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DON FRANCISCO JA
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t'l& la tto<h< dtl :J.¡. de M"O de riJIJa,

I'O R D. C~:r.r::sTr~o B.UV\LLAT Y F ALGUEM

.lDI>OlllQ DU. l l.\:STtt

COI.U;Iil Dt &.oacu.o"·' \ ~C.tDCUCo S~lU.ILUIID o¡; l..Á

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BARCELONA .
I .M P RE~ T \ D.\ RCELO~ES.\
a tic de bs Tapia«, núm. ~·
-
1ó'So.
• •

1

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SI::RORJ..'S:

s/ nadie mejor que á Don Fran.::iscoJm·it.:r Lloren~


~ y Barba puede aplicarse aqudiJ. conocida fm,c:
no compuso libros , porque eswba ocupadll en
dcsnrrollat· intchgcncias y en formar carnctércs. Po~o~
Jc 1\\'Ctllajarun en lo erudito. y apcsar de esto dcSCOll-
tiaba Jcl Ji bro ~hmJc suele aoJar revudto el crmr con
las Ycrdmlcs. lJ abia obsen·ádo por otra parle que el
exceso de lcclunt es fuente en nuestra época de horrible
confusiun de ideas, y que generalmente hublnndo, lus
pcrson.\s muy leidas (dejando aparte los talentos de
primct· ürdcn ), no a~ostumbrun ser en la!i com~m:ns de
España las qttt.: mns se distinguen por el anc de tijar
In atcncion y Jc proceder en sus operaciones discursi-
\'as con rigorismo lógko. Tanto bastaba para que :11
.1brir su cur:.o de filo!'lofia ordenara á los discípulos
prescindir complctamcme de todo texto. y estudiar el


-4-
alma humana por el método experimental, como se es-
tudia la física y como se estudia In química. Quería que
sus discípulos en los puntos fundamentales del saber
, humaoo dejaran á un lndo roda opinion voluble, y ad-
quiriesen convicciones sél'ias: por esto les llamaba á
que pcnctrrarao por sí mismos en el campo científico,
no ciertamente para darles orgullo ni juctancia, sino
para basar los actos de su vidn entera sobré cimientos
sólidos. Coincidía en esLe punto con el uutor del ~En­
sayo sobre las lecturas de lt1 época "• el cual deseaba
que el hombre no conociese los ::.ueños de la razon
mienrrasno estuviese seguro de una realidad. Entram-
bos, Roca y Cornet lo mismo que Llorens, Lenian
confianza en el mérodo SocníLico, y partían del justo
principio de la libertad cicmílica, para que mediante
esta libertad llegara á conocer el pensamiento su nor-
ma direcuva, y opusiera un valladar insupcn1ble á tras-
nochadas cavilaciones. De este modo en la escuela filo-
sófica de Llorens el espíriLu de libertad y el espíritu
de conservacion se confundían en uno solo, •v en nom-
brc de los factores permanentes di.!l órJen psicológico
11 0 se le vió nunca oponerse ll las aspiraciones de una

intel.igencio. jóven. Léjos de ello: conliabu por sistema


en el estado intclectuul espontáneo, y lamentaba lns de-
cadencias harto prematuras á que conduce la tension
excesiva de nuestras facuiLndes, sin qul.! deba enten-
derse que fomentara en los jó\'enes pcrulancias de nin-
guna clase, ni mucho menos que les lle\ara á despre-
ciar la autoridad moral en todo lo que tiene de necesa-
rio. Por tal manera mantenia Llor.!ns el fuego sagrado


- -
J-

en su inolvidable drcdra. y establecía.'\e una corriente


de amor entre él y los discípulos, tanto mas intensa en
cu~mto no habin entre las inteligencias de estos y la del
.Maestro pedanterías que arrinconar, ni frialdades im-
presas que I'Cnllimnr, ni imposiciones absurdas que
rechnzur. •

El Ateneo de Barcelona, Señores, tenia en Don


Francisco Javier Llorens el mas adicto de los sócios.
Él hubiera querido le\ antar esta institucion á grande
altura, pero era su modestia tan extraordinaria que
aun conociendo el respeto y el cariño que se le tribu-
mba, nunca se a\·ino á tomar cierta clase de iniciati\'as
ni á scñalnr direcciones de conjunto. Concretábasc á
escuchur bcnúolamcnte á sus propios discípulos, y de-
seaba para c~tos cierto grado de notoriedad que tÍ sí
mismo se negaba por completo. Aun recuerda t!l Ate-
neo imcrcsantcs \'Ciadas científicas debidas de un modo
mas ó menos direcm á la influencia de Llorens: aun
recuerda con placer •i un sócio que hoy se halla ausente,
el Daclor Lctamendi, cuando evidenciaba con gr~mdc
uplauso los procederes de la psi.cología experimental;
aun recuerda con iguul satisfaccion á otro sócio, tam
bien ausente, Don José Leopoldo Feo, cuando cntmbn
en bl'illamc palestra sosteniendo que la verdad penetra •
en los ánimos presentándose como un resultado cien-
tilico, y h;,tlla por el contrario obstáculos quizá-. insu-
perables, empeñándose en ser exclusivamente precepto
exterior tirido y seco. De aquel mo\imiento rigurosa-
mente sério y consermdor, al par que tolerante. era el
\lima el ilustrado Catedrático cu\'o •
arr.or á la cicndn




-6-
no se desmintió ni un solo instante en el decurso de
su ''ida.
Como expositor descriptivo de la Naturaleza física
en sus aspectos exteriores, habln adquirido renombre
entre sus amigos. En medio de las fatig:ts que al pl'in-
cipJante le causan los estudios r ~kol(¡gicos, snbic1 Jis~
traerle con unimudn!l. alusiones á los conocimientos de
astt·onomía ó de botánica, siempre con l~tl arte~ que
sin violentar la cadena de la ,tsociacion de ideas ncc~­
saria para cl11n di<.híctico (cosa en que lle\'nba el escrú-
pulo hasta los últimos límite.,), proporcionaba descanso
y solaz. y aclarnba al propiu tiempo el concepto nnte
las inteligencias poco aptas para la abstr.tccion y el aná-
lisis. Y era mntn la \'Ívacidnd de su e ulo descripth·o.
debida casi exclush ttmentc tí la exactitud Jc los datos.
que mas bien que á un pensador mctafi ico hubiérac;e
atribuido á un poeta. Yo recuerdo, Sciiorc.s, en este mb-
mo Ateneo, haber c ..cuchndo ntenwmcnh.: de -;us lábios,
en com·ersacion pJrticulur, h.1 rclacion de ~u \'injc :i. las
1 comarcas andalu1.as, y cicrtumcntc el ciclo nt.UI dd
.\'lediodia y la bella vcp;cmcion de los cármenes de Gra-
nada no se me hun rrcscntado nun~:;t en imttgcn con
mnta verdttd ni con tanto ntractivl). Hclnclonndo con
• esta facilidad en el dcsct·ibir vignrosttmcntc se halla el
éxiro que tu\ icron sus cnscñ,tnt:t'~ d~.: ncogrnfí.t. Debió
encargarse de esta asignaturc~ en la F.tcult.td de Filoso-
fía y Letras de nuestra lJnircrsidad, aiiu licndo mi tm-
bajo á lo!i ordinarios en ~1uc le ocupaban In P ·icologia ,
Lógica y Mctafisic.t; y lo hizo con tanto empeño y con
tal mnestris, que maravillaba ú los alumnos. Estos con

