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REFLEXIÓN

Ro 5:3 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la
tribulación produce paciencia;

Pablo explica ahora como el plan divino de la justificación por la fe proporciona paz y gozo no sólo
en tiempos de prosperidad sino también en tiempos de angustias y pruebas. La esperanza de la
gloria futura y el paciente sufrimiento de las dificultades actuales van juntos. Jesús lo destacó
cuando dijo: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis
aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan_16:33).
En las tribulaciones.
El Gr. thlípsis significa “presión”, “aplastamiento”, “opresión”, y se ha traducido de diversas
formas, como “congojas”, “aflicciones”. A los cristianos primitivos se los instaba a que soportaran
diferentes formas de persecuciones y sufrimientos. El apóstol no podía prometer a los creyentes
que estarían exentos de sufrimientos; pero les explicó cómo la fe cristiana puede aprovechar las
tribulaciones para la perfección del carácter.
Pablo informó a los discípulos de Listra “que a través de muchas tribulaciones” entrarían “en el
reino de Dios” (Hechos_14:22). Los apóstoles se regocijaban “de haber sido tenidos por dignos de
padecer afrenta” (Hechos _5:41). Pedro escribió que los cristianos no debían sorprenderse “del
fuego de prueba”, sino regocijarse (1Pe_4:12-13). Y Jesús dijo: “Bienaventurados los que padecen
persecución por causa de la justicia” (Mat_5:10; cf. Rom_8:17, Rom_8:28, Rom_8:35; 2Ti_2:12).
Sin embargo, los cristianos no deben convertirse en fanáticos que se gloríen en el sufrimiento por el
sufrimiento mismo; pero sí regocijarse en las aflicciones porque consideran que es un honor sufrir
por Cristo, porque comprenden que es una ocasión para testificar del poder de Jesús que los
sostiene y los libera, porque saben que el sufrimiento debidamente soportado (ver Heb_12:11) se
convierte en un medio de su propia santificación y preparación, y también para ser útiles aquí y en
el más allá. La última de estas razones es la que Pablo destaca especialmente en este contexto.
Sabiendo.
Pablo podía decirlo con certeza, pues quizá ningún otro cristiano ha sufrido más que él por
divulgar el Evangelio (ver 2Co_11:23-27).
Paciencia.
Gr. hupomon’. “Paciencia” puede sugerir sólo una resistencia pasiva ante el mal, la tranquila
sumisión del alma que se resigna a sufrir. Pero hupomon’ significa más que esto; equivale también
a una virtud activa, una valiente perseverancia y persistencia que no puede ser conmovida por
temor al mal o al peligro. Una traducción más apropiada sería “perseverancia” o “resistencia”. El
verbo del cual se deriva este sustantivo aparece con frecuencia en el NT, y por lo general se
traduce como “perseverar”, “soportar” (Mat_10:22; Mat_24:13; Mar_13:13; 1Co_13:7; 2Ti_2:10;
Heb_10:32; Heb_12:2, Heb_12:7; Jam_1:12; Jam_5:11).
En el hombre natural o que no ha nacido de nuevo del Espíritu Santo, la tribulación, la demora
y la oposición producen con frecuencia sólo impaciencia, e inclusive el abandono de la buena causa
que ha abrazado (Mat_13:21); pero en los que son espirituales y por lo tanto están bajo la
influencia del Espíritu de amor, la aflicción y la prueba producen una paciencia más perfecta y una
resistencia a toda prueba (1Co_13:7).
El ejemplo supremo de fortaleza cristiana en las aflicciones fue dado por Jesús durante las
últimas horas antes de su muerte. En medio de toda la terrible crueldad y los maltratos, se
comportó con majestuoso dominio propio (ver DTG 657, 679, 682-685, 693). El cristiano que
anhela ser como Cristo se regocijará en las pruebas y los sufrimientos que Dios permita que le
sobrevengan, cualesquiera sean, porque sabe que a través de esas vicisitudes puede adquirir más
de la paciencia divina de Cristo para poder soportar hasta el fin.
Ro 5:4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza;

