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Paratexto
Es todo lo que rodea y acompaña el texto. Ya sea lo más visible (tapa, contratapa,
lomo), lo que se advierte al manipular el libro (prólogo, índices, dedicatoria,
epígrafe, apéndice, etc.) e incluso lo que circula más allá del soporte material
(entrevistas al autor, afiches publicitarios, presentaciones, debates académicos,
etc.).
Etimológicamente, la palabra deriva del griego: para significa “junto a “, “al lado
de”. De acuerdo con Genette (1987), este prefijo también designa la proximidad y
la distancia, la similitud y la diferencia, la interioridad y la exterioridad. De ahí
que el autor defina el paratexto como algo que se sitúa a un lado y otro de la
frontera, algo que incluso es la frontera misma, el umbral del texto. En otras
palabras: una zona indecisa entre el adentro y el afuera del libro, sin un límite
riguroso. Aun así los límites están, y por esta razón el paratexto es inestable y
efímero: puede variar de una edición a otra y siempre es susceptible a cambios,
reemplazos y reformulaciones.
Si bien “no es privativo de la materia impresa, es allí donde se manifiesta con todo
su esplendor” (Alvarado, 1994: 4). Esto es así porque el paratexto suele inscribirse
sobre el espacio y el carácter perenne de la escritura: un título, por ejemplo, se
destaca por su ubicación y una tipografía que lo diferencia del cuerpo del texto; el
índice, por ser una lista ordenada cuyos términos refieren a un número de página;
las notas, por ubicarse al pie y estar identificadas por un símbolo. Así, a partir de
un solo vistazo y aun antes de comenzar la lectura, es posible reconocer en la
mayoría de los casos, los distintos elementos paratextuales. Estos, en definitiva,
son los que determinan que un texto se convierta en libro.
Entre las funciones principales del paratexto, destaca la de asistir al lector (opera
como una guía y ofrece la posibilidad de formular las primeras hipótesis sobre el
Título de la entrada: Paratexto 2
Autora: Sol Silvestre
contenido del libro). De este modo, se configura como un discurso auxiliar que
coopera en la construcción del sentido: nos permite identificar los componentes de
la situación comunicativa (quién es el emisor, cuáles fueron las circunstancias que
dieron lugar al enunciado, la intención que lo motivó, etc.) y por ello se vuelve una
herramienta eficaz que sirve a los efectos de facilitar e incluso optimizar la tarea
interpretativa.
Los elementos paratextuales que se ubican dentro de los límites del libro
conforman el peritexto. El formato, la tipografía, el papel utilizado, los títulos e
ilustraciones, el nombre del autor, el sello editorial, la página que recoge datos
legales, el prólogo, los estudios introductorios y críticos, las notas, los epígrafes, la
dedicatoria, los índices, el glosario, el epílogo, el apéndice, la bibliografía integran
este primer grupo.
Los que, por otra parte, se ubican fuera de los límites del libro y no se encuentran
materialmente anexados a él conforman el epitexto. Las presentaciones, las
entrevistas, las gacetillas, los catálogos, los afiches y gigantografías, los debates
académicos, las reseñas, los tráilers (avances publicitarios) de la obra y de la
editorial son algunos ejemplos de los elementos paratextuales que conforman este
segundo grupo.
El título está entre los elementos más externos y también es uno de los que más se
repiten, junto con el nombre del autor. Figura en la tapa, en el lomo, en las páginas
legales, a veces en las cornisas del libro (margen superior de cada hoja), en los
catálogos, etc. Según Genette, puede cumplir las siguientes funciones: identificar la
obra (esta es la única que se cumple siempre), designar su contenido y atraer al
público lector.
El lomo rara vez se deja en blanco. Es la única cara visible en una biblioteca y por
ello recoge los datos necesarios para la identificación del libro: título de la obra y
nombre del autor. En ocasiones, también aparece el nombre o el logo del sello
editorial.
Entre los paratextos que cumplen una función informativa están la página de
legales que se ubica siempre al inicio y consigna datos referentes a la publicación
(número de ISBN, título original si es traducción, número de edición, formato y
tema del texto, categoría en la que fue inscripto, etc.) y el colofón, que se ubica en
las últimas páginas y funciona como una carta de presentación del imprentero: da
cuenta del lugar donde se imprimieron los ejemplares, la fecha de impresión y el
detalle de la tirada.