1
-¡-
el Atlas nnte la vista seguían las lecciones del Profc-
~or, quien sin Atlas ninguno en su mesa les dcsaibiu
minuciosumentc k•s accidentes orográtkos; grabab;1 en
su imaginncion el perfil de las costas; les guiaba en la
h idrografíu hasta conocer el último hilo .fe/ agua (se-
gun su frase}, y por último les daba noticia dé los ade-
lantos ~icndlicos rclath os á las corriente~ marinns v
atmo!-féricas. llevándoles luego á la considcracion de
-
cau"a" finales armfmicns íntimamente rclacionadus con
-
el estudio de las razas humanas v de sus mo,•imicntos
en In superficie del globo terráqueo. ¡~atable superio-
ridad es la que tiene usted sobre los alumno!'. decía le un
nmigo. poseyendo una memoria tan cuhh·nc.Ja y tnn
inugotublc 1 Pues. si no tuviera esta superioridad. con-
testaba Llorcns . ¿cuál habia de tener para desempeñar
In Ctitcdrn ? r era que en efecw, en :;u llnneJ..a de cnr:k-
tcr. no ~reia tener otra \'Cntaja sobre los discipulo:s que
la de haber venido al mundo ántes que ello:. y haber
coordinado bien sus estudios mediante las lc\'cs •
de la
mncmotccnÍ¡I, Cunndu estalló la guerra entre Austria y
PnJsia mostn'>sc bien a las claras la superioridad dd
prof~sor de Gcogl'afro; nadie sjno él podía sostener en-
tre 110~otros 1.1 couvcrsncion relati,·a ti los menores mo·
\'Ímicntos de uno y otro ejército.
T enia en vcncracion muv - ....grande el recuerdo de
,,larti y l';ixnl:i, ti quien lh1maba constantemente d ma-
logl·a.fo, y á quien agradecía el haber mostmdo los cn-
miuos de la firmeza intclecrual v• de la sobriedad en lns
indagaciones. No es sin embargo la Filo:.ofia demm-
• tal de .Mnrtf In que puede dar idea del talento y de la

-H-
escuela de Llorens. Esta se remontó como el águila
hac;ta el cúlrnen de la mctafí~ica moJ<.:rna. tomando
por punto de partida los trnbaios úc Rcid. y yendo á
part~r á los excelentes comentarios ch.: !\hinscl, relatÍ\'OS •

á la polémica de Hñmilton y Hrown. Escocc!!a era, pues,


la filosofía de Llorens en su forma teen ka, si bien en
su fondo aspiraba con noble org~dlo al título de pltilo-
sophia permnis, ó de filosofía del st!nlido comm1.
Sm emitir en este momento un juicio crítico sobre la
Filosofia elemeutal de ~lartf considerada en su con-
juma, bien puede reconnccrs<.: su mérito dentro de }ac;
escuelas designadas con el nombre de empíricas en
oposicion á las racionalistas. La paciente obsermcion
del fenomcnismo en el acto de la scnsucion era el punto
de partida de .Maní. Las nociones • decía , no pueden
reducirse á la sensacion, pero parten de ella. En cuamo
al procedimiento, indicaba Man{ que en el acto de ob-
sen·ar debia evitarse cuidadosnmentc cuanto pudiera
servir de obstáculo á In nccion imparcial y libre de In
inteligencia. Con tales precedentes, bien se dejan com-
prender las afinidades cntn; 1\i\unt y la escuela esco-
cesa; y si bien el resultado de In nbra Jd primero por
lo tocante á lrt abstraccion, tt la formucion originaritt
de las nociones á priori 1 y ni concepto Jc la ~lctafí­
sica, difiere notoriamente de las conclusiones de Há-
milton, no puede ncgars\! á Maní, por su amor al
método, el título de continuador ilustre Jc aquella
de ten ida m\ estigacion filosófica clab{>radn en Grecia
"
por Aristóteles, en Inglaterra por Búcon , y en Esco-
cia por Reíd.


-9-
Liorens había sabido apreciar la importancia de los
trabajos de Martí, aspirando desde luego á. completar-
los ensanchando los horizontes del conocimiento legí-
timo. Así Jo hizo en efecto= rompió de frente con la
tcorín de la ~cnsacion transformada de Condillac, y con
el puro empirismo de Locke; dejó sentado que si bien
el demento racional viene primiti~amcntc unido con
el empírico, In distincion entre a¡nbos es incontestable;
y franqueó con esto el paso á los estudios metafísicos
hasta llegar al problema de lo trascendental, á cuya
presencia volvió Llorcns á ser empírico: tomando esta
palabra en su \'alor genérico y no en el restringido de
la escuela !'cnsuali!'lta, y reconociendo con H:imilton
una ,,smubrosu ?·et•dacioll como término de los cono-
cimientos humanos.
Desde la altura á que se habia e1evado el pensa-
miento de Llorcns, podia ser justo y equitaÜ\'o ce,
todas las escuelas lilosóficas, y lo era realmente. ~o
fué nunca ecléctico á la manera de Cousin. pero supo
apreciar su mérito preservándose de sus tropiezos pan-
rcic;tas. Los discípulos de la escuela Escoccsa-Catulann •

conocen los juicios emitidos por Hámilton sobre Cou-


sín y Schcllin~, y en ellos y en el notabilrsimo trabujo
de Louis Pcyssc puede estudiarse el criterio de Llorcns
sobre la escuda ecléctica Francesa. En cuanto n In cs-
cueln positivista de Augusto Compte mercciólc mejor
el concepto de incompleta que el de fundamemnlmcntc
errónea. puesto que en su origen asp;ró mas bien ú ser
sóbria que á :-;cr escéptica. Hubiera continuado el posi-
tivismo por el recto camino de la investigacion desapa-
-10-

-
sionad::t. v• aca.-;o habría ,·enido á encontrarse con los
continuadores de Rcid. en \'C7. de comprometerse con
los de Hume. \
:Mucha. novedad c.:lusnban ante el público, en la época
de Llorens, las escuelas que en Mac.lrid se designaban
á sí mismas con los nombres c.lc H cgcliana y de Krau- •

sista. Nuestro consócio que :;uludaba el tnlcmto donde


quiera que se manifestase, no podiu contener sin em-
bargo su espíritu crftiw unte cicnas exageraciones que
se presentaban como derÍ\'Udas Jc estas escuelas. Pa- .....-=.....
rece mentira~ decía~ que se crea compatible el ser sábio
y el proferir dislates . Rcspctabn mucho la inteligencia
excepcional, si bien á su entender ilusionada, de Hegel,
y respetaba no menos~ aun disintiendo de sus opinio-
nes. al autor del IdcJ/ de la /lumauid.1d. Por lo que
toca al propagador de In doctrina·Krausista en España,
al distinguido profesor San?. del Rio, Lloren:.. le rcnia
en concepto de pensador profundo. :,Ínticndo en lo mas
íntimo del alma no poder atraerle á sus puntos de
vista científicos. Yi!ó.itólc en .Mndrid, pero el respeto y
• el carifio mútuo no fue pnnc para que pudieran com-
penetrarse intclcctuulmcntc. Sí.lnl del Hio estaba ocu-
pado en aquel cntónccs en estudio~ objetivos externos; •
en la propaganda histórica: y dcfcndin ciertos conceptos
sobre las co1·rieulf!s de la lumumidad que ~i Llorcns
distaban mucho de parecerle cosas uvcrigundas. Todo
;
se funde y se reune en síntesis . dccin Sanz del Río,
coincidiendo en esw con llls llegclinnos; el hombre y
la muger son lo mas opuesto del mundo moral. y sin
embargo tambien se nrmoni1.an. Llorcns. á quien se

