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Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa

Facultad de Ciencias Histórico Sociales


Escuela Profesional de Historia

TEMA: Obraje en el Perú


PRESENTADO POR: Almonte Calapuja Mike Beltran
Bustamante Taffur Camila
Huyhua Neira Jose Manuel
Layme Huayhua Florencia
Portilla Yallercco Naida
Suana Solano Esther

CURSO: Historia Regional


DOCENTE: Rocio Villaverde Retamozo

Arequipa – 2018
1
INDICE
INTRODUCCIÓN .......................................................................................................3
1: LA PRODUCCIÓN TEXTIL EN LOS TIEMPOS PREHISPÁNICOS ............4
2: LA PRODUCCION TEXTIL EN LA COLONIA................................................7
2.1 la aparición del obraje en virreinato del Perú ............................................ 7
2.2 geografía de la distribución de los obrajes ................................................. 8
2.3: Materia prima: lana y otros insumos ...................................................... 10
2:4 ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO MANO DE OBRA Y SALARIO .... 14
2. 4.1: En los tiempos de su fundación y de su crisis inicial .......................... 14
2.4.2: En la época de crisis final ...................................................................... 15
2.4.3: Mano de obra .......................................................................................... 17
2.5 medios de transporte ............................................................................... 19
3: EL OBRAJE DE LA CHIMBA DE AREQUIPA Y SU VINCULACIN CN EL
CIRQUITO COMERCIAL. .................................................................................... 20
3.1: Los obrajes y su clasificación. ................................................................. 20
3.2: Ordenanzas sobre los obrajes. ................................................................ 21
3.2.1: Las ordenanzas de Toledo ..................................................................... 24
3.3: Obrajes de la chimba.............................................................................. 26
3.3.1. Ubicación ................................................................................................. 26
3.3.2. Instalación del obraje: ............................................................................ 26
3.3.3. La materia prima: .................................................................................. 30
3.4. División del trabajo obrajero .................................................................. 31
3.5: Producción del obraje ............................................................................ 32
4.6.-Ayer y hoy en la industria textil.............................................................. 35
CONCLUSIÓN ......................................................................................................... 37
BIBLIOGRAFIA ...................................................................................................... 38

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INTRODUCCIÓN

La producción manufacturera en el Perú colonial estaba centrado en la


producción textil pero el resto de actividades exige mayor acercamiento,
enfoque y énfasis como los oficios del bosque, la cestería, la fabricación de
escobas, los oficios de la construcción, los oficios ligados al mundo de la moda
como la fabricación de vestidos y ropas, los oficios ligados a la decoración como
la fabricación de baúles, muebles, pinturas entre otros.

La historia y el presente del Perú están íntimamente ligados al tejido. El


entendimiento y desarrollo del tejido durante el período colonial nos exige situar
su dinámica en relación con los tiempos precedentes, como en el largo tiempo
de vida del propio periodo colonial. La visión del pasado en el largo tiempo no
ha permitido establecer los ciclos y circuitos económicos por los que atravesó
el sector textil en Hispanoamérica, en relación con la sociedad históricamente
constituida, con otros sectores económicos
.
La vida de la manufactura textil en el período colonial estuvo ligada a la historia
prehispánica y a la sociedad colonial que se estructuró en el Perú, así como a la
política colonial trazada por la península ibérica. La estructura social nos plantea
la necesidad de estudiar la dinámica que se conjugaron con los intereses del
estado español, el desarrollo social y la circulación de mercaderías, tanto en el
mercado interno como en el externo.

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1: LA PRODUCCIÓN TEXTIL EN LOS TIEMPOS PREHISPÁNICOS

Desde tiempos remotos los seres humanos han buscado satisface sus
necesidades básicas. Entre estas necesidades destaca el vestido aunado con la
creación de los medios de producción para la elaboración del dicho material
textil. A través de la historia, los países centrales han desarrollado habilidades
y técnicas creadoras de mayor productividad en la industria textil y la
confección. “El tejido nació cuando los habitantes de la caverna de Guitarrero
por los 8000 a. C. descubrieron que, con la torsión de fibras vegetales, podían
confeccionar cordeles y canastas útiles para el depósito y transporte de los
frutos que lograban arrancarle a la tierra. Hacia los 3000 a. C., cuando los
hombres ocuparon los valles para obtener sus alimentos y la estructura social se
complejizó con el crecimiento demográfico, la creación cultural se agilizó al
servicio de los centros ceremoniales, en torno a los cuales se organizaba la vida.”
(Salas, Miriam. 2009 pg. 450)
La artesanía más destacada del período prehispánico fue el tejido, que surgió en
paralelo con la domesticación del algodón hacia los 2500 a. C. En los andes la
texteleria desempeño un papel muy importante y especial que iba mucho más
allá de su uso meramente utilitario y ornamental. La importancia que se le
otorgo a los textiles no fue únicamente económica sino también ritual. En la
diversas ocasiones importantes jugaron un rol especial tanto en lo político,
militar, social y religión. Ningún acontecimiento estaba completo sin la
presencia de los tejidos. En el Perú Antiguo, “la textilería fue uno de los más
fértiles y florecientes ejercicios culturales. Usaron una gran variedad de tintes
vegetales y minerales, así como fibras textiles, tales como el algodón nativo, de
calidades y tonalidades diferentes, pelo fino o grueso de vicuña, alpaca o llama,
cabellos humanos, plumajes e hilos de metal, entre otros.” (Salas, Miriam. 2009
pg. 450)
Los pueblos anteriores a los incas habían logrado una extraordinaria calidad
artística en sus. “Los tejedores chavín en el Primer Horizonte; los paracas,
mochica, nazca y chancay en el Período Temprano; los tiahuanaco y wari en el
Horizonte Medio; y los inca en el Horizonte Tardío, esto es, en un amplio
espectro temporal que abarca de los 500 a. C. al 1532 d. C., se valieron de
rudimentarios telares de tipo vertical, horizontal y de faja o cintura para elaborar
una gran variedad de tejidos. Un ejemplo de ellos son los gobelinos, tapices,

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brocados, gasas, encajes, calados, bordados, telas pintadas y otras recubiertas
con plumas multicolores” (Salas, Miriam. 2009 pg. 450)
En el Tawantinsuyu la mita textil tuvo una importancia casi igual a la del trabajo
agrícola debido a que el tejido, como en todas las culturas que lo antecedieron,
estuvo vinculado a actividades religiosas y políticas y sirvió para remarcar el
estatus social. El unco, especie de camiseta de lana o algodón que cubría el torso
masculino hasta las rodillas, y el acsu, prenda femenina que iba hasta el
empeine, se confeccionaban para el pueblo con la basta “ahuasca” y para el Inca
y la nobleza con ropa de “cumbi”, con el propósito de marcar el estatus. Los
tejidos se obsequiaban, igualmente, en los momentos más importantes del ciclo
vital, se ofrendaban en los rituales, se quemaban en sacrificios con fines mágico-
religiosos y se colgaban en las paredes de palacios y templos y en las andas de
los incas y nobles.
La calidad artística de las culturas anteriores al inca no llego hacer igualada
durante el periodo incaico. “los incas no alcanzaron en su calidad textil a las
culturas anteriores a ella, más bien una manifestación de la producción, que no
llego a significar una baja en los estándares tecnológicos, asimismo la calidad y
el valor simbólico de los tejidos se mantuvo” (Vergara, Teresa. 1991, pg. 150).
En los ajuares funerarios y en las ofrendas hechas a las divinidades los textiles
continuaron siendo importantes.
Los incas emplearon los textiles para la redistribución, especialmente los tejidos
de lana, aunque en algunos casos usaron textiles de algodón. “en el siglo XVI
los textiles andinos básicamente eran de dos tipos: de abasca y de cumbi”
(Valcárcel, Luis E. 2012, pg. 242)
Los tejidos de la cumbi eran los más apreciados y por ello de mayor uso ritual.
Los fabricaban con la lana más fina, a la que tenían dándole los mismos colores
que el algodón. Elaboraban los textiles en telares especiales que les permitía
conseguir una trama uniforme y tupida que llamo la atención de los españoles.
Algunas veces utilizabam hebras de oro y plata y en otros casos les colocaban
adornos como plumas y cuentas de concha, en un afán de darles mayor realce.
“los tejidos con adornos de pluma parecen haber estado especialmente asociados
con las actividades militares” (Vergara, Teresa. 1991, pg. 150).
La ropa del inca, de los curacas y en general de la elite era fabricada con tela de
cumbi, mientras que la gente del común estaba impedida de confeccionar con
ella sus vestidos. Los encargados de fabricar este tipo de textiles eran los

