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LEYENDAS DEL PERÚ.

 LA VIUDA ALEGRE (LAMBAYEQUE):


Con traje que cubre hasta los pies y sobre el un manto grande, ambos de color de una
noche tormentosa y cuando la luna está verde o sea en luna nueva hacía su aparición
en la esquina, entre las calles Arequipa y Grau una señora de pequeña estatura que
afirman se presentaba vestida de blanco. A veces se le ocurría pasear por las calles,
acercándose a algún parroquiano o dejar que se le acerquen a ella; otras veces, ya
rendida parece que iba a recuperar fuerzas sentándose en una banca del Parque.

La Viuda Alegre Cerca del Cementerio

En cierta oportunidad la señora encontró a don Bartolomé Chamaya en su casa de la


calle Santa Clara, en paños menores, porque hacía mucho calor, don Bartolomé estaba
en el quicio de la puerta de su casa. La mencionada dama lo invitó para que la
acompañara. Aquel no esperó segunda petición y fue del brazo de ella. Pero después
de haber caminado unos cuantos metros, el afortunado personaje se dio cuenta que
don Chamaya iba en traje de Adán y con justicia tuvo temor. Las mujeres se cuidan
hasta después de muertas.
Cuentan que cuando la mencionada mujer se veía muy sola, echaba a llorar con tanto
sentimiento que parecía una criatura. En otra ocasión dicen que don Miguel J. Egart a
quien llamaban cariñosamente el Zambo Egart se encontraba tomando licor en una
tienda y al verse mareado salió para irse a su casa y al pasar por el parque vio a una
señora sentada en una banca y para él fue todo un paraíso en esos momentos al verse
los dos solitos, Egart acercándose le preguntó a la señora ¿qué hacía allí?, y si deseaba
que la acompañara, empezando a llover los piropos y tantas cosas lindas por el zambo
Egart que le seguía enviando palabras amorosas. Llegando al tamarindo rumbo a la
Alameda y no la podía alcanzar y al darse cuenta adonde se dirigía nada menos que al
cementerio; el zambo Egart sacó su revólver y disparó cinco tiros a este personaje
invadido por un frío extraño, el valiente regresó decepcionado, levantándose muy
temprano para componer el cuerpo con un guaracazo de yonque, juntos con sus
amigos a quienes narró lo sucedido y ellos le informaron que era “La Viuda Alegre”.
Seguía la chupeta y las composturas de cuerpo en las madrugadas como de costumbre;
el macho Egart enfermó y no duró ni cuatro días más. Se fue en pos de la viudita
alegre. Y como la señora encontró su otro gil, se encuentra satisfecha y dejando a los
lechuzones hacer sus correrías sin estorbo.

 SANTUARIO DE COCHARCAS (APURIMAC):

El origen de este santuario lo inicia un indio llamado Sebastián Quimichi, nacido


en Cocharcas, Provincia de Chinchero en Andahuaylas.
Sebastián era bueno, honrado y trabajador, pero había nacido con una
enfermedad congénita que lo inválido, viviendo de la caridad de las personas.
Sebastián no deseando ser una carga, salió de Cocharcas (Andahuaylas) con
rumbo al Cusco, con la esperanza de trabajar en esa ciudad, pero con poca
suerte, pues por ser impedido físicamente, muy pocos le daban trabajo.

Santuario de Cocharcas - Virgen de Cocharcas

No obstante pasa por muchas penalidades, Sebastián nunca perdió la fe en Dios ni en


los hombres y en esos instantes aciagos, una india de nombre Inés le aconsejo que
fuera al Santuario de Copacabana y que le pidiera a la Virgen, que le ayudara a calmar
sus padecimientos.
Sebastián no lo sabía, pero había sido marcado por la Santísima Virgen como
instrumento de su amor a esas regiones que recién recibían la luz del evangelio, pues
Dios usa a las personas más modestas, para hacer su voluntad.

Una vez en Copacabana, la Virgen le concedió el milagro de curarlo de su invalidez.


Entonces feliz de haber encontrado esta gracia, quiso estar cerca de la Virgen y pidió
trabajo en el Santuario, realizando labores como personal de limpieza, portero,
campanero, etc.
Diez años después Sebastián decide regresar a su pueblo, pidiendo como pago de sus
servicios se le concediera una réplica de la imagen de la Candelaria, para llevarla a su
pueblo natal y fomentar su culto en gratitud al milagro que había alcanzado tan
generosamente.
Sucede que esos momentos, estaba en Copacabana, visitando el Santuario de la virgen,
un buen clérigo argentino de nombre Hermano Camargo, quien al conocer la historia
de Sebastián, le encargo a Tito Yupanqui, escultor que había hecho el original, para que
realice dos copias, una de tamaño natural y otra de 50 cm, con la idea de llevarla a
todos los pueblos, para promover su culto y pedir limosna para la construcción de su
santuario.
Ya terminadas las réplicas de tan hermosa escultura, Sebastián regreso orgulloso a su
pueblo de Cocharcas en Andahuaylas, donde con las limosnas obtenidas en el trayecto,
comenzaron a levantar un santuario, que una vez terminando y por disposición del
primer Obispo Ayacucho Fray Agustín Carvo, señala como inicio del culto en honor a la
Virgen un 8 de Setiembre de 1598, en lugar del 02 de febrero, pues este mes es de
temporada de lluvias y crecida de los ríos, haciendo difícil y peligrosa la concurrencia
de peregrinos.
Monseñor Fidel Olivas Escuderos, Obispo de Ayacucho, deseando hacer crecer el culto
a la Mamacha Cocharcas, mando hacer un diminuta imagen de la Virgen de Cocharcas,
con la piedra llamada Huamanga, conduciendo esta pequeña imagen por toda la región
del Mantaro, donde los indios la veneraban, danzaban y daban limosnas para hacer su
santuario.
Es por esto que se supone que esta imagen fue traída a esta región para recoger la
limosna y por causa desconocida, tal vez por robo o por muerte del que la trasladaba,
quedo al pie del cerro del barrio Llamus (hoy anexo de Cocharcas), en una vertiente de
agua cristalina, que no deja de brotar. Una vez encontrada tan bella imagen fue
trasladada a la Iglesia de Sapallanga, sin que se pueda precisar la fecha, pero la
tradición asegura que esto ocurrió hace más de 300 años.

