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HOMBRES DE PRESA

El 11 de abril de 1880, Julio Argentino Roca fue consagrado presidente de la

Nación Argentina, luego de vencer a Carlos Tejedor. Ese día marcó el inicio de una

etapa histórica, José Luis Romero ( 1996) la denomina “la Republica liberal”, cuyo

lema fue “ Paz y administración “.

De acuerdo con el lema, el gobierno evitó los conflictos políticos mediante

prudentes arreglos y se dedicó a promover la riqueza publica y privada. Se consolida

en la dirección política del país, un grupo que representaba claramente los intereses

de los terratenientes (grandes propietarios de campos) de la Pampa Húmeda que,

políticamente podemos definir, usando los términos de Natalio Botana, como

"Conservador - Liberal". Conservador: porque intentaba mantener el poder político y

social en manos de las familias tradicionales. Liberal: porque incorporaba en el país

las ideas dominantes en el mundo a la vez que introducía a la Argentina en el mercado

mundial.

Este grupo dirigente, transformado en gobernante, ha sido designado por los

historiadores como la generación del ’80. Esta es una de las formas de nombrar al

conjunto de hombres que tuvieron a su cargo la dirección económica, política y cultural

del país entre 1880 y 1916. Estos hombres, no tenían todos la misma edad ni tampoco

sostenían las mismas opiniones sobre todos los temas. Sin embargo, es posible

identificarlos como grupo, porque compartieron un conjunto coherente de principios e

ideas fundamentales que se convirtieron en objetivos de las ideas de gobierno. Su

proyecto de desarrollo caracterizó la organización de la economía y la sociedad desde

1880 y, en gran medida, influyó en el desarrollo posterior de la Argentina.

El programa de los hombres de la generación del ’80 nunca fue enunciado

explícitamente en forma integral, pero se manifestó de los discursos políticos y

1
parlamentarios, los mensajes presidenciales, la correspondencia epistolar y las notas

periodísticas.

¿Cómo en un período relativamente breve las élites regionales, y con ellas la

ciudadanía en general, empiezan a construir un orden político liberal capaz de generar

una gobernabilidad a nivel nacional?. Según Marcello Carmagnani ( 1984) este nuevo

orden político precede, en por lo menos dos decenios, las transformaciones de orden

económico propia del liberalismo. Esta libertad política nace de la garantía acordada

entre los derechos políticos –lograda con la limitación de los poderes del Estado– y el

reconocimiento de las funciones disciplinarias de los poderes del Estado por parte de

los ciudadanos. Es esta tensión entre libertad –la de los ciudadanos– y poder –la del

Estado– la que vemos traducirse en las formas directas e indirectas de elección. De

este modo, se superó la preexistente dicotomía entre ciudadanos y Congreso, que fue

la principal fuente de inestabilidad en la primera mitad del siglo XIX.

A diferencia del período anterior, la nueva ciudadanía aparece ahora conjugada

con el principio de representación política. Los ciudadanos ejercen sus derechos

políticos por la vía de sus representantes electos. Las autoridades electas tienden a

ser representantes de la nación y no simples agentes del Estado o de la provincia que

los había elegido. La definitiva conjunción entre ciudadanía y representación dio vida a

una nueva práctica política e institucional que posibilitó diferenciar las diversas

instancias que conviven en la ciudadanía. Estas instancias no sólo eran de tipo social

y económico, sino también territorial y local.

La diferenciación que hemos ya apuntado en las formas de elección, en

política latinoamericana de la segunda mitad del siglo XIX encuentra en las nuevas

formas de representación de la ciudadanía sus fundamentos. Gracias a ella, la

ciudadanía limita las funciones del poder y, al mismo tiempo, el poder puede

2
desarrollar la función que le compete constitucionalmente: la centralización política o,

si se prefiere, la acción de gobernar.

Los proyectos y las constituciones latinoamericanas del primer tercio del siglo

XIX presentan dos elementos comunes: la ciudadanía y los municipios. Ambos

conceptos son la redefinición de una tradición que es al mismo tiempo ibérica y

americana. La ciudadanía redefine la vecindad; mientras que el municipio o

ayuntamiento, el cabildo y la cámara municipal. Hay, por lo tanto, una fuerte similitud

en la forma como se dio, tanto en el contexto ibérico como en el americano, la crisis

del antiguo régimen. Esta similitud fue subrayada tanto en la Constitución de Cádiz de

1812 como en las americanas. La convergencia se expresó en el nacimiento de un

espacio político diferente al social, generado a partir de una definición del actor social

–el vecino– capaz de asumir la connotación de actor político –el ciudadano.

¿Quién es el ciudadano? Si bien las definiciones son variables –el vecino que

tiene un modo honesto de vivir (México), el hombre bueno (Brasil), quien posee una

vecindad conocida (Venezuela)–, todas insisten sobre un hecho: la conjunción entre

condición social y arraigo de tipo territorial.

El surgimiento de los municipios en la provincia de Buenos Aires aportan una

serie de datos que ponen al descubierto el proceso de construcción del espacio

público a fines del Siglo XIX, fundamentalmente, cuando se articulan los intereses

locales a los nacionales (aspecto fuertemente conflictivo en el periodo anterior);

resultan interesantes para analizar el vinculo complejo que establece el proceso

hegemónico en la definición de lo social. Es común que la bibliografía atribuya esa

definición sólo a las elites oligárquicas, sin embargo múltiples factores son relevantes

en su construcción: por un lado, la interacción entre jerarquías sociales y jerarquías

políticas; por otro , la interacción entre jerarquías políticas y organización del poder

político; y, en última instancia, los efectos de ambas interacciones en la

3
gobernabilidad de los espacios políticos locales, regionales y nacionales. La

organización liberal entre 1850 y 1890 define las condiciones de este vinculo en la

Argentina.

El trabajo se propone especificar las condiciones de configuración de la

ciudadanía en términos liberales a través de los discursos que definen el delito en los

80’, nos interesa focalizar la teoría del delito como articuladora de una noción de

diferencia, clave en la constitución del estado argentino y fundamental para la relativa

estabilidad institucional, lograda en ese período. Para abordar este problema voy

analizar un caso judicial, el Caso Castro Rodríguez, porque articula una problemática

que la republica liberal debió “saldar” para gobernar: por un lado la conflictiva relación

entre iglesia y poder político, y por otro, la relación entre inmigración y ciudadanía;

vamos a ver como en esta dinámica el discurso médico resulta legitimador para

configurar el espacio público deseado por la elite gobernante .

Un municipio en el centro de la provincia de Buenos Aires: Olavarría

“ Una mañana del mes de noviembre de 1882, en la entonces pequeña

estación Constitución, tomaba el tren con destino a Azul- en aquella época era la

Estación terminal-; a Olavarría llego el año siguiente.. Una impresión de tristeza

me causo el pueblo por su escasa edificación, sus calles polvorientas, solitarias,

silenciosas, sin veredas(...)Empezaré por la plaza, denominada Coronel

Olavarría. Estaba cercada con gruesa cadena sostenida por postes cilíndricos

terminando en esférica, e interiormente circundada por sus cuatro costados por

calles de álamos, sauces y acacias(...)La Municipalidad, Juzgado de Paz y

Comisaría de Policía funcionaban el año 1882 en la casa que con algunas

modificaciones interiores..existe aun “ Ramón Rendón ( 1929)

4
El testimonio de Ramón Rendón, intendente de la ciudad, revisa la situación del

casco urbano hacia 1882, momento en que se define la vida institucional del municipio.

