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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS

DEPARTAMENTO DE HISTORIA

MATERIA: HISTORIA MDIEVAL

1ER CUATRIMESTRE DE 2018

COMISIÓN: MARTES DE 15 A 17

ALUMNO: PABLO ROLDÁN

DNI: 36.394.671
2

1. La estructura del gran dominio parece ser en la actualidad la más adecuada para
entender las dinámicas de explotación de recursos y circulación de bienes en la Edad
Media. Se trata en concreto de grandes extensiones de tierra que conforman el patrimonio
de un senior feudal, laico o eclesiástico, en las que se destaca un espacio reservado para
la explotación directa del mismo, que coexiste con unidades periféricas, denominadas
mansos, que deben rendir una renta al senior al que están asociadas.

Sin embargo, entre los medievalistas se han elaborado dispares interpretaciones


respecto a la dinámica que este esquema plantea. Los enunciados de Pierre Bonnassie lo
destacan como un sistema rígido, poco apropiado, en el que los dirigentes no demostraban
interés en el trabajo que se llevaba a cabo en sus tierras, lo que resultó en un pobre
rendimiento de los espacios que aplicaron esta estructura de producción. Ante tales
afirmaciones, la respuesta de Feller es tajante: “El gran dominio no es una estructura
rígida, al contrario, es una organización flexible que se puede adaptar a diferentes
circunstancias y coyunturas”1. Es decir, que quienes sostienen la idea de que el gran
dominio representa un sistema poco adecuado, se encuentran en primera instancia con la
problemática de esbozar un análisis a partir de una definición rígida de lo que gran
dominio representa. Quien expresó un planteo frente a este tipo de análisis de rigidez
conceptual, fue Pierre Toubert, al proponer una tipología que englobaba a diferentes tipos
de dominios que debían sus particularidades a factores como el alejamiento del dominio
en relación señorial, la situación en relación a los grandes centros de producción o
consumo, factores climáticos, etc2. Este mecanismo nos permite incluir elementos que
nos ayudaran a resolver las cuestiones del rendimiento en el gran dominio.

En segunda instancia, plantear una baja rentabilidad es nuevamente un problema


conceptual que roza el anacronismo. Cuando analizamos un modo de producción
diferente al nuestro, debemos considerar, ante todo que, al hablar de una forma diferente
de intervenir en la naturaleza para producir, estaremos hablando de un período con sus
propias concepciones de riqueza y trabajo3. A raíz de esto, Toubert describe el
pensamiento de planteos como el de Bonassie como minimalistas, que siguen la lógica de
considerar una “escasa importancia de la exacción señorial en dinero y especie sobre el

1
Feller, L., “El peso del gran dominio en la época carolingia (siglos VIII-X)”, Campesinos y señores en la
Edad Media. Siglos VIII-X, Universitat de Valencia, Valencia, 2015, p. 40.
2
Feller, L., op. cit., pág. 32-33
3
Gurievich, A., La concepción medieval de la riqueza y del trabajo”, Las categorías de la cultura medieval,
Taurus, Madrid, 1990, pp. 241-312.
3

masserizio y correlativa sobreestimación de la parte del beneficio domanial que provenía


de la explotación directa”4. Por un lado, debemos entender que se cuestiona el
rendimiento de los dominios en cuanto a acumulación, estamos pasando por alto la lógica
vigente en la que los señores están inscriptos. La reproducción de su legitimidad, depende
de un comportamiento de generosidad para con sus “amigos, parientes y ciertos lugares
de oración”5. Esta lógica generaba una circulación económica propia del período, en la
que el foco del señor no estaba en acumular sino en mantener su prestigio social. Por otro
lado, los autores se encargan de enfatizar en el carácter racional de la elección de este
modo de explotación. La existencia misma de los polípticos de los cuales recabamos la
información, nos da la pauta de la intención de organización económica, dado que se
trataba de inventarios respecto de las tierras, los bienes y la mano de obra contenida en
un dominio6.

Por último, para reforzar esta idea de la elección racional del modo de explotación,
podemos ver que hacia el siglo x se evidencia “una tendencia a la reducción de las
reservas dominicales en provecho de una extensión del masserizio”7. Lo que demuestra
un traspaso a una economía de explotación rentista, evidenciando una búsqueda señorial
por conseguir una mayor rentabilidad. La construcción o adquisición de molinos, es otro
claro indicio del control racional que ejercían los señores sobre sus dominios.

