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1985 o Terremoto del '85, afectó en la zona centro, sur y occidente de México y ha sido el más
significativo y mortífero de la historia escrita de México y su Capital. El Distrito Federal, fue la
que resultó más afectada. Cabe remarcar que la réplica del viernes 20 de septiembre de 1985
también tuvo gran repercusión para la Ciudad de México.
Este fenómeno sismológico se suscitó a las 7:19 a.m. Tiempo del Centro (13:19 UTC) con una
magnitud de 8,1 (MW), cuya duración aproximada fue de poco más de dos minutos, superando en
intensidad y en daños al terremoto registrado en 1957 también en la Ciudad de México.
El epicentro fue localizado en el Océano Pacífico, frente a las costas del estado de Michoacán,
muy cerca del puerto de Lázaro Cárdenas. Un informe del Instituto de Geofísica en colaboración
con el Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México publicado el 25 de
septiembre de 1985, detalla más aún que el epicentro fue localizado frente a la desembocadura
del Río Balsas localizada entre los límites del estado de Michoacán y Guerrero a las 07:17:48 a.m.
Tiempo del Centro alcanzando la Ciudad de México a las 07:19 a.m. con una magnitud de
8,4(MW).
Fue de un sismo de tipo trepidatorio y oscilatorio a la vez y registró una profundidad de 15.0
km.2 La ruptura o falla que produjo el sismo se localizó en la llamada Brecha de Michoacán,
conocida así por su notable, hasta ese momento, carencia de actividad sísmica. Se ha
determinado que el sismo fue causado por el fenómeno de subducción de la Placa de Cocos por
debajo de la Placa Norteamericana.
Una de las diversas apreciaciones en cuanto a la energía que se liberó en dicho movimiento fue su
equivalente a 1114 bombas atómicas de 20 kilotones cada una.
Réplicas
Se presentaron varias réplicas del fenómeno, siendo la más significativa la del día siguiente (20
de septiembre de 1985) reportada por el Servicio Sismológico Nacional a las 07:37:13 p.m.
(01:37:13 UTC) con una magnitud de 7,3 grados en la escala de Richter.5 Por su parte, el Servicio
Geológico de Estados Unidos registró una magnitud de 7,5 grados en la escala de Richter y con
una profundidad de 17.6 km.6 La réplica causó daños materiales en las construcciones dañadas
previamente por efecto del primer sismo, además de provocar el mayor daño estructural al
sacudir construcciones endebles.
Nunca se ha sabido el número exacto de víctimas debido a la censura impuesta por el gobierno de
Miguel de la Madrid. Se sabe que, por medio de testimonios, la escala mercalli en Ciudad de
México fue de entre IX y X. La ayuda internacional fue rechazada en un principio por el primer
mandatario, e incluso se sabe que un avión con ayuda humanitaria de Caritas Internacional
sobrevolaba el espacio aéreo del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México ya que no se le
daba permiso para aterrizar. Por orden de la primera dama, el avión y la ayuda internacional
lograron entrar a la ciudad para apoyar a los cuerpos de rescate mexicanos que, dada la magnitud
del desastre, en ese momento no daban abasto. Después de este incidente fue que el Gobierno
Federal decidió aceptar la ayuda internacional al ver sobrepasada sus capacidades de reacción
ante tal catástrofe. Años después se hicieron las siguientes apreciaciones al respecto:
Las personas rescatadas con vida de los escombros fueron aproximadamente más de
4,000. Hubo gente que fue rescatada viva entre los derrumbes hasta diez días después de
ocurrido el primer sismo.
Así mismo se cuentan hospitales como el Hospital Juárez, Hospital General y Centro
Médico Nacional donde se llegó a rescatar a poco más de 2.000 personas a pesar de que
en el derrumbe quedaron atrapados tanto el personal como los pacientes que se
encontraban en ellos.
Es notable el hecho de que en los hospitales derrumbados, una parte de los recién
nacidos —algunos de ellos en incubadora— se lograron rescatar. En especial tres recién
nacidos (dos niñas y un niño) que fueron rescatados de entre los escombros del Hospital
Juárez siete días después del terremoto. A esos bebés se les llegó a conocer como "Los
Niños/Bebés del Milagro", o "El Milagro del Hospital Juárez"; la razón de este sobrenombre
fue que en los siete días que estuvieron bajo los escombros, los bebés estuvieron
completamente solos, no hubo nadie que les diera de comer o beber, nadie que los
cubriera y les diera calor, y a pesar de tener todo en contra, los tres salieron vivos. Se
recuerda que al momento de rescatar al primer bebe (una niña), todos los rescatistas y
trabajadores pararon e incluso apagaron toda la maquinaria a la espera del llanto del
bebé, que vino unos instantes después, corroborando que se encontraba con vida.
