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"FRUTAS Y VERDURAS"
La muestra resalta por lo contundente: 135 frutas y verduras de las más consumidas en la
Argentina. Sometidos a diversos análisis químicos, los productos arrojaron un resultado que
aterra: el 65% de lo evaluado dio positivo en contaminación con al menos un
plaguicida. De esa porción cargada con agrotóxicos, un 39% presentó un nivel de residuos tan
elevado que vuelve a cada variedad un alimento inadecuado para el consumo.
El monitoreo se aplicó sobre un surtido de frutas y verduras adquiridas entre 2015 y 2016 en
comercios elegidos al azar en las ciudades de Buenos Aires y La Plata. Intervino en la
coordinación de la labor la Cátedra de Soberanía Alimentaria de la Universidad de Buenos Aires
(UBA).
•Naranjas.
•Zanahorias.
•Tomates.
•Pimientos.
•Lechugas.
Mayor contaminación
Alineado con dicho argumento, los productos con concentraciones de plaguicidas que violan los
LMR vigentes se alinean de esta forma:
•Zanahorias.
•Lechugas.
•Naranjas.
•Pimientos.
•Tomates.
Otro aspecto importante que expone el trabajo refiere a la calidad de las frutas y verduras que la
Argentina destina a la exportación. La unidad de científicos asegura que los productos
que se comercializan hacia otros mercados ostentan parámetros de residuos hasta
7 veces menores a los hallados en la producción que hoy se ofrece en
verdulerías. Dicho de otra forma, lo sano se va afuera.
Según detalla el trabajo, los vegetales bajo el modelo de producción predominante en el país
requieren "el uso de pesticidas a gran escala, hasta 20 veces más de lo que se usa
habitualmente en el monocultivo extensivo de granos y semillas oleaginosas".
Dicho de otra forma, los ingredientes de una ensalada han sido tratados con venenos a niveles
que, por establecer un paralelo, incluso superan a la soja bañada con productos cancerígenos
como el glifosato que diseñó Monsanto.
"Esta contaminación conduce a posibles vías de exposición a la población, tanto por la
dinámica ambiental como por los hábitos de consumo de alimentos, siendo esta última la
mayor fuente de riesgo para la salud humana", advierte.
"Se esta frente a un modelo de producción de base química, que incorpora plaguicidas como
base del control de plagas que ingresan al ambiente y a nuestros hogares.”, aseguró a este
medio Damián Marino, doctor en Química y uno de los especialistas del CIM y el CONICET que
llevó a cabo la indagación científica.
Los venenos
Entre los compuestos ubicados, la mayor proporción correspondió al insecticida clorpirifos
-25,9%-, seguido por el fungicida epoxiconazol -15,6%-, los también insecticidas endosulfan y
cipermetrina -15,6% y 13,3%, respectivamente-, y la lambdacialotrina -10,4%-, también
perteneciente a la familia de los insecticidas.
Por poner un ejemplo del tenor de los químicos detectados, vale decir que el clorpirifos es uno
de los plaguicidas organofosforados más utilizados en la agricultura de la Argentina. Dow, su
desarrolladora, fue multada en 1995 y 2003 por ocultar casi 250 casos de intoxicación con ese
agroquímico sólo en los Estados Unidos y continuar publicitando al insecticida como producto
"seguro".
En la sumatoria de ambas sanciones, Dow culminó desembolsando a modo de pena más de 2,7
millones de dólares. Ya en 2011, un estudio concretado por la universidad norteamericana de
Columbia vinculó al insecticida con numerosos casos de niños afectados con retrasos mentales y
físicos en zonas cercanas a Nueva York.
En cuanto al epoxiconazol, el trabajo expresa que el plaguicida "no está bajo ninguna
forma de regulación, ni en la legislación nacional ni en el Codex Alimentarius". O
sea, su presencia para frutas y verduras no se encuentra categorizada en el código que rige la
seguridad en los alimentos. Se trata de un compuesto que ni siquiera está pensando
para el cultivo de frutas y verduras.
A nivel local, su desarrollo y comercialización corre por cuenta de Bayer, Dow, DuPont,
Monsanto y Nidera, entre otras firmas.
Este producto aparece como uno de los desarrollos que, en combinación con otros pesticidas,
viene originando casos de polineuropatías tóxicas y trastornos en el sistema nervioso periférico
como el denunciado por Fabián Tomasi, ex empleado de una compañía fumigadora de
Basabilbaso, provincia de Entre Ríos.
Dados los niveles detectados en el trabajo, los autores proponen su presencia como
consecuencia de su uso reciente en los cultivos.
Por fuera de este último interrogante, el trabajo desarrollado por los científicos locales coloca
nuevamente en entredicho la calidad alimenticia de productos clave en la dieta de los
argentinos.
¿Se puede vivir de ensaladas? La ciencia vuelve a dejar en claro que, al menos en buena parte de
los comercios de Buenos Aires y La Plata -y exceptuando la oferta agroecológica o directamente
orgánica-, inclinarse por las frutas y las verduras que se comercializan en el circuito tradicional
es una invitación a interactuar con venenos con todo lo fatal que ello implica.
Este artículo ha sido publicado por Patricio Eleisegui en iProfesional, bajo el título
original: "No vivas de ensalada: al menos 6 de cada 10 frutas y verduras que se
ofrecen en Capital vienen con agrotóxicos y se exporta lo sano".