3. El análisis de Carlos Astarita se basa en la figura del conde para explicar el


surgimiento del modelo feudal de explotación. El autor identifica que “el conde imponía
rentas de manera gradual en base a una reformulación de antiguas costumbres,
transformando relaciones de reciprocidad en relaciones de extracción de trabajo”8. Esta
frase condensa la cuestión central del planteo. La figura del conde detentaba hacia su
comunidad una serie de funciones sociales relacionadas con la administración y la
protección de los dominios. La lógica del don y el contra don exigía que estas funciones,
fueran retribuidas por la villa, principalmente reafirmando los lazos de lealtad a la vez de

4
Toubert, P. Castillos, señores y campesinos en la Italia medieval, Editorial Crítica, Barcelona, 1990,
Primera parte, “El régimen domanial y las estructuras productivas en la Alta Edad Media”, pp. 55
5
Feller, L., op. cit., pág. 41
6
Feller, L., op. cit., pág. 29
7
Toubert, P., op. cit. pag. 57
8
Astarita, C., “Prácticas del conde y formación del feudalismo. Siglos VIII al XI”, Anales de la Universidad
de Alicante. Historia Medieval, No. 14, 2003-2005, págs., 21
4

generarse la obligación de cumplir con funciones de defensa militar para la protección


del territorio. El autor continúa destacando un proceso de transformación de estas
obligaciones hacia una relación de extracción del trabajo. A partir del siglo IX, se
evidencia un proceso en el que se eximía a los campesinos de prestar servicio de vigilancia
a cambio del pago regular de una renta y tributo. El jefe era el encargado de organizar la
defensa, llevando adelante la empresa militar. En una primera instancia podemos
identificar que la defensa correspondía a todos los miembros de la sociedad, sin embargo,
podemos observar un gradual proceso de especialización, por el cual los campesinos a
través de regalos o tributo se desprendían de las funciones militares, dando lugar a un
cuerpo de agentes condales y milites, que pasarían a hacerse cargo de la acción militar.

Bajo esta lógica, podemos ver, la intromisión del conde en costumbres propias del
campesinado, a partir de donde ejercía una fuerza de transformación hacía una forma
feudal de exacción de excedentes. Este tipo de planteos discute a la interpretación
mutacionista de la imposición violenta de las costumbres feudales. Dado que muchas de
las instituciones de la antigüedad perecieron y no surgieron otras en su reemplazo, la
figura del conde englobaba un poder a la vez jurídico y político, que le permitía tomar las
riendas de la evolución social. Es en su carácter jurídico donde se expresan esas
voluntades de intervenir en las costumbres campesinas. Su prestigio social, garantizado a
raíz de su carácter de generosidad para con la sociedad, lo colocaba en un lugar de
mediador de conflictos, desde el cual podía adaptar las leyes para su propia conveniencia.
Astarita lo expresa de la siguiente manera: “el señor vigilaba y condenaba cada delito
con la pérdida de alguna propiedad que pasaba a su patrimonio. Robos, agresiones y
homicidios, se transformaban así en un instrumento dual de absorción señorial de
propiedades y justificación de la autoridad”9. Otros mecanismos de intervención, tenían
que ver con sus funciones de banquero, al emitir prestamos a los campesinos, o la ordalía,
por la que el campesino se veía absuelto de un delito gracias a la presencia del conde a
quién pasaba a deberle un tributo o directamente le cedía sus tierras. En lo concerniente
al delito social, evidenciamos una tendencia hacia la formación de una sociedad represora.
De esta manera el conde erige como líder político sumergiéndose en las costumbres
campesinas para posteriormente transformarlas.

9
Astarita, C., op. cit. pag. 38
5

Bibliografía

 Astarita, C., “Prácticas del conde y formación del feudalismo. Siglos


VIII al XI”, Anales de la Universidad de Alicante. Historia Medieval,
No. 14, 2003-2005
 Feller, L., “El peso del gran dominio en la época carolingia (siglos
VIII-X)”, Campesinos y señores en la Edad Media. Siglos VIII-X,
Universitat de Valencia, Valencia, 2015
 Gurievich, A., La concepción medieval de la riqueza y del trabajo”,
Las categorías de la cultura medieval, Taurus, Madrid, 1990
 Toubert, P. Castillos, señores y campesinos en la Italia medieval,
Editorial Crítica, Barcelona, 1990, Primera parte, “El régimen domanial
y las estructuras productivas en la Alta Edad Media”,

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