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Poder e ideología
El Estado imperialista utiliza sus recursos militares para satisfacer las demandas
económicas de su imperio. Para ello, crea un conjunto de leyes e ideas matrices que
mueven e inspiran a la nación. Estos principios poseen un doble rasero: en las élites y en
el pueblo, al interior del país y en el exterior, en la metrópolis y en las provincias o
colonias.
Las colonias deben ser obedientes y disciplinas. El habitante indígena debe comprender
que su función es servir a los privilegiados.
Las ideologías altruistas como el Cristianismo son una traba para el logro de los
objetivos de un imperio.
El otro que contraviene los intereses propios es la encarnación del mal. La ideología
contiene normas de vigilancia y castigos para quienes se aparten del orden.
La ideología –aplicada con la razón o con la fuerza- debe ser asimilada en forma casi
dogmática. Usualmente, el poder imperial otorga beneficios a las élites locales con tal
de mantener el sistema de sumisión ante el imperio. Los nacionalismos y movimientos
independentistas pasan al terreno de lo injusto, lo bárbaro, irracional e incivilizado.
Cuando los otros generan una resistencia, el poder castiga de modo ejemplar este
atrevimiento. La aniquilación del otro debe ser ejemplar para los demás países o
naciones que ansíen su independencia.
El poder ejerce el terror físico. El terror psicológico es consecuencia y uso del primero.
La exhibición de cuerpos mutilados es una forma de advertir sobre el precio porr ser
disidente.
Antología
En síntesis, los «comunistas» son aquellos que intentan utilizar los recursos para sus
propios fines, interfiriendo así con el derecho de robar y explotar. Esta es la doctrina
central de la política exterior. Naturalmente, Estados Unidos es, consecuentemente,
«anticomunista» mientras que sólo es selectivamente antifascista. (Chomsky, 1989: 17)
Cuando llegó a ser el poder hegemónico del mundo en el siglo XIX, Inglaterra
descubrió las virtudes del comercio libre y mantuvo su devoción hacia estos elevados
principios mientras pudo gozar de una posición ventajosa en la competencia. En la
década de los 20, ya eso no fue posible. Inglaterra empezó a cerrar su imperio a la
penetración de otros, especialmente del Japón, que fue excluido de las relaciones
comerciales libres con el sistema imperial británico mediante las altas tarifas impuestas
en la Conferencia de Ottawa en 1932. Este fue uno de los pasos que condujeron a la
Segunda Guerra Mundial. Desde el principio, los ingleses cargaron solamente con «el
fardo del hombre blanco» tal como habían hecho los franceses con su impresionante
«misión civilizadora» utilizando el robo, la esclavitud y la destrucción, dejando detrás
una estela de miseria y hambre. (Chomsky, 1989: 17)
Perspectiva ideológica de George KEnan, jefe del Departamento del Estado hasta 1950.
... Contamos con aproximadamente el 50 por 100 de la riqueza mundial, pero solamente
con el 6,3 por 100 de su población... En esta situación no podemos dejar de ser objeto
de envidia y resentimiento. Nuestra tarea real en la época venidera es la de crear un plan
de relaciones que nos permita mantener esa posición de disparidad sin detrimento
verdadero para nuestra seguridad nacional. Para hacerlo tendremos que dejar a un lado
el sentimentalismo y las quimeras. Nuestra atención tendrá que estar en todas partes
concentrada en nuestros objetivos nacionales inmediatos. No debemos engañarnos con
la teoría de que boy en día podemos permitirnos el lujo del altruismo y ser los
benefactores del mundo... Debemos dejar de hablar de objetivos vagos y —para el
Lejano Oriente— irreales, tales como los derechos humanos, el crecimiento de los
niveles de vida y la democratización. No está muy lejos el día en que tendremos que
manejar conceptos del poder puro. Para entonces cuanto menos atados estemos por
consignas idealistas, mejor. (Chomsky, 1989: 23)
En Grecia, las tropas británicas entraron después de que los nazis se replegaron e
impusieron un régimen duro y corrupto, el cual despertó una nueva resistencia, la cual
Inglaterra fue incapaz de controlar en su declive de postguerra. Luego entró Estados
Unidos, reemplazando a los ingleses, disfrazados con la retórica de la doctrina Truman