 EL ENCANTO DEL CERRO DE LAS CAPÚLLANAS (Piura):


Allí en la GUANERA, cerca de la Tortuga, dicen que hay un túnel, adentro hay
bastantísimio huesamento de animales, será de personas. El mar entra hasta
ciertas partes, pero pa´ dentro, bien pa´ dentro no llega el agua.
Dicen que también ahí es encanto, es como un camino, creo que ahí pasaba la
gente antes, los españoles, por ahí dicen que han ingresado, ahí han llegado
unos americanos a sondear la cosa.En la Tortuga sí se han encantau ahí, pero
los han encontrau alla por un sitio que le llaman las Capullanas al norte de
Talara, por allá por Lobitos. Y dicen que intentaban rescatarlos, iban allá a
rescatarlos pero se encantaban, porque para sacar una persona encantada de
un encanto dicen que cuesta mucho.
En conversaciones se ha escuchado, parece que han sacado a un encantao, han
sacao, pero los brujos, ésos que andan con los chontes… hay que comprar
muchas cosas pa´ poderlo sacar.
. Conversan que una vez un encantao ya lo sacaban; llegó dicen, que lo sacaron
de allá del encanto, y la familia por no haber comprado una cosa que le dijo el
curandero que compre, les fallo… Dicen que comenzaron a gritarle su nombre,
le gritaban; no hacía caso, pallá como andaba. Viven ahí, es una vida, ya pues
otra vida que tienen ellos… y al fin que llegó, llegó… “¡Ven que te estamos
buscando ¡” ¡somos tu familia le decían, y él ni siquiera se daba cuenta!, “ ¿Qué
quieren? ”, “ ¿Qué quieren? ” antes más bien molesto, qué, qué querían, que él
allí vivía… ¡no! Le dicen ¡ven!, ¡ven! Ya lo tenían pa´ que lo bajen… entonces el
brujo le dijo a uno de sus familiares “¡preste el que le dije que compre! No sé
cómo se llama, pero es un olor, un fermento bien rico “no lo hemos comprado,
porque nos hizo falta plata”, ¡uishh! Le dice lo mejor no han comprao” oigan
que si van con eso si se lo atraen, ya lo tenían en la mano sino que les falto eso.
Dicen que cuando ya se les iba ya no llegaba, se cerró ¡pum! Se cerró el cerro,
se cerró el encanto. Entonces les echó la culpa “no vayan a creer que yo… el
trabajo ha estau bueno, ya el hombre estau acá, pa´ cogerlo y llevarlo, y ya ven
porque no han comprau eso ya se nos fue” ya lo tenían cerca y se cerró el
encanto y dice que se regresó vuelta… Eso pasa en las Capullanas.
En las Capullanas hay encanto. Hay que tener mucho poder pa´ irse contra el
encanto, porque de repente antes nos quedamos encerrados ahí. Dicen que ahí
el encanto es como un pueblo grande… dicen que ahí hay mercadillos; gente de
ahí que están encantaos, pero ya tienen otra compresión, ya no están de esta
vida, están ya de otra manera de vivir ya.

 LEYENDA DEL CONDE DE FRÍAS (Piura):