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cumbicamayoc, especialistas que se dedicaban a esta labor a tiempo completa,
por lo que se encontraban exonerados de cumplir con otras obligaciones. Eran
por lo general hombres, aunque también las mamaconas solían tejer cumbi.
Los cronistas relievaron su suavidad e incluso lo comparaban con los textiles
europeos más finos, tomando partido a veces por los andinos. “Los cronistas
europeos, plantearon comparaciones entre los tejidos nativos y los europeos,
resaltan la belleza de lo andino. Entre estos cronistas esta Pedro Pizarro que para
el cumbi era tan maravillosamente suave como la seda, de colores vivos y cuya
belleza se buscaba resaltar con aplicaciones de plumas y chaperías de oro o
plata. 18 años después de la invasión, Cieza de León lamentaba la pérdida de
este tesoro artesanal, aunque su parecer no fuese del todo cierto, porque en las
ferias del Perú profundo se pueden encontrar aún hoy hermosos ejemplares que
guardan esa tradición en su elaboración. Y las telas elaboradas bajo la batuta de
los españoles dejaron atrás totalmente el diseño andino, se hicieron
monocromáticas, pero no perdieron el cuidado en la torsión de los hilos ni en
el teñido que los dueños de obrajes rescataron por su excelencia” (Salas,
Miriam. 2009 pg. 450). Es muy posible que la fabricación del cumbi estuviera
acompañada de un contexto ritual específico.
La ropa de abasca era tejida de la lana más corriente procedente de las llamas y
con ella se vestía la gente plebeya. Por el general no la tenían sino que la dejaban
del mismo color de lana. Era más bien era producto hogareño y por lo tanto
menos especializado y de menor difusión.
Teresa Vergara cita en su libro “Bernabé Cobo menciona la existencia de hasta
cinco tipos de textiles en el Tahuantinsuyo. Había en primer lugar de los textiles
de abasca a los que define como “ropa y tejido de lana: basta y grosera”;
menciona luego los tejidos de cumbi de los que dice son las más finas y
delicadas; en tercer lugar alude a los textiles que llevaban plumas de colores
entretejidas y asentadas sobre cumbi; en cuarto lugar habla de una especie de
tela de plata bordad con chaquiras; y por último, menciona una tela muy basta
y gruesa que sirve de alfombra y frazada” (Vergara, Teresa. 1991, pg. 151).
Las principales fibras que se hilaban y tejían eran el algodón en las tierras bajas
y la lana de los camélidos de la sierra. En algunas ocasiones el inca y la elite
utilizaron también el pelo de la vizcacha y el vello de murciélago para la
fabricación de sus mantas. Las fibras de algodón además de servir para el
vestido, se utilizaban para telas y colchones. La principal proveedora era la
alpaca, cuyo vellón es largo y rico. La lana de la lama es apera y rala, por lo
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tanto era empleada sobre todo para la confección de cuerdas. La lana más fina
provenía de la vicuña, especie que fue siempre escasa, por lo que se supone que
su lana solo se utilizaba para los vestidos de los incas y de aquellos a quienes se
les concedía tal privilegio como una muestra de favor soberano.
En cuanto a los tintes, la mayoría de los tintes eran de origen vegetal, extraídos
de flores y hierbas. “el tinte negro para el algodón se obtenía de la savia de un
árbol. Los tintes rojos eran también en su mayor parte de origen vegetal, pero
también como el famoso ychima era subproducto del benéfico del azogue”
(Vergara, Teresa. 1991, pg. 151).
Los textiles en la época prehispánica jugaron un papel muy importante en los
acontecimientos de la vida y en todos los momentos del ciclo vital.

2: LA PRODUCCION TEXTIL EN LA COLONIA

2.1 la aparición del obraje en virreinato del Perú

Dentro de esta coyuntura, en el virreinato del Perú que abarcaba desde


Panamá hasta el Cabo de Hornos, surgieron talleres textiles en las ciudades; y
en el campo, se fundaron lo que nosotros concebimos como verdaderos obrajes,
sin que ello significase libertad económica plena para la región. En las colonias
hispanoamericanas, estaba expresamente prohibido y estrictamente controlado
el tráfico de metales preciosos, el ingreso y salida de mercaderías y el
movimiento de los mercados.
Durante el período colonial existieron obrajes de pólvora, cabuyas, pitas,
sombreros, vidrios, lozas y otros. Al hablar del sector manufacturero de la
economía colonial, fuera de las tejeduras de carácter doméstico y artesanal,
nos estamos refiriendo al obraje que era su unidad productiva básica.
Sabemos que los más numerosos y representativos de la época fueron los
textileros que, precisamente, son los que nos interesan en esta ocasión, por
su producción de sayales, cordellates, bayetas, pañetes y frazadas; tejidos que,
a diferencia de los prehispánicos, se caracterizaban por su superficie lisa y
por la sencillez en el tramado.

Cada tipo de tejido se distinguía del otro por el grosor y la torsión del hilado y
no por el tejido de la trama con la urdimbre. De allí que, con los europeos,
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quedó atrás la excelsitud tecnológica textil alcanzada por los antiguos
peruanos en el hi- lado, teñido y multiplicidad de tramados y diseños. Las
razones de este olvido no han sido esclarecidas a plenitud, pues no se sabe a
ciencia cierta si ello obedeció a una sobrevalorización cultural del
conquistador, a un gusto diferente al diseño nativo o a razones de carácter
político y social, con el propósito de evitar diferenciaciones en el lucimiento
de vestidos que recordaran viejos tiempos y grandezas.

2.2 geografía de la distribución de los obrajes

En el Perú colonial, la expansión de la actividad textil obrajera se debió a la


magnificencia en el arte del tejido de sus pobladores, a la abundancia de
algodón, pelo de camélido, cabuya, maguey, así como a la rápida adaptación
a estas tierras de las ovejas, cáñamo, lino, añil, etc.

Muchas veces se fundaron obrajes en zonas altamente ganaderas ubicadas


en las punas sobre los 4,000 msnm, para aprovechar racionalmente el recurso
lanero; sin embargo, en el área andina, la mayoría de obrajes se ubicó
principalmente en la región quechua a 3,300 msnm, por muchas razones.
En primer lugar, porque esa zona era más templada que la puna y poseía
más recursos, incluidos los ganaderos. En segundo lugar, porque esta región
estaba densamente poblada a ambos lados del hemisferio por gente que
dominaba el arte textil, con el que desde un principio se les obligó a pagar
parte del tributo. En tercer lugar, porque corrían caídas de agua por la
accidentada quechua, que abastecían todas las actividades fabriles y movían
las pesadas ruedas de piedra del batán, con el que debía contar todo obraje
que se preciase. En cuarto lugar, porque los productos de sus tierras que
incluyeron frutos de diferentes pisos ecológicos, en especial trigo y cebada,
sirvieron para enviar a rescatar, a cambio de ellos, lanas en las punas frías;
y, lue- go, con el auge textil desde mediados del siglo XVII, se emplearon
para alimentar a los yanaconas, cuando la gran exigencia de lanas obligó
a comprarlas en los enormes bolsones laneros de las punas altoandinas.

Por los condicionamientos geográficos, los obrajes se configuraron como


unidades de producción de tipo mixto. En ellos, se combinó la agricultura
con la ganadería al servicio de la manufactura textil y se hizo uso de la
excelencia textil de los habitantes de los Andes, a quienes desde un principio
se les obligó a pagar parte del tributo con tejidos.

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El funcionamiento productivo de los obrajes y las limitaciones ganaderas de
la región quechua, exigieron una división del trabajo de carácter espacial que
tuvo en cuenta las características geográficas de cada región, las necesidades
de insumos productivos y de consumo de la producción textil. Pese a que su
nacimiento estuvo marcado por el estigma de producir solo telas burdas, los
obrajes constituyeron un importante sector de la economía regional colonial.
Sus necesidades de insumos y de trabajadores y el servicio que prestaron los
convirtió en pilares principales de la economía regional de la época, mientras
que su producción se destinó a los merca- dos locales e interregionales,
principalmente, mineros en busca de metálico.

Los obrajes se difunden principalmente en las zonas laneras por consiguiente en


la sierrasiendo los principales focos: la sierra central, Cajamarca, Cusco, Puno,
Huaylas, Arequipa. Tambien se dan obrajes para tejidos de algodón y ellos
funcionaran preferentemente en zonas costeras productoras de esta materia
prima como Lima, Arequipa, chincha.

El sur producía tejidos en los obrajes y obrajillos de Cuzco y Puno. o El circuito


comercial estaba animado por el crecimiento de la producción minera
especialmente en Potosi y en Caylloma Arequipa era entonces simplemente un
ramal en la gran ruta que vinculaba a todo el sur andino y que tenía como uno
de sus centros mas importantes al Cuzco. Esta relacion de Arequipa con el sur
se remontaba a los tiempos mismos en que se fundó la ciudad.

A partir de 1780 &n la crisis minera, la decadencia de los obrajes, la mina de


muchas haciendas, los levantamientos campesinos, las luchas políticas que
precedieron a la independencia y los inicios del libre comercio, se descompone
el circuito comercial de la colonia6, Esta descomposición proseguirá hasta 1830.
En 1830 se comienza a reorganizar el espacio regional, pero esta vez en torno a
la producción y exportación de lanas, quinina, oro y plata La ruta interandina es
sustituida por otra que vincula los andes del sur con la costa, Se establece el
puerto de Islay. Las exportaciones laneras siguieron una tendencia ascendente a
lo largo del siglo hasta llegar a constituirse en el producto distintivo de la región,
En la conformacion de este nuevo circuito comercial fue decisivo el
establecimiento de casas comerciales inglesas y secundariamente francesas y
alemanas, en la ciudad de Arequipa, En 1821 se establecio la casa Braillmd
(francesa), Pocos años después la casa Gibbs (inglesa). Entre 1830 y 1870 se
constituyen nuevas casas comerciales como Forga, Stafford, Gibson, Fletcher. .
, Las casas mencionadas siguieron operando en el período que estudiamos. En
total se crean mas de doce grandes casas comerciales. Arequipa comienza a ser
la principal plaza comercial de la región, ocupando el lugar que antes había
tenido Cuzco,
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El comercio lanero permitio la reanudación de los lazos entre el sur peruano y
Bolivia, dado que por Islay se exportaban también mercaderias de ese país, El
acopio de lanas se realizaba en ferias campesinas, siendo Vilque (Puno) la más
importante A la feria de Vilque llegaban también productos procedentes del
altiplano boliviano e incluso de la Argentina7 El principal mercado de lanas era
Inglaterra, Este pais continuara siendo el principal mercado de la lana sureña
durante el siglo XIX y durante los primeros decenios de este siglo. Todavia en
1928, 67010 de la lana exportada por el puerto de Mollendo estaba destinada a
Gran Bretaña, Antes, en 1923, había llegado a 82.9010. Conviene recordar que
el capital británico operó basicamente como capital comercial y no se preocupó
significativamente por la inversión productiva, salvo algunas empresas mineras
que a fiies del siglo pasado se establecieron en la región.

