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CATEDRA o Carreter Estilo Barroco J Personalidad Creadora , Quevedo, Lope de Vega TERCERA EDICION EDICIONES CATEDRA, S. A. Madrid Sobre la dificultad conceptista Don Ramén Menénder Pidal, en su breve y sustancioso en- sayo Oreuridad, diated entre cateenas > conptstas, ha shalao cémo, frente a la oscuridad gongorina, se alz6,«n’el siglo xv la nocibn de dificulad, He aqui sus polabras: «fuera del go gorismo, Ia oscuridad perdi¢. sw eseimacion ante el coneepto Bnilogo de la difcultad que Jauregui le ponia snftente; ose Tiacl Io tocante a In expresién, vin condenable; difewitad, fo telerente al asunto y persamientos, modalidad defendible y aun preciada, Quevede combatié la oseuridad, satirz6 despindada- mente a Géngor Ai esiteri unvbritico ya se tusbin ine deci de jergarcan. El mo queria ser cca, sine ingeniowoy no Se propondet de,continvo la expresioa encubiena, como Gén- or; aumqyre tampoco defenders, come defen Lape, la cons fante llaneva ¢ intcligibiidad sll lengunje; y asi cuando le feasin se olreren, tl eispondrd tambien aquel delete indagas torio que Cényora se propane estimular en el fectors pero lo dispondrs, no mediante la oacuridad formal, sino ea la dieu! ad, sutieza 0 complicncién del concepto.» Las lincas que siguen stan cle preeisar eats alieninciones, Qik nw haya mt bet ¥ devoto hiomenaje al macstro que cl ahondamicnto los surcos Abiertos por st perenne earinsidad Cit erfea vee entaysuie, ent éxito nia» aenos exquive, una clara diseriminacion entee las nociones de conceptismo cukeraniamo. Ante tales intentos ~ tan meritories, en muchos c2:0s— nos ha asatade innumerables veces cl temor de que 3easo se esté procediendo con ina equivecada tactica, Vatias éuestiones de principio pueden suscitarsc. bn primes lugar, la desi el conceptismo posee una nitides tal de peries, en nuestro Toblicado en Remeniche Fonchungen, 56, 1948 (homenaje a K. Vester), y reproducide en el valumen Carla: La trodn, £1 dione, Bacnos Aire, Austral, (045, pags. 221-292 B estado de conocimientos, que permits acommeter ei teaaalo de vna fronterd. En segundo lugar, si culteranismo y coneeytismo Se pueden concebir como nociones intepeudientes, eoneeariay, Y, 30F tanto, enfrentables, Si ast no tucra, si amas escuclag terarias poseyesen serias concnmitancias, la critica se habia conducide con un grave error de método, al carear dos enti aces consideradas ¢ priori como opuestas, siendo asi que poselan zonas importantes de contacto” Se precisa, pues, que trabajemos en el subsuelo cronolégico del culteranismo. Porque —y esto es tan sabico, como frecuen- temente olvidado— antes de que Géngora cree su estilo per sonal, y mientras éste nace, una serie de poetas se Haman a si mismo artifices de conceptos, y un verdadero conceptismo: impregna gran parte de nuestras letras, Bastaria este heel bastarfa tomar conciencia de la eronologta relativa de ambos movimientos, para que surgicra lz desconfianza en la leltud de enftentar sus Irutos més sazonads antes de cotefar sus ralees, Porque, gerd Géngora un poeta desplacentado, huérfano de precedentes y circunstancias ambientales, entregado a una des. gnftenada y genial labor creadora? O bien, fc que entendemos or gongorismo, gno ser, en gran parte, une peculiar elabo- raciin de elementos ya existentes, y un conjunto de soluciones males 2 problemas estéticos que su tempo le planteaba? Si, como presumimos, es clerta esta iltima suposicion, parece hecesario investigar escalonadamente: a) los problemas expre= sivo: quela entice vigente planteha 5) solucionesque Gongara aegpta de su tiempo, y 6) sus originales soluciones, al proggra ma, com carina, poste ya expléndias resprestas en st parte final Sera preciso buscarlas en toda su exte esis Una cosa es exbouir un programa y otra empl breve y modesto trabajo na aspira a tanto: se miue sretcs y limitados horizontes. Aspira tan sélo adesenteatiar alge de to que fue et eoniceptismo, en el principal dominio einer