Olavarría surge por primera vez en 1855 en un intento de traslado del Cantón de

Tapalqué (databa de 1839),decidido por razones de estrategia en la guerra de frontera

con el indio. Cuando la frontera al Sur del Salado se corre hacia el Sur y el Oeste,

Olavarría empieza a atraer pobladores. El proceso de institucionalización, crecimiento

urbano y desarrollo económico es muy rápido pues coincide con la Ley de

Inmigración.

En la década de 1881-1891 se produce una afluencia masiva de inmigrantes en

el pueblo de Olavarría – conocido como “ el valle fértil del Cairú”-. Los signos más

importantes de este proceso se encuentran en los libros de archivos parroquiales: “se

destaca una doble afluencia de extranjeros en la zona: #. en 1883-1884

# Al final de la década, en

1890-1891” ( Langiano Maria y Ormazabal Pablo, 1992: 74)

Por esta razón la población que en 1881 era de 7.375 pobladores, en el censo

de 1890 pasa a ser de 13.192 habitantes. Gran cantidad de jóvenes agricultores,

italianos y españoles, se radican en la zona. Estas transformaciones ponen al

descubierto un proceso de rearticulación social que tiene las siguientes marcas:

1. Fuerte presencia masónica en la ciudad: en 1890 el jefe de la secta

masónica “ Obreros del Sur” Don Camilo Giovanelli triunfa en las elecciones

municipales. Por otra parte, sucede al párroco Castro Rodríguez un

italiano, Antonio Bertolini quien nombra en la dirección del Colegio

Parroquial a un activo y reconocido militante de la Logia masónica. Los

masones sostuvieron una ideología liberal: “ perteneciendo como

pertenecemos a una institución liberal y que sostiene en el mundo profano

los deberes de todo buen masón “ ( Langiano Maria y Ormazabal Pablo,

1992: 80).

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2. Surgimiento de instituciones civiles intermedias: a partir de 1879 – año de

instalación de la primera corporación municipal – se organiza la vida

comunitaria mediante el establecimiento de instituciones publicas y privada

de todo tipo, en pocos años Olavarría es autosuficiente:

3. Movilidad social: en este periodo “se destaca el alto porcentaje de

agricultores en la zona, acompañados por un gran número de jornaleros o “

personal de fatiga sin trabajo fijo”, a esto se añade el trabajo en canteras,

caleras y marmolerías” ( Langiano Maria y Ormazabal Pablo, 1992: 76)

La base política de la organización del pueblo está en la corporación municipal. Era

un cuerpo de representantes de los vecinos que tenia funciones legislativas, ejecutivas

y judiciales y de fomento. Por la Ley 1854 habían sido creados varios municipios, la

misma decía que los partidos de la campaña estarían administrados “por una

municipalidad compuesta por el Juez de Paz y cuatro propietarios vecinos del distrito”

más dos suplentes. Todos ellos debían ser mayores de 24 años o emancipados y con

un capital de 10.000 pesos en mano, o en su defecto, profesión, arte u “oficio que

produzca renta equivalente”. La transformación más significativa la vemos en la

liquidación de la preexistente diferenciación entre ciudadanía pasiva y activa. Según

Marcello Carmagnani ( ):

“ En México ésta acontece a través de una doble ciudadanía, la federal y la

estatal. La primera de tipo indirecta y la segunda de tipo directa, vinculadas entre

sí por el criterio del "modo honesto de vivir". En Argentina, a través del sufragio

directo en los niveles de las legislaturas de las provincias y el Congreso federal,

e indirecto, para la elección del Presidente. En Brasil, con una más estrecha

vinculación, primero entre la jerarquía de la guardia nacional y ciudadanía y más

tarde, en la República vieja, a través de una definición de tipo censitaria.

6
La nueva ciudadanía, a diferencia de la precedente, se caracterizó por una

notable expansión de la libertad política propia del liberalismo. Esta libertad

política nace de la garantía acordada entre los derechos políticos –lograda con

la limitación de los poderes del Estado– y el reconocimiento de las funciones

disciplinarias de los poderes del Estado por parte de los ciudadanos. Es esta

tensión entre libertad –la de los ciudadanos– y poder –la del Estado– la que

vemos traducirse en las formas directas e indirectas de elección. De este modo,

se superó la preexistente dicotomía entre ciudadanos y Congreso, que fue,

como hemos dicho, la principal fuente de inestabilidad en la primera mitad del

siglo XIX.”

La situación es significativa en la medida que el proceso de urbanización está

definiendo, en términos de una lucha hegemónica, la estructura social de la ciudad. La

tensión entre dispersión social y homogenización parece ser el conflicto clave de la

sociedad de la época:

“La imagen ideal de sociedad homogénea y orgánica, cuyo paradigma es la

colonia-asilo, se ve confrontada con la percepción de un escenario urbano,

inmediatamente recubierto con racionalizaciones en serie que, si por una parte

remiten a esa dualidad espacial campo – ciudad, finalmente se condensan en la

oposición mayor de la virtud/ y el vicio: lucro / trabajo, promiscuidad / orden,

aglomeración /aislamiento, prostituta / madre, sexo /sangre (linaje). La serie

podría continuarse interminablemente, precisamente porque más que la oposición

de significaciones lo que funda es el propio esquema casi vacío de una

repartición binaria, en que la interpretación coincide con el gesto de rechazo”

( Vezzetti, Hugo 1985: 197-8)

La “lógica de la racionalización “ es puesta en crisis cuando las fronteras entre

las parejas binarias se exhibe como socialmente contingentes, es decir la misma

sociedad que las legitima no puede responder a su interpelación. Estamos ante

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una problemática ideológica fundante de la sociedad liberal de fines del Siglo XIX:

el dispositivo de rechazo a través del disciplinamiento de la moral social, a la vez

que mantiene ciertos ejes fundamentales de su constitución, se altera en el

sentido de una complejización cuando los universales se actualizan en casos

particulares. Si bien subyace un deseo de configurar una sociedad ideal, el desvío

de la misma se explica en términos homeostáticos: los individuos desviados

forman parte del propio cuerpo social, quien debe dar respuesta a los síntomas de

anomalías como lo hace un organismo vivo, respondiendo ante la enfermedad.

Las metáforas biológicas no son sólo el producto de un imaginario cientificista

sino que dan cuenta de un deseo social imposible: el de una sociedad

autosuficiente.

Comencé mencionando un pueblo que se transforma rápidamente, Olavarría y

cómo la dinámica social intenta articular esos cambios a través de instituciones

intermedias ¿ Qué sucede cuando una de sus instituciones más prestigiosas, la

Iglesia, exhibe las fisuras que trae aparejado el deseado progreso?

En este sentido la pregunta que nos formulamos intenta focalizar el análisis

en los procesos de diferenciación social en tanto, como Raymond Williams sostiene

que “ la complejidad de una cultura debe hallarse no solamente en sus procesos

variables y en sus definiciones sociales- tradiciones, instituciones y formaciones -, sino

también en las interrelaciones dinámicas, en cada punto del proceso que presenta

ciertos elementos variables e históricamente variados” (1980:43). Esta noción de

dinámica cultural se vincula con la categoría de hegemonía de Gramsci, lo cual nos

permite formular una plataforma conceptual para analizar las variaciones culturales en

términos de formaciones discursivas y, de esta manera especificar las condiciones del

proceso cultural.

Para dar cuenta estas preocupaciones voy a analizar el caso Castro Rodríguez

sucedido en Olavarría en 1883. A través de la teoría del “criminal nato”, analizaré la

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formación discursiva que articula el caso y pone al descubierto una noción de sujeto

diferente que resulta clave para la constitución del estado liberal.

