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La arquitectura de la Antigua Roma es probablemente uno de los testimonios más significativos de

la civilización romana. Se caracteriza por haber adoptado el lenguaje externo de la arquitectura


griega clásica, a la que le agregó varias innovaciones originales. Los dos estilos a menudo se
consideran un cuerpo, lo que se conoce como arquitectura clásica. La arquitectura romana floreció
en la República romana y más aún bajo el Imperio, cuando se construyó la gran mayoría de los
edificios supervivientes. Usó nuevos materiales, particularmente el hormigón romano, y tecnologías
como el arco de medio punto, la arcada, la bóveda y la cúpula para hacer edificios que normalmente
eran fuertes y bien diseñados.
La arquitectura romana abarca el período comprendido entre el establecimiento de la República
romana en el año 509 a. C. hasta aproximadamente el siglo IV d. C., después de lo cual hace
presencia la arquitectura tardía antigua o bizantina. Casi ningún ejemplo sustancial sobrevive desde
antes del año 100 a. C., y la mayoría de las supervivencias más importantes provienen del Imperio
posterior, después de aproximadamente 100 d. C. El estilo arquitectónico romano siguió influyendo
en la construcción durante muchos siglos, y el estilo utilizado en Europa occidental a partir del año
1000 se llama arquitectura románica en referencia a la dependencia de las formas romanas básicas.
Los romanos comenzaron a lograr una originalidad significativa en la arquitectura alrededor del
comienzo del período imperial, después de que combinaron aspectos de su arquitectura original
etrusca con otros tomados de Grecia, incluyendo la mayoría de los elementos del estilo que ahora
llamamos arquitectura clásica. Pasaron de la construcción basada principalmente en columnas y
dinteles a una basada en paredes masivas, puntuadas por arcos y cúpulas posteriores. Los órdenes
clásicos ahora se volvieron más decorativos que estructurales, excepto en las columnatas.
Desarrollos estilísticos incluyen el toscano y órdenes compuestos; el primero es una variante
abreviada y simplificada del orden dórico, y el compuesto es un orden elevado con la decoración
floral del corintio y las volutas del jónico. El período comprendido aproximadamente entre el 40 a.
C. y el 230 d. C. tuvo los mayores logros, antes de la crisis del siglo III y los problemas posteriores
que redujeron la riqueza y el poder organizador del gobierno central.
Los romanos produjeron edificios públicos masivos y obras de ingeniería civil, y fueron
responsables de desarrollos significativos en la vivienda y la higiene pública, por ejemplo, sus baños
y letrinas públicos y privados, calefacción por suelo radiante en forma de hipocausto,
acristalamiento de mica (ejemplos en Ostia Antica), y agua caliente y fría entubada (ejemplos en
Pompeya y Ostia).
1 Historia

1.1 Orígenes

1.2 Innovaciones técnicas

1.3 La renovación urbana de Augusto

1.4 Auge arquitectónico

1.5 Influencia posterior

2 Los tres principios de Vitruvio

3 Materiales

3.1 Piedra y mármol

3.2 Ladrillo romano

3.3 Hormigón romano

3.4 Estuco

4 Órdenes de la arquitectura romana

5 Diseño urbano

6 Tipos de construcciones

6.1 Foro

6.2 Basílica

6.3 Termas

6.4 Teatro

6.5 Anfiteatro

6.6 Circo

6.7 Otras construcciones

7 Arquitectos

8 Véase también

9 Referencias

9.1 Bibliografía

Historia

Orígenes

Reconstrucción del templo etrusco de Alatri, Italia.

La arquitectura romana tiene sus primeros orígenes en la etrusca, a la que luego se añadió el influjo de la griega, sobre
todo después de las guerras púnicas, y por lo tanto presenta rasgos de ambas. Hoy se hace datar la arquitectura
romana a la fecha en que se construyeron la primera vía y el primer acueducto. Por esta época, y durante las conquistas
de Roma en Sicilia y en la misma Grecia, los generales romanos solían llevarse como trofeo de sus victorias gran
cantidad de objetos artísticos. Por otro lado, los artistas griegos y etruscos, atraídos por el poder económico de la
señora del Mediterráneo, llevaron a Roma el gusto e incluso la pasión por las bellas artes y en sus escuelas se formaron
artistas romanos. Pero no será sino hasta el final del período helenístico cuando la arquitectura romana presente
rasgos propios realmente diferenciados1. Las antiguas edificaciones romanas se asemejaban en todo a las etruscas, y
estaban formadas por sólidos aparejos de enormes bloques de piedra labrada o en bruto y sentadas en seco.2

En un principio, la arquitectura romana fue muy austera, limitada a la construcción de edificios de utilidad práctica.
Los ornamentos escultóricos y pictóricos estaban muy limitados y casi ausentes de todas las construcciones, sobre
todo durante la monarquía. No fue sino hasta el Sitio de Siracusa, en 214-212 a. C., cuando el gusto por las bellas artes
comenzó a ejercer una gran influencia en la sociedad romana3.