Prueba.
Gr. dokim’, que deriva de un verbo que significa “probar” o “aprobar”. En el NT sólo Pablo usa
esta palabra. En otros pasajes se ha traducido como “prueba” (2Co_2:9; 2Co_8:2; 2Co_13:3),
“méritos” (Phi_2:22), “experiencia” (2Co_9:13). Puede referirse al proceso de ser “probado” o al
resultado de la prueba, “la condición del que es aprobado”. Este último significado parece ser el
más apropiado en este contexto, pues el método de la prueba ya ha sido mencionado en las
tribulaciones”. La traducción más literal sería “virtud probada” o “virtud aprobada”. Las pruebas y
las aflicciones que son soportadas pacientemente demuestran que la religión y el carácter de una
persona son genuinos.
Esperanza.
Cuando las pruebas de la tribulación se soportan con paciencia, la fe del cristiano se confirma
y purifica, y se engendra una esperanza cada vez más confiada. Lo que en primer lugar fortalece al
creyente para soportar las pruebas es su esperanza inicial de compartir la gloria de Dios
(Rom_5:2); y a medida que continúa soportando, va obteniendo una seguridad firme y tranquila.
La esperanza y la fe crecen a medida que son probadas y ejercitadas. Por ejemplo, la fe en Cristo
que ya existía en los discípulos fue confirmada y aumentada por el milagro que Jesús hizo en Caná
(Joh_2:11). La experiencia de Job ilustra la forma en que una severa disciplina del carácter puede
fortalecer la fe y la esperanza de un creyente sincero (ver com. Job 40; 42).
Humillación de Cristo

¿Nuestro Ejemplo no holló un camino duro, abnegado, sacrificado, humilde en nuestro favor a fin
de salvarnos? Él enfrentó dificultades, experimentó chascos, y sufrió oprobios y aflicción en su
obra de salvarnos. ¿Y rehusaremos andar donde el Rey de gloria nos ha enseñado el camino? ¿Nos
quejaremos de las penurias y pruebas en la obra de vencer en nuestro favor, cuando recordamos
los sufrimientos de nuestro Redentor en el desierto de la tentación, en el Huerto de Getsemaní y
en el Calvario? Todo esto fue soportado para mostrarnos el camino y para traernos la ayuda divina
que debemos tener o perecer. Si la juventud quiere ganar la vida eterna, no necesita pensar que
puede seguir sus propias inclinaciones. El premio les costará algo, sí, todo. Ahora pueden tener a
Jesús o el mundo. ¡Cuántos queridos jóvenes sufrirán privaciones, cansancio, trabajos y ansiedad a
fin de satisfacerse ellos mismos y de alcanzar un propósito en esta vida! No piensan en quejarse de
las penurias y dificultades que enfrentan a fin de servir sus propios intereses. ¿Por qué, entonces,
debieran rehuir la lucha, la abnegación o cualquier sacrificio a fin de obtener la vida eterna? { 3TI
410.1; 3T.371.1 }

Cristo vino de las cortes de gloria a este mundo contaminado por el pecado y se humilló al tomar
la humanidad. Se identificó con nuestras debilidades y fue tentado en todo según nuestra
semejanza. Cristo perfeccionó un carácter justo aquí en la tierra, no en su propio favor, porque su
carácter era puro y sin mancha, sino en favor del hombre caído. Él ofrece su carácter al hombre si
éste lo acepta. Mediante el arrepentimiento de sus pecados, la fe en Cristo y la obediencia a la
perfecta Ley de Dios, se le imputa al pecador la justicia de Cristo; él llega a ser su justicia, y su
nombre es registrado en el libro de la vida del Cordero. Se convierte en un hijo de Dios, un
miembro de la familia real. { 3TI 410.2; 3T.371.2 }

