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Arequipa – 2018
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INDICE
INTRODUCCIÓN .......................................................................................................3
1: LA PRODUCCIÓN TEXTIL EN LOS TIEMPOS PREHISPÁNICOS ............4
2: LA PRODUCCION TEXTIL EN LA COLONIA................................................7
2.1 la aparición del obraje en virreinato del Perú ............................................ 7
2.2 geografía de la distribución de los obrajes ................................................. 8
2.3: Materia prima: lana y otros insumos ...................................................... 10
2:4 ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO MANO DE OBRA Y SALARIO .... 14
2. 4.1: En los tiempos de su fundación y de su crisis inicial .......................... 14
2.4.2: En la época de crisis final ...................................................................... 15
2.4.3: Mano de obra .......................................................................................... 17
2.5 medios de transporte ............................................................................... 19
3: EL OBRAJE DE LA CHIMBA DE AREQUIPA Y SU VINCULACIN CN EL
CIRQUITO COMERCIAL. .................................................................................... 20
3.1: Los obrajes y su clasificación. ................................................................. 20
3.2: Ordenanzas sobre los obrajes. ................................................................ 21
3.2.1: Las ordenanzas de Toledo ..................................................................... 24
3.3: Obrajes de la chimba.............................................................................. 26
3.3.1. Ubicación ................................................................................................. 26
3.3.2. Instalación del obraje: ............................................................................ 26
3.3.3. La materia prima: .................................................................................. 30
3.4. División del trabajo obrajero .................................................................. 31
3.5: Producción del obraje ............................................................................ 32
4.6.-Ayer y hoy en la industria textil.............................................................. 35
CONCLUSIÓN ......................................................................................................... 37
BIBLIOGRAFIA ...................................................................................................... 38
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INTRODUCCIÓN
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1: LA PRODUCCIÓN TEXTIL EN LOS TIEMPOS PREHISPÁNICOS
Desde tiempos remotos los seres humanos han buscado satisface sus
necesidades básicas. Entre estas necesidades destaca el vestido aunado con la
creación de los medios de producción para la elaboración del dicho material
textil. A través de la historia, los países centrales han desarrollado habilidades
y técnicas creadoras de mayor productividad en la industria textil y la
confección. “El tejido nació cuando los habitantes de la caverna de Guitarrero
por los 8000 a. C. descubrieron que, con la torsión de fibras vegetales, podían
confeccionar cordeles y canastas útiles para el depósito y transporte de los
frutos que lograban arrancarle a la tierra. Hacia los 3000 a. C., cuando los
hombres ocuparon los valles para obtener sus alimentos y la estructura social se
complejizó con el crecimiento demográfico, la creación cultural se agilizó al
servicio de los centros ceremoniales, en torno a los cuales se organizaba la vida.”
(Salas, Miriam. 2009 pg. 450)
La artesanía más destacada del período prehispánico fue el tejido, que surgió en
paralelo con la domesticación del algodón hacia los 2500 a. C. En los andes la
texteleria desempeño un papel muy importante y especial que iba mucho más
allá de su uso meramente utilitario y ornamental. La importancia que se le
otorgo a los textiles no fue únicamente económica sino también ritual. En la
diversas ocasiones importantes jugaron un rol especial tanto en lo político,
militar, social y religión. Ningún acontecimiento estaba completo sin la
presencia de los tejidos. En el Perú Antiguo, “la textilería fue uno de los más
fértiles y florecientes ejercicios culturales. Usaron una gran variedad de tintes
vegetales y minerales, así como fibras textiles, tales como el algodón nativo, de
calidades y tonalidades diferentes, pelo fino o grueso de vicuña, alpaca o llama,
cabellos humanos, plumajes e hilos de metal, entre otros.” (Salas, Miriam. 2009
pg. 450)
Los pueblos anteriores a los incas habían logrado una extraordinaria calidad
artística en sus. “Los tejedores chavín en el Primer Horizonte; los paracas,
mochica, nazca y chancay en el Período Temprano; los tiahuanaco y wari en el
Horizonte Medio; y los inca en el Horizonte Tardío, esto es, en un amplio
espectro temporal que abarca de los 500 a. C. al 1532 d. C., se valieron de
rudimentarios telares de tipo vertical, horizontal y de faja o cintura para elaborar
una gran variedad de tejidos. Un ejemplo de ellos son los gobelinos, tapices,
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brocados, gasas, encajes, calados, bordados, telas pintadas y otras recubiertas
con plumas multicolores” (Salas, Miriam. 2009 pg. 450)
En el Tawantinsuyu la mita textil tuvo una importancia casi igual a la del trabajo
agrícola debido a que el tejido, como en todas las culturas que lo antecedieron,
estuvo vinculado a actividades religiosas y políticas y sirvió para remarcar el
estatus social. El unco, especie de camiseta de lana o algodón que cubría el torso
masculino hasta las rodillas, y el acsu, prenda femenina que iba hasta el
empeine, se confeccionaban para el pueblo con la basta “ahuasca” y para el Inca
y la nobleza con ropa de “cumbi”, con el propósito de marcar el estatus. Los
tejidos se obsequiaban, igualmente, en los momentos más importantes del ciclo
vital, se ofrendaban en los rituales, se quemaban en sacrificios con fines mágico-
religiosos y se colgaban en las paredes de palacios y templos y en las andas de
los incas y nobles.