En el 144 a. C., Grecia pasó a ser una provincia romana, y muchos artistas griegos, reducidos a la esclavitud, pasaron a
trabajar a Roma. También contribuyeron al avance del gusto artístico en Roma el triunfo de Lucio Emilio Paulo
Macedónico en la Batalla de Pidna, de donde extrajo muchos tesoros artísticos, además de los saqueos de Lucio
Cornelio Sila Félix a los templos de Delfos, Olimpia y Epidauro, los tesoros extraídos por Octavio de Alejandría y el
asalto de Publio Cornelio Dolabela a muchos templos de Asia. Todos esos tesoros fueron a parar a Roma, dando lugar
a un refinamiento del gusto artístico como no se había conocido antes. El primer templo en mármol que se construyó
en Roma fue edificado por orden del cónsul Quinto Cecilio Metelo Pío, con los arquitectos lacedemonios Sauro y
Batraco4.

Innovaciones técnicas

El domo del Panteón de Agripa fue la cúpula más grande del mundo durante un milenio, y aún es la cúpula de hormigón
sólido no reforzado más grande.

Interior de la cúpula del Panteón de Agripa.

Gracias a los desarrollos técnicos de los romanos para la construcción de arcos y bóvedas, se pudo superar la
concepción griega básica, en la que las columnas y arquitrabes eran necesarios para soportar vigas pesadas y techos,
pasando a ser, en la mayoría de los casos, meros elementos decorativos. Los romanos no se sintieron restringidos por
las preocupaciones estéticas griegas e hicieron uso de los órdenes clásicos con considerable libertad. En su máximo
esplendor, demostraron una gran fecundidad de invención, una concepción monumental del espacio y un claro sentido
de los grandes volúmenes5.

La innovación comenzó en el siglo III o II a. C. con el desarrollo del hormigón romano como un complemento disponible
o sustituto de la piedra y el ladrillo. Los edificios comenzaron a integrar grandes pilares que sostenían amplios arcos y
cúpulas. La libertad dada por el hormigón también inspiró el desarrollo de la arcada y la columnata, una fila de
columnas puramente decorativas frente a un muro de carga. En una arquitectura de menor escala, la resistencia del
hormigón romano liberó el plano de piso de celdas rectangulares a un ambiente de flujo libre.

Los romanos emplearon profusamente el arco y la bóveda. Ésta no se forma con dovelas de piedra aparejada (salvo
en algunas construcciones asiáticas), como se disponía en la bóveda etrusca, sino de una masa confeccionada con
puzolana y cascajo. Las bóvedas solían tener gruesos arcos de ladrillo, ya paralelos, ya diagonales pero embebidos en
la bóveda misma, que servían como sujeción provisional y como refuerzo interior de la bóveda. Un ejemplo soberbio
es la cúpula del Panteón de Agripa en Roma.
Los romanos no sólo construyeron bóvedas de cañón y cúpulas, sino rudimentarias bóvedas de arista y de crucería.
Pero estas últimas debieron usarse con poca frecuencia fuera del Imperio de Oriente pues sólo se conocen las de las
Termas de Caracalla y las de la Basílica de Majencio en la cual se advierte un sistema de contrarrestos interiores
aplicados a la bóveda. También empezaron a aparecer en la arquitectura romana los capiteles historiados que tanto
se hicieron en la Edad Media, pues de ellos se han descubierto algunos ejemplares en Pompeya y otros sitios.

Los edificios romanos, según su uso, podían ser muy sobrios o muy suntuosos. Puentes y acueductos son austeros y
funcionales, mientras que templos y palacios son lujosos y monumentales, con un claro fin representativo. Las
edificaciones más nobles se revestían de piedra formando órdenes, que no reflejaban la estructura interior real. Se
decoraban los muros de los edificios suntuosos con pinturas y los pavimentos con mosaicos.

La renovación urbana de Augusto

El Ara Pacis (Altar de la Paz) erigido en el año 13 a. C. para celebrar la pacificación de Hispania y la Galia por Augusto.

Luego de derrotar a Marco Antonio en la Batalla de Accio, y afianzada así la paz en el territorio dominado por los
romanos, Augusto emprendió una gran reforma urbanística en Roma que le cambió la faz a la ciudad. Augusto, que no
sólo promovió la construcción sino también todas las artes, habría emprendido dicha reforma para acondicionar la
ciudad a su nueva condición de capital imperial, pero también para cumplir el deseo que había tenido su padre
adoptivo, Julio César, de mejorar el aspecto de Roma. Para ese momento, la ciudad ya había llegado al millón de
habitantes, muchos de los cuales eran inmigrantes, lo que propició la formación de barrios populares como la Suburra,
el Argileto y el Velabro. Ante tal crecimiento demográfico, se hizo necesario un programa de urbanismo que incluyera
almacenes de acopio y un puerto para garantizar el abastecimiento de la población. Bajo el gobierno de Augusto se
amplió el cauce del río Tíber para evitar inundaciones y se construyeron nuevos acueductos, además de las primeras
termas públicas, dos teatros, un anfiteatro y una biblioteca pública, además de un nuevo foro (el Foro de Augusto), el
Ara Pacis, templos como el Panteón de Agripa o el de Marte Vengador, jardines, pórticos y otros edificios públicos.
Otra de las obras más importantes del programa de embellecimiento urbano de Augusto fue la renovación del Campo
de Marte, que quedó transformado en un impresionante complejo monumental. El Mausoleo de Augusto estuvo
destinado a guardar sus restos y los de su familia, y la Casa de Augusto (Domus Augusti) en el monte Palatino sería el
primer edificio del complejo que constituiría el palatium, el palacio imperial.6

Gracias al programa de embellecimiento de la urbe que lideró Augusto, la arquitectura tuvo un gran impulso, como lo
refiere el historiador Suetonio:

Embelleció hasta tal punto Roma, cuyo ornato no se correspondía con la majestad del Imperio y que, además, se
encontraba expuesta a las inundaciones y a los incendios, que pudo con justicia jactarse de dejarla de mármol,
habiéndola recibido de ladrillo.

