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10.

- Rocas y yacimientos ortomagmáticos


La cristalización de los magmas da origen a una gran variedad de minerales, que
se asocian para dar origen a las diversas rocas ígneas, que a su vez pueden contener
una cierta variedad de concentraciones de determinados minerales de interés
económico. Esta variedad está en relación con la variedad de procesos implicados
en la génesis y evolución de los magmas desde su formación en niveles más o menos
profundos del planeta hasta su cristalización en proximidad de la superficie.

El proceso magmático

Es un hecho de observación que existe una gran variedad de magmas, que dan origen
a la gran variedad de rocas ígneas que se pueden reconocer en el planeta. También
es posible observar cómo en términos generales los magmas (y por consiguiente, las
rocas formadas a partir de éstos) se asocian con situaciones geodinámicas concretas,
es decir, que en situaciones geológicas equivalentes solemos encontrar los mismos
tipos de rocas ígneas. De ello se deriva la conclusión de que la formación de los
magmas está íntimamente relacionada con el marco geodinámico que se produce en
los diversos ambientes derivados de la tectónica de placas.

Ahora bien ¿qué es un magma, y cómo y porqué se forma? Como definición básica,
un magma es un fundido, que en general está formado por una fase líquida
mayoritaria, a la que acompaña una fase sólida (cristales o fragmentos de rocas) y
otra gaseosa, y que se encuentra a temperaturas entre 1.500 y 800ºC. La fase líquida
suele estar formada por silicatos fundidos con proporciones muy variables de
cationes: Mg, Fe, Ca, Na, K... Magmas menos comunes son los formados por
carbonatos (magmas carbonatíticos), o los formados por sulfuros (magmas
sulfurados).

El porqué se forman los magmas está relacionado con cambios puntuales en la


termodinámica del interior del planeta: en condiciones normales, las capas
superficiales de la Tierra (litosfera) están en estado sólido, debido a que a pesar de
encontrarse a temperaturas lo bastante altas como para estar fundidos, la presión es
también bastante alta como para incrementar el punto de fusión de los minerales lo
suficiente como para evitar esta fusión. Por tanto, para que se produzca fusión ha de
producirse una pérdida de presión, o un cambio en la composición de la roca que
rebaje el punto de fusión de los minerales que la componen, o un incremento
sustancial de la temperatura. El primer caso es posible por una descompresión debida
a la formación de fracturas profundas, que liberen la presión interna de la roca, y
además favorezcan el ascenso del magma. El segundo caso también se da, y suele
ser consecuencia de la adición de volátiles a la roca (agua, CO2...) durante procesos
geológicos concretos (sobre todo, la deshidratación de corteza durante la
subducción). El tercer caso se produce como consecuencia de la formación de las
denominadas plumas mantélicas (puntos calientes), que son fenómenos que
incrementan la temperatura de áreas profundas del planeta de cierta extensión. Otra
posibilidad en este mismo sentido es que el incremento de temperatura que origina
la fusión esté relacionado con los procesos tectónicos y magmáticos asociados al
metamorfismo regional, en bordes destructivos de placas.

El proceso de fusión raramente es una fusión completa de una porción de roca más
o menos voluminosa, sino que suele ser una fusión parcial, en la que se va
produciendo de forma progresiva la fusión de los componentes minerales menos
refractarios de entre los que componen la roca. Esto es especialmente cierto en los
magmas máficos, procedentes de la fusión parcial del manto superior, mientras que
en los magmas félsicos, de afinidad granítica, lo que se suele producir es un fundido
de composición determinada a partir del conjunto de la roca, en función de su
composición concreta, y de las condiciones de presión y temperatura existentes
durante el proceso de fusión. Esto es debido a que estos magmas se suelen formar
como consecuencia de procesos de anatexia, es decir, de fusión local de rocas de la
corteza, inducida por fenómenos asociados por lo general a metamorfismo de alto
grado.

