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Psicología en la Emergencia

Concepto: es aquella rama de la Psicología General que estudia los distintos cambios
y fenómenos personales presentes en una situación de peligro o de una catástrofe, sea
ésta natural o provocada por el hombre, en forma casual o intencional. (C. Araya
Molina, 1992).
Alcances: es la que, centrándose en la Psicoprevencion, ha surgido como una necesidad
para evitar o minimizar riesgos (o desgracias eventuales) y, aún, mitigar tragedias
mayores (que, generalmente, ocurren por las reacciones psicológicas de las personas y
no por los sucesos iniciales).
Cuando se habla de esta ciencia, se aboga por todo lo que - desde el comportamiento
humano - se puede realizar antes, durante y después del evento, ya sea un accidente,
emergencia, desastre o catástrofe. La Psicología de/en la Emergencia es más que la
simple aplicación de la Psicología Clínica al ámbito de las emergencias (o sea, es más
que únicamente aplicar terapia después del evento), o desde la caricatura, es más que
llevar el diván al incendio....
Generalidades: en general, es la que trata temas acerca del comportamiento humano en
el momento de percibir y, aún, enfrentar el peligro o la contingencia que atenta contra la
integridad propia, y la ajena, como así también la de los bienes.
En el mundo actual que es un "mundo de emergencia", la prevención - propuesta o
propugnada por la Psicología de/en la Emergencia - puede minimizar los riesgos y, por
consiguiente, disminuir el sufrimiento que es una de las preocupaciones de esta nueva
rama de la Psicología General.

Fases de la Emergencia

Antes de la emergencia: estar preparado antes del evento supone no sólo una
preparación material sino saber cómo manejar el estrés antes de que éste ocurra; tener
grupos preparados que sepan dar soporte a victimas primarias y secundarias. Esta
preparación lleva años ya que está dirigida a la población y no sólo a los grupos de
ayuda o de intervención.
Se debe dar mucha información en esta fase a la población y a los grupos que vana
intervenir.
En estas situaciones hay que hablar de estrés excesivo. Este estrés va a afectar a dos
grupos: las victimas directas e indirectas.
Es necesario pensar en relevos, descansar, comer y dormir para asegurarse que puedan
trabajar bien al día siguiente.
Durante la emergencia: es importante estar preparados para intervenir durante el
evento, ya que hay reacciones de estrés enorme de las victimas directas y de los
intervinientes, especialmente si la intervención dura mucho tiempo. Hay que prevenir el
cansancio emocional, las reacciones que no pueden ser contenidas, etc.
Lo importante es que ya antes del evento todos los que intervienen sepan cómo hacerlo
y posean las técnicas para manejar el estrés.
Después de la emergencia: después de cada intervención del grupo y al acabarse el
turno se hace un debrifing técnico con un Defusing. Se hace la desmovilización, se
habla de lo que se hizo y de lo que queda por hacer y el jefe de intervención pregunta si
alguien necesita algo más, después se da por finalizada la intervención.
El soporte por parte de los pares y por la familia es esencial.

TRAUMA O SHOCK PSICOLÓGICO

Es un evento violento, fuera de lo normal, que pone en peligro la integridad física y


psíquica de uno o varios individuos, esto incluye tanto a quienes lo viven directamente
como a aquellos que son espectadores. Para ser considerado traumático, la/s persona/s
deben haber vivido una gran impotencia y/o miedo a morir.
Proviene del griego y significa "herida".
 Psicológicamente, en sentido amplio, alude a los efectos duraderos que se producen
en el psiquismo después que ocurren ciertas vivencias. Así, se suele entender por
trauma o "trauma psíquico", todo suceso o experiencia muy impactante vivida por un
sujeto, que le produce diversos trastornos que a menudo dejan secuelas.
Es cuando el desencadenante del mismo es de tal intensidad que el sujeto es incapaz
de responder adecuadamente. El individuo está desbordado por la cantidad o por la
fuerza de las emociones recibidas.
Es un estado emocional agudo de malestar debido a un evento o situación
extraordinariamente estresante que sobrepasa a la persona involucrada.
Se refiere a toda vivencia, sea penosa o placentera, que puede constituirse en
traumatizante si es que adquiere una significación subjetiva tal que se vea impedida del
afecto que suscita y su representación no puede ser integrada al devenir psíquico.
Permanece como "extraña" en el psiquismo, se constituye como experiencia/ vivencia
traumática o, simplemente, traumatismo (acontecimiento violento y anormal - o fuera
de la norma - que afecta a una o más personas y pone en peligro su integridad física y
psíquica) y puede retornar mediante la producción de síntomas.
Un evento traumatogénico puede ser sobrellevado si la sociedad y el individuo disponen
de recursos que lo ayuden. Estos recursos pueden ser:
- externos (instituciones, red familiar y de amigos) y/o
- internos (capacidades personales).
Toda persona que vive un evento de esta magnitud tiene reacciones:
+ De estrés agudas durante el mismo
+ Agudas de estrés postraumático, después de sucedido dicho evento.
Ahora bien, el trauma puede ser abordado desde el punto de vista de la salutogénesis (o
capacidad de la persona para sobrevivir, amortiguar y convivir con lo ocurrido), que
posibilita una visión positiva y constructiva de los hechos y circunstancias vividas.