El liberalismo de los 80’ considero el derecho a la ciudadanía desde lo que

Michel Foucault un dispositivo de “ disciplinamiento 1” en tanto rejilla que especifica los

modos posibles de ciudadanía en la Argentina. La postura liberal elitista, centrada en

Bs.As. y sostenida por las clases altas organizó la política inmigratoria del país, al

mismo tiempo que configuró un sujeto social del “estado argentino” . En este sentido el

rol de la medicina fue decisivo para la consolidación del estado porque legitimaba

desde el discurso científico, los deseos del liberalismo2.

Considero que la noción de “diferencia” es clave para la discusión en el análisis

de este proceso cultural; el trabajo se sostiene en la idea de que los procesos de

diferenciación social que sustenta el liberalismo de los 80’ se asienta en una noción de

ciudadanía que subordina los intereses del individuo a los de la sociedad. La diferencia

radicaría, por lo tanto, en la imposibilidad de articularse a lo social, ser diferente en la

sociedad decimonónica fue un estigma3 en tanto la diferencia era considerada como

una marca exterior. La diferencia tendría un doble sentido, según Derrida ( 1986:129-

60), la operación de diferir (“ el no ahora”) y diferir ( “el no esto”), así surge una visión

relacional de la identidad social.

Las nuevas fuerzas liberales presentaron su doctrina como científica, es decir,

sustentada por lo que se consideraba “ciencia”, el positivismo del Siglo XIX. El

1
La disciplina como modo de regular el comportamiento social. Foucault plantea en
Vigilar y Castigar que “la justicia criminal no funciona hoy ni se justifica sino por esta
perpetua referencia a algo distinto se si misma, por esta reinscripción en sistemas no
jurídicos y ha de tender a esta recalificacion por el saber” ( 1985: 29)
2
Frente a esta hipótesis Jorge Cañizares( 199 ) se cuestiona si es posible en América
Latina usar la analítica de Foucault para especificar la relación entre las ideas
científicas y la historia social. Argumenta que el destiempo entre estado y nación
constituye un obstáculo para las elites latinoamericanas en su interés por disciplinar el
cuerpo social, por lo tanto, para Cañizares el discurso científico no fue usado para
construir la hegemonía liberal sino que debe entenderse desde su lógica interna que
exigía profundizar la construcción de diferencias al interior de los nuevos estados
3
“los griegos ...crearon el termino estigma para referirse a signos corporales con los
cuales se intentaba exhibir algo malo y poco habitual en el status moral de quien los
presentaba” en Estigma .La identidad social deteriorada de Irving Goffman ,Pág. 11

9
conocimiento científico se postulo bajo la presunción de verdades universales y

objetivas. La teoría de la degeneración de Lombroso emerge como un discurso

positivista que se encargo de clasificar, ordenar, catalogar a los tipos sociales y

especificar las diferencias. Asi, lo diferente no solo fue un objeto de estudio sino que,

al mismo tiempo, intervino a la hora de producir politicas publicas.

El caso Castro Rodríguez comienza con un episodio criminal y desencadena

una serie de discurso que tratan de dar inteligibilidad al delito. Un caso policial

que condensa pasión, odio y simulación y que burla cualquier intento de

inteligibilidad desde la moral burguesa de la época. El escándalo que provoca

en la sociedad provinciana se mitiga con el intento de explicar la conducta

asesina a través de una justificación científica. Este caso tiene una doble

articulación:

1. Por un lado el relato judicial, cuya construcción se funda en un criterio

de objetividad en la aplicación de la pena, lo denominaremos “de

reconstrucción del acontecimiento”. Se configura como una operación

semiótica que al mismo tiempo que reconstruye el acontecimiento como

real y como objeto del derecho penal, también se instala en el universo

intertextual de lo “deja-lú , o sea en el vinculo con otros casos judiciales.

2. Por otro lado, el relato medico que denominaremos “de identificación del

criminal”. La retórica del discurso científico se sostiene en dos

operaciones fundadas en una “mirada clínica”: a) la antropometría: usar

el cuerpo del delincuente como “prueba” de su peligrosidad. En este

sentido la antropología positivista de Lombroso es un método de

verificación que otorga al discurso jurídico evidencias oculares. B) la

animalización del sujeto criminal: los rasgos animales ponen en

evidencia el atavismo, típico de un estado de barbarie, prehumano.

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El caso policial instala en el horizonte de la vida cotidiana un orden discursivo

que funda la ley, ya no como norma judicial sino como norma moral.

EL CASO CASTRO RODRÍGUEZ

 La historia del crimen

La acusación fiscal del Dr. Teodoro Varela, presentada al juzgado del crimen en

agosto de 1888, contra el presbítero Castro Rodríguez es publicada en el diario local

“El Cronista” el dos de septiembre de ese año; el dictamen es una narración del hecho.

Relata la secuencia de acontecimientos que el día 5 de junio dieron lugar al

triste desenlace, el asesinato de Rufina Padín, esposa del párroco, y la hija de ambos,

Petrona Castro. Cada párrafo comienza con el subordinante “que” y narra en estilo

indirecto una secuencia de acciones, que se desprenden de la confesión del

procesado. La acción comienza el 5 de junio cuando las dos mujeres visitan al

sacerdote, cenaron juntos y hubo una fuerte discusión entre Rufina y su esposo. Ella

se resistió a irse, entonces él resolvió deshacerse de su esposa e hija. El sacerdote

va en busca de atropina, veneno que roba de la botica y se lo suministra a su mujer

como té de tilo. Hasta aquí el relato presenta, de modo breve, los motivos del

asesinato según el sacerdote. No se alude a la violación del celibato y la escena de

un cura cenando con su familia parece muy “normal”.

Una vez que ella bebió el veneno, tubo convulsiones y comenzó a gritar, él le

dio muerte con un martillo. La niña fue testigo de la escena, entonces el sacerdote

obliga a su hija a tomar, también, veneno: “ que antes de seis horas había concluido

igualmente con su vida, habiendo empezado a las once de la noche y terminado a

11
las cinco de la mañana”4 . Una lógica fría y racional mueve al cura, quien enhebra

cada uno de sus pasos con astucia y precisión. Luego hace los trámites, que

normalmente un párroco realizaba, para, legalmente, deshacerse de los dos

cadáveres: pide certificado de defunción al médico local, encarga un cajón, solicita un

servicio de entierro. Cuenta a todos los vecinos, con quienes habla para estos

trámites, que la muerta es una mujer “venida del campo” ( hecho muy común en época

de tanta inmigración). Se realiza el entierro, el sacerdote, una vez que se cerciora de

esto, regresa a su casa para tirar papeles, lavar manchas de sangre y volver a la

normalidad.

En la narración del alegato fiscal no hay argumento emotivos sobre la

condición de sacerdote. La familia ilegítima ya había seguido al sacerdote a su anterior

destino en Azul, con lo que debía ser conocida y tolerada por la curia. Su matrimonio

se había celebrado cuando pertenecía a una secta fundada por Castro Boedo,

sabiendo el sacerdote que era nulo para la Iglesia. Permaneció algún tiempo separado

de la Iglesia, hasta que vuelve a ella para ser como teniente cura de Azul.

A Olavarría llego en 1883 y se convirtió en un personaje importante. Vivía en

una edificación situada frente a la plaza, lugar muy céntrico, que parecía garantizar a

los vecinos un control decoroso de los actos públicos del cura y reconocer cualquier

movimiento atípico.

Dos años después de su llegada, impulso la fundación de la Sociedad

Española de Socorros Mutuos, de la cual fue el primer presidente. Instalo la Iglesia, la

casa parroquial y la primer escuela. Era un hombre valioso para la comunidad, en

poco tiempo sus ideas avanzadas transformaron la vida del pueblo, prometía pasar a

la historia de Olavarría como un hombre de progreso.