de defender a los «pueblos libres que resistieran los esfuerzos de las minorías y de las
presiones externas para sojuzgarlos». Por su parte, el consejero presidencial, Clark
Clifford, comentó alegremente en privado que la doctrina serviría como «el cañonazo
inicial de una campaña para convencer a la gente de que la guerra no ha terminado, ni
mucho menos». En realidad, ayudó a iniciar una nueva era de militarismo doméstico y
de intervención en el exterior en el contexto del enfrentamiento de la guerra fría, en la
cual Grecia sirvió como primer blanco. Allí, Estados Unidos lanzó una guerra
sangrienta de contrainsurgencia, repleta de torturas, exilio político para decenas de
miles de personas, campamentos de reeducación, destrucción de sindicatos y de
cualquier política independiente y la panoplia completa de las medidas que iban a ser
utilizadas más tarde en operaciones parecidas, en todo el mundo. Colocó a la sociedad
firmemente en manos de los inversionistas estadounidenses y de la élite local, mientras
que una gran parte de la población tuvo que emigrar para sobrevivir. Entre los
beneficiarios, otra vez, estaban los colaboradores de los nazis, mientras las víctimas
principales seguían siendo los trabajadores y campesinos de la resistencia antinazi, la
cual fue hegemonizada por los comunistas. (Chomsky, 1989: 33)
Dean Acheson, quien fue Secretario de Estado, explicó en sus memorias lo siguiente:
Durante los últimos 18 meses, dije, la presión soviética sobre los estrechos, sobre Irán y
sobre el norte de Grecia, ha llevado a los Balcanes a un punto en que era muy posible
que la brecha soviética abriera tres continentes donde podían penetrar. Como manzanas
en un barril infectado por una manzana podrida, la corrupción de Grecia infectaría
a Irán y a todo el territorio oriental. Asimismo llevaría la infección al África a través de
Asia Menor y Egipto, y a Europa a través de Italia y Francia, que ya estaban
amenazadas por los partidos comunistas locales más fuertes de Europa occidental.
(Chomsky, 1989: 36)
El caso de Nicaragua
Poder y terror
Las hazañas de estos tres campeones de violación de los derechos humanos no son
simplemente asesinatos ordinarios. Las estadísticas por sí mismas no transmiten un
cuadro verídico. La verdadera situación en El Salvador se conoce por las calaveras y los
esqueletos que se encuentran en el «basurero de cadáveres» El Playón, o por las
imágenes de mujeres colgadas de los pies, con los pechos amputados y la piel de la cara
tirada hacia atrás, que quedan después de pasar el ejército, desangrándose hasta morir.
En Nicaragua, según el testimonio ocular de un sacerdote norteamericano, «los contra»
violaron a una muchacha de 14 años, después la decapitaron y ensartaron su cabeza en
una estaca para intimidar a otros. Este es sólo un ejemplo demasiado típico. En
Guatemala, vislumbramos la realidad por las declaraciones de unos pocos
sobrevivientes del ataque que hizo el ejército en el departamento del Quiche, donde
entraron a una aldea, reunieron a la población alrededor del juzgado local, decapitaron a
los hombres, violaron a las mujeres y después mataron a los niños, golpeando sus
cabezas contra las piedras de un arroyo cercano. (Chomsky, 1989: 66-67)
Therborn, G. (1987): La ideología del poder y el poder de la ideología. Madrid: Siglo
XXI.
La ideología modela al ser humano. Ayuda al hombre a ordenar sus ideas y reflexionar
sobre el mundo.
De acuerdo con Therborn (1987), la ideología explica a los sujetos aquello que
realmente existe, lo que es real y verdadero. Asimismo, da a conocer los parámetros
de la mentira y lo irreal, lo bello y lo feo, lo bueno y lo malo. Con esto, la ideología
orienta las operaciones de visibilización e invisibilización. Del mismo modo, la ideología
establece los límites entre lo posible y lo imposible.
Tipos de ideología
Los españoles describen de modo disfórico los ídolos. Estos están próximos a la
suciedad, la barbarie, el mundo animal y concreto; a diferencia de la limpieza, pureza, lo
divino y lo abstracto. Por estar en los cielos, por su naturaleza espiritual, lo relativo a
Jehová se encuentra puro, sin mancha terrenal. En cambio, por su aproximación a las
fuerzas telúricas (Pacha), la divinidad andina se encuentra sucia, contagiada de
elementos concretos, bastante primitivos, desagradables a los sentidos y a la razón.