Jesús pagó un precio infinito para redimir al mundo, y se le entregó en sus manos la raza humana;
llegó a ser su propiedad. Sacrificó su honor, sus riquezas y su hogar glorioso en la cortes reales y se
convirtió en el hijo de José y María. José era uno de los artesanos más humildes de su tiempo.
Jesús también trabajó, vivió una vida de privaciones y afanes. Cuando comenzó su ministerio,
después de su bautismo, soportó un ayuno agonizante de casi seis semanas. No fueron
meramente los dolorosos retortijones del hambre lo que hizo que sus sufrimientos fueran
indeciblemente severos, sino que fue la culpa de los pecados del mundo lo que lo abrumaba muy
pesadamente. El que no conocía pecado fue hecho pecado por nosotros. Con este terrible peso de
culpa sobre sí a causa de nuestros pecados resistió la prueba terrible del apetito, y del amor al
mundo y al honor, y del orgullo de la ostentación que conduce a la presunción. Cristo soportó
estas tres grandes tentaciones capitales y venció en favor del hombre, obrando para él un carácter
justo, porque sabía que el hombre no podía lograrlo por sí mismo. Sabía que Satanás iba a asaltar
a la raza humana en estos tres puntos. El enemigo había vencido a Adán y se había propuesto
seguir adelante con su obra hasta completar la ruina del hombre. Cristo entró en el campo de
batalla en favor del hombre a fin de vencer a Satanás en su lugar, porque sabía que el hombre no
podría vencerlo por cuenta propia. Cristo preparó el camino para el rescate del hombre mediante
su propia vida de sufrimiento, abnegación y sacrificio, y mediante su humillación y muerte final. Le
trajo ayuda al hombre para que éste, siguiendo el ejemplo de Cristo, pudiera vencer en su favor,
así como Cristo había vencido para él. { 3TI 410.3; 3T.372.1 }
“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual
tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues,
a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”. 1 Corintios 6:19, 20. “¿No
sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el
templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es”. 1
Corintios 3:16, 17. “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo
tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo
con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios
y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré
entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, salid de en medio de ellos, y
apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y
vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso”. 2 Corintios 6:14-18. { 3TI 411.1;
3T.372.2 }

¡Cuán misericordiosa y tiernamente obra nuestro Padre celestial con sus hijos! Los guarda de mil
peligros que ellos no ven, y los protege contra las artes sutiles de Satanás, para que no sean
destruidos. Debido a que nuestra corta visión no discierne el cuidado protector de Dios mediante
sus ángeles, no procuramos contemplar y apreciar el interés siempre vigilante que nuestro
bondadoso y benevolente Creador tiene en la obra de sus manos; y no nos mostramos
agradecidos por la multitud de mercedes que nos concede diariamente. { 3TI 412.1; 3T.373.1 }

Los jóvenes ignoran los muchos peligros a los cuales están expuestos diariamente. No podrían
nunca conocerlos plenamente a todos; pero si velan y oran Dios mantendrá sus conciencias
sensibles y claras sus percepciones, para que disciernan las operaciones del enemigo y sean
fortalecidos contra sus ataques. Pero muchos de los jóvenes han seguido durante tanto tiempo sus
propias inclinaciones, que el deber es una palabra que no tiene significado para ellos. No
comprenden los altos y santos deberes que han de cumplir para beneficiar a otros y glorificar a
Dios; y descuidan en absoluto su cumplimiento. { 3TI 412.2; 3T.373.2 }

Si los jóvenes tan sólo pudieran despertarse y sentir profundamente su necesidad de fuerza divina
para resistir las tentaciones de Satanás, obtendrían preciosas victorias y una experiencia valiosa en
la guerra cristiana. ¡Cuán pocos de los jóvenes piensan en la exhortación del inspirado apóstol
Pedro: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda
alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe”. 1 Pedro 5:8, 9. En la visión
dada a Juan, él vio el poder de Satanás sobre los hombres, y exclamó: “¡Ay de los moradores de la
tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco
tiempo”. Apocalipsis 12:12. { 3TI 412.3; 3T.373.3 }