"Hablar del siglo XIX en el Perú es basicarnente hablar del guano e Inglaterra",
afirma Heraclio Bonilla8. La presencia inglesa es indiscutible en el sur, pero no
se produce, en cambio, el impacto decisivo que tuvo el comercio guanero para
la costa norte y centralg. El lugar del guano es ocupado en el sur por las lanas.
Todo lo cual nos permite indicar que durante el siglo XIX la región mantuvo su
desarrollo relativamente autónomo en relación al conjunto del país. La
hegemonía de la ciudad de Arequipa sobre el sur, que se gesta desde 1830, se
define con mayor claridad a partir de la construcción del ferrocarril.

Facilitando los intercambios, el ferrocarril permitió hacer mas efectiya la acción


de las casas comerciales. En 1872 el ferrocarril ya unía a Arequipa con el nuevo
puerto de ~ollendol~. Para entonces las lanas ocupaban el primer lugar en el
cuadro de las exportaciones sureñas. A partir de 1870, en la composición de las
exportaciones laneras se produce el desplazamiento de la lana de ovino en favor
de la lana de auquénido. La lana de auquénido llegó a constituir 58010 de las
exportaciones laneras en 1923. En 1930 conformó 800/0. Conviene indicar que
la lana de auquénido era producda en un volumen significativo por las
comunidades campesinas. No habiendo ocurrido una mejora sustancial en la
crianza del ganado campesino, el fenómeno puede explicarse por los cambios
ocumdos en los sistemas de recoleccion de lana y por la expansion del capital
comercial en la región

2.3: Materia prima: lana y otros insumos

En el siglo XVI, la lana fue la principal materia prima de la manufactura


textil. En el Perú abundaba el pelo de camélido; por ello, los primeros tejidos
coloniales se hicieron con esta fibra, aunque los españoles estaban más
acostumbrados a los te- jidos elaborados con lana de ovino. A los cuatro o
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seis años de la Conquista, el capitán Salamanca introdujo, por primera vez,
ovejas en el Perú. Según el padre José de Acosta en su obra Historia natural
y moral de las Indias, en los primeros años la lana no se aprovechaba hasta
que se fundaron los primeros obrajes.

Los encomenderos introdujeron, rápidamente, todas las especies animales


domesticadas por ellos. En la costa y en la sierra pronto se multiplicaron
hatos de vacas, toros, cabras, puercos, caballos y yeguas. En la sierra,
además, tanto en la región quechua como en la puna, los hatos de ovejas
fueron desplazando y arrin- conando a las manadas de auquénidos de su
hábitat natural, aunque los propios encomenderos gustaron de tener rebaños
de este tipo de animales.

A través del Cabildo, la mayoría de encomenderos consiguió mercedes de


tie- rras en diferentes pisos ecológicos. Uno de los grandes objetivos de este
grupo fue ubicar lugares apropiados por el clima y por la presencia de
pastos, para criar grandes rebaños de ganado mayor y menor, con el fin de
obtener recursos necesa- rios para su alimentación, vestido y los bienes útiles
para el comercio interior.

Antonio de Oré, encomendero de los hanan chillques de Vilcashuamán, en


Huamanga, tenía ganado lanar, caprino, auquénido y caballar en sus
haciendas de Chincheros, Yucay y Chupis, mientras que mandaba a pastar
parte de su ganado a Cayara, cuyos habitantes estaban sujetos a él en
encomienda. Florencia de Mora, como heredera de su esposo, el encomendero
Juan de Sandoval, poseía además del ingenio de Chicama, las estancias de
Yagón, Chuchón y Chapaday, en términos de Otuzco.

La crianza de ovejas fue adoptada pronto por los indígenas, quienes pasaron
a poseer hatos comunales y de propiedad individual, como en el caso de los
kurakas y algunos viejos. Según la segunda visita del arzobispo Mogrovejo,
estos hatos eran atendidos por los propietarios y por pastores indios, a quienes
no se les pagaba sala- rio alguno, a diferencia de los pastores que trabajaban
para los españoles.

Los propietarios de obrajes buscaron la autosuficiencia en materia lanar,


de allí que se convirtieran en exitosos estancieros, al punto de permitirse la
donación de cabezas de ovejas hembras de Castilla a los conventos que
se fundaron. En 1568, Antonio de Oré donó al Convento de Santa Clara,
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donde ingresaron cinco de sus hijas, 500 ovejas hembras de Castilla. A pesar
de ello, la demanda de lana de los obrajes era mayor a la producción lanar
de sus estancias. Fue excepcional el caso de Garcí Barba, propietario de un
obraje en San Sebastián de Huaraz, donde trabajaban 70 muchachos y
tributarios en 5 telares y 50 tornos para fabricar piezas de cordellates y
sayales, quien poseía una estancia con 20,000 cabezas de ovejas en términos
del propio Huaraz. Aunque la mayoría de propietarios de obrajes ubi- cados
en la región quechua tuvo estancias, en la medida en que la producción de
tejidos crecía en sus obrajes, debieron recurrir a los grandes bolsones laneros
ubi- cados en la puna para completar su necesidad de fibra.

Como una respuesta racional frente a las perspectivas que les ofrecía el medio-
ambiente, los dueños de obrajes y luego sus arrendatarios optaron por
enviar arrieros a las frías regiones altoandinas ricas en lanas, cuyas llamas
marchaban con sus arpilleras cargadas con cereales, tales como el trigo y el
maíz en grano o harina que producían en las abrigadas tierras anexas a sus
obrajes, para trocarlas por fibra. Huamanga, Parinacochas, Lucanas,
Huancavelica, Cangallo y Castro- virreyna se convirtieron en regiones
abastecedoras de lana de los obrajes vilcas- huamanguinos ubicados en la
región quechua. Las comunidades indígenas de las punas se sumaron
rápidamente al trueque de productos altoandinos por los de la región
quechua, debido a que esta práctica era común en el Incario. A través de
este tipo de tráfico procuraron satisfacer sus necesidades de productos
alimenti- cios, mientras que los españoles buscaron los insumos necesarios
para su produc- ción eminentemente mercantilista.

En Huamachuco, Huaylas, Santa y Conchucos, donde se instalaron numero-


sos obrajes, también existieron innumerables estancias de ganado lanar.
Toribio de Mogrovejo lo comprobó en la visita que realizó a los lugares
arriba señalados. En el cuadro que sigue, recogemos la información
brindada por el Arzobispo, aunque se ha dejado de lado los datos de
Huamachuco por razones de espacio.

La información del Arzobispo nos adelanta en el tiempo hasta finales del


si- glo XVI, cuando vemos que la propiedad de estancias ya es múltiple. Estas
podían pertenecerle a los propietarios de obrajes, a encomenderos, a
españoles en gene- ral, a la Iglesia, comunidades, kurakas, mujeres indígenas
y demás.

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Si bien el principal insumo de la producción textil era la lana, la demanda
de otros insumos era muy variada. Estos recursos no siempre se encontraban
en los alrededores de los obrajes, por lo que era preciso realizar largos
viajes para ubicarlos. En el caso del obraje de Chincheros de Vilcashuamán
de propiedad de la familia Oré, cuando los trabajadores necesitaban madera
para hacer leña, vigas, el eje del batán, tornos, telares, husos, urdideras o
cardas, debían ir a buscarlos a Tiquigua, Hualla, Pacomarca, Vilcancho y
Yucay, porque no los conseguían en el lugar.
En la mayor parte de los casos la transformación de estos recursos y otros, en
los instrumentos necesarios para la confeccion de las telas, como: batan, tornos,
telares y cardas, corria a cargo de los indios arteanos especialmente contratados
para ejecutar tales obras; pero a quienes pocas veces se le pagaba.
De Europa solo se traían los insumos que requerían de gran técnica de
elaboración como el hierro necesario para la confeccion de cardas, clavos,
herramientas y otros implementos.
Los insumos y herramientas importado llegaban de Lima via Huamanga en
recuas dirigidas por comerciantes o en su defecto los promotores encargaban su
compra en Europadirectamente a un familiar.
Asi a Francisco Ore con ocasión de un viaje a ese continente, como
representante del cabildo, se le entrego 200 pesos de oro para que adquiriera allí
diferentes piezas para el obraje de Chincheros. Aunque este tipo de inversión no
fue entonces muy usual pues sus dueños y arrendatarios esperaban obtener de
los obrajes lo máximo con el minimo desembolso en su proceso productivo
trasladando a las comunidades indígenas sujetas a sus obrajes esas necesidades
mientras ellos invertían las rentas del obraje y otras en gastos sociales y
religiosos.
Durante los primeros años de vida de los obrajes, las telas salidas de sus telares
casi no se teñian o se teñian monocromáticamente con tara. El teñido era una de
las etapas mas caras del proceso textil debido a su gran demanda de insumos, en
este proceso intervenían enejebes, tintes, cenizas y tinacos de cerámica o cobre.
Los pueblos de indios asentados en los alrededores de los obrajes eran sus
abastecedores de enjebes. Estas ssutancias que servían para que los tintes se
agarren con firmeza a las telas se conocían con el nombre de colpas blancas y
negras.

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La producción textil indígena tiene que adaptarse a las nuevas confecciones,
mantiene sus materias de confeccion que se ven enriquecidos por la llegada del
ganado lanar, también las costumbres de hilar con pushkas se mantiene al igual
que los telares indígenas que son capaces de tejer telas largas.
Todas las técnicas indígenas se mantienen incluida la gasa que siglos después
solo se conservara en Ecuador. Se aprende a fabricar la técnica paño pero no
habrá terciopelo por falta de la seda, se hicieron probablemente ensayos con
lana de alpaca pero no perfeccionaron la técnica.

2:4 ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO MANO DE OBRA Y SALARIO

2. 4.1: En los tiempos de su fundación y de su crisis inicial


La fuerza laboral de sus obrajes que fundaron quedo constituida
esencialmente por indios de sus encomiendas, quienes además de trabajar en
sus talleres contribuyeron con insumos de su producción y corrieron con su
propia alimentación durante su permanencia en el obraje.