La calidad artística de las culturas anteriores al inca no llego hacer igualada
durante el periodo incaico. “los incas no alcanzaron en su calidad textil a las
culturas anteriores a ella, más bien una manifestación de la producción, que no
llego a significar una baja en los estándares tecnológicos, asimismo la calidad y
el valor simbólico de los tejidos se mantuvo” (Vergara, Teresa. 1991, pg. 150).
En los ajuares funerarios y en las ofrendas hechas a las divinidades los textiles
continuaron siendo importantes.
Los incas emplearon los textiles para la redistribución, especialmente los tejidos
de lana, aunque en algunos casos usaron textiles de algodón. “en el siglo XVI
los textiles andinos básicamente eran de dos tipos: de abasca y de cumbi”
(Valcárcel, Luis E. 2012, pg. 242)
Los tejidos de la cumbi eran los más apreciados y por ello de mayor uso ritual.
Los fabricaban con la lana más fina, a la que tenían dándole los mismos colores
que el algodón. Elaboraban los textiles en telares especiales que les permitía
conseguir una trama uniforme y tupida que llamo la atención de los españoles.
Algunas veces utilizabam hebras de oro y plata y en otros casos les colocaban
adornos como plumas y cuentas de concha, en un afán de darles mayor realce.
“los tejidos con adornos de pluma parecen haber estado especialmente asociados
con las actividades militares” (Vergara, Teresa. 1991, pg. 150).
La ropa del inca, de los curacas y en general de la elite era fabricada con tela de
cumbi, mientras que la gente del común estaba impedida de confeccionar con
ella sus vestidos. Los encargados de fabricar este tipo de textiles eran los
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cumbicamayoc, especialistas que se dedicaban a esta labor a tiempo completa,
por lo que se encontraban exonerados de cumplir con otras obligaciones. Eran
por lo general hombres, aunque también las mamaconas solían tejer cumbi.
Los cronistas relievaron su suavidad e incluso lo comparaban con los textiles
europeos más finos, tomando partido a veces por los andinos. “Los cronistas
europeos, plantearon comparaciones entre los tejidos nativos y los europeos,
resaltan la belleza de lo andino. Entre estos cronistas esta Pedro Pizarro que para
el cumbi era tan maravillosamente suave como la seda, de colores vivos y cuya
belleza se buscaba resaltar con aplicaciones de plumas y chaperías de oro o
plata. 18 años después de la invasión, Cieza de León lamentaba la pérdida de
este tesoro artesanal, aunque su parecer no fuese del todo cierto, porque en las
ferias del Perú profundo se pueden encontrar aún hoy hermosos ejemplares que
guardan esa tradición en su elaboración. Y las telas elaboradas bajo la batuta de
los españoles dejaron atrás totalmente el diseño andino, se hicieron
monocromáticas, pero no perdieron el cuidado en la torsión de los hilos ni en
el teñido que los dueños de obrajes rescataron por su excelencia” (Salas,
Miriam. 2009 pg. 450). Es muy posible que la fabricación del cumbi estuviera
acompañada de un contexto ritual específico.
La ropa de abasca era tejida de la lana más corriente procedente de las llamas y
con ella se vestía la gente plebeya. Por el general no la tenían sino que la dejaban
del mismo color de lana. Era más bien era producto hogareño y por lo tanto
menos especializado y de menor difusión.
Teresa Vergara cita en su libro “Bernabé Cobo menciona la existencia de hasta
cinco tipos de textiles en el Tahuantinsuyo. Había en primer lugar de los textiles
de abasca a los que define como “ropa y tejido de lana: basta y grosera”;
menciona luego los tejidos de cumbi de los que dice son las más finas y
delicadas; en tercer lugar alude a los textiles que llevaban plumas de colores
entretejidas y asentadas sobre cumbi; en cuarto lugar habla de una especie de
tela de plata bordad con chaquiras; y por último, menciona una tela muy basta
y gruesa que sirve de alfombra y frazada” (Vergara, Teresa. 1991, pg. 151).