1

-JI-

le habia d1cho que el filósofo Krausista acababa de con-


traer matrimonio, no podía dejar de sonreírse al oir
este concepto. pero en realidad senria un dolor muy
grande. Scmiu que pensadores tan notables como Sanz
del Rio se dcsviusen , hasta en el estudio histórico, del
comun scmir en materias fundamentales, y llevados
quilds por la fantasía mnrcélsen en todas partes In ten-
dencia puntcista, ó á lo menos equívoca. Llorcns volvió
de la capital de España poco satisfecho. pero conso-
ltibale el que en otras capitales 1 como en Lisboa, exis-
tiesen propagandistas de la escuela escocesa. Si hoy
volviese Llorens á ciertos círculos babia de ser su
pena mucho mas grande, puesto que encontrnria me-
nos amor á Krause, menos amor á Hegel, y mas afi-
ciones extemporáneas á lo que en lenguaje clásico ~e
llnmnba ln gran parlería y la gran risa; bien que por
fortuna en otros círculos mJ.S modernos, ya que no
siempre con acierto, se promueven al menos con entu-
siasmo los trab,tjos intelectuales.
Dcc;caba Llorens implantar definitivamemc en Bar-
celona una enscñunza de Historia de la Filo::;ofía', dedi-
cada á los discípulos Jc su escuela (para lo cual babia
inuugurado una cátedra en 1858 mereciendo la:-. gra-
cins del Gobierno), pero las circunstancias conrrarinron
su propósito. Hubo di! limitarse pues á sci'iularnos,
ora ~n los textos auténticos, ora en Degerando, en
Hincr, en Tenncmnnn, etc , ciertas obscn•acioncs J. e
detalle cn~uminadus á metodizar de.sdc su punto de
\'ista las investigaciones sobre la sucesion histórica del
pensamiento humano. Especialmente gustaba de citar-



- 12-

nos el pasaje de Platon en que el fundador de la Aca-


demia presenta al cautivo en la caverna viendo som-
bras que le patentizan de un modo rclntiro la existencia
de los cuerpos, porque esta ulegorfn, r\!ctamcme inter-
pretada, compendiaba bien ti ~u entender la Cialura-
leza del conocimionto de los objetos exteriores, de los
cuales alcanzamos inmcdituarn<!otc el fcnomcnismo ó
sean los accidentes, afirmando en vinud Jc ley meta-
física la su bstnncia contingente y condicionada, y ele-
\ándonos luego á 1:1 afirmacion Jel Sér incondicionado
y necesario en \'Írtud de In ley suprema reguladora de
la ciencia. De Aristóteles, cuyo método prefería al de
Platoo, y en cuy:ts teorías encontraba menos peligro
que en la de los paradigmas 6 ideas-tipos, admiraba,
como todos los filósofos po~tcriorcs, In portentosa in-
vencion de la Lógica.
De los escolásticos dccin que habían sido tan critica-
dos como poco comprendidos, y se complacía encon-
trando analogías é id en ridadcs entre el modo de ver de
1 aquellos filósofos y los principios de In escuela de
Edimburgo. Cautivábalc el espectáculo del gran debate
entre nominalistas y realistas, y si bien por su manera
de planrear los problenuts no podia darse por afiliado
1
á la escuela de Scoto Erigcnn y de Sun Anselmo, ni
tampoco á la de Ro:;cclin y Abelardo, subiu hacer jus-
ticia á los trabajos de tales pens~tdorcs, que le lle\·aban
á admirar mas y ma~ á Albeno el Grande., á San llue-
navemura y á Santo Tomás de Aquino, descansando
de un modo particular en cicruts doctrinas de este últi-
mo. D~pues del fallecimiento de nuestro insigne ~laes·
..
!;) -

tro, he tenido el honor, Señores~ creyendo hacer un


ob!\cquio á su memoria, de pedir á la Junta directiva
del A te neo la adquisicion de las obras completas de
Santo Tomás. Esta ndquisicion fué acordada y llc\'adn

á cabo en su di u; y ho~' debo felicitarme por ello de


un modo singuluríRimo, puesto que veo nuevamente
cnsnlzmlu In obra del Angel de las escuelas por quu~n
se hnlln en muy l!lc\'ado sitial bendiciendo el mo,·i-
micnto científico.
Rc!o:pccto ;.i las relaciones que tu,·o la escuela de
Llorcns con In de Kant, debo extenderme algun tanto,
porque acaso no han fallado acusaciones que solo en el
equh·oco han podido fundarse. Lo que haya de comun
entre ambas escuelas en puntos de nomenclatura. y en
el estudio de los juicios como prelimjnar á iu Lógica y
Metafísica, no puede ciertamente ser motivo de cargo
ni aun para los que afecten asustarse ante el solo epí-
teto de al~maua, aplicado á la ciencia filo-:ótica. Por
otra parte. horrar en la historia de In filosofía las hue-
llas de Knnt es un imposible tan grande como borrar
las de Arbtótdcs. Así pues . no hay que extrañar que
las escudas posteriores á Kant 1 inclusa la escocesa en
su cxprcsion mas genuina, se hayan visto obligadas á
partir de In especie de rcYol ucion cieotüicn llcrudu ti
cabo por el filósofo de Koenigsberg, ya que de otra
suerte no hnbiun de ser atendidas por los ad \ crsnrios,
ni aun acaso por los discípulos. La u Crítica de In Ra-
zon pura • marca un momento decisim en la historio.
del pensamiento filosófico. y á tenor de la enseñan1.n de
Llorcns, dcdúccsc de ella: 1.• que el materialismo no


-14-
pued<: sostenerse con pretensiones científicas: z. • que
no le quedan nl espíritu mns que tres caminos abierto~
y son: ó bien el idealismo de Fichtc, con todas las ,·a-
riantes introducidas por los pantei~t<lS y panidarios de

la Identidad , ó bien el cscc¡nicisrno ubsol uta, ó bien
la filosofía religiosa con la creencia en el realismo natu-
ral y en la distincion substancial entre sugcto y objeto.
A esta última condusion llegnbo. In metafísica de Llo-
rens, y por lo mtsmo sus afinidndes con la unalítíca de
Kant no le desviaron poco ni mucho del comun sentir
del género humano S bido es por otra parte que aun
el mismo Kam deJÓ de sacar del Criticismo conse-
cuencias escépticas . puesto que en lu " Crítica de la
Razon prácdca • demostró la existencia de un factor.
imperativo categórico, bajo cuya jurisdiccion entra
como postulado la certidumbre. y csttt, segun la escue-
la e~cocesa, es por ley natural dualista y religiosa.
El carácter unirersal •v necesario de lns nociones <1
priori no puede Jcsconcx:ersc en el eswdo actual de la
Ciencia. No es lícito confundir hoy la nocion de causa,
por ejemplo, que todo hombre posee, aun cuanJo no
conoce los antecedentes de tll1 fenómeno, con las nocio-
nes empíricas, como b.1 de árbol, pongo por cu~o . que
no poseería de seguro el hombre que no hubiese per-
cibido vegetales. Esto sentado, y debiendo proceder
necesariamente el filósofo á estudiar el vulor de las no-
ciones a p1·iori, es imposible desentenderse de la
obsen·acion de Kant, segun In cuul cstns nociones,
consideradas como elementos formules. que no pueden
ser pensados ni como finitos ni como infinitos . no ga-
' •
- J)-