Resulta evidente que durante esta variedad de procesos, y en función de las distintas
variables que hemos mencionado, se puede originar una gran variedad de magmas,
de composiciones distintas en el detalle. A estos magmas formados "in situ", y que
aún no han sufrido los procesos de diferenciación que veremos a continuación se les
denomina magmas primarios.

Una vez formados, estos magmas tienden a ascender, como consecuencia de su


densidad, menor que la de las rocas que las rodean, y de la expansión volumétrica
que sufren, a la que contribuye la liberación en los mismos de una fase gaseosa más
o menos abundantes. La ascensión puede ser más o menos lenta, desde las
velocidades supersónicas que son capaces de llevar hasta la superficie magmas del
manto superior cargadas de fragmentos de éste de diámetro decimétrico, hasta
velocidades lentas, combinadas con estancias en cámaras magmáticas intermedias
que incrementan el tiempo de residencia del magma en capas más o menos
profundas.

A su vez, el ascenso puede implicar la llegada del magma hasta la superficie, dando
origen a los fenómenos volcánicos, o hasta su proximidad, originando las
rocas subvolcánicas, o puede ser que el magma quede emplazado en niveles
relativamente profundos de la corteza, dando origen a las rocas plutónicas. Estos
factores implican diferencias en la velocidad a que se produce el enfriamiento del
magma: en los procesos volcánicos esta velocidad es máxima (debido al contraste
entre la temperatura del magma y la del ambiente atmosférico), lo que produce las
texturas típicas de estas rocas, porfídicas y parcialmente vítreas. En las rocas
subvolcánicas el enfriamiento es algo más lento, lo que hace que no suelan contener
vidrio, aunque sí desarrollan texturas porfídicas, y/o de grano fino. En las rocas
plutónicas el enfriamiento es lento (el contraste con la temperatura de las rocas en
las que encajan es aún menor), lo que favorece la formación de cristales regulares y
de grano medio o grueso.

Pulsar aquí para ver la variedad de procesos magmáticos

Por otra parte, durante el ascenso se producen una serie de procesos que cambian la
composición del magma, y que se conocen con el nombre genérico
de diferenciación. Los principales mecanismos de diferenciación son los siguientes:

 Cristalización fraccionada. El magma primario puede contener cristales, o puede ser


que éstos se formen durante el ascenso, si éste es lo suficientemente lento. Cuando estos
cristales tienen una densidad distinta a la del magma, y en condiciones favorables (sobre
todo, residencia en cámaras magmáticas intermedias), se puede producir la separación
de estos cristales, o bien por acumulación en la parte superior de la cámara (los de
feldespatos, que suelen ser los menos densos) o en su fondo (olivino, piroxeno, que
suelen ser los más densos). Esto origina la segregación de determinados componentes
minerales, cambiando la composición del magma residual.
 Asimilación. Durante el ascenso el magma puede fundir rocas con las que se pone en
contacto, incorporando los fundidos correspondientes a su composición, que variará de
acuerdo con la composición de las rocas asimiladas.
 Mezcla de magmas. Ocurre fundamentalmente durante la residencia en cámaras
magmáticas, como consecuencia del aporte de nuevas porciones de magmas primarios,
que cambian la composición del magma allí acumulado.
Como consecuencia de estos procesos de diferenciación se originan los
denominados magmas diferenciados o derivados, cuya composición puede ser muy
diferente a la del correspondiente magma primario. Todos estos factores (modo de
formación, mayor o menor ascenso en la corteza, grado de diferenciación) son los
responsables de la gran variedad de rocas ígneas que conocemos.