La única seguridad de los jóvenes estriba en velar y orar humildemente, sin cesar. No deben
hacerse la ilusión de que pueden ser cristianos sin esto. Satanás oculta sus tentaciones y designios
bajo un manto de luz, como cuando se acercó a Cristo en el desierto. Se presentó entonces como
uno de los ángeles celestiales. El adversario de nuestras almas se acercará como huésped celestial;
y el apóstol recomienda como nuestra única seguridad la sobriedad y la vigilancia. Los jóvenes que
se entregan a la negligencia y la liviandad y que descuidan los deberes cristianos, caen
continuamente bajo las tentaciones del enemigo, en vez de vencer como Cristo venció. { 3TI 413.1;
3T.374.1 }
El servicio de Cristo no es pesada rutina para el alma plenamente consagrada. La obediencia a
nuestro Salvador no nos resta felicidad ni verdadero placer en esta vida, sino que ejerce un poder
refinador y elevador sobre nuestro carácter. El estudio diario de las preciosas palabras de vida
halladas en la Biblia fortalece el intelecto y nos permite conocer las obras grandiosas y gloriosas de
Dios en la naturaleza. Por el estudio de las Escrituras obtenemos un conocimiento correcto de
cómo vivir a fin de disfrutar la mayor felicidad sin sombra. El que estudia la Biblia se arma también
de argumentos bíblicos para hacer frente a las dudas de los incrédulos y eliminarlas por la clara luz
de la verdad. Los que han escudriñado las Escrituras pueden estar siempre fortalecidos contra las
tentaciones de Satanás, cabalmente equipados para toda buena obra, y preparados para dar una
razón de la esperanza que hay en ellos a todo aquel que así lo demande. { 3TI 413.2; 3T.374.2 }

Demasiado a menudo se deja en las mentes la impresión de que la religión es degradante y que es
un acto de condescendencia de parte de los pecadores aceptar las normas de la Biblia como su
regla de vida. Piensan que sus requerimientos son toscos y que, al aceptarlos, deben renunciar a
todos sus gustos por lo que es hermoso y en cambio tienen que aceptar lo que es humillante y
degradante. Satanás nunca lanza un engaño mayor sobre las mentes que éste. La religión pura de
Jesús requiere de sus seguidores la sencillez de la belleza natural y el pulimento del refinamiento
natural y la pureza elevada antes que lo artificial y lo falso. { 3TI 413.3; 3T.374.3 }

Aunque la religión pura se considera exigente en sus demandas y, especialmente entre los
jóvenes, se la contrasta desfavorablemente con el brillo y el oropel falso del mundo, y los
requerimientos de la Biblia son considerados como pruebas humillantes, que niegan el yo y le
roban todos los encantos a la vida, la religión de la Biblia siempre tiene una tendencia a elevar y
refinar. Y si los profesos seguidores de Cristo practicaran en sus vidas los principios de la religión
pura, la religión de Cristo sería aceptable para las mentes más refinadas. La religión de la Biblia no
contiene nada que pudiera ser discordante para los sentimientos más delicados. En todos sus
preceptos y requerimientos es tan pura como el carácter de Dios y tan elevada como su trono. {
3TI 414.1; 3T.375.1 }

El Redentor del mundo nos ha advertido contra el orgullo de la vida, pero no contra su gracia y
belleza natural. Señaló toda la belleza resplandeciente de las flores del campo y de los lirios
serenos en su pureza inmaculada sobre la superficie del lago, y dijo: “Considerad los lirios del
campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se
vistió así como uno de ellos”. Mateo 6:28, 29. Aquí Dios muestra que a pesar de que las personas
se esfuercen mucho y se afanen hasta el cansancio para ser objetos de admiración por sus adornos
externos, todos sus atavíos artificiales, que valoran tan altamente, no se comparan con las flores
sencillas del campo por su encanto natural. Aun estas simples flores, con el adorno de Dios,
sobrepujan en belleza al magnífico atavío de Salomón. “Ni aun Salomón con toda su gloria se vistió
así como uno de ellos”. vers. 29. { 3TI 414.2; 3T.375.2 }

