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UNIVERSIDAD ANDINA

NÉSTOR CÁCERES VELÁSQUEZ

ESCUELA DE POSGRADO

DOCTORADO

PERSECUCIÓN PENAL DEL MINISTERIO PÚBLICO FRENTE A LA


PRISIÓN PREVENTIVA EN CONCORDANCIA CON EL PRINCIPIO
DE IGUALDAD CONSTITUCIONAL, DISTRITO JUDICIAL DE
ANDAHUAYLAS.

BORRADOR DE TESIS
Presentado por:
ELIONORA INTUSCA JANAMPA

Para optar el grado de


DOCTOR EN DERECHO
JULIACA– PERÚ
2016
UNIVERSIDAD ANDINA

NÉSTOR CÁCERES VELÁSQUEZ

ESCUELA DE POSGRADO

DOCTORADO EN DERECHO

PERSECUCIÓN PENAL DEL MINISTERIO PÚBLICO FRENTE A LA


PRISIÓN PREVENTIVA EN CONCORDANCIA CON EL PRINCIPIO
DE IGUALDAD CONSTITUCIONAL, DISTRITO JUDICIAL DE
ANDAHUAYLAS.

TESIS

Presentada por

ELIONORA INTUSCA JANAMPA,

para optar el grado de:

DOCTOR EN DERECHO

APROBADO POR

PRESIDENTE DE JURADO : _______________________________

MIEMBRO DEL JURADO : _______________________________

MIEMBRO DEL JURADO : _______________________________

ASESOR DE TESIS : _______________________________


INDICE

CAPITULO I…………………………………………………………..…………………………….5
EL PROBLEMA…………………………………………………………………………………………………………………………..5
1.1. Análisis de la situación problemática. .................................................................................... 5
1.2. Planteamiento del Problema. ...................................................................................... 5
CAPITULO II………………………………………………………………………………………..6
OBJETIVOS ...................................................................................................................................... 6
2.1.Objetivo general. .......................................................................................................... 6
2.2. Objetivos específicos. ................................................................................................. 6
CAPÍTULO III .................................................................................................................................... 6
MARCO TEÓRICO .......................................................................................................................... 6
3.1. Antecedentes de la investigación. .......................................................................................... 6
3.1.1. Antecedentes ........................................................................................................... 6
3.2. Marco teórico referencial. .................................................................................................... 8
3.2.1. Prisión preventiva. ............................................................................................................ 8
3.2.1.1. Marco normativo. .......................................................................................................... 8
3.2.1.2. Consideraciones preliminares .................................................................................. 13
3.2.1.3. Naturaleza y finalidad de la prisión preventiva ...................................................... 14
3.2.1.4. Presupuestos de la prisión preventiva. ................................................................... 16
3.2.1.5. Finalidad de la Prisión Preventiva............................................................................ 22
3.2.1.6. La prisión preventiva ¿regla o excepción? ............................................................. 24
3.2.2. Persecución penal. ......................................................................................................... 26
3.2.2.1. Marco constitucional .................................................................................................. 26
3.2.2.2. Funciones del Ministerio Público .............................................................................. 28
3.2.2.3. Función Persecutora Del Delito................................................................................ 30
3.2.2.4. Política de Persecución Penal .................................................................................. 31
3.2.3. Principio de Igualdad constitucional. ........................................................................... 32
3.2.3.1. Una definición previa del principio de igualdad ..................................................... 32
3.2.3.2. Igualdad procesal ....................................................................................................... 33
3.2.3.2.1. Jueces y abogados frente al principio de igualdad .......................................... 34
3.2.3.3. Justicia administrativa y principio de igualdad ....................................................... 35
3.2.3.4. El contenido constitucionalmente protegido del derecho a la igualdad ............. 36
3.2.3.4.1. El principio de igualdad formal como una primera manifestación ............. 37
3.2.3.4.2. La igualdad material y la existencia de grupos especialmente
protegidos………………………………………………………………………………………….39
3.2.3.5. Las medidas afirmativas y su impacto en relación con el principio de
igualdad……………………………………………………………………………………………………………………………………...39
3.3. Marco teórico conceptual .................................................................................................. 40
CAPITULO IV……………………………………………………………………………..………44
HIPOTESIS………………………………………………………………………………………..44
3.1. Hipótesis de trabajo. .................................................................................................. 44
3.2. Análisis de Variables e Indicadores ........................................................................... 44
CAPÍTULO V................................................................................................................................... 45
MÉTODO DE INVESTIGACIÓN .................................................................................................. 45
5.1. Método de investigación .................................................................................................... 45
5.2. Diseño de la investigación ................................................................................................ 46
5.3. Población y muestra........................................................................................................... 47
5.4. Técnicas e instrumentos.................................................................................................... 47
REFERECIAS BIBLIOGRÁFICAS .............................................................................................. 49
CAPÍTULO I

EL PROBLEMA

1.1. Análisis de la situación problemática.

Una de las grandes problemáticas que poseían los sistemas de justicia

criminal inquisitivos se relacionaba con la falta de eficiencia en la

investigación criminal, caracterizada principalmente por la utilización de

mecanismos de persecución burocráticos, de larga duración, poco

transparente y muy costoso. Por ello, la implementación del sistema procesal

penal acusatorio en América Latina generó la expectativa de contar con

organismos modernos y eficientes encargados de la persecución penal en

todo tipo de delitos. El Ministerio Público ha sido el organismo encargado de

dar resultados en esta materia y ha enfrentado retos significativos durante la

implementación del sistema acusatorio. Especialmente, para romper con el

paradigma impuesto por el sistema inquisitivo, las reformas procesales

penales deben marcar una diferencia en la persecución penal; por lo tanto,

sus desafíos han estado relacionados a la incorporación de mecanismos de

investigación innovadores y efectivos que indaguen tanto la criminalidad

común como compleja, la racionalización y priorización de los recursos

públicos, a la coordinación interinstitucional, la gestión institucional, entre

otros temas.

1.1.1. Planteamiento del Problema.


¿Cómo la persecución penal del ministerio público en los delitos penales

determina la predisposición del requerimiento de prisión preventiva en el

distrito judicial de Andahuaylas?

CAPÍTULO II

OBJETIVOS

2.1 Objetivo general.

Determinar si la persecución penal del ministerio público en los delitos

penales determina la predisposición del requerimiento de prisión preventiva

en el distrito judicial de Andahuaylas.

2.2 Objetivos específicos.

 Establecer si la persecución penal del ministerio público en los delitos

penales determina la predisposición del requerimiento de prisión

preventiva en el distrito judicial de Andahuaylas.

 Determinar si se transgrede el principio de igualdad constitucional del

imputado en los requerimientos de prisión preventiva.

CAPÍTULO III

MARCO TEÓRICO

3.1 Antecedentes de la investigación.

3.1.1 Antecedentes

Carlos Manuel Jiménez Robleto y Jeffrey Gabriel Gonzaga Flory (Tesis)

Análisis de los Criterios de Oportunidad en las Políticas de Persecución Penal


del Ministerio Público en concordancia con el Principio de Igualdad, donde

concluye que; conforme con lo que se ha desarrollado en la presente

investigación se formulan las siguientes conclusiones:

El sistema de administración de justicia es incapaz de llevar a juicio la

totalidad los casos que son puestos en conocimiento de los representantes

del Ministerio Público

Ejercer la acción penal es requerir la aplicación a la autoridad

jurisdiccional de cualquiera de los actos conclusivos previstos por el Código

Procesal Penal

Ejercer la persecución es requerir a la autoridad la solicitud de apertura

juicio con base en una acusación como acto conclusivo de la etapa de

investigación

De acuerdo con el párrafo primero, del artículo 22, del Código Procesal

Penal, el Ministerio Público deberá ejercer la acción penal en todos los casos

que sea procedente.

