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* Segunda restauración (8 julio 1815–2 agosto 1830): Louis XVIII y el terror blanco
* Asesinato del duque de Berry, hijo del futuro Charles X (14 febrero 1820)
* El gobierno ultra del conde de Villèle (14 diciembre 1821 - 4 enero 1828)
* Muerte de Louis XVIII y coronación de Carlos X (16 septiembre 1824–2 agosto 1830)
* Leyes sobre el Sacrilegio (enero 1825) e Indemnización de los emigrados (abril 1825)
* Petición de los 221, disolución de la Cámara y renuncia de los ministros (marzo 1830)
* Solo el impuesto sobre la tierra se tiene en cuenta para determinar el censo electoral
* La revolución de 1830 en Paris: “Trois glorieuses” (27-29 julio 1830): 1.000 muertos
* Primera revuelta de los obreros de la seda de Lyon (canuts): 21-24 noviembre 1831
* Segunda revuelta de los canutos en Lyon (9-15 abril 1834): 600 muertos
* Sublevación republicana en Paris (5 junio 1832): 166 muertos (Hugo, Les misérables)
* Ley de educación primaria de Guizot: una escuela por cada comuna (junio 1833)
* Revuelta de la Sociedad de las estaciones de Louis Auguste Blanqui (12 mayo 1839)
* El gobierno de François Guizot (30 octubre 1840 - febrero 1848): « Enrichissez vous »
* Aumento del 45% en los cuatro impuestos directos pagados por los campesinos
* Nueva manifestación y alarma burguesa (16 abril 1848): « à bas les communistes ! »
* El general Cavaignac y las Jornadas de Junio (23-26 junio 1848): 3.000 muertos
* Participación femenina en los clubs prohibida: Eugenie Niboyet y La voix des femmes
* Formación del ministerio Odilon Barrot – Alfred de Falloux (29 diciembre 1848)
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* La expedición romana para restaurar al papa Pío IX (14 abril - 4 julio 1849)
* Elecciones a la Asamblea Legislativa (13-14 mayo 1849): gana el Partido del Orden
* Ley Falloux: Nueva ley de educación permite curas y monjas enseñar (15 marzo 1850)
* La abolición del sufragio universal por la Asamblea Legislativa (31 mayo 1850)
* Destitución del general Changarnier por Luis Bonaparte (12 enero 1851)
* Nuevo ministerio Fould-Baroche, a pesar del voto de desconfianza (11 abril 1851)
* Elecciones al Cuerpo Legislativo (29 febrero 1852): 258 bonapartistas de 261 en total
* Decreto que prohíbe las reuniones de más de 20 personas (25 de marzo 1852)
22-25 febrero 1848: Revolución Francesa de 1848 (350 dead): Gobierno Provisional:
Lamartine, Arago, Ledru-Rollin, Marie, Flocon, Marrast, Recurt, Louis Blanc y Albert.
Segunda República francesa (24 febrero 1848 - 2 diciembre 1851 / 2 diciembre 1852)
Aumento del 45% en los 4 impuestos directos pagados por los campesinos
23-26 de junio de 1848: Las Jornadas de Junio (Journées de Juin) (3.000 muertos):
Declaración del estado de sitio en París
Expedición romana (24 abril 1849: desembarco - 4 julio 1849: derrota de la república)
Leyes adoptadas por el Partido del Orden: 1. La circular de d'Hautpoul, 2. La ley contra
los maestros de escuela, 3. El proyecto de ley contra los alcaldes, 4. La ley Falloux
Este período está marcado por los Cien Días, del 20 de marzo al 22 de junio 1815,
durante los cuales Napoleón volvió al poder. Este interludio distingue a la primera
restauración de la segunda restauración. Esta fue seguida por la monarquía de Julio
1830 a 1848, también limitado por la nueva Charte de 1830, bajo el reinado de Louis-
Philippe, procedente de la rama más joven de los Borbones (los Orléans).
Luis, de conformidad con la Declaración de St. Ouen, concedió una constitución escrita,
la Carta de 1814 (4 de junio de 1814), que garantizó una legislatura bicameral, con una
Chambre des pairs designada por el rey y hereditaria, y una Cámara de Diputados,
electa. El papel de la legislatura era consultivo (excepto en materias fiscales), ya que
sólo el rey tenía la facultad de proponer o de sancionar las leyes, y designar o deponer
ministros. El servicio militar obligatorio fue abolido. El Poder Judicial estaba a cargo de
jueces designados por el rey e inamovibles; el sistema del jurados se mantuvo. Todos
los códigos se mantuvieron en vigor. Se le restituyeron sus títulos a la antigua nobleza,
y la nobleza imperial mantuvo los suyos. La nobleza ya no confería "una exención de
las cargas y obligaciones de la sociedad" como bajo el antiguo régimen. El derecho a
voto fue otorgado a hombres de por lo menos treinta amosque pagaran al menos 300
francos de impuestos directos. Bajo este sistema de sufragio censitario, solamente un
1% de las personas podían votar a la Cámara de Diputados, cuyos miembros debñian
pagar, para poder ser electos, más de 1.000 francos de impuestos directos. La quinta
parte de los diputados era renovable cada año, y la Cámara de Diputados podía ser
disuelta por el Rey. Muchas de las reformas del período revolucionario se dejaron
intactas, tales como el Código de Napoleón (que garantizaba la igualdad jurídica y las
libertades civiles), la venta de los bienes nacionales, y el nuevo sistema de dividir el
país en departamentos. Las relaciones entre Iglesia Católica y el Estado continuaron
siendo reguladas por el Concordato de 1801, por el cual el Estado pagaba los sueldos
de empleados a cambio de la iglesia no intentara revertir la venta de los bienes
nacionales (el Concordato fue derogado tras la separación de Iglesia y Estado en 1905).