Otra cuestión importante en las rocas ígneas es el orden de cristalización de sus


minerales, identificable en muchos casos por las relaciones texturales que se
establecen entre ello. Este orden de cristalización está determinado por dos factores
principales: la termodinámica del proceso de cristalización, y la composición
concreta del magma que cristaliza. El primer factor fue estudiado por Bowen, que
observó que la cristalización de los minerales durante el enfriamiento de un magma
sigue, en términos generales, una secuencia determinada, que se puede subdividir en
dos grandes ramas (Figura): la denominada rama discontinua (minerales
ferromagnesianos), y la rama continua (plagioclasas), que convergen en un tronco
común, que corresponde a la cristalización de feldespato potásico y finalmente
cuarzo, siempre los últimos en cristalizar. Es lo que se conoce con el nombre
de Serie de Bowen. La mayor o menor evolución de la serie depende
fundamentalmente del contenido inicial en sílice, debido a que las reacciones (p.ej.,
olivino -> piroxeno -> anfíbol) implican un consumo creciente de este componente
(Mg2SiO4 + SiO2 -> 2MgSiO3).
Por otra parte, la composición del magma impone restricciones a este secuencia, de
forma que si éste es pobre en sílice y rico en Mg, Fe, Ca (magmas máficos)
solamente cristalizarán los primeros términos de las dos series (olivino, piroxeno,
plagioclasa cálcica), mientras que en los magmas más ricos en sílice y pobres en Mg
y Fe (magmas félsicos) se formarán esos minerales durante los primeros estadios de
la cristalización magmática, pero reaccionarán con el fundido sucesivamente para
dar términos más evolucionados de la serie, y la roca finalmente estará formada por
cuarzo, feldespato potásico, plagioclasa sódica y biotita. En las rocas formadas a
partir de magmas de composición intermedia encontraremos, por tanto, plagioclasa
intermedia, anfíbol y piroxeno como minerales característicos (ver figura).

Rocas plutónicas

Las rocas plutónicas son el producto de la cristalización de magmas a profundidades


considerables en la corteza terrestre. Son rocas caracterizadas por texturas granudas,
de grano medio-grueso, y con una mineralogía variable, que permite su clasificación
detallada, al ser estudiada mediante microscopía petrográfica. En concreto, su
clasificación se lleva a cabo mediante el cálculo de una serie de parámetros de
abundancia mineralógica, y el empleo de diagramas de clasificación, los más usuales
de los cuales son los de Streckeisen (1966), que se muestran (simplificados) en las
figuras abajo expuestas. Los parámetros utilizados son:

M: % de minerales ferromagnesianos (Sumaolivino+piroxeno+anfíbol+biotita)

Q: Contenido (%) de cuarzo, recalculado a 100% con los parámetros A


yP
A: Contenido en feldespato alcalino (Sumaalbita + feldespato potásico)
recalculado a 100% con los parámetros Q y P (si la roca contiene
cuarzo) o F y P (si contiene feldespatoide)

P: Contenido en plagioclasa, recalculado a 100% igual que el


parámetro A

F: Contenido en feldespatoide recalculado a 100% igual que el


parámetro Q

Las rocas con parámetro M igual o mayor a 90% se clasifican como ultramáficas,
y su clasificación detallada se basa en los contenidos en olivino, ortopiroxeno y
clinopiroxeno (ver figura siguiente).

Si el valor del parámetro M es inferior al 90% se clasifican en el doble triángulo


QAPF de la figura siguiente.
Las texturas de las rocas plutónicas son granudas o granulares de grano medio a
grueso, con peculiaridades propias de cada tipo de roca, como vemos a continuación.
Si quieres ver algunas texturas propias de rocas plutónicas pulsa aquí.

De entre la variedad de rocas plutónicas existentes, destacaremos para su descripción


detallada las más comunes, o aquellas de más común aplicación industrial: granito,
sienita, diorita, gabro y peridotita.

Granito

El granito es la roca plutónica por excelencia, hasta el punto de que en el mundo


industrial se denominan granitos a todas las rocas plutónicas, independientemente
de su composición real. En sus términos más precisos, el granito es una roca
relativamente escasa, aunque difícil de diferenciar en el campo de sus términos más
próximos, sobre todo de la granodiorita, por lo que a menudo estas rocas plutónicas
de tonalidades claras se describen con el nombre genérico de granitoides.