Suetonio, Vidas de los doce césares. Libro II7.

Auge arquitectónico

Arco de Tito, en Roma.

Panteón de Agripa, en Roma.


Factores como la riqueza y la alta densidad de población en las ciudades obligaron a los antiguos romanos a descubrir
nuevas soluciones arquitectónicas propias. El uso de bóvedas y arcos, junto con un sólido conocimiento de los
materiales de construcción, les permitió lograr éxitos sin precedentes en la construcción de una infraestructura
imponente para uso público. El auge arquitectónico del Imperio comprende, aproximadamente, el tiempo transcurrido
entre los reinados de Nerón a Constantino I (es decir, entre los años 54 a 337), siendo especialmente notorias las obras
construidas durante los gobiernos de Tito, Trajano y Adriano8. Los ejemplos más destacados incluyen los acueductos
de Roma, las Termas de Diocleciano y las Termas de Caracalla, las basílicas y el Coliseo. Estos fueron reproducidos a
menor escala en las ciudades y pueblos de todas las provincias del Imperio. Algunas estructuras supervivientes están
casi completas, como las murallas de la ciudad Lugo en Hispania Tarraconensis, ahora el norte de España. La estructura
administrativa y la riqueza del Imperio hicieron posibles proyectos muy grandes, incluso en lugares alejados de los
centros principales, al igual que el uso de mano de obra esclava, tanto calificada como no calificada.

Especialmente bajo el Imperio, la arquitectura a menudo cumplía una función política, demostrando el poder del
Estado romano en general, y de individuos específicos responsables de la construcción. Esta función política de la
arquitectura permitió enaltecer al Estado y darle credibilidad a la imagen que se quería dar del Imperio. Para lograrlo,
no se desaprovechó ningún medio para realzar la impresión de majestuosidad en las creaciones arquitectónicas9. La
arquitectura romana tal vez alcanzó su apogeo en el reinado de Adriano, cuyos muchos logros incluyen la
reconstrucción del Panteón en su forma actual y dejar su marca en el paisaje del norte de Gran Bretaña con el Muro
de Adriano.

El período de esplendor del arte romano abarca los dos primeros siglos del Imperio, pero ya a principios del siglo II de
nuestra era se inicia la decadencia del buen gusto que se acentúa con la crisis del siglo III y se confirma en el siglo IV
por efecto de cierto barroquismo o irregularidad y pesadez en los estilos, aunque aumente el fasto y la magnitud de
las obras. Sin embargo la arquitectura, en cuanto arte de construir, siguió desarrollándose hasta la invasión de los
bárbaros, por lo menos, en los principales centros de cultura. Pruebas de esto son las grandes basílicas de Roma
construidas en el siglo IV, no solo las destinadas al culto cristiano, sino también las civiles. Los restos de la colosal
basílica civil de Constantino (también llamada de Majencio) que todavía se alzan en Roma, sirvieron como fuente de
inspiración a los arquitectos del Renacimiento en el siglo XVI.

Influencia posterior

Capitolio de los Estados Unidos.

La arquitectura romana proporcionó la influencia básica para el desarrollo de la arquitectura prerrománica y románica,
y se extendió a través de la Europa cristiana más allá de las antiguas fronteras del Imperio, a Irlanda y Escandinavia,
por ejemplo. En Oriente, la arquitectura bizantina desarrolló nuevos estilos de iglesias, pero la mayoría de los otros
edificios permanecieron muy cerca de las formas romanas tardías. Lo mismo puede decirse a su vez de la arquitectura
islámica , donde las formas romanas continuaron durante mucho tiempo, especialmente en edificios privados, como
casas y baños, y en la ingeniería civil, como fortificaciones y puentes.

En Europa, con el Renacimiento italiano se vio un resurgimiento consciente de los estilos clásicos correctos,
inicialmente puramente basados en ejemplos romanos. El arquitecto y tratadista romano Vitruvio fue
respetuosamente reinterpretado por una serie de teóricos, y los órdenes toscano y compuesto se formalizaron por
primera vez, para crear cinco órdenes en lugar de tres. Después de la extravagancia de la arquitectura barroca, la
arquitectura neoclásica del siglo XVIII revivió las versiones más puras del estilo clásico y, por primera vez, añadió una
influencia directa del mundo griego.
Se desarrollaron numerosos estilos clásicos locales, como la arquitectura palladiana, la arquitectura georgiana y el
Estilo Regencia, la arquitectura federal en los Estados Unidos y la arquitectura republicana en Hispanoamérica.