De acuerdo con el párrafo segundo, del artículo 22, del Código Procesal

Penal, el Ministerio Público podrá solicitar que se prescinda total o

parcialmente de la persecución penal.


3.2 Marco teórico referencial.

3.2.1 Prisión preventiva.

La Prisión Preventiva, es una medida cautelar de carácter coercitivo,

personal y provisional que afecta la libertad personal durante un breve

periodo de tiempo.

La decisión judicial de ordenar la prisión preventiva a un imputado por la

presunta comisión de un delito, se hace con el fin de garantizar que el

proceso que se le sigue no se vea obstaculizado, interrumpido o demorado

de alguna forma. Ello no significa un adelanto de la condena, es decir, que

no se está recluyendo al imputado porque se crea que su responsabilidad

es evidente.( Burgos,2010, p. 18).

Esta medida tiene como justificación la necesidad de una pronta reacción

del Estado frente al delito. También constituye un medio para garantizar el

desarrollo del proceso penal con la presencia del imputado y con la posterior

eventual ejecución de la sentencia.

3.2.1.1 Marco normativo.

La prisión preventiva, es la medida cautelar personal más radical y

aflictiva, es por ello el legislador ha establecido puntuales exigencias,

requisitos objetivos y concurrentes previstos en el artículo 268º del Código

Procesal Penal de 2004, para su aplicación, tales como:

a. La existencia de fundamentos y graves elementos de convicción

suficientes que vinculen al imputado con la comisión del delito

investigado.
Los elementos de convicción son actos de investigación,

tanto de la Policía como de la Fiscalía, que sustentan la existencia

verosímil de la imputación de un hecho delictivo a una determinada

persona; es decir, son elementos de convicción de cargo que son

llevados a la audiencia, como sustento probatorio del

requerimiento de prisión preventiva.

b. La sanción a imponerse sea superior a los 4 años de pena

privativa de libertad.

La prisión preventiva está condicionada a una sanción legal

que se determina como consecuencia jurídica a cada tipo legal, por

lo que se deberá efectuar una prognosis de pena, no basta que la

pena sea mayor, superior a los cuatro años, en tanto la

determinación de la pena está sujeta a una serie de variables, entre

estas las circunstancias relacionadas a la realización del hecho

punible.

La existencia de este presupuesto no está referido a la pena

fijada por ley para el delito, sino al análisis preliminar que tendrá

que realizar el Juez para considerar la pena probable, que implica

un acercamiento, un cálculo a esa determinación conforme a los

actuados existentes en la oportunidad en que corresponda dictar


la medida y que será la regla al momento de aplicar la prisión

preventiva.

El Juez en esta fase del análisis jurídico procesal ha de realizar

una prognosis o pronóstico que permita identificar a un nivel

razonable la probabilidad de que la pena a imponer será superior

a cuatro años de privación de libertad. Es decir, el Juez debe

valorar el caso concreto y no aplicar una regla penológica general

sin sentido.

c. Peligro procesal

El Periculum In Mora, constituye el verdadero sustento de la prisión

preventiva, la misma que se aplicará cuando exista indicio o

evidencia razonables, de que el imputado eludirá el proceso o que

obstruya en los actos de investigación.

El Peligro procesal, presenta dos supuestos: La intención del

imputado de eludir la acción de la justicia (peligro de fuga) y la

intención de perturbar la actividad probatoria:

 El peligro de fuga, consiste en el peligro de que el imputado no se

someta al procedimiento penal ni a la ejecución.


Así tenemos, que conforme al artículo 269° del CPP de 2004, para

calificar el peligro de fuga el Juez tendrá en cuenta:

i. El arraigo en el país del imputado, determinado por el domicilio,

residencia habitual, asiento de la familia y de sus negocios o

trabajo o las facilidades para abandonar definitivamente el país

o permanecer oculto, vínculos de carácter familiar, amical y de

negocios, grado de influencia que pueda ejercer en

determinados ámbitos socio-políticos, situación económica,

lazos familiares en el exterior, de ser el caso su doble

nacionalidad, etc.

ii. La gravedad de la pena que se espera como resultado del

procedimiento.

iii. La importancia del daño resarcible y la actitud que el imputado

adopta, voluntariamente, frente a él.

iv. El comportamiento del imputado durante el procedimiento o en

otro procedimiento anterior, en la medida que indique su

voluntad de someterse a la persecución penal.

 El peligro de entorpecimiento o peligro de obstaculización de la

actividad probatoria, exige conforme al artículo 270° del CPP de

2004, que el comportamiento del imputado funde la sospecha

vehemente de que el imputado:

i. Destruirá, modificará ocultará, suprimirá o falseará medios de

prueba.
ii. Influirá para que los coinculpados, testigos o peritos informen

falsamente o se comporten de manera desleal o reticente. Esto

es, corrompiendo voluntariamente, a fin de que se tuerza la

verdad de los hechos, ejerciéndose bajo violencia o amenaza.

iii. Inducirá a otros a realizar tales comportamientos, esto puede

ser de forma personal-directa o por interposita persona

(mediante otra persona) y si, por ello, existe el peligro de que

él dificultara la investigación de la verdad.

d. La existencia de razonables elementos de convicción acerca de la

pertenencia del imputado a una organización delictiva o su

reintegración a la misma.

De acuerdo al artículo 268° del Código Procesal Penal son

presupuesto material para dictar prisión preventiva:

i. Que existen fundados y graves elementos de convicción para

estimar razonablemente la comisión de un delito que vincule al

imputado como autor o partícipe del mismo.

ii. Que la sanción a imponerse sea superior a cuatro años de

pena privativa de libertad; y

iii. Que el imputado, en razón a sus antecedentes y

otras circunstancias del caso particular, permita colegir

razonablemente que tratará de eludir la acción de la justicia

(peligro de fuga) u obstaculizar la averiguación de la verdad

(peligro de obstaculización).
Sin embargo, sin perjuicio de la concurrencia de los presupuestos

establecidos en el mencionado artículo, también será presupuesto

material para dictar prisión preventiva, la pertenencia o integración del

imputado a una organización delictiva o banda no es en estricto sentido

un presupuesto material propio.

3.2.1.2 Consideraciones preliminares

La seguridad ciudadana se constituye en uno de los temas de la agenda

política que ha despertado mayor interés y generado los debates más

encendidos en la sociedad actual, y es que pese a las enormes diferencias

identificadas en todo el mundo, sea en lo que compete a la incidencia y a la

naturaleza de los fenómenos modernos de la violencia y de la criminalidad,

sea en lo que dice con respecto a las respuestas presentadas por los

poderes constituidos, parece claro que las sociedades de este inicio de siglo

se encuentran sumergidas en una avasalladora “sensación de inseguridad”

(Do Socorro, 2008, p. 21), creada en gran medida por la proliferación del

fenómeno delictivo (Silva, 2001, p. 32).

El abordaje de esta problemática no puede ser individual ni sectorizado,

sino multi e interdisciplinario, y es que el panorama de la realidad criminal

demanda la actuación de políticas públicas encaminadas a aminorar

lo máximo posible el fenómeno de la criminalidad, desde los diferentes

sectores de los poderes del Estado.