Desde el punto de vista de su composición mineralógica, lo más característico de


los granitoides es su alto contenido en cuarzo, que implica un valor del parámetro Q
entre 20 y 60%. Los feldespatos son también componentes mayoritarios de estas
rocas, y suelen ser plagioclasa sódica (oligoclasa) y/o feldespato potásico,
generalmente ortoclasa y/o microclina. Además, es frecuente que contengan biotita
y/o anfíbol, y en ocasiones moscovita (granitos de dos micas). Como minerales
accesorios suelen incluir circón, apatito, y minerales metálicos entre los que
predominan la magnetita, la ilmenita y la pirita.

La textura granítica, propia de estas rocas, es una de las más características de las
que presentan las rocas ígneas: es una textura holocristalina, hipidiomorfa, granular
de grano medio, en la que la plagioclasa y la biotita o anfíbol suelen ser idiomorfos,
y el cuarzo y el feldespato xenomorfos e intergranulares, debido a la secuencia de
cristalización (serie de Bowen).

En el campo, el granito aparece formando macizos rocosos que pueden llegar a ser
de miles de kilómetros cuadrados, con contornos en general curvilíneos, a menudo
festoneados por la denominada aureola de metamorfismo de contacto. Es frecuente
que a gran escala estos macizos están afectados por una red de fracturas que puede
no ser deformacional; de hecho, en ocasiones se origina simplemente por la
contracción ligada al enfriamiento del macizo (diaclasamiento). Este proceso suele
dar origen a una fracturación concéntrica (tipo capas de cebolla), que suele ser
paralela a los contactos externos del macizo (y a menudo también a la superficie
topográfica) y a una fracturación groseramente radial.

A nivel de afloramiento, suele dar origen a un relieve característico, el


denominado berrocal, formado como consecuencia del desarrollo del proceso de
meteorización favorecido por la fracturación que suele afectar a este tipo de rocas,
que suele individualizar paralelepípedos de roca a partir de los cuales, por erosión
diferencial de vértices y aristas, se forman los bolos (p. ej., La Pedriza, en la Sierra
de Guadarrama).

En cuanto a su aplicación, el granito es una de las rocas más empleadas en la


industria de la construcción, sobre todo en forma de placas pulidas para
revestimiento de exteriores e interiores. También en grandes bloques se utiliza como
elemento arquitectónico de tipo sillería, mientras que triturada, o cuando está ya
triturada de forma natural por la tectónica, se emplea como árido, e incluso
directamente como balasto para líneas férreas. Incluso las arenas que se forman por
alteración sobre sus afloramientos se pueden aprovechar para la construcción.

A este respecto de la aplicación, hay que resaltar que el objetivo primordial de la


explotación del granito es la obtención de grandes bloques comerciales, de varios
metros cúbicos, para el posterior serrado y pulido de las placas. Esto no siempre es
posible, debido a diversos factores que veremos a continuación, lo que hace que
existan algunas (aunque escasas, sobre todo los tectonizados para áridos)
explotaciones de granito para otros fines. Los factores que definen la explotabilidad
del granito como roca de construcción son, fundamentalmente, los siguientes:

 El grado de fracturación que lo afecte. Es un factor decisivo, ya que si está afectado por
una fracturación muy intensa será aprovechable como árido, mientras que los afectados
por fracturación muy espaciada servirán para su explotación en bloques.
 El grado de alteración que afecta a los minerales que componen la roca. Es de
importancia primordial para poder utilizarla, puesto que si está muy alterada tenderá a
sufrir procesos de desgranado, o no admitirá un pulimento adecuado.
 La homogeneidad textural, ya que si el granito presenta variaciones bruscas en su
textura dificultará enormemente su aprovechamiento. Estas variaciones texturales son
muy variadas, incluyendo los gabarros (acumulaciones esferoidales de minerales
oscuros), las cintas (acumulaciones planares de minerales primarios o secundarios), los
fenocristales, los cambios de tamaño de grano, entre otros.
 La presencia de minerales oxidables (p. ej., sulfuros), que puedan producir efectos
indeseados sobre las placas o bloque en general una vez instalados.
 En general, determinadas características petrofísicas pueden afectan a la calidad del
material: la heladicidad o resistencia a las heladas, el coeficiente de absorción de agua,
la calidad del pulido, la resistencia al ataque químicos, etc.
 Por último, la mayor o menos vistosidad de la roca, en término de coloración (diferente
a la más común, gris), tamaño de grano grueso y homogéneo, presencia de irisaciones
en los feldespatos... condiciona el mayor o menor precio del producto en el marcado.
Si quieres hacer una visita virtual a una de las mayores canteras del granito, la del
Monte Airy, en Carolina del Norte (USA), pulsa aquí.