Español de origen, en algún momento de su vida se había alejado de la Iglesia

oficial para ligarse a una secta disidente, formada por curas católicos, pero había

4
Rocha Campos, Adolfo El caso Castro Rodríguez en Revista Archivo histórico N° 1 ,
1992, pp.10.

12
pedido y obtenido la restitución en el clero. El cargo en Azul, destino excelente y

codiciado, y el cargo en Olavarría de cura párroco indican que era bien considerado y

estaba haciendo buena carrera. A diferencia de Azul, donde había inscripto el

nacimiento de su hija, en Olavarría pretendía llevar una vida publica más acorde con

los mandatos de la Iglesia católica.

El alegato fiscal se cierra con la confesión:

“ y finalmente, a fojas 60,consta la confesión del procesado que confiesa

haber dado muerte a su mujer Rufina Padín y a su hija María Petrona, en

Olavarría, la noche del 5 de junio del corriente año; confiesa haber

administrado a ambas una dosis de atropina, que el confesante sustrajo

para ese objeto de la botica de Esteves, y confiesa igualmente que hizo

uso de un martillo con el cual dio golpes en el cráneo de su mujer Rufina

Padin para apresurar su muerte; que accedió a las reiteradas súplicas

que ella le había hecho de venir a vivir cerca de él, con el objeto de que

pudiera restablecer su salud y que viviera algo distante, en la misma

forma que había estado en el Azul.”

La confesión constituye la prueba irrefutable para cerrar el caso. El “verosímil

fáctico” confronta el hecho con su evaluación social, se ubica en el nivel del

intercambio mensaje; en la confesión es el reo que se dirige a la autoridad, implica

una cierta inmediatez de recepción e interpretación. La confesión es necesaria en la

economía del relato porque en ella el reo se religa al orden social, es señal del

arrepentimiento. El hecho es inverosímil, la confesión restaura la verosimilitud; el

caso se cierra con lo “humanamente practicable”, el examen de conciencia.5

5
En la Edad Media la Casuística era un arte, una ciencia moral destinada a proveer
un método formal de interpretación de hechos concretos. Comporta una serie de
niveles de verosimilitud: “ lo verosímil referencial en la instauración del caso de
conciencia y la selección de los actos humanos en función de la alternativa
evaluadora-lo verosímil lógico en la necesidad interna del discurso...-lo verosímil tópico
en el recurso a las instancias.” Jules Gritti ( 1970: 134)

13
La mirada jurídica

Es feo ser digno de castigo, pero poco glorioso castigar

Michel Foucault

La historia del crimen la conocemos a través del alegato judicial, cuenta “lo que

efectivamente ocurrió”. Según Tzetevan Todorov ( 1974) la novela policial tiene una

doble articulación: fábula y asunto, lo ocurrido pertenece al nivel de la fábula. Para los

formalistas rusos la fábula era lo acontecido en la vida, a diferencia del asunto que era

la manera en que el autor no los presenta. Estas dos nociones “no caracterizan dos

partes de la historia o dos historias diferentes, sino dos aspectos sobre la misma cosa,

son dos puntos de vista sobre la misma cosa.” En la novela policial la fábula está

ausente, sin embargo, en el caso judicial desencadena el universo del relato.

En la medida que el discurso judicial puede reconstruir la fábula que cuenta el

crimen, el orden jurídico opera sobre el delito para impartir la pena. Esta exigencia, se

vincula con las reglas de formación del objeto que el discurso jurídico produce. Según

Michel Foucault ( 1991: 98- 107) la ley debe juzgar e impartir la pena de acuerdo con

principios “económicos, eficaces generalizables a todo el cuerpo social”, los mismos

deben cifrar todos los comportamientos sociales y reducir el margen de error. La

“semiotécnica” que organiza este discurso surge en el Siglo XVIII y se funda en el

objetivo de sentar precedentes, que el poder intervenga con la mayor economía y, en

lo posible, impedir toda reaparición ulterior del hecho.

La pena cobra importancia en la lógica del discurso, se transforma en el objeto del

mismo, todo el discurso se organiza no en función de la verdad del hecho sino de dar

verosimilitud a la pena; el alegato finaliza:

14
“ Necesario me era dejar precisados los hechos del proceso, porque es de ellos

que debe surgir la criminalidad del delincuente y es de ellos también, que debe

aplicársele la ley, derivar la pena”

La problemática del castigo organiza el orden del discurso y, según Foucault, no se

limita a impartir la pena sino que, también, produce una “tecnología del poder”. Esta es

una tecnología del cuerpo, algo muy distinto de lo que habían pensado los hombres de

la Ilustración al defender una penalidad de lo incorporal, una penalidad del alma. La

historia de la penalidad, de la economía del castigo porta una historia política de los

cuerpos, como son controlados por una serie de estrategias disciplinarias.

Foucault detecta tres formas de castigo, tres tecnologías: a) el Soberano y su

fuerza, la marca, la ceremonia; b) el cuerpo del contrato social, el signo y la

representación; c) el aparato administrativo, el rastro y el ejercicio (los hábitos). Tres

dispositivos irreductibles a teorías de derecho ( aunque se correlacionen con ellas), no

identificables a aparatos o instituciones (aunque se apoyen en ellos), no derivables de

opciones morales (aunque encuentren en ellas su justificación). La modalidad c llega a

imponerse a través de la disciplina, de las técnicas que ellas generan sobre el control

del cuerpo.

Me interesa estas reflexiones en tanto instalan al discurso jurídico en una

formación discursiva que excede los limites del discurso, así el alegato del fiscal del

caso Castro Rodríguez que analizamos está sometido a un régimen de relaciones

discursivas que no es interno: “lo cual quiere decir que no se puede hablar en

cualquier época de cualquier cosa; no es fácil decir algo nuevo ” (Foucault 1970: 73-

75).

La modalidad enunciativa que adopta el fiscal, los criterios de competencia y

saber que usa, el tono preciso, descriptivo, simple, claro está condicionado por “ la

semiotécnica con que se trata de armar el poder de castigar “ (Foucault, 1976: 98)

Dos reglas son determinantes para producir el efecto de suceso verídico:

15
a) Regla de certidumbre absoluta: “es preciso que la idea de cada delito y de las

ventajas que de él se esperan, vaya asociada la idea de un castigo

determinado con los inconvenientes precisos que de él resultan. ; es preciso

que entre una y otra, se considere el vinculo como necesario y que nada

pueda romperlo”“ (Foucault, 1976: 100). Así el aparato legal se vuelve

poderoso, no hay dudas que sus juicios son certeros.

b) Regla de verdad común: la verificación del crimen debe seguir los criterios

generales de toda verdad. Lo mismo que una verdad matemática la verdad

del delito no podrá ser admitida sino una vez enteramente probada.”La

investigación, ejercicio de la razón común, se desembaraza del antiguo

modelo inquisitorial, para adoptar el mucho más flexible ( y doblemente

validado por la ciencia y el sentido común)de la investigación empírica.”

( Foucault 1976: 102.)

La última regla se constituye en la bisagra que produce el “asunto”, la manera en que

el autor( en el discurso que trabajamos, es “la autoridad”) nos presenta el caso. En

el caso Castro Rodríguez, este aspecto involucra en la formación discursiva al

discurso médico y al discurso periodístico, ambos cuentan a la gente de su época el

caso. Tanto el discurso medico como periodístico, trazan una continuidad con el

relato judicial: explican porqué ha ocurrido el crimen.

Juan Carlos Marín( 1993: 132-152) sostiene que el delito no es una

“anormalidad” sino al revés, lo dominante como modo de normalización social es el

delito, el discurso de lo normal es el delito y el discurso del ideal es su ausencia. Lo

que recibimos como información en la prensa, en la literatura es el delito como

normal.