Los tres principios de Vitruvio

Al final del período helenístico comenzaron a publicarse los primeros manuales y tratados que resumían y
sistematizaban el conocimiento arquitectónico. Los únicos tratados que se conservan son los diez libros que integran
De architectura, de Marco Vitruvio Polión, un arquitecto que vivió en tiempos de Augusto. La obra de Vitruvio fue de
fundamental importancia durante el Renacimiento italiano para rescatar los conocimientos de arquitectura clásica.
Los tres grandes principios de la arquitectura de Vitruvio (principios que deben estar en equilibrio) son los siguientes:5

Firmitas (solidez): Se refiere a solucionar problemas de estabilidad, no sólo gravitatorios, sino también de confort.

Utilitas (utilidad): Se refiere al contenido pragmático, pero no sólo a la utilidad física, sino también social y de bienestar.

Venustas (belleza): Se refiere a los problemas de la forma y el espacio. Este principio no se considera un añadido
superficial, sino parte integral e inmanente de la obra arquitectónica.

De acuerdo con Vitruvio, la alteración del equilibrio entre los tres principios de la arquitectura provoca graves errores,
tanto por defecto como por exceso. Así mismo, la omisión o hipertrofia de uno solo de los principios hará que la obra
en cuestión sea cualquier cosa, menos arquitectura. Estas reglas elementales, en lugar de maniatar la creatividad,
permiten todo un despliegue de tipologías arquitectónicas y variaciones sin límites de los tipos básicos.

Materiales

Piedra y mármol

Opus sectile en un suelo de mármol de colores en la Villa Adriana.

El mármol no se encuentra especialmente cerca de Roma, y apenas se usó allí antes de Augusto, quien se jactaba de
haber dejado a Roma hecha de mármol luego de haberla encontrado hecha de ladrillo, aunque en realidad el mármol
se usó principalmente como revestimiento de ladrillo u hormigón. El Templo de Hércules Víctor, de finales del siglo II
a. C., es la excepción más antigua que se conserva en Roma. Desde el reinado de Augusto, las canteras de Carrara se
desarrollaron extensamente para la capital y se explotaron otras fuentes en todo el Imperio, especialmente los
prestigiosos mármoles griegos como Paros. La piedra caliza de travertino se encontró mucho más cerca, alrededor de
Tívoli, y se usó desde el final de la República; el Coliseo está construido principalmente de esta piedra, que tiene buena
capacidad de carga, con un núcleo de ladrillo. Otras piedras más o menos locales se utilizaron en todo el Imperio.

Los romanos eran extremadamente aficionados a los mármoles de colores importados de lujo con elegantes vetas, y
los interiores de los edificios más importantes a menudo se enlosaban con losas de estos mármoles, que en general
se han eliminado incluso donde el edificio sobrevive. Las importaciones de Grecia para este fin comenzaron en el siglo
II a. C.

Ladrillo romano

Vista cercana del muro de la fortaleza romana en Burgh Castle (Inglaterra), que muestra cursos alternados de sílex y
ladrillo romano.
Los romanos hicieron ladrillos de arcilla cocida desde aproximadamente el comienzo del Imperio, reemplazando los
ladrillos de barro secados al sol. El ladrillo romano era casi invariablemente de una altura menor que el ladrillo
moderno, pero se hizo en una variedad de diferentes formas y tamaños. Las formas podían ser cuadradas,
rectangulares, triangulares y redondeadas, y los ladrillos más grandes encontrados medían más de tres pies de largo.
Los ladrillos romanos antiguos tenían un tamaño general de 1½ pies romanos por 1 pie romano, pero existían
variaciones comunes de hasta 15 pulgadas. Los ladrillos romanos antiguos encontrados en Francia medían 8" x 8" x
3".La Basílica de Constantino de Tréveris está construida con ladrillos romanos de 15" cuadradas por 1½" de espesor.
A menudo hay poca diferencia obvia (especialmente cuando solo sobreviven los fragmentos) entre ladrillos romanos
utilizados para muros por un lado y baldosas utilizadas para techos o suelos por el otro, por lo que los arqueólogos a
veces prefieren emplear el término genérico de material de construcción cerámico.

Los romanos perfeccionaron la fabricación de ladrillos durante el primer siglo del Imperio y lo utilizaron de forma
ubicua, tanto en la construcción pública como privada. Los romanos llevaron sus habilidades de fabricación de ladrillos
a los territorios conquistados, introduciendo la técnica en las poblaciones locales. Las legiones romanas, que operaban
sus propios hornos, introdujeron ladrillos en muchas partes del Imperio; los ladrillos a menudo se sellaban con la marca
de la legión que supervisó su producción. El uso de ladrillos en el sur y el oeste de Germania, por ejemplo, se remonta
a las tradiciones ya descritas por el arquitecto romano Vitruvio. En la Britania, la introducción del ladrillo romano fue
seguida por una brecha de 600-700 años en la producción de ladrillos.

Hormigón romano

Detalle del interior de una cúpula romana hecha íntegramente de concreto, u hormigón romano.

El opus caementicium, u hormigón romano, fue usado en construcciones en las que grandes pilares sostienen amplios
arcos y cúpulas en lugar de líneas densas de columnas que suspenden arquitrabes planos. La libertad proporcionada
por el hormigón también inspiró la columnata, una fila de columnas puramente decorativas frente a un muro de carga.
En la arquitectura de menor escala, la resistencia del concreto liberó el plano de planta de celdas rectangulares a un
entorno de flujo libre. La mayoría de estos desarrollos son descritos por Vitruvio, que escribió en el siglo I d. C. su obra
De Architectura.