dido a ta Eilitica, es decir, en el dominio de Ia forma, de la exoresién. Queremos averiguar si hubo algo en Gongora que, con figor, podamnes Hamar coneeptista, Naturahnente que. ne offcezmos un trabajo exhaustive, sino tan s6lo algunos parciales * _Entidndave New que hablamos de un euntacty previo a bs mus Necucias que purden recomocere entre cult conecpintan 4 ‘escarceos analiticos, Ello impide que aqui podames erritirjuicios de vator sobre los procedimientos que intentamos sacar de ese turbio sustrato hundide bajo los limites de las dos centurias Aureas. Ahorraremos también toda hipétesis genética. Soa éstas cucstioues que deben silenciarse, en tanto las pesquisas, propias y ajenas, sobre cl conceptismo alcanzan iv debida saz6n, El concepto tum doctrnce st consideratio rominis. Primer paso para com prender la esencia de un fenémeno llamado coneeptime ha de ser forzosamente conocer el significado de esta palabra, ¢Qu es el concept? Poco mas que vaguedades ha dicho la critica sobre este punto fundamental. El fondo de la cuestion ha sido, en general, eludido, sin percibir que, oscura o reftesivamente, el vocablo concepte significabe algo conercto para los escritores sescentistas, Hemos de llegar a Baltasar Gracin, observador excepeional de tos recursos formales de su siglo, para obtener una respuesta categdrica. La definicién de Gracia, contenida en el diseurso TI de Ix Agudeza » arte de ingenio, ha sido miltiples veces aducida, pero su misma transparencia ha dsimulado y ocultedo su densidad, su exacto sentido. Recordémosia: «De suerte que se puede definir el concepto: e un acto del entendimiento, que exprimce la corresponcia que se haila entre los objetos.» Tan concise explicadion cnuncia todo un metodo de eneirarse con el objeta pottin” Anticipemas que puede haber otro, Puede el artista, ct clecto, asediar su ebjeto, eercarlo y aistarlo, pare su mas’ pee. feet aprehensiéa. Toco se orslena ast cit tornn al tema eae ado, coneéntricamente, como fas ondhis alrededor del panto ex que el agua fue herida, Tal hicieron, desde el Peay’ Luis Ge Tas odas e hhimnos, hasta el Cetina de loz madrigals, lan srandes macstros del quinientos. Pero ol método que Gracian enuncia es muy distinto. El artista, lejos de aislar y recluir su objeto, ha de hacerlo entrar en relacién eae oteo u otros ose Jetos. Con un esluerzo acrobitico, ha de ir tejiendo una red ‘de conexiones. La jerarquia tradicfonal, integrada por un centro pottico circuide de una serie de elementos subordinados, que contribuyen a damnos un conocimiento divecto del mismo, se 6 rompe en la estética expuesta por Gracian, Se rata ahora de tender puentes cnire ese centre y otros Iugares mas o menos le- Janos, se erata de conocer el cbjsto, ho en si, no por descrip: Mlones que nos conduzcan hacia él, sino por las relaciones que Gl poet ha tendido, El escexor nos nega ia visién directa de Su bbjeto Y nes fucres # vonce nplar ou fmagen en otra w otras cecsas, La vision direct usdado sustituida por una vision felicia. Situado el lector cn va expecic de caverna platénica, Ve desfilar unas cuentas sombras que le dan testimonio de Caanto el poeta quiere comunicarle, En esta capacidad del es Gritor para crear relaciones y establecer correrpondencias, para engendrar concepts, consiste la verdadera agudeca ccdificada por Gracian’. Procedimientos coneeptuoles : Cuando tal actitud poétics os delinida por el autor del Cri- ticén, lleva largos aflos instaurada cn la literatura espaftola. No eet et hallaéen ls fporas + =ariadagvastzos de in tEonea, ds an gon potemos tno one Feu an Peer ee reine hn sua fee cas demaniaes, de confondirto Cee Ge crue y amar us cons mds heterogeneasy parece Javadir a cuantas mentes diseu:ren por esa época. Tratemos de {jar con claridad nuestre persamiento. UE procedimiento cromolr ica ¢ ideolégicamente mas pri- mitive de relacionar dot objetos es la comparacion. La Trtgtica medieval le conficre sna alta dignidad. La pros y cl Vers0 de los siglos medioe