El delito es una teorización acerca del uso del poder y la fuerza en la raza

humana, la definición del delito es una operación clave para la sociedad. El hecho de

que el discurso periodístico y el discurso médico intervengan en esta teorización

16
pone al descubierto que en esa época, Siglo XIX, son discursos “de especificación”

del delito.

En nuestra sociedad, la conducta transgresiva ha podido dar lugar a una serie

de objetos de saber que relacionan al discurso judicial con el discurso médico y el

periodismo. Relación entre planos de especificación como las categorías penales y

los grados de responsabilidad, entre la decisión judicial y la opinión pública, entre las

normas familiares, sexuales de comportamiento y los síntomas patológicos de la

enfermedad.

El siguiente trabajo se propone especificar esas relaciones en términos de un

sociograma de fines del Siglo XIX, es decir el delito articula un espacio social que

relaciona la política, el estado, la cultura con los sujetos. En este sentido el delito es

“útil” 6

 La historia de la investigación: una teoría del delito

“La profecía maravillosa de Voltaire se ha cumplido. No era posible

resolver el problema del alma hasta que la anatomía no hubiera penetrado en

la constitución intima de esa pulpa divina que palpita bajo la cúpula del

cráneo” José M. Ramos Mejía

Los relatos médicos y periodísticos del caso Castro Rodríguez singularizan los

universales legales. Son las explicaciones posibles, en el universo de inteligibilidad

de la época a la pregunta ¿por qué este sujeto violó las leyes? . No debemos olvidar

que 1880 es un momento crucial para nuestro país en la organización de su sistema

jurídico que daría origen al Estado liberal. Esta pregunta es del orden del bienestar

6
Josefina Ludmer considera en El cuerpo del delito. Un manual al delito como una
noción clave para abordar la relación entre la trama literaria y la trama política en la
Argentina del Siglo XIX y XX.

17
común, supera la relación victima –asesino, la criminología tiene una historia paralela

al estado argentino.

En 1883 Alejandro Korn escribe Locura y crimen donde formula las nociones y

el enfoque fundamental de la criminología positivista ( tal como quedara constituida

con Ingenieros y Veyga), en 1902 comienza la publicación de los Archivos de

Psiquiatría y Criminología dirigidos por Ingenieros, en el Comité de redacción figuran

Ramos Mejia, Francisco de Veyga, Manuel Podestá y Pietro Gori, abogado penalista

italiano que residió en la Argentina de 1898 a 1902. ( Vezzetti, Hugo 1985 ).

Es claro que existió una relación estrecha entre el surgimiento del positivismo

como la ideología dominante de las elites y la aceptación de las doctrinas

criminológicas de Lombroso. La popularidad de los Archivos da cuenta del impacto

de las ideas positivistas en Argentina, se los comenzó a imprimir en 1906 desde la

Penitenciaria Nacional. Juan P. Ramos, en 1925, describe su circulación no sólo entre

los profesionales de ley y medicina sino que “jueces, profesores, médicos,

estudiantes, personas ilustradas, mes a mes, veían llegar a sus mesas de trabajo el

cuaderno que les traía la exposición o critica del pensamiento criminológico del

mundo”; la mayoría de los artículos que aparecieron por vez primera en los Archivos “

fueron difundidos en forma de libro y folletos que llevaron sus producciones y

renombre a todos los centros intelectuales y científicos del mundo entero, siendo en

general reproducidos y comentados de modo halagüeño en numerosas revistas

científicas de la especialidad, por los principales maestros de las clínicas europeas y

americanas “ ( Jorge Salessi 1994: 89).

¿ Cómo impacto la doctrina criminológica en el derecho? En principio, por el

lugar privilegiado que dan a las ciencias sociales. El punto de partida de estos juristas

es que el derecho debía dejar de ser una entidad abstracta y quedar supeditado a la

realidad social: “por consiguiente, las disciplinas especializadas en el conocimiento de

diferentes aspectos de esta realidad (la sociología, la etnología, la psicología y la

18
historia) quedan estrechamente vinculadas a lo jurídico”. ( Beatriz Urías Horcasitas

2000: 148 ).

Por otra parte, el conocimiento de la realidad social permite abandonar la teoría

del libre albedrío como proponía la escuela clásica penal; los juristas positivistas

plantearon que el estudio del delincuente y no del delito podía contribuir a frenar la

reincidencia. Se consideraba que los delincuentes debían ser clasificados por medio

de criterios antropológicos, sociológicos y psicológicos que identificaran las

orientaciones criminógenas que caracterizaban la conducta de determinados

individuos y grupos sociales.

Surge la problemática de la identificación: en 1891 Juan Vucetich, un

investigador de la policía argentina, inventó la tecnología de identificación

dactiloscópica y la utilizó para el control y vigilancia de criminales. Dice Jorge Salessi

( 1994: 81) “ la llamada “cuestión de identidad “ preocupó especialmente a los

criminólogos latinoamericanos que para explicar el problema, citaban siempre la

misma frase de un criminólogo francés que decía: “la cuestión de identidad domina

toda la instrucción criminal” ”. La utilización de la dactiloscopia hizo posible en la

Argentina del Siglo XX el cumplimiento de las leyes de enrolamiento en el ejército y de

las leyes electorales, además de posibilitar la organización de los primeros Registros

nacionales de las personas, del estado y de la propiedad. Hasta 1891 el sistema

utilizado para identificar a las personas dictaminadas criminales reincidentes había

sido la antropometría, inventada por el criminólogo francés Alphonse Bertillon en 1882.

Este sistema constaba de tres instancias: la medición del esqueleto de la persona

identificada, la notación de las marcas particulares de su cuerpo y la fotografía que era

la técnica de identificación básica del sistema.

 La construcción de la identidad del criminal en el Caso Castro Barros

19
Luis Maria Drago 7en su obra Los hombres de presa, 1921, seguramente

reedición de 1888 ( con prologo de Francisco Ramos Mejía) analiza, desde el

paradigma criminológico de Lombroso al sacerdote Castro Barros porque

“examinados sus detalles somáticos, se notan en él muchos de los signos que,

según Lombroso, caracterizaban al hombre delincuente” ( Drago). ¿Cómo mira

al criminal? y ¿ Por qué esa mirada configura una verdad científica ?

Drago interpreta el cuerpo de Castro Barros, ve indicios, señas de la

enfermedad criminal, lee el cuerpo del criminal como un texto a revelar. Así la verdad