Mayordomos y kurakas

La función de los mayordomos es velar por el desarrollo o crecimiento


normal de la producción, pago del tributo, verificar la asistencia de los indios
a los talleres y por la expedición de cedulas a nombre de los operarios como
cargo de su trabajo
Auxiliares
 Quipucamayos
Los mayordomos al no poder controlar todo el proceso productivo se
valieron de ayudantes, los quipucamayos se encargaron de apuntar el
número de tareas que realizaba cada indio en su quipu, también tenían
su labor de buscar indios para el obraje convirtiéndose en una especie
de ¨“enganchador “.
 Alguaciles y Regidores
Se encargaban de las labores de policía al interior de los obrajes y
fuera de ellos.
En los años del auge
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 Administrador
La cabeza administrativa en los obrajes del siglo XVI
después del dueño era el mayordomo indígena quien dejo de
serlo definitivamente en las primeras décadas del siglo XVII
para dar paso a un administrador
Estaba repleto de una multiplicidad de tareas entre las
cuales;
 Debían mantener al día al dueño o institución
propietaria sobre la marcha de su obraje mediante
informes personales.
 Decepcionar, contabilizar, vigilar su almacenamiento
y encargarse de su pago si eran de procedencia
regional.
 Mantener un especial cuidado para evitar
sustracciones furtivas de los almacenes del obraje.
 Determinar la técnica textil o agrícola a utilizar ,
establecer los volúmenes de producción y la gama de
telas a fabricar y salida delas piezas de los talleres a
los almacenes y mercados para su venta
 La comercialización de las telas era organizada y
supervisada por el administrador a nivel local y ferias.
 Con ayuda de un escribiente elaboraba los libros
diarios de insumos de consumo. arrieros, entradas y
salidas de ropa, etc.
 Someter sus libros de cuentas al control de los
visitadores. enviados por los dueños del obraje
 Auxiliars del Administrador
En el desarrollo de los obrajes posterior a 1650, luego del
administrador venían el mayordomo, su ayudante, un herrero,
un cocinero, un portero y un despertero.

2.4.2: En la época de crisis final


El administrador
Los españoles y criollos de cierta influencia buscaron cargos
administrativos en la oficina de Temporalidades ya que las
15
oportunidades de trabajo eran escasas dentro de la organización
económica social , una vez nombrados debían tomar
previamente clases de quechua , con los oficiales antiguos del
obraje que los instruían también en el manejo de la empresa .
“Los administradores debían ruralizarse, indianizarse, y
despojarse de costumbres citadinas” (Coloma M. S., Estructura
colonial del poder español en el Perú, Huamanga (Ayacucho) a
traves de sus obrajes siglo XVI, 1998), dadas estas exigencias
muchos administradores como Carlos Rodríguez Carvallo
decidieron renunciar ante la oficina de Temporalidades.
Auxiliares del administrador, plana administrativa, dentro de esta
plana se encontraban:
 Capilla del obraje, el cura, capellán, cantor arpista, sacristán,
 Obraje, administrador, mayordomo, ayudante del
mayordomo, portero de telares, tintorero, escribiente,
despensero y barbero, cirujano, carpintero, herrero, portero de
la puerta principal.
 Mayordomos: Era el brazo derecho del administrador de un
obraje, tenían la labor de enseñar a los nuevos a los nuevos
administradores el manejo del obraje y hasta los adiestraban
en la lengua quechua debido que cuando algún administrador
quisiese hacer innovaciones los mayordomos se resistiesen
porque creían que se debía respetar la “costumbre”.
 Auxiliares del mayordomo.
 El escribiente; tomaba nota de todo lo que el administrador le
ordenaba.
 Despensero o barbero; encargado de cuidar los almacenes y
de recortar las barbas y cabelleras que por lo general era un
español letrado.
 Cirujano; con Temporalidades desapareció por muerte de
Francisco Mardonis.
 Portero de telares; cumplía la función de portero principal del
crucero de este obraje y galpón de telares.
Oficiales estables del obraje:
 El maestro tintorero; en Caccamarca Marcos Mayas en
1776 fue considerado “maestro tintorero antiguo del
16
obraje” aparentemente un indio que sabía firmar según
(Coloma M. S., Estructura colonial del poder español en
el Perú, Huamanga (Ayacucho) a traves de sus obrajes
siglo XVI, 1998).
 Carpintero, cuya función era renovar o componer las
herramientas desgastadas, la maquinaria inutilizada o las
paredes vencidas, que de no ejecutarse paralizarían el
proceso productivo.
 Herrero, encargado de colocar los herrajes y clavos a las
mulas.
 Maestros alarifes; artesanos especialistas en construcción,
trabajo en metales, madera, rearar la infraestructura física
de los obrajes.
 Maestro fundidor, reparaba las piezas del batán y del
molino.

2.4.3: Mano de obra

En la historia de los obrajes, el manejo y el trato brindado a los operarios textiles


estuvo en relación directa a la concepción de vida de los dueños como a su
injerencia en la política regional y de la política de la corona con respecto a ella.
(Olivari, 2004).

Modalidades de trabajo
 Indios encomendados (obraje de Canarias) estos señores
mediante un conzierto con las autoridades nativas hicieron
que los runas levantasen los edificios de los primeros obrajes
luego las manos que producirán los tejidos lo cuas les basto
celebrar otro contrato con los kurakas.
 Indios de provisión o mitayos, (obraje de Chincheros) con la
llegada del virrey Toledo se organizó el sistema de la mita,
Toledo trato de controlar el funcionamiento de los obrajes y
velar por el buen trato a los trabajadores textiles y
reimplantando la autoridad delos corregidores de indios.
“A partir de los años setenta del siglo XVI, los encomenderos ya no
podían obligar a sus encomendados a asistirá sus obrajes” (Coloma

17
M. S., Estructura colonial del poder español en el Perú, Huamanga
(Ayacucho) a traves de sus obrajes siglo XVI, 1998)
Sin poder forzar a los indios de su encomienda Jerónimo de Ore de
los obrajes de Chincheros tuvo que conseguir autoridades virreinales
en la que se le asigne indios expresamente para el obraje recibiendo
así 80 muchachos para hilar, 25 indios viejos para cardar y 10
tributarios para tejer (Coloma M. s., 1979)
Según este sistema trajo ciertas desventajas como el tener que pagar
menos a los niños y viejos que a los tributarios sin embargo este
sistema concedía ventajas a los españoles, la autora (Coloma M. s.,
1979) nos menciona que estas provisiones y otras en el servicio los
había agotado y condenado a trabajar desde que nacían hasta que
morían apenas terminaban una mita los buscaban a latigazos para
otra.
 Cumplimiento de las provisiones:
Las provisiones anteriormente no se cumplían tal y como
lo afirmaron los kurakas e indios a su visitador en 1501
(Coloma M. s., 1979) constatando en los libros de cuentas de
sus administradores, en 1597 de los 91 que acudieron 42
fueron con sus padres, abuelos, hermanos, o tíos las
provisiones de los virreyes estipulaban que debían ir 42 indios
Hanan Chilques en total pero en realidad iban más en 1597
fueron 91 en 1598 66 y en 1599 fueron 150 indios.
 Indios enganchados por deudas:
Muchos de los ancianos y niños regresaron para poder cubrir
la tasa de sus parientes vivos o muertos las deudas que los
dueños del obraje contraían con los indios tenían tres fines
; quitarles su trabajo , evitar la adquisición del dinero por
parte de los indios y acentuar su dependencia con respecto al
obraje para así propiciar su regreso.

 Horarios:
Diariamente los indios hiladores y cardiadores tenían que
cumplir junto con sus parientes un horario agotador que iba
del amanecer al anochecer según los dueños del obraje solo
300 días en los que no incluían los 47 domingos que tiene
el año de acuerdo a lo cual les debía quedar a los indios 10
días libres al año
18
 Salarios
“La normativa salarial como laboral de los propietarios de
la corona se reflejó en los cambios que se operaron en la
estructura física de los obrajes y en su organización; como
en la calidad y el volumen de producción de sus tejidos y
en la amplitud del mercado.”(Olivari, 2004)
En los primeros años en que entro en funcionamiento el
obraje de Chincheros según los Kuraka se les pagaban bien
por temor a que el obraje se vuelva a cerrar como ocurrió
en el obraje de Canarias una vez afianzada la alianza
encomendero –corregidor las pagas no se harán efectivas
con la misma continuidad.
El que regía los salarios en Chincheros no se basaba ni en
la provisión de 1584 de la Real Audiencia que mandaba a
pagar a todos un real cuartillo por día, las tareas que se
asignaban era imposible terminarlas en 12 o 14 horas de
trabajo diario por lo que el salario por lo que el salario de
un día se convertía en dos o tres con el que no se estaba
pagando a una sola persona, sino a dos al llegar
acompañados para cumplir su tarea.
(Coloma M. s., 1979) Nos menciona que algunos de los
indios recibían su salario en especies como coca, maíz,
pan, sayal, etc.
Nos da conocer cómo es que la coca se les daba a 12 r.s el
cesto cuando su valor en la provincia era de 7 a 8 reales.
También nos menciona que cuando algún indio no se
contentaba con lo que recibía y osaba pedir lo que se le
adeudaba era severamente castigado.
2.5 medios de transporte

Recuas de llamas, caballos o mulas fueron utilizadas en el transporte de


mercaderías; las caravanas de animales guiadas por los indios obrajeros
atravesaban caminos montañosos, punas heladas y desérticas para llegar a
Parinacochas, Huancavelica, Castrovirreyna, etc., teniendo que soportar
cambios de clima lo que les ocasionaba trastornos físicos y la muerte tanto
en indios como en animales.

19
3: EL OBRAJE DE LA CHIMBA DE AREQUIPA Y SU VINCULACIN
CN EL CIRQUITO COMERCIAL.