esis0, cepletos de tal recurso, Abra nos, al azar, a Bercco. Las palomas le parecen «més blancas (que las nieves que non son coveadas»; Santa Cecilia «non quiso Sa suegra sy non la Gloriosa | que fue mas bella que nin filio nin rosa.» Pero no ‘osistamos en cosa tan trivial: la Comparacion, integrada en ia amplifcatio como procedimiento frubellecedor, inici6 una lars> vida literaria que, con diversas formulas, Hega hasta nosotrs. Quiere ello decir que no perte- TT Gis. «St toda arte, sé toda civocin que atiende a perfeccionar actos del entehdniente onl, ia gue asp. s Texan eb mar eemontad y su bes ca ere eat de fs isigensa,commorte det Ingenio, progenitors Ba Soccepte y sgudeese, Gracin, pedece, Dee. LXIIL. 6 rece a una época dads, que no es recuse Upico capsz Sng epoca Pa Algo distinto opure con otro importante método a eva cion: Ia alegorta. Esta figura st que puede referve a loo siglos anteriores al Renacimiento. Su indice de densidad «= tap leva ae de en omen Gur os her deer sideraria como un procedimienta tipieamente medieval’. En que consist fa alegoria? Yachemos dicho que es antes que nada, un métedo de relacion, Parte siempre de una com para. Si ae de Bee ea Itudccn «kv Migr xcontrarmos un seneilloy elato ejemplo- Somes ert prado epee! de Para. He agul el inicio dela aegoria: eh Prato (meme bro 4) pucde compararse a un prado (miembro B), co dese 44s coma B, Pero Ay B, indopencientements, v profongan, son analizados en ‘i ‘analizadosen sus éomponents, Ea el prado (2) hay fuen” tes (by), loves (by), aves (bse Al Paralsd (4) pertenccen, a fs vey lor Evangelion (ae tox mumiores ses Maria Cs). fos ‘Santos cantores (a3)... Berceo nos dird: : w eaatro fuentes clare que dl prado sats ls ewer igelios, sso signilicaban [ins tevea] sow ie ied : sate is a at Vie Las aves que organan entre estos fructales, «extos son Agustin, Gregorio, otros tales. El esquema de la alegoria puede, por tinto, eitablecerse ast Aes como B 4 sb 5 ob as ash En cate cao de alogoria perfecta, la correspondencia esti bien lara. Pero sl observamos con culdado, podemes notar ue ‘Sea pt ity. Conve sat Spain pg 49 Se la exteuctura de Ia akegoria, vid. Dimaso Alonvo, Exsayer sobre poesia cpatela, Madrid, Revista de Ocebdente, 944, pag. 47. eet en el esquema hay dos tipos de relaciones: por un lado, A ee eee B por otro, a, es by. La primeca es ha flruuuba min simple de la comparacién; la segunda, el esquema mis sencitlo de la metifora, No quiere esto decir gue en lt alegoria haya rmetiforas, sino tan sélo que en ella participa la formula gra- matical de la metafora, No hay verdaderas metSforas porque el posta no salta, en un libre ejercicio de relaciones, dircetamente dds a aby, de a; a by, de ay a by. sino que ha de pasar por el puente que encabeza ambas series paralelas, ler como B. {Las flores son los nombres de Maria, siempre y cuando tenga. os en cuenta que el Paraiso es como un prado. Un tipo comptejo de In alegoria es el enigma o adi- imanza. Se produce cuando eliminamos, total o parcial: ‘rente, el miembsro 4, es decir, el miembro cuyos elementos : van a ser objeto de correspondencias. Pero el procedimiento mas i diieil y, cronolégicamente, mas moderno, dentro de la litera tura espafiola, es la, metifora. Ya hemos sefalado que su exquema més sencillo constituye la formulacién de una identi- dad: 4 er B. La imaginacién se ve obligada a saltar espacios, | a veces inmensos, para abarcar log dos extremos de esta iden | tila, latente, a veees, bajo formulas muy complicadas: apo- \ sisién (4:2), genitivo aposicional (B de A), sustitucién (Ben | | lugar de 4)... En cualquiera de ellas los dos objetos enfrentados se encuentran unidos indisolublemente. Heenos, pues, ante tres —o cuatro— procedimientas que permiten de modo perfecto Ia constitucién y el nacimiento de Conceptos, en el literal sentido que a esta palabra da Gracién, Cada uno de ellos puede mostrarse en formas muy distintas. Dentro de la comparacién, por ejemplo, cabe integrar, camo variedades