Sin embargo, el preámbulo de la Carta de 1814 declaraba que la Charte de 1814 era
una "concesión" otorgada "por el libre ejercicio de nuestra autoridad real".
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Los Cien Días son el período comprendido entre el regreso del emperador Napoleon I a
París desde el exilio de Elba, el 20 de marzo de 1815, y la segunda restauración del rey
Luis XVIII, el 8 de julio 1815 (un período de 111 días). Este período fue testigo de la
guerra de la séptima coalición entre Napoleón y las potencias en el Congreso de Viena,
(el Reino Unido, Rusia, Austria y Prusia) e incluye la Campaña de Waterloo y la guerra
napolitana. La derrota de Napoleón en la batalla de Waterloo condujo a la restauración
de la monarquía francesa por segunda vez y el exilio permanente de Napoleón a la isla
de Santa Elena, (a 2.000 kms. de la costa africana), donde murió en mayo de 1821.
8 de julio 1815: Regreso de Louis XVIII: Formó un gobierno con Talleyrand y Fouché. Su
reinado se caracterizó por una fuerte reacción conservadora y el restablecimiento de la
Iglesia Católica Romana como un poder en la política francesa. Pero el nuevo régimen
de los Borbones era una monarquía constitucional, a diferencia del antiguo régimen
absolutista, por lo que había límites a su capacidad para reprimir a la población.
1815: Terror blanco: Bandas de realistas armados, conocidos como Verdets porque
llevan la escarapela verde, el color del conde d'Artois, jefe de los ultras monárquicos.
Esta ola de terror realista es particularmente sangrienta en torno a Marseille y
Toulouse, donde decenas de soldados y oficiales bonapartistas son asesinados. El
pueblo y la burguesía protestante, que apoyaron la Revolución y el Imperio, se vieron
afectados por esta ola de violencia. Los problemas llegan a su fin en el otoño de 1815.
El final del año 1815 está marcado por una serie de leyes represivas, entre octubre
1815 y julio de 1816, las que, sumadas a la depuración del aparato judicial, se conocen
como el "segundo terror blanco": esta legislación represiva incluye la Ley de Seguridad
General de 29 de octubre 1815, que suspende las libertades civiles y permite
encarcelar sin juicio, así como una ley sobre los escritos sediciosos, el 9 de noviembre
1815, y por último, el 27 de diciembre 1815, la restitución de los tribunales prebostales
que fallaban en materia de delitos políticos, sin un jurado o apelación. Estas medidas
aprobadas por la Cámara sólo fueron implementadas por un tiempo, ya que Luis XVIII
hizo prevalecer a partir de entonces su política de conciliación. 250 condenas.
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En abril de 1825, Carlos X aprobó la Ley de Indemnización de los emigrados que habían
perdido sus propiedades, vendidas como bienes nacionales durante la revolución. Los
liberales criticaron la "ley de mil millones a los emigrados", que beneficiaba a 250.000
privilegiados. El costo de ley para indemnizar los emigrados, aproximadamente 988
millones de francos (“los mil millones de los emigrados”), fue financiado por bonos del
Estado por un valor de 600 millones de francos en una tasa de interés anual del 3%.
Alrededor de 18 millones de francos fueron pagados anualmente a los emigrados.
Carlos X decidió repetir la ceremonia de coronación real en Reims en 1825. Fue ungido
con el óleo santo traído del cielo por una paloma en el año 496, se postró ante el altar,
y recibió el anillo, el cetro, la mano de la justicia y la corona. Incluso tocó algunas
personas enfermas de escrófula, y se informó que algunos se habían recuperado. El
obispo Frayssinous fue nombrado Ministro de Asuntos Eclesiásticos e Instrucción
Pública (1824-1827). En 1828 regresan los jesuitas.
Charles X debe hacer frente a la mayoría electa, y llamó al vizconde de Martignac para
formar gobierno, que llevará a cabo una política liberal. Se quita a los jesuitas la
dirección de ocho colegios en 1828; se limita el rol de las congregaciones religiosas en
la educación. La ley de prensa de julio 1828 suaviza el régimen. Cousin y Guizot
reanudaron las clases. Pero Martignac es criticado por los ultras por su liberalismo, y
por los liberales por su política demasiado tímida. Debe retirarse en 1829.
Para mejorar el prestigio real para las elecciones de julio de 1830, la conquista de Argel
se puso en marcha el 25 de mayo 1830. Sin embargo, la toma de Argel sólo se conoce
el 9 de julio, durante las elecciones. Es demasiado tarde, la oposición obtiene una
mayoría abrumadora. El 25 de julio de 1830, Charles X suspende la libertad de prensa,
disuelve la Cámara de diputados y reduce el número de votantes por 4 Ordenanzas de
Saint-Cloud (Ordonnances de Juillet), publicadas el 26 de julio de 1830:
3. Cambia la ley electoral: sólo el impuesto sobre la tierra se tendrá en cuenta para
determinar el censo electoral; los prefectos establecerán solos las listas de electores,
que se publicarán 5 días antes de las elecciones; las elecciones tendrán lugar por
votación abierta.