Sienita

La sienita es, desde el punto de vista geológico, un granitoide pobre en cuarzo y con
un claro predominio del feldespato alcalino frente al cálcico. Suela estar formada
precisamente por feldespato alcalino (ortoclasa) junto con plagioclasa de
composición sódica (albita-oligoclasa) y suele contener algún mineral
ferromagnesiano como la biotita o el anfíbol. Además, puede contener una cierta
cantidad de cuarzo, o, alternativamente, de feldespatoide (sienitas nefelínicas). Su
textura está dominada por los cristales del feldespato alcalino, y es una textura
granular hipidiomorfa heterogranular (sin llegar a ser porfídica), en la que el
feldespato constituye los granos mayores y el resto (plagioclasa, cuarzo o
feldespatoide, biotita, anfíbol) suelen ser de menor tamaño.

Desde el punto de vista industrial, la sienita es un granito que suele presentar


propiedades interesantes: o bien un color rojo más o menos intenso, debido a la
presencia de abundantes exoluciones de hematites en el feldespato potásico, o bien
irisaciones intensas, de color azulado, en el feldespato. Esto confiere a estas rocas, a
igualdad de otros parámetros (grado de fracturación, de alteración, etc.) mayor
interés que a otros granitoides.

Diorita y gabro

La diorita y el gabro son rocas con importantes semejanzas tanto desde el punto de
vista geológico como industrial. Desde el punto de vista geológico constituyen las
rocas gabroídicas, y su diferenciación mutua solamente se puede realizar mediante
microscopía petrográfica, si bien con frecuencia las dioritas son de tonalidades más
claras que los gabros. Desde el punto de vista industrial corresponde al grupo de
los granitos oscuros, muy apreciados en el arte funerario.

Están formadas mayoritariamente por plagioclasa y clinopiroxeno (augita). La


diferencia fundamental entre ambas rocas es que en la diorita la composición de la
plagioclasa es de An<50 (oligoclasa-andesina), mientras que en el gabro es de
An50 (labradorita-bitownita-anortita). Esta diferencia suele ir acompañada de otras:
en la diorita además de plagioclasa y clinopiroxeno pueden aparecer cuarzo, biotita
y anfíbol, mientras que en los gabros podemos tener ortopiroxeno y olivino
acompañando a los minerales principales. Como accesorios, en ambos casos
podemos encontrar óxidos como magnetita, cromita, ilmenita, sulfuros como
pirrotina y pentlandita, etc.

En el campo, los gabros suelen aparecer, como los granitos, formando macizos
intrusivos de cierta importancia. No desarrollan las formas más típicas del berrocal,
debido a que suelen presentar una mayor densidad de fracturación, y su alteración
superficial suele ser más rápida que la de los granitoides. También es normal que
presenten una aureola de metamorfismo de contacto.

Desde el punto de vista industrial ya se ha comentado que son los granitos de colores
oscuros. A menudo las dioritas presentan tonalidades grises oscuras o verdosas, a
menudo jaspeadas (caso del "negro ochavo", variedad comercial explotada en la
zona de Barcarrota, Badajoz), mientras que los gabros suelen ser de coloración
homogénea. Estas tonalidades oscuras hacen que sean muy apreciados tanto para
construcción, combinado con otros colores, como en el arte funerario.

El principal problema que suelen presentar estas rocas es que sus afloramientos
suelen estar afectados por una fracturación relativamente densa, que dificulta su
explotación industrial.

