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TIM UNWIN

EL LUGAR DE LA GEOGRAFÍA

CÁTEDRA
Tim Unwin

El lugar de la geografía

CÁTEDRA
GEOGRAFÍA MENOH
pby
a: 7'be Place of Geogra
Titulo original de la ohr

Traducci6n de Jerónima Garóa Bonafé A Pa/11, }tm!J, }11/itllt y jane,


en agradtci//Jie11/o a 111 romprtllJÍÓll

r-chos De conformidad ser ca:.ti(.\:ldOs


con lo dli.pues10
Rc:scrvados tod().'; lo:. d<-'..
en d an. 5'4-his del C6<ligo Penal viftcn
u"• podr.ín
con pc::n:c. de mulla y privación de libert
ad quiene:> reprodujeren
en 1000 o en parte . una obrd liter.irla. anb1ica
o plagiaren, soporte
o c1enúfica fijada c:!n cualq uier tipo de
sin 1:1 prccep1lva autorización.

(') Longman Group UK Limited. 1992


Thls translation of Tbe Place of Geograpby Firsl Edition Is puhlished by
arrangemenl with L<>ngman Group Umiled, London
Edldone) Cátedra, . A., 1995
Juan Ignacio Lucn de Tena, 15. 28027 Madrid
Depósito lq�al: M. 38.422-1995
l.S.13.N.: 84-376-1383-3
Prlwed in Spain
Impreso en Gr:Jíicas R6gar, S.A.
Poi. lnd. Cabo Calleja. Fuenlabrada (Madrid)
Prólogo a la edición inglesa

El objetivo central del preseme Libro es ofrecer un relato legible


,. a un uempo sugerente del nacimiemo de la geogr:ifia como disci­
plina académica. Va dirigido primordiaJmence a estudiantes no licen­
ciados, como introducción a la vasta y complicada literacura que se
ha publicado en los últimos años sobre el tema, centrándose pnnci­
palmente en la geografía praccicada en el mundo de habla inglesa.
Cabe citar, asimismo. otros tres objetivos conectados entre si. f!.n
primer lugar, el libro pretende rastrear el desarrollo de l:t geogrnfia
hasta sus r:úces formales en la antigüedad clásica, origen de muchos
de los temas debatidos dentro de las corrientes del pensamiento geo­
gráfico del siglo xx. En segundo lugar, se interpretan los cambios
acaecidos en la práctica geográfica en el contexto de la teoría crítica
de Jürgen Habermas, haciendo especial hincapié en la construcción
sociaJ dd saber y en el uso a que se destinan los diferentes tipos de
conocimienros. En tercer lugar, b presente obra llega a la conclusión
de que en el foso que separa la geografía en dos partes, una basada
en el mundo físico y la 01ra dedicada a asuntos de interés humano,
ha quedado sofocada la voz que podrían haber alzado los geógrafos
en algunos de los asumos ambientales más acuciantes de finales del
XX.
c;1glo
La estructura del presente volumen es, en grandes líneas, crono­
lógica. En el primer capítulo examinamos In imagen conccmporáne::i
Je la geografía y las fuerzas que moldean las disciplinas académic'ls
1.:n general. t\ éste sigu<.: un capitulo teórico que sienrn las bases para
la exploración del desarrollo de la geografin como disciplina acadé­
mica, empreodid:i en los capítulos sucesivos. Los capítulos 111 y fV
se ocupan <le la evolución de la geografía desde la antigüedad clásica

9
hasta finales del siglo XIX, mientras que en los tres siguientes inter­ Universidad de Londres y tuve la oporcunidad de formular un enfo­
pretamos la geografía del siglo XX a través de su práctica como cien­ que critico de la investigación geográfica, impartiendo un curso de
cia empírico-analJtica, lustórico-hcrmcnéutica y crítica. En el último 11101/er en teori::i )' práctica de la geografía. Quedawn así perfccca­
capítulo, regresamos a las cuestiones planteadas al principio de la mentc de manifiesto las dificultades con las que se enfrentaban mu­
obra, abordnndo un?. serie de aspectos teóricos y prácticos de grao chos eslUdiantes al intentar reílexionar acerca de los cambios ocurri­
importancia para los geógrafos contemporáneos. El volumen se cie­ dos en la práctica geográfica del siglo xx. La posterior fusión con el
rra con un breve glosario donde 6guran aJgunm términos utilizados Royal Holloway Collcge a mediados de los :iños 80 para formar
en el tcxw t¡ue podrian resulcar nuevos para los leccorcs no iniciados el Rora! � ollowa�· and Bedford ew College, me proporcionó una
en el tema. experienaa de primera mano ::iccrca de los cambios institucionales
En esta empresa, el empleo del lenguaje tiene una importancia as�ciados con la reestructuración de la enseñanza superior. He con­
fundamental. ;\ través del lenguaje logramos comunicarnos con los trrudo una deuda de agradccimienro enorme con mis colegas del de­
demás. No es posible, pues. separar 1:t forma en que los geógrafos y partamento �or codo lo que me h:in cmeñndo :icerca de la gcografia
_
Y por la paciencia con que han respondido a mis pregunt
los filósofos hao expresado sus ideas de su discurso práctico. Por as a menu­
ello, en las siguientes páginas, dejaremos que los autores se expresen do oscuras.
con sus propias palabras, siempre que sea posible. En cl intento por Las personas que ciro a continuación han renido la gran amabili­
cubrir todo el abanico de la investigación geográfica, este libro sólo dad de encontrar tiempo para leer y comentar los borradores de los
puede abrir puertas, no examinar en detalle cada uon de las escancias capítulos de este libro: Felix Driver, David Gilbert, Peter Haggett
de la experiencia geográfica. Se trata pues de un viaje eminentemente David Lambett, Rogcr Lec, Gunnar Olsson, Rob Pocter, Rober�
personal; como dijo Ludwig Wittgenstein (1967. pág. \riii) en el pró­ ack ' Don Thompson y Pam Unwin. l le aprendido mucho de sus
.1ncehgen
.
logo de L1111ntg� t1cionu filo1ófkt11: «No me gustaría que mis escritos li­ ccs comentarios y el texto definitivo ha mejorado sobrcma­
braran a nadie de la tarea de pensar, sino que, de ser posible. fueran ner� como resultado de sus apreciaciones críticas. También eswy es­
uo estimulo para los pensamientos propios de otras personas.» p�c��lm�te agradecido a la Bnúsh Academy por Ja beca que me per­
En la confección del presente libro he contraído una deuda con �ao v1s1tar algunos departamentos de geograf!a de California en la
todos aquellos que han compartido conmigo sus ideas en los pasados pnmavera de 1990. Por último, si no hubiese sido por Yanessa Law­
dieciocho años. tanto profesores como estudiantes. En Cambridge, reoce de Longman. este libro nunca se habría concluido· no sólo me
mis primeras exploraciones geográficas estuvieron muy influidas por dio ánimos para empezarlo, sino que los ba alimenc;do mientras
cinco personas: Dick Chorley, que me enseñó mucho más de lo que crecía y ha mantenido una paciencia extraordinaria a medida que se
recuerdo acerca del duelo de titanes en OK Corral¡ H. C. Darby, retrasaba Ja fecha de finalización.
cuyo uso del lenguaje y amplitud de discurso me abrió codo un reino
nuevo de investigaciones geográficas; Derek Grcgory, que me intro­ Virginia Water, J 5 de noviembre de 1991.
dujo no sólo en la obra de Jürgen Habermas, sino también en el Tt�I u '\t'IN
campo más vasto de la teoría social; Jim Lcwis, que me inculcó la
importancia duradera de la economía política de .Marx; y David
Stoddart, que casi me convenció para que me dedicase a la geografia
fisica. El primer esbozo de esca obra surgió en Durham, enrre 1976
y 1981, inicialmente a través de una sede de seminarios para licencia­
dos y, después, gracias a la oportunidad de compartir mis ideas con
estudiaoces dentro del contexto de un Grupo de discusión geográfi­
ca, filosófica y memdológica; Eric Berrhoud fue el concacro con
Neucbacd y ha garantizado la visión europea. En 1981, entré a for­
mar parte del Departamento de Geografia del Bedford College de la

10 11
r

Prólogo a la edición española

Esta edición castellana de The piare of gtograpl?J• me brinda la


oporrunidad de examinar brevemente los cambios que ha experimen­
tado la disciplina desde que se publicó por vez primera la obra y de
responder a algunos de los comentarios publicados acerca de la edi­
ción inglesa. Antes que nada, es menester señalar que esra obra se
ocupa principalmente del desarrollo de la geografia en el mundo de
habla inglesa y, al publicarse eo uoa edición castellana, he comado
conciencia de la escasa mención que se hace en ella de la invesciga­
dón emprendida por geógrafos de habla hispana. Este hecho es,
en parte, uo reflejo de la insularidad relativa de muchos geógrafos
británicos y americanos, pero también una consecuencia de los estre­
chos vínculos C)Ue ban establecido tradicionalmencc con los geógra­
fos alemanes y franceses. No obstante, puede apreciarse un fortaleci­
miento de los lazos de unión con los geógrafos del mundo hispano y
cabe esperar una consolidación en los años vemderos.
También creo oportuno hacer h10capié, a modo de introducción,
en un segundo aspecro ya perfilado en las primeras frases del prólogo
a la edición inglesa. Este texto va destinado a estudiantes no licencia­
dos en busca de un repaso relativamente breve y, de ser posible, legi­
ble de la evolución de la geografía como disciplina académica desde la
antigüedad clásica. Por ello, muchos son los aspectos que oo se abor­
dan con codo el detalle que merecerían en una obra más vasca, no
obstante lo cual el presente volumen pretende ofrecer uo texto básico
que permita a los estudiantes desarrollar sus propias interpretaciones
de la bibliografia en la materia. Mencionaré seguidamente otros dos
aspectos del enfoque adoptado: eo primer lugar, ilustra que muchas
de las cuestiones abordadas por los geógrafos acmales fueron objeto

13
de debate e investigaciones en siglos pasados, y gue podemos apren­ inicintiva. Por una parte, estaban los que afirmaban que no podían
der mucho de una reanudación de algunos de clichos debates; y, en pertenecer a la nueva Sociedad y, por tanto, han organizado una
segundo lugar, implica que la expresión concreta ele la gcografia critica académica, poliúca y social desde el e..'<tcrior. Por otra parce,
en cualquier lugar o época es un reflejo de la sociedad en la que se estaban aquellos que veían serias diticult:ides en la naturaleza de la
inscribe. Ésce es prccisamencc uno de los principales argumentos del nueva Sociedad, pero han decidido permanecer en ella y cambiada
libro, a saber: que la investigación académica no es neutral, y que las desde el interior. Además de estas dos posturas extremas, se han da­
labores de invcscigacjón y docencia practicadas en materia geográfica do múltiples varianres. pero, en calidad de secretario honorario del
pueden servir corneados e intereses muy dispares. Instituto durante el período de la fusión, quisiera observar que los
De todos los comenrnrios c.¡ue ha suscitado la edjción inglesa de que tratamos de velar por los intereses de éste n través de negocia­
la presente obra, merecen destacarse tres puntos principales. En pri­ ciones a menudo clificiJes, hemos recibido en varias ocasiones d cas­
mer lugar se ha sugerido que se presta una atención insuficiente a la rigo infligido por todos lo!t gue siguen oponiénclose fümi::mente a la
corricnce fcminjsca y a las investigaciones reciences sobre cuestiones fusión. Espero que esca traducción al castellano de The place oJ geo­
de género. Como respuesrn, guisiera señalar lo siguiente: tal como grnplij transmita mis inguietudes políticas y mi afán por desarrollar
han afirmado muchos geógrafos feministas, la geografia del pasad<> una corriente crítica en In docencia y la investigación geográficas.
ba estado muy dominada por los varones, por ello una hisroria de la En tercer lugar, debo mencionar la arención prestada en el pre­
disciplina será ante codo una geografía masculina a menos que se sente volumen a los vínculos entre la geografía y la fisica nuclear, en
pretenda destacar Ja corriente minoritaria. Sin embargo, en la prime­ parúcular en lo que respecta a las tdeas derivadas de la ceoría cuáoci­
ra edición se afirmaba explícitamente que la geografia feminista ha ca y de la relatividad. Este punto de vista ha sido conccscado por al­
empezado a ejercer una influencia significativa en la disciplina y, des­ gunos críticos, pero me gustaría reicerar aquí mi convencimicnw de
de su redacción, se han publicado muchos textos fundamentales que (1ue cenemos mucho que aprender de una revaluac1ón de las ideas ele
corroboran la importancia de este enfoque. los físicos y otros científicos sobre el significado del tiempo )' el es­
Otro punto, destacado por un crítico como mlnimo, es la acen­ pacio. Mi principal interés en estas páginas se centra en lns conse­
ción relativa a la geografía m:uxisca en la investigación y docencia r filosóficas de estos argumenros, más c.¡uc en cues­
cuencias teóricas
contemporáneas. Espero que El lugar de In geografla no sólo deje de tiones como snbcr si la teoría cuántica es aplicable a la escala propia
manifiesto la dcllda que he contraído con los argumentos teóricos de de la investigación geográfica, sea cual sea. En pocas palabras, mi
Marx, sino que resalte su importancia en el reciente avance de la dis­ opinión es que loi. la7.os cnda ve7. más estrechos entre la geogrnfía
ciplina. Sin embargo, en especial desde la caída de la Unión Soviécica human::i y la teoría social, independientemente de sus innegables
y la realineación sustancial del pensamiento político de izquierdas, vencajas. ban apartado a muchos geógrafos de los avances recientes
debe reconocerse la escasa influencia de los textos de Marx en la de las ciencias fisicas y las naturales. Además, como se menciona
mayoría de los geógrafos. Escasos son los geógrafos fisicos que in­ en El 111.�nr d� la /!,eo,�rafl(I, existe un potencial considerable para el
corporan la teoría marxista a sus investigaciones, mientras que mu­ desarrollo de una crítica radical del concepto de espacio construido
chos son los geógrafos humanos que optan por apartarse deliberada­ socinlmeme.
mente de la tradición marxista. En esce contexto, merece la pena Por último, resumiré cómo ha progresado el dcbarc sobre el pa­
destacar que el debate en el seno ele la Izquierda sobre la mejor ma­ pel del posmodern1smo en la geografía desde la publicnción de El l11-
nera de influir en el cambio social ha afectado al corazón mismo de .P,11r de la .�eogrt1fln. hn los últimos cinco nños ha aumentado considera­
Ja geografía británica de los dos últimos años. De ahí que la decisión blemente la atención suscitacln por los enfoques posmodernos de la
del lnstitute of British Gcographers de unirse con la Royal Geogra­ investigación geográfica, con los elementos críticos correspondien­
phical Sociery a partir del 1 de enero de 1995 haya tenido camas re­ tes. Algunos de los aspcccos más interesantes de esce debace se refie­
percusiones entre los geógrafos sociales y culturales. La historia de ren al papel de la filosofía y la teoría en las tareas docentes e invcsti­
esta fusión todavía está por escribir, pero cabe señalar el abanico de g::icloras.1\ esrc respecto, podría deducirse de la redacción de The
posturas adoptadas por aquellos que se oponían radicalmente a la piare of,�eo¡.rnpfij• un alegato por un enfoque único de la geografía, a

14 15
saber: una teoría crmca; se trata, sin embargo, de una elección que
respeta la posible adopción de mros enfoques. Además, a menos que
la teoría ccitic a se contemp le como una construcción monolítka, es
imp ortante subrayar que, en gran medida, este en foque se adoptó
como eje central de esta obra por ofrecer una estructura que permite
interpre tar la diversidad de intereses represenrados en diferentes ti­
pos de investigaciones científicas. También cabe añadir que en d
epicentro de esta iniciativa yace una dinámica que aspira a alentar
ideas y enfoques nuevos a través de la práctica de la docencia y la in­
vestigación. Es inevitable, por tanto, que la disciplina de la geografía
y mis propias ideas hayan evolucionndo de.�de la pr i mera publicación
del presente libro, pero es de desear que esta traducción aJ castellano
induzca a los nuevos leccores a desarrollar una geografía adaptada a Agradecimientos
sus propias necesidades futu ras.
Ex�resamos nuestro agradecimiento por la aurorizac 1ón para re­
TIM UN\VlN prod ucir Las figuras y las tablas a la As soc ia cion of American Gco­
grn ph ers por la figura 4.1 y a Hcincmann Education::il y al autor
J. 1 laberm::is por los extractos correspondientes ( Habermas, 1978).

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17
(APITl'LO PRIMERO

La geografía: construcción social


de una disdplina

Ln gcogrnfia dcbcr1a :1sp1mr a tomar el bas­


ubn central, de5b3ncando en su empeño mnto a
la• ciencias pul'IU como a ..
...., c1cmc10 mtclcc­
tuAI c>.ccs1\·Amcntc promoc1onAdo llamado ma­
tcm:iucas. L:i !:Ctl!:rafia dcbcrra descollar ncom­
pañada lle su úma1 1gu2I 1hsc1phnu10, d
C.'I udin humani<tico de In l"ngull 1 lncnuuna in­
�l�:i�. Ll g1:ogmfia e< la rctníl de la< c1cncrns,
míldrc de la química, In gcxJlngrn. In fis1ca )' In
hiologin, madre también Je In hi•mrin )' In cco­
nnmia. Sin una l>asc sólida en I�• tnrnctcrisri­
ois conocidru; de ln Tierra, In' ciencias físicas
son poco más crue un juc¡¡n )' lns c1cncirrs sncin­
lcs poco m.�s que una idcolo�ln.

(Rd11orml pulihcadu en Thr Ti11111


d 1de1umo de 1990, pag. 13.)

La geografia es una de las formas más antiguas de ejercicio inte­


lectual y, pese a ello, los geógrafos profesionales no responden unáni­
memente a la pregunra de qué es la discip}jna ni siquiera a la de qué
dcberia ser. En los últimos dos mil años, la práctica de la geografía ha
vari:ido sustancialmente y el ritmo de cambio se ha acelerado en los
últimos decenios. Como consecuencia de esta evolución, la imagen
1.1ue tiene el público de la tarea del geógrafo suele estar muy aparrada
de la realidad. En el presente libro se examinan las causas de este cam-

19
bio, así como la manera en que una disciplina académica se inte!!ra en nas xiv-xv) afirma que «la mayoría de la gence no sabe de qué traca la
l:i sociedad a la que pertenece. Nos ocuparemos particularmente de la geografia moderna». El libro empieza con la hiscorin de una fiesta en
producción de conoc1micnros en la sociedad, argumentando que las la que se mantiene la siguiente conversación (Gould, 1985, pág. 4):
verdades aceptadas por una sociedad son resulcado de una serie de
interacciones entre inrerescs sociales, policicos, económicos e ideoló­ ¿Y a qué se dedica usted? -preguntó ella.
!!Ícos. Dicho en otras palabras, este libro se ha concebido como una -¡Oh! --contcsré agradeciendo J:i can socorricln preguuca , soy
reflexión histórica del nacimiento de la geografía contempor:í.nca, en­ geógrafo.
caminada a desvelar las conexiones subyacentes entre el �aber, el po­ Al decirlo, sentí cómo l:i superficie firme y uniforme.: se tornaba eo
der \' el interés de la humanidad. cJ ya acosr�mbrado cenagal. Ninguna necesidad había de que formu­
éomo contraste a la ferviente defensa de la importancia de la geu­ lase la siguiente pregunta, pero lo hizo.
grafo1 expresada en la cita que abre el capítulo, cabe destacar que la -¿Geógrafo?
disciplina no se considera mayoritariamente como un elemento fuoda­ -Sí... eso mismo... geógrafo dije con esa seguridad callada-
mcntal de los sistemas de enseñanza de todo el mundo. De hecho, m­ mente emusiasra que s:ile can fácilmente de la boca de los médicos
cluso en Gran Bretaña, donde la geografia ha sido durante mucho ingenieros, pilotos de líneas aéreas, camioneros, marineros y vaga�
c1empo una de las asignaturas m:ís populares en la en�eñnnza secunda­ bundos...
ria, los geógrafos profesionales desempeñan un papel mur marginal Geógrafo, ¿en serio. .?, ¿y qué hacen los geúgrafos?
.

en la toma de decisiones políticas, algo sorprend1.:nte ci ada� las nume­


rosas investigaciones realizadas por los geógrafos en temas con tanta El autor continúa <licicnclo: « o es la primeen vez <.Jue me sucede,
carga poUrica como el estudio del medio ambicnce, la reestructuración pero resulta tan <lifícil como si lo fuera. Esa horrible sensación de de­
económica y el cambio climático. Este hecho parece responder a cicr­ sesperación absurda en la c¡ue todo un geógrafo profesional es
co úpo de discontinuidad entre la idea que tiene la sociedad acerca de incapa7 de explicar de unn forma breve y sencilla a c¡ué se dedica»
la djsciplina como asignatura )' la reacción de dicha sociedad ante la (Gould, 1985, pá�. 4).
práctica de la disciplina por aquellos que se identifican a sí mismos Este rclam recoge una experiencia típica de muchos geógrafos e
como geógrafos de proíes1ón. ilustro perfeccameote lo poco (jUe �abe el público acerca del trabajo de

t:.n última instancia, las disciplinas académicas no sólo existen estos profesionaJes. Tal ihrnorancia no puede nchacarse completamente

porque los profesionales creen en su validez, sino también porque las aJ hombre de la calle, puesto que los propios geógrafos se han mostra­

sociedades a las que pertenecen confian en su utilidad. Tamo la ense­ do con frecuencia basranre vagos a In hora de explicar y justificar su
ñanza como la investigación son actividades onerosas y, especial­ papel en la sociedad. De hecho, anee Ja pregunta lanzada en la fie.,.. ra a

mente en tiempos de recesión económica, el contenido de ambas de­ la que nos hemos referido, muchos dc los profe!<ores e investigadores
pende de las negociaciones entre los universitarios y la sociedad en geografia se cubrirían con frases como: «Bueno, en realidad me de­
donde dven. No obsrnnte, la imagen pública de la geografía rambién dico al esrudio del sucio» o ((La verdad es que soy asesor en m.1tecias
debería inspirarse, en cierta medida, en la actividad propiamente di­ de desarro Uo». No es nada fácil establecer el porqué de estas respues­
.
cha de esos profesionales que son los geógrafos. Éste es el punto de tas, pero sm duda se debe, en pane, a que los geógrafos son conscien­
partida del presente volumen, donde abordaremos en primer lugar la tes de que la percepción general de la cLsciplina está can alejada de su
imagen de la disciplina en la sociedad, para continuar examinando en �rácrica profesional cotidiana que decir que son sencillamente geógra­
mayor detalle cómo se define una disciplina. los carecería de sentido. Quizá se deba también a que la geografia es
una disciplina ran amplia, tiuc cubre investigaciones en temas tan di­
versos como los procesos de formación de montnñas y d comercio
1.1. LA IMAGEN DEL dnoGRAFÍA EN LA SOCH!DJ\D
medieval de vino, que el término geograJin transmite una idea muy Li­
Eo la obra The gtogrophtr al u1ork, uno de los escasos libros que mitada del tipo de investigación que ocupa realmente a !os geógrafos.
presentan la geografía al gran público, Pecer Gould (1985, pági- C> obstante, es imposible evitar Ja conclusión de <1uc tal vez se deba

20 21
Aiim llo n... --•
-11 .... .....
¡llo,.......tot
1L°'"'" ,...i. U- Fr..... ¡._.,.._
asimismo a que muchas de las personas dedicadas a la geografia no ¡-l .. ... ....,._
..... _1
/iv... '""�
aceptan con soltura la eidstencia de algo único y digno de considera- _,
/
ción en su propia disciplina.
La imagen que tiene de la geografía la mayoría de la gente proce-
de del tipo de enseñanza que han recibido. En Gran Bretaña, la geo­
grafia todavía se considera como una historia de ((cabos y golfos»,
mientras que en Estados Unidos se relaciona más bien coa «estados y
capitales». Esta realidad queda bien ilustrada en unas viñetas de Garry
Trudeau (figura 1.1 ), donde vemos a un profesor claramente cmusias­
mado por la geografía como «una de las disciplinas más bárira.J>>, pre­
gunrando a sus alumnos que indiquen dónde se encuentran diversos
lugares de diferentes partes del mundo (The G11ordia11, 23-27 de agosto
de 1988). Los estudiantes demuestran tener un conocimiento muy re­
ducido del tema, incluso cuando el profesor les indica que la razón de
su pregunta acerca de icaragua es que «hemos intervenido en la
guerra de ese país en los últimos ocho años». Esta tira cómica es espe­
cialmente significativa porque, si bien deja constancia de que la geo­
grafía se ocupa realmente de «cabos y golfos>> o de «estados y capita­
les», sugiere que la asignatura no logra transmitir a los alumnos un
saber que ellos mismos consideran úril y digno de recordar.
En la esfera política, los geógrafos han tenido una función muy
poco influyente en la toma de decisiones y como asesores de los go­
biernos en el plano nacional y, particularmcnre, en el internacional.
Del mjsmo modo, aunque los medios de comunicación prestan cada
vez más atención a la geografía, escasas son las cntrevisras con geó­
grafos c¡uc vemos en programas de noticias o de acrualidad. Por el
conuario, se solicita continuamente Ja opinjón de los economistas
acerca de asuntos económicos y se recurre a los bouinicos para que
expliquen el desarrollo de una nueva variedad de cosecha de alto ren­
dimiento que aumentará la producción de alimentos en d mundo. Es­
ta situación quedó claramente de manifiesto hace unos años durante

una visita a la sede de la FAO (Organización parn la Alimentación y


la Agricultura dependiente de la ONU) en Roma. Surgió el tema de la
posible contribución de la investigación geográfica al estudio de los
problemas y aplicación de las politicas de desanollo agrkola en los
países más pobres del mundo y, una y otra vez, se llegaba a la conclu­
sión de que, a primera vista, los geógrafos poseÍ:ln pocos conocimien­
tos o atributos que resultasen de utilidad. En cambio, la FAO conua­
ta sin ningún reparo a expertos forestales, bioquímicos especializados
en la fabricación de pesricidas y economistas encari:,rados de :rnalfaar Pigurn 1.1 .. Dooncsbury pOl G.irry Trudeau (7'.bt CH1mlian, agosto 1988). Universal
los efectos de determinadas innovaciones. Esto no sjgnifica que los Prcss Syndic:atc 1988 G. B. Trudc:au.

22
23
,

LA CO!'-STRLU. IÓ!'- DL U�t\ DISCJl>Lll-: \


geógrafos no hayan desempeñndo un papel fundamental en �a roma
1.2.

de decisiones políticas (por ejemplo, l lall, l 9�3, t 980, 1988) s1�0 que
'. . Pese a los factores inscicucionalcs causantes de la evidente inmu­
.
su participnción es inferior a la de los cspcc1alis r s en arras disciplinas.
? rnbilidad de las fronrcras actuales enrre l:1s disciplinas, n:tda hay de ab­
Tenemos aquí un reílejo de la enorme separac10 . que s�ele da� se en­
.1� soluto ni sagrado al respecto; todas lns d1sc1pl10:1s son creaciones hu­
tre el mundo político y el académico, pero tamb1en una tluscr�c1on .
de
manas y han sido objew de discusiones, y no existe ningún criterio

que no existe ninguna salida pro esional inmediata para los �eografos.
único para e1 escablec1m1ento de dichas frontcrns. Ea términos gene­
.
Otro modo de evaluar la actitud de la sociedad anee la 1mporcan­
rales, las disciplinas se 1denntican y jusulicao <le cua1ro formas princi­
cin de la geowafia consiste ea observar cómo se valora .ª los licencia­
. pales, que St: expliC:tn n conúnuación
.
dos en geografia en el mercado del trabajo. Un esru.d10 realizado ª
. La primera propone seacillameocc que una disciplina es la activi­
mediados <le In década de 1980 (U nwin, 1986), por e¡emplo, sugeu a
. dad colectiva de las personas que In pracrican; ln geowafia poddn
que, aunque la mayoría de los empleadores no contemplaban un di­
. contemplarse así como a<.¡uello a lo que los geógrafos deciden dedi­
ploma en geografía como un inconveniente, por lo menos la rrutad de
. carse. llird (1989, pág. 214), por ejemplo, <leliende que <<la geogrnfia
las personas consultadas consideraban que no aportaba mnguaa ven­
taja panicular. La mayoría de los empleadores que val�raban la �or­ es lo que han hecho los geógrafos: 13 geografía es

fos se afannn por comeguirn. Este uso dd término, como actividad


lo que lo, geógra­

m:tción en geografia como algo útil, otorgaban mayor 1mportaaaa a


dentro de la disciplina, es el que Johnscon califica de acodlmico. Tal
los conocimienros en informática y estadística que forman parte d�l
definición hace hincapié en la disciplina como fenómeno social reflejo
programa ch: estudios. Otra conclusión más alarmante de este escud10
. de las estructuras insticucionales y políticas de hs que procede. G.n lns
fue que la mayoría de los emple:idnre� sab1an muy poco del cipo de
tmiversidadcs e insrituws politécnicos hay departamentos de geo­
enseñanza e investig:tción que se realizaba en los departamentos de
y las personas que rrabajan en ellos deben competir en la asig­
geografía de las universidades británicas en la déca a � �e _1980. Aun­
grafia
nación de recursos que garnntizar:i su existencia como colccuvo. Por
que es posible que lo mismo sea aplicable a ocras d1sc1ph as puesto


. ello, los geógrafos nencn que segwr atrayendo a estudiantes gradua­
que Jos empleadores suelen interesarse más �or las ca cc:nsucas �r­
� d os y no graduados, mediante la enseñanza de eso que llamamos gco­
sonalcs de los candidatos que por su cumculo acndem1co (Unwto,
gralin como foco de interés y uciHdad para ac¡uellos que la estudian.
1986), es una prueba más de la dificultad que tie�en lo s geógrafos pa-
. . . Tienen que realizar investigaciones consideradas útiles por su:. patro­
ra scosibili7.ar a la opinión pública acerca de la disc1pltna
. . cinadores. Los cambios estarán marcados por In acti�ridad <le los gru­
En la mayoría de los países, las cuestiones de toma de conc1enc1a y
responsabilidad pública son aspectos fundamencalcs en los dc aces so­
.
� pos más influyentes dentro de la disciplina. El éxico se logra con la
fusión de una imagen positiva dentro de la sociedad; el fr:tcaso es
di­
bre la reestructuración de la enseñanza superior. Aunque la mera_.a
Y
consecuencia de Ja incapacidad de crear produccus úcilc .
los intereses creados obstaculicen el cambio de la estructura organiza­
La segunda forma en la que se ha intentado disringuir unn disci­
tiva de las djsciplinas, recicoccs experiencias en Gran Brecaña por lo
pli11a de otra consiste en hacer referencia ni objeto de estudio o temá­
menos' indican que los gobiernos, en su papel de promotores, .10-
tica de cada una. johmcon (l 986:.t) califica este uso de 11rmrímlo. Esta
fluveo mucho en el cipo de enseñanza e investigación que se practica
definición da pnr scnrnda la exiscencin de objetos de estudio geográfi­
en ·las instituciones académicas superiores (para una comparación con
cos que no son ni soci:ilcs ni geológicos, por ejemplo. l�llo implicaría
Australia, véase Powel.L 1990). Si se considera que una disciplina no
que existe cierta orden especifico en el mundo ele los fenómenos, den­
es una fuente de licenciados o de investigaciones útiles, es probable,
tro del cual los pracuc:tnces de una ·disciplina concreta deben dclim1car
especialmente en tiempos de crisis económica, que se reduzcan los
. su campo de estudio. Se produce así una compeución entre bs disci­
fondos desrinados a ella. Todo ello plantea dos cuestiones fundamen­
plinas por apropiarse de los diferente!' objetos de esrudjo, donde las
rnles. En primer lugar, da por i;upuesto que es posible distinguir enue
más afortunadas se expanden absorbiendo n las m:ís desafortunadas.
conocimiemos útiles e inútiles . I:::n segundo lugar, establece la necesi­
Éste es el sisrcmn al que se recurre con más frecuencm (Holt-Jen­
dad de formular criterios claros que permitan identificar las distintas
scn, 1988) para identificar y justificar una <lisciplina y puede ilustrarse
disciplinas.

25
24
con gran parte del trabajo geográfico efectuado en la primera mitad
del siglo XX en el contexto regional . Geógrnfos como Fenneman de la disciplina, sino también las actividades docentes e investigadoras
(1919) contemplabao la región como su objeto de estudio exclusivo, correspondientes.
argumentando que cal uso evirnría que la geografia quedara incluida
en otras ciencias. 1 .3. LA RNSr:.ÑANZ1\ DE LA CEOC.. R J\l"IA
En tercer lugar, las disciplinas también se han descrito en térmi­
nos de met0dologías o técnicas aplicadas. Encontramos así numero­ Gritzner (1986, pág. 252) observa lo siguiente:
sas alusiones a métodos históricos (Bloch, 1954; Norton, 1 984; Dri­
ver, 1988) y a técnicas geográficas y geomorfológicas (Ebdon, 1977; ingún edificio o campo del s:ibcr es más sólido que sus
cimientos;
Silk, 1979; Clark, Gregory y GurneU, 1987a; Goudie, 1990) y muchos el o <le In gcogr.1fin académica descansa en los conocimientos
«templ »

planes de esrudjos de geografía para no graduados incluyen cursos en teóricos Y prácticos adqui nd s por los alurnaos de las escuelas
prunana
cuyos órulos figuran rérminos como «mécodos y técrucas geográfi­ � �
Y secun aria, y por los eslUd1ames c1ue. cuantitativa y cualitativamente,
cas». Una vez más, al igual que ocurría con las definiciones basadas en se mamculnn en nucscros cursos.
la temáóca de estudio, tales justificaciones pretenden delimitar las
fronteras interdisciplinarias basándose en un conjunto úruco de herra­ No obstante, este tipo de experiencfas varía enormemente de un
mientas técnicas, que puede enseñarse y aplicarse a fenómenos dife­ país a otro y rambién dentro de un mismo país, dependiendo del tipo
de pr�grama de estudios . aplicado.
. De hecho, la cantidad de geografia
rentes. De esta manera, las disciplinas se expanden mediante la crea­
ción de nuevas técnicas o la apropiación y desarrollo de mécodos de estudiada en las escuelas primarias )' secundaria puede i r desde cero,
otras disciplinas. Un ejemplo clásico actual de esta práctica es cJ rápi­ como en gran parte de los Estados Unidos, hasta un tercio del plan de
. para los alumnos que escogen geograíla como asignatura op­
est �ruos
do desarroUo de los denominados sistemas de información geográfica
y el torrente de conferencias sobre este subcampo de la disciplina que tartva (J\-level) en Inglaterra y País de Gales. En la mayoría de los
.
p::uses europeos, la proporción de geografia que se estudia en las es­
se anunciaban en Gran Bretaña a finales de la década de 1980 (Chris­
man et al. , 1989; Maguire, Goodchild y Rbind, 1991). c ueJas está c?mpr�n�i �a enc �e esos dos extremos. En términos gene­
Las definiciones basadas en cl objcro de estudio )' en la metodo­ , . es posible � 1v1d1r lo� sistemas educativos entre los que mantie­
rales,
logía suelen apuntar hacia una imagen estática e invariable del mundo nen un gra � abanico de asignaturas en los planes de estudios primario
académico, justificada por la posibilidad de que algunos métodos y y secundario, como ocurre en la mayoría de los paises europeos, y
aquellos que permiten . un grado considerable de especialización
técnicas crean una disciplina concreta. Así, una persona se converti­
ría en geógrafo tras aprender una serie de conocimientos teóricos y com� e� loglaccrra y País de Gales actuales, donde los alumnos de lo�
prácócos que comprenden ciertas verdades geográficas. La cuarta dos ul r1mos años de la escuela secundaria pueden limitarse a dos 0
tr:s astgnaruras. �as diferencias enrre el papel de la geografia en la en­
.
forma de definir una disciplina trata de evitar csra postura repetitiva,
centrándose en el tipo de preguntas c¡ue se plantea cada disciplina y el �enanza secundaria estadounidense e inglesa constttuyen una buena
. . de los problemas tan dispares que se planteán a los estu­
ll � straelon
modo de abordarlas. Aunque también estas definiciones pretenden
dividir el mundo académico en células, una disciplina definida según diantes de geografta en ambos países.
las preguntas que se plantean los especialistas no permanece escanea­
da ni invariable.
Para la mayoría de las personas, el contenido de una djscipljna
1.3.1. Lo ¡,to.grafía m el pla11 11orltafllerica110 de u111dio1 1wmdario1
concreta no depende, sin embargo, de un debate teórico perfecta­
En Estados Unidos, d contenido del plan de estudios varia de un
mente formulado, sino de su experiencia práctica en las aulas. Es, por
ello, especialmente importanlc examinar la conexión entre la geo­ estado a otro y también según el rusrrico escolar de cada localidad. Pe­
grafía tal como se practica en los diferentes estadios del sistema edu­ se a esta disparidad potencial, muy pocos son los alumno:; de ense­
cativo. Este examen no sólo permite comprender la imagen pública ñ�nza secun�ria que estudian una asignatura llamada geografia. Pre­
c1samenre 1JrJI y LaPraine (1989, pág. 2) señalan que «la geografia ha
26
27
- ..,

Y Tiefenbacher (1 989), según la cual el rango académico rel:uivamcme


desapareado prácncamente de las escuelas como as i�na 1 ura indepen­
bajo que ocupa la geogratia lleva a la mayoría de estudiantes más do­
dienro>. La geog r:ifm que se enseña en la escuela secundaria suele ir
tados rnte lectual mcnce a optar por disciplina� c¡ue la sociedad conside­
incluida en un curso com bina do de csrudios so cia le� o en cursos ge­
ra más difíciles y, por ende, m:ís prescigiosas. Todas estas inílueocias
nerales de historia, que en ):¡ ma\'orÍa de los casos imparten pro fesores
forman pare� �e una csrruc1urn compleja de causas y cíceros, puesto
�in n inguna formación en geog rafía. 1 lol co mb � Ticfcn bacher ( 1989,
que el ruvel 1n 1ci.a l de los cursos de geografia tiene una inOuencia di­
pág. 161) ha n observ:tdo ni respecto lo siguienre:
recta en la prepa rac ión de los licenciados y, como consecuencia, en la
condición :tcadémica genera l de la di sc ipli11a .
en des
La imporrancia de la geug rafla l!l1 cJ programa escolar va En la década de 1980, se defendía que uno e.le los mod()s de con­
añm, pese al esfuerz o despleg ado en la dcca
censo desde hace mucho � trarresrn r la debilidad Je la geogra fia en las universidades estadouni­
da de 1960 por \'Olvcr a 1 m rud uci r d méto<lo de im
es11A:ie1ón ciemíli­
denses era darle mayor importancia co el plan de estudios secunda­
ca u través del Prurec10 para 1;1 �co gr :ifi:l en l:i c�cucla �ecun<lnria,
r!os. Desafortun�damcnte, como señala J umper ( 1986, p:í�. 254) . «el
subvcnciona<lo por l:i rundac1ún Ciemilica acional. l.n la mayoría
parte de uno• «estu­ sistema de vema1as en beneficio de la enseñanza superior repercute
de lo• programas escolare , la gcogratia foan.'\ba
dios sociale " m:is
generales r solía quedar engloba da en la historia muy poco en los esfuerzos desplegado� por el cuerpo docente en los
nh el �s preuniversttarios». Pese a ello las reformas de los planes de
• ,
noncamcncana.
escudms en algunos estados, como Dakota del Sur (Gri rzner. 1986),
Tenncssee (J umper, 1986) y Texas (l3oehm y Kracht, 1986) han mejo­
l�stos au tores ariaden c.¡ue «el cierre de los departamentos Je geo­
rado mucho la pos ición de la geog ra fía en la escuelo secundnria. Entre
grafia e.le univers idades wn p resrigiosas como Michigan, Chicago y
las más antiguas e i mpo rrnntes de tales reformas, está In inici ada en
Columbia, así como la ausencia casi absoluta de geo� rafia en los cen­
Cal i f?m.ia y come�cada. por Stutz (1985) y Sal ter ( 1986, 1987).
tro� de la 1 vy League, hizo que el mundo académico es ta douni dense
El e1emplo californiano ilusrra cómo unos pocos individuos des­
se diese cuenta de la v ul nerabi lidad de la disciplina» ( Holcom b y Tie­
empeñaron un papel fundamenta l utilizando las reformas educativas
fcnbacher, 1989, pág. 161).
co beneficio de la geografia. En 1962 la asignarura desapareció del
Tres son las consecuencias que ha tenido en la enseñanza superior
programa de las escuelas locales, pero veinte años después, en otoño
esta penu ria de educación geog ráfica en los niveles primario y secun­
de 1982, los aní�ulos publicados en un periódico de San Diego susci­
dario. En primer lugar, los estudiantes de primer año, e incluso los de
rnron una considerable <1t0ma de conciencia en la comunidad del
seg undo, tienen unos conocimientos mU}' limitados de la materia y de
111 práctica asociada con la geog ra fía. Ello impl ica, a su vez, que Jos valor y la nec�sidad de i�crcmentar la enseñanza de la geografía»
(S_t u tz, 1 985, pag. 391). M ien tras tanto, un nuevo supervisor del dis­
cursos de geografía del primer y segundo año del sistema educativo _
trito escolar umficado de San Diego preparó un plan para introducir
superior suelen empez:ir con cursos elementales, donde se cubren las
un año adicional de estudios sociales en el programa de las escuelas
nociones básicas de cernas como el mcdjo 6sico y la geogra fía cultu­
lo�les. Stu tz consideró esra in iciati va como la ocasión ideal para in­
ral. A este respecro, Trimblc (1 986, pág. 271) lamenta que «la falta de
cluir un elemento de .geogra fía. En el plano estatal, en 1983, la ley 8 1 3
preparación intel ect ua l de los unh-ersitarios de primer año afecte a la
del Senado proporcionaba los fondos e incemivos necesarios para
enseñanza de la geografia físican. En seg undo luga r, s in emba rgo, Ja
efectuar una refor�a del sistema educativo ca liforniano (Saltcr, 1986)
ausencia de geografia eo la escuela secundaria signific.'l que la mayoría
Y un grupo de geografos de la Universidad de Calif ornia, Los A nge­
les (UCLA), también vio en esca iniciativa la opon uni dad de recalcar
de los alumnos no riene idea alguna del contenido de los cursos
supcrio rc.: de geografia. Aun<1 ue HiU y LaPra i rie ( 1 989) sostienen que
el perfil de la discipl i na. I-'\ ley 8 1 3 del Senado disponía la creación de
otras di sc ipl inas como la psicologia subsanan sin dificultad este in­
unas di rec�ices para los pl::ines de estudios, concebid as como punto
conven iente, es obvio guc tiene i mpo rtantes repercusiones en la cap­
d� referencia para los programas e.le todn el estado y cspeciJicaba asi­

r
tación de estudian tes pues muchos prefieren optar por asigna tu ra s
,

mismo <1ue en los cursos de noveno a duodéci m o de todas las escuelas


gue les resuüan familiares y no por pe rfectas desconocidas. Esca con­
públicas de California debían im pa rti rse las eres asigna L u ras siguientes
sec uencia está relacionada con una tercera, de la que hablnn J lolcomb

29
28
en el campo de las ciencias hiscórico-sociales: a) Historia y geogrn­ f_;Jemenlary a11d Smmdary Sc/Jools (Directrices para la enseñanza de la
l,
fia de los Estados Unidos, b) Historia, cultura y geografía mundia geografía en la escuela primaria y secundaria) y posteriormente desa­
y c) Estudio del gobierno, de los derechos y deberes
del ciu � ad � �y
o rrollaron el Proyecto de aplicación de la enseñanza nacional de la geo­
o de estas d1spos1c 10- grafia, destinado a promover la importancia de la geografía en las
de Ja economía escadounidense. Como resulcad
nes se fundó la Alianza Geo�r:ífica de Californ ia con sede en UCLA, escuelas de Estados Unidos (J umpcr, 1986). Según Bednarz (1989,
n sus
formada por geógrafos de universidades y escuelas, que pusiero pág. 486), todo ello ha desembocado en un verdndero «renncimicnro
las directri ces de Jos planes de es­ de la enseñanza de la geografia>>1•
recursos en común parn desarrollar
o, muchos profeso res consider a­ Junto a la creación de las Alianzas Geográficas, Salrer también
tudios ( alter, 1986). En un principi
In geograf ía en los nuevos cursos poco más obruvo el apoyo del aJcaJde de Los Ángeles para organizar en 1985
ron la incorporación de
señala­
que la inclusión de listas de estados y capitales, pero como ha .
una jornada de toma de conciencia geográfica en roda In ciudad. Esta
do alter (1986, pág. 13), «las directrices para los planes de estud1o!i iniciariva fue adoptada por geógrafos de otras ciudades y culminó con
pretendían C1frecer un ejemplo dinámico de la geografía más allá de la la celebración de la primera Semana :-.lnc1onal de Tomn de Conciencia

pura toponimia». Los aspecto� geográficos identificados en las direc­ Geográfica entre el 15 y el 2 1 de noviembre de 1987. Como afuman
tt:ices para el curso de Hismria, culcura y geografia mundial incluían Holcomb y Tiefcnbacher (1989, pág. 159), «In propuesta, elaborada
los siguientes objetivos: en el Congreso y ratificada por el Presidente Reagan, dejaba constan­
cia de la ignorancia nacional en marecia de geografía y de la necesidad
l. Emender y utilizar las herramientas de la geografía, tales como de potenciarla, e invirab::i a los habitantes de los F.stndos Unidos a ob­
el uso eficaz de mapas, fotografias aéreas y mac:¡uerns geo- servar la Semana participando en las «Ceremonias y acrividades orga­
gráficas. nizadas>>. Muchos de los esfuerzos y del apoyo finnncicro desplegados
2. Comprender las carnctedsticas fisicas y culturales de las dis- en la Semana de Toma de Conciencia Geográficü procedían de Ja Na­
tintas regiones del mundo. tional Geographic Society y como acontecimiento mediatizado fue un
3. Apreciar las complejas interacciones de los individuos y el éxito completo. No obstante, tal como subrayan H<>lcc>mb y Tiefcn­
medio ambiente. bachcr (1989, pág. 165), mejoró en muy poco la reputación académica
4. Evaluar las consecuencias de la intervención humana en el de la geografía:
medio fisico (Saltee, 1986; pág. 1 1).
Haciendo hincapie en la geogrnfia propia de los juegos de mesa,
Aunque estas iniciativas californianas trajeron consigo un aumen­ In sa­
con preguntas y respuestas, )' cstadbtic:t) ficucia� repetidas hasta

to de la importancia de la gengrafia en Jos planes de estudios, la disci­ ciedad, se consolida la imagen pública de la ¡.:cowalla como ocupación
plina permaneció en un concexto dominado por la historia o las cien­ propia de niños de ocho años. .Mu� poco del marenal d1fund1do por
los medios de comunicación 1 usufica la as1&tnac1(>n n In gcografia de un
cias sociales. La geografia no ascendió en ningún caso al rango que
lugar en la enscñan1.a superior.
ocupa, por ejemplo, en el plan de estudios inglés. Sin embargo, inspi­
radas en el ejemplo californiano, han surgido en Estados UnJdos otras
Frcnre a esta posición precaria en Estados Unidos, la !!cografia
Alianzas Gcográticas, donde se reúnen geógrafos procedentes de la
ocupa un lugar más importante en los programas de las escuela cana-
enseñanza primaria, sccundaria o superior, y Fuller (1989, pági­
na, 480) observa que en apenas seis años la red de alianzas se ha 11ex­
1 .\!:is rcc1entcmente, desde ljUC: el 1 <le abril Je 1994 el presidente Clmion �ancio­
tenditlo a unos 30 estados y 2 1 de ellas reciben subvenciones a través nn'c In le) Cot1!1 2000: bd11r11lf .•l1nrri({/ .'lrt. In �co�rníln ha Pª'ª"º n ser una de )ns
de becas de In National Geographic Societyn. Paralelamcnrc, en 1984, nu.,ve 11s1¡..'lnl 1urns cenu:nks de las cunJes. parn el nño 2000, dchcrñn cxnimm1rse wdus
la Asociación de Geó�rafos Americanos (AAG, t\ssociation of Ame­ los csrudmnies de los c1usos 4.'', 8.0 y 12.''; cumu cun�ccuc11c1n, unn serie de organi s­
mo, ( 4uoriali o11 q_( rir11triro11 Cro11.mphrr1, .r l111rri((111 Gto,�rophkal .l'ofirty, 1\11tio11al Co1111til
rican Geographers) y el Consejo Nacional para la Enseñanza de la
: 11ral1011 y Natio11al Gro,v.rt1phtr .lorinr) han cs111hlc:c1d11 un c11n1unco de
Jf1r Ceo:v.rnpbit E.d
Geografin ( CG E, Nacional Council for Geograpbic Education) pu­ d1 r�ctrices naaonnles, cuyn puhlicacltin e<tñ pn:vl�1� para linnlcs de 19?4 baje> cJ tirulo
blicaron el documento titulado Guideiinesfar Geograp/Jic l.!.d11ratio11 i11 J/Je Gr��rap/n• for Ufe: llJe l\íoli011t1/ Gto,�rap�y .\'11111dnrds.

30 31
dicnses (Robinson, 1986). Según palabras de Wolforth (1986, pági­ en la década de 1970 y <le 1980, muchos profesores de la asignarura
na 1 8), durance mucho Liempo: seguían quejándose Je la «evidente falca de interés que el gobierno
demostraba por mantener un elemento geogTáfico importante en el
secundarias de la plan de estudios» (Bunce, 1986. pág. 325). Muchas de estas quejas
ha sido una asignatura independiente en las escuelas
a p o 'º general por pro­ fueron una reacción al discurso pronunciado en 1976 por el Primer
mayoría Je provincias canadienses, imparti� ;
. .
preparad t>s )' con un contenid o solido que los gcogra­ Ministro James Callaghao, iniciador del denominado <<Gran Debate»
fesionales bien
; apoyada
fos ucndémicos considerarían rcsp1.:table o incluso riguroso acerca del futuro del sistema educativo del pais, que culminó en la
por una colección envidiable de libros de lCXl�, po� lo .�
cneral muy Ley de reforma del sistema educativo de 1988, que \X/alford (1989,
m:ui:rial ped ag ógico IJeno de 1magma c1on.
bien rcdnctados ) pág. 161) califica de posiblemente <<la reforma educativa más impor­
tante del siglo».
Sin embargo, también en Canadá hay problemas: «en nin? una Las primeras ideas deJ gobierno acerca de la reforma educativa, tal
provincia es um1 asignatura obligacoria en la escuela secundarJa» Y como aparecen en los informes del Ministerio de Educación y Ciencia
. .
<<como asignatura oprntiva, suele considerarse ideal p a�a los alumnos (Deparcmcnt uf Educatioo and Science, 1980, 1981), no presagiaban
más flojos» (Wolforth, 1986, pág. 18). Estas observaciones plantean nada bueno para el futuro de la geograíla. Sin embargo, en 1985. el
dos cuestiones fundamentales. En primer lugar, es importante que en entonces Mmisrro de Educación, Sir Kcith Joseph, participó en una
la escuela primaria y secundaria sean geógrafos profesionales los que conferencia de la Asociación Geográfica, principal organismo de re­
unpartan la asignatura, y no historiadores como ocurre en muchas es­ presentación de los profesores de geogratia en las escuelas prima ria y
cuelas escndounidenses. En segundo lugar, Wolforth subraya como secundaria de Gran Bretaoa, al final de la cual planteó siete preguntas
obstáculo fundamental en la trayectoria de la geografía como discipli­ relacionadas con el papel de la enseñanza de la geografla. Como res­
na, elhecho de que se considere una materia íloja desde el pun�? de puesta, la Asociación Geográfica redactó un documento titulado
v ista académico. Ambas consideraciones requieren mayor atenc1on )' A raufor ¡,eograp� (Bailey y Binns. 1987), que constituía uo argumen­
se examinarán en más detalle en capítulos postenores. to sólido para la inclusión de la disciplina en todos los niveles del
p rogra ma primario y secundario. Para cuando se publicó dicho docu­
mento, ya había accedido al Miniscerio Kenneth Bakcr y en agosto
1.3.2. La geografía m ti si!let110 ed11coli110 de Inglaterra de 1986, la Asociación Geográfica le envió una carca de segu1mienro
)' País de Gulu destinada a mantener el diálogo entre las personas 1nvolucradas en la
enseñanza de la geografía y el gobierno. Esca carta conrenia las si­
De codos los países del mundo, es en Inglaterra yPaís de Gal� s guiences sugerencias:
_
donde la geografia ocupa la posición más sólida en la escuela pnmaria
_
y secundaria (Storm, 1989). Antes de finales de la de�ada de 1980. la 1) Que In gengrat1a es funtfamental en In educnciún de todos los ni­
,
geografia estaba bien establecida en el isc ma educativo V �e stud1a­
� � � ños (r. actualmente, su cnscñam:a es insuficiente en In escueln rrimn­
ba ampliamente ramo en el 0-level, pnnc1pal examen �caderruco que ri,1); 2) que la gcografia no debe contemplarse exclusivamente como
pasaban los alumnos de 15-16 años antes de que se susutuy�se por l�s una asignatura humanística: 3) que la gcografia posee un 1mpC>rtantc
_ potencial de integración «con vinculo� estrechos tamo con las cu:ncms
exámenes GCSE (General Cerrificatc of Sccondary Educauon, Ceru­
licado general de enseñanza media), como en el A-levd, examen final como con las aries»; 4) <iuc la obsc.: rvación direcrn y la investigación
del medio amb1emc son p::irte� importantes de Ln labor gcográfic:i; 5)
que pasan los alumnos de secundaria hacia la :dad de 17- 1 8 años. Las
que en los último� años de estudio, la gcogr:ifia debería abordar asun­
únicas asignaruras que alcanzaban la popula[Jdad de la geografía en
to� y problemas comrovcrttdos (Walford, 1989, pág. 162).
los O-leve! de 1980 eran la lengua inglesa, matemáticas, literatura in­
glesa y biología, pero en los A-leve! de 1982 ocupaba el n�veno lu�ar
tras matemáticas, inglés, física, química, biología, economia, estudios Estos puntos encierran de forma concisa las opiniones de la Aso­

generales e historia (Lec, 1985). Pese al éxito relativo de la geografía ciación Geográfica acerca de la dirección que debía comar la disciplina,

32 33
haciendo especial hincapié en su capacidad de 1nregración por sicuarse en la importancia de la enseñanza basad
_ a en la investigación y el tra­
co la frontera del mundo físico y del humano, ccncrandose en las rela­ bajo de campo, y defendía que entre
los principales conocimienros
ciones e interacciones entre el individuo y su entorno. que debía proporcionar la enseñanza
de la geografla esrnba la repre­
En julio de 1987, el Ministerio de Rducaci(�n y �
enc1a y el. M inis­ sentación gráfica �· el manejo de mapa
s. F.n términos de contenido, el
cecio para Asunros Galeses (Department of Educaaon and S�1enc , informe subrayaba la necesidad de
� incluir en el programa «conoci­
\lV'elsh Officc, 1987) publicaron un documemo de consulta que inclu1a mientos toponímicos generales, l:i comp
rensión de los procesos que
sus propuestas para la aplicación, a partir del otoño de 1989, de un :ifcct::tn al panorama físico, social
r económico; el manejo eficaz de

nuevo plan de estudios nacional para c� os lo� al�mnos enr�c 5 y 16 m:ipas, diagramas ) dibuj os,>, añacliendo
además ttue «debía darse ca­
.
años de edad. En él figuraban maccmancas, ingles )' c1enc1as como bida al conocimienro y comprensió
n de la geogr:ifia de Grnn Bretaña,
asjgnaruras básicas que cubrírían la mayor parce de las horas d�ccnces Europa y una visión general de la �eogr
_ afia mundial general» (Daug­
en la escuela primaria,r entre el 30 y el 40 por c1enco del hor�no � la herty, 1989, pág. 3 1 ) .
escuela secundaria. Un idioma extranjero moderno, tecnologia, histo­ La composición de los grupos de tr:ibn
jo por asignatura reflejaba
ria, geografia, arre, música )' educación ñsica eran las demás asignatu­ los amplios campos de interés que debía
n figurar en lo� objetivos de
ras de base que deberían estudiar los alumnos �urantc los ��_ os de es­ conocimientos transmitidos en cada
área temática. Es especialmente
colaridad obligarorin. Existía, sin embargo, cierta confus10n acerca signjficativo que las personas activ:rn1
eme deilicadas a la investigación
del papel exacto de la geogr:ifia en este progra�a, puesto. ciue en la geográfica en los centros de enseñanza
_ superior participasen de forma
asignación de las horas docentes en los anos 4 y :>, se especificaba ciue muy limitada en el informe del grupo
de trabajo de geografía. As í, de
«Historia/Gcografot o Historia o Geografía» debían ocupar 10 por los doce miembros del gnipo, só lo uno
de ellos trabajaba en el dep:ir­
ciento dd horario (Oepartmcnt of Education and Scicnce, \J' dsh Of­ tamenw de geografía de un centro
de enseñanza superior; entre los
fice, 1987, pág. 7). Así quedaba roralmence abierta la posibi ida ! � de demás había un director de una agen
cia de ''iajes, el secretario regio­
impartir una especie de curso humanisrico combina <> d': htsrona Y� .
nal de l:i Asociacicm de Propictnrios
Rurales (Country Landowncrs'
.
geografia, mientras que la preferencia acordada a la h1st0na, no ¡usu­ Associarion) y un miembro de la
_ Comisión rural (Coumryside Com
. ­
ficada por criterios alfabéticos, también sugena ciue era para el go- mission). El informe provisional del
grupo de trabajo de geografía se
bierno el componente dominante. . remitió a finales de octubre de 1989 al
M inistro ele Educación v Cien­
. _
.

Tras un período de presión satisfacroria e1crc1 a por los ge�gra­ cia Juhn MacGregor, r en él se inspir
aron las propuestas publicadas
fos, «cuando se promulgó la Ley de reforma del sistema educaa�o a oficialmente eo 1unio de 1990. En éstas,
la naturaleza de la geografi::t
.
l
.

principios de 1988, la geografia y la hjsroria figa rn an como entida­ se expresn majestu()Samence en los siguie
ntes términos:
des separadas, lejos incluso de las formulaciones h1bndas del docu­
menro de consulta» (\'\1alford, 1989, pág. 163). Se crearon entonces a)
La geografía ex-plora la relación entre la Tierra y sus gentes a
grupos de trabajo por asign:uura, cuya tarea consistía en especificar
través del estudio del /1111.ar, espado y 1J1edio a11Jbie11le. Los geó­
objerh'os de conocimientos )' programaciones concretas. Los grupos
grafos se preguntan dónde y q11i. y tambié n q11i.
_
de trabajo de ciencias y matemáticas fueron lo� primero� en formarse b) El estudio del /11/!.ar pretende describir
rómo y por
y comprender la posi­
)' como resultado del retraso en el establcc1m1em� o c1al de los d ­

� ción de las características físicas y humanas de la Tierra, pero
más. el grupo de r-rabajo de geograíla no se consmuyo hasta sp�es �c rambién los procesos, sisremas e interrelaciones que crean di­
.
� �
de la publicación del informe final de grupo de tra a10 de c1cnc1ai..
chas camctedsdcas o que influyen en ellas.
.
Mientras tanto, la Asociación Gcográí1ca, cuya maqumana para ocu­ c) ni estudio del espacio pretende explorar las relaciones entre
parse del Plan de estudios nacio�al estaba perfect�mente engrasada,
los lugares r los p:nrones de actividad que surgen del uso que
había formado de nuevo su propio grupo de eraba¡<> para que prepa­
hacen las personas del enromo fis1co donde viven y rrabajan.
rase un documenm de información :icerca del tipo de geografia que d)
los niños deberían estudiar según el Plan de estudios nacional (Bailey,
El estudio del 111edio a111hie11te abarca canto la dimensión física
como la humana. Estudia los recursos, a veces escasos )' frá­
1989; Daugherty. 1989). Esca iniciativa hacia htncapié. en particular,
giles, ciue l a Tierra proporciona y de los que depende toda la

34
35
graf
m humana) se han enmendado para t¡ue se centren en el cono­
\'ida; el 1mpacro de estos recursos en las :H:t!vi�adcs hun;anas;
. cimiemo y compresión de asumos gcograficos y no politicos ni eco­
y las nmplias consecuencias sociales, economicas, polmcas y
nómicos (Dcparrmcnt. oí Educar1on and Sciencc, 1991, Anexo B,
culturales de Ja reJación entre ambos (Deparrmcnr of Educa­
p:íg. 2).
tion and Scicnce, Welsh Officc, 1 990, pág. 6). Se han diminndo los n iveles de coMcimientos del Objetivo 5
(geografia ambiental) que se ocupa ban de opi niones y actitudes más
el oúni:.­
Más adelante1 uas otras modificaciones introducidas por que de conocimicncos y comprcns16n (Dcpanment of Educatinn and
do como ba e
cro' en enero de 199 l se promulg ó un borrado r concebi
• cicnce, 1991, Anexo B, pág. 3).
ía en Lnglater ra y el País de Gales.
de mda Ja enseñanza de la geograf
s (práct�­
En este documento se di,•ide la asignatura en cinco objec1vo Tomadas en su conjunto, estas disposlciones responden a un pun­
iento y compre nsión de lugares, geograf ía físi­
ca geográficn, conocim to de vista extremadamente tecnicista de la enseñanza de la geografia
y geograf ia am bi ntal), en cad � uno de los cu�­
ca, geograti:i humana � . y, rnl como demostraremos en capítulos posteriores, son contrarias a
. de diez niveles de conoci-
les se evalúa a los alumnos en un maxuno la mayoría de los interesantes trabajos de investigación realizados en
mientos. los centros de enseñanza superior en los últimos vcime años. Sea cual
Este proceso de negociación } enmiendas consrituye un exc:
lente
fuere el resultado de la reforma. el debate general relacionado con la
ensenanz a.
ejemplo de )as implicaciones políticas en el ':"�do de . la . introducción del Plan de eudios nacional ha colocado a la geografia
1 10 de 1990,
Las propuestas oficiales, presenrad:is por el ministro en �� en el candelero, lo suficiente para granjearse la ardiente defensa del
_ entre­
suponían un gran cambio con respecco al informe prov1s1onal editorialista de The Tinm2•
199_1
gado en ocrnbre por el grupo de trabajo, pero el borrad�r _de
Así los o cho ob1ea os ori­
todavía se aparraba más de la idea inicial. �
. nc1onado s
ginales del grupo de trabajo se redujeron a los cinco m � 1 .3.3. La geografí
a dude In enseñanza pri111arin a In superior
importan te afccca�a al upo de en­
�ás arriba, pero el cambio más
. que <�l�s
señanza propuesta. El mimsrro recomendaba'. P.ºr e1emplo Los ejemplos de los apartados anteriores acerca de la enseñanza de
. en el conoc1m1ent0 y comprens10n
oujecivos hiciesen más hmcap 1 e la geografía en Norteamérica, lnglaterra y País de Gales se centraban
técnicas
de los aspectos de la geografm y menos e� el desarrollo de en la escuela secundaria, porque es a ese njveJ Jonde la mayoría de las
a su gran utilidad, no son exclusiv as de la gcografía» (D�­ personas ha estudiado geografía por única ve.z en su vida. La princi­
que, pese
.
partmen t of Educatio n and Scicnce, 1991, Anexo B, pag. 1_). El mi­ pal función de la asignatura debe cousjscir, por consiguiente, en satis­
:
icas . 7n
nistro recomendaba, en particular, que el concepto de «prac: facer las necesidades de aquellas personas que no volverán a estudiar
r
geograffa.i> exclu}'eSe e) USO de fuent�S de métodos de i.nvesug
ac1o n
_
gcografla. Sin embargo, esto creará grandes problemas si este upo de
de defio1r
secundarios. Esrns propuestas consuru1an un claro 1mento
la geografía en función de unos cono�micnto� teór�cos y pr
� cacos
z Desde 1991 se han incorporado nuevos cambio� en la propuesUI del pion de estu­
específicos y exclusivos, negando asi la ex1� tc1�c1� de mewdos dios nac1nnal para biglaterm y País de Gales. nn 1992, el ministro de Educación de·
. cretó la ne> (lbligatoricdad de la Geografia cumo asignnrura indepcndieorc en el nivel 4
analíticos o conocimjentos relevnntes en vanas d1sc1phnas.
(nlumnm mnyores de cnwrce anos). bi 1993, Sir Ron Denring recihic't el cncnrgo de
EJ ripo de enseñanza propuesto por el g�bicrno queda perfecta­
. nhrcvrnr el plan nacional y mejornr su admlnistraciún. �n cuamo a In gcografla, el bc>­
mente ilustrado en las tres siguientes declaraciones del ministro: rrador del plan nacional puhlu:11clo en mayo de 1994 incluía cuatro grandes modifica­
cmncs: una rcclucCJón cons1dcrable del comcmdo; la rccstructurac1ón de tod1» los nt·
al­ "eles (t-:e� Sragcs) con obicto de claaficir la tcnri:i., la comprensión y la pr.\ctica
El ministro reconoce que las clases de gcografia abordarán en
geogr.\ficas; la sustituci6n de lm cinco ob1c11vos iniciales por uno úruco denominado
gunos casos puntos de 'ista conílietivos acerca de :isuncos geográfi �:
c
í v el uso de dcscrtpcwncs para cada ruvcl, en lugar de los ohjc11 vo� anterio­

de imponancia. in embargo, considera que la ley debe - accr hmcapic
(.ro/(.rafa;
res. e manttenen, sin embargo, los componentes globales Je: la ley cx1s1cote, a �nber:
geo prilcti cns, lugares y remas, c.�tos últimos divididos en gengrafin fis1ca, humana y nm­
en la 1 ransm1sión de conocimi entos y en la comp rcns100 de In
grnfh, ) no en el estudio de las nccitudes y opiniones de lo� individuos b1cnrnl. Tnmbién cnbc Jesrncnr 4ue en diciembre de 1993 la Stbool C11rrit11/111 afld A1-
1m11ttnt r los exámcne� CCE A (cer­
(Depanment of Educ:llion �nd ciencc, 1991, Anexo B, �ag. 2).
A111hori{1 publicó un c:onjumo de asignnruru paa
tificado gcncml para el n tvcl A) v GCE t\S (ccmticndo general para el nivel AS).
t\l�unos niveles de conocimientos incluidos en el Ob1ec1vo 4 (geo--

37
36
enseñanza de la geografía no logra proporcionar a los universicarios rexw político-económico internacional y de la evolución de las in­
potenciales una visión suficiente de las labores de investigación que íluencias socio-económicas conrc:mporáneas. La formación para d
efectúan los geógrafos profesionales y de los cursos estudiados en la doctorado podría centrarse en la iníluc:ncia ambiental de los diferentes
licenciatura de geografia (Unwin, 1989). No debe olvidarse que, a fin cultivos de arroz en las tierras bajas del país.
de cuentas, las labores de investigación y docencia de la geografía en Las claras diferencias entre la percepción pública de la geografía,
los ceneros de enseñanza superior determinan las caracceríscicas de la basada en la experiencia personal que cada uno ha tenido de la asigna­
asignatura como disciplina académica oficial. Mientras que en el pasa­ tura en la escuela, y la práctica profesional de la disciplina también in­
do, muchos programas de geografía para la enseñanza secundaria de­ vican a un breve examen de algunos aspectos más generales relaciona­
pendían en su mayor pane de los requisicos para la enseñanza dos con la función de la enseñanza en la sociedad (Bloom, 1956;
superior, actualmente, por lo menos en Gran Bretaña, las cosas han Butcher, 1968; Rowntree, 1987). En última instancia, el papel funda­
variado mucho (Kirby )' Lamben, 1978). Los programas nuevos, co­ mental de la enseñanza consiste en ofrecer a las personas los medios
mo el Proyecro 16-19 para la enseñanza de la geografía ( aish y Raw­ necesarios para la supervivencia cotidiana. No obstante, cxisre un de­
ling, 1990), pretenden transmitir específicamente a los alumnos los terminante social y, en la mayoría de los estados, un control, más o
conocimientos prácticos y teóricos necesarios, no tanto para acceder a menos estricto, ejercido por el gobierno cenera!. Este conrrol preten­
la enseñanza superior, sino para desenvolverse en la existencia coti­ de garantizar la socialización de los individuos dentro de la ideología
diana en la soc:iedad donde viven. Esre enfoque no siempre ha mere­ dominante en la soc:iedad donde viven. Como consecuencia, la ense­
cido la aprobación de las esferas universitarias, donde se achaca a los ñanza suele esmr encaminada a fomentar las reglas de conducta, «me­
cambios efectuados en la enseñanza secundaria la disminución del ni­ jorarn la sociedad, impulsar el crecimiento económico v neutralizar
·
vel de conocimientos de los estudiantes de primer año ca materia de todas las tendencias hacia la anarquía y la crítica social. Este cipo de
geografía. Se ha culpado al Proyecto 16-19 para la enseñanza de la educación invita al conformismo y no aJ cambio, y se centra en la
geografia, en concreto, aunque no siempre con justicia, de la desapa­ transmisión de conocimientos acepcados (Hall, 1989). Por ello, la
rición de Ja enseñanza de la metodología científica necesaria para que mayoria de los sistemas educativos sofoca la indagación y la crítica,
los universitarios potenciales sigan fácilmente las clases de geografia aplicándose en difundir la imagen de que existe algo denominado
en los centros de enseñanza superior (Bailey, 1989). Verdad y de que los estudiantes deben limitarse a recordar este objeto
La geografía que se enseña ea las diferenres etapas del sistema sagrado para reproducirlo en los exámenes. Éstos son los rituales de
educativo está íntimamente \•inculada al modo en que se define la dis­ inkiación de la sociedad moderna, que, una vez superados, permiten
ciplina. Por ejemplo, si dicha definición se basa en la actividad colec­ a los jóvenes acceder al mundo adulto deJ conformismo social.
tiva de los geógrafos académicos, podría argumentarse que la geo­ Todos aquellos que hayan tenido contacto con niños sabrán que
grafla en la escuela primaria y secundaria debe ser una presentación hacia la edad de dos años empiezan a pronunciar series aparentemente
dc.l contenido de estos trabajos. Sin embargo, si se parte de una defi­ infinitas de preguntas, como ¿qué hace mamá?, ¿por qué hace esto pa­
nición basada en el contenido o las técnicas, como por ejemplo en el pá?, ¿adónde vamos?, ¿cómo funciona? y estas preguntas se repiten
Plan de estudios nacional en Inglaterra y País de Gales, se trataría de una y otra vez. Estos niños tienen un sentido innato de la investiga­
encontrar el modo de repartir dicho concenido entre los ciclos de la ción y ansias de: saber. Sin embargo, los padres, dispuestos a mante­
enseñanza. Esta solución podría ilustrarse, por ejemplo, en el estudio ner la cordura a cualquier precio, se encargan de: ponerles en la vereda
de la geograña vietnamita en las diferentes etapas del sistema educati­ de las normas y reglas de la famiha. Por muy divertido que resulte, no
vo norteamericano. Los alumnos de primaria podrían aprender exclu­ es nada práctico, por ejemplo, que los niños vacíen continuamente las
sivamentc: la posición del país en el globo y sus diversas característi­ estanterias y armarios o que cubran las paredes con dibujos de cera.
cas. En la escuela secundaria, se explicarían aspectos de la estructura Desde muy pequeños, se les obliga pues a adaptarse a las normas del
social y económica del país, haciendo referencia a la intervenc.ión grupo social al que pertenecen.
mfütar de Estados Unidos en la década de 1960. En la universidad, La djferencia en el enfoque intelectual de un niño y de muchos de
estos aspectos podrían integrarse en un marco teórico dentro del con- los universitarios de primer año es enorme. Mientras que un niño

38 39
de dos años pregunta continuamente, La mayoría de los alumnos per­ cuiciva de pensamiento que nos impide asimismo ver la construcción
social de las gcografias afectivas, la concretizacicin de las relaciones so­
manecen pasivos durante las clases, aparentemente ávidos por capear
ciales engastadas en d espacio, una intcrpccracicin del espacio como
la sabiduría de sus profesores. La capacidad de acumular estos conoci­
«absrracción concrct.a», un 1crogliíico social similar a la conccpruafü.a­
mientos se evalúa en muchas universidades, especialmente en Estados
ción de Marx del comercio (Soja, 1989, p:ig. 7).
Unidos, a uavés de exámenes tipo test, corregidos por ordenador,
donde cada pregunta va seguida de una rcspuesca correcta y cuatro
incorrectas. Incluso cuando se ponen preguncas de desarrollo, los es­ Es importante que los geógrafos tengan en cuenca la afirmación
rud1ances se dirigen al profesor para saber «¿cómo rengo que contes­ de Wittgenstein (1961, pág. 3) de que (<todo lo que puede expresarse
tar a esta pregunta?», como si existiese una forma correcca de hacerlo. puede expresarse claramente, y aquello de lo que no podemos hablar,
E.1 proceso de sociabzación se ha completado satisfacroriamence. El debe permanecer en silencio».
afán de adquirir conocim1enms creativos y críticos ha muerto. El desagrado general que suscitan las clases que abordan eJ des­
Como conrrnpinida 3 esta caricatura implacable, en el preseoce arrollo histórico de Ja geografia está, sin embargo, estrechameoce re­
volumen se defiende que la enseñanza superior de La geografia debería lacionado con la función de la enseñanza en la sociedad. Muchos uni­
ser una experiencia esencialmeme creativa y viva (Gold et al. , 1991). versitarios educados para ver la enseñanza como la adquisición de co­
El cometido cenera! de la asignatura no debería ser la adquisición y nocimiencos teóricos y prácticos útiles para la sociedad, acceden a los
reproducción de conocimientos generalmeme aceptados, sino dar a centros superiores para mejorar su posición social y prepararse para
los estudiantes la oportunidad de desarrollar conocimientos críticos. recibir mejor la recompensa que les valdrán estos conocimientos. Para
estas personas, los cursos que inviran a cuestionarse la validez de los
conocimientos carecen, en el mejor de los casos, de sentido y, en el
1 .4. L1\ AUTORREFLEXIÓN GF.OGRAFIC1\
peor de ellos, son claramente perjudiciales para su carrera profesional
Se han realizado muy pocos estudios sobre Jos cursos de geogra­ furura. Pero para aquellos c¡ue desean cambiar la sociedad, por muy
fia que prefieren los universicarios, pero al parecer los que tratan la poco que sea, es esencial saber algo de la relación entre eJ saber y el
historia y práctica de la disciplina no guscan nada y esta impopulari­ poder, y, por consiguiente, cómo crean las disciplinas académicas los
dad sólo es comparable a la que suscitan las técnicas estadísticas conocimientos que la sociedad considera útiles.
(Unwin, 1989). Una de Las razones es que la mayoría del material acer­ Pese a lo impopular de estos cursos, los geógrafos siguen conside­
ca del desarrollo institucional y disciplinario de la geografia les resulrn rándolos imponames y los acompañan de una serie de texws intro­
nuevo porque apenas se aborda en la escuda secundaria. En la escuela, ductorios a la materia (K. Gregory, 1985; Clark, Gregory y Gurnell,
la geogcafta es exclusivamente la asignatura que se imparte. Los alum­ 1987a; Holt-Jensen, 1988; Bird, 1989; Gregory }' Walford, 1989; Ko­
nos ricncn mur pocas oportunidades de conocer La evolución de la bayashi y Mackenzic. 1989; Pcet y Thrift, 1989a; Clokc, Philo y Sad­
ciencia; para ellos la geografía es sencillamente la asignatura. Otra ra­ ler, 1991; Johnston, 1991a). Existen, por lo menos, ucs motivos prin­
zón por In que estos cursos son poco populares es que gran parte del cipales que justifican esta imponancia. El primero es que el papel de
temario teórico y filosófico presenta una complejidad y dificultad las disciplinas, y de la ciencia en su conjunco, ha variado a lo lar­
inherentes. En muchas ocasiones, esta situación empeora debido al go de La historia y por ello se afirma que para comprender el valor ac­
lenguaje confuso que utilizan los teóricos sociaJes y los historiadores tual de la geografta es esencial conocer algo de su pasado. Como han
de la ciencia, que parece concebido para confundir más c¡ue para escl:i­ observado Billinge, G regory y Martín (1 984b, pág. 20), «las separa­
recer (Billinge, 1983). Como indica el siguiente fragmento, los inicia­ ciones encre la geografia pasada y presente son l:is condiciones mis­
dos deben aprender un sistema lingüístico completamente nuevo anees mas de la inteligibilidad critica; nos permiten comprender nuestras
de aspirar siquiera n caprnr los significados subyacentes de un tcxco: biografías coleccivas». En segundo lugar, el conocer la organización
de las disciplinas académicas puede tener un significado estratégico.
Ocurre también que la «ilusión de transparencia» desmaterialbr.11 el Si las disciplinas pueden ser vehículos de cambio social, el conocer y
espacio hascn convertirlo en pura idea y representación, una forma in· comprender cómo han evolucionado pueden desempeñar un papel

40 41
importante en el cambio social futuro. En cercer lugar, las pregun­
tas c¡ue se plantean los geógrafos también son diferentes y si acepta­
mos que la posrura filosófica adoptada por los individuos determina
su práctica, el saber cómo ha nacido una disciplina concreta es esen­
cial para definir los límites de la comprensión.
Aceptando codas estas juscificacioocs para la reflexión acerca del
contexto histórico de la geografla, este libro pretende alcanzar tres
objetivos más específicos. En primer lugar, defiende la importancia
de estudiar cómo se concebía la geografía antes del siglo X I X para
captar la complejidad de muchos de los aspectos del debate accuaJ en
la disciplina. Con esce fin, en los capítulos m y TV se aborda el des­
arrollo de la investigación geográfica en la ancigüedad clásica, el
periodo medieval y los años dorados de la filosofía en los siglos XVH
CAPTIULO T I
y XVIII. En la conclusión se sugiere que la investigación geográfica
concemporánea puede sacar mucho partido de una vuelta a algunas de
escas tradiciones sorprendcncemente olvidadas. En segundo lugar, en El lugar de l a teoría
los últimos veinte años, la disciplina se ha dividido cada vez más, can­
co desde el punto de visea teórico como práctico, en dos áreas de in­
vestigación: la geografía fisica y la geografía humana. Los defensores
de la primera se han alimemado imeleccualmente de la evidente soli­ Pfuhl era uno de esos hombres en�rcldos
dez y estabilidad de las ciencias fisicas, mienuas que los que abogan h:ista la mucrre, de esos hombres con la SCglJd­
d:ad obsúnada en si mismos exclusiva de los
por la segunda han tratado de estrechar los vínculos emre la geografia aklll2ncs. porque sólo los alemanes son capa·
humana y la corriente de pensamiento predominance en las ciencias ces de CS2 sqtundiad en si mismos apoyada en
sociales r humanisticas. Como resultado de esta tendencia, los geó­ la idea absm1aa, en In c1cnc1a, es decir, en b
prcsunm poscsiún de In verdad absolu12 El
grafos han intervenido muy poco públicamenre en los asuntos am­ frances se sknre seguro de si p<>rquc está con­
bientales tan de actualidad que solían formar parte de la ciencia. En la vencido de La f:ascinnción im:s1sublc:. llln!O
mcnml como fi.s1c:imence, que suscm en hom­
conclusión se observa que los profesionales de ambas ramas de la dis­
bres y mujeres. La segurldnd que muestra d
ciplina podrían beneficiarse de un diálogo consolidado, encaminado a in�lé.� en sí mismo se debe a su pcrtc:ncncin ni
integrar. de nuevo los mundos físico y humano en una especie de uni­ reino mejor org:u11zado del mundo y n que un
inglé5 s�bc siempre lo que debe hacer en c.�da
dad conceptual. Por último, en este Ubro se defiende una conceptuali­
momento. El italiano csd seguro de si mismo
zación concreta del papel de la actividad cientifica dentro de la socie­ por su carácter emotivo >' porque trasgrede fa.
dad. Esta propuesta está muy inspirada en la teoría crítica de la cilmcme <us propios llm11cs ) los de los demú.
El ruso es engreído porque no sabe: tuda na
Escuela de Francforc y, por consiguiente, dedicaremos el capítulo si­ quiere saber nada. porque no cree que 5C2 po­
guiente a estudiar las cesís básicas de esra escuda de pensamiento. sible saber algo compleramcmc. E l alemán es
cl peor. cl mis obstinado )' el menos atractivo
de rodos porque imagina poseer la verdad
cícmifica. u02 ln\Tcnción propia que (>"ra él
consmuyc la verdad nbsolum. Píuhl pertenecía
Indudablemente a esta última raza.

León N. Tobtol (1869), GNtrray Paz.,


libro 111, parte l.