Sin embargo, no se debe perder de vista que estas acciones concretas

en la búsqueda de una mayor y mejor eficacia del sistema penal con miras

a lograr que la inseguridad ciudadana descienda al mínimo posible, no

implica que tales acciones puedan afectar arbitrariamente los derechos

fundamentales de las personas que eventualmente puedan verse

implicadas en un proceso penal como si estuviésemos en un estado de

policía, sino que tal activismo judicial debe tener como punto de partida o

de llegada en todo caso- las directrices diseñadas por la Constitución

Política, conforme lo predica un Estado Constitucional de Derecho.

Dicho esto resulta imprescindible analizar y debatir el contendido de

tales acciones, resaltar lo positivo y también criticar lo negativo, con el único

afán de construir un ordenamiento jurídico mejor para el beneficio de todos

los ciudadanos, buscando pues un equilibrio entre la eficacia en la

persecución penal y las garantías fundamentales de los imputados

(Nogueira, 2005, p. 223).

3.2.1.3 Naturaleza y finalidad de la prisión preventiva

La prisión preventiva es una medida de naturaleza cautelar personal, que la

hace provisional, es decir variable, según las condiciones que se presenten;

y, que si se solicita y acuerda, debe suceder, solo cuando sea

absolutamente indispensable (Oré, 2006, p. 140), y por un tiempo

estrictamente necesario y razonable (Villegas, 2011, pp. 255 y ss).


En tal perspectiva la prisión provisional no puede perseguir objetivos del

Derecho penal material (Hassemer, 1998, p.109), no puede asumir

funciones preventivas que están reservadas a la pena, sino que las únicas

finalidades que pueden justificar la prisión provisional son de carácter

procesal: la sustracción del inculpado a la justicia, el peligro de tal

sustracción o el peligro de obstrucción de la investigación (Bacigalupo,

2007, pp. 62-63), por lo que toda norma o resolución judicial que imponga

tal coerción con cualquier otra finalidad es inconstitucional (Jauchen, 2005,

p. 276).

Este aspecto es resaltado por la Circular sobre prisión preventiva

que comentamos, así en dicha resolución se manifiesta en el

considerando segundo que:

“Ello es así porque la prisión preventiva no es otra cosa que una medida

coercitiva personal, que solo puede tener fines procesales, cuyo propósito

radica en asegurar el normal desarrollo y resultado del proceso penal

consolidar, en suma, (i) el proceso de conocimiento (asegurando la

presencia del imputado en el procedimiento y garantizando una

investigación de los hechos, en debida forma por los órganos de la

persecución penal) o (ii) la ejecución de la pena”.


Ahora bien, en tanto constituye la afectación más grave en la esfera de

la libertad individual, sin que haya sentencia de por medio, sino solo para

que el proceso penal pueda desarrollarse eficazmente, su utilización debe

ser lo más restrictiva posible, acudiéndose a ella solo cuando las demás

medidas coercitivas en el caso concreto no puedan cumplir con la

finalidad aludida.

3.2.1.4 Presupuestos de la prisión preventiva.

 Fumus delicti comissi

El primero de los presupuestos que debe ser tomado en cuenta para el

dictado de la prisión preventiva, es el fumus delicti comissi, equiparable con

el fumus boni iuris exigible en el Derecho civil, y se halla establecido en

artículo 268, numeral 1, literal a) del Código Procesal Penal del 2004, el cual

se refiere a la presencia de elementos de convicción, indicativos de que la

persona a la cual se le imputa la comisión de un delito, pueda tenérsele,

razonablemente, como autora o partícipe del ilícito penal.

Constituye el primer presupuesto a analizar, por un cuestión lógica,

pues antes de discutir si de alguna forma se limitarán los derechos del

imputado, primero debe existir una expectativa razonable o muy probable

de que el proceso penal se realizará, ya que solo en ese supuesto hay una

expectativa a proteger; luego si al inicio de un proceso penal se necesita de

indicios o elementos de juicio reveladores de la existencia de un ilícito penal

para abrir procesamiento a una persona, también se necesitará de una


información vinculatoria suficiente para dictar alguna medida coercitiva,

entonces no se puede aplicar la prisión preventiva sino existe un mínimo de

información que fundamente una sospecha bastante importante acerca de

la existencia del hecho y de la intervención del imputado en él.

Debe tenerse en cuenta que una cosa es la base probatoria para privar

de la libertad cautelarmente y otra es la base probatoria para condenar;

entre una y otra hay una distancia cuantitativa y cualitativa muy nítida

(Reátegui, p. 178). En la prueba suficiente para condenar se debe haber

alcanzado la verdad material con grado de certeza o seguridad, agotando

todos los actos probatorios incorporados al proceso. En cambio, en la

prueba suficiente para detener, solo se necesitará un elevado y racional

grado de probabilidad de atribución del delito imputado, en la cual habrá

un mayor grado de duda, de incertidumbre objetiva al no estar todo el

acopio del material probatorio a valorar libremente.

 Sanción penal superior a 4 años

Otro presupuesto que debe presentarse de manera concurrente, es que la

probable sanción a imponer al imputado tal como prescribe el artículo 268,

apartado 1, literal b) del CPP de 2004- “sea superior a cuatro años de pena

privativa de la libertad”.

La aplicación de un límite penológico de cuatro años para imponer la

prisión preventiva, es un requisito que, entendido en su real dimensión,


importa un presupuesto indispensable para dotar a la prisión preventiva de

una lógica proporcional. Es cierto que una utilización automática y aislada de

dicho requisito pervierte el sistema procesal y convierte a la prisión preventiva

en un anticipo de la pena, que es un efecto no deseado con su regulación.

Pero también es cierto que si los cuatro años de pena privativa de libertad

constituyen el límite para aplicar una pena de ejecución suspendida

condicionalmente (artículo 57.1 CP), entonces es necesario establecer

un criterio que más que permitir, impida aplicar la medida en los casos que

la pena no supere dicho límite. Este criterio no imprime otra lógica que no

sea la de considerar abiertamente desproporcionada la utilización de una

medida limitativa, que pueda infligir un daño mayor que el que pueda

esperarse de la pena a imponer en la sentencia condenatoria (Del Río, 2007,

pp. 157-167).

Asimismo se debe tomar en cuenta como esa probable pena a imponerse

al imputado podría influir en el comportamiento procesal de este, debe

analizarse la reacción en la persona concreta. Como explica Del Río

Labarthe: “No se trata de una ‘presunción’, sino de la constatación de una

determinada situación. Si bien se acepta que la gravedad de la pena puede

generar una mayor tentación de fuga en el imputado, es esta una mera

probabilidad estadística de base sociológica y es perfectamente posible que

las particulares circunstancias del procesado excluyan la huida pese a la

gravedad del hecho que se imputa” (Del Río, 2008, p. 55).


A nuestro parecer, cuando se indica que en la fase inicial del proceso se

puede requerir y dictar mandato de prisión preventiva basándose únicamente

en el tipo de delito y la gravedad de la pena que conlleve como único

fundamento para acreditar el peligro procesal, haría que en casi todos los

casos en que el fiscal requiera prisión preventiva, esta sea aceptada,

pues ya no será necesario verificar en concreto la existencia del peligro

procesal (al menos en ese primer estadio procesal), sino que este se

presumiría simplemente por el hecho que el imputado viene siendo

investigado por un delito grave que conllevaría probamente un pena

superior a los cuatro años.