7
Nació en Bs. Aires el 6 de mayo de 1859.Se reconoce a Luis María Drago como uno
de los más importantes internacionalistas del país. Su principio de que ningún
gobierno debe apoyar en las armas reclamaciones pecuniarias contra otro país, forma
hoy parte de la jurisprudencia de derecho internacional, con el nombre de "Doctrina
Drago". Drago hizo sus estudios en la ciudad natal, y se graduó de abogado en la
Universidad de Buenos Aires en 1882, con una tesis sobre El poder marital.
Consagrado a los estudios jurídicos, que le dieron temprana notoriedad, se le nombró
juez en lo civil y en lo penal en la provincia de Buenos Aires. Publicó sus primeros
trabajos relativos a esas especialidades, a los que le siguieron: La literatura del slang
(1882), La idea del Derecho (en colaboración con José Nicolás Matienzo; 1883);
Colección de fallos en materia civil y comercial (1886). De esta última obra, que
consagró su reputación, se hicieron dos ediciones (la segunda con prólogo de
Francisco Ramos Mejía), y una traducción italiana con el título I criminali nati, con
introducción de Cesar Lombroso (Milán, 1890).Tuvo actuación en el periodismo como
corrector de pruebas en el diario La Nación, colaboró en La Tribuna Nacional, en El
Censor de Sarmiento, y fue redactor en jefe de El Diario. En 1890, al ser intervenida la
provincia de Buenos Aires, siendo fiscal del estado, renunció a su cargo por
solidaridad con el gobernador, y se dedicó a su profesión de abogado.Dejó en ella
testimonio de su talento jurídico, en sentencias de alto valor.En 1902, el Partido
Autonomista lo llevó a la Cámara de Diputados, integrando la llamada "lista de oro",
donde el brillo de su personalidad se acrecentó en los tres meses que duró su
actuación. Intervino en debates como el de la fusión de los ferrocarriles, el de las
incompatibilidades parlamentarias, en proyectos como el de las reformas al régimen
de bienes de la sociedad conyugal y "sobre la inmovilidad de los jueces" y camaristas
del fuero ordinario. En agosto de 1902 se le designó ministro de Relaciones Exteriores.
En el desempeño de ese cargo produjo en el mismo año, una nota célebre sobre el
conflicto en que se hallaba la República de Venezuela, oponiéndose a la intervención
de países extranjeros para cobrar coercitivamente las deudas públicas. Su tesis,
expuesta en La República Argentina y el caso de Venezuela (1903), y en Cobro
coercitivo de deudas públicas (1906) pasó a ser conocida en Derecho Internacional
bajo el nombre de "Doctrina Drago". Luego formuló en 1910, otra doctrina conocida en
el Derecho Internacional Público como de las bahías históricas. Fue miembro del
tribunal que dio solución a la cuestión de las pesquerías de Terranova, entre los
Estados Unidos y Gran Bretaña. Entre otros trabajos de mérito, Drago fue también
traductor de los clásicos ingleses; de Maucalay, en su síntesis de su historia de
Inglaterra, y sobre todo del libro de Carlyle titulado El doctor Francia. En 1912, se
desempeñó en el Congreso de la Nación, luego se le nombró profesor de Derecho
Civil de la Universidad de Buenos Aires y miembro de la comisión reformadora del
Código Penal. Falleció en Buenos Aires, el 9 de junio de 1921.

20
de los hechos se encarna en el cuerpo del criminal. Esta operación metonímica se

basa en una concepción criminal: la del criminal nato, formulada por Lomboso

Lombroso comienza a publicar en 1879 Archivi di Antropología Criminale,

Psichiatria e Medicina legale , según un critico de la época “Lombroso fundo una

ciencia autentica con objeto real y homogéneo: el estudio del delincuente y de las

causas del delito, y con método perfectamente adaptado al contenido que investiga :

el método experimental”8.

Lombroso pertenece a una época en que el paradigma imperante en

medicina, planteaba que la enfermedad se manifiesta en la modificación de los

órganos y cuyo único medio de verificación es la autopsia. Podríamos decir que allí el

cadáver respondía por la lesión que lo llevó a la mesa del patólogo. Profundicemos un

poco en este paradigma.

El Sepulchretum recopilado por Bonet y Manget en 1700, donde se describen más de

3000 autopsias, figura como el primer documento escrito donde podríamos ubicar los

orígenes de este paradigma. Bueno es aclarar la diferencia entre dos términos que con

frecuencia se asocian a este modelo, a saber anatomopatológico y anatomoclínico. El

primero se circunscribe a las necropsias, donde el médico sólo conocía de la lesión al

diseccionar el cadáver, mientras que lo anatomoclínico ya implica conocer la existencia

de las lesiones en vida del paciente.

En el punto crucial de este giro encontramos a Giovanni Battista Morgagni, quien

además de hacer las disecciones ve y lee las lesiones anatómicas de una manera más

aguda que sus antecesores. Su maestro, Antonio Maria Vasalva, precursor obvio de

sus ideas, lo encamina en esta agudeza de observación con ejemplos tales como el de

probar el acre suero que las gangrenas producían. Morgagni se convence de la mayor

utilidad de las disecciones de los cadáveres pertenecientes a los pacientes aquejados

de enfermedades más comunes y frecuentes que la de los casos raros; lo anterior


8
Luis Jiménez de Asúa prologo a Vida de Lombroso, pág. 15. Este juicio es relevante porque quien lo
emitió fue una relevante autoridad de derecho penal español.

21
basado en el principio según el cual lo más repetido es lo más importante. En De

sedibus et causis morborum nos dice "Preceden a la enfermedad sus causas

evidentes, hereditarias o adventicias, y otras enfermedades; y entre éstas serán

especialmente atendidas las más frecuentes y las más graves. Acompañan a las

enfermedades los síntomas. De cada uno de ellos se anotará la naturaleza, la

sucesión, el orden y la duración; y así, pocas veces será difícil discernir las lesiones

que causaron la enfermedad de las que fueron producidas por ella"

Son Bichat y Laennec quienes continuando en el camino trazado por Morgagni,

introducen a la medicina en el campo de la ciencia, a partir de hacer de la observación

clínica y de la correlativa anatomía alterada, los fundamentos de su práctica (5). Es así

como el signo físico obtenido a través de la observación, de la auscultación, de la

percusión o de la palpación, permite al médico hacerse una imagen del estado

anatómico de su paciente. Una clínica planteada así trae como consecuencia que el

síntoma sea visto como un dato equívoco, mientras que el signo adquiriría todo su

valor, que aun hoy sigue teniendo en la clínica médica.

La difusión de este paradigma se realiza prontamente por Europa y América y se

constituye en uno de los grandes pilares del saber médico. En el siglo XIX en Francia

aparece un hombre a quien se le debe la más sistemática y precisa exposición del

pensamiento anatomoclínico , Jean Marie Charcot, personaje importante para los

orígenes del psicoanálisis.

Lombroso comienza como estudiante a preocuparse por el cretinismo, publica

en 1859 Cretinismo en Lombardía, la enfermedad mental da origen a su modelo de

análisis criminal. Luego siguen sus estudios sobre la pelagra, junto a preocupaciones

higienistas (deseaba dedicarse “a la sociedad y al progreso”) .En 1871 Lombroso parte

para Pésaro, allí :

22
“el manicomio y el cercano Baño Penal fueron transformados en breve en

maravilloso laboratorio de psiquiatría y antropología criminal . Los ordenanzas

traían y llevaban los cráneos y los documentos de los criminales desde la cárcel

al manicomio; los locos escribían bajo dictado; hacían gráficos, cuentas,

porcentajes, estadísticas; los doctores Riva y Frigerio, sus asistentes , median

examinaban, comprobaban, controlaban, mientras que el Dr. A gusto Tamburini,

Director del Manicomio de Ancona, repetía los exámenes sobre los locos. De

este modo, fueron estudiados experimentalmente cuatrocientos delincuentes,- el

primer núcleo de antropología criminal.-“ ( Gina Lombroso Ferrero 1940: 99)

La Antropología o Biología criminal tiene por objeto el estudio del hombre criminal.

