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El proceso magmático
Es un hecho de observación que existe una gran variedad de magmas, que dan origen
a la gran variedad de rocas ígneas que se pueden reconocer en el planeta. También
es posible observar cómo en términos generales los magmas (y por consiguiente, las
rocas formadas a partir de éstos) se asocian con situaciones geodinámicas concretas,
es decir, que en situaciones geológicas equivalentes solemos encontrar los mismos
tipos de rocas ígneas. De ello se deriva la conclusión de que la formación de los
magmas está íntimamente relacionada con el marco geodinámico que se produce en
los diversos ambientes derivados de la tectónica de placas.
Ahora bien ¿qué es un magma, y cómo y porqué se forma? Como definición básica,
un magma es un fundido, que en general está formado por una fase líquida
mayoritaria, a la que acompaña una fase sólida (cristales o fragmentos de rocas) y
otra gaseosa, y que se encuentra a temperaturas entre 1.500 y 800ºC. La fase líquida
suele estar formada por silicatos fundidos con proporciones muy variables de
cationes: Mg, Fe, Ca, Na, K... Magmas menos comunes son los formados por
carbonatos (magmas carbonatíticos), o los formados por sulfuros (magmas
sulfurados).
El proceso de fusión raramente es una fusión completa de una porción de roca más
o menos voluminosa, sino que suele ser una fusión parcial, en la que se va
produciendo de forma progresiva la fusión de los componentes minerales menos
refractarios de entre los que componen la roca. Esto es especialmente cierto en los
magmas máficos, procedentes de la fusión parcial del manto superior, mientras que
en los magmas félsicos, de afinidad granítica, lo que se suele producir es un fundido
de composición determinada a partir del conjunto de la roca, en función de su
composición concreta, y de las condiciones de presión y temperatura existentes
durante el proceso de fusión. Esto es debido a que estos magmas se suelen formar
como consecuencia de procesos de anatexia, es decir, de fusión local de rocas de la
corteza, inducida por fenómenos asociados por lo general a metamorfismo de alto
grado.
Resulta evidente que durante esta variedad de procesos, y en función de las distintas
variables que hemos mencionado, se puede originar una gran variedad de magmas,
de composiciones distintas en el detalle. A estos magmas formados "in situ", y que
aún no han sufrido los procesos de diferenciación que veremos a continuación se les
denomina magmas primarios.
A su vez, el ascenso puede implicar la llegada del magma hasta la superficie, dando
origen a los fenómenos volcánicos, o hasta su proximidad, originando las
rocas subvolcánicas, o puede ser que el magma quede emplazado en niveles
relativamente profundos de la corteza, dando origen a las rocas plutónicas. Estos
factores implican diferencias en la velocidad a que se produce el enfriamiento del
magma: en los procesos volcánicos esta velocidad es máxima (debido al contraste
entre la temperatura del magma y la del ambiente atmosférico), lo que produce las
texturas típicas de estas rocas, porfídicas y parcialmente vítreas. En las rocas
subvolcánicas el enfriamiento es algo más lento, lo que hace que no suelan contener
vidrio, aunque sí desarrollan texturas porfídicas, y/o de grano fino. En las rocas
plutónicas el enfriamiento es lento (el contraste con la temperatura de las rocas en
las que encajan es aún menor), lo que favorece la formación de cristales regulares y
de grano medio o grueso.
Por otra parte, durante el ascenso se producen una serie de procesos que cambian la
composición del magma, y que se conocen con el nombre genérico
de diferenciación. Los principales mecanismos de diferenciación son los siguientes:
Rocas plutónicas
Las rocas con parámetro M igual o mayor a 90% se clasifican como ultramáficas,
y su clasificación detallada se basa en los contenidos en olivino, ortopiroxeno y
clinopiroxeno (ver figura siguiente).
Granito
La textura granítica, propia de estas rocas, es una de las más características de las
que presentan las rocas ígneas: es una textura holocristalina, hipidiomorfa, granular
de grano medio, en la que la plagioclasa y la biotita o anfíbol suelen ser idiomorfos,
y el cuarzo y el feldespato xenomorfos e intergranulares, debido a la secuencia de
cristalización (serie de Bowen).
En el campo, el granito aparece formando macizos rocosos que pueden llegar a ser
de miles de kilómetros cuadrados, con contornos en general curvilíneos, a menudo
festoneados por la denominada aureola de metamorfismo de contacto. Es frecuente
que a gran escala estos macizos están afectados por una red de fracturas que puede
no ser deformacional; de hecho, en ocasiones se origina simplemente por la
contracción ligada al enfriamiento del macizo (diaclasamiento). Este proceso suele
dar origen a una fracturación concéntrica (tipo capas de cebolla), que suele ser
paralela a los contactos externos del macizo (y a menudo también a la superficie
topográfica) y a una fracturación groseramente radial.
El grado de fracturación que lo afecte. Es un factor decisivo, ya que si está afectado por
una fracturación muy intensa será aprovechable como árido, mientras que los afectados
por fracturación muy espaciada servirán para su explotación en bloques.
El grado de alteración que afecta a los minerales que componen la roca. Es de
importancia primordial para poder utilizarla, puesto que si está muy alterada tenderá a
sufrir procesos de desgranado, o no admitirá un pulimento adecuado.
La homogeneidad textural, ya que si el granito presenta variaciones bruscas en su
textura dificultará enormemente su aprovechamiento. Estas variaciones texturales son
muy variadas, incluyendo los gabarros (acumulaciones esferoidales de minerales
oscuros), las cintas (acumulaciones planares de minerales primarios o secundarios), los
fenocristales, los cambios de tamaño de grano, entre otros.