Con este criterio la prisión preventiva podría dejar de ser una medida

excepcional para tornarse en general, pues es sabido que la prisión

preventiva mayormente es solicitada al inicio del proceso, y en tal sentido el

debate en la audiencia de prisión preventiva se reduciría a la prognosis de

pena para determinar el peligro procesal, lo que facilitaría su imposición,

restringiendo el derecho de defensa y afectando el status de inocencia que

le asiste a toda persona que se halla dentro de un proceso, privilegiando una

presunción de culpabilidad.

En esa perspectiva se echa de menos que la prisión preventiva es la

última ratio entre las medidas coercitivas, es más se olvida precisamente que

existen otras medidas que pueden ser impuestas para cautelar el normal

desarrollo del proceso penal (comparecencia restringida por ejemplo). Si se


piensa que el delito cometido como la gravedad de la pena generan ya de

por si el peligro procesal (sin la necesidad de datos objetivos contrastables

en el caso en particular), se podría hacer uso de las otras medidas

coercitivas establecidas en nuestro ordenamiento procesal penal.

Recordemos que demostrar el peligrosismo procesal es una exigencia para

la imposición de cualquier medida coercitiva, y solo cuando dicho peligro sea

de tal magnitud que no pueda ser neutralizado con cualquier otra medida,

recién se podrá hacer uso de la prisión preventiva.

Sobre este aspecto el Tribunal Constitucional ha señalado que:

“En la medida en que la detención judicial preventiva se dicta con

anterioridad a la sentencia condenatoria, es en esencia una medida cautelar.

No se trata de una sanción punitiva, por lo que la validez de su

establecimiento a nivel judicial, depende de que existan motivos razonables

y proporcionales que la justifiquen.

 Periculum in mora

El presupuesto más importante para la imposición de la prisión preventiva,

es el periculum in mora (peligro procesal), que abarca tanto el peligro de fuga

como el peligro de obstaculización de la investigación. La ausencia de estos

riesgos determina que no pueda dictarse mandato de detención aunque

subsistan los otros presupuestos ya aludidos en el presente trabajo. En este

sentido el TC ha tenido oportunidad de señalar que:


“La única manera de determinar si la detención judicial preventiva de un

individuo no responde a una decisión arbitraria del juez, es observar o

analizar determinados elementos objetivos que permitan concluir que, más

allá de los indicios o medios probatorios que vinculan razonablemente al

inculpado con la comisión del hecho delictivo y del quantum de la eventual

pena a imponerse, existe peligro de fuga o de entorpecimiento de la actividad

probatoria. La existencia de estos dos últimos riesgos es lo que la doctrina

denomina peligro procesal” (STC Exp. Nº 1567-2002-HC/TC, f.j. 5).

El CPP de 2004, en su art. 268, apartado 1, literal c, reconoce

expresamente la posibilidad de la utilización de la prisión preventiva para

evitar cualquiera de estos dos riesgos, lo cual consideramos correcto, pues

ello deriva de los fines asignados al proceso penal: la averiguación de la

verdad y la aplicación o realización del derecho penal sustantivo. Como

afirma con razón Bovino: “Si la coerción procesal se orienta a alcanzar los

fines del procedimiento, solo dos tipos de situaciones justifican la

privación de libertad anticipada: a) todo comportamiento del imputado que

afecte indebida y negativamente el proceso de averiguación de la verdad, es

decir, que represente una obstaculización ilegítima de la investigación por

ejemplo, amenazar testigos, destruir ilegalmente elementos de prueba,

etcétera, y b) toda circunstancia que ponga en peligro la eventual

aplicación efectiva de la sanción punitiva prevista en el Derecho penal

sustantivo por ejemplo, la posibilidad de una fuga-.” (Bovino, p. 140).


En tanto el examen del peligro procesal no se afirma en forma

esquemática de acuerdo con criterios abstractos, sino que debe realizarse

conforme al caso concreto, tenemos que no se viola el principio de igualdad

constitucional, cuando el mismo operador jurídico decide de manera

distinta la temática de la libertad en el caso de coimputados, pues el caso

concreto le permitirá llegar a conclusiones distintas (Guerrero, 2007, p. 476).

En tal sentido debe quedar claro que los indicadores reconocidos en los

Artículos 269 y 270 del CPP de 2004, no están estipulados de manera

taxativa, ni tampoco determinan obligatoriamente la restricción de la

libertad. Se trata solo de indicaciones que el legislador estima regularmente

relevantes para mostrar la presencia del peligro procesal, y que pueden ser

consideradas para fundar la solución aplicable, pero cuya existencia en el

caso específico solo puede ser establecida por un tribunal.

3.2.1.5 Finalidad de la Prisión Preventiva.

La prisión preventiva tiene como finalidad instrumental la realización

exitosa del proceso penal, siendo su objeto asegurar la presencia del

imputado y aplicar la sanción como resolución del conflicto penal y la

determinación de si es factible la pretensión punitiva; pues en ningún caso

tendrá, la finalidad de garantizar la ejecución de una futura condena.

Por ello, la prisión preventiva no puede perseguir objetivos del

Derecho penal material, no puede asumir funciones preventivas que

están reservadas a la pena, sino una finalidad de carácter procesal; la


sustracción del inculpado a la justicia, el peligro de tal sustracción o el

peligro de obstaculización de la investigación.

De esta manera, la Circular sobre Prisión Preventiva, emitida por la

Corte Suprema señala que: “Ello es así porque la prisión preventiva no es

otra cosa que una medida coercitiva personal, que solo puede tener fines

procesales, cuyo propósito radica en asegurar el normal desarrollo y

resultado del proceso penal [consolidar, en suma, (i) el proceso de

conocimiento (asegurando la presencia del imputado en el procedimiento

y garantizando una investigación de los hechos, en debida forma por los

órganos de la persecución penal) o (ii) la ejecución de la pena”

(Resolución Administrativa N° 325-2011-P- PJ)

Efectivamente, la prisión preventiva no tiene como finalidad garantizar

la ejecución de la futura condena. Ha sido lamentable que por mucho

tiempo se hubiese considerado así, considerando indebidamente que la

prisión preventiva es una forma de castigo y que el imputado que era

detenido era ya culpable del delito, causando así, una lesión a la

presunción de inocencia. Sumándole a ello, la presión de la prensa, de la

sociedad y, hasta la presión política, lo que hacía que la prisión preventiva

sea una medida cautelar desnaturalizada.

Para Asencio Mellado, “la prisión preventiva, si bien teóricamente

supone una vulneración del derecho a la presunción de inocencia, no lo


es menos que deviene necesaria en la medidas en que resulta ineludible

para garantizar el proceso penal” (Asencio, 1987, p. 136).

En esa línea, el Tribunal Constitucional ha establecido que:

“La prisión preventiva tiene como última finalidad asegurar el éxito

del proceso. No se trata de una medida punitiva, por lo que,

mediante ella, no se adelanta opinión respecto a la culpabilidad del

imputado en el ilícito que es materia de acusación, por cuanto ello

implicaría quebrantar el principio constitucional de presunción de

inocencia. Se trata de una medida cautelar, cuyo objetivo es

resguardar la eficiencia plena de la labor jurisdiccional”

(Expediente N° 1567-2002-HC/TC, FJ. 2).