Las principales fibras que se hilaban y tejían eran el algodón en las tierras bajas
y la lana de los camélidos de la sierra. En algunas ocasiones el inca y la elite
utilizaron también el pelo de la vizcacha y el vello de murciélago para la
fabricación de sus mantas. Las fibras de algodón además de servir para el
vestido, se utilizaban para telas y colchones. La principal proveedora era la
alpaca, cuyo vellón es largo y rico. La lana de la lama es apera y rala, por lo
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tanto era empleada sobre todo para la confección de cuerdas. La lana más fina
provenía de la vicuña, especie que fue siempre escasa, por lo que se supone que
su lana solo se utilizaba para los vestidos de los incas y de aquellos a quienes se
les concedía tal privilegio como una muestra de favor soberano.
En cuanto a los tintes, la mayoría de los tintes eran de origen vegetal, extraídos
de flores y hierbas. “el tinte negro para el algodón se obtenía de la savia de un
árbol. Los tintes rojos eran también en su mayor parte de origen vegetal, pero
también como el famoso ychima era subproducto del benéfico del azogue”
(Vergara, Teresa. 1991, pg. 151).
Los textiles en la época prehispánica jugaron un papel muy importante en los
acontecimientos de la vida y en todos los momentos del ciclo vital.
Cada tipo de tejido se distinguía del otro por el grosor y la torsión del hilado y
no por el tejido de la trama con la urdimbre. De allí que, con los europeos,
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quedó atrás la excelsitud tecnológica textil alcanzada por los antiguos
peruanos en el hi- lado, teñido y multiplicidad de tramados y diseños. Las
razones de este olvido no han sido esclarecidas a plenitud, pues no se sabe a
ciencia cierta si ello obedeció a una sobrevalorización cultural del
conquistador, a un gusto diferente al diseño nativo o a razones de carácter
político y social, con el propósito de evitar diferenciaciones en el lucimiento
de vestidos que recordaran viejos tiempos y grandezas.
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El funcionamiento productivo de los obrajes y las limitaciones ganaderas de
la región quechua, exigieron una división del trabajo de carácter espacial que
tuvo en cuenta las características geográficas de cada región, las necesidades
de insumos productivos y de consumo de la producción textil. Pese a que su
nacimiento estuvo marcado por el estigma de producir solo telas burdas, los
obrajes constituyeron un importante sector de la economía regional colonial.
Sus necesidades de insumos y de trabajadores y el servicio que prestaron los
convirtió en pilares principales de la economía regional de la época, mientras
que su producción se destinó a los merca- dos locales e interregionales,
principalmente, mineros en busca de metálico.
"Hablar del siglo XIX en el Perú es basicarnente hablar del guano e Inglaterra",
afirma Heraclio Bonilla8. La presencia inglesa es indiscutible en el sur, pero no
se produce, en cambio, el impacto decisivo que tuvo el comercio guanero para
la costa norte y centralg. El lugar del guano es ocupado en el sur por las lanas.
Todo lo cual nos permite indicar que durante el siglo XIX la región mantuvo su
desarrollo relativamente autónomo en relación al conjunto del país. La
hegemonía de la ciudad de Arequipa sobre el sur, que se gesta desde 1830, se
define con mayor claridad a partir de la construcción del ferrocarril.
La crianza de ovejas fue adoptada pronto por los indígenas, quienes pasaron
a poseer hatos comunales y de propiedad individual, como en el caso de los
kurakas y algunos viejos. Según la segunda visita del arzobispo Mogrovejo,
estos hatos eran atendidos por los propietarios y por pastores indios, a quienes
no se les pagaba sala- rio alguno, a diferencia de los pastores que trabajaban
para los españoles.