suyas, Ia antitesis y el contraste; y los tipos posibles de metaforas son muy numerosos. Todos eitor recursos de relacién existicron antes del siglo xvi. Pero, segiin se ha dicho, es caracteristica de este siglo, desde log afos finales del svt, una densificacién de su uso, una aplicacién «an de: nodada de tales formulas que suscita en el Ie peeplejidades, Algunos gemplor No podemos detenernos mucho a ta hora de gjemplife Nos bastarin algunos casos sencitlos y signifieativos. Y uno de 1 ‘los vs Ia a fa fiteritara enigndtiea y problemstie ‘ea; en torno a 16,4, Seftalemas sélo alguns tiulos: los anni” eas espaioles (h. 1611); Diego de Rojas, Pro- @ mural (1612); Cristébal Pérez de Metron, Problemas morals (1638) ; Jeroniiuy de Hucrtay Problonas flo, fos (1628)...°. Enigmas y problemas responden a una seme. Jante estructura conceptual. Recordemos a Gracisn. «Teds dificultad solicita es discurso, y es agradabie paso de ingenio: con Ia proposicién suspende y con la ingeniosa salida sausfaces pero, entre todos, los problemas morales y panegiricos uelen ser muy agradables y plausibles....Consiate su artificio en una pree gunta euriosa, esto es, reedndita, moral o panegirica; empénase en ella el discurso, y después de bien ponderada la cifiealtad, dasele le gustosa solucion.» Y, mas adelante: «Son muy seme, Jantes a los problemas los enigmas»$, La «ingenioss salidan Martzig’ Bxcelenchas del Evangelista De tal modo escribe este contemporineo de Géngora, que, como es natural, cont6 con la admiracién rendida de Gracian. Pero todavia habremos de referienos a otras importantes habi- lidades del divino Ledesma, que creé una verdadera y casi des- conocida escuela alegorista, a la que pertenecen el poeta Alonso de Bonilla y el predicador Jerénimo de Florencia, entre otros. Tien of ene.» cao aga, BAL, pg 1s, Fa cece Lela ul Nomis pate Tegner Be ty Tas eran tan Snell owl we sere am rot ster ns Tra sno une Maemo cue toden Tegee e ae gig abl 3, Caer, te nes rr Gracin. Cho por tltuclon Fernando cl Caudle, 1949, a El itimo y mas complejo untiicie de relividn, bi meiora, tampoco exige una gran ejemplificacion, ya yste sa simo cultive da carieter Eindaanrntal a wuestt Debemos, si sedalar c6mo esta riqueza metatdrics gs correlative et gusto’ por la comparacion y la alegoria, como téenicas de Feacién, como recursos coneepiuales, Oigaios una vez mis a Gracidn: «La semejanza o metifora, ya por fo gustoso de su arificio, ya por lo facil de Ia acomodacién, por to sublime a veres del término 2 quien se transfiere o asemeja el sujeto suele ser ordinaria oficina de los discursos»’”. No siempre ha: bia sublimscién en Ja transimucacién metaforica de un objeto; antes bien, la poesia burlesca extrajo elecios muy comicos de Ja metifora degradante, Pero, en cualquicr caso, las palabras de! jesuita nos dan fe de la clesmedida aficién por este tenpo. Ninguna otra figura més apia para expresar libres relaciones, para definir un objeto mediante arbitrarias e intuitivas corres: oadencias, Por eso sivid especialmente en el arte de ls de- niciones, tan acepto en la época. Observemos, a via de jem pic, la téenica metaférica del olvidado poeta canario Bartolomé Gairasco de Figueroa (a, 1540) ei sus prolijas Dgfnisiones po. tices, morales y crstianas. Este escritor se plantes un tema poético Y Fos propone una ecuacién adoptando Ia estructura de la mais sencilla metafora ( es B). Ordinariamente, el objeto definido es de naturaleza abstracta, y ef término de la relacién intuitive yeoncreto, He aqui dos de sus definiciones: invents rex Inasene — Esta predicacién el aero bando para seguir la militar entefa de fa eterna eruzada y su conquists. = Nobleza es un castillo levantado, que cuanto més sitiado y combatide del tiempo, y ofendido, esta mas fuerte En estos casos, la relacién es binaria: un término se trans: muta en otro, ¥ produce el eoncepto. Poca cosa para una mente kharroca, lanuzada al vértigo de las corrvspontleneias. De al! ques se Megara a un tipo