Como consecuencia, doce de los edificios multifamiliares del Conjunto Urbano Nonoalco
Tlatelolco y nueve del Multifamiliar Juárez tuvieron que ser demolidos; en los seis meses
siguientes fueron demolidos más de 152 edificios en toda la ciudad. Se recogieron
2,388,144 m3 de escombros; tan sólo para despejar 103 vías consideradas prioritarias se
retiraron 1,500,000 t de escombros (110,600 viajes de camiones de volteo).
Más de un millón usuarios del servicio eléctrico quedaron sin servicio, y a los tres días del
suceso sólo se había restablecido el 38% de éste. Entre los daños a este servicio se
cuentan 1,300 transformadores, 5 líneas de transmisión, 8 subestaciones y 600 postes de
luz.
El servicio de telefonía pública de la entonces empresa estatal Telmex fue gratuito hasta
su privatización en los años 90.
Las alertas de sanidad se dispararon, siendo una de las más trascendentes la presencia de
sangre (proveniente de las víctimas del sismo) en muestras del agua potable en toda la
red de la ciudad.
Hubo escasez de agua como consecuencia de varias averías en el Acueducto Sur Oriente
con 28 fracturas, la red primaria con 167 fugas y la red secundaria con 7,229 fugas.
Drenaje afectado: Río La Piedad, 6,500 metros afectados; en menor grado, el Río
Churubusco. Filtraciones de la lumbrera 9 a la 14 del Emisor Central y en 300 metros del
Interceptor Centro-Poniente.
Era imposible la comunicación exterior vía teléfono pues fue seriamente dañada la
estructura. No fue sino hasta marzo de 1986 que se restableció en su totalidad el servicio
de larga distancia nacional e internacional. Debido a esto, el número de telegramas y
télex sumó 685,466, mientras que los comunicados por radio y televisión fueron más de
39,000.
El número de empleos perdidos por los sismos se estima entre 150,000 y 200,000.
Se crea la agrupación civil "Brigada de Rescate Topos Tlatelolco", grupo de rescate que
ha auxiliado a la población incluso a nivel internacional llegando en la actualidad a
participar en las labores de rescate del Terremoto del Océano Índico de 2004, fenómeno
que generó una ola gigante conocida como tsunami y el Terremoto de Haití de 2010.
Tal parece que la Tierra tiene memoria. El mismo día, a las 13:15, trepidaron
edificios, casas, escuelas, hospitales, torres, plazas públicas, iglesias en la Ciudad
de México, pero también en Morelos, Puebla, Estado de México y Veracruz. El
sismo de este 2017 fue de 7.1 grados, menor al de 8.1 grados de aquel 1985, pero
con réplicas múltiples que despertaron las alertas psicológicas más profundas
Se veía en las miradas tan profundas como los parques a donde acudimos para
no sentirnos solos. Se observó ante la lejanía de cualquier ventana que pudiera
derrumbarse. Se sintió en la disciplina de quienes volvieron a desalojar escuelas y
edificios públicos y privados.
Las colonias Roma y Condesa, tan castigadas en el 85, repitieron las escenas de
casas cuarteadas y derrumbadas, pero los daños fueron mucho menos que hace
32 años. No sucedió lo mismo ahora en la colonia Del Valle, en la delegación
Benito Juárez, donde el C5 de la Ciudad de México reportó el mayor número de
derrumbes de edificios: en avenida Coyoacán y Providencia; en Escocia y Nicolás
San Juan, en Eugenia y Edimburgo; en Escocia y Ferrón; en Petén y Zapata; en
Gabriel Mancera y Escocia; en Viaducto y Coyoacán; en avenida Santa Ana y
Ejido.
Las porfirianas y ahora gentrificadas colonia Roma y Condesa vivieron el epicentro
de su propia memoria. Cientos de jóvenes acudieron al rescate en los edificios de
Lares y Ámsterdam, de Tabasco y Medellín, de Salamanca esquina con Oaxaca,
de Querétaro y Medellín, de Puebla 282, de Álvaro Obregón y Valladolid, y de
Yucatán 286. Nunca como ahora esas escenas del 85 volvieron a surgir en las
miradas de quienes sobrevivieron a esa fecha trágica.
Como hace 32 años, la sociedad civil se ha organizado de una forma mucho más
dinámica que las propias autoridades. Ese surgimiento de la solidaridad que
cambió para siempre el tejido social de los habitantes de la Ciudad de México en
el 85 se activó en este 2017. Muchos jóvenes y colonos han aprendido que lo
importante son los miles de brazos, cubetas, palas, picos, agua para rescatar a los
suyos.
