SUFRAGIO LIBRE Y CUESTIÓN SOCIAL ARGENTINA, 1912-1922

Marta Bonaudo y Elida Sonzogni

En la Argentina se planteó el problema de la construcción de una verdadera comunidad política en la que

converjan en una articulación lógica y posible lo democrático y el bienestar general, el interés de todos, nudo
problemático que en la tradición argentina parece suscitarse y resolverse en situaciones de permanente des-
encuentro. Indagar cuál es la dimensión de ese nudo problemático en la Argentina moderna permite descubrir
no solo una de las primeras fases de ese desencuentro, sino también las dificultades para superar una tradi-
ción política restrictiva que, con diversas estrategias, ocluyó o condicionó la participación del conjunto social
en las decisiones de poder. Una variedad de tensiones manifiestas desde 1890 parecen adquirir nuevas di-
mensiones durante el Centenario donde aparecen procesos preexistentes de descomposición de la hegemo-
nía oligárquica, observables a partir de diferentes indicadores que se dan en el seno de una sociedad hetero-
génea y compleja:
 El capitalismo mundial va adquiriendo expresión política con pesos diferenciables según su disper-
sión concentración espacial y los intereses sectoriales que defiende, pero que impulsa, en definiti-
va, una más moderna y adecuada definición de “ciudadanía”.
 Producto de similares transformaciones, la conflictividad social queda precisada en términos clasis-
tas evidentes en las demandas obreras, estimuladas desde instancias orgánico-institucionales que
tienden a la unificación de la organización, la representación y la lucha.
 Es inocultable, asimismo, la obsolescencia de la estrategia tradicional de la alianza intraoligárquica,
que obliga –tras el resquebrajamiento de sus fracciones representativas- a una reformulación de las
reglas del juego con el fin de sortear una derrota y asegurar nuevamente su instalación cómoda en
el gobierno.
La sociedad que asiste, en 1912, a la modificación jurídico-institucional de su régimen político ha venido
ensayando, entonces, con cierta largueza, alternativas diversas para rescatar a la política de su contenido
restrictivo y excluyente, e inaugurar formas consensuales de reciente factura que encausen una participa-
ción ampliada y múltiple. Estas modificaciones implican una redefinición de la política y de lo político, tradu-
cida en prácticas, objetivos y formas organizativas que constituyen una verdadera innovación en relación al
modus operandi del siglo XIX, caracterizado por la no articulación entre lo económico, regido por las leyes
del mercado, y lo político, destinado a garantizar el sistema de dominación.
En estas nuevas condiciones sociales, la cuestión central planteada según la perspectiva de las clases do-
minantes o de las dominadas, conduce a dos caminos antagónicos: orientar la conflictividad social hasta
producir un cambio radical, o compatibilizar el capitalismo con un sistema político que garantice las pautas
democráticas, canalice las demandas contradictorias y preserve el control hegemónico de las fracciones
dominantes. En la sociedad del Centenario, van desapareciendo los intentos de apelar a la primera alterna-
tiva. Ganan lugar aquellos esfuerzos que pretenden recrear nuevas condiciones para el desarrollo de una
cultura política que reformule los pactos de convivencia de las cases y que, a su vez, de respuesta a pro-
blemas cuya solución es condición sine qua non para garantir esos pactos.
En este proceso, hay que enfrentar problemas que emergen y presionan desde distintos rincones de la so-
ciedad con peculiares características, tales como:
 La apertura legal de la participación ampliada;
 Las condiciones y mecanismos a través de los cuales se procura concientizar y movilizar al elector;
 las características que van asumiendo el mercado electoral, donde acuden electores, partidos políti-
cos, políticos profesionales, pensadores, publicistas, y circulan ideas, programas, convocatorias,
compitiendo y procurando hegemonizar consensualmente ese mercado.