Los chinchacharas, Huamingas y Tujes, fueron etnias que antecedieron al
pueblo friano; cada uno de ellos con características particulares; los primeros
eran solidarios, colaborativos y muy pasivos, aferrados a la madre naturaleza y
se dedicaban a la crianza de venados, auquénidos y otros animales silvestres,
los cuales habían domesticado y cuidaban con tanto esmero; los Huamingas, sin
embargo era un grupo cultural diestro en el dominio de armas y con temple de
luchadores y expansionistas por excelencia, los mismos que tenían, como jefe a
un gran curaca o Huaminja. Ellos vivían en armonía con su ambiente natural,
ellos consideraban a la mamapacha como su protectora y al sol como su dios
supremo. Cada etnia vivía en su hábitat, cuyo territorio era muy fructuoso y
productivo, además contaba con un envidiable clima y paisajes exuberantes;
ellos, eran dueño de muchas tierras, grandes riachuelos, enormes citanes y
cascadas.
La fuerza del conquista española, se evidenció con las reducciones y
evangelización de pueblos indígenas serranos y yungas de Piura; habían
tomado mucho auge la expansión; la participación de los corregidores y curas
evangelizadores fue crucial. La creación de curatos, capillas y cofradías, fue la
estrategia empleada para poder catolizar a los naturales; este fue el contexto
para ir introduciendo la fervorosidad católica a través de los santos correlones,
las vírgenes bondadosas, los “patroncitos” del pueblo. Las reducciones
toledanas empezó con mayor auge en Piura a partir del año 1572, las mismas
que habían tomado tal notoriedad, ya que los indios se resistían a abandonar
sus huancas y cerros sagrados; ellos querían vivir junto a sus dioses el sol, la
luna o quilla, las lagunas, las aves silvestres y sus casas hechas de barro,
quincha y paja. Por aquellos tiempos hicieron su primera aparición los curas
evangelizadores jesuitas, mercedarios y franciscanos.
Cuando los clanes Huamingas, Chincharas y otros de la parte baja de Serrán,
habían sido reducidos, se les impuso a su santo patrón San Andrés, que al
principio fue una estatuilla de mármol, y que después los nativos le hicieron un
templo cerca de un ciénego y que posteriormente lo idolatraban con mucho
fervor y algarabía, convirtiéndose en una de las fiestas patronales más
importantes de la serranía piurana, incluso con paseo y sacrificio de cóndores,
que cazaban en las alturas de la meseta andina.
En este contexto se ubica la leyenda de un gran personaje, que por problemas
de salud tuvo que trasladarse al pueblo de San Andrés, pueblito que por
disposición de las leyes toledanas los encomenderos tuvieron que conformar, a
partir de clanes que se encontraban esparcidos y viviendo cerca de sus huacas y
de la naturaleza, para poder curarse de una rara enfermedad. Según cuentan,
que este personaje era un Conde muy adinerado, como se sabe que es un título
nobiliario con el cual los monarcas o sus representantes dan su gratitud a
algunas personas por su valentía. Para los godos españoles era alguien digno al
cual le daban la confianza de guardar tesoros, palatino, etc. Militarmente su
categoría era inferior a la de duque. El trato que reciben los nombrados con
título de Conde, es el de Excelentísimo. A partir del siglo XIX quedo reducido a
título puramente honorífico.
Según la leyenda, es poco lo que se conoce sobre este Conde; no se sabe cuál
era su nombre, como era físicamente, si tenía o no familia, cuál era su edad;
solo se conoce que era de origen hispano, de un lugar llamado Frías,
posiblemente de Albarracín, en España, y que por cuestiones del destino llegó a
buscar fortuna en tierras peruanas y estando en Piura adquirió una enfermedad
muy rara, algunos dicen que era tuberculosis. Sus médicos de cabecera le
recomendaron un clima favorable para que pueda curarse. Dicen que durante
la estadía en el pueblo y mientras se curaba, este hombre fue bastante
misericordioso, generoso y benefactor con los pobladores. Empezó a organizar y
ayudar a los indígenas, les ayudaba a diseñar la construcción de sus casas, como
labrar y cultivar la tierra, como curar y criar sus animales, así como enseñarles
algunos oficios, además les ayudaba económicamente y los defendía cuando
sus derechos como arrendatarios les eran mancillados. Este personaje se ganó
el respeto de todo el pueblo de San Andrés.

El Conde de Frías paralelamente a su labor benéfica realizaba su tratamiento


médico con medicina científica y tradicional, en aquel pueblo. Cuentan que a
pesar del tratamiento, su mal, no tuvo mejoría; se dice que se consumió y
decayó mucho y después de varios años de padecimiento murió. La tradición
que se ha mantenido nos dice que este personaje compartía sus riquezas con
ellos, incluso al momento de morir repartió su herencia y bienes entre los
pobladores de San Andrés.

Los moradores sintieron mucho la muerte del Conde de Frías, ya que este
personaje había sido bueno y caritativo con este pueblo. Los caciques y demás
pobladores de manera mancomunada decidieron agregar Frías, al nombre
actual, en agradecimiento a la generosidad del conde Español. Es decir que el
pueblo pasó a llamarse, San Andrés de Frías, y es así como empiezan a
regístralo en las diferentes crónicas y documentos coloniales, a partir de 1550
aproximadamente.
La leyenda de las propiedades curativas del pueblo de San Andrés de Frías, se
seguía expandiendo desde muchos años atrás, siempre ha sido considerado
como un pueblo mágico, religioso, curativo y muy atractivo para visitarlo debido
a su ambiente y clima sano para curar diversos males. Es así que en el año de
1834, Teodoro de los Santos Fernández de Paredes y Noriega Carrión Gelder,
hijo de Don Francisco Javier Fernández de Paredes y Noriega, último Marqués
de Salinas, tuvo que trasladarse a este pueblo para tratar de curarse de
problemas pulmonares y de alcoholismo. Después de muchos esfuerzos por
mejorar la salud del hijo del Márquez, no se pudo lograrlo, debido a que estaba
en la fase terminal y había llegado demasiado tarde. Su padre, el Marqués,
después de su muerte tuvo tal desconsuelo por la pérdida de su único hijo,
dicta la tradición, lo llevó a construir el cementerio que aún hoy conserva la
ciudad de Piura, el cual, fue levantado para honrar la memoria y ganar el cielo
para el joven Teodoro.
La leyenda del Conde de Frías, se ha y trasmitido de generación en generación;
son casi nulos los vestigios y referencias bibliográficas que se han podido
encontrar sobre este personaje. Son solo narraciones que en los últimos años
han sido escritas en algunos archivos, pero no consideran otros datos con
fundamento histórico y referencias bibliográficas. Se ha mantenido la leyenda
de este gran Conde, a través de la oralidad y que en el tiempo siempre será
recordado, no como un invasor español, sino un benefactor del pueblo de San
Andrés.
 LA LEYENDA DE LA SHINGAYA(Piura):
Lo que voy a narrar me lo conto un amigo, que casi le ha pasado de todo. No se
si será verdad o mentira, lo cierto es que concuerda con esas tantas historias
que la gente del alto Piura cuenta; esos relatos sobre duendes, fantasmas,
muertos, el diablo, entre otros seres inimaginables, que parece ser cierto. Me
causó total asombro escuchar por primera vez a mi compañero de trabajo decir:
- Has escuchado hablar de la shingaya- Le dije que no. -¡Ah entonces no sabes
nada me dijo!- Te voy a contar lo que me sucedió en Huarmaca cuando yo
trabajaba con mi mujer en Hualapampa, un caserío cercano a la ciudad.

