Vous êtes sur la page 1sur 3

Història dels sistemes socials i polítics

Prova 1 d'avaluació continua


21/04/2018
Instruccions per a fer la prova:
- Posar només el DNI (a l'apartat reservat que teniu més avall). No cal ni nom ni niub.
- Utilitzar aquest mateix foli per a començar a respondre la pregunta.
- Màxim tres fulls comptant aquest.
- Les dues preguntes tenen dues parts: una expositiva i una argumentativa. En la
primera es demana respondre únicament en funció de la matèria del curs. En canvi en la
segona es demana una reflexió personal, sempre raonada i reflexionada. En qualsevol
cas es demana sempre un aprofundiment que no es quedi en la mera reproducció dels
materials del curs. El fet de fer a casa la prova suposa un mínim de reflexió i recerca.
- Respon només a una de les preguntes.
- Data de lliurament: divendres 4 de maig – cal entregar-ho en ma i grapat, no
s’admeten proves per e-mail
- Aspectes formals: lletra Times New Roman 12, interlineat senzill. Cal seguir a més
les indicacions per citar la bibliografia donades al campus virtual.
- Cal citar correctament totes les obres que s’utilitzin.
DNI:

Quines són les causes de l'auge de l'absolutisme a França i Espanya?


Si buscamos el origen de los estados absolutistas, lo encontramos en el descubrimiento
de América por parte del imperio español. Este descubrimiento dotó de gran poder
económico a la corona española. Sin embargo, la unificación de los distintos reinos de
Castilla fue difícil a causa de sus diferencias culturales, esta fue la razón por la cual el
imperio español no puede considerarse una monarquía absoluta hasta el ascenso al trono
de Felipe V. Habiéndose labrado una buena reputación gracias a las riquezas
provenientes del Nuevo Mundo, los reyes católicos empezaron a negociar con otras
dinastías europeas el matrimonio de sus hijos e hijas. Una buena negociación fue clave
para una posterior influencia sin precedentes en la Europa moderna por parte de la
dinastía de los Habsburgo. Fue de esta manera como se encendió la mecha del
absolutismo, obligando a los otros estados a configurarse como monarquías absolutas
para poderles hacer frente.
Por lo que se refiere al imperio francés, este lo tuvo bastante más difícil a la hora de
consolidarse como imperio por razones económicas. La transición de la monarquía
medieval a la monarquía absoluta no se vio impulsada por una acumulación repentina
de riquezas, como fue el caso del imperio español. Sin embargo, se vio aventajado en lo
cultural; los distintos ducados no tenían problema en unirse al no sentirse radicalmente
distintos entre ellos.
Además, pueden analizarse más causas, como por ejemplo la reforma luterana y la
contrarreforma cristiana. La voluntad de imponer una u otra idea religiosa desembocará
en una serie de guerras, como por ejemplo la guerra de los treinta años, en la que
participarán grandes potencias e imperios europeos, entre ellos, Francia y España.
También es cierto que las razones de esta batalla no acabaron siendo solamente
religiosas.
La lucha por imponer la religión y, en definitiva, dominar un territorio, requería una
gran potencia militar; el imperio francés y español llegaron a gastar una gran fortuna
para poder hacer frente a la guerra. Además, no solamente se vieron implicados en la
guerra de los treinta años, ambos imperios participaron en la guerra de los cien años, en
la de los ochenta años, en la guerra de Esmalcalda -en ésta solamente el imperio
español-.
En definitiva, este cúmulo de batallas acarreó serios problemas económicos para
distintos reinos desde su inicio, una forma de agrandar el poder militar y económico era
conquistar más territorios, subir los impuestos, centralizar la administración para una
supuesta mejor gestión de los ingresos…
Además, como idea política, delante del caos establecido en Europa, una de las formas
de establecer el orden era unificar y depositarlo en alguien concreto para no sufrir
oportunismos. De esta forma, unificadas las tierras e individualizado el poder, las
acciones emprendidas por los imperios deberían ser más efectivas y más potentes; mejor
organizadas y con mayor capacidad de acción.
Una vez los absolutistas ya estaban en el poder, se encargaron de asegurar su posición y
de hacerla lo más independiente posible. Para ello, en primer lugar, se desentendieron
de las cortes, típicas del medievo, dejando de convocarlas. En segundo lugar, los
monarcas incrementaron la burocracia, creando una red de funcionarios totalmente
leales a ellos de manera que cumpliesen sus designios.
La teorización de la monarquía absoluta, empezada a finales del medievo por filósofos,
teólogos y juristas, se encargó de justificar la figura del monarca absoluto tanto
remitiendo a Dios como a la única posible organización para la supervivencia de la raza
humana, siendo Bossuet y Hobbs los mayores representantes de esta tendencia.