Se distinguen:
1. Tipo I: que se refiere a un evento único, aislado, limitado en el tiempo (generalmente
breve), es decir, con un principio y un final claro: ej.: catástrofe natural, accidente,
agresión, atentado, etc.
2. Tipo II: que corresponde a una serie de situaciones traumáticas repetidas durante un
período de tiempo más o menos largo y que son esperadas por la persona, el
individuo o el grupo ha sido expuesto repetidamente a un peligro idéntico o
comparable. Esta situación provoca un profundo sentimiento de impotencia generado
por el hecho de que el acontecimiento en cuestión es previsible pero inevitable: ej.:
maltrato continuo, guerra, trabajo del personal de rescate, etc.
Todo trauma produce victimas o damnificados (o sobrevivientes) Primarias (inmediatas
o directas) heridas o ilesas: son las afectadas por el suceso crítico (víctimas de
accidentes de tránsito o laborales, de guerra, de violencia doméstica o sexual, de
catástrofes naturales o causadas por el hombre, etc.)
Las personas heridas son llevadas a los hospitales y reciben el tratamiento intensivo
necesario; las heridas graves desarrollan menos patología postraumática (pues la red
médica se ocupa de ellas las 24 hs., lo que amortigua el trastorno postraumático) que las
leves (pues al recibir tratamiento ambulatorio están más propensas a desarrollar
problemas psicológicos) y las ilesas pueden sufrir más factores de riesgo de problemas
postraumáticos si nadie tiene tiempo de ocuparse de ellas.
 Víctimas y/o Damnificados Secundarias (o indirectas): son los familiares y amigos
de las víctimas y los equipos que intervienen en la ayuda (policías, bomberos,
choferes de ambulancia, personal médico y paramédico, etc.). Tanto unos como
otros pueden necesitar también una ayuda preventiva para elaborar lo ocurrido.
Se pueden citar los siguientes factores (eventos que pueden ser estresantes en las
emergencias):
Individuales: entre los que se encuentran:
 enfermedades crónicas que pueden limitar al trabajador en la emergencia
(cardiopatías, hipertensión, úlceras, etc.)
 manifestaciones estresantes preexistentes (problemas laborales, familiares, etc.)
 experiencias traumáticas anteriores (por la acumulación, ya que se vulnera la
capacidad de resistencia) y
Grupales: que se subdividen en:
 comunitarios, como la presencia de familiares o personas conocidas entre las
víctimas ó medios de comunicación y curiosos.
- interpersonales, tales como la responsabilidad laboral del Bombero, que puede
generar conflictos con su trabajo, su familia, etc.; el tiempo prolongado de separación
de las fuentes de soporte social (familia, amistades, etc.) y el momento de llegada a
la emergencia, ya que los primeros tienen más problemas emocionales que los que lo
hacen posteriormente.

ESTRÉS

Es un término que se aplica a las presiones que la gente sufre en la vida; es decir, es una
respuesta fisiológica, psicológica y de comportamiento de un individuo que busca
adaptarse y reajustarse a presiones internas o externas.
Ahora bien, este concepto ha ido evolucionando a lo largo de estas últimas décadas.
Originalmente, Hans Selye (1926) habló por primera vez del mismo: diciendo que "se
debe entender por estrés al proceso físico, químico o emocional productor de una
tensión que puede llevar a la enfermedad física". Luego, lo conceptualizó como "toda
respuesta general e inespecífica del organismo a una exigencia hecha sobre él o ante
cualquier estímulo estresor o situación estresante" y, más tarde, lo definió como la
Respuesta General de Adaptación (RGA) del organismo frente a un estímulo
amenazante. Esa respuesta puede ser de dos tipos:
 de afrontamiento de la situación o lucha (fight) ó
 de huida (flight).
Lazarus (1984), a su vez, define al estrés psicológico como la respuesta en la que un
individuo interpreta o evalúa el significado de un evento como desafiante, amenazante o
dañino.
Frente a esta situación de amenaza, el organismo reacciona preparándose (para la pelea
o la evasión). Es así que se produce un aumento en el ritmo cardíaco, en el ritmo
respiratorio (para cubrir el aporte de oxígeno), aumento de la presión sanguínea (se
produce una activación hipotálamo-hipofisaria que, en poco tiempo, colmará el torrente
sanguíneo de sustancias indispensables para promover dicha respuesta), se dilatan las
pupilas, se tensan los músculos, se produce una vasoconstricción periférica, aumenta la
glucemia, se libera adrenalina, noradrenalina, gluco-corticoides (desde la glándula
suprarrenal), aumenta la prolactina, progesterona, tetosterona, insulina y la hormona de
crecimiento entre otros más específicos, etc. Así como algunos sistemas se activan,
otros de poca utilidad en la emergencia, se detienen, como el impulso sexual disminuye
en ambos sexos, se inhibe el sistema inmunitario, la percepción del dolor se embota, se
deterioran ciertas funciones intelectuales y mejoran otras, se colapsa la digestión y la
sensación de hambre desaparece e incluso el crecimiento puede quedar estancado. Dado
que el organismo, desde su historia evolutiva, está preparado para reaccionar a
situaciones de diversa índole (por su capacidad de adaptación a las mismas) puede
soportar factores de estrés aislados. Pero el daño (no sólo para su salud física sino,
también, psíquica) se produce cuando los factores de estrés provienen desde distintas
áreas (conyugal, laboral, de las relaciones paterno-filiares, económicas, ambientales,
etc.) con intensidad, frecuencia y duración marcadas. Es allí donde aparecen los
trastornos por ansiedad, los trastornos depresivos, los trastornos de la conducta
alimentaria, el insomnio.
Luego de terminado el combate o concretada la huida, el organismo recupera su
metabolismo original, y la respuesta al estrés desaparece.
Además, muchos preconizan que la risa y el buen humor pueden ser herramientas
efectivas para enfrentarse a la situación. La capacidad de estar de buen humor imprime
sentido de perspectiva a nuestros problemas.
La risa brinda una liberación física de las tensiones acumuladas y, por tanto, se espera
que todo aquello que logre que el hombre se mantenga emocionalmente estable y lejos
de experiencias desagradables puede contribuir a que el sistema inmunológico funcione
óptimamente (López, 1999).