3.1: Los obrajes y su clasificación.

Se denominaba obrajes a la prestación de trabajo que se imponía a los


indios en la manufactura –también se podía alquilar indios cuando la
situación lo requería, sin embargo este tipo de servicio no era libre y se
convertía en una trampa para gozar de mano de obra permanente (Salas de
Coloma, 1979, pág. 68).- de tejidos como a la fábrica donde se
confeccionaban los paños y se hacían otras cosas para el uso común; el cual
también comprendía un batán, que era u instrumento generalmente de
madera de gruesos mazos movidos por un eje y que servía para golpear,
desengrasar y enfundir los paños.
Los obrajes eran construidos cerca de ríos o arroyos ya que debían contar
con suficiente agua.
Chorrillo era un obraje pequeño que carecía de batán y era comúnmente
de los indios, sus operarios eran normalmente miembros de las mismas
familias. La ropa fabricada en los chorrillos eran de inferior calidad con la
de los obrajes la cual era más fuerte y homogénea de varios colores y mejor
acabado, en cambio los productos de los chorrillos era hechos a golpes sobre
piedras.
Los obrajes, según su sistema de trabajo de operarios, se distinguía en
enteros, cuando tenían dotación de indios y pasaban de tener 12 telares;
medios, cuando tenían de 6 a 12 telares, pagaban la mitad de las alcabalas
que pagaban los enteros; y los obrajes abiertos, que eran de propiedad
particular y contaba con trabajadores libres. Todos se clasificaban en 4
categorías, podían ser propiedad dela corona, de particulares, de
comunidades de indios y mixtos. (Silva Santisteban, 1964, págs. 31, 32)
Dependiendo de la propiedad los obrajes podían ser:
a. Los obrajes de españoles: Fueron instalados por los españoles
que fueron beneficiados con encomiendas y repartimientos, estos
aprovechaban la mano de obra gratuita de los indígenas que se
encontraban en su jurisdicción, se instalaron mayormente en las
partes altas aprovechando la fibra de auquénidos.
b. Los obrajes de la Corona: Estos obrajes se integraron a la
Hacienda Real ya sea por herencia o por no contar con licencia.
Eran administrados por personajes nombrados por el reyo por el
20
virrey. Por su deficiente administración fueron concedidos a
particulares.
c. Los obrajes de la iglesia: Eran de propiedad de los conventos,
parroquias y curatos; obtenidos por Merced Real, donación
particular o por testamento.
d. Los obrajes de comunidades indígenas: Eran creados por la
propia comunidad o donación de personas; con los productos o
dinero de estos obrajes podían pagar el tributo. Era administrado
por un español asignado por el virrey, con un pago del 30% o
50% de las ganancias de las comunidades.
e. Los obrajes mixtos: Eran los obrajes que estaban divididos entre
el corregidor y los indios, dividiéndose desproporcionalmente
las ganancias.
El obraje de la Chimba viene a ser un obraje de españoles, ya que su dueño
es un español, que cuenta con mano de obra de indios y negros (Villaverde
Retamozo, 2002).

3.2: Ordenanzas sobre los obrajes.

En lo que se refiere a la legislación sobre los obrajes podemos decir que


todo tiene un claro comienzo cuando Carlos V abdica en1556 a favor de su
hijo Felipe II. Quien hizo una serie de renovaciones y cambios en la política
del imperio, quiso someter a los encomenderos. Su objetivo era dar un
impulso a la economía valiéndose de la minería y acabar con la producción
textil y agropecuaria, tanto en el virreinato del Perú como en México –que
había desarrollado una industria de paños, cereales, vino y aceite. Todo esto
a raíz de que esta producción competía con la producción española.
Felipe II busco poner a flote nuevamente la producción textil de la
península, mientras que en sus colonias quería abolir la industria textil; para
ello expidió reales cédulas que ordenaban la clausura de los obrajes y
prohibía el trabajo de los nativos en ellos, aduciendo como motivo los malos
tratos a los cuales eran sometidos los nativos en los obrajes. Esta política se
aplicó hasta finales de la colonia, pero en la práctica no fue necesariamente
ejercida.
En el Perú el primer obraje fue fundado por Antonio de Rivera y su
esposa en 1545, al interior de su encomienda de Sapallanga en Jauja (Perú,
1995, pág. 15).

21
Durante el reinado de Felipe II, ente 1556 y1598, adquirió especial poder
el Consejo de Indias, desarrollo un programa con varias reformas
económicas y fiscales, se les conoció como la Junta Magna.
Para lograr estos objetivos Felipe II envió a Martín Enríquez de Almansa
al virreinato de Nueva España (México) y a Francisco de Toledo al
virreinato del Perú. Toledo fue el líder en el Perú de esta “segunda conquista
de las Indias”, con su llegada se estableció el Tribunal de la Santa
Inquisición mediante cédula Real del 25 de enero de 1569; llegaron los
jesuitas en 1568 para reformar y evangelizar a la población indígena.
Con la presencia de Toledo los encomenderos perdieron poder ya que se
implantaron nuevas instituciones de control político y de evangelización, en
primer lugar declaró que el Cabildo ya no podía repartir tierras, también los
encomenderos debían pagar las tierras recibidas.
En segundo lugar abolió el monopolio que ejercían los encomenderos
con la mano de obra indígena, acordando con sus líderes liberarlos de sus
señores, pero ahora estaban sometidos a la mita minera y pagar tributo.
En tercer lugar impuso la autoridad de los corregidores frente a los del
cabildo en las ciudades, en el ámbito rural los que se vieron desplazados
fueron los encomenderos. Ahora los corregidores cobraban el tributo, para
ellos se aplicaron las reducciones. “Dado que los indios eran vasallos de la
Corona, estaban obligados a tributarle; derecho que fue cedido a los
encomenderos” (Omar Noejovich, 2009).
En cuarto lugar se dictaron cédulas haciendo restricciones al desarrollo
manufacturero; en cédula del 10 de noviembre de 1577 se dictó que los
obrajes se abasteciesen de lanas provenientes de España, en perjuicio de las
oriundas y de los propios obrajes.
En quinto lugar, en oposición al pacto colonial celebrado con los curacas,
persiguió y dio muerte al último Inca rebelde de Vilca bamba -Túpac Amaru
I- y buscó la profundización del adoctrinamiento para propiciar la
aculturación indígena. Los encomenderos contribuyeron con ello; buscaron
el adoctrinamiento de los indígenas, como una forma de atenuar su rebeldía
y atender el reclamo oficial. Acostumbraron pagar un sínodo a un cura para
que impartiera a los indígenas los sacramentos y contribuyeron con la
construcción de capillas en el territorio de sus obrajes y haciendas.
En las ordenanzas de obrajes, se establecieron las funciones que
desempeñarían los operarios, sus horarios, montos y calidad de las tareas,
cuidado de su alma a través de un sacerdote, los 40 días de huelga a disfrutar
por los indios –“huelga o licencia de las labores del obraje, 40 días del año
22
para que puedan cosechar y sembrar sus chacras” (Silva Santisteban, 1964,
pág. 65)- y los salarios y comida que se les abonarían por oficio, pues
anteriormente todo salario era establecido por los propios encomenderos,
según su parecer.
Igualmente, se estableció que los obrajes antiguos y los nuevos debían
solicitar una licencia al virrey para poder operar y para que se les asigne
mano de obra indígena. Las mujeres pese a no ser consideradas legalmente
como sujetos de trabajo ni de pago del tributo, apoyaban a los hombres de
su familia. Mientras que a los tributarios se les derivó a la plaza de la ciudad
y a la mina más próxima.
En resumen, el sistema institucional se asentaba sobre las siguientes
bases:
a. El indio podía tener bienes.
b. El encomendero no tenía derechos territoriales62 ni facultades
jurisdiccionales.
c. El encomendero quedaba sometido al control de los
“visitadores”.
d. El encomendero debía velar por el adoctrinamiento.
La justificación económica de la encomienda puede sintetizarse como
sigue:
a. Los españoles necesitaban de los indios para sobrevivir.
b. Los trabajos mineros.
c. Enseñar a trabajar a los indios.
d. Recompensar a los conquistadores.

En La Recopilación General de los Reinos de Indias, tomo II, Lib. IV Tit.


26, solo figuran siete leyes específicas con respecto a los obrajes. Algunos
de los cuales:
- Ley primera: Que para fundar obrajes proceda informe de los
virreyes, presidentes y Audiencias y licencias del rey.
- Ley segunda: Que para dar cumplimiento a las licencias de
obrajes, se hagan las diligencias de esta ley.
- Ley tercera: Que se guarden en las Indias las leyes de estos reinos
de Castilla en cuanto a los obrajes.
- Ley cuarta: Que los indios de Nueva España sean relevados del
trabajo de los obrajes, aunque cese la fábrica de paños.
- Ley quinta: Que en la ciudad de Los Angeles pueda haber telares
de seda.
23
- Ley sexta: Que los obrajes de paños no se arrienden, y si fueran
de comunidades de indios se puedan arrendar a algunos.
- Ley séptima: Que en el Paraguay no hayan molinos de mano …
que se pongan doctrina a los indios de los obrajes e ingenios.
Otras cédulas aún no se hallan compiladas y estas leyes variaban de
acuerdo al lugar y las circunstancias.
3.2.1: Las ordenanzas de Toledo