¿Creus que és possible una societat sotmesa a un poder absolut?


Una buena forma de pensar esta pregunta sería preguntarse ésta otra; ¿puede una
comunidad tener la fe suficiente en alguien como para delegar todas las
responsabilidades políticas a un individuo? Nótese que se utiliza el término fe, por lo
tanto, se contemplaría la situación más amable posible, es decir, la situación en la que la
comunidad, en un principio, confía en un individuo hasta el punto de dejarse someter a
él en cuanto a decisiones políticas se refiere.
Pensemos incluso en una sociedad en la que el poder absoluto es, dentro de lo posible,
responsable con la sociedad, situémonos pues en un despotismo ilustrado. Esta sociedad
será posible si su propio proceder no provoca su propio desmoronamiento a lo largo del
tiempo, es decir, si logra una estabilidad.
En este caso, si la gestión por parte del gobernante tuviese como fin prioritario el
bienestar de su pueblo, aunque sin la intervención del pueblo, y, efectivamente, lograse
una estabilidad económica, suficiente como para que ningún estrato de la sociedad
pasase hambre y, casi como condición necesaria, no se conociese en la historia casos en
los que la sociedad se rigiese por ideales más nobles y humanos, intuyo que el poder
absoluto tendría alguna posibilidad de sostenerse en el tiempo.
El problema empezaría, por ejemplo, al investigar, al aumentar nuestro conocimiento,
en especial, al aumentar el conocimiento sobre nosotros mismos y nuestras capacidades
humanas; el problema empezaría con la utopía y, por lo tanto, con la cultura. Por lo
tanto, el despotismo ilustrado, en tanto que fomenta la cultura, quedaría descartado.
Cualquier avance sobre estudios humanitarios podría poner en peligro la hegemonía del
poder; en el momento en el que se dispusiese de una tesis sobe el comportamiento
humano, sobre su supuesta naturaleza, por muy nefasta que fuese, abriría el ánfora de
Pandora para el estado. El tiempo es implacable, nuestro cerebro creativo. Empezarían a
surgir antítesis a la justificación del estado, los individuos empezarían a reconocerse en
definiciones totalmente distintas.
Suponiendo que todas las necesidades vitales de una gran mayoría de los individuos
estuviesen satisfechas y que el conocimiento no estuviera disponible entre ellos, podría
llegar a ser posible un estado en el que los ‹‹ciudadanos›› aceptasen la sumisión, pues
no sintiendo el dolor de la no satisfacción de las necesidades vitales ni conociendo el
motor de la utopía, ¿qué llevaría a estos ciudadanos a revelarse contra el orden
establecido?
Sin embargo, debería investigarse sobre la posibilidad sobre la capacidad de un estado
para privar tanto de pensamiento abstracto a los ciudadanos como para que no pudiesen
pensar en alternativas. El conocimiento nace de lo más pequeño, y lo más pequeño es lo
cotidiano. El pensar no es posible sin un entramado de símbolos, estos símbolos
proceden de lo más pequeño y se desarrollan progresivamente al legarlos a las
siguientes generaciones, de manera que las siguientes puedan seguir desarrollándolos.
¿Podría el estado evitar este traspaso de símbolos para no tenerse que confrontar con la
utopía? ¿Hasta qué punto es esto posible?
La respuesta a esta pregunta, la cual se me hace imposible de responder, sería
determinante para la posibilidad o la imposibilidad de un régimen absolutista.
Aunque si pensamos en si es posible una sociedad feliz sometida a un régimen absoluto
la pregunta parece esclarecerse repentinamente. La felicidad, o lo único parecido a ella,
la encontramos en la realización, y la realización, en el uso correcto de la libertad.

Vous aimerez peut-être aussi