Estas órdenes provocaron la revuelta de París, que veía en ellas un golpe de estado.
Unos 200 soldados muertos en y alrededor de 800 de los insurgentes.
En Polonia, el zar Nicolás I de Rusia, que quiere intervenir en contra de los belgas en
nombre de la Santa Alianza, da la orden de movilización de las tropas polacas el 18 de
noviembre de 1830. En oposición a esta intervención, los nacionalistas desatan el 29 la
Insurrección de Noviembre. El ejército polaco se unió a la rebelión de inmediato. Pero
la reacción de Rusia, que dispuso de fuerzas muy superiores en la batalla de Ostrołęka,
llevó a la captura de Varsovia en 1831, seguida de una represión y una rusificación
sistemática. Diez mil patriotas partieron al exilio en Suiza, Bélgica y Francia.
Los obreros de la seda (canuts) de Lyon se rebelaron dos veces. La primera revuelta,
del 21 al 24 de noviembre de 1831, es considerada uno de las primeras rebeliones
obreras. Los canutos ocuparon Lyon, gritando "Vivir libre trabajando o morir
peleando!" Luis Felipe envió 20.000 soldados y 150 cañones para reprimirlos. Del 9 a
15 abril 1834 tuvo lugar la segunda rebelión; los canutos ocuparon las alturas de Lyon.
La revuelta duró 6 días antes de ser suprimida por 12.000 soldados, dejando unos 600
muertos.
Guizot, Ministro de Educación y Asuntos Religiosos, pasa en junio de 1833 una Ley de
Educación Primaria que requiere la creación de una escuela primaria en cada comuna.
El atentado del republicano Fieschi (28 de julio de 1835) y las leyes de septiembre 1835
(represión judicial y censura). 7 muertos y 3 ejecutados.
« Enrichissez vous par le travail et par l'épargne et ainsi vous serez électeur ! ».
El 12 de mayo de 1839, la Liga de las estaciones (Société des saisons), sociedad secreta
republicana, cuyos líderes son Martín Bernard, Barbès Armand y Blanqui, desencadena
una insurrección en París, Rue Saint-Denis y Saint-Martin. La operación fracasa y los
conspiradores fueron arrestados. La Liga de los Justos tomó parte en esta revuelta.
Karl Marx, Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850 y El 18 brumario de Luis
Bonaparte (1852)
La que dominó bajo Luis Felipe no fue la burguesía francesa sino una fracción de ella: la
llamada aristocracia financiera. La burguesía industrial propiamente dicha constituía
una parte de la oposición oficial, es decir, sólo estaba representada en las Cámaras
como una minoría. Su oposición se manifestaba más decididamente a medida que se
destacaba más el absolutismo de la aristocracia financiera y a medida que la propia
burguesía industrial creía tener asegurada su dominación sobre la clase obrera,
después de las revueltas de 1832, 1834 y 1839.
El 5 y el 6 de junio de 1832 hubo una sublevación republicana en París que dejó unos
800 muertos y fue descrita por Victor Hugo en Les Misérables. En abril de 1834 estalló
la insurrección de los obreros de Lyon, una de las primeras acciones de masas del
proletariado francés. La insurrección del 12 de mayo de 1839 en París fue preparada
por la Société des Saisons de Auguste Blanqui y Armand Barbès.
La pequeña burguesía en todas sus gradaciones, al igual que la clase campesina, había
quedado completamente excluida del poder político. El incremento de la deuda pública
interesaba directamente a la fracción burguesa que gobernaba y legislaba a través de
las Cámaras. El déficit del Estado era precisamente el verdadero objeto de sus
especulaciones y la fuente principal de su enriquecimiento. La monarquía de Julio no
era más que una sociedad por acciones para la explotación de la riqueza nacional de
Francia, cuyos dividendos se repartían entre los ministros, las Cámaras, 240.000
electores y su séquito. Luis Felipe era el director de esta corrupción.
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Periódicos opositores:
El jefe de los comunistas era Étienne Cabet: escribió en 1840 Voyage en Icarie,
descripción de una ciudad ideal, y fundó en 1848 una comunidad utópica en Texas.
22-25 febrero 1848: Revolución Francesa de 1848: Gobierno Provisional (350 dead)
Segunda República francesa (24 febrero 1848 - 2 diciembre 1851 / 2 diciembre 1852)
Marche, un obrero, dictó el decreto por el que el Gobierno provisional que acababa de
formarse se obligaba a asegurar la existencia de los obreros por el trabajo, a procurar
trabajo a todos los ciudadanos, etc. Y cuando, pocos días después, el Gobierno
provisional olvidó sus promesas y parecía haber perdido de vista al proletariado, una
masa de 20.000 obreros marchó hacia el Hôtel de Ville a los gritos de ¡Organización del
trabajo! ¡Queremos un ministerio propio del trabajo! A regañadientes y tras largos
debates el Gobierno provisional nombró una Comisión especial permanente encargada
de encontrar los medios para mejorar la situación de las clases trabajadoras. Esta
Comisión estaba formada por delegados de las corporaciones de artesanos de París y
presidida por Louis Blanc y Albert. Se le asignó el Palacio de Luxemburg como sala de
sesiones. De este modo, se desterraba a los representantes de la clase obrera de la
sede del Gobierno provisional. La Comisión de Luxemburg, a diferencia de todo poder
estatal profano no disponían de ningún presupuesto ni de ningún poder ejecutivo.