Aunque el concreto se había utilizado a menor escala en Mesopotamia, los arquitectos romanos perfeccionaron el
hormigón romano y lo utilizaron en edificios donde podría sostenerse por sí mismo y soportar una gran cantidad de
peso. El antiguo hormigón romano era una mezcla de mortero de cal, agregado, puzolana, agua y piedras , y era más
resistente que los hormigones previamente utilizados. Los antiguos constructores colocaron estos ingredientes en
marcos o moldes de madera donde se endurecían y se unían a un revestimiento de piedras o, más frecuentemente,
ladrillos. Los agregados utilizados a menudo eran mucho más grandes que en el hormigón moderno, lo que equivale a
escombros.

Cuando se quitaba el marco, la nueva pared era muy fuerte, con una superficie rugosa de ladrillos o piedras. Esta
superficie podía alisarse y revestirse con un atractivo estuco o con paneles finos de mármol u otras piedras de colores
llamadas revestimiento. La construcción de concreto demostró ser más flexible y menos costosa que la construcción
de edificios de piedra sólida. Los materiales estaban disponibles y no eran difíciles de transportar. Los marcos de
madera se podían usar más de una vez, lo que permitía a los constructores trabajar de manera rápida y eficiente. El
concreto es posiblemente la contribución romana más relevante para la arquitectura moderna.

Estuco
Ornamentos de estuco en el tepidarium de las termas del foro de Pompeya.

El estuco romano se usaba principalmente para cubrir los cielos rasos y los muros interiores de los aposentos. Por lo
general, tenía una pulgada de espesor. Muchos fragmentos se han conservado, sobre todo en las ciudades de Pompeya
y Herculano. La mezcla para la elaboración de los estucos romanos, llamada marmoratum opus, se componía de tres
capas de argamasa mezclada con mármol pulverizado. Una mezcla parecida, compuesta por polvo de cal viva mojada
con vino y molida con manteca e higos, servía para recubrir el interior de las cisternas y acueductos, que previamente
se frotaban con aceite8.

Órdenes de la arquitectura romana

Esquema del orden toscano según Jacopo Vignola.

Los órdenes clásicos (de izquierda a derecha y de arriba abajo): toscano, dórico, jónico, jónico moderno, corintio y
corintio compuesto.

La arquitectura romana adaptó los tres órdenes griegos y el llamado etrusco modificándolos y añadiéndoles otra forma
de capitel que se definió por los arquitectos renacentistas con el nombre de orden compuesto. De esta suerte, se
cuentan cinco órdenes, a saber:

el orden toscano o etrusco que permanece básicamente igual.

el orden dórico romano que eleva su columna a dieciséis módulos, adorna su collarino o garganta, añade un talón al
ábaco, tiene el astrágalo en forma de junquillo que rodea al fuste y debajo de la corona de la cornisa lleva dentículos
o mútulos. Esta última diferencia constituye respectivamente las variantes de dórico denticular y dórico modillonar,
según los arquitectos del renacimiento.

el orden jónico romano, que adorna más su capitel que el griego, reduce la magnitud de sus volutas, suprime en
ocasiones el astrágalo y eleva la proporción del fuste.

el orden corintio romano, se ostenta más florido aún que el griego y en él abunda, sobre todo, la hoja de acanto. De
ésta, lleva dos o tres series el capitel, dobladas hacia adelante y además de los dentículos admite series de modillones
adornados para sostener la cornisa.

el orden compuesto, que llegó a ser el predilecto de los romanos no difiere del corintio sino en engarzarse más los
adornos y en alguna modificación accidental del capitel: éste se forma con hojas de acanto sin calículos y con cuatro
volutas que salen por encima del cuarto de bocel de modo que parece compuesto de jónico y corintio.

La arquitectura romana adoptó con frecuencia la superposición de un orden arquitectónico a otro diferente en un
mismo edificio, quedando el más sencillo y robusto debajo del más elegante y delicado, según es de notar en el
grandioso Coliseo romano.

Fueron modelos de dichos órdenes en Roma:

el Templo del Capitolio y el Foro Romano, del toscano

el Templo de Marte y el Teatro de Marcelo, para el dórico

parte del Teatro de Marcelo, el Templo de la Fortuna viril y el de la Concordia para el jónico
el Panteón de Agripa y el Templo de Antonino y Faustina, en el corintio

el Arco Triunfal de Tito y de Vespasiano y el de Septimio Severo, en el orden compuesto

el Coliseo de Vespasiano de tres órdenes a la vez: dórico, jónico y corintio

En las colonias romanas se usaron también los mismos órdenes pero, generalmente, con menor perfección y con más
alteraciones que en el de la metrópoli. Son muy celebrados entre otros edificios:

el anfiteatro y el templo de Roma y Augusto en Nimes (Maison Carrée)

la Puerta negra en Tréveris

el Templo de Vesta en etapa pontificia

el Arco de Trajano en Ancona y en Benevento

el palacio y el mausoleo de Diocleciano en Spalato (hoy, catedral)

los templos de Baalbeck y de Palmira en Líbano y Siria respectivamente

Diseño urbano

Los antiguos romanos empleaban estructuras ortogonales regulares sobre las que construyeron las ciudades
coloniales. Probablemente se inspiraron en ejemplos griegos y helénicos, así como en ciudades planificadas
regularmente que fueron construidas por los etruscos en Italia. Sin embargo, Roma, la capital imperial, creció
desordenadamente, por lo que existió un marcado contraste entre las ordenadas cuadrículas del diseño de las
ciudades provinciales y el caótico e irregular trazado de la capital10.