• rantiz::m por sí solas el conocimiento trascendental.
¿Qué es lo que queda destruido con esta obsermcion?
En rigor queda destruido el panteísmo racionalista,
indudablemente; pero la creencia religiosa permancc<.:
en pie, puesto que la ley psicológica en que se apoya
pnrt~ pn..:dsamcntc de las limitaciones del conocimiento
humnno:. y en cuanto á la solidez de este conocimiento,
las demostraciones de Hámilton y de Mánscl en opi-
nion de Llorens no dejan lugar á duda alguna.
La unnlítica mctafrsica no tiene pues peligros espe-
ciales dentro de la escuela cuando se lleva á cabo con
escrupulosidad metódica . pero puede engendrar el
de bnrnjusiC intelectual cuando la emprende el que no
está preparado por los estudios experimcnmlcs de psi-
cología. 6 cuando avasallando la serenidad de criterio
en el hombrl! sábio le lleva por los senderos caóti~os
de una cavilacion d~ordenada. Esto lo sabia Llorens
mejor quo nadie, y por ello, enalteciendo los estados de
ánimo nnturalc.s, daba prefer~ncia al labrador ~uanc.lo
come r cunut sobre el hombre científico cuando cavila.
Conste, pues, que sus relaciones teórica!> con la es-
cuela de Kocnigsberg no alteraron en el únimo de
Llorcns ni por un momento las inquebrantables con-
\"Íccioncs qu~.; fueron ll\ norma de su enseñanza.
Pstcr5logo. 1'i cubc decirlo así, aficionado tll par que
.Mac)\tro, se complacía en facilitar á sus oyentes el
acceso t1 sus conocimientos faYoritos. Y no temia, por
lo que al principio he dicho, la jU\ entud del alumno;
antes bien se manifestaba pesaroso cuando ~e le pre-
sentaba un discípulo algo amnzado en edad, supo-


t6-
niendo, y con razon, que habrin len ido tiempo de
formarse mil conceptos cquh·ocados y mil asociaciones
de ideas inconexa~. Era su primer ~u idado lograr que
distinguiese el alumno los do~ órdenes de fenómenos:
del espíritu y de la materia; y que supiese caracterizar
á estos en el tiempo y en el cspncio. y :í los primeros
solo en el tietnpo. ¿ Co11cibe usted una esperanza cua-
' drada ó ci:rcular? preguntnba. ¿Concibe ustcJ una espe-
ranza ,·erde 6 roja? Con esto alejaba desde luego de la
mente del alumno lus prclcnsioncs del fisiólogo mate-
rialista que aspira á re.solrer problemas agenos á su
ciencia, y combatia la familiaridad exclu!\iva que tene-
mos generalmente con el mundo físico y que nos difi-
culta el ingreso en la rctlcxion psicológica. Paso á paso
conducia al alumno en In im·cstigacion de los actos del
alma, obligándole por ellos á especificar las potencias.
Lentamente le enseñaba á dist¡nguir lo que hay de pri-
Yativo en cada uno de los fenómenos de conciencia
producidos por las impresiones orgánicas, precisando
la naturaleza de ,lu sensacion-pcrccpcion por el olfato, •
por el gusto, por la audicion, por la vhn<.l y por el
tacto. Mostrábalc los porten lo~ de ltt ¡Ucncion; la ma-
nera, casi diríamos mecánica, como funcionan la iltla-
1
ginacion y la memoria; el modo como se dirige y educa
á estas facultades; lo que es In abstraccion, la genera-
lizacion y la faculmd de componer; la mezcla Je los
elementos afectivos en c1 fcnomcnbmo de conciencia;
la disrincion de los caraclércs por los sentimientos; la
clasificacion de éstos, y su modo de funcionar y de
extinguirse; la corrupcion y degeneracion de los sentí-
- Jj-

miemos de bene,·olcncia; y por último el poder de la


,·oluntad •\' la verdadera teoría del hábito.
Solo dc~pues de este viaje, lleno de sorpresas y de
marovillns, solo despucs que el alumno se había con-
vertido en verdadero psicólogo, le permitia estudinr In 1

Lógica y In Metafísica. Despoes de estas ciencias entra-


ba el alumno en el estudio de la filosofí:.t práctica, in-
vcstign bn los m6\ iles de Jas acciones humanas, y si
aspiraba á ser discípulo de veras, y no de mentirlllns,
de Don Francisco Ja,·ier Llorens, resoldase á no obr~lr
nunca por el sentimiento exclusi\·o; nunca por el solo
interés per,onnl: siempre por el Deber. Solo un mó,·il
dc~intercsndo y superior ol sentimienro, dc.c1a el Mue~
tro, puede corresponder á nuestra dignidad y hacer
del hombre un ser que se armonice con la finalidad del
Univer!>O .
.\1 término de los c~tud10s metafísicos habia com-
prendido el alumno que las leyes primirh·a:. del pensa-
miento nos obligan á reconocer las tres existencias: el
alma, el Cosmos y el Ser Supremo, y á considcrarlns
substancialmente distintas. Al término de la ñlosofín
pnktica. rcconocia, como corolarios de la ley moral, no
!\Oillm<:ntc In exi~tcncia de Dios, sin0 tambicn In libcr-
ta~i humana\' la inmortalidad del alma .

Tanta confianza tenia Llorens en que el psicólogo
debía llegar Á estas conclusiones, que solia comp:mtr el
nlmu humana con un molde en el cual solo cncujn bien
la \'Crdad . entendiendo con ello que el estado sano del
nlmn es garantía de exactitud material en el pcn"n-
mtcnto.

2
-aS-
A la vida ordinaria llc\'Ó el eminente profesor todas
las consecuencias de su doctrina. Pasó la existencia en-
tera en este mundo ava!'allnndo los sentimientos, segun
decia , pero un sentimicmo mas intenso que los demas,
el amor á su madre, fué quizlis kt causa de su muerte.
El sentimiento conservador histórico, artístico y de
familia lo tuvo en el mas ulto grado y lo relacionó con
una de sus má.ximas: u¡ el hombn.: vive de imágenes t.
«¡no quiteis elementos de vidn ó.las generaciones \'cni·
dcras !a Por ello conservaba cuid.tdosamcnte el mue-
blage de su casa. Por ello recibió una herida muy
honda cuando fué derribado el templo de San .Miguel
Arcángel. Sentia nostálgin de aquella imágen. y e,-¡_
taba el pasar por la plaza de San Jaime parn no con-
templar el sitio donde 3ntc~ e lc,·nntaba. Ligado con
este sentimiento se hallaba su amor ñ In lengua cata-
lana, cuya propiedad le interesaba en grndo sumo;
reprendiendo con fre..:uenciu , por suarc manera. á los
que decían en presencia suya jugucls en lugar de
joguiuas ú otras cosas por el estilo. Amaba la tradi-
cíon en los trnjes populares, y mas Jc unn \'CZ. se le
vió en Villafranca l su ptitriu, roJcarsc un pafiuclo á In
cabez.a 6 imitar de ou·o modo las costumbres antiguas.
De ~oimo ardoroso en el fondo, rcscrrado en aparien-
cia para muchos, era ~in cm burgo jo,·iul hasm cierto
punto en el mHo familiar, y h:nin un arte especial para
corregir los defectillos 1igcros restituyendo las cosas á
buen camino. Varios sócios del Ateneo recordarán
seguramente que á un gntilo de la casa le había dado
un portero el nombre de un santo. Llorens hizo al por-
-19-
tero una obscrvacion muy chistosa, y de5de aquel dio
quedó corregido el defecto. Por amor á la propiedad
de lenguaje y á las buenas tradiciones morales repren-
'
día tumbicn d los mendigos que le pedían dinero por
favor, cnsdíándoles á restablecer la fórmula: tma lJI'l"'-
cia dt• carita! pe1· amor de Deu. Y cuenta. Scñorc!i,
que no era cicrwmcnte inclinado al fanatismo; era, me
mrcrcr~ :\decirlo, un.t de las inteligencias mas privi-
legiadas de su época, que nos daba á cada momento
cji!mplos de humildad formando contraste con su cate-
goría científica. El hombre es un rey de la t.erra, pero
sus ''ao;allos le hacen traicion con mucha frecuencia:
esto no dccin una Yez con ocasion de un terremoto, ,•

