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DEPARTAMENTO DE HISTORIA
COMISIÓN: MARTES DE 15 A 17
DNI: 36.394.671
2
1. La estructura del gran dominio parece ser en la actualidad la más adecuada para
entender las dinámicas de explotación de recursos y circulación de bienes en la Edad
Media. Se trata en concreto de grandes extensiones de tierra que conforman el patrimonio
de un senior feudal, laico o eclesiástico, en las que se destaca un espacio reservado para
la explotación directa del mismo, que coexiste con unidades periféricas, denominadas
mansos, que deben rendir una renta al senior al que están asociadas.
1
Feller, L., “El peso del gran dominio en la época carolingia (siglos VIII-X)”, Campesinos y señores en la
Edad Media. Siglos VIII-X, Universitat de Valencia, Valencia, 2015, p. 40.
2
Feller, L., op. cit., pág. 32-33
3
Gurievich, A., La concepción medieval de la riqueza y del trabajo”, Las categorías de la cultura medieval,
Taurus, Madrid, 1990, pp. 241-312.
3
Por último, para reforzar esta idea de la elección racional del modo de explotación,
podemos ver que hacia el siglo x se evidencia “una tendencia a la reducción de las
reservas dominicales en provecho de una extensión del masserizio”7. Lo que demuestra
un traspaso a una economía de explotación rentista, evidenciando una búsqueda señorial
por conseguir una mayor rentabilidad. La construcción o adquisición de molinos, es otro
claro indicio del control racional que ejercían los señores sobre sus dominios.
4
Toubert, P. Castillos, señores y campesinos en la Italia medieval, Editorial Crítica, Barcelona, 1990,
Primera parte, “El régimen domanial y las estructuras productivas en la Alta Edad Media”, pp. 55
5
Feller, L., op. cit., pág. 41
6
Feller, L., op. cit., pág. 29
7
Toubert, P., op. cit. pag. 57
8
Astarita, C., “Prácticas del conde y formación del feudalismo. Siglos VIII al XI”, Anales de la Universidad
de Alicante. Historia Medieval, No. 14, 2003-2005, págs., 21
4
Bajo esta lógica, podemos ver, la intromisión del conde en costumbres propias del
campesinado, a partir de donde ejercía una fuerza de transformación hacía una forma
feudal de exacción de excedentes. Este tipo de planteos discute a la interpretación
mutacionista de la imposición violenta de las costumbres feudales. Dado que muchas de
las instituciones de la antigüedad perecieron y no surgieron otras en su reemplazo, la
figura del conde englobaba un poder a la vez jurídico y político, que le permitía tomar las
riendas de la evolución social. Es en su carácter jurídico donde se expresan esas
voluntades de intervenir en las costumbres campesinas. Su prestigio social, garantizado a
raíz de su carácter de generosidad para con la sociedad, lo colocaba en un lugar de
mediador de conflictos, desde el cual podía adaptar las leyes para su propia conveniencia.
Astarita lo expresa de la siguiente manera: “el señor vigilaba y condenaba cada delito
con la pérdida de alguna propiedad que pasaba a su patrimonio. Robos, agresiones y
homicidios, se transformaban así en un instrumento dual de absorción señorial de
propiedades y justificación de la autoridad”9. Otros mecanismos de intervención, tenían
que ver con sus funciones de banquero, al emitir prestamos a los campesinos, o la ordalía,
por la que el campesino se veía absuelto de un delito gracias a la presencia del conde a
quién pasaba a deberle un tributo o directamente le cedía sus tierras. En lo concerniente
al delito social, evidenciamos una tendencia hacia la formación de una sociedad represora.
De esta manera el conde erige como líder político sumergiéndose en las costumbres
campesinas para posteriormente transformarlas.
9
Astarita, C., op. cit. pag. 38
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Bibliografía