de motaforinacién arumilativa, qin puede vere en ef presente ejempla, de Peale Lindi (an 1) &gedese, Disc LU " Renacera sts ae 479 : bs ls amistad wn emp adtante, fn cuyos hombros se user el ced; Nils, jor ou eegar sn pain ln sale de madee repardite ance Cristal que hace el vosirasenjunt, voluntad que en dow alenas vine a pelo, sams a prucba; temple sin zevelo, iris divina dela fe aruntinte™ = Poeta entabla aqui relaciones radiales entre un centro poético (la amistad) y una serie de elementos dispares y no comunicados entre si: atlante, Nilo, erstal, volun tad, arnés, ils, El artificio conceptista del eseritor hia Hegado a su) colin: se hha ejercitado hasta la saciedad en aquel «acto del entendi- rmiento que exprime la correspondencia que se halla entre los objetosn ‘Todos estos ejemplos de actividades conceptistas han sido espigados aqui y allé, sin demasiado ordea. No representan, ademts, todas tas posibilidades del conceptismo. Pere son st. Ficientes, puesto que son tipicos, para comprender el esencial cambio de «forma interior» que se ha operado en Ia manera de afroniar sus temas el escritor sescentita, Lo estamos views buscar ansiosamente conexiones, extrafias muchas veces, entre los objetos. De ello nace una evidente dificultad. Ninguno de estos autores podria alardear de sencillo, Pero, ctan s6lo en esto consitia la dificultad conceptista? Se limitab a tales re- laciones conceptuales, sin atender a la forma? La agudeza verbal La aproximacién conceptual de los més diversos objcios, puede seguir un camino més corto y obvio, a través de los vocablos. Y, en efecto, junto a Ia agudeza, algunos ce cuyos arquctipos fndamentales acabamos de enunciar, estudia Gra. cian la agudeza verbal. Esta, nov dice, wconsiste més en la palabra, de tal modo que, si aquélla se quita, no queca alma, ini se puvelen éxtr teaducie en otra lengua He aqui otra actividad de La mente, distints de la que ene kendra rPeanerpto, Si en éste et entendinienty bnew en ef TT Romancero eit pg. 54. gern, Di i plane de los ebjetos pars hallar o inventar mutuas Tigazones, fy agudeza verbal po va. tas el objeto, sino. tras su imagen fingilstica, Y es en la palabra, en cualquiera de sus dos caras re pifeante o siifieads en Tax das tla ven, en donde poeta ejeeuta sus ingeniosos votatines, Los eaesitores cspartules wusrsilaron, junto s Toe més varia~ dos juegos concepitales, tes mv ios efectos de agudeza So i ees? ee oy polemes resonecer varies moldes Ye larga vida anterior, pero que se agolpan en torno a 1600, Pades tuperfciales, ejercitadas tan solo en la piel de las pa- iabrass AZ, fa paronomasia (tilans-timio) y la inyer- Voide letras (Roma-amor). Oteas, aids complicates, atras Fiesan a significante, para buscar sorprendentes efectos de Jentidg, Es lo que eurre en el jucgo de palab: EL galén gue me quiere, | siempre oe repalard, | porgue de a Je mie dart | lo mismo que sc me diere.-Horozco}, en cl Ealambur (Que las falias de sus obras—Quevedo}, en Ie Gisociacion (Di, Ana, ex Diana.—J. Rufo), etc. El vo- ablo se convierte ‘asi, piensa Gracidn, en una hidra vocal, ‘pues amas de sa propia y directa significacién, si la cortan oa trastruecan, de cada silaba renace una sutileza ingeniosa J de cada acento un concepton (Agudece, Disc. XXXI). Ante 2atas afirmaciones no cabe dudar de que la agudeza verbal es (ona tdetica legitima para producir el coneepto. Puede el en- tendimiento acucir directamente a los objetos, segin ya vimos, para entablar relaciones, pero puede también deiencrse en las oces que los designan, por donde vendré a producirse la mez cla y comunicacion descadas, ‘d Apice del ingenio aparece el recurso verbal que po demo: designar con los nombres de silepsis, dilogia Gisemia. Consiste en el empleo de una palabra en doble Sentido, Tal recurso es a mente fundamento del chiste, y se halla abuadantemente representado en nuestras letras. Obser~ vyernos este apotegma de Juan Rufo, en el cual se juega equive ‘gmente con dos sentides del vocablo