Un día con mis amigos me reuní, como de costumbre en Huarmaca,


aprovechando el tiempo disponemos de tomarnos un trago para matar el
tiempo y conversar algunas anécdotas de nuestra juventud y niñez. Entre copas
y más compas no me había dado cuenta que la noche estaba naciendo. Ya era
tarde, las aves nocturnas empezaban a delirar y asustar a la vez con su cantar
melancólico. La gente del pueblo se recogía aceleradamente a sus moradas,
parece que sus instintos les avisaban que algo raro y terrorífico iba a suceder. A
mi mente yacía el recuerdo de las historias de terror que por los alrededores de
Huarmaca narraban, se me hacía un mundo pensar que por aquellos sitios
alejados de la ciudad asustaban y era incrédulo a tan fascinantes narraciones.
Mi esposa, era docente del caserío de Hualapampa y estaba muy lejos del lugar
donde yo vivía, ella había viajado a la ciudad de Piura por tema de salud junto a
mi hija. Yo tenía que retirarme a mi domicilio que quedaba a media hora del
pueblo de Huarmaca. Entre seguro y desconfiado me encontraba, ya que tenía
una vieja moto para trasladarme de manera rápida a mi lugar y en mí, pensaba
que llegaría rápido a mi destino. Nuevamente vino a mi memoria los discursos
de aquellos ancianos que había conocido en alguna de mis fanfarreas
realizadas por aniversario de la escuela, tenga cuidado con la shilcaya, le sale a
las personas que se meten con los familiares cercanos. Yo seguro que nada me
pasaría seguí consumiendo el poco tiempo que me quedaba para partir con mis
amigos y consumiendo algunas copas de licor.
La gente que me rodeaba animaba la poca fuerza y valor que me quedaba, pero
después de otras copas me arme de valor, para seguir con mi camino. Era
momento propicio para partir a mi hogar. Algo extraño sucedía, la vieja moto
parecía que se había empeñado en que me haga más de la hora. La primera
patada de arranque que le di, casi arranca mis huesos de la canilla derecha.
Hice mucho esfuerzo y el motor parecía que se había confabulado con algún
hechizo nocturno. La moto no prendía, al parecer no quería que me vaya a mi
casa. Después de mucho tiempo de insistencia la moto arrancó, pero se apagó
nuevamente. Creo que algo me avisaba y no lo quería aceptar. En ese rato
volvieron a mis recuerdos las historias que me habían contado mis amigos y
familiares. Armándome de valor le di una sorprendente patada y la moto
arranco en un instante; sin despedirme de mis amigos salí muy rápido, camino a
casa de un amigo para pedir posada y descansar y así viajar en la madrugada.