á semejante iden enl:~1.aba La necesidad de conducirse
sin ostcntncion ni aparato. La serenidad de su ánimo
en los peligros y ante las emociones de toda clase, era
pasmosa: en medio de lns discordias ci,·iles. no le dis-
traía de sus lecturas el disparo de un arma de fue¡;o si
el deber no le llamaba. Cuéntase que Yiajando en
f~rro-curril habíansc rcido socarronamente algunos pa-
sajeros de una obsern1cion suya en sentido religioso.
Llorens no se dió por agraviado ni mucbo menos, pero
quiso In cnsuulidnd que tuviese el tren un pequeño
choque, y nadie sino él conserró lu CJlma inaltcrnblc.
Dijoles cntónccs que su tranquilidad pro\·enia prccisa-
mclltc c.lc sus creencias, y hé aquí que la burla ~oc,tr­
rona se trocó en udmiracion y en extraordinario ngu-
. ~

SUJO.
Fué generoso como el que mas. y nunca se halló dis-
puesto á pensar mal de la honra agcna. D~ntro de In
-~o-

familia. sm menoscabo de los principios de derecho,


halló medio de que sus intereses redundaran en benefi-
cio de la rama colateral. Fuera de ella, y reducido á la
poco holgada situacion económica que dá la cáledra en
Ec:paña., supo en ocasiones moslrarsc expléndido con la
amistad. Su verdadero dcspil farro consistía en regalar
sus libros á quienes se hallaban en el caso de utilizar-
los. Además de esto, acostumbraba fumur tabacos
puros, y nos decin: e'lpero que este \'icio será el único
que yo haya podido enseñar á U5tedes.
Por los recuerdos de !'U infancia ¿cómo no había de
sentir una predileccion marcada? Hnbia nacido en el
ano I8zo. á z3 de octubre, siendo sus padreo:; Don
Vicente Uorens, graduado cntóncec; de capitan de
ejército. y Doña Francisca Barba. Cuando en época
reciente se le nombraban cienos sitios, como por ejem-
plo el Col/ de Jou, su alma se dilamba recordando los
combates de su padre. Y es que en efecto. Don Vicente
Llorens, que habin estado en el célebre sitio de Gero-
1 na, y que había debido tomar una parte muy acth·a en
las prolongadas y azaro!\as luchas de su tiempo. supo
añadir al conocido renombre de su familia notables
méritos personales, que le Yttlicron el grndo de teniente
coronel en los ejércitos de la Reina. El justo aprecio
conquistado por el padre en ln carrera de lns armas, no
inBuJÓ, sin embargo, para que el hijo las estimara.
Léjos de ello: todas las circunstancias de la infancia
contribuyeron á desarrollar en el hijo la rctlcxion y el
!'>Creno valor que dan las contcmplucione~ filoc;óficas.
Contaba la edad de tres oños cuando una sirvienta tra-

- 21

dicional de la c:tsa, llamada Rosa, murió repentina- 1


mente en el neto de ser••ir la cena. Recibió con este
suceso una imprcsion fuertísima y tcmióse por nlgun
tiempo que su s,llud, no siendo en aquel entonces muy
robusta, quccláru quebrantada. Poco despucs, llamuda
la fa mi 1iu por el padre, trasl.adóse á la Seo de Urgd
que re~istia el CC{'CO de los franceses, y se encontró
impensadamente en medio de una accion de guerra.
¡Se matan! ¡se matan! clamaba el niño, y esta segun-
da imprcsion dejó nueva huella en su cnrácrcr. Agré-
guese á esto su extraordinaria disposicion á preguntar y
enterarse de las cosas. y se verá cómo ya en aquella
primera época de su ,·ida alboreaba el pensador que
tan lijn turü siempre la mente en la considcracion de la
Pro\'iJencia. La panc poetica de sus recuerdos de niño
no le abamlonoba, sin embargo~ pero en esto, como en
la mnnifestncion de afectos familiares, mm que poner
tasa. Otros pueden vi,·ir principalmente la Yida del
sentimiento, dccia, mi obligacion me impone la ,·ida
de ht inteligencia, y el hombre no puede estar en codo.
De •R3t ~t t833 habiu cursado Gramática latina;
luego en el seminario de Tarragona, agregado n la
Univct•sidall, cursó Lógica, ontología, mutcm<.iticas y
Cfsicn ~ mus tarde e~tudió privadamente Mctafístcu y
éticn, y el primer año de jurisprudencia, incorporando
los estudios cn la UniH:rsidad de Cen·era. Cursó en
narcclona otro:- seis años. hasta completar In carrera
Jc jurisprudencia • obteniendo en 1844 el título de

Abogado, y en r84tl el de Licenciado en Filosofía y
Letras. A tale:> estudios, unió entre otros, los de Gco-
- 2~-

logía y Mineralogía en la Universidad y los de Agri-


cultura en la escuela de la Junta de Comercio, los cua-
les pudo utilizar en diferentes oca5ioncs de su Yida. Sin
que presumiese de lingüista, poscia bien la lengua
inglesa , y además de conocer la antigua lengua del
Lácio y las neo-latinas, cstub•t en rcl<lciones provecho-
sas con la griega y con la gcrmánicn. ¡No hubia de en-
vanecerse con cales conocimientos el que solo procu-
raba coordinarJos en beneficio de los interese!' generales
de la Ciencia l
Vacante una cátedra de "Psicología, 1deo logia y Ló-
gica» en Barcelona, hizo en 184 7 brillantes oposicio-
nes. que sorprendieron por la juventud del opo~itor.
Declaróse que babia superndo ti su:-~ contrincante!), y le
fué confertda la cátedra por Real Orden de 1o de agos-
to. l\Ias en este intermedio hubia ido Llorcns á Ma-
drid presentándose á oposiciones para la cátedra supe-
rior de «Filosofía y su Historia, • vacante tambicn en
Darcelona. Ganó iguulmcn te c:.tc1s scgu ndm. oposiciones,
y confiriósele esta cátedra en zS de agosto. Desde en-
tónccs, y bajo distintos planes oficiulcs, desempeñó su
querida enseñanza de FucultnJ, en la cual no cohibi6

nunca á los alumnos, pero supo imponerles el debido
respeto conquistando al propio tiempo n.místades inal-
terables.
Le babia_distinguido el Director de l nstruccion pú-
blica Don Antonio Gil de Zárntc, proponiéndole el ·
desempeño de una cátedra en la U nivcrsidad central;
pero este proyecto no llcg6 á realizarse.
Su título de Doctor es posterior al año 1868. Con-

f
-23-
táronle entre sus indi>iduos la Academia de Buenas
Lctrns y la de Rellas Artes; y el Instituto Agrícola .~e
honró con su concurso.
Absorto en sus meditaciones filosóficas, era sin em-
bargo deferente con el interlocutor, hasta el punto de •

