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En las últimas décadas, la ola de violencia en Brasil

ha crecido asustadizo, y las principales


las víctimas son niños, mujeres y ancianos. En 2012,
Brasil alcanzó la séptima posición en la lista de las 84 naciones
con el mayor índice de homicidios de mujeres. Sin embargo,
además de la violencia física, existen la psicológica, sexual,
patrimonial y moral, que del mismo modo han victimizado
miles de personas en cada momento.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS),
de los factores que han influenciado el aumento de la violencia es
el consumo de alcohol y / o drogas ilícitas. Es sorprendente
ver cómo los adolescentes y los jóvenes han sido afectados por
estos hábitos. Alrededor de 320.000 muertos cada año
en todo el mundo por el alcohol. Y, aunque se considere
inofensivo, es una de las puertas de entrada para el
consumo de otras drogas ilícitas como la marihuana, la cocaína
y el crack.
Desafortunadamente, muchos inician su trayectoria en esa carretera
en busca de liberación. Quieren olvidar los problemas,
vencer traumas y huir de la realidad que los rodea.
Pero al final no es lo que pasa. Estudios demuestran
que, cuanto antes una persona comienza a hacer uso
de estas sustancias, más dependiente se convierte. El crack,
por ejemplo, se ha transformado en una pesadilla social, pues
los que lo experimentan no tienen condiciones de vencerlo
solos, llevando a esas personas a un cuadro de dependencia
y la degradación.
Y todo esto puede comenzar en casa, sin que los padres
darse cuenta. De acuerdo con el Levantamiento Nacional de
Políticas del Alcohol y otras Drogas (Lenad), coordinado
por la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp), las
los niños expuestos a la violencia doméstica tienen más posibilidades
de convertirse en consumidor de drogas en la vida adulta.
Más de la mitad de los usuarios de cocaína y más de un tercio
de los usuarios de marihuana fueron víctimas de abuso infantil.
Estos datos preocupantes forman parte de estadísticas que
que incluimos en esta edición de la revista Quebrando el Silencio,
que trae a la luz uno de los mayores problemas sociales de la historia
de la humanidad. Es imposible combatir la violencia
doméstica sin combatir el uso de las drogas y la falsa ilusión
que genera en sus usuarios, que poco a poco se vuelven
esclavos del consumo.
Para cambiar esta situación, el papel de la familia es esencial.
Y es por eso que la formación del carácter es uno de los puntos
centrales del material que usted va a leer en las próximas páginas.
Los padres necesitan transmitir valores para que los niños
y adolescentes tengan referenciales seguros y aprendan a
hacer buenas elecciones.
Si la integridad moral se desarrolla en los hogares,
cónyuges serán más felices, habrá una buena relación
con los hijos y la abstinencia de cualquier tipo de droga
que eventualmente pueda llevar a la violencia doméstica probablemente
no formará parte de su realidad.
Y si quieres ayudar a cambiar el mundo, comparte
esta revista con quien necesita. Si sólo una familia
o una vida es transformada por
causa de su contenido, tendremos la
seguro de que estamos en el camino
derecho.

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