cuarta: ‘cuarto de hora’ yy ‘tioneda’ Estando tratando de alquilar casa, sono wn reloj que daba ccuartos cerca de alli; y como dejase la materia de que se ha- labs, y el huésped le preguntase por qué no concluian lo co- inva en rain moneda esate stanbur, jusgo dé palabras, disociaci, tuyen los principales representantes del equivoce, que Gracin, «in signifiear a dat lucees'3. ¥ toden line oy pres Jeton en sutra fiteratura en los albores dal age Dantes soa mayor intensidad atin que en la Edad Media. No se limitaron Teta deg bo aus poste en odes eae a pes religions Tnclano, Alonto de Ledesma Je: Tonio de Caner (m 1639) abusaron de clo sn deena nts la irrovereneia Asi logeaban product, por aval el cates «Son las obras del divino Ledesma un equivoco contin ade fue plasisle en este gent y quiso mis fr el primero en a bund en ote, finstadone a Cnt, 0 en Fea cucoreapnoe vuetunatsaeceort cre tres erat edit caban Ins voce». Y de €l aeguraba Nivolés Mntoato see no {uve par en el empleo de los equivoccs™, 1 Ourremes dos employ wfcligasom de ames aor Asi camté Ledesma, A tas obrad de virud, en ‘sas «Jucgos de Nochebuena a lo divino» (1605): iva ‘Antonio que no S pore que dl mando dig, cobras de virtud no hactis, a - faced vor lo que dees, Yad a mando une bia, THT Rat i, pg 8 * “Ordinariamente, todos € Pn poeta eins nl i ci oe pines teen ie sede ee cae dy ira fa Constivucién o sugerencia de una palabra por ch cS _Sineani ce a ae =Y algunos otros ne aludidos— constituyen el eguloveo, aoe Gracin, Aree Disc, XXXII, 5 Vestid al pobre, por Bios, por vues ti Una higa para vos ¥ cot ao mer desearo, de est mer xe elton Jo ronimo de Cancer con la figura venerable de Santo Domingo de Guzman Diéronle eon gran evidade el bavtismo consagrado, slonde ta gracia se lragea, yal ile 3 fasay or eg, = Vieron que erate stella, smpte en eracién estaba, yen continga penitencia, Y, cuando se salteataba, Un domingo guerantoba muy sin eargo de conefencia®, 21 lector puede comprender, fijandose en Jas palabras des- incadas, su valor dilégico. ci Fue Ledesma, segim sc ha dicho, ef eseritor mis prédigo y.admirado en su técnica equivoquista. Esta alcanza su plenitud al publicar, en 1615, una obritla absurda, el Monstruo imaginedo, En ella, una palabra es inmediatamente asociada con otra; en la asociacién, Ia primera palabra cambia muichas veces de sentido, produciéndose —al menos, en la intencién del autor— tun efecto comico. Sirva este ejemplo: Bate lsbeillo de tripera (ocioso lector de artes} te aco a luz de linterna; cuenta sus hejas de espada, mira sus capitulos de Provincia, lee sus ercritos de melén, nota sus cota: de mall pasa tu tabla de manteles, y acata este don de la Cartu) A tal gusto en los poctas, correspondta indudablemente una especial aptitad de los Ieetores para estimarlos y come prenderlos. Y no hemos de pensar que tales recursos eran culkvadot en ceniculos literarios. Por el contratio, los leetares constitufan una masa tal que las ediciones se agotaban répidae Recogido en el Romancere st, pg. 153, The, pig. Ux © Gio for inet Romencers, smeuiru inegineds, rida, 16st, 6 mente, Los versos de Ledesma fueron impresos multitude vroes durante ef siglo xvi. El eq iver saltd tambien al tate Stoy uw resulta dificil irnayginar ka expecial sensibilidad que ef pablico espaol tenia pars caprae tanto enrevesamiento formal, fume doble sentido arilter juguetanamente entre les verwns, Y, sin cinbtrgo, tal aptitud existia; mas atin, habia cemanda, Por parte del piblico, de tales procedimientos. Recordemos la sentencia de Lape de Vega, en of dvie me ‘Siempre el habla equivaca ha tenido ‘aqell hunlore sng, gran lugar en el vulgo, porque prensa, Que él s610 entiende'le que el otro dice™. Esta afici6n parece una constante del gusto nacional; halla- Femos sus rastros en todas los escricores popularistas, desde Juan Ruiz, pasando por el Romancero, el Lazarillo, a Celestina, Joan del Encina..."", Hay, sobre todo, unt aspecio particular de la dilogla, el zeugmma, cuya