Vous êtes sur la page 1sur 4

LA ESCALERA DE LA INFERENCIA

Escena: una junta de trabajo.


Con todo el equipo reunido, Carlos preside una reunión muy importante para la empresa que
dirige. Julia, una de las empleadas, llega 30 minutos tarde y no dice por qué. Para Carlos, llegar
tarde es un comportamiento reprobable, y de inmediato asume que para Julia la reunión no es
importante. Piensa que Julia no será un buen miembro del equipo de trabajo, ya que en su
opinión, los buenos miembros respetan las normas y llegan a tiempo a las reuniones. Y decide
que no le dará a Julia ninguna responsabilidad en asuntos importantes.
Todo esto sucede en la cabeza de Carlos en cuestión de segundos.

El psicólogo Chris Argyris llamó a este proceso “LA ESCALERA DE LA INFERENCIA”, un


proceso por el cual, a partir de ciertos datos seleccionados, asignamos un significado a ciertos
eventos, y basándonos en nuestras creencias, extraemos conclusiones que guían nuestra acción.
Hacemos estas operaciones diariamente, cientos de veces, sin darnos cuenta.

Veamos la escalera de la inferencia en la cabeza de Carlos:

Datos seleccionados: Julia llegó tarde.


Significado: Llegar tarde no es un aceptable.
Asunción: Julia piensa que la reunión no es importante.
Conclusión: Julia no va a ser un buen miembro del equipo.
Creencias: Los buenos miembros de un equipo llegan a tiempo a las reuniones.
Acción: No le voy a dar ninguna responsabilidad a Julia.

Es claro que esta secuencia puede arrojar un resultado distinto según cada observador. Por
ejemplo, podría resultar que Julia haya avisado con antelación a su superior inmediato que
llegaría media hora tarde, y por lo tanto no creyó oportuno pedir disculpas o dar explicaciones.
Que su jefe se dio cuenta que no reportó este dato al principio de la reunión y prefirió no
interrumpir la exposición de Carlos. Y que el resto de los compañeros interpretaron el evento de
forma diferente cada uno, o incluso, que algunos ni siquiera lo advirtieron.

►Una herramienta para entendernos


La “escalera de la inferencia” es un concepto útil para construir procesos más conscientes de
nuestro conocer y actuar en este mundo. Durante una reunión de trabajo o en nuestra casa
conviviendo, subimos por la escalera de la inferencia cientos de veces sin darnos cuenta.

Imaginemos una reunión con varias personas, cada una construyendo sus propias e invisibles
escaleras de la inferencia simultáneamente respecto de decenas de aspectos:

–“Laura dice eso porque quiere disimular que el marido la engaña”


–“Creo que José es un chismoso. Voy a evitar hablar temas delicados delante de él”
–“María siempre está en silencio porque nunca entiende nada de lo que hablamos”

Cada una de estas aseveraciones no son verdaderas ni falsas: simplemente, emergen de una
escalera de inferencias.

Si tomamos conciencia acerca de cómo funciona nuestra mente en este sentido, es más fácil
lograr comunicación y entendimiento colectivo en el complejo mundo de hoy. Aceptar que todo lo
dicho es dicho por un observador, y que no hay tal mundo “único y verdadero” allá afuera, nos
permite asumir que las diferentes opiniones reflejan diferentes aspectos, todos válidos, de esa
realidad.
El mundo es más un flujo que un estado, es más un proceso que un producto y es esencialmente
paradojal; es decir, que presenta propiedades y requerimientos contradictorios. Por lo tanto, es
natural que distintas personas perciban cada evento de distinta forma.

El concepto de la escalera de la inferencia puede ser una herramienta para el diálogo y un buen
ejercicio para zanjar diferencias. Por ejemplo, si nos encontramos en un fuerte conflicto de
opiniones o acciones con un colega, con un familiar, amigo o compañera de trabajo, podemos
realizar con honestidad el camino de la escalera de la inferencia para hablar de la problemática
en cuestión.

Hagamos el intento de hacernos conscientes de nuestras creencias, asunciones e ideas,


hagamos explícitos para nosotros mismos y hacia las otras personas nuestra “escalera de la
inferencia”. Ensayemos un diálogo profundo, un proceso de comunicación donde nos hagamos
conscientes de los significados que le damos a las cosas, y compartamos de forma abierta el
proceso personal y colectivo del pensamiento.

De esta forma encontraremos que es más fácil dialogar y construir conocimientos complejos que
describan y entiendan a las problemáticas de forma colectiva y creativa

Ahora veamos el modelo que Chris Argyris propone para explicar este fenómeno y que denomina
Escalera de Inferencias:
El primer escalón: “Datos” y experiencias observables. Las personas estamos
rodeadas por una variedad infinita de componentes de “la” realidad, y sólo podemos
percibir aquellos que nuestro aparato neuronal nos permite. Como se ha
comprobado, nosotros podemos percibir ciertos sonidos, y otros animales podrán
oír otros que no están a nuestro alcance. También ocurre que diferentes personas
pueden percibir determinados fenómenos o estímulos que para otras pasan
desapercibidos, de acuerdo a la cultura, costumbres, educación, creencias,
valores... Es decir que el primer escalón alude al primer recorte inconsciente que
hacemos de la realidad, de acuerdo a nuestro modelo neurobiológico y a nuestro
modelo mental. Por ejemplo, Carlos, gerente de sistemas, ingresa a la empresa y
toma contacto con el ambiente de la oficina: el aroma al café recién preparado, los
sonidos de las computadoras encendiéndose, la temperatura, el personal que ya
está allí, notas sobre su escritorio, etc.