Los factores Motivadores o Estresores son estímulos o situaciones que provocan una
respuesta de estrés en la persona y abarcan un amplio espectro desde un enojo
transitorio hasta el sentirse amenazado de muerte.
Pueden ser de tres clases:
 físicos: originados en el entorno más cercano (ruidos, calor, cambio en
alimentación, etc.)
 psíquicos: referidos al interior de nuestro psiquismo (tensión psíquica continua,
frustraciones, etc.)
 sociales: que están vinculados a un status social (ej. contraer matrimonio, ascenso
laboral, etc.).

Los efectos son diversos y numerosos, afectando el aspecto físico y mental del sujeto, y
produciendo, en lo:
 subjetivo: ansiedad, agresión, apatía, aburrimiento, depresión, frustración,
irritabilidad, baja autoestima, tensión, nerviosismo, soledad, etc.
 conductual: propensión a sufrir accidentes, arranques emocionales, excesiva
ingesta de alimentos o bebidas, inapetencia, consumo excesivo de alcohol o tabaco,
excitabilidad, risa nerviosa, etc.
 cognoscitivo: incapacidad para concentrarse y atender, imposibilidad para tomar
decisiones, olvidos frecuentes, etc.
 fisiológico: incremento del ritmo cardíaco y de la presión arterial, sequedad bucal,
transpiración, dilatación de pupilas, dificultad para respirar, etc.
 organizacional: ausentismo, relaciones laborales pobres o conflictivas, baja
productividad, alto índice de accidentes laborales, etc.
Estrategias de Superación: se constituyen, en su conjunto, en la capacidad común a
todos de reaccionar a nivel consciente e inconsciente ante cualquier forma de estrés.
Ahora bien, se pueden citar dos grupos:
- negación, las que reducen el impacto visual y mental de un evento
particularmente estresante y consisten en concentrarse en otra cosa,
retirarse, apelar al humor negro (para convertir la situación en algo
menos real) o evitar discutir sobre el evento; son recursos comunes, con
algunos beneficios y con efectividad a largo plazo discutida o
cuestionada, que pueden significar un fracaso para enfrentar
adecuadamente el estrés grave y llevar a comportamientos inadecuados
y/o contraproducentes tales como excesivo consumo de alcohol,
problemas familiares, etc.
- racionalización, las que permiten encontrar alguna explicación mental
para reducir el impacto de un evento especialmente impactante y
consisten en desarrollar una explicación lógica, usar una explicación
religiosa o filosófica, imaginarse una situación peor (para reducir la
gravedad del incidente actual); son, las más comunes, las que provienen
del sistema de creencias del individuo y/o conocimiento aplicado con
alguna lógica a la situación y su propósito es explicar la situación
para que se pueda poner las cosas en un lugar más manejable y
continuar con el trabajo.

CRISIS, SITUACION O INCIDENTE CRÍTICO

Según Slaikeu (1984), experto en la intervención en crisis, constituiría un "estado


temporal de trastorno y desorganización, caracterizado principalmente por una
incapacidad del sujeto para manejar situaciones particulares, utilizando métodos
acostumbrados para la solución de problemas, y obtener un resultado radicalmente
positivo o negativo".
La resolución final de la crisis depende de numerosos factores, incluyendo la gravedad
del suceso precipitante, recursos personales del individuo y los recursos sociales. Este
mismo autor sostiene que “todos los humanos pueden estar expuestos en ciertas
ocasiones de sus vidas a experimentar crisis caracterizadas por una gran
desorganización y pérdida del equilibrio emocional, perturbación y trastornos en las
estrategias previas de enfrentamiento, por un hecho inesperado y potencialmente
peligroso.
Es la reacción emocional a una situación, no la situación misma. Es un ser humano
normal que se enfrenta a una situación vital devastadora y anormal.
El desequilibrio generalmente afecta las 3 áreas de la vida de una persona:

ÁREA EXPRESIÓN CARACTERIZACIÓN


Emocional sentir activación de la ansiedad, confusión, alienación, irritabilidad,
sentimientos de desamparo y de indefensión.
ideas compulsivas, miedos, fallas de memoria y de concentración
Intelectual pensar poco habituales, pensamientos negativos, catastróficos,
persecutorios.
Conductual hacer cambio en hábitos de dormir, comer, beber, actitudes poco
habituales, llamativas e inadecuadas.
Cuadro elaborado por el Departamento de Psicoemergencia de la Fed. de B.V. de la
Prov. de Cba.