Como una respuesta racional frente a las perspectivas que les ofrecía el medio-
ambiente, los dueños de obrajes y luego sus arrendatarios optaron por
enviar arrieros a las frías regiones altoandinas ricas en lanas, cuyas llamas
marchaban con sus arpilleras cargadas con cereales, tales como el trigo y el
maíz en grano o harina que producían en las abrigadas tierras anexas a sus
obrajes, para trocarlas por fibra. Huamanga, Parinacochas, Lucanas,
Huancavelica, Cangallo y Castro- virreyna se convirtieron en regiones
abastecedoras de lana de los obrajes vilcas- huamanguinos ubicados en la
región quechua. Las comunidades indígenas de las punas se sumaron
rápidamente al trueque de productos altoandinos por los de la región
quechua, debido a que esta práctica era común en el Incario. A través de
este tipo de tráfico procuraron satisfacer sus necesidades de productos
alimenti- cios, mientras que los españoles buscaron los insumos necesarios
para su produc- ción eminentemente mercantilista.
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Si bien el principal insumo de la producción textil era la lana, la demanda
de otros insumos era muy variada. Estos recursos no siempre se encontraban
en los alrededores de los obrajes, por lo que era preciso realizar largos
viajes para ubicarlos. En el caso del obraje de Chincheros de Vilcashuamán
de propiedad de la familia Oré, cuando los trabajadores necesitaban madera
para hacer leña, vigas, el eje del batán, tornos, telares, husos, urdideras o
cardas, debían ir a buscarlos a Tiquigua, Hualla, Pacomarca, Vilcancho y
Yucay, porque no los conseguían en el lugar.
En la mayor parte de los casos la transformación de estos recursos y otros, en
los instrumentos necesarios para la confeccion de las telas, como: batan, tornos,
telares y cardas, corria a cargo de los indios arteanos especialmente contratados
para ejecutar tales obras; pero a quienes pocas veces se le pagaba.
De Europa solo se traían los insumos que requerían de gran técnica de
elaboración como el hierro necesario para la confeccion de cardas, clavos,
herramientas y otros implementos.
Los insumos y herramientas importado llegaban de Lima via Huamanga en
recuas dirigidas por comerciantes o en su defecto los promotores encargaban su
compra en Europadirectamente a un familiar.
Asi a Francisco Ore con ocasión de un viaje a ese continente, como
representante del cabildo, se le entrego 200 pesos de oro para que adquiriera allí
diferentes piezas para el obraje de Chincheros. Aunque este tipo de inversión no
fue entonces muy usual pues sus dueños y arrendatarios esperaban obtener de
los obrajes lo máximo con el minimo desembolso en su proceso productivo
trasladando a las comunidades indígenas sujetas a sus obrajes esas necesidades
mientras ellos invertían las rentas del obraje y otras en gastos sociales y
religiosos.
Durante los primeros años de vida de los obrajes, las telas salidas de sus telares
casi no se teñian o se teñian monocromáticamente con tara. El teñido era una de
las etapas mas caras del proceso textil debido a su gran demanda de insumos, en
este proceso intervenían enejebes, tintes, cenizas y tinacos de cerámica o cobre.
Los pueblos de indios asentados en los alrededores de los obrajes eran sus
abastecedores de enjebes. Estas ssutancias que servían para que los tintes se
agarren con firmeza a las telas se conocían con el nombre de colpas blancas y
negras.
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La producción textil indígena tiene que adaptarse a las nuevas confecciones,
mantiene sus materias de confeccion que se ven enriquecidos por la llegada del
ganado lanar, también las costumbres de hilar con pushkas se mantiene al igual
que los telares indígenas que son capaces de tejer telas largas.
Todas las técnicas indígenas se mantienen incluida la gasa que siglos después
solo se conservara en Ecuador. Se aprende a fabricar la técnica paño pero no
habrá terciopelo por falta de la seda, se hicieron probablemente ensayos con
lana de alpaca pero no perfeccionaron la técnica.
Mayordomos y kurakas
Modalidades de trabajo
Indios encomendados (obraje de Canarias) estos señores
mediante un conzierto con las autoridades nativas hicieron
que los runas levantasen los edificios de los primeros obrajes
luego las manos que producirán los tejidos lo cuas les basto
celebrar otro contrato con los kurakas.
Indios de provisión o mitayos, (obraje de Chincheros) con la
llegada del virrey Toledo se organizó el sistema de la mita,
Toledo trato de controlar el funcionamiento de los obrajes y
velar por el buen trato a los trabajadores textiles y
reimplantando la autoridad delos corregidores de indios.