La presencia de minerales oxidables (p. ej., sulfuros), que puedan producir efectos
indeseados sobre las placas o bloque en general una vez instalados.
En general, determinadas características petrofísicas pueden afectan a la calidad del
material: la heladicidad o resistencia a las heladas, el coeficiente de absorción de agua,
la calidad del pulido, la resistencia al ataque químicos, etc.
Por último, la mayor o menos vistosidad de la roca, en término de coloración (diferente
a la más común, gris), tamaño de grano grueso y homogéneo, presencia de irisaciones
en los feldespatos... condiciona el mayor o menor precio del producto en el marcado.
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Sienita
La sienita es, desde el punto de vista geológico, un granitoide pobre en cuarzo y con
un claro predominio del feldespato alcalino frente al cálcico. Suela estar formada
precisamente por feldespato alcalino (ortoclasa) junto con plagioclasa de
composición sódica (albita-oligoclasa) y suele contener algún mineral
ferromagnesiano como la biotita o el anfíbol. Además, puede contener una cierta
cantidad de cuarzo, o, alternativamente, de feldespatoide (sienitas nefelínicas). Su
textura está dominada por los cristales del feldespato alcalino, y es una textura
granular hipidiomorfa heterogranular (sin llegar a ser porfídica), en la que el
feldespato constituye los granos mayores y el resto (plagioclasa, cuarzo o
feldespatoide, biotita, anfíbol) suelen ser de menor tamaño.
Diorita y gabro
La diorita y el gabro son rocas con importantes semejanzas tanto desde el punto de
vista geológico como industrial. Desde el punto de vista geológico constituyen las
rocas gabroídicas, y su diferenciación mutua solamente se puede realizar mediante
microscopía petrográfica, si bien con frecuencia las dioritas son de tonalidades más
claras que los gabros. Desde el punto de vista industrial corresponde al grupo de
los granitos oscuros, muy apreciados en el arte funerario.
En el campo, los gabros suelen aparecer, como los granitos, formando macizos
intrusivos de cierta importancia. No desarrollan las formas más típicas del berrocal,
debido a que suelen presentar una mayor densidad de fracturación, y su alteración
superficial suele ser más rápida que la de los granitoides. También es normal que
presenten una aureola de metamorfismo de contacto.
Desde el punto de vista industrial ya se ha comentado que son los granitos de colores
oscuros. A menudo las dioritas presentan tonalidades grises oscuras o verdosas, a
menudo jaspeadas (caso del "negro ochavo", variedad comercial explotada en la
zona de Barcarrota, Badajoz), mientras que los gabros suelen ser de coloración
homogénea. Estas tonalidades oscuras hacen que sean muy apreciados tanto para
construcción, combinado con otros colores, como en el arte funerario.
El principal problema que suelen presentar estas rocas es que sus afloramientos
suelen estar afectados por una fracturación relativamente densa, que dificulta su
explotación industrial.
Peridotita
Las texturas son variables, en función del tipo de peridotita: las hay formadas por
acumulación de cristales en cámaras magmáticas, que desarrollan las llamadas
texturas cumulíticas, en las que uno de los minerales (fundamentalmente el olivino)
aparece formado el armazón general de la roca, con otros minerales (clinopiroxeno)
intergranulares. En otros casos la textura es holocristalina equi- o ligeramente
inequigranular, hipidiomorfa, con piroxeno subidiomorfo y olivino xenomorfo.
Una constante en este tipo de rocas es que suelen estar serpentinizadas: el olivino es
un mineral muy inestable en las condiciones de la superficie del planeta, tendiendo
a transformarse en serpentina. Esto transforma a estas rocas, en mayor o menor
grado, en serpentinitas, que veremos en el capítulo de rocas metamórficas.
Rocas subvolcánicas
Las rocas subvolcánicas se pueden considerar como un caso particular dentro de las
plutónicas, ya que son rocas que también cristalizan bajo la superficie de la Tierra,
aunque en condiciones de menor presión y temperatura (a profundidades someras),
lo que hace que su enfriamiento sea más rápido, dando origen a texturas
características, diferentes a las propias de las rocas plutónicas.
Desde el punto de vista composicional, son equivalentes a las plutónicas, por lo que
pueden tener la misma gama de composiciones mineralógicas que éstas. Se suelen
nombrar con el nombre de la roca plutónica (o volcánica) equivalente, con el prefijo
pórfido (p. ej., pórfido granítico, o pórfido andesítico), o con nombres que aluden a
términos texturales (ver más abajo).
La textura de las rocas subvolcánicas puede ser muy variada. La más frecuente es
la textura porfídica de matriz microcristalina, que indica una presencia de
fenocristales en el magma, y una cristalización rápida pero no tanto como la de una
roca volcánica, en la que la matriz suele ser vítrea o criptocristalina. Otras texturas
que pueden presentar son:
Su aplicación industrial suele ser limitada, debido sobre todo al escaso volumen
que presentan. Ocasionalmente pueden servir para la obtención de áridos, o, muy
excepcionalmente (cuando aparecen en grandes masas con escasa fracturación,
circunstancias ambas poco comunes en este tipo de roca), como roca ornamental.
Desde el punto de vista mineralógico están formados por sulfuros de hierro (pirita,
pirrotina), níquel (pentlandita), cobalto (cobaltina) y cobre (calcopirita, bornita),
como minerales más abundantes, a menudos acompañados también de magnetita.
Como elementos en trazas a menudo presentan contenidos interesantes en elementos
del grupo del platino, lo que aumenta el interés económico de estas mineralizaciones.
A menudo la segregación son es perfecta, por lo que suelen presentar ganga de los
silicatos formadores de la roca magmática.