El Gobierno Provisional, que se había visto obligado a proclamar la república, hizo todo
lo posible por hacerla aceptable para la burguesía y para las provincias. El terror de la
primera república francesa fue desautorizado mediante la abolición de la pena de
muerte para los delitos políticos; se dio libertad de prensa para todas las opiniones; el
ejército, los tribunales y la administración siguieron, salvo algunas excepciones, en
manos de sus antiguos dignatarios y a ninguno de los altos delincuentes de la
monarquía de Julio se le pidieron cuentas (impunidad).
Lo que hizo el Gobierno provisional fue, por el contrario, dar curso forzoso a los billetes
de Banco y convertir todos los Bancos provinciales en sucursales del Banco de Francia,
permitiéndole así lanzar su red por toda Francia. Más tarde, le hipotecó los bosques del
Estado como garantía de un empréstito que contrajo con él. De este modo, la
revolución de Febrero reforzó y amplió la bancocracia que venía a derribar.
Aumento del 45% en los 4 impuestos directos pagados por los campesinos
Este impuesto iba sobre todo contra la clase campesina, es decir, contra la gran
mayoría del pueblo francés. Los campesinos tenían que pagar las costas de la
revolución de Febrero; de ellos sacó la contrarrevolución su principal contingente. El
impuesto de los 45 céntimos era para el campesino francés una cuestión vital y la
convirtió en cuestión vital para la república. Desde este momento, la república fue
para el campesino francés el impuesto de los 45 centavos y en el proletario de París vio
al dilapidador que se daba buena vida a costa suya. Mientras que la revolución del
1789 comenzó liberando a los campesinos de las cargas feudales, la revolución de
1848, para no poner en peligro al capital y mantener en marcha su máquina estatal,
anunció su entrada con un nuevo impuesto cargado sobre la población campesina.
Talleres Nacionales: (ateliers nationaux) tal era el nombre de los talleres del pueblo,
que Luis Blanc predicaba en el Luxemburg. Los talleres del ministro de trabajos
públicos Pierre Marie de Saint-George, proyectados con un criterio que era el polo
opuesto al del Luxemburg, como llevaban el mismo rótulo, daban pie para un
equívoco. El propio Gobierno provisional hizo correr el rumor de que estos Talleres
Nacionales eran invención de Luis Blanc, cosa tanto más verosímil cuanto que Luis
Blanc, el profeta de los Talleres Nacionales, era miembro del Gobierno provisional. Y
en la confusión, medio ingenua, medio intencionada de la burguesía de París, aquellas
workhouses eran la primera realización del socialismo, que con ellas quedaba clavado
en la picota. No por su contenido, sino por su título, los Talleres Nacionales
encarnaban la protesta del proletariado contra la industria burguesía, contra el crédito
burgués y contra la república burguesa. Sobre ellos se volcó, por esta causa, todo el
odio de la burguesía. Esta había encontrado en ellos el punto contra el que podía
dirigir el ataque una vez que fue lo bastante fuerte para romper abiertamente con las
ilusiones de Febrero. Todo el malestar, todo el malhumor de los pequeños burgueses
se dirigía también contra estos Talleres Nacionales, que eran el blanco común. Con
verdadera rabia, echaban cuentas de las sumas que los vagos proletarios devoraban
mientras su propia situación iba haciéndose cada día más insostenible. ¡Una pensión
del Estado por un trabajo aparente: he ahí el socialismo! —refunfuñaban. Los Talleres
Nacionales, las declamaciones del Luxemburgo, los desfiles de los obreros por las calles
de París: allí buscaban ellos las causas de sus miserias. Y nadie se mostraba más
fanático contra las supuestas maquinaciones de los comunistas que el pequeño
burgués, que estaba al borde de la bancarrota y sin esperanza de salvación. Otras
concesiones hechas por la burguesía al proletariado fueron la reducción de la jornada
laboral a 10 horas diarias en París y a 11 horas diarias en las provincias, así como la
prohibición de la tercerización (subcontratación: marchandage)
Los diputados elegidos son reclutados casi exclusivamente en la burguesía (hay 410
abogados) y la nobleza. No hay campesinos, y los obreros y artesanos son sólo 15 de
los 900 miembros electos. La nueva asamblea cuenta con unos 300 monárquicos
disfrazados de républicains du lendemain, como los legitimistas (100) y orleanistas
(unos 200) como Odilon Barrot, Charles de Rémusat y Alexis de Tocqueville. Hay
alrededor de 500 républicains de la veille, los radicales y los socialistas son sólo 100. La
Asamblea Nacional Constituyente se reunió el 4 de mayo de 1848, dispuesta a
deshacerse de "la hipoteca roja".