Plano de Roma en época imperial.

Los romanos utilizaron un esquema consolidado de planificación urbana, desarrollado para la conveniencia civil. El
plan básico consistía en un foro central alrededor del cual se agrupaban los principales servicios de la ciudad, rodeado
de una cuadrícula compacta y rectilínea de calles. Para reducir los tiempos de viaje, dos calles diagonales cruzaron la
cuadrícula, pasando por el cuadrado central. Por lo general, un río fluía a través de la ciudad, proporcionando agua,
transporte y eliminación de aguas residuales. Cientos de pueblos y ciudades fueron construidos por los romanos en
todo el Imperio. Muchas ciudades europeas, como Turín, preservan los restos de estos esquemas, que muestran la
forma muy lógica en que los romanos diseñaron sus ciudades. Tendrían las calles en ángulo recto, en forma de una
cuadrícula. Todos los caminos tenían el mismo ancho y largo, excepto dos, que eran ligeramente más anchos que los
demás. Uno de ellos corría de este a oeste, el otro, de norte a sur, y se cruzaban en el medio para formar el centro de
la cuadrícula. Todos los caminos estaban hechos con piedras de bandera cuidadosamente instaladas y rellenos con
piedras y guijarros más pequeños y compactos. Los puentes fueron construidos donde era necesario. Cada cuadrado
marcado por cuatro caminos se llamaba ínsula, el equivalente romano de una manzana moderna.

Cada ínsula era de 80 yardas (73 m) cuadradas, con la tierra dentro de ella dividida. A medida que la ciudad se
desarrollaba, cada ínsula se llenaría eventualmente con edificios de varias formas y tamaños y se cruzaría con caminos
y callejuelas. La mayoría de las insulae fueron entregadas a los primeros colonos de una ciudad romana, pero cada
persona tenía que pagar para construir su propia casa.

Durante el Bajo Imperio, las ciudades comenzaron a ser rodeadas por murallas para protegerlas de los invasores y para
marcar los límites de la ciudad. Las áreas fuera de los límites de la ciudad se dejaron abiertas como tierras de cultivo.
Al final de cada carretera principal había una gran entrada con atalayas. Con el avance del declive y la decadencia
urbanística, se colocaron rastrillos en las puertas de las murallas para proteger a las ciudades en caso de caer bajo
asedio enemigo, y se construyeron torres de vigilancia adicionales a lo largo de las murallas de la ciudad.

El desarrollo de la urbanización griega y romana es relativamente conocido, ya que hay muchas fuentes escritas y se
ha prestado mucha atención al tema, ya que los romanos y los griegos son generalmente considerados como los que
dieron origen a la ciudad occidental moderna.

Tipos de construcciones

Artículo principal: Edificación pública (Roma Antigua)

Los romanos recibieron diferentes tipologías que modificaron o adaptaron a sus gustos o necesidades, desarrollando
algunas gracias a nuevas técnicas. Entre estas podemos señalar la domus, el templo, el teatro y los monumentos
funerarios.

Foro

Reconstrucción digital del Foro Romano.

El foro romano era el principal espacio abierto público de un municipium romano, o de cualquier civitas,
principalmente utilizado como un mercado, junto con los edificios utilizados para las tiendas y las stoas utilizadas para
puestos abiertos. Otros edificios públicos grandes a menudo se ubicaban en los bordes o cerca del foro. El magistrado
responsable de las vías construía varios foros en ubicaciones remotas a lo largo de una vía principal, en cuyo caso el
foro era el único asentamiento en el sitio y tenía su propio nombre, como Forum Popilii o Forum Livii.

Modelo a escala del Foro de Augusto.

Augusto afirmó que "encontró la ciudad en ladrillo y la dejó en mármol". Aunque hay muchas posibilidades de que
esto sea una exageración, hay algo que decir acerca de la afluencia del uso del mármol en el Foro Romano desde el
año 63 a. C. en adelante. Durante el reinado de Augusto, se describió que el Foro había sido un espacio más grande y
más libre que el Foro de los tiempos imperiales. El Foro comenzó a asumir cambios con la llegada de Julio César, quien
trazó amplios planes para el centro del mercado. Mientras que la muerte de César llegó prematuramente, las ideas en
sí mismas, así como las de Augusto con respecto al Foro, demostraron ser las más influyentes en los años venideros.
El desvío de los negocios públicos hacia los foros imperiales más grandes y espléndidos erigidos en las cercanías resultó
en el abandono del diseño general del Foro Romano.

Cada ciudad tenía al menos un foro de tamaño variable. Además de su función estándar como mercado, un foro era
un lugar de reunión de gran importancia social y, a menudo, escenario de diversas actividades, incluidas discusiones y
debates políticos, encuentros, reuniones, discursos, etc.