42
43
2. 1 . L1\ CIENCIA Y L/\ Sl>CI EDAD En este modelo, las ciencias y las artes se diferencian tanto por el
objero de estudio como por los métodos que utilizan. La geografia,
En la cica ancerior, Tolst0i plasma a la par la definición esencial por interesarse canto por el mundo físico como por el humano, nun­
de ciencia y su problema fundamental. La ciencia, en Jos términos ca se ha considerado como miembro de pleno derecho de ninguna de
más generales posibles, se ocupa de Ja búsqueda de la verdad, pero, las dos categorías. Esta ambigüedad se refleja cJaramcnce, por ejem­
como nos recuerda Tolstoi en la descripción de Pfuhl, se trata de plo, en eJ caso de estud.iantes guc siguen exactamente los mismos
una idea abstracta. Es una invención de la menee bumana, qui:: una cursos superiores y se gradúan indistimamcnce co ciencias (BSc) o en
vez creada adopta la condición de verdad absoluta. Esto significa letras (BA). Si bien la geografia no pcnenece al campo científico ni
que necesitamos comprender la naturaleza de la verdad y el método al artístico, sí suele considerarse una disciplina puente que conecta
por cJ que se busca (Russell, 1961; Popper, 1968; Harvey, 1969; las ciencias con las letras, a través de una interacción entre el mundo
Kuhn, 1970; Habermas, 1978). En este apartado del capítulo se abor­ humano subjetivo y el mundo natural objetivo. Esta interpretación
darán tres aspectos principales de la relación entre la verdad y su queda claramente expresada, por ejemplo, en las propuestas del Plan
búsqueda. El primero se refiere a la distinción entre ciencia e ideo­ de estudios nacional en materia de geografía para lnglacerra y PaJs
logía y, más concretamente, entre el 11111piris11101 según el cual la razón de Gales, donde se especifica que los elementos centrales de la asig­
está subordinada a los sentidos, y la 111etafísica, que se interesa por natura «tienden un puente entre los estudios human.ístjcos y las cien­
esas cuestiones acerca de la esencia de las cosas que la ciencia no cias físicasl> (Depanmenc of Educatioo and Science, WeJsh Office,
puede resolver (Scruron, 1981). E J segundo aspecto trata sobre la 1990, pág. 6).
epistemología o teorías del conocimiento, mientras que el tercero se re­ La opinión generalizada sobre Ja ciencia, según la cual se trata de
fiere aJ uso que hacen las sociedades del conocimienco. «lLna actividad altamente lógica y ordenada que incenta comprender
cómo es el mundo independientemente de nosotros» suele calificarse
de rricio110/islo (Haines-Young y Perch, 1986, pág. 24). Esca ciencia se
2.1 . 1 . Las defi11icio11es de cie11cia ocupa de la formulación de hipótesis derivadas de la observación, la
posterior comprobación y el eventual ascenso al rango de teoría o
Los recuerdos de nuestros años de escuela nos proporcionan rá­ ley. Un paso fundamencaJ de la práctica científica es el desarrollo de
pidamente algunas definjciones de ciencia: Jo que se estudia en los la­ la teoría, c¡ue la mayoría de los investigadores considera como <<la
boratorios, precisa experimentos y las respuestas siempre son inco­ meca de las proposiciones acerca de un cerna, proposiciones tan es­
rrectas porque nunca coinciden exactamente con la solución del trechamente ligadas unas a orras que una� pocas son básicas y el res­
libro. La ciencia está formada por asignaturas como física, quimica y to se deriva de ellas)) (Horkheimer, 1 972, pág. 188). Como continúa
biología, por oposición a las asignaturas artísticas o humanísticas co­ diciendo Horkheimer ( 1 972, pág. 188): «La validez real de la teoría
mo lengua inglesa, lenguas clásicas y pinrura, que en cierto modo depende de que las proposiciones deavadas estén conformes con los
son menos precisas y están más relacionadas co.n la imaginación y la hechos. Si la experiencia y la teorfa se comradicen, es preciso volver
creatividad. La ciencia se encarga de proporcionar teorías generales a examinar una de las dos. Es posible que el científico no haya reali­
que explican los fenómenos concretos. En términos más formales, zado una observación correcta o que exista algún error en los princi­
Braithwaite (1 960, pág. 1 ) ha sugerido que el objetivo de la explica­ pios de la tcorla.» Dos argumentos son fundamentales en esta per­
ción científica es «establecer leyes generales que explican el compor­ cepción de la ciencia: que los hechos existen independientemente del
tamiento de los sucesos u objetos empíricos de los que se ocupa una observador, y que pueden identificarse a través de la observación v •

ciencia concretali. Según Popper ('1968, pág. 27), los científicos «pro­ la e.xpecieocia.
ponen explicaciones o sistemas de expllcacioncs, que comprueban Esta conceptualización de la ciencia tiene su origen en el siglo (
J Vfl

paso a paso. En el campo de las ciencias empíricas en concreto, y, en particular, en la obra de René Descartes (1 596-1650) (Russell,
construyen hipótesis o sistemas de teorías y las verifican experimen­ 1961; Horkheimer, 1972). En el Dismrso dei 111itodo ( 1 637), Descar­
talmente mediante Ja observación y la experimentación». tes examinaba el ahora denominado método de la duda cartesiana,

44 45
desde un punto de v1srn logtco, no rc�uha olw10 lo acertado de infe­
se�ún el cual esrablec:ió la base de su filosofía dudando de todo lo
rí r en unciados univ..:rs:ilcs p:m iendo d.: 01 ro� singulares, por muy nu­
que podía suscitar alguna duda. Al final. quedó una cosa de la que
merosos que �can: puc� cualyuii:r conclu�iún alcanzad3 de este modo
no podía dudar, a saber: su propia existencia. En palabras del propio puede rcsuhar ser falsa en cualt¡u1er momento: .1�i. por muy elevado
Descartes ( 1968, págs. 53-54): que sea el n úmero de ca�nc� blanco� t¡uc h:wamos observado, no está
justificad:i la conclusión de que 1odr11 lo� c1�ncs �on blancos.
queriendo pensar así que todo es falso. llegué necesariamen1e a la
conclusión de que yo, t{UC lo pensaba, debía de: ser alguna cosa; y al
observar que CSffi \•erdad Pimso, luego 10..1 era tan firme ) sc�ura
Apoyándose en esra c\•idencia, Poppcr defiende que el criterio de
que ni las mtis cxtra,·agaotes supos1ooncs de los cscép11cos podían demarcación fundamenral de un !.is1ema cicnrífico no es la verifi,abili­
conmoverla, 1uzgué yu<.: podía aceptarla sin escrúpulo� como el pri­ dad, sino la falsabilidt1d (Popper, 1968, p:íg. 40). , cgún Popper, Ja in­
mer principio de la filosofla que andaba buscando. ducción basada en la posibilidad de verificación no es fiable porque
por muchos experimenros t.¡ue se realicen para demosuar la hipóte­
Como ha señalado RusseU (1961, pág. 548), una de las consecue.n­ sis, no ex.iste razón l<'>gic:i alguna para suponer t.¡ue el siguiente expe­
cias de esca prioridad de la menee por encima de la materia ha sido rimento dará el mismo rcsulcado. Popper sosuene, en cambio, que el
c¡ue t(cn toda la filosofía derivada de Descartes, existe una tendencia método científico debería proceder mediante el establecimiento de
ni subjellvismo y a contemplar la materia como algo sólo cognosci­ sistemas refutables por la experiencia. En segundo Jugar, la induc­
ble, en su caso, mcdiaote la inferencia de lo c.¡ue se conoce de la men­ ciún también suscita el problema de t¡ue ((por lo general, el enuncia­
te». Sobre esca base, Descartes ( 1968, pág. 41) trató de conducir sus do de una hipótesis es el paso preliminar necesario antes de recoger
«pensamientos ordenadameme, empezando por los objetos más sen­ los hechos, puesto t¡uc la selección de los resultados observados pre­
cillos y más fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, gra­ cisa de un criterio que determine su importancia» (Russcll, 1961,
dualmcnre, hasra el conocimiento de los más complejos, e incluso su­ pág. 529). En otras palabras, nucstrns hipótesis preconcebidas in­
poniendo un orden eocre aqudlos que no se preceden naruralmente». fluyen direccamcntc en la selección de daros y e!., por tanto, imposi­
Para Descartes, la teoría se desarrolla pues de manera jerárquica, des­ ble seguir una mecodologia puramente inductiva. La alternativa a la
de la observación sencilla hasta la construcción de derivados cada inducción es la deducción, donde los enunciados singulares se deri­
vez más complejos y extensos ( Horkhcimer, 1972, pág. 189). van de los universale�. Este método alcanzó su estado Je pleno desa­
Para esclarecer estos puntos, es fundamentaJ distinguir dos tipos rrollo con Lefüniz, inspirado en parce por las ideas de Descartes
de relación corre la teoría · � La observación, uno es el i11ductivo basado
(Russell, 1961 ). Sin embargo, rnmbién este méwdo presenta algunos
Bacon (1561-1626), y el otro escncialmenre deductivo, inconvenientes, pues puede considerarse que todas las teorías o hipó­
en las ideas de

inspirado en Le1bmz ( 1 646-1716) y más reciemememe en Popper tesis se han visto influidas en cieno modo por nuestra experiencia.
( 1968, 1976) (Haines-Young y Pecht, 1 986). La mayoria de los c1cn­ Por consiguiente, es imposible seguir un mérodo puramente inducti­
úficos empíricos ha seguido, ea términos generales, el método in­ vo o puramente deduccivo, }' noi; hallamos ante Ja necesidad de en­
ducri vo de Bacon, según el cual los enunciados 1111irersalu, como las contrar una salida a esra encrucijada.
hipótesis y las teorías, se infieren de enuncjados 1i11g11/oru, como los Una solución consiste en rechazar complecamcme c1 enfoque ra­
resultados de experimenws u observaciones. Ea tamo que distintivo cionalísla de la ciencia, argumentando c.¡uc no existe ningún mérodo
de la ciencia, la inducción es un criterio de demarcación encre los co­ cienrifico racionalista sat1sfact0rio. l::ncre las personas que defienden
nocimientos cicnrificos y los no científicos (Magee, 1973). Éscc fue el esta opinión destaca Feyerabcnd ( 1975, 1978) c1uien, como Tolstoi,
método que adoptaron, por lo general, ftlósofos como John Lockc ve la ciencia como una ele las ideologías en liza, las cuales «deben
(1632-1704), David l lumc (171 l - 1776) y, más adelante, John Stuan contemplarse con cjerrn perspecrívn. No debemos tomarlas demasia­
Mili (1806-1873). 'El método inductivo encierra, sin embargo, dos do c:n serio, debemos leerlns como si fu¡;scn cuentos de hadas que
problemas fundamentales. El primero queda resumido en las siguien­ narran muchas cosas interesantes pero también contienen mentiras
tes palabras de Popper ('1968, pág. 27): descaradas, o como prescripciom:s éticaÍ> ljUe pueden ser reglas

46
47
la lecra» (Feyern­ (Kuhn, 1970, pág. 176). egún Kuhn, las comunidades cienríficas es­
empíricas úriles pero foudes si se siguen al pie de
n-Smitb , 1981). r:eye­ r:ín compuestas esencialmence por grupos de investigadores que uti­
bend, 1981, pág. 156; véase también Newto
enfoqu e racionalista de lizan métodos aceptados por todos, de los c.¡ue derivan solucionc::s
rabend acaca cscncialmcncc dos aspectos del
biscoria de la ciencia demues­ para los problemas planteados dentro de la c�truccura exisrenre. Asi,
La ciencia. F.n primer lugar, dice que la
infring ido en un momen to los paradigmas determinan canco lo!> problemas como los métodos
tra que codas las reglas c1encíficas se han
cienrífi co no es más im­ que permiten resolverlos, de modo que l:i solución de un problema
u ocro; }'. en segundo, sugiere <¡ue el saber
(Zelinsky, 1974; Ha1- genera las preguntas que plantea el i.iguiente (H:irnes, 1982).
ponance que los demás tipos de conocimiemos
u adverten cia esenaal es que, como to­ Kuhn (1 970, pág. 10) también introdujo orro término estrecha­
nes-Young y Petch. 1986).
quedan revoca das tarde o temprano, mente relacionado con el de paradigma, l:i tim"o "º""ª'· utilizado
das las reglas o leyes científicas
bend llama la atención so­ para describir «la investigación b:isada firmemente en uno o varios
es preciso tratarlas con precau ción. Feyera
el conocim iento puede clasifi­ logros cieaáficos del pasado, logros que una comunidad cienáfica
bre un hecho más importa nte, el que
aplicarse para concreta admite durance un tiempo como pilares de su práctica furu­
carse en tipos diferentes }' que los criterios que suelen
saber científi co no resisten un ra». Los logros que capean a Jos partidarios de otros rnémdos de in­
justifica r la mayor import ancia del
vestigación científica y son, al mismo riempo, lo bastante abiertos
examen en profundidad.
describirse de for­ para dar cabida a suficiemes problema!\ por resolver, son paradig­
De esta manera, la ciencia puede concebirse y
h:i tenido significa­ :1as.
' Los científicos jóvenes se imcgran en un paradigma al leer los
mas mu) distimas. De hecho, el término ciencia
import amc determinu !Jbros de texto redactados por los investigacforcs de esta ciencia nor­
do� muy dispares en el pasado. Es por tanro
contem plar esta evo­ mal y, a continuación, participan en su dlfusic)n colocando una de las
alguna estructura global dentro de la que poder
ores al respecto son las piezas del . rompecabezas al resolver algunus de los problemas que
lución. Tres de las explicaciones más imporca
Foucau lr ( 1 972, 1980) y Haber­ planten. Sin embargo, como observó el prnpio Kuhn (1970, pági­
propuesras por Kuhn ( 1 962. 1970),
na 35), «quiz:í la caracreristica más sobresaliente de los problemas de
mas (1978).
la investigación normal . . . sea su escaso 1n1erés en prescnrar grandes
innovaciones conceptuales o fenomenológicas».
La práctica cientifica cambia, según Kuhn ( 1970, pág. 92). a rra­
2.1.2. KJ1h11': paradi¡,11101 y re110/1m
1rio :.r científitaJ
vés de revoluciones periódica�. que define como «episodios de des­
arrollo no acumulativos donde un parndigma :inriguo queda sustitui­
Algunas de las ideas más difundidas que han influido en Jos rela­
do total o parcialmente por otro nuevo e incomparible con él». Escas
tos más recientes de la h1srona de la geografía Uohnsron, 1979,
«revoluciones científicas aneen cuando crece el sentimiento... a me­
1983, 1987, 1991n; l lolt-Jenscn, 1981, 1988) son las expresadas por
nudo circuascriro a un pequeño subsector de la comunidad científi­
el fisico teórico Thomas Kuhn en su obra Tht 11r11t111rt oJ .rri r
mtifi
ca, de que un paradigma ha dejado de ser adecuado para la explora­
rti•o/11tio11.r, publicada por primera vez en 1962. Tras observar que «la
práctica de la ascronomia, física, química o biología no suele abordar ción de un aspecto de la naturaleza al que dicho paradigma había

las conrroversias sobre aspectos fundamentales c.¡ue parecen a menu­


conducido en eJ pasadm> (Kuhn, 1970, pág. 92). Escas revoluciones
pueden aplicarse a cambios de paradigmas fundamentales, como el
do endémicas enrre, por ejemplo, los psicólogos o sociólogos actua­
atribuido a Copéroico, y a otros muchos más concrclOs, como el
les)>, Kuhn (1 970, pág. viii) trata de explicar el porqué de esta dispa­
asociado al descubrimiento de los rayos X . l:.n pocas palabras, selec­
ridad. En su empresa, :icuñó el término (<paradigma)>, definido como
cionar un paradigma equivaldría a una «elección entre v:irios modos
«logro cicndfico universalmente reconocido que proporciona, por al­
gún tiempo, problemns y soluciones modélicos a una comunidad de
incompatibles de vida en Ja comunidad» (KL1hn, 1970, pág. 94). Los
periodos de revolución científica empiezan cuando unos cuantos
investigadores)) (Kuhn, 1970, pág. viii). Continúa su argumentación
ciendficos detecran unas anomnlfas yue no pueden explicarse dentro
diciendo que ccun paradigma es ac¡uello que comparten los miembros
del contexto de la ciencia normal y emprenden invul�P,ario11e1 extraor­
de um1 comunidad cienrítica v, a la inversa, una comunidad cienrífica
� di11arias más allá de las fronteras del paradigma aceprado. Esros
está formadii por los indi iduos gue comparten un paradigma»

49
48
cicntlficos suelen ser jóvenes o recién llegados al paradigma que a la
En tercer lugar, Popper (1968, 1970) discute las ideas de Lakatos
larga derrocarán, y, en cuanto se cercic, presencar un paradigma � y las de Kuhn, y sugiere c¡ue la ciencia debería ser critica y caracccri­
nuevo ante la comunidad científica para su aprobac1on. S1 se accpca
zarse por la concepción de experimentos destinados especificamente
el paradigma nuevo, se habrá producido una ren1lución cicn fica. � a refutar, y no a verificar, teorías anceriores. Esta crítica dimana del
Los primeros en presentar escos conceptos a la comunidad de
. argumenco de Popper, según el cual la ciencia avanza desde la fase
geógrafos fueron tlaggett y Chocley en 1967, y hacia finales de la
de experimentación y no mcdiance In sustitución de ideas. Mientras
década de 1970 ya se habínn convertido en «moneda comente en los
Barncs ( 1982) califica las opiniones de Popper de fundamencalmence
textos de geografía» (Stoddarr, 1981, pág. 70; véase también Har­
normativas, por ilustrar lo que la ciencia debería ser y no lo c¡ue u,
vey, 1969, págs. 16-18; Berry, 1973; Johnston, 19?9; Bummcr,
Sroddart (1981) utiliza estas ideas podría proponer c¡ue la rápida
1981). Sin embargo, como señala Stoddarr (1981, PªS: 72), «esrn
adopción dcl concepto de paradigma en la geografla se debe a c¡ue el
pronra aceptación del vocabulario �e Kuhn �e ha prod�c1do s�n nm­
marcado hincapié en la sustitución de ideas podría extenderse f
ácil­
gún examen clccallado de los propios councmdos e� �
uhn ni ele la
mente a la sustitución de los investigadores. De este modo, agucllos
bibliografia critica que han suscitad� t'.1°to en h1sto�1� �omo en la �ª. c¡ue defendlan eJ concepto de paradigma podían verse a sí mismos
filosofia de la ciencia». Las tres pnnopales enocas dmg1das contra
como héroes, c¡ue ocupaban el lugar de la generación anterior com­
los argumencoi: de Kuhn se explican seguidamence. La pr.i nei:a• �la­
. puesta por ilusos y bellacos. En palabras de Stoddart (1981, pág. 78),
borada por Masterman

(1970), dice ciue. en . su formu ac1on �n1cial, � «el concepto de revolución refuerza la imagen heroica de aquellos
Kuhn utiHzó el rérmino «paradigma» coo veinte acepciones dJferen­
que se erjgen en innovadores y utilizan el rérmino paradigma con in­
tcs como mlnimo. Esta critica llevó a Kuhn a formular de nuevo
tención de crear polémica».
(1970, 1977) algunos de sus argumentos y, en panicular, a prestar
más atención al papel de las comunidades científicas )' menos al <le
Jos parRdigmas propiamente dichos. No obscante, en geografía, la
. 2.1.3 . Fo11ca11/1: verdad t11 Íl��ar de saber; poder e11 lugar de ideologr1
í
disparidad de usos que Kuhn bizo inicialmente d�I término paradig­ -

ma se reflejó en «la confusión implícita en el uso 1nic1al de Haggett y


Las criticas a las ideas de Kuhn arriba mencionadas se han for­
Chorley, y en la flexibilidad con que se aplicó posteriormente eJ con-
mulado, en gran parte, desde el terreno de las ciencias naturales y,
cepto» (Scoddart, 1981, pág. 73).
. como ha señalado Johnston ( 1987, pág. 22): «En ningún caso se
Uoa segunda ccitica a los argumentos de 1'.uhn es �ue las rev�lu­
. . .. pone en duda la visión básica del mundo, es decir, implícitameoce,
ciones científicas no se producen con la rapidez que el sugmo, sino
que el objeto y sujeto pueden estar separados y gue el progreso cien­
que puede haber largos períodos en los que varios paradigmas com­
tífico se mide por eJ volumen de predicciones acertadas.» Al igual
pitan para ser aceptados (Masterman, 1970; Lakatos,
Mulk�y, 1978;
que Pfuhl, estos cientificos equiparnn la ciencia a la verdad, pero no
1978). Lakatos (1 978) afirma, al respecto, . que d�nrro de cu.alqu1er
_ examinan los criterios que determinan cJ nacimiento social de ambas.
programa de investigación exiscen tendencias haaa su consohdao�n
. El teórico francés de las ciencias sociales M ichel Foucaulc (1972,
y otras hacia su aniquilación. Durante la de�ad��oa de un .paradig­
. 1980) ha propuesto un enfogue fundamentalmente diferente para la
ma, aparecerán otros programas de mvesttgaoon competidores Y
comprensión de Ja historia de la ciencia, uno de cuyos principales
puede transcurrir un largo periodo crítico hasta que se adopte uno
focos de interés consiste en examinar «la siruación de la ciencia y las
de ellos. En csce contexto, Stoddart (1981) subraya que la geografia
funciones ideológicas que podría desempeñarn (Foucault, 1980, pági­
se ha caracterizado a menudo por la existencia de numerosos enfo­
n:i 109). Más concretamente, ha afirmado «c¡ue en ciertas formas de
ques simultáneos. Así, por ejemplo, aunque en la primeca mfotd del
. conocimientos empíricos, como la biología, economía política, psi­
siglo xx la mayoría de los gcomorfólogos aceptase las ideas de Da­
. quiatría, medicina, etc., el rirmo de transformación no sigue los es­
vis (1 909) (Chorlcy, Bcckinsale y Dunn, 1973), hab1a cofogucs nlter­
quemas de desarrollo uniformes y continuos gcneralmence acepta­
oativos parn la prácrica de la geomorfología, como los propuestos
1980, 1 1 1 -1 12). Foucault observa que, en lugar
por Penck (1 924) y l lccrner ( 1921 ) .
dos» (Foucault, págs.
de ello, estas ciencias viven periodos de cambios rápidos en Jo que

so
51
respecta al discurso )' forma del c�nocimiento. La i� portancia de representaciones. El problema que se le planteaba a la ciencia en ese
. período era encontrar un lenguaje que reflejase el orden aparente del
estos cambios, sin embargo, no esmba en su rapidez, smo en q �e re­
ílejao «modificaciones en las reglas de formación de los cnunc1a �s ? mundo (Claval, 1981 ). Según Foucault, a principios del siglo XIX se
aceptados como científicamente verdaderos» (Foucault, 1980, pa� 1- produjo un nuevo cambio de rumbo, en esca ocasión hacia la com­
na 1 12). Uoa afirmación fundamental en este argumento es gue exis­ pren�ión de la función y no del aspecto. En esta episteme moderna,
.
te una conexión básica entre el poder, el saber y la verdad. las c1cnc1as que estudiaban a las personas se encontraban en la nueva
Foucault ( 1980, pág. 131) dice que la «"Verdad" esrá unida por posición de observadoras y observadas al mismo tiempo. Esta situa­
un vínculo circular a los sistemas de poder que la producen y la sus­ ción adquirió una importancia especial en el desarrollo de las ciencias
tentan así como a las consecuencias del poder a las que induce '! que ruuurales, la lingüística y La economía política, interesadas por cues­

la exú nderrn . De este modo, <<cada sociedad posee su propio régi­ tiones relacionadas con la vida, el lenguaje y el rrabajo (Claval, 1981 ) .
men de verdad. una "policica general" de la verdad, es decir, los ti­ El análisis que realiza FoucauJt del poder y la verdad no carece,
pos de discurso que acepta y establece como verdaderos» (Foucault, sin embargo, de críticas. Johnston (1991a) argumenta así t1ue Fou­
1980, pág. 131). Par:i Foucault, por canto, La verdad es un concepto cault no logra explicar satisfactoriamente los procesos por los que una
relativo que depende de las relaciones de poder vigentes en las socie­ episceme sustituye a otra y se centra en cómo crea una sociedad con­
dades que la producen. En un sentido muy real, Foucaulr se ocu�a creLa sus propias ideas del mundo, en lugar de examjnar los períodos
. de coexistencia de dichas ideas. Además, al defender Ja existencia de
pues de Ja economía politica de la verdad, caracterizada en la socie­
dad capitalista por los cinco rasgos siguientes: una cpisteme del siglo XVI, de otra clásica durante el Renacimiento
del siglo xvu y de otra moderna que surgió en el XJX, niega la posibi­
lidad de otros siscemas de pensamiento durante esas épocas. Ocro
co y en las instiruc1oncs
cst:i ccnrra<la en la forma de discurso cicntifi
económicas y p� litio•
problema con el proyecto de Foucault es que «Contiene un elemento
que lo producen; est:í msti¡.!ncla p or fuem1 s
y consu mo inmensos, b a10 for­ de arbitrariedad» (Claval, 1981, pág. 238). Por ejemplo, en su análisis
continuns... ; es objet o de una difusión
ol dom inan­ de la episccmc moderna, dedica especial atención a las ciencias natura­
as...¡ �e produce y transmite bajo el contr
mas mu\' . divers grand es a a ra cos políticos Y eco nó les, Lingüística y economía política, que considera «ciencias verdade­
te, si no exclusivo, de unos pocos p
debat e polític o )' un ras porgue han conseguido crear un objeto perfectamente definible,
micos... ¡ por úlcim o, es objct0 de todo uo
cnfrc:n rnmient<J soci:il ( rm1cault, 1980, pág. 131). c¡uc es por naturaleza objerivo: la vida, el trabajo y el lenguaje en sus
manifestaciones materiales» (OavaJ, 1981, pág. 237). Esca acritud rele­
pág. 131 ), «CS necesario pe�­ ga otras disciplinas y, en particular, muchas de las ciencias sociales, a
Por consiguiente, para Foucault ( 1980, .
intelectuales, no en term1- una posición secundaria. Más importante todavía es el que Foucault
sar en los problemas políticos de los seres
"verdad" y "poder"». . no consiga abordar satisfactoriamente los avances que se han produci­
nos de "ciencia" e '·ideología", sino de
ment e In cienc ia ca el inter ior de las socie­ do en ciencias como la fisica y la química, para las cuales su análisis
Foucault coloca firme
dades que In producen y de Las ciuc form
a parte. Con objeto de nr�r­ � resulta poco apropiado. En tercer lugar, la insistencia de Foucault en
.
ciencia, examina las vartaCJo­ la condición relativa de la verdad le opone a aquellos que buscan un
pretar los cambios que experimenta In
y las cosas a lo largo de '·ª enfoque único que proporcione una idea definitiva de Ja sociedad
ncs de la relación emce las palabras
cenua, en concrew, en las di­ (Boync, 1991). Foucault no sólo rechaza cualquier forma de absolutis­
historia moderna (Foucault, 1966). Se
pensarniemo que han soste­ mo, sino que tiende a rechazar también la posibilidad de una visión
versas ideas del mundo o estructuras del
i (Foucault, 1972, pág. 19). de la totalidad. Los argumentos de Foucault son, a este respecto, dia­
nido las personas y que denomina epslunts
la realidad se enwocrab� en metralmente opuestos a los de Giddcos y Althusser. Poster (1 984,
Así, Foucault afirma que en el siglo XVl
se perci bían en el mismo �1vcl. pág. 39) observa lo siguiente en relación con esto:
un solo plano, y que palabras y cosas
episte me, o sistem a de pcnsamicmo
Sin embargo, sugiere que esca
ra mitad del siglo xvu ante una Al rechaza r la carcgo ria de totalidad en �cneral y su versión mar­
renacentista sucumbió en la prime
eció una separ ación entre las cosas y sus x.ista en panicular, Fouoult se nieE?a a limitarse a un análisis de la
epistemc clásica, que establ

53
52
clase Lrabajndora. La cate�oría discurso/práctica no q ueda así integra­ da de 1990 en los estados capitaLmas de todo el mundo corrobora
da en una lcoria totalizadora, sino que planea como un halcón sobre que esca apreciación es tan relevante hoy día como lo fue cuando la
el proceso socio-histórico, p r esta a caer sobre cualquier tema que pa­ expresó Grünberg. Cuando éste se retiró de su cargo eo 1929, un
rezca apropi!ldo. grupo heterogéneo de intelectuales de diferentes disciplinas universi­
tarias, como Walcer Benjamin, Theodorc Adorno y Herberr Marcu­
Pese a escos problemas, el análisis de Foucaulc es imp? rtante p� r­ sc, conriouaron su obra bajo la dirección de Max Horkheimer. Este
.
que sugiere que las personas utilizan el saber para adqumr po�er; m­ grupo estaba dispuesco, en particular, a garantizar unas consecuen­
cluso si existe la denominada verdad absoluta, Ja verdad relauva que cias políticas profundas de sus ceorias sociales. Adversario acérri­
crean las sociedades es una verdad concebida para reflejar y consoli­ mo del poder nazi, en 1933 el Instituto trasladó su sede a Ginebra y
dar las relaciones de poder en el seno de dicha sociedad. en 1935 a Nueva York, basta que en 1953 volvió a Fraocfort, aun­
que muchos de sus principales miembros, el más importante de ellos
Marcuse, permaneciesen en Estados Unidos.
2.1.4. f-Jaber111a1: poder, sabery 11erdad Geuss (1981, pág. 1) ha resumido los dos pilares fundamentales
de la teoría cática establecida en La Escuela de Francfon de la si­
El interés de Foucault por la vida, el lenguaje y el trabajo, así guience manera:
en
como por d poder, el saber y la verdad, también queda reflejado
los textos de Jürgen Habermas (1974, 1976, 1978, 1984, 1987a), aun- Los miembros de la Escuela t n que Frcud fue
de rrnncforr opin!
4ue, como ha ilustrado Poseer (1 984), Habermas aborda dichos un revolucionarlo conceptual eo un senridn similar al que lo fue
cernas desde una perspectiva claramente disúnta a la de Foucau
lt. Marx, y que las tcorlas mar:otistas y frcudianns presentan scmejamms
Mientras que este último cuesuona los vínculos encre la razón y la can claras en su estructura episu:micn esencial que, desde el punto de
za en el «valor de vista filosófico, no constiruycn dos clases de teorías diferentes, sino
democracia, Habermas mantiene intacta su confian
sencillamente dos ejemplos de una nueva categoría úoica.
la auronomía individual a través de la razón» (Poseer, 1984, pág. 32).
pla­
Habermas defiende además la justificación de la teoría desde un
Foucau lt rechaza cualqui er intento de El autor añade que existen tres caracrerísticas esenciales y distin­
no trascendental, mientras que
crear una teoría sistemát ica y global, centrándose por su parte en una tivas de este tipo de teorías sociales. En primer lugar, proporcionan
perspecúva histórica que no da prioridad a ninguna forma de discur- directrices para la actividad humana al iluminar a aquellos que las
so concreta. sostienen y ser inhercncemence emancipadoras. En segundo lugar,
Inspirado en una larga tradición de filósofos alemanes, relaciona- poseen un contenido cognoscitivo y son formas de conocimienro en
dos parricularmence con Ja Escuela de Fcancforc (Tar, 1977; Held, sí mismas. Por último, se diferencian esencialmente de las teorías de
1980), Habermas ofrece una critjca más elaborada de la filosofia de La las ciencias oacucales porque, mientras escas últimas pretenden ser
ciencia, espccialmence relevante paca comprender los recientes avan­ objetivas, las teorías criticas son reflexivas (Geuss, 1981, págs. 1-2).
ces en el mundo de la geografia. La sede de la Escuela de Francfort Aunque la obra de Habermas «no debería considerarse exclusiva­
era el lnsúcut für Soz.ialforschung (lnstltuto para la investigación so­ mente como la meca del desarrollo progresivo que se inició con los
cial), fundado en Alemania en 1923. El primer director del Instituc.o, primeros cexcos de Horkheimer y Adorno» (Held, 1980, pág. 249),
Carl Grünbcrg, plasmó el propósito central de la Escuela en el dis­ sus argumencos son los que más se asocian a la nueva generación
curso inaugural que pronunció en 1924, al «hacer hincapié en su de teóricos críúcos (McCarthy, 1978; Roderick, 1986; Oucbwaice,
oposición a la tendencia patente en las universidades alemanas hacia 1987). La base de muchos de los primeros trabajos de Habermas era
la enseñanza en derrimento de la invcsúgacióo y hacia la producción su inccrés por desarrollar una critica del cientifismo tal como se re­
de "mandarines" únkamcnce capaces de servir al equilibrio actual fleja en la teoría y práctica de las ciencias naturales. Así, en el pre­
eoue el poder y los recursos>> (Held, 1980, pág. 30)'. Los cam �ios facio de Knowledge a11d human it11uu11, afirma que se dispone a «em­
que experimenta la organización de la enseñanza supeaor en la deca- prender un incento, basado en una perspectiva histórica, para

54 55
reconstrufr la prehisroria del posiuvismo moderno con la intención La teocia cm�ca de Habermas sugiere que exjstcn
. . s: tres upos de
sisrcmática de analizar las conexiones entre el conoci miento y los intereses cognoscrnvo un conocimiento que permite al ser humano
intereses humanos» (Habermas, 1978, pág. vü). Este influyente análi­ control:tr los objcros de la naturaleza y satisfacer así
las necesidades
sis es una ayuda inestimable para comprender las relaciones entre la d� su existencia mate rial; un conocimiento que permite
. la comunica­
ciencia y la sociedad, así como b posición que ocupa la geogrnfia en c1oa �nr:e las personas; y, derivado de los dos tipos
amcriores, un
la división académica dd trabajo. conoc1m1enro gracias al cual el ser humano actúa racion
_ almcncc. ejer­
ce su capa 1dad de autodet�rminllción y reflexión (cfr. tabla 2. 1 ). Ha­

TAl3LA 2.1. Tt!orío de Hoben11as de los intereses del ro11oci111imto b� rm�s califica esros tres intereses e.le témícos, próclic
os y e111011cípoto­
_
rro.r. EJ autor anade que cada uno de esros interesel> se desarrolla en
lipo de c1cnci2 Medio soc12l Medio de exprc�1ón un medio social determinado: los técnicos a través del
trabajo, esen­
_
cial para la producción de materiales; los prácticos a través
Empmco :1nall11cn Tc:cnicn Trabajo Prmluca6n mu1cri:tl del len­
Pnicuw r..11muniC2CÍÓn
guaje, que permite la comunicación; y los emanci arorio
Hl�rc'lrico·hcrmt'llcuuca l,cnguaje p s a través
Crl11c:n ílm�nc1patoc10 Poder Relaciones de domina- del poder, expresado en las relaciones de dominación
ción '' opresión
y opresión
(Habermas, 1978, p:íg. 313). Seguidamente sugiere c¡ue
«exjsren tres
Ft 1 'n· Ba�adn en tiahermas ( 1978). cacegorias de procesos que demuestran una coneidón
especifica entre
las reglas lógic�-merodológicas y los intereses cogno
scitivos» (Ha­
bcr�a.s, 1978 �ag. �08). De este ud , «el enfoque
•.
� � de las ciencias
2.2. CtUNCIJ\, S1\Ul·R E 1NTER�$ empmco-analitlcas 1ncorporn un in tcres cognoscitivo
11iro · el de
l� s ciencias histórico-hermenéuticas uno pr1frtiro; y eJ Jéc de la� cien­
Una de las afirmaciones fundamentales desde las que Habermas cias con oriema�ión crítica un intercs de tipo ernanc
ipatorio» (1 la­
desarrolla sus argumentos es que todo «el conocimiento úcne raíces bcrmas, 1978, pag. 308).
históricas y sociales, y depende del incerésn (Roderick, 1986, pági­
na 5 1 ). J la bermas desnrrolla concretamente una teoría de lo que de­
nomina intereses cognoscitivos, o intereses constitutivos del conoci­ 2.2.1 . Cimcia.r e111pírico-011alítico.r
m1enro, destinada a explicar las conexiones entre eJ conocimiento y
la actividad humana. Estos intereses cognoscitivos proceden de la El objeri �o principal de Habermas (1978) en Knon1/edge and h11111an
.
participación del ser humano en la naturaleza. Habermas (1978, pági­ 111/e:esl.r cons �t1. ª en efectuar una crítica del papel de la ciencia en la
na 47) afirma que «desde el nivel de los conocimientos pragmáricos soc1e�ad. Sugiao · · <.J�C ames del siglo XIX, la filosofia se ocupaba p1:i­
cotidianos hasta la!i ciencias naturales modernas, el conocimiento de �ord1almente de <l1versas ceorias deJ conocimiento, o episternolo­
Ja naturaleza se deriva del primer enfrentamiento del hombre con la g1J1s, pero que desde entonces, debido al surgimiento del cientifismo
naruraleza, al mismo tiempo que produce una reacción en el sistema la ciencia no puede comprenderse adecuadamente desde la filosofia'.
del trabajo social y estimula su desarrollo». El saber procede pues de «E l "cientifismo" es la creencia de la ciencia en si misma; es decir' Ja
la intervención del ser humano en la naturaleza e influye, aJ mismo convicción de que no podemos concebir la ciencia como una de tas
tiempo, en dicha intervención a traves de la actividad social del tra­ formns posibles de cooocimienro, sino que debemos identificar el co­
bajo. Pese a esca aflrmación, Habermas no rcali?a posreriormente nocimiento con la ciencia» (Habermas, 1978, pág. 4). En esca Unea,
ningún análisis detallado propiamente dicho de las relaciones entre !"labcr�as dice que una vez equiparados ciencia y conocimjento, es
las personas }' In naruraleza. ni considerando los modos en que la 1mpos1ble comprender la ciencia desde una ñlosofia derucada a exa­
fuerza de la naturnleza actúa sobre la vida de las personas ni cómo minar los cimientos sobre los que se podían consrrufr teorías del co­
las sociedades modifican la naturaleza. Llegados a este punto, es po­ nocimiento. Este cambio fundamental surgió como consecuencia del
sible percibir el interes potencial de un compromiso entre las tradj­ nacimiento, en el siglo XlX, de un nuevo tipo de filosofia, denomina­
cioncs de la geografía \' de la teoría crítica. do positi\risrno, que fortaJecía «la creencia de la ciencia en su vaJidez

56 57
exclusiva después de los hechos, en lugar de reflexionar al respecco» b�cs con los úizados en las ciencias natura
� les. Desde el punto de
vista metodolog1c �
(Habermas, 1978, pág. 4). o, la sociología de Cornee reposaba en cinco
reglas
El posirivismo o filosofía positiva se desarrolla en los textos del fu�dameotal s, codas ellas englobadas bajo
� el término positivsmo i
siglo XIX de Augusto Comte (1798-1857), en particular en sus obras (Kolakowsk1, 1972; Gregory, 1978; Haberm
as, 1978). De esre modo
Co11rs de philo.rophie posilive (1 830-42) y Systeme d11 politique positive � Liliz� el término positivo para referirse a lo real en oposición a
_
1mag1 0ar10, a lo cierto en oposición a lo dudoso
l�
(1848-54). La base de esrn filosofía era que los fenómenos del mundo , Jo exacto como antó­
social humano no difieren de los del mundo natural inorgánico y or­ nimo de impreciso, lo IÍtil como contrario de
vano v lo relativo como
gánico, y que, por consiguiente, pueden investigarse utilizando mé­ contra �io de absoluto. s� interés por lo real
se ap¿ya en la prepon­
todos similares que producirán resultados igualmente fiables (Simon, deranoa de la observación sobre la imagin
ación, constituvendo la
.
primera el feudo de la ciencia y la segunda
1963). Sin embargo, el positivismo de Cornee también fue una espe­ el de la mecafis.ica. Esta
cie de nueva religión mundial, capaz de proporcionar reglas genera­ separación se inspira, por su parce, en la regla
fundamental de las es­
les para beneficio y mejora de la sociedad (Kolakowski, 1972; cuelas empi ristas d I nsamie nto, a saber: del
. � � Jenonm 1a/i.r111o, según eJ
Thompson, 1976). En el núcleo de la fiJosoña de Cornee encontra­ cual n� _
existe disunc1 . n alguna entre esencia y f
� . enóme no, y, por
mos una conceptualización particular de la evolución de la mente e�de, solo podemos de1ar constancia de ac¡ueUo
(jUe experimentamos
humana y de cómo se clasificaba la ciencia. Cornee se erigía en descu­ directamente (Kolakowski, 1972). o obstante lo anterior, Cornee

bridor de una ley fundamental, según La cual ((cada una de nuestras subrayó gue la observación no anulaba la
necesidad de establecer.
concepciones principales, cada una de las ramas del saber, pasa suce­ teodas . En sus propias palabras:
sivamente por tres estadios teóricos diferentes: el teológico o ficticio,
el metafísico o abstracm, y el científico o positivO>l (exrracco traduci­
El siguiente gran obstáculo en el uso de In observación es el em­
do aJ inglés de Co11rs de philosophit positive en Thompson, 1976, pá­
piris':11� !ntroducido por aquellos que, en nombre de la imparcialidad,
gina 39). En la primera ec:ipa, se considera que la mente humana proh'.bman � �mpleo .�e todas las teorías. Ningún dogma lógico
presupone que codos los fenómenos están causados por seres sobre­ podria ser mas 1rreconc1liable con el espíriru de la filosofia positiva ni
nacurales; la segunda es una etapa de transición donde dichos fenó­ c�n su talame especial con respecto al estudio de los fenómenos so­
menos se explican haciendo referencia a fuerzas abstractas; mientras ciales. No es pos1.b�e o bservacióo real alguna de ningún tipo de fenó­
. .
que en la última, la mente humana busca leyes y la explicación se meno que no este 1mc1alm�nce dmgida y finalmente interpretada por
una teona. (extracto 1rnduc1do al inglés de Co11rs dr philo1ophie poiitive
contempla como «el establecimiento de una conexión entre un fenó­
meno concreto y algunos hechos generales, cuyo número se reduce en Thompson, 1976, pág. 102).
continuamente a medida Gue In ciencia avanza» (extracto traducido al
inglés de Cours de phi/01ophi11 posilive en Thompson, 1976, pág. 40). Íntimamente relacionada con lo anterior cenemos la importancia
Las ciencias también pueden clasificarse de acuerdo a esta Ley en
�e la certeza, alcanzada a través de una «experiencia común de la rea­
tres etapas y Cornee defendía que cada clase de conocimiencos re­ lidad» (G r�go ry, 1978, pá�. 26), que exige la adopción por parte de
coráa Las etapas a una velocidad diferente, siendo las ciencias más �
todos los c1:�u cos de un método único (Kolakowski, 1972). La ne­
_
generales, sencillas e independientes, como la astronomía, las prime­ cesidad posmv1sta de precisión se basaba en el establecimiento de
ras en alcanzar la etapa pos1t1va, seguidas de la física, quimica, fisio­ teorí s susceptibles �e ser demostradas y a esre respecto Cornee se

logía y, posteriormente, de la fisica social, la más particular, comple­ consideraba descendiente de la tradición racionalista de Descartes. La
ja e interdependientc de todas. Cornee asumió la labor de llevar la de ostració .de teorías y su devación a la categoría de leyes ex­
� � _
f:isica social o sociología hasta la etapa positiva final. clu1an los 1wc1os de valor y sentencias normativas del terreno
Por debajo de codas escas leyes yacía, sin embargo, el principio cic tífico por

!ª imposibilidad de demostrados. Además, estas leyes
central del positivismo de Comte que abolfa íntegramente la subjeti­ .
ten '.an una ut1 !1dad concreta, pues la combinación de ciencia y tecno­
vidad humana y propugnaba que los fenómenos sociales estaban su­ log1a proporcionaba un vehículo para mejorar la sociedad. Por últi­
jecos a unas leyes y mécodos de investigación directamente compara- mo, Cornee subrayaba que esta metodología, en la que participaban

58 59
1972). Finalizada la Prirnera Guerra Mundial en 1918, un grupo de
la observación, la experimentación y la comparncwn (Thompson,
con universitarios muy influidos por los cscriws de Mach, entre ellos
1976, págs. 101 - 1 1 5), era relativa y estaba inacabada. Con eso y
77-78), «el conoci­ Morirz Schlick ( 1 882-1936) y Rudolí C.arnap (1891-1970), fundaron
t0do, como ha señalado l labcrmas (1978, págs.
un foro de discusión que se reunía todos los juevt:s, a cuyos miem­
miento de las leyes, corroborado por la experiencia, alcanzado mcto­
bros se conoció al poco tiempo como el Círculo de Viena. Simon
dológicamence y convenible en predicciones técnicamente utilizables,
(1963) alirma que el positivismo de Comtc constituyó, en el mejor
es un conocim1enro relativo en la medida en que ya no puede asptrar
de los casos, una influencia menor en este grupo. c¡ue lo que si com­
a conocer lo que se encuentra en su propia esencia, es decir, de for­
parúa con Cornee era la aversión fundamental a la merafisica. A dife­
ma absoluca».
principales lo­ rencia de Comre, Mach no creía en la clasificación de la ciencia, sino
Tbompson ( 1976, pág. 21) afirma que uno de los
er una metodo logía basada en la observa­ que pretendía unificar todas las ciencias aplicándoles los mét0dos de
gros de Comte fue cscablec _
y compar ación en pleno nacimiento de la d1s­ la ñs1ca. La filosofía que emergió de este grupo se ha dado en llamar
ción, experimentación
positivismo lógico y es triburaria del positivismo jurídico de princi­
c1pltna de la sociología, en oposición a las «tendencias anteriores de
pios del siglo X X , según el cual cJ cuerpo legal promulgado en un
las teorias sociales, caracterizadas por ser ecológica o metaílsicamente
esrado soberano era válido en sí mismo v no podía quedar anulado
especulativas e incapaces de ser verificadas a través de la observación
por ningún concepto como el de leyes naturales ( imon, 1963).
empírica». El autor añade lo siguiente:
En la década de 1920, los miembros clcl Circulo recibieron la
enorme influencia de la publicación en 1921 del Tr11cJal11J /ogico-pbilo­
c¡uc, ian-
Su logro imperecedero fue reivindicar una ciencia social sophims de Ludwig Wittgensrei n, clonde se desarrollaba el esquema
10 en la definición de la rcm: 1úca como en el método de estudio pro­
de un lenguaje perfccro desde el punto de vista lógico. Una de las
pio, rcspcl!lsc In posición de la humanidad como parce intcgrnncc del
mundo... nociones tratadas por \X'ittgenstein (1961, pñg. 7) es que « 1 . 1 1 El
mundo de la naturaleza y, al mismo tiempo, úoica en dicho
La sociología de Comtc nos anima a creer que, en la base de los co­ mundo es la tor.alidad de hechos, no de cosas» y los miembros del
que somos capaces de establece r, una actividad ilumina Circulo de Viena interpretaron estos huho.r basándose en los textos
nocim1cmos
da e informada puede acelerar el m<Jvimicnto hacia un estado
más de J\lach sobre los harrl rlt11t1 o daros crudos. Esrn mala interpretación
1usto y armonioso (Thompso n, 1976, pág. 33). causó con el tiempo una fisura entre W1t1genscein y el Círculo de
:V _iena, pero no antes de que los miembros de dicho grupo también
Interpretaran erróneamente la distinción entre las proposiciones
En los años finales de su vida, Cornee agudizó su interés por la
11110/ítiro.r y .ri111itica.r. Kant (1724- 1 804). fundador del idealismo ale­
aplicación prácrica de sus ideas en forma de una nueva religión secu­
mán, fue el primero en establecer esca distinciún, observando que las
lar, influido en parce por sus contactos anteriores con ainc-Simon.
de Vaux y, a prop�sicioncs analíticas, donde el predicado forma parre del sujeto,
También se vio muy afectado por la muerre de Clocilde
o proselitista, la por e1emplo <ron hombre alto es un hombre», se d1sringufan de rodas
medida que sus ideas adoptaban el celo del fanatism
a aceptarla s. Sin las demás proposiciones. que podían calificarse ele sintéticas. Witt­
gran comunidad c1enáfica se mostraba más reacia
amente en los cex­ genstein (1961, pág. 127) extendió este argumento añadiendo que las
embargo, sus obras tempranas influyeron profund
tos de sociólogos como Émile Durkhei m, John Stuart Mili y Her­ proposiciones analitica· son tautológicas o contradictorias, y que ta­
bert Spencer. El tratamiento de Mili del mécodo inductivo en su Sy1- l�s «¡;>roposiciooes lógicas no pueden confirmarse mediante fa expe­
lt111 oj lo,�ic (1843), en particular, debe mucho a sus lecturas de las
ricnaa corno no pueden refurnrsc a través de ella». Los miembros
obras de Comte y a la correspondencia que mantuvo con el autor. del Circulo de Viena, Carnap ( 1935) en particular, argumenta.roo en­
Aunque la influencia de Cornee fue reduciéndose, las semillas del tonces que estas proposiciones constituían el iímbito de las ciencias
positivismo gcrmjnaron y, en los albores del siglo XX, su rgió en formales, mientras gue la verdad de todos los enunciados sintéticos
Viena una nueva forma de esta Blosofta, liderada inicialmente por sólo podía determinarse mediante la verificación cmplrica en el terre­
Ernsr Mach ( 1 838- 1 9 1 6), fisico austriaco que ocupó la cátedra de li­ no de las ciencias facruales.
losofia de la Universidad de Viena entre 1895 r 1901 (Blackmore, Enrre las expresiones más claras de las impllcnciones mctodológi-

60 61
cas de estas ideas en las ciencias factuales figura la de l lempel ( 1965, ción de conocimientos técnicamente útiles, y se ocupa de predecir
p:ig. 232), ciuien afirmó, con respecto a la historia, que la explicación )' conrrolar los procesos previamente objecivizados (Roderick, 1986).
ciemítica de un suceso F, está formada por:

1. Un conjunto de enunciados que demuestran que se han pro­ 2.2.2. Ciencias hislórico-her111e11i11licas
ducido una serie de sucesos, C1, ... , C11 en determinados
riempos y lugares. La segunda cacegorín de ciencias en la que se centra H.abermas
2. Un conjunro de hipótesis universales, en virtud de las cuales: ( 1978) �s I? ciue denomina hisrúrico-hermenéurica. Originalmente, la
a) los enunciados de ambos grupos quedan razonablemente hermeneunca se ocupaba del csrablecimiemo de una versión auténti­
confirmados por pruebas empíácas, ca de los textos bíblicos, pero en el siglo XIX ya se había convertido
b) de los dos grupos de enunciados puede deducirse lógi­ c n una imp�nante alternativa a la ciencia empírico-analitic:i del posi­
. .
camente la confirmación de que se ha producido eJ su­ t1v1smo. Mientras que las ciencias sociales positivistas buscaban
ceso E. rxplirarionu, la hermenéutica buscaba comprensión (B:iuman, 1978).
AJ r conocer que las acciones humanas tienen un propósito, la her­
� .
Así, es posible explicar sucesos pasados y predecir ocros futuros meneut1ca trataba de comprender sus intenciones. 1 Ja bermas desarro­
a partir de un conjunta de condiciones determinantes y de un con­ lla la crírica de la hermenéutica primero a través de un análisis de los
junto de leyes generales. La dfficultad estriba en establecer leyes ge­ trabajos de Dilthey ( 1 833- 191 1) y, después, a rravés de una crítica de
nerales a partir de teorías, lo que suele lograrse posrulando hipótesis In fenomenología de Husserl (Gadamer, 1975; Hcld, 1980; Roderick,
que, aplicadas a las condiciones iniciales, producen los sucesos. Éstos 1986; Outbwaite, 1987).
pueden compararse, a su vez, con los sucesos que resultan de la ob­ Dilthey (1 958) sugiere que existe una diferencia crucial entre los
servación empírica. De este modo, volvemos al problema de la in­ ?
º jetos que pueden comprenderse y aquellos que sólo pueden estu­
ducción, porque independientemente del número de experimentos diarse externamente. Esra diferencja reside en la naturaleza de los
realizados con visras a verificar una reoáa y establecer una ley, no objetos propiamente dichos y no en nini,rún tipo de intervención hu­
existe ninguna razón lgfra
ó para concluir que el siguiente experimen­ mana. Es precisamente en este punro donde, siguiendo Ja tradición
co producirá el mismo resultado. de Hegel' Dilthey regresa al inrcrés central de la ideología alemana
.
Habermas ( 1 978) desarrolla su crítica de las ciencias empírico­ en d�r Geut (la mente o el espicitu), sosteniendo que los objetos po­
anaHricas a partir de este punto, centrándose en que el positivismo tenciales de nuestro enrcnd 1 miento son expresiones del Espíritu uni­
niega la reflexión de sus propios cimientos epistemológicos (l les­ �
versal; en pa a bras de Bauman ( 1978, pág. 36), «porq11r son expresio­
se, 1 982). Por ello afirma c¡ue «la gloria de las ciencias es La aplica­ nes de � .
csp1mu podnt1os comprenderlos». SLn embargo, en esca
.
ción inquebrantable de sus métodos sin contemplar los intereses cog­ afirmacJOn yace uno de los problemas cruciales de 1:i hermenéutica,
noscitivos)) (Habermas, 1978, pág. 315). En otro de sus escritos. afir­ puesto que toda comprensión de un objeto individual deberá estar
ma que «haciendo de la creencia de las cieocfas en sí mismas un nc�esar1amcnre relacionada con l :i comprensión previa del Espíritu
dogma, el positi\•ismo asume la función coercitiva de proteger la in­ u01vcrsaJ, que por eso mismo siempre será incomplera. Como conse­
vcsúgación cienúfica de la autorrefle:ción cpistemológiC:l. b:I posiri­ cuencia la comprensión hermenéutica no podrá ser decisiva ni com­
vismo sólo es filosófico en la medida en que resulta necesario para la pleta.
inmunización de las ciencias contra la filosofía» (Habermas, 1978, pá­ Según Habcrmas (1 978, p:ig. 141), el objetivo principal de Dilthey
gina 67). Contínúa diciendo el autor que «la actitud positivista encu­ (19 �8) cra demos�r que las ciencias culmrales (Ceisle.n11imwchaflen)
bre los problemas de la constitución del mundo. RI 1ig11ifict1do . .
tenmn crn11enros dJferenccs de los de las ciencias naturales. En oposi­
dd co11od111ienlo en si mismo se co11vierle w algo irraci01llll, en nnmbre del ción a escas úJtimas, «l:t posición que ocupa el sujem en las ciencias
conocimiemo riguroso» (Habermas, 1978, págs. 68-69). La ciencia culturales se distingue a cravés de la experiencia sin restricciones» (Ha­
positivista se orienta así de una manera fundamenta! hacia la produc- bermas, 1978, pág. 143). Como consecuencia, en su interpretación de

62 63
acuerdo con el ideal de la descripción pura». Aunque Dilthey hiciese
b obra de Dilthey, H11bermas opina que par:l comprender los fenóme­
nos socio-culturales es esencial ir más allá de las condkiom:s restricti­
avanzar la hermenéutica desde una forma ingenua de empatia hasta
una metodología de la autorreflexión, donde 1a mente ((Se exteroaliza
vas propias de las situaciones experimentales. En el concexto de las
en 1a ob1etivización y, al mismo tiempo, regresa sobre sí misma en la
ciencia� culcurnles, 1 l:tbcrmas ( 1978, pág. 143) proponía lo sig uieme:
reflexión de dicha externalizacióm> (Habermas, 1978, pág. 147), no
logró vencer los obstáculos relacionados con la naturaleza contem­
que el �ujeto experimentador 111.!Ile libre acceso n la realidad. Las res plativa de la verdad. Dilthey nunca abandonó completamente d mo ­

puc�tas pcrccptuales de cochs las experiencias acumuladas pre-cicntifi delo de la comprcns1óo por empatía y Habermas (1 978) sostiene que
cnmcntc cnuan en juego. El papel proragonista de las focuJtades rc­
su modelo de experimentar sucesiv amen te la sub jetividad de otras
ccptorns en el su1ew expuc�w ni ámbiw complero de la experiencia
c1611. La rea­ personas es, en esencia, el equivalente de In <Jbservación. Así, Haber­
t iene su concrapar1id11 en un grad<> infcnor de objeLivi:1.a
lidad parece abrirse a In expencncin desde el interior.
mas (1978, pág. 181) propone de forma convincente que «aquel que
s� co�oca e� el lugar de la subjetividad de otro y reproduce sus expe­
riencias exungue lo específico de su propia identidad al igual que el
Esta úlrima frase, hincapié en la cxperienaa incema de la
al hacer
observador de un experimento»
objetivización externa del positivis­
.

realidad en a
oposi ció nla simpJc
fundamentales entre los dos
Como consecuencia de lo anteriormente expuesto, Habermas
mo lógico, ilustra una de Las diferencias
una comprensión por par­
(1978, pág. 179) sugiere que Dilthey está ((atrapado ca un positi vis­
tipos de ciencias. 1.a hermenéutic a �upone
mo encubierto». La hermenéutica de Dilthey pretendía esencialmente
te de un ser vivo )' pensante, miencras gue el positivismo lógico sólo
alcanzar la comprensión individual de contextos históricos a través
se ocupa de explicar una realidad tal como se observa independienrc­
de una forma de empatia que suponía la transferencia del ser a otra
mence de la inílucnc1:i 1nterprerariva del indi v i duo.
e"-presión concreta de la vida. Para Habermas, eJ problema crucial de
Con objeto de comunicar valores culturales compartidos Dilthey ,

( 1958) propone gue las personas necesitan servirse de símbolos arr:11- este enfoque es que no examina la base del entend imiemo sobre la
que reposa: «En su análisis final, Dilthey permanece can ligado a la
gaJos escnci:ilmentc en el lenguaje corriente. Según palabras de Ha­
fuerza del pos itiv ismo 9ue abandona la autorreflexión de las ciencias
bermas ( 1978, pág. '157), «el lcnguajt: es el medio por el que se com­
parten los sigruficados».
culturales en el punto en gue los intereses cognosci tiv os prácticos se
o obsrame, este mterés ranro por los
contemplan como pila res de un conoci miento hermenéutico posible
significados compartidos como por la imerpretación individual nos
y no como su destrucción» (1 labermas, 1978, pág. 1 79). Es a la au10-
lleva de vuelta al problemn central de la relación entte lo universal y
lo parricul:ir. Corno ha observndo Habermas (1978, pág. 157), «la
rrejlexió11 y, en particular, a las ideas de F reud, a las que acude Ha­
bermas para desarroUar su ciencia critica.
comprensión hermenéutica debe utiliz.u categorías inti•ilablenm11e ge­
En el discurso inaugural de Francfort, que pronunció en 1965,
i lt
nerales para captar un significado 11(1/imoble111t1 1 i11di11id11ol». El pro­
Habermas (1978, págs. 301-317) también expuso una critica de la
blema de la hermenéutica consiste pues en captar }' representar los
hem1enéutica de Husserl , donde se combinaban las tradiciones ale­
�ignificados de las estructuras vitales individu:iles a rravés de cate­
manas de Dilthey y (<el legado franco-cartesiano del racionalismo»
gorías necesariamente generales .

Llcgac.lo a este punto, Habcrm:is( 1978) subraya un:i incoherencia (Bauman. 1978. pág. 19). Según Bauman (1978, págs. 19-20), un:i de
las �ayorcs aportaciones de Husserl fue demosttar c¡ue el significado
fundamenral en los argumentos de Dilthey, cuando este último su­
pod1a comprenderse como resuJtado de (da posibilidad de liberar
giere que la práctica Je la hermenéutica de be seguir cl camino de la
dicho signi�cado del contexto ligado a Ja tradición, en lugar de to­
objetiv1dac.l del conocimiento cientifico. Dilthey (1958) llama La aten­
ción sobre bs tendencias encontrac.las que existen encre una relación
mado de dicho contexto, de su hábitat "naturaJ" ... Para ello debe
procederse a una contemplación fenomenológica de "significados
práctica conl:i vida l' la objetividad cientitica. Como señala Haber­
puros" desvelados por la experien cia de los fenómenos indepcndien­
mas (1978, pág. 1 79), (de habría gustado librar a La comprensión her­
rementc de su aspecto hisrórico-estrucrural». Para Husserl, era esen­
menéutica de la estructura de intcrc es en la que se mueve en el pla­
cial que la conciencia se separase de sus raíces sociales e históricas,
no trascendental y trasladarla a una dimensión comemplativ:i de

65
64
> se estableciese, a cravés de una forma de reducción cominua similar en la obra de lmmanuel 1-:anr ( 1724-1804), fundador del idealismo
a la duda carcesiana, en unn suerrc de absoluco. alemán, que disti nguia encre las cosas tal como se perciben (fenóme­
Edmund Husserl (1859-1938) pertenecía a un grupo de filósofos nos) y las cosas tal como son ( 11ó11111mos) (Russell, 1 961 ). En su Críti­
alemanes, entre los que figuraban /\loritz Geiger �· l\lax Scheler, que co dr lo rnz.ó11 pura, K.111t expone que nuestras percepciones (fenóme­

publicaron, en las décadas de 1910 y 1920, una serie de estudios bajo nos) tienen dos causas: las m1.rario11u, producto de los objetos, y la
el título general de jnhrh11ch fiir Philosophie 1111d Phit11011m1ologisrhe For­ for111fl de los fenóm<:nos fruro de nuest ra subjerividad. Para Kant, la
.rchm1g (Mcrccr y PowcJ l, 1 972). Estos esrudios formaron la base de un forma es uo c22a priori indcpcndience de la experiencia y no depen­
movimiento filosófico dcnommndo fenomcnologín, que, pese a la <le <lel contexto de nuestra pe rcepción. La fenomenologia pretende
orientac ión muv concretn de las proposiciones micfales, posccrior­ aportar una nueva definición <le esta relación enuc c.:I objeto y la ex­
meme evolucio�ó dando lugnr a variantes muy dispares unas de orras. pe riencia. Para los fenomenólogos no existe ninguna real idad objeti­
Por ello, cualqllier inccnto de generalizar Jos objeti,•os > métodos del "ª externa con respecto a la mente e independiente de ella.

movimiento está plagado de obstáculos (Kockelmans, 1967a, b; Relph, Gnco son las propo:.icioncs básicas de la filosofia de 1 1 usserl:
1970, 1981; l3iUinge, 1977; Jackson, 1981; Pickles, 1985). La definición
más precisa de <mna plataforma fenomenológica jamás formulada» es, 1. Que las expmenáo; �on el objeco principal de la investiga­
según Spicgelberf:t (1960, p:íg. 5), el siguiente fragmenm publicado ción filosófica.
por los editores del jahrb11rh: 2. Que el lenguaje reAe¡a la estructura de la experiencia.
3. Que no existe ningún criterio de precisión absoluco, sino
Los edirnrcs no compi1rtimos un sistema, sino que C$tamos uni­ que es funciún <le la temática )' el contexto.
dos por l:i convicciiin cClmún de t¡ue sólo el re¡;:resn n Iris fuemes pri­ 4. Que no necesitamos definir un término de forma prec isa an­
meras de la in tuición di recrn y la pcnctracion en las estructuras cscn­ ees de empezar a analizarlo junco con la experiencia corres­
crnlcs derivadas de ellas nos permitirá uulizar Iris �rnndes 1r:id1c1ones pondiente.
de la filosofia con �ui. conccpW!o y problemas (l\!crccr > Powcll, 1972, 5. Que la filowfia debe ocuparse de buscar aquello que carece
pág. 9}. <le co<la a:.unción pre,·ia (i\lercer y Powell, 1972, págs. 9-1 O).

l.Jna caracrerísaca fundamental de la fenomenología )' del énfasis Estas proposiciones tienen pro fundas implicaciones metodológi­
en la intuición directa, es pues que se opone diametralmente, una vez cas, llue contrastan claramente con las de las ciencias factuales. En e l
más, a las ciencias empíricas basadas en el positivismo. Según Pickles n úcleo dt: las primeras yace la frase rnn citada de Husserl <<De "uelta
(1985, pág. 3), «la fenomenología busca precis:'1menre descubrir el a las cosas en sí mismas». En opinión de Kockelmans ( 1 965, pagi­
mundo tal como ap:nece a11tn de la investigación cicntitica, mi como na 18), esta expresión «indica que en filosofia se debe renunciar a
las ciencias lo asumen y presuponen. El objetiw> consiste en revelar codos los principios e ideas insuficientemente explicados o incorrec­
la forma de ser original, previa a su objerivización a mu.nos de Las tamente fundados, a todas las formas arbitrarias de pensamiento y
aencias empíricas». a rodos los prejuicios, para dejarse guiar únicamcnrc por las cosas en
El término fenomenologia no es, sin embargo, una invención de si mismas». La fenomenología busca pues, por encima de todo, el
Husserl, ya que se había utilizado varias veces mucho anees del si­ significa<lo y la revelación de la esencia, a través de la búsqueda de la
glo XX. Hegel lo incorporó al rítulo de su obra Fmo111molo¡/a dtl npíri- conciencia puia.
111 de 1 807 y, hacia mediados del siglo xvw, lo utilizó otro filósofo Haberma.5 ( 1 978) elabora h crítica de Husserl en tres etapas. En
alemán, Johann Lambert (Spiegelberg, 1960; Merccr y Powell , 1 972). primer lugar, observa que la fenomenología de Husserl \'a diri�ida
Un interés básico de la fenomenología más n:cientc ha sido, precisa­ conrea el objetivismo en las ciencias y c.¡uc «revela los producros de
mente, su «rechazo dt: la idea metaflsica tradicional de 10 separación una suhjetividad generadora de s ig n ificado» (H abermas , 1 978, pá­
del sujeto y objeto como descripción del estado fundamental de la gina 304). En segun<lo l ugar, sugiere c1 uc l lusserl trata de eliminar
cucstióm> (Picklcs, 1985, pág. 17). Esta distinción qued!lba patente esta subjeci,•idad creando una autocomprensión objetiva. Por úlcimo,

66 67
sostiene que Husserl pasa entonces a idenrificar esta auroaeflcxióo 2.2.3. E-lacia /JI/a ciencia crítiet1
trascendental con la teoría tracüciooal. No obstante, para Habermas
(1978, pág. 305), Husserl «se equivoca porc¡ue no separa La conexión Uno de los aspectos principales que aborda Habermas en Knowledgt
del positivismo al que crítica justificadamente de la ontología de la a11d h11!11a11 intere.rl.f es el dcsarrolJo de un sistema de comprensión de
que in.conscientemente coma el concepto tracücional de teoría». En las conexiones entre el conocimiento y la acción. Tal como ha que­
opinjón de Habermas, Husserl defendía que la fenomenología pre­ dado reflejado en el aparcado anterior, sostiene que las ciencias hist6-
tendía sacar a un plano consciente las relaciones entre el conocimien­ rico-hem1enéuticas no alcanzaban este objetivo porgue no examina­
to y los inrereses del mundo vivido, y aJ alcanzar esta conciencia ban satisfactoriamente las formas en que se integraban los mundos
guedaba libre de tales intereses y se convcrúa en una forma de teoría del significado y de la acción. Buscando una estructura c¡ue permitie­
pura. Habermas (1978, pág. 306) rechaza esca conclusión con las si­ se alcanzar cal interpretación. Habermas recuaió al psicoanálisis y a
guientes palabras: las obras dc Freud. En ellas encontró dos características priocipaJes
de gran importancia para su empresa. Eo primer lugar, ofrecían una
concepción de la autorreflexión nueva y basada en la acción, que sol­
ventaba Jos problemas planteados por la empada de Dilthey; y, en
El error es obv io. La reoria en el sencido de la
tradición clásica
sólo repercuúa en la vida porque se supé>nia que había descubierto en segundo lugar, justificaban que la legitimación era una forma cien­
el orden cósmico una estructura mundial ideal, incluido el procmipo tífica rigurosa. En palabras de Habermas ( 1 978, pág. 214), «el naci­
del orden del mundo humano. La thcorio sólo era capaz de orientar lns miento del psicoanilisis abre la posibilidad de alcanzar la dimensión
acciones human."ls en tanto que cosmología. De esta manera, Husserl en la que se guedó el positivismo, y de hacerlo de un modo metodo­
no puede esperar yue se originen procesos auto-formadores en una lógico que surge de la lógica de la investigación».
fenomenologin que, como filosofia trascendental, elimina el comeni­ La rarea central del psicoanálisis consiste en hacer que un sujeto
do cosmológico de la teoría clásica, conservando sólo en un �entido sea capaz de entender acontecimientos de su vida pasada y, gracias
abstracto un algo de Ja actitud teórica. La teoría tenía impl icaciones
a ello, eliminar la ansiedad generadora de determinados trastornos
cducadvas y culturales no porque hubiese librado al cono- cimiento
en el comportamiento presente. Frcud ( 1 953-74) utilizaba para ello
del inrerés, sino. por el contrario. porque exLraÍa un poder pse11do-nor-
la interpretación de los sueños y, específicamente, un interés por
111oti110 del enrnbri111íento de 111 i111i!rü reo/.
<(aquellas asociaciones de símbolos mediante Jas cuales un sujeto se
engaña acerca de sí mismo» (Habermas, 1978, pág. 218). En este em­
peño por comprender el autoengai'io, Freud proporcionó a Haber­
Para Habermas, Husserl al tiempo que criticaba cl objetivismo de mas un mecüo de conectar el conocimiento con la acción. Freud pro­
las ciencias naturales, caía víctima de otra forma de objetivismo tra­ ponia c¡ue, por debajo de los trastornos del comportamiento, babia
cücioaalmente asociado con la teoría. Por ello, la hermenéutica no estructuras de significado reprimidas, que el sujeto separa y aisla de
lograba ofrecer ninguna base sólida para la acción humana. la vida cotidiana. Es, sin embargo, posible acceder a dichas estruc­
No obstante, Husserl era plenamente consciente de la dificultad turas desde los sueños, de modo que los sujetos puedan superar su
de su empresa y, en particular, de las implkaciones metodológicas de ansiedad al comprender el significado de los sueños desde el mundo
la separación del mundo vivido del mundo fenomenológico de los consciente. El análisis es una autorrefleitión «porc¡ue 11 superación
significados. Como ha observado Bauman (1978, pág. 127), «vivió la fundamental de los bloqueos del consciente y la penetración de las
última parte de su vida atormentado por lo etéreo de su solución al objccivizaciones falsas permiten apropiarse de una porción perdida
problema de la comprensión. Intentó por codos Jos medios tender de la historia vital, de modo que se invierte el proceso de aislamien­
un puenre que permitiese volver de las reducciones fenomenológicas to» (Habermas, 1978, pág. 233). 1 labermas (1978, págs. 233-236)
aJ mundo "vivo", por encima del vacío que él mismo había excava­ añade que existen otros tres aspectos del psicoaoálisi� que también
d<m (para soluciones posibles a este diJema. véase Heidegger, 1959 y demuestran su aspiración a la autorreflexión. El primero está guiado
Schutz, 1962, 1967). por el interés en conocerse a sí mismo; en el segundo, el paciente

68 69
el sisrema ectmúmicu no produce la c:múdu<l ncccsada de va­
debe concemplar la enfermedad como parte de su ser y responsabili­
lon:s consumible�, o
zarse de ella; miemras que el rcrcero se refiere a que el psicoanálisis
el sí rema adminisrrati,•o no produce la cantidad necesaria de
sólo puede ser prncticado por una persona que previamente se haya decimmes rncionaks, u
sometido a un psicoRnálisis para librarse de las enfermedades que el sistema de lcginmac1ón no ofrece la c.'lntidad necesaria de
pretende rrnrar. Esta importancia de la autorreflexión es fundamental moliv:icioncs �enemfo
md;is, o

para la formulación de Habermas de una ciencia social critica. En sus el sislcma sociocuJLUral no ¡.tcncra lo cantidad necesaria de sig­
propias palabras, «la estrucrura metodológica que determina el signi­ nificados mor i vadorcs dc ncciones (Habermas, J 976, pá.�. 49).
ficado de la validez de las proposiciones criticas de esca categoría se
establece a rrnvés del concepto de rt11/flrrejlexiófl. fata última libera al El cometido del cienciEico crírico consiste en revelar In deforma­
sujem d e la dependencia con respecto ::i poderes asumidos. La auto­ ción sistemática de la comunicación v ofrecer nsí a la sociedad los
rreflexión viene determinada por un interés cognoscitiYO em:incipa­ medios necesarios para rewlver l:is cri�is con la consigu iente emanci­
torio» (Habermas, 1978, pág. 310). Para Habermas (' 1 978, pág. 310), pación de la población.
la critica de Ja ideología y el psicoanálisis tienen en común el que El punto anterior nos lleva a una tercera característica fundamen­
«toman en consideración que l a información acerca de conexiones tal de la teoría crírica de Habermas, re laci onada coa una concepción
con rango de ley desencadena un proceso de reflexión en la cuacicn­ particular de la relación entre la /(!orio y la práctica. Al igual que
cia de aquéllos a los ciue conciernen las leyes». 'Tolstoi en la cita que encabcza el presemc capítulo, Habermas h:ibla
La autorreflexión proporciona así el eje merodológico central de del divorcio emre la ciencia moderna y Jos medfos c¡ue se precisan
la concepción de Habermas de una ciencia crírica. Para un individuo, para comprender su conrexro social. En esencia, b ciencia moderna
esta reOexiún supone cierta separación o aislamiento con respecto al ha negado la naturaleza fundamentalmente critica de l:i cicncia clásica
resw, de form:i que pueda aspirar a comprender el todo, y encon­ y así:
trarse entonces en condiciones de ayudarse a sí mismo. Para Ja socie­
dad en st1 conjunro, supone que las personas salgan, en sentido figu­ La concepción Je la teoría como un proceso de cu ltivo .personal
rndo, de la sociedad, con objero de entender las deformaciones ha al canzado un csrnclo :ipóc ri fo. Hoy db vemos como la adapt:ición
estructurales inherentes :i ella y puedan revelarlas aJ resto de la po­ miméliL'tl dc:I alma a las pruporcioncs del universo, que pllrcda accesi­
blación. Esre proceso está lmimnmente relacionado con otro concep­ ble a In contem plación, sólo habla adqu i rido un conocimiento teórico

to fundamental en la reoria de Haberm::is, a si1ber: la e111r111cipació11. Tal al serviciCJ de b iJlremaLizuciün de l as normas, quedando desligada de

estado sólo puede alcanzarse a rravés de la autorreflexión . Parll 1 ia­ su rnrea legitima (1-laixrmas, t 978, páj!. 304).
bermas n o existe, básicamente, dlfercncia alguna corre el cono­
cimiento y el interés emancipatorio del conocimiento; la persona Ni siqu iera Marx se libra de la crítica de Habermas con respecto
perfectamente informada es también la c¡ue está completamente a la conceptualización de la relación entre la tcoria y la práctica.
emancipad a . Lograr la emancipación, Ubrarsc de las restricciones es­ l l abermas ( 1 974, 1978) sostiene c1uc Marx, al reducir la práctica so­
crucru ralcs adversas de la socicdad cquivale a comprenderlas. l l abcr­
cial al trabajo, no captó cumplernmeme la interconexión entre la
mas ( 1 976) a fi rma guc bajo tos regímenes capiralisrns avanzados, el
teoría y la práctica ni Ja importancia fundamenta] de la critica tJUC
conocimienro está sistcmáricamenre deformado y causa rendencias a elfo encerraba: «Al cg ui parar la critica con las ciencias naturales, ne­
la crisis en los sistemas económico, administrativo, lcgirimador y so­ gó su exisrencia. El cienri fismo materialista sólo corrobora lo que ya
cioculruraJ. había logrado el idealismo absoluto, a saber: la eliminación de Ja
Basándose en lo anteriormenre dicho, l labermas sostiene que:
episccmologfa :i favor de uo " cun oci mienm cicnrífico" universal y
desenfrenado, pero, en este caso, sc trarn de un materialismo cienti6-
co y no de un cunoci micnro absoluto» (Habermas, 1978, pág. 63). Es
Corno consi;:cucncia de las contradicciones fundamentales del sis­
a través de esta crítica a las ideas de Dilthey y 1 1 usserJ como Haber­
tema capi mUsra, siendo wdos Jos demás facto.res idénticos:
mas busca una estructura aJrcrnativa que le permita examinar la reJa-

70 71
ción entre la teoría y la práctica, empresa que quedó e.-:presada en la A los distintos componentes estructurales del mundo vivido {cul­
teoría de los intereses cognoscitivos >'ª explicada. Según Habermas tura, sociedad, personal idad) corresponden procesos de reproducción
(1 978, págs. 62-63): (reproducción culturnl, ince�ración social, socialización) basados en
los diferentes aspectos de la acción comunicadora (comprensión,
En última insrnncia una crítica radical del conocimiemo sólo pue coocdmación, asociación), que csuin arraigados en los componcnres
de efectuarse reconstruyendo la historia de la humanidad e inversa­ estructurales de los aetos de lenguaje (propos1cioncs, elocuciones, ex­
mente, la teoría social, desde el punto de vista de la autoconsútuc1ón presiones).
de la humanidad en el medio del trabajo social y la lucha de clases,
sólo es posible como autocceflcxión del sujeto c¡ue conoce.
2.3. TEORL\, PRACTICA E INTl.Rf'-5 GF:OCRÁFl<:O
La expresión más completa del desarrollo de una teoría crítica de
Habermas (1984, 1987a) se encuentra en su teoría de la acción comu­ Si bien la teoría de Habermas de la acción comunicativa ha tenido
nicativa. En ella regresa al papel fundamental ciue desempeña el len­ hasta ahora escasa influencia en la práctica de la gcograflll, algunos de
guaje en la comunicación y el forralecimienro de la vida social, con sus primeros trabajos bao inspirado una reflexión geográfica acerca
el objeto de «hacer posible una conceptualización del contexto de la de las ciudades post-industriales (Ley, 1980), de la ciencia regionaJ

vida social adaptada a las paradojas de la modernidad» (Habermas, (Lewis y Me.lville, 1978) y de la teoría de sistemas (Gregory, 1980).
1987a, pág. xi). Su teoría gira en torno a tres temas interrelaciona­ Más importante, sin embargo, es el que su clasificación de tres tipos

dos: el interés por la racionalidad de la comunicación; la conceptuali­ de ciencia constituya la base ampliamente aceptada para el estudio de

zación en dos niveles de la sociedad basada en la interacción del los cambios acaecidos en la geograAa desde la década de 1960 (Grego­

mundo vivido )' el sistema; y una visión particular de la modernidad, ry, 1978; Jackson '
) Smith, 1984, Johnston, 1991a, págs. 30-34). Preci­
ciue explica la pat0logía sociaJ a parcir del modo en que los sisremas samente, la distinción de Habermas entre ciencias empirico-analíticas e

de acción autónomos y organizados oficialmente determinan ámbitos histórico-hermenéuticas se utiliza como principio organizador para los

de vida estructurados por la comunicación. Lo que el autor busca capirulos V y V1 del presente volumen. Sin embargo, para este libro
esencialmente es una explicación al desorden social a través de la resultan especia lmente rclevantcs los principios teóricos más generales
de Habermas. En particular, nos centramos en las rclaciones históricas
comprensión del modo en que está escrucrurada la comunicación.
Más concrccamentc, Habermas (1984, 1987a) sugiere c1ue existen tres corre la teorfa y la práctica geográficas, con los intereses particulares
mundos con los que interactúan las personas cuando hablan: un a los que sirve la investigación geográfica y con la posibilidad de des­

mundo objtlivo, suma de todas las entidades sobre las que pueden ex­ arrollar un cipo de geografia encaminada a la autorreflexión y la eman­

presarse sentencias verdaderas; un mundo social, suma de todas las cipación.

relaciones legítimamente rcguJadas cnuc Las personas; y un mundo La conceptualización de l labermas de estas cuestiones no carece,

s11b;e1ivo, formado por todas las expenencias personales del hablante. sin embargo, de problemas, r su enfoque ha recibido cáticas centradas
Habermas añade que, al pronunciar una afirmación, un acror debe en siete grandes aspectos como mínimo (Thompson y Held, 1982a):
plantear tres requisitos de vaJidez: que la afirmación sea verdadera; 1. Existe una tensión entre sus proyectos ·teórico y práctico con
que el acto de lenguaje respete el contexto normativo en vigor; y respecto a La herencia marxista.
que eJ hablante esté convencido de lo que dice. Para Habermas 2. La conceptualización de la teoría crítica es ambigua, aJ com­
(1984) son los acrores quienes buscan un consenso >' evalúan l()s re­ binar el programa kantiano de la filosofía trascendental con
c¡uisiros de valide?. de un acto de lenguaje dentro del concexco de los el concepto de negación de los Jóvenes Hegelianos.
tres mundos dentro de los cuales se mueven. En pocas paJabras, Ha­ 3. El análisis del concepto de rn7.Ón parece excluir la posibiJi­
bermas pretende combinar las consideraciones del mundo vivido, los dad de «encontrar una naturaleza en si misma que fijaría los
procesos de reproducción, la acción comunlcadora y La estructura de limites del interés humano en el control tecnológico»
los actos de lenguaje. Como ba resumido McCarthy ( '1 984, pág. xxv), (Thompson y Held, 1982b, pág. 18).
la teoría de Habermas está basada en la siguiente argumentación: 4. En el examen de las relaciones entre la razón y la historia,

72 73
existen problemas al rracar de vincular ona ética universal
con situaciones históricas específicas.
S. Las reacia!' de la acción, lenguaje y ciencia pecan de falta de
dacidaJ.
6. Las clificulrn<les en lus inteoms por rclacinn:u los conceptos
de inundo vivido y �istema generan puntos oscusos en su
teoría de las cri sis de legitimación (para una respuesta a estas
críticas, vé1lsc Habermas, 1 982).

Pese a que c.I programa de Habermas sigue plamcando diticulra­


des obvias, exiscen dos modos en que sus argumentos pueden consi­
derarse de gran rclevancill parn muchas de las cuestiones guc los geó­
grafos se plantean continuamente. En primer Jugar, su teoría crítica CAPITULO Hl
está dirigid:\ fundamemalmenre hacia la comp rensión del lugar c:¡uc
ocupan las personas en l:i nantrakza. El conoci miento tiene una
identidad doble: se deriva de la participación humana en la naruralc­
Geografía y sociedad: el contexto clásico
za y, al mismo tiempo, in flu ye en ella; pero este tipo de conocimien­ y la era de los descubrimientos
to también debe comunicarse dentro de Ja sociedad. En el aná]jsis
guc efectúa de estos intereses técnicos y prácticos, 1 Tabermas aborda
cuesdones clave gue se cncuenrran en la base de la geografía desde la Ln m:í� nntnrio en todas las concepciones de
l:1 nnruralcza, incluso en lns müológiC11s, es la
antigüedad clásica. r o obstante, aungue tales argumentos quedan búsqueJa de ftnali<fad l orden: (lLtlzá estas no­
implíci tos en muchos de los t rabajos de Habermas, es raro gue exa­ doncs de urden sean b�sicamcnre analo�íns ex­
t:r.1Jdns dcJ orden )" finnlidnd quC" ca�ctcriznn
mine explicirjlmcnrc la intervención del ser humano en la naruralcza.
mucha.> de las manlfcsrnc1uoes externas de In
Como consecuencia de ello, es importante integrar las ideas de ncttvul:id humnnn. por c¡emplo, el ordrn )' fi.
1 labermas con una comprensión más detallada de las interacciones rutHtlnd de lns carrcrerns, clcl c111ramado de la�
rnlb de pueblo <! lnclusü de lns callcjudlll, sl­
entre las personas y el entorno en gue viven. En segu ndo lugar, Ha­
nu11sn�. de un inrdin u unn dchcsn, del plnnn
bermas ha llamado la atención sobre la existencfa de prácticas muy de una cnsn y de su reh1c1ón con orra.
diferentes en las ciencias naturales y en las ciencias culturales. Esta
Glncken ( 1 967, pá¡t. 3.)
distinción es muy similflr a la división cada vez más clara de Ja geo­
grafía en dos parces, una centrada en el mundo físico y otra en el
mundo humano. Mientras que la mavoría de los «geógrafos físicos» En este capirnlo se ofrece una visión general de las obras geográ­
se apoyan en l!l certeza de la ciencia empíric0-analítica, bajo el aspec­ ficas escritas antes del siglo XVII, con viseas a perfilar el con texto de
co falaz del denominado mérodo científico, la mayoría de los «geó­ est udio en el gue se examinarán, en los capíc u los siguientes, los
grafos humanos» bao presentado sus credenciales ante una ciencia cambios más recientes acaecidos en la d isciplina. Muy pocos aspecws

social dominada por las concepciones hisr.órico-hermenéutica y es­ del debate geográfico son real men te nuevos y el origen de mud1as
rrucruralista de la ciencia. Por ello, las bases de la comunicación en­ cuestiones actoalmente discutidas se encuentra en Jos tell."tO� de inte­
tre los geógrafos fís icos y humanos se debilitan cada vez más. Como lectwales del pasado. Aunque la geografül no se generalizó como dis­
los argumentos de la teoría crítica engloban ambos tipos de cie.ncias, ciplina académica en las universidades hasa t finales dd siglo XIX,
ciene.n una especial importancia para aq uel los que emprenden la reio­ esta insritucionalizacióo de la Jisciplina se sustentaba en una traru­
tegra�i óa d e las vertiemcs física y hum::ina de la djsciplina, y aspiran cióo nntigua de rexcos geográficos. Además, al igual c¡uc hoy día nu
a abnr de nuevo .las vias de comunicación ent re ambas. existe unanimidad en cuanto al comcnido de Ja gcografia, tampoco

74 75
existía en el pasado. De hecho, muchas obras que pueden calificarse tante tardío y, hasta el siglo 1 a. de C., la mayoría de lus estudios so­
de (<geográficas>\ por comparación con trabajos de geógrafos moder­ bre la Tierra se incluían en obras que no se autodenominaban explíci­
nos nunca fueron consideradas como tales por sus autores. Se plan­ tamente geográficas. Antes del advenimiento de Ja escritura, existía
tea, por tanto, un problema fundamental de defin1c1ón para determi­ una prc-geografia extraoficial, resultado de las exploraciones y descu­

nar qué debe incluirse en un repaso a las obras geográficas antiguas. brimientos de los pueblos prehistóricos. De ahí se pasó al estableci­
Cabe distinguir tres categorías principales de cexcos geográficos: miento de un cuerpo de conocimientos acerca del mundo, que gra­
en la primera, tenemos las obras de estudiosos que se denominaron a dualmente consticuyó la base de la prc-geografla oficial de la época
si mismos geógrafos durante coda su vida o parre.de ella; en la se­ clásica. En las obras griegas antiguas podemos distinguir tres tradicio­
gunda, están los trabajos de aurores que se referían específicamente nes a este rcspecco:
en sus escritos a la geografia o ideas geográficas, pero no se conside­
raban geógrafos; y , en la tercera, coloc:imos las obras que geógrafos t. Una tradición topografica relacionada con l a descripción de
posteriores han utilizado como fuentes de referencia, pero que en la Tierra y de las gentes que viven en ella.
la época en que se escribieron no pretendían ser textos geográficos. 2. Una tradición matemática y astronómica que se ocupa de la
La última de escas categorías plantea la posibilidad de que nuevas ge­ medición de la Tierra (Dreyer, 1953; Dicks, 1970; Neuge­
neraciones de geógrafos eleven aJ rango geográfico otros conoci­ bauer, 1983).
mientos. Para toda geografia existe, por consiguiente, un cuerpo de 3. Una tradición teológica interesada en responder a preguntas
conocimientos pre-geográficos que sienta las bases de una geografia acerca de la razón última de la existencia humana en la Tie­
propiamente dicha. rra (Bunbury, 1879; Thomson, 1948; Glackcn, 1967).
El saber geográfico no existe por si solo, sino que es un producto
de las sociedades. Por ello, es de gran utilidad distinguir entre las La tradición topográfica de la literatura geográfica procede direc­
geografias oficiaJes y las extraoficiales. Mientras que los individuos tamente de los viajes de las genres de socied:ides donde no exisúa to­
pueden crear su propia geografía extraoficial, la oficial sería la acepta­ davía la escritura. Con la consolidaci6n del comercio, era esencial
da y recogida como tal por la sociedad en cuyo sc;no se ha producido. que los viajeros conociesen las rutas mariumas y terrestres, y, a me­
Para aJcanzar la aceptación, este saber debe considerarse de utilidad y dida que los exploradores descubrían nuevas tierras, era importante
merecedor de perpetuarse. o obstante, si existen geografias oficiaJes difundir toda la información necesaria acerca de ellas. Los conoci­
en sociedades que no dejan cooscancia escrita de sus conocimientos, la mientos geográficos tuvieron pues, desde �us inicios, un objetivo
reconstrucción presenta muchos problemas. Digamos, en conclusión, práctico, y Jos archivos arqueológicos nos hablan de mapas esboza­
que el desarrollo de la geografía en una sociedad puede verse como la dos en rocas y huesos del año 13000 a. de C. (Dilke, 1985; Harvey,
evolución desde una pre-geografía extraoficial no escrita hasca una 1980). Con la escrirura, escas conocimientos se oficializaron y mu­
geografia oficial, pasando por una pre-geografía oficial. chos de los poem:is y obras Liternrias más antiguos que se conservan
proporcionan muchos detalles sobre varias partes del mundo por en­
tonces conocido. En una opinión bastante generalizada (Bunbury,
3.1. LA GEOGRAF[i\ E1' GRECIA Y EN ROMA 1879; Thomson, 1948), se considera La llíoda y la Odiito de Homero
(siglo IX a. de C.) como unas de las primeras obras geográficas que
3.1.1. Los orlgmc.r de lo geogroflo dásko han llegado hasta nosotros. estos relatos del conflicto épico entre
los aqueos y' los troyanos, y el posterior periplo de Odiseo, ofrecie­
La palabra «geografia» procede dd griego � ycroyQacj>lcx, combi­ ron a Homero un telón de fondo maravilloso para poner en escena
nación de las palabras yT¡, que significa «tierra», y "(Qó:cj>O>, que signi­ descripciones dcralladas de las gentes y lugares a los que viajaban los
fica «escribir» o «describir». En términos literales, la geograíla seda personajes. La posterior exploración y colonización de amplias re­
pues la descripción de Ja Tierra. Sin embargo, la producción de li­ giones del Mediterráneo por las ciudades-estado griegas en los si­
bros denominados específicamente geografias es un fenómeno bas- glos vm y vn a. de C. proporcionaron grandes conocimientos, la

77
mayoría de los cuales se recogieron en tratados que se han perdido. máxima expresión en las obras posteriores de Díceareo, discípulo de
También a este periodo pertenecen los primeros incemos serios por re­ Arisrótcles, y de Eratósrenes (r11. 276-194 a. de C.).
presenlar canográficamenre el mundo conocido, y el primer mapa de la A medida que aumenrnba el conocimiento topográfico de la
superficie del mundo se atribuye (Thomson, 1948) a Anaxjmandro de superficie terrestre, aparecía un mrerés matemático (mediciones) y as­
Milcw (61 1-547 a. de C.). La primera gran descripción de la Tierra so­ tronómico. Para los gnegos de ncmpos de Hornero, la Tierra ern uo
bre la que tenemos información real es el Periodtl! o Ducripció11 de la Tie-­ circulo plano rodeado de un océano. Ya en el siglo VI, los conoci­
rro, completada por Hecnteo de Milero ('ª· 550-476 a. de C.) y dividida micnros adqumdos en astronomía apuntaban hacía un cambio de
en dos libros titulados l:.11ropt1 y rlsio. Desafortunadamente sólo se con­ apreciación. Por ejemplo, es <>pinión generalizada c¡uc 'filies de Mile­
servan unos 300 fragmentos <le escas obras }'. aunque se suele considerar ro u1. 580 a. de C.), uno de los fundadores de la escuela jónica de fi­

que Hecareo era historiador (Pcarson, 1939), Thomson ( 1948, pág. 47) losofia, entendió las causas del eclipse olar (Drcyer, 1 953). En efec­
sugiere que en su obra 11hay inmcios de una curiosidad inccl1geme acer­ to, Heródot0 ( 1 954, p:ig. 42) comemaba que Tales de Milcco había
ca del clima y las costumbres, flora y fauna, que merecen el nombre de predicho un eclipse durante la b:ualJa enrre los medos )' los lidios, y
geogmña general». Plutarco (r11. 46-120 d. de (.; J), pl11cil. phllosoph. ií. 24) afirmaba que
Todos estos trabajos topográficos tempranos culminan con la había explicado los eclipses solares por La interposición de la luna en­
primera gran obra en prosa de la literatura europea, la Historia de tre la Tierra y el sol. Sin embargo, no exjsre ninguna ind1cncíón ru­
l leródoto (ca. 485-425 a. de C.) (1954). En ella, resulcaelc> de 1() que recra de que Tales considerase la Tierra como una esfera (Thomson,
el autor denominó sus investigaciones en la híscona, l lcródmo 1948). Según PI urareo (De piad!. philo.roph. iii. 1 O), Anaxímandro
(1 954, pág. 13) pretendía «hacer dos cosas: primero, perpetunr la me­ concebía la Tierra como un cilindro y hasta Pitágoras (ji. siglo VI a.
moria del pasado dejando conscancia escrita de los asombrosos lo­ de C.) el concepto esférico de la Tierra no alcanzó su mayoría de
gros tamo nuestros como de las gentes asiáticas; se�undo, y más edad. Corno Pírágoras no nos legó ningún texto, sus ideas han so­
concretamente, mostrar cómo empezó el confücto entre las dos ra­ brevivido, una vez más, gracias a comemaúos posteriores, espcciaJ­
zasl>. En su empresa, l leródoto nos legó una amplia descripción de memc en las obras de Aristóteles (384-322 a. de C.) (De (.oelo, íí. 13)
wdu d mundo conocido basada en sus experiencias, en las inscrip­ (D1cks, 1970). f\ P1t:ígoras se le atnbuye esenrn1lmenre el haber sos­
ciones y obras literarias de la época, y en información transmitida tenido que la Tierra, junco con los demás cuerpos celestes visibles,
oralmente. Aunque muchas de sus historias nos resultan famáscícas, giraba alrededor de un fuego que ocupaba el punto cenrral del uru­
Ja mayoría de los dacos recogidos por Heródoco escin corroborados verso. Como, para Pit:igoras, la esfera y el circulo eran las formas
por ocras pruebas literarias y arqueológicas. En el libro l V , por más pcrfectaS, los cuerpos celestes, ínclmda la Tierra, debían ser es­
ejemplo, pese a su escaso conocímienro del interior de África a la feras que giraban describiendo círculos. El argumento de que la Tie­
yuc denomjnaba Libio, dice Hcerrndamcnte t¡ue estaba «bañada por el rra era redonda se basaba, en csce caso, en un razonamiento más
mar por codos lados, excepto por el que la unía a Asía» (Heródoto, mísrico y fiJusófico que esrríctameme empírico.
1954, pág. 254). Asimismo, en el libro I observa con ·orpresa que r .a descripción que de una Tierra esférica hiciera Platón ('ª·
Babílonfa recibía el vino en barcas hechas de cuero, que se deshacían 427-347 a. de C.) en Lll Rtptíhlim (Platón, 1974) r en el T1111eo (Pla­
cuanc..lo llegaban a la orilla para transportar en burro las pieles de tón, 1971, pá�. 44) ruvo w:in repercusión en eJ futuro esrablecimien­
vuelca a Armenia, puesto que <(es absolutamente imposible remar (() de su forma (Dreyer, 1953; Neugebauer, 1983). Thomson (1 948,
aguas arriba debido a la fuerza de la corriente» (Heródoto, 1954, páR. 1 14) ha afirmado c1ue 11fue la adopción de Platón la que propa­
pág. 92). L;n siglo después de la muerte de Herúdoto, Alejandro gó Ja idea del globo». Sin embargo, al colocar la Tierra esférica en
Magno (356-323 a. de C.) amplió consídcrablcmenrc los horizontes el centro del unjverso. con el sol, la luna y los planetas girando a su
del mundo griego, gracias a las conqwsrns oríenrnles del lmperio alrededor, Platón hizo un finco favor a la astronomír1 de muchos si­
persa. Pese a lo mucho que 1 lcródoto había escrito sobre Persia, es­ glos venideros. Frente nl ínrerés de Platón por el mundo invisible de
tas conquistas fueron una oportunidad para mejornr la exactitud de las formas ideales, el énfasis de Aristóteles en la recopilnción de he­
los rcxcos topográficos wíegos acerca de la región, c.rue cnconcró su chos ernpicicos alentó con el tiempo las labores de medición de la

78 79
circunferencia terrestre. Estas ideas pasaron a sus discípulos, espe­ el deterioro, mientras que codo aquello situado por encima de la lu­
cialmente a Diceareo, y alcanzaron su apogeo en la investigación em­ na, estaba compuesto por el quimo elemento, el éter, que era indes­
prendida en Alejandría, dirigida en particular por Eratóstenes, al que tructible.
se atribuye la primera medición precisa del globo (Dreyer, 1953; Entretanto, junco al nacimiento de esta cosmología, apareció una
Neugebauer, 1983) y aJ que Bunbury ( 1879, 1 . 1 65) califica de «padre serie de ideas acerca del lugar que ocupaban las personas dentro deJ
de la geografla cienáfica». Eratóstenes también desarrolló un sistema orden global. Escas ideas variaban mucho de unas a otras y, como ha
de latitudes y longitudes, y publicó un trarado en tres volúmenes ti­ indicado Glacken (1967, pág. 13), «la generalización más importante
tulado Geographi<a, que no se conserva en su forma original, pero fue que debe hacerse acerca de la actitud de las gentes del mundo clásico
una de las fuentes principales• utilizadas por Estrabón y Ptolomeo. ame la naturaleza es que variaron considerablemente a lo largo de la
Escas noticias mpográficas y astronómicas también estaban inti­ historia». Debajo de la visión clásica yacían conceptos religiosos mu­
mamente ligadas a la tercera tradición, la teológica, de los orígenes cho más antiguos, los más importantes de los cuales eran los asocia­
de la Tierra y las razones de la existencia humana sobre ella. De he­ dos a la fertilidad, la muerte y el renacimiento. Esta micología giraba
cho, pueden contemplarse como una combinación que despertó el en torno a la adoración de una madre Tierra que, posteriormente, se
interés por la astrología o uso de la astronomía para predecir aconte­ materializaría en la gran diosa griega Gea (Guirand, 1968). Anees in­
cimientos humanos y naturales en la Tierra. Glackcn (1 967, pág. 5) cluso de los orígenes de la agricultura, la supervivencia humana de­
alude a tres ideas básicas de la mitología temprana que se ocupaba de pendía del ciclo anual de las plantas y de la fertilidad de la tierra. La
las relaciones entre las gentes y el medio ambiente, a saber: que la fertilidad del mundo natural era la misma que la del mundo humano,
Tierra cenia un orden y finalidad concebidos por un dios; que el me­ y los rituales humanos iban encaminados a merecer la generosidad
dio ambiente ejercia su influjo sobre las personas; y que las personas de la madre Tierra, a menudo a través del sacrificio de animales ma­
podían modificar el medio ambiente. La Escuela jónica de filósofos chos. Este concepto de una Tierra femenina no era universal, sino
incitó el desarrollo progresivo de una cosmología particular, o teoría que en la micologia egipcia el dios de la Tierra era Geb, mientras
de la composición del universo. Tales de Mileto había sostenido que que la diosa del cielo era ut o Hator (Viaud, 1968).
codo estaba compuesto de agua, teoría posteriormente revisada por La idea de un mundo planificado, sujeto a la intervención divina
Anaximandro, quien propuso la existencia de una sustancia funda­ es muy antigua y podemos encontrar indicios de ella en los primeros
mental infinita de la que procedían todas las sustancias del mundo, mitos de Egipto y de los pueblos de la cuenca del Tigris y el .Éufra­
incluida el agua (Ka ha, 1960; RusselJ, 1961 ). Paralelamente, Anaxi­ tcs. Hacia el siglo v nació en Atenas una teleología firme, o doctrina
mandro elaboró la teoría de que «el orden está caracterizado por la lu­ relativa a la concepción y finalidad de la naturaleza. Asi, Jenofoace
cha entre opuestos» (Glacken, 1967, pág. 9). Fue en el siglo v a. de C. (ta. 435-354 a. de C.) en su Memorabi/ia dice que Sócrares (antes de
cuando Empédocles de Agrigenco (ca. 492-432 a. de C.) formuló 469-399 a. de C.) utilizaba pruebas de tres tipos fundamentales para
desde el sur de Sicilia la influyente teoría de las cuatro raíces o ele­ demostrar la «providencia divina: la prueba de la fisiología, del or­
mentos. Su mayor contribución a la ciencia fue reconocer el aire den cósmico y de la Tierra como medio adecuado» (Glacken, 1967,
como una sustancia autónoma, lo que le permitió establecer la exis­ pág. 42). Platón desarroll6 algunas de estas ideas en el Ti111eo1 donde
tencia de cuatro elementos básicos independientes (tierra, aire, fuego y cuenta cómo e1 creador del universo concibió el cosmos de fuego,
agua), que se combinaban en proporciones diferentes para producir tierra, aire y agua, a partir del desorden inicial (Timeo 29-30). Platón
las numerosas sustancias que encontramos en el mundo. Estos ele­ soscuvo, en concreto, que dios era bueno y, por ello, había concebi­
mentos se mantenían unidos por el amor y separados por el odio, en do una creación ordenada donde «todas las cosas debían ser buenas
una versión más elaborada de la teoría de los opuestos de Anaximan­ y, en la medida de lo posible, nada imperfecto>> (Platón, 1971, pági­
dro. Hasta el siglo IV ao se incorporó eJ quinto clemenco, el éter de na 42). Aristóteles abandonó, al parecer, la idea de un dios creador,
Aristóteles (De Coe/o). Para Aristóteles, la esfera terrestre estaba en para poner en su lugar una lógica narural interna que le permitiera
el cenero del universo y todo lo que se encontraba por debajo de la adelantarse a la necesidad (Física)¡ la naturaleza actúa con una finali­
luna estaba formado por los cuatro elementos, expuestos al cambio y dad, pero se trata de una finalidad inconsciente. Esros argumentos,

80 81
en p:i rcicular los de Sócrates, ruvieron gran inAuencia en la Escuela (en. 60 de C.-21 d. de C.), gr ie�o de Amasia, cscado de Pomo,
a.
estoica de filosol1a. fundada por Zcnón a principios del siglo 111 a. puede considerarse la geog rafia oficial más antigua c¡ue ha llegado
de C., � a 1ravés de ella en gran parre de la filosofia europea poste­ hasta n osotros . Resulta sigoific:mvo c¡ue Estrabón no se viese a si
rior. Zenbn creía tiuc wda la narurale7.a estaba determinada por leyes mismo como geóg rafo exclusivamente, y si se h ubiese conscn•ado su
rigurosas. d1scñndns para beneficio de la humamdad. Russell ( 1961, obra histórica en cua rent a y siete volúmenes, proba blemente le cono­
pág. 262) sosricnc, por ejemplo, que para los estoi cos «todo tiene ceríamos como hisrorindor. La obra de Estrabón nos permi te, en pa­
unn finnlidad rclncionadn con loe; seres humanos. Algunos animales labras de Bunbury (1879, 1 1.209), «tener por primera vez una visión
"ºn buenos para comer, orros ponen a prueba el coraje; incluso los completa y sausfactoria del estado de l:t cienc1:1 geográfica».
chinches son útile� porque nos ayudan a desperrarnm; por la mañana Más unporcante todavía es el que Estrabón justificase el porqué
y a no permanecer demnsiado úempo en la cama)). Estas ideas levan­ de la descripción geográfica. En el prime ro Je lo:. diecisiete li bros de
ta ron criticas, la!> más aceradas de la s cuales procedieron de la escuela la Geografí
a empieza diciendo: «La ciencia de la Geografta, que me
filosófica de F.picuro (m. 341-270 a. de C.). Los epicúreos, Cicerón di spongo a invescigar, es, a mi parecer, al igual que cualq ui er otra
(106-43 a. de C.) y Lucrcc io (ra. 99-55 a. de C.) ent re ellos, perse­ ciencia, de interés paca d filósofo» ( Estra bon . 1949, p:íg. 3). Explica
guían el placer como bi en supremo y defoncllan q ue el miedo a la esta aseveración alegando lo sig uiente:
muerre y el rcrno r a los dioses eran los males supremos, por lo que
se vieron l)b l iAa dos n scparnr a los dioses de la naturaleza. Dado que 1. Que a quell os <¡ue se ocup:non anteriormente del tema, como
no codos los habirnntes de In Tierra están co mpletam ente satisfechos. Homero y Anaximandro, eran filósofos.
los cpic úreus consideraban imposible que la naturaleza estuviese con­ 2. Que «el único en poseer los ampl ios conocimientos necesa­
cebida exclusivamente para los seres humanos. rios para emprender un trabajo de gcograña es aquel que ha
investigado las cosas humanas y di v i n as, el conocimiento de
las cuales constituye, según dicen, Jn filosofia» (Estrabón,
3.1.2. E/ ad11e11J1m1/o
1i dt In gfO,f!,rafia clásica ofitial: 1949' pág. 3).
;.¡trr1hó11. r Pto/0111to
í 3. Que la utilidad de la geogrnf1a «presupone que el geógra f o
como el filósofo, es un hombre que se ocupa en la i nvestiga ­
1 lncia l1nnles <le la era helen1sca y comienzos del dominio de Ro­ ción del arte de la vida, es decir, de la felicidad» (Estrabón,
ma en el �l cd iterráneo, In geografía se ocupaba de la descripción to­ 1949, pág. 5).
pográfica del mundo, así como de aspectos astronómicos y tcleológi­
cos. Rn el núcleo de In geografia clásica yacían cuesriones filosóficas Estrabón no ofrece en ningún momento una definición clara v
profundns re lat ivas al lugar del ser humano en la naturale1a. La ce­ directa de la geografia, pero en el libro 1 dice que exige un aprendi- _
máticn geogrñficn era muy similar, aunque no siempre intercambia­ zajc enciclopédico y ta mbié n que «todos a�¡ ucllos yue emprenden la
ble, a In <le la fisica, ci cpucr1.-:X o «cosas naturales», y la geometria, Ti tarea de describir las características diferenciadoras de los pajses de­
yi:roµctpltt o «medición de la Tierra». La descripción de la Tierra dican especial atención a In ascronomía y a la geomet ría» (libro
(geografia) abarcaba estudios del reino de las cosas natumles, medi­ 1, 1.12-13) ( Estrabón, 1949. pág. 25). A estas ciencias añade la histo­
ción de la Tierrn y asuntos teológicos, como el papel del poder divi­ ria terrestre, que define como la historia de los animales, plantas y
no en In formación de In Tierra. rodo aquello que produce la tierra o el 111ar (libro 1, 1.16), además de
Escasas seguían siendo, sin em bargo, las obras que versaban hacer especial hin capi é en el desarrollo polfoco de los estados (libro
espec íficn men tc sobre geografía. Si bien autores como Polibio 1, l.18). Junto a estos aspectos empíricos, sostiene gue la geogtafia
(m. 205- 123 n. de C.) y Posidonio (m. 135-51 a. de C.) aportaban mu­ «abarca una ceoría que no debe· desdeñarse, la tcoria de las artes ma­
chas noticins topog rá ficas en sus trabajos, los titulaban bajo el ccmádcas y de las ciencias naturales, así como In ceoría que yace en
epígrafe de historia )' no de geog rafia. La mayoría de Ja� obras gco­ los campos de la historia y los miros» (libro 1, 1 . 1 9) ( 8strnbón, 1949,
grMicns propiamente dichas se ha perdido. La Geografla de Estrabón pág . 39).