no imponerle el tema. Cuundo se agitó en Barcelona la


cucsdon del derecho diferencial de bander:.t se ndclun-
taba él mismo á tratar esta cuestion en las conversacio-
nc!' punicu lares. Resistíase empero con!'tanterncnte á
trabar convcrsacion con dos ó mas personas á la \'C7.,
puc" tcmi.1 el dcsórdcn intelectual que por ello se en-
gendra. ¡ LAudable defensa de su espíritu en un profe-
sor de psicología. que no intentaba seguramente ~crob­
jeto de imitacion por quien debe tener sobre este punto
cuidados ménos extrictos!
Gust<ibale conversar con los amigos, paseando, á la
manera de los filósofos peripatéticos, y no dejaba de
interrogarles con frecuencia para experimentar de co-
mun acuerdo las rcglus prácticas del criterio. Relativa-
mente á las matcri.ts que no eran el objeto 'de su prc-
ocupacion constante, solia tomar el punto de 'istu psi-
cológico, estudiándolas como composicion intelectual.
Así por ejemplo ho.blnba de las recitaciones de Heincc-
cio y de otros epítomes de Derecho Romano en el
concepto de la construccion lógica y del método; y
cuando el pittnista .Miralles. en el Ateneo y en otros
sitios de B.lrcelono., reunió una Sociedad distinguida
para escuchar principalmente á Beetho\'en , :uorcns
aficionadísimo á la música. Llorens que tenia para ella
el oido mas exquisito y el sentimiento estético mas
-24-
cducado, hacia comentarios contidencinles sobre las
construcciones de acústica, que llamaban tanto lu aten-
don como las mismos sonatas.
No tenia propensione~ á la polémica ni ~e ~abe que •
por un minuto tan solamente dejusc de dnr la tónica á
su carácter el frio y severo juicro. Cuando llegaban á
l su noticia proposiciones ilógicus 6 nbicrrnmentc erró-
neas, contcntábnsc con obscrvi.\r: ¡tÍ los que esto dicen
1 se les o iega el seut ido comuu! Cuando sabia de álguicn
que aceptaba dertas conclusiones capitales . opuestas á
las suyas, decía tan solnmcntc: ¡vaya! ¡éste de seguro
que no va á ~lisa!
Habíase notado que e\'itaba In autoridad de Descar-
tes en la cátcJrn como en la com·en ci ·~ filo ·ólica.. .v
no parece difícil encontrar el moti\'C~ . ~o c\ritnba por
cierto la "uwridad de Lcibnilz á quit.:u prvfcsaba sumo
respeto por la grandc1..n de sus concepciones. y en es-
pecial por haber completado el aforismo: • no hay nada
en el intelecto que no h<1ya estado primero en el sen-
tido,» poniéndole aquel sabido adimrncnto: u sah·o el
intelecto mismo ;)'j pero los puntos de partida de Des-
cartes debieron parecerle, mas que los de otros filóso-
fos, ocasionados á dcsvittcioncs notorias. gn efecto: la
famosa proposicion "pienso, luego soy n contiene in-
dudablemente un vicio de fonna purn la escuela Esco-
cesa, pues csra no puede admitir que de los tres jui-
cios : yo pienso, yo soy, el objeto es, ninguno sea
deductivo. Claro es, por consiguiente, que con esta
proposicion se pone en duda, sin necesidad, un dato
prim:~rio de la conciencia en nombre de otro dato que


- -
~J-

no tiene mas garantía de cemdumbre que el primero,


con lo cual solo se consigue falsear el método desde el
origen. El Padre Ceferino Gonzalez ~ en su Filosofía
elemental, obser\'a que por considerar la sensacion co-

mo nfcccion puramente subjetiva, unos negaron In rea-
lidud del mundo corpóreo externo, otros la pusieron
en duda, y otros intentaron restablecerla por medio de
raciocinios mas 6 menos legítimos y difíciles. Entre los
primeros cita el Padre Gonznlez á Berkeley, y cm re
-
los últimos á Descartes, á Mallebranche v á Lockc. La
conclusion del Padre Gonzalez es que Dcscurtcs no
hizo mas que abrir la puerta al idealismo. La escuela
Escocesa puede llegar á la misma condusion aun ha-
ciendo toda la justicia debida á los nobles esfucr7~s dC'
la lilo~ofín Cnrte.<;iana. Por esto cuando Dugalt .St..:-
wnrt imc"nt6 la defensa del célebre entimema, tU>ú qu..:
hacerlo mediante reserva.
Esta obserntcion explica el hecho, para algunos muy
singular, de que Llorens no cirara el nombre de Bnl-
mcs. Sobre C.:!>ll! punto, podemos atenernos tnmbicn IÍ
lo que oice el Padre Ccfcrino Gonzalcz. Este respetable
nutor citad Dalmcs, paru quien la sensacion es mera
afcccion interior que no atestigua lo que hay fuera de
nosotros; y nñadc: es ciertnrneute extraño, ñ la re7. que
sensible, que el talcmo privilegiado de nuestro Dalmcs
no haya visto la falsedad de semejante opinion. y las
consecuencias iJcalisllls á que conduce. Por tales con-
sideraciones, C\"Ítaba seguramente Llorens d emitir
juicios sobre Balmcs, sin que deba crccr:.e que Jcjara
de apreciar su mérito en diversos ramos del saber,
-:16-
como por ejemplo en los trabajos de Lógica aplicada.
De sus viajes á .Mallorca guardaba nuestro filósofo
gratos recuerdos, especialmente referibles á la descrip-
cion geográfica. En sus excursiones d. París y á las
Provincias Vascongadas, hab(nsc dedicado á recoger
datos de costumbres populares. Durante alguna de sus
expediciones en ferro-carril, ejcrcitósc en aJUStar men-
talmente distancias comparnti\'us, tomando como uno
de sus tipos favoritos la distancia que media entre Yi-
llafranca del Panadés y Barcelona. De este modo no
había instante que no uprovechase para metodizar y
completar la expo:,icion cicntftica bajo uno ú otro
aspecto.
Por lo rocnntc á las relaciones que tuvo con los li-
bros, he apuntado ya dos indicaciones fundamentales.
Réstame solo añadir que condenaba á muerte dc!)apia-
dadamente al libro inútil (, dcmasindo erróneo, y aun
á veces al que no habin tenido sino un valor transito-
rio. Fuera de esto, no dcjubu de cstimulur las lccturus
pro,·echosas, y el A te neo le debe la rccomcndacion ó
el conocimiento de varios expositores, como San Sevc-
rino, Prisco, Trcndclcn burg, cte. Siempre habta acon-
sejado la elevacion de miras y la mayot• amplitud en
. las adquisiciones de obras pura nuestra Biblioteca~ sin
arrogarse funciones de Tutor, que manifestaba serie
molestas. Cuando la obra destinada á su librería par-
ticular- venia editada con láminas, ucostumbraba qui-
tarlas, para no grabar en la mente i mágcnes falseadas
del te:tto. Así lo bizo con una edicion de Walter-Scott
á quien veneraba con \'erdadcro culto literario. La úl-