Fases, Duración y Características relevantes

La vivencia de una situación de crisis representa una señal de alerta ante la que es
necesario activar todas las habilidades propias para cuidarse. Una situación crítica
demanda, entonces, una serie de acciones concretas destinadas a superar la situación de
amenaza. Por tanto, las crisis no requieren de espectadores sino de personas capaces de
tomar el control de la situación personal (responder a la señal de alarma) y tomar
decisiones para su restablecimiento.
El estado de crisis está limitado en el tiempo (el equilibrio se recupera de cuatro a seis
semanas), casi siempre se manifiesta por un suceso que lo precipita, puede esperarse
que siga patrones secuenciales de desarrollo a través de diversas etapas, y tener el
potencial de resolución hacia niveles de funcionamiento más altos o bajos.
Así, la respuesta ante situaciones críticas va desde un momento de impacto emocional,
pasando por uno de síntomas psicofísicos, hasta llegar a uno en el que la persona tiene
que resolver la situación y acercarse al final de dicho acontecimiento amenazante.
Esquema de cómo suele ir cambiando una persona ante situaciones críticas

SUCESO Desorden, desequilibrio (f. de emergencia/shock)


IMPACTANTE

Síntomas físicos y psíquicos (f. de post-impacto)

Elaboración (f. de restablecimiento)

Terminación (f. de restablecimiento)

El siguiente cuadro ilustra, de un modo más claro, lo que puede esperarse en cada fase:
CARACTERISTICAS
FASES DURACION RELEVANTES
- malestar físico agudo
(náuseas, diarrea, temblores,
dolores de cabeza, dificultades
de apetito y sueño ;
- pensamientos frecuentes sobre
lo sucedido ;
1º Shock o Emergencia de 0 a 72 hs. - desorientación, dificultades de
(con desorden y atención y memoria ;
desequilibrio) - sentimientos de ansiedad,
tristeza, rabia, culpa y
desesperanza ;
- dificultades para experimentar
sentimientos.
- sentimientos irregulares de
optimismo y desilusión ;
- mayor capacidad para pensar
2º Post Impacto de 2 días a 3 meses en lo sucedido ;
(con síntomas físicos y inicio de ciertas acciones
psíquicos) prácticas ;
- estallidos emocionales menos
frecuentes y más manejables.
- funcionamiento personal cada
vez más cercano al estado
anterior al conflicto ;
3º Restabilización de 3 meses en adelante - sentimiento de aprendizaje de
(con elaboración y la experiencia ;
terminación) - regularización y
enriquecimiento del estilo de
vida.
Cuadro tomado del Artículo: "El factor psicológico en un contexto de crisis" – UCAB

Desde el punto de vista de la Psicología, una situación crítica, es entendida como “un
campo de actuación en un área de conflicto, que requiere una intervención inmediata
por parte de un equipo especializado, en el que las estrategias psico-sociales de
adaptación del sujeto o del grupo a la normalidad están desbordadas, bloqueadas y/o
desviadas, por un elemento precipitante” (de Miguel Lillo y Muñoz Prieto, 1998).
Del mismo modo, y siguiendo a los mismos autores, consideramos como intervención
crítica “el procedimiento de evaluación y actuación, desarrollado por los profesionales
en salud mental de atención a la emergencia, que surge ante una demanda de atención
no demorable y puntual en el tiempo, y que cumple los requisitos de situación crítica”
(de Miguel Lillo y Muñoz Prieto, 1998). Es necesario añadir, que se trata de una
intervención inmediata, dirigida a paliar y prevenir los efectos no deseados que produce
una situación crítica, y próxima a los afectados.
Slaikeu (1984) señala, por su parte, que la intervención en crisis de primer orden o
primera ayuda psicológica tiene como objetivo principal ayudar a la persona a
restablecer el nivel de funcionamiento previo al suceso. Evidentemente, sus objetivos
son limitados, a saber:
- proporcionar apoyo y asistencia,
- reducir los riesgos o daños (mortalidad) y
- vincular a la persona con los recursos de ayuda o redes sociales.
Es decir, el individuo enfrenta un problema ante el cual sus recursos de adaptación, así
como sus mecanismos de defensa usuales no funcionan. El problema rebasa sus
capacidades de resolución y, por lo mismo, se encuentra en franco desequilibrio. Como
resultado de todo esto la persona experimenta una mayor tensión y ansiedad, lo cual la
inhabilita aún más para encontrar una solución.
Resumiendo, los métodos por los cuales se auxilian a las víctimas de una crisis para
lograr su recuperación son conocidos, genéricamente, como técnicas de intervención
en crisis, y tienen ciertos propósitos esenciales:
a) restablecer la capacidad del individuo para afrontar las situaciones de estrés en las
que se encuentra.
b) proveer asistencia a estos individuos para reordenar y reorganizar su mundo social
destruido.
c) focalizar los recursos y las fortalezas para promover la salutogénesis (y no la
patogénesis).

Estilos de afrontamiento y utilidad

Diferentes estilos de Afrontamiento y su utilidad ante situaciones críticas


ESTILOS de
AFRONTAMIENTO DESCRIPCION UTILIDAD
Acciones hacia la situación, tales como expresar ira
Confrontación hacia la persona causante del problema, tratar de que Inútil
cambie de idea, etc.
Olvidarse del problema, no tomarlo en serio, hacer
Distanciamiento como si no hubiese ocurrido nada. Muy inútil
Guardar los problemas para uno mismo, mostrar
Autocontrol excesiva prudencia y racionalidad. Inútil
Pedir ayuda a amigos, hablar con alguien que puede
Búsqueda de Apoyo Social hacer algo al respecto, contarle el problema a un Muy útil
familiar.
Aceptación de la
Responsabilidad Disculparse, reconocerse causante del problema. Muy útil
Escape - Evitación Esperar que ocurra un milagro, evitar a la gente,
consumir drogas o alcohol. Muy poco útil
Planificación de Establecer un plan de acción y seguirlo, hacer que
Soluciones las cosas cambien. Muy útil
Reevaluación Positiva Decidir aprender de la experiencia. Muy útil
Cuadro tomado del Artículo: "El factor psicológico en un contexto de crisis" – UCAB