82 83
J,as ideas de Esrrabón acerca de la utilidad de la geografía nos del universo. La obra de Plinio ha sido objcco de muchas críricas,
permiten comprender cl papel que la dfaciplina desempeñaba en la basadas mayoritariamente en su falta de estructura y en el escaso co­
sociedad griega y romana. La tarea central de la geografía era de ca­ nocimiento científico que demostraba. Bunbury (1879, pág. 374) sos­
rácter político. A este respccro, nos dice Estrabón gue «la mayor tiene al respecto que si comparamos los rextos geográficos de Plinio
panc de la gcografta satisface las necesidades de los estadosn y «que «Con las obras de Eratóscenes ,. Esuabón' nos llama la atención la
la geografta en su conjunto riene un ,·inculo directo con las acuvida­ ausencia casi rotal de compren�ión cientifica del tema tratado r de
des de los dirigentes» (libro 1, L.16) (Estrabón, 1949, pág. 31). Afir­ esas ideas generales que, pese a estar impcrfcccamcnte desarrolladas,
ma así que «los más grandes generales son, sin excepción, hombres estaban presentes en la menee de los geógrafos griegos». Los proble­
capaces de gobernar por tierra y mar, y de unir naciones bajo un go­ mas que plamea la Historia 11a111ral de Plinio proceden en parte de su
bierno y administración politic:rn (libro 1 , 1 . 1 6) (Estrabón, 1949, pá­ concepción y método de compilación. En el prefacio (libro T), Plioio
gina 3 1 ). El cometido de la geografía era, por tamo, proporcionar la afirma que incluía 20.000 temas adquiridos tras examinar dos mil vo­
información que permitiese a los dirigentes conquistar más terrico­ lúmenes escritos por unos 100 autores (Plinio, 1 855, 1.7), combina­
rios y rnaocener el poder en las tierras gue regían; «la descripción dos de forma discontinua. 1o es pues de sorprender que en la obra
que ofrece la geografía es de importancia para los hombres que de­ cunda la confusión y el desorden. El libro n de la Historia natural es
ben saber si esw o aquello es de tal manera u otra, conocido o des­ «un relato del mundo y los elemcnros», que coloca el globo en su
conocido. Así, podrán gobernar sus diversos asuntos de forma más contexto astronómico. A éste siguen cu:mo libros de geografía que,
satisfactoria si conocen las dimensiones de un territorio, cuáles son según Plinio, contienen «la historia de la situación de los distintos
sus accidentes y las características del cielo o el suelan (libro L , 1 . 16) países, los habitantes, mares, ciudades, puertos, montañas, rios y di­
(Estrabón, 1949, pág. 33). La geografía no sólo es valiosa en las mensiones, y las diversas tribus, algunas de las cuales todavía existen
grandes empresas, sino c¡ue Estrabón utiliza el ejemplo de la caza para y otras han desaparecida>} (libro 1) (Plioio, 1855, 1.1 1). Al establecer
hacer hincapié en su importancia eo asuntos de menor trascendencia una separación entre las observaciones astronómicas y las geográfi­
(libro 1, 1.17): «Un cazador ccndrá más éxico en la caza si conoce el cai., Plinio parece adoptar la definición puramente topográfica de la
carácrer y extensión del bosque; y, además, sólo aquel que conozca geografía. Sin embargo, es ioceresante observar que al hablar de tri­
una región podrá escoger el mejor lugar para acampar en ella o ren­ bus desaparecidas n i corpora una dimensión histórica al cexco geográ­
der una emboscada o dirigir una marcha» (Estrabón, 1949, pág. 35). fico. En los demás libros, Plinio describe al hombre y sus inventos,
En lo que a contenido se refiere, Estrabón admite abiertamente animales, pájaros, plantas, medicinas y minerales, y, de nuevo, al
que ha utilizado los trabajos de sus predecesores, especialmente de asignar capítulos separados a estos temas los excluye de su trabajo
Eratóstenes, Polibio y Aristóteles, y de hecho gracias a Escrabón expücitameme geográfico.
conocemos muchas de las obras de gcografia más antiguas. Estrabón Totalmente diferente a los uabajos de Estrabón y Plinío, es la
da por senrado que la Tierra es una esfera simada en el centro del Geografí a de Claudius Pcolcmaeus (ca. 90-168 d. de C.), conocido por
universo y dividida en cinco zonas; habla de la porción habitada las generaciones posteriores como Ptolomco (Prolomeo, 1966; R y·
como de una gran isla rodeada de océano por todas parres. La mayor lands, 1 893). Ptolomeo era, por encima de codo, un astrónomo que
parte de su CeoJl.rafía está dedicada, sin embargo, a descripciones trabajaba en AJejandría y que, ante� de dedicarse a la geografía,
topográficas del mundo conocido y, después de los dos libros in· había escrito un compendio de astronomía, posteriormente deno­
croducrorios, ocho están dedicados a Europa, seis a Asia y uno a minado con el nombre árabe AÍl11agesto. E.o esta obra, daba por
África. supuesto que el globo estaba inmóvil en el ccnrro del uni \rerso y, en­
La siguiente gran descripción del mundo conocido, después de la tre Otra información, ofrecía una rabia detallada de treinta y tres lati­
Gtograln de Escrabón, es la Historia nnt11rnl de Plinio (23-79 d. de C.) rudes hasta el Circulo Artico (Thomson, 1948; Dreyer, 1953). En el
f
(Plinio, 1855-57). Aunque esca obra no se presentaba como un traba­ primer capítulo de su Geografí a, Ptolomeo define In gcografia como
jo específicamente geográfico, aspü;aba a ofrecer una visión general «un bosquejo que imita esa parte de Ja Tkrra que conocernos como
de codo lo que se conocía por entonce� sobre la constirución física uo codo, con las distintas secciones añadidas a grandes rasgos

84 85
en op netla o
(liL. generalmente)» (Rylan s. 1893, pág. 18) �- se esmera
d eraste entre lo s rabajns innovadorec;, dinámicos ) originales de los
1
_

a la corografia, que <lctine como c


_ _
cnpc1onla d sdcrnll:id a e regio es � n gr gos, y la.e; gcogmfia
ie s utilttarias, repetitivas ) esrnncadac; de los ro­
concretas de la Tierra. La geograf ía se ocupa del todo, m1en �s q uc manos. Gould (l 985, pág. 13) comenta al respecto que, «desafonu­
_
rn las panes. Para Pt0l m o lns c1enc1as e nadamcncc. el m:trn\ illo�o ílorecimie nm intelectual y arrisrico de los
la corog aña sólo conl>idc
r �
matemáticas son fundamentaks en la geografía, m1entra
l> que la co­ mundos griegos clásico ) :ilcjandrino no podía pcrpetunrse. El
por centrars e en la descrip­
exclusi,·�mente espíritu romru10 era de un orden diferente y fundamentalmente hosti l
rogrn!ia no las n cesirn e
Trns cxrlica r cómo c scr 1 r un globo,
o u con sus n la rradición griega ele invesrig-aci.ines minuciosas, preseas a llegar
ción copográfica. � _
no5, propor
Pwlomco a ona dos proyecc iones de­ hn�ta donde fuese neces:irio». Los resca ñ s deo la gcogratia clásica
paralelos y meridia
cónica y otrn globular , que proyectar el
permite n mun­ tJUC perdura ron hasta los albores del periodo medieval procedían de
tal adas.
l uml
do c oci o en una s p rfici plana. Una vez co clUJ a la
on d u e e n d r p esenta ­
los textos de Estrabón \' Piolomeo, griegos ambos que escribieron
d d a Jvi u los
ción teórica. el autor dedica el grue o de la Geo¡,rafía durante el apogeo del Imperio romano. Estas obras represcncabar. el
continentes en regionci.. y :i enumerar la l ti t u es · � lo
s a d n d g1ru es de marcado contraste que cxi-;cía a la sazón dencro de la J1sc1pli na )' la
c el
todos sus rasgos sobres:il icmes. éste vasto compcnd � u consuruy �eogralia de Est a ón
rb pertenecía a la categoría que Ptolomeu tacha­
atlas básico para el mundo europeo hasta las explorac io nes port ���e­ ba de mera corografia. De esre modo, las cuestiones básicas que ocu­
a su :iparente prccJSton,
sas y españolas de los siglos XV ) X\'I. Pese pa rían a l os geógrofos rostertores ya habían sido ob1em de atención
desaforc unadame nre, en datos
la obra de Ptolomeo estaba basada, por parre de lM geógrafos del mundo griego r romano.
que
inexaccos. Corno comenta Bunbury ( 1 879. 11.553), «los medios Tres son los temas centrales de la geografta clásica. En primer
ej cuta r sus ideas;
e la sustan ia no se
renín disponibles no le permitían � lugar, el interés por La descripción topográfica o lo (¡uc Prolomeo
_
y el edificio especios > que servia, lcva.�ro denominaba
correspon ía con la forma;
d � corografía. En este campo se rcaJ 1z:ioon descripciones
de los
gracias a su simetría externa, para ocultar la imp�rfeccil�� dcrnlladas de lugares. donde se explicaban lo s orígenes de la ocupa­
.
cimientos y la podredu mbre de lo materiale s».
s Una 1mprec �
s1o n fun­ ción humana y, por ende, <;e incluía un elemenw Je comprensión
damental se filtró en el tr:ibajo de P olomco por basar los calculos
c de hisrórica. En segu ndo luga r \' v i n culado aJ anterior. tenemos un
la longitu en b cucunfcre cia
d n la Tierra estableci a por
má..xima de d i nterés matemático )' astronómico relacionado con la medición, ilus­
Pt0lomeo
Posi onio en 180.000 escad1os. Resul a sorpren ente que
d c d trado en su forma más pura en la Geografía de Ptolomeo, por ejem­
adoptaseesta medida puesto que fu tóstene� ya �1ª. había calculado
a plo. En esta última vertienrc no sólo se calculaban las di mensiones
.
con mucha mayor precisión en 252.000 esta tos Exis en 1ficult esd t d ad de la Tierra, sinn que se consideraba rnmbién la posición del mundo
: .

unH.l dcs en el universo y su relación con las estrellas y planetas. ¡..:11 tercer lu­
de ase para equiparar el c.�tadio romano (.rtad1011) con las
b �
o suele cons1de­
de medida modernas, pero el utilizado por Ptolome gar, encontramos un::i serie de consideracione� geográficas, igual­
cr, 19�3,
rarsc igu:tl a 157,5 metros (Thomson, 1948, pág. 6 1 ; Drey mente filosóficas, acerca del origen de la naturaleza. l.os geógrafos
_ c a, n1
pág. 175; Holr-Jcnseo, 1988, pág. 12). A epta esta equival
ndo � se afanaban, en particular, por explicar el lug:ir <JUC correspondía a la

la diferencia entre las cifra y de
s de Posidon10 Ptol meo sem o de hum:inidad dcnuo del mundo natural.
un s 1 1 .340 ki lómet s. Ello
o ro que las medici
significa es de Pto­ on Todas estas consideraciones estaban mat17.adali )' condJcionadas
kil ó meuos por debajo la circunfer deencia
lomeo se quedaron 1 1 .729 por una apreciación subyacente dd papel que desempeñaba la geo­
la Tierra v fue una las razones
de por las que los explorado ­ grafi:i en la socicciad. hste punco queda expLicico en el texto de Es­
real de
res medieval es �e se � Ptolomeo
basaron en los cálculos de subesti­ tr abón acerca de la unliJad de la geografta, pero en los mundos grie­
maron en mucho el mm:tñ o del globo. gu y romaao. el uso del conocimiento acerca de lu�ares y gentes
esrnba íntimamente ligado al ejercicio del control político. U n ejem­

3. t . 3 . El ro11({'p!o dé' .�rri.�ra.fía para lo.r ¡,ricgo.ry lo.r ro111n110.r plo claro son las estrechas relaciones encre In Aeografía y las conc.1uis­
tns, tanto en las campañas :i Oriente de Alej:indro como en la poste­
La mayoría de los estudiosos de las aportacione s geográficas rior dominaci6n romana de Europa y el �Mediterráneo. Las
� riegas y romanas (Bunbury. 1 879; Thomson, 1948) subrayan el con- c n u s a
o g i c s persas de t\lcj:indro, por ejemplo, que le llc,•aron hasra el
86 87
confin oriental del Indo, fueron posibles, en parte, graci as a escritos
incluye elementos mitológicos y mágicos, junto con detalles de razas

geográficos anteriores, y permitieron a su vez un importante creci­


y gentes semihumanas. eedham y \ ang Ling ( 1970) dividen las
obras chinas de geografia en cinco categorí as principa les:
miento dcl saber geográfico, expresado en los textos de Diccareo y
Eraróstenes.
1. Geogr �sa antropológicas, conocidas como Chih }{¡mg Th1t
(Ilustraciones de los porradores de tributos), fechadas a me­

3.2. LA GEOGRAriA e� t\ " LA GCOGRAF! .\ ISLA:lllCt\


diados del siglo \'t.
2. f?escripciones de las costumbres tradicionales de los paises
3.2. 1 . La geografí
a rhina, una tradición 11dept11dimle
i s1tuados al sur de China ( Fi11g Th11 Chi) y descripciones de
_
regmnes poco conocidas (/ IW11 Chih), ambas del siglo 11.

Con la caída del Imperio romano de Occidente en el año 476. la


3. Teinos hidrog ráficos y descripciones de costas, como el Shui
geografia europea entró en un período de sombrío estancamienro.
Chli1g (CJásico de vías fl u v iales).
4. Topografias locales n diccionarios geográficos, como el H11a
Habían sobrevivido unas pocas copias de text0s geográficos griegos
y romanos, pero de poco servían estas obras geográficas a las tribus
'r"ang Kuo Cbih (Geografía histórica de Si chuan), elaborados
germánicas que invadieron los vestigios del mundo romano. De he­
en su mayoría desJe el siglo IV en adelante.
cho, ya se habían perdidomuchos trabajos, sobre todo en Alejan­
5. E ncicl opedias geográficas compi ladas desde la dinastía Chin
dría, donde el incendio del año 47 a. de C. desrruyó unos cuatro·
(si glos 111 y IV) en adelante, en un estilo similar aJ de Estra­
dentas mil manuscriros de la gran Biblioteca, y los disturbioi; del bón.
año 391 ca usaron la pérdida de unas 300.000 obras en el Temp lo de
La geografia china también estaba estrechamen te vinculada a la
Serapis (Cornell y Matthews, 1982; Gould, 1985). Paralela pero inde­
pendientemente a los mundos g riegos y romanos, en Oriente se astronomía y la cartografia. La asrronomfa desempeñaba un papel
había dc�arrollado una cultura científica completamente diferente, la fu �dam�tal ea la ciencia china debido a su interés rel igioso por la
.
un1<lad cosrnJca y a sus lazos con la astrología. J\dem:is, el saber as­
china. Ahi se trasladó el cenero de la actividad intelectual y científica
t ronómico y la compilación de calendarios agrarios era un medio
mundial, en pa rticul ar, bajo las dinasáas Tang (61 8-907) y Nan Song
q�e pern:u�a al esta�o controlar la capacidad productiva de la pobla­
( 1 1 27-1279). csrn última descrita con gran magnificencia por el vcnc­ _
dano Marco Polo. Una vez más, el nacimiemo de una tradición de c1on. Extsua en China la creencia a ntigua tradicional de que los cie­
los eran re�ondos y la Tierra cuadrada, pero hac ia cJ siglo 11 ya
obras geográficas puede contemplarse parcialmente como resultado
_
hab1an surgido rres grandes escuelas de cosmología y astronomía
de las conquistas militares y de la necesidad del emperador de cono­
(Needham y Wang Ling, 1 970): la teoría l(ai Thien que consideraba
cer a fondo sus territorios con vistas a mantener su poder en eUos.
el cielo como un hemisferio que cubría una Tierra en forma de cuen­
Además, el avance en nuevas técnicas en mpografia y canografia
co boca abajo¡ la escuela Hun Thien, equi valente a la teoría griega
permició a los chinos elaborar mapas de una calidad sin parangón en
de las esferas celestes que gi raban alrededor del globo; y la d ocuioa
la producción de la l:::uropa medieval
Hsüan Yeb que hablaba de un espacio tnfintto donde los cuerpos ce­
El documento geográfico ch ino más antiguo es el capítulo Yü
Kung (Tributo de Yü) del Shu Chiflg (Clásico histórico), fechado en lestes flotaban libremente.
el siglo Y a. de C. En él encontramos un inventario del Imperio Enrre l�s autores l1UC más contribuyeron a la astronomía y car­
tografía chl!las, tenemos a Chang Hcng (78- 139) y Phci Hsiu
Chou, cspccialmencc en términos de geografia fisica, así corno una
lista de «lns nueve pro v incias tradicionales, su tipo de suelo, sus pro­

(224-271 . A unq�e ha quedad � constancia de la existencia de mapas

ductos ca racteríst icos y los cursos de agua que las recorren» (Nee­
e.o la Chma dcl siglo 111 a. de C., esros dos estudiosos fueron los pri­

dham y Wa ng Llng, 1970, pág. 500). Otras guías de via je a ntiguas,


meros en desarrollar un método cicnrífico cart0gráfico basado en el
sis tema rectangu la r de coorden adas. La recopilación del corpus de
como la Shtm 1 lai Chi11t.1 gran parte de la cual procede del siglo IV
obras carcográficas de los siglos posteriores se debe a Chu Ssu-Pen
a. de C., también pueden considerarse geográficas, pero la mayoda

89
88
( 1273-1337), q uien lo urilizú para resumir la abuadaote 1nformac1ón ( cholren, 1980; 1 lolc-Jensen, 1988). Muy pocos de csros primeros
que se había recogido como consecuencia de la unificación de Asín geógrafos árabes ejercieron, sia embargo, iníluencia alg un a en la
por los mon�oles. u map:i de China, elaborado catre 1 3 1 1 )' 1320, Europa crisriana.
t:it un m:ign ítico log ro v fue una obra básica de referencia durante En cambio, aJ-ldrTsT (Abo 't\bd J\llah ;\f uhamm:icJ B. {\luhammad
más de do:. siglos. Aunque Chu su-Pen se mostró mu� cauteloso al B. 'Abd All:th B. ldrls a1-·i\1t Ri-Amr 1\ll�h, llamado Al- harif
describir cicrr:tit mu\ alej:idas de China, es obvio c¡ue su conoci­ \l-ldrlsT) ( 1 099- 1 1 80) (Encyrloptditt o) l1ln111 , 1971), 'lue completó ea
mientos eran mu� itupcnores a los que se teoí!1n en Europa por L1 1 1 54 su tracado geográfico descripci\'o titulad<> Kilab N"z.hal al-111111h­
misma época. t\si, por ejemplo, recoaocía que Africi era un triángu­ liik.fl 'Kútiriik al afak. tu\•o mucha maror influencia debido a sus cone­
lo que apuntaba hacia el sur, mientras que los mapas europeos ) ára­ xiones coa la coree de Ro!ter Il de icilia. r.ste rcxto debía acompañar
bes contempor:meos 1:1 representaban como un triángulo orientado al un gran planisferi<> de plata que había construido previamente para
este ( eedham y \\ an� Ling, 1970). Roger l 1 y, el trabajar para uno de los reyes crisrianos más poderosos
de la época . le valió obtener información :icerca de F.u ro pa, hasta el
momento inaccesible a los geógrafos islámicos. hn el prefacio,
3.2.2. Los oporlorlo11r1 i1/ii1111ro1 a la ro11Jprensió11 ¡,eo¡,ráfim al-ldrisT explica que su labor ern describir lns ciudndcs y terrirorios re­
presentados en el plani sferio, el tipo de agriculiurn y poblaciones, y la
f-,1 estallido de energía que se produjo catre Europa y Ch111a co extensiún de los mares, monrañas, ríos y l lanu rns (J:rnberr, 1 975, pági­
mo consec\.lencin del surgimiento del poder islámico en Jos siglos v 1 1 na xxi). Añade además deralle� acerca de lo!i p ri ncipa les eulrivos, arre
y \'1 1 1 de nuesrnt ern, trnjo consigo una nueva corriente de a vances y artesanía, i mportación )' exporración, así como las cosrumbres, cu­
geogr:íficos. A unyue las primeras oleadas de la conc1 uisra is lámica riosidades y re l igio nes de las gentes que hah11abnn c:idn uno de los
causaron la destrucción de muchos archivos antiguos, como los lJUC siete cli mas en los l(Ue dividía el mundo. 'e trat:i ele una empresa
se coniten ab:in en Alejandría, el posterior nacimiemo de centros nca­

cxtraordinari:1 y pocas son las obras europeas comp:1 r:tblc� c¡uc se
démicos en lait ciud:idc.:it del Cair<>, Damasco, Bagdacl y Granada, por conservan de la primera mit:icl del siglo XII. F.I auror y vi:ijcro árabe
ejemplo, fueron la cuna de abundante literatura geográfica. Las más conocido fue lbn BattOta (Shams al-DTn Aha 'J\bd Allnh Mu­
obras griegas y romanas se tradujeron al árabe y, a través de los hammad B. 'Abd Allah B. luhamm:id A. l h r�hrm B. �luhnmmad B.
intercambios mercantiles con Orienre. los islámicos se abrieron a las lbrnhrm B. Yosuf al-Law:m al-TandjT), n:lCldo en Tánger en 1 304 y
influencias culturales \' científicas de China. fallecido en Marruecos en 1 368-69 ó 1377 (/:11rydoptdia of l1la111 , 1971 ).
G n factor fundamcmal en la literatun1. gcogcifica islámica fue la Finalizó su obra Tuhfal al-11uz.z.iírfl J!.ht1m'ib t1l-0111J1r1 111t1-'tl(/jií'ib al-a.rfiir
obligación religiosa de la percgrinacióa a los lugares sancos situados en 1 357 y en ella destaca la descripción de Tndia. An:icolia y Africa
en los aledaños de La 1\lcca, q ue codos los fieles debían realizar por occidenral. Durante sus largos viajes. lbn Bamlrn fue designado, en
lo menos una vez en la vida (Robinson, 1982). Con este motivo se una ocasión. embajador en la corre china por el dirigence de Delhi, y
clabornron muchas g\.lías de viajes, que ofrecían a lus peregrinos la como ejercicio de su cargo, en su viaje hacia el esre, cambién visicó las
descripción del recorrido y de los lugares sancos de Arabia. Esca Islas Maldivas y Ceilán (Sykes, 1934; Baker, 1937).
obligac1ón de \'ia1ar lavorec1ó, además, el contacro de los eru�icos lbn Khaldan (\ aJJ Al-DTn 't\bd al-Rahm�n B. �luhamrnad B.
_
árabes Je di fe ren tes regiones, creándose asi un toro de debare ince­ Muhammad B. Abl Bakr M uhammad B. al-Hasan) ( 1332-1406), con­
lectual mu� importante. Muchas de las obras de los pameros geó­ temporáneo de lbn Bacrüca (l lolr-Jensen, 1988), también se suele
grafo� islámicoi<, como lbn Khurradadbbih (//. 850), al-Ya'qab1 considerar geógrafo, pero se le definiría mejor «como hi�mriador, fi­
(ji. 900) y lbn Hawkal (/l. 953) (Baker, 1937), se basaban en compi­ ](isofo de la historia y proro-sociúlogo» (Morgnn, 1988, pág. 202).
laciones de escrirores ameriores, pero con al-1\luqaddasr (ca. 945- Pese a ello, su gran visi6n dclica de la hisroria mundl:il, el M11kaddi-
m. 988) se rrod ujo un c:imbio de rumbo. Se t racaba de un gran via­ 111oh, constituye una buena presentación del pensamicnm árabe del si­
jen> y se dice t¡ue fue uno de los primeros que insistió en que todas glo XIV en materia de gcograffo (lbn K ha lda n , 1967). Au nq ue el eje
las noticia!> t¡uc prc:..cnmba procedfan de experiencias pe rsonales principal ele la obra de lbn Khaldao gira en torno 11 los procesos de

90 91
r

formación y decadencia de los estados, desarrolló sus ideas basándo­ aparecido de Europa vícúma del dogmatismo cristiano, así como en
se en una consideración del medio físico, que, a su parecer, obligaba la �onstrucción de observarorios como el de Damasco, Bagdad y El
a las personas a convivir en grupos sociales y políticos. Una idea Cauo.
fundamental de su argumentación era que los estados se desarrollan . �s aponacioncs chinas e islámicas a la geografía en el primer
siguiendo una secuencia natural de crecimiento, madurez, decadencia mileruo de nuestra era consciruyeron importantes avances con res­
y muerte, puesto que la solidaridad colectiva se erosiona inevitable­ pecto a lo que ocurría en la Europa cristiana. Los dunos habían de­
mente mediante el proceso de civilización. Las noticias geográficas sarrollado un� .cultura científica donde el saber se ponía generosa­
de Tbn Khaldon aparecen casi exclusi,·amente en el primer cnpírulo mente al servicio de los deseos del emperador. Se realizaron grandes
de la obra, donde reconoce explícitamente su deuda con Prolomeo r a�elantos en las representaciones cartográficas del imperio }' las noti­
al-IdrTsT. En su segunda discusión introductoria, describe la Tierra ctas topográficas suministraron información acerca de las característi­
como una forma esférica envuelta en agua. Utiliza también la divi­ cas humanas )' fisicas de las regiones imperiales. La ciencia islámica
sión en siete zonas del área cultivada del mundo, observando que las en c�mbio, estaba muy determinada por las exigencias religiosas, �
arcas m:ís septentrionales y más meridionales están menos pobladas y pamcular, en lo que a la astronomía se refería. También la topo­
menos civilizadas. Para lbn Khaldan (1967, L.104), «la civilización grafia y la cartografía estaban muy relacionadas con Ja unificación
encaja entre Jas zonas tercera y sexta». En la elaboración de este ar­ del mundo islámico y la interpretación de las enseñanzas divinas.
gumento, atribuye explícitamente la distribución de Ja civilización a
la rudeza del clima y el medio físico de los dos extremos; en el sur
hace demasiado calor y en el norte, demasiado frío. En la cuarta dis­ 3.3. EL RESURULMI liNTO DE LA GF.OGRl\PIA r.UROPr.A
cusión introducroria, añade que el dima ejerce una importante in­
fluencia direcm en el carácter de las gentes: las personas que viven Tr�s la calda del 1mperio romano, el dominio cristiano en Europa
en las regiones más cálidas y costeras del sur son más alegres, mien­ condu10 a la repulsa de grao parte del saber ciemffico acumulado en el
tras que los habitantes de las regiones frías montañosas y accidenta­ m�ndo griego. Si ya la cultura romana había provocado el cstanca­
das son más tristes y melancólicos (Ibn Khaldon, 1967, l . 1 74). Estas mu::nt� de la labor investigadora, caracterlsrica del espíritu crítico de
ideas tuvieron una influencia perdurable en el pensamiento geográfi­ los gaegos, muchos cristianos trataron de aniquilarla completamente.
co, hasta ser incorporadas al determinismo ambiental de bien avanza­ En palabras de Dreyer (1953, pág. 207), «los jefes de la Iglesia se afe­
do el siglo X X . rraban a una interpretación literal obtusa de cada sílaba de las Escritu­
Los eruditos islámicos, además de noticias topográficas y des­ ras y todo aquello que no podía conciliarse con ella se rechazaba con
cripciones cartográficas, aportaron mucho a la literatura astronómi­ horror y desdéru>. Aunque parece que los primeros cristianos no se
ca, aunque existen controversias sobre sus contribuciones originales n:i�suaroa . h�sriles a la ciencia, la elevación del cristianismo a la posi­
a este campo (Mieli, 1938; Dreyer, 1953; Needham }' Wang Ling, cton de rcl1g1on estatal de Roma, en el siglo IV bajo Constantino causó
1970). También en el caso de la astronomía desempeñó la religión un la �ifusión de las do�trinas contrarias a la investigación ci�tífica
. .
papel fundamcnrnl, tanto por la necesidad de determinar los movi­ cnaca. Lactanao (//. siglo IV), en particular, en su Divinar11n1 nslil11tio­
i
mientos lunares para el calendario, como para identificar la dirección nun1, declar� �ue la ciencia es «ridícula y falsa» (Kimble, 1938, pág. 14)
en la que los fieles debían elevar sus oraciones. La astronomía árabe Y tra� de rtd1culizar la creencia en un mundo redondo (Dreyer, 1953).
se basaba, al parecer, en las ideas llegadas de la India durante el siglo .sin embargo, no todos los cristianos repudiaban la erudicjón
VIII, y en la recuperación y traducción de texros griegos antiguos. anngua >'· � el número cr�ciente de monasterios que florecían por d
Los astrónomos árabes trataron, en particular, de perfeccionar los m �ndo cn. �uano, se esru� 1aban y � ranscribían manuscritos anriguos.
As1, por e1em�lo, el gcografo anonimo . de Ravena, c¡ue escribió a
trabajos de Pmlomeo y Aristóteles, pero fracasaron considerable­ .
mente en su empresa al no rechazar la inmovilidad de la Tierra. Los mediados d�l siglo Vil, era un cristiano devoto que esrndió las obras
logros astronómicos más importantes deben buscarse, pues, en el des­ de los crudtc�s paganos, y el monje inglés Bed:t (principios del si­
arrollo general de una tradición de erudición griega, que había des- glo VIII) copto en su De nalNra rerun1 y De tu11por11111 ralio11e grandes

93
cxm1ctol> de la obrn de Plinio. Beda aceptó, según parece, que la Tie­ causa de una considerable migrac1on de crudiws y conocimientos
rra era redonda y el movimiento anual del sol y los planetas, aunque orientales con destino a Europa.
también h1.-o suya In creencia cristiana de que los cielos estaban ro­
deados de agua (Drcyer, 1953).
Ln hegemonía cnstiann también ruvo claras ramificaciones en In 3.3. 1 . U11 1111111do dt «dumbri111it11lo1": (t1rlo¡t,rofí
a )' txploroaó11
cosmología mecltevnl. De gran importancia fue la creencia teleológi­
ca judco-cristinnn en In creación y cuidado divinos del universo, cal En los albores del siglo X \ , con el e�cablec1m1cnw de la C1sa de
como se relata en el Génesis (Glacken, 1967; Doughty, 1981). Esta A vis :orno dinastía reinante en Portugal, el hornwnte europeo se
mod1hcó . especcacularmcnte comu consecuencia de la llamada era de
concepción �1raba en como a cuatro elementos principales. Primero,
que Dios creó el mundo del caos (Génesis I); Glacken (1967, pági­ los Descubrimientos. Tm� las guerras, econúmicamcnte devastado­
na 1 53) nos dice al respecto que «la creación es un proceso continuo ras, con Castilla, el rey portugués Juan 1 y �us hijos Duarre, Pedro v
_ , buscaron la exploración
Ennqut:
que preasa la constante atención, actividad y cuidado de Dios». e­ en Lranst,cdnica un modo de p;­
gundo, gue Ja humanidad, hecha a imagen de Dios (Génesis 1 , 27), liar los innum:ra�les p�nble mas t¡ue amenazaban al pais. Cualquier
benefiao _ econom1co saasf na . necesidades u gcntcs, los l:lrgos viajes
es imkpendlentc Je la narur:ilezn; existe, pues, una separación clara . ocu ada � la �1nt¡u1e noblezn :
entre el reino natural � el reino humano. Tercero, que los productos mantendria ? p �� 1uera del país, }' la aven­
de la nnrurnleza existen fli servicio de la humanidad y que a las gen­ tura extran¡era d1straena la atenc1on de los problcmai. sncialcs inter­
res corresponde culrivnrlos y mantenerlos; las personas son lns en­ nos (füll, 1974; Diffic r Winius, 1977; nwin, 1987). Desde la cap­
cargadas de cuidnr el medio nmbicnce (Génesis 2, 15). Cuarto, que ru ra de Ceuta en 1415, los portugueses se aventuraron cndn vez más
. a lo largo de la costa africana, hasta
lc¡os
como resultndo de la Caída, cuando Adán y Eva desobedecieron a gue Barrolomé Dínz llegó
Dios, se rompió ln relación idilicn entre la naturnleza y el hombre, y, �I Cabo de Bu�na Esperanza en 1488. Mucho� de esros primeros via­
desde eoconccs, la humanidad ha debido luchar comra un enromo ¡es eran patro�ados por Enrique ( 1394-1 460), conocido pcJr los in­
maldiro (Génesis 3, 17). En palabras de Glacken (1967. pág. 1 53): �Jcscs como f>rmce He111] tbt No11(�(1/0r, quien fundó una escuela de
n avega c ión Y cartografü1 en Ja Penlnsula de Sagres, en
el exrremo su­
1
'
l
naruralc7:i. pOrljUC es
f i
.n histnrin de In Caída ue mpor n e co ta t la i
dea ccisúana de la
a i
In fueme de In creencia, mpl amente difundida
�oesre de Portugal. @ principal objetivo de Enrique era, aJ parecer,
mcr�mencar sus recursos econ<�micos y, aunciue desempeñase un pa­
11,
en el �igln '\\ l l
de que a c::iída de hombre fue la causa del
desorden
pel 1mporcante en el reclurarn1enro de los marineros, navegances y
e la naturaleza
n ri
} In pc d <la de sus poderes, punto de clara
\'!Sta ­ aventureros que emprendían los viajes de ((descubrimiento>>, no ac­
mente ale¡ado de la idea cl:is1ca de una senectud natural bas da a en
In ruaba solo, y otros muchos viajes se hicieron ba10 el pacrocinio del
nnnlo¡.cia or�:inicn. rey Y la n�bl�za. Esca expansió� porcugucsa fue impulsada por dos
f�:cores prmapales: la cu� �.nac1on . de la experien
cia de la o:ivega­
Estos cunero elementos desempeñaron un papel fundamental en c10� c?mo resultad� de via1cs comerciales )' pesgucros prc,·ios en el
el desarrollo posterior de las ideas geográficas sobre la relación entre At.Januco norte (D1ffic, 1960) y la adquisición de los conocimientos
el ser humano v. el medio. geográficos islámicos.
Desde el siJ"{lO X I I , bajo el resurgimiento de la erudición y la Hacia finaJes del siglo X\', el mmo del «descubrimiento» dio un
ciencia en Europa yacfao tres procesos importantes: la reconquista giro d� �enea ochenta grados. En 1492, el genovés Criscobal Colón,
de In Penínsul:t lbéricn ocupada por los árabes desde principios del al �erv1c10 de la Corona de Castilla, arribó a San Salvador, Cuba
Ha1t1. (Sykt:s, 1934; Baker, 1937). A la India llegú Vasco de Gama e�
v

siglo XI, que condujo a la incorporación de elementos de la ciencia , _ .e de 1497 a 1499 (Ravcnstcin,
isl:ímicn en el saber cristiano de Europa; los viajes y descubrimientos su "lª J l�asrn BrasiJ 1 898) r Cnbrnl ftlravcsó el
.
A1lant1co en 1500. Barcos portugueses nnvegaron hasta
de Jos portu,� ueses )' españo.les desde eJ siglo XV, que abrieron nue­ . en b13 )', en 1519, Fernando de
vas áreas del ml.1ndo al examen científico de los europeos; y la ex­ China Magallnncs z:irpó para dar la
pansión del Imperio otomano y la caída de Constantinopla en 1453, vuelca al globo, acabando con t0das las ilusiont:s c1uc aún pudiesen

94 95
perdurar de que la Tierra era plana (Diffie r Winius, 1977). �ros � 3.3.2. .La geografía y In expan1ión del poder europeo
.

viajes fueron posibles gracias a la rec�perac1on de las .º ras clas1�as
_ _ .
geográficas y canográficas, pero tamb1en causaron la rap1da rev1s1on
El redescubmniento de la cartografia clásica fue fundamental pa­
de los métodos de trazado de mapas (Crone, 1968). ra Ja expansión del dominio político y económico de Europa en los
En 1295, Máximo Planudes (ca. 1260-1310), monje del monaste­
siglos xv y XVI. Aunque la gran obra de Pt0lomeo se titulase Geo­
rio de Chora en Constantinopla, descubrió un manuscrito de la Geo­ grafía, muy pocos fueron los exploradores medievales o renacentistas
grtifla de Pcolomeo (Dilkc, 1985). Este manuscrito no incluía ningún que se denominaran geógrafos. Del mismo modo, pese a la sólida
mapa y Planudes empezó a compiJar alg��s para adjuntarlos al tex­
tradición de tc.xcos topográficos desarrollada a imagen de obras
to. No obstante, en el siglo XIV las noncias sobre la obra de Pco­
como Ja Topograpbica Hibernira (Topografia de Irlanda). redactada por
lomeo permanecieron en Constantinopla y la obra no se tradujo al
Giraldus Cambrensis (1951) a finales del siglo XJL, pocos fueron los
!aún hasta 1406, en Florencia, de Ja mano del toscano Jacopo d' An­ que se atribuían el calificativo de geográficos. Así, a pesar del resur­
gclo da Scarperia (Düke, 1985). Se prepararon sin dilación versiones
gir de Las tradiciones astronómicas, canugráficas, cosmológicas y to­
manuscritas de los mapas y desde la década de 1470 se elaboraron en
pográficas de la geografia clásica griega y romana en el periodo me­
Bolonia, Roma y Ulm versione� impresas del texto y los mapas. Po­
dieval, no existía ninguna definición generalizada de geografia y
co tiempo tmnscucrió antes de que se ruvie�cn que introducir mod ­ � mucha de la denominada geografia medieval ha recibido tal nombre
.
licaciones. Ptolomeo sugería que el océano Indico estaba comprendi­
de cronistas posteriores (Wright, 1925; Taylor, 1930). La palabra más
do en una franja de cierra que iba desde África hasta la Península de
precisa que reflejaba la esencia de esa futura geografía era «cosmo­
Malaca, mientras que los viajes de Díaz y Vasco de Gama demostra­
grafia» y, en los siglos XV y XVI, se publicaron muchos tratados con
ron definiuvamente que Prolomeo estaba equivocado. Además, Co­
este úculo, basados con frecuencia en las obras de Estrabón y Pw­
lón calculó de nuevo el tamaño del globo para tomar en considera­
lomeo. Encre los más famosos, citaremos la CoJfllOl,raphiae inlrod11clio
ción los descubrimientos de Marco Polo en Oriente y, aunque
de Marcio Waldseemüllér, Co1mographi(/1J liher de Petrus Apianus y
llegase a América �
y no a Asia, estos cálculos basa os en los de Pro­
Cos111ographia 11ni11er!llli1 de Sebastian Münsrer (Dickinson, 1969).
lomeo fueron los que le impulsaron a navegar hacia c::I oeste.
A principios del siglo XVI se produjo una escisión fundamental
Ptolomeo no fue, sin embargo, la única fuente de intlucncia en la
con respecto a la comprensión clásica de la cosmología y astronomía.

cartografia medieval, sino que mucho antes de la recupe�ci n de sus
Hacia 1530, Nicolás Copémico (1 473-1543) finalizó el manuscrico d e
obras, los carrógrafos europeos intentaban dar con descripciones del
s u obra De re11oltllio11ib111, para e l que probablemente sentó l a s prime­
mundo en que vivían (1 !arvey, 1980). Los mapas del mundo cristia­
ras bases poco después de 1506 (Dreyer, 1953; Babicz, Büttner y No­
no de la Edad Media temprana solían ser sencillas representaciones,
bis, 1982). En esta obra, Copérnico presentaba una teoría completa­
sin indicación alguna de la latitud ni longitud, destinados tanto a
mence nueva del movimienco planetario, que concradeda los
plasmar verdades teológicas como topográficas . Los mapas más c�­
_ argumentos largo tiempo aceptados de Aristóteles y Pcolomeo, de­
rrienres, denomjnados T-0, mostraban los tres conunentes conoCJ­
mostrando que la Tierra no era el centro del universo, sino que gira­
dos, separados por una T, comedio de la O del oc é�no circundante. ba alrededor del sol junto coa los demás planetas. Esta afirmación
Similar a estos mapas, pero divididos con menor ngor, tenemos el
tuvo consecuencias imporranres en la relación entre la geografia y la
Mapa de Hereford concebido por Richard de Hal �i.t;1gham a
final�s
astronomía porque, mientras se pensó que la Tierra era el cenero del
del siglo XIII. Como en la mayoría d� los mapas cnsn�os, Jerusalen
universo, era razonable incluir discusiones acerca de dicho universo
_ Otorga­
ocupaba el centro y Dilke (1985) sosuene que la pr�m10e�e1a
. en textos geográficos donde se hablaba ele la Tierra. Así pues, la as­
da a los lugares de peregrmación y a los pasos alpmos «1nd1can que
tronomía podía considernrse lógicamente una extensión de la geo­
uno de los objetivos del Mapa de Hereford era servir de ayuda a los
grafia. Sin embargo, tras la adopción de la teoría heliocéntrica del
peregrinos». Otros mapas, como los de Gcan B.retaña y de Tierra
_ universo, la astronomía se liberó de los gril letes que l a ligaban a la
Santa de mediados del siglo XIII, elaborados por Matthew Pans,
Tierra y, por ende, a la geografía.
también debieron de concebirse como itinerarios (Harvey, 1980).
La vasta e.xpans1ón del conocimiento cartográfico y copográfico

96
97
del siglo XVI abrió una serte <le nue\•as salidas mcrcanules y políticas. logros ingle es \' con�crvar <locumentos que, de otro modo. habáan
Con la caída de los poderes 1béncos y el auge de ICls holandeses e in­ queclad � « �?terrados en el ol\'ido perpetuo» (Hakluvt. 1903, pági­
.
glesec; hacia principios del c;1glo >. \ 11, eJ impulso descubridor r con­ na xxxu). ::,10 embargo. bajo C'>r:t 1nrención vaci:1n las ansias de fo­
quisrndor se despla7Ó hacia el norte. t\sí, al referirse al n:1C1micnco <le :
mentar la conrinua cxpan$ión de los in1?lcses particularmente en las
ideas geográficas en In Inglaterra del siglo xv1, Taylor ( 1 930, pág. '') recientemente csrahlecidas coloni:is de Virginia, y a tinale:. de su vida
observa 1.1ue «los r1emp<>s dr Isabel conrcmplaron el mnp:i )' el globo concretizó su deseo ni ocupar el cnrgo de «con:.ejero par:i asuntos de
como mobiliario imprescindible del estudio de rodo erudito, comer­ Virµinia )' las tndia� oricnrnle:.ii (Taylor, 1934, p:ig. 33).
ciante, noble y aventurero, y el Lmperio formulnba unos sueños que El sucesor de Hakluvt como recopilador de noric1:is de viajes fue
se expresaban en Ja proeza <le Drake y en el espléndido frncas<> de amuel Purcbas. seminnrisrn del , t John'� College de Cambridge.
l lumphrey Gilherrn. Los mapas, �lobos, noricias ropográficas y las Sorpn:ndeoremenrc, a diferencia de 1 lakluyt, Purchas nunca viajó
escasas geogrnfias c�crira.,, como l:i Geo¡,r(lpbio ( 1540-41) de Roger fuera de Ln�lacerrn. pero en sus publicaciones plasmaba con todo lu­
Barlow, se elabor:iban con un prnpó.iro muy concrcm: permitir a los jo Je dernlles el mundo tal como se conocia en el siglo XVII. u pri­
na,·íos ingleses surcar los océanos m:is rernocos y rraer de \'uclra. con mer libro, P11rchru his pt�l!,ri11mgt or rtlatio11.r of tht u•orld 011d tht reli¡/0111
fines comerciales. los producros de China, fndin ,. las J\rnéricas. ohstrud 11
i al/ ªJ!/! al/(/ plrur.r duronred, fro111 thf Crta/1011 lo thi.r prnml,
Esras rcndcncias se macerializ.aron en los rexros de Richard Hak­ se publicó en l G 13 en un intento por combinar los inrcrescs teológi­
luyt el Joven (1522-1616) � del reverendo Samuel
· Purchns ( 1 577- cos y geográficos del autor, a través de una sínrcsis de las diferentes
1 626). Hakluyr enseñaba cosmografía en Oxford y había sacado gran prácticas religiosas de la� gentes del mundo. · u obra alcanzó inme­
partido de los contactos con ocros cosmú¡,rrafos, en parricular a rra­ diatamente popul:rndad )' In leyó incluso cJ rev Jncubo (Taylor,
vés de los rrabajos prácticos de los pnrrugucses y los esqm:mas reóri� 1 934). Corno resultado de su éxito, conoció a personajes influyentes,
cos de la escuela flamenca (Taylor, 1934). in emhnrgo, c::d1ficó su corno � i r \X/alter Ralcgh, <.¡ u c l e proporcionaron libros y manuscri­
fiq11e.r 011d di.rconrin o( thf b1-
obra The pri11ripol 11011��,11io11.r, l'�)'t{�U, /r(lf tos. 1 lakluyt, precisamente, le abrió c:l acceso a su propia colección
.�li.rh 1101io11 ( 1 589) de hisrónca ( l lakluyt, 1903, págs. xxii1. xxx) y, en de manuscmos, yuc fueron una fuente importante para su obra pos­
el prefacio, circunscribe el ténnino ((geográfico» a la Jescripc1ón de .r pi�ri111n ro11lt1.Jllll{f!, t1 ó1.rto9• oJ
ccrl()r, Hnk.lt!JlllJ postbff1111t.r or P11rr/Jo.r bi
los lugares marcados en un mapa (Haklu)•t, 1903. pág. xxx). De he­ the 111orld in .rtn 1'0)'t7/!,U a11d /(111de lranlls bJ• l:;11,�lish11m
1 011d olhers, publi­
cho, en el prefacio de la segunda edición de 1 598, Hakluyt ( 1 903, cada en dos volúmenes en 1625. nueve rufos dcspucs de La muerte de
pág. xxxix) establece una distinción más cxplícirn :11 referirse a «Geo­ H:tkluyc. Si bien t:ncomrnmos en esrus volúmenes una recopilación
gr:ifia y Cronología (lo <¡uc podría llamar el ol y la Luna, el ojo de­ de numerosas fuemcs secundarias rcla[fras a viajes, no prereoden ser,
recho )' el izquierdo de wda la hismria)». En este cai;o, el término escrictnmemc h:thlrrn<lo, obras geográficas. Como en su primera
geografía se utiliza para colocar cada inciden re n vi:ije en el lugar obra, Purchas c¡ueria inwrporar noricias geográficas en un relato his­
l]UC le corresponde, rnicntrns que la cronología permite hacer lo pro­ tórico. J\l igual que l lakluyr, su erudición estaba impregnada de
pio con el tiempo. l.a rarcn central de Hakluyt consistía en reunir las inccreses prácticos relacionados con la expansiúo colonial y, reunien­
noticias anteriores de viajes ni extranjero t:mprcndidos por los ingle­ do loi; rcsulrados de las explorac1om:s y descubrimienms del Nuevo
ses y fundirlas en un trabajo conrnernoracívo de los logros de la na­ �lundo, asptraba a menar el :1sentamicaw de los ingleses en ucrras
ción inglesa. La primero edición se limiraba a los ,·iajes inglese alen­ le1:ioas.
tados por el descubrimiento, la colonización y el comercio, pero en
la segunda edición en tres volúmenes de 1598-1 600, rnmbién incluyó
rn:ucrial sobre intervenciones navales, corno la derrota de la Armada 3.3.3. La gl'ogrnfío rn lo.r nlbom del .ri¡/o XI 11

española, y algunos dernllcs de viajes realizados por extranjeros, gra­


cias a los cuales �e ccnín informaciiin :1dicional snbre p::irres del mun­ l�n 1 600, geogrnth era un término con varias <tcepcioncs que
do <lcsconocidas para In� 111gleses. La intención de l lakluyt al escri­ evocaba imágenes muy difcn:nlt:!t a at¡ucllos que lo urilizaban. El
bir la obra Prinrip(I/ 111111¿1!,t1tio1u er:i proporcionar un panegírico de los i:ignificado más sencillo era el t¡ue equiparaba la geograti:i con los

98 99
textos topográficos que versaban sobre lugares concretos, incJuyer¡­
do descripciones de tierras, coscas y puerros lejanos. En realidad este
tipo de geografía era la corografía de Ptolomeo, mientras que el con­
cepto ptolemaico de geografía estaba englobado en el de cosmo­
grafia o ciencia del globo. Estas desccipciooes requerían una precisa
labor de dilucidación y, desde la antigüedad clásica, ello significaba
que se asociaban con cálculos matemáticos y astronómicos. La cano­
graña formaba pues una parte fundamental de la geografia, propor­
cionando una base detallada sobre la que efectuar viajes de «descu­
brimiento», tras los cuales se podía describir eJ «nuevo mundm).
l.:.sros vínculos con la matemática y la astronomía también crearon
u.n estrecho lazo con la astrología, que trataba de explicar los fenó­
menos humanos y ambientales haciendo referencia a los astronómi­
C1\PfTULO 1 V
cos. Así, Livingsconc (1990a, b) afirma que muchos de los autores
que escribieron sobre geografía en los siglos xv1 y xvu, como Wi­
lliam Cunningham y John Dee (Matley, 1986), estaban muy versados E l nacimiento de la geografía como
en prácticas mágicas (véase también Sack, 1976). Esta idea de la geo­ clisciplina académica oficial
grafla eslaba muy inspjrada en las teorías místicas de Pitágoras y en
los cexLos de las generaciones posteriores de eruditos islámicos.
Por encima de todo lo dicho, la geografía conservaba la impor­ Ln uulidad de esLe cstudio es muv éxtensa.
Pmporclonn unu cla�lficnciún signiti�iniva del
tancia práctica que le había atribuido Estrabón. Era esencial para co­ 'nhcr, nos sirve tic cn1rc1cnim1cntn )' ofrece un
merciantes y políticos por igual, al formar los pilares sobre los cuales neo mntcrrnl para In, convcrbac1oncs sOCJalcs.
las naciones europeas domioaban el globo. La recuperación de los
(1-:�nt, T'l!J1i1thr Geographu, 1802)
trabajos geográficos griegos y romanos, revisados por autores árabes
posteriores, había aponado nuevas visiones deJ mundo a los explora­
dores ponugueses y españoles de los siglos xv y XVI. Sus descubri­ El mundo científico y el académico no existen independiente­
mientos, a su vez, echaron por ácrra tradiciones e imágeocs bien mente dcl contexto humano y, por ello, es esencial examinar la es­
arraigadas, y plantearon nuevos interrogantes a las ciencias de los si­ tructura intelectual y social en la que surge uoa disciplina. Ahora
glos xvn y xvm. En pocas palabras, . como afirma Livingscone bien, cuando cenrramos la atención en el desarrollo de una geografia
(1 990a, pág. 8), (<el conoamiento de primera mano dd muodo, mate­ oficial, elaborada por personas que se consideran a sí mismas geó­
ria prima de la geograt1a, supuso un inmenso desafio intelectual y grafos, también es preciso examinar el cometido de los individuos
cultural para la tradición». Pero, no po.r ello, se alcanzó a definir la sobre los que se apoyó la formación de la nueva temática. El rápido
geografia con mayor precisión. No babia surgido aun eJ interés insti­ avance de los conocimientos que acerca del mundo tenían los euro­
tucional por delimitar claramente las fronteras disciplinarias, canlc­ peos, como consecuencia de los «descubrimientos» de los siglos XV
tcrístico del siglo XIX, y codo aquel c¡ue escribía acerca de la Tierra y XVI, sentó las bases para el nacimiento gradual de una disciplina
podín atribuirse el título de geógrafo. Hasta los siglos XVII y XVIII geot,rráfica oficial en el siglo XIX. En este capírulo nos ocupa.remos
no empezó a gestarse una {teografía oficial ec¡uipa.rable a la de Estra­ primordialmente de los complejos procesos que culminaron en la
bón y Ptolomeo. institucionalización de la geografía oficial.

100 101
4.1. D h V ARE lü i\ KANT: Li\ REJ\PARlClÓN donde la primera es la descripción de uoa región <le tamaño medio y
DEL:\ GEOGR.\FÍJ\ OFICIAL la segunda la descripción de una zona o lugar más pequeño. t\I criti­
car Ja dedi�ación de la mayoría de estudios geográficos a la coro­
4.1.1. 17anmio: la geograjia generalJ' la upecial grafía, hace hincapié en que eo eJ siglo XVII la geografía se había li­
mitado en gran medida a la descripción regional. En segundo lugar
Como hemos comentado en el capímlo anterior, en el período y más importante para el desarrnllo futuro de la disciplina, Varenio
medieval se produjeron muy pocas grandes obras explícitamente deseaba elevar la geografia al rango de ciencia y, para ello, colocaba
geográficas. En cambio, el término cosmografia se utilizó de forma el acenco en la geografía general. De este modo, veía su labor como
generalizada p:tra hablar de un.a descripción general del mundo que, la de instilar principios generales o teorías en la disciplina.
en fechas posreriorcs, se ha considerado geográfica. En 1650, encon­ Varenio dividía la geografía general en tres partes: Ja parte absolu­
tramos un intento firme y oficial de delimitar la naturaleza de la geo­ ta, c:¡ue se ocupa del cuerpo de la Tierra y de sus componen.res, como
grafía separándola de la cosmografía en la obra C11ographia genera/is de masas terrestres y dos, junto con sus propiedades como forma, mo­
Bernhard Varenio ( 1 622-50) (Baker, 1955). En la primera mitad del vimiento y tamailo; la parte rcsper:li11a o re/11Jti10, en la que se estudian
siglo XVLI había nacido un nuevo tipo de ciencia empírica y raciona­ las con.secuencias de los fenómenos celestes en la Tierra; ' ) la parte
lista, a través de los textos de Francis Bacon, Galileo Galilei y René co111parati11a, gue explica las propiedades que surgen de la compara­
Descartes, y 13owen sostiene (1981) que la obra de Varenio fue el ción de puntos diferentes de Ja Tierra (Baket, 1 955; Bowen, 1981).
primer esfuerzo real por relacionar Ja geografía con esos avances Paralelamente, concebía c¡uc la geografía especial se ocupaba de tres
científicos. aspectos de las regiones: eJ terrestre, eJ celeste y el burnano. Varenio
En la epístola introducroria, Varcnio define la geografla como la reconocía, sin embargo, que existia un problema al tratar de incor­
ciencia que se ocupa exclusivamente de la Tierra, distinguiéndola porar consideraciones humanas en la geografía definida como ciencia
claramente de los estudios astronómicos de la bóveda celeste. Esre matemática (Lange, 1961 ). Ptolomeo había soslayado esta dificultad
autor añade lo siguiente: catalogando de corografia la mayoría de los aspectos que no podían
tratarse matemática ni cartográficameme, pero, corno comenta Bo­
La geogmfla se divide en dos partes: una geaeraJ y olra especial. wen ( 1981, págs. 82-83), «Va renio, al proponerse incorporar en la
La primera estudia la Tierra en su conjunto, explicando sus diversas geografía una consideración bumaoa de aprendizaje, imeligencia, et­
partes y características generales. La segunda, es decir, la ¡.rcografia cétera, planteó de nuevo el problema y además enfrentó la ciencia cal
especial, respetando las reglas generales, esrudia las regiones concre­ como él la concebía con el dualismo cartesianD más recience de men­
tas, su localización, divisiones, límites y ot ros aspectos dignos de ser ee y materia».
conocidos. Pero todos aquellos que han escrito luisca el momento so­
En el plano metodológico, Varenio estableció una importante
bre geogratia sólo se han dedicado, largo y tendido, a la geografía es­
distinción entre la geografía general y la especial. Alió la geografía
pecial, prácticamente sin excepción alguna, y han explicado muy poco
general a los métodos científicos ciáskos y sostuvo que las pruebas
con respecto a la geografía general, despreciando y ornitíendo mu­
chos dcralles necesario�. de modo que los jóvenes, mientras estudi:m debían conducirse mediante argumentaciones o demostraciones lógi­
lo especial de la
í
disciplina, desconocen en su mayora sus fundamen­ cas, de forma similar a lo que ocurría en las matemáticas y la geo­
to�. y la f!COgrafia apenas conserva el calificarivo de ciencia {Varcnio, metría. Por el contrario, en la geografía especial, sugirió que «todo
traducción inglesa en Bowen, 198 l , págs. 277-278). se explica casi sin necesidad de demostración (excepro las caracte­
risricas celestes que pueden demosrrarsc), puesto que la experiencia y
Pueden hacerse dos observaciones importantes acerca de la críti­ la observación, es dec;ir, el testimonio de los sentidos, son suficientes
ca anterior. La división que establece Varcnio entre geografia gene­ para cooflrrnar la mayoría de las cosas, que es imposible demostrar
ral y especial es muy similar a la distinción de Prolomeo entre geo­ de otro modo» (Vatenio, traducción inglesa en Bowen., 1981, pági­
grafía y corografía. Así, Varenio sugiere que la geografía especial na 281 ) . Varenio, sin embargo, se mostró al parecer algo incómodo
puede dividirse en dos partes, a saber: la corografia y la ropografia, con respecto a esta distinción y admitió ci ue podian existir casos en

102 103
los que se aplicaban ambos mécodos. Esta confusión surge, en parce, aceptase ciertamente esta opinión, prefirió centrarse en la dignidad, el
porque en ocasiones hablaba de Ja geografia como un todo y otras plam de la contemplación y La 11/ilidad. En cérmioos de dignidad, La
separaba las dos vertiemes de la disciplina. Así, por ejemplo, se refie­ geografía se considera muy importante en La ocupación humana de la
re a rres principios que la geografia, considerada como un todo, uti­ Tierra, por tratar de unir mente y materia. Yarenio también destaca
liza para confirmar la verdad de sus proposiciones: (<Primero, las Ja importancia reflexiva de la disciplina, subrayando el mérito de la
propos1c1ones geomewcas, aricmer1cas y trigonometricas. egundo, contemplación de La Tierra y su utilidad en el avance del saber. Estos
los preceptos y teoremas astronómicos... Tercero, La experiencia, tres aspectos son muy similares a los tres interese$ del conocimiento
pues la mayor parre de Ja geografia, en particular la especial, descan­ de Habermas. La preocupación de Varenio por la dignidad de la geo­
sa exclusivamc.me en la experiencia y observación de los hombres grafia en La ocupación humana de la Tierra puede compararse con el
que describieron cada una de las regiones» (Varenio, traducción in­ interés tlmico de Habermas, interpretado como el conocimiento que
glesa en Bowen, 1981, pág. 281). Aunque no se reconozca explícita­ permite a las personas controlar Jos objetos de la naturaleza. El énfa­
mente en la cita anterior, cabe deducir que La geometría, matemáticas sis que coloca en el plaur dt la (Onltmplaáón puede relacionarse, a
y astronomía coru.ticuyen los principios sobre los que debería basarse grandes rasgos, con el interés práctico de las ciencias histórico-herme­
la geografía general. No obstante, el comentario de que la mayor néuticas en la comunicación; mientras que la 11/ilidad en el avance del
parte de la geografía reposa en la experiencia, también implica que la conocimieoco podría equipararse al interés emm1cipatorio. Si bien este
experiencia es imponante en la geograíla general. Esta tensión pare­ paralelismo no debe extenderse demasiado, si sugiere que Varenio
ce haberse producido porque Varenío trataba de convertir la geo­ tenia una percepción lo bastante amplia del tema para tratar de justi­
grafla en una ciencia matemática, interesada en leyes y principios ge­ ficarlo conforme a tres tipos de intereses muy diferentes. ,
nerales, reconociendo paralelamemc c¡ue la inclusión de descripcio­ Varenio falleció a los veintiocho años de edad, antes de que pu­
nes de las gentes y regiones significaba la imroducción de la expe­ diese escribir ningún tratado detallado acerca de la gcografia especial
riencia empírica. También refleja un intento por combinar la nueva equivalente al que sí escribió acerca de la general. La Geographia ge­
metodología inductiva de Bacon con las pruebas de la lógica mate­ nera/iJ se tradujo a varios idiomas e lsaac Newton (1624-1 727), ma­
mática propias de la ciencia anterior. temático y fisico inglés, llegó a revisar dos ediciones de la obra
Una última característica importame que cabe destacar acerca de en 1672 y 1681 para sus estudiantes de Cambridge. No obstante, los
la Gtographia gtneraliI es Ja justificación que hace Yarenio de la djsci­ intereses teóricos de Varenio, con su enfoque global y completo de
plina. A este respecto, comentaba lo siguiente: la disciplina, quedaron progresivamente relegados ante la creciente
atención prestada a las ciencias empíricas, ea parte como resultado
de la exploradón continua de la superficie terrestre y de la necesidad
El estudio de la gcogmfia es recomt:n<lablc por: l) Su dignidad,
pues es esencial para el hombre habitante de la Tierra y dotado de
de describirla. Según palabras de Bowen (1982, pág. 90):
razón a diferencia de otros animales; 2) también es agradable )' una

distracción honesta contemplar lns regiones de la Tierra y sus propie­ La geografia general tal como la presentaba Varenio cayó en des­
dades; 3) su extraordinaria utilidad y necesidad, pues ningún teólogo, gracia por implicar un enfoque global en lugar de uno específico, y
médico, junsta, h1storia<lor ni ninguna otra persona culta puede no avenirse con el t
mé odo experimental. En cuanto n la geograffa es­
carecer de un conocuruento de geografía si desea avanzar sin obscácu­ pecial, los mecanic1sus consideraban que, al ocuparse del hombre, no
los en sus estudfos (Varenio, traducción inglesa en Bowcn, 1981, pertenecía al ámbito de las ciencias naturales; de forma que, mientras
págs. 282-283). en el siglo siguiente florecían muchas ciencias especializadas, los estu­
dios regionales en geografia permanecieron en una posición ambigua
e incluso defenslva con respecto a la tradición cienliíica.
Es interesante observar que, pese a existir paralelismos entre esca
justificación y la de Estrabón, Varenio no sigue explícitamente las
ideas de Estrabón de que la geografía es importante para los políti­ Así pues, en una era de avances científicos considerables, en que
cos y para el ejercic.io de los objetivos militares. Aunque Varenio los métodos empíricos y experimentales salían a la palestra, la ima-

104 105
gen de la geograíla como ciencia escaba mancillada. De es:i posición duraba estaba centrada en viajes de exploración y descripciones de
hnn m1tado de resc:uarla desde entonces muchos geógrafos, imentnn­ viajes.
clo elevarla al lugar que, según ellos, le corresponde enrre las ciencias Fue de L'l Alemania de la segunda mitad del siglo xvur de donde
naturales. La práccica y la teoría geográficas recibieron el siguiente impulso. En
el plano práctico, Anton Fciedcicb Büschmg ( 1724- 93), profesor de
ñlosofia de Gocinga, aspiraba a ofrecer una descripción corográfica y
4.1.2. La Phymche Geographic de Ka11!
copográfica precisa de la superficie terrestre en su Nt11t J.:.rdbuchrei­
En la segunda muad del si�lo XVII floreció una nueva actividad bm1g, publicado en once volúmenes cnrre 1754 y 1792 (Büsching,
c1enúfica, representada en Europa por la fundación en 1660 de la 1762; Bürmcr y Jakel, 1982). Para ello, organtzó su matcriaJ en dos
Royal Society de Londres ) , en 1666, de la Académie des ciences de grandes categodas, una basada en djvis1ones públicas y políticas, y la
París. Las ideas de Bacon sobre el mécodo cicnrifico ejercieron una otra ea características naturales (Adickes, 1925). Bowen (1981) sos­
importanre influencia temprana en ambas sociedades, pero muy tiene que su obra también fue significativa por incluir estadísticas so­
pronto se verínn desbancadas, sobre todo en Francia, por las de Des­ bre la densidad de población en las descripciones regionales, y por
cartes. Los campos de la ciencia que avanzaron más rápidamente fue­ insistir en la investigación personal. o obstante, mucho más impor­
ron las matem�ticns, tisica r nstronomía, impulsados especialmente tante para el futuro de la geografía en el plano teórico fue la obra
por Galileo y Newton. Postcriormenre, también fue palpable el in­ del filósofo Tmmaauel Kanr (1724- 1 804), calificado por May ( 1 970,
flujo e.le los enfoc1ues empíricos muy dispares de John Locke pág. 3) de «ejemplo sobresaliente en el pensamiento occidental de un
(' I 632-1 704) y de Gcorge Berkeley (1 685-1 753) (R ussell, 1961; Scru­ filósofo profesional interesado por la geografía».
con, 1981 ). Dcsdc el punto de vista filosófico, la cuestión central que Kant es más conocido por su serie de tres críticas, la Crílica de la
se planteaban Locke, Berkeley, Descartes y Bacon era la idenrifica­ razón p"ra, publicada por vez primera en 1 78 1 , la Critica de la razón
ción de los elementos que formaban la base dei conocimiento. Todos práctica (1788) y la Crítfra del ¡11ido ( 1790). En estas obras quiso
ellos buscaban unos cimientos que permitiesen conocerlo todo a par­ «mostrar que la opción entre empirismo y racionalismo era irreal,
tir de las pruebas disponibles. Las respuestas a esta cuestión se di­ que las dos filosofías estaban equivocadas por igual, y que la única
vidían, a grandes rasgos, en dos campos: los racionalistas, seguidores metafísica concebible que podía encomendarse a un ser razonable
de Descartes, pinoza (1632-77) y Leibniz (1 646-1716), para quienes debía ser tanto empírica como racionalista» (Scruton, 1981, pági­
la dave del conocimiento estaba en la reflexión racionaJ y en toda in­ na 1 37). Fue asj como se convirtió en el padre fundador del idealis­
vesrigación empírica �ubyacían prinapios metafisicos; y, por otra mo aJemán del siglo XIX. No obscanrc, desde 1756 impartió clases de
parre, aquellos que, como Locke, Berkeley r Hume, abogaban por el g cografia en la Universidad de Konigsbcrg duranre cuarenta años y
empinsmo y confinaban la comprensión a los limices de la e.xperien­ se conservan varias versiones de notas manuscritas procedentes de
cia humana. cursos, gracias a las cua.les puede perfilarse la evolución de sus ideas
Durante este proceso de fermentación intelectual ele finales del acerca del tema (Adickes, 1 9 1 1 ; May, 1970). En 1757, escribió un.a
siglo XVII y principios del X\'111, la geografía se mantuvo re1.agada. obra breve titulada 011tli11e a11d prospect11s jor a co11rse of ltcl11res in pbysi­
1 Tablamos del riempo en que resurgió una historia natural revitaliza­ ra/ geograpby, pero hasta 1802 no se publicó la edición oficial de sus
i
da y, al igual que puede considerarse que la HiJtora flat11ral de Plinio ideas bajo el átulo de Physische Ctographit (Geografia fisica).
cubria una temáticn de gran imporrancfa para la geografia, Jo m1smo En su resumen de 1757, Kant sostenía que había tres formas de
ocurrió con obras como The lhtory of !he earlh de Thomas Burner contemplar la Tierra: una matemárica inrcresada por su forma, la
(ca. 1625-1715) v IV'i.rdo111 of Cod de John Ray (1627-1705). Bowen doctrina politica ciue se ocupaba de la población y los tipos de go­
(198'1) sugiere al respecto <¡ue estas historias naturales tuvieron gran bierno, y la geografía física que consideraba las coadjcioaes oaruraJes
imporrancia por su influencia en obras geográficas posteriores y de la Tierra y lo que ésta contiene. Como ya ocurriera con Varenio,
como inrent0s de combinar las nuevas ciencias empíricas con las en­ esta clasificación causó problemas relacionados con el modo en que
señanzas religiosas de la Iglesia. La literatura geográfica que per- debía tratarse el aspecto humano, pues Kant lo incluía tanto en la

106 107
gcografia fisica como en la doccrina poHtica. Más adelante, en la in­ Tomada globalmente, esca clasificación sugiere que Kanc consi­
troducción de la Physischt Gto/!,rapht,
i imencó resolver esca dificulrad deraba que las expresiones de la ocupación humana de la Tierra de­
diciendo que la geografía física escudiaba el mundo caJ como lo per­ pendían estrechamente de la gcografia f:isica.
cibían los sentidos externos, por oposición a la antropología, que se La geografía de Kant también tenía un profundo valor pedagógi­
ocupaba de la experiencia consciente que proporcionaban los senti­ co y uno de los principales argumentos que solía utilizar para justifi­
dos internos. Otra djstinción emrc las opiruooes tempranas y las car sus enseñanzas ern que ofrecía a los estudiantes una estructura
cardias de Kant acerca de la geografía se refiere al modo en c¡ue con­ básica del conocimiento (.May, 1970). Bajo la influencia de Rousseau
cemplaba su relación con la hist0ria. En el resumen de 1757, Kant (1712-78), también consideró que podía utilizarse para enseñar ética
parecía considerar la geografía como parte de la historia, pero con la y teología, y que podla proporcionar una satisfacción ennoblecedora
publicación de La Physiuhe Geographit había afinado esta opinión hasra (Adickes, 1925). Kant sostuvo, esenciaJmence, que Ja geografía podia
afirmar que codo el saber esraba formado por La geografía y la histo­ ofrecer una urudad del conocimiento, ayudando a las personas a
ria, donde la primera era la descripción en cérminos de espacio y la orientarse en eJ mundo. Sin embargo, en la cita que abre el presente
segunda la descripción en términos de tiempo. Kant añade que la capítulo, exuruda de la introducción de La Physischt Gtographt,i Kant
geografia es La base de la h1scoria «porque los acomecimieotos deben también subraya su utilidad en el terreno del esparcimiento y de la
hacer referencia a algo. La historia es un proceso incesante, pero las conversación mundana, del mismo modo que Varenio la calificaba
cosas también cambian y a veces dan como resuJtado una gcograña de distracción agradable y honesta.
totalmente distinta. La geografía es pues e] substrato» (Kant, traduc­ Un último rasgo de la geografía de Kant que debemos considerar
ción inglesa en May, 1970, págs. 261-262). aquí es el lugar que le atribuía en su concepción más amplia de filo­
Cuando se publicó la l'hysische Geographie, Kant también había re­ soña de la ciencia. Para ello, es preciso volver a sus ideas sobre el
visado sus ideas acerca de la relación entre la geografía fisica y otros conocimjenro racional y empírico expresadas en la Crítira de la razón
tipos de geografía, afirmando que al igual que la geografia fisica era p11ra. Kant sostenla que el conocimiento cientifico empírico se basa
la base de Ja historia, también lo era de codas las demás geografías en la experiencia y se ocupa de asuntos de hecho; se traca de un a
posibles. Estas últimas se dividían para Kant en las cinco caregorías posltriori. Sin embargo, tal como ha resumido Scruron (1981, pági­
siguientes: na 139), añadía que «descansa en determinados principios y máximas
universales, que, debido a que su veracidad se da por sentada al
principio de cualqujer investigación empírica, no pueden ser el resul­
1. «La geografía matemácica, donde se estudia la forma, tamaño tado de dicha investigación. Estos axiomas son, por consiguiente, a
y movimiento de la Tierra, asi como sus relaciones con el priQri. Estas proposiciones a priori pueden ser anallticas o sintéticas.
sistema solar al c¡ue pertenece» (Kant, traducción inglesa en Las proposiciones analíticas son verdaderas debido a las palabras uti­
May, 1970, pág. 263). lizadas para formularlas y son, específicamente, juicios «donde el
2. «La geografia moral, donde se explican las diversas costum­ predicado forma parte del sujeto; por ejemplo, "un hombre aleo es
bres y caraccerísucas de las gcnces de las diferentes regiones» un hombre"» (Russell, 1961, pág. 679). En cambio, las proposiciones
(Kant, traducción inglesa en May, 1970, pág. 263). siocécicas son ladas las que no son analíticas y transrrucen un signifi­
3. La geografía política, en la que se contempla la organización cado acerca del mundo empírico. Tales verdades sintéticas a priori
política de un estado totalmenre dependiente de su geografia sólo se justifican, según Kant, a través de la reflexión, y su verdad
fisica. debe ser una verdad necesaria; «forman la materia propia de la
4. La geografía comercial, que se ocupa de los intercambios metafísica)) (Scruton, 1981, pág. 140). Kant afirmaba que los hechos
mercantiles y establece vínculos entre las áreas excedentacias de la geografía y la historia eran a posteriori y empíricos, derivados
y las deficitarias. del sentido de La percepción y de la experiencia, mientras que los de
5. La geografía teológica, que estudia cómo se transforman los las maremácicas eran a priori y racionales.
principios teológicos debido a las diferencias del terreno. Para Kant, el espacio y el tiempo son formas de intuición y no

108 109
utilizaba los términos en un �cnudo teónco, mientras c¡uc en la se­
concepro�: �on aspecto::. subjcrivos de nuestra percepción . J\ñade que
gunda los wocebía i:mpíricamcntc. De este modo, pudo Mirm:ir tiue,
son r1 .Pnort, desde el punto de visrn rnetafisico v epistemológico.
como ciencias empíricas, c<la gcografia y In historia cubren todc1 el
�on vistas a comprender la intuición de Kanc del espacio, es necesa­ :ímbiro del conocimiento: la gco�rafín, el relativo al espacio, y la his­
r�o saber �lgo de cómo cuncchia Kant el proceso de percepción.
toria el asociado al riempo» (Kant, traducción inglesa en �lay, 1970,
1-(anc consideraba que todas nuestras sensaciones uenen causas, o lo p:íg. 261), sin necesidad de incluir la geografía ) la historia en la rus­
�ue él. denomina 1101f111t110J, las cosas ea si mismas. Sin embargo, es cu�ión ccórica de las tntuiciones de espacio y riempo en la Cri1ico de
1i:n�os1ble conocer un nóumeno, wdo lo que podemos hacer es per­
'" rozón p111·11. Efocruar csre paralcLsmo et1uivaldría a decir que la
c1b1r un J1111ó111mo, a 1 ravés de una síntesis de concepro y experiencia.
geografia �e ocupaba de la forma de los sentidos externos, mientras
Russell ( 1961, pág. (i85) ha resumido esta idea de In sigujence mnnc­ que la historia abordaba la forma del \'· O inrerno. .Ko obstante, todo
ra: (<Lo que aparece ante no.,orros en la percepción, lo que Kant de­ ello sería incompatible con la idea de que la amropologia estudiaba
nomina "fenómeno", esrá compuesro de dos elementos: el debido al
el m<>do en que los senr1dos rnrernos experimentan el mundo cons­
obj7m. �1ue denomina . .sensación" y el proceden1e de nuestra propia ciente. Parn resolver csre dilema podríamos afirmar q ue ht hisroria y
sub1cnv1dad, que, según afirma, causa la mulciplicicfod c¡ue necesirará la ancropología son una misma cusa, pero Kant no optó por esta �o­
ser ordenada en deternunadas relaciones. A csre último elemento lo
lución. May ( 1 970, pág. 120) ha sugerido al respecto que el dilema se
denomina for111a del fenómeno.» Esta forma es un o priori 'v no de­
resuelve considerando que la disunción de Kant enue geografia e
pende de la experiencia. Para Kam, la forma de los sentidos externos
hisroria hace referencia a una distinción en lus senúdos externos,
es cl espacio y la de los senridos internos eJ tiempo. A este rcspecro, mientras c1ue «el concepto de "tiempo", uciliza<lo en relación con la
S�rumn (1981, pág. 143) observa lo siguiente: (cEsw significa, en cér-
hisroria de l:i nnruralcza, es totalmente diferente del concepw de
1�1rnos generales. c¡uc la idea de experiencia es inseparable de la de "tiempo" emendido como la forma de los entidos internos».
nempo . y que la idea de un 1111mdo obje10 de la experiencia es insepa­
El \'Ínculo c1ue ei.rnblece Kant enue la geografia y el espacio, por
rable de la de espacio.» Los argumentos mecafis1cos de Kant relacio­ una parte, y la historia y el úempo, por ocra, tuvo gmn influencia en
nados co� la intuición del espacio reposan en cuarro pilares (Russell, el fururo de In disciplina ( M ay, 1970). pero eso sucedió mucho des­
1961). Prrmcro, sugiere c1ue el espacio sirve para referir las sensacio­
pués de su muerte. De h1.:cho, al igual que ocurriese con Varenio, los
nes a algo externo y, por consiguicnrc, no puede tratarse de un con­
geógrafos de su época ignoraron, al parecer, la mayor parte de su
c�pco :mpirico cxuaido de la expertencia externa. hn cgundo lugar,
trabajo reónco y filosófico.
d_ícc f..:ant c¡uc «no podemos imaginar un mundo sin espacio, aunque
sJ un espacio en el que no hubiese absolutamente nada)) (Russell,
196 l , pág. 685). lln consecuencia, el espacio es un 11 priori necesnrio,
4.2. 1 1 Ui\IUOLDT, RtTTliR '\ Li\ t<U l)i\CJÓN
s�byncente a la pcrc:pción externa. Rn tercer lugar, consideraba que
. un espacio y, por ello, dicho espacio no era un concepro nr l..;\ GEOC:R1\Pl1\ \IODFRNA
solo ex1sua
general de las. relaciones entre las cosas. En cuarto lugar. pensaba
S1 bien Kant proporcionó una justificación reúrica a la geografía,
c¡ue ese espacio era una magnitud infinita, que conceofa todas las
sus dem:ís intereses filosóficos indican que no puso en pr:íccica esas
�arres del espacio, en oposición n la� relaciones entre un concepto y
, ideal!. Esta tarea incumbió n otros dos alemanes, J\lexandcr von l lum­
s�s e¡emplos. Como resultado de rodo lo anterior, para Kam el espa­
bol<lr, nacido en 1769, ) Car! Rittcr, nncido en 1779. Esros dos erudüos
cio era una intuición (rl111rham111g) y no un concepto.
han sido conl>idcrado¡, casi universalmente como lo:. fundadore de la
urgen, sin embargo, grandes problemas cuando muamos de
geografia moderna (l lartshome, 1939, 1958; Dickinson, 1969; Scbultz,
combi�ar los modos en que Kanc hablaba de la mruición del espacio
1 980; 1 lolr-Jensen, 1988). t\mbo:, fallecieron en 1 859, año en que se
y �el ncmpo en la Critica dt lo rozón p11ra, y el empico de dichos tér­
publicó el Origen dfl l".r l'.rpeciu de Darwin. Su labor consisriú en reunir
minos en la Pl-!J:ische. Geo,�rap�ie �ara referirse al ambitc) de la geo­
el abundame materiaJ empírico recogido por mdo el mundo como con­
grafía y de la rustor1.n (Kammsk1, 1905; mirh, 1 923; May, 1 970).
secuencia de las políticas de exploración y coloni:-ación europeas. La
Corno punto de parada, podemoi- avanzar c¡ue en la primera obra
111
1 10
combinación de los nuevos rnécodos cienáficos con esta actividad La principal obra de Humboldt, Florae Fribtr/1,msis, se:: publ icó en
poütica formó el caldo de cultivo para el nacimicmo de la geograíla 1793, y en ella proponfa e¡ue la geografía de las plantas, la geogratia
como disciplina académica oficial. Según Stoddart (1 986, pág. 34), ello de las rocas y la gcografia de los animales formasen un tema de estu­
fue posible gracias a dos grandes mecanismos que «revelaron Ja enor­ dio que denominó i en latin '
Gto¡,11osa } Erd/eJmdt en alemán. Esta idea
me diversidad de la nacuraleza, gracias a esta nueva comente de ex­ constituyó una base muy importante para los textos geográficos pos­
ploración circunscrita n la razón y la comprensión»; se trata de la cla­ teriores. Un año después, se reunió con su hermano \Xlilhelm en Jc­
sificación y el método compararivo, la primera ilustrada en la obra de aa y, durante esta visitn, entró en contacto con escritores '
} filósofos
Lineo (1 707-78) y el segundo ca la de Rcinhold Forscer ( 1729-98) destacados ea el desarrollo y difusión de la filosofla idealista de
(Hoare, 1976). El logro de Humboldt y Riner íue «tOmar los avances Kant, como Goetbe ( 1 749-1 832), $chiller (1759-1805), Fichte (1762-
técnicos y conceptuales de los viajes por el Pacifico, y orgaruzar y or­ 1814) y Schelling ( 1775-1 854) (Scruton, 1981). Bowen (1981) ha su­
denar los conocimientos con objeco de mostrar su coherencia e impor­ gerido, en particular, que en esa época Humboldt encontró inspira­
tancia, Humboldt desde el punto de vista ecológico y Ritter desde el ción en la obra de Johann Gottfricd von 1 lcrder (1 744-1803), oLro
histórico y regionah• ( codd:ut, 1986, págs. 36-37). miembro del círculo de Gocthe, que subrayaba la necesidad de com­
pilar y analizar daros acerca de cUfcrcntes panes del mundo con vi'­
ras a comprender mejor la Tierra como hogar de la ra.za humana
4.2. 1 . Alexa11der 1•011 H11n1boldty la 1111idad del íOSRIOS (B1rkenhauer, 1986). Entretanto, l l u mbold c viajaba por toda Euro­
pa y en 1799 emprendió un viaje de exploración científica por Amé­
Humboldt realizó su grao aportación a la geogrnfia como obser­ rica Launa, donde en un período de cinco años recogió muchos
vador y comparador empírico que pretendía comprender un mundo datos y material conforme a los criterios establecidos por Herder
donde las personas se contemplasen como parre de la oaruraleza (KeUacr, 1963; Meyer-J\bich y Hcntschel, 1 969). Su principal interés
(KeUner, 1963; Meyer-Abich, 1967; Meyer-Abich y Hentschd, 1969; era e.xaminar «la inOuencia del mundo inanimado en el reino animal
Dickinson, 1969; Bowen, 1970, 1981; Boning, 1973; Sroddart, 1986). y vegetah> (Humboldt, 1799 en Hamy, 1905, pág. 18).
Su método era esencialmente ioducuvo, destinado a «modificar y ex­ A su regreso en 1804, se instaló en París y, t:n los treinta años si­
tender la tradición baconiana de la ciencia» (Bowcn, 1981, pág. 215). guientes, se dedicó a publicar los resulcados de sus viajes por Améri­
La sede de la enseñanza universitaria de Humboldt estuvo en Franc­ ca. Los contactos con los cientificos franceses pusieron a su alcance
fon del Oder y Guanga, pero luego pasó un año en una academia una tradición cienúfica y filosófica muy diferente a la de sus prime­
de comercio de Hamburgo y ocho meses en la Academia de Mfoas ras influencias alemanas. Así, mientras en Alemania crccia con fuer.�a
de Friburgo. Con esta formación a la espalda, empezó a trabajar de el romanticismo, en Francia predominaba u.na visión mccanicista del
geólogo e ingeniero de minas, demostrando un inrerés especial por mundo, derivada en parte de las investigaciones quimicas de Lavoi­
la botánica. En 1789, mientras estaba en Gocinga, conoció al geógra­ sier (1743-94). Humboldt destacó por su capacidad de combinar am­
fo George Forster, hijo de Reinhold Forster, naruralisra de.l segundo bas influencias, incorporando la experimentación y la observación
viaje de Cook alrededor del mundo (1722-75) (Hoare, 1982). En minuciosa procedentes de Francia a la preocupación filosófica alema­
1786, seis años antes de conocer a Humboldt, Gcorge Forster babia na por la ampliación del saber para la mejora de la raza humana. No
criticado el modelo kantiano de geografia, donde se distin gu ía t:atre obstante, las actividades reformadoras de Humboldt le causarían
la bistoria )' la descripción de la naturaleza. Como respuesta, Kant problemas cuando se agudizó la represión pol!tica en Francia y Ale­
había reiterndo sus argumentos y sugerido que para evitar confusio­ manfa en In segunda y rercera década del sjgJo XIX. El que llum­
nes se empicase el término fisiografia para la descripción de la natu­ boldt fuese revocado por Francia en 1826 de su cargo de camarlengo
raleza y fisiogonia para la historia de Ja naturaleza (May, 1970). Es del rey de Prusia, fue, según Bowen (1981, pág. 241), «un intento de
de suponer, pues, que, a través de sus contacros con Forster, Hum­ controlar sus actividades reformadoras». Su revocación le llevó a
boldt conociese este debate y empezase a interesarse por la geografía Berlin y fue allí donde emprendió en 1827 una serie de coaférencias
y por los textos de Kant sobre el tema. acerca de la geografía física. Estas conferencias culminaron en su

1 12 113
gran obra incompleta Co1111os, cuyo primer volumen se public � buscaba una unidad esencial en Ja disciplina, que desaparcceria poco
_
en 1 845. Se considera este trabajo <mna de las mayores obras c1cnr1-
después de su muerte.
ficas jamás publicadas>) ( Thorne , 1961, pág. 672) y en ella el autor es de destacar que el trnbajo teórico y met0dológico de Hum­
trató de representar codo el mundo material siguiendo la trad1c1ón
boldt ejerció muy poca iollucncLa en los geógrafos de la segunda mi­
de la Gtograpbio genero/is de aren10.
rad del siglo XlX (Hanshorne, 1958; Bowen, 1981 ) . Pese a despertar
El período en que se desarrollaron las id�s del Humboldt para
gran admiración, incluso sus descripciones de América Latina provo­
su Cosl//OS fue uno de los más f ormativos en el pensamiento cicntilico
caron las críticas t.lc los reaccionarios conservadores, que contestaban
y filosófico en la F.uropa occidental. En particular, fue entone�
sus puntos de vista extremadamente liberales acerca de la reforma
cuando nació el positivismo de Cornee, el idealismo de Hegel )' la
sociaJ y política. En cambio. las obras geográficas de Carl Rüter,
economía política de M:irx. Aunque 1 lumboldt aceptó los principios
nombrado en 1 820 prime r catedrático de geugrafia de la Universidad
de la investigación empírica, rechazó la formulación de Comre de
_ _ de Berlín, si tuvieron un influjo fundamental en la geografia alemana
posirivismo; aunque se inspiró en algunas de las ideas hegelianas
de las décadas finales del siglo XIX.
acerca del desarrollo histórico de la sociedad, se alejó de gran pnrte
de la filosofía idealista de Hege l; y, aunc¡uc mostró su simpatía por el
liberalismo radical, no cscaba dispucsco a panicipar en el programa
4.2.2. Car/ Rilltry la col//binadó11 dt la ttleologa
i
revolucionario de J\farx y Engels.
)' la observoc1ó11 tfllpírira
El método de l lumboldr coosiscín en recoger datos, agruparlos,
realizar generali7.aciones y, posrcriormcnre, confecciooar un:i visión
Diez años más joven que Humboldt, Carl Rin:cr recibió muchas
completa del mundo. l lartshorne (1939) ha defirndo su posrura a tra­
influencias comunes con el primero, pero su carrera fue sustancial­
vés del empleo de estudios s1stemáúcos para obtener obras de arte re­
mente diferente. Mientras que Humboldt costeó sus exploraciones y
gionales. Sin embargo, en el corazón de la comprensión de Humboldt
viajes con la herencia que le correspondió a la muerte de su madre,
de Ja geogrnfia física yace la concepción de la relación entre la mente )'
y entró al servicio del rey de Prusia, la vida de Riccer Lranscurrió en su
la mat�ria, basada p:ucialmemc en las ideas de Kant. Según los argu­
mayor parte en instituciones académicas y militares. Se formó en la
mentos expuestos por 1 1umboldt en Co.r111os, «la ciencia empieza do�de
Universidad de Halle )' en 1798 consiguió el puesto de tutor de los
la mente se apodera de la materia e inrcnra sujetar la masa de ex-pcncn­
hijos de un banquero de Francforc. Este trabajo le proporcionó
cias a una comprensión racional; se trnta de la mente dirigida hnc1a la
los ingresos y el tiempo necesarios para ocuparse de sus propias n
i ­
naturaleza ¡1, 691» (Traducción inglesa en Bowen, 1981, pág. 257). fas
vestigaciones. Poco después, en 1804, se publicó In primera parce de
pues competencia d\: la ciencia comprender el mundo de la percep­
su obra en dos volúmenes acerca de Europa. El segundo volumen se
ción, del mismc> modo que lru. personas, como parte de la naturalc:ta,
publicó en 1807 y, en ese mismo año, conoció a dos personas deter­
comprenden dicha nnruraleza. AJ final, el proyecto de Humboldt que­
minantes en su obra posterior, Humboldt y el pedagogo suizo Jo­
dó apenas esbozado: los dos primeros volúmenes de su obra ( 1 845.
hann Heinrich Pestalozzi (1746-1827) (Linke, 1981). En 1813 llitter
1847) formaban los prolegómenos, seguidos en 1850 por un �olum�
. se trasladó a Gotinga, donde continuó con sus estudios, que culmi­
dedicado a la astronomía y en 1858 por un cuarto sobre la ..J 1erra. El
naron en 1817 la publicación del primer volumen de la obra de

coa
Cjuinto volumen, inacabado a la muerte del autor, trata a sobre la geo­
su vida, U.rdktmde. En los cuarenta y dos años siguicmes escribió
logía )' el vulcanismo, y debía i r seguido de otros volumenes sobre la
20 volúmenes mas, hasta un total de 1 9 partes y unas 23.000 páginas
distribución de la vida organica, las planeas, animaJes, razas humanas Y
de su obra principal pero incompleta. Erdktmde llevaba el subtitulo
lenguas. Cabáa decir que el Co111101 seguía �n muchos aspecros la lin<:3
. de ((una geografía comparativa general» y, jumo con el Co1111os de
de textos cosmográficos muy anteriores onentada a crear una c1enc1a
Humboldt, se considera una de las dos obras fundamentaJes de la
de todo el cosmos. De hecho, al incluir la astronomb, regresaba a los
geografia moderna (Harcshome, 1939). Los volúmenes publicados de
conceptos griego y romano de la geografía; pero, al incorporar a las
Erdktmde se centraban ea África y Asia, y pretendían abarcar tres te­
personas como parte de la nacuralc-a en la ge<>grafia fis1ca, Humboldt
máúcas principaJcs: la tópica, relacionada con las formas establecidas

114
115
de los continentes; la formal, que se ocupaba de las caraccerísticas geografia como una ciencia que proporcionase a las personas una
variables de los continentes; y la material, relacionada con las distri­ mayor comprensión de Dios. Por ello, se ha calificado de humano el
buciones localizadas de aspectos concretos de la naturaleza (Dickin­ objetivo prioritario de la A"cografia regional de Ritter, en oposición a
son, 1969). Las unjdades principales utilizadas en el análisis eran los la geografía ampliamente física y sistemática de Humboldt (Dickin­
condncntes, que a su vez se subdividían en vastas regiones físicas y, son, 1969; Holr-Jensen, 1988). Sin embargo, ambos destacaban con­
luego. en unidades más pequeñas «alcanzadas a partir de la configu­ tinuamente la importancia de los clemcnros humanos y físicos en su
ración y contenido detallados ... de áreas determinadas» (Dickinson, obra, y una rusrinción más adecuada seria la establecida entre la obra
1969; pág. 40). Ritter ha sido consjderado, por codo ello, como pa­ más científica de Humboldt y la más ideológica de Ritter, tanco en lo
dre de la geografía regional, en oposición a Humboldt, padre de la que al concepto como al enfoque se refiere.
geografía sistemática moderna (Harrshoroe, 1939; Dickinson, 1969). Una segunda diferencia importante entre Humboldt y Ritter se
La distinción entre las obras de Humboldt y de Rfrter suele esta­ refiere a su participación directa en la práctica docente. Ritter obtu­
blecerse de forma demasiado marcada, cuando, en realidad, existían vo dos ideas imponames de sus contactos con Pesralm:zi: que la edu­
muchas semejanzas en su enfoque global del tema. De hecho, ambos cación debia respetar las leyes naturales de las que dependía la nam­
citaban con frecuencia el trabajo del orro y Ritter, en panicular, re­ ralcza humana, y que la observación era crucial en el proceso de
conoció «la contribución eminente del geógrafo de más edad» (Bo­ aprendizaje. Escas ideas, reflejadas en su obra escrita, cambién se ex­
wen, 1981, pág. 238). De este modo, la aparente concentración de presaron más claramente en su labor docente. Así, se interesó parti­
Ritter en In geografia regional pretendía facilicar comparaciones y cularmente por la introducción de un nuevo tipo de enseñanza geo­
generalizaciones posteriores, mientras que el enfogue sistemático de gráfica basada en mapas, arlas, dibujos y el estudio detallado de las
Humboldt aspiraba a conseguir «obras de arre» regionales (Harcshor­ zonas en que vivían los estudiantes, que a la larga influyó en la vi­
ne, 1939, pág. 258). Ambos se ocupaban de la urudad de la naturale­ sión del mundo de los propios alemanes durante la época imperialis­
za, pero Humboldt buscaba esta urudad en conceptos ecológicos, ta de finales del siglo XIX. En 1820, obcuvo un puesto docente en la
mientras que Ritter abundaba en la importancia de la coherencia his­ Academia militar de Berlín y una cátedra de geografla en la Univer­
tórica y regional (Stoddart, 1986). Del mismo modo, ambos subraya­ sidad de Berlín. Como ocupante de la única cátedra universitaria de
ban la necesidad de un análisis empírico preciso como base de sus geografía en roda Alemania, estaba en condjciones de determinar Ja
enfoques inductivos, aunque el centro de atención de Humboldt era dirección futura de la disciplina. Sus clases eran muy populares y
la observación y experimentación rurectas, y Ritter tendía a basar Linke (1981) observa que incluso Karl Marx asistió a ellas en 1838.
«SUS obras en las observaciones de OtTOS esruruanteS}) (Hartshornc, Entre aquellos que recibieron el influjo direcco de Ritter, citaremos
1939, pág. 55). Los dos autores destacaban el papel de una metodo­ al suizo Arnold Guyor (1 807-84), que obruvo una cátedra en Neu­
logía comparaúva y deseaban desarrollar la geograüa como ciencia chatel en 1839 y, más adelante, se desplazó a Norteamérica, donde
integradora. ruo clases de geografia fisica y geologla en Princecon (Hartshome,
L}l mayor diferencia enrre ambos autores estribaba en su conside­ 1939); el geógrafo francés Elisée Reclus (1830-1905) (Dunbar, 1981 );
ración del lugar que ocupaba el ser humano en el mundo natural. y los alemanes Heinrich K.iepart (181 8-99), que sucedió a Ritter en
Para Humboldt, las personas formaban parte de la naturaleza, mien­ su puesto de Berlín, Karl Neumann ( 1 823-80), que fue catedrático de
tras que el acento teológico de Ritter, muy influido por la teología geografia e historia antigua en Breslau en 1865, y Johann Wappaeus
natural de su época, consideraba que la Tierra habia sido diseñada (1812-79), profesor titular de Gotinga desde 1854 (Dick.inson, 1969).
por Dios para beneficio de la humanidad. Además, parcialmente in­ El trabajo que realizó Ritter en la Academia milirar también fue muy
fluido po r el idealísmo de Kant, Schelling y Hegel, Ritter contem­ destacado, en particular, gracias a su influencia sobre el mariscal de
plaba la rustoria de los continentes como producto del designio divi­ campo alemán conde Helmuth von Moltke (1 800-9 1) (Hartshome,
no; el mundo ern un lugar donde las personas podlan aprender a 1939), jefe del personal general de Berlín entre 1858 a 1888. Moltke
conocer n Dios (Glacken, 1967). Combinando una metodología fue responsable de Ja reorganización del ejército prusiano y su talen­
empírica con sus creencias teológicas, Ritter pretendfa presentar la to esuacégico se puso de manifiesto con grao éxito en las guerras