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¡Esta situación tiene que terminar! Con este grito, la Asamblea Nacional expresaba su
firme resolución de forzar al proletariado a la batalla decisiva. La Comisión Ejecutiva
promulgó una serie de decretos de desafío, tales como la prohibición de
aglomeraciones populares, etc. Pero el verdadero punto de ataque estaba en los
Talleres Nacionales. La Comisión Ejecutiva comenzó poniendo dificultades para el
ingreso en los Talleres Nacionales, convirtiendo el salario por días en salario a destajo,
desterrando a la Sologne a los obreros no nacidos en París, con el pretexto de ejecutar
allí obras de explanación, que no eran más que un pretexto para disimular su expulsión
como anunciaron a sus camaradas los obreros que retornaban desengañados.
23-26 de junio de 1848: Las Jornadas de Junio (Journées de Juin) (3.000 muertos)
El plan de crear un impuesto sobre el capital —en forma de un impuesto sobre las
hipotecas—, plan concebido por el Gobierno provisional y recogido por Goudchaux,
fue rechazado por la Asamblea Constituyente; la ley que limitaba la jornada de trabajo
a diez horas, fue derogada; la prisión por deudas, restablecida; los analfabetos, que
constituían la gran parte de la población francesa, fueron incapacitados para el Jurado.
Volvió a implantarse la fianza para los periódicos y se restringió el derecho de
asociación. El 30 de junio de 1848, el decreto de 2 de marzo de 1848 restringiendo la
jornada laboral a 11 horas diarias en Francia y a 10 horas en Paris fue abolido, y la
jornada de trabajo se incrementó en una hora, a 12 horas diarias como máximo.
Después de las jornadas de junio, el gobierno reestableció una fianza para los editores,
para controlar los ataques políticos. En el segundo y último número de Politique des
femmes (24 junio de 1848), Gay dijo que ella sería incapaz de levantar la fianza, pero
anunció una nueva revista, Opinion des femmes, fundada por la sociedad y dirigida por
Deroin. Se publicó un solo número el 21 de agosto de 1848.
Las mujeres demandaban acceso a una educación pública igualitaria para los dos
sexos, el derecho a controlar sus propiedades y sus ingresos después de casadas, el
derecho al divorcio y a la tenencia de los hijos, el derecho al sufragio y a presentarse
como candidatas en las elecciones.
Los pequeños burgueses se dieron cuenta, con espanto, de que, al aplastar a los
obreros, se habían puesto mansamente en manos de sus acreedores. Su bancarrota,
que pasaba desapercibida, aunque desde Febrero venía arrastrándose como una
enfermedad crónica, después de Junio se declaró abiertamente. Se reunieron en masa
en el vestíbulo de la Bolsa y exigieron, en términos amenazadores, que a todo
comerciante que pudiese probar que sólo había dado en quiebra a causa de la
paralización de los negocios originada por la revolución y que el 24 de febrero de 1848
su negocio marchaba bien, se le prorrogase el término de vencimiento por fallo del
Tribunal comercial y se obligase al acreedor a retirar la demanda por un tanto por
ciento prudencial. Al ser entregados los pequeños burgueses, como deudores, a
merced de los burgueses, como acreedores, una gran parte de los primeros quedó
arruinada y al resto sólo le fue dado continuar el negocio bajo condiciones que le
convertían en un siervo incondicional del capital. El 22 de agosto de 1848, la Asamblea
Nacional rechazó los concordats à l'amiable (convenios amistosos, es decir acuerdos
extrajudiciales: out-of-court arrangement).
El Poder Legislativo se delega en una sola asamblea compuesta por 750 miembros
elegidos por sufragio universal masculino. La Asamblea se renueva totalmente cada
tres años. El poder ejecutivo reside en el Presidente de la República, elegido por cuatro
años por sufragio universal directo, con una mayoría relativa con un mínimo de 2
millones de votos, y no es reelegible antes de transcurridos cuatro años después del
final de su mandato.
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Los republicanos burgueses, a las pocas semanas de su victoria, pasaban del nivel de
un partido al nivel de una pandilla. Manejaban la Constitución como una gran intriga.
Lo que en ella había de constituirse era, ante todo, la dominación de la pandilla. El
presidente había de seguir siendo Cavaignac, y la Asamblea Legislativa la Constituyente
prorrogada.
Pero este régimen no funcionó como lo predijeron sus arquitectos, porque Louis-
Napoléon Bonaparte fue elegido Presidente de la República el 10 de diciembre de
1848, y porque la Asamblea elegida en las elecciones del 13 de mayo de 1849 es en
gran parte monárquica.
El 29 de enero de 1849, bajo la amenaza del ejército realista del general Changarnier,
que rodea la reunión, la Asamblea Nacional Constituyente decidió que las elecciones
para formar la Asamblea Legislativa prevista en el Constitución se llevarán a cabo el 19
de marzo 1849 (de hecho, las elecciones son luego aplazadas al 13 de mayo de 1849).
Esta intervención a favor del Papa y contra la república romana, en alianza con Austria
y Nápoles, fue acordada en la primera sesión celebrada por el Consejo de Ministros de
Bonaparte, el 23 de diciembre de 1849. Entretanto, Piamonte había sido derrotada,
Carlo Alberto había abdicado, y el ejército austríaco llamaba a las puertas de Francia.
Como la suerte de Italia se decide en los campos de batalla del Norte de Italia, con la
Lombardía y el Piamonte había caído Roma.