Peridotita

La peridotita es una roca ultramáfica, formada por más de un 90% de minerales


ferromagnesianos, oscuros, que suelen ser olivino y piroxeno (orto- y clino-).
Además pueden contener algo de plagioclasa, y minerales metálicos como cromita,
que puede llegar a concentrarse en yacimientos de interés económico.

Las texturas son variables, en función del tipo de peridotita: las hay formadas por
acumulación de cristales en cámaras magmáticas, que desarrollan las llamadas
texturas cumulíticas, en las que uno de los minerales (fundamentalmente el olivino)
aparece formado el armazón general de la roca, con otros minerales (clinopiroxeno)
intergranulares. En otros casos la textura es holocristalina equi- o ligeramente
inequigranular, hipidiomorfa, con piroxeno subidiomorfo y olivino xenomorfo.

Las peridotitas aparecen constituyendo dos tipos diferentes de macizos rocosos, de


origen muy diferente: o bien forman parte de láminas ofiolíticas, formadas por
obducción o acreción de litosfera oceánicas en corteza continental (caso de los
macizos máficos del NO peninsular, p. ej., Cabo Ortegal, Bragança, Morais), o bien
forman macizos de gran extensión, que representan diapiros del manto, encajados
tectónicamente en niveles muy superficiales de la corteza (Serranía de Ronda).

Una constante en este tipo de rocas es que suelen estar serpentinizadas: el olivino es
un mineral muy inestable en las condiciones de la superficie del planeta, tendiendo
a transformarse en serpentina. Esto transforma a estas rocas, en mayor o menor
grado, en serpentinitas, que veremos en el capítulo de rocas metamórficas.

Cuando no aparecen serpentinizadas, las peridotitas son rocas con posibilidades


industriales, derivadas de su característico color negro o verde oscuro. No obstante,
la serpentinización parcial que las afecta y la inestabilidad del olivino en ambiente
atmosférico suelen dificultar su aprovechamiento.

Rocas subvolcánicas

Las rocas subvolcánicas se pueden considerar como un caso particular dentro de las
plutónicas, ya que son rocas que también cristalizan bajo la superficie de la Tierra,
aunque en condiciones de menor presión y temperatura (a profundidades someras),
lo que hace que su enfriamiento sea más rápido, dando origen a texturas
características, diferentes a las propias de las rocas plutónicas.
Desde el punto de vista composicional, son equivalentes a las plutónicas, por lo que
pueden tener la misma gama de composiciones mineralógicas que éstas. Se suelen
nombrar con el nombre de la roca plutónica (o volcánica) equivalente, con el prefijo
pórfido (p. ej., pórfido granítico, o pórfido andesítico), o con nombres que aluden a
términos texturales (ver más abajo).

Aparecen formando intrusiones que raramente alcanzan grandes volúmenes.


La morfología de estas intrusiones permite diferenciar entre diques (morfología
tabular, y discordantes con la estratificación de la roca en la que
encajan), sills (también tabulares, y concordantes o subconcordantes con la
estratificación), lacolitos (masas de cierto volumen, subconcordantes y de
morfología lenticular, con muro plano y techo convexo hacia arriba),
olopolitos (intrusiones también concordantes en forma de cubeta, cóncavas hacia
arriba).

La textura de las rocas subvolcánicas puede ser muy variada. La más frecuente es
la textura porfídica de matriz microcristalina, que indica una presencia de
fenocristales en el magma, y una cristalización rápida pero no tanto como la de una
roca volcánica, en la que la matriz suele ser vítrea o criptocristalina. Otras texturas
que pueden presentar son:

 Granofídica: es típica de rocas subvolcánicas silíceas, félsicas, equivalentes a los


granitos en sentido estricto. Es una textura holocristalina hipidiomorfa inequigranular
(o incluso porfídica) formada por cristales mayores de plagioclasa con cuarzo y
feldespato potásico intergranulares que desarrollan intercrecimientos gráficos. La roca
subvolcánica de composición granítica y textura granofídica recibe el nombre
degranófido.
 Dolerítica: es característica de rocas subvolcánicas máficas, equivalentes al gabro. Es
una textura holocristalina, hipidiomorfa, inequigranular, en general de grano fino-
medio, formada por un entramado de plagioclasa idiomorfa con piroxeno xenomorfo
intersticial. La roca subvolcánica de composición gabroídica y textura dolerita recibe
el nombre de diabasa o dolerita. Pulse aquí para ver una reconstrucción 3D de una
textura dolerítica o aquí para ver un ejemplo de Almadén.
 Ofítica: aparece en el mismo tipo de rocas que la anterior, y es holocristalina con
tendencia panidiomorfa, inequigranular a porfídica, de grano medio-fino, formada por
grandes cristales de piroxeno que engloban pequeños microlitos de plagioclasa. La roca
subvolcánica de composición gabroídica y textura ofítica recibe el nombre de ofita.
Pulse aquí para ver un ejemplo.

Su aplicación industrial suele ser limitada, debido sobre todo al escaso volumen
que presentan. Ocasionalmente pueden servir para la obtención de áridos, o, muy
excepcionalmente (cuando aparecen en grandes masas con escasa fracturación,
circunstancias ambas poco comunes en este tipo de roca), como roca ornamental.

Yacimientos metálicos de origen ortomagmático


Los minerales metálicos acompañan, como hemos visto, a las rocas intrusivas como
minerales minoritarios, en forma de óxidos o de sulfuros, fundamentalmente, que
cristalizan a la vez que el resto de componentes silicatados de la roca. En el detalle,
pertenecen a varios subtipos (ver figura):

 Yacimientos formados por inmiscibilidad líquida. Los magmas máficos a menudo


contienen altas proporciones de sulfuros metálicos, que pueden individualizarse debido
a que son inmiscibles con el magma silicatado. Se forman así yacimientos de sulfuros
de Ni-Co-Cu-Fe, formados por minerales como pirrotina, pentlandita, calcopirita..., a
menudo enriquecidos en elementos del grupo del platino.
 Yacimientos formados a partir del propio magma silicatado. Existen tres grandes
subtipos:
o Formados por cristalización simple. En determinados casos, no es necesaria una
segregación que produzca la concentración del mineral en cuestión: es el caso
de los diamantes, cuyo alto valor económico hace que a pesar de encontrarse en
muy bajas concentraciones, sea explotable.
o Formados por cristalización más acumulación. En la mayor parte de los casos,
además de la cristalización del mineral hace falta un mecanismo que produzca
un aumento de su concentración que lo haga explotable. El principal mecanismo
es la cristalización fraccionada acompañada de acumulación preferencial por
densidades en la cámara magmática. El caso más extendido de este tipo
corresponde a yacimientos de cromita en rocas máficas y ultramáficas, en los
que de nuevo suelen darse concentraciones interesantes de elementos del grupo
del platino.
o Formados por cristalización más acumulación y segregación. El caso más
favorable para la explotación es aquel en el que los minerales metálicos llegan
a separarse físicamente del resto del magma, por mecanismos diversos,
fundamentalmente bajo la acción de esfuerzos tectónicos. Algunos yacimientos
de magnetita corresponden a esta tipología.

Yacimientos de inmiscibilidad líquida. Son, como su denominación indica, producto


de la segregación a partir de un magma de dos líquidos: uno silicatado y otro
sulfurando. Esto se debe a que a altas temperaturas estos dos componentes son
miscibles, pero al bajar la temperatura, y si la cantidad de componente sulfurado es
suficiente, puede producirse la desmezcla de los dos líquidos. Cuando el volumen
de líquido sulfurado es pequeño, la segregación se produce como gotitas a partir de
las cuales se produce la cristalización de los sulfuros, que quedan diseminados
dentro del conjunto de la roca ígnea. Pero si el volumen del líquido sulfurado es
suficiente, puede llegar a constituir una bolsada capaz de migrar independientemente
del líquido sulfurado, y cristalizar aparte, dando origen a un verdadero yacimiento.