1 16 117
comra Dinamarca ( 1 863-64), Ausma ( 1866) y Francia (1870-71) ra más promjnente hasta su fallecimiento. Durante rreinta años, la
(Tbome, 1961). El ascendiente de Ritter en las acciones mifüares y sociedad no obtuvo reconocimiento popular y su escasa financiación
en las decisiones polícicas siguió pues la tradición claramente estable­ le impidió patrocinar expedicionc� científicas (Lenz, 1978). Tuvieron
cida por Estrabón. Otro ejemplo es el trabajo que desarrolló corno que llegar las exploraciones africanas de Barth en la década de 1850
miembro de la Real Academia de las Ciencias ele Prusia y el papel y sus esfuerzos posteriores por conseguir ayuda financiera para más
fundamental que desempeñó en la fundación de la Gescllschaft für expediciones, desde su cargo de presidente de la sociedad entre 1 863
Erdkunde (Sociedad �eogriifica) de Berlín, de la que fue nombrado y 1865, para que se conv i n iese en el eje de las exploraciones ale­
primer presidente en 1 828 (Linke, 1981). Con el e.�tablecimiemo de manas.
escas sociedades en otros países de Europa y Ja introducción oficial Poco dempo después y debido parc1almenre a la temprana expan­
de la geografia en el programa de estudios universitarios, la discjpJi­ sión de la enseñanza de la gcograGa en las escuelas elementales y me­
na alcanzó su mayoría de edad. dias (Capcl, 1981 ), la gcografla académica recibió la aprobación gu­
bernamental corno asignatura universitaria. e crearon cátedras de
geografía en Lcipzig y en l lallc en 1871 y 1873 respectivamente, )',
4.3. LA GEOGRAF(t\ ll'STITl C:IONALIZADA: LAS SOCJEDADF. luego, en 1 874, el gobierno prusiano decidió establecer cátedras en
V LAS U1'1V lRSIOi\DES
l �N LA (.>POCA DEL IMPF.RIO rodas las universidades esrarales (Oickinson, 1969). Esta iniciaciva sa­
có a la palestra a dos personas que ejercieron una influencia definiti­
Los primeros treinta años del siglo XJX fueron testigos de un flo­ va en el futuro de la geografia alemana y europea en general: Frie­
recimiento de la actividad intelectual en toda Europa, que culminó Jrich RatzeJ (1844- 1904), que ocupó la cátedra de Múnich en 1875, y
con la fundación de sociedades académicas de muy diversos tipos. Ferdinand von Richchofen ( 1 833-1905), que fue nombrado catedráti­
Entre ellas estaban las famosas sociedades geográficas de Berlín, co en Bonnen en 1877. R:uzel llegó a dominar la geografia humana
París y Londres. La creación de las cátedras universitarias fue, con alemana y estableció estrechos vínculos con los emógrnfos. mjentras
unas pocas excepciones notables, un fenómeno posterior que se iru­ que voo Richthofen tenia una formación eminentemente geológica.
ció algo después de la década de 1870. Tanto las sociedades como las Ambos, sin embargo, desempeñaron papeles fuodamcmales en la ex­
universidades desempeñaron un papel fundamental en modelar la es­ pansión de los intereses alemanes por el extranjero. De este mudo, a
tructura institucional de la geografía (Capcl, 1981) y la función de finales de la década de 1860, Rjchthofen emprendió trabajos de cam­
los geógrafos en la sociedad; la geografía era la disciplina de la ex­ po sobre la geología de China, y a su regreso a Alemania en 1 872,
ploración y los geógrafos servían con frecuencia al imperialismo defendió ardicnremcnte la importancia estratégica de la presencia ale­
(Dri ve r 1991 ).
, mana e.o ese país. Paralelamente, la obra de Ratzel proporcionó una
plataforma de apoyo para la politica expansionistn alemana, aunque
de una forma diferente, sobre todo a través de las analogías biológi­
4.3.1. Ale!llania cas que aplicó a la geografia política y a través de su concepto de
Ltbtr1rra11ffl, o área geográÍlca en la que se desarrollan los organismos
A principios del siglo XIX, según palabras de Richthofen (1928, vivos. En panicular, Ratzel creía que los estados tenían una tenden­
pág. 1 8), Berlín «era una pequeña ciudad con un panorama mezqui­ cia natural a la expansión, a menos que se viesen limitados por veci­
no de la vida y unos horizontes intelectuales muy estrechos», y quizá nos más fuertes, lo cual constituía una base firme para el estableci­
resulte sorprendeme que hacia 1820 se hubiese convertido en el cen­ miento de colonias alemanas fuera de Europa y para Ja expansión de
tro de la geografía alemana. Sin embargo, las conferencias que pro­ los intereses alemanes en este concinente.
nunció Humboldt en 1 827 y 1828 «dieron el impulso necesario para Entre 1870 y 1900, la Sociedad Geográfica de Berlín fue «recono­
que en abril de 1828 se fundara la Sociedad Geográfica de Berlín cida como foco centraJ de la vida científica v cultural de la ciudad v
(Lenz, 1978). Ritter, ocupante de la cátedra de geografía de la ciudad más allá de las fronteras del estado» (Lenz, 1978, pág. 222). La socie'­
desde 1820 fue invitado a la presidencia de la sociedad y fue su figu- dad patrocinó expediciones polares y desempeñó un papel importante

118 119
en la expansión de las colonias e intereses alemanes en África (Bader, 1974). No obstante, hasta la fundación de los A1111alu de Géographi�
1978). Durante el mismo periodo, se produjo uo aumento espectacu­ en 1892, gracias a Vidal de la Blache (1845-1918) y Dubois, no emer­
lar en la enseñanza de la geografía en las universidades alemanas. gió realmente en Francia la geografía como disciplina académica
Entre 1870 y 1880, se crearon once cátedras de geografía y en 1914 (Dickioson, 1969; Andrcws, 1986). Vidal de la Blache empezó su ca­
el númeJ'.O total de estas cátedras en Alemania ascendía a veintitrés rrera académica en el campo de la arqueología y la hisroria antigua y
(Elkins, 1989). trabajó durante tres años en la École Franc;aise de Atenas. De regre­
so a. Francia en
1870, buscó sin éxito un puesto docente en París.
A principios de 1873, comenzó a dar clases de historia y geografia en
4.3.2. Fra11cia la Universidad de Nancy y dos años después, en 1875, le ofrecieron
una cátedra de geografía.
La primera m1crnuva dirigida a institucionalizar la geografía en La expansión de la geografía en la enseñanza secundaria francesa
Francia se produjo antes que en Alemania, pero la disciplina no se de la época debió mucho a las reformas iniciadas por J ules Simon,
afianzó en el mundo académico hasta mucho después. Así pues, aun­ Ministro de Educación de 1870 a 1 873. Escas reformas culminaron
que la primera cátedra ele geografía, a excepción de una conjunta de en un plan de estudios para «la enseñanza de la geografía desde lo
historia, se estableció en la Sorbona en1 809 (Broc, 1974), la segunda concreto y familiar hacia lo abstracto y desconocido, en lugar de
cátedra parisiense, en geografia colonial, no se creó hasta 1892 (Dic­ proceder al contrario como se hacía en el programa anterior» (An­
kinson, 1969). La Sociedad Geográfica de Paris, fundada en 1821, es drews, 1986, pág. 178), además de indicar los textos y atlas básicos
la más antigua de dichas sociedades que todavía existe en el mundo, que debían utilizarse en las clases (BerdouJay, 1981 ). La demanda
pero basta la década de 1870 no empezó a difundirse el interés por la consiguiente de más personas calificadas para enseñar geografia en
geografía (Schneider, 1990). Esta situación puede explicarse, en par­ las escuelas secundarias impuso una ampliación de los estudios geo­
te, por la derrota de Francia en la guerra con Prusia ( 1 870-71), que gráficos universitarios. Andrews ( 1986) sostiene al respecto que a
dirigió las miradas hacia fuera de Euwpa en busca de expansión te­ este cambio en la poLiáca n
i stin.icional debemos, en gran medida, el
rritorial y desarrollo colonial (McKay, 1943; Freeman, 1961). Sin paso que dio Vidal de la �Blache de la historia antigua a la geografía.
embargo, de nuevo debido parcialmente a la influencia de Pestalozzi, En 1877, Vidal de la Blache se trasladó a la Écolc Normalc
la geografía se incluyó en los planes de estudios de la escuela prima­ Supérieure de París y, en 1 898, a la Sorbona. Dos cacacrerisricas
ria en 1 857, con objeto de desarrollar la capacidad de observación de fundamentales de la geografía francesa de finales del siglo X I X que­
los niños. Fue, pues, por la necesidad de formar profesores califica­ dan perfectamente reflejadas en la obra de Vidal de la Blache. La
dos para satisfacer esta demanda por lo que se produjeron muchos primera, el que la disdplioa mantuviese estrechos vínculos coa la
de cambios en la enseñanza de la geografía en las universidades. historia. De Planbol (1972, pág. 29) sostiene, al respecto, que «hacia
Aunque, entre
1850 y 1875, la geografía todavia no estaba conso­ finales del siglo XlX, la geografía universitaria se convirtió clara­
lidada como disciplina universitaria, en la década de 1870 y de 1880 mente en una rama de los estudios históricos» }' que, por ello, ((la
surgió en Francia una plétora de publicaciones y nuevas sociedades geografia apenas se ha desligado parcial y lcmamenre de sus estre­
geográticas, espoleadas ambas por la necesidad de dotar a la geo­ chos vínculos con la historim). De hecho, hasta 1 942, l'agrgalio11,
é
grafía de una base profesional y de hacerla más práctica en sus apli­ principal examen que deben superar todos aqueJios que desean en­
caciones económicas (Schneider, 1990). La mayoría de las sociedades señar en uojversidacles e institutos, era un examen conjunto de geo­
estaban relacionadas con la expansión colonial, el desarroUo mercan­ grafia e historia (de Planhol, 1972; Bataillon, 1983) y sigue siendo
til y la difusión de la civilización francesa por el extranjero (McKay, esencial poseer conocimientos en ambas materias para preparar una
1 943). Entre los defensores más enérgicos de la nueva geografía en licenciatu.ra de geografía o de historia. Este lazo con la historia era,
el periodo 1875-90, encontramos a Ludovic Drapeyron, cuyos es­ en parte, consecuencia del desarrollo institucional de la disciplina,
fuerzos· fueron cruciales en la creación de la Société de Topographie reflejado en los propios orígenes de Vidal de la Blache como hjs­
en 1876 y el lanzamiento de la Revue de Géograpbie en 1877 (Broc, toriador, pero también el resultado del modo panicular en que los

120 121
historiadores y gcógnifos franceses conceprualizaban la e,·olucióo serie de otras sociedades bricárucas como la Geological ociecy fun­
histórica de su pais. 1\ finales del siglo X I X , muchas zonas de Ja dada en 1807 y la Zoological Sociery en 1 826 (Mili, 1930; Camcroo,
Francia ruial sólo habían cxperimeacado mdireccamcnte los especta­ 1980; Scoddan. 1986). La idea de establecer una sociedad geográfica
culares cambios indusmalcs y "urbanos que ya se habían producido fue iniciaciva de los miemhros del Raleigh Travellcrs' Club, fundado
en otros lugaxes, coosen·ando en sus paisajes y sociedades una serie como club de cenas en 1 826 (Cameron, 1980). El presidente del co­
de caractecisticas propias. Era l:t búsqueda de esta identidad regional mité fundador era Sir John 13arrow ( 1 764- 1848), Secretario Perma­
particular la que comtituii1 el segundo rasgo fundamental de la geo­ nence del �liniscerio de Marina desde 1 803, y entre otros miembros
grafia francesa. destacaremos a Roben Brown ( 1733-1 858), conservador de la sec­
Buttimer (1971) subrara lJUC la tradición geográfica francesa esta­ ción de botánica del Museo Británico, Lord Broughton ( 1 786-1869),
ba muy en deuda con la cambiante concepruafuación de la sociedad político, Sir Bartholomc Frere (1778-1851), diplomático, el honora­
y el medio ambiente en la Francia del siglo X I X , y en particulax con ble Mountsruarc Elphinsmne (1779-1859), diplomático que sirvió
la obra de Frédéric Le Play ( 1 806-62) y Émile Durkheim ( 1 858- gran parte de su vida en la Easc India Company, y Sir Roderick Tm­
1 9 1 7). El interés de Le Play en las relaciones entre una sociedad \' su pe)' Murchinson (1792-1871), soldado y geólogo (Gilbert )' Goudie,
entorno geográfico contrastaba enormemente con el posirivismc; de 1971; Cameron, 1980). El Almirante William m}•th, ocro miembro
Cornee y Saint-Simon, por ejemplo. y ejerció una importante influen­ del Raleigb Club, se unió muy pronto al comité y, bajo el patrociruo
cia en la geografía a través de uno de sus discipulos, Edmond De­ del rey Guillermo 1 V , la sociedad se expandió rápidamente. La
molins (1 852-1907). Aunque Demolins dcfencUa con firmeza la idea mayoría de los miembros eran hombres de elevada condición social
de que las condiciones geográficas determinaban los sistemas socia­ y :isí fue durante todo el siglo XIX, época que también se caracterizó
les, su ceoria sobre los vínculos entre los grupos sociales y el medio por su marcado acento militar. Estos rasgos no constituyeron nece­
en que vivían influyó en la posterior cunceptuaJjzación de Vidal de sariamente una ventaja desde eJ punto de vista académico y Scoddan
la Blacbc de los gmru de 11ie (Dickinson, 1969). El acenm c¡ue puso ( 1986, pág. 61) ha observado que ((estos dos componentes de la so­
Le Play en una ciencia social integrada, consrruida en romo al lugar, ciedad indican un acercamiento propio de aficionados, incluso dile­
trabajo y familia, perduró en la integración de la gcografia francesa rantes, a una disciplina que todavia no cx.istia en términos profesio­
con otras ciencias sociales. La segunda gran influencia de la naciente nales».
disciplina de la geografía en Francia fue, según Bunimcr (1971), la La sociedad albergaba también, sin embargo. a muchos científi­
.
obra de Emile Durkheim, que la autora contrasta con la ejercida por cos notorios e bizo grandes esfuerzos para patrocinar expediciones
Ratzel en la geografia alemana. Así, Butcimer (1971, pág. 30) consi­ científicas. Seis eran sus principales objetivos: recoRer y publicar he­
dera una distinción fundamental entre los dos enfoques: «el enfoque chos y Jcsci1brimiemos nuevos; acumular libros sobre geografla y
de Ratzel, que estudiaba la sociedad mundial en términos de movi­ mapas; procurarse instrumentos de utilidad para los viajeros; prepa­
mientos espaciales y adaptación ecológica a la naturaleza; y eJ de rar instrucciones para que los viajeros pudiesen ampliar sus conoci­
Durkhcim, que estudiaba la sociedad mundial como un sistema autó­ mieocos geogrificos; mantener correspondencia con otras sociedades
nomo poseedor de una "morfología" (patrones formales) y una "fi­ geográficas similares; y comunicarse con las sociedades de disciplinas
siología" (modos de 'rida, comportamienco) propias». Mientras que afines (Carncron, 1980). Desempeñó un papel imporrance en el patro­
Rarzel reivindicaba en su Anlhropo J!.tO/l,raphit la sociedad mundial co­ amo de expediaones al Arcico canadiense, gracias :i la anfluencia de
mo objeto de estudio, Durkheim contemplaba el debate sociedad­ Barrow, y a ;\frica, por 1mc1ativa ele Murchinson. Las anterpreracio­
me<lio firmemente enmarcado en la morfología social. nes del papel de la sociedad en La exploración de Afoca son muy va­
riables. Muchos de sus miembros fundadores también habían perte­
4.3.3. Gran Brelmio necido a la Asociación Africana, fundada en 1788, incorporada a la
Royal Gcograpbical Socicry en 1 8 3 1 . Existían otras eres razones ob­
La creación de In Royal Geographical Societ)' de Londres en vias por las c¡ue África tenía ral preeminencia: según palabras de Ca­
1830 siguió a la de París y Berlín, y, del mismo modo, a la de una meron (1980, pág. 76), «el continente era un paraíso para el cazador,

122 123
un desafío para el misionero y una afrenta para los detractores de la ( 1 832), Bedford College for \\fornen ( 1 849) y Owen College de Man­
esclavitud.)) Debajo de estos motivos, sin embargo, yacía una razón chester (1851) . La geografía no fuc una de las primeras disciplinas
política más profunda, a la que contribuyeron de manera considera­ que se enseñaron en estas universidades y hasta la década de 1880 no
ble las actividades de los soldados r políticos de la sociedad. quedó firmemente establecida en el plan de estudios universitarios.
Desde la década de 1850, la apertura de Africa a manos de explo­ En las décadas de 1830 y 1840. existían múltiples coincidencias
radores y misioneros prepa�ó el camino de la explotación comercial entre los intereses de los geógrafos y los geólogos, ilustrados en la
y la posterior partición de Africa entre las potencias coloniales en el organización de la Bciúsh Association for the Advancement of
Congreso de Berlín de 1884-85. Los estrechos vínculos entre la geo­ Science, fundada en 1831. En 1 834, se agruparon la geografia y la
grafía y la política impenal quedan perfectamente ilustrados en la geología como Sección C de la asociación y en 1841, se cambió el
obra de 1 r Barde Frere, presidente de la Royal Geographical Socic­ nombre por el de «Geología )' Geografía fisica» (Howarth, 1951;
ty de 1873 a 1 874, administrador v hombre de estado destacado en Beaver, 1982). Este cambio reflejaba en parte la poca estima en que
1 ndia y en el sur de Africa. Emer
y. (1984, pág. 345) ha observado al los geólogos tenían a exploradores y viajeros y, como resultado,
respecto que «frere compartía la idea contemporánea muy generali­ en 1851 se estableció una sección nueva, l:i Sección E para «Geo­
zada de que los geógrafos debían ocuparse en primer lugar de am­ grafía y Etnología», de la que se nombró presidente a Murchinson,
pliar los conocimientos sobre la Tierra, a través de sus exploracio­ por entonces presidente también de la Royal Geographical Sociery.
nes». Emery ( 1984, pág. 346) añade lo siguiente: «La exploración En 1 869, tras la fundación de la Sección H para la antropología, la
geográfica atraÍ:I n Frere no sólo porque le abría las puertas de nue­ Sección E quedó exclusivamente dedicada a la geografía. La crecien­
vas investigaciones ciendficas, sino también porque reflejaba "las te separación y conflicto entre geólogos y gc6grafos en las décadas
fuentes virnles de la vida nacional activa", extendiendo el prestigio de 1850 y 1860 tuvo importantes repercusiones en el desarrollo insti­
británico por todo el mundo.» Para Hudson (1977, pág. 12), el im­ tucional de las dos disciplinas. 1 lacia l:i década de 1 860, la geología se
pulso que recibía a la sazón la geografía iba encaminado principal­ había convertido en una disciplina profesional, bien consolidada en
mente a «servir los intereses deJ imperialismo en sus diversos aspec­ las universidades, mientras que la geografía seguía envuelta en una
tos, incluida la adquisición territorial, la explotación económica, el nube vaga y difusa, dominada mdavia en gran medida por el contex­
militarismo y la práctica de la dominación de clase y raza». Los in­ to social de los fundadores (Stoddart, 1986). No obstanre, en la déca­
formes de los exploradores se leían con avidez y creaban en la mente da de 1 870, aumentó la popularidad de la geografía en las escuelas y
del público europeo una visión particular de Africa. Estas ideas no la Royal Geographical Society instó a bs universidades de Oxford y
ernn siempre bien acogidas en círculos geográficos, como ha demos­ Cambridge para que programasen cursos parn formar profesores de
trado Driver (1991, pág. 7) en su análisis de las reacciones suscitadas la asignatura. Estas peticiones cayeron en saco roto y la disciplina si­
por las expediciones africanas de Stanley. guió siendo objeto de numerosas criticas por parte de los geólogos,
La Royal Geographical Society también desempeñó un papel im­ quienes alegaban que la geología podfa englobar f
ácilmente las áreas
portante en la enseñanza de la geografia en las universidades británi­ de la geografía dignas de atención. Esta disparidad de opiniones no
cas. Freeman ( 1 980b, pág. 4) ha observado al respecto que «en 1 833, era sólo de orden académico, sino que probablemente intervino en el
el Univers1ty CoUege London pidió a la Sociedad que hiciese una pe­ enfrentamiento de elemenros personales. A este respecto, roddan
queña donación para permitir la creación de una cátedra de geo­ ( 1 986, pág. 72) observa que «los geólogos solian ser, especialmente
grafia, en la que se nombró secretario al capitán Alexander Macono­ en la década de 1870, hombres rudos acostumbrados al aire libre»,
chie RN». Esca iniciativa resultó plenamente insatisfactoria. Atrajo a mientras que «los primeros geógrafos académicos eran, por lo gene­
muy pocos estudiantes y cuando Maconochie cesó en su cargo al ser ral, la andtesis».
nombrado gobernador de la tierra de Van Diemen en 1 836, la cáte­ En 1886, la Royal Geographical Socicty se dirigió de nuevo a Ox­
dra no se cubrió. Por entonces, sólo existían tres universidades en ford y a Cambridge, ofreciendo ayuda económica para la fundación de
lnglaterr:i, Oxford, Cambridge y University CoJlege London, pero cátedras o plazas de profesores de geografía en esas universi­
muy pronto se crearon el King's College London (1831), Durham dades, y un año después sus propuesrns fueron atendidas. A principios

124 125
de 1 887, HaJford Mackindcr (1861-1947) presentó ante la Royal Guyoc, profesor de geografia y geología de Prioceron desde 1854,
Gcographical Society un importante trabajo titulado «Ün the scope proporcionó el principal vinculo con la geografia alemana y en su
and mechods of geography» )' hacia finales de año había conseguido conmemoración de Rím:r hi7o hincapié en la importancia del papel
un puesro de profesor adjunto en Oxford (Scargill, 1976). Un año de l:i geografía en el escud10 de la unidad orgánica del mundo hu­
después, en 1888, Francis Guillemard ocupaba una pinza similar en mano y 11sico (Wright, 1952). Tanto en los argumenros de Thomp­
Cambridge, para ser suslituidn seis meses más mr<le por John son como en los de Guyoc subyacían ideas releológicas profundas
Young Buch:inan, excelente científico que se granjeó su buena repu­ y ambos reflejaban la importancia considerable de la religión cristia­
tación de químico y fisjco durante el viaje del Challenger ( 1 872-76) y na en la formación del pensamiento de los geógrafos americanos del
crn conocido por su talante algo frío y rerraído (Stoddart, l 975a). La si�ln XIX.
geografia despegó pues en las universidades inglesas de dos formas in embargo, la Amcric:in Geographícal ocícrr no fue la única
muy distintas: en Oxford, el énfasis de Mackinder en la geografía re­ en dererminar el desarrollo de la geografía estadounidense del si­
gional y política cosechó mucho éxíco, mienrras que las clases de Bu­ glo XIX. Durante la Guerra de la Independencia, George Washing­
chanan en Cambridge acerca del aspecto fistco de la disciplina no ton había reconocido la necesidad de que un geógrafo-topógrafo ele­
destacaron por su popuJaridad. vase mapas y describiese cl terreno de las áreas de sus campañas y,
en 1777. el Congreso decidió aurorizar el nombramiento de Robert
Erskine para ese puesw. Posteriormente, se recurrió con frecuencia a
los servicios de los geógrafos para asuntos militares. En 1818, se es­
4.3.4. fütt1dos Unidos
tableció un Departamento de Geografía, Historia y Úrica en la Aca­
demia militar americana de West Poinr, y en eJ rrusmo año se incor­
La crc.ición de sociedades geográficas en las ciudades del mundo poró una Oficina topográfica al Departamento de Ingeniería del
llamó la atención de los comerciantes, erurores >' filántropos neoyor­ ejército en \.X'ashingmn OC (Fríis, 1981). A partir de entonces, los
quinos quienes, en 1851, fundaron la American Geographical and topógrafos militares proporcionaron numerosas noticias topográficas
SrarisricaJ Soc1ery de 1 ueva York. En sus primeros años, la sociedad del Oeste americano (Goeczmann, 1966) y, en 1879, el Congreso
se centró principalmente eo la exploración y la integración económi­ aurorizó cl establcc1micnro de una Comisión Geológica y Geográfica
ca de los Estados {.;njdos. Wríghc ( 1952) resume los cuatro focos de de los Esrados Unidos en el Ministerio del lnrerior. Posteriormente,
interés dt: la sociedad en la apertura de los estados oecídenrales, la se eliminó el término «Geográfica» del título, como reflejo del nuevo
exploración y desarroUo de los lazos económicos con Sudamérica, la con!Jicro entre los practicantes de las dos ilisciplinas y de sus fuerzas
exploración de África inspirada en gran medjda en Jos informes de relativas. Sin embargo, bajo la dirección de John Wesley Puwell, la
las actividades misioneras de Lívingstone, y la exploración del Árti­ Comisión siguió teniendo un marcado acento geográfico, encarnado
co. En 1859, año del fallecimiento de Humboldt y Rittcr, y de la pri­ principalmenre en la persona de l lcnry Gannett, nombrado geógrafo
mern publicación del Origen de las especies de Oarwin, se publicó cJ en jefe de Ja Comisión Geológica estadounidense en 1 879, que per­
primer número del Joumal de la sociedad. Un rasgo particularmente maneció en d cargo hasta su muerte en 1914. Tras la Guerra Civil,
inceresaote de esca sociedad en esa época era el inrerés por recopilu en la cual percüó un brazo, Powell ocupó el puesto de profesor de
y publicar estadísticas de temas muy diversos, desde 11ls caraccerísci­ geología en la lllinois � eslcyan Unjversicy de Bloomingron, y poco
cas del suelo y la agricultura hasta los servicios postales. después inició la serie de expediciones al oeste que culminó con las
Otros dos casgos destacados de la sociedad eran su preocupación del Río Colorado en 1869 } en 1871-72. En su informe acerca de las
por la pertinencia práctica y la influencia de la geografia académka exploraciones del Colorado, Powell hizo hincapié en tres puntos teó­
alemana. En su discurso anual de 1859, el vicepresidente, Rev. Dr. ricos principales: el principio del nivel de base, la naturaleza y poten­
Thompson, afirmó que el valor de la geografia residía no sólu en la cin de la erosión, y la cl:isificación genérica de los relieves (Chorley,
confirmación que aportaba a la Biblia, sino eo Jos beneficim. comer­ Dunn y Beckinsale, 1964). De estas ideas surgieron muchos de los
ciales que podían derivarse de lns exploraciones geográficai:.. Arnold trabajos posteriores de geólogos y geomorfólogos como Gilberc y

126 127
Davis. Como resumen de los logros de Powell, Gil bert ( 1902, pági­ 4.3.5. El i111perioliJ1110 y lo oltema/11•0 a11orq11ista
na 638) comema lo siguiente:
Tms la fundación de las !>ocicdad es geográficas de París, Berlín
) Londres, rápidamente se esrnblecieron ouas en diferentes parres
Las ideas novedosa� pre�c:ntndns en los términos <<drenaje so­ del munuo: en M éx ico ( 1 833). Fr:incfort ( 1 836), Brnsil ( 1 838) y Ru­
breimpuestu>• )' «<l rcnnjc antecedente» se asociabnn con l:t idea más !lia ( 1 845). En 1 869, veinte er:in las sociedades geogr:Hicns reparti­
general de que la historia tis1ea de una región podía deducirse parcial­
das por el mundo y en 1889 vn se habi:10 creado oLras sesenta v dos
mente de un estudio de su sisrcma de drenaje cnn relación a su es­
(Cape l, 1 9 8 1 , pág. 56). Tud �s ellas representaban la formaliz�ción
tructura rocosa. Otra idea general se formuló mc:dinme el uso del tér­
social de l:l discipl ina )' la vinculaban estre cha mente n los ohjecivos
mino 1enivel de hase», a �abc:r: como el deterioro del terreno está
Hm1tado hacia abajo por el nivc:l del agua cstnncada resultado de la ) empresas del poder capit:ilista en cuamo a la explo ración y topo­
desecación, los tipos de formación de terreno en un área de drenaje grafía de las nuev:is parres del mundo. Ex1scía, sin embargo, orra
dependen de dicho limite. Estas dos ideas, desarrolladas gradual­ �eografia, una geografía crmca «suhrerrinea», consrru 1d a sobre las
mente por una generación de estudiames más jóvenes, consciruren mismas rradiciones rcmpranas de la cüsci plina, pero expresad a en
los principios fundamentales de una nueva subciencia de la geologi:i. pr:kricas radicaJmcncc d 1 fercnres. os refeamos a la geografía
a veces denominada gcomorfologia o geogrnlla tisiC1. 11narci u1sca, gran deudora de los mo\"imientos sociales francés v
ruso, tlu'\rrada en los esfuerzos Je la malhadad a C.omuna de Pa ris

Con estas palabras, Gilbert no sólo evalúa los logros de Powe U, de 1 8 7 1 . Los dos deft:nsorcs mas conocidos de esrn corrienre Fue­
.
sino ciue subraya de forma significativa c¡ue en los albores del siglo ron Elisée Rcclus ( 1 830-1 905) (Glblin, 1 979; DLinbar, 1 98 1 ) y Pyotr

XX la geografia fisica era, por lo menos para algunos, una mera sub­ K ropockm ( 1 842- 1 9 2 1 ) {Stnddart, 1975b; Breicbarr, 1 98 1 ; /\lexan­

disciplina de la geología. drovskaya, 1983; Potter, 1983).

El desarrollo institucional de la geografia en las universidades es­ Elisée Reci os es uno de los aurores más prolificos en temas _Keo­

tadounidenses estuvo muy ligado, desde sus principios, a la geo­ gráftcos <le coda la hmoda )' se le conoce, principalmente. por su
logía. Si bien Gross ya había dado clases de geografía en Columbia obra de geografia flsica La ltrrt ( 1868-69) r por su obra maescra en

encre 1784 y 1795, y t-:emp hizo lo propio hasta 1 8 1 2 (Drycr, 1924), <l1ccmue\ e ''ol úmenes Nu1111rllr /!,iO,R,rapbit 11ni1•erstlle ( 1 876-94). u pa­

la primera cátedra de gcog raña fue la gue, combinada con la geo­ dre era un paswr protcsrnnte del sudoeste francés y el jo\'t:n Reclus

logía, ocupó Guyor en Princeron. En otros lugares, como en Cornell se embarcó en una educación teológicn, incluidos seis meses en la

(Dun bar, 1961), en las décaJas de 1870 y 1880, la geogrnña solía in­ (Jniver�iJnd de BerlJn en 1 85 1 . Ahi asistió a las clases de R icter, ciue
cluüse en los de partamenLos de geología, con el acenco colocado en deja ron una huella profunda en su carrera posterior. Regresó brc­

la enseñanza de Ja geogrníla física. William Morris Dav is , principal vemcnce a Francia, donde se opuso al golpe de estado ele Napo­
geógrafo de su época, fue nombrado profesor de geogr:ifia física de león I J l, y ca los sit:te años siguienrcs rraro de enconrrar rrabajo en

1 la rvard en 1890, siemp re dentro del Depana mento de Geología y lnglaterrn, I rlanda y Norteamérica. En 1857 voh·i6 a Francia \', al ti­
Geografia. Hasta 1898 no se creó el primer depanamento exclusiva­ na!, logró un empico como auror de gu ías de v1a¡e para l:i cdicorial

mente geográfico en una wan uni v ers idad, en concreto en el College 1 lachenc. b..n lo" catorce años que siguieron, desempeñó un papel

of Commcrce de Berkeler, en el seno de la Universidad de California acri vo en la Sociedad Geo�r:ifica de Paris, se adhirió a la t\<;oc.:iación

(Dunbar, 1961). f lasta 1903 no se ofreció en una universidad esta­ Internacional de Trnba1ndores )' reubió h iníluenc1.1 del nnarquista
dounidense, en este caso en l:l Universidad de Ch icago, un doc'tora­ �l 1chael Bakurun. l:.n 1868, Hachenc publicó el prime r volumen de
do en geografía. incluso por entonces, ba jo la dirección de Rollin Lo lf!rre y ello estableció su repuración internacional como geógrnfo.

Salisbury se trataba de un depa rtamento muy centrado en la geo­ Apresado en los i


prime ros dias de la �upres ión de la Comuna de Pars

grafh fis1ca, donde el principal objeto de estudio era el examen de de 1 8 7 1 y expul �ado del raís, se re fugió en Suiza. En ese país prepa­
las influencias medio ambienrnlcs en las diversas manifestaciones de ró el manuscrito de su geo� raf!:1 universal, la 0111111/le ,v,to.v,raphie 1111i­
la vida (Pattison, 1961 ). nrsel/11, continuó con sus actividades políticas y , en 1876. emitió un

128 129
comunicado público con sus creencias anarquistas. Regresó a París en Humboldt, de que la disciplina podía superar Ja creciente división
en 1890, pero se instaló en Bruselas en 1894, donde colaboró en la entre las ciencias humanas y las ciencias naturales. Bowen (1981,
fundación de la Nueva Universidad de Bruselas y en 1898 creó un pág. 261) sugiere, al respecto, que Kropotkin destacaba como una
Instituto Geográfico (Giblin, 1979; Dunbar, 1981). excepción palmaria entre los demás exponentes de la disciplina, por
El Príncipe Pyotr Alexeivich Kropotkin se aproximó al anarquis­ mantener con vida 1<el modelo de Humboldt acerca del geógrafo hu­
mo desde un contexto totalmence diferente (Woodcock y Avakumo­ manista radical que defiende la síntesis, las ideas holísúcas y la refor­
vié, 1950). La primera parte de su carrera transcurrió como oficial ma social como pane de un vigoroso empirismo científico)) (Bowen,
militar en Sibcria, donde esrudió con derenimienro ranco el entorno 1981, pág. 261).
fisico como las condiciones sociales de la población. Tras cinco años En los círculos geográficos del momento, ambos personajes sus­
en Siberia, regresó a Moscú y durante ese periodo fue adquiriendo citaban admiración, pero el anarquismo se contemplaba como una

cada vez mayor conciencia de que no era posible estudiar la ciencia rémora en su ciencia. Reclus recibió en 1894 la Medalla de Oro de la
pura dejando de lado las condiciones sociales. En 1872 visitó una pe­ Royal Geographical Society de Londres por los eminentes servicios
queña comunidad de relojeros anarquistas de Suiza y, desde enron­ prestados a la geografía como autor de la Nouvelle giographie 11niverselle
ces, asumió la necesidad de adoptar una versión anarquista del socia­ (Cameron, 1980) y Kropotkin, homenajeado por la Royal Geograp­
lismo (Breitba re, 1981 ). Fue arrestado e ingresó en una prisión rusa hical Sociery en un banquete por sus servicios a Ja geograíla fisica,
en 1874, pero logró escapar a lnglaterra en 1876. U n año después declinó incorporarse a la sociedad (Breicbart, 1981). Es, en efecto,
conoció a Rcclus en Suiza y, a partir de esa fecha, se convirtieron en extraordinarjo que un grupo de geógrafos esencial y profundamente
muy buenos amigos y colaboradores. Kropotkin fue encarcelado de conservadores tuviesen a ambos hombres en can alta estima. Las
nuevo, en esta ocasión en Francia, entre 1883 y 1886, y después se aportaciones científicas de Kropotkin a Ja geografia física, en par­
instaló en lnglatcrra, donde permaneció hasta su retorno a Rusia tras ticular, se consideraban muy importantes y el autor mantuvo una es­
la Revolución de 1917. trecha amistad personal con Keltic, secretario de la Royal Gcogra­
Para ambos hombres, el trabajo geográfico fue parte de la prácti­ phical Society desde 1892 hasta 1915. No obstante, incluso Keltie
ca anarc¡uista. Rcclus era menos directo en su defensa Literaria de la (1921, pág. 319), al redactar su obituario, decía que «éste no es eJ lu­
anarquía y su obra más anarquista, es L'Hon11m ti la lt"t, publicada gar para tratar en detalle las acciones políticas de Kropockin, excepto
en su mayor parte póscumamence. En esta obra, el autor subraya la para lamentar que su dedicación a ellas mermase los servicios que
importancia de la geografia a la hora de determinar la distribución podrfa haber prestado a la geografia>>.
global de Jos recursos y permitir su uso para beneficio de codas las Dados los muy estrechos lazos que existían entre el mundo de
gentes por igual. La tesis central de Reclus es que unas comunidades Ja geografia del utablishn1tnt, constituido por las sociedades y por las
de trabajadores libres deberían tomar las decisiones acerca de Ja pro­ recientemente creadas cátedras universitarias, y los representantes co­
ducción y cl consumo, con viseas a garantizar una dislribución equi­ merciales y políticos de las potencias imperialistas europeas, no es
tativa de los beneficios (Dunbar, 1981). Kropotki n hacía asimismo de sorprender que las ideas de Reclus y de Kropotkin cayesen en d
hincapié en la importancia de la acción comunitaria en el éxito de su olvido. Sin embargo, el comentario recogido más arriba de Keltie
visión anarquista. Bajo la influencia del darwinismo social de finales ilustra otro factor que ha tenido consecuencias duraderas en la prác­
del siglo XIX, sostenía que Ja creación de una sociedad satisfactoria tica de Ja geografia. La ciencia de Kropotkin estaba íntimamente li­
dependia de la unidad dentro de la diversidad, eso que Brcitbart gada a su práctica social y política, pero para Kelcie y para otros de­
(1981, pág. 136) ha calificado de «un sentido de dependencia mutua seosos de establecer una nueva base para la disciplina, se convirtió
para la acción colectiva, pero también una oportunidad para expresar en un elemento esencial de su fe en que la ciencia debía ser neutra
Ja diferencia indJviduabl. Estas ideas quedaron plasmadas, e.o gran y libre de juicios de valor desde el punto de vista político y social.
medida, en la obra M11111al aid, publicada en 1902 y concebida como Poco conscientes eran todos ellos de guc al adoptar esta definición
presentación general de una historia evolutiva. Oteo componente de ciencia, aunque fuese implícitamente, los fundadores de gran par­
crucial de la gcografia de Kropotkin era su opinión, muy inspirada te de la geografia moderna separarían la disciplina de uno de sus

1 30 131
intereses m:is fundamcntale-;, el interés rrílico por (ac; interacciones Pri11ripios dt la .�eolo<�ia ( 1 830-33) de Lrell , los argumentos <le Darwin
entre el ser humano r el med10. \unc¡ue ambos Aeó�rafos c¡uedaron constituían un dcsaOo formJdable para todos los geógrafos {\,·idos
al margen del P.rtabli.rh1111111I geográfico de la époc:i )' ejercieron poca por acaparar el feudo del enromo físico. Como resultado, hacia prin­
influencia inmedi:m1 en el desarrollo institucion:il posterior de la dis­ cipios del siglo x x , la gcowafia se ickm ificaba firmcmcnce con dos
ciplina, mantu\•ieron encendidn In llama de la investigación y de la conccpws: el determinismo ambicnral )' la región.
acción pnícticn en el terreno de la crítica social, que en otros países
se extinguió sofocada por la geografía imperialista (Galois, 1976).
4.4. 1 . Lo 111jl11mr1t1 dt DarJ11i11 en la .�to.st,rajía

4.4. EL SER HUM,\:-JO, E:.L l>IEDIO Y L,\ GEOCiR.\Fl1\ RT:CIONAL La influencia de lo� conccpros biológit:os en el pensamiento gco­
gr:ífico ha sido mLt) importance en el siglo XX. Según palabrns de
Los úlrimos treinta años del 'iglo x1-.; fueron un períouo en yue Stoddart ( 1986. pág. 159):
los geógrafos aspiraron a crear la base oficial que lk\•ase a la dist:ipli­
na insrirucionalinda a ocup:ir el lugar que Je corrci.pondía en el :-.lucha:. de la� obras geograficas de los últimos cien años. .. c;c han
mundo académico. Estaban puc:� muy influidos por la� ideas m:b ge­ inspirado. ya sea explícita o implicitamcmc, en la biologín y, en parti­
neralizadas en Li comuojclnd científica acerca <le: la na tu raleza de In cubr, en D:irwm. J\luchos de los darwinrnnos originales, como Hoo­
ciencia, así como pC1r la� actitudes y opiniones de los prnctic::tntes de ker, Wnllace, Huxk:y. B:m:s y el propio Oarwin, se ocuparon nctiva­
mcnre ele In exploración geogr:iílc:1 y íuc:ron, en gran pnne, los
otra:. disciplina� con las que manrcnian relaciones conflictivas. L:i
hechos de l:i d1sml>uciíin geográfica por el espacio los que suminis-
publicación del Origen de las rsperies de Charles Dnr\\'in (l 809-1882)
1 rnroo :i Darwan el ¡..TCrmen de su 1eor1a.
en 1859, tuvo gran impacto en los intereses ya consolidados de lo<:
geógrafos con el encarno humano . con el
, fisico. La aceptación ge­
o obstante, los geógrafos dcJ siglo XIX seleccionaron sólo una
ncralizad:t de esrns ideas evoluc1vas llevó al consiguiencc rechazo de
parte del corpus de trabajo de Darwin para incorporarlo a su nut.·Ya
muchas de las obr:is geográficas inspirada:: en las ideas teleológicas
disciplina oficial. tocldarc (1986, pág. 1 59) sugiere al respecto que «en
de eruditos como Rürer y Guyo1. 1\rmsrrnng (1985) califica uno de
la gcografla. . . el darwinismo i;c incerprcrnha primariamente como evo­
l os principales cfcccos de li1 revolución darwiniann en la geogrnfin
lución», en el sentido de la transformación con el paso dd tiempo.
como la ruptura de los la70S con la ecología oaturnl. r.s iróruco, sin
En el desarrollo de sus argurnemos, sin embaq?o, Darwin ( 1888,
embargo, que nñada lo siguiente:
pág. 410) empezó discutiendo cómo se :ll>Oci:iba el proceso de <lo­
mesticación con «mucha de La variación causada. o por lo menos in­
Un:1 de las consecuencias de In obra de Darwin fue un v1ra1e hacia
citada, por las condiciones cambiantes de la vida». Observó ciue
el nco-l.1m.1rd. ismo. 1.as 1dc:1s sobre la evolución la nocjón del
micncrns «la variabilidad no está rcaJmemc causada por el hombre. . .
cambm grntlunl de los urgnnismos, Incluido el hombre, con el pílSO
<lcl tiempo )' et conccpro menos r:idical de In ndaptnción de los or­
el hombre puede sclecciont1r, y d e hecho selecciona, las variaciones
ganismos al medio en c¡ue viven se asimilaban m:i s fácilmente, �egún c.¡ue le propone l:i naruraleza» (Dnrwin, 1888, p:íg. 4 10). f.'un<lamen­
parece, qut- In idea central del dnrwinismo de In selección n:llurnl ral para las ideas de Darwin, plasmada ya en su descripción de 1842
(Armstrong. 1985, pág. 41: \•éasc 1ambién Campbcll y Livin�stonc, }' en el ensayo de 1844, es L-1 importancia de la variabilidad inicial y
1983; l.1vings1onc, 1984). nleawria de la na curaleza (Darwin y '\' allacc, 1958). ,\ parur de esa
idea, elaboró el argumcmo sobre 1<la lucha por la existencia cnrrc 10-
Con eso y con wdo, las idens de Dru-win unidas a las de Spencer dos los seres orgánicos n lo largo y ancho del mundo» que conside­
(Pcct, 1 985), también sencaron Jas bases para t¡ue geógrafos como raba como «la doctrina de Ma.Jthus aplicada a los reinos animal )' ve­
Ratzel dcsnrrolhrnn nuevas formas de concepru:ilizar las relaciones getal en w totalidad» (Darwin, 1888, p:ig. 3), y de la que derivó el
entre las gentes y el medio .1mbicn1c. Adem:is. combinados con los concepto de selección natural. M:is c.¡uc ocuparse básicamente de l a

132 133
controversia�. pero Bassin ( l 987a) sostiene de forma muy convincen­
evolución como cransformación en el tiempo, las consideraciones
te que Raczel e inspiró, sobre todo. en las explicaciones que de las
cJa,·e de Darwin estaban rclacjonadas con los orígenes de la variabi­
idea� .darwinia�as proporcionó Moritz Wagner. Wagner ( 1868) de­
lidad y el proceso de selección. Algunas interprecaciones de estos te­
fend10, en pamcular, que el esquema de Darwin estaba falto de una
mas tuvieron una imporrnncin particlilar en las vastas áreas de la in­
dimensión espacial y Ratzd desarrolló sus ideas relacionadas con la
vestigación y la enseñanza postcrjores de la geograña: las relaciones
migración, bases tcrriroriaJcs de las especies \' Lcbm1ra11111 debido en
entre la población > eJ enromo, la comprensión de los procesos fisi­
cos y el uso de la región como objeto de la investigación geogr:íficn.
grao medida, a sus concacros con Wagner. Úscos puntos de vist � e
abordaban en el primer volumen de su Anthropo-Gi'ograpbie (1 882),
donde exponía las tres tareas principales de la nueva disciplina, a sa­
ber: «1) describir las regiones de la ecúme.nc r la disrribución de La
4.4.2. El <rhombre» y ti 111tdio
raza humana por ella; 2) estudiar los movimientos migratorios hu­
man�s de todo tip con respe to, según sus palabras, "a su depen­
Los argumentos de Darwin tu\•ieron grandes repercusiones en la �, �
dencia con La uerra ; y 3) anal.izar los efectos del enromo natural en
comprcnsión de In relación entre las poblaciones }' eJ medio en que
el cuerpo y el espí�itu humanos, tanto en individuos como en grupos
viven. /\1 igu:tl 9uc Humboldt y Ritter, Darwin incluían las perso­ _
sociales en su con¡unto» (Bassin, 1987a, pág. 126). Los argumentos
nas «en el mundo vivo de la naturale;m> (Scoddart, 1986, pág. 167).
de Raczcl relativos a la cuestión del determinismo ambiental eran sin
Oarwin subrayó, en particular, la interconexión entre los elementos
del mundo vivo, y proporc10nó la esrrucrura demro de la cual na­
embargo, algo ambiguos y abstracms, y debemos buscar en la �bra
de autores posteriores para encontrar los vínculos causales más dj­
cerían muchos de los texcos ecológicos posteriores (Srauffcr, 1960;
rectos on la iníluencia del medio en las personas. Éstos, a su vez,
Vorzunmer, 1965). Fueron, sin embargo, los biólogos y no los geó­ �
deben oterprecarse con respecto a la corriente de apoyo incelecruaJ
grafos los que exploraron estos temas más en detalle. Haeckcl �
de las ideas cada vez más materialistas y positivistas sobre el lugar
(l869), profesor de wología cn Jena, fue el primero en acuñar el tér­
del ser humano en la nacuraleza, vigentes en las postrimerías del si­
mino ecología, y hasta después del estériJ debate relativo aJ hombre
glo XIX. Llegados a este punto, tambiéo cabe destacar las ideas de
r al medio ambiente no se reimrodujeron en los estudios geográficos
1 lerbert Spcncer ( 1 864, 1882) como influencia en la aplicación de
algunas de las ideas biológicas más rcle\·antes procedentes ele la eco­
«los principios cientifieos de la evolución de los organismos concebi­
logía (l:hrrows, 1923).
da por Lamarck }' Darwin en el desarrollo Jd "organismo social"»
A finales dcJ siglo XIX v principios del XX, el jmerés geográfico
(Pece, 1985, pág. 313).
por las relaciones entre la población )' cJ medio se contemplaba des­
Las ideas 9ue sirvieron de base para formular el estado de la geo­
de dos perspectivas principales: el determinismo ambiental y el posi­
grafía en las primeraR décadas del siglo
XX formaban, pues, parte de
bilismo (Tatham, 1951). Johnston (1987, pág. 36) considera estas dos
una transformación mucho más amplia en la sociedad europea r nor­
corriences como enfoques rivales que representan <<los primeros in­
teamericana, donde, según palabras de Liv1ngscone (1 984, pág. 22):
tentos de generalización emprendidos por los geógrafos de la era
«el fundamento de la legitimación social se traspuso de una teoría,
moderna». No obstante, en el pasado, se han perfilado con excesiva
basada en la ccologia natural, a otra, sostcnida por la� nuevas leyes
rigidez las fronreras entre escas dos posturas. El geógrafo aJemán
de la naturaleza». Estas ideas también tuvieron gran importancia
Friedrich Ratzel ( 1 844-1 904) se ba erigido con el tiempo en fundador
política, lo que constiruyó un factor adicional para la publicación de
del determinismo ambiental (Wanklyn, 1961; Buccmann, 1977), pero
obras geográficas que pretendían indicar la superioridad de las razas
aunque su Anlhropo-Geographir (1 882, 1891) defendía la idea de que
blancas europea. y norteamericanas con respecro a los pueblos de las
la actiYidad humana en la Tierra estaba determinada, en gran parte,
colonias africanas r asi:iricas. asi como a todos los habitantes indíge­
por la naturaleza del entorno fisico, esta postura se difundió por el
nas de las Américas.
mundo anglohablante gracias a Jos nrgumemos, mucho más extre­
En los Estados Unidos, Willinm Morris Oavis (1 906) fue uno
mjstas, de geógrafos norteamericanos como emple y l luntingron.
de los geógrafos más destacados en afirmar c¡uc eJ contenido de la
La influencia directa de Darwin sobre Rat2cl ha sido objeto de

135
134
geugrafia reposaba en las re laciones entre un medio flsico predomi ­
u v as , preca vidas en lugar de i mpu lsi vas. Los me ri d ional es de la
nante y las respuestas humanas ante él. A ñad ió al respecto c¡ue uun cuenca med ite rránea s ub lrop1cal son afables, nada previsores salvo
enunciado t iene calid ad geográfica si contiene una relación razonable en caso de extrema necesidad, alegres, cmocivos, imaginau vos, cuali­
emre algún elemenro inor�án1co de la Tierra en que \'l\'tmos, que dades toda ellas que en los nc�roc; de la banda ecuatorial degeneran
ejerce cierto cont rol, y algún hecho rc!acivo a la existencia, creci ­
en taras raciales muy graves». l-..s1as ideas tru1 dererminiscas, a menu­
miento, comportam i emo o d is trib ución de los hab1t:in rcs orgán icos do expresadas de un modo mrís descarado rodavía, siguieron defen­
de la Tierra, gue sirve como respuesta» (Davi , '1 906, pág. 71). No diéndose basta bien entradas las décadas de 1930 y 1940 por geógra­
obsrnme, aunque Oavis desarrollase estas ideas en el plano teórico, fos como H u nti ngwn ( 1 925: 1945) Y. Taylor ( 1 937). Resulta
hizo muy poco por ilustrar su conexión en la práctica (1 l:irrshorne, p:iradójíco que tanto Semplc como 1 l u ntmgmn buscasen ocasional­
1939). Fue , en crunb1n, uno de los e�tud1anres de R:tttel, El lcn Chur­ mente templar su aparente afinid11d con el determinismo ambiental
ch1ll Semple ( 1 9 1 1 ), quien expresó con la mayor claridad el Jecermi- (Lewrhwaire, 1966), de forma true Semple ( 1 9 1 1 , pág. \•ii) llegase a
111smo ambicnml en su gran obr.i Tbr mj/11enres of geogrnplur mriro11- decir que evitaba <da palabra determinismo geográfico r habla con
111t1/1 , subtitulada On tbe baJis �! Ratzd'J JJ'Jlt111 oj a11lbrnpo¡,l'n!,rapl!J" Aran cautela de control geográfico»: mientras que Hunringcon y Cus­
Gracia�. en gran medida, .1 e ca obra, el mundo de habla inglesa hing ( 1934. pág. 22) observaban c¡ue «el entorno geog ráfico sólo es
conocí<'> las ideas de R :m,el (\'\'righ c , 1966: James. Bladen r Karan. uno de los grandes factores que determinan el progreso de una na­
1983). 1\unque Sernple tratll de eliminar de la obra de Raczel l()do lo ción». N o obstante, como señala Sroddart ( 1 986, pág. 1 7 1 ), (das
que consideró influencia perj ud icial de Spencer, en especia l con res­ cuest iones que planteaban estos determinist::1s esta ban exp resad as con
pec10 :i la teoría org:in íca Je la sociedad y el estado 1.jUC reapnre­ cal c rudeza q uc súlo podían atraer las respuestas más crudas; la
cerín posterio rmente como uno de los puntales cicntificos del .\Jei11 mayoría de los geógrafos fue conscien te de ello y ni Ta ylo r ni Hun­
Ka111pf de Adolf 1 Li tler (Pee1, 1985) no log ró cscap<lr a la acepta­ rtngron lograron In wral aceptación del mundo académico». El pro­
ción abru madora de las i<lca� de Spenccr, a �u ,·ez muy íni;pi radas en blema fundamental con el derermíoisrno ambiental e ra que sus defen­
la obra de Larnarck relacionada con los elementos ambientales deter­ so res deducían los argumentos de la existencia de características
minnnces de la sociedad human:i (Campbcll y L1v111g�t0nc, 1983). La humanas diferentes en entornos distintos, pero no solian explorar los
obra de emple empieza con la� sigu ientes palabras: procesos por los cuales se ori ginaba o consolidaba esta dist ribución.
de Scmple ejercieron grao io íl uencia en la geo­
Aunque las ideas
hl hombre C$ u n pmduclO ue la superficie 1errc�Lre. Ello no sig­ grafía norteamericana de la pri mera parte del siglo XX ( Ha rt shorne,
nilicn sencillamente que cs hijo de 1:1 Tierra, poh·o de su polvtJ, sino 1 939), no eran los úni cos argumentos exp resados con respecto a la
rnmbicn que In Tierrn In crl:l. ahmcnra, le asigno t:1reas, tliri�e sus relación de la poblaci ón y el medio ambieme. Otra tendenc ia es la
pcnsamienms, le cnfn:111;1 a l:lb dificultades que fomdcccn su cuerpo y reprcsenrnda en la obra de Marsh y Shalec (Olwi�, 1980; Liv íngsto­
agudizan rn intel1genci:i, le planrca problemas de navegación o 1mgn­
ne, 1980, 1987). Geoq?e Perkins Marsh ( 1 80 1-82) teofa 63 años cuan­
c1ón, y, al crüsmn uempu, le susurra pistas para ciuc cncucntn: las sv­
do publicó su irnportame obra Man <llld na/11re en 1 864, apenas cinco
lucioncs (Semple, 1 9 1 1 . pag. 1 ).
años después del Origt11 dr laJ uprciu de Darwio. En esta obra, su­
brayaba la i mpo rtancia de las personas como agentes activos que
Para emple ( 1 9 1 1 . pág. 2). el medio narural. que const ituye la reaccionaban ante el med io ambiente en que v ivían y, de este modo,
ba!)e física de la historia, era esencialmente inm u table y su lwacía a to­ lo modificaban. Se trata de una idea muy alejada de b de los derer­
da acrívídad humana. en opos ic ión aJ «hombre carnbiam e. plásnco, minisrns ambientales ,. Olwig (1 980, pág. 45) comema t¡ue la obra de
{¡uc a\•anza y retrocede». E.I temperamento, cultura, religión, p rácti­ Mar�h proporci on ó un núcleo problemático para el mo\•imiento de
cas económi cas y vi da social del ser humano podría n derivarse codos conserv ación posterior, <<donde no se con sidera ;ti hombre corno par­
ellos dc las in fluencias 111nbiemnlcs. re Je la naturaleza ni a islaJo con respecto a ella». Rsrn� ideas fueron
Semplc ( 1 9 1 1 , piig. 620) so st iene que «las gentes del norte de ad opt a das y p uestns en pr:ícti ca por Nath:rniel Snuthgacc S aler �
E uropa son enérgicas, previsoras, serías, reservadas en l u gar de emo- ( 1 8 4 1 - 1 906) (L1vingst0ne, 1 980, 1984, 1 987). halcr habla es tudiado

136 137
con el naturalisra suizo Louis Aggasiz, quien al igual que Guyor gos, canto en Gran Bretaña como en Estados Unidos (James, 1967;
había abandonado una c:íredr:i en Neuchárcl para trabajar en los l:..s­ K.J. Gregory, 1985). De hecho, en muchas ocasiones esta coinciden­
tados Unidos (Lurie, 1960). Guyor y Aggasi� desempeñaron un pa­ cia desembocó en un antagonismo rorundo. Kelcie (1886, pág. 31)
pcl importanre en la presentación de las ideas de Humboldt v Ritter perfilaba la situación en Gran Bretaña con las siguientes palabras: «la
en Norteamérica, pero ambos las combinaron también con profun­ oposición más férrea a la geografia como campo de investigación
das conviccionei. ecológicas relacionadas con un mundo ordenado autónomo procede del mundo de la geología: los geólogos puros, en
por un::i inteligencia divina. Livingsmnc (1980, p:íg. 370) sugiere que particular, no están dispuestos a admiár que la geografia tiene una
la influencia de Aggasiz en Shaler «le impidió abrazar incondjcional­ entidad independiente de la geologíru>. Como ha observado Scoddart
meore el mecanismo evolutivo de la selección natural darwiniana (1986, pág. 69), «el problema surgía de esa dificultad concreta que
como esquema explicativo universal». Como consecuencia, parece acosaba a los geógrafos. La geografía parecía vaga y difusa, en pane
yue Shalc.:r luchó continuamente por combinar una visión religiosa, perteneciente :\ la hisroria, en parte al comercio y en parte a la geo­
estécica y conservaJora del medio ambiente, por una parte, con el logíai>.
cooservaducismo científico, técnico y utilir:icio, por otra. En Estados Unidos, Da vis (1915) había defendido con fuerza
Mientras que el determinismo ambiental dominaba, en sus diver­ que el rasgo unificador de la geografia residía en los vínculos causa­
sas expresiones, la mayoría del pensamiento geográfico de los prime­ les entre los elementos inorgánicos y orgánicos del globo y, por
ros treinta años del siglo X X , el debate europeo relativo a la influen­ ende, en «en el dogma cienúfico de la evolución» (Herbst, 1961,
cia del medio en In actividad humana cambió de rumbo, esquivando págs. 540-541 ). Como ha señalado Leighl)' (1955), el trabajo realiza­
muchos ele los excesos de las interpretaciones que Semplc había pro­ do por Davis hasta mediados de la década de 1890 no revelaba nad;.
puesto acerca de la obra de Ratzel. La alteroariva más discutida, pero de su interés por las implicaciones humanas del medio fisico, hasta eJ
que al final no ejerció ninguna influencia particular, fue la del posibi­ extremo de que en 1900 decía lo siguiente:
lismo, propuesta por el historiador francés Lucien Febvre (1922,
1925). J.os estrechos concacros entre los historiadores y geógrafos No está completamente claro por qué los geógrafos se comentan
franceses pernlitió a FebYre elaborar las ideas de geógrafos como Vi­ ácilmcme con dcra r al cuidado de los geólogos el estudio
tan f de te­
da! de la Blache y Jean Brunhes, quienes habían reconocido que, mas can cminenremence fisiogr:íficos como la erosión de las rocas, el
aunque las características naturales influyesen en la actividad huma­ devasrnmicnco del sucio, el t ransporte de los sedimentos por los to­

na, no podía considerarse que la determinasen. Brunhes (1 925, pá­ rrcmcs, la e rosión marina de los márgenes terrestres. Si estas aclivi­
dades se hubiesen producido en un pasado remmo, sólo los geólogos
ginas 55-56) argumenta al respecto que «sin la geogr:iíla física no
podrian reclamar su competencia pero resulta que todas ellas forman
,
existiría ninguna geografía humana sustancial» y avanza que la inves­
parre integrante del presente (Davis, 1900, pág. 6).
tigación en la gcografia humana está formada por (dos vínculos de
interdependencia y repercusión» por los cuales «lo hechos económi­
cos, sociaJes y políticos de la población y de la civilización materiaJ Davis insiste, más adelante, en la función intelectual de la geo­
se unen con los de la naturaleza flsica». Febvre (1 925, pág. 236) ca­ grafía, basada en «la presunción de una cadena continua de lazos
nalizó escas ideas en su famoso enunciado: «No existen necesidades, causales que une los fenómenos fisicos de la superficie terrestre con
sino posibilidades por codas partes; y aJ hombre como maestro de las el reino orgánico y la sociedad humana» (Lcighly. 1955, pág. 312),
posibilidades corresponde decidir sobre su uso.» una idea que tuvo importantes repercusiones en la geografía esta­
dounidense. Incluso mientras Davis exponía sus ideas darwiniaoas,
los ciencífieos sociaJes pragmáticos de Harvard tachaban de inade­
4.4.3. LllJ ditJisio11n mire In ¡,eografío fíricay lt1 h11111ana cuado el legado intelectual de Herberc Spcncer y de los darwiniscas
sociales (Wiener, 1949). l .a imerpretaciún monista mecánica de Da­
En los úlcimos años del siglo XIX, se produjo una clara coinci­ vis «quedaba anticuada s1 se reconocía que en las sociedades huma­
dencia entre el objeto de estudio de los geógrafos y el de los geólo- nas actuaban procesos de un orden diferente al orden mecánico, pro-

138 139
cesos c1ue no puc<len englobarse ni sit1uiera en las carcgorías aplic.1- en 1885 {Chorley, Beckinsalc y Dunn, 1973). Dav1c; dominaba c;u cam­
blcs a los fcnúmcnos orgánicos)) (Lcighly, 1955, pág. 3 1 3). La cons1- p
o como pocas personas lo hicieran antes )' después que él {K. J. Grc­
guicore desintegración de la v1s1ón unificada de D:n'IS de la di�cipli­ gory, 1985). Como obsen·aron Chorley, Dunn y Bcckinsale { 1964,
na en hsrndos Ln1dos llevó n la mayoria de los geógrafos a intentar pág. 621 ) «sería para muchos Ja encarnación de toda la excelencia de
.

c1rcunscrib1r exclus1vamemc la cusciplina a su aspecto cultural. la geomocfología en el pa ado» y su «obrn fue Ja impubora principal
qucllos l(UC se limitaban a la parte física se ocupaban puramente de meclio siglo de investigación>>; <<proporcionó, en Kran medida, el
del mundo inorginico o dcsrncaban su papel como ciencia natural decorado sobre cJ que se desarrolló In gcomorfolo�ia enrre la déca­
más vasta, que comprendía las plantas y los animales (Herbst, 1961 ). da de 1880 }" la de 1930» (Chorley, Beckinsale v Dunn, 1973, pág. 6).
inguoa de estas alternativas proporcionaban una base sólida para Según Bowman (1934), Davis consideraba <1ue su principal aportación
una insticucionalinción sarisfacroria de la disciplina. Como ha obser­ a la gcomorfología se rcaJizaba a rravés de la sistematización de una
vado l lcrbst (1961. pñ�. 541 ) mientras que Jos geógrafos de las cien­
. secuencia de formas mediante el concepm de un ciclo ideal y de la
cias naturales «sufrían la dudosa reputación de intrusos y actores de normalización de la tcrmiaologia. Davis ha pasndo a la posteridad por
scgund:i categoría en los campos de la geología, mcrcorologi:i, geofi­ esta idea acerca del ciclo geográfico de la erosión, compuesto por las
�ica y ecología vegernl y animnl, los geógrafos humanos fueron cip1- erapas de juventud, madurez >' senectud, donde rodos los paisajes de­
damcnte objeto de burla como pseudo-sociólogos, pseudo-ciemilicos penden de las variables estructura, proceso y tiempo {Davis, 1884a, b,
politicos, cconnmisr:is e historiadores)). 1889a, b, c). Por encima de todo, se trataba de un modelo que, según
La rígida división entre los aspectos flsico y humano Je la geo­ el propio Davis (1905, pág. 152), no pretendía <<incluir ningún ejem­
grafin mdovía se agudizó más en el discurso presidencial pronuncia­ plo concreto en absoluto» y a este carácter modélico se debe en gran
do por 1 larltln 1 1 . Barrows ante la Asociación de Geógrafos /\mcri­ medida su aceptación tan general e incuesrionnda (Chorley, Beckinsale
c:inos en 1922, donde defendía la geografía como la ciencia de la y Dunn, 1973). Pese a las crític1tS formuladas en particular por los ale­
ecología hu mana, cuyo objcti vo era «esclarecer las relaciones cm re manes Hertner (192 l), Albrecht Penck (1919) y su hijo \X'aJthcr Pcnck
los medios nacuralcs y la disrribución y acrivida<les del hombre» {13a­ (1924), los mét0dos <le Davii. formaron el foco ccntrnl de la geografia
rrow , 1923, pf1�. 3). Por ello, abogaba por un alejamienco wtal de fisica en Estados Unidos y Gran Bretaña (Wooldridge y Morgan,
rudos los vestigios de la geografía física: «En pocas palabras, la geo­ 1937) hasta la década de 1940 (Beckinsale y Churley, 1991), aunque al­
grafía trntndn como ecología humana no 'e aferrará a la� c�pecialida­ gunos defensores acérrimos como Wooldridge (1955) coorinuaroa sos­
cles periféricas a las que se ha hecho rcferc_;ncia (por ejemplo, fisio­ reniéndolos mucho después.
gra1Ia, cÜm{1tologia y ccologí:i vegeral '! animal). sino c¡ue las cederá Hacia los años 1920 y 1930, las divisiones dentro de la geografia
gusrosamence a la geologí:i, meteorología. botánica }' zoología o a del muodo anglohablante eran fueme de preocupación y Hcrbst
otras ciencias independientes» (Barrows, 1923, pág. 4). (1961) ha visto en ello uno de los principales motivos de la poca es­
Estas ideas causaron un:i rensión considerable cn la comunidaJ cima académica c¡ue suscitaba la geografia en esa época. Sin embar­
geográfica. Miencrns que Oa,�is defendía la necesidad de c¡uc la gco­ go, un año después de que Barrows abandonase la geograffa fisica,
grati:i estudiase los \'Ínculus causales emrc el mundo fisico y la acri­ Carl auer (1924) ofreció una alrernariva muy diferente, donde se
vidacl humana, sus investigaciones se circunscribían casi exclusiva­ consideraba c¡ue la geograAa física pnrticipaba en la formación del
mente al campo de la geomorfología. /\ finales dcl siglo x1x, la conrexro de las actividades humanas. Sauer prep:iró su doctorado
mayoóa de la investigación esradounidcnse sobre las carnctedsucas con Salisbury, en Chicago, y por ello siguió una tradición diferente
de la superficie rerrcsrre. inspir:idas en la obra de PoweJJ y Gilbert, a la de Davis, a c¡uien solfa criticar (Chorlcy, Beckinsalc y Dunn,
se efectuaba en los Jeportamentos de geología. Sin embargo, D:ivis 1973, pág. 428). Sin embargo, a diferencia de los geógrafos ameri­
destacó en este campo por ser un geógrafo físicc) dcclarndo, y canos c¡ue habían abandonado prácricamentc la geografía física,
en 1878 se incorporó al cuerpo docenrc de Harvard como profewr Sauer «nunca permitió que sus pie�. ni los de sus estudiantes, per­
de geografía ílsic1t y meteorología, }' no de geología, para después diesen contacto con la sustentadora superficie terrestre» (Leighly,
ascender a un puesto de catedrático adjunto de geografín flsica 1963, pág. 2). Ea 1925, Sauer publicó su famoso trabajo sobre la

140 141
morfología del paisaje, que no sólo anunció el fin del determinismo 4.4.4. La región como objeto de la s1í1tuif.) la nvestigación
i geográficas
ambiental, sino que proporcionó el esquema de muchos de los textos
geográficos posteriores, publjcados en los Estados Urudos en la El intento de Sauer por acercar la geografía fisica a la humana a
década de 1930 (Leighly, 1955). En este trabajo, Sauer (1925, pági­ través del esruruo del paisaje integró la geografia estadounidense en
na 21) sostenía que «el campo de estudio de la geografía es el área o la rrarución más vasta de la geografia regional establecida en Europa
paisaje)) y que <da geografia asume la responsabilidad del estudio de desde las postrimerías del siglo XJX. Sin embargo, la interpretación
las áreas porque existe una curiosidad común acerca del tema)). Saucr del significado de geografía regional varía mucho tanto de un país a
defiende Ja condición cienáfica de la geogcafia con las siguientes pa­ otro como con el paso del tiempo. Herbst (1961, pág. 543), en p�r­
labras: ácular, observa Ja siguiente gran diferencia entre la geografia regio­
nal estadourudense r la europea:
Defendemos la razón de ser de una ciencia que toma como objeto
de esLUdio el paisaje en virtud de la realidad significativa de la rela­
Desafortunadamente... la gcografia regional en América se con­
ción co rológica. Los fenómenos que forman un área no son sencilla­
mente diversos, sino que están a.sociados o son imerdependiences. El
templaba primordfalmcnrc como un estudio descriptivo y no sistemá­
tico, tendencia que surgió eo gran medida del, por entonces en boga,
descubri r esta «Conexión de los fenómenos y su ordem> dentro de un
rechazo de la geografla na11Jrn l si�tcmática. Los geógrafos de la Euro­
:irea es unn tarea científica y, a nuestro parecer, la única a la que la
pa continental, en cambio, oo p a rticipaban en este recha7.? de la geo­
geogrnfia debe dedicar su entrgía (Sauer, 1925, p:ig. 22).

grafía natural sistemática, como t��poco hab an comparudo la acep­
tación inconciicional del darwmismo social. Como grupo no
Para Sauer el concepto geográfico de paisaje equivalía al de
:iceptaron nunca la antltcsis entre geografla regional y sistemática.
período del historiador; los hechos del geógrafo son hechos espacia­
Así se explica por c¡ué la geogrnAn siempre ocupó un lugar plena­
les, mientras que los del historiador son hechos temporales. Además, mente reconocido en las unive rsidades e u ropeas.
situaba firmemente el estudio de la geografía demro de una tradición
europea y citaba a Vidal de la .Blache (1922) y a Krebs (1 923) para
En la Aleman ia de finales del g lo XIX, von Richtbofen sentó
:si
apoyar la idea de que «la geografía está basada en la realidad de la
unas bases de la geografia regional muy inspiradas en la es�crura
unión de elementos físicos y culturales en el paisaje» (Sauer,
pág. 29). Al proponer un esquema formal desde el que enfocar los
1925,
metodológica establecida por Humboldt.
.
�I
argumento esenCJal de
.
von Richthofen cea que «la geografia estudia las diferencias entre los
textos geográficos, el trabajo publicado por Sauer en 1925 suscitó
fenómenos relacionados causalmeme en distintas parces de la superfi­
una serie de monografías regionales, muchas de las cuales se han
cie terrestre» (Hartshome, 1939, pág. 92). También sugirió que «el
censurado con el tiempo. Según palabras de Leighly (1963,
«el efecto positivo de este trabajo fue, desafortunadamente, estimu­
pág. 6),
objetivo real de la geografía sistemática consiste en compre� er las ?
relaciones causales de los fenómenos en un área... , comprenston que
lar, en los veinte años siguiences, un torrente de descripciones deta­
puede expresarse en principios aplicables a la .ncerpretación
i d: regio­
lladas de áreas reducidas, de muy poco valor tanto académico como
nes concretas, es decir, a la corologia» (Hartshome, 1939, pag. 92).
práctico». El propio Saucr reconoció este hecho y, a finales de su
La concepción de von füchtbofen de la geografía se amplió y desa­
vida, repudió el establecimiento de Jímjtes tan estrechos para la in­
rrolló más adelante gracias al trabajo de Alfrcd Hettncr (1895, 1903,
vestigación geográfica (Saucr, 1941, 1956) con las siguientes palabras:
1927) (Scbultz, En su obra cemprona, Hettner había acusa �
1980). �
la influencia del determinismo ambiental (Beck, 1982), pero se aleJO
La inclinnción geográfica reside en ver lo c¡ue bay en el paisaje y
en pensar sobre ello, sobre lo que se ha denominado técnicamente
progresivameme de ella hasta llegar a sostener (Hettner, 927) que el
.
:
papel principal de la geografía consistia en salvar la distancia que
contenido de la superficie rerrcstre. De este modo, no nos limi tamos
había ido aumentando entre las ciencias naturales y las humanas.
n lo c¡ue destnca visualmente, sino que reatamos de captar el detalle y

la composición del escenario, d escubriendo interrogantes, confirma­ Para Hettner, la urudad de la geografia procedia del enfoque coroló­
ciones, elementos nuevos y otros ausentes (Sauer, 1956, pág. 289). gico, eje del cual era el «concepto de la relación causal rotal entre uo

142 143
conjunto de fenómenos de un lugar determinado de la superficie te­ che giraba en corno a lenguas clái;icas e h1ston:i, por lo que accedió
rrestre, como consecuencia de Ja cuaJ cada lugar se considera como al concepto regional cscncialmencc dec;de l:ls dimensiones humana y
un codo y queda marcado con su propia individualidad» (Elkins, cultural. Dada la fuer7.a de la sociología francesa, fue ante los soció­
1989, pág. 23). Como ediror fundador de la GeographiJche Ztitschrift y logos y no los geólogos anee quienes debió 1ust1ticar la existencia de
a través de muchas de sus publicaciones, Hetrocr llegó a dominar la una geografía independiente )' lo b1zo alegan<lo que se rraraba del es­
geografia alemana de los primeros treinta años de nuestro siglo. tudio cicnáfico de los lugares (Vidal de la Blache, 1913). En vez de
Aunque alentó con fuerza el desarrollo de estudios regionales en tracar la naturaleza como «la crnpa pasiva del t<."'ll cro de la vida huma­
Alemania, Hectner cambién apoyó los trabajos sistemáticos, conside­ na» (Buctimer, 1971, pág. 45), de lo que acusaba a sociólogos e his­
rando la geografía como una combinación de ambos. Según palabras wriadores, Vidal de la Blache ( 1922) incorporó la niuuralcza como
de l larcshornc ( 1939, pág. 94): elemento djnámjco de su geografh humnna. Pue fundamental en caJ
empresa el desarrollo de los tres conceptos clave de 111i/ieu. ¡,mre de vei

Hc:ttner int rodujo unn terminología poco corriente parn suhrayar


y rimtlalion. El 11Jilim era el distintivo básico de la superficie terres­
que ne> ex1stfa nmguna separación cscricra cncrc ellos. .En un cscud10 tre, que tcndia a uniformizar las variaciones culturales en un lugar
regiona l de una vasta área es necesario estudiar sistemáticamente las concreto; gmres de vie eran los estilos de vida de una región determi­
clnrns v:irincioncs en las airaccerísucas geográficas individuales. Por nada, reflejo de las identidades econúm1cas, socinlcs, ideológicas y
mra parte, el estudio sistemático de una cacegorla concreta de propie­ psicológicas estampadas en los p:iisajes; v drc11/a11011 era el proceso
dndes geogr:ificas no se elaborn exclusivamente como referencia a di­ perturbador mediante d cual se producía el contacto y progreso hu­
cha catcgorin, sino l:n términos de las relaciones corológicas con una manos entre las regiones (Bunimcr, 1971 ) . Para VidaJ de la Blacbe,
o vari:is carnctcrlst icns di ferentes. el foco central de la geografia era pues la región, donde podian estu­
diarse conjuncamenLe los fenómenos naturales y culcuraks, de modo
En la práctica, las ideas de von Richthofen y de Hectner queda­ que cada regióa se contemplaba como In cxprcsiún única de la inter­
ron ilustradas en varios estudjos regionales, tipico de los cuales fue acción cnrre la humanidad y el medio fü1co. Estas ideas, muy simila­
el trabajo de Gradmann (1931) sobre la Alemania meridional. Estos res a las <le R.irter (Dickinson, 1969), constituyeron la base de mu­
estudios se basaban en el análisis de seis elementos básicos (tierra, chos estudios detallados de las diferentes zonas de Francia, como la
agua, aire, planeas, animales y seres humanos) y el esquema en virtud monografia de Picardia de Demangeon ( 1905) v el estudio de t or­
del cual se cstudinban recibió el nombre de /ii11drrklmd/icht Schmta rnanclia oriental de Sion ( 1908). La monografía re�ional formó el
(Heuner, 1932). Las ideas de Hettner no fueron aceptadas por codos modelo básico de la gcografi:i francesa hasta bien avanzada la cuarta
y, dentro de Alemania, las principales críticas procedieron de Ono década de nuestro siglo.
Schlücer, para quien ni el concepto regional ni el esturuo de la rela­ La geografía regional británica reflejn otra serie diferente de in­
ción hombre-naturaJeza constituían una base sólida para la delimita­ fluencias, pero en el fondo encontramos el mismo deseo de identi­
ción de la geografía como campo de estudio independiente (Elkins, ficar un objeto de escudio, combinación Je elementos humanos y
1989). Schlücer argumentaba que la investigación geográfica debía fisicos, que se considerase cxclusivnmcncc geográfico. Como han se­
centrarse en el paisaje visible y excluir todos los aspectos no materia­ ñalado Johnscon ( 1984) y frecman (1961), la contribución bricinica
les de la aclividad humana (Schlütcr, 1906). Para este autor, el análi­ a la geografia regional escaba muy relacionada con un trabajo en dos
sis morfológico del paisaje cultural era un elemento clave de la in­ planos: el global (Unstead y Taylor. 1910) :: el local. f\ finales del
vestigación geográfica y este punto de visea ejerció una influencia siglo X I X , Mackinder ( 1 895) habfa sostenido <¡ue el nvance en In geo­
duradera en mucha de la geografía alemana hast.'l la década de '1950. grafia fisica había superado al de la geogrntin humana, pero que sólo
La tradición francesa de la gcografia regional está íntimamente era posible examinar la geugrnfia humana en el contexto de la geo­
nsociada a la obra de Yidal de la Blachc. A diferencia de los geógra­ morfología y la biogeografía. Para lograr este ubjeLivo, sugería el
fos estadounidenses, la mayoría de los cuales estaban marcados por uso de un enfoque regional )' no sistcm:itico, alegando tiuc «el estu­
una educación geológica, Ja formacjón. académica de Vida! de la Bla- dio de las regiones era una prucbn más minuciosn de la lógica del

144 145
argumento geográfico gue el estudio de los tipos de fenómenos» ción de la geografía al campo general de la ciencia es eJ reconocimien­
(Mackinder, 1895, pág. 371 ). Nuevos estimulos para el desarrollo de to, primero del aspecto siempre cambiante de la tierra, y segundo de
la geografía regional llegaron por un camino indirecto desde Fran­ que, pese a esta variación, la tierra tiende a dividirse en áreas más o
cia. Uno de los seguidores más enérgicos de Le Play era el biólogo menos similares>> denominadas regiones. Además, consideraba que las
escocés Patrik Geddes (1854-1932) (Beaver, 1962), gue desempeñó regiones cumplían cuatro funciones principales: como base de taxo­
un papel fundamental en el establecimiento de la Sociedad Le Play, nomías y clasificaciones, como base de estudios ambientales y ecológi­
fundada en 1930 para defender la causa de los estucüos de campo. cos, como unidad organizadora para el avance del bienestar humano y
Geddes era un gran defensor del mécodo de escudio regional y ejer­ como mecüo de restablecer una correlación parcial.
ció una fuerte influencia en Hebertson (1865-1915), que inició su ca­ El debate met0dológico y teórico sobre la geografía regional se
rrera como ayudante de Geddes en Dundee. Después de trasladarse a transformó con la publicación en 1939 de la monografía seminal de
Oxford en 1899, Heberrson publicó en 1905 su rrabajo sobre las Harrshome, The nature of geograpby: a critica/ mrvey of curren/ thought
principales regiones naturales del mundo. Este trabajo estaba basado ni the light of Jhe pasl. Esta obra nació de la frustración de Hartshor­
parcialmente, al parecer, en estudios anteriores realizados por Kop­ ne ante lo que consideraba una falta de «comprensión, acuerdo o
pen y Suess acerca de la clasificación climática y la estructura geoló­ a,rmonía entre los geógrafos americanos con respecto a la naturale­
gica, y el autor era muy consciente de la necesidad de evitar la inclu­ za de su campo» (Martin, 1989, pág. 69), y se ha convertido en u.n
sión de divisiones políticas en su segmentación esencialmente fisica clásico de la literatura geográfica. Su principal interés era examinar
del mundo. Geddes también ejerció su influencia en H.J. Fleure la posición de la geografia entre codas las ciencias. Según palabras
(1919), pero, a diferencia de Hebettson, Fleure incorporó al ser hu­ de Entrikin (1 989, pág. 1), «con su análisis de la literatura metodo­
mano en su sistema regional. Este último estaba formado por regio­ lógica alemana y con sus propios argumenros, Hartshome trataba
nes globales de incremento, dificultad, privación y debilitamiento, de resolver una tensión fundamental en la ciencia de la geografia
cada una de las cuales reflejaba una relación muy estrecha entre la entre la perspectiva espacial que "ve conjuntamente" los fenóme­
actividad humana y las restricciones físicas. En el otro extremo de la nos heterogéneos que forman un lugar y una región, y los reguisi­
esca!� encontramos íntentos por centrarse en regíones mucho más tos lógicos de la formacíóa cíentifica de conceptos». Hartshome
peciueñas. Pawcett (1917), por ejemplo, desarrolló un esquema para (1 939, pág. 368) alegaba c¡ue «como la geografia, en particular, de­
la cüvisióo de Inglaterra en regiones naturales, reflejando de nuevo be examinar los fenómenos dencro de la complejidad real en que se
muchas de las ideas de Geddes, y en 1933 Unstead propuso una cla­ encuentran, le es imposible separar, en la práctica, los fenómenos
sificación oficial de las regiones. Dicha clasificación era una jerarquía naturales de los humanos». Hartshome se resistía con fuerza a ver
anidada de diferentes tipos de regiones, empezando por estibas de la geografía como un puente entre las ciencias naturales y las socia­
propiedades y ascendiendo por zonas y subrcgiones hasta las regio­ les, y defendía gue debía contemplarse «como un campo continuo
nes mayores (Unsread, 1933). con puntos de intersección con codas las ciencias sistemáticas que
En los Estados Unidos de la década de 1930, se realizó un nutrido estudiaban el mundo)) (Hartshorne, 1939, pág. 369) (figura 4 . 1 ). En
número de estudios regionales, independiente del creciente caudal de resumen, Hartshome (1939, pág. 373) sugirió, en palabras que evo­
literatura inspirado en el trabajo de Sauer en Berkeley. James (1934) y can a Kant, lo siguiente:
Hall (1935), en particular, vieron en el uso de las regiones un modo
de que la geografia se granjease el reconocimiento como ciencia. Para
La gcografrn, como la historia, no clcbe diferenciarse de las demás
James (1934) el lugar correspondiente al ser humano en la naturaleza
ramas de la ciencia en función de los objecos o fenómenos estudíados,
era fundamental pa,ra la geografia regional y la ocupación humana lle­
sino de las funciones fundamentales. Si estas funciones fundamentales
vaba al desarrollo de paisajes culturales específicos. La ciencia de la de las cien cias sistemátícas pueden descríbirse como el análísis y la
geografia estudiaba por entonces diversos niveles de generalización, sín tesis de clases concret as de fenómenos, las de las ciencias corológí­
desde el topográfico hasta el corográfico, e incluso hasta geografias a cas e históricas poddan describirse como el análisis y la síntesis de la
escala muncüal. Hall (1935, pág. 122) sostenía gue «la principal aporta- integración real de los fenómenos en secciones de espacio y tiempo.

146 147
Al igual que h.tc1era �auer antei. que él, f fartshorne desnrrolló
muchas de sus ideas a partir de su� contacros con los geógrafo:. ale­
manes } de sus texws, en particular los de 1 lcn nc r. in embar¡ro, sus
conclusiones con respecto ni lugar de In ¡rengrnfia eran claramente
distintas y ello culminó en la aparición de dos corrientes dispare� en
la geografía e cadounidense. Las ideas de l lanshome se asentaban
con firmeza en el comexw geográfico de los depanamcntos del i\le­
dio Oeste y de la Costa Este, en Chicago, \X'isconsm, Oark ' � Michi­
gan, con el acenw colocado en La experiencia empírica del análisis re­
gional contemporáneo ( 13urzer, 1 989). Por el eonrrario, �aucr hacía
más hincapié en el pape l histórico desempeñado por el ser humano
cu la modificación del paisaje. En el discurso presidencial pronuncia­
do en 1940 anee la Asociación de Geógrafos Americanos, auer
( 1941) criticó severamente a 1 lanshornc por relegar la comprensión
histórica a Las fromeras de la di�ciplin:i. Tanro l lanshornc como
Sauer se ocupaban de la geografía como estudio de lugares o regio­
nes, pero mienuas que Saucr (1941) tn cl u ia en su interpretación de la
geogmfia un interés por la estética )' la comprensión subi1::r iva del lu­
gar, Hartshoroc lo rechazaba por no ser lo bastante objetivo y por
encontrarse fuera de Jos limices de La «ciencia» (F.nrrikin. 1989).
Pese a las e.áticas de Sauce ( 1941 ), la monografia de Hartshome
suministró la visión estándar y generalmente aceptada de la discipi­ l
na h:.isrn los años 1950. Ello se debió en parte a que unificó mucho
de lo que ya se aceptaba comn práctica corrienre de la g1:ografía en
las universidades del f\fodio Oeste; en parte, al estallido de la Segun­
da Guerra Mundial; y. en parre, puramente n su longitud, pues muy
poco:. fueron los geógrafos capaces de captar coda la complejidad de
b1c diagna.ma ilunu lo rclaciun cmre la 11cug111tio )' lu c1cnc:u sistcm�llt'..h. l.os phlnos no dc­
bc,n cnn�1d«11r<t' lncralmcmc como supcrftc1cs planas. sino romo rc:prcscnuciuncs de d� punlO\
sus argumentos. De hecho, Tbe nalure of gtof!.raphy se ha empicado
dc ,,sa opuc>1<>< rnr• el cs1ud10 de 12 rcahdlld. Lntrc: 11 usión de 12 rc:•l1elad en 1énninos de 12, como símbolo del alcgnto de la geografia como ciencia corológica
dilcrcnto �..,,., de la supcnic1c 1crrcs1rc 1 en 1crmint" de los fenómeno� clu11iado. por upo,
más que como base de cx:imenes e inrcrprcrac1ones críticas.
cl<i'1cun punto de m1cr>ccc1on pau c2do •spccto. 1.a, c1cnru• ;i�tcm."111ca�
que cnudan lo> diíc
rcm.,¡ fenómenos de la superficie tcrrcstrc in1cr<c01n con las rarm• corrc:sp<tndlcmcs de In gen
� s1s1cmn11ca. l.11
grnfla 111f1J1.raf1d11 Je t0un1 l�s na.mas de la gcO¡.\na.íln sis1cmii1ica, ccnrmd:is en w1 .
lu)(nr concrcw •le cnn�iltuyc gcogr»tf'ci 4.5. Li\ Gt,OGR.\Fl1\ íl u ' co TílXTO
..,trc,
I� supcrfick tcm: l'JSTITLIC:IO t\L
la rcgir11rnl.