Las Reacciones comunes que pueden presentarse ante la situación de crisis son:
 Reacciones físicas como fatiga, cansancio, trastornos del apetito, cefaleas,
náuseas, vómitos, diarreas, sudación, temblores, escalofríos, movimientos
faciales involuntarios, crujir de dientes, mialgias (dolores musculares),
mareos, problemas de sueño, síntomas de estado de choque (sensación de
ahogo, opresión en garganta, pecho o estómago), dolores gástricos,
empeoramiento de condiciones crónicas (diabetes, hipertensión, etc.).
 Reacciones cognitivas como confusión y desorientación, pesadillas
recurrentes, pérdida o dificultades de memoria, problemas de concentración,
distracción, atención reducida, dificultad para tomar decisiones o hacer
cálculos y/o resolver problemas, confundir asuntos triviales con asuntos de
importancia, preocupación por el desastre, rumores, cuestionamientos
espirituales, enlentecimiento, "ver" repetirse el evento una y otra vez
(flashbacks).
 Reacciones emocionales como depresión, sentirse abrumado o anonadado,
pena, aflicción, dolor, confusión, irritabilidad, tristeza, enojo, rabia,
resentimiento, ansiedad, miedo, terror, shocks, desesperación, desesperanza,
incredulidad, culpabilidad y duda de sí mismo, cambios impredecibles de
humor.
 Reacciones de comportamiento o conductuales como problemas para
dormir (insomnio), llanto fácil, evitación de recuerdos, abuso de sustancias
químicas y alcohol, disminución del apetito, mal humor, explosiones de
rabia, cambios en la manera de andar, cambios marcados en los hábitos y las
rutinas diarias, conducta ritualística, vigilancia extrema, suspicacia, no
desear apartarse de la escena, nivel de actividad excesivo, incremento de los
conflictos con la familia, hipervigilancia y reacciones de sobresalto,
aislamiento social.

QUE HACER QUE NO HACER


1. Escuchar de manera cuidadosa. 1. Contar la "propia" historia.
2. Reflejar sentimientos y hechos. 2. Ignorar sentimientos y hechos.
3. Comunicar aceptación. 3. Juzgar o tomar partido.
1. Plantear preguntas abiertas. 1. Depender de preguntas de si/no.
2. Pedir a la persona que sea concreta. 2. Permitir abstracciones continuas.
3. Evaluar la mortalidad o riesgo. 3. Soslayar las señales de "peligro".
1. Alentar la lluvia de ideas. 1. Permitir la visión de túnel.
2. Trabajar de manera directa por bloques. 2. Dejar obstáculos sin examinar.
3. Establecer prioridades. 3. Trabajar con una mezcolanza de
necesidades.
1. Dar un paso cada vez. 1. Intentar resolver todo ahora.
2. Establecer metas específicas de corto plazo. 2. Tomar decisiones que comprometan
3. Hacer confrontaciones cuando sea necesario. por largo tiempo.
4. Ser directivo si, y sólo sí, se debe serlo. 3. Ser tímido.
4. Retraerse de tomar decisiones cuando parezca
necesario.
1. Hacer un convenio para recontactar. 1. Dejar detalles en el aire, o asumir que la
2. Evaluar los pasos de la acción. persona asumirá la acción por sí mismo.
2. Dejar la evaluación a alguien más.

Cuadro tomado de Slaikeu, 1990/1996: "Intervención en Crisis", Manual Moderno,

Vinculación

Una persona a la que acaba de ocurrirle algo que es verdaderamente nuevo y que no
entiende ni qué, ni cómo pasó y, además, qué puede sucederle de ahí en más, que no
sabe quiénes lo van a atender, ni qué le van a hacer, es una persona en situación de
"crisis". Durante la misma, la persona se desconecta de los otros, tiene serias
dificultades para establecer la comunicación; por lo tanto, el objetivo principal de la
ayuda psicológica en el lugar de la emergencia será restablecer la comunicación; esto es,
básicamente, lograr que la persona pueda hablar y escuchar.
Esa intervención, en el lugar, puede ser hecha por un Bombero que se encuentre
debidamente capacitado para ello.
Es fundamental tener presente que, en la crisis, la persona se desconecta de los otros,
todo es confusión, caos, desorganización, baja su nivel de conciencia simbolizante y
tiene serias dificultades para comunicarse.
Alfredo Moffat (2002) señala que el primer paso para ayudar durante la crisis es la
contención, es decir, el encuentro con ese otro que está sufriendo.
Para contener, es necesario primero identificarse con la víctima, ponerse en su lugar,
conmoverse con su dolor y entrar en complicidad con esa situación, para poder percibir
qué está pasando. Para lograr esa "empatia", el Bombero puede pensar :
 qué sentiría en esa situación y cómo actuaría.
 qué desearía que hicieran aquellas personas que acuden al lugar para ayudarlo.
Si puede conectarse con sus propias emociones, en situaciones similares puede,
entonces, ponerse en el lugar del otro y comprenderlo.
Sin embargo, debe evitar confundirse con la víctima, lo que constituye el segundo paso
o momento de la contención: la disociación instrumental.
Disociarse instrumentalmente es separarse del que sufre lo suficiente como para poder
ayudarlo; no es desentenderse del otro, sino tomar distancia para saber qué hacer.
Existen muchas maneras de comunicarnos con los otros, por lo tanto, hay diversas
formas o canales para contener a una persona en crisis; ya sea desde las palabras o desde
los gestos.
Desde el punto de vista verbal, resulta imprescindible:
 Presentarse con nombre de pila y función.
 Preguntar el nombre de la víctima y emplearlo cada vez que se refiera a ella.
 Validar sus emociones. Esto puede hacerse diciendo, por ejemplo: “Es lógico que se
sienta así”, o “Sé que es doloroso y difícil”, o “Estoy acá para acompañarlo”. Se debe
aceptar el derecho de toda persona a tener sus propios sentimientos, evitando decir
cómo debe sentirse (Ej.: “No llores”, o “No pienses eso”, o “Está todo bien”) ; así como,
también, culpar o ridiculizar (Ej. : “Los hombres no lloran”)
 Explicarle a la víctima lo que se va a hacer con él y/o con sus seres queridos.
 Usar frases simples y cortas.
 Dar pautas claras sobre qué hacer, dónde ir, etc.
Desde el punto de vista no verbal, es importante:
 Escuchar atentamente cuando la víctima habla.
 Mirar a los ojos.
 Usar un tono de voz firme y claro. Hablar en forma calmada.
 Evitar movimientos bruscos.
 Establecer contacto físico ( apoyar una mano en el antebrazo y en su hombro, de
costado)