El virrey más notable Francisco de Toledo, quien con sus reformas aplico
un nuevo orden al virreinato del Perú, aplico los requerimientos de la corona,
al organizar la mano de obra al alcance de la corona en las reducciones, esto
iba a servir para llevar un conteo de manos disponibles para aplicar la mita.
“Sus primeras ordenanzas con respecto a los obrajes, fueron para
reglamentar el trabajo de los naturales en los obrajes del partido de Cusco,
otra para Huánuco y otras que se aplicaron a todo el reino por cédula real de
26 de mayo de 1609” (Silva Santisteban, 1964, pág. 67).
También ordeno que los indios que trabajasen en obrajes lo hicieran con
licencia y provisión real, o autorización del propio virrey que para esto se le
otorgaba los permisos al dueño del obraje.
Para evitar fraudes de los caciques y españoles a los indios se ordenó
pagar el jornal en plata y en sus manos en presencia de un escribano que
daría fe de ello. El turno de la mita duraba un año, pasado este tiempo se
podía continuar y en caso de no querer acudir mandar a otro a que acuda en
su lugar.
Para no pagarles los dueños hacían ver que era mejor que cobrasen por
su trabajo las ropas del mismo obraje, le obligaban a tomarla.
Pero en conocido que se les obligaba a adquirir objetos que no les eran
útiles, Toledo a eso decía: Ytem ordeno y mando que los dueños de los
dichos obrajes y batanes, ni las personas que en ellos estuvieren, no puedan
tener ni tengan con los indios tratos ni contratos ni les rescaten trompas
cascabeles ni cuchillos ni otras cosas ni les paguen con ellos los dichos
obrajes, ni salarios sino fuere en plata de dar y de rescebir según dicho es,
o con el sayal y fraꞔ adas queriéndolo los dichos indios y no de otra
manera”.
Dichas condiciones son dignas de resaltar pero en la práctica no se
cumplieron, sus reformas son ejemplo de una bien jurídica forma de trato al
trabajador, pero eran diferentes los tiempos donde no se sabían de leyes ni

24
de derechos a quien exigirlos, o si se sabían no había forma de ser
escuchado.
3.2.2: Las ordenanzas del Conde de Santisteban
Este virrey también puso orden en los obrajes, donde los indios eran
sometidos a castigos y se les alimentaba mal, trabajando sin descanso para
al final engañarlos al momento de pagarles sus jornales. Era un trato peor
que el de las mitas mineras,
Las nuevas ordenanzas se dieron el 21 de septiembre de 1660. Incluían
nueve ordenanzas, las cuales incluían conceptos de las ordenanzas dadas por
Toledo, solo algunas son:
- Ordenanza iii: Los indios que se repartan sean en la sierra de la
sétima parte: en los valles de la sexta y en Quito de la quinta
hecha la cuota por última visita.
- Ordenanza v: Que se truequen los indios cada seis meses para
que se hagan dos reparticiones al año.
- Ordenanza vii: Horas que has de trabajar los indios cada día en
invierno y en verano. Desde las siete de la mañana hasta las doce
del día y desde las dos de la tarde hasta las seis en verano, en
invierno hasta las cinco.
- Ordenanza xxvii: Que no trabajen en los obrajes negros,
mestizos, ni zambos, mezclado con los indios. Por el daño que
resulta esta compañía a los indios, por ser de humilde condición
y se dejarse recargar el trabajo por aquellos.
Si bien es cierto que la corona estaba de acuerdo con los obrajes en sus
colonias en un principio, fueron las circunstancias las que no hicieron que
se cumplan tales disposiciones, “la ley se acepta, pero no se cumple”. Fueron
varios virreyes los que contradijeron esas órdenes, Toledo, Velasco,
Santisteban. Hacen “verla conveniencia de tener obrajes, pues los indios al
trabajar en ellos aseguraban el pago de sus tasas tributos” (Villaverde
Retamozo, 2002, pág. 68).
Nuevas ordenanzas que solo quedaron en palabras, en realidad si se
hubiese querido hacer algo se hubiese que tenido que cambiar todo el
sistema y aun así poner a custodiosos de estas ordenanzas, quizás había
ambigüedad en el comportamiento de los virreyes y autoridades, pero acabar
con esta explotación hubiera implicado en otros términos suprimir la mita,
lo que iba en contra los intereses reales. (Silva Santisteban, 1964, pág. 89)

25
3.3: Obrajes de la chimba

3.3.1. Ubicación:

Ubicado en la otra banda del rio de la ciudad en el lugar denominado la


Chimba en unas casas situadas junto al monasterio de indios.

3.3.2. Instalación del obraje:

El obraje de la chimba fue instalado en el año de 1561.


Los obrajes se introducen en América y específicamente hablando de una de
las ciudades que tuvo mayor importancia en la historia económica y social
en la región y del país, es la ciudad de Arequipa, que desde los primeros
años va establecerse una industria, siendo el obraje de la Chimba uno de los
primeros que se estableció en la ciudad de Arequipa.
Para explicar el desenvolvimiento de esta industria obrajera, es necesario
establecer los orígenes del obraje de la Chimba y determinar la producción
textil del obraje y sus correspondientes precios, centrándonos en el siglo
XVI y los primeros años del siglo XVII.
Es necesario mencionar el origen de la Chimba, como surgió, para lo cual la
riqueza de las fuentes tales como documentos de todo el periodo colonial:
protocolos, compulsas, boletas, libros de cabildos, etc. depositados en
archivos de Arequipa, Lima, y España. Son soportes que nos ayudan aclarar
la información y estar más cerca de la verdad de los hechos acontecidos.
Guillermo Galdos Rodriguez nos dice en su libro, partiendo por el análisis
crítico de la bibliografía relativa de la historia de Arequipa colonial, como
la primera parte de los Comentarios Reales de Garcilaso que fue punto de
partida de otros trabajos al que no le otorga demasiado crédito, y critica el
que muchos siguieran tal como dice este cronista de gran valor, pero que
tiene una serie de datos que no concuerdan con la realidad histórica y que
más bien la distorsionan en favor de una historia oficial inca.
De esta manera el autor se va a inclinar a Buenaventura Fernández de
Córdova más conocido como Ventura Travada y Córdova, que en su obra
“El suelo de Arequipa convertido en cielo” hace gala de tal rebeldía hacia el
inca. Continúa analizando críticamente a otro cronista, Antonio de
Calancha, y lo que dice sobre Arequipa en su Crónica moralizadora.
Aparte de enfocar a los cronistas, pasa revista a los trabajos de Ladislao
Cabrera Valdés, de Leguía y Martínez, de Mostajo, de Juan Domingo
26
Zamácola y Jáuregui, de Antonio Pereyra y Ríos, de Juan Gualberto
Valdivia y de otros que se ocuparon de Arequipa, primordialmente de su
etapa colonial.

De cada una de las partes en especial los puntos geográficos tales como
Arequipa, La Chimba, Socabaya, Paucarpata, Characato, Chiguato, etc. Se
ocupa de cada uno de los pueblos que habitaron la región y las posibles rutas
de penetración desde las zonas altas; de los encomenderos y las
encomiendas, donde los encomenderos sucediéndose en el dominio desde el
primer reparto:
 Gonzalo Pizarro; Miguel Cornejo, padre e hijo del mismo nombre, que
compartieron los beneficios de los Yanque-collaguas.
 Alonso Rodríguez Picado, el padre poeta y el hijo general también del
mismo nombre, que compartieron con Marcos Retamozo y Francisco
Hernández Retamozo, padre e hijo, la encomienda de los Lari-
Collaguas.
 Cristóbal Pérez y su hijo Juan de Arves que detentaron como
encomienda el enclave de los Kootis de la cuenca del Colea.

Los Mitmas Yanaguara, Chillques y Chumbivilcas sucesivamente fueron


pasando de manos de Luis de León a las de Baltazar Díaz y de éste a Gómez
Hemández, a cuya muerte, acaecida en 1571, pasó a manos de su viuda doña
Violante de la Cerda que en nuevas nupcias casó con Juan de Avila, el último
encomendero en el siglo XVI.
Hurga la vida de cada uno de los encomenderos sacando a luz la vida y
milagros de cada uno de ellos, como el caso de Luis de León, Rodrigo de
Vargas y Carbajal, Alonso de los Ríos, etc.

Todo estos acontecimientos fueron importantes para hacer mención al


desarrollo de un tema central de los pueblos prehispánicos, se ocupa de La
Chimba, la parte occidental del valle, margen derecha del río Chilli, donde
se asentaron las comunidades de los Chumbivilcas, Chilques y Yanahuaras,
que en el siglo XVI estaban sujetos a la vicaría de San Juan Bautista de La
Chimba, cuya sede estaba en el asiento del cacique de los Yanahuaras.

Utilizando las informaciones de las visitas, da cifras de las poblaciones de


estas comunidades que a los demógrafos interesarán sobremanera, porque a
lo largo del trabajo existe una profusa información sobre población, así
27
como de los ayllus y parcialidades de cada comunidad. La ciudad de
Arequipa está en la banda oriental del río, donde también ejercían dominio
los collaguas que construyeron las andenerías de Yumina, Sabandía
Paucarpata y Tingo Antiguo.

A la llegada de los españoles, únicamente los collaguas estaban expandidos


desde la banda occidental hasta la oriental del río Chilli, mientras los demás
mitmas no pasaron de la banda occidental. La parte céntrica dela actual
ciudad de Arequipa estaba situada en lo que llamaron "encima de la
barranca” , a lo largo de la acequia de Coa, construida por los mismos
collaguas. Las diversas etnias establecidas en La Chimba eran procedentes
casi en su totalidad de lugares aledaños, pongamos los Chumbivilcas y
Chilques procedían del Cuzco; los Yanahuara del Sur de Apurímac; los
collaguas fueron originarios del Colca y, de aymara hablantes se
quechuizaron por influencia de las etnias vecinas.

Los pobladores originarios de Arequipa parecen haber sido los Yarabayas,


que en el siglo XVI estaban ubicados desde "Torrentera de San Lázáro hasta
Tingo Grande". Ya en el epilogo presenta como conclusión que los
pobladores de Arequipa, a la llegada de los españoles, podían clasificarse en
tres grupos:

 Los Llactarunas, originarios del lugar, como los Yarabayas y los


Copoatas.
 Los Mitmas de origen eminentemente inca, como los Chichas, Canchis,
Quinguares y Orejones.
 Los migrantes, los que llegaron de distintos sitios en diferentes fechas y
que fueron ubicados fundamentalmente en lo que se llama La Chimba,
o margen occidental del río Chilli.