Figura 4.1. Conceptunli·1��ción de Hartsl10rnc; de: In relación entre la Reogrnua y las


ctcncitb si:<tematica�. (Frt·ll.11.: Hanshornc, 1 \139, p:ig. 147).
Desde que Varemo oficializó la geografía como disciplina tnte­
lccrual en el siglo X\'11, tres han sido los cernas ccnualcs que han
Para Hanshorne, la geografía era pues el análisis y la síntesis de ocupado a los geógrafos: el equilibrio corre la geografía como di:.ci­
los fenómenos en el espacio. El único cometido de la geografía era pltna regional (corográiica) y sistemática, su posición como ciencia,
estudiar «el munJo, trntando de Jescribir e interpretar las diferencias y la conceptualización de las relaciones entre el ser humano y el me­

existentes entre sus diversas partes, contempladas g lobalme.nrc en un dio ambiente. No ha exisrido ninguna solución aceptada por todos y,
momento determinado, por lo general en el presente» (Hartshorne, a la vista de la corriente actual de pluralidad posmodernisra, escc he­
1939, pág. 460). cho es posicivo. No obstante, debido a la ausencia de una dirección y

148 149
un foco de arención claros en l:l disciplina, 12 geograffa ha tenido di­
ficultades, especialmente en Estados Cnidos y Grao Bretaña, para es­
tablecerse como una «ciencia de ''erdad» por encima de las grandes
críticas de los geólogos, biólogos y sociólogos. Como consecuencia,
los depanamencos de geografia cardaron en crearse en las universida­
des y, al principio, solían ser simples anexos de los departamentos de
geología. El papel central de la geografía en la expansión imperial de
las potencias europeas, como suministradora de conocimientos acer­
ca de las diferentes partes del mundo, fue muy importante para el
éxito del expansionismo europeo. Est0 último se reflejó en la crea­
ción de numerosas sociedades geográficas en cl siglo XIX. No obs­
tante, la imagen de disciplina de las noticias sobre las exploraciones y
descripciones de los relatos de los viajeros no fomencaba su reputa­
C \PÍTULO V
ción científica en La época de expansión de las universidades que se
produjo a finales deJ siglo XIX y principios del XX.
En su búsqueda de una base ftrrne para la existencia de la disci­ De la región aJ p roceso: el nacimiento
plina, los geógrafos se centraron en dos aspectos principales: la
de la geografía como ciencia empírico-analítica
interacción entre las gentes y el medio ambiente, y el concepto de re­
gión. Aunque el determinismo ambiental fue el foco predominante
en la opinión de principios ele nuestro siglo, en especial en onea­ 1 lo llego.do In hnrn de quc la gco¡.;mfla ma­
mérica, no fue en ningún caso la única conceptualización ele las rela­ dure como ciencia prcdícuvu ) g�j es como está
nudur.1ndo. Cn C'\rn époa la g<'o¡;rnfia nace
ciones entre el individuo y el lugar. Inspirados en Las obras de Hum­
como cocncrn del lu¡?n. que prcocndc predecir
boldt y Rincr, los geógrafos de Alemania y Francia, como von lui:Hc� :iho donde '1ntcs se cuntcmaln <cnciUa­
mcnte con dcscnb1rlos \' cluific:irlo�. La gco­
Richthofen r Vidal de La Blache, se aplicaron en comprender los fac­
);nlfia hll cncontr.1do su eje ccntnal. ha desarro­
tores causantes de las variaciones regionales de los fenómenos de la llado una ccorfa ürua1 y. en este proceso. se ha
superficie terrestre. con el consiguiente retorno a la corografia y a la �usrcntado consodcrnblemcntc en lu matcm:iu­
cas, c<pccialmcntc en la ¡;comctria. Esci pcrfcc­
geografla general de Varenio. La importancia de la región cumplía
rnmcme doL'lda de la lc¡;oiln de m:irtirc.., con-
cuatro funciones destacadas: ofrecía una estructura dentro de la cual 1rnv�rsms } cxccntriddndcs l¡uc parece ncom­

podía escudiarse La interacción entre las gentes y el entorno, sin atri­ p:uinr � lus periodos de crccimocnto mrclccrual
dpodo. Todos los sbttumas. efectos secunda­
buir ninguna dirección particular determinada por vínculos causales; rios \' ¡;lurias J�· una �ruprurn• dcntifica m­
servía de instrumento pedagógico excelcme, a través del cual podía dc:in n lu d1o¡c1plina.

cransmicirse el conocimiento sobre las panes del mundo; proporcio­


Hungc ( t 9M. p:i¡,:s xv1-1rYii)
naba a La geografia una sólida herramienta de clasificación y, por en­
de, un sello ciemífico; y ofrecía a los geógrafos un objeto de estudio La geogrnfia regional, en codos sus diversos semblanres, fue la
claro, equivalenre a la planta del botánico y a la roca del geólogo. base de la mayor parte de la enseñanza e investigación geográficas
Con eso y con todo, pese al éxito aparente, la geografia regional vigentes en el periodo comprendido entre la decadencia del determi­
no estaba libre de problemas. El más destacado era que no lograba nismo ambiental y finales ele la década de 1940. Sin embargo, ha­
resolver la posición de los estudios geográficos sistemáticos, en par­ cia l 950, una inquietud creciente dentro de la disciplina, debido a la
ticular el papel de la geografla fisica, mientras que su interés en. la pobre reputación de la geografía como ciencia, ocasionó una serie de
descripción la alejaba de la mayorí:i de las demás ciencias, c¡ue cada criticas importantes dirigidas hacia el concepto regional. Estas críti­
vez estaban más centradas en la creación y verific:ición de leyes. cns se centraron principalmente en el equilibrio entre l<>s estudios re-

150 151
ra.r '! en los Servicio:; ck [nreUgeocia Naval (Wiboo, 1946). Los
giuna l cs y sisre;:111ático�, en decidir si Ja geografía se ocupaba de lo
manuales resu l rnnte�, elaborados para el Ministerio de Marina, v en
exclusivo o Jo general, y en las diferencias cntn.: descripción y expli­
su mayor parce rcdncrados por geógrafos, eran en realidad gco­
cación. De csros dcbare;:s nac1<} una c.liscrplina nueva y rc\Tit:tUzada,
g rnfia s reg ionales comp le t as de las zorn:1.s en guerra, e incluían apar­
que encontró su unidad en un tipo concrcro de me1odología y no en
tudos con la geografía física, bistum1, denmgrnfia y geografin eco­
una temática especifica. La dcnomin::icla <ffcvolución cuanrirativa» as­
nómica (Freeman, l 980n). En Gran fücraña, los Estudios de Uso
p i raba a sustit ui r In UC$C ripc ión tradicional de la p.eogrníia reginnal
<le la Tierra, cmprcnJidos en !ns añM 1930 baj o la dirección de
por una ciencia expl ica t iva que girase en torno aJ concepto de proce­
L.0. t::im p (1 947), rnmbién ofrecieron una base firme para la pro­
so y estuviese bas::ida en la \•erificación de teoría:- v co Ja clabornción
ducción n¡;ríco l a durante la guerra (Gould, 1985) y fac ili taro n la
de leyes. La adopcir\n en este proceso dl: mucho� de los pri n cipios
plan1(icac1ón urbana � rural posrcri or. Además, l os requisitos miJi­
del positivismo lógico rue, en !,ri·an medida, un efecro no deliberado.
mrt.:s en tk:mpos de guerra iniciaron una gran corriente de investí­
Fue In idea de hacer de In µco¡;rafía unn ciencia de verdad la que hi­
zo avamrnr a los geúgrafos y mu)' pocos reconocieron que l::t cien cia gac ion t:s en otrns campus relacionaJos con 1:-i geografia . King
( 1 959, pág . 37), por ejemp l o, observó yuc «la necesi dad de daros
se con struía sobre l os cimienros del posi ti v i smo lógico.
p reci sos rclncionados con los rnovimicows del mar y el oleaje en l a
pl:rnifi cación y ej ecuci ón d e Clperaciones anfibias durante l a Seg u n­
da G uerra J\fundi:il pcrmirió un gran aumenro de los conocimien­
5. 1 . E L TRANSITO DI. L A t.EUC:R,\FÍ,\ lWC.;tONAL
to� y teorías relativos a toe.los los aspec tos de las ondas».
En contraste co11 es ta impresión positiva de la experiencia bdtá­
Una de lai. díficulrndcs de la geogral1a regional era el escaso nica, f.\ckerman ( 1945, pág. 127) ha wscenido ciut:, aum1uc los geó­
acuerdo t1 ue ex istifl sobre el modo en guc debía plasmarse por escri­ grafos americanos colaboraron en el esfuerzo militar, su <diteratura
tO. Las monogrn fías regionales francesas eran diferentes de las h ritá­ p ropo rci o nú datos adecuados para la investigación geográfica en
nicas, y en Alemania no cesaba el debate entre los pa nida rios de ti empo de g-ucrra sobre muy pocas o ninguo:i pnrre del mu nd m).
1 fer tne r r los de Schlüter. Entre 1939 y 1945, íie produjo W1 viraje A1iadc además que el fracaso de los geógrafos am er i ca n os eo satis­
la geografia. La guerrn que se cxrcndió por el glo­
en la prácti ca de facer las necesidades de la guerra Fue comccucncia de su «incapaci­
bo, desde Europa hasta el Asia orienrnl, ofreció una oport un ida d dad para trab:1.jar con fuentes escritas en idiomas extranjeros y s u
poco corriente parn que.: los geógrafos c umpliesen de nuevo con d falta de <.:nmpctcncia en t.:st u <li us sobre cuestiones de a cr un l i d ad <>
cometido gue Estrabó n les había asignado casi dos mileni<>s antes, a sistemáticos» ( A cke rma n , 1 945, pág.1 22). Un punto especialmente
saber: proporcionar información militar. débil de l:i geografía eral:i c<.case7. de investigaciones sustancial es
aceren de los procesos fís i cos, en pa rt icu l ar. Tinklcr ( 1 985, pági­
na 173) obsern1 gue, pese a cierta co ntinu i dad co nccp r unJ con el

5.1.1. Los l/ÓJ?,rafo.r e11 In guerra periodo anterior a 1939, «la ¡.!LLCrra condujo a cambio s radicales de
rumbo y tic C::nfa:.i�» en la práctica de la geomorfologia. Una opi­
nión similar :1ccrca de la influencia de la guerra en l a gcogra fia es­
En su l.!Studio de la geografía en el periodo de posguerra, Tay­
rndmuiidemc que;:da pl:1 madn cn la::; siguientes palabra!> de Stone
lor (1948, p á g . 1 37) exp l i ca las actividades de los geógrafos británi­
( 1 979. pág. 89): «La Se!<unda Guern1 Mundial fue.: lo mejor gue le
cos al servicio de los Minisrerios de información, de Bienestar Eco­
ocu rrió a la geog ra fí a desde el nacimiento de Estrabón.» En un
nó mico y de Suministros, así como del Mini�terio de 1\ifarina y los
análisis más positivo gue el de J\ckerman ( 1945), Stone sostiene
serv i ci os meteorológicos de la Royal A i r Force, observando uel sú­
t¡ue la panicipación activ a de muchos geógrafos en org:rnjsmos
bito aumenro del prestig i o geográfico que 5ucede en t i empo� de
como la Oficina de Sc.:rvicios t..:strarégicos, t¡ue más adelante formn­
guerra)), Las necesidades de contar con mapa-; e informes decaJlados
ria el núcleo cenera! de la CTA, � los Estudios de lntcligc.:ncia del Ejér­
sobre los paí·e donde se libraban batallns, significaba gue muchos
cito y la 1'v larina i ncrementaron la cola borac ión imercUsciplinaria y
eran Jos geógrafos empicados en la Dirección de Topograffa l'vl ili-

153
152
la participación de los geógrafos en actividades estatales, que conti­ 5.1.2. Problu11a1 de defi11irió11
nuaron en el período de posguerra.
Como en Gran Bretaña v en fütados Unidos, también en Alema­
La indolencia de los geógrafos en emprender estudios sistemáti­
nia los geógrafos parcicipar�n en accividacles políticas y militares en
cos, observada por 1\ckerman (1 945), fue acompañada de debates so­
las décadas de 1930 r 1940. El auge de la ciencia geopolítica, prime­
bre la existencia de regiones con personalidad propia (l lall, 1935;
ro gracias al sueco Kjdlén y luego a Haushofcr, proporcionó un lazo
Kimble, 1951; Gilbert, 1960; Frccman, 1961). Por una parce, geógra­
de unión entre la obra del siglo XIX de Ratzcl y la prosperidad deJ
fos como Gilberr ( 1960, pág. 158) siguieron alegando que «la región
estado nazi. in embargo, como ha subrayado Bassin (1 987b), proba­
es con frecuencia tan claramcnre difcrenciable como encielad indepen­
blemente e.n el pasado se ha sobrevalorado la importancia <le la in­
diente que recibe reconocimiento en for�a de u� nombr: exclusi­
fluencia de la geopolíc ica en el nacionalsocialismo (Taylor, 1985).
vo». En cambio, orros como Kimblc (19:> 1 ) consideraban inadecua­
H.aushofer mantuvo, al parecer, una actitud ambivalente anre el na­
do el concepro y sostenían que las regiones no existen en la realidad,
cionalsocialismo, alemando el deseo de expandir el Lf'lmura11111 (espa­
no pueden percibirse, ni tienen fronteras claras. En el centro de este
cio vivído) de Alemania y la creación de un escado pangermánico,
<lebare, tenemos dos puntos de imerés cruciales: la existencia de pro­
pero reacio a aceptar los excesos de las ideas na1:is sobre la raza. Pese
cesos 0 factores que crean una uniformidad interna dentro de áreas
a su amistad con Rudnlf l less. Haushofer nunca logró influir en la
concretas y la posibilidad de delimitar dichas regiones. Siempre se
corriente principal del pensamiento naú, que encontró su principal
consideraba que la uniformidad de las regiones estaba basada en fac­
sustento en los argumentos ideológicos del movimiento 1"olk (gente)
tores ambientales (Paterson, 1974). Renner (1 935, pág. 137) afirmaba
de la Alemania dcJ siglo XIX (Bassin, l 987b). Con eso y con rodo,
varias de la� ideas de Haushofcr relacionadas con la necesidad estra­
al respecto que «cstíi muy geoernliznda entre los geó!trafos esca ou­ �
nidenses la idea de que una re�ión es un área lo bnscaote homogenea
tégica alemana de expansión rcrricorial, inspiradas parcialmente en
en �us características físicas para poseer una unidad real o potencial
Ratzel )' Mackinder, parccian ofrecer una sólida justilicactón científi­
en los aspecws culturales». Este punco de vista procede en parte del
ca para la polirica exterior alemana de la década de 1930. Los geó­
grafos alemanes también desempeñaron un papel fundamental en la
concepto de regione narurales de Hebercson (1 905) (Stamp, 1 57), ?
pero era también resultado de la importancia atribuida a llls socieda­
planificación de asentamientos, gracias a su trabajo en la Rcichsar­ .
des rurales, pues el medio ambiente desempeña un papel '.11ªs dest�­
beicsgemeinschafr für Raumforscbung (Asociación del Rcich para in­ .
cado en determinar las prñcr:icas agrícolas que las mdusmales (Wn­
vestigaciones zonales), establecida en 1936. Esra iniciativa se materia­
lizó en el Arbeitskrcis Zcnrrale Orre (Grupo de estudios sobre :

gley, 1965). Aquellos e¡ue cririca ar el c ncepto regional solian
� .
centrarse especificamenre en la� acnv1dades mdustr1ales y en las s ­
lugares centrales), fundado en 1937 por \'{'alter Chrisraller, cuya di­ .�
ciedades urbanas, subravando que muy pocos patrones de la acuv1-
sertación sobre los lugares cenrrales de la Alemania meridional se
dad humana tenian lím;tes coincidentes, y que las condiciones am­
había publicado en 1933 (Rossler, 1989). En 1940, Konrad l\.fcyer,
bientalc.� que tradicionalmente subyacían a los estudios regionales se
jefe ele la Stabshaupramc für Planung und Boden (Oficina para la
modificaban rápidamente por acción de factores externos. Paterson
planificación y el suelo), instó a ChrisraJler para que se trasladase a
(1974) identificaba cuatro problemas adicionales en la práctica de la
Berlín, donde preparó numerosos esmdios sobre la prevista ocupa­
geografía regional:
ción dc.:J este como parte del Gcneralplan Osr (Plan general del c�te)
de Himmler. Por esa época, parece que ChristaUer era miembro acti­ 1. La imposibilidad lógica de ofrecer una descripción regional
vo del partido nacionalsocialista, pero despues de la guerra se afilió completo en forma verbal.
al partido comunista, anees de pasar en 1959 al partido socialdemó­ . ..
2. El problema de escoger un nivel adecuado de generalizac1on.
crata (Rosslcr, 1989). 3. La escasez de estudios detallados en los cuales basar la sínte­
sis regional.
4. La limitada innovación posible en el formaco de las geo-
gmfias regionales.

154 155
5.1.3. Lo upeofico ) lo l!t 111'ral: lar re¡,io11u)º lru 1l!le1110J C!>UI Jicotomía rdlcjaba l.1 dH 1!.ión enue las ciencias naLurales '· la$
hiMúricas, pero también �cñalú l)Ue la distinción sólo e refería a mo­
Por debajo de los problemas amba citados con respecto a la defi­ do-. de investigación � no al contenido de lo:. conocimiento� propia­
nición de b geogr:11h regional, cxisre una tensión mucho m:ís pro­ mcnre dichos. Oc esrn m:rncrn, «es posible, � dc hccho a�í ocurre.
funda entre la búst¡uetla de lo especifico r la bús(_1ucda ele lo general. que los mismos 1emas puednn '>er objero de una invcsrig:ición nomo­
l .a determinación de !ns rcgionc� giraba cmincnrcmenrc en to rno a la rérica y de otra idiográfica» (\.X'mdclbaod, 1 980. p:íg. 175).
iJentillcación de iH.¡uc.:llo que conlitituía In unicidad de cada una. Sin Dentro de la geogr:1fi:i, csl:t distinción entre el imerés por lo in­
embargo, muchos ge<igrafos regionales también veían la di!'ciplina dividual y por lo gcncral no cra nuevu. Ya la cnconw1mos cn la se­
como una ciencia o, por lo menos, pretendían lograr c.¡uc se la reco­ p::iraciún de Ptolomco cnrre la geog-rafia y la corugrnlia, y en la dis­
nociese cada ve7 m:ís como ral (l�ntrikia, 1981). Hall ( 1 935, pági­ tincion ti ue esrnbleci<) Varenio en d siglo X\'11 emre la �eografia
na 122), por ejemplo, �osrcnía <.1ue «la principal contribución de la general �· Ja gengratia especial. in embargo, desde el siglo �IX. en­
gcograíia al campo general de 1:1 ciencia e el reconocimiento. en pri­ contró una expresión drrccrn en la dicocomfa entre la gcografia re­
mer lugar, del aspecro :.rempre \':triable de la Tierr:i ) , en segundo gional y la sisrem:mca. La geografia regional se cenrr:iba en lo es­
lugar, t)ue pese a esta vnriaciún. l::i Tierr:t cicndc ::i dividirse en áreas pecifico o aquello que <le1erm1naba la incl1v1dualidad de b:; regiones,
m:ís o menos similares11. F.I problema de IO$ intenios pur elevar la mi en1 ras que Ja geografia sistcmáuca �e ocupaba <lc lo gcnernl. Esca
geogrnfia regional al nivel de ciencia era que la forma de ciencia d1v1sión era parcicularmcnce evidente en la obra de Humboldr y Rir­

¡
empírico- analíricn que �oli:i nccprarse en la comunidad científica as­ tcr, donde el primero prcrendia emp icar un cnfoc1 uc sistcmitrico para
piraba n enunciar leye!' explic:itivas generales, en ILJgar de ocup:irse lograr síntesis reg-ionnles, micnrras que el �cgundo se cenrr:ib:i en
de descripciones únkas. análisis regionales con objeto de efectuar gencrnJ1:1.:1c1ones SISlemáti­
Rsra distinción corre Jos 1 ipo� de ciencias, uno relnciona<lo con cas. •\mbos consider:iban, sin emb:irgo, los dos enfoques como par­
leyes g�nerales y mm con ra'>gos específicos, 11enc us orígcm:s ofi­ te� 1megranres dt! una <füc1plina gcográfica global. :\ principios del
ci�Jes e? la escuela neokant i:ina de Badea de finales del !>iglo XIX y siglo X'\, Hertner ( 1905) claború esta idea, expresando su desacuerdo
.
prmc1p1os del >..'X, y, en panicular, en la obra de \'\1ilhclm \X"indcl­ con la distinción de W"indelband y Rickerr corre ciencias nomocéticas
band ( 1980), Heinrich Rickerr ( 1962), Agocw ( 1 989), Enrrikin ( 1 989)
_
e idiográficas, proponiendo t¡uc amhos enfoques tenían cabida en ro­
)' Snmh ( l 989). no de Jos pnnc1pa1cs objcri \'Os de esca escuela coo­ das las ciencias. Esta ide11 fue un elemento imporr:inrc en la discusión
sisrfa en reinsertar la crítica en el estudio Filosófico )', a través de de 1 lartshorne ( 1939) sobre In relación cmre lo único )' lo �eneral
clln dcsafoir la posici<'�n cad:i VCí' más fuerce del positivismo, c.¡ue en la ciencia, y enrre ln geogrnffa sistemática y regionnl en panicular.
: 1nspirándose en l lci:tnl!r, 1 lartshorne ( 1939, púg. 379) :-;ostenia L1ue
habta culmtnado en la Jdea genernli7.ada de que In filosol"fa era <<Una
empresa inútil y dcs<leñablc» (Oakcs, 1980, pág. 1 66). Win<lelband «csws dos aspectos dcl conocimiento cieotiticD csrán presentes en to­
) Rickert, en particular, sugcrí:in c1ue la realidad era infinita y C.JUC, da� las ramas de la ciencia)) (véase también Hartshornc, 1955, pa­
p:ira comprenderla, los indi,·iduos debían crear conceptos racionales gina 231). Al referirse ::i dos npos concreto$ de conocrmienro cien­
con sus menees finirns (Entrikin, 1989). En su discurso de 1 894 tífico, parece, sin cmb:tr�o, haber mallnrcrprerndo el enunciado ele
como rector de Estrnsburgo. \X'indclband ( 1 980, p:íg. 175) afirmó \X'indelb:ind ( 1 980), según el cual la dicotomín nomotét1co/1d1ográ­
()UC había dos clases de ciencin� empíricas, las que nspiraban a <do ge­ fico se refiere a los IJIOdOJ dt illl'Uligf/rÍÓll )" no al fOllll'llldO drl fOllOrÍlllit'll­
neral en fonrui de ley de la n::iruraleza» y las c¡ue se ocupaban de «lo IO. Hartshorne ( 1 939. pág. 379) agra\•Ó este error al sugerir t¡ue al­
pnnicular en form:1 de e!.trucru r:is definidas hisróricamenre. Por una gunas ciencias se caraccenzan por «un mayor desarrollo del
parte, estudian la forma que permanece invariablemente constan­ conocimiento nomorétic<m y ocras por uno mayor dd conocimiento
te; por otra parre, se ocup::in del cnnrenido único e inm:ineme de los 1d1ográfico. Centrándose en el conocimiento y no en los mérodos de
nconrccimicnros re:iles». \X' in<lclband ( 1 98íl, p:íg. 175) prcsenrú Jos invc!>tigación, l l:trrshorne rechazó por inadecu:lda b d1stinc1ón no­
términos nuevos par::i describir cste pensamienro científico: «1Jo1110Nli­ motético/ idiognílico. !o obstante, sus argumento!< no se encuentran
ro en el primer caso e idio,�rtifim en el segundo». t\1i:idió. ademá�, yuc en realidad tan alej(ldos de lo!> de \.Xíindelband. Cabe destacar que

156 157
Windelband ( 1 980) sostuvo concrecamence que algunas ciencias, so­ en el símbolo del estudio de lo específico y codavia es portador de
bre t0do la ciencia de la narurale7,a orgánica, podían ser nomotéticas ese emblema». Aunque auer (1941 ), Whirclesey (1 945) y Ackerman
e idiográficas, y Harcshorne varió posteriormente Ja afirmación de ( 1 945) habían criticado p:ircialmenrc la obra de 1 larrshorne ( 1 939),
que ambos aspectos, nomorético e idiográfico, «están presentes en esta separación formal fue iniciada, en gran medida, por chacfer en
rodas las ciencias» (1 lartshorne, 1939, pág. 379) para afirmar que ran­ 1953 con su acayue contra lo que consideraba una corriente de �­
co los estudios genéricos como los específicos «son importantes en cepcionalisrno en la geografía.
casi todos los campos de la ciencia» (Harcshorne, 1959, pág. 149). De Schaefer ( 1953) recibió la condena inapelable de Hartshorne
hecho, en el crabajo publicado en 1959, Hartshorne ( 1 959, pág. 164) ( 1 954, 1959) por falta de erudición y rigor, pero captó el espíritu de
defiende que (<como la gcografia requiere tamo estudios genéricos cambio de la época y, si bien la mejor interpretación de su trabajo es
como estudios de casos individuales -es en parre nomotética y en como sincoma de los cambios más que como desencadenante, sus
parce idiogrática- parece inúcil tratar de medir Ja cantidad relativa ideas constituyen un punto de partida útil para cJ análisis de la intro­
de cada tipo de csrudim>. ducción del positivismo lógico en la geografía. La afirmación central
Rcspccco al ec¡uilibr10 entre las consideraciones de lo único y lo de Schaefer ( 1953, pág. 227) era que la geografía debía «concebirse
general, 1 lanshorne (1939, pág. 383) afirmaba que hasta el siglo XIX, como la ciencia que se ocupa de la formulación de las leyes c¡uc ri­
la geograíla, como la historia, «estaba prácticamente limitada al estu­ gen la distribución espacial de determinadas características por la
dio de lo único». Añade, sin embargo, que «una geografía que se superficie de la Tierran. El objetivo global de esta empresa era pues
conformase con estudiar las características individuales de los fenó­ muy diferente del de Hartshorne. Tbe 1111/11re of ,�eograpl.I)' era esencial­
menos y sus relaciones, sin aprovechar todas las oportunidades de mente un estudio critico de textos geográlicos anteriores, mientras
desarrollar conceptos genéricos y principios universales fracasaría se­ que Schaefer pretendía desarrollar un nuevo tipo de geografía. Se­
gún uno de los principales criterios de la ciencia (Hartshorne, 1 939, gún palabras de Johnston (1991a, pág. 57), «l lartshome terua una
pág. 383). Para l f amhorne, la geografia sistemática y la regional visión positiva de Ja geografía la geografía es lo que los geógrafos
eran partes esenciales de la disciplina y constituían dos formas dife­ han hecho de dJa- miencras que la visión de Schaefer era normati­
rences de organizar el saber geográfico. Según sus propias palabras: va, es decir, de lo que debería ser la gcografia».
Schaefer (1953, pág. 227) sostenía que cda descripción, incluso si
iba seguida de una clasificación, no explica cómo se distribuyen los
El propós1m último de la geografl� el estudio de la diferencia­
fenómenos por el mundo. Explicar los fenómenos descricos siempre
ción entre las áreas del mundo, se exp resa con Ja mayor claridad en la
geografia regional; sólo s1 mantiene constantemente su relación con significa reconocerlos como ilustraciones de una ley». Este enuncia­
la geogrníla regional, la geo�rafia sistemática cumplirá el objetivo de do exige nuestra atención en dos aspectos fundamentales. El primero

l
la gcograíln y no desaparecerá dentro de las demás ciencias. Por otra es que Schaefer distingufa claramente entre la explicación, cometido
parte, la gcogmfla regional por sJ misma es estéril; sin la fercifüación de la ciencia, }' la descripción. En segundo lugar, argumentaba que
continua de los conceptos y principios genéricos procedentes de la la explicación requería la formulación de leyes y, por ende, que la
geografia sistemáticn, no podría avanzar hasrn mayores grados de geografía cientifica debía ocuparse de idemificar y aplicar dichas
precisión y ccric:-a en la imcrprcrnción de sus descubrimientos (Hart­ leyes explicativas y no de la antigua práctica descriptiva propia de la
shorne, 1939, pág. 468). geografía regional (Schaefer, 1953, pág. 228). Una vez establecidas,
estas leyes permitían efectuar previsiones. La práctica de la gcografia
Paradójicamence, Tbe 11ol11re of geogropby se ha interpretado pri­ como ciencia empezaba para Schaefer ( 1953, pág. 229) con la acepra­
mordialmente como el estandarte de la geografía regional y de la ción de que:
unicidad. Como dice Encrikin ( 1 989, pág. 10), los detractores de
Hamhornc «separaron lo idiográfico de lo nomotécico y los redefi­ Lns relaciones es paciales entre dos o mfis clases concrerns de fenóme­
nieron en términos del estudio no científico de lo único y de la bús­ nos deben esrudfoxse por toda In superficie tcrrestre con objeto de
queda científica de leyes generales. Tbe 11at11re ojgeography se convirtió obtener una generalización o ley. Supongamos, por ejemplo, '!UC des-

158 159
cubrirnos que do� fenórncnm �e produ cen con fcccuencrn en el rn1s­ de la Alemania nazi, Gusrnv Bergmann, que trabajaba en el Dcparta­
mu lugar. Podrí:i claburar<;c en tonces una bipótt:Mi> cg un la cual cada mcnco de Filosotia ,. habín sido miembro del Círculo de 1ena de los
\.C7 que aparc-1:can m1embros de una clase en un lugar, ap.trecerán ne­ Bcrgmnnn, Schaekr
positi\'1Stas lógicos .de los años 20. 1\ través de
cesariamente miem bro<; de l a otra, b:1¡u lns cond1aunes especificadas nprcndió
_
mucho sobre el positivismo lógico y, de hecho, tuc Berg­
en la h1póte�is. Pnra H :riticnr una hipó1cs1s de este upo, el �cd>grnfo
mnnn c¡uicn leyó las pruebas de su articulo de 1953, Lras I falleci­
necesi1ar:i comnr lOn un número mayor de c:isos y Je vnnnblcs de los �
miento de chaefcr en junio de ese año como consecuene1a de un
que podr� con�c�u1r en u11J única región. Pero si se vcrific:i cn un
número �u1ic1e111c de casos, cnwncc� la hi¡ióu.:sb alcn1warii el rnngn aiac.¡uc al corazón c¡ue le sobrevi no a la edad de 48 años. Aunyue
di: ley \' podrñ utilizarse parn «explicar» siruaciunes no con�ider:iclns este vinculo proporciona una conexión clara entre l:i geografía esra­
hnsrn d mornen10. douni dcn scv la obra dd Circu lo de Viena, el propio chaefcr publ i­•

có muy po�as cosas m:h v sul! Cl>legas de lowa, especialmente


L}l critica de Schaefer de In maynria de l:is obras geográficas an­ McCart\' consider:iban mínima su influencia en el desarrollo de la
teriores se basaba en In cnr rad:i del espíritu ancic1cnrífico del h1stori­ geografl� (Martin, 1989; pero véase ¡..:ing, 1979). Bergm:inn, en cam­
Cll>mt>en la disciplina n tr:t\ és de la mterprcración k:\nriana de J len­ bio, parece haber e1ercido unn influencia personal más duradera.
ner. 1\:.í, nfirmab:i c¡ue «Ínvocarido la aucoridad formidable de �ant, ¡..: ing (1979, pág. 1 28) comenta ni respccm:
Hettner h:1bía logrado i mprimir en la ge ografía el sello excepciona­
l1srn propio de In histori3» ( Schacfcr, 1953, pág. 235). 'chaefer ccm�i­ A finales de la <léeada de 1950, todavía estaba en lowa Gustav
der:ibn gue los �eógr:ifos t¡ue deriv:i bao su obra de la de Hctrner se Bergm:inn. Ern el oráculo a1cno al Dcparramcnw de Gcogrnfia, un
inrcresnban por In cxplicación del ordenamiento de los fenó menos posmvisrn logico ljllt: hnbía perrenecido al Círculo de Vieno nriginn l ,
únicos en el espacio. Se dccín pues c¡ue la metodología de csra geo­ nmigo ínrirn<) de Schocfcr v, de un rnoclc1 u mro, ml'lc�cro de 111
g rafía era Ún i ca }' íl esrn posición :idscribia el término t>:rrpriOJ1tJfis1110. mayoría de los Ll ue rasnmo� por el dcp:1r1nmcmo ele lowa 1 bien no
. •

Schaefcr contrasta su rrad1ción hegeliana del hismr1c1smo con la era obligamno, �cgún recuerdo, leer el trabajo de Schncfer, el libro

fuerza crccicmc de In filosotia pos1ri,•ista en las ciencias mtturales de de Bcrgmano sobre In tilmofm de la ciencia s1 lo ero. u influencia en
In J\lcmarua del siglo XJX. t:n opos ic ión a la r radic1ón cxccpcionalis­
In obro de los geó�rnfob de lown cm palpable por iodos Indo�.
ta, Schacfer defendía t¡ue la geografía debía con \'ertm.e en una cien­
cia posui ,·ista, centrándose en la producción Je tre� tipos ele leyes: Ha rtshorne re pondió vigorol>:t mente al articulo de Schaefcr, pri­
las leyes de In gcogratin !1s1ca c.¡ue calificaba de «no csrricr::imenre mero en una bre\re carta publicada en la rev ista Annals of lhe Associa­
geográficas» (. chacfcr, 1953, páy.. 248); las le) es morfo lógicas Je la lio11 of ,- l111erim11 Geo1..raphen (J lartshorne, 1954) y má:, tarde en un
geo¡.,rrafia económica y, en pnnicu lar, de la teoría de l os lugares gc­ arcículc) criticaba el texto de Schaefer (1953) punto por punto
donde
ncrnlcs, que consideraba plenamente geográficas; v l:is ley es de pro­ (Hartshorne, L955). El pri ncipal objetivo de 1 lamhorne en estos es­
cesos, product0 de la cicncin soc:í:il madura. pe ro no morfológicas y. critos era ilustrar In escasa erud i c i ón de Schaefer
y su «astucia con las
por consiguicnrc, no confinnclns a la gcografin. palabras» (Hanshomc,1955, pág. 231 ), alegando t¡uc 1<en total, casi
hl t.:ns:t\'O de Schaefcr fue un imemo desbocndo por incluir fir cnJa párrafo, en realidad la gran mayoría de las frases de la crítica,
mcmemc l:i gengrafia en In corrience de lri ciencia posm"i"r:i. La pri­ constituía una fals1ficacióo va fuese por comisión u omisión» ( Hart ­
mera parce de su vida rramcurno en Bcrün. en cuva un1vcrs1dad es­ shorne, 1955, pág. 243). !)chaerer ( 1 953) omitió ciertamente citar mu­
cudiú ele 1928 1932 (f\lnrtin, 1 989). y fue edu�ado dentro Je la
a chas ele sus fuentes y, como 1 lnrrshorne ( 1 953) 1lustró con rama cla­
vasta tradición política y la ciencia poliuca alemanas.
de Ja geografia ridad, algunos de sus argumentos estaban construidos sobre
Con el auge del nazismo, ruc cncnrcelado, pem al final abandonó enunri:idos espurios. l.a p uhlicac iún de 1955 de l l anshorne fue la
Alemania y se estableció en lowa (Bunge, 1979a; JV.Lamn, 1989). ¡\JU primera parte de !'U rechazo de los argumentos de Schacrer, Jcstioa­
logró una plaza en el Deparrnmenw ,le Geografía en cuitnm se fun­ Jo :i demostrar y corrqtir las falsificaciones gue había locali�ado en
d ó en 1946 en la Statc Un1vcrsiL) Je lowa bajo el rectorado de l la­ dios. La St!�u.nda parte Je su reacción se publicó en 1959 en forma
rold McCarry. En lowa. Schncfcr entabló amistad con otro refugiad o de monografía t itul ada Persperlivr º" the 11at11rt o/ l!lOJ1,rap4y. En ella

160 161
sostenía que «la geografía es Ja disciplina que aspira o describir e i11trr­ objeúvo de la geografín pam que rece: ti nt11rlin 1'" 111pir11 11 proporrio-
prel11r el carácter 11ari
ohle de 1111 111¡,or o otro dt! la Tierra co1110 1111d
111 o del 1111r 11110 dt.rtriprió11 rirnt((iro dr /11 Ti�rro rOf/10 1111d
111 o del IJ1Jmbrt (Hartshor­
ho111bre» (Hanshornc, 1959, pág. 47). Con esta definición, Hartshornc nc, 1959, pág. l 72).

lamencaba la crcciencc dfrisión de In disciplina en una mirad humana


y otra tisica, cuyos orígenes establecía en eJ siglo X I X . En particular, La idea que de la ciencia cenia Hart horne no era, sin embargo,
comencaba lo sigu1ence: aceptada por el grueso de la comunidad cienrífica y, al rechazar la
formulación de leyes con capacidad predictiva, l lartshorne nadaba
contracorriente. Como ha dicho Guelke ( 1 977. p:ígs. 382-383), «Cn la
Con el creciente prestigio de lns «cicncin$ rrntumks». en parcicular
década de 1950, los geógrafos tenían la opción entre describir lo par­
de las «ciencias físicas», muchos geógrafos rec1b1eron el estimu lo ne­
cesario para centrnrse t:n los n�pcccos no humanos de su campo de es­ ticular o buscar leyei. cientificas. No es de extrañar que la primera al­
rudio y confeccionar cursos )' mnnualc:s bajo el cpigrnfe de «geografia temaliva fuese inaceprable».
físicin>. Estas rccopilac1one<1 clc conocimicmos rcla1 ivos a ca1egorias
paniculnrcs de cnractedsucas de l:i Tterm, pur muy clenúficob que
íuescn, carecfon de coherencin y quedaban aislados con respecro ni
5.1.4. La cimcio .�eo,�rájico y el (lr/f' de lo gtogrt1Jía
contexm globnl de la realidad: como coa�ccuencia, sólo ejercían una
atracción mu) limic.ada en el cs1udiame medio. Al>imismo, el esrud10
de los aspectos humanos de la geografia, �eparados en gran medida Paradójicamente, aunque la iníluencia de Schaefer en la evolu­
de las características fisicas de la Tierra con las que en realid:id están ción de la geografin fuese muy tenue, las ideas expresa das en su pu­
entrelazados, perdió a la p:1r el prestigio cientlfico y el interés rle los b! icación de 1 953 dominaron la práctica geográfica en la década
estucliames. Las consecuencias desastrosas en la posición de l:t gco­ dt: 1950 }' de 1960. La tdea de cjcncia propugnada por Hanshorne se
grafi:i en las escuelas secund::1r1:1� �on de todos conocid:is (1 lanshor­ descartó a favor de una que alentaba la explicación en lugar de la
ne, 1959, p:igs. 79-80).
descripción, las leyes generales en lugar de la comprensión de casos
individuales. y la predicción en lugar de la inccrprecación. La geo­
Al refe rirse a la división entre la geograffr1 sistemárica y la regio­
g ratia regional siguió, �in embargo, coocando con sus defensores.
nal, Harrshornc seguía defendiendo que no existía dicocomia ni dua­
Gilberr ( 1 960), por ejemplo, trató de situarla dentro de la tradición
lismo corre ambas, por ser esenciales para b prñctica geográfica. o m:ís amplia del pensamiento regional que nació en Europa en el si­
obstante, en Ptrspectin dedicó mucha arencjóo directa a la cuestión glo X I X e jncJuia la novela regional r la idea política de región, ade­
de si la geografía debía ocuparse de la formulación de leyes científi­ más del concepto geográfico de región natural. Para Gilbert ( 1 960,
cas. De hecho, éste era para él el problema t¡uc más preocupaba a los pág. 1 59), la gcogrnffa. regional era «un arte comparable a otras ar­
geógrafos de la época. Contrariamente a Schacfer, la visión que tenia
tes» v consideraba que su falca de cimientos científicos rigurosos no
-
Harcshorne de la ciencia no coincidía esrricramenre con la del positi­
la desmcrecian en nada. Cna idea simihr es la adoptada mucho más
vismo lógico. Más concretamente, sostenía con vehemencia que «la
recienremente por 1 lan en el discurso presidencial pronunciado
predicción no es el objetivo de la ciencia» (l lartshorne, 1959, pági­ en 1981 ante la Asociación <le Geógrnfos Americanos, donde dijo lo
na 165) y que la formulación de leyes tampoco es su propósim final
sigu iemc:
(Harrshorne, 1959, pág. 168). Opinaba, en cambio, que la ciencia
debia currsjdcrarsc «en el sentido activo de la búsqueda del saben>
L1 gcogrnli11 sistemática 1-(Cncra leorias que facilitan la compren­
(Hartshome, 1959, pág. 168) y, al respecto, comenraba lo si�uiente:
sión de las re¡.(mncs � la gcogrnfía regional es el 1erreno de pruebas
donde estas 1corins se demuestran empiric:uncmc. La idea de región
Si considemmos que el tcrminCJ «descripción cienrífic:rn engloba proporci ona el tema unificaJor esencial que integra las diversas sub­
cnnto lo c1ue se conoce como lo que puede inferirse, tanto de los fe­ d i scipl inns de la ¡reografü1. Ln forma más elevnda del :me del geógra­
nómenos como de las relaciones por procesos y nsocrnc10nes de di­ fo es la producción de descripciones evocadorns que filciliten la com­
chos fenómenos, podemos modificar una ve¿ más el enuncmdo del prensión ,. :1prec1ación de las regiones (Hart, 1982, pág. 1).

162 163
En su críticn de ln adopción generalizllda del cienrifismCJ por par­ <le otras d isci p lin a s
como la geologí::rn. Del mismo modo, CosLa y
te de la comuni<lad geográfica , añade lo sigu iente: Graf ( 1984) sostienen que «hacia finak:s de b década de 1930, la geo­
hrrnffa rechazó d pa ra<ligma Jcl determinis mo ambiental y la i mpor­
Muchni; geógrafos hnn sido sc.:ducidos por el nurn que se percibe iancia de la geomorfología cayó vertiginosamente». Como conm1SLc
en tomo a In Ciencia y han asumi<lo que los geógrafos mcrccerinn a su decadencin en Esrados U niJos, 13 gco�raf!a física se man ru vo
mayor estima si lograban convencer al cuerpo políti co de ciue Ja gco­ rclativamemc robust:i en Gran Bretaña, donde el campo de ]a geo­
grafo1 es una Ciencia. Escas personas bstn actuado de formas extrañas morfologill pasó a estar dominado p()r los ¡.reógrafos. Sin embargo.
en su inu:aco por parecer más «cicnrificas». En una ocasión, por como señala Stoddan ( l 987b), el número de geógrafos físicos en
ej emplo, estaba muy de moda emre algunos geógrafos pasc..':lrsc con
G ran Brcrnña en la clécaJa de 1930 era rnn reducido c¡ue sólo podian
botas nltas r camisas <le rram:la rojas a cuadros, rraiando de imi1:1r a
dedicarse a un área li mitada de estudi o.
los gcologns, a lns que consideraban más científicos ciuc los gcógra­
l.a caída del sistema de geomorfol ogía de Davis empezó ese ncial ­
fos. M�s recic.:ntcmcnte, In moda c.:n tre algunos miemb ros del clan ha
sidc> dcjíl rse caer por el centre> informático tratando de parecer t:cunú­ mcme con los inµcnicrns y geólogos, y las nue\TaS ideas p rocedentes
mctras ( l larc, 1982, pág. 3). Je otras di sciplinas fueron penetra ndo muy lcnmmcnrc en In gco­
grnfla füica. La c rítica central de muchos de Jos rrabajos real.izados
antedormentc cu el campo de la geografía fisica iba dirigida a su ca­
5.2. Mt>DELUS, SISTEi\t/\S Y PROCESOS: LA \OClPCl(>N Ji<l::icl Jescripliva y a su inca pacidad de explicar suficicmemenrc Jos
lMPLIClTJ\ üEL POSITl\'TSMO LÜGICO proce�os físicos (Tinkler, 1985). Esto era especialmen te obvio en el
csrud 1 0 genmorfo lógico de las wlinas, formaciones cólicas, ríos y
5.2. 1 . El pmceso y /11 jor111a m la geo,e,rafía físira coscas, emprendido desde 1930 en adelante. En una serie dl: 1rabajos
i mp ortan tes, por ejemplo, los de 1 lorton ( 1 932, 1933, 1935, 1 943).
Eldebate entre l lartsborne y Schaefcr excluía en gran medida el in geniero de íormacióa, combina el interés por las cuencas de drena­
campo de la geornorfologia, además de mucha de la geografía física je y la capaci da J <le filrraJo dd su elo para transformar d estu dio de
en genera]. Si bien Hartshorne ( 1 939, pág. 423), por ej e mplo, acepta­ los proceso� de formación de colinas. La tmportaacia pan ic ul ar
ba que en Alemania la geomorfología era una parte fundamental de de es ta obra estriba en el empleo de llls matemáticas y la formula­
la geografía, demostrnba cierta ambigüedad con respecto a Ja rela­ ción de leyes desti n�das a exp l ica r la forma física del rcli.1.!ve. Pese a
ción entre las dos d isc ipl i nas en Jos Estados Unidos. Aunque su!' las criúcas que recibió (Pircy, 1971, págs. 26-28), el trabaj o de Hor­
ge<>grafias sistemáticas daban cabida a la climarología, los suelos, los con tuvo iníluencia en muchos est udios poste riores sobre los proce­
relieves, la geografía vegeta l )' la geografía an imal (cfr . figura 4. l) sos de formación de las colin as realizados por geólogos y, en par­
(Hanshorne, 1 939 , pág. 1 47), reconocía que los geógra fos con for­ ticular, en los de StrahJcr ( 1 950) )' Schumm ( 1 956a, b). Del mismo
maci ón en gcomor fol ogía se enfrenta ba n a p roblem as parti c u lares al modo, en su esru di o de las dunas, Bagnold (1941) subrayó la necesi­
tratar de i oc.:urporar su obra a la p ráct ica de Ja geografía como cien­ dad de alcanzar una comprensi ón detallada de la fisjca del muvir:nien­
cia corográfica (J l a rrsho roe, 1939, pág. 424). De hecho, la geografía ro de la arena, alegando de forma convincente que era fundamcmal
fisica en Norte.américa atravesaba una grave crisis ele idemid ad en gue los geomorfólogos expl icasen los procesos de formación de las
los año:; 30 y 40, cuando muchos departame ntos de geografía aban­ dunas, en lugar de ce n trarse exclusivamc.nre en la inre rp rctación de
donaron totalmente el tema �, la mayoría de la in vestigación geomor­ sus Í()tmas. Posteriormente, también hizo h10cap1é en la necesidad de
fológica se realizaba en los departamenros de geología (Russell, realizar 1.!Xpe rimcntos de laburawrio rigurosos para deterrruoar los
1 949; D rake y .J ordan , 1 985; Tinkler, 1985; Vitek, 1989). Según proce sos rclaci<>nados con otros tipos de trnnsporte <le se<limentos
Dury ( 1 983, págs. 9 1 -92), las principales razones de esta tendencia (Bagnuld, 1954, 1 966; véllSC también Krumbein. 1 955). Las ideas de
<<inclufan una mezcla de la reacción c ontra el d�terminismo ambienra l Horcon y Bagnold, al combinar el interés por Ja descripción
- fortalecido por la observación de la conqui sta pionera del desier­ esrndfatica de los relieves deJ terreno y la exp l i caci ón de prnceSl>S,
to- y 111 incapacidad de Jos geógrafos de competi r con las iniciativas encomrarou una expresjón má s clartt en unn serie de cstuclioi; sobre

164 165
hidrología íluvial, efeccuados en la década de 1950 (Leopc>ld, 1953; para el estudio de las fechas exactas de los cambios ambientales, que
Leopold y Maddock, 1953; l.. eopold y Miller, 1956; Leopold, Wol­ se esperaba conduciria a una mayor comprensión de los procesos de­
man y Mitler, 1964). que pretendían explicar la forma de los canales cerminaorcs de estos cambios (Amevs, 1928; Libbcy, Anderson y Ar­
a través de la consideración de los procesos íluv1ales. King (1959) nold, 1949). La preocupación por el calentamiento de la Tierra, agu­
basó en argumentos similares sobre las relaciones forma/proceso su dizada a finales del siglo XX, puede contemplarse, a su vez, como
trabajo sobre costas, Bt:aíbe.t and coasts, claro ejemplo de la necesidad una de las consecuencias de este tipo de investigación. Las nuevas
de combinar el rrabajo ceórico con el experimental. técnicas de medición tambil:n prnporcionaron los instrumentos nece­
Estos punros de vista no se libraron de las criticas. Wooldridge sarios para el desarrollo de estudios sobre la extensión del fondo
(1958, pág. 31 ) , concretamente, soscenía que <da geomorfologia se oceánico }'. a la larga. para la aceptación de ideas relacionadas con la
ocupa anre todo de la interprecación de las formas y no del estudio teccónica de placas (Wcgencr, 1915). Aunque Sollas y Russell ya
de los procesos», y con respecto al auge de la cuantificación opinaba habían utilizado el término placa en 1904 y 1936 respecrivamence
que •<el ataque direcro mediante métodos matemáticos parece ofrecer (Beckinsale y Beckinsale, 1989), no fue hasra los estudios detallados
oportunidades de éxito muy limitadas)> (Wooldridge, 1958, pág. 32). obre el fondo oceánico efectuados en los años 1950 y 1960, alenta­
Este aucor añade una advertencia contra la aplicación «de un limita­ dos por los avances de la tecnología naval durante la Segunda Gue­
do enfoque fisico-maremático a la geomorfología... por razones es­ rra Mundial, cuando c;c accptú de forma generalizada el concepco de
nobistas, es decir, porque impresiona y está de moda vesl'ir nuestro extensión del fondo oceánico.
pensamiento de argot macemático» (Wooldridge, 1958, pág. 33). Es Estos tres avances en la geografía física significaron un crecieme
interesante observar el momenw en que se produce esta crítica deno­ interés por Ja noción de proceso, con mediciones cuantificables pre­
dada porque ilustra que, mientras estos enfoques se acepraban cada cisas y con eJ desarrollo de leyes y modelos, pero en intersecciones
vez más en Estados Unidos, no se habian reconocido tCJtalmeme en distintas de espacio y tiempo. La investigación geomorfológica em­
Gran Bretaña, donde la enseñan.za y las investigaciones en el campo pezó a centrarse cada vez m:is en los procesos inmediacos a pequeña
de I� geomorfología rodavía incumbían, en gran medida, a los depar­ escala, los estudios de los procesos regionales a medio plazo de la era
r2mentos de geografía. En CJnco años, sin embargo, la situación cuaternaria y la tectóníca de placas en procesos globales a mur largo
cambió espectacularmente y, hacia principios de la década de 1960, plazo. t\I explicar estos cambios es importante considerar la influen­
muchos geógrafos fisicos británicos empezaron a buscar inspiración cia de los avances tecnológicos efectuados durante la Segunda Gue­
en la obra de Strahler y Leopold. rra Mundial, asj como el carácrer cada vez más aplicado de la investi­
El creciente interés en los procesos físicos y el desarrollo de mo­ gación en la geografía física. La escasez de conocimientos reales en la
delos cuantitativos en la geomorfologla no fueron los únicos cam­ década de 1930 coa respecto a los procesos que actúan en las laderas
bios que se produjeron en la conceptualización de la geografía fisica y en las costas, por ejemplo, precisaron durante la guerra una reeva­
en los años 50 (G regory, 1985). También intervinieron ocras dos luación sustancial de los programas de investigación en esos campos.
modificaciones importantes, de nuevo muy influidas por avances Tinkler (1985) comenta al respecto la importancia de la guerra como
ocurridos fuera de la disciplina. Nos referimos a la creciente atención estimulo para las nuevas investigaciones en la evaluaaón de terrenos
prestada al cambio climático y a la cada vez mayor aceptación de la y trazado morfológico, y Mocisawa (1985, pág. 91) observa la im­
tectónica de placas. Aunque geomorfólogos dt:l siglo XIX como portancia del «Ímpetu dado al estudio de las olas )' las playas como
Penck, de Geer y Geike (Beckinsalc y Chorley, 1991) habían estudia­ resultado de la necesidad de los amerizajes eo las Islas <lcl Pacífico»
do los cambios climáticos del cuaternario, el aumenro de la investi­ en determinar el progreso de Jos estudios de las costas después de
gación en este campo esruvo relacionado, en parre, con el desarrollo que cesara el conflicm mundial. De forma más general, los organis­
de nuevas técnic"lts y coa el .interés creciente por obtener una crono­ mos patrocinadores y, en particular, eJ US Geological Survey aJema­
logía e.xacra. En particular, fue la utili1.ación de métodos como la da­ bnn cada vez más los estudios con aplicaciones prácticas, por ejem­
tación por carbono 14 y el uso de muestras abisales en la década plo en los campos de In erosión del suelo, el conuol de las crecidas,
de 1940, los que abrieron codo un abanico de posibilidades nuevas la sedimentación en Jos embalses y la hidrología fluvial, con objeto

166 1 67
de vencer muchos de los obstáculos ambientales c.¡ue surgieron en el carácter cuantitativo y el afáo de establecer teorías. Bajo el liderazgo
pe ríodo de entrcguerr:is (Tinkler, 1985). Tras estos csrudins exisría el de Garrison y. en cierra rneclida, de Ullman, c¡ue había publicado un
deseo creciente de poder predecir las repercusiones ambientales de trabajo sobre una teoría de 1oca1faación urbana ya en 1941, uo grupo
dete rminadas acciones humanns a través del dcsarro Uo de modelos y de estudiantes graduados, entre ellos Daccy, Berry, Morrill y Bunge,
leyes de procesos arnbienrnles. trataban de transformar la gcografia en una djsciplina acadérnka dig­
na de mayo r reconocimiento. Morrill (1984, pág. 67) recuerda la im­
presión que renian de la geografía como «débil intelectual y n uméri­
5.2. 2. E11foq11es leóritos de tfll{I geografía h11ma11a sis/e¡)/(ífic<1 camente, y objeta de escasa estima por parre de otras discipl inas>\
descri p tiva }' escasa en teorías, cuyo objetivo soüa ser considerado
Un interés similar en d desa rrol lo e.le la geograffa como ciencia por Jos legos como la formación de profesores o Ja preparación de
a y
tt'.úric cmpir�c.i surgió en h1 gcog raffa humana estadounidense de atlas. Su p.retensión era incorporar la geograf!a a Ja corriente princi­
10, a1iu� l '150. Este se ccncr/l principalmente en la enseñanza e in ves­
pal de la ciencia, desarroUando para ello teorías, verificándolas y tra­
tigaciu11 emprendidas en los ckpanrunemos de geografia de la Uni­ tando así de explicar la organización y evolución del paisa.je. El con­
' c.:rsi<lacJ de \X'as h i ngton en Sc:m]e (Garrison , 1 979), la U ni ve rsidad texto de dicho trabajo se extendía principalmente por los campos de
de Wim > n!>i n en "tvla<lison y la Universidad de fowa ( McCarry, 1979). la geografia urbana y económica, y estaba muy inspirado en las ideas
La ilusión por los t:arnbius t1ue se producían en esrns insriruciones teóricas desarrolladas en otras djsciplinas, asi corno en Jos estuclios
queda hien rellcjaJa en la descripción c¡ue hace i\lorrill (1984, pági­ de geógrafos y economistas europeos.
na 59) dd ambiente yuc reinaba en la Univ c.:rsi da<l de Washington Es te punto c¡ ucda perfectamente ilustrado e.n el estudio de Garri­
cmre 1955 y 1 960 aprox im:idamentc: son (1959a., b, 1 960) sobre las invcsrigaciones de: la cstrucrura espa­
cial de la ecooomfa. El trabajo empezaba. con un exameo de los tex­
tos de l sard, Dunn, Greenbut, Poosard, Losch, y l3oustedr y Ranz,
l labía algv Je i:xcirantc en arn:meLer contra los dragones de la
donde evaluaba Ja impo rtancia para Ja geografía de la reoda econó­
insutuc1on. os pcrcibinmus como un:i minoría subvcr�ivn y tt:mibl..:,
y clln nos daba fucr'l.a y nos ayudnba a man1ener un ritmo agotador mica desarrollada en la década de 1950 (Garrison, 1959a). Como
de agitación, queja� y conspir:lción inrclcctualc�. Era fáci l personiticar conclusión de c.:ste repaso, Garrison sugería que la fundación en 1954
tn Richard Hnrtshorne, cuya obrn csrudjñbamos en dcrnllc, :iqucllo de la Asociación de Ci enci a Regional y su posterior expansión ind.i­
con1 m lo guc: luchábamos. Teniarnc1� hc!roes, especialmente Schaefcr caban el creciente interés de los economi stas po r problemas de orde­
y ChriscaUcr, r muchos vill1mos. E xistfa, por supuesro. un� resisten­ nación espacial c¡uc, durante mucho tiempo, habían sido competenci a
cia f
érrea, que servia de acicate a nuestra re�oluciún. de los geógrafos. En la segunda parte de s u esruclio, Garrison
(1959b, pág. 482) sostenla que el uso de la notación algebraica y los
En un estilo simil ar, Gould (1 979, p ág. 1 40) recuerda c¡ue esa métodos de p rogramación lineal permiten dar un carácter operativo
nue va generación de geóg rafos «estaba asqueada r avergonzada de la a Jos problemas de estructura locacional, y que los problemas expre­
t<>rpeza de a ti c i onaclos y antiruados que hahían despc rdki ndo casi sados en estos términos «muest ran las interdependencias de precio
medio siglo de oportunidades en la universidad acumulando un asociadas al sistema de ubicación de un modo hasta entonces imposi­
mamón de información sobre hechos falra de todH es[ructur:n-. Re­ ble». Enrre los problemas de localización para los que consideraba
cuerda ade1mís l1ue. «con excepción de uno o dos trab.1jos eruditos útil esta metodología estaban los de ec¡u il fürio del p recio del espacio
sobre geografía histórica, era prácticamente impos ible t:ncontrar un y los de ubicaciones a coste reducido de producción conforme a l a
libro en la materia que pudiese ponerse en manos de un especialisra distribución de las materias primas y los mercados. El artículo final
de otra di sci plina sin sentir ciem1 vergüenza» (G o u ld, 1979, pági­ de su trilogía aborda una nueva serie de probl emas asociados con re­
nas '1 4( 1-'l 41 ). des y flujos de entrada/salida entre las regiones, subrayando la im­
Como reacción a esta geografía del establiJhlllml, ]as nuevas invcs­ portancia de los modelos de equili brio. Garrison (1 960, pág. 372)
ri�nciones· de la Univt:rs i dad de Washington se caracrerizab:in pnt su concluye que es importante considerar «el concepto del sistema de

168 169
localización como una ro111bi11aáón dt actiuidades i11lerrelacio11adas en di­ binación de teoría y minucioso rrabajo de campo expresada en Ja de­
ferentes lugares» y que este sisrema es un pacrón de combinaciones mostración del proceso de difusión, ames de que estuvieran disponi­
eficaces de actividades donde se reflejan los principios de la maximi­ bles en inglés, causó un efecto eleccrizanre».
zación o minimización. Otras dos influencias importantes en el nacimiento de una geo­
Estudios similares fueron los emprendidos bajo la dirección de grafia humana cuantitativa orientada a los procesos fueron las de la
1\lcCarry en lowa y de Robinson en Wisconsin. Escas iniciativas no Escuela de Ecología Humana de Chicago y la fisica social de Scewart
sólo demostraban la necesidad de incorporar teorías (McCarty, 1953, y Zipf. En la década de 1920 y de 1930, los sociólogos de Chicago,
1954), sino también el uso de mécodos de correlación y regresión en encabezados por Robcrc Park, elaboraron una serie de modelos que
el análisis de relaciones espaciales entre disuibuciones (Robinson y ligaban la organización social a la estructura espacial (Entrikin,
Bryson, 1957). J\I igual que ocurría con el trabajo de Garrison, los 1980). Como han comentado Jackson y Smith (1984, pág. 65), «mu­
realizados en lowa y \Xliscoosin mostraban un inrerés directo por la chas de las tradiciones establecidas en ese momento han dejado una
confección de leyes y el desarrollo de modelos, que la disciplina en impresión duradera en el modo de enseñanza de la geografía urbana
su conjunto aceptada de forma general eo la década de 1960. Dada la en escuelas y universidades». Escas tradiciones se hao íncerprerado,
ausencia de uabajos geográficos anteriores en esta línea, los geógra­ por lo general, como aspectos centrales de la conceprualizacióo posi­
fos de los años 50 se inspiraron en gran medida en la tradición de tivisca de la ciencia social, pero Jackson y Smicb (1984) observan que
modelos ceé>ricos desarrollados por los economistas alemanes. Cuatro mucha de la obra de Park refleja una visión profundamente bu­
obras en particular dominaron la literatura geográfica: D11r iJolir.rle manistica, donde se combinan elementos del neokantismo con el
f
Staat in Bezieh1111J!. 011/ La11du1irtschut m1d Natio11nló'kono111ie de von Thü­ pragmatismo de James y Dewey. Los intentos de Park por combinar
nen (1 826), que sentó la base teórica de la geografía agrícola; Uher estas dos tradiciones djvergentes creó una serie de dualismos en su
dm S1a11dor1 der 111d11slrie11 de Weber (1909), susrenco de la teoría de lo­ obra que «giraban en corno a la necesidad de datos pragmáticos en
calización industrial; y Die zmtrale11 Orle ,, ; Siidde11tschla11d de Christa­ una disciplina oricocada al bienestarn (Jackson y Smith, 1984, pági­
ller (1933) y Dit' rii11111/icbe Ordnung der IVirtschaft de Losch (1940), que na 79). Para Mellar (1977) las cinco ideas centrales de la obra de
constituyeron el núcleo de Ja geografía de los asentamientos. ! lacia Chicago son las siguientes:
la década de 1970, escas obras habían alcanzado tal importancia en la
práctica de la geografía que formaban la base de los libros de texto 1. Que las ciudades pueden conrempl:trse como comunidades
de la enseñanza secundaria como los de Bradford y Kent (1 977), ecológicas.
aunque, como la mayoría de lectores ni siquiera sabían, sólo Chrisra­ 2. Que cl valor de la tierra es reflejo del orden natural.
ller se consideraba a sí mismo geógrafo. 3. Que las ciudades escán sujetas a un ciclo de invasión y suce­
Otra influencia en el desarrollo de esta tradición teórica v. mate­ sión en el espacio.
mática en Estados Unidos llegó desde Suecia, a través del trabajo de 4. Que las áreas naturales reflejan la base espacial fundamemal
Torsten Hagerstrand. Hiígerstrand entró en contacto con las ideas de toda organización social.
de von Thünen y de Chrmaller gracias, en gran medida, a la obra de 5. Que la distinción entre los órdenes natural y moral de las
Edgar Kant, geógrafo estonio refugiado en Lund tras la Segunda ciudades proporciona una organii.ación estructurada de mo­
Guerra Mundial, para quien uabajó Hagerstrand como ayudante de delos de estiJos de vida.
investigaciones (Hiigerscrand, 1983). Influido por Kant y por el et­
nólogo Sigfrid Svensson, 1 lagerstraod (1 953) empleó modelos mate­ Sin embargo, la unión de la organización espacial y social, em­
máticos para examinar el alcance de las innovaciones en el cenero de prendida por la escuela de Chicago (Burgcss, 1964), rcsulcó ser es­
Suecia. Desarrolló, en partkular, un modelo de probabilidades del pecialmente atractiva para los geógrafos (Pooler, 1977). En particu­
proceso de difusión, que incorporaba el uso de variables estocásticas lar, los modelos del uso del territorio urbano propuestos por
o aleacorias. En 1959 Hiigerstrand visitó Seattle y al comentar la im­ Burgess (1925), Hoyt (1 939), y Harris y Ullman (1945) parecían ofre­
portancia de esca visita, Morrill (1984, pág. 62) observa ciue <<in com- cer a los geógrafos un conjunto de enunciados espaciales teóricos

170 171
que, a continuación, podhtn comprobarse y elev:ir"c aJ rango de 5.2.3. Silttntas y .�tO)!rafía ltórica
leyes.
La m r:t gr:in influencia en h1 aplicación En casi rodas la� obras teóricas y conceptuales que defcndfan
de ideas matemáticas a l:i
g og nfín se transmitió a través del trabajo de Jos físicos �ocialcs.
e r un nuevo enfoque gcográficc>, public:1J:is en la décadn de 1950 y
En .1947. Stewan, prof s r
e o de asrrofis1ca en Princeron, cmpc7Ó a or­
de 1960, se prestó csca�a atención a las implicaciones filosóficas de la
gam�ar su 1<Proyecro de disciplina. Se percibía l a necesidad ele que la geografi:i fuese más
Física ocia!, con la intención original de
con 1de ar e profundidad la transferencia de métodos y principio cienúfica; se consideraba c¡ue Ja cicnci:i se ocupaba de la explic:ición
� : � s de
la ciencia l1s1ca al campo soc1al11 (\X'arnrz, de procesos; y la explicación científica requería la verificación de
_
1984, pág. 141 )
. Una , e7
mas, esro incluí. hipótesis y l a confección de leyes. Pocos autores, con la not:ible ex­
� la aplicación de ideas ajenas a la geografía n c�rc
caso I � de In l1s1ca de t-.iewron cepción de chaefcr, prestaron una mínim:i atención al hecho de que
� a cuestiones relacionadas con Ja dis­
. este tipo concreto de ciencia esraba sólidamente arrnigado en el posi­
rnbuc1on �le los fenómenos por d espacio. Las expresiones más in­
fluyences lueron la regla del rnngo-tamaño que rel:icionab:i el
tamaño
liv1smo lógico . Como ha comentado Guclkc (1977, pág. 381), «la li­
de una ciudad con el rango que le corresponde, observada por mitada oferta filosófica :1 disposición Je los geógrafos en el campo
te­
wart (1947) _ _ de la explicación hacía inevitable la adopción masiva del enfoque no­
y Z1pl
(1949), así como la aplicación de los modelos de
gravcdad a la interacción h mana (Carrochers, motético. Para muchos, la geografla era ciencia o pura descripciórn>.
_ � 1956; Olsson, 1965).
Gran parce de est s obras, sin embargo, se ocupaba primordi Las abrumadoras ideas del positivismo lógico, presentadas directa­
� almente
_ mente por Bergmann (1957) a los ge6grafo� de lowa por lo menos,
de dc¡ar constnnaa de regularidades empíricas y de aplicar fórmula�
, . parecían tan adecuadas y válidas que muy pocos geógrafos de la
matemrrncas a su dc�cripción, mós que de tratar de explicar las
regula­
ridades observadas. Los geógrnfos :iporraron muy poco al
trabajo
déci1d:1 de 1960 consideraron la posibilidad de criticarlas.
temprano del Proyecto de Física SociaJ, pero desde finales En un influyente estudio de la posición de la geogralia, como lo
de Ja déca­
d de 1950
muchas de estas ideas se incorporaron a la geografia a rra­ que denominaba disciplina de investigación fundamental, Ackerman

� �
vcs de la cola oraci � encre Stcwan y \Varnt7 (1963).
Wamtz, preci­
( 1958) capturó la esencia de La disciplina tal como se practicaba en la
samente, l gro c nahar su rrabajo de invcstigncióo en décad de 1950. Excrnjo las siete conclusiones sigu ien es relacionadas
a c
� � la American

Geograph1cal oc1ery de \Xlashingron,
de investigador en ciencias as­
con las condiciones subyacen t es a la práctica conrempornne:i de la
.�
rro s1ca
� de Prrnccwn y de profesor visitante de ciencia regional en Ja
gcografia:
Un1vers1�ad de Pe�sylva�ia �? el decenio 1956-66 (\Xfarorz, 1984). ( 1) la casi universal caractedstica de los modelos de espncio rel ciones a
Con el uempo, esca invesagacron culminó en l:i consider
ación de la es el cambm conunuo; (2) rios proceso� fiskos, biólicm y cultura­
va
geografl �orno parre de una teoría general de sistemas
� espaciales. les forman pane de este cambio: (3) Ja cuantificación es u n problema

�uyo 0 1euv? era establecer una única ciencia social con una lógica fundamen ml en Ja descripción del efecto espacio-relnc1oncs de csms
tnte�a isomorfica con respecto a la de las ciencias tisícas. procesos; (4) las 1écn1c s de obscn·ac1ón ncce tan desarrollarse p:i(a
a SJ

Un interés por modelar la organización espaci:il de la sociedad


v
sansfaccr las necesidades de la cun tificadón (5) se echa en falca una
11 :


por cla or:ir descripciones m:uemnticas y geométricas de las
re lacio'­
teoría de l:is distribuciones absrracrns; (6) c.:I cs tuclio de líl co rianva z.a

nes sociales 4ucdó así perfectamente establecido en diferente cn los proceso& significativos está en sus comíenws; y (7) existe una
s discí­
_
pli s en los Estados Unidos de los años comp rensi n impcrfecra de los
ó efectos
ca la (jUC
distribución dm1n­
�� y1940 1950,
y su incorpo­
gucn a los clifcn:ntc'> p s
roceso culturales 1mportamcs en las
relaciones
�aon a la geogratia oo debe
concemplarse como un fenómeno
aislado. o obstante, fue en el campo de la geografia donde este
esp:ic1alcs (.\ckcrman. 1958, pág. 35).
nucvo enfoque alcanzó una posición de preeminencia, pues F.stas observaciones ilustran el sabor de la mvesrigación en curso
ofreció a
_
los gco�ra �
�s una jusrificación fundamental de su disciplina. La con­ en los Estados Unidos y establecen un cnlendario para las investiga­
ccprua'1zac1on de la geogrnfía como ciencia del espado abrió ciones posteriores que se efectuaron en la décnda de 1960 (véase Ac­
una al­
tem ava marcadamente diferente a la tradición ci1da vez kerman, 1963). Los intereses ce.nrralc� giraban en torno al espacio, a
� más desa­
creditada de la geografia regional. L:i cuantificación }' n l:i el:iboración de teorías.

172 173
Dos rr bajos seminales de principios
� de los años 60 reflejan el vínculos anteriores con el O , de complicidaJ en el acoso al c¡ue
avance hac a una geogrnfia teórica.
� Se trata de Tbeorrtira/ .e.eo111orpbo/o­ el FBl sometió a Schaefer. Como ha indicado l\fanin (1989), el tra­
gy de che1deggcr (1961) ,. Tóeorrlira/ geograp
. �y de Bunge ( 1962). El bajo de Bungc ( 1 968) conienía vanas malinterpretaciones e insinua­
primero puede contemplarse como el
acercamieow de los avances ciones infundadas, pero éstas anadían un elemento personal propio
co�ccpc alcs y m rodológicos realiza
� : dos en la geomorfología en Jos del desacuerdo inrelccrual entre 1 lanshorne y l3unge. Llegados a este
ve1me anos amenores y la presentación
de éstos en una estructura punto es significarivo senalar que <los de los geógrafos influyentes
matemática y teóci�a o ruvo, sorpreode.nremente, una gran acogi­
: en el nacimiento del posiri\•ismu lógico en la geografia, Schaefer y
da cuando se publico por primera vez,
debido a su inherente com­ Bunge, tuviesen fuerces afinidades políticas socialistas }' se sintiesen
plejidad. Éstas son las palabras de Grego
ry (1 985, págs. 57-58) al acosados por eJ eslab/iJb111e11/ denrro del cual trataban de mantener su
respecto:
integridad académica. incluso en la década de 1 960, cl legado del
maccarthismo, con su odio profundo hacia el mínimo pensamiemo
Este enfoque ccórico se concibió desde el punto de vista de In critico comunista o marxista, cu\ o claras repercusiones en la vida in­
geodin:ímicn )' no reci bió c:I reconocimiento que mc:recía porque se telectual estadounidense.
basnba en ccorias �tcr:i:íticas y no cubría completamente el crtmpo La obra Theoretica/ ¡,eogroph.J1 de Bunge ( 1962), dedicada a Christa­
de la gcc1morfolo�in. Sin embargo, como enfoque fascinnnte y esti­ Ller, pretendía convemr la geogratia en una ciencia estricta, profun­
mulador hnbría recibido probablcmcnce unn mejor acogida si se hu­ damente interesada por la teoría. Empc?.ú por escableccr brevemente
bJcse prescntrtdo die:t años después, coincicliendu con el avance hacia
una filosofia general de la ciencia, basada, aunc¡ue no explícitamente,
un � bnsc m�s teórica y, en particular, hacia las propledndcs de los mn­
en Jos principios del positivismo lógico. A esto siguió el desarrollo
u.mnlcs.
de una metodología cienrífica para la geografía, donde se subrayaba"º
las relaciones entre las geografías rcgi<>nal )' descripava, sistemática y
En el plano teórico, la obra de Scbeidegger toda,,¡a es la base de teórica, y cartográfica y matemática, derivadas en gran medida de las
la geomorfologia contemporánea y muy pocas obras publicadas des­ ideas de Schaefer. Más adelante, el libro se ocupaba de la mera-carto­
de entonces en csre campo han alcanzado un rigor y elocuencia com­ grafia. de combinar mapas r man:m:ício1s 1m:diame la demostración
parabies. de que la forma puede describirse matem:iucamente y, a continua­
En la geografia humana, Bunge (1 962) trató de hacer de la disci­ ción, de aplicar las maccmácicas descripuvas a otras áreas de la geo­
plin� una cienci � de predicción de las localizaciones espaciales. Muy grafia. Los capiralos restantes se centraban en una matemática cada
inspirado en las ideas de chaefer r bajo la influencia de los matemá­ vez más abstracta, considerando las teorías del movimiento, de los
cic s de las universidades de \Xlisconsio y Washington, Buoge plas­ Jugares centrales y localizaciones, de la geometría, el significado de
?
m los a ;anc�� efectuados por cJ grupo de geógrafos c¡ue trabajaban las relaciones espaciales y los modelos de localización. Pese al iorento

ba10la dirccc1on d� 1 ludson en Washingron. encre los c¡uc figuraban de Bunge por combinar la geografía fisica con la humana desde este
Berry' Dace}', Garrison r 1
lagerstrand. Además, la importancia de la punto de visea teórico, la mayoría de los ejemplos importantes se
._
conex1 �n sueca en el desarrollo de la geografia ccórica queda amplia­ extrajo de la geografia humana, y, por consiguieme, sus ideas tuvie­
mente 1lusm 1 do por d hecho de c¡ue el libro de Bunge se publicase ron escaso efecto en el desarrollo de la geografía fisica.
en Lund y no en Estados Unidos, donde <<los mismos crícicos Jo El posterior avance de la geografia cuantitativa y teórica es deu­
habían re �hazado fero7 y repetidamente» (Gould, 1979, pág. 1 4 1 ). dor de Jos cambios sociales y económicos generales c¡ue se produje­
.
Como 1nd1ca esta afirmación, es imposible entender el papel de Bun­ ron en l:u; sociedades norteamericana y británica. En Francia, la fuer­
ge en el desarrollo de una geografía cuantitativa y teórica sin saber za tradicional del enfoque regional d� V1dat clc la Blache sobrevivió
algo de �
. �
s c :ocioncs y personalidades en liza. Bunge ( 1 968, J 979a,
n hasta el período de posguerra; y en Alemania, hasta l 968, con la pu­

b adm1t10 ab1erramence su enemistad con Harrshorne y le acusó no blicación de la obra de Barccl Z11r Jl1is.re11scbofts1heoretücbu11 Gm11dlegm1g
solo de ser responsable de c¡uc no superase los exámenes prelimina­ einer Gco�raphir
c du Menscben, no surgió ningún intento importante
res para la obtenci<io del doctorado, sino también, a través de sus por incorporar la geo¡:?rafía cuamirnn va y teórica a la disciplina

174
175
(Lichrenberger, 1978). En Gcan Brcraña ) en Estados l.Jnidos, Ja cumuaicasc n los Jóvenes gcografo� que se enfrcmnb:m a sus dnsc� de
década de 1960 fue un periodo <le fuerte expansión en la enseñanza sexta {l luggctt y C.:hurlcy, 1989, pág. xv).

superior (Scoddart, 1967). paralela al considerable crecimiento econó­


mico } a mejoras obvia!> en el bienesrar social. EJ joven profe<;orado, Tra::. conversaciones con los responsables de la Juma para L:.sru­
espoleado por el entusiasmo de Ja geografía cuantitativa y teórica, diantes Libres de l:i Universidnd de Cambridge. se acordó c¡uc orga­
ensenaba a un númcro creciente de estudiante!' este nuevo enfoque nizasen un curso pnrn profesores en Ma<linv.lcy Hall en julio d1.: 1963.
de la disciplina. Ademá!t, las inoovaciones cecnológicas de la década Las clases impanidas ese \'erano y el !>iguicme se publicaron bajo el
de 1960, en especial en el desarrollo informático, facilitaron la gene­ título de Fronliers in geogrophicol /eoching (Chorlcy y Hnggecc:. 1965).
ración de grandes cantidades de daros y de anál1s1s estadísticos más Este voluml:ll muy influyente, dividido en secciones dedicadas a
faciles y rápidos. Esta s1ruación mejoró en mucho la posición y la conceptos, técnicns y enseñanza, ofrecín una introducción básica a !ns
respetabilidad científica de la nueva metodología geográfica. nuevas ideas geográficas que se desarrollaban a ambos lados del
Paradójicamence, sin embargo, el sLguientc ímpetu imporrance Atlántico y hacia especial luncap1é en la cuanúficaciún, en la crecien­
que recibió esca tradición procedió de Gran Bretaña y oo de Estados te incomodidad con los enfoques i<liográficos tradicionales en la geo­
Unidos. EsLe hecho reflejaba, en parte, la posición institucional mu­ grafia británica y en la necesi<lad de esrar más informados acerca de
cho más fuerce de la geografía dentro del sistema educativo británi­ los cambios tmportaotes que se producían en d1sc1plinas afU1es ea las
co, pero rambién era el resultado del rápido aumento del número de ciencias fisicas \' sociales.
nuevos licenciados en gcografia en Grao Bretaña, ansiosos por con­ Mientras ta�to, l laggen ( 1 965) rnmbién había finalizado su grao
solidar su carrera profesional a rrnvés de la producción de nuevas c.�tudio de los cambios teóricos en In �eografía humana (Gould,
ideas. Hasta finales de la década de 1950, la geografía briránica babia 1979), publtcadn bajo cl título de Lomlio11c1/ c1nolysis in h11111a11 geogro­
recibido pocas influencias del movimiento ceori7.ador de Ja geografia. Ph.J" E.n él csrudinbn la neces1<lnd de idemificar el orden de la geo­
si, mientras Bu non ( 1963) podía sostener desde l a perspectiva ca­ grafia, de e,"{ammnr los sistemas de localización escudiado!> por los
nadiense que se habia producido una revolución cuantitativa, pocos geógrafos, los modelos utilizados parn describirlo!>, así como los ti­
geógrafos brir:inicos bnbínn ::tceptado :l principios de los años 196U pos tic explicaciones derivadas de eUo�. Cabe señalar que el libro de
las implicaciones ccóricas o mecodológicas del nuevo enfoque. Esta Haggen ( 1965) ''ersaba específicamente sobre geografia humana,
situación cambió coo rapidez cuando un grupo de estudiantes recién pero rnmbién consriruía un inccnco de incorporarln dentro de la cra­
licenciados en Cambridge, muchos de ellos muy influidos por e l geó­ dkión más vasta de la teorín general <le siswmas (Bcrralanffy, 1951),
grafo económico Cacsar ( Haggecr, 1990), pasó breves periodos en ceniendo en cul!nta los intentos previos ya cfcccuados por Chorley
los Estados Unidos como estudiantes pe>sgraduados o profe ores vi­ ( 1 962) para introducir estos conceptos en la geomorfología y la geo­
sicances. Fue, en particular, muy imporrame la coincidencia forruica grnfia fisica. Po!>teriormence, los sistemas y modelos proporcionarían
en California en 1962 de dos profc.�orcs de Cambridge, Chorley y una estructura integrada para muchas de las 1nvestigactoncs geográíi­
Haggett, el primero de los cuales habla trabajado en la US Geologi­ cas realizadas en la década de 1960.
cal Survey en Denver y el segundo daba clase en una escuela de ve­ El primer gran paso para lograr este objetivo fue la publicación
rano en la Universidad de California en Berkele\'. entados a la som­ del ,·olumen editado por Cborley y Haggcrt ( l967), ,\fodtls i11 ¡,eo¡,ra­
bra de la taberna de la ciudad minera abandÓnada de Bodic, su!' p4y. J\ diferencia de l·rontien i11 .�eographicol lfarbi11J!.. donde no todos
menees se de<licaron a planear eJ verano siguiente. Según ellos mis­ los colaboradores estaban tan convencidos como los editores de In
mos recuerdan: \•al.tdcz de los nuevos enfoques de la disciplma, J\fodt'/J ¡,, f!.togrophy
fue un intento deliberado por resumir los logros de la geografia

Ln geografía en las escuelas británkas cstnbn cstancadn. La geo­ cuantitativa y teórica, y presentarlos como nuevo foco central de la
grnfia regional se hnbin sumido en unn especie de r utina y ambos disciplina. De hecho, los editores introdujeron consciemcmentc el
queríamos C]Ut: algo de lo que pnr entonces cons1derábamos avances concepto de pa.radiv.rna de Kuho, aunque de un modo bastante vago,
eXLraorclin:1rios en las universidades de ambm lnJos del t\tlánrico se como suscento de su argumentación de que eJ nuevo paradigma

176 177
constituía una rupturn fundamenral con el pasado representado por posible a través del concepto de región, pero con la caída de la región
el antiguo paradigma clasificatorio o regional. Como comentan de y el auge del proceso en la geografia tisic� esca unidad central de la
forma retrospectiva, su «objetivo más claramente definible era hacer djsciplina se había quebrado. Chorley y Kares (1969, pág. 1) observa­
de la geografía a codos los niveles una disciplina más atractiva y des­ ban al respecto gue «a principios de los años 50, los geomorfólogos,
tacada inrelecrualmenre» (Haggen y Charle�', 1 989, pág. xvii). Las especialmente los británjcos, pocliao contemplar con mirada parernalis­
personas que participaron en la obra aportaron textos sobre el papel ta las ramas social y económica de la geografia, y rechazarlas por no
de la elaboración de modelos en capítulos con cemát:ica memdológ1ca cicnti6cas, mal organi7.adas, de desarrollo lento, necesitadas de medios
o sobre áreas afines, como la locafuación industrial. No obstante, el para la invest:igación, interesadas por un tema incompatible con enun­
término «modela>) no se empleaba de forma uniforme en los clistin­ ciados precisos y privadas de la poderosa herramienta de la experi­
cos artículos, pues se consideraba según los casos como «una teoría, mentación». Sin embargo, hacia finales de la década de 1960, los mis­
una ley, una hipótesis o cualquier otra forma de idea estructurada>> mos autores comentaban lo siguiente:
Uohnston, 199ta, pág. 8).
Para Chorlcy y Haggerr (1 967, pág. 38), el nuevo paradigma, Poco mñs de diei años han bastado pnra 1mnsformar el filo de
construido alrededor del avance de las generalizaciones científicas, ataque de la geografia humana en un cctema científico», equipado con
estaba destinado a elevar la geografla, modelándola a imagen de las todas las herramientas cuanmau vas )' estadísticas, que, con anteriori­
matemáticas y la ílsica. Al¡zo del entusiasmo que mostraron en esca dad, habian dado a los geógrafos ílsicos un sentimiento de superiori­
dad por poseerlas. Hoy dia, Ja gcograíla humana no es1ñ centrada en
empresa quedn plasmndo en el siguiente relaro retrospectivo de su
una acumulación de información específica y delimitada por áreas. ..
proyecto:
Por el contrario, la mayorín del trabajo más atractivo que se realiza
en la geografia humana aspi ra n sfntcsis m:is limitadas e intelecrual­
Los primeros años de la década de 1960 fueron una epoca opii­ mcntc viables del modelo de la acti v idad humana en un espacio ca­
mista pnra los innovadores geográficos... Durnme un breve intervalo racrerizado por una heterogeneidad fisica, con objero de liberar las
en la geografía de los años 60, el número de estudiantes pam el doc­ generalizaciones universales del ccruido)) local (Chorley y !-:.ates, 1969,
torado se duplicaba cnda seis años. Los mt'.!todos cicnúficos, que pág. 2).
habían demostrado un éxito sin precedences eo la resolución de pro­
blemas técnicos en el mundo fisico y biológico, prometían un resulta­ En la década de 1960, existió pues una tensión fundamental entre
do similar en el mundo social. Casi nunca habían estado tao próximas
estas dos mitades de la disciplina. Por una parre, los geógrafos fisi­
la gcograffa física y la humana ni sido tao sólidos los puentes entre
las diferentes panes de Ja discipl ina. Parecía, por lo menos durante un
cos, particularmente los estadouniuenses, se sentían mucho más pró­
breve lapso de tiempo, que lo único que faltaba era encontrar el len
ximos de la gcologia y las ciencias de la Tierra, mientras que, por
guaje que tradujese el medio creado por el hombre en l os términos otra parte, estaban aquellos que deseaban rcintcgrar la geografia fisi­
i
propios del medio narurnl , y que la estructura espaca l proporciona ría ca y la humana. En este úlrimo grupo, una solución defenclida por
uno de esros lenguajes y el aná lisis de sistemas otro (Ha��ett y Chor­ Chorlcy y Kaces (1969, pág. 3) era «adoptar una accirud filosófica, re­
ley, 1989, xix). sultado de un cuerpo integrado de técnicas o modelos (calificado por
lo general de orientado espacialmente) y demostrar sus aplicaciones
Por los paralelismos que establece entre los logros técnicos de las análogas a los fenómenos humanos y fisicosn. El ejemplo sobresa­
ciencias narurales y el potenciaJ de aplicar métodos similares a las liente de este intento de integrar los fenómenos fisicos y los huma­
ciencias sociales, la cita anterior plasma claramente una de las razo­ nos en un enfogue único fue el trabajo de Woldenburg y Berry
nes clave de la popularidad de este enfoque en la geografía. ( 1 967), donde comparan los ríos y los lugares ccmralcs como siste­
El extracto refleja asimismo ouo aspecto importante de la <mue­ mas análogos. Sin embargo, fue con la aparición del enfoque de sis­
va geografla», pues para algunos el foco de las leyes espaciales, mo­ temas en la geografía cuando esta tradición alcanzó su máximo desa­
delos y sistemas era una forma de reunificar la geografla humana y In rrollo.
fisica. En la primera mirad del siglo XX, esta integración había sido Mucho antes de los esfuerzos desplegados para utilizar los sistemas

178 179
como concepm unificador central de la geografia, ya existía una teoría combinar los fenómenos humanos y los ambientales. l:.sta imegra­
de sistemas exr:iofictal
r (Bennert y Chorley, 1978). Sin embargo, fue­ ción de personas y medios en una csrrucrurn de sistemas ba hallado
ron el trabajo de Chorle\ (1 962) sobre la geomorfología r la teoría ge­
' su expresión más clara en el des:urollo del concepto de ecosistema
neral de sistemas, v, m:ís adelance, la obra Locotio110/ 011o!ysis n i h11111011 propugnado por biólogos (Odum, 1963) )' gcúgrafos (Stoddart,
geogrophy de l laggeu ( 1 965) los que marcaron la introducción oficial 1986). El primero en utilizar el tém1ino ecosistema fue el especialista
del enfoque de sistemas en la disciplina. En el nivel más básico, esre en ecología vegetal Tanslcy ( 1 935) para refcrir<>e a todos los organis­
enfoque c;e centraba en la identificación de elementos dentro de cada mos vegetales y animales que vivían junro-; en un h:íbirat. hn la base
o;istema, en los vínculos entre dichos elementos y en los vlnculos entre de esta deñnición esraba la idea de que un ecosisrema se manáene a
sistemas. En estas conexiones y la oportunidad que ofrecían los siste­ través de las imeracciones entre factores org:ínicos e inorgánicos.
mas para In medición de elementos y flujos residía el arracnvo del en­ esta integración entre el mundo tisico y el biológico era muy similar
foque. Pese a este :urnccivo de la aplicación de la noción de sistema a a la larga tradición que se interesaba por esws aspectos dentro de la
la geo�rafi:i, es sorprendenre el escaso número de investi�aciones tiue geografia. Stoddart ( 1986), en particular, llamaba la atención sobre el
la adoptaron explícitamente (Langton, 1972; Bennert y Chorley, 1978). uso de una analogía orgánica para explicar la teleología de Ritter y
El primer trabajo geográfico importante que se centró abiertamente Guyor, el concepto d:wisinno de ciclo geogr:ífico y la conceptualiza­
en el concepto de sistema fue l'I JJ•sicol geogrophy: a rysle111.r opproach de ción de los sociólogos de Chicago de la ecología humana. Además,
Chorley y Kennedy ( 1971, pág. vii). uno de cuyos objetivos principa­ en la década de 1920, Barrows (1923) había deícndido que la eco­

11 1 les em «demosmir cómo pueden racionalizarse los fenómenos de la


geografía fisica y lograr qu izá que tengan una nueva importancfa y co­
herenci:t ni tramrlos en términos de la reoría de sistemas, el análisis es·
logía humana formaba la base de la ciencia de la geografía. Scoddarc
( 1965) destacaba la especial importancia de cuatro aspecros del eco­
sistema en la geografia:
taclistico, la cibernética y otros enfogucs modernos intcrdisciplinarios
con respecto a las caractcríscicas del mundo real». Chodey y t-:cnnedy 1. El concepto agrupa elementos humanos, biológicos )' zooló­
(1971) sugirieron que los sistemas podía n clasificarse, según criterios gicos en una estructura única e integrada.
funcionales, en sisremas aislados, cerrados y abicnos o, según su com­
, 2. Los ecosistemas están estructurados con un orden que facili­
plejidad interna, en -;isremas morfológicos, en cascada, de proceso-res­ ta el estudio lógico por parte de los geógrafos.
puesta y de c<>ntrol. lo obstante, al tratar estas clases de sistemas, 3. Funcionan a través de un flujo conrinuo de entradas y sali­
también centraban su acenc1ón en procesos como los Oujos de energía, das que pueden medirse.
reacción, equilibrio, entropía y aurorreguJación. Son escos conceptos 4. En términos de los sistemas generales, son ejemplos de siste­
clave en la teoría general de sisremas de voa Benalanffy (1956), que mas abienos que tienden al cscndo de reposo.
aspiraba a ofrecer una teoría que englobase las características comunes
corre los sistemas en diferentes áreas de la ciencia. Aunque algunos, Pese a esra importancia clara y a la aceptación generalizada del
como Greer-Wooten ( 1972), consideraban que esta mkiaciva tenía concepco (Chotley y Kennedy, 1971 ), es sorprendente que los geó­
grandes ventajas para la geografia, otros, Chisholm en particular grafos no recurriesen más a menudo a los ecosistemas como esrruc­
(1967, pág. 51), la calificaban de «distracción irrelevante». La consi­ rura de sus investigaciones empíricas (pero véase Bayliss-Smith,
guiente falca de interés en la teoría general de sistemas tiende a corro­ 1982). Tres razones, como mínimo, pueden explicar este punto: pri­
borar la conclusión de Chisholm. mero, como señalan Chorley y Kennedy (1971, pág. 329), «la posi­
En oposición a la falca de interés en la teoría general de siste1m1s, ción e importancia de la biogeogrnfia dentro de la geografía física ha
una serie de diferentes enfoques de sistemas aplicados a la investiga­ presentado rradícionalmeme problemas>>; segundo, el concepco se
ción geográfica ha se�uido encontrado defensores, entre los que cabe originó en Ja ecología rama de la bio logía, y en ese campo e.<> donde
,

destacar a Chapman (1977) y a Bennett y Chorley (1978) (pero véase se ha desarrollado y defendido con mayor fuerza; y tercero, el núme­
Kenncdy, 1979). En lo más proíundo de escos enfoques yace la utili­ ro de biogeógrafos suele ser reducido y su iníluencia marginal en la
dad de los sistemas como estructura para el análisis que permite geografia en su conjuato (Stoddart. 1986, pág. 230).

