otros. Eso es lo que hoy sucede
cuando los creyentes procuran esconderse
y quitarse de encima a los demás, y cuando
sutilmente escapan de un lugar a otro o de
una tarea a otra, quedándose sin vínculos
profundos y estables” (Evangelii gaudium, 91).
Así podríamos condensar el evangelio de hoy,
en el que san Lucas resume la actividad de la
comunidad de Jerusalén el día después de la
Pascua de Jesús.
Los discípulos de Emaús, pequeña comu-
nidad cristiana, habían reconocido al Señor en
la Fracción del Pan. Los discípulos, luego del
miedo pasan a la alegría, al saber que no creen
en un fantasma, y reconocen en las llagas del
Señor resucitado a aquel que estuvo crucifica-
do. Es el Señor que Cena con ellos, como en el
Jueves Santo, porque en la Eucaristía se revela
su rostro de amor. Y por último, “les abrió el en-
tendimiento” para que comprendan la Sagrada
Escritura, porque en ella también se revela su
rostro y por ella nos habla constantemente. La
comunidad, la Palabra-Eucaristía y las llagas
de Jesús son tres caminos por recorrer donde
podemos encontrarnos con el Señor vivo, que
Aportes para la Celebración es un subsidio litúrgico preparado por el equipo de redacción de El Domingo, periódico religioso de
la editorial San Pablo, propiedad de sociedad de san Pablo (Paulinos). Riobamba 230, C1025ABF Buenos Aires, Argentina.
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despeja nuestras dudas y nuestros miedos, que
nos sumergen en oscuros infiernos.
Tal como insinuamos, si no vivimos nuestra
fe comunitaria, somos poco cristianos. La fe
nos lleva a construir la comunidad familia, la
comunidad eclesial, la comunidad laboral, la
comunidad deportiva, la comunidad política…
Somos apóstoles de la comunión. Y disipamos
los miedos del individualismo, que sofoca a
muchos contemporáneos y los hace fríos e
indiferentes. La fe en comunidad es para crear
aquella utopía que nos legó Juan Pablo II: la
civilización del amor.
La Palabra-Eucaristía es la Fracción del
Pan, expresión viva de la comunidad cris-
tiana. Nuestra misa celebrada en el templo
cobra vida cuando compartimos el pan con
los pobres y buscamos que haya techo, tierra
y trabajo para todos. Si la Misa la vivimos
encerrados, lo cual sería propio de una secta,
es una fe muerta, que no incide en la vida del
mundo, ni hace de la creación la casa para
todos, la que debemos cuidar con esmero.
Jesús les mostró las llagas a sus discípu-
los para crean, como lo hizo con el incrédulo
Tomás. Podemos reflexionar este hecho con
las palabras del Papa: “A veces sentimos la
tentación de ser cristianos manteniendo una
prudente distancia de las llagas del Señor.
Pero Jesús quiere que toquemos la miseria
humana, que toquemos la carne sufriente de
los demás. Espera que renunciemos a buscar
esos cobertizos personales o comunitarios que
nos permiten mantenernos a distancia del nudo
de la tormenta humana, para que aceptemos
de verdad entrar en contacto con la existencia
concreta de los otros y conozcamos la fuerza
de la ternura” (Evangelii gaudium, 270).
Somos una comunidad de discípulos,
nuestra mente está abierta para reconocer
dónde está hablando y dónde se manifiesta
el Señor. Tememos el encierro y amamos sa-
lir al encuentro de los demás, llevándoles la
buena noticia de la resurrección. Somos una
comunidad de puertas abiertas.