Aquí hay una importante lección para todo seguidor de Cristo. El Redentor del mundo habla a la
juventud. ¿Escucharán ustedes sus palabras de instrucción celestial? Él les presenta temas de
reflexión que ennoblecerán, elevarán, refinarán y purificarán, pero que nunca degradarán o
empequeñecerán el intelecto. Su voz les está hablando: “Vosotros sois la luz del mundo; una
ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder”. Mateo 5:14. “Así alumbre vuestra luz
delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que
está en los cielos”. vers. 16. Si la luz de Dios está en ustedes, brillará para otros. No se puede
ocultar jamás. { 3TI 414.3; 3T.376.1 }

Queridos jóvenes, la tendencia que tienen a vestirse de acuerdo con la moda y a exhibir encajes y
objetos de oro y elementos artificiales, no recomendará a otros la religión o la verdad que ustedes
profesan. La gente de criterio considerará los intentos de ustedes de hermosear lo externo como
prueba de mentes débiles y corazones orgullosos. La vestimenta sencilla y modesta será una
recomendación a favor de mis hermanas jóvenes. No pueden hacer brillar su luz sobre otros más
efectivamente que mediante la sencillez en la vestimenta y en la conducta. Pueden mostrarles a
todos que, en comparación con las cosas eternas, colocan la estima debida en las cosas de esta
vida. { 3TI 415.1; 3T.376.2 }

Ahora es su oportunidad dorada para formar caracteres puros y santos para el cielo. No pueden
darse el lujo de dedicar estos momentos preciosos al arreglo personal, el encrespamiento del
cabello y a hermosear lo externo a expensas del adorno interior. “Vuestro atavío no sea el externo
de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en
el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios”.
1 Pedro 3:3, 4. { 3TI 415.2; 3T.376.3 }

Dios, que creó hermoso y encantador todo aquello sobre lo cual descansa el ojo, es un amante de
lo bello. Él les muestra cómo estima la verdadera belleza. A su vista, el adorno de un espíritu
afable y apacible es de gran precio. ¿No trataremos seriamente de obtener lo que Dios estima
como más valioso que vestidos costosos o perlas u oro? El adorno interior, la gracia de la
mansedumbre y un espíritu en armonía con los ángeles celestiales, no disminuirá la verdadera
dignidad del carácter ni nos hará menos encantadores aquí en este mundo. { 3TI 415.3; 3T.376.4 }

La religión pura e incontaminada ennoblece a su poseedor. Usted siempre encontrará en el


verdadero cristiano una alegría manifiesta, una santa y feliz confianza en Dios, una sumisión a sus
providencias, que refrigera el alma. Mediante el cristiano, pueden verse el amor y la benevolencia
de Dios en cada dádiva que recibe. Las bellezas de la naturaleza son un tema para la
contemplación. Al estudiar la hermosura natural que nos rodea, la mente es transportada
mediante la naturaleza al Autor de todo lo bello. Todas las obras de Dios hablan a nuestros
sentidos, magnificando su poder, exaltando su sabiduría. Cada cosa creada tiene en ella encantos
que interesan al hijo de Dios y moldean su gusto para considerar estas evidencias preciosas del
amor de Dios por encima de las obras de la habilidad humana. { 3TI 416.1; 3T.377.1 }

El profeta, en palabras de resplandeciente fervor, magnifica a Dios en sus obras creadas: “Cuando
veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre,
para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?” Salmos 8:3, 4. “¡Oh
Jehová, Señor nuestro, cuán grande es tu nombre en toda la tierra! Te alabaré, oh Jehová, con
todo mi corazón; contaré todas tus maravillas”. Salmos 8:9; 9:1. { 3TI 416.2; 3T.377.2 }

