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EL COMBATE ENTRE DON CARNAL Y DOÑA CUARESMA

Recuperado de http://www.arteiconografia.com/2012/04/el-combate-entre-don-carnal-y-dona.html

Este sugestivo título da nombre a un cuadro del pintor flamenco Brueghel el Viejo, firmado y fechado en 1559, que se
conserva en el Kunsthistorisches Museum de Viena. Se trata de una obra realizada en pleno Renacimiento, que mezcla de
forma sutil elementos recuperados de la cultura clásica con otros característicos de la tradición medieval. Aunque la
composición es abigarrada y parece un poco confusa, está bien organizada mediante diagonales, el uso de un punto de
vista elevado y una aplicación uniforme de la luz, que proporciona una claridad difusa y consigue la impresión de que la
imagen se ensancha. En cuanto a su iconografía, es fácil distinguir dos partes, la de la izquierda ambientada en las
diversiones populares y los vicios del Carnaval, y la de la derecha dominada por la piedad religiosa y la abstinencia de la
Cuaresma. El asunto es de carácter alegórico, a pesar de que efectivamente muestre una fiesta popular que se
representaba en los Países Bajos desde la Edad Media.

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Los protagonistas del cuadro aparecen en primer término como si estuvieran luchando en una caricatura de torneo
caballeresco. A la izquierda Don Carnal, representado como un hombre gordo sentado a horcajadas sobre un gran tonel
de vino, con cacerolas por estribos y un pastel en la cabeza. Sostiene en la mano un espetón con pedazos de carne, pollo
y una cabeza de cerdo, con el que apunta a la Cuaresma como si se tratase de una lanza. Detrás del tonel, a modo de
séquito, aparece un personaje grotesco que lleva un embudo en la cabeza y va vestido de amarillo, color asociado al
engaño. También hay un ciego que toca una zambomba, un niño que porta una vara con dos candelas envueltas en paja,
según una costumbre de la época, y otros enmascarados que tocan instrumentos musicales improvisados.

A la derecha se encuentra la Cuaresma. Es una mujer vieja y severa, que lleva en la cabeza una colmena y utiliza como
arma frente a Don Carnal una pala con dos arenques. Los arenques y la miel de la colmena son dos símbolos gastronómicos
de la dieta habitual durante el período de abstinencia. También aparecen otros alimentos característicos como una
marmita con mejillones, hogazas de pan, galletas y pletzers, que se consumían como dulces típicos del día de ayuno. La
Cuaresma está sentada en una silla de iglesia sobre una especie de carretilla tirada por una monja y un fraile. Le sigue un
cortejo de niños que tañen carracas y un sacristán con agua bendita. Más atrás algunas personas entregan limosnas a
pobres y enfermos, siguiendo el precepto de la caridad cristiana, mientras que otras visten de negro y se cubren la cabeza
con capuchas, como práctica penitencial.

En los extremos y al fondo de la composición se vislumbran otros grupos de personajes que protagonizan escenas
secundarias. Las de la izquierda están ambientadas en el Carnaval y tienen como centro neurálgico una taberna, mientras
que las de la derecha están relacionadas con la espiritualidad de la Cuaresma y su sede principal es una iglesia.

La escena más significativa de la zona del Carnaval es una especie de representación teatral que se desarrolla en torno a
una tienda de tela, justo delante de la puerta de la taberna. Gracias a un dibujo similar del propio Brueghel, del año 1566,
que fue repetidamente grabado en los siglos XVI y XVII, sabemos que esta representación era una sátira sobre las bodas
de Mopso y Nisa. Esta historia está inspirada en un pasaje literario de las Bucólicas de Virgilio, concretamente la Égloga
VIII, en la que el pastor-poeta Damón se lamenta de la traición de Nisa, a quien había amado sin ser correspondido porque
Nisa decidió entregarse a otro pastor de nombre Mopso. El tema, de carácter trágico, fue reinterpretado en clave burlesca
con la intención de mostrar una imagen del mundo al revés. Por eso fue asociado al Carnaval y adquirió gran popularidad
en los Países Bajos, representándose por las calles de las ciudades tres días antes del Miércoles de Ceniza. En el cuadro de

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Brueghel aparece la tienda nupcial, de la que sale la
novia Nisa vestida de forma estrafalaria y agarrada
por Mopso, mientras otros cómicos enfatizan el
tono jocoso de la escena y recaudan dinero entre el
público.

En el centro de la composición, junto al pozo,


aparece un detalle cargado de simbolismo: un
matrimonio camina de espaldas guiado por un
bufón que porta una antorcha. La ropa del hombre
tiene en la espalda un extraño bulto, similar al saco
escondido que lleva la alegoría del Egoísmo. Los
especialistas lo interpretan como una forma de
expresar la incapacidad de pensar objetivamente,
por el hecho de cargar con las propias faltas y
debilidades. La mujer, por su parte, lleva colgado del
cinturón un farol apagado y se deja guiar por la luz
del bufón. El trío es, entonces, una metáfora de las
masas anónimas de gente que siguen ignorantes a los líderes. Entre ellos y el pozo hay un cerdo, que suele encarnar el
perjuicio y la destrucción inconsciente, y en este caso alude a lo que pueden llegar a provocar las masas cuando se
comportan de manera irracional.

Desparramados por el resto de la plaza se ven algunos leprosos identificados con colas de zorro, varios muchachos
jugando, otros personajes acarreando sacos de comida y ánforas de vino, otros hombres trabajando, una mujer sacando
agua del pozo central y unas vendedoras de pescado junto a una mesa. Todas estas escenas muestran situaciones sociales
relacionadas con el final del período lúdico del Carnaval y los preliminares de la Cuaresma. La mujer subida a una escalera
que limpia los cristales de la casa del fondo corrobora esta actitud de espera, preparación y purificación para la Pascua.
También lo que acontece en torno a la iglesia, de la que sale un grupo de fieles después de haber escuchado el sermón,
cada uno cargando con su propia silla.

En resumen, la obra de Brueghel es una minuciosa descripción de las costumbres sociales y de los valores morales
imperantes en el norte de Europa al final de la Edad Media. Si atendemos sólo a su carácter narrativo, puede parecer que
el artista únicamente intentó representar las cosas que ocurrían en la última semana de Carnaval en una ciudad cualquiera
de los Países Bajos. Pero el tono crítico de algunas escenas está influido por la nueva mentalidad surgida del
Protestantismo, que pretendía acabar con la superstición y reformar determinadas prácticas religiosas consideradas
inadecuadas.

Por otra parte, la composición en dos partes bien diferenciadas manifiesta con vehemencia la contraposición entre dos
planteamientos éticos surgidos de universos culturales bien distintos: el hedonismo frívolo del Carnaval es un testigo del
paganismo heredado del mundo romano, que aún hoy está presente en muchas de nuestras tradiciones, mientras que el
ascetismo espiritual de la Cuaresma es indicativo de la moral impuesta por el cristianismo durante la época medieval.
Ambos elementos, la filosofía clásica y la religión cristiana, continúan siendo hoy el sustrato fundamental de la identidad
cultural de Europa.

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