“A partir de los años setenta del siglo XVI, los encomenderos ya no
podían obligar a sus encomendados a asistirá sus obrajes” (Coloma
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M. S., Estructura colonial del poder español en el Perú, Huamanga
(Ayacucho) a traves de sus obrajes siglo XVI, 1998)
Sin poder forzar a los indios de su encomienda Jerónimo de Ore de
los obrajes de Chincheros tuvo que conseguir autoridades virreinales
en la que se le asigne indios expresamente para el obraje recibiendo
así 80 muchachos para hilar, 25 indios viejos para cardar y 10
tributarios para tejer (Coloma M. s., 1979)
Según este sistema trajo ciertas desventajas como el tener que pagar
menos a los niños y viejos que a los tributarios sin embargo este
sistema concedía ventajas a los españoles, la autora (Coloma M. s.,
1979) nos menciona que estas provisiones y otras en el servicio los
había agotado y condenado a trabajar desde que nacían hasta que
morían apenas terminaban una mita los buscaban a latigazos para
otra.
Cumplimiento de las provisiones:
Las provisiones anteriormente no se cumplían tal y como
lo afirmaron los kurakas e indios a su visitador en 1501
(Coloma M. s., 1979) constatando en los libros de cuentas de
sus administradores, en 1597 de los 91 que acudieron 42
fueron con sus padres, abuelos, hermanos, o tíos las
provisiones de los virreyes estipulaban que debían ir 42 indios
Hanan Chilques en total pero en realidad iban más en 1597
fueron 91 en 1598 66 y en 1599 fueron 150 indios.
Indios enganchados por deudas:
Muchos de los ancianos y niños regresaron para poder cubrir
la tasa de sus parientes vivos o muertos las deudas que los
dueños del obraje contraían con los indios tenían tres fines
; quitarles su trabajo , evitar la adquisición del dinero por
parte de los indios y acentuar su dependencia con respecto al
obraje para así propiciar su regreso.
Horarios:
Diariamente los indios hiladores y cardiadores tenían que
cumplir junto con sus parientes un horario agotador que iba
del amanecer al anochecer según los dueños del obraje solo
300 días en los que no incluían los 47 domingos que tiene
el año de acuerdo a lo cual les debía quedar a los indios 10
días libres al año
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Salarios
“La normativa salarial como laboral de los propietarios de
la corona se reflejó en los cambios que se operaron en la
estructura física de los obrajes y en su organización; como
en la calidad y el volumen de producción de sus tejidos y
en la amplitud del mercado.”(Olivari, 2004)
En los primeros años en que entro en funcionamiento el
obraje de Chincheros según los Kuraka se les pagaban bien
por temor a que el obraje se vuelva a cerrar como ocurrió
en el obraje de Canarias una vez afianzada la alianza
encomendero –corregidor las pagas no se harán efectivas
con la misma continuidad.
El que regía los salarios en Chincheros no se basaba ni en
la provisión de 1584 de la Real Audiencia que mandaba a
pagar a todos un real cuartillo por día, las tareas que se
asignaban era imposible terminarlas en 12 o 14 horas de
trabajo diario por lo que el salario por lo que el salario de
un día se convertía en dos o tres con el que no se estaba
pagando a una sola persona, sino a dos al llegar
acompañados para cumplir su tarea.
(Coloma M. s., 1979) Nos menciona que algunos de los
indios recibían su salario en especies como coca, maíz,
pan, sayal, etc.
Nos da conocer cómo es que la coca se les daba a 12 r.s el
cesto cuando su valor en la provincia era de 7 a 8 reales.
También nos menciona que cuando algún indio no se
contentaba con lo que recibía y osaba pedir lo que se le
adeudaba era severamente castigado.
2.5 medios de transporte
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3: EL OBRAJE DE LA CHIMBA DE AREQUIPA Y SU VINCULACIN
CN EL CIRQUITO COMERCIAL.
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Durante el reinado de Felipe II, ente 1556 y1598, adquirió especial poder
el Consejo de Indias, desarrollo un programa con varias reformas
económicas y fiscales, se les conoció como la Junta Magna.
Para lograr estos objetivos Felipe II envió a Martín Enríquez de Almansa
al virreinato de Nueva España (México) y a Francisco de Toledo al
virreinato del Perú. Toledo fue el líder en el Perú de esta “segunda conquista
de las Indias”, con su llegada se estableció el Tribunal de la Santa
Inquisición mediante cédula Real del 25 de enero de 1569; llegaron los
jesuitas en 1568 para reformar y evangelizar a la población indígena.
Con la presencia de Toledo los encomenderos perdieron poder ya que se
implantaron nuevas instituciones de control político y de evangelización, en
primer lugar declaró que el Cabildo ya no podía repartir tierras, también los
encomenderos debían pagar las tierras recibidas.
En segundo lugar abolió el monopolio que ejercían los encomenderos
con la mano de obra indígena, acordando con sus líderes liberarlos de sus
señores, pero ahora estaban sometidos a la mita minera y pagar tributo.