El epígrafe es un paratexto de autor que se ubica entre las primeras páginas del
libro. Se trata de una cita verdadera o falsa que puede atribuirse a un autor
imaginario o, incluso, ser anónima. Puede cumplir tres funciones, según Genette:
justificar el título, comentar el texto o establecer un padrinazgo intelectual y
estético.
Esta última función puede cumplirse también en otro paratexto autoral que se
ubica entre las primeras páginas, la dedicatoria, cuando el destinatario es una
persona pública. Sin embargo, generalmente tiene carácter íntimo: la persona a la
que se alude pertenece al entorno del autor. Según Genette, no se trata solo de
dedicarle la obra a alguien en particular sino también de contárselo al lector. En
este sentido, Alvarado entiende que la dedicatoria (como la foto de solapa) es una
especie de ventana por donde se puede espiar la intimidad del escritor.
Título de la entrada: Paratexto 5
Autora: Sol Silvestre
Las notas pueden ser de autor, de editor e (incluso) de traductor. Son advertencias
o comentarios que funcionan como paréntesis extirpados y están fuera de los
límites textuales. Para Genette, pueden responder, disentir, corregir, aprobar,
ampliar, ubicar o cuestionar el texto. Se ubican al pie (en “el suburbio” de la
página) o al final del capítulo o del libro.
Por su parte el epílogo, es un discurso que se ubica al final del texto y, en vez de
introducir, cierra la obra: se trata de una conclusión cuyo fin no es atraer al lector
sino en todo caso persuadirlo de que la lectura ha valido la pena.
Si bien no hay una normativa única y específica para regular estas cuestiones, se
suelen seguir algunas pautas por convención. Por ejemplo, si la reproducción de
las palabras ajenas es literal y su extensión menor a tres líneas, se usan comillas
para distinguir la cita del texto principal:
Título de la entrada: Paratexto 10
Autora: Sol Silvestre
Tal como lo menciona Jaime Rest (1968: 54), desde un punto de vista
histórico el cuento es la especie narrativa a la vez más antigua y más
moderna:
El relato de anécdotas más o menos unitarias en la trama
y breves en la extensión (referidas a viva voz o por escri-
to) ha sido practicado desde épocas remotas; pero la auto-
nomía del cuento como género artístico que responde a le-
yes de configuración propias es uno de los sucesos más re-
cientes en la teoría poética y en la actividad creadora.
Recién con Edgar Allan Poe, alrededor de 1840, el cuento se consolidó de-
finitivamente como forma literaria avanzada.
La cita literal puede recortarse. Para ello, basta con señalar que se ha elidido un
fragmento colocando en su lugar puntos suspensivos entre paréntesis (…) o entre
corchetes […]. Como no deben hacerse modificaciones respecto a la versión
original, si llegara a haber alguna errata o cuestión por la cual el autor que está
citando quiere tomar distancia del texto referido, puede hacerlo agregando entre
paréntesis la locución latina sic, que significa “así, literalmente”.
También pueden hacerse agregados, si por ejemplo hay que reponer algún
referente que fuera de contexto el lector no puede recuperar. Para señalar que el
añadido no estaba en el original, este debe escribirse entre paréntesis o entre
corchetes. De este modo:
Título de la entrada: Paratexto 11
Autora: Sol Silvestre
Por último, si el autor que está citando literalmente quiere resaltar una parte del
discurso ajeno, debe indicar (también entre paréntesis o entre corchetes) que el
destacado es propio.
Nótese que en el ejemplo anterior se hace una llamada después de la cita. Las notas
(al pie o al final del capítulo o del libro) son otro elemento paratextual recurrente
en los textos académicos. Pueden ser notas de contenido (comentarios,
advertencias o aclaraciones que hace el autor y sirven a la vez para legitimarlo
como enunciador competente) o también remisivas, como es el caso de la llamada
que se lee en el ejemplo anterior. Estas últimas son las que remiten a las fuentes
bibliográficas (¿de dónde fue sacada la cita?) o a otras secciones que podrían
resultar de interés (véase capítulo 4, confróntese la traducción con el texto original, etc.).
Como la información que proveen las notas no tiene la misma jerarquía que la que
se desarrolla en el texto principal, el cuerpo de la tipografía que se utiliza es menor
(al menos por dos puntos). En el caso del pie de página, se suele extender una línea
debajo de la cual se enumeran las notas siguiendo una secuencia lógica (1…2…3…
/ a…b…c…/ I…II…III…).
cfr.: Confróntese. (Vale aclarar que en este caso la abreviatura no siempre se usa en
su dimensión polémica, antes bien suele funcionar como sinónimo de véase,
consúltese).
comp.: compilador.
e.g. (del latín, exempli gratia): por ejemplo.
et alt. (del latín, et alteres): y otros.
i.e. (del latín, id est): esto es, es decir.