180 181
5.3. EXPLICACIÓN, RELEVANCIA Y PROHLEMÁTJCA Harvey (1969), a saber: estaba construido sobre la idea de que existía
EN TE.MAS SOCIALES una única filosofía deJ método cientifico y no llegó a desarrollar uoa
crítica del positivismo lógico sobre el que se basaba dicha filosofía.
Hacia finales de los años 60, la idea de geografía como análisis En realidad, como han señalado Cloke, Philo y Sadler ( 1 9 9 1 , pági­
espacial se había generalizado demro de la d,isciplina. De hecho, la na 13), Expla11alio11 in geography, «el primero de Jos tC:'<tos sobre el
década finalizó con la publicación de un trabajo de magnitud e im­ método científico de la época, no decía prácricamence nada del posi­
portancia similares a The nalure oJ geography de Harrshorne, pero en tivismo como filosofia». Aunque Harvey ( 1 969, pág. 8) rechazaba las
defensa de las nuevas ideas cuaotitativas. Se trata de la obra Explana­ reivindicaciones de <<algunos filósofos, positivistas lógicos de una va­
tio11 in geography de Harvey (1 969). Sin embargo, no todos los geógra­ riedad extrema, según los cuales todo el conocimiento y la compren­
fos aceptaron este enfoque e, incluso en las postrimerías de la déca­ sión pueden desarrollarse independientemente de los supuestos filo­
da, el descontento social e intelectual se hada cada vez más patente. sóficos», su propia obra estaba construida implicitamente sobre los
cimientos de dicha filosofía.
En Expk11111Jion in geography, Harvey (1969, pág. 63-4) se lamenta­
5.3. 1 . La explicación en la geografí
a ba de la escasa atención c¡ue prestaba la geografía a la filosofía de Ja
c:iencia y, en particular, a las consideraciones explicativas. Lo más
Al igual que The 110//tre oJgeography constituyó un texto clave para atractivo de esta visión del método científico era c¡ue daba control
una generación de estudiantes de geografía en Estados Unidos, Ex­ «sobre la sensatez y coherencia de los enunciados que realizamos
pla11atio11 ir1 geography hizo lo propio con una generación británica acerca de la realidad» (Harvey, 1969, pág. 61 ). El grueso de Explana­
posterior. Las palabras de Hart (1 979, pág. 1 1 1) sobre la importancia Jion n
i geograpl!J habla sobre los métodos que pueden utilizar los geó­
de The 11alure ofgeograpl?J ea los años 50 es aplicable también a la Ex­ grafos para lograr este ideal, a rravés de la confección de hipótesis,
pla11atio11 ti1 geography: «The nalurt1 ofgeogrtJphy se publicó justo antes de leyes y teorías dentro del contexto de modelos y sistemas, en su
la guerra y todos los estudiantes graduados honrados dormían con mayor parte. En pocas palabras, Harvey ( 1 969, pág. 482) establece
una copia debajo de la almohada. Unos pocos habían leído incluso «Una estructura sencilla para la explicación, donde se asocian las con­
fragmentos y citarlos era uno de nuestros deportes favoritos en pista diciones iniciales y las leyes generales para facilitar la deducción del
cubierta. Hanshorne era ciertamente el autor que más citábamos y fenómeno c¡ue desea explicarse». De un modo algo paradójico, dados
también el que menos comprendíamos. » estos objetivos abiertamente merodológicos, Harvey (1969, pág. 482)
E n Explanatio11 i11 geograpl?J, Harvey (1969, pág. viii) se preocupó concluye con un regreso a las consideraciones filosóficas, recono­
de «las formas de adquisición de la comprensión y el conocimiento ciendo que «no siempre es posible separar la filosofía de la metodo­
geográficos, y de los niveles de argumentación e inferencia racional logía» y que si bien (<Una metodología adecuada constituye una con­
necesarios para garantizar la sensatez del proceso». Aunque Harvey dición necesaria paca la solución de los problemas geográficos, la
(1969, pág. 6) afirmase que este libro «trataba de metodología y no filosofia ofrece una condición mfi
&imte».
de filosofía», en el prefacio reconoce que para comprender la revolu­ Las tensiones presentes en Ja obra de Harvcy (1 969) son un fiel
ción cuantitativa se babia visto obligado a modificar su posrura filo­ reflejo de los argumentos empleados por Habermas en su critica de
sófica. De becho, era una de las pocas personas capaces de afirmar las ciencias empírico-analíticas. De este modo, el que Harvey (1969)
categóricamente que <<la revolución cuantitativa implicaba una revo­ se centrase en la metodología, en lugar de en Ja filosoíla, es uo buen
lución filosófica» (Harvey, 1969, pág. vi). "Para Harvey (1969, pági­ ejemplo de lo que Habermas (1978) ve como el modo en que la cien­
na vii), <<la filosofía del mérodo cientifico estaba implícita en la cuan­ cia positivista se protege de la autorreflexión epistemológica. Asimis­
tificacióm> y sostenía que para los geógrafos, «el fantástico poder deJ mo, el énfasis c¡ue pone Harvey (1 969) en el poder y el control que
método científico» (Harvey, 1969, pág. vi) ten.ía un atractivo espe­ proporciona el método científico refleja la preocupación de Haber­
cial, aunc¡ue todavía no fueran conscientes de ello. En esre punto mas (1978) en el modo en c¡ue la ciencia aplica sus métodos sin ro­
surge, sin embargo, un problema fundamental en el proyecto de mar en consideración alguna los intereses cognoscitivos. Por encima

182 183
de t0do, Habermas (1 978) nos recuerda gue una de las características guía, la mejor esr rategia a corto plazo es claramenrc desafiar y pCJsi­
fundamenrales de la ciencia positi v ista lógica es el empeño en pro­ blememe desbancar la ideología existente» (Ta�•lor, 1976, pág. 132).
porcionar conocimientos Lécnicamence útiles. Fue precisamente la En Gran Bretaña, este conflicto generacion:il se reflejo en una serie
importancia básica de este objetivo la que llamó la atención de mu­ d e trabajos elaborados por geógrafos de mitynr edad, para conrra­
cho:. geógrafos de los años 60. rresrar lo que consideraban excesos de los <muevos>• geógrafos, en
particular esa confianza en si mismos (Stamp, 1966; mat­
ilimicada
les. 1971; 1972; Farmer, 1973, 'tecl, 1974).
Scecl y \X'ntson,
5.3.2. Bos1011 m 1971 )' ti deba/e de la relevmma Con eso y con todo, en 1971, el descontento en la profesión geo­
gráfica esradourudense había alcan:1.ado un nivel completamen te dife­
E.xpla11alio11 i11 .�eo¡,rapl,ry concluye con un llamamiento atronador rente. En los últimos años de la década de 1960, llovieron las prue­
al desarrollo de la teoría geográfica y Harvey (1969, pág. 486) sugi­ bas de lo infundado de la euforia asociada ni ((método científico» y
rió yue «qu izá el eslogan que deberíamos colgar en las paredes de de la confian7,a en su capacidad de resolver los problemas ambienta­
nuestro estudio para los años 60 debería decir: "Por nuestras teorías les o sociales. En 1964, Estados Unidos inrervino directamente en la
nos conoceré!�"». Pese a los avances realizados en la metodologia guerra del sudeste asiático, y en 1965 y 1966 se produjo el bombar­
cunntirntiva, 111 incorporación de descripciones estadísticas rigurosas deo de Vietnam del orce; en 1969, mái. de 550.000 soldados esta­
y los inrcntos por clabornr leyes espaciales, la nueva geografía fraca­ dounidenses habían actuado en el escenario bélico, pese a las voces
só estrepit0samenre en el desarrollo de grande.s teorias que explica­ cada vez más estridentes del movimienrn p:icifisrn. El fracaso dcl
sen las cnractcrisLicas bumanas o físicas de la superficie terresLre. programa de Derechos Civiles cl:ibnrado en l 963 desencadenó el pri­
Además, una ojeada a las principales publicac.ionl!l> get>gráficas en mero de los grandes disturbios rncinles, el de Chicago de 1966, que
inglés, como los Annafs oJ tbe Assoriatio11 o/ .4.111erita11 Geograpber.r o se avivaron aún más con el asesinato de Manin Luthcr King en abril
Tramaclions o/ lbt lnstil11te oj Britisb Geographers, sin contar Las france­ de 1968. Tanto la Guerra del Viecnam como el movimiento negro
sas o lns alemanas, revela que hacia finales de la década de 1960 mu­ tuvieron gran influencia en muchos geógrafos, especialmenre en
chas de las investigaciones publicadas se enmarcaban en corrientes Bunge ( 1979b), quien apenas unos años anres habia encabezado a los
muy clifcremes de las defendidas por los partidariCJS dt: la Uamada re­ partidarios de una geografía teórica basada en el posinvismo lógico.
volución cuanLit:iLiva. En cuanto a l a temática y a l método de estu­ Micmras gue el final de lo� años 50 y el principio de los 60
dio adecuado para la geografía, no cxísría la unanimidad necesaria había n sido períodos de opulencia y expansión económica, la segun­
para que el nuevo enfoque fuese calificado de paradigma. Mientras da mirad de la década de 1960 }' los inicios de la de 1970, se carac­
gue se adopraba fácilmenre en la geomorfologia de procesos, en la terizaron por crecientes problemas económicos e inquietud social
geog rafia económica y en In geografia urbana, algunas especiaLdades en los estados capitalistas de ambo� lados del A t lántico norte. Esra
ststemáucas dentro de la disaplina, en especial la geograiia histórica, desazón se alimentaba, en parte, de In creciente preocupación por
permanecían indemnes (vt:-ase, por ejemplo, Baker, Hamshere y la distribución social del excedenre que se había gencrndo en la déca­
Langcon, 1970; Oarby, 1973; aunque obsérvese gue la tesis doct0ral da anterior y, en Grnn Bretaña por ejemplo, se manifestó en la serie
del propio Ha rvc y (1961) tirulnda «Aspecrs of agriculrural and rurnl de huelgas acerbas y prolongndas de 1972 y 1973. Además. esrc ex­
change in K en t, 1800-1900», incorporaba técnicas de correlación y cedenre permitió que una generación expcrimcnrnsc mro estilo de
regresión en un conrexto histórico). vida. imposible en los año� 40 y principios de lo� 50 cuando las
/\dem:ls, como h:i ilustrado Taylor (1976, pág. 138). la imroduc­ s0ciedades europea y norteamericana luch:1hrin por superar las pri­
ción de nuevos métodos e ideas en la geografía clurnnte la década vaciones económicas de la guerra y In posguerra. Por mdo ello, Jos
de 1960 también tenía una
dimensión generacional: .dos geógrafos últimos años 60 se ca racce riza ron por la experimentación social, re­
más viej(>S con pocos conocimientos cuantitativos y los geógrafos jó­ flejada por ejemplo en el movimient0 hippy, en el uso creciente de
venes con algunos conocimientos de las técnicas estadísticas». Como sustancias alucinógenas y en la itparición de diícrentes modas en el
indica en otra ocasión, «para aquéllos cercanos :i "· base de la jerar- vestir y en expresiones musicales. Es interesante que rodas estos

184 185
fenómenos, pese a los senc1m1entos aparentemente anárquicos que responsabilidades que iban más allá de sus aulas y btbltotecas (Prince,
los rodeaban, redundasen en beneficio económico para aquellos 1971, pág. 152).
miembros de la economía capitalista que distribuían los productos
materiales de las nuevas modas. Estos movimientos sociales fueron ideas similares ruvieron eco en Smich (1971, pág. 153), quien su­
acompañados de las consiguientes tendencias ni telectuales. Cabe des­ girió que «empezaba a soplar un nuevo viento de cambio, en forma
tacar anee todo que en Europa, libre del espectro del maccarthismo, de una geografia "radical" emergente y de una "revolución de res­
empezó a crecer con fuerza una tradición radical basada parcialmente ponsabilidad social" embrionaria».
en los argumentos de Marx y reflejada en obras como One dimensional Este cambio no fue, sin embargo, acogido con entusiasmo por
111a11 de Marcuse (1964). Por un breve periodo de ciempo a finales de todos (Chisholm, 1971). Robson (1971, pág. 137) se preguntaba, por
la década de 1960, estos ideales intelectuales alcanzaron una expre­ ejemplo, si «los geógrafos, íOnJo geógrafos, debían preocuparse>) de los
sión social y politica real, ilustrada, por ejemplo, en las protestas ghellos negros y de la intervención amencana en Vietnam y sostenía
cstudfantilcs de 1968 en Francia. que «ex.iste todavía una razón convincente para separar el estudio
Dentro de la gcografia, estos temas .salieron por vez primera a la académico de los juicios de valor». Del mismo modo, Be rq• (1972,
palestra en Estados Unidos, en la reunión de la Asociación de Geó­ pág. 77), tras observar la naturaleza generacional de estos debates,'
g-rafos Americanos celebrada en 1971 en Boston. Al informar sobre preguntaba «¿cuánto de este ruido es sencillamente el último capricho,
esta reunión, Prince (197'1) observa las crecientes dificultades del cli­ por el que los nuevos participantes en la pista buscan su "calle",
ma económico en el que los geógrafos trataban de efectuar sus invcs­ y cuánto es más profundo?». Berry sugería que ni los «Liberales blan­
Ligaciones, pero lo más importante es que también subrayó la cre­ cos» ni el «grupo más reducido de marxistas duros» habían estableci­
ciente preocupación ante la irrelevancia de la mayoria de dichas do «11i1r._wí11 compro111iso serio para lograr co111bio1 prod11cti11os por 111edio1 de-
investigaciones. Al respecto, comentaba lo siguiente: 111ocráticos» (Berry, 1972, pág. 77) y defendió con ardor que <<una
geografia eficaz políticamente relevante no se ocupa del llanto de los
corazones destrozados ni de las maquinaciones de los marxistas, sino
La capacidad de la tecnología de encontrar remedios para los ma­
les del mundo no puede darse por sentada... Se sabe que no son fia­ de trabajar con las fuentes del poder y sobre ellas, y de participar en
bles los méco<los utilizados acrualmente paca predecir las necesidades el mecanismo de roma de decisiones de la sociedadll (Ben)', 1972,
del transpone, empleo, vivienda, servicios sociales y Liempo libre; pág. 78). Estos argumentos, sin embargo, no recibieron un apoyo
que los análisis de costes y beneficios, y los estudios de entradas y sa­ incondicional (Blowers, 1972; Dickenson y Clarke, 1972; Eyles,
lidas son guías poco saúsfactorias para tornar decisiones de localiza­ 1973) y, por ello, los años 70 fueron testigo de una plétora de inten­
ción; y que el valor de los estudios sobre el desarrollo en el Tercer tos por dotar de una base nueva a la investigación geográfica, gra­
Mundo es dudoso (Prince, 1971, pág. 151). cias a la cual aumentase su importancia en la justicia social. La
mayoría empezó con la crítica de la filosofía subyacente a la «nueva>l
Como resultado de todo ello: geografia de los años 60, la del positivismo lógico (Gregory, 1978).

En la reunión anual general, los miembros de la Asociación deci­


dieron empezar a poner urden en su propia casa y a tomar en consi­ 5.3.3. Los fallos del posilivisfflo lgico
ó
deración el sufrimienco del mundo exterior. Se comaron resoluciones
que invitaban a una mayor participación en el trabajo de la Asoci a­
El repaso anterior al nacimiento de la geografla como ciencia
ción por parte de geógrafos de habla francesa y castellana, reclutaban
espacial ha puesco de manifiesto tres características importantes: la
c:scudinmcs como representantes en la Junta, establecían un estudio
sobre la posición de las mujeres en la profesión y pcdian eJ final de In primera, que se inició en gran parte por el deseo de una nueva gene­
intervención militar americana en el sudeste asiático. Independiente· ración de geógrafos de establecer la disciplin3 sobre cimientos rigu­
menee de las posibfüdadcs para cjecurar escas directivas, se recordaba rosos aceptados por toda la comunidad científica; la segunda, que la
a los geógrafos que, tanto colectiva como individualmente, cenlan mayoría de Jos conceptos y metodologías adoptados por este nuevo

186 187
enfoque cienúfico procecüa <le otras disciplj nas y mu y pocos poilian técnicas escadísacas engend ró una profusión de libros y cursos sobre
considerarse exclusivamente j.{t:og ráficos: }' la tercera. que el objetivo técrucas cuancitauvas para geógrafos (Garrison y l\larblc, l 967a, b;
de estas im·cs[i gaciones era crear leyes ·� teorías t¡ue proporciona sen Hammond y McCuUa�h, 1974).
expl icaciones y predicciones al mismo tiempo. La incapacidad clara <le la metodología geogr:ltica para ofrecer
Las ideas de 1 labermns perfiladas en el capícu lo 11 ayudan a ex­ soluciones a muchos de los problemas sociales, económicos r am­
plica r b acepración mco ndíciona l del mode lo del posidvismo lógico bienrales de finales de loi. 60 llevó a alg um)S geógrafos humanos a
entre muchos geógrafos de los rufos 50 y 60. Cuatro aspectos de escc contemplar cr.íticamenrc la filosofia que consriLUía la base de dichas
argumento resultan especialmente percincmes. En pri mer lu gar, la metodologías. Sin embargo, entre los geógrafos físico!> y, part icular ­

identificación general <le conocimiento y ciencia ( 1 labermas, J 978, mente, entre Jos geomnrfó logos, estos m ovimientos se consideraban,
pág. 4), no sólo cmrc los eruditos silo también entre los políticos, en el mejor de los casos, irrelevanres y, en el peor de los crtsos, clara­
dificultaba la labor de incluir la disciplina como ciencia, por parte de mentc divisores. Para los gcógrnfos fis icos preocupados por el escaso
los geógrafos gue habrian deseado dcsarroUar m ras form as de ady ui ­ poder cxplicarivo de sus modelos. la solución consistia en seguir per­
sición de conocimientos. Este punto era particularmente i mportante feccionándolos, en desnrrollar técnicas nuevas y en aüacse todavía
en un momemo de expnnsión de la enseñanza superior, )' pa ra que más esrrechameme a las ciencias «duras» con éxiro. La certeza objeti­
los geógrafos pudiesen establecer su disci plin a sobre una base sólida, va C\•1dence en el mundo nacural v el rigor técnico de sus métodos
les interesaba reílejar su mérito «científico>l. En segundo lugar, d eje convenció a muchos geógrafos Hsicos de la rotunda conveniencia del
central de la formulación original de Comte del posi t ivismo y de l a positivismo lógico para su campo de esrudio.
exposición posterior del posirivi smo ló1:,>ico era la idea de t¡ue los fe­
nómenos del mundo humano podian analizarse exactamente ig uaJ
gue los del mundo natural. Entre los geógrafos . ansiosos por inte­
grar los elemencos humano y fisico de la disciplina. es te concepro
subyacente estaba abocado a tener gran aceptación, incluso si sólo
escaba reflejado implic1tameme. Si resultaba ser inadecuado, lo más
seguro era que la disciplina se fragmentase en dos panes completa­
men te separadas. En tercer lugar, como ilustra el estudio de Harvcy
( 1 969) de la relación corre la filosofía y la merodología, una carac­
terística fundam ental del positiv ismo lógico era el uso de la filosnfta
sólo en cuanto proporcionrtba un medio para demostra r h irrelevan­
cia e inutilidad de la propia Glosofia (Ha bermas , 1 978). La acepta­
ción ciega de muchos geógrafos del positivismo lógi co como mode­
lo de ciencia impidió los debates sobre el modo en que estaba
construido el conocimiento propiamente dicho. En cuarto lugar, el
interés técnico subyacente a muchas de las investigaciones gcogr:ifi­
ca s <le los años 60 j usti fica aun más las ideas de Habermas (1978) del
interés cognoscirivo de las ciencias empirico-analínc.'ls. Rste interés
técnico en la geograíla no sólo se reílejaba en el objetivo de la disci­
pli na de encontrar soluciones técnicas a problemas sociales y ambien­
rnles. sino también en la explosión de cécnicas asociadas a la nueva
metodo.logía cuanricativa y a las grandes sumas de dinero invertidas
en ec:¡u ipos para efectuar esros análisis técnicos. La metodología se
convirció con frecuencia en un fin en sí misma y el dominio de Jas

188 189
CJ\PiTULO V l

La geografía y las ciencias


histórico-hermenéuticas: en busca
de la comprensión

Ln mnyoria dé los hombres no quiere nadar


antes de �prenckr. ¡Qué imcligcmcs! ¡Claro
que no 9uie,"Ccn nndarl Hao nacido para la uc
rra firme, no para el agua. Y. Ollrurnlmcotc, no
quieren pensar. pues csthn hccnos para vivir,
no para pensar. Si, y aquel que piensa o aquel
yoc hace.dd pensar su ocupación principal, ése
podrá acaso llegar muy lc¡os en su cnmino,
pero, Cll
S cornn fuere, ése hn confundidn In ric­
rrn con c:J ag,ua y un día u mru se ahoganí.

Jlcrmann Hcssc, I'J lobo 1s11pari1>

la tradición geográ­
Las reacciones a los problemas percibidos en
ficadel posirivismo lógico se han atribuido, por lo general, a una de
dos alternativas posibles. Por una parte, a una amplia perspectiva
humanista y, por otra, al enfoque radical neomandsta o histórico­
rnaterialista (Kobayasbj y Mack enzie 1989; Johnston, 1991a). Aun­
,

l)Ue existen muchos puntos de coincidencia y en los años 90 se ha es­


tablecjdo un diálogo creciente entre ambas corrientes, su práctica en
los años 70 y 80 tenia un acento lo bastante dffcrcntc para justificar
esta separación. En este capítulo nos centraremos en la primera de
,

cllas, mientras que en el capitulo VII abordaremos la tradición radi­


cal y el desarrollo de la geografia critica.

191
Una de lns principales criricas que ha reci bido e! positivismo lószico interés en el comportamiento humano, así como el plano de contacto
aplicado a l:i geografía fue ciue las leyes } modelos elaborados ca la entre la geograña r las ciencias aciales en Francia.
década de 1960 eran insuficiente. para estudiar a los individuos ) la
cond1c.ión humana. Por eUo, muchos geóg raf os (Entrikin, 1976; Tuan, 6. 1 . 1 . Geografía . m111porl11111imto h11111n110 y npncio
1976; Ley )' Samuels, 1978a; Buttimcr, 1979) dirig ieron la mirada hacia
los enfoques filosóficos del humanismo y, en parncul ar, a la rradición D1:sde finales de lol> años 6ú, se recurría a dos enfoques para
hermenéutica. n e¡e central <le e!.ta ulúma era el mterés por la reflexión reincorporar a las personas a la geograffa humana. Por una pane, 'ie
y la co111pmwó11, en coacrapos1ción al objetivo po:.im·1sta lógico <le la desplegaban esfuerzos para superar los presupuesws del conocimien­
e:xplicació11 . • cgún la formulaci1'1n de Dilthey ( 1 9 1 3-6-), In comprens1oa co perfecta y del comportamiento racional humano (Wolpcrt. 1964)
1:1 hase de las ciencias humana:; (Geistrs111iue11.rchaftr11), mien­
constituÍfl en que se inspiraban In mayorfo de moddos espaciales desarrollados
Lras que b explicación era In mera de las ciencias naturales (B.rnman, en !ns dos décadas anteriores (Cox y Gollcclge, 1969, 1 9 8 1 : Buntinf! y
1978; Uuthwaite, 1 987). Por consi�uiemc, muchos de aquello� que dc­ Guelkc, 1979). Esros esLuJios, englobados por lo general bajo el
fcndian la incorporación de la perspccti \'a hermenéutica a la geogratla nombre de geografía del comportamiento, permanecicron bá..ica­
fortalecieron eficazmente la dualidad h umana- fisica de la disciplina. menre denrro de un conrexco posiri visca lógico y seguían aspirando a
crear modelos y teorías que explicasen el componamienro de grupo
(Gold, 1980). Por orm parte, se cfecruaban rrnbajo<> c.iue pretendían
6.1. L \ (,E()(.RArfA: l RR1\C A DI. I , \ S OIS<:IPl.INA!'I conscientemente sustitul r las bases episrcmológicas r onrológicns del
positivismo lógicu, n:curriendo a las filosolia" humanistas, especial­
El humanismo fue una de las corrientes filosófic:is que predomi­ mente a la ícnomenolog ia y al idealismo (Mercer y Powcll, 1 972).
naron en In antigüedad. De hecho, como obsen•an L1:y y Samuels \ntcs de examinar cMas doi: corrientes en detalle, es importante revi-
(1978b, pág. 3), «la idea de una altcrnatfra no humanisla era un ana­ sar las relaciones t:ntre la geog rafía y l as ciencias sociales, rcs1 igos de
tema de los modos predominantes del pensamiento antiguo». Sin c'itoS discursos dispares, porque con C'icasao; excepciones el nacim1cn­
embargo, las tradiciones modernas «occidenrnlcs)) del humanismo de­ ro ele la gcugrafía del compurramicmo }' la adopdún de la, pcro;pccti­
ben sus orígenes a una combinación de la conciencia nacida en el Re­ vas humanistas reflejaban la imroducción de ideas desarmllaJas en
nacimiento italiano del sigl o XV y de la separnción entre las humani­ otr:t:> disciplinal' y no nuevas aportaciones <le los geógrafos.
dades y las ciencias sociales, resultado de la formulación decimonó­ >t Las primera:. cririci1s de In visión de la gcografia como ciencia
nica de una ciencia objeriva, dcspro \ ista en gran mew<la de interpre­ ..:�racial se cenrrnron en la incapacidad <le lns model os de arrollados
tación humana. La carca de loe; humanista del siglo XX era, pues, para predecir los p:irrone� c!.p::tciales del comportamiento humano
«colocar al hombre, con roda �u capacidad i
refle m•a, de vuelta en el <!n lm diversos campos que u1raban de explicM, como el de loca­
centro de las cosas como producror y producto de su mundo, y ram­ lización inJuscrial y de orgarnzación del comercio al dernll. füto
bién aumentar la experiencia hum:tna mediante una reflexión más in­ llevó :i geógrafus como Dowos y Sce:i ( 1 973, 1977) a esrnclinr las
tensa y. por endt:, más coni.cienie . <lel significado del ser humirnm> investignciom:s Je imágenes ) percepción ambientales efcccuadns por
(Ley y Samuels, 1978b. pág. 7). psicólugm, sociólogos ) planificadores como l .)'nch (1 960). En csta
Antes de 1 970, la geo�rafia. en especial In practicada en Grnn tarea, reconocieron c.1ue esos cstudio:;os habían mamcnjdo v desa­
Brecaña y F.srados Unidos, había recibido la influencia de un número rrollado durante mucho nempo un interés por Jo-; aspectos espaciales
asombrosamente escaso de los vastos aYances ocurrido en la cien­ y ambicntalL-s de sus d1sc1plinas, aunque o;ólo fuese de forma tan­
cias sociales en el siglo XX. 1-:.n cambio, el trabajo de los geógrafo · gencial. El reconocer tjUC todas las formas de existencia humana tie­
franceses estaba mucho mñs nfü1nzndo dentro de un conre.-..:ro huma­ nen una expresión tempornl y otra espacial l)bligó a geógrafos, como
nista, donde las perspectivas marxistas también se aceptaban con Soja (1971), Olsson ( 1 975) y Sack ( 1 980), a abandonar cuak1uier in­
mayor facilidad. En los dos apartados siguienres se examman hrevc­ espacio físico como concepto organizador exclu­
tento de utilizar el
mente las ra?onec; que favorecieron el cambio <le rumbo hacia un sivo de su disciplina. Paradójicamente, el diálogo crecicnce entre

192 193
los geógrafos u otros científicos sociales que así se generó ha desem­ vidualmeme o como el instrumento de la le\. económica los france­
bocado recientememe en la toma de conciencia de que la mayoría de ses mantuvieron la idea :ai�totélica del hombre colecciv� como z.oo11
politikon, organizado en agrupaciones sociales espacialmenre recono­
las ciencias sociales han prestado poca arencié>n a las cuestiones de
espacio y de que una de las aportaciones de los geógrafos al desarro­ cibles». La geogratia francesa de la primera mirad del siglo X X con­
llo contemporáneo de la reoria social ha sido, sin lugar a dudas, la servó lazos más fuertes con las vastas tradiciones de la ciencia social
integración del espacio en el estucLio social (Giddens, 1981; Gregorr t1uc las comunidades geogr:íticas británica y estadounidense, donde
y Urry, l 985b: Hnrve)', l 985a, b). el énfasis en el posiciv1smo lógico habia acercado la disciplina a las
Asociado a lo anteriormente dicho, tenemos un cambio de énfa­ ciencias na ruraJes (Ley, l 977). Esru era cspccialmcnrc evidente en los
sis desde las concepciones de t:spacio como absoluro hasrn la crecien­ vinculas entre la morfología social de Durkheim y la geografía hu­
te aceptación de un espacio relativo (Sack, 1980; Saycr, 1985b). En el mana de Vidal <le la Blachc (Berdoulay, 1978). Como ha observado
pensamiento de la Antigua Grecia, dos fueron las ideas que predo­ Daudé ( 1 937, pág. 56), «la geografia humana y la morfología social
minaron en el estudio de los objetos o la materia en el espacio. Por estudian los mismos fenómenos. La primera, sin embargo, los estu­
una parre, los pitagóricos negaban la CA;srenc1a de un espacio real­ dia en términos de sus conexiones con cl medio geográfico ... mien­
mente vacío y alegaban que cuando un objcro se desplaz.'lba sustituía tras que la segunda los examina coa respecto a las conexiones con eJ
un volumen idént1co de un nlgo que ellos denominaban espacio. Por medio social». Aum1ue, como ha señalado Andrews ( 1 984), no es fá­
otra parte, los atomistas, siguiendo las ideas de Lcucipo y Dcmócri­ cil establecer las diferencias }' semejanzas entre esras dos escuelas de
to, distinguían corre los átomos y el vacío que habla entre ellos y pe�s�mieoco, es fundamental tener en cuenta lns inceracciones que
sostenían que el espacio era sencillamente un vacío donde existía ma­ cx1st1eron entre ellas, tiue fueron cambinndo con el tiempo. Ello
teria (Smart, 1964h). La visión absoluta o susrancinlista del espacio, llevó a un diálogo entre los geógrafos y los esrudi<Jso:. de orras cien­
inspirada en las ideas de los piragóricos, alc:mzó su más clnra expre­ cins sociales; la geograíla francesa ca la uadición de Vidal de la Bla­
sión en las obrns de Descartes y Newron, quienes sugirieron, esen­ che siempre fue lo ¡/o.J!,rapbie b11111ai11r . coa fucrres connmaciones so­
cialmence, que el espacio }' el tiempo rienen una existencia indepcn­ ciales, contrastando claramence con el énfasis en las ciencias naturales
que l:i geografía adquirió en el mundo angloamericano (véase Butci­
dience de su contenido (Newcon-Smich, 1986). Por el conrrario, n
principios del siglo XVIII, Leibniz propuso una alternativa relativa o mer, 1 978). Aun9ue algunos geógrafos, parucularmentc Fleure
reduccionisra, que consideraba el espacio como «sencillamente un ( 1 947) en Gran Bretaña y aucr (Le1ghly, 1963) en estados Unidos,
siscema de relaciones donde "mónadas" indivisibles se sujetan unas a demostraron un interés similar por los vinculas entre la sociedad y el
otras» (Sman, 1964b. p:ig. 6). Puede considerarse pues que el espacio mccLio, no fueron sus puntus de vista los que acabaron domin::indo la
absoluto exisre en un sentido real, independit:nte cle sus observado­ disciplina.
res, miencras que el espacio relativo sólo puede comprenderse si se /'f En Fran�ia, el éxito de lo g¿ograpbie bu111ai11t en manrener la tcadi­
comprenden las relaciones entre los objecos. La conceptualización de ción regional en la investigación geográfica durante mucho más
la geografia como ciencia espacial se basaba, en gran medida, en una tiempo que en Gran Dreraña, Alemania o Norteamérica, hizo que,
visión absoluta del espacio, pero la critica humanista que se desarro­ con la caída del regionalismo después de 1945, la disciplina quedase
lló en los años 70 hacia hincapié en que «el espacio sólo puede com­ privada de un norte claro. Como ha indicado Buttimer (197 l , pági­
prenderse ea términos de los objetos y procesos que lo forman, im­ nas l 37-1 38), la geografía francesa de ese período «cstnba falta de la
plicando que el estudio del espacio debe estar arraigado en la teoría complejidad científica de la ,- l /l¡,e111ni11e Geo¡,rnpbit alemana y tampoco
po<l1a_ compararse con la geografía humana sistem:iuca que se desa­
sociaJ>) (Sayer, 1985b, pág. 51).
rrolló en las escuelas angloamericanas>1. Sin embargo, geógrafo�
corno Choller ( 1 948), Le Lannou ( 1949) y Sorre ( 196 l ), siguieron
6. l.2. n J' los cienrin.r .roánle.r
Lo .�eogrofí t11 Í'ranci(I haciendo hincapié en el comexco social de la disciplina, y George ."
Butrimer (1971, pñ�. 1) ha subrayado que «a diferencia de otrns ( 1 966), en partkular, mantuvo un estrecho diálogo con sociólogos
escuelas de geografía del siglo XX, que solían tratar al hombre indi- contemporáneos como Gurvitch ( 1 958-60). Además, los vínculos ya

194 195
consolidadus en !·rancia entre la geografia y la lustoria garantizaban bles vínculos con orras áreas temáticas, ya fuese en las ciencias socia­
una rclac1ón conunua emrc las dos Jisciplinas en la vasrn área de la les o en las naturales. Ea tercer lugnr, el ambiente político de los
geografia h1stt)r1ca, aunc¡ ue en ella los geúgrafoc; dcc;empcñasen un años SO r principios -ile
los 60, parciculnrmcme en Estados Unidos,
papel secundar io. se cnrncterizabn por el rechazo activo de las corrientes raclicRlcs en
las teorias sociales. Para que los cienriticos sociales :ilcanzasen el éxi-.
to profesional, era necesario que produ¡esen resukados gue se consi­
6.1.3. l.11 .�eo¡,rt1_fio y los m11eias 1ori11/ts m Gran lJrr/111/n derasen útiles para el avance de la sociedad capitalista.
y 1!Jlfldos Unidos Los fallos evidentes del posiav1smo lógico en las ciencias sociales
h1cicron que, desde tinnles de los años 60, algunos geógrafos empe­
En el capíL U1o anterior hemos visto e,1uc In gco�rafia de los zasen n interesarse por los debates cc<Jricos de otras ciencias sociales,
años 50 y 60 nació en Estados Unidos y Gran Brctnña procedente , donde encontraron ribunclantes ideas cnn las que rod:wfa no esmbaa
en gran medida, de la obra de un derermim1do J?rupo de ftlósofos. familtririwdos. Como wnsecucncia, se pu blica ron muchos trabaios
economisras y geógrafos alemanes. No obstante, en sus formulacio­ que prcrcnJían introducir en la di�c1plina nuevos conceptos poten- ·
nes originales en disciplinas Jiferemes a la geogrn fia, muchos de los cmlmcmc 1mpomnres. Los esfuerzos de los geó�rafos por explorar
modelos y postulados teóricos asociados con esta expresión geográfi­ este nuevo campo de posibilidades se nproximaron, sin embargo. al
ca tenían vínculos muy fuerce!! con corrientes más profundas de los comporramiento de In� urracas, que recogen pepitas de oro y las acu­
0
estudios sociales. De este modo, Grcgory y lJrry ( 1 985b, pág. 1 ) ob­ mulnn sin utilizar la mayoría de ellas.
servaron yue el modelo de von Thi.inen pnrn el uso del terreno
agrícola csrnba «cla ra mcnte bn�ndo en la filosofla política de Hegel))
}' que Alfred Weber avanzó desde su modelo absrracro de localiza­
ción mdusmal hasta establecer lazos de unión con «una sociologi:i
6.2. f . \ GEOGR1\rl \ DFI. COMPOR1,\Mii·. '10 \ L.\ Df.C. \01-.NOA
cultural mas vasm, que tenia mucho en común con el gran programa
DEI llOMURP: RAClOK\L ECOM'lt.llC:O
de investigación de su hermano Max, y en csrc proceso Alfred recha­
zó catcgóricameme la posibilidnd dc una teoría de la localización
autónoma, puramenre geométrica (o incluso singularmente económi­ U n fallo fuodamenral de los modelos espaciales elaborados en l a

¡ ca)» (Grcgory y Urry, 1985b, pág. 2). Dados estos estrechos víncu-
los, es importante examinar por qué, antes de los años 70, los geó­
i grafos no log raron mantener un diálogo con C!itaS otras corrientes de
geografía durante las décadas d e 1950 y 1960 fue gue n o explicaha11
suftcicnrcmcnte los fenómenos que supuestamente debían explicar.
Por ello y según sus propios criterios de evaluación cicncífica, no
la teoría social. fueron satisfactorios. Como ha resumido Johnston (199 l a , pág. 137),
. . � En primer . .
Existen como m1rumo trc!> ranmcs al hecho anterior. «la teoría proponía qué aspecto tendria el mundo bajo determinadas
lugar, aum.¡ue las tradiciones del determinismo ambienral y el enfo­ circunstancias de racionalidad económica en la toma de decisiones; el
c1ue rcgi()mll de la gcograffo señalaban hacia perspectivas bumanisms tiue esas circunstancias no prevalecieran sugería que el mundo debía
(Glacken, 1967), las reacciones a estos enfoques en los años SO colo­ comemplarse desde orra perspectiva 'l ue permitiese comprender
caron firmemente a Ja geografia dentro del contexto Jeshumanizador cómo se comportaba la gente )' estructurar su organización espacial».
del positivismo lógico. En parte, se trataba del resultado de la fuerza Como consccuenc1n, algunos geógrafos como Brookiield ( 1 969). Saa­
relativa de la naciente geografía física de procesos, pero también re­ nnen ( 1 969) y Golledgc, llrown y Williamson ( 1972) tratahan de me­
ílcjaba d contexto social y económico en el que �urgía la disciplina. jorar la capacidad explicativa y predictiva recurriendo a esrudios de
En segundo lugar, los geógrafos de los años 50 y 60 se esforzaban la percepción y el comportamiento humanos. En est:i empresa, bus­
"'-activamente por crear un hueco para su discipltnn dentro de la divi­ cnron su inspiración i n icial principalmente en Jos estud i os psicológi-
sión académica del trabajo. lJlo les llevaba .1 cent ra rse en lo que 1:os, pero también en unos pocos estudios realizados dentro del cam­
cons1dcmban especial en su disciplina, más que a eJ>.plorar los posi- po por geógrafos nnteriores .

196 197
,,/
6.2. 1 . LIJ1 ,Y,tó,Y,rafo1 y ti mlorno dtl fo111porta111it11lo en la 1mportanc1a de las geografias personales y alegando que <<por
cleb::ijo de cualc¡u1er discurso har mundos personaJes de experiencia,
El inrccés por el entorno del comportamiemo humano no era un aprendizaje e imaginación diferentes>> (Lowemhal, 1961, pág. 248).
punto de partida nuevo para los geógrafos de finales de los años 60. Para Lowcntbal ( 1961, pág. 260), el comportamiento basado en las
La forma de geografía culrural desarrolJada por Sauer en Berkeley percepciones personales úene aspectos que le son propios y debe for­

/ estaba impregnada de la idea de que la incerpreración de la cultura mar parte de un foco central de los estudios geográficos, )' concluye
forjaba los paisajes humanos a partir del medio (Leighly, 1963). Del diciendo que: «la geo�rafía del mundo sólo esta unjficada por acción
mismo modo, \X'r1ght ( 1947) había instado a los geógrafos a que exa­ de la lógica y la óptica humanas, por la luz y eJ color del arúficio,
minasen en sus estudios el papel de la imaginación y Jos mundos pri­ por la disposición decorativa )' por la ideas de Jo bueno, lo verdade­
vados de los individuos. Sin embargo, fue un trabajo breve, publica­ ro y lo belio». El crabajo de Lowemhal (1961), sin emhargo, tiene uo
do por K i rk en 1952, el que se suele considerar como origen cono discursivo más que programático y, aunque aúna la percepción
conceptual de los estudios posteriores dentro de la geografía del con el comportamiento, no pretende ofrecer ninguna programación
• comportamiento. para estudios futuros. Esca programación fue establecida por una se- •
i1 El artículo de Kick ( 1 952) abordaba el lugar de la geografla his­ ne de escudjos de finales de los años 60 y de los años 70, concebidos
/tórica en los debates sobre el posibilismo y Las relaciones enere el ser /1 para introducir aspcccos de la percepción �· eJ comportamiento hu­
humano )' d medio. Su meta fundameotaJ consistia en enconcrar «al­ manos en la invesngación geogcifica (Cox y Golledge, 1969; véase
gunas hipéitesis de trabajo que englobasen en una misma discipljna la también Sonnenfeld, 1972), en gran medida ::i través de la percepción
naturaleza y la humanidad>> (Kirk, 1952, pág. 158) y propuso c¡ue tal del riesgo, la migración, la evaluación del paisaje, los mapas meota­
era el caso ele In psicología de la Gula// desarrollada por Kohler lcs y el desarrollo de la geografia del tiempo.
(1 929) y Koffk:l ( 1 929). Cabe destacar que Kirk comparó una Gula//
con «una región en su aspecto dinámico, un todo c¡ue es más que la
suma de las partes>1 (Kirk, 1952, pág. 1 58). Basándose en este con­ 6.2.2. El con1porla111it11to m ti co11Jtxlo dtl po1itivi.n110 lógito
cepto, añadió que el estado físico de cualquier grnpo o ser humano
depende en parce de las características del medio fisico, pero que Entre los primeros intentos de los geógrafos por entender la re­
cualquier acción efectuada dentro dd ¡,,rrupo se i.niciará como alivio lación entre la percepción y el comportamiento, encomramos una se­
de las tensiones de un medio interno al que él denominó enromo del rie de esrudjos coordinados por \ hite en la Universidad ele (hjcago
comportamiento. fatas tensiones procedían, según "irk, del produc­ a principios de los años 60 sobre la percepción de los riesgos natura­
to de la cultura de grupo y del acto de observación del medio fisico. les (\'\"rute, 1961; Burmn y Kates, 1964; Saarinen, 1966). Estos traba­
Para Kirk ( 1 952, pág. 159), en el entorno del comportamiento se jos se basaban en la idea de que el cc>mporramienm humano estaba
«colmaba la separación entre la meote y la naturaleza». Kick presentó clireccamcote intluido por b percepción y si no coincidía con las pre­
el concepro de Gutall a los geógrafos, pero no logró expLicar clara­ dicciones teóricas de la .ciencia espacial era debido a un conocimiemo
mente cómo concebía la construcción del entorno del comporta­ )1 imperfecto. Los lazos entre estos estudios y la adopción más genera­
miento; además, lo remoto del lugar donde se publicó su trabajo li?.ada de un enfoque de sistemas en la geografía están claramente
-en el lndinn Geograpbica1 ociet)"'s Sil ver J ubilce hizo que su ilustrados en el desarrollo de Kaces ( 1971) de un modelo de sistemas
influcncin fuese muy limitada en los años 50. de la adaptación humana a los riesgos naturales, donde se considera
Entre otros intentos tempranos por proporcionar una estructura que el conocimiento de un peligro crea un mecanjsmo de respuesta
conceptual pana Ja consideración del enromo del componamjento, que modifica el subsistema de uso humano, el subsistema de sucesos
tenemos el de Lowenchal (1961 ). cuyo punro de partida fue el interés naturales o ambos (vfasc también Brookfield, 1969).
de Wcighr (1 947) en «la relación encre el mundo exterior y la imagen Una de las bases teóricas fundamentales subyacentes a las ideas
que de él tenemos en la mente» (Lowemhal, 1961, pág. 241). Abor- de White y sus colegas era el concepto de Simon (1957) de que la
daba específicamente la cuestión de la percepción, haciendo hincapié toma de decisiones esraba limitada por el conocimiento imperfecto.
,Jl

198 199
Por ello, las asunciones normales de conocim ienco perfecto �· de no se han p roducido re.ulrados revolucionario como rcspucsra a In
comportam1cnro racional en que �e basaban muchos de los modelos necesidad ra reconocida de medir el comportamiento individuahl
.
clásicos de localtzación geográfica ya no podían considerarse v:iltdas. (Bun cing y Guelke. 1979, pág. 455). Adem:ís, muesrran cierta preo­
\X'olperc ( 1964) también adopcó el modelo de comportamiemo hu­ cupación por la falta ele criterios generalizados que permitan evaluar
mano que imoa calificaba de satisfactorio en su aaáltsis Je las <leci­ los fenómenos mentales (aunque véase Potter, 1977). Pasando al se­
siones tomadas por los granjeros suecos. En este estu<lio ilusrrl> �ue, gundo posculado subyacente, Bumi ng y Gucl kc ( 1 979, p:íg. 460) ob­
pese a la gran importancln e.le los beneficios potenciales cncre los ob­ servan que «no existe ningunll prueba empírica efcctivn c1ue sustemc
jetivos <le Jos granjeros, Sll capacidad fiaica para perci bir y retener la relación clara y djreccan encre la percepción ambienral y el com­
información significaba que no alcanzaban necesariamente Iris solu­ porcamiento, y sugieren, por ello, que es necesario ((Cambiar la o rien­
ciones ópti mas. tación hacia modelos de: comporcamienco abiertos o acnvos» (Bun­
Una tercera vert iente en la nueva geografía del componamiento üng y Guelke, 1979, pág. 456) en Ja investigación geográfica.
de finales de la década de 1960 v principios de 1970 era el interés en Como respue ca a esca crítica, Saarinen ( 1 979; véase también
• al, ejemplificado en los cscudios
la medición <le la percepción espaci Downs, 1979) sugiere que los logros de la invcsngac1ón geográfica
de los mapas rne ocales (Downs y Seca, 1973; Gould y \Xfhicc, 1974). sobre la percepción ambiental crl'ln, en la prácaca, mucho mayores
El objetivo de estos mapas era idenrificar las imágenes c¡ue guarda­ de lo que Buncing y Guelkc habían considerado. Soi;ticne, en parti­
ban los individuos acerca de :\reas concrerns y, a comurnación, rela­ cular, que las ideas generadas por Jos geógrafos y psicólogos que cra­
cionarlas con las caracrerísric:is sociales y económicas de los sujetos. bajabao en este campo han ((Contribuido a demoler el mito dd hom­
No obstante, los mapas mencnlcs se basaban en In idea <le que los in­ bre económico y han lanzaJo a los gcót,'1"afos a una búi;qucda más
dividuos llevan siempre consigo mapas de imágenes va preparaJos y realista de los factores que deccrminan la coma de decisiones llmbien­
<J LIC en ellos sc inspiran !:is acciones espaciales que real izan. i nguno cales>1
(Saarinen, 1979. pág. 466). Ademas, Saarinen ( 1 979) subraya el
de escos presupuestos se ha <lcmosrrado rigurosamence )' ambos son carácter interdisciplinario de los estudios sobre In percepción am­
ob1eco de cciricai; esenciales. Además, dado el accnco que pone Lo­ biemaJ, y critica a Bunring �· a Guclke por limitarse a un área reduci­
wc n th al ( 1 9 6 1 , pág. 251) en la c<e�clusi' idad de lm. mcdms pnva­ da de un campo muy vasco.
dos», puede discutirse la posibilidad de pronunciar enunciados razo­ Un problema subyacente a gran panc de la geografía del com­
nables acerca de generaltzac1ones de grupo procedentes e.le las portamiento, como han señalado Buoúng y Guelke ( 1979), era c¡uc
imágenes memalcs de un p;rupo de individuos. solfa carecer de cimientos teóricos sólidos. Una solución era recurrir
�n
l ua repaso en profunc.U<lacl de los logros e.le la gcografia deJ al rrabajo teórico de la psicología, como la teoría de los constructos
comportamjcnto y la percepc icí n, Bunting y Gudkc ( 1 979, p:íg. 448) personales de Kelly ( 1955), que, según Hudson (1981, pág. 346) «pa­
sugieren que los resultados de csms «estudios tienen poco viilor en la recía ofrecer a los geógrafos una vía de sala.la. Esin teoría no sólo
expllcación de Ja actividad geogró fica en el mundo re::il».
En particu­ atribuía un papel fundamental a los coastruccos personales de los in­
lar, suponen un desafío para dos presupuestos sobre los c¡uc reposa dividuos, o imágenes, sobre el medio dentro de Ja comprensión del
la filo ·ofía y la metodología de la mayoría de las invcsúgnc iones rea- . comporcamienco humano, sino que preparaba un mécoc.Jo flexible,
!izadas en este campo, a �aber: <<txi1len i111á¡p1u a111bie111alu idmlifica­ válido e individual para medir Jos construccos pc rsnn:ilcs, la Reperlo­
blu q11t p11tdm fl1tdir1t ron prtri!J(fo» y <<ho_y estrechas rdtJcio11u mire la1 ry Grid11. l.Jna de las car:icrcrísticns más acracuv:is de esta metodo­
1111á¡,mn J' prifermcia1 rtndoda.r y ti co111por/0111iento reo/11 (Aun11ng y iogía ei=a, como ha scñafa<lo Towsend ( 1 977, pág. 431 ) , c¡ue parecí:i
G ucl ke, 1979, pág. 453). Con respecto al primero de estos posrula­ ofrecer una forma de cxt rncr las «visiones personales de los indiv i­
dos, los criticas indican que Jos mérodos adoprn<los por los geógra­ c.luos con un minimo e.le interfcrcncin o contaminación por parte del
fos para identificar las imágenes ambientales bao sic.Ju con frecuencia c:ntrevistadorn. Sin embargo. una vez más, el problema básico de la
inadecuadoi; dada la complejidl'ld del tema. De este modo, sostienen teoría de los construcws personales era que, aLtnquc presentaba una
que «muchos geógrafos han a vanzado bien pertrechados desde la re­ teoría de estructura cognitiva, no lograba definir un:i base sólida
volución cuantitativa basta las fronteras del comportamiento, pero pnrn la e."pl icación del comporrnmicmo. Además, también presupone

200 201
que los indjviduos eligen libremente sus preferencias y, como conse­ mitacioncs. En el plano más sencillo, esto requería la notación de ca­
cuencia, no presta suficiente atención a las limitaciones estructurales minos de vida dentro de las coordenadas espacio-tiempo; los cami­
que pueden limitar esta elección. nos de la vida o trayectorias podían aplicarse a rodos los niveles,
Estos estudios sobre el comportamjemo humano, realizados por desde los individuos hasta las comunidades, mientras que el tiem­
l<>s geógrafos de los años 60 y 70, pretendian alejarse de Ja excesiva po-espacio también podía referirse a todas las escalas temporales y
deshumanización de la práctica geográfica asociada a muchos de los espaciales, incluic.las por ejemplo los caminos diarios y los caminos
modelos teóricos que se desarroUaban por la misma época. Estos úl­ de la vida. No obstante, Hagerstrand reconocia que un examen ex­
timos, si bien desafiaban los concepcos del comportamiento racional clusivo de los caminos de la vida no serviría para explicar los moti­
humano e insisdao en la inclusión de medidas de la percepción, no vos y contextos de los individuos. Como consecuencia, apelaba a los
solían desentrañar satisfactoriamente los procesos complejos por los conceptos de proyectos y diorama.r para explicar los objetivos que cnce­
que la estructura social influye en el comportamiento humano y rraban los sucesos y la compleja imerconexión ciue creaba el Oujo de
viceversa. la historia.
En la formulación original, la geografía del tiempo puede verse
en parte como una reacción aJ dominio de los intereses espaciaJes
6.2.3. L{/ ,R,eografín del tie111po dentro de la geografía durante la década de 1960. Uno de los objeti­
vos centrales era, pues, reincorporar U!1 sentido temporal en los estu­
La geografoi del tiempo ( ti111e geograpl!]') desarrollada eo Lund dios geográficos, y considerar tiempo y espacio como limitaciones de
(Suecia) por Hagerstrand ( 1 975) fue una alternativa a la comprensión la acción humana. Sin embargo, en la c.dtica a la geografia del tiem­
del comportamiento humano. truciaJmente, nació del interés de Ha­ po de Hagcrstrand, Gregory ( 1 985a) sugiere que todavía mantiene
gerscrand en los procesos de difusión y eo situar a las personas en el estrechas conexiones con el fisicalismo y con el individualismo de
espacio y el tiempo. Surgió pues dentro de un contexto de positivis­ muchas de las obras tempranas de Hagerstrand acerca de la difusión,
mo lógico y, a menudo, se ha considerado como la representación de firmemente situadas dentro de una tradición empírica. Sostenía c¡ue
la visión conductista de la geogcafia (Carlsrein, Parkes r Thrift, cJ no lograr incorporar la capacidad cognoscitiva de los temas huma­
1978; Johnston, 1991a). Sin embargo, como señala Johnsron (1991a), nos a las estructuras de las relaciones sociales dentro de las c¡ue se
avances más recieores en la geografla del riempo, debidos especiaJ­ producen las experiencias constituía u.n serio inconveniente de.! enfo­
mente a Pred (198'1, 1984), han tratado de fun<licla con las corrientes que de Hagerstrand. En cierra medida, esre inconveniente ha mereci­
humanista y estructuraJista. do la atención del teórico social Giddens (1981, pág. 4) en su teoría
Hagerstrand ( 1975) proponía ocho condiciones principales como de la esrrucruración, que prerende «conecr.ar la constirución de tiem­
inAuencias en la vida y la sociedad del ser humano: po-espacio de los sistemas sociales con las estructuras de domina­
cióm). Pa.ra ello, presenta el concepto de lo que denomina «distancia
l. La indivisibilidad del ser humano.
tiempo-espacio)). Giddens (1981, pág. 4) sostiene aJ respecto que <da
2. La naturaleza Umitada de la vida humana.
estructuración de todos Jos sistemas sociales se produce en el tiem­
3. La capacidad humana Limitada.
po-espacio, pero también "agrupa" relaciones de tiempo-espacio; co­
4. La duración de cada tarea.
dos los sistemas sociales se "extienden" de algún modo por el tiem­
5. El consumo de tiempo por el movimiento en el espacio.
po y el espacio». Este proceso de extensión es lo que denomina
6. La capacidad limitada de fragmentación del espacio.
distancia tiempo-espacio, concepro que le permite examinar cómo se
7. El tamaño limitado del espacio terrestre.
8. El que todas las situaciones están enraizadas en otras pa­
extienden las diferentes sociedades por el espacio y el tien1po, o
como se integran en clJos. Llegados a este punro es ele especial im­
sadas.
portancia el modo en que los diferentes tipos de sociedades pueden
El punto de partida de esca geografía del tiempo era pues el de­ ampliar el alcance de su expansión en el tiempo y el espacio, a través
sarrollo de una teoría ciue examinase las interacciones entre escas Li- de su capacidad de almacenar recursos y conocimienws. AJgunos

202 203
geógrafos, como Prec.I (1984), han tratado, a su vez, de im:orpe>rar a 1- Ea Ju anteaormente dicho yace un problema básico de la prácti­
gunas ideas de la teoría de la estructuración a una robu�recida Reo­ ca e.le la geografía humant�ra: sus ob¡erivos y métodos no pueden
grafL'l del tiempo, que interpreta cJ lugar como un proceso histórico evalu.1rse con los nusmos crnenos que la ciencia �el positivismo ló­
comingence. El incerés de Precl ( 1 984) en el lenguaje v la estructura gico. La imroducción de las ¡x:rspewvas humanistas en la geograña
está. in emb:ir�o. muy alejado de la �cografía del componamienco se produjo, en gran medida, como críLica de la \'1sión de la disciplina
esbozada al principio del presente capítulo. Para situar escc nuevo como ciencia e pacial; no esrnba necesariamente interesada en la pro­
enfoque dentro del comexco de la investigación geográfica recicnre, ducción de conocimientos nuevo!> y tccnicamcnte útiles. Según los
es esencial examinar los avances asociados con una tradición explíci­ criterios que marcaban el éxito del positivismo lój!iCo, entre los que
cameme humanista dentro de la disciplina. figuraba la producción de conocimicncos técnicos útiles desde el
punro de \·ista mec:micista (Habermas, 1978), la experiencia hum:i­
nista era un fallo irrelevante. De ht:dw, c�tc contraste permite expli­
6.3. LA:, PERSPI C:Tl\'A:, l lPi\IANISTAS car la recepción hostil que merecieron las tradiciones histórico-her­
menéuticas de la investigación por p:irtc de muchos geógrafos fisicos
Ley y amucls ( l 978b) han observado que los geógrafos de los asemados dencro de la conccptua li7.ac1ón cmpirico-anaJítica de la
años 70 adoptaron muchas perspectivas humanistas diferenres. l .a ciencia. L'..n un plano más prácttco, si bien el humanismo ofrecía a los
mayoría de ellas estaba inspirada en las filosofías del existcncinlismo geógrafos una ,-isión filosófica alternativa del mundo, la falta de
y la fenomenologla (Buttimcr, 1 976; Entrikin, 1976; Relph, 1981), acuerdo sobre Ja mewdolngia resulLó ser unu de sus mayores incon­
pero el idealismo (Guelke, 1974, 1976) y, más recieacemenre, el prag­ venientes. Para ilustrar lu anterior, examinaremos la iniroducción en
matismo (S.J. Smith, 1984) y el realismo (Sayer, 1984, l 985a) . tam­ la geografía de aspectos fenomenológicos, cxlsrenciaUstas e idealistas.
bién han encontrado sus defensores. Lo que le� unía era un afán pnr
demostrar b incapacidad del positlvisnto lógico de ofrecer unos pila­
res filosóficos sólidos a la disciplina. A diferencia de los enfoques 6.3.1. Lo ft11ommolo_e/a y '" (0111pren1ió11 de lo m11rir1
ccmduccistas examinados en el aparrado ancerior, muchos de los cua­
les retlejaban un intcnco por perfeccionar la ciencia creadora de mo­ Entre las principales tradiciones humanistas, la fenomeoologla de
delos y generadora de leyes del positivismo lógico, el humanismo l lusscrl y de Schutz fue la primera en atraer la atención de los geó­
proponía una alternativa radicalmente difereme. Según palabras de grafos, a principios de los años 70 (Pickles, 1985). De este modo,
Tuan (1 976, pág. 266), el humanismo asignaba a los geógrafos la Relph (1 970), Tuan (1971) y Mercer y Powcll (1 972) utilizaron ideas
ocupación fundamental de reflexionar «sobre los fenómenos geográ­ fenomenológicas para elaborar una crítica de los pilares empíricos
ficos con el objetivo final de lograr una mejor comprensión del del positivismo lógico. El que estos trabajos se publicasen en Canadá
hombre y su condición». Tuan ( J 976, pág. 267) estableció el siguien­ y Australia es un reflejo imeresame de que esta corriente crítica no
te concraste entre los enfoques cienrífico y humanístico de la discipli­ nació en la cuna del posicivismn lógico, es decir ca Estados Unidos
na: «Los enfoques ciendficos del estudio del hombre suelen minimi­ o Gran Bretaña, sino en zonas del mundo c¡ue desarrollaban activa­
zar el papel de la conciencia y el conocimienro humanos. La menre unas tradiciones geográficas propias y nuevas, donde la com­
geografía humarusta, en cambio, intenta especificamente comprender prensión histórica desempeñaba un papel protagonista.
cómo revelan las actividades y fenómenos geográficos la calidad de El atractivo clave de la fenomenología era el rechazo de la pre­
la conciencia humana.» Para Emrikin ( 1 976, pág. 616), el enfoque misa de la objetividad, que permitía a los positivistas lógicos pasar
humanista era una reacción de sus partidarios ante ccuna visión del por alto las concepciones previas y la subjetividad sobre la que se
hombre abiertamente objetiva, restringida, mecanicista y determinis­ basaban las leyes y los modelos. El interés de la fenomenología por
ta», donde IA apelación cchumanista>) reflejaba su interés en «los as­ la intencionalid:id y la construcción de conocimientos parecía ofrecer
pectos del hombre que son más marcadamente "humanos'', a s:ibcr: unas vías compleramentc nuevas para la Investigación de los geógra­
significado, valor, mecas e intenciones». fos. Sin embargo, el énfasis de Husserl en l:i reflexión pura denrro de

204 205
la búsqu� �
de esencias planteaba serias dificultades merodológicas a
centran en los lazos entre los individuos y el medio matt.'rial expre­
'ª.adopcion de este enfoque. Como ha señnlado Grcgory ( 1 978, pá­
sados en la definición de luga r. A diferencia de la mayoría de los
análisis realizados anceriormenrc sobre el concepto de lugar, canco
ginas 125-1 26) habl:lndo de la filosC>fia de H u sse rl:
Relph como Tuan hacen hincapié ca Ja construcción social de luga­
res, teniendo en cuenca aspectos como su carga emotiva, cs1éc1ca y
Existe una difcrcncin esencial cnuc bs intenciones conrcmpl:uivas simbólica.
de esta fil�sofia trascendental y las preocup:iciones prácticas de una
. Escasas fueron, sin embargo, las exploraciones similares del
c1enc1a social, de forma que no debe sorprendernos que los geógr:ifos
mundo vivido humano. Como ha observado Gregory ( 1 978, pági­
hayan :tdoptado el proyecw ele Husserl en aquellos puntos destinados
nas 1 37-138), su esrilo y contenido poco corrientes:
a destruir el positivismo como filosofía, m:is que a construir una geo­
a fenomenológica sólida.
grafí
encontraron rcs1srencia no sólo por parte de In� geógrafos po 1t1 vis­
tas quienes, comprensible pero erróneamente, se lamentaban de que:
�a �eografia: s �ú.n la formulación de Husserl de fenomenología,
c no tc:niao nada que ver con la conducta adecuada de la ciencia, sino
habr�� sido un c¡crcicm altamente personal, caracterizado por la sus­ t:imbién por parte de aquéllos a lm que nunca hnbian convencido los
pcns1?n de codas l�s concepciones previas y por la búsqueda de las principios positivistas. pero todavía no lograban comprender que
esencia� de los ob¡etos y los conceptos que componen el ámbito teni:in algo que ver con la conducta adecuada de la gcograti:t.
empírico de la disciplina. Mientras que este ejercicio trascendental

P? ría haber res ultado rem�nerador en términos de comprensión in­
.
dividual, su caracter rcflex:1vo, en lugar de productivo, habría difi­
6.3.2. El exi11mrialis1110: la indiuidll(didad_y ti ur
cultado su aceptación por parte del mundo académico, donde las ca­
Estrechamente ligada a la fenomenología de l lusserl e incluso
rreras d� sus miembros estaban determinadas parcialmente por las
. parcialmente deri\•ada de ella, cenemos Ja filosofia del existencialismo
publ1caaones que prod11ra11. i Este punco ex-plica quizá, en cierta medi­
(Enrrikin, 1976). Tal como se expresa co las obras de Sartre y Mcr­
da, por qué tantos geógrafos escribieron sobre fenomenología, aun­
leau-Ponry, el ex1stcncialismo i mplica el rechazo de las filosofias aca­
q �e pocos fueron los ejemplos reales de investigaciones fenomenoJú­
démicas bien definidas, un regreso aJ mundo concreto dc.J ser como
g1cas basadas en las ideas de Husserl.
fuente de la conciencia y una repudiación del idealismo. Al decir de
El deseo de salir de este estancamiento aparente r de apücar al­
Samucls ( 1978), el existencialismo ofrece una manera de incegrar las
gu�os de los aspectos más atractivos de la fcnomeoologia llevaron a
cuesrione� geográficas en el espacio y e1 lugar:
geografos corno Tuan (1974), Relph ( 1 976) y Bunimer (1976) a fijar­
se en la fenomenología constitutiva de Schutz (1 962), basada en la El espacio existencial implica la creación de distanca
.
i Cu::dc¡uier

búsqueda del sig�i cado. Corno sostenía Ley ( 1 977, págs. 502-503), proyección cspac1al, incluidas las proyecciones de análisis geométri­
«en rodas las trad1c1ooes fenomenológicas, la cuestión dcJ significado cos, son un ejemplo de espacio existencial. Pero lo c.tue estas últimas
es fundamental, porque el significado y la percepción revelan la exis­ dan por semndo, es decir, d hecho de: la proyección de alguien, el
tenóa de un sujeto en oposición a un objeto». La contribución parti­ análisis existencial lo dilucida. En Li raíz, el espacio ex1stcnc1al, o
cualquier proyección espacial, no es más que la 01(e,11aoó11 dr 111,�or.
cular de Schutz fue centrarse en Ja intenciooalidad de la acción hu­
mana, con vistas a comprender el significado social en el nivel del
Para SamucJs (1 978), e1 atractivo de la visión cxisrencialista del es­
mundo vivido y no eo el nivel trascendental más profundo de Hus­

serl Gregory, 1978). Para Schutz (1967, pág. 52), «el significado es
pacio es que puede combinar la topofilia de Tuan con los modelos
geométricos de lsard y Berry. Sjn embargo, el exisccncialismo también
senc11lamcme una operación de inrencionalidad)) y sólo es accesible a
encierra un interés básico por las realid:ides de la condjción humana y,
�avés de la reflexión. El ejemplo m:ís claro de la incorporación prác­ como influencia mnrxisra, por el problema de la aUcnación. Samucls
tica de este e nfoque A la investigación geográfica es la obra <le Tuan
(1978, pág. 40) expresa con las si�uienrcs palabras la crítica exisrcncia­
( 1 974) Topopbilia: o st11r(y oJ enuiro11n11mlol perceptio11, altitudes and val11u
lisra fundamental de la ciencia moderna y de la rcoria social:
y la obra de Relph Piare and plarelmnm ( 1976). Ambos trabajos se

207
206
Al rcvdar la dependencia toral del hombre con respecto a su me­ fica del hecho de ocuparse en gran mcdiJa de la acciones y produc­
dio, las ciencias naturales r sociales logran pL1smar el alejamiento del tos racionales de la mente humanal> (Guclke, 1974, pág. 193). Esta
hombre con respecto a si mismo; es decir, proclaman su subjct1v1dad visión del idealismo procede en gran p:me del enfoque histórico de
lOLal, negando la alienación inherente al hombre... y. no de forma ca­ Collingwood (1 956), c1ue implicaba el pensar ele nuevo codos los
sual, su c<liberrad». Estn gran revelación y su uso en las técnicas de
pensamientos de las personas del pasado. El comentario amcrior­
gestión social desencadena, a su vez, la iccrisis» de la filosoflll, la ética
mcnte citado de Guelkc también indica brevemente cómo sal\ aba el
y la poliuca modernas.
idealismo el obstáculo de la distinción entre la explicación positivista
lógica y la comprensión hermenéutica. Para Guelke, las explicaciones
La preocupación del eidstencialismo por los seres humanos en i­
de las acciones racionales se logran a ml\•és de la comprensión de los
ruaciones particuJares y por la individualidad también ofrecen un
pensamientos subyacentes.
foco potencial para nuevas investigaciones geográficas, pero, pese a
Al centrarse en el pensamiento y la acción, Guelke desarrolla un
las peticiones <!levadas con este fin por Eatrikin (1 976) y Samuels
interés por la intención, algo simíJar al propuesto por Schutz, aun­
(1 978), poca atención se ha prestado a sus programas, excepto ea
que desprovisco del énfasis que este úlcimo coloca en l:l reflexión.
críticas generales del positivismo lógico. Esto se debe parcialmente
Para Guelke (1974, pág. 197), «una intención crea la oportunidad en
al énfasis del existencialismo en el individuo y en la libercad de elec­
la que un individuo aplicará la teoría que considere apropiada». Esra
ción, y, por ende, al rechazo de una ciencia social que se ocupe del
acción requiere que los individuos tengan a mano diferentes teorías
establecirníenco de las regularidades que rigen el comporcamiento
que puedan considerar y aplicar a las distinta$ siruacioncs vividas. La
humano.
labor de un geógrafo idealista consiste en buscar Jos vínculos entre
estos pensamientos y Ja acción consiguiente. Guelke se ocupa tam­
bién de establecer semejanzas entre su proyecto y la verificación de
6.3.3. El idtali1mo y la experiencia histórica teorías cienúficas y, a este respecco, su énfasis en la explicación apa­
rece con Ja mayor claridad. Guclke sostiene que «las ceorías }' las
Como cont raste a h realidad centrada en ti Jtr de los existcncia­ imcrpretacioncs científicas de las accwncs en función dd pensamien­
listas, la visión idealista del mundo contempla la realidad a través de to tratan de explicar el mundo de apariencias concretas postulando la
su construcción en la mente humana. Al igual que ocurría con la fe­ existencia de entidades no perceptibles pero reaJes» (Guelke, 1974,
nomenología, el interés geográfico por el idealismo no surgió en pág. 201).
Europa ni en Escados Unidos, sino entre un grupo de geógrafos his­ La versión del idealismo de Guelke es Ligeramente idiosincrásica
Lóricos de Canadá (Guelke, 1974, 1976; Harris, 1978). Esta conexión y contradictoria por seguir directamente la cradición merafisica, don­
con la historia es importante porque fue el estudio del pasado el que de la realidad es sólo menea!, o la tradición epistemológica, donde la
obligó a Harris (1978) a enfrentarse a los problemas propios de Jos comprensión se limirn a la percepción de los objetos. Como señalan
daros históricos. Para Harris (1978, pág, 130), «la mente histórica da Chappell (1976), y Harrison y Livingsrone ( 1979), Guelke parece
por sentada una realidad gue trata de comprender» y «para la mente emplear el término «icícalismo» sencillamente para describir un enfo­
histórica, el paisaje humano es el resultado directo de la acción del que ateórico que implica la rccoasuucción del pensamiento subya­
hombre y, por canto, un producto de pensamientos, valores y senti­ cente a 1a acción. Además, su insistencia en La capacidad explicariva
mientos» (Harris, 1978, págs. 127-128). de su metodología no ofrece una verdadera critica hermenéuc1ca del
El defensor más acérrimo del enfoque idealista de la geografia de positivismo lógico, sino que confina su" argumencos a l:i filosofia
la década de 1970 fue Guelke (1974, 1976), quien definió el proyecto para la que trata de encontrar una alternauva. l:.n palabras de Harri­
idealista con las siguientes palabras: «el idealista sostiene que una ac­ son y Livmgstone (1 979, pág. 78):
ción rncional queda explicada cuando se ha comprendido el pensa­
miento subyacente. Desde el punto de vista idealista, la geografía Su acepmción del pr incipio de verificación, del empirismo episce­
humana obtiene su autonomía como campo de investigación geográ- mológico y de la objetividad de la ciencia sólo condujo a una refor-

208 209
mutación del posici,·ismo, donde: el pensamiento humano se: inc:luía �uieme, mera coincidencia que muchos geógrafos parodanos ele la
entre las materiasprimas del posiii,•ismo. Ademas, su adhesión a es­ crírica humanista del posiLivismo lógico también empezasen a ocu­
cos pnncip1os hizo que desperdiciase la oponunidad de elaborar una
parse de cuesrioocs sobre el lenguaje y la comunicación geográficos
geografía radical realmente idealisrn, que hiciese total justicia al estu­
(Olsson, 1975, 1978; Billinge, 1983). Sin embargo, según la adver­
dio basado en presupuestos de coda la :icúvidad humana.
tencia de Porteous (1 984, p:ig. 372), la mayoría de los geúgrafos hu­
m:mistas conservaron una tendencia a tratar de imponer al mundo su
Más recientemente. Guclkc (1981) h:i defendido su postura m­
propio sistema teórico: «los geógrafos humanistas, de los que
rnndo de integrarla en los argumeoros idealistas tradicionales. l.a
podríamos esperar mucho m1is, permanecen prendidos a la sombra
crítica principaJ de la ciencia espacial positivista lógica es que conci­
de Hegel, Habermas, Hempel, Hirschbergher, Husserl, Hciddegger e
be un mundo real: para los idealistas, en cambio, la realidad s<'>lo
incluso Harrshorne (con escaramuzas en Kant, Cassirer y Colling­
puede conocerse en la mente. Pese a la defensa que hace Guelke del
wood). Ya es hora de que escos filósofos exangües abandonen sus
idealismo, pocos estudios geográficos han aspirado a ofrecer inter­
artículos y salgan a ver el mundo por sj mismos y en sí mismo». Po­
pretaciones especificamente idealistas. El idealismo se ha utilizado
cos geógrafos experimentaron las reflexiones o mcerprecaciones hu­
principalmente, por el conrrario, como otra manera de ilustrar los
manistas en la poesía o la pinrura (véase Meimg, 1983) y muchos pa­
inconvenientes del positivismo lógico. Sin embargo, con el énfasis
recen haber ignorado la sugerencia de Porteous ( 1984, pág. 373),
puesto en los vínculos entre pensamiento y acción, empiezan a incor­
según la cuaJ: «La pubUcación de ideas geográficas en formas no tra­
porarse algunos de los principios del idealismo a los de la fenomeno­
dicionales podría ser el primer paso hacia la meta de la apreciación
logía y el existencialismo, en un enfoque geográfico humanista o cul­
del lugar silencioso.»
rural de definición muy amplia.
Si bien estas criticas pueden aplicarse a Jos compromisos tempra­
nos de la geogcafia con el humanismo, eran menos cierras en los
años 80, cuando se publicaron varios trabajos que constituían un lla­
6.4. l1\ t\LTl:R1 ·\Tl\'A HI TORICO-HF.Rl\IE.."IÉL'TICA
mamiento menos franco a una tradición filosófica parucular y un in­
tento más rorundo por crear una geografía realmente humanjsca
6.4. l . El tOflltxlo .J la prtírlica de la !/Ot,rafía h11n1a11isla (Cloke, Philo y Sadler, 1991 ) Ejemplos tempranos de lo anterior
.

aparecen en aJgunas de las aportaciones del volumen editado por


Como ha quedado ilustrndo en los apartados anteriores, el princi­ Ley y Samue1s (1978a) H11ma11istic geography: prospects a11d problef!1s,
pal atractivo del humanismo para los geógrafos de la década de 1970 pero el interés en la literarnra, significado y símbolo aparece en
era que ofrecia una serie de posturas filosóficas a partir de las cuales obras como H11ma11islic geograp�y a11d li1eral11re: usays Off lhe experü11ce
podían atacar la corriente del positivismo lógico que había nacido en of place de Pocock (1981), Mops of fllea11i11g de Jackson (1989) y The
los años 50 y 60. o obstante, como subrayaron los cricicos de estas fro11ogrophy oj Jandscape editado por Danicls ( 1 988). Aunque codas
reflexiones humanistas tempranas, estaban faltas de expresiones sus­ csras obras están firmemente ancladas en la reoría, ponen c.I acemo
tanciales metodológicas y empíricas (Billinge, 1977). Puede decirse, en escribir geografía humanista, más que en ucrihir sobre geografia
pues, que la ciencia cspaciaJ de la década de 1960 se centraba en la humanisra (véase también Eyles )' Smith, t 988).
metodología y pasaba por alto, de forma general, los principios filo­ E.seos incereses se manifestaron primordialmente en los campos
sóficos, mientras que la geografia humanista de los años 70 se ocupa­ de la geografía histórica y la social, y también reflejaban un diálogo
ba de su compromiso con In lilosofia y tendía a relegar la metodo­ creciente con las alternativas estructuralistas al positivismo lógico
logía a un plano secundario. Este comraste encuentra un paralelismo que se examinan en el capítulo Víl. En los aiios 50 y 60, fueron
muy claro en la descripción de Habermas de las ciencias cmpírico­ principalmente aquellos que estudiaban la localización industrial, el
annllticas e histórico-hermenémicas, las primeras con su interés técni­ asentamiento urbano y el transporte los que buscaban en la metodo­
co expresado a través del trabajo y las segundas coo su interés prác­ logía de la ciencia posiLivista lógica para dar al conocimiento la for­
tico desarrolJado a través del medio del lenguaje. No es, por consi- ma de explicaciones y predicciones que contribuyesen al progreso

210 211
del mundo fclí7. de la sociedad capit:dista. La tradición humnnista do y en la 1otcrpretación Jel lugar ea la geografía social y culrural.
surgió, por tanto, en la �eogratla procedente, en gran medida, de Una buena ilustración de lo arriba mencmnado son Ja� imerpreracio­
un Contexto mu)' poco influido pur las CUe!ltiOnCS técnicas de los nes de Ley ( 1983, 1988) <le la forma en que las personas encienden la
años 60. En los primeros añus de la década de J 970, por ejemplo. es­ vida urbana y la colección de ensayos cdirndos por Jackson (1 987)
taba bastante generalizada la idea de que se profundizabn 13 S?riern sobre eJ rema de la r:tza y el r:icismo.
entre la �eograffa histórica )' las demás ranus de la disciplina (Bnker,
1972) y, en luJ!nr de seguir la tendencia vigente de la cuanuficación o
la explicación esp:ici:il. esta tensión llevó a un grupo de jóvenes geó­ 6.4.2. La geografía h11111a11isla (01110 Útn(ia histórico-hermt11i11lira
grafos hisróricos, en su m:iyorfa británicos, pero también de Austra­
lia y Canadá, a culci\•ar los contactos coa hiswriadores y orros En lo dicho hasta ahora sobre el desarrollo de la geografía huma­
c1emíficos de 1:1:. ciencias i.ociales (véase 13aker )' Rillingc, 1982; Ba­ nisrn se ha hecho hincapié en la diversidad y en la mulliplicidad de
ker y Grcgory, 1984). Estos contactos tuvieron grandes con!lecucn­ filosofías humanistas a las que recurrjcron los geógrafos. No obstao­
cias tanto en la corriente humanista como en la estructuralisrn, que re, casi todos estos estudios se han apoyado en tres puntos principa­
posteriormente se inrroducirían en la geografía. les: una critica de la geografia basada en el pos1civismo lógico, un in­
El segundo gran conrcxto de l:i disciplina donde se filtraron las tento de reinrroducir en la geograíl:i el complejo mun<lo de la
perspectivas hum:inisrns fue el campo de In geografia i;ocial (Cloke, subjetividad humana, y la búsqueda de l:i comprensión. Estas carac­
PhiJo y Sa<ller, 1991 ). Al igual yue ocurrió en la geogr:ifía histórica, terísticas son muy similnre· :i l:i conceptualización de 1 labermas de
rnrnbién at1uí acLuú In creciente consideración de altern:rnvas marxis­ l:is cienci:is histórico-hermenéuticas, con su interés prÁctico en la co­
tas y estructuralistas, de lo cual es un:i buena ilustración la e.xplnra­ municación humana a través del medio social del lenguaje y su criti­
ción de la geografía social que nos ofrecert Jackson y Smith ( 1 984; ca reJ)e¡..iva del positivismo lú).óco. Sio cmbnrgo, la hermenéutica y
véase también Jackson y Smith, 1981 ) . Estos autores se ocupan esen­ el humanismo no son, en ningún caSC>, �inónimo:. y se han realizado
cialmente de ((la posibilidad de mediar entre el acento característico unos pocos intentos direcros para formular una gcografí:i hermenéu­
dd humanismo en l:i experiencia subjetiva e intersubjetiva, y el énfa­ tica estrictamente cit:finida (véase Mügcraucr, 1981; Burcimer, 1983).
sis típico del cscructurnlisrno en las limitaciones soci:iles objetivas» El interés de Habermas ( 1978) en l:i hermenéutica implicaba
(Jacksoo ) Smith, 1984, pág. 12). Este argumento se inspira, en par­ principalmente un compromiso con la fenomenología de Husserl,
te, en una reinrerprctación del trnbajo de la escuela de sociología de con la búsqueda de la comprensión emprendida por Dilthey y con
Chicago y en un estudio del pragmatismo de Park. Pese a las múlti­ el pragmatismo de Peirce. En la medida en que los geógrafos huma­
ples definiciones de pragmatismo, que puede considerarse incluyen nos se han inspirado en esrns 1rad1cioncs, pueden considerarse como
elemenros del idealismo, realismo y materialismo, Susan Smith representantes de intentos concretos por desarrollar una estructura
( 1984) SuAiere que ofrece ideas metodológicas muy imporranres histórico-hermenéutica dencro de la disciplina. En rérminos más ge­
ausentes en otrns corrientes humanistas ameriormenre adoptad:is por neraJes, sin embargo, la conceptualización más amplia que hace Ha­
los geógrafos. «Como filosofía humanista en su sentido más amplio», bermas de la ciencia histórico-hermenéutica ofrece una visión muy
la aurora nos dice que el pragmatismo pone al alcance de <<la socie­ útil de l:is reflexiones humanistas más generales que han caracteriza­
dad la libertad de modelar un mundo inacabado» y de atribuir a <<la do la geografia humana desde principios de los años 70. Ea la geo­
acción humana la responsabiUdad del futuro» (S.J. Smirh, 1984, pá­ grafía social, por ejemplo, Jackson y Smith (1984, pág. 17) detect:in
gina 366). Más concretamente, Smith sostiene que el pragmatismo paralelismos daros entre el trío filosófico del positivismo, humanis­
aborda cuestiones de moralidad, :icci6o, vínculos entre el intelecto y mo y estructur:ilismo, y los tres tipos de conocimicnro de Habermas,
el sentido común, y Jebatc estructura-acción, las cuales han pasado a a saber: empírico-analítico, histódco-hcrmcnéutico y cridco. Gran
ocupar un lugar destacado en la geografía humana actual. En Ja parte de la geograffa hum�nista, en particular en Ja década de 1980,
práctica, la consecuencia de este interés en la influencia humanistica ha seguido fielmente las ideas de J·:l:lberrnas ( 1 978, pág. 309) sobre
ha sido un mayor énfasis en la experiencia individual, en el significa- la eslructura metodológica de la c¡ue obtienen los conocimientos las

212 213
ciencias histórico-hermenéuticas: el significado de la \!alide-.t de sus efectivo del interés en modelos, análisis espacial, métodos cuantitati­
proposiciones no se ha construido, por Jo generaJ, en el marco de vos y control técnico.
referencia del control técnico; los niveles de lenguaje normalizado y La fuerza continua del positivismo lógico en la geografía huma­
de experiencia objetiva no han estado, por lo general, separados: la na puede e.xplicarse a través de tres grandes facwrcs como minimo.
experiencia no se ha organizado con respecto aJ éxim de su funciona­ En primer lugar, la reciente expansión de la enseñanza superior ha
miento; y el acceso a los «hechos» se ha buscado a través de la com­ sido comparativamente escasa con respecto a la que se produjo en
prensión del significado, más que de 1a observación. los años 60. Muchos de los universiLarios que entraron en los de­
A finales de la década de 1970, Gregory ( 1978, pág. 146) propu­ partamentos de geografía durante el apogeo del posiuv1smo lógico
so que «los movimientos interpretativos que se han producido hasca siguen en sus puestos }' no ven razón alguna para modiricar sus en­
el momento en In geografía sólo han servido en realidad, con muy foques teóricos y prácticos de la disciplina. En segundo lugar, las
pocas excepciones, para disimular Ja censión que debe existir entre recesiones de los años 70 y de finales de los 80, aliviadas sólo por
un marco de referencia }' ouo, y las resonancias y discordancias pro­ el éxito económico aparente de la «Reagonomics» y del ((Thacche­
fundas que provocan unidades de sigruficado superficialmente simila­ rismo» a mediados de la década, no han alentado la investigación
res» y concluye diciendo que <<la labor hermenéutica debe explicitar y reflexiva o crítica. Si bien la década de 1980 asistió a una disminu­
esclarecer estas consecuencias que permiten tal "inmersión" vitah>. ción relativa del presupuesto estatal asignado a la enseñanza
Lograrlo implicaría, según Gregory, que «la geografía tendría que superior, también se produjo un aumento de la participación políti­
desmantelar las oposiciones entre sujeto y objeto, actor y observa­ ca directa en dichos presupuestos. En una época de recesión de las
dor, y subrayar las mediaciones enue diferentes marcos de referen­ economías capitalistas de todo el mundo, las ayudas a la in vestiga­
cia» (Gregory, 1 978, páp;. 146). A principios de los 90, la geografía ción se han centrado en explicar y solucionar técnicamente los pro­
humanista, expresada en la obras de Ley ( 1983, 1988), Jackson blemas de la inflación, el malestar industrial y el desempleo, más
( 1989), y Cosgwve y Daniels (1988), ha recorrido parte del camino que en interpretarlos o comprenderlos. Ello no significa que no se
hacia la consecución de esos fines. hayan efectuado muchas investigaciones reflexivas, pero sí que la
ciencia positivista lógica, con esa capaci<lad para explicar, resolver
y predecir, pero ame codo para servir al poder, se ha mantenido na­
6.4.3. La ciencia fiJico y lo experimcio h11n10110 turalmente en una posición privilegiada. n tercer factor asociado
a la difusión del positivismo lógico en la ciencia han sido los costes
La reacción humanista fue sencillamente una aJternativa a la con­ económicos relativos de los diferentes tipos de 10vestigación. Los
ceptualización de la geografía como ciencia espacial y, como se expli­ estudios humanistas suelen ser económicos en cuanto a equipo y
ca en el capítulo Vil, no resulta nada fácil separarla de las críticas es­ participantes se refiere, pues no requieren. por lo general, ordena­
crucmraliscas más radicales que se desarrollaron paralelamente. Con dores costosos para realizar complejos análisis estadísticos a panir
eso }' con codo, es imponance recalcar que muchos geógrafos se de enormes cantidades de datos. En una época en que los indivi­
mantuvieron totalmente al margen de estas influencias. Esto no se duos, departamentos e instituciones se valoran cada vez más en
aplica solamente a los geógrafos fisicos, sino también a la práctica de función de los niveles de ayudas que cosechan, es grande la presión
la mayoría de la geografia humana. El análisis espacial y el enfoque por obtener subvenciones para proyectos de investigación mu}' cos­
científico, que solían determinar la dependencia del positivismo lógi­ tosos, que suelen reflejar el interés técnico del positivismo lógico
co, siguen teniendo sus partidarios tamo en el plano teórico (Gac­ t:n mantener el orden social y político.
trell, 1 985; 1 lay, 1 985) como en términos de la investigación empíri­ La gcografia humana de los años 70 y 80 se ha caracterizado,
ca (Macmillan, 1 989). Un repaso a la mayoria de las cuestiones como ya hemos visto, por la multiplicidad de enfoques filosóficos,
abordadas en las principales publicaciones geográficas, como Tra11- pero no podemos decir lo mismo de la geografla fisica. De hecho,
!actior1J of lhe Íll!IÍJ11/c of British Geographer! y An11a/J o/ lhe Auorittlion el nacimienro de una poderosa geo�rafía humanista en la década
oj A111trica11 GeogropherJ revela la fuerza continua y el incremento de 1970 fue uno de los factores clave que acentuaron la división

214 215
enrrc estas dos áreas de la djsc1plina. En su canea del posmv1�mo n a 67), «haciendo d e l a creencia de las ciencias en si müm1as u n dog­
lógico, muchos geógrafos humanos no sólo rechazaron loi, vínculos ma, el positivismo asume la función coercitiva de proteger la inve<;ti­
de la dJsciplina con bs ciencias narurales, sino que rompieron sus gaciún cicntifica de la au10rrcflcxión epistemológica». Además, no
conexiones con la geograíla física. Mientras que el medio ambiente y wdo loe: geógrafos tisicos están de acuerdo con csre retrarn opt1m1s­
el pac.aje ocupan una posición central en gran parre de la �eografln rn del éxito de "º disciplina. l laincs-Young y Pctch ( 1986. pág. 199)
humanista, �on las inrcrpretaciones humanas de esle paisaje las que en parucular, comentan que en los últimos decenios «se han proJuci­
han adquirido una importancia fundamencal. en detrimcnro de los du en la gcograGa tis1c11 mur pocos ª' anc'-s con rcspccro a nues t ras
procesos fisicos que lo moldean. teorías acerca del mun<lo natural o nuestra comprensión Je éh1. \ña­
Para la mayoría de los geógrafos físicos dedicados a explicar dcn que ((la disciplina. ral como l.1 enseñan e 1dcn11fican los geógra­
estos procesos. la geografia humanista no sólo es irrelcvanre sino fos profesionak.c,, no puede vanagloriarse de #!r:tndcs avances. ¡\de­
también acicnúfica. A medjda que el lenguaje de Las dos partes de b más, la gran mayoría de publicaciones espcc1alizadnc: r de texros
disciplina se ha ido diferenciando, ba ilisminuido el nivel de comuni­ avanzados sigue conceniendo material que C!> puramente de:.criptivo
cación encre sus practicantes. Aunque siempre quede la posibilidad o un intento Je modelar algunos fcnómcnm a partir de ecuaciones
peregrina de emprender la interpretación fenomenológica de una e:.tadisticas o matemáticas atines ab:. utilizadas por los ingenieros»
muestra de sucio, para lo cual se examinaría un fragmento rras unn (Haini:s-Young '! Perch, 1986, pág. 199).
labor de reflexión y se recogería su esencia en las hojas de una revis­ La gcografia física de los años 70 '! RO se ha caracrcrizaclo por un
ta especializada, la utilidad y cJ significado de mi empresa serian es­ acento cadri vez ma'!or en los aspecros récnrco:; y metodológicos.
casos. Para la mayoría de los geógrafos fisicos (K. J. Gregory, 1985; Como observan CL·uk, Gregory y Gurnell (1 987c, pág. 384), «la geo­
Clark, Gregory y Gurnell, 1987b), eJ posüivismo lógico rodavia es grafía fiska ha lleg:ido a ser, y �cgu1rá sicntlo, una ciencia narurnl de
un firme pilar Alosófico de la investigacióa y la docencía porque verdad con una gran dependencia en el desarrollo y aplicación de
produce resultados útiJes. Además, su predomjnio es ral que suele técnicas precisas de control, análisis y cre:i.ciún de ·motlelos>1. De este
disfrn?arse de método cientlfico válido. Clark, Gregory y Gurncll modo, cada aspecm dd medio físico, desde las pendicnres y ríos has­
(1987b) comentan al respecto: ta la tlurn y fauna son objeto de análisi:. cada día m:b perfecciona­
.

dos. Esros avances e producen cuando los fenómenos físicos se des­


Ln gco�raíla fisica se ha disiinguido clarnmcnce de In geograffa criben con mayor precisión en modelos nuevos. En esta líne;i, los
humana en los últimos veinte años r. pese a las todavín exis1entes geógrafos físicos han fortalecido sus vínculos con los c1eoúficos de
comc1dcnc1:1� de objeuvos, no exisre indicación aJguna de que ambas rusciphnas como l a geología, ingenierí:i ' bwlol!Í:I. Vna consecuencia
ramas <le la d1�ciplm:1 lleguen a converger completamen1e o deban de lo anterior, en una época de rcsrriccionc� en lal> ayuda-; c.'tatalcs a
hacerlo. De codas las causas de esta disparidad, la más profunda y,
la enseñanza superior, ha ido la fu�ión de vario'! departamentos de
por ende, más decisiva es el comrnsre merodológ1co emre el foco hu­
geografía �· geolo�a para formar dcparramenms o escuelas de las
manista ) esLructuralist:i de la mayoría de la gcografia hum�ina mo­
ciencias de la Tierra. como por ejemplo en el t.:ni' crs1ty ColJegt: ga­
derna, y el enfoque c1cntifico (positivista) al que han perma necido
lés de r\bcrystwych.
fieles los geógrafos flsicos. La aceptación consc:imc del modo c1en l ili­
co por parte de los gcógrnfos fisicos no significa que se hayan pasado
De cualquier modo, como han scñabdo l l:tincs-Young v Petch
por airo las ahern:nivns, �ino que se han considerndo menos que iden­ ( 1 986, págs. 200-201), «en términos de rt·orín ' compn:nsiún, las me­
lcs p:im muchos de los propósitos clcl gcó�rafo fisicCl. dida� cuamir ari v as , lo:, modelo� esrn<lisricos y lo� aparatos sofistica­
dos ricncn muy poco que ver con la ciencial>. l�sro� aurorcs sugieren
Sign dicau vamente, en esta cita Clark, Gre�ory y G urnell su­ que el fallo principal de lo<; geógrafos ris1cos ha <;1dn caer bajo el em­
brayan la� JJfcrencias mcwdolúgicas cncre la geografía hum:ma y la brujo del éxim del pomivismo lógico, disfrazado ele método científi­
tisica como reílcjo del fracaso del positivismo lógico clásico de reco­ co. En lugar de centrarse en el tipo de cuestiones {¡ue deberían haber
nocer t¡ue las mecodolo�ías están determinadas parcialmente por sus esrudiado, rnucbos geógrafos físicos se han contentado con aplicar
principios filosóticos. Como ha comentado Habermas ( 1 978, pági- nuevas técnicas a asuntos antiguos. l .a conclusiún es la siguiente:

216 217
!\.o podemos condennr n esn persona afortunada que desea csru­ ruralismo es demasiado mecanicista y no ha logrado considerar sufi­
<linr un problema de hidrologia regional porque acaba de adljuirir un cientemente las acciones del ser humano, los geógrafos han optado
sistema para el proceso digirnl de imñgem:s, acusándola dt: c1uc no por el realismo y el p()smodcrnismo en un intenco por combinar ele­
cmi actuando <le forma científica. Pero esta situación es dcsalcnt<1dor:1
mentos de la perspectiva humanista y csrruccuralista de la sociedad }'
porque no existe progreso teórico alguno con respecto a ningún pro
el espacio. En el siguiente capítulo nos ocuparemos precisamente de
blema ni el cyuipo da pie n especulaciones. Esm es lo que hn sucedi­
cscos intentos de crear una geografía crítica válida.
do en la gcogratia fisic:i (Haines-Young y Petch. 1986. p:íg. 201 ).

6.4.4. 1!.slruclura, li111ilt1cionu J' el con/ex/o social

La mavoria de las interpretaciones de la geografía humanista, con


su interés rrasccndcntal por la comprensión y la reflexjón, y su énfa­
sis en la objetividad individual, han sido incapaces de tratar satisfac­
toriamente las cuestiones sobre la relación entre dominación y limita­
ción. Éstas constituyen la expresión del medfo social del poder de
Habermas ( 1 978), a rravi:s del cual se desarrolla su interés cognosci­
tivo emaocipacorio. Más concretamente, al concentrarse en los mun­
dos vividos individuales, las interpretaciones simb61iois y el mundo
de los significados, la gcogrnfia humanista se ha olvidado de las limi­
taciones estructurales dentro de las cuales se e..xpresan estos mundos
vividos individuales. Además, en particular en su expresión fenome­
nológica, la geografía humanista se ha inclinado por la pasividad,
soslayando la implicación activa en los mecanismos del cambio social
y político. Esws procesos de transformación son los que ocupan a
la ciencia crítica. Como ha sostenido Habermas ( 1 978, pág. 310), la
ciencia critica aspira a determinar «cuándo captan los enunciados
teóricos las regularidades invariables de la acción social como tales y
cuándo expresan relaciones de dependencia ideológicas constantes
que, en principio, pueden transformarse)>. La crítica que hace l labcr­
mas ( 1978, pág. 3 1 O) de la ideología va pues dcsrinada a «desencade­
nar un pr()ceso de reflexión en la conciencia de aquéllos sobre los
c¡ue tratan las leyes». Aunque esta aurorreflexión no puede causar la
inoperancia de las leyes, sí puede hacerlas inaplicables y, por ende,
su!lcepri bles de transformaciones.
Paralelamente al desnrrollo de la tradición humanista en la geo­
grafia, los años 70 y 80 también asistieron al nacimiento de una co­
mente que se auwcalificaba Je radical (Pect, 1977a, b). Esta partió
inicialmemc de la economía política marxista, pero desvió rápidn­
mente su foco de atención hacia otros enfoques estructu alisrns.
r Má$
recientemente, con el reconocimiento generalizado de que el estruc-

218 219
C \PITULO \' l l

La c1enc1a cnttca y la sociedad:


eJ interés del geógrafo
La carn·ra ¡;t·u¡;ri\fica nfl cicrl• nnd.1 yu• ver
en absolurn con um:nrarsc hacia l.1 gcogr.aíla
producuva, "no cun •iu�r el 1uc¡;n• de I• Cll·
r o al
rrcra pc<i n runauna as.i: llci:•dos • ese
puoru de la iorm;¡c1un donde se supone que el
esru,ha.ntc del� c:!t'"ectu�u un tr:ah:ifn 1mr<>mantc
de invcsugncron 1ndcpcnd1enrc, por fin dc,dc
que emp�o " absorhcr en la guncdcm codo ll·
pn Je cnscñ.11m1s, ¿<¡ue hace el ríp1co ¡¡ruduado
en gcograíla? Sigue con el parrón pa�11Ju de
rmrnr de complacer n sus pmfe:.orc�. Rcc1111oce
el 1erreno ..objellV'10lCOCC• V racrnnnh7.a su Ir.ti
ción con el esloglln: •ClllJldn 1cn1<• rnr arnc1
del sindicn10-. Tra• h;1bcr..c cundicmn.1do ¡nra
ver su 1n\·cm¡:ac1ún como ,jmh11l11 tic �u falm
de 1nrcllndad, por no decir nada de su madu­
rez, es decir, halxr vendido su 1cs1e por su l1-
ccncia1urn, 'cnclllnmcntc �lguc 11d u cs1c pa­
rrñn el rt."'<111 ck "u vida. Puhllca para no
perecer. ldcn11ílca el ejercicio profesional con
,\ la lar¡ra, \'C In 1u·
su íuwru •c:1rnc1 s111d1cal• .

bilaciún como I� meca de su cxmct'le1a. Por el


amino, hu� \ CflCuentra una s<Jc1cdad dt' es·
da\'US del !lempo COmO éJ, qu1cnc� m�� ll Ut'
cnmin.1r que e& aquello que no luncmn� en
cllm, In mrurQkLa de los µc6Kmúl�. dt-spo1r1-
can •in parar, durnntc las mnrnrunrnnn� �u<a•
para c.1Jc, .obre el c"ado dcprinmh1 de In ¡.tco­
¡,rmtia.

nungc: (1977, p:í¡:,. 3'1-37.)

221
Para codos aqucUos encargados de efectuar el cambio social r m de los 80 y la tncorporac1ón de algunos de los primeros radicales
político, el fallo principal de la crícica humanista de las prácticas geo­ al u111blish11m11 contra el que se habían nlzado. Como resultado, se­
gráficas amerillres era la incapacidad de producir conocimientos váli­ gún Pece y Thrift, la geografía radical ganó sobriedad y perdió
dos que perm1riesen a las personas transformar las condiciones socia­ espíritu combativo. También podría dccir�e que, al igual que en el
les de su existencia. Con el objetivo centrado en la comprensión )' la caso de los cambios que acaecieron en el enfoque humanista de la
reílexión, la corriente hermenéutica proporcionaba una crícica teórica geografía, los avances de la geografía radical en los años 80 refleja­
convincente del posiuvismo lógico, pero no lograba crear una base ban una mayor comprensión de los vínculos intelectuales entre la
sólida para la práctica geográfica relacionada con la emancipación geografia y las demás ciencias sociales. En concreto, en lug:ir de la
(Habermas, 1974). Los geógrafos que deseaban desafiar los cimienws simple importación de ideas procedentes de la economia política
de la sociedad capitalista recurrieron pues a las cradkiones radicales marxista, los geógrafos empezaron a desarrollar un diálogo frucáfero
de la teoría social y polirica en su búsqueda de un examen critico de con economistas políticos y sociólogos, que desembocó en una ree­
las relaciones de poder que la sustentaban. La fortuna cambiante de valuación sustancial de las conexiones entre las relaciones sociales y
esta corriente crítica en la investigación geográfica es un claro reflejo la estructura espacial (G regory y Urry, t985b). 1\ lás recienccmeote,
del contexto socio-político en el 'l uc surgió y, por ello, abriremos esce diálogo se ha extendido al ioreocar resolver los geógrafos las
este capírulo con un repaso a dicho contexto. críticas de la ciencia y la sociedad propuestas por l::is corrientes rea­
lista y posmodemista.