El descenso demográfico de todos estos pueblos en el siglo XVI es muy


notorio y es posible verificar con las cifras de las visitas y revisas que ofrece
el Libro de Galdos.
Aparte de la ciudad de Arequipa y de La Chimba, describe otros lugares
como Characato donde estuvieron afincados fundamentalmente los
Llactarunas o gentes oriundas del lugar; Socabaya, ocupadas por los mitmas
Chichas, que también ocupaban Guasache, Tingo Grande y Tingo Chico;
28
Paucarpata, poblada también con parte de los Llactarunas; Yumina, donde
estaban ayllus incas como los Orejones, Canchis y Quinguares.

Al ocuparse de Arequipa, describir su fundación y a cada uno de sus


fundadores: Alonso de Luque, don García Manuel de Carbajal, etc. Da
cuenta del reparto de solares y chacras, de la toma de posesión de ellas
conforme a las costumbres feudales, etc. La fundación de la ciudad se hizo
en las tierras que ocupaban los collaguas, a los cuales se les desalojó y
reubicó en una ranchería, situada cerca del actual puente Grau. A las
reducciones denominan en Arequipa, rancherías.

Aparte del tema fundamental referido a las naciones prehispánicas de


Arequipa, se ocupa de otros temas conexos, tales como el obraje de La
Chimba el cual es nuestro tema principal, que destacó mucho por la calidad
de los maestros que fueron contratados, tal como hizo el encomendero
Gómez Hemández y su hermano Froilán Gómez de Tapia que llevaron a sus
obrajes a Francisco Muñoz, maestro en paños y frazadas, a Juan Fernández,
sedero, etc.

El autor ha sido considerado por ser la de la corriente de la etnohistoria, y


un aporte valioso para el esclarecimiento de la historia local y un
enriquecimiento para la historia colonial del país.

Por consiguiente la Arequipa colonial productora de vinos y confituras al


establecerse la industria manufacturera textil obrajera en la cual
internamente se crearía una especialización en las diversas labores de
producción textil, crecería sus vínculos con el espacio Regional al
comercializar los productos textiles provenientes del obraje y de las demás
comunidades indígenas. Con las Provincias de Arriba y los Centros Mineros.

El obraje de la Chimba, que utilizara mano de obra indígena, exclusivamente


de indios de la Chimba, se utilizó mano de obra esclava, este personal debía
de trabajar en determinados horarios, recibiendo a cambio una remuneración
la misma que variaba de acuerdo a la labor especifica que realizaba.

Para todo el trabajo de esta industria es Muñoz quien sería quien va a


efectuar todo el trabajo esa infraestructura adecuada para un obraje por eso
pide se le pague 300 pesos de plata corriente , casa para él, su mujer, y su
29
familia, incluyendo un indio para su servicio. Al mes se le tiene que dar 2
fanegas de trigo y una de maíz, un carnero de Castilla y un Puerco, un
adocena de aves de Castilla y una botija de aceite. Además que la ropa que
labrasen en los seis meses de enseñanza a los indios, a él se le tiene que
corresponder una de todas las frazadas, una docena de costales ,30 varas de
jerga y seis piezas de ropa de algodón.

Es así como a los indígenas esclavos se les daba enseñanza, Muños pide en
dos meses y medio se le de lo necesario para hacer las obras, y si en ese
tiempo acordado los indios y negros no aprenden, se obliga a permanecer
seis meses más hasta que hagan las dichas obras de la manera como él las
sabe hacer, y que se le dé un tercio de todas las obras hechas en ese tiempo.

3.3.3. La materia prima:

Tenemos la lana que podía ser de Castilla, de la oveja; también se tiene la


lana de la tierra o de auquénido, obtenida en la zona de Chimba y sus
alrededores, bien por compra o por tributación de los indios de la Chimba.
Así se podía utilizar al año 1200 a 1300 arrobas de lana, también se utilizó
la fibra de algodón.
La fibra textil solía ser teñida a fin de obtener piezas de ropa de diversos
colores, de allí que jugaron papel importante los tintes y colorantes y
minerales.
El Dr. Málaga, nos menciona también que utilizaron la cochinilla,
empleando el mongol, taya, palo de Brasil, achote, airanpo, Campeche, añil
y otros.

Se utilizaron ocho botijas de aceite para tratar los paños y bayetes, seis libras
de jabón para cada paño entero, cuatro libras de jabón para cada pila de
bayetas blancas, cuatro arrobas de magno de Tucuman, ciaje , alumbre
,greda, seis fanegas de tara, dos arrobas de alcaparrosa, doce cestos de flor
de contra yerba, cestos de algodón, seis arrobas de chapina.
Con todos estos elementos se podía producir telas ya que se contaba con
infraestructura, materia prima, un mayordomo encargado de dirigir el
trabajo en el obraje, y la utilización de mano de obra que fue indispensable
para activar la producción, la cual en su mayoría era indígenas contando el
apoyo de algunos negros y esclavos.

30
3.4. División del trabajo obrajero

a) Se seleccionaba la lana teniendo en cuenta la parte del animal de la que


procedía, para confeccionar diferentes productos textiles, labor que
estaba a cargo de los indios apartadores.
b) Se lavaba la lana seleccionada; con agua hirviendo la lana negra y agua
tibia lana blanca, para que no se ponga amarilla, una vez terminada se
ponía a secar al sol; labor que realizaron los indios lavadores.
c) Después de secada era cargada, para darle a la lana uniformidad,
utilizando para ello tornos ciegueñales y husos; labor a cargo de los
cargadores.
d) Luego se hilaba, operación generalmente para mujeres que por cierto
eran muy mal pagadas, (hilanderas).
e) Del hilado se pasaba al urdido en donde trabajan cuatro operarios: el
urdidor, dos canilleros y un accionador. Deberían pasar la trama a través
de los hilos paralelos o urdiembre para formar la tela.
f) Luego se procedía al teñido, realizado en grandes pailas o peroles en los
que se hervían piezas o madejas.
g) El acabado, operación en la que se utilizaba el batán para apelmazar la
tela, la misma que luego se prensaba con grandes planchas , lijar; siendo
luego peinado y penlada con flores de cardo, con el objeto de darle
suavidad al tejido.

Otros realizaban labores complementarias como: leñadores, herreros,


carpinteros, etc.
Para cada una de estos pasos en la elaboración de las telas, se necesitaba de
indios especialistas a fin de apurar el trabajo y asegurar la calidad del
producto.
En el obraje de la Chimba, también se llevó acabo esta división del trabaje,
la dirección del trabajo se encargó un mayordomo, por lo general era un
maestro de hacer paños, quien estaba prohibido de todo juego en los días de
trabajo. El personal con el que contaba el obraje de la Chimba fue de la
siguiente manera:
 60 indios varones que trabajaban en la confección de las telas.
 2 indios alguaciles encargados de recoger a los indios que van a
trabajar en el obraje en la confección de las telas.
 10 indios e indias para hilar.

31
El Dr.Malaga indica también la presencia de un apuntador encargado de
anotar los días de trabajo y un recogedor de tareas. La presencia de los
negros a quienes por lo general se les trataba de especializar en la labor de
teñido de ropa.
Según las ordenanzas, la jornada de trabajo debía ser de 7 a 12m y de 2 a 6
pm. En verano o de 2 a 5 en invierno debiendo realizarse el laboreo de 20
onzas. La duración de la mita, en tiempos de Toledo era de un año, luego
disminuyo a seis meses.
Mientras que el trabajo en la Chimba, los indios debían realizar solo lo que
se les asignaba al día, si terminaban antes de tiempo, no se les debía asignar
más labor.
Los salarios que percibían los operarios era de 35 pesos anuales además: los
indios hilares por día percibían medio tomín .Otros indios percibían por día
1 tomín.
3.5: Producción del obraje
A pesar de que el nacimiento textil obrajero americano estuvo marcado por
el estigma de producir solo telas burdas, los obrajes pasaron a constituir un
sector muy importante y excepcional de la economía colonial. Por su
calidad, la producción textil fue dejando atrás esa mácula y, a diferencia de
la minería que estuvo volcada principalmente hacia las plazas
metropolitanas, se destinó a los mercados locales o interregionales,
especialmente mineros. El destino de su producción distanció a los obrajes
de algunos sectores agrícolas y ganaderos dedicados a la economía de
subsistencia o a abastecer al pueblo o ciudad circunvecina. Mientras que las
necesidades de factores de producción de los obrajes, al lado de sus alcances
mercantiles y el servicio que le prestaron a la estructura social dominante,
los convirtieron en verdaderos pilares de la economía regional colonial.

Potosí y Oruro continuaron siendo el polo de arrastre más importante de


la economía colonial y aun de los contrabandistas, aunque, durante esta
coyuntura, acusaron un descenso en su producción de plata, y
consecuentemente, en su curva demográfica. Ello se explica porque la crisis
minera supuso una grave reducción de las posibilidades de importación del
virreinato peruano y generó un proceso de desplazamiento de los productos
importados por los nativos. Las demoras en el sistema de flotas también
ayudaron a que se gastase una mayor parte de los ingresos generados por la
extracción del mineral al interior del virreinato, beneficiándose en gran
escala el comercio interregional, los “arrieros, chacareros e indios” de los
32
alrededores de los obrajes y los comerciantes de la ciudad-eje regional.

En los obrajes del sur andino y en los sectores agrícolas, la crisis de los centros
mineros no ocasionó una larga onda descendente en los precios ni un
descenso en la producción textil, sino todo lo contrario: reactivó y alentó la
producción de las decaídas manufacturas de los años treinta del siglo XVII.
Asimismo, elevó los precios del sector textil exportador, lo que generó
elevadísimas ganancias a sus promotores.