Cerca de las dos de la mañana y con los estragos del alcohol, emprendí mi viaje
al caserío de Hualapampa. Ya en el camino a mi mente nuevamente se volcaban
los recuerdos fantasiosos de la Shilcaya y otros duendes malévolos. La neblina
densa hacía contraste con el oscuro manto de la noche; por coincidencia
ningún viajero pasaba por aquella carretera. La oscuridad había penetrado
hasta en lo más profundo de mí ser, solo se veía a un metro de mi nariz, ya que
la luz de la moto tampoco ayudaba en nada y tenía que manejar lentamente y
evitar desbarrancarme en alguna de esas curvas peligrosas que por Huarmaca
existen. Ya eran casi las tres de la madrugada, en una curva peligrosa, cerca de
un enorme higuerón, al costado de ……..,la luz de la moto reflejó a lo lejos la luz
de dos ojos muy rojos que se iban acercando más y más, yo pensé que de
repente era un perro vagabundo u otro animal nocturno. El miedo empezó a
filtrarse en mí, mi cabeza la sentía pesada haciendo que las ideas y
pensamientos se junte y consuman en un solo en el ser del cual me habían
contado. Era ella, la Shilcaya, aquel ser maligno que toma la forma de un animal
y a veces se aparece con cuerpo de perro y cabeza de mujer conocida y se les
aparece aquellas personas que conviven con algún familiar y que en otros
lugares de la serranía piurana le llaman cawishos o diablos. Por los nervios la
moto se apagó. El silenció invadió mi ser; solo alumbraba el reflejo de sus ojos
y su cuerpo era como un perro sin rabo de color tierra. Allí estaba babeando y
sus ojos no dejaban de brillar cada vez más, se acercaba más y más e iba
tomando el tamaño y la apariencia de una vaca. Yo casi había perdido el
conocimiento y todo tipo de control. Ese ser escalofriante y terrorífico empezó
a dar gritos extraños, parecidos a los que dan los animales de la selva, sus gritos
era como una mescla de dos animales. Fue tan grande mi pavor que me orine
en el pantalón; yo sentía que mi cuerpo ya no resistía más, quería gritar, pero
no podía, miraba a los alrededores y solo era penumbra y soledad. Estaba cerca
de convertirme en uno de ellos y que me lleve a su guarida y posea mi espíritu y
alma. Como se sabe, según la leyenda, a las personas que se les aparece la
shilcaya, los consume y logra convertirlos en uno de esos seres terroríficos. No
sé de donde me salió fuerzas para acordarme de Dios, pensé en Jesucristo y
eleve una oración; tome mucha fuerza y le di arranque a mi vieja motocicleta;
por obra del señor prendió rápidamente y salí de aquel lugar. Mis manos frías y
“engarrotadas” trataban de dar vuelta al acelerador y dar marcha
aceleradamente. La moto se había enfriado y el sonido era Toc,toc,toc,… como
que si la gasolina no subía al carburador. Mi experiencia como chofer
motorizado hizo poner en práctica mi habilidad de conductor de mucho tiempo
y aceleré totalmente, haciendo que el vehículo corra rápidamente. Apurado
manejaba, que no volvía a mirar hacia atrás, solo miraba de reojo el reflejo del
espejo retrovisor. Grande fue mi sorpresa al ver que mis ojos estaban muy
rojos, parecía que brotaba sangre. Me encantó ese ser, fue lo que primero
pensé y nuevamente el miedo quería apoderase de mí. Mi cabeza imaginaba
muchas tonterías, recreaba caras de muchas personas extrañas, seres
inimaginables, caras de payasos. Me encontraba aturdido, pero seguía
manejando. Ya alejado muchos metros del lugar fui recobrando la noción y los
estragos del licor habían desaparecido por completo. Volví a la normalidad y me
di cuenta que me había hecho en mi pantalón, había sido muy grande el susto.
Al poco rato con el miedo mermado llegué a mi destino.
No sé qué fue lo que salvó mi vida, fue mi valor, las animas benditas que en el
camino había o fue la ayuda de Dios, que hizo que me acercara más a él. Lo
importante fue que el ser humano tiene una infinidad de poder interno que de
alguna manera los exterioriza en los momentos difíciles. Seamos crédulos del
señor y enmendemos nuestros errores. Hagamos el bien y profesemos que lo
bueno y lo malo existe.

MITOS DEL PERÚ.


 MITO DEL ORIGEN DEL MOCHICA Y EL ALGARROBO:
Luchaban en todas las esferas cósmicas los dos poderes eternos: los Dioses y los
Demonios, el Genio del Bien y el Poder Maligno, para establecer la supremacía
de sus propios derechos y rodaban por los diferentes mundos y espacios
siderales, en abierta y constante rebelión.
El Bien pretendía crear al ser que lo ayudara en la obra de la evolución, al
hombre, y el Mal quería impedir esta realización, que le conllevaría un enemigo
declarado.
Surcando el Universo, llegaron aquellas fuerzas luchadoras a la tierra, en la cual
nada existía fuera del algarrobo, que era una planta rastrera, reptante, endeble
y raquítica, la cual nada era, nada significaba, ni nada producía, y a pesar de su
mínima importancia una de las lianas del algarrobo se enroscó en los pies del
Genio del Mal, accidente que fue aprovechado por su enemigo para dominarlo.

Entonces y en agradecimiento, dijo el jefe de los Dioses: “Como si te hubieras


adelantado a mis deseos, has contribuido a mi victoria. Tú serás desde hoy mi
siervo, mi semejante y mi aliado. Para que tengas poder, tú serás el candidato
elegido para ser hombre y tendrás las características de un Dios encerrado, de
un Dios en potencia, de un Dios encadenado. Hombre por fuera y Dios por
dentro serás, desde ahora, grande y fuerte en tu aspecto; severo y sereno en tu
forma; eterno y constante en tu vida. No necesitarás sino de Mí y del Sol, para
vivir, porque a nadie debes tu emancipación sino a ti mismo y a Mí”.

Y al conjuro mágico se creó el indio mochica, que salió del propio árbol del
algarrobo, ya mayestático.