Ibid. (del latín, Íbidem): en la misma obra.
Id. (del latín, Ídem): en la misma obra y página.
N. de A.: nota de autor.
N. de E.: nota de editor.
N. de T.: nota de traductor.
Op. Cit. (del latín, Opus Citatum): obra citada.
p./pp.: página/ páginas.
s.d. (del latín, sine data): sin datos.
s.f.: sin fecha.
s.l.: sin lugar.
s.r.: sin referencia de edición.
sup. (del latín, supra): véase antes.
v.: Ver.
v.g. (del latín, verbi gratia): por ejemplo.
viz. (del latín, videlicet): esto es, es decir.
Existe más de una normativa para fichar los datos en una referencia bibliográfica.
Entre los más conocidos están los modelos propuestos por MLA (Modern Language
Association of America), APA (American Psychological Association), la Universidad de
Chicago y la de Harvard. Aun así, el modo de citar depende más de las
convenciones que adopte cada comunidad científica y, en ocasiones, cada
institución en particular.
Los distintos modelos contemplan los mismos datos (en el caso de los libros, por
ejemplo: apellido y nombre del autor, obra, volumen y tomo si los tuviera,
editorial, ciudad y año de edición). La variación se da en el orden en que son
consignados estos datos, en la puntuación, la tipografía y los márgenes que se
adoptan. Por ejemplo, los términos de la referencia se pueden separar por comas,
puntos o dos puntos; los títulos de los libros se pueden escribir en cursiva, en
negritas o incluso subrayarse (en épocas anteriores a la era digital, lo usual era
escribirlos en mayúsculas). Lo importante, en todo caso, es mantener el mismo
criterio a lo largo de todo el listado bibliográfico y no saltar de un modelo al otro.
Título de la entrada: Paratexto 15
Autora: Sol Silvestre
Uno de los modos posibles de citar, según los usos y convenciones de nuestra
comunidad académica es el que se ofrece a continuación:
b) Apellido y nombre del autor que figura en primer lugar + la expresión y otros,
año de edición consultada entre paréntesis, título de la obra en bastardillas, ciudad,
editorial.
Mizraji, M. y otros (1995), Corrección de estilo. Normas básicas, Buenos Aires, Síntesis.
Título de la entrada: Paratexto 16
Autora: Sol Silvestre
c) Apellido y nombre del autor que figura en primer lugar + la expresión et alt., año
de edición consultada entre paréntesis, título de la obra en bastradillas, ciudad,
editorial.
Mizraji, M. et alt. (1995), Corrección de estilo. Normas básicas, Buenos Aires, Síntesis.
Apellido, nombre o inicial, año de edición consultada entre paréntesis, título del
artículo o capítulo entre comillas, en: apellido y nombre del comp. (si
corresponde), título de la obra en bastardillas, tomo y volumen (si corresponde),
ciudad, editorial, páginas.
Hauser, A. (1994), “El Manierismo”, en: Historia Social de la literatura y el arte, Tomo
2, Barcelona, Labor, pp. 7-59.
Stern, M. (2004), “Acerca del verbo”, en: García Negroni, M.M. (comp.), El arte de
escribir bien en español, Buenos Aires, Santiago Arcos.
Título de la entrada: Paratexto 17
Autora: Sol Silvestre
Apellido, nombre o inicial, año de publicación entre paréntesis, título del artículo o
capítulo entre comillas, en: título de la publicación periódica en bastardillas,
volumen y/o número, ciudad, editorial o institución que lo publica, páginas.
Apellido, nombre o inicial del profesor, número y fecha de la clase entre comillas,
nombre de la materia, nombre del responsable de la desgrabación, lugar en que se
dictó el Teórico, fecha de publicación de la clase desgrabada.
Apellido, nombre o inicial del autor o responsable principal del sitio web, Título
del artículo entre comillas, en: dirección web, entre corchetes la expresión
consultado en línea +fecha en que el sitio web fue consultado.
Recordar que en la bibliografía debe señalarse el año del ejemplar consultado (no
así cuando el texto es citado en el cuerpo del trabajo, donde debe constar la fecha
de la primera edición).
Bibliografía