El principal origen de la criminalidad según esta doctrina es biológico, el criminal

congénito o nato es un ser atávico y representa una regresión a lo salvaje tanto desde

el punto de vista biológico así como psicológico La causa de semejante atavismo, que

en un principio se buscó en el proceso perturbador conocido en Biología con el

nombre de "degeneración" (de tensión del desarrollo orgánico y psíquico) y que fue en

su momento explicado por la epilepsia que atacando los centros nerviosos seria la

causa productora de aquellos retornos atávicos. El delincuente nato manifestaría,

según Lombroso, grandes afinidades con los llamados "locos morales", tratándose de

explicar que la criminalidad congénita se confundiría con la locura moral Por tanto la

doctrina lombrosiana sobre el origen de la criminalidad puede resumirse así: el criminal

nato es un ser atávico, con fondo epiléptico e idéntico al loco moral,

Estos delincuentes natos o congénitos son los que presentarían en tan discutido "tipo

criminal" tipo que recuerda al hombre primitivo y que, según la doctrina lombrosiana,

constituiría el indicio de una tendencia o predisposición al delito Aunque el factor

biológico es para Lombroso el preponderante, no lo considera como unica fuente de la

criminalidad, admitió también al mencionar el influjo de las factores sociales,

especialmente para los delincuentes de ocasión.

23
Distingue tipos criminales: el criminal nato y el loco moral. La idea del criminal "Loco

Moral", se baso en caso de un joven de 20 años que sin razón alguna, enveneno a su

padre y asesino a su hermano, su madre lo descubrió cuando pretendía envenenarla y

lo recluyo en el manicomio de Reggio. La descripción de Lombroso, sobre el loco

moral, apunta las siguientes características:

1) Su escasez en los manicomios y su gran frecuencia en las cárceles y prostíbulos.

2) Son sujetos de peso y robustez igual o mayor a la normal.

3) El cráneo en general no tiene diferencias con los cráneos normales.

4) En algunos casos se han encontrado los caracteres comunes del hombre criminal.

5) La analgesia es uno de los caracteres frecuentes de la locura moral, igual que los

criminales natos. La sensibilidad psíquico-moral, es una sublimación de la sensibilidad

general.

6) Los locos morales son muy astutos, sé rehusan al tatuaje, sabiendo que es una

distinción criminal.

7) Lombroso señala, que las anomalías notables de los instintos, especialmente el

sexual, muy precoces o contra-natura, son precedidos y asociados de una ferocidad

sanguinaria.

8) Son sujetos incapaces de vivir en familia, generalmente responden odio por odio, en

ocasiones odio, envidia y venganza, cuando la causa que lo produjo es ligera o en

ocasiones sin causa alguna.

9) En ocasiones, a pesar del egoísmo, se nota un altruismo, el cual no es más que una

forma de perversión de afectos y en parte de aquéllos que son más cálidos en los

otros hombres y viceversa.

24
10) La megalomanía, excesiva vanidad, es tanto de los criminales como de los locos

morales, y ninguno esta a la altura de consciencia, la vanidad morbosa, contribuye a

hacerlo escribir su vida, con muchísimos detalles y demasiada elegancia.

11) Respecto a la inteligencia, Lombroso dice que "la locura moral es un género del

cual el delito es la especia, de aquí por qué ella puede ofrecer variantes que van hasta

mostrar caracteres opuestos a aquellos señalados por los clásicos", razón por la cual

mantienen intacta la inteligencia del loco moral, ya que todos son astutos, hábiles al

realizar sus delitos y en justificarlos.

12) Su carácter parece contradictorio, son extrañamente excitables, con una

laboriosidad excesiva alternada con inercia e indisciplina, crueldad, incontenibilidad; de

repente parece que han logrado sus fines y se tranquilizan, pero después se vuelven

inquietos; en las prisiones son notables, pero mínimos en la vida.

13) Tienen una gran pereza para el trabajo, en contraste con la vida exagerada en las

orgías y en el mal.

14) Son hábiles para la simulación de la locura.

15) El delincuente nato y el loco moral, datan siempre de la infancia o de la pubertad.

La tesis de Lombroso apareció publicada por primera vez en L'Uomo Delinquente

(1876) aunque resulta de especial interés el fuerte matiz biogenético que la teoría

experimenta en su edición de 1887. En un momento los argumentos de Lombroso

toman un giro filético. Los estigmas del criminal nato no son marcas anómalas de

enfermedad o desorden hereditario: son los aspectos atávicos de un pasado evolutivo.

El criminal nato persigue sus modos destructivos porque es, literalmente, un salvaje

entre nosotros y lleva los signos morfológicos de su pasado simiesco. Para Lombroso

solo el 40 por ciento de los criminales tenían las marcas antropométricas que los

predisponían al delito; los demás llegaban al crimen por razones externas como la

furia, el alcoholismo o la indigencia. Pero el determinismo era inexorable para quienes

25
estaban, por su naturaleza, predestinados al crimen. "La ética teórica pasa por estos

cerebros enfermos como el aceite sobre el mármol, sin penetrarlo", decía Lombroso.

Convencido durante un tiempo de que los rasgos animalescos o salvajes de los

criminales eran producto de un estacionamiento ontogenético, el italiano creía poder

distinguir a un criminal nato sobre la base de estas características físicas: brazos

relativamente largos, pie prensil con dedo gordo móvil, frente baja y estrecha, orejas

grandes, cráneo grueso, prognato en una gran mandíbula, pelo copioso en el pecho

del macho, piel oscura, sensibilidad disminuida al dolor y ausencia de reacción

vascular (los criminales y los salvajes no se ruborizan).Pero estos atavismos no se

detienen en el nivel de los primates. Los grandes caninos y el paladar chato recuerdan

un lejano pasado mamífero. La foseta occipital media de muchos criminales se parece

a la de los roedores y, por recapitulación, a la de un feto de tres meses.

Me interesa destacar las siguientes características de la doctrina de Lombroso:

1. Su vínculo con la psiquiatría: Según Foucault, hasta el siglo XVIII, la locura era

un asunto que solo se tenía en cuenta en el derecho canónico o civil para

casos de demencia, imbecilidad o situaciones a las que el acusado había sido

impulsado por la furia. Sin embargo, la existencia de crímenes aberrantes,

contra natura y sin razón aparente, hacen tambalear el andamiaje legal.

Especialmente, cuando no existen síntomas visibles de locura. Son casos en

que el crimen surgía, en palabras de Foucault, desde "un grado cero de

locura". De allí nace una teoría que tendrá amplia aceptación durante el siglo

XIX: la monomanía homicida. "Es una alienación que tendría como único

síntoma el crimen mismo. Lo que la psiquiatría del siglo XIX inventó es esa

identidad absolutamente ficticia de un crimen-locura, de un crimen que es todo

él locura, de una locura que no es otra cosa que crimen. Tal es en suma lo que

durante más de un siglo ha sido denominado monomanía homicida", dice el

filósofo francés. Andando el tiempo, y con la irrupción de la revolución

26
industrial, se acentúa la tendencia de "psiquiatrizar" el aparato jurídico. Los

médicos se convierten en especialistas en el móvil y comienzan a tratar al

cuerpo social como un organismo vivo. En este contexto aparece otra teoría

que será discutida por Pelagatti y Talero: el alienismo. Encabezados por el

francés Pinet, los alienistas sostenían que "la locura estaba ligada a

condiciones malsanas de existencia (superpoblación, promiscuidad, vida

urbana, alcoholismo, desenfreno) o era percibida como fuente de peligros, para

uno mismo, para los demás, para el entorno y también para la descendencia

por mediación de la herencia".

2. El método: el método que Lombroso usa para detectar indicios en el cuerpo

del criminal responde al llamado por Carlo Ginzburg ( 1989) “paradigma

indicial” Ginsburg describe tres de las disciplinas que, en el ambito de las

ciencias sociales a finales del Siglo XIX sirvieron para configurar un modelo

epistemológico. Las disciplinas que giran alrededor de supuestos análogos

son: 1) el método desarrollado por Giovanni Morelli para la atribución correcta

de las pinturas de los viejos maestros, que dio a conocer en una serie de

artículos aparecidos en la revista Zeitschriftfür Kunst entre 1874 y 1876. De

este procedimiento tuvo conocimiento Sigmund F'reud, según lo hace constar

en su texto de 1914: El Moisés de Miguel Ángel; 2) El método elaborado por

Freud a partir de la interpretación de los sueños; y 3) la novela policiaca que,

inventada por Edgar A. Poe, alcanzó un desarrollo notable con Arthur Conan

Doyle y su célebre personaje, Sherlock Holmes.