7.1. 131. C:O TF.>:'T'O SOCIAL: L A CiE.OGRt\Fft\ E N Rl:c.CESIÚN


7. 1 . 1 . La sociedad capitoli.r/11 de lo.r 70.J• /o; 80:
poder, ncesiófl y cimcio
Pcet y Thrifc ( 198%, pág. 6) obsen•an que la geografla radical
apareció en la década de 1960:
Los C\Tidentes éxicos económicos de los principales escados capi­
talistas en la década de 1960 y la apercurn superficial de los accesos a
como una reacción critica a dos crisis del capitalismo de la épocn: la
los beneficios maceriales consecuencia ele escc éxim en la floreciente
luchn armada en la pcrifecin del Tercer Mundo, especificamencc la
intervención de Estados Unidos en la Guerra de Vietnam, y el estalli­ sociedad de consumo abrieron, hacia finales de la década. la posibili­
do de mov imientos sociales urbanos en muchas ciudades, en panicu­ dad de una forma de ciencia más reflexiva y menos utilitaria desde el
lar el mov1m1enro cscadounidensc por Jos derechos civiles y el senti­ punto de V"isca técnico. La sociedad podín dnr f
ácilmente cabida no
miento penu rbador de ¡,IH110 que surgió a mediados y finales de los sólo a ac¡ueUos c¡ue desean seguir estilos de vida altern:uivos, fumar
años 60 en Estados Unidos, Gran Bretaña y en otros paises. cannabis y creer ea d {<poder de las flores», sino que cambién podía
permitirse una expansión en las artes liberales y las ciencias sociales.
De este modo, parricularmente en Estados Unidos, fue entre los Corno ocurrió con el florecimicmo rcnacencisca en la lcalia de los si­
geógrafos sociales y políticos jóvenes donde surgió la geografia radi­ glos xv y XVI, existía la oportunidad de librarse a una explosión
cal. Sin embargo, las recesiones de mediados de los 70 y principios artística e intclecrual. Como hemos explicado en el capítu­
de lus 80 obstaculi7.aron la expansión de la enseñanza superior que se lo VI, una de las consecuencias de esta s1tuac1ón en In geografia fue
había iniciado en Ja década de 1960 y deterioraron las cundiciuncs el aumento de interés por la filosofia humanista. No obstante, dos
para el desarrollo de una crítica radical. Peer y Thrifr ( 1989b), por aspectos de la expansión capitalista Je los años 50 y 60 condujeron
ejemplo, identifican cuatro rn7.oncs por las cuales se remperó el opri­ rápidamente a un� mayor toma de conciencia Je las contradicciones
m1smo inicial del movimiento radical en gcografia, a saber: el fortn­ en que se suscencaba. En primer lugar, el éxito se debió parcinlmeme
lccimiento de la critica de la corriente principal del pensamiento al incremento de la desigualdad, no sólo dentro de los estados capi­
marxista, la incertidumbre de la política revolucionaria, la sustitución talistas, donde aunque muchos de los pobres se hicieron más ricos lo
del estilo académico relajado de los 70 por el profesionalismo estric- hicieron n un ritmo mucho miís lento ll ue los c.1uc ya eran ricos, sino

222 223
sobre todo entre los estados capitalistas y las naciones de lo que se A principios de los años 70, 1., economía global capitalista v1via
denominó Tercer Mundo. En segundo lugar, la rápida expansión de una crisis engendrada por la inflación creciente y la caída de la pro­
lm medios de comunicación � <le la iodusrcia dc las comunicacione ducción. Tras la devaluación del dólnr esmdounidense en 1971 y
puso en conocimienco de la población de los estados capitalistas es­ en 1973, y la subida de t 973-74 de los precios del petróleo por ini­
tas dcsi�unldndcs de un modo más rápido y f!eneralizado. 1 .as pro­ ciativa de la Organjzación de Pajses Exportadores de Petróleo
testas masivas. canto orp.:10izadas como cspom:ineas. eran más fücilcs (OPEP), la crisis se convirtió en una gran recesión. En un principio,
� también más eficaces como medio de influir en el poder político. ello no pareció tener gran influencia en la enseñanza superior n i en
t:::I efecw combinado de escas influencias fue que muchos p.eógra­ la iovescigación c1enúfica, aparte de frenar la expansión de la década
fos !>C enfrentaron con los fallos del capitalismo y de La ciencia anterior, pero con la segunda gran subida de los precios del pccróleo
empírico-analítica en CJUe se suscemaba cécnicamemc, en un momen­ en 1978-79, que agravó la recesión en los estados capitalistas, quedó
ru en que se les prcsenraba una oportunidad para expresar su males­ de manifiesco la necesidad de una reorganización susranciaJ de las
tar por medios radicales hasta enconces imposibles. Aunque wdavía mscituciones de enseñanza superior. Dos tendencias confluyeron a
existía un miedo profundo al comu1úsmo enrre el establish111t11I y los principios de los años 80; por una parte, la falta de oportunidades de
lideres poliucus Je los estados capitalistas, en especial en Estados empleo para los universitarios llevó a muchos csrudiantes a centrarse
Un1Jos y Gran Breta1ia, el éxirn claro del capitalismo s1gnific:1ba que mucho más djrectamente eo las salidas profesionales de las discimas
el mandsnm ya no �e contemplaba como u na amcna;,,a, y que aunque licenciacuras, mientras que por otrn pArce, los gobiernos tomaron es­
nn se acog1e�e a los intelectuales marxiscas con los brazos abierros, pecial conciencia de lo conveniente de subvencionar l:lS investigacio­
por lo menos se le� toleraba. En Francia, donde la izyuierda definida nes que les resulcasen de utilidad a ellos y, por ende, .,1 éxico futuro
en un �emido amplio había m:rncenido durancc muchos años una in­ del capicalismo. El posterior resurgimiento económico, impulsado
tluencia más fuerte en ll'I opinión pública que en Gran Bretaña o Es­ por Reagan en Escados Unidos y por Thatcher en Grao Bretaña,
tado� Unidos. la nueva situación se traduío en la aceptación de unn alentó a la mayoría de estudiantes a renunciar a los pensamientos ra­
serie de idea� marxistas yue alimentarían los disturbios estudianulcs dicales, a conceocrarse en aprender conocimientos útiles y a empren­
gcnemllzadol> a finalel> de la década. En un extremo, escaban los gue der carreras de éxito en el mundo bancario, induscrial y financiero.
como Marcuse ( 1 964. 1972). a la vista de los asesinatos masi,•os CJUC Si en la década de 1970 los estudiantes habían considerado a Marx
se habían producido bajo rnlin, se inclinaban por una interpreración fascinante e incluso un poco peligroso, en los 80 muchos le conside­
más humanista de los rexros de Marx, centrándose e:o conceptos co­ raban irrelevante. De hecho, hacia finales de la década, coincidiendo
mo libercad, alienación ' humanidad. En el otro extremo, estaban con la calda de los regimenes comuniscas en la Europa del este, la
los que, a ima�en de Althusser, ( 1 969; véase también AJthusser v Ba­ mención de la teoría marxista en los cursos de la universidad provo­
libar, 1970), censuraban escas ccndencias revisionistas y defendían un caba sonrisas burlonas o, en el mejor de los ca�os. apaña rotal.
regreso al núcleo c1cnrífico hisrórico-marerialista de las úlciimis obras
de �l:tr"<, así como a la 1mporrancia fund:unemal de l:i comprensión
como guia para la acción. hn pamcular, fueron la lectura c:1ncomán­ 7.1.2. La ¡,eog,rajl
oy lo prod11cdtJ11 di' conoril11irnlos
ca c¡u e hizo 1\Jthuc;ser de �tarx v su disrinc1on entre las obms del jo

ven larx, cuya problcmácica ideológica consideraba heredada de Sobre el fondo que acabnmos de perfilar, en los años 70 y 80 los
Feuerbach, y la� del Marx maduro, cuya cemátiCJ consideraba geó{!rafos tenían a su disposición cuam> posruras princip:lles a las que
cienrífica. Ja<; que determinaron el escenario del debate teórico y de adherirse. En primer luf!:ar, podían procJamAr que aspiraban a una
la acción política de principios de la década de 1970 {LC>ck, 1972; cienci:i pura libre de juicios de valor. Esta declaración no encerraba
J\lacinryrc y Tribe, 1975). Estos argumemos formaron un:l rica fuen­ un:i función aplicada directa, pon.¡ue este tipo de ciencia se justificaba
te de debate para una nueva generación de geógrafos <1ue se cstrcnn­ alegn.ndo gue conducía :il avance de un conoci miento que, a la largn.
ban en ese momento en la profesión (véase Peet, l 977b; Castells, resultaría útil para la sociedad. l:<.sra visión empírico-analítica de L'l
1977: Grcgory. 1978). ciencia, con su interés técnico correspondiente. fue la adoptada con

224 225
frecuencia por los geógrafos físicos, que conrinuaban con sus inves­ una estructura t1uc les permitiese interpretar esra cxpres1on de las
tigaciones explicativas de la descripción y modelos precisos de Jos contradicciones inherentes al capitalismo. En la Universidad de
procesos fisicos (Clark, Gre�ory y GurneJI, 1987a). Una segunda po­ Clark en Worcester, Massachusetts, se lan.7.Ó una nueva revista, Anti­
sibilidad era d.ir.igirsc hacia la producción de conocimientos nuevos podl', como foro específico para la publicación de esta geografía que
c¡ue explicasen la recesión y permitiesen resolver, para el bien de la se nutoc:alificaba de radical y en los primeros números se captura tan­
sociedad capitalista, los problemas sociales )' económicos asociados to el fervor como el compromiso de sus autores y editores (véase
con ella. Tenemos aqul la investigación empírico-analítica que el es­ Peet, l 977a). Su objetivo era <1plamear interrogantes rclacivos a los
tado y la industria estaban ansiosos por promover y, aunc¡uc oo toda valores dcmro de la geografía, interrogar a las instituciones existen­
estaba guiada por los principios del positivismo lógico (Bennett, tes con relación al ritmo y calidad del cambio, y consultar a los indi­
1985), si buscaba en su mayor pute soluciones récnicas y empíricas a viduos sobre sus propios compromisos» (\'V'isner, 1969, pág. iii). Los
los problemas que, según los analistas más críticos, se encontraban prin1eros números de Ar1tipodt1 se centraban sobre t0do en la mani­
en los propios cimienros de la empresa capitalista (compárese, por festación espacial de temas de bienestar social asociados con asuntos
ejemplo, ilcnnen, 1980 con Massey y Meegan, 1982). Para los geó­ como la pobreza, los derechos de las minorías y el acceso a los servi­
grafos jóvenes dispuestos a trepar por la jerarc1uía académica, éste cios sociales, y, como observa Peer ( l 977b), muchos de esros traba­
era el camino seguro hacia el progreso (Beaumont, 1987), mientras jos adoptaron una mcrndología desarrollada dentro del contexto
que para aquellos que iniciaban su carrera profesional a finales de los cxisrentc de las relaciones de poder. No fue hasta la publicación
años 60, significaba la esperanza de un nuevo auge (Wilson, 1970, en 1972 del artículo de 1 larvey sobre Ja ceorfa revolucionaria y con­
1 989; Wilson y Bennett, 1985; pero véase también Hay, 1985). En trarrevolucionaria en la geografía dentro del marco de la formación
tercer lugar, era posible replegarse en la opción trascendental ofreci­ de ,P,/J11ttos, cuando se produjo un cambio de rumbo. Este cambio es­
da por el humanismo y e.x amina<la en el capitulo V I . Esta decisión caba arraigado re6rica )' prácticamente en los cscriros de Tviao: y des­
ofrecía también la ilusión de una erudic.ión pura y, aunc¡ue potencia­ de l 973 hasta el fin <le la década, la geografía radical fue sinónimo
ba la comprensión del significado humano de recesión, rep.resión y <.k geografía marxisrn. Como señaln Peet ( 1 977b), esrn inyección de
desigualdad, no solía conseguir soluciones prácticas para paliar sus teoría marxista procedía inicialmente de Grao Bretaña, donde !os
consecuencias. Por último, mencionaremos Ja alternativa radical, que geógrafos habían empezado a explorar los textos de Marx a finales
pretendía deliberadamente producir una revolución en la teoría y la de la década de 1960. Hasta los años 70, los estadounidenses no ern­
prácdca de la geografía (Quaini, 1982). Como ha resumido Peer prendjeron con fuerza el examen de esta temática de trabajo. Paradó­
(1977b, pág. 64), dos son las premisas fundamentales de esta prácti­ jicamente, dos de los e::xponcmes principales de la geografía cuantita­
ca: «la p.1:i1nera y más obvia es que no exisre la ciencia objeriva, libre riva '! del posirivismo lógico en la disciplina de los 60, l larvey y
de juicios de valor y polhicamenrc neutra, pues rodas las ciencias y Bunge, ocuparon la vanguardia en la introducción de la critica radi­
especialmenre las ciencias sociales, cumplen algún propósiro polltico; cal de los 70. l larvcy ( 1 973) cuenta cómo cambió este énfasis teórico
la segunda es la función de la ciencia convencional y establecida aJ y práctico en la introducción de su libro Socitil;11.rtice and 1/Je dl:J, que
servicio del sistema social establecido y convencional y, en realidad, se convirtió rápidamente en el estandarte de la nueva geografía radi­
como garante de su supcrvivencial>. cal. Una vez finalizado su examen de los problemas metodológicos
de é xpla11atio11 i11 geograpl�)I, Harvcy centró la accncióo en otras cues­
tiones Je la filosofia social >' moral, y en la forma en que podfao re­
7. 1 .3. Lo.r or!gem.r de la geografí
11 radical lacionarse con la investigación gco�ráfica. Según sus propias pala­
bras: «Como acababa de ínstalannc en Baltirnore, parecía lo más
El malestar de carácter urbano y racial en Estados Unidos, jumo adecuado que utilizase esa ciudad, junto con otras que también co­
con la Guerra del Vietnam, formaron el contexto para gue los jóve­ nocía, como telón de fondo para estudiar las cuestiones que surgían
nes geógrafos urbanos y pollcicos, asi como aquellos inceresados en al proyectar bs consideraciones filosóficas sociales y morales en la
los estudios de desarrollo, buscasen en la ewnomía política marxista matriz trndiciunaJ de la tnvescigación geográfical> ( Harvey, 1973,

226 227
pág. 9). Uno de los e1cs centrales de estas nuevas ideas era In relación encontrar un nuevo foro de debate y. en 1 974. se estableció una
entre los procesos sociales r las formas espaciales, que fueron preci­ Unión de Geógrafos ocialisras como foro más convencional para
samente cJ objeco de atención de Sorialjustia and lhl' d(y, dentro del organizar la práctica socialisrn en la disciplina.
contexto de cuauo temas concrcros: In naturaleza de la teoría, la del A finales de la década de 1970, finalizado el compromiso micial
espacio, la de la justicia social y la del urbanismo. Para Harvey con las ideas de Marx, muchos geógrafos recurrieron a otras inter­
( 1 973, pág. 17), Jo interesante del análisis de Marx era que le per­ pretaciones escructuralistas de la relación entre las estructuras social
mitía reconciliar temas tan dispares como los anteriores, suprimiendo '
} espacial, al realismo y, Y" a finales de los 80, al posmodernismo.
los «dualismos sin perder el control del análisis». Como conclusión, En estas corrientes tan dispares se centra acrualmeme la aLeoción de
Harvey ( 1 973, pág. 286) sugiere «que lo más importante que debe la geografía radical.
extraerse del estudio de la obra de Marx es la concepción del méto­
do, y queda fuera de esta concepción de mécodo el que la reoría
Ouya naturalmente». Posteriormente, los geógrafos radicales empeza­ 7.2. LA GCOGIL\FL\ Rl\l)IC\I \' l.A l\LTEHr-:1\TJ\'1\
ron a examinar una serie de obras metodológicas y teóricas de Marx, ESTRUCTL.R\t.JST \
centrándose en cuestiones de subdesarrollo- imperialismo. teoría de
la renra, evolución cultural y desigualdad espacial (Peer, J 977b). ena de las c.ar:icterísncas principales del desarrollo de la corrien­
Mientras que el trabajo de l larvey puede considerarse seminal en te radical en la geografin fue ciue puso a los geógrafos en estrecho
el desarrollo de las implicaciones teóricas y mecodológicas de la obra contacto con mros científicos sociales de izquierdas. De este modo,
de Marx para el mundo intelectual de la geografía, la vida de Bunge In geogcafia radjcnl se imcgraba en un movimiento soci:il rndical más
desde meruados de los 60, y en particular sus esfuerzos por acercar la nmpllo, aunque en lo más profundo persistiese la tensión entre los
geografia a los pobn:s, refleja el mundo muy diferente de la acción intereses teóricos y lo!> pr:ícr icos.
práctica. «En 1 967, Bungc fue cesado como profesor de la Wayne
Statc Unjversity de Dctroll por acusaciones de obscenidad (dectr ta­
cos en clase)» (Peer, t 977a, pág. 14) }' al año siguience fundó la So­ 7.2. 1 . Lo geografía marxista
ciedad para la Exploración Humana, destinada a reinyectar en la dis­
ciplina Jo que contemplaba como el verdadero significado de la Aunque las obras de Marx sirviesen sustaocialmeme a lo geó­
exploración. Trató de alentar las exploraciones contributivas y no las grafos para peneuar en el funcionamiento del capiralismo, su princi­
expediciones exploradorns. y una investigación que estuviese orienra­ pal influencia fue metodológica. Al establecer el materinlismo dialéc­
dn hacia los miembros de la comunidad y no hacia los del campus y tico como forma de prácrica científica, Marx creó uo marco de
las universidades. En la práctica, comribuyó a que se crearan en lu trabajo donde se hn desarrollado mucha de la geografia ra<lical pos­
Wayne State University y, en 1970, en la Michigan Srate Univcrsicy, terior. En su forma original, el método dialéctico, como lo practica­
cursos que se ocupaban directamente de la población negra del cen­ ba Zenón, disdpuJo de Parménides (Russell, 1961) en el siglo v a.
tro de la ciudad (Horvath, 1971 ), pero poco después las autoridades de C., era sencillamente un modo de buscar conocimiencos a ml\1éS de
universitarias tacharon de inaceptables los princ1p1os de control co­ una serie continua de preguntas y respuestas, donde una respuesta
munitario y enseñanza libre en los que se inspiraba esta l:..xpedición daba pie a la siguiente pregunta. Este método se empicó más adclan­
de Decroit y eJ proyecto se dio por finali7.ado. Más adelante, Bunge ce en obras como el Sir ti 11011 de Abelardo, compuesco en 1 1 21-22,
se vio obligado a abandonar Estados nidos y se trasladó a Canadá, pero la dialéctica alcanzó su punto culminante co Ja filosofia de He­
donde reanudó sus planes en la Expedición Geográfica de Toronro, gel y, en particular, en su Feno111enología dd Espíri/11. En el idealismo
establecida cn 1972 ( tephenson, 1974). La uadición de prácticas ra­ casi místico de Hegel, el objetivo de la investi�ación filosófica era la
d1cah.:s ele Buoge siempre recibió, por su propia definición, los ata­ búsqueda de la Idea Absoluta, una forma de auco-concienciA donde
ques del utahlis/J1111ml. Para aquéllos dispuestos a coexistir con las es­ el objeto >' el sujeto son uno solo. Para Hegel, en úlcimn instancia,
tructuras institucionnles de la suciedad capitalista, era pues necesario nada es real excepto el Todo, y el conocimiento del Tod<.l se alcanza

228 229
a través del método dialéctico, lo que significa pasar de los concep­ quinto lugar, l a dialtfrtira, pues Marx sostenía que cada modo de pro­
ros o pensamientos a sus opuestos y, a través de la reiteración de ducción poseia su dialéctica interna del cambio. Cada una de ellas

csrc mémdo, alcanzar una unidad más elevada. Suele considerarse tendría sus propias contradicciones encre las fuerzas y las relaciones

que la dialéctica de l lcgel está basada en l:i triada lui


s, rmlíluis y de clase de la producción y, precisamente a través de la resolución de

si111uiJ, pero aunque muchas de sus e>..'Posiciones filosóficas conrem­ estas, se forja un nuevo modo de producción. El objetivo de sus in­


pla an el uso de triadas, como es el caso de necesidad-trabajo-espar­ vestigaciones era, por tamo, en sexto lugar, identificar las leyes deler-
_ 111i11adas hislórica111e11fe que regían tales procesos y ésa fue la tarea que
c1m1cnro, no empleó esta terminología concreta. Reconociendo el
uso anrerior del concepto de dialéctica, la aportación innovadora de emprendió en El rapitnl. Por debajo de estas ideas teóricas, Marx

Hegel fue insistir en que incluía una concepción de movimienro ne­ tenía un propósito práctico muy claro: revelar al proletariado las

cesario. F.nrre otras nociones cruciales en su idea de la dialéctica, contradicciones del modo de producc1ón burgués moderno o capita­

destacaremos la negación, el escepticismo y la razón. 1 le�el también lista, con objeto de acelerar el avance del socialismo global, eras de­

aplicó este procedimiento dialéctico al progreso de la sociedad, sos­ rribar por la fuerza las condiciones sociales vigentes.

teniendo c¡uc «la historia de la Sociedad Civil era sencillamente la Estas ideas han resultado especialmente relevantes en cuatro

wma <le conciencia progresiva de la Idea» (Gregory, 1978, pág. 109). áreas principales del estudio geográfico. En primer lugar, en la geo­

Dos ideas fundamentales de la dialéctica de Hegel que Marx desarro­ graña histórica los texros de Mnrx eran especialmente relevantes en

lló fueron la insi11tencia en la concepción del movimiento necesario y el estudio de la transición del feudalismo al capitalismo, en el auge

la idea de la dinléctica como proceso histórico. No obstante, rechazó del capitalismo industrial, y en la expansión colonial e imperialista

la sugerencia hegeliann de que la fuerza impulsora de la dialéctica de las relaciones de producción capitalistas a parcir del epicentro

fuese el espíritu. Ln nportnción seminal de Marx consistió en susti­ europeo por el resto del mundo. Encontramos buenos ejemplos de

tuir la concepción idealista de Hegel de un progreso de la sociedad este tipo de trabajo en el examen de Dunford y Perroos ( 1 983) sobre

determinado por la menee humana por el materialismo dialéctico, el desarrollo histórico del capitalismo en Gran Bretaña, donde se

que reflejaba las condiciones materialistas de la vida humana. Para combina la obra de un geógrafo humano con la de un economista

1 lcgcl, las personac; pensaban; para Marx, trabajaban. sucia!; en los uabajos de Grcgory ( 1 982b, 1 984) sobre el cambio in­

Por debajo de la concepción histórica de Marx hav seis abstrac­ dustrial y el conflicro de clases, particularmente, en Ja industria de

ciones teóricas relacionadas entre ellas, de las cuales e�contramos la la lana de Yorkshire; y en el estudio de Blaut (1975) de las teorías
expresión más clara en el prefaoo de su Critica dt la uo1101111ÍI polítira, marxistas del colonialismo }' eJ imperialismo. El segundo gran cam­

publicada originalmente en 1859. El primer concepto subyacente es po donde los geógrafos se han inspirado en las ideas de Marx ha si­

el interés por las rtlaro11u


i dr prod11cció11. AJ respecto, Marx afirmaba do el concexto urbano. Destacaremos dos obras por su temprana

que las cosas siempre se ven como objetos, con el que denominaba prominencia en este área: The 11rbn11 quufo
i 11: a Marxisl approarh de

fetichismo de la mercancía, más que como las relaciones sociales que Castell (1 977), publicada por vez primer:i en francés en 1 972, y Social
cncarn:rn. En segundo lugar, su teoría era 111aftri
aliffa, cenrrándose jlfsfice a11d tbt city de Harvey ( 1973). Posteriormente, los enfoques
en la estructura económica de la sociedad constituida a partir ele la marxistas se han utilizado en el contexto de la planificación (Dear

totalidad de estas relaciones de producción. En tercer lugar, cenemos y Scocc, 1981), de las teorías de de arrollo de la renta (llarvey, 1974;
una conceptualización particular de las c22estrucruras, donde la es­ Harvey y Charterjee, 1974) y de la vivienda (Boddy, 1976; Duncan,

tructura económica o ínfraestructura forma los cimientos para la ex­ 1977). En tercer lugar, se ha :aplicado la estructura marxista a un in­

presión particular de las estructuras jurídicas o políticas que compo­ tento de comprender la desigualdad regional asociada a la reestruc­

nen la superestructura y que corresponden a cipos determinados de turación industrial (Masscy y Meegan, 1979, 1982; Carney, Hudson

conciencin social. La cuarta abstracción es que las fuerzas y !ns rel11- y Lewis, 1980). Por último, aunc.:¡ue el propio Marx escribiese muy

ciones de producción forman un 111fJdo de prfJd11cció11, de Jos cuales han poco acerca del Tercer Mundo, sus ideas sobre el desarrollo del ca­

existido cuatro: el asiático, el antiguo, el feudal y el burgués moder­ pitalismo e implicaciones en la desigualdad social y regional han

no (Howard )' King, 1985). Llegados a este punto, inrcrviene, en ejercido una iníluencia considerable en los estudios sobre los países

230 231
mñs pobres del globo. Esta influencia queda patente en la obra de sobre todo en la pnlitica local, es asombroso el escaso número de
Slater (1973), Sancos (1974) y Buchanan (1972) sobre el subdesarro­ geógrafos ciue accúan realmente en la arena politica nacional. El ter­
Uo y el imperio. cer camino consiste en continuar dentro de la estructura institucional
Lo que todas estas obras nenen en comúo es el interés por el de la enseñanza superior, pero utilizándola para revelar las contradic­
conflicto de clases, por los modos de producción y por encontrar ciones del capitalismo en la práctica docente e investigadora.
leyes determinadas históricamente. Más reciememcnce, ha surg ido En los estudios para graduados y no graduados, sigue teniendo
una corrtente más criucn e.le la relación entre los argumentos de cabida la enseñanza encaminada a contestar las bases del capitalismo,
�larx y Ja aportación potencial de la geografia a la ciencia radical. pero en los años 80 ha aumentado la presión procedente de cuatro
Harvey (J 982, 1985a), en particular, ha subrayado la falta de con­ direcciones: el éxito económico del capitalismo que alienta a los estu­
ciencia espaci:il de Marx y ha tratado de ampliar su análisis a un exa­ diantes a participar en los beneficios materiales asociados con las eras
men wmpleto de la<; implicaciones espaciales de algunos de sus de Thatcher y Reagan, encarnadas en el síndrome «yuppie»; la inter­
1.. nunn:tllU' teóricos. bacicnc.lo espec1al referencia al contexto urbano. vención estatal que ha aumentado en la enseñanza superior, a través
de un control más estrecho de los cursos y unos sistemas de evalua­
ción represiva del profesorado; el sistema de educación secundaria
7.2.2. El Íl(f!,Or dt lo geografía radical que pretende cada vez más imparúr conocimientos útiles y técnicos,
en lugar de críticos; y la caída del comunismo en Europa del este y
Las diferentes rutas ciue siguieron l larvey y Bunge reflejan una en la antigua Unión Soviética. Todavía no se conoce la influencia
tensión fundrimenta1 dentro de la geografía radical, la existente entre real del úJtimo de estos factores, pero el intento frustrado de golpe
In teo ría y h pr:ícnca. Como ilusuan las experiencias de Bungc, una de estado de los comunistas de la línea dura en la Unión Soviética en
práctica concebida abiertamente para derrocar las instttuciones del agostO de 1991 y el posterior cambio a unas reJaciones de produc­
capitalismo recibirá la oposición sistemática del utoblish111ml contra el ción capitalistas, disfrazadas de democracia, han sido un desafio fun­
ciue se alza. En cambio, una crítica puramente intelectual, sin la ver­ damental para los científicos sociales y los filósofos radicales. El pro­
tiente prácúca corr�pondienre, sólo puede aspirar a la auto-indul­ blema crucial a este respecto es que Marx, si bien ofrecía una crítica
gencia. Ame a'lueUos que luchan por una geografia radical de ver­ sustancial del capitalismo, no lograba perfilar el marco económico,
dad, que acabe con la represión social y económica del capitalismo, social y político dentro del cual contemplaba la práctica del socialis­
se abren tres caminos. .En el primero, puede crearse una geografía mo; a su parecer, la forma del socialismo debía determinarse median­
radical fuera de las instituciones de enseñanza superior de los estados te la práctica revolucionaria del proletariado. Como consecuencia, en
capitalistas. Esta \'Ía, sin emb::irgo. da por sentado que la enseñanza y la mente de la mayoría de los habitantes de la sociedad capitalista, las
la inveságación geográfica� pueden aportar algo a la práctica revolu­ experiencias pollticas, económicas y sociales de la Unión Soviética
cionaria, pero muy pocos han sido los imemos claros, si es que los entre 1917 y 1991, bajo el nombre de comunismo, se han equiparado
ha habido, por nporar mi :ifirmnción. No obstamc. llevada a sus ex­ erróneamente con el marxismo. Sin embargo, la caída del comunis­
tremos y regresando a la conexión establecida por Ec;crabón entre la mo no significa necesariamente que el capitalismo sea la única ni la
1-{eografia } In necesidades de los jefe� milícarc<, esta práctica 1mph­ mejor forma de sistema económico, ni tampoco significa que los tex­
cnna que los geógrafos de profesión abandonasen el refugio seguro tos de Marx sean irrelevantes en el análisis del capitalismo contem­
de las un iversidades parn lanzarse al mu ndo incierto y peligroso de In poráneo. El reto que se presenta ante los geógrafos radicales de los
lucha armada revolucionaria. La se�unda posibilidad es que los geó­ años 90 es el de sacar a relucir las contradicciones todavía inmersas
grnfos permanezcan en sus contextos insutuc1onales, saásfacicndo la<; en el capitalismo y ponerlas en conocimiento de sus estudiantes y de
necesidades de los tesoreros capitalistas a través de la docencia y la todos aquellos que parúcipan en sus investigaciones.
investigación, pero que al mismo Licmpo se impliquen en acciones El fallo fundamental de gran parte de l}l geografla marxista ha si­
políticas en el plano local y nacional. Aunque esrn estrategia seria do centrarse en la crítica teórica y filosófica ea lugar de hacerlo en la
mucho más segura y eiusten algunos geógrafos activos de verdad, acción práctica. Esta situación queda ilustrada ea los argumentos de

232 233
muchos geógrafos radicales de los iiños 70, que censuraban la inter­ cuestiones ignoradas hasta el momento y la década de 1980 ha asisti­
vención directa en In ejecución de los cambios sociales y económi­ do al nacimiento de una fuerte tradición en este tipo de trabajos,
cos. F:n su repaso al desarrollo de finales de los años 70, Harriss y ilustrados por eJ análisis de McDowell (1 983) acerca de la di visión
Harriss (1979, pág. 576), por ejemplo, sostienen que sólo había dos por géneros del espacio urbano, el examen <le Mackenzie ( 1 986) de
enfoques vigences: las respuestas de las mujeres anee la reestructuración económica y el
volumen editado por Momsen y Towsend (1987) bajo el título Geo­
grap/Jy of gender i11 1/Je Third World. Si bien el auge de la geografla fe­
Por una parte, variaciones de la postura libernl que suponí11n, en
minista ha tenido importantes repercusiones en la disciplina, no pue­
el mejor de los casos, un análisis multidisciplinario y abocado a la
intervención a través de b ((planificación»; y por otra, las posturas ra­ de decirse lo mismo del interés por otras formas de opresión y
d1cale� que rcconodao la exisrencia de conexiones varias con In 1eorin desigualdad. Así, la escasez de geógrafos negros en la profesión y,
i cluso im­
marxista y. por lo general críticas del intervencionismo, n
.
con algunas excepciones notorias (véase por ejemplo Jackson, 1987),
plica programas prácticos destinndos a mejorar lns condjcioncs de po­ la falta de invescigaciooes importances sobre el racismo son dos
breza. ejemplos codavía preocupantes.
Por encima de codo lo ya expresado y como consecuencia de
La mayorfa de los geógrafos radicales rehuía la intervención los contraataques del es1ablüh111ml y de la incapacidad por lograr re­
práctica o <<la práctica del desarrollo por parte de organismos nncio­ sultados prácticos, la geografia radical marxista ha ejercido un efecto
nales e internacionales» (Harriss y Harriss, 1979, pág. 582) debido a li � itado en la disciplina. Como ha comentado Johnscon (1 986b, pá­
su relación con el capitalismo. Otro factor determinante de la falta gina 386), «aunque muy activos, aquéllos dedicados a la geografia
de contenido práctico en los estudios radicales sobre el desarrollo era radical no han hecho grandes incursiones en el establiJh111ml de la
que las críticas marxistas y otras críticas radicales del positivismo ló­ disciplina, en parce debido a sus objetivos revolucionarios, sus mecas
gico estaban construidas parcialmencc sobre una crítica de su c.1paci­ marcadamence políticas y la amenaza que representan para el sla/11
dad predictiva. Dado que los geógrafos radicales criticaban el positi­ q110». En los primeros años de la década de 1980, el compromiso
vismo lógico por sus vanos esfuerzos por explicar y predecir, era i nicia l y algo ingenuo que habían adquiddo los geógrafos con la

dificil que justificasen cualquier predicción propia. teoría marxista dio paso a un examen mucho más vasco del contexco
o obstante, un área de gran importancia teórica y práctica, don­ general de la teoría social en que se inscribía. Este movimicnco ha
de la corriente radical ha empezado a dar sus frutos ha sjdo el desa­ llevado a geógrafos como Gregory (1 978) y Saycr (1 984) a examinar
rroUo de un enfoque feminista de la investigación geográfica, centra­ la teoría marxista dencro del contexto más amplio del escruccuralis­
do en cuestiones de desigualdad entre los sexos y de opresión de las mo y el reaJjsmo.
mujeres (Bowlby ti al. , 1989; Peake, 1989). Estos estudjos se han
ocupado de cernas de investigación sustanciales y de la reconstruc­
ción institucional de la disciplina. De este modo, nunque la geografia 7.2.3. La.r allemalivas eslr11c/11ralislas
profesional siga dominada por los varones, se ha reconocido más
ampliamcnce la tendencia sexista en la profesión y algunos organis­ La exploración de la economía política marxista en la década de
mos, como la Asociación de Geógrafos Americanos y el Instituto de 1970 presentó ante los geógrafos coda una serie de filosofias estructu­
Geógrafos Británicos, ban incluido en sus estatutos disposiciones ralisras. En particular, Peer y Thrift (1989b) observan el contraste en­
donde se contempla la igualdad de oportunidades. Por orra parte, el tre la adopción de Casteil (1977) del marxismo estructural de Althus­
lenguaje sexista que ha predominado en la Uteratura geográfica mo­ scr y la combinación más ecléctica que hizo Harvcy (1973) del
derna, puesto de manifiesto en muchas de las citas insertadas en el estruccuralismo de Piaget (1971) y la economía política de Marx. Ade­
presente libro, se va sustituyendo por un vocabuliirio más atcnm a más, Gregory (1978) hace hincapié en los presupuestos y procedi­
las diferencias de género. En lo que a los planes de investigación se miencos que tiene en común la epistemología de Piagct con la de Lé­
refiere, los geógrafos del feminismo han abierto un vasto espectro de vi- trauss y, de esca manera, inccgra su discusión del escrucruralismo

234 235
ea el debate entre 1dal de la Blache y Durkheim sobre las rclac.i.a;_ nos para formar un sistema ca la mente colectiva de los hablantes.
ne:. emre la geografía y la sociología. El punto de intersección de las Al igual que la lingüística sistemática de Saussure se ocupaba de de­
aume"fosas tilosoffas estrucruralistas es un mundo empírico de los fe­ terminar las reglas subyacentes lJ Ue regían la comunicación, la antro­
nómenos observables determinado por estructuras subyacentes. A d ( pología de Lévi-Strauss pretendía revelar la cstrucrura que yacía de­
fereocia de los sistemas. que se ocupan de la realidad empírica, las bajo de la sociedad humana. Sin embargo, una conceptualización de
estructurns no pueden cocarse ni medirse, pero sin embargo se da este tipo está basada en la premisa según la cual las diferencias de los
por sentado lJUC son reales. El estructuralisrno, por consiguiente, fenómenos sociales son sólo variantes de una única estructura subya­
ofrecía a los geógrafos otra fuenre de ideas con las cuales contrarres­ cente. Como consecuencia, no existe ninguna dinámica del cambio ni
tar el empirismo de la versión positivisra lógica de la geografía que posibilidad de progreso. La conceptualización de Lévi-Strauss del
predominaba en los años 60. Además.i_�ta...p.copiedad de las estructu­ cambio histórico se ha calificado de «categóric:m en oposición a la
ras también ofrecía a los geógrafos una solución clara al problema de concepción «dialéctica» de Althusser (Grcgory, 1978).
la descripción y la ,explicación, porque si dichas estructuras existen, Mientras que Lévi-Strauss se ocupaba esencialmente de antropo­
enronces los fenómenos de superficie pueden explicarse a través de la logía y de la comprensión de las verdades universales por parte de la
desnipCJón de las estructuras subyacenre_s. Los cambios en la dfatri­ mente humana, el foco de interés de Althusser era la filosofía y, en
bucíón espacial de las características superficiales, en particular, particular, una reioterpreración del materialismo histórico de Marx.
podfan explicarse recurriendo a la descripción de las transformacio­ Esta última englobaba una discusión del concepto de estructura en
nes estructurales subyacentes. Sin embargo, permanece abierto un tres niveles distintos pero relacionados entre sí. En primer lugar, al
importante debate sobre cómo llegar a conocer estas estructuras sub­ identificar una ruptura epistemológica en los cexcos de Marx, Altbus­
yacentes. Glucksmann (1974) compara, por ejemplo, el enfoque de ser ( 1 969) se centró en las estructuras del rexro escrito para sugerir
Lévi-Strauss, que pretende hacer abstracciones teóricas a parcir de la que antes de 1845 su problemática era de carácter ideológico, mien­
realidad empírica, con el de Althusser, que empieza con la teoría y tras que más adelante se convirtió en científica. Esca no implica que
va desde la estructura subyacente hasta la realidad superficial. la primera fuese falsa ni que la segunda fuese correcta, siou sencilla­
Lévi-Srrauss ( 1953, 1963) era un antropólogo cuyo interés en la mente que el conocimient0 científico y el ideológico tienen objetivos
estructura social procedía del desarrollo de una metodología que le diferentes. Para Althusser, la ciencia es:
permitiese comprender aspecros del parentesco, Jos mitos y los
símbolos (Leach, 1974). Esta metodología se basaba en la premisa
una forma de conocimiento que trabaja con conceptos como medio
inicial de que todas las cosas de la vida están formadas por pares de de producción para lograr su propio objeto y justificaciones, y así
opuestos u oposiciones binarias, como luz-oscuridad o desnudo-ves­ producir conocunientos nuevos. Por el contrarío, el conocimiento
tido. El método de Lévi-Strauss consistía en definir un fenómeno ideológico sólo puede producir variaciones del original, puesto que
como una relación corre dos términos o más, construir una tabla con su problemática no se aleja del contexto de los problemas
las posibles permutaciones de esos términos y utilizar dicha tabla práctico-sociales, sino que se ltmíca a dar formas diferentes a estos
corno objeto básico del análisis. El fenómeno empírico elegido al )
problemas práctico-sociales (Macint •re )' Trtbe, 1975, pág. 18). El
principio se convierte así en una de las combinaciones posibles dd gran logro de Marx fue pues pamr de un sisrcma 1deol6g1co de pen­
sistema completo. Su objetivo último era identificar, a partir de estas samiento para proporcionar una base a unn ciencia nueva que permi­
tiese el nnálisis y el cambio consi�uicntc de las formaciones sociales.
tablas básicas, las características comunes que sustentaban todos J os
sistemas de mitos y parentesco. En este proceso, Lévi-Strauss combi­
nó ideas procedentes de la lingüística con las matemáticas para suge­ No obstante, en segundo lugar y en términos más generales, se­
rir que los sistemas de parentesco podían interpretarse corno ejem­ gún la formulación de Althusser, la ideología es una estructura que
plos de estrucruras algebraicas (Piager, 1971 ). Este esquema, en permite a las personas pensar y actuar. En oposición a algunas inter­
particular, es muy similar a la visión sincrónica que tenía Saussure pretaciones de Marx que concebían la ideología como el dispositivo
(1916) del lenguaje, que estudiaba los vínculos que unen los témú- ucilizado por la clase dominante para engañar a las masas y mante-

236 237
nerlas en un estado de sumisión, AJthusser coocemplaba la ideología la investigación geográfica reali;(ndn dcnt ro de un rnarco abierra­

como la combinación de pcnsamienws conscientes e inconscientes. rnenre estrucruralisra. t\unque gran pnne <le la p.eo�rafla radical pue­

Par:t Althusser, la ideología desempeñaba el importante papel de «re­ de interpretarse como esrructuralisrn, en términos muy amplios, se­

presentarnos nuesrras relaciones y permitirnos así regular nuestro gún la incerprecación de Althu!>!>Cr de Jm textos marxiscas, el acento

comportamiento» (Macímyre y Tribe, 1975. pág. 20). principal de la mayoría de la geografía marxbia e!>tá en el contenido

Por LOdo ello, y en tercer lu!.,tar. Althusser ( 1969) se veía obliga­ marxista, más que en el estruccuraliscn. Para aquéllos implicados en

do a ofrecer una alternativa a la cruda interprcrnción económica rc­ la im·estigación empírica, uno de los problemas fundamentales de la

duccionista de las obras de Marx, c¡ue contemplase la base económi­ escrucrura althussian:i era la base profundamente teórica en la que re­

ca o infrncsrructura como determinante, en codos los casos, de la posaba, necegjrada de la mcerprcrnc1ón de las características superfi­

forma de expresión política e ideológica en la supcrcsrrucrura. Alc­ ciales a través de la construcción prcvm de una teoría. En la práctica,
husser logró este ob¡envo csrnbleciendo una cüsrinción entre los ca­ no es sostenible ni la postura de Lév1- trauss ni la de Althusser; el

sos dominantes r los dererminantes (AJtbusser y Balibar, 1970). en conocimjento que tenemos de las estructuras profundas o subyaccn­

esrn linea, propuso que e1 conllicco social podía formularse en uno ces está determinado parcialmente por nuestra experiencia de la reali­

<le tres planos posibles de la actividad social: la práctica económica, dad superficial, pero estn cxpcr1cnc1a depende estrechamente de las

política o ideológica. El plano en que se producía era el caso domi­ estructuras económicas, sociales, polític:-ls e ideológicas subyacenres.

nante y sugería que la economía constituía el campo de posibilidades Desde un punto de visea más formal, este problema refleja el
en que podía operar el c:-lso dominante. En esre sentido precisamente interés creciente, a finales de los años 70 ) principios de los 80, por
era determinante In economía. Corno ha resumjdo Gregory ( 1 978, la incapacidad demostrada por el csrruccuralismo para abordar las ac­

pág. 1 1 3), ((por consiguience, en el modo de producción capitalista, ci()nes humanas individuales. Thompson ( 1978) afirma al respecto

el ruvcl económico es dominante y determinante a la vez. micnrras que la versión estruccuralisrn de 1\lthusser reducía a l()S hombres v

que en los demás modos de producción otro nivel puede ocupar la mujeres a ser portadores pasivos de los determinantes cstructurale;.

posición dominante, pero siempre como consecuencia de las condi­ Esm visión desembocó en un debate generalizado dentro de In cien­
ciones exisrcnces en el plano ecooómko». cia social maoost:i (Benton, J 984), ent r e Jos <JUC defc11dlan una inter­

Aunque las variantes del estructur:tlismo tuviesen importantes in­ pretación más humanisca y los que seguían apoyando la versión alt­
fluencias en la biología, In lingüística, las macernáricas y la psico­ hussiana del marxismo estructural. F.n el cnmpo de la gcografia,

logía, así como en la amropologia y l a filosofia, el marxismo estruc­ Duncan �· Ley ( l 982, pág. 30) sugieren que los marxistas estructura­

tural de Althusscr fue d más significativo en el campo de la les habían creado un modo gestáluco de cxpLicación, donde «las enti­

geografia. Esta situación refleja en gran mecüda la importancia de la dades reificadas, como el capical, se conremplan como la causa for­

obra de Castell ( 1 977) por presentar anee los geógrafos la inrerprern­ mal, mientras que bs personas serían la causa diciente, simples

ción alrhuss1ana de Marx, así como el análisis de Gregory ( 1 978) de portadoras de la lógica estructural». Mientras criticaban cl cstrucru­

la contribución potencial del estruccuralismo a la invesugación geo­ ralismo, sostenían que las cscrucruras sociales macroscópicas «no tie­

gráfica. También refleja, sin embargo, los ''íoculos relativamente li­ nen auronomía m una existencia que no pueda reducirse en última
instancia a acciones o inrcraccioncs humanas acumulanvas» (Duncan
�itados que se habían establecido con ocras ciencias sociales, en par­
ticular con la psicología y la lingüística, antes de que finalizase la r Ley, 1982, pág. 32), )' concluyen diciendo que:
década ele 1970.
La inrersección de b geogmtin humana con el mnrx1smo estructu­
ral ha llevado n un modelo wnscn•ador pasivo del hombre, del c¡ue
7.2.4. E.tpo,io, tiempo y e.r1mctNr(lció11 resulta una ofuscación de lns procesos por lo� cunlc� los seres humJ1·
nos pueden cambia r y cambi an el mu ndo. Ademas, es c:xt:rcmada­
Pese ni po<ler de la cdtica estrucrurnlista del empirismo y del po­ menrc difkil aplicar el holi�mo filosótico a In invcwgación cmpicica,

sitivismo lógico, fue sorprendentemente escasa, durante los años 70, siendo el rcsulrndo �iue. en al�unos cnsos, las explicaciones son total-

238 239
mente inndecuadns y el poder causnl $1! :unbuye n consuuccioncs capas de temporalidad en el anáJ1si� de los sistemas sociales: la inme­
mentales nbscrnctas, micmrns yuc en otros casos las estructuras tcón­ diatez, la couungcncia de la vida ame la muerte y la reproducción a
cas csuín casi complewnemc scparndas del 3n:ílisis empírico (Duncan largo plazo de las iasciruciones. Octava, la lcoría de la estructuración
>' Ley, 1982, pág. 54). se ocupa espccíficamenre del poder y la dominación. Novi.:aa, «la m­
regración de los sistemas sociales puede analizarse en términos de la
lndi.:pendicnccmcnce de cómo consideremos la crítica filosófica exi stencia de "sis rematidad" como i11lej,rtwo11 soda/ y como i11tegratíó11
del positi vismo lógico encarnada en el estruccurnlismo, la cic::i ante­ dr iiilt111t1.m (Giddens, 1981, pág. 29). Décima, G iddens dísungue en­
rior subraya una vez más la gran dificultad de emprender iovesciga­ tre la contradicción u opos1c1ún enrre los principios estructurales de
ciones c mpi ric::is satisfactorias basadas en la in terp retación estructural un sistema social y el conflicco o lucha entre Jos actores.
althussi::ina de la obra de Marx. Aunque el resumen anrerior refleja la densidad que carncteriza al
Una solución al problema de combinar la acción humana dentro estilo de Giddcns, hay dos puntos fundamentales que deben retener­
de una perspectiva estrucrurnl ha sido tratar ele integrar elementos de se de este enf oque global. El primero es que aspira a comprender las
la hermenéutica con el marxismo cstrucrur:ll. Esto es lo que ha in­ interacciones catre la acción humana y la estructura y, el segundo, es
tentado hacer, en el campo de la sociología, Giddens (1979; véase que lo hace a través de una introducción a la teoría social de las vi­
también 1981), cuya teoría de la estructuración también defendieron siones relauvas de tiempo y espacio. Para Giddens (1981, pág. 30),
Gregory (1981) y Peed ( 1984) desde una perspectiva geográfica. En «las relaciones c iempo-espacio se plasman como características consti­
esencia, la teoría de la estructuración considera las estructuras como tutivas de los sistemas sociales, tan implicadas en las formas más es­
el resultado y el medio de Ja acción humana, siendo su objetivo ana­ tables de la vida social como en aquéllas sujetas n los modos de cam­
lizar la producción y reproducción de dichas estructuras. La reoría bio más extremos o radicales». Ea la esrela de Leibniz, Giddens
de la estructuración de Giddens (1981) puede resumirse en diez pro­ ( 1981, págs. 30-31) sosúene que (<sólo podemos captar el tiempo y el
posiciones. Pri mera, distingue entre estructuras y sistemas; las es­ espacio en términos de las relaciones de las cosas y los sucesos; 1011
tructuras sólo tienen una existencia virtual en el tiempo-espacio, los modos en que se expresan las relaciones enue objeros y sucesos».
mientras que los sisremas sociales están formados por una pníccica Para lo!> geógrafos, uno de los rasgos más mtercsantes de la teoría de
situada en el espacio. Segunda, «las estructuras pueden an al iza rse co­ la estructuración de Giddens, en panicular a través de la referencia a
mo reglas y recursos» (Giddens, 1981, pág. 26) y el poder forma, por la geografía del tiempo de Hagerstrand, es que constituye un intento
consiguiente, parte integrante de la vida social al igual que los signi­ de incluir en la ceoáa social la pccocupaaón tradicional de los geó­
ficados y las normas. Terce ra, la noción de la dualidad de las estruc­ grafos con el espacio. De este modo, Giddens ( 1 985) trata de desa­
turas, que según Giddens significa que las estructuras son el medio y rroUar los cimientos teóricos de la geografia del tiempo, consideran­
el fin de las prácticas sociales. Según sostiene d autor, «el concepto do las ideas de lugares, el escenario de las interacciones y de la
de la dualidad de las estructuras conecta la prod11cció11 de interacciones regiooalización . Pese a los esfue rzos desplegad os para incorporar es­
sociales, como capacidad contingente en todo ciempo y lugar de los tas ideas a la invescigación geográfica, como el estudio del lugar de
actores sociales conscientes, con la reprod11cdón de los sistemas socia­ Pred ( 1984) y el breve análisis de la leginmación política de Sri Lan­
les en el tiempn-espaciol) (Giddens, 1981, pág. 27). Cuarta, «las pro­ ka de Duncan (1 985), hasta el momento !ns discusiones se han limita­
piedades estructurales de los sistemas sociales están incrustadas en la do principalmente al contexto teórico.
conciencia práctka)) (Giddens, 1981, pág. 27). Quinta, el estudio de la Un medio algo diferente de incorporar el espacio a la teoría es­
estructu ración implica un análisis de las condiciones de la continui­ rructuralista y marxista, manteniendo el foco de :ucnción en su inter­
dad, cambio y disolución de los sistemas sociales en un estilo no fun­ pretación relativista, es el defendido por Harvey (1985a, b, l 989a) en
cionalisca. Sexta, toda la reproducción es contingente e histórica; «la el plano tcócico. En el desarrollo continuo de su explicación de la
capacidad de com)cimicnto de los actores si empre está /in!Ílnda por conciencia y la sociedad urbana capirnlísca, sostiene «que Ja pura
las condiciones 110 ruo11ocida1 }' por las coniemencia.r 110 int111cio11ada1 de la cxistcncfa del dinero como mediador en el mtercambio de bienes
acción» (Giddcns, 1981, pág. 28). Sépti ma, Giddens considera tres transforma radicalmente y determina cJ significaJo del espacio y el

240 241
tiempo en la ,•idn social, y detine los limites e impone las necesidades de lugar de Giddens por ser demasiado vago, pasivo y falco de signi­
en lo <.1ue respecrn al modo y La forma de urbanizacióml ( 1 larvey, ficación social Uohnst0n, 1991 a), esta investigación ha acuñado el
l 989a, pag. 165). El argumento global de Harvey dice que <<el con­ término «localidad» para referirse al espacio donde se desarrolla la
trol del espacio.. tiene una extrema importancia estratégica en cual­
. \'ida laboral r de consumo de las personas (Cooke, 1989). Las locali­
quier lucha por el poden> (Har\'ey, 1989a, pág. 186). iguiendo las dades se consideran como el conjunto de la estructura social y de la
ideas de Lefebvre ( 1974. 1991 ) sugiere que el espacio creado de la
. acción humana en el espacio, como centros de la conciencia colectiva
sociedad es el espacio de la reproducción social y. por ello, «el con­ y como expresiones del interés social y político. No obstante, como
trol sobre la creación de dicho espacio también confiere cierm poder subraya Duncan ( 1 989), el término <<localidad» se ha utilizado de for­
sobre los procesos de la reproducción social» (H:irvcy. 1989:1, pá�i­ mas muy diferentes y, a veces, contradicwrias. En particular, sostie­
na 1 86). Harvcy (1 989a, pág. 196) opina que los procesos urbanos ne que líla idea de local no debe eciuipararse con la de localidad. Los
dentro de la sociedad capitalista csrán cargados de una confusión términos escán relacionados entre sí de un modo asimétrico (las loca­
política, que puede comprenderse examinando «cómo queda enmar­ lidades pueden ser JocaJcs, pero muy pocos locales serán localidades),
cada In urbanización por la intersección de las abstracciones concre­ el local no es una djmensión de la organización social como debe
tas del dinero, el espacio y el tiempo, y directamente moldeada por serlo la localidad, sino que es más bien una mediación de las relacio­
la circulación del capital financiero en el tiempo y el espacio». 1\de­ nes sociales, y, mientras que el local es dpico, la localidad es única>>
m:is, para examinar el cambio de las prácticas espaciales urbanas y (Duncan, 1989, pág. 247). Este tipo de intentos por integrar el mar­
construir de nuevo sus argumcnros a partir de los de Lefebvre (1974, xismo estructural en la investigación emplrica ha sido criticado por
1 991 ) 1 farvey (1989a) esrnblece una cuadrícula basada en tres dimen­
, tratarse de un regreso a los estudios empiricos del lugar y por aspi­
siones, a saber: (a) las prácticas espaciales materiales (experiencia), rar a dar un rostro humano al marxismo estructural (Cochrane, 1987;
(b) las rcprcsencaciones del espacio (percepción) y (c) los espacios de mith, 1987). Sin embargo, como señala Duncan ( 1 989), el término
la representación (imaginación), que contempla como la intersección «localidad» se convirtió en uno de los conceptos de organización
con tres aspectos de la práctica espacial, a saber: (a) La accesibilidad )' geográfica más populares de los años 80 y :majo muchas subvencio­
distancia. (b) la apropiación y uso del espacio y (c) el dominiu y con­ nes para la investigación. Por codo ello, es uno de los pocos ejem­
trol del espacio. Harvey emplea el término «espacio» de un modo plos de invesrigación empírica sustancial que ha resultado de la
algo ambivalente. Como se desprende claramente de lo aotcc1or­ interconexión enue el marxismo estructural y el interés por la acción
mente dicho, suele adoptar una visión relatfrista del espacio, alegan­ humana.
do que puede controlarse (Harvey, 1989a. pág. 165) y conquistarse.
Sin embargo, en otras ocasiones sugiere que el dinero «permite la se­
paración de comprar y vender en el espacio y el tiempo» (1 lan'C}'• 7.3. EL REALISMO Y CL POSMODER, ISMO
1989a, pág. 175) y que el poder social puede concentrarse en el espa­
cio (Harvcv. l 989a, pág. 176), ideas que redundarían en una visión A mediados de los años 80, las criticas humanista y esuucturalis­
absoluta del espacio. ta del positivismo lógico habían proporcionado poderosos argumen­
En un intento de poner en funcionamiento el rrabajo teórico so­ cos para rechazar una conceptualización de la geografia como ciencia
bre la acción humana r la estructura espacial en un comexco empíri­ espacial. Se habían centrado, no obstante, en cuestiones epistemoló­
co, Massey (1 984) se cenua en un análisis de cómo varia el cambio gicas, relacionadas con las reivindjcaciones del conocimiento adelan­
económico y social de un lugar a otro. Ello ha llevado a esta aurora tadas por diferentes posturas teóricas. Además, las numerosas alter­
y a otros especialistas (Massey ) l\feegan, 1982; Cooke, 1989) a exa­ nativas teóricas diferentes constituían un marco muy fragmentado
minar la varinción espacial en IR reesrructuración económka de Gran para la disciplina. Aquellos que se: aplicaban en comprender esca
Bretaña. En este empeño, Masscy ha desarrollado una linea de argu­ fragmentación necesitaban hallar una manera global de interpretar
mentación similar a In de Gíddcns, pero dcsprO\·ist.a, en gran medi­ esca diversidad de enfoques para la comprensión de las ciencias so­
da, de la ofuscación de este último. Además, al criticar el concepto ciales. Esto se ba logrado a través de dos corricmes principales: la

242 243
realista y la posmodcrnista. Mienrras que el realismo precende alcan­ son las esrrueturas y mecanismos generadores de los fenómenos.
zar una mctatcoria global dentro de la cual pueda comprenderse l:i Para Bhaskar (1978), en el realismo trasccndenrnl escos objecos bási­
diversidad filosófica de los últimos veinte años, el posmodernismo cos del conocimiento no son fenómenos, cal como los concibe el em­
rechaza esm posibilidad y alienta. en cambio, una disposición mental pirismo, ni construcciones humanas impuestas a eUos, como defen­
que permita inrerprecar los cambios. dería el idealísmo, sino estructuras reales que perduran fuera de
nuesrro conocimiento y experienaa.
Outhwaice ( 1 987, pág. 45) habla de tres principios ontológicos
7.3. 1 . Rtalidady rea/iJmo básicos del realismo. En primer lugar, tenemos la distinción entre
los objetos transitivos e intransitivos de la ciencia, siendo los prime­
En el examen ancenor de los enfoques humanistas de la invcsri­ ros los modelos y concepcos utilizados por los ciencíficos y los se­
gación geográfica, ya aludimos brevemente a los contrastes entre el gundos los objetos reales que forman el mundo social. La conse­
idealismo, que concibe que el mundo sólo se conoce y se constituye cuencia epistemológica de lo anterior es el rechazo del empirismo y
a Lravés de la mente humana, y el realismo, que admite la existencia del convencionalismo, el último de los cuales implica que el conoci­
de un mundo real independiente de Ja percepción humana. En la miento está compuesto sencillamente por las convenciones adoptadas
década de 1980 también surgió en las ciencias sociales una nueva for­ por los científicos, y, como resultado, la adopción del concepto de
ma de realismo trascendental, inspirado en gran medida en la obra definiciones reales que son «enunciados acerca de la naturaJeza básica
de Bhaskar ( 1 978, 1 986; véase también Keat y Urry, 1981), que hR de alguna entidad o estructura» (Ourhwaice, 1987, pág. 45). En se­
tenido una intlue.ncin importante en la investigación geográfica (Gre­ gundo lugar, el realismo trascendental divide la realidad en tres ám­
gory, 1982a; Sayer, 1984, l 985a). El acraccivo particular de esca co­ bicos; el reaJ, el actual y el empírico. 1<EI último de ellos está relacio­
rriente, como observan Cloke, Phi lo y Sadler (' I 991, pág. '135), es nado de forma contingente con los otros dos» (Outhwaite, 1987,
que «los defensores del realismo sostienen que codas las cendencins pág. 45). En tercer lugar, se encuentra la idea de que las relaciones
pose-positivistas de la geografla humana pueden interprecarse como causales son tendencias determinadas por las interacciones de meca­
caminos hacia el realismo, ya se califiquen de geografías marxistas, nismos generativos. Estas inccracciones no tienen que producir nece­
humanistas o cualquier otra "gran corriente"». Mientras que el rea­ sariamente sucesos y, en caso de hacerlo, dichos sucesos no necesitan
Lismo puede contemplarse como una forma de unificar escas críticas ser observados. La implicación epistemológica de lo anterior es que
diversas del positivismo, esta capacidad de inclusión dificulta el defi­ «la concepción realista de la explicación implica el postulado de me­
nirlo como una filosofia única; existe un riesgo real de que el realis­ canismos explicativos y el rntento de demostrar su existencia» (Outh­
mo signifique cualquier cosa para cada persona. De hecho, Gregory waite, 1987, pág. 46). En la práctica, todo ello culmina en dos proa:­
( 1986) ha sugerido que la crírica de Habermas de las ciencias empiri­ dimientos metodológicos rcaliscas: la necesidad de idcnrificar cómo
co-analíricas no sólo puede aplicarse al positivismo lógico, sino tam­ ocurre algo y la necesidad de establecer la extensión de un fenómeno
bién al realismo. determinado. Desde un punto de visea más formal, esto significa
Outhwaite (1 987) afüma que uno de los principales rasgos del identificar los mecanismos causales y las regularidades empíricas. De
realismo es que, en lugar de centrarse en cuesriones epistemológicas, todo lo dicho hasta el momento, quedan patentes las estrechas rela­
aborda cuestiones ontológicas, tratando de examinar l:is característi­ ciones de este esquema con el estruccuralismo, la hermenéutica y la
cas del mundo que permiten la existencia del conocimiento. Bhaskar teoría crítica. Mucho se ha discutido acerca de las relaciones entre es­
(1 978) sostiene al respecto que hao existido en la ciencia tres princi­ tas posturas filosóficas (para un resumen, véase Outhwaice, t 987);
pales corrientes ontológicas: el empirismo clásico donde la fuente del Bhaskar (1980), por ejemplo, deja claro que en su versión del realis­
conocimiento procede en última instancia de los que denomina «su­ mo, toda la ciencia debería ser crítica y emancipadora, rasgos clave
cesos :itomiscas»; el idealismo trascendental donde el conocimiento se de la teoría crítica de Habermas. Además, el realismo ha abordado el
deriva de las construcciones mentales impuestas al mundo; y el rea­ debate sobre la acción humana y la estructura (Sayer, 1984), aunque
lismo trascendental, para el cual los objetos básicos del conocimiento ha evitado convenido en el pilar de !\U enfoque, contemplando en

244 245
cambio la teoría de la estructuración como una de las posibles inter­ la interpretación materialista contemporánea de la espacialidad». Esta
pretaciones de la relación entre los individuos y las estructuras. atención en la importancia del espacio también ha sido estudiada por
Una de las principales ventajas del realismo, según la formula­ Saycr (1985b), que sostiene que el fracaso de muchas investigaciones
ción de Bhaskar, es la capacidad potencial de englobar las ciencias concretas a la hora de elaborar explicaciones satisfactorias es, en gran
naturales y las soc.iales. Bhaskar (1978, 1986) sugiere al respecto que medida, consecuencia de su incapacidad de considerar la forma espa­
las bases ontológicas y epistemológicas de las ciencias naturales y las cial. Las perspectivas realistas de las relaciones entre las estrucruras
sociales soo similares. Sin embargo, no rodos los especialistas están espaciales y sociales también han llevado a Gregory ( 1 985b) a combi­
de acuerdo; Harré (1986) y Bemon (1981), en particular, tratan de re­ n::ir el interés por los lugares con una nueva geografía regional y es­
formular el proyecto de Bhaskar, subrayando gue por definición las tructura espacial, con objeto de lograr comprender el papel del espa­
estructuras sociales, a diferencia de las estructuras del mundo natu­ cio en la sociedad basándose igualmente en la reacia de la estruc­
ral, oo son independientes de los agentes humanos individuales. h1ración.
Dentro de la geografía, la obra de Sa)rer (1984) ha tenido una im­
portancia seminal en el desarrollo de las implicaciones prácticas del
realismo. De este modo, identifica cuatro tipos principales de inves­ 7.3.2. Edificios de hor111igó11 y altemotivos pos"'odemos
tigación al alcance de los geógrafos: estudios teóricos abstractos rela­
cionados coa las estcucturas y los mecanismos, estudios prácticos A finales de la década de 1980, los lazos cada vez más estrechos
concretos centrados en los sucesos y los objetos producidos por las entre la geografía y las demás ciencias sociales llevó a algunos geó­
estructuras y mecanismos, generalizaciones empíricas relacionadas grafos, especialmente a Soja (1989; pero véase también Oear, 1988;
con el establecimiento de las regularidades de los sucesos, y estudios Gregory, 1989; Harvey, 1989b), a volver la mirada hacia la critica
de síntesis que combinan todos los tipos anteriores con vistas a e..x­ pusmoderna de la teoría social anterior. Es extremadamente dificil
plicar subsistemas completos (Sayer, 1984). Sayer (1984) añade que resumir de forma concisa el amplio espectro de ideas que encierra el
existen dos variedades fundamentaJes de investigaciones que califica posmodemismo. En un aspecto, se trata de una teoría social deriva­
de intensivas y extensivas. Las primeras se centran en la producción da de Ja crítica del estilo modernista en Ja arguitcctura, desarrollado
de explicaciones causales que pertenecen a un número reducido de tras la Primera Guerra Mundial por arc¡ufrectos como Le Corbusier,
casos, mientras que las �egundas aspiran a generalizaciones descripti­ Bauhaus y Gropius. Este estilo, rebosante de optimismo y sencillez
vas basadas en el estudio de grandes poblaciones. Estos estudios, se­ funcional, dio origen a las torres de hormigón tan características de
gún Sayer, se diferencian en las cuestiones gue abordan, en los méto­ la mayoría de la construcción de viviendas y oficinas en la Europa y
dos gue utilizan y en la forma en que definen sus objetos. Norteamérica de los años 50 y 60. Se trataba de una visión técnica
Estas ideas constituyen la base de una pequeña, pero crecieme, utópica inspirada en la grandfosa teoría de c¡uc unos edificios eficien­
cantidad de investigaciones especi6camente destinadas a poner en tes y uniformes, junto con la planificación urbana, conducirían a una
práctica las perspectivas realistas. Entre los más tempranos de estos sociedad bien organizada, capaz de mantener una economla capitalis­
imemos, cabe destacar el enfoque de Allen (1983) de las relaciones ta eficaz. Sin embargo, en la práctica, esta monótona jungla de bor­
en materia de propiedad y de los sistemas de arrendamiento de tie­ migón, con sus callejuelas desoladas y sus calles dominadas por
rras, así como el análisis de Lovering (1985) de las industrias de de­ monstruosos automóviles de metal que devoran y contaminan la at­
fensa y la estructuración del espacio en el sur del País de Gales y en mósfera constituye el decorado de una alienación y deshumanización
el área inglesa de Bristol. Como indica este último ejemplo, existe generalizada. Cuando estallaron los disturbios urbanos y florecie.roo
una coincidencia de intereses muy estrecha entre los enfoques realls­ los artistas de graffiti, los planificadores culparon a los habitantes de
tas y los inspirados en la teoría de la estructuración de Giddens. Soja las Nuevas Ciudades de asfalto y hormigón de haber caido en una
i tereses y sugiere
(1985, pág. 121) hace hincapié en esta similitud de n conducta anómala. No supieron reconocer que la grandiosa teoría
que «la filosofía realista de las ciencias sociales parece hecha a medi­ había fracasado, que Ja humanidad pedia a gritos su libertad.
da para sustentar y racionalizar las tendencias teóricas adoptadas por En un nivel más profundo, el posmodernismo refleja una experiencia

246 247
artística y cultural mucho más \'::tsta. Para Olssoa (1991 ). es funda­ gresisca» (Soja, 1989, pág. 5). Soja sostiene que el posmodemismo
mental menee una cuestión de lenguaje y representación, de las relacio­ necesita inspirarse en una reafirmación ele la importancia del espacio.
nes entre el 1nconscicmc colectivo y el individual, de revelar lo oculto Por esta razón, en la elaboración de un programa político afirma que
ca at1ucllo que damos por sentado. Este auror añade lo siguiente: <<debemos ser conscientes insistentemente de cómo puede ocultarnos
el espacio las consecuencias, cómo las relaciones de poder y discipli­
na se inscriben en la espacialidad aparentemente inocente de la vida
Con este tipo de cuestiones les in,·iro ahora a acompañarme en
una peligrosa excursión por el País del Pensamienco ,, la Acción. Es
social, cómo las geografias humanas se cargan de política e ídeo­
un territorio desconocido, pues ahí yace la geografia del futuro. Parn logia» (Soja, 1989, pág. 6). Con ello pretende construir una onto­
encontrar el cnmino debemos confiar en mapas de lo invisible, invisi­ logía del espacio basada en la teoría de la estructuración de Giddens,
bles a su vez, y en una brújula cuya aguja oo apunta al norte magné­ donde:
tico, sino R todo lo ciue se da por semado socialmente. Pcneuando en
lo desconocido, descubriremos gradualmente ciue cuando una disci­
podamos ver con más cfandad una tnpolo�Í:l c:sp:icial y un topo1 aso­
plina se vuelve comrn sí misma se revela su extraordinario poder
(Olsson, 1991, pág. 85). ciado al estar en el mundo estructurados cxis1cneialmente, una con­
textualización pcimord1al del ser �ocia( en una geogrnfin multinivel de
las regiones nodulares creadas y diferenciadas socinlmcnre, anidadas
Esta concepción implica un programa de deconstrucción extre­ en muchas escalas diferente� alrededor de los espacio� pcrsonnles mó­
madamente radical, donde los códigos de la mente humana, la verda­ viles del individuo y los lugarc� comunales m1i s fijos de IM colcetivi­
dera esencia de la cultura, se destruyen para poder reconstruirlos dadcs. Esca espacia lidad ontológica sitúa al sujeto humano en una
desde cero. Para Olsson (1991 ), la clave de este proceso es la com­ geografía formativa definitiva y causa In nccesidnd de una rccoaccp­

prensión del lenguaje y de los signos; la geografía humana posmo­ cuali�ación radical de la epis1emologin. la clnbornciún de teorías y el
análisis empírico (Soía, 1989, pág. 8).
dcrna lleva impllcilfl la destrucción del poder de los ejemplos concre­
tos y requiere desafiar la herencia incelecmal que halla su verdad en
uoa cxpusición concreta. El posmodernjsmo es una cdtic.a del mo­ Esta preocupación por la consolidación del espacio es otro de los
dernismo y, lo que es más importante, una búsqueda de In diferencia. pilares de la imerpretación que hace l lnrvey (1989b) del posmodcr­
Por ello, se basa en el rechazo de la gran teoría y ea el deseo de msmo. Al tratar de explicar los cambios que ha experimentado el ca­
crear un nuevo entorno intelectual y fisico para la existencia huma­ pitalismo desde los años 60, Harvey sosciene que la era de produc­
na. Grcgory (1989, págs. 69-70) considera el posrnodernismo como ción y consumo en masa se ha sustituido por un sistema de
la combinación de tres características principales: recelo anee Jos sis­ producción y consumo más flexible, que puede bcncfic1:irse de un es­
temas de pensamiento que dicen ser cornplecos y globales; <<llostili­ pacio más diversificado. Añade que esta transformación económica
dad ante las ambiciones "totalizadoras" de las ciencias sociales con­ ha establecido las condiciones culruralcs de la posmodernidad. En
vencionales (y también de las ciencias humanas)»; y el énfasis en la esta formulación, puede considerarse a Harvey (1989b) reacio a re­
heterogeneidad y la diferencia como uno de sus rasgos principales. chazar los argumentos reóricos básicos del marxismo acerca de las
Puede considerarse que el posmodemismo engloba una serie de ar­ relaciones entre la base, expresada como transformación económica,
gumentos criricos con respecto a la certeza teórica general asociada v la superestructura o condición cultural de la posmodernidad. Cen­
coa el posinv1smo lógico y el capitalismo. trándose en el poder explicativo de la rcoria marxista, es 1Dcapaz de
Para Soja (1989), una característica fundamenta.! de la teoría so­ aceprar la práctica esencialmence anárquica del posmodernismo.
cial modernista ha siJo su aceptación de la primacía teórica de la his­ Pese al llamamiento de Olsson (1991, pág. 85) para ciue los geó­
toria y del t..iempo. Aunque se muestra pesimista en cuanto a su éxi­ grafos se embarquen en una «peligrosa excursión por el País del Pen­
to, ve «el periodo actual ante todo como otra reestructuración samiento y la Acción)), hasta el momento se han prmlucido pocos in­
profunda y amplia de la modernidad, en lugar de como una ruptura tentos de construir una geo¡!rafia verdaderamente posmoderna.
y sustitución completas de codo el pensamiento post-ilustrado pro- Enrrc aquellos que han tratado ele poner en práctica estas ideas, el

248 249
i ten w de Soja (1989, pág.
más explícito es el n 223) de analizar la ciu­ djsciplina {pero véase Ley, 1980). Se han estableci­
nes prácticas en la
dad de Los Ángeles ofreciendo «una sucesjón de miradas fragmenta­ do paralelismos entre la teoría crítica de Habermas y el realismo y
das, una asociación libre de las notas de campo reílexwas e interpre­ posmodernismo (Cloke, Phi lo y Sadler, 1991 ). pero los geógrafos
tativas». Su objetivo es cJ siguiente: han tendido a segui r las dos últimas direcciones, en luga r de centrar­
se en los objeti vos fundamentales de la teoría crídca. En este proce­
Apreciar el carácter especifico y único de un p:usajc geográfico so, se han ceñido a la ceoria en detrimen to de la práctica. Habermas
parcicularmcmc agitado, intentando simultáneamente pcnctn1r en ni­ (1987a) demuestra un interés especial por el m odo en que la razón
veles de nbstrncción mrís elevados para explorar k>s destellos de Los
puede convertirse en a lgo practico, algo de lo que sostiene carece el
Ángeles de la espacialidad fundamc.nt.'ll de la vida social, las relacio­
posmodemismo. La concl usión de McCarthy ( 1978, pag. xvii) al res­
nes adhesivas entre la sociedad y el espacio, la historia y la geografia,
pecto es la siguiente:
las caracreristicas esplénd1damenrc idiográficas y las tcntadoramcmc
generalizables de una �cografi:i urbana posmoderna {Soja, 1989, pá­
gina 223). Habermas coincide con los ccicicos radkales de la ilustración en

que el paradigma de la conciencia está agotado. Al igual que eUos.


cooside1:11 que la ral'ón está en una situación de la que no pue<le esca­
Aunque sólo sea y p ueda ser una interpretación concreta, reíleja
par, por estar marcriali1.ada en Ja historia, la sociedad, el cuerpo y el
d elemento esencial de un enfoque posmoderno: el intento de com­
lenguaje. A diferencia de ellos, sin embargo, sostiene que los defectos
pren der la variedad y diversidad de la sociedad humana. Como ha
de la Ilustración sólo pueden su bsana.rse con mas ilustración. La críti­
s uge ri do Gregory (1989, príg. 91), 1mo se descubre que en el mundo
ca totalizada de la razón soc.wa la capacidad critica de la razón; se
existe un mayor d11sorde11 del que se aprecia a primera vista hasta que niega a reconocer que la modernización conlleva progreso :1clemás de
se busca dicho desorden». El posmodemis mo trata de revelar la co­ defom1aaón de la rnzón.
herencia ilusoria que el sentido común impone a la complejidad del
mundo.

7.4. 1 . Institucones,
i perfiles profesionalesJ fina11ciadón de la rienria

7.4. L \ GEOGRJ\Fi<\ COMO CIENCJA CRITICA:


Los ceneros de enseñanza superior desempeñan dos grandes fun­
L 1\ CONCIE"CIA \i\Hllr:.:--JT1\L Oí. Lt\ SOCTCD1\D
ciones en la sociedad: investigación y docencia. Ninguna de escas
actividades es social ni políticamente neutral . Como ha ilus rrado 1 la­
Las corrienres radicales de la geografia, bajo rodos sus diversos bermas (1978), el tipo de ciencia dominante en la sociedad ca pita Us­
aspectos, ao séilo han trarndo de elaborar una crítica del positivismo ta, a saber, la ciencia empírico-analitica, tiene un interés profu n da­
lógico, sino de efectua r cambios socia les y p ol lticos . Dado el claro mente técnico, es decir, justificado sólo en la medida ca que la
éxito desenfrenado del capitalismo en los años 80 y la caída de los investigación y la docencia produzcan y difundan conoci mientos úti­
regimcnes comunistas de Europa del este durante los 90, la geografía les para mejorar la existencia de las relaciones sociales y económicas
radical ha fracasado rorundamentc en su m
i ento de lograr sus objeti­ vigentes.
vos prácacos . En el examen de las razones de esce fracaso, debemos Esto no sólo se logra a través de la financiación directa de
regresar a las aneo características clave de la teorfa crítica de Haber­ proyectos de investigación concretos, sino también a través de las es­
mas ( 1974, 1978): el interés por las relaciones entre la ceoría y la tructuras institucionales donde se enmarcan la docencia y la investi­
práctica, la teoria de los intereses cognoscitivos, la teoría de la com­ gación. En estos últimos años, las carreras académicas y las perspec­
petencia comunicativa, el interés por la emancipación y la práctica de tivas de ascensos han dependido de dos criterios principales : el
. ión. Si bien la teoría crítica es un objero de estudio pri­
la nutorrefk.._ número de publicaciones y las ayudas a la investigación obtenidas
vileg iado en la literatura geográfica (Gregory, 1978; Johnston, por un individuo o un grupo de investigadores. Cada vez con más
1991b), muy pocos han sido los intentos por integrar sus implicacio- frecuencia, se toma en consideración un tercer criterio: el nú mero de

250 251
estudiantes gue optan por un curso determinado. Es significativo Esw implica, a su vez, que consideran el capital ismo sostenible, con
que todos escos crircrios sean medidas cuamicativas y que la calidad las numerosas desigualdades y opresiones que lo altmencan. Aunque
sólo intervenga cspocidicamcnce en los procedimicncos de valora­ la caída del comuntsmo en la antigua Unión oviéttca y en Europa
ción. En estas condiciones, la presión para obtener becas de in\'esti­ del este parezca fortalecer la v1raltdad del capitalismo, las pruebas su­
gación sustanciosas, para publicar muchos trabajos y para impartir fiaeotes que existen de la creciente desigualdad entre los grupos de

1
cursos populares es muy grande. Ninguna de estas acciones favorece personas que viven en las pnncipaJes naciones capirnlistas, así como
la práctica de investigaciones críticas. En la mayoría de los casos, las entre la economfa de estas últimas )' la de los países más pobres del
grandes ayudas a la invesugación proceden de comisiones <le investi­ mundo, traicionan el carácter ilusorio de esta vitalidad. Lll labor de
gación estatales o de fondos industriales, ninguno de los cuales la geografía critica consiste en poner de manifiesto cales desig ual da­
apoyará probablemente una investigación concebida abiertamente des para convencer a las personas del poder de sus probables reper­
par:i transformar el sin/u quo. La abundancia de crnba¡os y libros pu­ cusiones y para participar activamente en la creación de nuevas for­
blicados sobre cuestiones teóricas en detrimento de las prácucas, es­ mas de organización social }' económica. En pocas palabras,
pecialmente en la geograf1a humana, puede explicarse parcialmente debemos reconocer el male�tar de nuestra sociedad, adoptar una pos­
por el segundo de los factores mencionados, es decir, la presión para tura autorreílexiva ame ella y accuar como psicoanalistas de la situa­
que se publique. Si los geógrafos radicales no logran ayudas sustan­ ción de la que formamos parte.
ciosas para sus investigacione!., un modo de hacer avanzar sus carre­
rns es acumular el mayor número de publicaciones posible. Sin em­ 7.4.2. Hada 1111a geo,t?,rnjía crílict1
bargo, si no re1-1lizan investigaciones prácticas, íllgo extremadamente
dificil en ausencia de subvenciones, es obvio que todo lo que publi­ Como conclusión <le! presente capítulo, adelantaremos cuatro
quen se base en cuestiones teóricas y filosóficas. Además, la puesta en formas en que los geógrafos podrían empezar a adoptar un enfoque
marcha de trabajos de campo suele ser una tarea larga, y las obliga­ teórico más cático de la disciplina. F.n el úlámo c.1pitulo examinare­
ciones admioistrativas y docentes de los académicos en activo reduce mos algunas de las imp!tcac1ones prácticas de esta empresa.
aJ mínimo el áempo que pueden dedicar a escas mvesugaciones. Por l.Jn i-.tsgo fundamcmal de la lcoáa crírica de l labcrmas (1974) es
el contrario, si es posible acudir a seminarios, leer libros y trabajos, ·
� la concepcualizacióo <le un upo concreto de relación entre la teoría
redactar, incluso duranre el periodo lectivo, articulo!' enmarcados en y la práctica. Esto no se aplica sólo al modo en que se relacionan
las estructuras insmucionales corrientes en la mayoría ele los centros Jos «hechos» con las «teorías», sino también a Ja práctica institucional
de enseñanza superior. Tudo ello explica en cierta medida el acenw <le la ciencia. Para Habermas, el objetivismo del posicivismo lógico
teórico, en lugar de práctico, <le gran parte de la geografía rad1cal. cng:tña a los científicos con la idea dc.-: que e.xiste Ltn mundo autosu­
En lo que respecta a la docencia, se hao realizado pocos estudios ficicme de hechos, estructurado de un modo similar al de las leyes.
acerca de los tipps de cursos por los que optan los estudiantes. Pare­ En cambio, un enfoque critico de la geografía se ocupada de revelar
ce. sin embargo, que muchos estudiantes escogen cursos que consi­ de qué están formados los hechos. Esto se aplica rnnto a la rama
deran relaavamente fáciles o aquellos que proporcionan unos cono­ lisica como a la humana de la disciplina. Por otra parte, Habermas
cimientos düeccamente útiles para su empleo futuro. Todo el sistemll. (1974, 1976, 1978) sostiene que d cooocimiemo teórtco, libre de
educaúvo primario y secundario está concebido, en gran medida, intereses humanos, es el únJco cooocimiemo que puede orientar las
para despertar en los alumnos el deseo de aprender r repetir maqui­ acciones. Seria pues esencial que una geografía cririca aspirase a este
nalmente unos conocimientos que se califican de acepcados. Los eur- conocimiento orientado hacia la acción. Nuestras investigaciones de­
os superiores que implic.1uen un desafio para djchos conocimientos ben recrearse conunuamentc a partir de una relación dialéctica entre
estarán abocados a encontrar gran resistencia. teoría y práctica. El trabajo de Habermas implica c¡uc sólo la ciencia
füta situación se deberfa n que las personas que ocupan el poder critica puede cambiar la formación social de la que forma parce. La
en las sociedades capitalistas están resueltas a mantener las estrucrn­ teoría critica devuelve l:i responsabilidad tlel cambio a aquellos que
ras sociales y económicas sobre las que reposan escas sociedades. emprenden la invcsrigación. Ellol\ son los que pueden elegir entre

252 253
trnbajar para los pobres, los oprimidos y los C.'>plomdos del mundo o será preciso tratar de comprender primero sus modos dispares de co­
seguir apoyando a aquéllos cuya existencia depende de la pobreza y municación.
opresión. Aunc¡ue los geógrafos han prestado cierta atención a la lingüJsti­
En segundo lugar, Ja importancia de la teoría de Habermas de ca estructural de Saussure y de Chomsky (Gregory, 1978), cabe des­
los intereses cognoscitivos debe examinarse más en profundidad den­ taca�r lo poco que se han dedicado a la filosofía Hngüíscica corno
tro del contexto de la investigación geográfica (Grcgory, 1978, füeme de inspiración. pese a su importancia en los vastos debates fi­
1986). Mientras c¡ue su crítica de las ciencias empírico-analíticas e losóficos del siglo XX (pero véase Olsson, 1 975, 1 979, 1980, 1 982,
histórico-hermenéuticas ha sido la base de un �ran debate (véase 1991). En particular, las dos posturas filosóficas perfiladas por Witt­
Thompson y Held, 1982a), la característica fundamental de su enfo­ genstein ( 1 9 6 1 , 1 967) en Traclal11s lo,P,/tfJ-philosopbims, publicado
que global es que reconoce que los diferentes tipos de ciencia se dis­ en 1921. y Phi/osophical investigation.r. publicado por ve-z primera en 1953,
tinguen por sus objetivos e intenciones. Esta afirmación implica que justifican una seria reconsideración por parce de los geógrafos dado
los enfoc:¡ues adoptados recientemente en la geografía precisan un su interés directo por la relacii>n entre el pensamiento y el lenguaje.
examen más detallado del que ha sido posible dadas las limitaciones El objetivo fundamental de Wittgenstein en ambas obras «era enten­
del presente libro y c¡ue sería conveniente desarrollar un marco de der la estructura y los límites del pensamiento y su méwdo esrudiar
,

trabajo formal para el análisis de cada enfoque según características la estructura y los límites del lenguaje» (Pears, 1971, pág. 12). Sin
como el interés cognoscitivo, la forma de conocimiento, el ámbiro embargo, para lkvar a cabo esta empresa, era esencial examinar las
conceptual, los criterios de validez e incluso el modo de organiza­ relaciones entre la realidad y i.:J lenguaje. La diferencia clave entre
ción social. sus dos filosofías era, pues, que en sus obras tempranas afirmaba que
En tercer lugar, Habermas ha llamado la atención sobre la im­ la estructura de la realidad determinaba la estructura del lenguaje,
portancia de la comunicación y del lenguaje, no solamente ea la mientras que en Philo.rophical i1111esJigatio11s sostiene que nuestro len­
práctica científica, sino también en las relaciones entre ciencia y so­ guaje determina ouesrra visión de la realidad. Una segunda diferen­
ciedad. AJ desarrollar la teoría de la competencia comunicativa, Ha­ cia importante entre estas dos filosofías escá estrechamente relaciona­
bermas (1 984) estaba especialmente interesado e.n esrnblecer los ci­ da con los debates c1 ue se hao mantenido posteriormente acerca del
mientos normativo-teóricos para Ja práctica de l a investigación estrucruralismo en In teoría social. Pears ( 1 9 7 1 , pág. 13) lo resume de
social. Para ello, se vio obligado a ocuparse de cuestiones relativas a la siguiente manera: «Rn el Tracta/11.r había sostenido que codos los
la motivación de la comunicación, cuestiones acerca de la verdad y lenguajes tienen una estructura lógica uniforme, c:¡ue no aparece ne­
significado, y los patrones deformados de comunicación que resulta­ cesariamence en la superficie, pero que puede desvelarse mediante un
ban de las contradicciones del capitalismo. Los geó�rafos todavía no análisis f:iJosófico», mientras l¡ue en su obra posterior afirma c:¡ue la
han evaluado con el rigor suficiente codas las implicaciones de esta diversificación de las focmas lingüísticas «revela en realidad la estruc­
teoría de la competencia comunicativa, pero si1 preocupación por el tura profunda del lenguaje, que n o es en absoluw como la babia
lcnguaje ofrece un indicador útil ele una ruta c¡ue los geógrafos concebido. El lenguaje no rienc ninguna esencia común, o si exist<:
podrían explorar más a fondo. El foso cada vez más profundo entre una es mínima y no explica las conexiones entre sus distintas formas.
los geógrafos ((fisicos» y los «humanos)>, por ejemplo, está parcial­ Están conectadas unas con otras de una manera más erérea, como los
mente relacionado con Jos difercmcs sistemas lingüísticos que adop­ juegos u como los rostros de las personas de una misma familia))
tan; muchos geógrafos humanos tienen dificultades para comprender (Pcars, 1 9 7 1 , págs. 13-14). Es interesante observar aquí c¡ue este
la notación matemática de las fórmulas ílsicas, mientras c¡ue los geó­ cambio en el punto de vista también puede considerarse el presagio
grafos fisicos suelen criticar lo que tachan de oscura perorata de mu­ de algunos aspectos de la crítica posmoderna: desde la afirmación de
chos textos de geografla humana. Quizá lo más importante es que que el lenguaje tenía una estructura teórica unjforme, pasó a sostener
ninguno de los dos lados consiga, por lo general, comprender el (¡ue no existía esencia común alguna del lenguaje. En la descripción
propósiro o intención que lleva al empleo de cada tipo de leoguaj<:. del proceso crencivo en Phi/01ophiral i1111utigatio11s, Wittgenstein (1967,
Ello sugiere que para acercar de nuevo ambas ramas de la disciplina, pág. vii) comcma lo siguiente:

254 255
Después de vados intentos vanos de reunir mis resultados en un con el creciente cuerpo de teorías sobre el desarrollo dedicadas a
todo de este tipo, me di cucma de que nunca lo lograría. Lo mejor cuestiones de ca pacitación (Friedmao, 1992). es decir la mvesci­
t¡ue pudiese escribir nunca sería nada mis que obscn•ac1oncs filosófi­ gación )' acción destinadas a capacitar a los pobres dentro de sus
cas; mis pcnsam1cntos quedaban paralizados s1 cmcaba de forzados en propias comunid ade� y a movilizarlo para que emprend:1n una par­
cualqu ier d1recc1ón contmna a su mclinación natural... Y esto t:staba ti ci p ación po liric.i generalizada.
relaciunndo, por supuesto, con la naturaleza mismn de In 1nvcsuga­
ción, lo cual nos obl iga a viajar por w1 vast0 campu Je pensamiento
Je un lado :1 mm y en 1odas d1rcccioncs ... Las observaciones filosófi­
cas del presente libro son, por asi decir, una serie de bocetos de pai
sajes efecrundos durante c�m largos y enrevesados recorridos.

Este proceso es muv similar al esrudjo geogr:ífico de Olsson


y el lenguaje en el
( 1 975, pág. 29) sobre el pensamiento, la acción
primer capítulo de su obrn Bird1 in tgg: «Lo que he hecho en este
capitulo es presentar una cric de ,·iñctas impresion istas de lo que
vendrá a continu:1ción. En codas las viñetas he trasmitido esencial­
mente el mismo me nsa je . Lo he hecho conrempl:1ndo el mismo rema
de pensamiento y práctica desde diferentes ángulos. Se mmi de de­
mostrar, por supuesto, t¡uc la única perspecriva folsn es la que pre­
tende ser única>L Ol sso n ( 1 975, 1979, 1980, 1982) ofrece, además, un
lazo de unión direcro con las preocupaci one s de Habermas por la
justicia, Ja verdad, Ja rcoría y la prácrica por una parce, r las investi­
gaciones sobre el lenguaie. el pensamiento y la realidad de Wittgens­
tein, por otra.
En cuarto lugar, el interés de Habermas por la emancipación a
través de la aucorreflcxión puede aplicarse a los niveles de la mves­
rigación, enseñanza y experiencia individuales. Por consiguiente, en
su práctica cotidi:1na, los gcógr::ifo pueden perseg uir su propia
emanci pació n, luchando por :1lcanz::ir un estado donde su trnbaj o ya
no sea una mercancfa utilizable por el poder para aumcnt:1r la pl us­
valía. En sus labores docentes, pueden tratar de arudar a los estu­
diantes a lograr un estado de conocimiento emancipador, donde es­
tén libres de coacciones au 10impuest as. En l uga r de cons iderar la
docencia como la prop::igac1ón de hechos o bjetivos, deberí a imen­
tarse transmitir a los estudiantes una· bases de de las cuales pued an
tornar decisiones que les perm itan entender las condiciones de su
«esclavitud». Corno dice Gcuss ( 1 9 8 1 , pág. 58), «una teoría crítica
tiene el obj e ti vo inherente de conv e rti rse en la au to-conciencia de
un p roceso satisfactorio de i l uminación y ernaocipacióm>. Por últi­
mo, en sus investigacioncs. los geógrafos p ueden aspi rnr a revelar a
los individuos y ::i la sociedad !lus condic1oncs de falsa conc ien cia o
de exi stencia cautiva. Ésta es, a grande� rasgos, 1:i ta rea asociada

256 257
CAPITULO VIII

El lugar de la geografía

Desde la amigücdad, los geógrafos han ex·


p lotado y analizado 111 supcdide terrestre des·
de dos perspectivas relacionadas entre si: la de
la diferenciación y asociación esJ>11cial de los fe.
nómcnos, haciendo hincapié en cl signiAcado
de espacio, relaciones espaciales y lugar; y la de
la relación entre el hombre: y d medio flsieo.
Ambas cscin lntimameme relacionadas porque
los significados de espacio y lugar dependen de
las intcrconcxJones emre las acnvidades fisicas
y humanas localizadas ca el espado, y las rela­
ciones del hombre con el medio se producen
c:n d contc:xio dd espacio y lugar.

Sack ( 1 980, pag. 3)

Una de las caractensucas más sobresalientes de la práctica geo­


gráfica de los últimos veinte años es que los geógrafos han aceptado
cada vez más la djversidad inherente a la disciplina y han renuncia­
do, por lo general, a intentar identificar un núcleo úruco. Es muy
poco frecuente que, boy en dia, los argumentos sugjecan que el ob­
jetivo central de la investigación geográfica es, por ejemplo, crear
una ciencia espacial o que el análisis de sistemas constituye una me­
todología unificadora paca la disciplina. Ngunos afirman, además,
gue «no hay necesidad alguna de la geografía oí de los demás frag­
mentos actualmente constituidos de las ciencias sociales, que deben re­
chazarse» (Elior Hursr, 1 985, pág. 60). En particular, este período se

259
ha caracterizado por una chv1s1ún cada ve1 mayor entre las ramas hu­ Un enfoque nl�o diferente, centrado también en 1:1 idenridad del
mana v fis ica de la disciplin,1. Stoddarc ( 1 987a, pág.330) h:i descmo lugar. es el ofrecido por l:nrrikin ( 1991 ). En él, trarn conscien te­
con el�cuencia e ta situaciún con las sigu ien te paJabras: mente de examinar rodas las dimensiones del cnnccpm de luga r, re­
conociendo implicic::imcnre los muy di spares punros de v isea de la
El resultado est:i In ba�1:1n1c: claro. Dentro de la gcograña habla­ ciencia empírico-:1n:11ítica e hmórico-hermenéutica. l?.ntrikin (1991,
mos tcnguajc:s diferentes, hacemos cusas mu� dispares. Muchos han pág. 5) nos dice a l respecto:
aband<>nadn la po�ibll1Jad Je cnmunicar�c con los colegas que traba­
jan ea una tlisc 1pl i na c¡ue lleva otro título, pern tnmbién con !IL]Llcllos
Paro comprender el l ugar debemos tener acceso a la rc:ilidad nbje
LjUe pertenecen a otro o
deparrnmcnco. L s �eógrafos h �manos piensan riva y a In subjcuva. Desde la p<Jsición privilegiada dcscentrnda de los
l!Ut sus colegas fisicos son ingenuos c:n mncena filo'lotica; los f�1cos
. cienúfico� teóricos. el lugar se convierte.: en localiz:1eión o en un con­
piensan que lo� geúgrnfos humanos carecen Je rigor. La geogrnfta de
junto de rel:1c1oncs genéricas, por lo que pierde mucho de su siKnifi
Forster, Humboldt ) �l:tckmder ha quedado dcscarrad:i y olv1d:ida.
cado para la acción humana. Desde el punto <le \ 1srn centrado de la
lncvicablcmcme, en esa line:1 enseñ:unos a los es1ucl1:1nrcs. ada de
<ltsciplm:i, el lugar sólo uenc un s1gntficado en rclac1on con la meta o
asombroso tiene que el mundo en su conjunto se pregunte pues :i
imerés de un 111d1nduo o un grupo. La me1or manera <le exruninar c.:I
qué nos dedjcamos.
lugar es desde los punto� intermedios.