El segundo escalón: Selecciono “datos” de lo que observé. Nuestra capacidad


perceptiva es limitada, por lo que realizamos una selección de los datos más
relevantes de acuerdo a nuestro modelo mental. Hay estímulos que casi
voluntariamente decidiremos focalizar o no, y otros que no dejarán registro
consciente pero que habrán ingresado a nuestro reservorio mnémico. Podemos
seleccionar objetos del ambiente, diálogos, gestos, formas de vestirse, sonidos
fuertes, alertas, ligados también a nuestros intereses o hábitos. Continuando con el
ejemplo anterior, a Carlos le llama la atención una de las notas sobre su escritorio.

El tercer escalón: Doy significado. Este momento consiste en otorgar un sentido,


una interpretación a lo observado: qué es, por qué sucede o para qué sucede. En
nuestro ejemplo, Carlos lee la nota de su jefe: “Apenas llegues, ven a mi oficina”.
Ya le pareció raro que su jefe le haya dejado esta nota en papel, y no le haya
anticipado nada por e-mail. “Si lo hubiera hecho, probablemente me habría apurado
un poco más”, pensó Carlos. Debe ser algo demasiado importante como para
redactarlo de otra manera.

El cuarto escalón: Hago supuestos a partir de los significados que agrego. Cuando
creo entender lo que significa, establezco relaciones causales. Carlos deja su
maletín, coloca la nota en su bolsillo, y piensa que en la última reunión molestó
bastante su insistencia en el incremento del presupuesto para su área,
seguramente es por eso. Comienza a caminar hacia la oficina de su jefe, tratando
de recordar las conversaciones durante esa reunión e ir preparado.

El quinto escalón: Saco conclusiones. A esta altura, arribo a conclusiones basadas


en el razonamiento anterior. Carlos se pregunta por qué nadie en la empresa tiene
tantas trabas para el presupuesto como él, y su área es tan clave como las demás
para los resultados de la empresa. Le molesta que ahora tenga que tratar ese tema.
El sexto escalón: Adopto creencias sobre el mundo. Este paso es el que justifica la
inminente acción que tomaré. Carlos se da cuenta que no puede permitir este
maltrato, que debe dejar en claro su aporte a la compañía y que el informe
presentado oportunamente justifica claramente sus peticiones.

El séptimo escalón: Actúo según mis creencias. Una vez arriba de la escalera, todo
mi circuito de pensamiento se materializa y es visible hacia el exterior. El pasaje al
acción tiene consecuencias concretas en “la” realidad, y esa acción será muy
probablemente materia prima para las Escaleras de Inferencias de la gente que se
encuentre a mi alrededor. En el caso de Carlos, finalmente ingresa a la oficina de
su jefe, lo mira fijo y le dice: “Basta, hasta aquí llegó mi paciencia”..…

¿Cómo podemos librarnos del Poder de los Supuestos? Todos nosotros hacemos
inferencias y sacamos conclusiones que muchas veces coinciden con los hechos y
otras que no, y nos generan serios inconvenientes en nuestras relaciones y en
nuestras posibilidades de llevar a cabo acciones con otros. El solo hecho de
conocer cómo funciona este circuito, nos va a permitir detenernos en algún peldaño,
o simplemente reflexionar luego de haberlos subido a todos… También nos ayuda
reconocer que los demás construyen sus propias escaleras…

Peter Senge propone utilizar la Escalera de Inferencias de tres maneras: -


Adquiriendo mayor consciencia de nuestros pensamientos y razonamientos
(reflexión). Esto significa distinguir las conversaciones internas, que son aquellas
que mantenemos con nosotros mismos. Podemos preguntarnos, por ejemplo,
¿Cómo llegué a estas conclusiones? ¿Cuáles son los datos en los que me basé?
¿Es la única manera de interpretar esos datos? ¿Cómo lo interpretaría otro? -
Volviendo nuestros pensamientos y razonamientos más visibles para los demás
(alegato).

Carlos podría expresar algo como esto: “Estoy molesto por la nota que dejaste,
porque lo asocié a la reunión de la semana pasada. Quizás me citaste por otra cosa,
pero en algún momento quería volver a ese tema”… No está ocultando sus
sentimientos ni dando por sentado que esa es la única razón para la cita: se trata
de compartir con él otro pensamientos, sentimientos u opiniones. - Indagando el
pensamiento y el razonamiento de los demás (indagación), mostrando genuino
interés en querer comprender cómo la otra persona arriba a ciertas conclusiones y,
sin son erróneas, ayudar a construir otra manera de ver el asunto. Cuando ambas
personas se sumergen en este tipo de diálogo, y aceptan que existen diferentes
maneras de interpretar los hechos y que a veces uno mismo puede equivocarse,
aumenta la probabilidad de resolver los conflictos y aprovechar mejor esa energía
que frecuentemente se desperdicia echando culpas o intentando comprobar la
falsedad del punto de vista del otro.

Vous aimerez peut-être aussi