Pero el demonio, que no estaba muerto sino cautivo, produjo su maldición,


diciendo: “Puesto que te has tronado en mi enemigo y has contribuido a mi
derrota. Yo, el Genio del Mal, en oposición a las virtudes que te han sido
otorgadas, te concedo, para siempre una parte de mí mismo. Serás mi vasallo,
mi prójimo y mi aliado. Aunque seas grande y fuerte, el fuego de la pasión te
convertirá en cenizas; aunque seas severo y sereno, te conmoverás cuando el
viento de la adulación te roce; aunque seas eterno y constante en tu vida,
pesará sobre ti el soplo del olvido y de la ingratitud, y aún cuando únicamente
necesitaras del Sol para vivir y perdurar, estarás unido a la tierra, con todos sus
vicios y defectos, puesto que sólo así podrás aprovechar de aquella primicia
celestial. Y ten presente que a Mí también debes tu liberación. A ti y a Mí”.
Por esto:
El algarrobo es Dios: él jamás llora;
el algarrobo es diablo: nunca reza;
no necesita nada en su grandeza;
nada pide jamás, ni nada implora.

El algarrobo es Dios. Desafiante y austero, solo fuerte, nace y crece donde la


aridez de la tierra nada ofrece; majestuoso y solemne se fortifica con la propia
arena candente, con la arena muerta, que no produce y realiza el milagro de
vivir de la nada.
El algarrobo es Diablo. Lo demuestra así su indestructibilidad: es eterno como el
Mal, y se burla del Tiempo, domina a la Tierra y se ríe de la Naturaleza.
Representado, pues, al Dios y al Diablo, Bien y Mal, Cielo e Infierno, los pares de
opuestos; realizándose en él la dualidad completa, que es la Unidad absoluta,
simboliza la perfección. Faltaríale, tan sólo, el sello de propia personalidad, el
aporte humano. Pero el algarrobo también lo posee.

En su aspecto morfológico tiene la corteza broncínea como el color del indio; el


corazón rojizo del árbol representa la sangre del mochica y sus espinas y
aguijones son los cabellos hirsutos del yunga. Por su interpretación intrínseca es
rebelde, altivo e incorruptible. El algarrobo

Primero se rompe antes de doblarse y el indio muere con su secreto; el fruto


del árbol es de color dorado como el de aquel Sol que los indios adoraban; su
madera se petrifica en el agua, tal su constancia y así proceden los mochicas en
sus costumbres ancestrales que aún subsisten; si en árbol rebota el hacha, el
mochica rechaza al castellano; vive aislado y solo como existió aquella
civilización; y, como el indio, a pesar de vientos y tempestades, inundaciones y
sequías, que representan la conquista y el atropello, el pillaje y la ruina, ambos,
el algarrobo y el mochica subsisten iguales, venciendo al Eterno.

Duro es el corazón del árbol como es impenetrable el pensamiento del indio; el


árbol no permite que a sus expensas viva planta alguna, como la civilización
nombrada que no permitió extrañas influencias, y así como ella no se cansa de
esperar nunca la resurrección de su antiguo poderío, tampoco el árbol se fatiga
de retar al Sol y de lidiar con la arena. Y así, juntos ambos, desafiando al tiempo
y a la muerte, son uno solo en esencia y un bosque es una raza, porque:

Ese árbol desafiante nunca llora:


y aquel indio solemne nunca reza;
si aquel nada pretende en su grandeza,
éste nada pide jamás ni nada implora.