Es la ausencia de religión lo que hace sombría la senda de tantos profesores de religión. Están
aquellos que pueden pasar por cristianos, pero que son indignos de ese nombre. No poseen
caracteres cristianos. Cuando su cristianismo es puesto a prueba, su falsedad es demasiado
evidente. La verdadera religión se ve en la conducta diaria. La vida del cristiano se caracteriza por
el esfuerzo ferviente, desinteresado, para hacer bien a otros y glorificar a Dios. Su senda no es
oscura ni sombría. Un escritor inspirado dijo: “Mas la senda de los justos es como la luz de la
aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto. El camino de los impíos es como la
oscuridad; no saben en qué tropiezan”. Proverbios 4:18, 19. { 3TI 416.3; 3T.377.3 }

¿Y vivirán los jóvenes vidas vanas e insensatas de modas y frivolidad, empequeñeciendo su


intelecto con asuntos de vestidos y consumiendo su tiempo en el placer sensual? Cuando están
completamente desprevenidos, Dios puede decirles: “Esta noche tu necedad terminará”. Dios
puede permitir que les sobrevenga una enfermedad mortal a aquellos que no llevan fruto para su
gloria. Mientras enfrentan las realidades de la eternidad, pueden comenzar a comprender el valor
del tiempo y de la vida que han perdido. Pueden entonces tener alguna noción del valor del alma.
Ven que sus vidas no han glorificado a Dios iluminando la senda de otros al cielo. Han vivido para
glorificar el yo. Y al sentirse torturados por el dolor y con angustia de alma no pueden tener
conceptos claros de las cosas eternas. Pueden repasar su vida pasada y en su remordimiento
exclamar: “No he hecho nada por Jesús, quien ha hecho todo por mí. Mi vida ha sido un terrible
fracaso”. { 3TI 416.4; 3T.377.4 }

Mientras oran, amados jóvenes, para no ser inducidos en tentación, recuerden que su trabajo no
termina con la oración; deben luego contestar hasta donde puedan su propia plegaria, resistiendo
a la tentación y dejando a Jesús que haga por ustedes lo que no pueden hacer. Nunca serán
demasiado cautelosos en sus palabras y su conducta para no invitar al enemigo a tentarlos.
Muchos de nuestros jóvenes, por su descuido negligente de las amonestaciones y reprensiones
que se les dirigen, abren la puerta de par en par para que entre Satanás. Teniendo la Palabra de
Dios como nuestra guía y a Jesús como nuestro Maestro celestial, no necesitamos ignorar sus
requerimientos ni los designios de Satanás, ni ser vencidos por sus tentaciones. No será tarea
desagradable obedecer a la voluntad de Dios, cuando nos entreguemos completamente a la
dirección de su Espíritu. { 3TI 417.1; 3T.378.1 }

Ahora es el tiempo de trabajar. Si somos hijos de Dios, mientras vivamos en el mundo él nos dará
nuestro trabajo. Nunca podemos decir que no tenemos nada que hacer mientras permanezca un
trabajo pendiente. Deseo que todos los jóvenes puedan ver, como yo he visto, el trabajo que
pueden hacer y del que Dios los considerará responsables si lo descuidan. La mayor obra que
jamás haya sido realizada en el mundo fue hecha por aquel que fue un hombre de dolores y
experimentado en quebrantos. Una persona de mente frívola nunca logrará nada bueno. { 3TI
417.2; 3T.378.2 }

La debilidad espiritual de muchos hombres y mujeres jóvenes en esta época es deplorable porque
podrían ser agentes poderosos para el bien si estuvieran consagrados a Dios. Lamento
grandemente la falta de estabilidad de los jóvenes. Todos deberíamos deplorar esto. Parece haber
una falta de poder para hacer lo recto, una falta de esfuerzo intenso para obedecer los llamados
del deber antes que los de la inclinación. En algunos parece haber poca fuerza para resistir la
tentación. La razón por la cual son enanos en las cosas espirituales es porque no crecen
espiritualmente fuertes mediante el ejercicio. Permanecen quietos cuando debieran estar yendo
hacia delante. Cada paso en la vida de fe y del deber es un paso hacia el cielo. Quiero oír
grandemente en cuanto a una reforma en muchos respectos tal como los jóvenes nunca han
realizado hasta el momento. Cada atractivo que Satanás puede inventar les es presentado en
forma insistente para volverlos indiferentes y descuidados hacia las cosas eternas. Sugiero que los
jóvenes hagan esfuerzos especiales para ayudarse mutuamente a fin de ser fieles a sus votos
bautismales y para que prometan solemnemente ante Dios retirar sus afectos de los vestidos y la
ostentación. { 3TI 418.1; 3T.379.1 }