3.2.1.6 La prisión preventiva ¿regla o excepción?

La excepcionalidad de las medidas cautelares es uno de los principios

que resulta de mayor exigencia cuando hablamos de encarcelamiento

preventivo.

Sin embargo, el principio no opera, en la práctica, como mecanismo

protector de la libertad y del principio de inocencia, sino, como principio

fundamental que regula toda la institución de la prisión preventiva. El Juez

tiene la potestad de emitir resoluciones que restringen derechos

fundamentales esenciales como la libertad ambulatoria por lo que debe

tener presente este principio. La prisión preventiva se debe ordenar solo


en el caso que sea absolutamente necesario para hacer frente al alto

riesgo procesal. Se debe evitar que la prisión preventiva sea usada como

castigo y considerarla una pena anticipada.

La aplicación de la prisión preventiva será excepcional, siempre que

no sea viable una medida cautelar menos gravosa como la

comparecencia con restricciones o la detención domiciliaria quedando

el Juez autorizado a dictar esta medida cuando el caso sea de absoluta

necesidad.

El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos en su Artículo

9, numeral 3, expresa la excepcionalidad de la prisión preventiva: “(…)

La prisión preventiva de las personas que hayan de ser juzgadas no

debe ser la regla general, pero su libertad podrá estar subordinada a

garantías que aseguren la comparecencia del acusado en el acto del

juicio, o en cualquier momento de las diligencias procesales y, en su caso,

para la ejecución del fallo”

Asimismo la doctrina de la Comisión Interamericana sobre Derechos

Humanos, establece: “que la prisión preventiva es una medida

excepcional y que se aplica solamente en los casos en que haya

sospecha razonable de que el acusado podrá evadir la justicia,

obstaculizar la investigación preliminar intimidando a los testigos o

destruir evidencias”( Informe N° 12/96, p.48)


En nuestro sistema procesal, el Juez tiene una serie de medidas

alternativas a la prisión preventiva, como por ejemplo, la detención

domiciliaria, la comparecencia simple o restringida del país, la caución, el

impedimento de salida.

3.2.2 Persecución penal.

3.2.2.1 Marco constitucional

El artículo 250 de la Constitución Política de 1979 estableció que el

Ministerio Público es un Organismo autónomo y jerárquicamente

organizado y le asignaba en 7 incisos sus atribuciones, conservando las

que tenía cuando formaba parte del Poder Judicial, pero incorporándose

nuevas e importantes funciones tales como: ¨Defensa de la legalidad

de los Derechos Ciudadanos y de los intereses públicos tutelados por la

Ley.; Vigilar e intervenir en la investigación del delito desde la etapa

policial.; Actuar como Defensor del Pueblo ante la Administración

Pública.; El texto constitucional disponía que los miembros del Ministerio

Público tienen las mismas prerrogativas que los integrantes del Poder

Judicial en sus respectivas categorías¨ (Manzini,1962). Les afecta las

mismas incompatibilidades. Su nombramiento está sujeto a idénticos

requisitos y procedimientos, aunque si echamos un vistazo a la

actualidad, ésta homologación no se produce, sobre todo en cuanto a

haberes. Su Ley Orgánica, Decreto Legislativo 052 contiene las

disposiciones relacionadas en su estructura y funcionamiento, así el art.


36 establece cuales son los órganos: El Fiscal de la Nación, los Fiscales

Supremos, Los Fiscales Superiores, Los Fiscales Provinciales. También

lo son: Los Fiscales Adjuntos, Las Juntas de Fiscales.

La Carta Magna que entró en vigencia en enero de 1994 en el artículo

158 establece que el Ministerio Público, es un organismo autónomo,

presidido por el Fiscal de la Nación, que es elegido por la Junta de

Fiscales Supremos por tres años prorrogables vía reelección sólo por

otros dos. Respecto a las jerarquías de sus órganos, contiene igual

disposición que la anterior. Sus funciones están señaladas en el artículo

159 y encontramos dos modificaciones importantes:

 Ya no ejerce la Defensoría del Pueblo, que está a cargo de un

organismo autónomo, del mismo nombre Y Respecto a su función

persecutoria, amplía sus facultades, al establecer que le

corresponde “conducir desde su inicio la investigación del delito.

Con tal propósito la Policía Nacional está obligada a cumplir los

mandatos del Ministerio Público en el ámbito de su función”.

3.2.2.2 Funciones del Ministerio Público

Como se tiene expuesto a partir de 1979 se opera un cambio radical en

el Ministerio público al considerarlo como un organismo estatal autónomo

y jerárquicamente organizado, y si bien es parte de la estructura del

Estado, no constituye un nuevo Poder, como el Ejecutivo, Legislativo o


Judicial, sino un órgano extra poder; pero las funciones que se le

atribuyen lo vinculan con los mismos, específicamente con el último de

los citados.

Al ministerio Público le corresponde ser:

- Defensor de la legalidad

- Custodio de la independencia de los órganos jurisdiccionales y de

la recta administración de justicia.

- Titular del ejercicio público de la acción penal

- Asesor u órgano ilustrativo de los órganos jurisdiccionales.

Las funciones que le asigna al Ministerio Público el artículo 159 de la

Constitución vigente son muy parecidas a las de la Constitución anterior,

con una modificación esencial: El Fiscal conduce desde su inicio la

investigación de delito en consecuencia asume la titularidad de la

investigación, tarea que realiza con plenitud de iniciativa y autonomía. Así

el Fiscal investigador sustituye al Juez instructor, cuya función exclusiva

será dirigir la etapa procesal del juzgamiento. Con eso se sienta las bases

para implementar un nuevo modelo procesal penal, que el Dr. Florencio

Mixán denomina “acusatorio garantista” (Cubas, 1997).

Al Ministerio Público le han atribuido facultades que en criterio del Dr.

Arsenio Oré Guardia “reflejan la culminación de un Proceso de constante


incremento de su papel en el proceso penal peruano, teniendo como

basamiento ideológico el reconocimiento respecto de los derechos de la

persona humana plasmados en el texto constitucional, por ejemplo el

artículo 44 que establece que es deber primordial del Estado garantizar

la plena vigencia de los derechos humanos; el art.1º que reconoce la

defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad como el fin

supremo de la sociedad y del Estado; el art. 2 inciso 2º en cuanto

reconoce la igualdad ante la ley, no permitiéndose discriminaciones de

ninguna índole; el art. 43 que establece que el Perú es una República

democrática social, independiente y soberana; y la 4º disposición final y

transitoria que prescribe que las normas relativas a los derechos y a las

libertades que la constitución reconoce se interpretan de conformidad con

la Declaración Universal de Derechos Humanos y con los tratados y

Acuerdos Internacionales sobre las mismas materias, ratificados por el

Perú; encontrándose además detallados los derechos y garantías

constitucionales en los arts. 2º y 139º.

A toda esta gama de normas fundamentales ha tenido que adaptarse

el código Procesal Penal, promulgado en 1991, vigente parcialmente, por

ello es que, en el Proyecto que se publicó en el diario oficial “El Peruano”

en el mes de Abril de 1995 se exponía que: “Las normas del Pacto

Internacional de Derechos Civiles y Políticos y la convención Americana

de Derechos humanos integran el sistema de protección de los Derechos


Procesales de las personas y por tanto pueden invocarse directamente

por los órganos de la justicia penal.

3.2.2.3 Función Persecutora Del Delito

La función penal del Ministerio público, es la más importante y de

más honda significación institucional que le tiene reconocida la

Constitución, lo que significa, que lo lleva a preservar la imparcialidad del

juez.