 EL MITO DE LA CAPULLANA DE LAMBAYEQUE Y EL REY DEL


MAR:
La capullana de Lambayeque Susa Cuinti, viuda de Pucar Taita, tenía dos hijas
cuando Pizarro llegó a sus dominios el 26 de octubre de 1532; la mayor se
llamaba Anya Cusa y la menor, impúber aún Cusi Chunca.
Susa Cunti, la madre, invitó a los españoles, el cual tuvo lugar en el palacio de la
Capullana , en las inmediaciones de la Huaca Sioternic , conocida hoy con el
nombre de Huaca de la Cruz , lugar en la actualidad pertenece a la hacienda
Bodegones.
En aquel tiempo la ciudad de Lambayeque se encontraba situada más hacia el
oeste del lugar que hoy ocupa y a distancia de una lengua del actual río de
nombre.
Entre los participantes hispanos se encontraban, además de Pizarro, Alonso de
Molina, Nicolás de Rivera, Francisco de Cuellar, Domingo de Soraluce, uno de
los trece de la Isla del Gallo, Juan Barbarán, que con el tiempo sería
encomendero de Lambayeque, quien tuvo parte en el rescate de Atahualpa,
Bocanegra y Pedro de Alcón, el más joven, el más impetuoso y el de mejor
talante.
La Capullana había dispuesto que sus mejores bailarinas entretuvieran a sus
huéspedes, contando entre las principales a Nanca Paya, Ini Ranta, Sucha
Maifar, Anta Cocras y Llana suma; que sus mejores hombres les sirvieran,
habiendo designado especialmente a Hurma Cunto, Cuyo Huasi, Punga Tucta,
cusi Rampa y rondo Cupas. Hacía de “ichuri” adivino o confesor, Pacar Anta y
Runa Cumbi, desempeñaba las funciones de escanciador principal.
Pizarro y los suyos ingresaron al palacio de la capullna entre una doble hilera de
parejas, que portaban en sus manos ramas verdes y espigas de maíz, saludando
con gritos entusiastas y ademanes expresivos. La capullana se sentó junto a
Pizarro y cuidó que Alcón, el guerrero preferido, fuese situado entre sus dos
hijas.
Los demás concurrentes, españoles y nativos se colocaron en forma
desordenada y libre.
El agasajo consistió en papas, mote, charqui, pescado, chirimoyas, mangos y
chica de quinua y de maíz.
Las mujeres vestían así: camisa o “unca” de algodón, túnica o “amaco” de color
amarilo y manto o “lliclla”, que estaba prendido por delante con un alfiler de
oro o “tupu” y sostenido con una faja o “chumpi” de lana de vicuña, de diversos
colores. La cabeza estaba adornada con una cinta circular de color azul, llamada
“huincha” y el cuello les colgaba la “timpunga” o medallón, que hacía el oficio
de amuleto. Los hombres vestían camiseta y calzón corto, de algodón y poncho
de lana de vicuña. Hombres y mujeres se encontraban sin sombrero y tampoco
llevaban calzado alguno.
Los españoles se adornaron, para el banquete, con escofión dorado, gorra y
medallas, jubón de terciopelo, calzas negras y espada y puñal al cinto.
Las “chirimías” y las cajas acompañaban el danzar de las bailarinas y los yaraví
de los cantores.
Tal es la visión de la fiesta, pero escuchemos ahora lo que nos cuenta la
leyenda.
Susa Cunti, la capullana madre, sabía que la virgen Cavallaca había sido
fecundada, impúber aún, de una manera misteriosa, por el Dios Cuniraya, según
una vieja leyenda de los indios caribes, quienes por haber sido antiguos
navegantes dieron a ese Dios las prerrogativas del Señor del Mar. Susa Cunti,
creyó que habiendo llegado los castellanos por el mar, deberían tener estrechas
relaciones con el Dios Coniraya, y como Cusi Chunca era niña aún concibió la
idea de hacerle ese agasajo al nuevo Dios, en quien veía al apuesto castellano
Alcón, para que se efectuara la fecundación portentosa.
Sin embargo, Alcón puso los ojos y los deseos en Anya Cusa, la mayor, en vez de
cumplir con la leyenda de Dios del Mar, que ignoraba en absoluto, y resolvió
quedarse en Lambayeque, que habiendo perdido el juicio cuando Pizarro se lo
prohibió, llegando hasta insultar y pelear con sus compañeros y su propio jefe,
considerándose señor y dueño de aquellas nuevas tierras, aunque en realida su
locura se debía a las diferentes composiciones que a base de “ornamo”,
“datura” y “huanarpo” le había hecho dar la capullana, a fin de hacer efectivo e
impostergable el milagro.
Pero como quiera que aquel milagro de la fecundación misteriosa, tan
esperado, se realizó, no en Cusi Chunca, la pequeña, sino en Anya Cusa, la
mayor, la capullana madre hizo que el “huatac” o adivino consultara con los
“sonopas” o ídolos particulares; que fueran realizados los ritos de estilo, como
era la interpretación de los ensueños; arrojar hojas de coca al aire y estudiar su
caída; examinar el andar de las arañas; la situación de Venus y el sonar de los
granos de maíz al ser cocidos. La conclusión fue desastrosas: el Dios blanco no
era dios, puesto que había fecundado a la mayor y no a la impúber y por lo
tanto no merecía ni consideración, ni respeto, ni temor.
Y el veredicto fue terrible; cuando nació el primer mestizo del Perú, la madre y
el fruto fueron enterrados vivos en la cámara secreta del templo de Chot.
Y una vez al año, en el aniversario de la muerte, se escuchaban chillidos y
gemidos, interpretándose éstos como los dolores del alumbramiento de la
madre y aquellos como el llanto de hombre del pequeño.

 LA CONFESIÓN DE NAYLAMP:

Naylamp estaba enfermo. Enfermo de tristeza, porque la lluvia benéfica se


había retirado de los cielos y hombres, animales y sementeras se morían de
sed.
El jefe mochica ordenó que todos los habitantes pidieran a las huacas su ayuda
y que lloraran impetrando el favor de las estrellas, que ofrecieran a aquellas
sacrificios de sebo, coca, harina de maíz y chicha, privándose hombres, mujeres
y niños de comer sal y ají, y a las estrellas que les dieran el sacrificio de sus
lágrimas.
El mismo jefe mandó poder sus ropas repartidas por todos los caminos que
conducían a las dos huacas principales, su templo y su palacio, que eran las
huacas Chotuna y Sioternic, para que esparciéndose el mal entre los
caminantes y los vientos, desapareciera su enfermedad. Luego se bañó en un
pozo artificial, que contenía chicha en lugar de agua, contrariando la fórmula
del ritual que ordenaba hacerlo en los ríos y lagunas, para que el agua se llevara
la enfermedad o el pecado y en el lugar de la abstinencia de sal y ají, decretada
por él mismo, consumió ambos condimentos.
Por lo tanto, el permaneció mudo ante súplicas de sacrificios, las tierras entecas
y los hombres y los animales siempre sedientos.