frecuencia en la litera: tura del xvn fue denunciada por el pocta aleman Franz Gril. parzer, y posteriormente comentada por K, Vosser, Elzeugma sitve, gramaticalmente, para una economia de vocablos. Se produce cuando no repetimos una palabra que est logizamente resente en varias oraciones: nor desean (a liberiad, ols la Justicia, otras at bienestar... He aqué el zcugma, tal como se Produce normalmente en cl habla. Pero, durante el xvit, Ia palabra no repetida (0 reproducida mediante anilera) fue muchas veces dilégica, es decir, significaba una cosa distinta en cada frase, Ojgamos a Dorotea, en el Quijote (I, XXVIII): = Verwor ga2-385, % Marie Rota Lida (FH, 11, pigs 196 y ss) ha sefalado el origen iodieval de tales juegos, y ha precsado so empleo en Juan Ruiz. Vid tambien H Mates, £1 Quysee cama abre de ere del gag, trad. Bk. Cardenal), Madrid, 1949, que dice: «No mcnos orginal se muerte el humor de Cervantes en juegos de palabras, de ls cuales ay —de lon conte en el Qniete uns lists completa en'el trabajo de Amire Haven Corley, “Wentephy a the Gite (Ree. Hip. 19:7, 4-90). Cervantesgnincide com Shakespete machi veces en Ja coneepeidn medieval de "jucges de palabras «ats costes Yellow serie te eupactersa. un y a tesa eta tance” Ip gina 243): M. Mune Corts, mAspectos eli du Vélez de Guevara en ou Bian REE, XXVII, says page, yh7y, 3 E.R Corts, Lieatra caves 7 Bled Mie tana, 2M. Frank Niscree y Anionio Aleeres Me Sioa 1995, Lp 04 9 a «(Fernando) apretéme mas entre sus brazes, de los cuales jamais Jonto ini-dencelle, yo dejé de serlo» A este tipo de coneeptos Se refere Vossier cuando habla de Ia abundancia de zeugmas Gin estras Teeas sescentitas. Prefeririamos lamales 24g tras dilogivos, ya que e2idn, con respect al zcugma, Geinigo mas arriba, en is rrlsc.én de especie a género, Co- fnenta el maésiro slcmsn: 0s sjeinplos pululan eon incon- Echible variedad y frecuencia. Es muy del genio castellano de Entonces omitir todo To que puede sobrentenderse, y el no re- petir la snitma palabra Jango debe de haber sido Wercicio y qué agil ia prontitud de los oyentes, y lectores cere Gneontsnrae y entenderse 2 mesic camino. a media vo con Fre camores, poctas, predicadores 7 eseritures, y en suplir y penetrar actvamente fo que ésics dejaban de expresar, fase veraita de gaa y paciencia, fuera por vergdenza, bizarria dlemasia de entusiasmo y pasidal» Y atiads, con razon: «Una de las mayores dificultades que hoy nos ocurren en la lectura nuestra rigidez y desmafia frente a los zeugmes. Hemos perdido In expontaneidad y fuider del acuerdo con las vibraciones y ‘vuelos del espfritu barrocon ™ “Tanto 1 estas exacias reflexiones de Vosser creo que tene cablda una distinta interpretacion causal del zeugma dil6gico. Gste recurso muestra'su coberencia en el sistema de_ recursos conceptistas @ que estamos aludiendo, y no es necesario apelar @ otro tipo de motivacién. Mejor que la desgana o impa- Ciencia te los autores, mejor que su bizarria 0 capricho, puede darnos la clave de tal procedimiento el verlo encuadrado den- tro de la poderosa corriente del concepto como artificio de relacién, que venimos examinando, Esta figura se inserta per~ fectamente en ella, y sirve con gran eficavia al ideal estilistico vigente, La difalted conceptsta No puede caber duda de que todos estos arbitrios conspiran conta ‘in claridad. Por eso, ya en 1604, #¢ alan Ia vor de TTR. Voster edwin ¢ Litre pal el Sige de Or, radueion Ge]. F. Montene, Grit 727% 185 PBR 39 28 \ Bartolomé Ximénez Paton, que, en su Elecuenia exparold, clama contra ellos: «La segunda virtud es hablar con claridad, y los del vicid aqui notado vas) contra esta virtud, y todos los que procuran hablar de modo que no les entiendan, y lo que en latin reprobamos de palabras de dos sentides 0 sentencias, en rhuestros poetas castellanos esta reeibido por ornamento.» Las ltimas palabras del famoso preceptista no dejan lugar 2 dudas sobre los gustos de su época, Pero grealmente el equtivoro, tal