“Personas que quieran ayudar para relevar a los que se encuentran, formen filas”.
Y ahí estaban los vecinos, los adolescentes recién salidos de las escuelas y
muchas mujeres organizando la distribución del agua y también la recolección de
escombros ante la tardanza de los equipos de bomberos, policías y rescatistas
profesionales.
La memoria de la sociedad civil está más a flor de piel que nunca, quizá la
principal herencia del 85.
Apenas horas antes del sismo, el senador Emilio Gamboa Patrón, secretario
privado del presidente Miguel de la Madrid en aquel fatídico 85, consideró que ese
19 de septiembre fue “uno de los peores días que ha tenido México”.
–En esa época se cuestionó mucho la inacción del gobierno del presidente De la
Madrid –le cuestionaron.
–Yo creo que fue tan grande que rebasó a cualquier gobierno. Cuando salió la
sociedad, a mí me dio mucho gusto. Se organizó la sociedad, los mexicanos en
eso somos muy solidarios. Lo acabamos de ver en Oaxaca, lo acabamos de ver
en Chiapas.
Lucrar con la tragedia siempre es una peligrosa tentación para los políticos de
todos los partidos en vísperas del inicio del proceso de sucesión. La sociedad civil,
en este año, nunca se los perdonará ni lo haría pasar por alto.
México es un país cuya historia ha estado ligada al fenómeno sísmico como lo muestran los
códices de las civilizaciones anteriores a la conquista.
El primer temblor de gran intensidad data del 7 de junio de 1911[1] conocido como "el sismo de
Madero" ya que éste se produjo paradójicamente cuando Francisco I. Madero hacía entrada a la
capital. Este temblor afectó la región situada entre los estados de Jalisco y Colima. En esa ocasión
se registraron más de 45 muertos. A causa de este sismo desapareció del mapa el municipio de
Ciudad Guzmán.
El 28 de julio de 1957 se registró en la Ciudad de México, un temblor de magnitud 7.7 cuyo
epicentro se localizó frente a las costas de Guerrero, alcanzó la intensidad de X en la escala de
Mercalli. Se recuerda como "el sismo del Ángel", porque a causa del movimiento se cayó dicha
estatua que corona la Columna de la Independencia. El saldo total de dicho terremoto fue de 52
muertos, 569 lesionados, más de 100 derrumbes y pérdidas materiales calculadas en 100 millones
de pesos de aquella época.
Pero el terremoto del 19 de septiembre de 1985, fue el más mortífero y destructivo que se ha
registrado en la historia de la ciudad de México[2]. El epicentro se localizó en las costas de
Michoacán y Guerrero, rotura del contacto entre las placas de Cocos y de Norteamérica, en una
extensión de 50 km x 170 km y unos 18 km de profundidad. Su magnitud fue 8.1, según informó el
Instituto de Geofísica de la UNAM, con una duración de casi cuatro minutos, de los cuales, un
minuto y treinta segundos corresponden a la etapa de mayor movimiento.
Esa mañana, un trágico despertar dejó a su paso: muertos, heridos, desaparecidos, damnificados,
edificios públicos, privados y casas habitacionales destruidas; inmuebles en peligro de caer;
interrupción en el servicio de agua, energía y teléfonos; fugas de agua y gas; múltiples rupturas en
el asfalto y la paralización total en el servicio de transporte colectivo.
Por todos lados surgieron brigadas de rescate de aquellos que desinteresadamente ofrecieron
algo más que sus propias manos. Crecía a cada momento la incertidumbre y luego la
desesperación, no había picos, ni palas, ni marros, mucho menos maquinaría o aparatos
especiales para las labores de salvamento; hospitales y ambulancias no se daban abasto,
mientras que la escasez de medicamentos y sangre tuvieron como consecuencia la pérdida de
muchas vidas que pudieron ser salvadas.
El secretario de la Defensa Nacional, anunció minutos después del temblor que el Ejército
Mexicano había puesto en operación el Plan DN-III de auxilio a la población civil. Para
millones de capitalinos, entre las 7:19 y 7:22 todo terminó para empezar dramáticamente.
La noche del jueves miles de habitantes del Distrito Federal, atemorizados ante la posibilidad
de un nuevo temblor, durmieron fuera de sus casas en albergues improvisados y
campamentos ubicados en parques, camellones, aceras y, en menor medida, en instalaciones
públicas.