Alcances: durante una situación traumática, suele ocurrir que:


- En primer lugar, hay una necesidad de control; con frecuencia, el caos que se
produce en los primeros momentos de una emergencia es difícil de manejar (gritos,
sirenas, etc.). Es fundamental generar, ante la víctima, la sensación de control y
organización. Mediante un actuar capacitado, competente y prudente, se puede reflejar
que se sabe lo que se hace y que se domina la situación, lo cual mejora, notablemente,
el estado emocional de la misma.
- En segundo lugar, el proporcionar información veraz de lo que está pasando, es
decir, el informarle a la persona que se encuentra como víctima, de su situación, con un
lenguaje claro, tranquilizador, afectuoso, comunicándole cuáles van a ser los
procedimientos a seguir según su situación particular, ayuda mucho.
A modo de aplicación de lo antedicho, se sugiere:
 generar empatía: es necesario establecer una buena comunicación con
el/la damnificado/a, preguntándole su nombre, llamándole por el mismo,
haciéndole comprender que sabemos cómo se siente y que entendemos por
lo que está pasando...
 Dar seguridad: la víctima necesitará aumentar sus expectativas de que
puede enfrentar la situación. Por lo tanto, se le debe proporcionar confianza,
pero no mentirle con afirmaciones absurdas del estilo: “Quédese tranquilo
que no pasa nada”. Las personas que se encuentran en una situación de
peligro están muy atentas a lo que ocurre, el mentir o dar falsas expectativas
es contraproducente. Es mejor, si la situación es muy grave, no dar detalles,
pero sí debe informársele de lo que se está haciendo y de lo que se le va
hacer, por ejemplo, a una persona que ha sufrido varias fracturas, tras un
importante traumatismo, se le puede decir: "Ahora te vamos a colocar un
collarín cervical como prevención"; también se le puede preguntar qué
dolores siente y en dónde.
 brindar afecto: ante una situación de crisis, la persona se siente desesperada.
El contacto humano es muy importante, y puede ofrecerse, simplemente, con
ponerle afectuosamente una mano en el hombro o cuidando el tono de voz.
 Evitar juicios de valor: lo que haya sucedido no corresponde que sea juzgado
por los Bomberos. Nuestro campo de actuación se limita al rescate, no
deberemos hacer determinadas preguntas, y mucho menos recriminar.
 Evitar el humor: como desconocemos con certeza la situación emocional de la
víctima, hacerse el gracioso puede frustrarla y disparar su agresividad.
 Evitar comentarios y gestos acerca del "horror" de la situación: citando un
ejemplo que lo ilustra: en un accidente de tránsito, la víctima parecía no
moverse ni respirar y un Bombero comentó que estaba muerto. Meses más
tarde, cuando esta persona estuvo restablecida, visitó a los que la habían
rescatado y les comentó que el momento más dramático y más angustioso fue
escuchar el comentario y no poder hacer nada....
Se debe destacar que un complemento importante de la formación del Bombero sería la
posesión de buenas aptitudes para la comunicación. Es fundamental para establecer una
buena reacción de empatía, cuidar la manera en que se utilizan las palabras, junto con la
concordancia de la expresión corporal.
Importancia de la Distancia Óptima:
El impacto emocional estresante que produce la situación de emergencia, en el
individuo, hace necesaria una respuesta que le devuelva su estabilidad. Esto requiere de
un autocontrol a toda prueba, de parte del personal, ya que las emociones que se desatan
durante la crisis son muy intensas y pueden llevar al Bombero a quedar atrapado por lo
que a la otra persona le sucede, angustiándose y perdiendo de vista su trabajo; o bien,
por temor a que eso suceda, puede ocurrir que se aleje demasiado de la víctima y olvide
el aspecto humano de la relación.
La posibilidad de contención está directamente relacionada con la posibilidad de lograr
una distancia óptima con la persona en crisis. Este ideal de trabajo sólo se alcanza a
través del tiempo y con el aprendizaje de la experiencia (que, a su vez, depende de una
franca autocrítica respecto a cómo se ha actuado frente a cada una de las personas
afectadas con las que ha tenido contacto).
Trabajo con Víctimas y/o Damnificados:
La manera en que cada persona reacciona, durante una emergencia, depende de la
conjunción de diferentes factores, tales como:
 edad,
 sexo,
 significado que le da al evento,
 grado de predictibilidad que haya tenido el episodio, experiencias previas y traumas
vividos, entre otros más.
Niños:
En el caso de trabajar con niños, es necesario tener en cuenta que no siempre pueden
hablar bien y algunos dejan de hablar por el impacto de la experiencia vivida (lo cual
no significa que hayan desaparecido todos sus pensamientos y sentimientos). Por esta
razón, resulta imprescindible contenerlos físicamente, hablarles con mucha calidez
sobre las cosas que pueden estar en su mente, por ejemplo: “Supongo que debes estar
pensando sobre lo que pasó con tu familia ... es muy triste no saber dónde están papá y
mamá”...
En caso de que el niño se muestre reacio a comunicarse, no se lo debe presionar para
que hable; en todo caso, establecer contacto físico y mostrarle interés y atención.
Una actuación que en principio podría parecer ingenua, al igual que muchas otras que
podemos idear, ayuda a los más pequeños a procesar un trauma.
El abordaje, de entrada, no es el mismo que cuando nos acercamos al adulto. Nuestro
estilo de intervención tendrá que ser, como mínimo, diferente. Esto se concreta en
aspectos tan evidentes como será el tono de voz, el acercamiento progresivo (no por ser
pequeños uno tiene “permiso” para abrazarlos apenas los ve), el contacto visual para
poder conseguir un contacto físico consensuado, el lenguaje que se utiliza, así como la
propia postura corporal. Este estilo de intervención especial se tendrá que acentuar al
máximo cuando se trate de atender a la población infantil.
Habría que destacar una serie de factores a tener presentes, en lo que se refiere a la
prevención postraumática: no se debe quitar importancia a la magnitud de los hechos, de
la catástrofe, etc. De hecho, todos habremos tenido miedo en algún momento o
situación.
El admitir nuestra preocupación y los sentimientos que la acompañan, pero sin entrar en
dramatismos, ayudará a los más pequeños a “permitirse” expresar, a su vez, lo que ellos
están sintiendo, lo que piensan en relación a los hechos, así como para ver que los
adultos también necesitamos expresar lo que sentimos. Será preciso evitar situaciones
que responsabilicen a los niños o que les hagan sentirse inseguros, o expresiones como:
“Y ahora... ¿qué hacemos?...." ó "¡Qué lío!... ¿Por dónde empezaremos?...”.
Es recomendable volver a la rutina lo antes posible, hacer contención afectiva, rodearse
de ambientes familiares y conocidos.
Hablar de los hechos las veces que haga falta –jugando, dibujando, etc. – ayudará a que
lo integren en su historia personal. No disfrazar los hechos. Los que tendrán que llamar
la atención serán aquellos que no hablan, no opinan, que actúan como si nada hubiera
pasado. Cuando se hace necesario un abordaje individual, se tendrá que crear el clima
oportuno y, sobre todo, no mentir, sino adaptar el relato de los hechos a la edad.
Aún así, siempre habrá preguntas sin respuesta, pero la correcta actuación de los
primeros momentos con la población infanto-juvenil garantizará un procesamiento de
los hechos traumáticos que será altamente preventiva de lo postraumático. No se tendría
que subestimar nunca a un niño; se merecen más atención y respeto que la que se les
brinda normalmente a los adultos; esto ayudará, además, a que la intervención sea
efectiva y, por supuesto, gratificante.