- La persecución del delito le está reservada constitucionalmente. La

promoción de la justicia penal, así como la introducción de la

pretensión penal. La fase de la investigación está llamada a ser

pre-procesal, la contribución del Fiscal, consiste en liberar al Juez

de la investigación, y sobre todo, desformalizarla para así

preservar la hegemonía del juicio, sin perjuicio del control judicial

respectivo y de la intervención del órgano jurisdiccional cuando se

trate de limitar derechos fundamentales para asegurar la

punibilidad. De él depende el éxito o el fracaso de la investigación.

Lo que permite concluir, que queda ratificada el rol activo del

Ministerio Público en el proceso penal, encargada de sostener la

pretensión punitiva y de aportar las pruebas, que en su caso, enerven la

presunción de inocencia.

3.2.2.4 Política de Persecución Penal


La determinación de la legitimación del ejercicio de la acción procesal, así

como la forma de accionar, es una decisión de imperio, susceptible de ser

tomada por ley. En nuestro país, el legislador estableció así diversas

personas o entes legitimados para ejercer la acción penal, es decir, para

requerir de los Tribunales Penales, la determinación de la culpabilidad y,

una vez establecida ésta, la sanción correspondiente. Es así que, para

ciertos delitos, como los delitos de acción privada, como su nombre lo

indica, excluyó como posible actor al mismo Estado, considerando que no

debiera ser función de éste, una intervención activa en dichos tipos de

procesos penales y dejó a consideración de los sujetos legitimados por

ley, involucrados en el conflicto, la determinación de accionar o no

hacerlo, por considerar que las controversias o intereses involucrados

son atinentes meramente a la esfera privada de los particulares, sin

mediar un interés público en su persecución. Todo esto pese a que la

consecuencia de la conducta, en caso de demostrarse la culpabilidad, se

sanciona también con una pena.

Es claro de que con la entrada en vigencia del Código Procesal Penal, en

1998, hubo un proceso de evolución en el ordenamiento jurídico nacional,

el cuál le da nuevas atribuciones al Ministerio Público que han variado

significativamente.

Ejemplo de ello es la eliminación de la figura del juez de instrucción y

entregándole las funciones de éste al Ministerio Público, dándole un papel


protagónico y volviendo el proceso más garantista” (Vega, 2003, p.13).

Esto en palabras del doctor Fernando Cruz: “La investigación preliminar

a cargo del Ministerio Público es una de las modificaciones más

importantes que se introducen en la reforma del procedimiento penal

costarricense, desapareciendo el rol tradicional que había venido

cumpliendo el juez de instrucción. Con estas modificaciones no se

pretende, de ninguna manera, que desaparezca el control jurisdiccional

en la etapa de investigación, sino que, más bien se busca su

fortalecimiento, puesto que el juez no estará comprometido, de ninguna

manera, con la investigación” (Cruz, 1996, p. 253).

3.2.3 Principio de Igualdad constitucional.

3.2.3.1 Una definición previa del principio de igualdad

En su acepción más simple, el principio de igualdad considera tratar de

igual modo a quienes son iguales, y justifica un trato desigual,

razonablemente autorizado, para quienes son desiguales.

John Rawls nos plantea una definición filosófica del principio de igualdad

y señala que “representa uno de los pilares de toda sociedad bien

organizad (Rawls, 1995. p. 80) y de todo Estado Constitucional. Este

principio impone al Estado el deber de tratar a los individuos, de tal modo

que las cargas y las ventajas sociales se distribuyan equitativamente

entre ellos.”
3.2.3.2 Igualdad procesal

Guasp, a su vez, dice que la posición igual de las partes o principio de la

igualdad de partes, significa que la condición de cada una de ellas debe

tener un contenido equivalente, es decir, que no pueden diferir en

sustancia los deberes y derechos de una parte y otra. Señala este autor

que la igualdad de las partes es para el proceso un principio instrumental

y no un principio final: primero, porque teóricamente las partes no está

situadas en un mismo plano, sino en distintas perspectivas, ya que el

actor es el verdadero protagonista del proceso y el demandado sólo el

sujeto pasivo al que se refiere su reclamación; y, segundo, porque en la

práctica, muchas veces, la igualdad absoluta no es aconsejable, y a veces

ni siquiera posible, de donde la diferencia de trato que se observa en

cualquier derecho positivo en este punto, en un acreedor ejecutante frente

a su deudor (Guasp, 1968, pp. 171-172).

El principio de igualdad en materia procesal no requiere una igualdad

aritmética, sino que lo que exige es que se brinde a las partes una

razonable igualdad de posibilidades en el ejercicio de su derecho de

acción y de defensa (Couture, 1993, pp.185); es decir, que garantice a

todas las partes, dentro de las respectivas posiciones que ostentan en el

proceso y de acuerdo con la organización que a éste haya dado la ley, el

equilibrio de sus derechos de defensa (Morón, 1993, pp. 73-74).

3.2.3.2.1 Jueces y abogados frente al principio de igualdad


Son los jueces los principales responsables para mantener la igualdad

de las partes dentro del proceso; y es así que las legislaciones

establecen tal atribución como un "deber" de los magistrados. Sin

embargo, los abogados son también protagonistas en este asunto:

como dice Berizonce, "el rol del abogado en el logro de la igualdad real

entre las partes es, pues, fundamental"; porque la mayor parte de las

desigualdades sociales y culturales deben ser suplidas o al menos

mitigadas, por la intervención de los abogados (aunque, agrega, la

experiencia ha demostrado la insuficiencia política de esta premisa, lo

que debe llevar a la búsqueda de otros mecanismos orgánicos

equilibradores, más abarcadores y con un señalado perfil público)

(Berizonce, 2004, pp. 91 y ss.).

3.2.3.3 Justicia administrativa y principio de igualdad

Ciertamente la impartición de justicia administrativa se ha visto restringida

a propósito de la STC 04293-.2013- PA/TC, caso Consorcio Requena, a

raíz de una decisión que varía el escenario de potencialidad de las

decisiones de los Tribunales de la Administración Pública, al quitarles la

potestad de aplicación del control difuso, como elemento regulador de la

prevalencia del principio de supremacía constitucional frente a normas

vulneratorias de los derechos fundamentales.


La tarea a la que aludimos no es de menor importancia: los tribunales

administrativos están facultados a manejar formalmente las herramientas

que el ordenamiento jurídico positivo les provee.

Nos referimos en este estudio, en adición a lo expresado y desde una

perspectiva más material, a la necesidad de que la defensa de una de las

expresiones de protección de los derechos del consumidor, cual es el

tratamiento a los consumidores en condiciones de igualdad, observe, de

igual modo y en la visión de la propia justicia administrativa, una defensa

rigurosa de la Carta Fundamental desde los ámbitos del principio de

proporcionalidad, calificado para efectos de este análisis, en su vertiente

del test de igualdad, en referencia a este deber que enuncia el artículo 38

de nuestra Carta Fundamental de 1993 respecto a que todos estamos

obligados a respetar y hacer respetar la Constitución.

Por lo tanto, si un tribunal administrativo debe evaluar el ámbito de una

norma que afecta las bases mismas del derecho de los consumidores

a la igualdad en el trato, en tanto un consumidor es tratado de

modo discriminatorio, pues es propio que dicho tribunal considere la

aplicación del denominado test de igualdad, el cual no representa una

metodología enteramente abstracta o subsumida en un plano solamente

ideal, sino que se convierte en una herramienta procedimental de la

mayor relevancia para determinar si el tratamiento asignado por una


norma, al determinar un tratamiento distinto, afecta o no el contenido

constitucionalmente protegido del principio- derecho a la igualdad.