En tercer lugar impuso la autoridad de los corregidores frente a los del
cabildo en las ciudades, en el ámbito rural los que se vieron desplazados
fueron los encomenderos. Ahora los corregidores cobraban el tributo, para
ellos se aplicaron las reducciones. “Dado que los indios eran vasallos de la
Corona, estaban obligados a tributarle; derecho que fue cedido a los
encomenderos” (Omar Noejovich, 2009).
En cuarto lugar se dictaron cédulas haciendo restricciones al desarrollo
manufacturero; en cédula del 10 de noviembre de 1577 se dictó que los
obrajes se abasteciesen de lanas provenientes de España, en perjuicio de las
oriundas y de los propios obrajes.
En quinto lugar, en oposición al pacto colonial celebrado con los curacas,
persiguió y dio muerte al último Inca rebelde de Vilca bamba -Túpac Amaru
I- y buscó la profundización del adoctrinamiento para propiciar la
aculturación indígena. Los encomenderos contribuyeron con ello; buscaron
el adoctrinamiento de los indígenas, como una forma de atenuar su rebeldía
y atender el reclamo oficial. Acostumbraron pagar un sínodo a un cura para
que impartiera a los indígenas los sacramentos y contribuyeron con la
construcción de capillas en el territorio de sus obrajes y haciendas.
En las ordenanzas de obrajes, se establecieron las funciones que
desempeñarían los operarios, sus horarios, montos y calidad de las tareas,
cuidado de su alma a través de un sacerdote, los 40 días de huelga a disfrutar
por los indios –“huelga o licencia de las labores del obraje, 40 días del año
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para que puedan cosechar y sembrar sus chacras” (Silva Santisteban, 1964,
pág. 65)- y los salarios y comida que se les abonarían por oficio, pues
anteriormente todo salario era establecido por los propios encomenderos,
según su parecer.
Igualmente, se estableció que los obrajes antiguos y los nuevos debían
solicitar una licencia al virrey para poder operar y para que se les asigne
mano de obra indígena. Las mujeres pese a no ser consideradas legalmente
como sujetos de trabajo ni de pago del tributo, apoyaban a los hombres de
su familia. Mientras que a los tributarios se les derivó a la plaza de la ciudad
y a la mina más próxima.
En resumen, el sistema institucional se asentaba sobre las siguientes
bases:
a. El indio podía tener bienes.
b. El encomendero no tenía derechos territoriales62 ni facultades
jurisdiccionales.
c. El encomendero quedaba sometido al control de los
“visitadores”.
d. El encomendero debía velar por el adoctrinamiento.
La justificación económica de la encomienda puede sintetizarse como
sigue:
a. Los españoles necesitaban de los indios para sobrevivir.
b. Los trabajos mineros.
c. Enseñar a trabajar a los indios.
d. Recompensar a los conquistadores.
El virrey más notable Francisco de Toledo, quien con sus reformas aplico
un nuevo orden al virreinato del Perú, aplico los requerimientos de la corona,
al organizar la mano de obra al alcance de la corona en las reducciones, esto
iba a servir para llevar un conteo de manos disponibles para aplicar la mita.
“Sus primeras ordenanzas con respecto a los obrajes, fueron para
reglamentar el trabajo de los naturales en los obrajes del partido de Cusco,
otra para Huánuco y otras que se aplicaron a todo el reino por cédula real de
26 de mayo de 1609” (Silva Santisteban, 1964, pág. 67).
También ordeno que los indios que trabajasen en obrajes lo hicieran con
licencia y provisión real, o autorización del propio virrey que para esto se le
otorgaba los permisos al dueño del obraje.
Para evitar fraudes de los caciques y españoles a los indios se ordenó
pagar el jornal en plata y en sus manos en presencia de un escribano que
daría fe de ello. El turno de la mita duraba un año, pasado este tiempo se
podía continuar y en caso de no querer acudir mandar a otro a que acuda en
su lugar.
Para no pagarles los dueños hacían ver que era mejor que cobrasen por
su trabajo las ropas del mismo obraje, le obligaban a tomarla.
Pero en conocido que se les obligaba a adquirir objetos que no les eran
útiles, Toledo a eso decía: Ytem ordeno y mando que los dueños de los
dichos obrajes y batanes, ni las personas que en ellos estuvieren, no puedan
tener ni tengan con los indios tratos ni contratos ni les rescaten trompas
cascabeles ni cuchillos ni otras cosas ni les paguen con ellos los dichos
obrajes, ni salarios sino fuere en plata de dar y de rescebir según dicho es,
o con el sayal y fraꞔ adas queriéndolo los dichos indios y no de otra
manera”.
