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Es por ello que puede compensar dar una visión mas concreta de por
qué y cómo los nuevos espacios de la comunicación, que
denominamos espacios virtuales, son en si mismos unos
profundos transformadores de los mecanismos actuales por
los que se construye el conocimiento, y que por su futuro uso por
personas y organizaciones con diferentes finalidades, constituirán
En primer lugar hay que decir que los espacios virtuales no deben
entenderse como las propias tecnologías sobre las que se sustentan,
sino algo mucho más importante como son los vínculos de afinidad,
relación e interacción entre personas que comparten un
interés común por motivos profesionales, empresariales,
lúdicos, culturales, etc. Los espacios virtuales son áreas de
comunicación sin una presencia física permanente, aunque pueden
disponer ocasionalmente de dichos espacios, pero éstos no son nunca
la característica que define la existencia o valor del espacio virtual. El
espacio virtual se define por la afinidad entre sus miembros y la
posibilidad real de compartir sin competir, dentro de un colectivo
extenso y geográficamente disperso de cara a los objetivos comunes.
El interés común y las áreas de comunicación lo pueden ser de
intercambio de información temática, de una posible cooperación
ante la existencia de intereses comunes, y de la acción conjunta
frente a problemas u objetivos compartidos. En los espacios y
comunidades virtuales el modelo jerárquico de la organización
presencial tiende a diluirse en un marco extenso de relación de
muchos con muchos, de dinámicas de aportaciones temporales, de
liderazgo compartido y donde es más importante la afiliación al grupo
por el valor y efecto de lo que cada uno aporta y extrae, que la
existencia de unas reglas deterministas del comportamiento sobre
unos roles prefabricados con anterioridad. El espacio virtual nunca
existe mas allá de los usos compartidos y de los miembros que
los mantienen, y por su naturaleza inmaterial es construido y
destruido con enorme facilidad, pues los costes y los riegos son
siempre muy bajos. Por todo ello la velocidad de crecimiento de los
espacios virtuales es muy alta en algunos casos y muy lenta en otros.
En los primeros existen unas circunstancias que consiguen las
dinámicas óptimas de intercambios, ya que si se sabe poner en
común el interés de muchos miembros potenciales, el grupo crecerá
rápidamente, y porque ser miembro es casi siempre una decisión
individual y no comporta los esfuerzos y dificultades propias de la
movilidad que caracteriza a las organizaciones presenciales, ni la
toma de decisión colectiva.
Aunque puede parecer a primera vista que los espacios virtuales son
muy oportunos y eficaces para construir sobre ellos sistemas de
adquisición de conocimiento, su aplicación práctica se concretará a
corto plazo en casos muy aislados como lo serán los específicos de los
cursos de teleformación y en los ámbitos de colaboración internos de
las empresas o Intranet, refiriéndose en ambos casos a colectivos
mas o menos cerrados. No obstante a medio y largo plazo podemos
augurar que el desarrollo de las innovaciones que van a
requerir las organizaciones empresariales en la adquisición, y
gestión del conocimiento, valorarán y abrirán sin duda nuevos
mecanismos y oportunidades para la compartición de
conocimientos y el desarrollo personal basados en
comunidades y espacios virtuales, con clientes, proveedores y
miembros de la comunidad educativa y social.