como era practicado por Ledesma, Cancer, Bonilla, Paravicino, atentaba contra la perspicuidad? ;Cémo eran folerados en el featro el zeugma dilégico o todas las Formas del equivocn, ¥ no sblo tolerados, sino aplaudidos, segin el tesimonio de Lope? Henos aqui ante un tipo especial de dificultad que, paradéjica- mente, of Gicil Existe, en efecto, un tipo de dificultad, ilustre y culta, aque nada'tiene que ver con Ia dificultad concepiista, Hs la que postula don Luis en su Lilo dela erud.iénpottica (1607), cuando alude a «Ovidio, el facil, el llano, ajeno-de cualquier dificultad en sus escritos, y aun ‘por eso menos estimados»”. El joven cuatralbo afirma sin rodeos: «Efectos son del buen hablar dificultar algo tas cosas.» Y cita a Erasmo: «No me indigno si me ponen delante lo que no entiendo, pero huélgo- me se me offezea cosa que Uprenda»™. Esta noble dificultad no debe ser oscura. Decididamente condena Carrillo la oscuri dad: «No pretendo yo, por cierto, ni nunca cupo en mi imagi- nacién lugar a aprobar la oscuridad por buera... Sé,cun abo- minable sca, y cuénto mas a los mas agudes entendimientos, a los mas acertados ofdos»”. Para Carrillo ro es licito abusar de Jos barbarismos ni de las metéforas: los enigmas serdn ab- solutamente reprobables. En cambio, podré el poeta aludir a Licia, ai Janto, a Apolo y a Delo con tode libertad. Si por ello resulta incomprensibie, ninguna culpa cabré. achacarlo, sino al indocto lector. También son lieitos, en el sentir del malogrado lirico, todos aquellos recursos formales del arte afir- ‘mados en la poesia por una sblida tradicién, aunque no sean comprensibles por el vulgo: «jCudnto mis derecho camino "Gio por la ed. de M. Cardenal, Madrid, GS. 1. C1045, pag. Boy piilerizando la origrafia del auter, que.) erie [Biblioteca de Antiguos Libros isp Tb pig. 93, 7 fed pigs 99-94. 29 exclama— sera olvide el ignorance su ignarancia, que el poee ‘2 que lo fuere aquella suerte de hablar que ha ocupado cides tan discretos, en gue se han exmerado tan ‘diesicas ma. nos!» Sin embargo, oigamos a éste —tan injustamente we Puesto precursor del gongorismo, recomendar, aun ei lo adane fido per todos, una vonveniente prudencia: «No me huye a ral fa moderacién que se ha cle guartlir on est, y In lemplanen los vicios que engendra, o ya la demasia de lis figures, 0 ya el demasiado cuidado de las palabras, o confusion de elias, Los epitetor, zquign niega ser elegantes?; y zquién Ao, juntamence viciora su demasiada copia?» Cartillo destierva pues del Juicio pottico a los ignorantes, y se acoge a la templanea aristotdica y al ideal artistico precepiuado por Quintiliano, es decir, a la costumbre det hablar con sentimiento de los doctos» Ante esta exposicién, atenida fielmente al Libro de la erudicion pottica, aadie podré dudar de que no era ésta la dificultad con ceptista. Punto a punto pueden enfrentarse con ella los ideales de un Ledesma y de un Carrillo, Porque Ledesma ~ y con 4 los poctas y dramaturgos que emplean los referidos proced:- mientos conceptistas— van hacia el vulgo, a él se dirigen, cho. carreramente a veces. Ellos colocan la dificultad, na como un muro frente a Ia comprensién del lector — jcutn lejos las alu, siones mitolégicas, geograficas ehistéricas tan gratas a Carrillo!— sino como un leve obstaculo, como una piedrecilla en su ca mino, que le haga detencrse un instante, para continuay en seguida, regocljado, orgulloso del pequeto triunfo de'su ingenio. EI poeta, deliberadamente, trenza dificultades con elementos accesibles al lector © espectador, hasta el punto de que las cvitaria si no reconociese en él sobrada aptitud para vencerlas Necesita, pues, su complicidad para dar forma a sus chistes, a us malcias, a sus ingeniosidades. Los conceptistas no son cscuros. Hasta el mismo Quevedo, complicadisimo en sus juegos conceptuales, se sentia mas que claro, clarisimo: «Y Lope de ‘Vega —decia~ a los clarisimos nos tenga de su verso» ™

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