Dichas condiciones son dignas de resaltar pero en la práctica no se
cumplieron, sus reformas son ejemplo de una bien jurídica forma de trato al
trabajador, pero eran diferentes los tiempos donde no se sabían de leyes ni
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de derechos a quien exigirlos, o si se sabían no había forma de ser
escuchado.
3.2.2: Las ordenanzas del Conde de Santisteban
Este virrey también puso orden en los obrajes, donde los indios eran
sometidos a castigos y se les alimentaba mal, trabajando sin descanso para
al final engañarlos al momento de pagarles sus jornales. Era un trato peor
que el de las mitas mineras,
Las nuevas ordenanzas se dieron el 21 de septiembre de 1660. Incluían
nueve ordenanzas, las cuales incluían conceptos de las ordenanzas dadas por
Toledo, solo algunas son:
- Ordenanza iii: Los indios que se repartan sean en la sierra de la
sétima parte: en los valles de la sexta y en Quito de la quinta
hecha la cuota por última visita.
- Ordenanza v: Que se truequen los indios cada seis meses para
que se hagan dos reparticiones al año.
- Ordenanza vii: Horas que has de trabajar los indios cada día en
invierno y en verano. Desde las siete de la mañana hasta las doce
del día y desde las dos de la tarde hasta las seis en verano, en
invierno hasta las cinco.
- Ordenanza xxvii: Que no trabajen en los obrajes negros,
mestizos, ni zambos, mezclado con los indios. Por el daño que
resulta esta compañía a los indios, por ser de humilde condición
y se dejarse recargar el trabajo por aquellos.
Si bien es cierto que la corona estaba de acuerdo con los obrajes en sus
colonias en un principio, fueron las circunstancias las que no hicieron que
se cumplan tales disposiciones, “la ley se acepta, pero no se cumple”. Fueron
varios virreyes los que contradijeron esas órdenes, Toledo, Velasco,
Santisteban. Hacen “verla conveniencia de tener obrajes, pues los indios al
trabajar en ellos aseguraban el pago de sus tasas tributos” (Villaverde
Retamozo, 2002, pág. 68).
Nuevas ordenanzas que solo quedaron en palabras, en realidad si se
hubiese querido hacer algo se hubiese que tenido que cambiar todo el
sistema y aun así poner a custodiosos de estas ordenanzas, quizás había
ambigüedad en el comportamiento de los virreyes y autoridades, pero acabar
con esta explotación hubiera implicado en otros términos suprimir la mita,
lo que iba en contra los intereses reales. (Silva Santisteban, 1964, pág. 89)
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3.3: Obrajes de la chimba
3.3.1. Ubicación:
De cada una de las partes en especial los puntos geográficos tales como
Arequipa, La Chimba, Socabaya, Paucarpata, Characato, Chiguato, etc. Se
ocupa de cada uno de los pueblos que habitaron la región y las posibles rutas
de penetración desde las zonas altas; de los encomenderos y las
encomiendas, donde los encomenderos sucediéndose en el dominio desde el
primer reparto:
Gonzalo Pizarro; Miguel Cornejo, padre e hijo del mismo nombre, que
compartieron los beneficios de los Yanque-collaguas.
Alonso Rodríguez Picado, el padre poeta y el hijo general también del
mismo nombre, que compartieron con Marcos Retamozo y Francisco
Hernández Retamozo, padre e hijo, la encomienda de los Lari-
Collaguas.
Cristóbal Pérez y su hijo Juan de Arves que detentaron como
encomienda el enclave de los Kootis de la cuenca del Colea.
Es así como a los indígenas esclavos se les daba enseñanza, Muños pide en
dos meses y medio se le de lo necesario para hacer las obras, y si en ese
tiempo acordado los indios y negros no aprenden, se obliga a permanecer
seis meses más hasta que hagan las dichas obras de la manera como él las
sabe hacer, y que se le dé un tercio de todas las obras hechas en ese tiempo.
Se utilizaron ocho botijas de aceite para tratar los paños y bayetes, seis libras
de jabón para cada paño entero, cuatro libras de jabón para cada pila de
bayetas blancas, cuatro arrobas de magno de Tucuman, ciaje , alumbre
,greda, seis fanegas de tara, dos arrobas de alcaparrosa, doce cestos de flor
de contra yerba, cestos de algodón, seis arrobas de chapina.