Adultos:
En el caso de trabajar con adultos y, aún, con adolescentes hay que hacer,
fundamentalmente, escucha activa y contacto físico.
Porque a las víctimas, en general, lo que menos les preocupa es la taquicardia. Porque
las víctimas no saben ni siquiera, la gran mayoría de las veces, si nos necesitan y para
qué. Porque en demasiadas ocasiones, los que van a llamarnos ni siquiera han hablado
con ellas. Haciendo escucha activa, por supuesto, donde escuchar las necesidades no
significa escuchar palabras.
El respeto y consideración. Por eso se debiera buscar la propia paz y la propia
estabilidad cuando se va en camino. Por eso se necesita saber. Por ese respeto se debe
coordinar con los compañeros y considerar juntos las primeras necesidades. Y,
respetando su dolor y su intimidad, se les debe procurar un escenario adecuado. Por eso
se deberá facilitar su cuidado, en la crisis y después que tenga descanso, que tenga
silencio, y tenga voz. Y, por encima de las reacciones comunes que le convierten en un
individuo multiplicado por mil, el máximo respeto a ese estilo que se ha sabido
escuchar. A esas necesidades que transmite y que uno, por procurar su cuidado, o le da,
o le busca. Y, no olvidar que tiene un nombre, que quizás tenga hijos, que trabaja de
algo, que es alguien más allá de la circunstancia que le toca vivir. Hay que recordar
hablar de eso, si se tiene tiempo. Porque en algún momento, saldrá de la emergencia y
volverá a intentar instalarse en lo más parecido a su vida. No olvidar que se tiene que
contribuir a hacer emerger al ser humano que es, de la forma en que suele hacerlo y no
en la de uno (como rescatista) propia.
También hay que tener presente que el respeto no debe convertirse en miedo a no saber
hacer el trabajo (como integrante del equipo de respuesta), aunque se tenga que ir
recordando permanentemente cuál es (para focalizar la acción), y que se le considere lo
suficiente como para facilitarle que tome sus decisiones; y que, además de mantas y
café, no le falte la información que necesite. Hay que evitar "victimizar" por sobre
intervenir y no ampararse en la no demanda, en la apariencia de funcionalidad. Y no
temer exigirles a los que les queda bien que uno esté allí, que no se olviden de respetarla
y considerarla (a la víctima) ellos, continuamente, con la misma dignidad. Quizás uno,
sólo sea su punto de conexión, consigo mismo, con lo que pasa a su alrededor.
Siempre con un pie en ella (víctima) y otro en el escenario: el primero, caminando a su
lado y el segundo, corriendo por delante.
Y si hay alguien capaz de apoyarles, de escucharles, de reivindicar la herida que no
sangra, de implicarse en las acciones que, vengan de donde vengan, les afectan y
emocionan, de opinar en el fondo y en la forma, son los equipos de primera respuesta.
Si hay un colectivo que, unido, debiera hablar en su nombre y proponer mejoras sin
prejuicios, son ellos.
Las víctimas les hacen una demanda continua, a todos aquellos que estén dispuestos a
oír. Les piden implicación, les piden que den legitimidad al daño que es su obligación
aliviar. Les piden que, si saben, trabajen por prevenir. Les piden que no esperen a una
demanda que quizás no llegue nunca.
La elección de alguna de estas formas de contención depende de su adecuación a la
circunstancia particular en la que se encuentra la víctima, su edad, su actitud frente a la
situación; así como, también, depende de la personalidad del Bombero.