Ginzburg( 1989, 124) opina que "en los tres casos unos detalles minúsculos

proporcionan la clave para acceder a una realidad más profunda, inaccesible

por otros métodos: para Freud, estos detalles son síntomas, para Holmes,

pistas e indicios, y para Morelli, rasgos píctóricos". Y añade que esa triple

"analogía" metodológica se explica, en parte, gracias a la formación médica de

27
los autores citados. Esta aseveración concede a la medicina un papel

privilegiado como configuradora de una manera de "ver",.Según el historiador

italiano, como Morelli, Freud y Doyle manejaban el modelo de la "semiología

médica", podían diagnosticar una realidad no observable con base en "unos

síntomas superficiales, o signos, a menudo sin ninguna relevancia para el ojo

del lego".La selección de indicios y como se detiene en lo aparentemente

minúsculo y menospreciado" (Freud) pone en crisis el tipo de observación

marcada, en primera instancia, por un reflejo condicionado, gestáltico, que en

su visión de conjunto no percibe esos detalles, los cuales adquirirán una

importancia para el ojo del experto. La suma y combinación de lo minúsculo a

partir de ciertas reglas -no siempre fáciles de formular- configurarán una

segunda gestalt, que se justificará por ser el efecto concomitante de una

operación analítica en la que se ha desarticulado la primera impresión

globalizante y después se han escogido algunos elementos, aparentemente

insignificantes, a los que se les concede la posibilidad de volverse

significativos.

El paradigma indicial ha sido utilizado sin que ni siquiera "se haya formulado su

teoría de manera explícita, ya que hasta ahora se ha tratado de formas de

saber que tienden a ser mudas, [y] cuyas reglas [ ... 1 no se prestan con

facilidad a ser articuladas formalmente, ni aún a ser expresadas" ( 116 y154).

Lo que se pone de manifiesto que este tipo de disciplinas están constreñidas a

operar a partir de lo que Pierce denominaba “ abducciones”. Umberto Eco

distingue entre tres tipos de abducción: la hipercodificada -análoga a la

hipótesis-, la hipocodificaday la creativa. "[La] abducción, es la adopción,

provisional de una inferencia explicativa, con el objetivo de someterla a

verificaciones ulteriores, y que se propone hallar, conjuntamente con el caso,

también la regla" ( 1989, 275). Por su parte, las disciplinas inferenciales, si bien

tienden a utilizar con más o menos pertinencia las otras dos, están más

28
inclinadas a emplear las creativas, dado el "carácter único e irremplazable" de

los datos en juego.

3 La animalización del sujeto criminal: la influencia de la

Recapitulación de Haeckel sobre el Derecho. La escuela de

Lombroso está vinculada a la teoría biogenética de Haeckel. No

es habitual que se reconozca la incidencia de la Recapitulación

fuera de las ciencias naturales, lo cual representa una

"injusticia", ya que la ley biogenética impregnó grandes áreas

del pensamiento de fines del siglo pasado y principios de la

presente centuria. El naturalista alemán . Haeckel escribió que la historia

natural de los individuos es una recapitulación de su evolución biológica;

esto es, enunció que en el desarrollo intrauterino del ser humano se

advertían etapas en que éste se parecía a un pez, luego a un anfibio, más

tarde a un reptil, y así. A esto le denominó Ley de la Biogénesis. Dicha

teoría, publicada en 1866, se convirtió en el eje central de la polémica

evolucionista postdarwiniana. Aunque, según se comprobó posteriormente,

tal principio natural no es verdadero; sin embargo, los embriones de todos

los vertebrados no dejan de presentar similitudes en fases paralelas de

desarrollo.

 La mirada de Drago: la construcción del “hombre de presa”

La resolución del caso Castro Rodríguez está monopolizada por el

discurso médico. Pone en evidencia la articulación existente, a fines del siglo

XIX, entre el discurso judicial y el discurso medico

Drago si bien no es médico usa la jerga médica, basa sus observaciones en el

informe, hecho por el Doctor Ramos Mejía a pedido del juez de la causa. Hay una

29
lógica deductiva, basada en conocimientos empíricos producidos en el gabinete que

lo llevan a concluir:

“tanto el cráneo cerebral como el facial ofrecen peculiares caracteres. El primero,

una frente bastante estrecha y fugitiva de 58 mil milímetros de alto y cubierta por

una piel gruesa y tan abundante en toda la extensión del disco craneano, que

algunos movimientos hace gruesas arrugas en el cuello ,recordando la piel

excesiva de ciertos animales. La estrechez de la frente es tan visible que hiere el

sentido de los más profanos; los arcos superciliares, cubiertos por unas cejas

recias y bien pobladas, ofrecen las prominencias exuberantes del celebre cráneo

de Neander tan conocido en la antropología por la multiplicidad de caracteres

simios y que han sido tan bien descriptos por Schaffhausen (de Bon ) y Fuhrott

(de Elberfeld )”

Mide el cráneo y observa en la cara “ el pómulo derecho sensiblemente más

prominente que el izquierdo” y agrega “esta asimetría se ve bien en los retratos de

perfil que corren en un notable libro recientemente publicado entre nosotros “ y

considera que la mano de Castro Rodríguez “es completamente simia” , “la palma

recuerda uno de los dos tipos extremos de Zimmermann y a que hace alusión el

conocido director del manicomio de Turín en su Tratado de las Enfermedades

mentales, hablando de los caracteres simiescos de la mano de ciertos idiotas “.

Un tópico que el informe de Ramos Mejía retoma es el de la simulación:” la

vanidad pueril y satisfecha del criminal nato, se abre paso algunas veces a través

de la simulada resignación y modestia con que quiere inútilmente impresionar:él

ha transformado la educación en Olavaria, fundado numerosas escuelas , él se

ha pasado la noche leyendo el Cosmos de Humbolt; él no ha hecho versos tan

malos como los que se le atribuyen; si él , en vez de haber hecho lo que hizo con

los cadáveres , hubiera hecho tal o cual cosa , seguramente, que no lo

30
descubren , y, además , tuvo la generosidad de no complicar al sacristán ni a

nadie” ( La Nación No.5582)

Drago usa estos datos para inferir:

“Castro Rodríguez es un hombre de cuarenta y cinco años, de mediana

esyatura,1m617,y a primera vista sólo ofrece, para el observador poco

experimentado el aspecto de una persona vulgar y de baja extracción...examinados

sus detalles somáticos ,se notan en él muchos de los signos que, según Lombroso,

caracterizan al hombre delincuente” ( Drago )

El cálculo con que el sacerdote realiza el crimen, momento constructivo del

asesinato, la habitación cerrada donde es realizado, las relaciones personales que

entraman la ciudad en ese momento, recuerdan los relatos de Edgar Allan Poe.

El itinerario del asesino no pone el descubierto una urbe sino un espacio donde la

cercanía y el conocimiento da licencia para matar. En un pueblo cuanto más

conocido y más familiar es el sujeto mas se anula su peligrosidad, saber que el

hecho transforma en falaz porque la simulación entorpece las relaciones personales.

El asesino se suponía conocido y estimado por todos los vecinos de la ciudad.

En una sociedad que se siente segura, el crimen pone en crisis sus principios

sociales.

El cuerpo : ¿ quién es la víctima?

BIBLIOGRAFIA

31
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32
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