- 2¡-
tima obra que había encargado en su vida en las libre-
1
• das de Londres, y que ya no llegó á sus manos, puede
darnos idcn de lu grave direccion que bajo todos los
puntos de vista habian tomado sus estudios. Es una
obra destinada ú demostrar, con rigorismo cientíóco, la
existencia en medio de la Historia de una Sola Pcrso-
nnlithtd que de un modo distinto que las demás perso-
nalidades humanas , y con efecto superior á todo efecto
causado por estas é imposible para las mismas, im-
pone á In conciencia la considcracion de un misterio
lleno de lu1. y de vida. En los místicos españoles Fr<ty
Luis de Lcon, Santa Tere&a, Frav •
Luis de Granu-
da, etc., había encontrado Llorens un rico venero de
frnses adecund.ts á la expresion filosófica , y no dejaron
de prcstnrlc las suyas el eminente Caldcron de la Barca
y los demas autores dramáticos del siglo de oro. Por

'
Llorens lcnia noticia la ju\·enrnd catalana del iilósofo
e~p:tñol Luis Vi\'es, en época en que su nombre no -
estaba ciertamente muy d1\ulgado. Por Llorens. á pe-
sar Jc sus prevenciones contra los abusos del libro,
sentíase animado todo bibliófilo y todo investigador
gnt1oso de tmbajar en beneficio del saber humano.
Yo no acierto, Scñore~, á encontrar palabras bastan-
tes para c"ractcrizar aquella \'ida intelectual tan apro··
vechada y wn fecunda: como que despucs de acota~to
el .:umpo cientítico no temió nunca la libre indagacion
en todus direcciones y en todos senridos, con la seguri-
dad completa de llegar á result'cldos armónicos. Con
esto ha podido observarse justamente la congruencia
excepcional de su conducta, encontrándose en él iden-

-38-
tidad completa entre el profl!~or y el amigo. entre el
hombre de familia y el ciudadano, y ha podido afir-
marse con igual razon que aun subordinando ciertas
facultades del alma, no nniquilaba su ejercicio ni des-
preciaba el valor de ninguna de ellas.
El ~upuesto conflicto inti'Ín!>cco de h1 fé y la Cien-
cia, hoy pregonado por auLorcs de tendencias dia-
metralmente opuestas, no existió nunca para nuestro •
filósofo, que no halló por consiguiente ocasiones de
quebrantar la Unidad de su criterio. Con San Agustín
creía que la Fé por la ciencia se engendra . se nutre,
se defiende y se corrobora. Con Santo Tomás creia que
el hombre cuando hace un ,·crdndcro neto de fé, no
reniega de la rn1.on. sino que In trasciende. apoyado en
una ,·e:rdad primaria y directiva. De ahí que no ,·acila!'e
en asegurar que los males tlcl libre CX<Ímcn con el libre •

exámen deben remcdiarsc , refiriéndose á la rigurosa


im·estigacion metódica. respecto ~i la cunl solo un es-
céptico puede sostener que conduzca al absurdo. Si
hubiera debido dirigir!'e ñ los que en el estadio de la
prensa hacen profesion t.le defender In verdad religiosa,
yo estoy seguro de que hnbrin adoptado las nobles
pnlabras estampadas por el Pndre Mnnsubré en los
Anales de la Filosofín Cnstionn. "No consugreis ln usur-
pncion de que se aprovecha la incredulidtld ante un
· público irreflexivo y cándido. hubiera dicho; no imiteis
á ciertos apologistas que si! presentan como adversarios
de la Ciencia, suponiendo entre ella y In fé un antago-
nismo que no existe ni puede existir. No digais: la
ciencia es enemiga de nuestrns creencias religiosas, por-
-29-
quc tu ciencia no puede s::r enemiga de In verdad.
J\ 1 rovcchnos, pues. de LOdu. ciencia, impugnad el
error, y prt>bad que lns rcrdades divinas que ~on el
objeto de vucstm fé, complet:lll y coronan todas lns
n:n.htdcs suballcrnas que puede descubrir el espíritu
- humano ...
Respecto ti la tolerancia con la persona del adrcr-
sario, t.unbicn estoy seguro de que hubiera aceptado
nuestro digno cons6cio las palabras del reverendo
Padre Monsubré : • Si en la lucha os mosrrais duro
con las fnbns do.:trinus, ha dicho este escritor. respe-
tad 5icmprc á las personas. No creais en la malicia ni
en la perfidia, mientras no se hayan e\•idcnciado plena-
mente. No nchiqucis el talcnro del ad,·ersario, para
proporcionaros un triunfo mas fácil; to-.ad en cuenta
las prcocu paciones, la ligereza, la pasio'l y lns igno-
rancia'> in,·olumnrins: compadeced á las almas que se
equi\'OCan y no lns injurieis; tomad siempre sobre
vuestros ac..l vcrsarios la n:ntajn de la cortesía, dd buen
tono, y sobre todo Jc la caridad, que es lo que mas
vale.,,
Llorl!ns sabia muy bien guc para defender el Dere-
cho put:c..ll! ucudir'>r.: ri veces á oLros proccdimicmos:
para la clcf~:nsn y propagacion de la vcn.J.td teórica,
crci.t que estos tan solamente: debían adoptarse.
En la ll istoria general arttstica y científica cncon-
trnba el ilustre e.:...:positor iguales armonías que ~:n el
espíritu. Pnr.t él tenia importancia muy grande la
cxploracion de las épocas primitims y cercanas á In
misteriosa cuna del género humano. donde puede
- 3o-
observarse aquel estado p~icolbgico en que el conoci-
miento. el sentimiento y la fé parecen reducirse á un
solo término, y en que la religion ., obedeciendo á un -
• primer impulso, prc~ic.Jc á la educu~ion de los pueblos .
ora la veamos cscom.lkln en el simbolis~no portentoso
de la Asiria y del Egipto, oru cxtl'avindn mus 6 menos
entre las imrigl!nc~ poélicus de la ludia, ora. nflidu-
mente presen ada en In tradicion 1Icbráica como un
bello recuerdo. Jndicabn los factores que patentizan
la unidad lógica y real de nuestru especie, y aducia las
razones cienlíficas que apoyan In creencia en la unidad
de origen;. mas al propio tiempo señalaba ya en los
albores de la ci\·ilizncion humana In variedad en la
fisonomía de los diversos pueblos, dando proporcion
y lozanía al conjunto. y marcando una ley inquebran-
table en el desarrollo hist6rico. Sentía difundirs-.: por
las naciones la vida afee ti vn •\'encender e el cntu~iasmn
para desplegar los cuadros de la poesía hcróicn, y en •

ello encontraba mm bien un limite de.: lu unidad, puesto


1
que los lineamientos de las grande~ litc.:ratura~ ofrecen
un carácter nncional, ti todus luces manifiesto. Cuando
mas tarde, llegado un momento de mayor rcllcxion
en las Sociedades, \'cfa nacer el pcnsumicnLo filosófico. •

indócil naturalmente á todo yugo, mostrábalc asimis-


mo condicionado por el cspfri tu nacionul; de tal suerte
que por nadie ha podido confundir!'-.: jamás el aspecto
de la filosofía ática con el de b filosofía teutónica, •v
hallaba en esta obscrvacion provechoso rcpam que
oponer á las pretensiones de un cosmopolitismo exage-
rado. Ni aun el Cristianismo. dedn, cuyo •
carácter