Quisiera recordarles a los jóvenes que adornan sus personas y usan plumas sobre sus sombreros
que, a causa de sus pecados, la cabeza de nuestro Salvador usó la vergonzosa corona de espinas.
Cuando dediquen tiempo precioso para ataviar su apariencia, recuerden que el Rey de gloria usó
un manto sencillo, sin costuras. Ustedes que se afanan en arreglar su persona, por favor tengan en
mente que Jesús a menudo se cansaba a causa del incesante trabajo y de la abnegación y el
sacrificio personal a fin de bendecir a los sufrientes y necesitados. Pasó noches enteras en oración
en las montañas solitarias, no debido a sus debilidades y necesidades, sino porque vio y sintió la
debilidad de la naturaleza humana para resistir las tentaciones del enemigo en los mismos puntos
donde ahora ustedes son vencidos. Sabía que serían indiferentes hacia sus peligros y que no
sentirían su necesidad de orar. Fue en nuestro favor que él derramó sus oraciones a su Padre con
fuertes clamores y lágrimas. Fue para salvarnos del mismo orgullo y amor a la vanidad y el placer
en el que ahora nos complacemos, y que destierra el amor de Jesús, por lo que fueron derramadas
aquellas lágrimas y por lo que el semblante de nuestro Salvador fue desfigurado con una tristeza y
angustia mayor que la de cualquiera de los hijos de los hombres. { 3TI 418.2; 3T.379.2 }

¿Reaccionarán, jóvenes amigos, y sacudirán esta terrible indiferencia y estupor que los ha
amoldado al mundo? ¿Oirán la voz de advertencia que les dice que la destrucción yace en la senda
de aquellos que se sienten cómodos en esta hora de peligro? La paciencia de Dios no siempre los
esperará, almas desdichadas y frívolas. No siempre se tratará livianamente a aquel que sostiene
nuestros destinos en sus manos. Jesús nos declara que hay un pecado mayor que el que causó la
destrucción de Sodoma y Gomorra. Es el pecado de aquellos que tienen la gran luz de la verdad en
estos días y que no son movidos al arrepentimiento. Es el pecado de rechazar la luz del más
solemne mensaje de misericordia al mundo. Es el pecado de aquellos que ven a Jesús en el
desierto de la tentación, agobiado como en mortal agonía por los pecados del mundo, y que sin
embargo no son movidos a experimentar un arrepentimiento cabal. Él ayunó casi seis semanas
para vencer, en favor de los hombres, la indulgencia del apetito y la vanidad, y el deseo de
ostentación y honor mundanal. Les ha mostrado cómo pueden vencer por su propio bien como él
venció; pero a ellos no les resulta agradable soportar el conflicto y el oprobio, la burla y la
vergüenza, por la amada causa del Maestro. No están dispuestos a negar el yo y a estar siempre
tratando de hacer el bien a otros. No les agrada vencer como Cristo venció, de modo que se
apartan del modelo que se les da claramente para copiar y se niegan a imitar el ejemplo que el
Salvador vino de las cortes celestiales para dejarles. { 3TI 419.1; 3T.380.1 }

El día del juicio será más tolerable para Sodoma y Gomorra que para aquellos que han tenido los
privilegios y la gran luz que brilla en nuestros días, pero que han descuidado de seguir la luz y de
darle plenamente sus corazones a Dios. { 3TI 419.2; 3T.380.2 }

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