En las nuevas ciudades romanas, el foro generalmente estaba ubicado en la intersección de las principales calles norte-
sur y este-oeste (el cardo y el decumanus). Por lo general, todos los foros tendrían un Templo de Júpiter en el extremo
norte, y también contendrían otros templos, así como también la basílica; expuesta al público, se exponía una tabla
de pesos y medidas públicas, para que los clientes en el mercado pudieran asegurarse de que se les cobrara lo justo,
y a menudo tendrían los baños o termas cerca.
Basílica

Reconstrucción de la Basílica Ulpia.

Ruinas de la Basílica de Majencio.

La basílica romana era un gran edificio público donde se podían tramitar asuntos comerciales o legales, y que también
se usaba para ceremonias oficiales, teniendo muchas de las funciones de los actuales ayuntamientos. Su estructura
era de planta rectangular con pronaos o pórtico, naves (central y laterales) para el público, transeptum o chalcidicum
para los abogados, absis o exedra para el tribunal, entradas principal y laterales y tribunas o galerías, sobre las naves
laterales, con vistas a la central. Aunque su forma era variable, las basílicas a menudo contenían columnatas interiores
que dividían el espacio, dando pasillos o espacios con arcadas en uno o ambos lados, con un ábside en un extremo (o
menos a menudo en cada extremo), donde los magistrados se sentaban, a menudo en un estrado ligeramente elevado.
El pasillo central tendía a ser ancho y era más alto que los pasillos laterales, de modo que la luz podía penetrar a través
de las ventanas del triforio.

La basílica más antigua conocida, la Basílica Porcia, fue construida en Roma en 184 a. C. por Catón el Viejo durante el
tiempo en que fue Censor. Otros ejemplos tempranos incluyen la basílica de Pompeya (finales del siglo II a. C.). Después
de que el cristianismo se convirtiera en la religión oficial, la forma de la basílica fue considerada apropiada para las
primeras grandes iglesias públicas, con la atracción de evitar las reminiscencias de la forma del templo grecorromano.

Termas

Ruinas de las Termas de Caracalla.

Todas las ciudades romanas tenían al menos unas thermae, una instalación popular para el baño público, el ejercicio
y la socialización. Las termas romanas incluían salas especializadas para la práctica de la lucha libre, el levantamiento
de pesas, la natación e incluso salas de lectura y bibliotecas. El baño era una parte muy importante en la vida de los
antiguos romanos, por lo que en las termas podían gastarse varias horas al día, a un costo muy bajo subsidiado por el
gobierno. Los romanos más ricos a menudo iban acompañados por uno o más esclavos, que realizaban cualquier tarea
requerida, como traer refrescos, guardar objetos de valor, proporcionar toallas, y al final de la sesión, aplicar aceite
de oliva al cuerpo de sus amos, que luego raspaba con un estrigilo, un raspador hecho de madera o hueso.

También existían termas terapéuticas, ubicadas principalmente en los balnearios romanos, cuya destinación era
principalmente curar ciertas enfermedades mediante el agua termal medicinal. Según el tipo de dolencia, los médicos
romanos recomendaban a sus pacientes determinados tratamientos hidroterápicos en piscinas con agua de distinta
temperatura, o en estanques destinados a distintas partes del cuerpo11.

También se proporcionaron baños romanos para villas privadas, casas y fuertes militares. Normalmente se les
suministraba agua de un río o arroyo adyacente, o por acueducto. El diseño de las termas lo analiza Vitruvio en su obra
De Architectura.

Teatro
Ruinas del Teatro romano de Mérida.

Los teatros romanos se construyeron en todas las áreas del Imperio, desde España hasta el Medio Oriente. Debido a
la capacidad de los romanos para influir en la arquitectura local, vemos numerosos teatros en todo el mundo con
atributos exclusivamente romanos.

Estos edificios eran semicirculares y poseían ciertas estructuras arquitectónicas inherentes, con pequeñas diferencias
dependiendo de la región en la que se construyeron. La scaenae frons era una pared trasera alta del piso del escenario,
sostenida por columnas. El proscaenium era una pared que sostenía el borde frontal del escenario con nichos
ornamentados a los lados. La influencia helenística se ve a través del uso del proscaenium. El teatro romano también
tenía un podio, que a veces sostenía las columnas de los scaenae frons. Las scaenae originalmente no era parte del
edificio en sí, construido solo para proporcionar antecedentes suficientes para los actores. Finalmente, se convirtió en
una parte del edificio en sí, hecho de hormigón. El teatro estaba dividido en el escenario (orquesta) y la sección de
asientos (auditorio). Los vomitorio, o las entradas y salidas, se pusieron a disposición de la audiencia.

Anfiteatro

Modelo a escala del anfiteatro de Arlés.

El anfiteatro era, con el arco triunfal y la basílica, el único nuevo tipo importante de edificio desarrollado por los
romanos. Algunos de los edificios seculares más impresionantes son los anfiteatros; se conocen más de 200 y muchos
de ellos están bien conservados, como el de Arles, así como el Coliseo de Roma. Fueron utilizados para la lucha de
gladiadores, exhibiciones, reuniones públicas y corridas de toros, cuya tradición aún sobrevive en gran parte de
Hispanoamérica. Su forma y funciones los distinguen de los teatros romanos, que tienen una forma más o menos
semicircular; de los circos (similares a los hipódromos) cuyos circuitos mucho más largos fueron diseñados
principalmente para carreras de caballos o carros; y desde los estadios más pequeños, que fueron diseñados
principalmente para carreras de atletismo.