3.2.3.4 El contenido constitucionalmente protegido del derecho a la

igualdad

En el escenario actual, no existe prácticamente controversia alguna en

afirmar que la igualdad no solo demanda un trato similar para todas las

personas, sino que, además, requiere que se adopten medidas con el

propósito de promover que exista una igualdad efectiva entre todos los

miembros de una sociedad. Desde el punto de vista histórico, pensadores

como Aristóteles ya habían pensado en distintas ideas respecto de

“lo justo” (Lord, 2012, pp.133). En efecto, como sostuviera Norbert

Hoerster, “pero una real igualdad de tratamiento de todos los afectados

por una institución parece exigir que todos los afectados se beneficien de

ella en la misma medida”.

La igualdad de oportunidades, así, deviene en un presupuesto

indispensable para la protección de las personas históricamente

desfavorecidas. También esta idea tiene como antecedente remoto a la

Revolución Francesa, toda vez que la misma supuso la eliminación de los

tratos inequitativos. Como recuerda Barry, “el ideal de la igualdad de

oportunidades comenzó estando relacionado de un modo evidente con el

de equidad: dadas dos personas, una de las cuales está más calificada

para un trabajo que la otra, es injusto que la más calificada tenga que

ser eliminada en virtud de, digamos, el parentesco” (Barry, 2001, pp.


238). Es de esta manera que el principio de igualdad, en lo que se refiere

a la adopción de medidas afirmativas, tiene como punto de partida

fundamental el principio de igualdad de oportunidades, esto es, que todas

las personas se encuentren en un mismo punto de partida, lo cual

legitimará que el Estado actúe de manera activa con el fin de consagrar

esa posibilidad.

3.2.3.4.1 El principio de igualdad formal como una primera

manifestación

La revolución francesa tuvo entre sus principales postulados el

reconocimiento de la igualdad. Evidentemente, la igualdad que era

postulada en el marco de la revolución, al ser una exigencia de la

burguesía, se orientaba fundamentalmente de carácter formal, toda

vez que el referido grupo social buscaba, en esencia, la posibilidad de

acceder a cargos que, por tradición, solo estaban reservados a la

nobleza. Ciertamente, en la Edad Moderna ya se había superado,

hasta cierto punto, la idea de “a cada quien según su rango”. En efecto,

esta primera visión del principio de igualdad es propia de la Edad

Moderna, época en la que los distintos pensadores adjudicaron un rol

pasivo al Estado. Es por ello que la “teoría jurídica legalista moderna

se expande de la mano de una ideología política en la que juega papel

central la igualdad formal de todos los ciudadanos. La generalidad de

sus dictados, alejados de todo particularismo, convierte a los textos


legales en el instrumento decisivo para garantizar esa condición

básica de todos ellos: su igualdad ante la ley” (Ollero, 2005, pp. 20).

Del mismo modo, la igualdad tomada desde un punto de vista

formal dejó varias interrogantes. Y es que, tal y como lo recuerda

Bobbio, “el principio de igualdad, en el que se resuelve la idea de

justicia formal en el sentido tradicional de la palabra, dice pura y

simplemente que todos aquellos que pertenecen a la misma categoría

deben ser tratados del mismo modo. Pero ¿con qué criterio establecer

las categorías? ¿Cuántas deben ser y cuál es su magnitud?” (Bobbio,

2009, pp. 527). Varias de estas interrogantes serán trasladadas al

principio de igualdad material, el cual pretende otorgar algunas

respuestas tomando en consideración las necesidades de ciertos

grupos especialmente protegidos.

3.2.3.4.2 La igualdad material y la existencia de grupos

especialmente protegidos

La aplicación estricta de la igualdad formal resultaba incompatible con

la realidad. Las crecientes brechas existentes entre los grupos

sociales generaron una serie de reclamos para un tratamiento más

equitativo. Ello se acentuaba en los casos en que existían grupos que

habían sido históricamente relegados. Por ello, era necesario construir

una noción de igualdad que permita que, en ciertos casos, se permitan


tratos preferentes con el propósito de equiparar dicha situación, lo cual

también permitiría revertir la discriminación histórica que padecían.

3.2.3.5 Las medidas afirmativas y su impacto en relación con el principio de

igualdad

Dentro de la idea relacionada con el principio de igualdad en un sentido

material aparecen las denominadas “medidas afirmativas”, las cuales

consisten en el otorgamiento temporal de ciertas ventajas o privilegios

a determinados grupos que se encuentran en una situación de

vulnerabilidad, con el propósito que puedan colocarse, de manera

progresiva, en una auténtica posibilidad de competir con el resto de

integrantes de una comunidad. También se suele afirmar que la finalidad

de estas medidas es compensar injusticias del pasado a través del

otorgamiento de ciertas ventajas a estos grupos, con el propósito que

puedan partir desde el mismo punto de salida que el resto de integrantes

del colectivo. Es por ello que las medidas afirmativas tienen un especial

impacto en relación con el principio de igualdad, ya que su adopción

implica que el Estado no solo adopta un rol de simple espectador, sino

que además debe fomentar la implementación de decisiones que

permitan revertir los casos en los que la desigualdad sea palpable.

3.3. Marco teórico conceptual

 Prisión preventiva
Víctor Cubas Villanueva señala que "la prisión preventiva es una medida

coercitiva de carácter personal, provisional y excepcional, que dicta el Juez

de la Investigación Preparatoria en contra de un imputado, en virtud de tal

medida se restringe su libertad individual ambulatoria, para asegurar los fines

del proceso penal. Este mandato está limitado a los supuestos que la ley

prevé.

Pablo Sánchez Velarde afirma que "se trata de la medida coercitiva o cautelar

de mayor gravedad en el proceso penal pues importa la privación de la

libertad del imputado mientras dure el proceso o hasta que se varíe por otra

medida o cese dicha privación".

 Garantías constitucionales.

Las garantías constitucionales se definen como los medios o instrumentos

que la Constitución Nacional pone a disposición de los habitantes para

sostener y defender sus derechos frente a las autoridades, individuos o

grupos sociales; mientras que las garantías procesales como "las

instituciones o procedimientos de seguridad creados a favor de las personas,

para que dispongan de los medios que hacen efectivo el goce de sus

derechos subjetivos". (Catanese, 2014).

 Seguridad ciudadana

Según la Ley No 27933, Ley del Sistema Nacional de Seguridad Ciudadana,

se entiende por Seguridad Ciudadana a “la acción integrada que desarrolla


el Estado, con la colaboración de la ciudadanía, destinada a asegurar su

convivencia pacífica, la erradicación de la violencia y la utilización pacífica de

las vías y espacios públicos. Del mismo modo, contribuir a la prevención de

la comisión de delitos y faltas”.

 Crimen

Se entiende por crimen a toda aquella acción o actividad que se realice sin

respetar la ley tanto escrita como consuetudinaria. Consisten en delitos

graves como el asesinato o el daño contra la integridad física de una persona.

El crimen es similar al delito aunque este último se vincula más directamente

con la ruptura para con las leyes escritas y con la consiguiente pena a partir

del tipo de delito que se haya cometido. Como es de suponerse, hay diversos

tipos y diversos niveles de gravedad de crímenes: mientras algunos son

robos o hurtos, algunos pueden ser realmente flagrantes ataques contra la

integridad humana como el abuso sexual, la tortura y el asesinato.

