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Todos los países del mundo están confrontando situaciones criticas con
la provisión de agua, ya sea por escasez o por contaminación de sus
recursos. En este contexto, pese a que Argentina no escapa a la norma, el
acuífero Guarani es uno de los últimos acuíferos que todavía preservan
la pureza del agua.
Sin embargo el privilegio que tenemos en esta parte del mundo está
expuesto a la voracidad de compañías petroleras y la desidia de nuestros
gobernantes. La principal amenaza al acuífero proviene de una gran
cuenca petrolífera ubicada a poca distancia por debajo del acuífero.
Deslumbrados por el brillo del oro negro todos los gobiernos se apuran a
alinearse y doblegarse ante su poder. En la región la provincia de Entre
Rios, con la gobernación de Uribarri, se apresuró a firmar acuerdos de
exploración y explotación con YPF, sancionando en el 2010 la Ley de
Hidrocarburos Nº 9991 y acuerdos de colaboración con Uruguay para
tales desarrollos.
Del otro lado del río, Uruguay avanza a plena máquina en su intento de
convertirse en un país petrolero. La compañía australiana Petrel Energy
Ltd. tiene la concesión para explotar hidrocarburos en la zona noroeste
del país, en el triángulo formado por Salto, Tacuarembó y Paysandú.
Esta zona fue declarada libre de fracking por estos tres departamentos.
Con esto en mente, y para evitar conflictos sociales, esta compañía usa
los mismos argumentos que en otros países como Colombia y Mexico:
declaran públicamente que van a explotar hidrocarburos convencionales
pero a sus inversores, en su página web, les informan que tambien
buscarán hidrocarburos no convencionales (Petrel, 2014, p.1).
Existe tambien otro mito a la par con las mentiras de las compañías
petroleras, y es que la explotación de hidrocarburos no convencionales
en manos estatales no tendrá el efecto nocivo de las practicas actuales.
Nada mas lejos de la realidad: la contaminación es inherente al método
de fracking y no está relacionada a la propiedad o manejo de los medios
de producción.
El riesgo hacia el acuífero Guaraní, contaminación del aire y agua
superficiales, enfermedades de la población, impacto en la sociedad, y
criminalidad asociada a toda explotación petrolífera, nos dan las razones
para unir nuestros esfuerzos a ambos lados del Rio Uruguay para dar un
NO rotundo a los planes de explotar hidrocarburos convencionales y no
convencionales.