El Partido de la Orden, con el 59% de los votos, recibe una mayoría absoluta y cuenta
con 64% de los escaños (tenía sólo el 34% en la anterior asamblea elegida en abril). Los
demócratas-socialistas reciben el 25% de los escaños (entre 200 y 210 diputados),
frente al 11% en la sesión anterior. Con el 11% de los escaños (frente al 55% en la
sesión anterior) y sólo un centenar de diputados, los republicanos burgueses, el
partido del National, sufren un colapso, sobre todo porque gran parte de las
personalidades de esta tendencia no son elegidas (incluidos Marrast y Lamartine).
Dos grupos principales se enfrentaron: el Partido del Orden (una coalición de las dos
fracciones monárquicas de Francia, es decir, de los legitimistas y los orleanistas) y el
partido demócrata-socialista o partido rojo, y entre los dos estaban los Amigos de la
Constitución, bajo cuyo nombre querían hacerse pasar por un partido los republicanos
burgueses del National. El Partido del Orden se había formado inmediatamente
después de las jornadas de Junio. Sólo cuando la elección de Luis Napoleón Bonaparte
como Presidente de la República, el 10 de diciembre de 1848, le permitió apartar de su
seno a la pandilla del National, la pandilla de los republicanos burgueses, se descubrió
el misterio de su existencia: El Partido del Orden era la coalición de los orleanistas y
legitimistas en un solo partido. La clase burguesa se dividía en dos grandes fracciones,
que habían ostentado por turno el monopolio del poder: la gran propiedad territorial
bajo la monarquía restaurada, y así mismo la aristocracia financiera y la burguesía
industrial bajo la monarquía de Julio. Borbón era el nombre regio para designar la
influencia preponderante de los intereses de una fracción; Orleáns, el nombre regio
que designaba la influencia preponderante de los intereses de otra fracción; el reino
anónimo de la república era el único en que ambas fracciones podían afirmar, con
igualdad de participación en el poder, su interés común de clase, sin abandonar su
mutua rivalidad. La república burguesa se reveló como la dominación de los orleanistas
complementados por los legitimistas, como la síntesis de la restauración y de la
monarquía de Julio. Los republicanos burgueses del National no representaban a
ninguna gran fracción de su clase apoyada en bases económicas.
Animada por el apoyo de los “demo-socs” a los derechos de la mujer, Jeanne Deroin
refundó en enero de 1849 Opinion des femmes, que apareció mensualmente hasta
agosto de 1849. Deroin atacó a Proudhon por limitar las opciones de las mujeres a la
prostitución o el matrimonio y apoyó la admisión de las mujeres en pie de igualdad a
todas las profesiones y vocaciones de acuerdo a sus capacidades. Apelando al vínculo
común de la maternidad, alentó a las mujeres de clase media para ayudar a sus
hermanas de la clase trabajadora para formar asociaciones. La alianza democrático-
socialista se negó a apoyar la candidatura de Deroin por la Asamblea Legislativa en
abril de 1849. Después del número de agosto 1849 de Opinion des femmes, Deroin fue
incapaz de pagar la fianza y el periódico dejó de aparecer. Seis meses más tarde, el
comité central, incluyendo Deroin y Pauline Roland, fue arrestado por conspiración.
Después del voto de la Asamblea Legislativa del 11 de junio de 1849, se celebró una
reunión entre algunos miembros de la Montaña y delegados de las sociedades secretas
obreras. Estos insistían en lanzarse aquella misma noche. La Montaña rechazó este
plan. No quería a ningún precio que la dirección se le fuese de las manos; sus aliados le
eran tan sospechosos como sus adversarios. Pero los obreros estaban encadenados a
la alianza con la Montaña. Esta representaba la mayoría de los departamentos,
exageraba su influencia dentro del ejército, disponía del sector democrático de la
Guardia Nacional y tenía consigo el poder moral de los tenderos. Comenzar en este
momento la insurrección contra su voluntad, significaba exponer al proletariado —
diezmado además por el cólera y alejado de París en masas considerables por la
desocupación— a una inútil repetición de las jornadas de Junio de 1848, sin una
situación que obligase a lanzarse a la lucha desesperada. Los delegados proletarios
hicieron lo único racional. Obligaron a la Montaña a comprometerse, es decir, a salirse
del marco de la lucha parlamentaria, en caso de ser rechazada su acta de acusación.
La Montaña dio a luz «una proclama al pueblo», que apareció el 13 de junio de 1849,
declarando al presidente, a los ministros y a la mayoría de la Asamblea legislativa
«fuera de la Constitución» y llamando a la Guardia Nacional, al ejército y finalmente al
pueblo también, a «levantarse». «¡Viva la Constitución!», era la consigna que daba,
consigna que quería decir lisa y llanamente: «¡Abajo la revolución!»
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El Parti de l'Ordre había vencido. Sus jefes eran Adolphe Thiers, François Guizot, Odilon
Barrot, los condes de Montalembert y Falloux, y Alexis de Tocqueville. Una nueva ley
de prensa, una nueva ley de asociación, una nueva ley sobre el estado de sitio, las
cárceles de París abarrotadas, los emigrados políticos expulsados, todos los periódicos
que iban más allá que el National suspendidos, Lyon y los cinco departamentos
circundantes entregados a merced de las brutales vejaciones del despotismo militar,
los Tribunales presentes en todas partes, el tantas voces depurado ejército de
funcionarios deparado una vez más: éstos eran los inevitables y siempre repetidos
lugares comunes de la reacción victoriosa. Después de las matanzas y las
deportaciones de Junio son dignos de mención simplemente porque esta vez no se
dirigían sólo contra París, sino también contra los departamentos; no iban sólo contra
el proletariado, sino, sobre todo, contra las clases medias.