- 3t-
unh·cr ·al inoculó nueva vida en las r.adones, dejó de
~cr compatil,lc con la fisonomía propia de cada uno,
y (:n la esfera del pensamiento con dirersos métodos y

sistemas: no ~miquiló, por consiguiente, su lur. divina


las hondas sciialcs con gue el Criador ha distinguido
lus Ynrius mmns de la familia humana .
.M irada la Historia bajo este pumo de vis tu, ailm.lía,
el pcn:-.nmicnto tilosólico no rrae neccsJriamente con-
sigo una rcnovacion total de la 'ida de los rucblos, ni
• el consiguiente abandono de las creencias, hábitos y
opiniones que la ~érie de los tiempos ha ido engen-
drando~ mncs bien se enlaza con todQs estos productos
del e~pfritu nacional. a5pirando tan solo á darles la
confirmadon de su autoridad. Porque el pensamiento
filosófico no es un nuc\'O elemento de la conciencia
humana, sino una forma especial que el contenido de
la conciencia ,.a tomando; por manera que la masa de
ideas clubomda por cada pueblo debe ser la materia
!)Obre la cual se ejercite la actindad fiJosói1ca. En tul
larca, sin cm bargo, muestra esta acti\'idad cuán pode-
rosa sen su inllucncia, pues una ,,e¡; introducida en
los dtJm in ios de lu conciencia nacional, cercena ¡\que-
llas partes que, como rttmus ''icías é inútiles, ataj.tban
la produccion de renuevos mas vi,•aces, rraycndo de
esta suene unn rcpuracion fccund;.l sin importar por
ello un cambio de nmur;.1lcza.
Y \'inicndo á nuestra España, deducia que no debe-
rnos nrrimnr por \'Ctusto el precioso depósito que nos
han legado los siglo" anteriores, ni tampoco hemos de
rccha1.ar por ex6tkos los frutos coetáneos de la cspe-
-32-
culacion en las din~r.,as nncioncs cuhns~ prcsen•án-
dono:; ~ empero~ de importaciones poco meditadas. c;.al-
vando la liberwd del pcnsamicmo prnpio. y bus~ando
en nuestros antiguos humanistas y poetas los génnc-
nes que hubieran cicnnmemc producido una filosofía
indígena si no se hubiera contenido el rucio del espí-
ritu . Cuando estas tcnJcm:ias, tobustccidns mas y mas,
hayan produc_ido sus naturales resultados, concluin~
emónces el amor purísimo de In ciencia que nos nlienta
v fortalece se confundirá con el amor cntroñablc de la

• •
pama.
Estas doctrinns habia expuesto ante el claustro Uni-
\'ersitario, y éstas eran las que difundin y explanaba en
la com·ersacion amistosa. Para toda objecion tenia sol-
tura, para toda inexactitud tenia enmienda. par.t toda
vacilacion tenia réplica dccisi\'a. Con su criterio histó-
rico: claro es que ·no se negaba la lucha por la vida
entre diYersas actividades humanas, pero se le dnha
un alto sentido, prcscnuindnln suavizada por el interés
recíproco 1 ennoblecida por semi miemos honroso", y
dom ioada por el Derecho. N o e~ dado ll todos los
juriscollSultos aventajar IÍ nuestro psicólogo en cuanto
al desarrollo de las consecuencias que de estos princi-
pios se deriran. Llcdbamos toga y cjcrcí<tmos cargo
público, pero eramos ú su lado como niños y scll;,tb:l
nuestros lábios el aspecto de su saber)' de ~u tem-
planza. Hubiéramos querido que se prolongnrn su
influjo en la \'ida exterior, no solo para sntisfaccion de
nuestro afecto. sino tnmbien por la impo--ihilidad de
reemplazarle.
- -.~~-

Los nños. empero, u·anscurrian: y el Tiempo iba


escribiendo en su Gran Libro páginas tri!'t\!5. Llorcns,
que de j6vcn hnbin perdido á !;U padre . vió del>pucs el
fallecimiento dd simpático Pifcrrer, y mas tarde hubo
de lamcnwr lu temprana tnuene del jón.!n catedratko
Codinn. Jislinguido traductor de Stuart Mili. C·.tda
\'CZ que se hallaba en la cabecera de un lecho de

muerte, llevabu consideraciones nuevas y profundas.


Falleció, pur último . su hermana: y Llorens que mn
amuntc habia sido del teatro, dejó de concurrir á lo:.
espectáculos, reconcentrando mas r mas :>U pensa-
miento. No ab~ndonó del todo los tonos joviales, pero
fué para aplicarlos con espcc;a.t cuidado al fin educn-
ti\'0. Así. por ejemplo. citaba una fábula chu"ca de
nqucllas que nbundun en la capital de E. p.1ña y cuya
moraleja dccia: a no te burles jamás del ritual t porque
eso sale casi siempre mal, 111 é inclicab~ que esta bromn
tenia :;in dudn nlgunn un lado muy sério, puesto que
los menores detalles de una costumbre tienen ó han
tenido :>U ruz.on de ser~ y no se quebrantan á vece"
Impunemente.

Con lo c-.crito por los demás, aunque fucmn jrh·c-


ncs , crn cad.t din mas respetuoso: con lo escrito por él,
no sabia cncnriihtrsc en ningun concepto. Consérvans..:
únic.tmcnH! su Or:rciou inauguNrl de I85..¡.; ,·arios
<~puntes de curso . y algunos fragmentos. ~unen ~e
llecidió ;i confiar su imtigcn al aparato fotograrko. y
todos lo~ rctrutos fisi.:os de su persona deberán ser por
esta en usa . estudios de memoria. tamo mas merecedo-
res de nlaban7.a cuanto mas difíciles.
-34-
Fué elegido Mant~ncdor de los Juegos Floral e:. p.m.t
el año I 8¡ 1 ; y á pesar de ser una rcglu de la escuela
Escocesa cl respeto :i todas lns lengua~ populares . á
pesar de su cariño ni idiomtt catalan y de su abun-
dante preparacion litf.!rarin, rcsistíuse n tomar el cargo,
alegando (y lo deciu lle buena fé) lJUc no sabia bttsL<tntc
para ello. Logrósc finalmente que accpttÍI\t, v llegó á
juzgar las poesías presenmJas; pero al nccrcar:sc el dta
de la tiesta, tuvo que dcjar el Consistorio porque había
muerto su madre. •

Era, segun dijo, ,el ln~o mas fu ene que le unia con
esta vida. 1Jn año despues dia pot: din recibin el Pan
Eucarístico postrado en la camn. Los médicos decla-
raron que "'" cerebro y el hígado de :-u cuerpo habian
trabajado ya bastante, y en cuanto ñ los sufrimientos
del corazon bien poditll'l adi\'inarse.
Prolongósc toda\'Í<l por dos semanas la enfermedad
que le aquejaba, y fué asistido cariñosamente por su
señor tio, por 5U hcrmam•. por sus primas, y por su •

buen amigo Don Mariano Aguiló ~tÍ quien le habían •


unido 29 años Jc trato. Auxiliúbulc el sacerdote y le
hablaba en términos lilos6rico!; de Dio:-.. de In Ley mo-
ral y del arrepentimiento. El moribundo, como quien
se halla en un círculo de idc.1s muy conocido, comcs-
tábale: pues todo esto ~qué dudn tiene? De este modo
fué c_-x.tinguiéndosc la voz del hombre de Ciencia, siem-
pre al unísono con la \'oz de la H.cligion. Ern el ~3 de
abrí} de I 8¡z, di a de Son Jorgc.
Su amigo Coll y Vehí. su amigo Rcynab y Rabassa
,·ivian toda,·ia en aquel entónccs. Con ellos acompañó
-35-
el cudri\'c:r ni cementerio un crecido número Jc amigos
y de discípulos. N Jeto por linea paterna de un juris-
consulto distinguido. y por línea mater.ga de un pro-
fundo observador de la naturaleza moral, habia con
scn•ado los honrosos timbres de su ascendencia. Su
muerte fut! muy lloraJu y muy s:!ntida. ¡Dios le tengo.
en su gloriu l


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