Los primeros anfiteatros romanos datan de mediados del siglo I a. C., pero la mayoría se construyeron bajo el dominio
imperial, desde el período de Augusto (27 a. C.-14 d. C.) en adelante. Los anfiteatros imperiales se construyeron en
todo el imperio romano; el más grande podía acomodar de 40.000 a 60.000 espectadores, y las fachadas con arcadas
más grandes, de varios pisos, estaban elaboradamente decoradas con mármol, estuco y estatuas. Después de la
prohibición de los juegos de gladiadores en el siglo V y de las matanzas de animales en el siglo VI, la mayoría de los
anfiteatros cayeron en mal estado y sus materiales fueron extraídos o reciclados. Algunos fueron arrasados y otros
convertidos en fortificaciones. Otros continuaron siendo lugares convenientes para reuniones abiertas; en algunos de
estos se realizaron reformas para convertirlos en iglesias.

Arquitectónicamente, son típicamente un ejemplo del uso romano de los órdenes clásicos para decorar grandes muros
de concreto perforados a intervalos, donde las columnas no tienen nada que soportar. Estéticamente, sin embargo, la
fórmula es exitosa.

Circo

Modelo a escala del circo de Arlés.


El circo romano era un gran lugar al aire libre utilizado para eventos públicos en el antiguo Imperio romano. Los circos
eran similares a los antiguos hipódromos griegos, aunque los circos tenían diferentes propósitos y diferían en diseño
y construcción. Junto con teatros y anfiteatros, los circos fueron uno de los principales lugares de entretenimiento de
la época. Los circos eran lugares para carreras de carros, carreras de caballos y representaciones que conmemoraban
eventos importantes del Imperio. Para los eventos que involucraron reconstrucciones de batallas navales, el circo se
inundaba de agua.

El espacio de actuación del circo romano era normalmente, a pesar de su nombre, un rectángulo oblongo de dos
secciones lineales de pista de carrera, separadas por una franja mediana que recorría aproximadamente dos tercios
de la pista, unidas en un extremo con una sección semicircular y en el otro extremo con una sección de vía indivisa
cerrada (en la mayoría de los casos) por una puerta de salida distintiva conocida como el carceres, creando así un
circuito para las carreras.

Otras construcciones

Arcos triunfales. Se dedicaban a honra de algún vencedor glorioso y se derribaban luego de haber pasado él en triunfo
haciéndose permanentes los construidos durante el Imperio. También se elevaban estos monumentos lo mismo que
las columnas u obeliscos en conmemoración de otros hechos gloriosos.

Naumaquias. Eran anfiteatros cuyo fondo se llenaba de agua para representar combates navales.

Puentes y Acueductos.

Calzadas. Bien fundadas y sólidamente empedradas (ya con anchas losas, ya con menudos cantos) que partiendo de
Roma llegaban hasta los extremos del Imperio con sus márgines o aceras algo elevadas, sus columnas miliarias para
señalar las millas (los miles de pasos), sus puentes, etc.

Foros

Asimismo, edificaron tipologías ya conocidas pero reinterpretadas:

Ruinas del Templo de Baco, en Heliópolis (Baalbek).

Templos: los romanos dispusieron los templos de una manera similar a los de los griegos (si bien se adoptó mucho
más que entre ellos la rotonda) hasta que al fin se modificaron disminuyendo el número de columnas exteriores o
sustituyéndolas por pilastras abovedando las naves pero sin acusarse al exterior la bóveda ni el arco en los templos
rectangulares.

Había dos tipos:

- Planta circular.

- Planta rectangular.

Sepulcros. Unas veces consistían sencillamente en una estela o cipos funerarios esculpidos o una simple lápida sobre
el nicho que guardaba los restos y otras sobre todo durante el Imperio fueron suntuosos mausoleos como la mole
Adriana (hoy castillo de Santángelo) y la tumba de Cecilia Metela, en Roma. También llegaron a formarse prolongadas
series de sepulcros a lo largo de caminos como es muy de notar en la Vía Apia y verdaderos panteones de familia y
enterramientos subterráneos con nichos agrupados o en filas que se llamaban columbarios conteniendo cada uno de
éstos la urna cineraria de barro cocido o de piedra con relieves y con la inscripción correspondiente.

La Vivienda: la casa romana primitiva era de planta más o menos rectangular, tenía un patio en el centro (atrium) al
que se abrían los locales. Las casas eran en medianería, y los tejados vertían sus aguas hacia el atrio, que solía tener
debajo un aljibe, para guardar el agua. El local principal era el tablinium, donde se guardaban los archivos familiares y
los dioses familiares (penates). Solía estar en la fachada del atrio enfrentada a la entrada, pero con el eje de la entrada
desviado para que no pudiera verse la puerta desde la calle. Más adelante, por un pretendido influjo griego, se abrió
otro patio en la parte posterior, el peristilo, en latín peristylum (literalmente, rodeado de columnas).

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