Las elecciones parciales del 8 de julio de 1849 en París —celebradas bajo la influencia
del estado de sitio y la abstención electoral de una gran parte del proletariado—, la
toma de Roma por el ejército francés, la entrada en Roma de las eminencias
purpuradas (la comisión del papa Pío IX, compuesta de tres cardenales) y de la
Inquisición y el terrorismo monacal tras ellas, añadieron nuevas victorias a la victoria
de junio de 1849 y exaltaron la embriaguez del partido del orden.
El Partido del Orden adoptó una serie de estas leyes y medidas que eran intentos
desesperados de reconquistar para a los departamentos y a los campesinos:
2. La ley contra los maestros de escuela, ley por la que éstos, que son las capacidades
intelectuales, los portavoces, los educadores y los intérpretes de la clase campesina,
son sometidos al capricho de los prefectos; ley por la que los maestros —proletarios de
la clase culta— son expulsados de municipio en municipio como caza acosada;
3. El proyecto de ley contra los alcaldes, por el que se suspende sobre sus cabezas la
espada de Damocles de la destitución y se les enfrenta en todo momento —a ellos,
presidentes de los municipios campesinos—, con el presidente de la república y con el
partido del orden; la ordenanza de 1850 por la cual el gobierno dividió el territorio de
Francia en cinco grandes regiones militares, como resultado de lo cual París y los
departamentos adyacentes quedaron rodeados de otras cuatro regiones, a la cabeza
de las cuales se colocó a los reaccionarios más declarados;
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Las grandes medidas, como el mantenimiento del impuesto sobre el vino, el impuesto
de los 45 céntimos, la repulsa burlona dada a la petición campesina de devolución de
los mil millones, etcétera: todos estos rayos legislativos inoculaban la revolución en
todas las aldeas, la llevaban a los pueblos y la hacían campesina.
Mientras que, unos tras otros, los campesinos, los pequeños burgueses, las capas
medias en general, se iban colocando junto al proletariado, el proletariado va
agrupándose más en torno al socialismo revolucionario, en torno al comunismo, que la
misma burguesía ha bautizado con el nombre de Blanqui. Este socialismo es la
declaración de la revolución permanente, de la dictadura de clase del proletariado
como punto necesario de transición para la supresión de las diferencias de clase en
general, para la supresión de todas las relaciones de producción en que éstas
descansan, para la supresión de todas las relaciones sociales que corresponden a esas
relaciones de producción, para la subversión de todas las ideas que brotan de estas
relaciones sociales.
La victoria que el pueblo, coligado con los pequeños burgueses, había alcanzado en las
elecciones del 10 de marzo de 1850, fue anulada por él mismo, al provocar las nuevas
elecciones del 28 de abril de 1850. La victoria del 10 de marzo de 1850 perdió con esto
su significación decisiva; el plazo de la decisión volvía a prorrogarse, y la tensión del
pueblo se amortiguaba: estaba acostumbrándose a triunfos legales en vez de
acostumbrarse a triunfos revolucionarios. La nueva victoria electoral del 28 de abril de
1850 ensoberbeció a la Montaña y a la pequeña burguesía. Aquélla se regocijaba ya
con la idea de poder llegar a la meta de sus deseos por la vía puramente legal.
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La Montaña tenía la plena seguridad de que, en las nuevas elecciones de 1852, elevaría
al señor Ledru-Rollin al sillón presidencial por medio del sufragio universal y traería a la
Asamblea una mayoría de hombres de la Montaña, sin volver a empujar al proletariado
al primer plano mediante una nueva revolución. El Partido del Orden, completamente
seguro por la renovación de las elecciones, por la candidatura de Sue y por el estado
de espíritu de la Montaña y de la pequeña burguesía, de que éstas estaban resueltas a
permanecer quietas, pasase lo que pasase, contestó a ambos triunfos en las elecciones
con la ley electoral que abolía el sufragio universal. La abolición del sufragio universal
fue la última palabra del partido del orden, de la dictadura burguesa.
El 31 de mayo 1850, la Asamblea Legislativa aprobó una ley electoral muy restrictiva.
Ahora los votantes debían tener tres años de residencia continua. Todos los
trabajadores móviles en la industria y la artesanía, entonces muy numerosos, se fueron
desprovistos del derecho al sufragio universal masculino. El número de votantes se
redujo de 9,6 a 6,8 millones. El distrito duodécimo de París, muy trabajador pierde el
80% de sus electores, el Saint-Sauveur-de-Lille pierde un 85%, el departamento de
Rhône pierde un 40%. Un ejército de 150.000 hombres en París, las largas que le
habían ido dando a la decisión, el apaciguamiento de la prensa, la pusilanimidad de la
Montaña y de los diputados recién elegidos, la calma de los pequeños burgueses y,
sobre todo, la prosperidad comercial e industrial, impidieron toda tentativa de
revolución por parte del proletariado. Una serie de leyes entre marzo y julio de 1850
disuelven las sociedades de socorros mutuos para impedir cualquier resistencia de los
trabajadores. La constitución de 1848 exigía, para que la elección del presidente fuera
válida, un mínimo de dos millones de votos; de lo contrario la Asamblea Legislativa
podía elegir al Presidente entre los tres candidatos que obtuvieran más votos. El
partido del orden consideraba la ley electoral, al mismo tiempo, como una victoria
sobre Bonaparte. La reducción del censo electoral en tres millones de electores elevó
el mínimo legal de una quinta parte a un tercio del electorado, lo cual representó un
golpe para los planes de reelección de Luis Bonaparte.