(Diccionario ABC).

 Debido Proceso Legal:

“Cumplimiento con los requisitos constitucionales en materia de

procedimiento, por ejemplo en cuanto a la posibilidad de defensa y

producción de pruebas”. (Granizo, 2015, p. 31)

 Dictamen:

“Opinión, consejo o juicio que en determinados asuntos debe oírse por los

tribunales, corporaciones, autoridades, etc. También se llama así al informe


u opinión verbal o por escrito que expone un letrado, a petición del cliente,

acerca de un problema jurídico o sometido a su consideración”. (Granizo,

2015, p. 31).

 Inocencia:

“Falta de culpa o equivocada calificación en tal sentido”. (Granizo, 2015, p.

31)

 Presunción:

“Conjetura. Suposición. Indicio. Señal. Sospecha. Decisión legal salvo

prueba en contrario. Inferencia legal que no cabe desvirtuar”. (Granizo, 2015,

p. 31)

 Principio:

Primer instante del ser, de la existencia, de la vida. Razón, fundamento,

origen. Causa primera. (Granizo, 2015, p. 31)

 Procesado:

Aquel contra el cual se ha dictado auto de procesamiento (v.) por las pruebas

o indicios existentes o supuestos contra él; y que, como presunto reo,

comparecerá ante el juez o tribunal que lo deberá absolver, de no declararlo

culpable e imponerle la pena correspondiente. (Granizo, 2015, p. 31)

 Proceso:

Conjunto de autos y actuaciones. Litigio sometido a conocimiento y

resolución de un tribunal. (Granizo, 2015, p. 31)

 Principio de oportunidad:
Para Roxin (2003) “El principio de oportunidad es la contraposición teórica

al de legalidad, mediante la que se autoriza al fiscal a optar entre elevar la

acción o abstenerse de hacerlo-archivando el proceso-cuando las

investigaciones llevadas a cabo conduzcan a la conclusión de que el

acusado, con gran probabilidad, ha cometido un delito”

 Mínima intervención penal:

Carlos Blanco Lozano, (2005) “el derecho penal no interviene de cara a la

regulación de todos los comportamientos del hombre en sociedad, sino sólo

en orden a evitar los atentados más graves que se dirijan contra importantes

bienes jurídicos”.

 Celeridad:

Prontitud, rapidez velocidad Sistema procesal penal: conjunto de normas

jurídicas correspondientes al Derecho Público interno, en tanto regulan

relaciones entre el Estado y los particulares, destinatarios de ellas (aunque

no en exclusiva), que hacen posible la aplicación del Derecho Penal

sustantivo a los casos concretos, con el propósito de conservar el orden

social. (Granizo, 2015, p. 31).

CAPITULO IV

HIPÓTESIS

4.1. Hipótesis de trabajo.

La persecución penal del ministerio público en los delitos penales determina

la predisposición del requerimiento de prisión preventiva transgrediendo el


principio de igualdad constitucional del imputado, en el distrito judicial de

Andahuaylas.

4.2. Análisis de Variables e Indicadores

 Variable independiente

Requerimiento de prisión preventiva

 Variable dependiente

Principio de igualdad constitucional del imputado

CAPÍTULO V

MÉTODO DE INVESTIGACIÓN

5.1. Método de investigación

El método de investigación aplicado fue el establecido por el racionalismo

crítico: carácter Hipotético - Deductivo

La hipótesis, "con suposiciones que se expresan como enunciados o

proposiciones que se constituyen en una respuesta tentativa a un problema

de investigación, o bien proposiciones tentativas acerca de las relaciones

entre dos o más variables se apoyan en conocimiento o en forma organizadas

y sistematizados".
Cada vez que se hable de una hipótesis se entenderá que se allá en el

estado de problema, y que dejara de ser hipótesis en el momento mismo en

que se obtenga de ella una corroboración o regulación.

Así el desarrollo de nuestra investigación verifico la afirmación hipotética

que se realizó planteado desde el uso de la razón conjugada con el marco

teórico que valida nuestra posición frente a la realidad objetiva, que

confrontada en ella verificaremos la valides de nuestra afirmación a través

del uso de los instrumentos cuantificables que permiten medir las variables.

Así mismo, "el uso de la lógica deductiva es un razonamiento discursivo

mediante el cual se obtiene rigurosamente de uno a varios juicios (que son

las premisas) otro juicio (la conclusión) que es la consecuencia necesaria

de aquellos en virtud de las reglas formales correspondientes” (Escobedo,

2008)

5.2. Diseño de la investigación

La presente investigación se desarrolló acorde al paradigma cuantitativo,

José Escobero Rivera indica "la investigación cuantitativa es un paradigma

que enfatiza la relación entre variables y privilegia la medición y el análisis de

las relaciones causales entre ellas. El supuesto ontológico fundamental es

que existe una realidad que es independiente a los individuos y que es


cognoscible mediante procedimientos objetivos, sobre todo mediante la

cuantificación, en ella se aplica la lógica deductiva de análisis y se procura

obtener información relevante y fidedigna para verificar el conocimiento.

Esta perspectiva de investigación es muy fuerte en cuanto a la precisión

en el entendimiento de fenómeno mismo, concretamente en los que se refiere

a la verificación científica de la teoría. Los hechos sociales en este paradigma

son características reales de la sociedad a las que están sometidos los

individuos. Los miembros de la sociedad pueden estar o no enterados de

estos hechos, tener o no información precisa acerca de ellos, y tomarlos o no

realmente en cuenta en sus actividades diarias". (Escobedo 2008, p. 132).

5.3. Población y muestra.

5.3.1. La población estará constituida por:

 Universo:

Se estableció como universo de nuestra investigación los miembros

colegiados del ilustre colegio de abogados de Apurimac

 Población:

La población que se investigara está constituido por los abogados miembros

del ilustre colegio de abogados de la ciudad de Apurimac, del cual se

desprende los abogados litigantes en el provincia de Andahuaylas.

 Muestra:
La muestra utilizada se determinó es de 70 abogados litigantes, esto por la

cantidad mínima de abogados por lo que no se aplicara formula, ya que se

trabaja con el total respondiendo a una muestra universal.

5.4. Técnicas e instrumentos

 Técnica.-

Se utilizara "El Cuestionario Pre - codificado" el cual contiene preguntas

cerradas las cuales permitirán obtener datos del análisis de los reos internos.

 Instrumentos.-

El instrumento que se utilizara para el desarrollo de la investigación es la

encuesta que consiste en obtener datos de una muestra de los reos internos

por el tráfico ilícito de drogas, con el fin de obtener mediciones cuantitativas.

 Estilo o normas de redacción utilizado

Para la redacción de nuestro trabajo de investigación se utilizó el Manual de

publicaciones de la American PsychologicalAssociatión. Esta guía establece

un manual de estilo donde se establece las normas que regirán la redacción

para publicar trabajos de investigación jurídica. Su propósito es uniformar las

citas, referencias y bibliografías de manera que se le haga más fácil al lector

localizar las fuentes. Además, detallan el formato general del trabajo.

Las reglas de estilo APA rigen la redacción científica en las ciencias

sociales y de la conducta. Establecen los estándares para la diseminación


del conocimiento científico de forma clara, precisa y uniforme, siguiendo los

principios éticos y legales del derecho de autor.

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