Viernes 20 de septiembre
La noche del viernes sucede lo peor: vuelve a temblar a las 19:38 hrs, con magnitud de 7.6,
duración de un minuto y medio en las coordenadas epicentrales 17.4 latitud norte 102.0 longitud
oeste. Como consecuencia, se derrumbaron 20 edificios más y el pánico fue inevitable. Hora y
media después del temblor, el Presidente de la República dirigió un mensaje a la población a
través de la TV y la radio, en el que expresó su reconocimiento a la población por su
"extraordinaria solidaridad".
Este sismo causó alarma en la región epicentral y el colapso de estructuras dañadas por el evento
principal del día anterior. Ocasionó también un tsunami en la zona de Ixtapa con una altura de 1.5
m, cuando menos. El gobierno de la Ciudad, dio cifras preliminares del desastre:
aproximadamente mil personas atrapadas entre los escombros; cinco mil heridos y tres mil
damnificados; 250 edificios caídos y otros 50 en peligro de derrumbarse. Entre los edificios
colapsados y que por su importancia destacan, están: El Hospital Juárez de 11 pisos, donde se
encontraban, se dice, unas 700 personas; la unidad de gineco obstetricia del Hospital General, con
más de 500 pacientes y un número indeterminado de niños recién nacidos; el edificio "Nuevo
León" en Tlatelolco, donde vivían 185 familias; un multifamiliar de la Unidad Juárez; los hoteles:
Regis, Montreal, De Carlo, Romano, Principado y Versalles con un número indeterminado de
huéspedes.
Los edificios de gobierno derrumbados fueron el de la Secretaria de Trabajo, FONACOT, SECOFI, el
recientemente estrenado Instituto Mexicano de la Radio, una de las torres del conjunto Pino
Suárez, tres pisos del ala norte del conjunto de la Secretaria del Consumidor. También se anunció
el derrumbe del edificio ocupado por la Policía Judicial Federal. Múltiples viviendas populares de
las colonias Roma, Morelos, Guerrero y Tepito también se vinieron abajo
Treinta mil efectivos militares del Plan DN-III continuaron con las labores de rescate. Es dramática
la cifra de personas fallecidas: 2,822 según la Secretaría de Protección y Vialidad.
El Servicio Médico Forense, manifestó el riesgo de epidemias por contaminación del agua ya que
"no se había establecido un programa sanitario debido a la magnitud del problema". Por su parte,
la Secretaría de Salud, pidió tranquilidad a la población ante la eventualidad de complicaciones de
contaminación y epidemias, ya que "todo estaba bajo estricto control".
Lunes 23 de septiembre
Este día, los pacientes encamados de la Cruz Roja de Polanco fueron reacomodados en salas que
fueron adornadas con flores, muñecos de peluche y hasta televisión. Los convalecientes, muchos
de ellos con indicación médica de reposo absoluto, recibieron la visita de distintas damas
distinguidas entre las que destacaron la primera dama del país y la de Estados Unidos, quien
recorrió la zona afectada en medio de un aparatoso, estorboso y prepotente equipo de seguridad.
Paulatinamente la ciudad comenzó la reconstrucción, a cerrar la herida cuya cicatriz quedará en la
memoria histórica con la bandera Nacional a media asta todos los 19 de septiembre, a partir de
1985.
"Gustavo Esteva"
En gran medida, el gobierno está organizado para controlar, mantener las instituciones, el Statu
quo y sobre todo el poder. A partir del día 19 de septiembre resultó evidente que el gobierno
quedaba a la zaga; pasaron 39 horas antes de que el Presidente dirigiera su mensaje a la nación.
Nadie supo lo que era el plan DN-III; la población quedó con la idea de que consistía en acordonar
las zonas de peligro. En pocas palabras, el gobierno falló.
Primero trató de minimizar el desastre. Ordenó a los habitantes "Quédense en su casa", cuando
debió hacer un llamado a los profesionistas: ingenieros, médicos, arquitectos, mineros,
enfermeras, dueños de constructoras, caterpillars, grúas, etc. Segundo, rechazó la ayuda
internacional regresando aviones que más tarde volvieron a aterrizar. Que sí, que siempre sí la
necesitábamos. Tercero, lanzó la ilusión de la normalidad. Había que volver a ella a toda costa.
Estábamos viviendo la mayor catástrofe de nuestra historia y nos repetían "México está en pie, en
pie todos, el país en pie". Aún no sacábamos a nuestra gente de los escombros, pero ya estábamos
en pie, camino a la normalidad.
Fue la población por encima de siglas, partidos políticos, secretarías de Estado, estratos sociales,
los puros cuates, los compadres, quienes se organizaron en las colonias. Así surgieron las cuadrillas
de salvamento y los albergues. Pasaron muchas horas antes de que el gobierno llegara a tomar las
riendas...