Para mayor castigo y sarcasmo, en el propio momento de la realización de estos


actos, apareció en el lejano horizonte un arco- iris y Naylamp, contrariando la
tradición, que establecía que aquel se señalara al arco- iris moriría de sed,
llevado por la esperanza e impulsado por su autoridad señaló hacia aquel lado.
Honda fue la conmoción interna que experimentó la concurrencia por aquel
acto inusitado de su jefe, que faltaba el respeto al Cielo, contrariaba las leyes
eternas y truncaba las tradiciones de la raza, todo lo cual podía considerarse
como un pecado de muerte.
Solo había una manera de evitar el fin inmediato del héroe y la desgracia del
pueblo, y era el de la confesión pública que debiera hacer el mismo soberano,
dentro del agua de un río. A falta de este, el jefe mochica y todo su pueblo se
dirigen hacia el mar de San José, y en la propia orilla, levantando los brazos y
bajando la cabeza confesó sus pecados, e introduciéndose en el mar dijo: “ya he
dicho mis pecados al Cielo, recíbelos tú mar y llévalos para que nunca más
aparezcan”.
Y sólo así por la propia confesión pública se aplacó la cólera divina y llovió y
brotaron las simientes y los animales, los hombres, las mujeres y los niños
apagaron a sed.
Con todo, el quebrantamiento de algunas fórmulas rituales conllevaba la
muerte. Por eso al poco tiempo, Naylamp, se enterraba vivo, con su propia
efigie, hecha de una sola piedra de esmeralda, ene el fondo de la Huaca
Chotuna , y en ella se dejó morir de hambre y de sed, para aplacar la cólera del
Cielo y hacer justicia a las tradiciones propias de su raza.

 EL MITO DEL ORO, LA PLATA Y EL COBRE:

El Sol y la Luna no habían tomado estado. Se conservaban célibes y, por lo


tanto, no habían producido fecundación ninguna. Los cielos y la tierra, las aguas
y los cerros tampoco habían sido fecundados jamás. Los colores no existían y el
arco-iris, capa mágica que a tomado ellos los condensa, o lucia con cortina de
belleza, en el hogar universal como bandera de triunfo que exhibiría la
multiplicidad de la belleza creadora.
Y se produce el primer eclipse entre el Sol, la Luna y la Tierra , y de esta
oposición, que es una conjunción y por lo mismo un matrimonio, entre el sol, el
padre y la luna, la madre, se produce el hijo, la tierra, el fruto, la fecundación. El
vientre de la tierra, ya grávida, lo forman los cerros; las aguas constituyen el
líquido en que flota el nuevo ser; los celos que los cubren y rodean, forman la
entidad planetaria; las fuerzas cósmicas el cordón de la vida; as vetas de los
diferentes, metales es los huesos, los nervioso y los vasos y las diversas clases
de rocas las vísceras. Por eso es que los cerros son la representación corpórea
de los hombres y nacen, sufren, se enferman, duermen y mueren, se alimentan
de granos de máis y se deben de las lluvias.
El Sol al fecundar y la Luna al ser fecundada perdieron algo de su propio ser,
desintegrándose, por medio de sus rayos luminosos, porque en realidad, algo
muere en toda fecundación y algo se puede en toda concepción y así, los rayos
del Sol, por su color anaranjado se tornan en el oro; los rayos blancos de la Luna
se vuelven plata y se cuajaron en las entrañas de la Tierra , en el vientre de la
Tierra , en los cerros de la Tierra , en forma de vetas o de rayos, de los mismos
colores, oro y plata, enterrándose, para no perder a su madre y para que en su
seno los cobije siempre por su parte la tierra, juntando el oro y la plata, el
anaranjado y el blanco, produce el color intermedio, el del cobre.
Y de esta manera el oro e hijo del sol, la plata de la luna y el cobre de la tierra,
representando cada uno de los metales los colores de esos mismos planetas.
Son además la representación de la trinidad peruana. Inti, el sol, el oro, el
espíritu intuitivo; Rupay, la Luna , la plata, es el alma pasional y Kon, el cobre, la
tierra, es el cuerpo; sabiduría, voluntad y actividad; el bien, la bondad y le
belleza; el que piensa, el que ordena y el que; hace la ley, la justicia y la
autoridad; el hombre, la mujer y el hijo.
Los hombres, sin embargo, permanecían ignorantes de aquellas maravillosa
creaciones basta el día en que el Sol, personificándose, se vuelve antropomorfo
y visita la Tierra. Es entonces que enseña a sus hijos predilectos, los hombres, el
secreto de los cerros, los conduce a sus entrañas y les muestra las diferentes
clases y calidades de metales producido, y les dice:
“Estas tres clases de rayos de luz hechos materia me representan a mí y a la
Luna , mi esposa y también a la Tierra , mi hijo: forman parte de nuestro, propio
ser, son como ustedes. Nuestros hijos, con la diferencia de que ellos
permanecen encerados usados solamente para vuestros agradecimientos
sagrados, porque donde estén ellos estará también nuestra ayuda”.

 LA SIRENA:

Es otro de los “encantos”, personaje mágico de la amazonía. Dicen que vive


solitaria, pero siempre en busca de compañero, en las profundidades de los ríos
y cochas, que sube a la superficie por medio de las muyunas o remolinos.
Entonces, en una playa solitaria o en un barranco cercano de agua, canta con
dulce acento lastimero y si algún joven la escucha, será atraído hacia ese lugar y
terminará rindiéndose ante ella. Seducido por los encantos y la ternura de la
sirena, el hombre lo abandonará todo y se marchará con ella para siempre.
Los familiares del desaparecido dirán entonces: se habrá ahogado, pero el
cuerpo jamás será encontrado y si se consulta con un buen chaman
ayahuasquero; seguro les dirá que la sirena lo ha encantado y lo llevó a vivir con
ella, a su reino de las profundidades.

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