Primeros Auxilios Psicológicos

Son las estrategias utilizadas para socorrer a las víctimas desde lo emocional, es decir,
distintas tácticas o maniobras implementadas para ofrecer la mejor ayuda posible a
víctimas, familiares y todo tipo de personas afectadas.
Objetivos:
+Ofrecer protección, seguridad y esperanza.
+Aliviar de forma inmediata los síntomas agudos de estrés.
+ Prevenir reacciones diferidas (o retardadas) de estrés.
Principios Básicos: para proporcionar la mejor atención a una persona emocionalmente
perturbada, se debe entender y respetar los siguientes:
 Respetar el derecho de toda persona a tener sus propios sentimientos: no culpar
o ridiculizar a una persona por sentir lo que siente. La tarea es ayudarla a superar su
sentimiento, no decirle como debe sentirse. Si uno se detiene a pensar en los propios
sentimientos, se dará cuenta de que es imposible para los seres humanos el hacer una
selección consciente de los sentimientos más profundos. Tener presente que la
posición de la otra persona puede ser similar a la propia, pero cada persona ha tenido
ciertas experiencias únicas que pueden afectar fuertemente sus sentimientos en
relación con los acontecimientos que han ocurrido. Más allá del horror y del temor
que puedan sentir, las personas reaccionarán en términos de cómo esta experiencia
puede encajar con sus ideas pasadas acerca de sí mismo y sus aspiraciones en el
futuro, así como en el mundo en el cual han vivido y esperan vivir.
 Aceptar las limitaciones de la víctima como reales: cuando el muslo de un
hombre está destrozado nadie espera que camine por un tiempo, pero cuando la
capacidad del hombre para superar sus sentimientos está hecha pedazos muchos se
inclinan a esperar que él vuelva a actuar normalmente, casi de inmediato. "Todo está
en su mente", "deshágase de ello", "recupérese". Tal tipo de consejos no tienen lugar
en los primeros auxilios psicológicos.
 Evaluar la capacidad de la víctima tan exacta y rápidamente como sea posible :
si el socorrista se da cuenta de las limitaciones de una persona perturbada, estará al
tanto de las habilidades y otros recursos que ella pueda utilizar, pudiendo ayudarla a
iniciar el camino hacia la reorganización de su mundo. Averiguar con tacto lo que le
sucedió, permitiéndole responder a su manera. Recordar que no puede dejarla
divagar interminablemente pero, al menos por un par de minutos, puede hablar
libremente de sus propias experiencias, averiguar si el herido se preocupa por su
familia o amigos. Brindarle tan honestamente como se pueda información acerca de
dónde, cuándo y cómo podría tener contacto con ellos.
 Reconocer las propias limitaciones al ayudar a otras personas: no pretenda ser
todo para todas las personas. Habrá mucho de lo que el/la socorrista quisiera hacer
en un desastre y que está más allá de sus fuerzas y habilidades.
Una razonable y sincera apreciación de sí mismo es parte muy importante de su
preparación para prestar los primeros auxilios psicológicos. Un trabajador de primeros
auxilios físicamente herido puede continuar haciendo un buen trabajo curando las
heridas de otros accidentados. Pero si está emocionalmente "herido" tendrá grandes
limitaciones para ayudar a otros con dificultades emocionales. En otras palabras, se
debe conocer las propias debilidades lo suficientemente bien como para afrontarlas
rápidamente en un momento de crisis.
Generalidades: es importante que un Bombero tenga presente que la manera en que
una persona "vive" una situación crítica (ej.: un accidente, una muerte, etc.) va a ser
determinante para su futuro, pudiendo desencadenar un desenlace traumático y post
traumático, el cual la afectará hasta en su recuperación física. El estado emocional de la
víctima la incapacita para la acción, no puede actuar con los recursos que dispone.
El Bombero deberá enfrentarse a estas situaciones: conteniendo emocionalmente a las
víctimas y, a la vez, evitando agravar las consecuencias propias de una situación de
emergencia, procurando no agudizar el sufrimiento de emergencia, paliando el
sufrimiento psicológico y ayudándole a encontrar sus propios recursos
psicoemocionales. De este modo, facilita la labor de otros profesionales; si bien no va
a ejercer de psicólogo, va a proporcionar los primeros auxilios psicológicos, en el
mismo sentido en que se proporcionan los primeros auxilios físicos.
MANUAL DE
PSICOLOGIA DE LA
EMERGENCIA

PRIMER NIVEL

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