Desde el punto de vista mineralógico están formados por sulfuros de hierro (pirita,
pirrotina), níquel (pentlandita), cobalto (cobaltina) y cobre (calcopirita, bornita),
como minerales más abundantes, a menudos acompañados también de magnetita.
Como elementos en trazas a menudo presentan contenidos interesantes en elementos
del grupo del platino, lo que aumenta el interés económico de estas mineralizaciones.
A menudo la segregación son es perfecta, por lo que suelen presentar ganga de los
silicatos formadores de la roca magmática.

Aparecen siempre en relación con rocas intrusivas máficas o ultramáficas, de tipo


gabro o peridotita. En unos casos encajan en la propia roca máfica, y en otros encajan
en las rocas del entorno, o en el propio contacto entre la roca intrusita y el encajante.
Suelen constituir bolsadas de volumen variable, alcanzando tonelajes que raramente
superan el millón de toneladas de todo uno.

Ejemplos de mineralizaciones de este tipo serían las de Sudbury en Ontario


(Canadá), Norilsk en Rusia, o las recientemente descubiertas entre Badajoz y Huelva
(Aguas Blancas).

Yacimientos formados por cristalización simple. La cristalización directa de


minerales de interés económico a partir de un magma solo genera un yacimiento
cuando ese mineral tiene un valor económico extremadamente alto, puesto que el
mineral queda disperso en el conjunto de la roca, y su extracción presenta un coste
muy alto. Es por ello que solamente se consideren dentro de este grupo los
yacimientos de diamantes, cuyo valor justifica la explotación de rocas con
contenidos en el mineral de escasos kilates por tonelada.

Los yacimientos de diamantes se encuentran albergados por unas rocas muy


características, llamada kimberlitas, que corresponden a rocas volcánicas explosivas
de origen muy profundo, que encajan en formaciones por lo general antiguas, propias
de zonas de cratón (NO de Australia, Sudáfrica, África Central, Siberia). En estas
zonas las kimberlitas aparecen como chimeneas profundas y estrechas (diatremas),
agrupadas en conjuntos. Por otra parte, no todas las kimberlitas contienen diamantes.
Yacimientos formados por cristalización más acumulación. En este caso, a la
cristalización del mineral sigue una acumulación preferencial del mismo,
normalmente por diferencia de densidad: se trataría de una cristalización fraccionada
de estos minerales de interés minero, concretamente de cromita en los yacimientos
más característicos del grupo: la cromita cristaliza a partir del magma, y por su
mayor densidad tiende a hundirse en el fundido, acumulándose en la parte baja de la
cámara magmática.

Las acumulaciones de cromita que constituyen este tipo de yacimientos


corresponden a bolsadas (pods en su denominación en inglés) con dimensiones
métricas o decamétricas, que aparecen más o menos concentradas en localidades
dentro de un macizo intrusivo por lo general máfico (gabros, peridotitas). En estas
bolsadas o pods la cromita es el mineral más abundante, y puede estar acompañada
por otras menas como la magnetita, o por los silicatos formadores del conjunto de la
roca (olivino, piroxenos). A menudo estas concentraciones de cromita contienen
también concentraciones de interés de elementos del grupo del platino.

Pertenecen a este tipo los yacimientos del Complejo de Bushveld (Sudáfrica), o el


denominado Gran Dique de Rodesia (Zimbabwe).

Yacimientos formados por cristalización más acumulación y segregación. Los


minerales menos valiosos que se originan a partir de la cristalización del magma
necesitan un proceso aún más efectivo de concentración, que produzca un
yacimiento explotable por tener suficiente volumen y contenidos. La magnetita, el
apatito, o la ilmenita cristalizan a partir de prácticamente cualquier magma, y si son
suficientemente abundantes pueden llegar a concentrarse por cristalización
fraccionada, dando lugar a masas pequeñas, que alcanzar sus mejores características
desde el punto de vista de su posible explotación minera cuando además son
segregadas del conjunto magmático. Esta segregación origina bolsadas o rellenos de
fracturas dentro de la propia roca intrusiva o en su encajante, en las que el mineral
de interés aparece fuertemente concentrado, y con volumen suficiente como para
constituir masas de gran tonelaje.

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