Con todos estos elementos se podía producir telas ya que se contaba con
infraestructura, materia prima, un mayordomo encargado de dirigir el
trabajo en el obraje, y la utilización de mano de obra que fue indispensable
para activar la producción, la cual en su mayoría era indígenas contando el
apoyo de algunos negros y esclavos.
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3.4. División del trabajo obrajero
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El Dr.Malaga indica también la presencia de un apuntador encargado de
anotar los días de trabajo y un recogedor de tareas. La presencia de los
negros a quienes por lo general se les trataba de especializar en la labor de
teñido de ropa.
Según las ordenanzas, la jornada de trabajo debía ser de 7 a 12m y de 2 a 6
pm. En verano o de 2 a 5 en invierno debiendo realizarse el laboreo de 20
onzas. La duración de la mita, en tiempos de Toledo era de un año, luego
disminuyo a seis meses.
Mientras que el trabajo en la Chimba, los indios debían realizar solo lo que
se les asignaba al día, si terminaban antes de tiempo, no se les debía asignar
más labor.
Los salarios que percibían los operarios era de 35 pesos anuales además: los
indios hilares por día percibían medio tomín .Otros indios percibían por día
1 tomín.
3.5: Producción del obraje
A pesar de que el nacimiento textil obrajero americano estuvo marcado por
el estigma de producir solo telas burdas, los obrajes pasaron a constituir un
sector muy importante y excepcional de la economía colonial. Por su
calidad, la producción textil fue dejando atrás esa mácula y, a diferencia de
la minería que estuvo volcada principalmente hacia las plazas
metropolitanas, se destinó a los mercados locales o interregionales,
especialmente mineros. El destino de su producción distanció a los obrajes
de algunos sectores agrícolas y ganaderos dedicados a la economía de
subsistencia o a abastecer al pueblo o ciudad circunvecina. Mientras que las
necesidades de factores de producción de los obrajes, al lado de sus alcances
mercantiles y el servicio que le prestaron a la estructura social dominante,
los convirtieron en verdaderos pilares de la economía regional colonial.
En los obrajes del sur andino y en los sectores agrícolas, la crisis de los centros
mineros no ocasionó una larga onda descendente en los precios ni un
descenso en la producción textil, sino todo lo contrario: reactivó y alentó la
producción de las decaídas manufacturas de los años treinta del siglo XVII.
Asimismo, elevó los precios del sector textil exportador, lo que generó
elevadísimas ganancias a sus promotores.
Los últimos años del siglo XVII y los primeros años del siglo XVIII
marcaron la consolidación y el triunfo del sistema colonial. Entonces, se
produjo un total acomodo al interior de las haciendas, estancias, trapiches y
obrajes. La élite económica recapturó el poder político de los cabildos,
corregimientos y otras instancias y buscaron, como los encomenderos en el
pasado, la unión de sus familias a través de matrimonios de conveniencia y
engalanar la ciudad, desde donde dirigían sus empresas a través de sus
mayordomos.
Ese proceso de acumulación que se produjo año tras año llevó a los obrajes
a incrementar sus bienes de capital y, consecuentemente, les facilitó el
aumento de su producción y de sus ganancias debido a una mayor
apropiación porcentual del trabajo directo de los yanas que les pertenecía
por delegación de la Corona y al incremento del precio de sus productos
como también al cuidado que ponían en fabricar telas de mejor calidad,
imitando con total acierto pañetes y bayetas euro- peas; sin embargo, el
crecimiento económico no produjo el cambio de la estratificada estructura
mental y social, lo que afectó a la larga la expansión del mercado y trajo como
consecuencia una mayor dependencia de la Corona que, en una tercera
conquista de América, buscó cortar una vez más el crecimiento de la
economía hispanoamericana.
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Sin embargo, nosotros consideramos que ninguna crisis logra paralizar por
completo la producción o las inversiones al interior de una región;
contrariamente, estas siguen realizándose, aunque dentro de sus propias y
entendibles limitaciones. Así tenemos que, la manera tradicional de enfrentar
los conocidos riesgos o la ausencia de grandes capitales, necesarios a la hora
de iniciar una lucrativa empresa, está relacionada con la formación de
sociedades o compañías, tanto colectivas, como por acciones. En ese sentido,
los protocolos notariales ubicados en archivos de la localidad presentan
abundante información sobre tales sociedades, cuyos orígenes se remontan
hasta los primeros años de fundación de la ciudad.
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CONCLUSIÓN
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BIBLIOGRAFIA
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Historia, 54-90.
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