Los productores nativos de textiles pudieron atender al mercado por el


rumbo que los propietarios activos les dieron a sus obrajes desde 1640 en
adelante. Sus empresas estaban preparadas en cuanto a equipamiento
industrial y especialización técnica de la mano de obra para asumir la nueva
demanda, a la que respondieron no con los toscos tejidos en lana de sayales,
cordellates y jergas que acostumbraban producir en el siglo XVI y principios
del siglo XVII, sino que incluyeron bayetas, pañetes, paños finos y finísimos
como los de Quito y frazadas de las más variadas tonalidades y aun con
estampados. En Quito, los paños dejaron de ser únicamente azules y se pasó
a elaborar como en el resto del virreinato tejidos de colores muy variados
como el púrpura, verde, turquesa, amarillo, rosado, marrón, nácar, entre
otros. Igualmente, en algunos de ellos se elaboraron tocuyos, lienzos,
rebozos y aun ropa bordada.

Algunos se preocuparon de traer sus materias primas de lugares distantes del


interior del virreinato, de Nueva España y del otro lado del Atlántico,
incluidos el añil y el Brasil. El número de obrajes se elevó de los 10 que era la
media en el siglo XVI a 35 y 50 telares por obraje.

Los últimos años del siglo XVII y los primeros años del siglo XVIII
marcaron la consolidación y el triunfo del sistema colonial. Entonces, se
produjo un total acomodo al interior de las haciendas, estancias, trapiches y
obrajes. La élite económica recapturó el poder político de los cabildos,
corregimientos y otras instancias y buscaron, como los encomenderos en el
pasado, la unión de sus familias a través de matrimonios de conveniencia y
engalanar la ciudad, desde donde dirigían sus empresas a través de sus
mayordomos.

Los niveles de producción, a excepción de los mineros, crecieron sobre la


base de una creciente tecnificación, estabilidad y especialización de mano de
33
obra. Los circuitos económicos regionales y extrarregionales se organizaron
en torno a los núcleos mineros o ciudades-eje regionales, en donde los
encuentros de los diferentes sectores también acusaron desencuentros en
sus ritmos. Paralelamente, este perfil de auge obrajero se ajustó a una
coyuntura adversa en Europa. Romano nos habla para la misma época de
una crisis secular. En especial, la crisis se reflejó en España por su
inoperancia como imperio, cuando su Estado se mostró débil e incapaz de
aplicar los principios inspirados por su rigidez, por su afán legislador, en
extremo burocratizado que buscaba decidir todo y lo contrario de todo.

En el Perú, los centenarios obrajes fundados en el siglo XVI y otros erigidos


recientemente por órdenes religiosas y por particulares vivieron en
monopolio un período de auge que duró un siglo, entre 1660-1760; en
momentos en que la pre- sencia de los chorrillos era mínima porque el
reparto de mercaderías no se había legalizado, ni había entrado en vigencia
ninguna de las medidas establecidas por los Borbones. En el Perú, desde
mediados del siglo XVI, se produjo en los obrajes una acumulación-
reproducción importante en: bienes de capital, mano de obra, insumos,
transporte y, paralelamente, se ensanchó la frontera agrícola de las empresas
para alimentar a los operarios yanaconizados y brindarles, a la vez, una
parcela de tierra en condición de uso mas no de propiedad.

Ese proceso de acumulación que se produjo año tras año llevó a los obrajes
a incrementar sus bienes de capital y, consecuentemente, les facilitó el
aumento de su producción y de sus ganancias debido a una mayor
apropiación porcentual del trabajo directo de los yanas que les pertenecía
por delegación de la Corona y al incremento del precio de sus productos
como también al cuidado que ponían en fabricar telas de mejor calidad,
imitando con total acierto pañetes y bayetas euro- peas; sin embargo, el
crecimiento económico no produjo el cambio de la estratificada estructura
mental y social, lo que afectó a la larga la expansión del mercado y trajo como
consecuencia una mayor dependencia de la Corona que, en una tercera
conquista de América, buscó cortar una vez más el crecimiento de la
economía hispanoamericana.

Paralelamente, en los obrajes no se presentaron revueltas ni rebeliones,


lo cual no significa que los indígenas dejasen de responder al llamado del
Inka desde el pasado. En el año de los tres seis, temores de una gran
34
revuelta sacudieron Lima.

En la primera década del siglo XVIII, se presentó un largo período de declive


de la exportación de tejidos. Los pedidos de licencias para abrir nuevos
obrajes a la Real Audiencia de Quito fueron mínimos. Muchos obrajes
cerraron sus puertas o fueron transferidos, con el propósito de que sus
licencias sirvan a otros. Solo permanecieron en pie 10 obrajes que se vieron
favorecidos después por las guerras europeas. En Huamanga, el Cuzco y
otros lugares del actual Perú, el declive se anunciará a partir de 1719, pero
la crisis recién se presentará a partir de la implementación de las Reformas
Borbónicas, la tercera conquista de América.

4.6.-Ayer y hoy en la industria textil

Páginas más brillantes de la historia económica regional. La primera de ellas,


durante el período colonial, se convirtió no solo en la más rentable actividad
económica, sino también, en la principal fuente de riqueza y prestigio para
reconocidas familias de la élite local. Gracias a la extraordinaria producción de
sus valles, Arequipa logró integrarse ventajosamente dentro de un vasto circuito
comercial que vinculaba una parte importante de América del Sur con los ricos
y codiciados centros mineros altoperuanos. Sin embargo, el inicio de las guerras
de Independencia provocó la ruptura de tales vínculos comerciales, peor aún,
dentro de la región, representó el comienzo de una irreversible crisis productiva,
la misma que se vio agravada por el desorden político de nuestros primeros años
republicanos, la competencia de finos licores extranjeros y sobre todo, por la
pérdida definitiva del tradicional y lucrativo mercado boliviano. Terminado el
proceso independentista y frente a la tradicional ausencia de grandes
yacimientos mineros en la región, debieron de transcurrir algunas décadas más,
antes del comienzo de un nuevo boom económico, basado en la
comercialización y exportación de lana de ovinos y fibra de camélidos. Este
largo «ciclo lanero» permitirá no solo la aparición de numerosas casas
comerciales extranjeras en Arequipa y por ende, la acumulación de envidiables
capitales, sino también, el acercamiento de la Ciudad Blanca y su hinterland
andino, con la pujante industria textil británica a través de los puertos de Islay y
Mollendo. En tal sentido, el período transcurrido entre la crisis vinatera y el auge
lanero, es descrito tradicionalmente como un lastimero período de postración
económica en todos los niveles y actividades.

35
Sin embargo, nosotros consideramos que ninguna crisis logra paralizar por
completo la producción o las inversiones al interior de una región;
contrariamente, estas siguen realizándose, aunque dentro de sus propias y
entendibles limitaciones. Así tenemos que, la manera tradicional de enfrentar
los conocidos riesgos o la ausencia de grandes capitales, necesarios a la hora
de iniciar una lucrativa empresa, está relacionada con la formación de
sociedades o compañías, tanto colectivas, como por acciones. En ese sentido,
los protocolos notariales ubicados en archivos de la localidad presentan
abundante información sobre tales sociedades, cuyos orígenes se remontan
hasta los primeros años de fundación de la ciudad.

Uno de primeros extranjeros dedicados a su comercialización en Arequipa fue


Antonio von Lotten, natural de Bremen, quien a través de sus agentes
compraba la lana en la tradicional feria de Vilque, para su exportación a los
mercados de Europa y los Estados Unidos. Otros extranjeros dedicados al
comercio y exportación de lanas fueron el alemán Cristóbal Guillermo Schutte
y el inglés Guillermo Matheus sin embargo, la única compañía dedicada a este
negocio se formó en octubre de 1839, entre Manuel Artajona y Mariano de la
Barra, por la cual el segundo se comprometía «a entregar a Artajona 200
arrobas de lana de oveja puestas en esta ciudad en todo el mes de junio de
1840». Tenía una duración de cinco años y su destino final sería Europa.

36
CONCLUSIÓN

Los niveles de producción, a excepción de los mineros, crecieron sobre la


base de una creciente tecnificación, estabilidad y especialización de mano de
obra. Los circuitos económicos regionales y extra regionales se organizaron
en torno a los núcleos mineros o ciudades-eje regionales, en donde los
encuentros de los diferentes sectores también acusaron desencuentros en
sus ritmos. Paralelamente, este perfil de auge obrajero se ajustó a una
coyuntura adversa en Europa.
En el Perú, los centenarios obrajes fundados en el siglo XVI y otros
erigidos recientemente por órdenes religiosas y por particulares vivieron en
monopolio un período de auge que duró un siglo, entre 1660-1760; en
momentos en que la pre- sencia de los chorrillos era mínima porque el
reparto de mercaderías no se había legalizado, ni había entrado en vigencia
ninguna de las medidas establecidas por los Borbones. En el Perú, desde
mediados del siglo XVI, se produjo en los obrajes una acumulación-
reproducción importante en: bienes de capital, mano de obra, insumos,
transporte y, paralelamente, se ensanchó la frontera agrícola de las em-
presas para alimentar a los operarios yanaconizados y brindarles, a la vez,
una parcela de tierra en condición de uso mas no de propiedad.
Ese proceso de acumulación que se produjo año tras año llevó a los obrajes a
incrementar sus bienes de capital y, consecuentemente, les facilitó el aumento
de su producción y de sus ganancias debido a una mayor apropiación
porcentual del trabajo directo de los yanas que les pertenecía por delegación
de la Corona y al incremento del precio de sus productos como también al
cuidado que ponían en fabricar telas de mejor calidad, imitando con total
acierto pañetes y bayetas europeas; sin embargo, el crecimiento económico
no produjo el cambio de la estratificada estructura mental y social, lo que
afectó a la larga la expansión del mercado y trajo como consecuencia una
mayor dependencia de la Corona que, en una tercera conquista de América,
buscó cortar una vez más el crecimiento de la economía hispanoamericana.

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