La ley electoral requería otro complemento: una nueva ley de prensa, promulgada el
16 de julio de 1850. Un proyecto del Gobierno, agravado en muchos respectos por
enmiendas del partido del orden, elevó las fianzas, estableció un impuesto del timbre
extraordinario para las novelas por entregas (respuesta a la elección de Eugenio Sue),
sometió a tributación todas las publicaciones semanales o mensuales hasta cierto
número de pliegos y dispuso, finalmente, que todos los artículos periodísticos debían
aparecer con la firma de su autor. Las disposiciones sobre la fianza mataron a la
llamada prensa revolucionaria. Con la ley electoral y la ley de prensa, el partido
revolucionario y democrático, la Montaña, desaparece de la escena oficial.
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Los bonapartistas tenían tan poca confianza la personalidad de su jefe, que mandaban
con él a todas partes, como claque, a gentes de la Sociedad del 10 de Diciembre —la
organización del lumpenproletariado parisino—, empaquetándolas a montones en los
trenes. Convencido de haber entusiasmado así al pueblo, Bonaparte se puso en
movimiento para ganar al ejército. Hizo celebrar cerca de Versailles grandes revistas,
en las que quería comprar a los soldados con salchichón de ajo, champán y cigarros. El
pseudo Napoleón creía que las tropas le mostraban su agradecimiento al gritar: «vive
Napoleón, vive le saucisson!», es decir, «¡Viva Napoleón, viva el salchichón!».
Sólo queda a Luis Bonaparte la alternativa del golpe de Estado. Desde el 20 de agosto
de 1851, los conspiradores preparan la operación, que, como resultado de la renuencia
de algunos, finalmente fue pospuesta al 2 de diciembre de 1851. La Asamblea
Legislativa acordó, precisamente en este momento crítico, retirarse de la escena y
aplazar sus sesiones por tres meses, del 10 de agosto al 4 de noviembre de 1851. El
Partido del Orden no sólo se había desdoblado en sus dos grandes fracciones y cada
una de éstas no sólo se había subdividido, sino que el Partido del Orden dentro del
parlamento se había divorciado del partido del orden fuera del parlamento. Los
portavoces y escribas de la burguesía, su tribuna y su prensa, en una palabra, los
ideólogos de la burguesía y la burguesía misma, los representantes y los representados
aparecían divorciados y ya no se entendían más. La masa extraparlamentaria de la
burguesía se rebela contra la lucha puramente parlamentaria y literaria en pro de la
dominación de su propia clase y traiciona a los caudillos de esta lucha.
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El mismo día en que reanudó sus sesiones, la Asamblea Nacional recibió el mensaje en
que Bonaparte exigía la restauración del sufragio universal y la derogación de la ley de
31 de mayo de 1850. Sus ministros presentaron el mismo día un decreto en este
sentido. La Asamblea rechazó inmediatamente la proposición de urgencia de los
ministros, y el 13 de noviembre de 1851 la propuesta de ley, por 355 votos contra 348.
La consulta se lleva a cabo "en medio del terror", en la parte del territorio rige todavía
el estado de sitio. Sólo los periódicos que apoyan el plebiscito son autorizados. Las
listas electorales son purgadas entre el golpe y el voto. El electorado se pronuncia a
favor de la revisión de la Constitución: 7.481.231 por "sí" contra 647.292 por "no".
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En gran parte inspirada en la Constitución del año VIII (1799), la Constitución del
Consulado. Restauración del sufragio universal. El poder ejecutivo se concentra por
diez años en manos del presidente electo, quien detenta la iniciativa legislativa.
El gobierno es confiado por 10 años a Luis Napoleón, quien nombra y destituye a sus
ministros, puede disolver el cuerpo legislativo y tiene la iniciativa exclusiva de las leyes.
En "La lucha de clases en Francia" Marx menciona por primera vez la consigna de la
dictadura del proletariado, que no aparece en el Manifiesto Comunista:
‘El proletariado de París fue obligado por la burguesía a hacer la insurrección de Junio.
Ya en esto iba implícita su condena al fracaso. Ni su necesidad directa y confesada le
impulsaba a querer conseguir por la fuerza el derrocamiento de la burguesía, ni tenía
aún fuerzas bastantes para imponerse esta misión. El Moniteur hubo de hacerle saber
oficialmente que habían pasado los tiempos en que la república tenía que rendir
honores a sus ilusiones, y fue su derrota la que le convenció de esta verdad: que hasta
el más mínimo mejoramiento de su situación es, dentro de la república burguesa, una
utopía; y una utopía que se convierte en crimen tan pronto como quiere transformarse
en realidad. Y sus reivindicaciones, desmesurados en cuanto a la forma, pero
minúsculas e incluso todavía burguesas por su contenido, cuya satisfacción quería
arrancar a la república de Febrero, cedieron el puesto a la consigna audaz y
revolucionaria: ¡Derrocamiento de la burguesía! ¡Dictadura de la clase obrera!’