Stoddart (1 987a, pág. 330) ar"1adc que en esta s1tuac1ón surgen


La impo rta ncia de l luga r para Enrrikio ( 1 9 9 1 ) es que l:is personas
dos pel ig ros: pri mero . que la geografía física pierda su coherencia
como acmres siemr1·c se suúan en l ug:ires concreto:. y en periodos
fuera del ma rco mñs general determinado por su relación con la gco­
concretos, y el cnntexw tic.: sus acciones contri bu ye a crear su sentido
grafia h umana; y seg undo, que (da geografí:t humana como ciencia
de iden t ida d . Este foco tic mención se refiere fund::imemalmcme, sin
social exclusiva pierda su idemidad d i s t inti va, compita con la soc10-
embargo, a las experienc ias vividas por las persona!> y, por tanto, la
logía, Ja economía y la antropología, pero lo haw1 en el terreno de
conceptualización del l u g:tr tiene poco que nporrnr n los est udios de
ellas >' no en el nue::.tro».
los geógrafo fisicos contemporáneos sobre los procesos.
Aunque esta fragmentación de la disciplina se acepta de forma ge­ l,;n imemo alternarivo de ofrecer una base sólida a la gcografia,
neralizada e incluso se está fortaleciendo. este reconocimiento ha pre­ ocupar el nivel más de,·ado de esfuerzo intclecrual, es
que le permi ta
cipitado a algu n os geógrafos a reincerpretar v isiones pas�das de la
. . el em p rend ido por Stodda n ( l987a). Además de afirmar que la-; pie­
disciplina y a indinarse hacia una nueva concepru ahzac1on de los
zas que forman la invcscigación geográfica son In « locali?.ación, posi­
vínculos entre l as partes que la integran Uohnston, 1989). J ohnstoo
ción, distancia ') árc:rn, y l(Ue pueden COmhinar<;c r:ira «construir la
(1991 b, pág. 132), reconociendo la necesidad de promover la geo­
gcog rafia regional» y «dcmostrnr el car:íctcr dtsrimivo del l uga r»
grafia dentro de y política universitarias, ha tra�ado de
la planificación
(Stoddart, 1987n, pág. 331), so<;rienc que esto no e� más que cJ prin­
identificar el núcleo de la disciplina en <da naturalt:za de las regiones o
cipio. Para Stodda rr (l 987a, pág. 331), «la tarea real es identificar los
lugares)>, utilizando su termino logía favorita. Mientra s que en un �en­
. problemas geogr:ífico-;, cuestiones del hombre y el medio dentro de
tido, como indica la cita anterior, ello supone resucitar la rermino­
las regiones; no problemas de la geomorfología o historia, de la eco­
logia tradicional de la geogrnfla regional (Gregory, .1978), s: rrat� de
nomía o la sociología, sino problemas geográficos; } utilizar nues­
una resurrección impregnada de los conceptos filosoficos mas recien­
tros conocimientos para alivi:irlo , quizá solucion:irlos». Smdd:irt
tes del realismo y la reoria de la estructuración. Parn Joh nscon, que ha
imagina una geogmña que �e ocupe de cuestiones fundnmentales re­
defendido en el pasado una clara separación de la geografía humana y
lacionadas con Ja urilización de la tierra y los recursos:
fisica (J ohnsron, 1991 a), esm representaría un movimiento sustancial
hacia un acercamicnro entre las dos principales divisiones de la disci­
Hay una geoi:1 rafln rMI. una gcogmffo 11111fimrl11 reafirmada, inspi­
plina. Sin emba rgo. como indican sus ejemplos (Johnsco� , 1991 b, c), rada en ForNtcr r 1 lumboldt, y ni mi sm n l1empn unn gengrntia con1
el interés por la incerprc.:tación del lugar tod:wía se m:lnt1ene al mar­ ¡m11mlid11 ti ue rinde homenaje a l:i resoluci6n de 1'ropock in... Har
gen de Ja prácti ca contempo rá nea de la geografía físic:i. una gcogmfin que cnqeñar:i :1 nuesrrM \'Cc1nos v c:swd1antc<; } a nues-

260 261
eros hijos, a comprender y respetar nuestrn variada herencia terrestre Una razón de que las cuestiones ambientales interesen a discipli­
(Scoddart, 1987a. pág. 333). nas tan diversas es que, para anaJizar el uso de los recursos y las es­
trategias de gestión, es preciso comprender fenómenos y prácticas
A modo de conclusión. en este capítulo pretendemos examinar sociales muy diferentes. Como ha observado Rees (1989, pág. 365),
cómo es posible seguir desarrollando estas ideas desde la invesúga­ «la comprensión de los problemas relacionados con la exploración de
ción y La enseñanza geográficas. Para ello, se sugiere que las ramas recursos y el desarrollo de políticas de gestión ... precisa el examen de
de investigación más fructiferas implican el regreso a cuestiones fun­ sistemas físicos, procesos económicos, organizaciones sociales, cs­
damentales para la prácúca geográfica desde La antigüedad clásica. es­ tructu ras jurídicas y administrativas, e instituciones polít1cas>l. Sin
pecialmente el interés por el lugar que ocupan las personas en la na­ embargo, esto no explica, por sí solo, por c¡ué únicamente unos po­
turaleza y el significado de espacio y tiempo. Tras haber estudiado la cos geógrafos se han ocupado de tales cuestiones. Otro factor que
práctica pasada de la geografia, es necesario forjar una nueva identi­ debe tomarse en consideración es la reestructuración institucional de
dad para la disciplina y situarla con firmeza dentro de la sociedad La enseñanza superior que se produjo en los años 70 y 80, particular­
contemporánea de la que forma parce. mente en Gran Bretaña. Un aspecto de esta evolución fue la agrupa­
ción de varios departamentos en algunas instirucioncs y la creación
de unidades de investigación y enseñanza interdisciplinaria en otras.
8.1. Los GEÓCRAFOS y H MEDIO AMBI BNTE En concreto, puede considerarse que nuevas disciplinas de pleno de­
recho como la ciencias del medio ambiente y la conservación de la
En la década de 1980, las cuestiones ambientales y la «política naturaleza se centraron en áreas temáúcas que pcrtenecian al territo­
verde» alcanzaron gran prominencia en las naciones capitalistas del rio geográfico. Esca situación se refleja perfeccamcnre en la carrera
mundo (Sandbach, 1980; Porritt, 1984; Owens, 1986; Kuzmiak, de O'Riordan, uno de los geógrafos más destacados en el campo deJ
1991). Haciendo referencia a remas ambientales y de recursos, Eme! medio ambieme, pero cuyo cargo actual es el de profesor de ciencias
y Pe.et (1989, pág. 50) han observado que t<sería dificil encontrar un del medio ambiente y no el de geógrafo. Otro ejemplo reciente de
conjunto de cuestiones que simboli zase con nuyor vivacidad Ja ror­ C3ta tendencia es el número crcCJcntc de árulos disponiblC3 en cam­
cura de un modo de vida descarriado, que reflejase con mayor exacti­ pos como la geología ambiental, la química ambiental y la biología
tud la urgencia transformadora que propulsa la labor poUúco-econó­ ambiental, ávidas todas ellas por aprovechar la cresta de la popular
mica». No obstante, los geógrafos se hao mantenido particularmente ola ambiental y dispuestas a penetrar para ello en temas tradicional­
al margen de esta tendencia tanto en sus investigaciones como en sus mente cubiertos en los cursos de geografía. Por encima de estas ob­
acciones poUticas. Existen excepciones notorias a esta generalización servaciones, cabe señalar la djvisión cada vez mayor de la disciplina
(O'Riordan, 1976, l 989a, b; Sayer, 1979; Pepper, 1984; N. Smith, en u.na geografía física, todavía muy influida por los principios del
1984; Redclift, 1987; Rees, 1989), pero pese a ellas. es obvio que los posiúvismo lógico, )' una geografía humana que busca su credibili­
profesionales de otras disciplinas, en especi.al Jos ecologistas (Gor.t, dad a través de la asociación con las ciencias sociales, que ha contri­
1979) e incluso los economistas (Turner, 1988), han hecho aportacio­ buido a alejar a los geógrafos de las cuestiones fundamentales de
nes sustanciales a un campo que en el primer tercio deJ siglo X X se interés ambiental en la sociedad contemporánea.
consideraba crucial en la invesrigación y enseñanza geográficas. Con
respecto a los años 60, Rees (1 989) observa que «pese a que los geó­
grafos definiesen en una ocasión su disciplina como el escudio de Ja 8.1.1. La geografía fí1ira aplicada
relación entre la sociedad humana y el medio físico, el resurgir del
interés por los recursos naturales ha sucedido, en gran medida, al Estudios recientes en el terreno de la gcografia física (K. J . Gre­
margen de Ja geografia humana»; y añade que <tsiguc vigente la afir­ gory, 1985; Clark, Grcgory y Gumell, 1987a) ilustran ampliamente
mación de que las aportaciones de los geógrafos humanos al análisis c¡ue su objetivo principal sigue siendo la explicación de los procesos
de los problemas de recursos han sido relativamente escasas». fisicos presentes y pasados que ocurren en el medio. Para la mayoría

262 263
de los geógrafos fts1cos, la disciplina se ocupa de explicar los cam­ La apUcación de las teorías y mérodos de la gcografia física es
bios en la condición Je un mundo objerivo de hechos. Ello se consi· esencial para la gestión del medio ambiente, pero, como ilustra la et·
gue a tra' éi- de experimentaciones rigurosas, construcción de rnode· rn anterior, los geógrafo� fisicos participan muy raramente en la to­
los )' verificación de hipótesis, y el éxico depende de la exactitud ma de decisiones determinadas por la necesidad de gestión ambien­
entre las predicc1one� expresadas, por ejemplo, en fórmulas matemá­ tal, )' (o que es más lmportaOlC, tienen poco que decir respecro a
ticas' .,. las observaciones empíricas de la realidad. Desde los años 70, aquellos que gestionarán el medio ambiente y a aquellos a lo que
sin embargo, algunos �eógrafos fis1cos han presrado mayor atención beneficiará dicha gestión. Esra gcngrafia física aplicada queda pues
a cuestiones de carácter apltcado. Ken Gregory ( 1 985, pág. 187) ob· muy alejada de los intereses del ambicnrali-;mo, rnl como los plantean
serva, por ejemplo, que esta tendencia se refleja «CD Ja inclusión en por ejemplo O'Riordan ( 1976) y andbach ( 1980). A la5 cuatro expli­
muchos libros de un capítulo final dedicado a las aplicaciones» )' caciones de Cooke (1987) de la mayM dedicación de los geógrafos
también en el creciente número de obras dedicadas cspccificameote a fisicos a tareas aplicadas, citadas más arriba, es preciso añadir una
las cuestiones aplicadas (Goudie, l 981; Verscappen, 1 983). Cooke quinta: la recieore intervención política en la enseñanza superior, que
( 1 987) propone cu:mo explicaciones interrelacionadas con esta ten· ha obligado a la universidad a obtener cada vez mayores cantidades
deocia. en primer lugar, SURiere ljlle un c.-imbio de énfasis de los de fondos externos para su� actividades investigadoras y docences.
geógrafos físicos hacia el estudio de procesos contemporáneos ha he­ En las décadas de 1 980 y 1990, hn quedado claro que los departa·
cho que su rrabajo sea directamente relevante para planificadores e memos e instituciones se evalú:rn c:idn vez m�s en términos de su ca­
ingenieros. En segundo lugar, el avance en las técnicas asociadas les pacidad de generar ingresos, en detrimento de la preocupación por
ha permitido dar consejos «en unn forma inteligible y aceptable para la calidad de la investigación. Además, esta situación no puede expli­
aquellos ajenos a In disciplina» (Coo ke, 1 987, pág. 273). E.n tercer lu· carse senciU'.'lmcnte por rc�ultar más f::íd l cuanciticar aspecros como
gar, sostiene que estos cnmbios coincidieron coa el creciente interés los ingresos por concursos ganados , en comparación con conceptos
internacional por las cuestiones :unbiemaJes. Por úlnmo, en cuarto intangibles como la calidad de la investigación. Por el contrario, re­
lugar, observa que cada vez son más los gcomorfólogos que intentan fleja una rransformación fundamenral en la form:i en que la sociedad,
dclibcradamcnce (<satisfacer las necesidades de los encargados de la a través de las acciones de sus representantes electos, considera la
gestión ambiental» (Cooke, 1987, pág. 274). esencia de la investigación académica. El cambio de rumbo hacia la
La mayor parte de csm geografía fisica aplicada conser\'a una c�­ obtención de subvenciones C)(temas y la realización de estudios apli­
trccha afinidad con los principios filosóficos básicos del positi,·ismo cados supone que las inves1igaciones se orientarán cada vez más
lógico. Para volver a In descripción de Habermas ( 1 978) de la CJcncia hacia el manreoimieoto y aporo del sistema social que sufraga los
cmpirico-analitica, cabe decir que se ocupa de la producción de co­ gastos, y no hacia investigaciones que saquen a relucir las contradic­
nocimientos útiles y que su interés técnico escá dirigido haaa la pre· ciones que cxjsten en dicha sociedad.
dicción y el concrol. Todo cilo se expresa de una forma especial·
menre clara en la sif.tuiente descripción que hace Cooke ( 1 987, pági­
na 275) de la bbor de los especialistas en geamorfología aplicada: 8.1.2. Paisajes y la don1inadón dt la naturaleza
La m.1yoria del 1 raba jo en la geomorfolo�ia cnCllminado a In �es
1..t)S geógrafos humanos guc han oricncado sus investigaciones
lión del medio nmbicmc satisface lns necesid:tdes de cliente� �iuc, con
1odn seguridad, no son !?Comorf ólogos. Los problem:is de la 1nvesti·
hacia el medio ambiente han abordado el tema desde puntos de visea
gación sun lo� �¡uc plantt"lln los clientes y las respuestas deben entre· muy diferentes. Algunos (véase Cosgrove, 1 984; Cosgrove y Daniels,
garsc en una fo rma <1uc dichos clientes puedan entender. Como con· 1988) se han centrado en la bC1sc¡ucdn biscórico-hermcnéutica de Ja
sccuencin de iodo ello, la mayorin de esros estudios geomorfológicos comprensión e inrcrprcración, tratando de examinar el significado
t1plicados, aunl1uc �e:1n innovndores en cuanto a la mcwdolo¡?i:i y humano del paisaje. Ello se ha marerializado en estudios sobre el
puedan redundar, n In la rga, en la tcorin gcomorfológiCll, deben adap­ simbolismo de paisaje� superviviente.�. como se representa en par­
tnrse a unn forma <.fUt' viene impucsrn Jel exterior. ques y jardines, pero también sobre la rcpresenración simbólica de

264 265
paisajes en la pintura y la literatura. e o obstame, como ha ilustrndo Aunque los análisis de los paisajes y la dominación humana de la
ampliameme Cosgrovc (1984), la complejidad de la representación naturaleza proporcionaban muchos focos de atención para los geó­
simbólica en Jos paisajes y a través de ellos ha resultado muy difícil grafos humanos interesados por los vínculos enrre la namralez.a y la
de explicar en términos teóricos. Entre las vfas más interesames por sociedad, solían hacer hincapié. en la primacía de la sociedad humana
las que se han adentrado estos estudios está la analogía corre los ele­ sobre la naturaleza. Contrastando completamente con esta opinión,
mentos de un paisaje y las palabras de un texto. Sin embargo, este tenemos puntos de vista que sugieren que la sociedad humana es
enfociuc no logra conccptualizar sarisfactoriamente el paisaje como esencialmente un producto de fuerzas ambientales; que nuestras imá­
imagen. Ello ha llevauo a Cosgrove a interesarse por la metodología genes mentales son simples productos de reacciones bioquímicas. Es­
de la iconograña formulada por Panofsky (1939) y a identificar tres tas ideas, cada vez más aceptadas por sociobiólogos y genecistas, po­
niveles donde pueden reconocerse los paisajes: el del reconocimiento pularizadas en los libros de Dawkins The stlfish gene (1 976) y Tht
formal de imágenes }' composiciones, el del reconocimieoco simbóli­ blind u1atchn1aker (1 986), consriruyen un desafio sustancial para los ar­
co de las referencias de los elementos y las imágenes, y el de la ico­ gumentos de muchos geógrafos humanos. Se trata, sin embargo, de
nología o situaciún del paisaje en su contexto social, histórico, geo­ un desafio que ha provocado, basta el momento, pocas reacciones
grJ\ñco y cultural (Cosgrove y Danids, 1988). por dos razones principales. Por una parce, todavía existe una preo­
Un segundo enfoque adoptado por los geógrafos humanos se basa cupación heredada por las afirmaciones exageradas de los defensores
en la conceptualización marxista de las relaciones entre la sociedad del determinismo ambiental de épocas anteriores. Las ideas de Sem­
y la naturaleza. Según ésre, «la actividad humana cnmbia la forma de ple ( 1 9 1 1 ) y de Huntingcon ( 1 925), por ejemplo, han desalentado a
Ja naturaleza pero, al mismo tiempo, esta actividad necesaria moldea los geógrafos en su af án de evaluar de nuevo Jas influencias del me­
el carácter humano y las relaciones sociales entre las personas; en el dio en la sociedad y cultura humanas. Por otra parte, la tendencia re­
proceso histórico hay una interacción constante del sujeto humano ciente de gran parte de la teocia social, particularmente la situada en
con el objeto natural» (Peet, 1989, pág. 44). Las dos implicaciones una perspectiva marxista, de tratar este punto de vista como otra
importantes de este enfoque son: que las re.ladones entre las perso­ forma de ideología más, también ba limitado la atención que habrían
nas y la naturaleza se mediatizan a través del trabajo, y que esrán es­ podido presrarlt: los geógrafos humanos.
tructuradas social e históricamente (Saycr, 1979). Marx ( 1 976, pági­ El propio Habermas se ha ocupado muy poco de este debate y
na 283) sostenía, al respecto que «el trabajo es, ante todo, un proceso ha preferido centrar su atención en el mundo social. Pese a ello, por
entre el hombre y la naturaleza, un proceso por el que el hombre, debajo de su teoría critica está la idea de que e.xiste un flujo de inter­
mediante sus acciones, modera, regula }' controla el metabolismo en­ acción de doble sentido entre las personas y la nararalcza, que fun­
tre él y la naturaleza». Además, para Marx (1976) el trabajo humano ciona en coda una serie de niveles, desde el individuo hasta la socie­
al cambiar la naruraleza también cambia la «naturaleza» de la huma­ dad. Para Habermas (1 978), el conocimiento de la naturaleza procede
nidad. Es medianre la creciente dominación humana de la naturaleza de la interacción humana con ella y, al mismo tiempo, este coooci­
como algunas personas logran dominar cada vez m:ís a otras. Lo que miemo estimula el desarrollo del trabajo social. La reoría crítica de
diferencia esencialmente a la humanidad de la naturaleza es el con­ Habermas, sin embargo, al centrarse casi exclusivamente co el ámbi­
texto social. Se han adoptado dos posturas opuestas para explicar las to social, no ha examinado lo suficieoce las interacciones concretas
re.ladones entre la naturaleza y la sociedad bajo el capitalismo. Por entre las personas y la naturaleza impHcitas en el argumento antcáor.
otra parte, Neil Smith ( 1 984) sugiere que la naturaleza se convierte Numerosas son, por consiguicoce, las oportunidades de desarrollar
en un mero accesorio del proceso de producción, en un producto so­ una teoría crítica que se ocupe ex-plícicamente y en más profundidad
cial. En cambio, Peer ( 1 989, pág. 46) afirma que <da naturaleza como de estas relaciones.
origen e inevicabilidad jamás trascendida (alimeocación, muerte, etc.) Otra vía que bao emprendido los geógrafos para intentar interpre­
hace gue la acción humana quede mejor caracterizada como repro­ tar las relaciones entre los seres humanos y su entorno en el contexto
ducción, es decir, nos reprod11ci11101 a nosotros y nuesrro mecLio am­ de las sociedades y del espacio ha sido a cravés del concepto de territo­
biente más que producir naturaleza». rialidad. Mucho del énfasis inicial puesto en la idea de territorialidad

266 267
ha surgido de analogías entre la conducta animal y la humana. Como fisica y la humana mencionado anteriormence, rnddart (1 987a, pági­
ha observado Sack ( 1 986, pág. 1), «qwzá los enunoados más popula­ na 330) hace nincapié en que «hablamos idjomas diferentes». Cual­
res acerca de la terriroriaUdad humana proceden de biólogos y c.citi­ quier esfuerzo por acercar a ambas partes de nuevo debe contemplar
cos sociales gue la conciben como ua vástago del comportamiento posibles modos e.le comunjcacióo entre los �eógrafos, utilizables tam­
animal. Escos autores sostienen 4ue la terrirorialidad en los humanos bién en sus concacms con el resco de la sociedad. En este aspecto,
forma parte de! mjsmo instiaco :igresivo que se manifiesn1 en otros pueden resultar importantes algunas de las ideas de Habermas (1984,
animales con respecco al terrirorio». Ea oposición a estas opiniones, 1987a) acerqi..de la teoría de la competencia comunicativa y el acento
Sack ( 1 986, pág. 2) consider:i que In territorialidad tiene «raíces so­ c1ue ponen en la capacidad del lenguaje para fortalecer la vida social
ciales y geográficas». Añade que <da territorialidad está imimameme y, en particular, en la e.xplicación del desorden social a través de una
relncionada con la forma en que las personas usan la cierra, cómo se comprensión de la estructura de La comunkación. El empleo de len­
o.rganr.tan en el espacio y cómo dan sentido al lugan> (Sack, 1986, guHjes distintos por parte de los geógrafos físicos y humanos, bien
pág. 2). Del mismo modo, Dodgshon ( 1 987), en su análisis del pasa­ ilustrndo po r ejem plo en el contraste que ofrecen las páginas de las
do europeo, hace especial hincapié en la territorialidad al argumentar revistasProgress in Physical
GcograpJ¿y y Pro.P,ress in H11mo11 Geography,
que las distintas etapas del desarrollo social se expresaron en diferen­ no sólo crea una plncaforma de compUcidad entre los miembros de
tes sistemas de orden espacial. Tomando una perspectiva temporal cada rama de.: la discipUna, sino que, a medida que un lenguaje se
larga, Dodgshon (1 987) examina cómo el nacimiento de clifcrcnres ci­ hace más refinado y exclusivo, se dificulta la comunicación entre los
pos de sociedades estuvo relacionado con la creación de modelos de dos grupos. Si consideramos que esta situación es muestra del desor­
oxdea espacial Así, refiriéndose específicamente al desarrollo de un den en la disci pUna, un remedio podría ser que los geógrafos empe­
elevado sentido de territorialidad, sugiere que «con el advenimiento zasen a aprender el lenguaje de la rama contraria o, por supuesto,
de la agricultura, podemos decir que la territorialidad adquirió su ex­ crear un lenguaje nuevo que satisficiera las condiciones de la comu­
presión más claxa, ya gue Jos territorio· se convirtieron lentamente nicación ideal de Habermas. Esca carea no será f
ácil, en gran parte
en segmentos de espacio sobre los que Jos grupos establecían dere­ porque los geógrafos fisicos y los humanos persiguen verdades muy
chos de acceso y uso exclusivos, y en los cuales inven:ían su [rabajmi dispares: la verdad de la explicación y la verdad de Ja comprensión.
(Dodgshon, 1987, pág. 67). De esce modo, la territorialidad puede
considerarse como una de las expresiones de la relación entre In so­
ciedad y el espacio, y, (!);aminando la evolución del concepw de te­ 8.2. EL ESPACIO-TIEMPO Y Li\ GEOGR1\Fll\
rritorialidad, es posible explorar cómo se ha usado la dominación de
la narnxaleza para determinar las relaciones de poder dentro de las Una de las diferencias más claras en el uso del lenguaje entre Jos
sociedades humanas. geógrafos fisicos y los humanos se pone de manifiesto cuando hacen
Este interés por el paisaje y la naturaleza está muy alejado de Jos referencia al espacio. Mientras c¡ue la idea de la geografia como cien­
enfoques orientados al proceso propios de la mayoria de los geógra­ cia espacial influyó mucho como concepto unificador de los años 60,
muy diferentes corrientes filosóficas y meto­
fos 6sicus y refJejan las eo las dos décadas siguientes se ha producido una divergencia consi­
dológicas en las que nacieron. Sin embargo, en los últimos decenios derable con respecto a la conceptualización del espacio. Para la
ha aumentado el número de geógrafos fisicos y humanos partidarios mayoría de los geógrafos físicos, cJ espacio sigue siendo el concepto
de una reintcrpreración de los remas tradicionales fundamentales en «euclidiano tridimensional donde Ja acción se produce por contacto»
la discipUna. Para ac¡uellos gue desean encontrar el foco de una geo­ (Sack, 1980, pág. 56), mientras que muchos geógrafos humanos han
grafia revitalizada, la visión de Stoddart ( 1987a) de una disciplina pasado a interpretar el espacio como una construcción social.
centrada en cuestiones clave sobre el uso humano del medio ambien­ Los geógrafos han desempeñado un papel extraordinariamente
te, no sólo es relevante para la humanidad contemporánea, sino que insignificante en los debates fllosóficos contemporáneos reladionados
presenta una gran diversidad de intereses y enfoques. En su descrip­ con la naturaleza del espacio. En las cienclas sociales y las humanas,
ción del atolladero en que se encuentra la relación entre la geografia han sido filósofos como Lcfcbvre (1991) y reórjcos sociales como

268 269
Giddens (1981, 1985) los que han redescubierto, en cierto sentido. la estructura de trabajo que permitiese imerprccar estas ideas, propuso

importancia del espacio en la sociedad humana. Lefebvre (1991, pá­ que variaban eseociaJmente en los grados de objetividad y subjetivi­

gina 412) observa al respe�to que «es imposible, en realidad, soslayar dad que intervienen en la conceptualización de las relaciones entre
espacio y sustancia. El ámbito de la ciencia fisica se refiere ante todo
la conclusión de que el espacio está adoptando un papel más impor­
tante en las llamadas sociedades "modernas" y que aunque este papel al reino de la objetividad y el ámbito artístico al de la subjetividad.

todavía no es preponderante, muy pronto lo será>>. En las ciencias Para Sack (1980, pág. 27), «mientras que la importancia del espacio

físicas, tampoco han sjdo los geógrafos los que se han situado en en Ja ciencia está determinada por la combinación conceptual en una

primera línea de los debates sobre la naturaleza del espacio, sino los le>' de espacio y suscancia, la importancia del espacio en el arte de­

astrónomos y los fisicos que han realizado avances considerables en pende de su conex.ión con el sentimiento, es decir, del sentido de la
ilusión». Estos modos de pensamiento, donde se separa en cierta me­
la comprensión de la importancia fisica del espacio y el tiempo
(Smart, 1964b¡ Davies, 1974; Flood y Lockwood, 1986a; Hawking, dida lo subjetivo de lo objetivo y el espacio de la sust.ancia, tratando

1988). de desarrollar una sintesis a partir de ellos, son los que Sack denomi­
na pensamiento «sofisticado-fragmentado». Por el contrario, Sack
(1980) sostiene que es posible identificar un segundo modelo de pen­
samiento muy ruferente, que califica de «no sofisticado-fusionado»,
8.2.1. La prod11cción soda/ del espacio
caracteríscico de los niños, la visión práctica y la visjón mítico-mági­
ca. Estos modos llevan aparejados bajos niveles de abstracción y, en
Una de las razones de la escasez de consideraciones geográficas
con respecto al espacio en los años 70 fue que un importante ele­ ellos, la diferencia entre el espacio y la sustancia es mínima; los

mento de la crítica del positivismo lógico, dentro de la geografía hu­ símbolos encaman con frecuencia hechos y sentimientos. Sack (1980,

mana, se centraba en el llamado fetichismo espacial de la práctica pág. 201) pide a los geógrafos que adopten una teoría realista de la

geográfica de los 60. Además, el compromiso cada vez mayor de los ciencia, que combine las ideas que pueden extraerse de todos estos

geógrafos humanos con corrientes más vastas de la teoría social, y su modos de pensamiento, con objeto de «ponernos en contacto con la
variedad de experiencias, senúmien os
t y emociones hum:tnos, y su
reprobación ante mucha de la geografía física por estar inmersa en el
positivismo lógico, les hacia reacios a examjnar las implicaciones de forma simbólJca».

los avances de la fisica teórica corno resultado de las teorías general En la década de 1980 se ha producido un movimiento bacia el
y especial de la relatividad de Einstein. Los geógrafos fisicos tampo­ desarrollo de una teoría social donde los conceptos de espacio de­

co consideraban estos avances especialmente relevantes, porque tra­ sempeñan un papeJ central (Giddens, 1981, 1985; Harvey, 1989a).
Muchos de estos trabajos se han inspirado sustancialmente en las
bajaban a escalas mucho más pequeñas o mucho más grandes que las
correspondientes a los procesos que actúan en la superficie terrestre. ideas del filósofo social Henri Lefebvre (1991, pág. 404), según el
cual «las relaciones sociales son abstracciones concretas y no tienen
Esto no significa que no hubiese algunos geógrafos activamente
interesados en cuestiones relacionadas con la naturaleza del espacio y real excepto en el espacio y a través de él. S11s pilares son u­
existencia

el tiempo (Carlstein, Parkes y Thrift, 1 978; Bird, 1981; Morrill, padalem. En particular, Lefcbvre (1991) extrae cuatro conclusiones
1985), pero si que la mayoria de las aportaciones intelectuales origi­ principales de su hjpótesis de que el espacio es algo que se produce:

nales en este campo procediera del exterior de la disciplJna. primero, que «el espacio (flsico) natural está desapareciendo>> (Le­

Uno de los pocos geógrafos que prestó explícitamente atención a febvre, 1991, pág. 30); segundo, que «todas las sociedades, y por en­
de todos los modos de producción... producen un espacio, su propio
la cuestión del espacio fue Sack (1 980). En su obra Conceptions of spa­
ce in socal
i tboug/Jt: a geographic perspeclive, subrayó que existen muchas espacio» (Lefebvre, 1991, pág. 31 ); tercero, que «si eJ espacio es un

concepciones diferentes de espacio, debido a que la separación con­ producto, nuestro conocimiento de él debe reproducir y exponer el

ceptual entre el espacio y su sustancia «puede producirse a diferentes proceso de producción» (Lefcbvre, 1991, pág. 36); y cuarto, que «en­

niveles de abstracción, y desde distintos puntos de vista y modos de tramos pues en el terreno de la hiscoria» (Lefebvre, 1991. pág. 46).

pensamiento» (Sack , 1980, pág. 4). En un esfuerzo por ofrecer una Lefebvre (1991) pretende ante todo reconciliar lo que considera

271
270
dos clases de espacio: por una parte, un espacio ffltnlal desarrollado cias naturales. Una de las aportaciones más imporrnnrcs en este cam­
por los filósofos y epistemólogos, que suele calificarse de espacio li­ po fue el trabajo de Schumm y Lichty ( 1965) titulado «Time, space
terario o espacio ideológico; y, por otra parte, el espacio na111ral o es­ and causality in geomorphology», que dercrminó en gran medida có­
pacio físico donde vivimos. Esta reconciliación se logra gracias al mo consideraron los geomorfólogos y los geógrafos físicos la in­
concepto de espacio social, que ((Se revela en toda su particularidad fluencia del espacio y del tiempo en los procesos ambientales. El ar­
en la medida en que deja de disringuirse del espacio mentaJ (como lo gumeoco clave de los autores ero que las relaciones causales en el
definen filósofos y matemáticos), por una parte, y del espacio fisico desarrollo de relieves eran función del tiempo y del espacio. Para
(como lo define la accividad práctico-sensorial y Ja percepción de la ellos. <<las distinciones entre la causa y el cícero en la formación de
naturaleza), por la otra» (Lefebvre, l 991, pág. 27). El autor sugiere los relieves dependen del período de tiempo transcurrido y del tama­
que «esce espacio social no está formado por una colección de cosas ño del sistema geomorfológico de que se trata» ( chumm y Licbcy,
o una acumulación de datos (sensoriales), ni por un vacío con diver­ 1965, pág. 1 1 0). Para ilustrar esca idea, propusieron que algunas va­
sos coatenidos como si de un paquete se tratase y que no puede re­ riables relacionadas con los ríos podían ser dependientes en una esca­
ducirse a una "forma" impuesta a los fenómenos, a las cosas, a la la temporal y ser, sin embargo, independientes en otra. Así por
materialidad física» (Lefebvre, 1991, pág. 27). ejemplo, las dimensiones de un valle se consideraban dependientes
Según Lefebvre (1991, pág. 27), el fallo básico de la mayoría de en eJ período geológico, pero independientes en el período moderno
las teorias del espacio es que lo plasman como un marco o recipiente y el acrual. En reaJidad, se Limitaron a ilustrar que distintas teorías
donde se coloca la sustancia. A este respecto dice que: rendían a explicar el desarrollo de un relieve en escalas diferentes.
Sin embargo, como observan Haines-Young y Pctch ( 1 986, pági­
Un espacio aparentemente «neutro», «objetivo», trnnspnrenrc, ino· na 139):
ccnte o indifcrcnLe implica más que cl establecirniemo cómodo de un
sistema de pensamien to no operativo, más que un error que puede
Pese al carácrer mltico de sus idc:is, el trnbajo consrirnyó una
evítarse evocando el «medio ambiente», In ccologla, la naturaleza y suerte de nito en la geomorfologia. Su importancia en la historia de
anti-no.turnlezn, la cultura, etc. Por el contrario, es un conjunto com­
la disciplina radica en c¡ue los gcomoríólogos no se hablan dado
pleto de errores, un compleío de ilusiones, que nunca puede logrnr cuenta de que unas teorías c:¡ue 1rntnn sobre cosas diferenccs y respon­
que olvidemos completamente que existe un sujeto total que actúa
den a cucstJones muy distimas, no tienen por ello que ser incompa­
continuamente para mantener y reproducir sus propias condiciones
tibles.
de existencia, a saber: el estado (con sus cimientos en clases sociales y
fracciones de clases específicas) (Lefebvre, 1991, pág. 94).
Cabe hacer dos observaciones concretas acerca del modo en que
Schumm y Lichry (1965) consideraron el espacio y el tiempo. En pri­
Este énfasis en el estado y la afirmación de que la lucha de clases
mer lugar, en vez de librarse a una elaboración completa de la natu­
se inscribe en el espacio son indicativos de la naturaleza subyacente
raleza del espacio y el tiempo, se limitaron a equiparar el espacio con
del proyecto, que consiste en utilizar la teoría del espacio para con­
el área; y, en segundo lugar, no vieron inconveniente alguno en tra­
tribuir «al desmantelamiento de la sociedad existente tras sacar a re­
tar el tiempo como una variable.
lucir aquclJo que la carcome desde el imeriorn (Lefebvre, 1991, pági­
[aspirados en el trabajo de Schumm y Lichty ( 1965), la mayoría
na 420).
de los geomorfólogos han pasado por airo las cuestiones filosóficas
relacionadas con la naturaleza del espacio. No obstante, en una de las
escasas grandes publkaciones sobre el tema, Tbornes y Brunsden
8.2.2. La relatividady lo teoría má11tica (1 977) abordan específicamente la cuestión de la explicación tempo­
ral en la gcomorfología. En cUa, los autores hacen hincapié en que
Las consideraciones de espacio procedentes de los geógrafos fisi­ «el triburo temporal fundamenta! de h1 duración puede compararse
cos están, en cambio, muy arraigadas en las tradiciones de las cien- con las cuaJidades espaciales de área o distancia en cuanto que son

272 273
1

magoirudes finitas y mensurables», aunque «el tiempo se distingue


desplegados por los geomorfólogos por extender este análisis, es una
por la propiedad de dirección intrínseca y por el sentido macroscópi­
de las pocas ocasiones ea que los geógrafos han considerado cuestio­
co de la irreversibilidad» (Thocnes y Bruosden, 1977, pág. 2). De
nes que, durante la mayor pane de nuestro siglo, han sido fuente de
esce modo, aunque sea posible desplazarse en cualquier dfreccióo del
algunas de las discusiones filosóficas más apasionantes en e1 foro de
espacio cridimensional, los sucesos fluyen en una secuencia que avan­
la asuooomfa y de la fisica nuclear.
za del pasado a través del presence basta eJ futuro; no parece que sea
Las teorías de la relatividad de Einstein y la posterior formula­
posible retroceder en el tiempo. Tras haber señalado que muchas ex­
ción de la teoría cuántica han resultado tener una importancia gene­
plicaciones tradicionales de los fenómenos geomorfológicos estaban
ralizada, ramo en la ñsica como en la ñlosofia del siglo XX. Según
basadas en analogías con la experiencia humana, los autores obser­
palabras de Russell (1961, pág. 786), «lo importante para el filósofo
van que (<lgualmente corricnces son en la geomorfologia los intentos
en la teoóa de la relatividad es la sustitución del espacio-tiempo por
por utilizar el tiempo como una de las variables explicativa� pos!­
el espacio y el tiempo». Dado el interés largo tiempo demostrado ca
bles>> (Thornes y Bruosden, 1977, pág. 5). Aunque en su propio ana­
la geografía por el espacio, sorprende que sean tan pocos los geógra­
lisis se centran principalmente: en una discusjón de los daros y mode­
fos que hayan abordado estas ideas. Incluso aquellos geógrafos que
los temporales, en el capitulo final vuelven a la cuestión de las
sí lo han hecho, parecen haber sido incapaces de captar su significa­
relaciones entre el tiempo y el espacio, y en é1 esbozan un enfoque
do esencial. Bird (1981, págs. 130-131 ), por ejemplo, observa que
de la recolección de datos, análisis y construcción de modelos que
«corno post-einsteinianos, todos conocemos la combinación espacio­
incluye las dimensiones temporal y espacial. Tal como señalan, «un
tiempo, y Ullman defendió ca una ocasión ante este Instituto la
problema básico en la geomorfología como en otras ci�ncias, es el

.

_ . interdependencia entre e.I espacio y el tiempo, y la sustitución de uno


de representar conjuntamente el espaao, el tiempo y vanas variables
por otro como "penetrante y fundamental"» (véase Ullmao, 1974,
más» (Thornes y Brunsdeo, 1977, pág. 175). El enfoque que adoptan
pág. 136). Añade el autor que ((debemos reconocer que el espacio y
es eJ de considerar cinco órdenes de estructura: en las estructuras de
eJ tiempo tienen propiedades muy diferentes» (Bird, 1981, pág. 1 3 1 ) .
orden cero, el tiempo y el espacio se consideran independientemente;
Del mismo modo, mucho del trabajo desarrollado e n la geografía del
en las estructuras de primer orden, se consideran corno variables dis­
tiempo, que aspira conscieotemeotc a incluir una dimensión tempo­
cretas, donde sólo una de ellas puede cambiar; en las estructuras de
ral y otra espacial en su análisis (Carlstein, Parkes y Thrift, 1978), re­
segundo orden, se considera que el tiempo o eJ espacio son conti­
chaza la conclusión fundamental de la obra de Einstein, que repre­
nuos; en las esuuccuras de tercer orden, tanto el tiempo como el es­
senta una desviación con respecto a la física clásica de las cuauo
pacio son continuos; y en las estructuras de cuano orden, se in­
dimensiones.
cluyen vacías variables de forma real y no definidas poc su presencia
Si Einstein estaba en lo cierto, el espacio y el tiempo no pueden
0 ausc:ocia. Con respecto a las estructuras de tercer orden, señalan
seguir contemplándose como dos conceptos separados. Según pala­
que todavia «.no se ha encontrado ningún modo de verificar los da­
bras del propio Einstein:
tos de una forma continua. El ejemplo más aproximado seria repro­
ducir un bloque de paisaje completo en d laboratorio, pero incluso
en este caso no podremos recoger los resuJtados de forma continua>> Es un error generalizado suponer que la 1eoría especial de la rela­
(Thomes y Brunsden, 1977, pág. 1 8 1 ). Lo que pretenden es combi­ tividad en cierra medida descubrió o, en cualquier caso, presentó
nar codas las dimensiones espaciales y temporales, junco con nume­ nuevamente la cuatrídimcnsionalidad del continuo tisico. Por supues­
rosas variables, con objeto de recrear la realidad y ofrecer asi una ex­ to, eso no es cierto. La mecánica clásica también está basada en el
plicación completa del mundo real. Pese a la confusión entre los continuo cuatridimensionaJ del espacio y el nempo. Pero en el conti­
términos ((Variable» y «dimensiones» empleados en el análisis, el tra­ nuo cuatridimcasional de la fisica clásica, los subespacios con un va­
lor te mpora l constante poseen una realidnd absoluta, independiente
bajo es especialmente importante porque empieza a abordar I� repre­
. de Ja elección del sistema de referencia. Debido a este hecho, eJ conti­
sentación de los fenómenos como copias de cubos de cspac10-uem­
nuo cuatridimenslonal se convierte naturalmente en un concepto tri­
po. Aunque en la última década ban sido escasos los esfuerzos
dimensional y en un [tiempo] unidimensional, de modo que la postu-

274
275
r:i cuatridimensional no :.e nos impone como 1utt1nffa. La 1c:oria espe­

cial de la rcJ,1tiv1dad, por mr:i parte, crea una dependencia form.U en­
tre el modo en que deben peneu:ar en las leyes naruralcs las coorde-
nadas espaciales, por una parte, y las coordenada� temporales, por Cuno ili.; lu.i: Otmlu¡.;ar Q:mo de lu1
utra (Einstein. 1964, p.ígs. 281-282). del p�do dd futuru

Deja pues de tener sentido el hablar de espacio y tiempo, y tene­ Aq111 y Jhur¡1
mos lJUe empezar a examinar el significado del espacio-tiempo. Fue
Miokowski, en activo a principios de nuestro siglo. quien con el
cálculo vccroriaJ de cuatro dimensiones, proporcionó por vez pri­
abs
mera la base de una nueva conceptualización del espacio-tiempo.
uto
Como sosruvo en el discurso pronunciado en Colonia en 1908 ante
la LXXX Asamblea Alemana de las Ciencias Naturales y la Física:
Ouo lug�tr

Las concepciones de espacio r tiempo que deseo exponerles han


surgido del terreno de la lis1ca cxperimcnmJ v en ella reside �u fuerza.
Son ratltcales. De ahorn en nddnnLc. cJ espacio por su p:1rce y el tiem­
po por la suya est:ín condenndos n difuminarse hasin convenirse en
puras sombras, y sólo una especie Je unión <le ambos mamcndcñ una
realidad indcpcndicnce (l\linkowskJ, 1964, pág. 297). Figura 8.1 Diagrama del Cltpac10-ncmpo. (1 l 1:.1' 11'.: BasaJu p:ircialmcmc en ShíllU>,
1986. p:lg. 87.)
Según los argumentos de Minkowski, sólo puede trazarse un
punco único de espacio-tiempo como intersección de dos conos de
rayos luminosos (figura 8.1) (Shallis, 1986). Todo lo c¡ue se encuen­ Por debaju de la ceoria C!>pccial de la relatividad de Einstein vace
cra fuera de los conos es inaccesible y los sucesos están sobre la linea el presupuesco de c¡ue la velocidad de la luz es independience de des­ i
que va desde el cono del pasado, a través del presente, hasta el cono plazamicnco del observador. Además, nada puede desplazarse más
del fururo. Cada suceso puede representarse con un punto determi­ rápido c¡ue la luz (Davies, 1974; Sciama, 1986; Hawking, 1988). De
nado por cuatro coordenadas. Cabe observar c¡ue esta conceptualiza­ este modo superponer In vdocidad de la luz a cualc¡uier orra veloci­
ción es fundamentalmente diferente del cubo estándar de los diagra­ Jnd da como resultado la velocidad de la luz. Así se producen dos
mas espacio-tiempo de la geognfla del riempo (véase, por ejemplo, fenómenos: dilaraciíin remporal, el efecto fisico universal por eJ que
Parkes y Th ri ft, 1980). 'na de las características principales que cuanto más rápido se mueve un cuerpo, más despacio envejece; y la
debe resaltarse de los argumencos de Minkowslci es c¡ue, según ellos, conuacción de los cuerpos en movimient0, por la cual esros cuerpos
el espacio no puede perdurar a través del tiempo. AJ respecto, se contraen en escorzo en la dirección del desplazamiento. in em­
Schlick (1964, pág. 293) afirma lo siguiente: bargo, la teoría especial de la relatividad de Einstein no es coherente
con la teoría de la gravedad de 1ewwn, según la cual «los efectos
gr:wrtatorios dcberian desplazarse a una velocidad infinita, y no a l::i
No podemos decir, por ejemplo, que un punto cruw su linea del
mundo; ni que la sección tridimensional que represenrn el estado mCJ· velocidad de la luz ni a una inferiorn (Hawking, 1988. pág. 29). Con
memáneo del prescmc nccual pasa '' lo largo del eje temporal n través objeto de resolver esta incoherencia, Einstein ( 1 964, pág. 286) des­
ar olló su teoría general de la relatividad, basnda en «el siguiente
del mundo cuntridimensional, porque un recorrido de este Upo � . .
rendría que producirse en el tiempo, y el tiempo ya está representado prrnc1p10: las leyes naturales deben expresarse mediante ecuaciones
dentro del modelo y no puede introducirse desde el exterior. covarianres bajo el grupo de transformaciones coordenadas conri-

276 277
nuas». La teoría general llevó a la conclusjón de que el espacio-tiem­ va y depende de la elección de un marco de referencia en movimieo­
po es una curva debido a la djsrribuci6n en éJ de la masa y la ro. De esta manera:
energía, y que la gravedad, en lugar de ser una fuerza independiente,
es el resuJtado de esta curvatura. De este modo, según Hawkiog Los observad()res que se desplazan con respecto a otros, pero se
(1988, pág. 33), <<el espacio y el tiempo son cantidades dinámicas: consldernn respectivamente n sí mismos en reposo (lo cual tienen
cuando un cuerpo se mueve o acrúa una fuerza, afecta a la curvatura todo el derecho de hacer según .Einstein), si prnnuncian las palabras
dd espacio y cl tiempo, y, a su vez, la esrrucrura del espacio-tiempo «futuro,, y «pasadon cuando se crucen estarán refiriéndose a cosas dis­
afecta al modo en que los cuerpos se mueven y las fuerzas actúan». tintas, porque estarán fragmemando la continuidad espacio-tiempo
Las teorías de Einstein tienen importantes consecuencias en eJ desde ángulos diferentes (Flood y Lockwood, l 986b, pág. 4).
debate reJativo a !.as interpretaciones del espacio y tiempo absolutas
o sustancialistas y relativas o reduccionistas. Ncwton-Smith (1986) Según las ideas tradicionales, esto no tiene sentido porque va en
propone al respecto que las teorías especial y generaJ de la relativi­ contra de Ja idea de que existe un marco de referencia prioritario,
dad pueden interpretarse como apoyo de cualquiera de estos puntos que nos permitiría decidir sobre un pasado y futuro determinados.
de vista. La observación de que las ecuaciones de campo de la teoría Sin embargo, la teoría especial de Einstein implica que no existe nin­
general de la relatividad pueden resolverse «incluso cuando se da por gcina diferencia ceaJ u ontológica enue el futuro y el pasado. Esta
sentado que oo existe materia ni radiación en absoluto» (Newtoo­ afirmación tiene otra implicación interesante porque sugiere que, del
Smith, 1986, pág. 34) puede interpretarse en defensa de la idea sus­ mismo modo que oo podemos ejercer ninguna influencia ea el pasa­
tancialista. Ello indicaría que, aunque no exista eJ denominado espa­ do, tampoco podemos hacerlo en eJ futuro.
cio absoluto ni el tiempo absoluto, es posible que puedan existir es­ Como ba señalado Davies (1974, pág. 22), en cambio, «es un he­
pacio-tiempos completamente vacíos. En conua de esta conclusión, cho destacado de Ja naturaleza que el mundo real presenta una dife­
Newton-Smith (1986, pág. 34) señala lo siguiente: rencia estructural entre las dos direcciones del tiempo. Esto significa
c¡ue se producen determinados procesos fisicos que son aparente­
Haciendo hincapié en el hecho de que, por lo general, las ecuacio­
mente asimétricos entre las dos diiecciones». Esta s.ituación ocurre
nes matemáticas pueden tener algunas soluciones físicamente aprecia­ pese a la observación según Ja cuaJ «rodas las leyes físicas conocidas
bles y oms que no lo son, los reduccionistas defienden que existen son invariables en el caso de una inversión temporal» (Davíes, 1974,
ralees ajenas que deben rechazarse. En lugar de establecer la posfüili­ pág. 26). Cabe proponer dos tipos principales de soluciones a este
dad de un espacio-tiempo vacío, demuestran una deficiencia en la problema, uno derivado de la segunda ley de la termodinámica y eJ
Teoría Gene.cal. otro de Ja teorfa cuántica. Según la segunda ley de la termodinámica,
«el cambio irreversible procede de un desplazamiento sin objeto al­
Sigue pues en suspenso el decidir si la teoría genera] de la relati­ guno hacia los estados disponibles» (Atkins, 1986, pág. 86). En otras
vidad favorece a los reduccionistas o a los susrancialistas. Lo impor­ paJabras, existe una tendencia natural en Ja materia, Ja energía y la
tante, sin embargo, es que este debate ilustra que la resolución final coherencia a dispersarse por eJ tiempo en un sistema cercado. Uo
deberá combinar argumentos filosóficos y fisicos. Según palabras de modo de definir el cambio consiste pues en recurrir al principio de
Newton-Smith (1986, pág. 35), «no puede alcanzarse ninguna com­ la entropía, según el cuaJ todos los cambios naturales se producen
prensión filosófica satisfacto.ria de la naturaJeza del espacio, del tiem­ en la dirección que favorece eJ aumento de la entropía. De acuerdo
po o del espacio-tiempo desde un nivel puramente semántico. Nues­ con la segunda ley de La termodinámica, la entropía en un sistema
tra indagación en el significado nos llevó a la fisica y determinados aislado nunca puede disminuir. Como consecuencia, codos los cam­
resultados de la física nos devuelven al significado». bios se realizan en la dirección del aumento de la dispersión de ma­
Las teorías de Einstein también son importantes para compren­ teria, energía y coherencia. Además de lo anterior, Hawking (1988)
der la simultaneidad de los sucesos y la dirección del tiempo. Con­ ve la flecha psicológica del tiempo, por la cual las personas sienten
forme a la teoría especial de la relatividad, la simultaneidad es relatl- el paso deJ tiempo, corno el resultado directo de la segunda ley de

278 279
la termodinámica. Aunque esca ley física parece mantenerse firme,
irreversible. Estn i rreversibilidad sugiere que nuestro concepco de
cambio está asociado fundamentalmente a lo que consideramos real,
también puede interpretarse como comraria al empeño humano.
Hawking ( 1 988, pág. 152). por ejemplo, observa que «el progreso de y podría ofrecer una explicación Je la :isunetri:i tempo ral. Según
.
esto, la simetría temporal podría idcnttficar�e (<con In entrada en la
la raza humana en la comprens1ón del universo ha creado un peque­
ño rincón de orden en un universo cada vez más desordenado)). conciencia del obserndor de los <lcrnlles acerca de dónde está el elec­

Además, La experienci a humana individual se di.rige prmcipalmenre


rrón o, quizá, a qué velocidad se dcspla7a» (Dn"1es, 1986, pág. 1 12).
El que esta ampl ificación produ7.ca �mctedsucas de onda o de
hacia la creación de orden en lo que parece ser un mundo desordena­
do. Esca paradoja suele explicarse (Davies, 1974; Hawking, 1988) ha­ pamcula, pero no ambas, impl ica tfUC aquello que un observador
decide observar escá ind1solublemente ligado a lo que se considera
ciendo referencia a la nacurala.a cerrada del sistema doncic -;e apl ican
que cxasre. También en esca oca:.ión, corno en las rcorias de la relati­
la segunda ley de la termodinámica y el principio de la cnrropia. De
este modo, un incremeoto de orden, que implica una disminución vidad de Einstein, para encender la ceuría cuánrica es necesario com­
co rrespondiente de la enrropía, en una parte del sistema/universo, bwar cuestiones fisicas con orras filosóficas. Algo particularmente

sólo se considera posible a costa de un incremcnco de entropía en el


incercs�mc en 1� teoría cuántica es c1uc su�iere que ya no es posible
sistema glo ba l . También tenemos en esre caso la ilustración de una c.:ooclu1r que existe un mundo objeti vo de hechoi. independiente de

tensión enrrc lo que podría denominarse la visión psicológica del las peC'onas que realizan las observacionci. c ientífica :.. La respuesta
típica de los geógrafos físicos a csw conclusión e:. que su mundo es
t iempo y la visión fisicn, por lo que la segunda ley de In termodinñ­
mica necesiraría una revisión considerable. un mundo macroscópico en d que son inadecundas Jns ideas de Ja

El segundo grao enfoque de las cuestiones de asimerría tempoml ílsica cuántica. Sin embargo, dadn In folta de acuerdo sobre las con e­

es el procedente de la teoría cu:íntica y. en particular, del pri ncipio x!on �s enc�e el mundo cu:inr ic� J y el mundo mac roscópico de la expe­
.
de incertidumbre de Heisenberg, y de Los argumentos de Bohr acer­ riencia coad1ana, esta conclusión no es necesariamente correcta.

ca de las relaciones entre observador � observado. Para comprender


la teoría cuántica es fundamental cener en cuenta que en el nivel su­
8.2.3. La i11lerpretació11 del espacio
bacómico de electrones y forones rienen un aspecto de onda y otro
de partic ula. Además, es posible elaborar experimentos para ilustrar
uno de esms aspectos, pero no ambos al mismo tiempo. Esta sima­ En la �rigüedad clásica, una parre fundamental de l a investiga­
.
ción sue le inte rpretarse corno el reflejo de la existencia de dos mun­ c1on geografica se ocupaba de la comprensión filosófica del espacio.

dos superpuestos, que ea cierto modo interfieren uno con el otro. Este interés estableció una relación de vasallaje entre la d i!>ciplina v

Hcisenberg demostró que cuanco más precisas son Las mediciones de la astronomía, cuya exp resión más destacada fue la Geografía de Pt�

la posición de una parúcula, menos prec isa será la medida de su ve­ lomeo. Otra consecuencia fue que los geógrafos penetraron en cues­
t iones de cosmolog1a r del l ugar que ocupaba cJ mundo humano en
locidad, }' viceversa (Da vies, 1986). En términos más formales, «la
incertidumbre en la posición de la partícula, mulriplicada por la in­ el u�i,·erso, puntos que, en el siglo XX, e h an convertido, en gran
certidumbre en su velocidad y por La masa de ta pa rúcula , nunca medida, en coto cerrado de los ciencificos físico!.. El interés recu­

puede ser inferior» a la constante de Planck (Hawking, 1988, pági­ rrente le algunos geógrafos, como nck ( 1977), por la naturaleza del

na 55). Según la teoria cuántica, existe pues una i ncertidumbre inhe­ espac io y el tiempo sugiere, sin embargo, que :.e t rata de un cerna
rente a la ciencia. En lugar de tener una posición y una velocidad, �ue podría reincorporarse comu foco integ ra dor y b{1sico de
la disci­
las partículas tienen un estado cuántico, que es una wmbinación de plina. junto con
las cuestiones ambientales examinadas con anteriori­
la posición y la velocidad. Además, Bohr adelantaba que «ningún fe­ dad en esce capítulo. Existen posibilidades ciui?.ñ de reanudar el diá­
nómeno cuñntico elemental es un fenómeno hasta que ha llegado a logo entre geógra fos y fisicos, 1ncc rrumpido en el si g lo x v 11 dada la

un final debido a un acto i rrevers ible de amplificación» (Dnvies , dedicaci ón de geógrafos como Varenio a las carncterísdcas de la
1986, pag. 99). En otras palabras, eJ paso de un mundo microscópico s�perficie tc rrescre. La preocupación clásica clt La geografía por cucs­
;
de .incertidumbre a un mundo macroscópico concreto es un cambio aoncs filosoficas profundas relativas al espacio y el tiempo, y, como

280 281
consecuencia, por Ja esencia misma de la existencia humana en el Sin embargo, sostener que el 'onceplo espacio-tiempo es un pro­
universo, es más relevante en la actualidad de lo que ha sido en el ducto de la sociedad moderna no es lo mismo que decir c1 ue el espa­
pasado. cio-tiempo es un producto de dicha sociedad. Éste es uno de los
Ante el foso que separa los puntos de vista de los científicos físi- principales problemas de la conceptualización del espacio de Lefe­
cos y de los geógrafos dedicados a la filosofia social so �e � !�
cues­ bvre (1991 ), así como de la de Harvey (1989a) y Giddens (1981 ). Se­
tión del espacio, no es f
ácil avanzar un terreno de reconc11Laaon. Sin gún esta terminología. «espacio» se emplea como abreviatura de un
embargo, cabe identificar tres puntos que podrían ofrecer a los geó­ concepto global. que en última instancia carece de significado real.
grafos una oponunidad de contribuir de forma significativa a este Lcfebvre (1991, pág. 73) admire este extremo cuando comenta que eJ
campo. En primer lugar, como ilustra lo dicho anteriormente, el espacio social «incluye las cosas producidas y engloba sus ncerrela­
i
contraste entre el lenguaje de la teoóa social y cJ de la física nuclear ciones dentro de la coexistencia y la simultaneidad». Para ir más allá,
dificultan la comprensión entre los especialistas de cada campo. Es los geógrafos no sólo necesitan referirse a la producción del espacio,
pues necesario que los geógrafos humanos y fiskos empiecen a pe­ sino a los procesos por los que se producen los fenómenos específi­
netrar en el lenguaje del otro grupo y, en lugar de censurar a los cos experimentados en contextos espacio-temporales concretos. En
otros por pura ignorancia, traten de comprender el significado de realidad, el regreso de Lefebvre (1991), Harvey (1989b) y Giddens
sus interpretaciones. (1981, 1985) al espacio, mientras corrigen en cierta medida el exceso
En segundo lugar, los teóricos sociales y los físicos aceptan cada de atención prestado por la teoria social anterior a las explicaciones e
vez más que nuestros enunciados sobre el espacio(-/y)tiempo son mterpretaciones temporales, corre el riesgo de gam1rse de nuevo la
simples construcciones intelectuales con las que intenta_1nos ent�nder ncusación de fetichismo espacial. Si en algo coinciden la física nu­
nuestra existencia humana. Este aspecto ha quedado b ien explicado clear y la experiencia cotidiana del mundo en que vivimos con res­
en las siguientes palabras deJ astrofísico Shallis (1986, págs. 78-79) pecto a la existencia humana es en que no podemos encender el espa­
con respecto a la relación entre la cosmología y el tiempo: cio y el tiempo por separado.
En tercer lugar, nuestra comprensión del espacio(-/y)tiernpo pro­
Nuestra cosmologia también nos djcc cómo percibimos nuestra cede de una combinación de construcciones teóricas anteriores y de
relación con el cosmos >' la narucaleza. Esca relación, según la cosmo· nuestras experiencias empíricas. Se trata de una de las posibles ilus­
logia, ha dejado de reposar en el mundo orgánico y cídtco de la 02- traciones de La interacción polifacética entre la teoría y la práctica
turaleza donde transcurren nuestras vidas coádianas y donde el tiem­ de la que habla Habermas (1974). Sin embargo, es evidente que mu­
po está presente de forma más explicica e inmediata. Las cosmologías chos de Jos textos geográficos no abordan satisfactoriamente las co­
siempre han incorporado los mitos de la sociedad en su presentación
nexiones enue la teoría y la práctica, salvo en un nivel superficial.
y cxplicac1ón del mundo. No hay ra7.Ón alguna para suponer que
Dentro de la geografía física, por ejemplo, pese a la adopción ge­
nuestra cosmología sea diferente. También ella es nuestro muo, pero
neralizada de la necesidad de relacionar los experJmentos empíricos
le falta la riqueza simbólica, los ideales humanos de los mitos del pa­
sado. Hasta este punto nos dice mucho cerca de nosotros mismos Y con la verificación de hipótesis y, por consiguiente, con la elabo­

de la culcura que hemos construido en los últimos 300 años mas o ración de teocias, se han produado muy pocos cambios fundamen­
menos... Si ruviese que resumir lo que nuestra cosmologia nos ha cn­ tales en los pilares teóricos de la disciplina. A esta situación aluden
señndo acerca del tiempo, diría que hemos eliminado el uempo, que Haines-Young y Fetch (1986, pág. 201) cuando dicen que el marco
lo hemos perdido o que sencillamente lo hemos pasado de largo. teórico de la geografía física (U\() parece haberse dcsarroJJado corno
en otras disciplinas». Tenemos aquí un contraste claro con respecto
La conceptualización del espacio-tiempo es un producro de nues­ al énfasis muy diferente que se pone de manifiesto en algunas áreas
tra sociedad moderna, como lo es una película, una novela o un or­ de la geografía humana, donde se ha dado una tendencia a centrarse
denador. Shallis (1986), en la cita anterior, insinúa incluso que refleja en la parte teórica en detrjmento de la empírica. Esta forma de es­
la deshumanización del mundo social que se encuentra en el ce.otro quivar el mundo empírico refleja el miedo al empirismo causado
de muchas cr.íticas de la sociedad contemporánea. por la crítica del positivismo lógico y es también, indudablemente,

282 283
el resulrndo de lac; resmccmnes frnancieras cada vc7 mayores en la cuelas, departamcnro¡, e individuo!> están siendo objeto. cada vez
práctica de grandes invcs11gaciones empíricas. in embar�o. al tratar m:ís, de «inspecciones ac3démicas», en una época en que la (<ulilidad»
de encontrar un objetivo par:i la invc tigación geográfica futura en se define, sobre rodo. se�ún unos criterios destinados a sustentar las
la interpretación de l:i expcr1enc1:1 ''ivida del espacio(-/y)ticmpo, sería relaciones sociales. políticas r económicas actuales. Los profesores
importante intentnr combinar los avances teóricos dentro de un con­ que defienden abiercamente la adopción de una posrura critica con
texto empírico. vistas a transformar esas relaciones precisamence, e�t:ín abocados al
conflicto con los requisitos de la supcnrivencia institucional.
En la teoría crítica de Habermas, cabe destacar tres implicaciones
8.3. L1\ TEORIA Y LA PR.\CrlC.1\ 01; l.A CEOGRl\Fi \ principales relacionadas con la práctica docente. Bn primer lugar, su­
giere que oo existe el ll:lmado mundo objetivo de hechos estructura­
Esta conceptualización de la relación entre la teoría )' la práctica
dos en forma de le)'· Puesto que la mayoría de la enseñanza imparti­
geográficas tiene consecuencias en la invcstigneión, pero también en
da se ocupa de transmiur ese tipo de hechos aceptados por todos.
la enseñanza de la disciplina ) en la responsabilidad social de loe;
una geografía crítica supondría un cambio sustancial de onenrac16n
geógrafos. Por ello, este penúltimo aparrado vueh•e al rema tratado
en La práctica docente. Gold ti al. (1991, pág. 228) han comentado,
en el primer capítulo del libro para examinar algunas de las implica­
por ejemplo, que «sospechamos que para muchos profesores de geo­
ciones de In postura critica en la práctica geográfica.
grafía en los centros superiores, el problema educatÍ\'O más impor­
tante es el de especificar el contenido geográfico de los cursos». Para

8.3. 1 . Lo educación geo.�rá/ico evitar que se comet11 este error, Jos autores recomiendan que la cnse­
ñam.a se centre más en los estudiantes y en «el desarrollo de los estu­
La mayoría de aquellos que dicen ser geógrafos profesionales se diantes como geógrafos e individuos» (Gold ti al. , 1 9 9 1 , pág. 228).
dedica a dar clases en las disúncas etapas del sistema educanvo. Es, Con este fio, defienden un llumcnto en los contactos cnrre profesora­
por eso, extraordinario que se preste tan poca atención a la enseñanza do y csrudiantes, cooperación de los esrudiantcs, aprendizaje activo,
de la geografia en los cenrros superiores (pero véase Gold ti al., 1991 ). reacciones rápidas, arención aJ tema del tiempo, transmisión de gran­
Es a través de la tarea doccnrc como los geógrafos ejercen su mayor des expectativas. respeto por la diversidad de experiencias docentes,
influencia en la sociedad; son relativamente escasos los legos que Icen auto-evaluación, identificación clara de los objetivos y una práctica
las publicaciones donde se recogen los resultados de la investigación con contenido pedagógico. faras diez directrices para una buena
gee>gráftca, )' los medios de comunicación, por ejemplo, dedican muy práctica docente alientan, eo cierta medida, la adopción de una pos­
poco espacio al trabajo de los geógrafos. Lo que se enseña como asig­ tura crítica en la enseñanza de la geografía, pero deben reposar en el
natura de geografía en los niveles elemental, medio y superior, y la reconocimiento fundamental de la construcción socinl de aquello que
forma en que se imparce esta enseñanza, son pues absolutamente fun­ se acepta como hechos y en la necesidad de que los estudiantes pon­
damentales para comprender la práctica social de la disciplina. gan en tela de juicio la verdad de Jos hechos que se les presentan. La
La Escuela de Francfort nació parcialmente del malestar anee la enseñanza superior no debe ocuparse de inculcar hechos aceptados,
creciente incervcnción política del gobierno alemán en la educación sino de capacitar a los esrud1aotcs para que desarrollen sus propios
superior en lo años \•cime. Para Grünberg y sus colegas, el papel de enfoques críticos ante el mundo en que viven.
la enseñanza superior era desafiar el equilibrio v1genre entre el poder En segundo lu�ar, la educación crítica es una cuesuón de eman­
y la asignación de recursos. Esto� entimientos presentan considera­ cipación y no de conformismo. e trata de dnr a los estudiantes una
bles problemas a los geógrafos de la última década del siglo XX. En oporrunjdad de descubri r sus propills verdades y sus propias mane­
los últimos años de la década de 1980, se incrcmcnró la inrcrvención ras de cambiar llls condiciones sociales y económicas vigentes. Se
pollrica en rodos los niveles del sistema educativo en muchos paises trata de hacer de la educación una experiencia fai;cinantc y capacita­
del mundo con objcw de aumentar la cantidad de conocimicnros dora, más gue una tarea penosa que debe realizarse de acuerdo con
«útiles» que debían adquirir los estudiantes. Las universidades, es- unos principios formulados desde el exterior. La cnseñnnza critica de

284 285
la geografia tiene que superar el tedio que sienten muchos estudian­ cricciones económicas en la práctica investigadora, los individuos e
tes ante las imposiciones en forma de clases, bibliografias, trabajos instituciones soportan una gran presión que les lleva a solicitar ayu­
escritos y prácncos. Debe encontrarse el modo de que el aprendizaje das o contratos en campos subvencionados por organismos estatales
se convierta en un deseo global de adquirir conocimientos emancipa­ o por la industria. No obstante, los objetivos de estas investigacio­
dores. Mediante la deshumanización de la experiencia educ�tiva y su nes no siempre están en conformidad con las posturas éticas }' mor:i­
institucionalización como adquisición de verdades aceptadas, la les de todos los cientificos. Los ejemplos clásicos de esce tipo de
mayoría de las sociedades ha tratado de sofocar este deseo. conflictos son los debates sobre la investigación militar relacionados
En tercer lugar, tras haber propugnado una enseñanza critica y con el programa estadounidense de la «guerra de las galaxias)) y con
emancipadora, es posible volver al tema del contenido. La existencia ta experimentación con animales. Esca tensión es aplicable a todas las
de programaciones oficiales parece proporcionar direet.rices rígidas investigaciones y los geógrafos se enfrentan a decisiones igualmente
para el contenido de los cursos de geografía. Sin embargo, estas pro­ delicadas acerca de las investigaciones que emprenden. Habermas
gramaciones pueden interpretarse de muy diversas formas. Así por (1978) advierte, al respecto, acerca del interés técnico de la ciencia
ejemplo, al referirse a la introducción del Plan Nacional de Estudios empírico-analítica. La consecuencia de esta adverrencia en la geo­
en Geografia, Edwards (1991, pág. 1) ha sugerido que «es una base, grafia es que tenderá a apoyar el sistema social, económico y político
no un límite»; Morgan (1991, pág. 2) ha comentado al respecto que del que forma parte. Un buen ejemplo de esta clase de investigación
«ofrece una base para la práctica correcta, pero no le insufla vida»; y la que ya hemos hablado en
es el tipo de geografia física aplicada de
Rawling (1991, pág. 2) sostiene que «corresponde a cada profesor y este capítulo. Od mismo modo, la explosión comercial del interés
escuela moldear y adaptar Ja ley sobre geografia desde la perspectiva por los sistemas de información geográfica no está tan alentada por
de la buena práctica de la educación geográfica». Las programaciones intereses académicos como por las necesidades del comercio y de Ja
pueden interpretarse, por consiguiente, de muy diversas formas. No administración. El «conocimiento)) que aportan estos sistemas es de
obstante, tal como se ha ilustrado en los capítulos anteriores, la geo­ gran utilidad, al dotar a los que los poseen de un «poder» considera­
grafia tiene la capacidad de ofrecer a personas de codas las edades la ble. Esencialmente, los geógrafos, como t0dos los cienúficos, pue­
oportunidad de reflexionar sobre algunas de las cuestiones más impor­ den elegir el cipo de investigación que desean emprender: pueden
tantes de la sociedad contemporánea, como el deterioro ambiental, el ponerse al servicio del poder y ayudar a garantizarle el control que
cambio climático, el desigual acceso a los recursos, cJ hambre y la po­ ya posee, o apostar por cambiar las relaciones de poder vigentes en
breza. Aunque la geografta siempre haya sido una disciplina muy vas­ una sociedad concreta.
ta, tiene la responsabilidad exclusiva de ofrecer, en los niveles elemen­ Tradicionalmente, los geógrafos han emprendido investigaciones
tal y medio de enseñanza, una interpretación crítica de la ocupación muy dispares, desde la reconstrucción del medio ambiente cuaterna­
humana de la Tierra y de las diferencias entre los lugares. rio, pasando por modelos de los procesos de erosión y sistemas de
asentamiento, hasta interpretaciones de las novelas del siglo XIX. En
realidad, uno de los atractivos de la geografía es que proporciona un
8.3.2. La opción inve11igadora
foro institucional donde tienen cabida intereses y enfoques investiga­
La teoría crítica también tiene mucho que decir con respecto a la dores muy diversos. Una aportación de la geografia crítica sería cen­
práctica de la investigación. Por encima de todo, sugiere que � o trar particularmente la atención en las contradicciones y desigualda­
existe una ciencia objetiva y libre de juicios de valor. Todas las in­ des dentro de las sociedades, con objeto de suministrar conoci­
vestigaciones reflejan una interacción entre d observador y lo obser­ mientos que permitiesen resolverlas. Más concretamente, el interés
vado, y entre la teoría y la práctica; además, son también un reflejo heredado por las relaciones entre las gentes y el medio sugiere que se

del contexto social, económico y político dentro del cual se practi­ trata de un campo al que los geógrafos podrían aportar mucho. Una
can. La investigación nunca puede ser políticamente neutral. La res­ de las tareas de la gcografla crítica sería, pues, poner de manifiesto
ponsabilidad de la investigación corresponde, en última instancia, a las contradicciones asociadas con la explotación humana del medio
aquellos que la realizan. Especialmente en épocas de crecientes res- ambiente y proponer soluciones a esta situación.

286 287
La resolución de contradicciones puede realizarse de muchas for­ dan su sustento por las inundaciones en Bangladesh o que mueran
mu!I )' suele reflejar los equilibrios de poder relativos entre los dife­ en refugios antiaéreos improvisados en Irak o en Yugoslavia, el
rentes grupos sociales. También en esta empresa encontramos una mensaje de una práctica comprometida no puede pasar desapercibi­
cuestión rel:\Clonada con las personas sobre las que trarnn las investi­ do. Se trata de un mensaje de acción social.
gaciones y aquellas que las encargan. La fuente de financiacjón es io­ La enseñanza y la investigación de la geog raíla existen dentro de
dudablememe un imporcame faccor en la t0ma de decisiones sobre la cooccxcos sociales concretos. Por ello la práctica geográfica empieza
ÍJl\'cstigucion, pero no es el único. Los universitario de muchos en las sociedades donde se encuentran los geógrafos. También en es­
países tienen una libcrcad extraordinaria para emprender las invcsri­ te caso existe una tensión fundamental eocre los imperativos institu­
gacionc.s que consideren oporrunas. Es pues una decisión individual cionales que tienden a limitar cJ cambio social y las aspiraciones de
la que dcccrmina si IO!> geógrafos estudiarán las ubicaciones más ren­ los geógrafos a efectuar djcho cambio. Con mucha frecuencia esta
tables par:t la localización de comercios al decaU en las sociedades ca­ censión se refleja en conflictos de índole financiera. Es muy poco
pitalistas avanzadas o si se dedicarán a estudiar la disponibilidad de probable que los gobiernos y las universidades estén dispuestos a se­
centros sanitarios parn la población rumJ deJ África central. La geo­ guir subvencionando, en los deparcamencos de geog rafía, una ense­
grafi:i critica apela por una investigación c¡ue intente revelar a las ñanza y una investigación que no produzcan graduados o descubri­
gentes las condiciones de su existencia, de forma c¡ue puedan cam­ mientos «útiles». De hecho, el cierre de los departamentos de
biarlas si así lo desean. geografía en universidades como Ja de Mjchigan y Chicago es testigo
En la pniccica, csros objetivos no son fáciles de conseguir. Pitrn directo de esta situación.
avanzar en el escalafón insrirucional, los geógrafos se ven obligados La imagen pública de la geografía es, por todo ello, de una im­
a escribir libros y publicar actículos en revistas profesionales, que la portancia fundamental. No debe sorprendernos que una disciplina
mayoría de Ju gente nunca leerá. Por otra parte, la investigación des­ que, según una idea generalizada, sólo trata de estados y capitales, de
unada a cambiar las condiciones c¡ue causan la explotación y la priva­ cabos y golfos, y que no logra transmitir a los estudiantes ni siguiera
ción requiere una comunicación con los organismos responsables de estos conocimientos, sucia tacharse de inútil. Una solución sería que
Cjta:. condic1oncs. R:. prcdso d diálogo y la creación de grupos loca­ los geógrafos interviniesen más activamence en los medios de comu­

les con representaoces del gobierno, organismos de asistencia social y nicación y en publicaciones no académicas. Además, también seáa
asociaciones de beneficencia. Pero, sobre rodo, significa publicar necesario que empezasen a desempeñar un papel más activo en Ja ac­
artículo:. en revistas que la mayoría de los geógrafos no leerá nunca, ción política, en una serie de niveles que vayan desde los organismos
pero sí lo harán aquellas personas en condiciones de efectuar los locales hasta el foro incernaciooal del debate polltico. Ahora bien,
cambio!>. Por encima de todo. la empresa depende de una apuesta para cllo es preciso que el personal universicario de los departamen­
por el cambio práctico. tos de geografía acepte Ja necesidad de cambiar la imagen pública de
la disciplina y lo contemplen como un ejercicio que merece la pena
realizar. También es menester que crean firmemente en la importan­
8.3.3. Los J!/Ó..f!.rafos rn la sotitdad cia de Ja práctica geográfica r en el futuro de la geografía como dis­
ciplina académica.
Por debajo de cualquier apuesta por eJ cambio social, existe la
creencia de que las condiciones vigentes no son, por alguna razón,
sansfactorias. Para los geógrafos que se conforman con el orden 8.4. EL P TURO DE LA GEOGRAFIA:

mundial contemporáneo, el mensaje de Ja geografía crítica será irre­ EL SER l l UMANO, EL MEDIO Y HL LUGAR

lcvanre. Sin embnrgo, para codos los que estén descontentos con las
condíc1ones que permiten qlle las personas mueran de hambre en el Una culminación posible de la tendencia actual hacia la djvisión
Africa oriental, que vivan en cajas de cartón en las calles de Londres, de la geografía en dos ramas, la flsica y la humana, es c¡ue la discipli­
lJUe sean victimas de la violencia racial en Estados Unidos. c¡uc pier- na c¡uede inmersa dentro de una ciencia general de la Tierra, por un

288 289
11

1� lado, o de una ciencia social igualmente general, por otro. En el pla­


no de las insáraciones particulares esto ya ha supuesto, por ejemplo,
fos; c¡ue nos ocupamos de algunas de las cuestiones más vitales que
se plantean en la socied:id contemporánea.
la creación de departamentos específicos de ciencias sociales y cien­ Si la geografia humana queda inmersa en una ciencia social gcne­
cias de la Tierra, v en el plano más general de las comunidades rnl y la geografía física en las ciencias de la Tierra, será dificil justifi­
científicas también ;sistimos al aumento de Jos contextos interdisci­ car la supervi,,encia de la geografia tal como se ha practicado en los
plinarios eo el ámbito de la invcságación. Esta tendencia plantea ":1· últimos tiempos. Concretamente, aunque el descubrimiento relativa­
porta11tes cuestiones relacionadas con el papel fucuro de la geogratia mente reciente del «espacio>> por los científicos socia les podría pare­
y de los geógrafos.
. \, cer que ofrece a los geógrafos un hueco profesional específico, no es
Pareceria que anee la existencia innegable de esta tendencia, mu­ 11 más que una ilusión. Ninguna disciplina puede reclamar el espacio
chos geógrafos la aceptan gustosos. Pero si persiste, es muy posible como propio, no sólo porque coda la existencia humana se desarrolla
que Ja comunidad cientifica no logre abordar con el rigor suficie�rc 1

en el espacio, sino también porque esta c.xperiencia del espacio se


algunos de los principales problemas con c¡ue se enfrentan las s?cte­
dades del siglo XX. En particular, parece probable que la crec1cntc
1 produce a uavés de la experiencia del tiempo. El espacio por si solo
carece de significado. Por la misma razón, es dificil aceptar los argu­
separación entre las ciencias sociales y de la Tierra deje un vacío en 1
mentos que sugieren c1ue la aportación de la geografia física a las
lo c¡ue respecta a la investigación de cuestiones cruciales relativas al ciencias de la Tierra conslSlc en considerar los procesos en su funcio­

11 uso humano del medio ambiente. Es precisamente a este vacío al que


ba dirigido Stoddart (1987a) su llamamiento para que la geografía se
namiento dentro del espacio. Todos los procesos fisicos úenen un
contexto espacial.
centre en la cuestión del uso humano del terreno y de los recursos. Ahora bien, las personas crean sus propios entornos y no pode­
Existe una larga tradición de este tipo de investigaciones geográficas mos conocer escos entornos inckpcndientcmentc de la conscrucción
y, aunque muchos geógrafos siguen defendiendo la separación cnu� humana. Esta construcción es la que forma los lugares y la tarea de
las dimensiones humana y física de la disciplina, parece obvio que si comprenderla plantea muchas djficulrades y puede enfocarse desde
la geografia no existiese, sería necesario insriruci nalizar una ueva muchos pumas de vista. De estas dificultades se empiezan a ocupar
? .?
disciplina que se ocupase de estos asunms. La reciente cxpans1on del geógrafos como Emrikin (1991) y Johnston (1991c), al interpretar la
número de depanamentos y cursos relacionados con el medio am­ unión de los mundos objetivo y subjetivo de la realidad. El lugar se
biente podría considerarse un intento de esta índole. ha convenido en el punto esencial para comprender la interacción
Cabe señalar que lo anterior es mucho más que un simple asunto del mundo humano de la experiencia con el mundo fisico de la exis­
de política institucional y de mantener las fronceras disciplinarias tencia. m cometido ele una geografía crícica es conseguir c:¡ue las per­
existemes. Temas como el deterioro ambiental, la lucha contra la sonas reflexionen sobre esta interacción y, en este empeño, crear un
conraminacióa, la conservación, el cambio climático y la gestión de mundo nuevo y mejor.
recursos, por ejemplo, requieren todos ellos un conocimiento sustan­
oaJ de procesos fisicos y prácúcas sociales. Este conocimiento será
sólo parcial si se enfoca exclusivamente desde las ciencias físicas o las
ciencias sociales. Como se ha ilusuado ca el presente libro, la geo­
grafta tiene una larga cradición de invesúgación y enseñanz� acerca
_
.
de La ocupación humana de la Tierra. Se trata de una tradJCJoa que
_

1 ha ido desde inveságacioncs exclusivameme sobre los procesos fis1-


cos que operan en la superficie terrestre hasta las interpretaciones so­
ciales del paisaje, e incluso hasta consideraciones cosmológicas del
lugar que ocupa la humanidad e.a el universo. Es ésra la tradición
i que debemos reivindicar. Cuando nos pregunten a qué nos dedica­
mos, debemos ser capaces de decir con confianza que somos geógra-
11
290 291

'
J
-,
• Glosario

1 Este glosario ofrece una definición breve y concisa de algunos de


los términos utilizados en este libro con los que quizá los lectores no
1 estén familiarizados. No se trata en absoluco de una tarea sencilla
1 porque muchos poseen una diversidad de significados como reflejo
del uso que de ellos hacen diferentes filósofos. Cada uno de los tér­
minos se explica en mayor detalle en el texto y las definiciones que
1
siguen están concebidas principalmente como una ayuda para los lec­
tores al recordarles el significado básico del término. La página de la
que se ha extraido cada término figura entre paréntesis. El uso de
cursiva se reserva para las referencias cruzadas. Para obtener defini­
ciones más detalladas, véase Edwards (1967) y Johnscon, Gregory y
Smith (1 986).

.. a posteriori: Término aplicado a las verdades, proposiciones y con­


ceptos, que significa Literalmente «de lo que es posteriorn. En eJ
uso corriente, un razonamiento a posteriori es aquel que va de los
efectos a las causas. Según Leibniz, las verdades a posteriori son

aquellas que pueden considerarse verdaderas sólo a partir de la


experiencia. Kant da por sentado que los juicios analíticos no
[I
li pueden ser a posltriori (pág. 109).

a priori: Término aplicado a las verdades, propos1c1ones y concep­


tos, que significa Literalmente c<de lo que es anterior». En el uso
corriente, un razonamiento a priori es aquel que va de las causas
a los efectos. Según Leibniz, puede demostrarse que las verdades
a priori están basadas en proposiciones idénticas. La distinción

293
�..r-

11
entre o po.rleriori y a priori esrá basada, pues, en lo que se deriva
dialéctica: Método que busca la verdad a través de la resolución de
paradojas, opuestos y contradi cciones. Suele establecerse su ori­
de la experiencia y lo que no se deriva de ella (págs. 109-110).
gen en d siglo v a. de C. con las paradojas de Zenón de Elea y
anarquismo: Movimiento poli tice relacionado con la su stitución Je su uso se generalizó gracias a la Academia de Platón y a Aristó­
los estados centralizados por grupos coopc ra uvos aucosuficien­ teles. Hegel introdujo la idea de un movimiento o lógica necesa­
ces; rechazo del orden r de la autoridad (págs. 130-132). rio dentro de su conceptualización de la dialictico, que aspiraba a
alcanzar una mayor unidad mediante el paso de los pensamientos
ciencia: En su uso general , este término se refiere al conocimiento
a sus opuestos. Marx sustiruyó la concepci ón ideal ista hegel iana
y, en particular, al conocimiento sistematizado. uele considernr­
de la dialéctica, caracterizada por el énfasis en el Espíri tu, por
se que el método cientifico consiste en la elaboración de ltoría.r,
una dialéctica materialista
q ue reflejaba las condiciones materiales
que Lrarnn de explicar los sucesos observados haciendo refcrencii1
de la existe ncia humana (págs. 229-23 1) .
a fuerzas no observadas. Para 1\Jchusser, la riencio es una forma
1 de conocimiento diferente de la ideologa,
í porque es capaz de pro­ empirismo: Doctrina según la cual la experienci a, y no la razón,
duci r conocimientos nuevos a partir de conceptos como medios constituye la fuente de todos los conocimientos, y las observacio­
de producción, para así generar sus propios objetos y pruebas nes tienen primacia sobre los enunciados teóricos. Constituye un
(págs. 44-48). principio central del po.ritivi.rmo, pero debe diferenciarse del cali fi­

i:j
cocografia (ocorología): Estudio de la diferenciación por áreas de la cativo empírico que suele utilizarse para referirse a estudios sus­
Tierra. Prolomeo distinguía entre geograffa o estltdio de la Tie­ tanciales q ue incorporan los resultados de la observación, si.o

rra en su conj u nto y corograjla o descripció n de regiones determi­ atribuirles por ello la condición privilegiada correspondiente al
nadas de la Tierra. Esta diferencia encontró un paralelo en la dis­ e111piri.rn10 (pág. 44).
tinción establecida por Varenio en el siglo XVII entre la geografía enuopia: Medida del desorden. Desde un punto de 'rista más for­
general y la especial, y más recientemente entre la geografía siste­
mal, es una medida de la cantidad de energía utilizable dentro de
má tica y la regional (pág. 86).
un sistema, aproximadamente equivalente al grado de organiza­
cosmol ogía: Estudio del universo desde el punro de vista filosófico ción de dicho sis tema. En vinud de l a segunda ley de la termodi­
o cien tífico. Para Ja filoso fia, la cosmología es, en gtao medida, námica, el fl ujo de energía en el interior de un sistema fisico
la rama de la 17/etafí.rica que se ocupa de los conceptos universa­ siempre tendrá como resultado un incremento de l a entropía co­
les. F.I uso cicoúfico del término se refiere a los estudios del uni­ ral (págs. 279-280).
1
verso astronómico o fisico en su conjunto (pág. 80).
episteme: Según FoucauJt, visiones del mundo o estructuras del
deducción: Derivación de una verdad particular a parri r de un pensamiento que posee una sociedad en un momento dado e im­
enunciado general . Es un tipo de inferencia a través de la cual al­ ponen las mismas normas o postulados en rodas las ramas del sa­
gunas premisas y proposiciones se wman como básicas, y codas ber (pág. 52).
las demás proposiciones como derivadas lógicas de ellas. Es lo
contrario de i11d11cció11 (pág. 46).
1 epistemologia: Rama de la filosofía que se ocupa del alcance y los

1 determinismo: Corriente ele pensamiento según la cual todo el com­


pi lares del conocimiento, y de la veracidad de las distintas pre­
tensiones de dicho conocimiento. Suele considerarse a Platón el
ponam 1enco humano depende de alguna fuer1.a e>.terna. También fundador de la epistemología, por haberse preguntado qué cono­
11 puede interpretarse como la doctrina conforme a la cual todo lo cimientos podía suminisrrar la razón. Se centra en cómo sabemos
que ocurre es el resultado inevitable de una situación anterior. lo que sabemos y suele oponerse a la 01110/ogla (pág. 44).
En la gcograffa, Sl1cle asociarse con las ideas del determinismo
a mbien ta l, según el cual la acción humana est:i determinada por
estructuralismo: Conj unto de filosoflas, eje mpli ficado en los enfo­
ques contrastados de Lévi -Strauss y A l c h usser, que tienen en
el medio ambiente (págs. 134-138).

294 295

.-...
común el que el mundo empírico de los fenómenos observables hipótesis: Enunciado establecido con el propósito de realizar verifi­
viene determinado por estructuras subyacentes. La explicación de caciones empíricas (pág. 44).
los fenómenos de superficie se consigue a través de La descrip­
humanismo: Término general empleado para hacer referencia a las
ción de dicha estructura subyacente (págs. 235-238).
filosofias basadas en el reconocimiento del valor de las personas
existencialismo: Movimiento filosófico muy generalizado en los si­ y que toman la naturaleza humana, ea su sentido más ampio,
l co­
glos XIX y xx, conocido sobre todo a través de los textos de mo tema de estudio. Las principales filosofias humanistas toma­
Kierkegaard, Heidegger y Sarue. Su principaJ interés se centra das recientemente en consideración por los geógrafos son el exis­
en la existencia humana en el mundo. Los temas explorados por tencialismo, el idealismo, la fenomenología, el prag111atis1110 y el realismo
los filósofos existcncialistas van desde las relaciones entre i.ndivi­ (págs. 204-205).
duos y si.stemas, hasta la inrencionaJidad, el ser y lo absurdo, la
libertad y la capacidad de elección, y La ansiedad y el miedo. Mu­ idealismo: Filosofía según la cual las condiciones mentales y espiri­

cha de la literatura existencialista se centra en cómo se aleja a los tuales constituyen la base de nuestra comprensión del mundo.
1 individuos dd mundo de las cosas externas, con la inrención de Da por sentado que existe una realidad espiritual más allá de lo
I! 'I reunirlos con su creatividad inherenre (págs. 207-208). que resulta evidente a través del sentido común. Se opone direc­
'
tamente al 111altrialiw10 r al realis1110 porque niega la posibilidad
fenomenalismo: Punto de vista por d que no se establece distin­ de que las cosas materiales existan fuera de la percepción que te­
ción alguna entre La esencia y c.I fenómeno, y, por consiguiente, l nemos de ellas (págs. 208-210).
síilo podernos registrar ac¡uello que experimentamos di.recta­
mente (pág. 59). 1 ideologfa: En d uso general, término que se aplica a un cuerpo de
ideas o a un modo de pensamiento. También puede servir para
fenomenologla: Término utilizado para referirse a las filosofias rela­ definir el ámbito de la metafísica. En la terminología marxista, se
cionadas con los fenómenos. Diferemcs interpretaciones del sig­ ha utilizado con frecuencia para hablar del concepto de concien­
nificado de fenómeno han llevado a diversos usos del término fe­ cia falsa y de ilusiones compartidas por los miembros de una cla­
nomenología. Para Hegel, la fenomenología aspiraba a establecer se, asociados con una estructura económica especifica. Althusser
cómo se conoce la mente a través del examen de su apariencia. sostiene que la ideología constituye una forma de conocimiento
La enomenología
f moderna, procedente ca gran medida de Hus­ diferente de la ciencia. Puesto que su problemática permanece
serl, tiene por objeto revelar los fenómenos como esencias intui­ dentro del ámbito social, sugiere que no puede producir conoci­
1
1 das a través del conocimiento direcro. Los enunciados fenomeno­ mientos nuevos, sino sólo conocimientos que sean una variante
lógicos son pues descripciones no empíricas de los fenómenos de otros or:iginales. La ideologia desempeña, por consiguiente, la
(págs. 205-207). función social de capacitar a las sociedades para que regulen su
comportamiento (págs. 5 1 -54).
hermenéutica: En el período medieval, escudio dedicado a dilucida.r
e i.nterprerar los textos y, en particular, a identificar las escrituras icliográfico: Relativo a lo ú01co o particular; lo contrario de nomoti­
cristianas auténticas. Posteriormente, se ha utilizado. de forma tico (págs. 156-157).
más general, para referirse a la comprensión más amplia de los
significados. 1 lace hincapié en la naturaleza artística, más c¡ue en inducción: Argumento por el cual se derivan enunciados generales
la cicnáfica, de la comprensión y se ccnrra en cuestiones de con­ de otros particulares. Desde un punto de vista más formal, se
1 senso, verdad y significado oculto de los textos. En el siglo XIX, utiliza para referirse a argumentos donde la verdad de las premi­

11 la hermenéutica akanzó su punto culminante en la obra de Dilt­ sas ofrece una base razonable para aceptar una conclusión, aun­
hey y Max Weber, ,Y, más recientemente, ha sido un elemento que no entrañen necesariamente la verdad de dicha conclusión.
11 fundamental de la etnometodología de Schutz (pág. 63). Es lo contrario de ded11<ció11 (pág. 46).

296 1 297
1
1
- 1

ley: Enunciado general aceptado como universalmente verdadero. positivismo lógico: Rama del positivismo desarrollada por � � alg n s
.
En cl positivismo, las leyes se producen a través de la comproba­ miembros del Círculo de Viena, como Mach y Schl1ck, a ponc1-
ción empírica de las bipótesiJ (págs. 44-48). pios del siglo xx, con la intención de utilizar la �
encia para re­
-
chazar los argumentos del ideoli11110 de la 111ttafmca t:as�e� den­
}'
materialismo: Filosofia que da primacía al mundo material y que, tal. Se basaba firmemente en el e111piris1110 y en el pnnap10 de
en oposición al idealisn10, relega los consa:uctos mentales a una
verificabilidad. Mediante una mala interpretación de la distinción
posición secundaria o dependiente. El materialismo histórico o
que establece Wittgenstein entre proposidoru� ano/íliras y �inliliras,
dialéctico de Marx trataba de explicar la dinámica del cambio so­
los posiávisras lógicos sostenían que las pamcras constituyen el
cial, reparando en los pilares materiales de la vida social, deno­
dominio de lns ciencias formales, mientras que la verdad de co­
minada base económica o modo de producción. El cambio de
dos los enunciados sintéticos sólo puede determinarse mediante
modo de producción se contempla como el resultado de tensio­
la verificación empírica en el ámbito de las ciencias facruales. El
nes y conflictos en las relaciones de producción del modo ante­

positivismo lógico de Macb rechazaba tam b én la �lasificación de
rior (págs. 229-232).
Las ciencias de Comte )' buscaba, en cambio, unificar todas las
metafisica: Rama de la filosofía que plantea interrogantes acerca de ciencias a cravés de la aplicación de la metodología de la física
la naturaleza de la realidad, acerca del ser y el saber. La metafisj­ (págs. 60-61 ) .
ca ruce tratar cuestiones que se sirúan más allá de la capacidad de
posmodemismo: �
Vasta interpretación de la exis�encia umana con­
resolución de l.a •Íencia (págs. 106-1 1 1 ).
temporánea, centrada en la búsqueda de la d1fcrenc1a. Desconfía
.
modelo: Estructura utilizada para interpretar la operación de un sis­ de todas las grandes teorías que pretenden encontrar conclusio­
tema formal; representación estructurada de lo real. Los modelos nes claras )' globales (págs. 247-250).

pragmatismo: Movimiento filosófico que evolucion? muy rá�ido a


se encuentran, por lo general, en escalas o niveles diferentes de la
realidad que representan (pág. 217).
finales del siglo XIX y principios del XX, asociado pamcular­
nomotético: Relativo a lo general y universal; es lo contrario de menre a Peirce, James y Dilthey. Hacia hincapié en el rechazo de
idiográfico (págs. 156-157). la filosoña tradicional del siglo XIX y mantenía un interés funda­
mental por el csclarecimienro del significado. Se :aracteriz�ba
ontología: Rama de la metafísica que estudia la naturaleza del ser y por una concepción del conocimiento como algo falible y fluido
su relación con la conciencia humana. La ontología se ocupa de (págs. 212-213).
los objetos últimos del ser, de lo que existe. Suele oponerse a
epistemolo¡/a (págs. 244-245). proposición analítica: Proposición en la cual el predicado fo:ma
. _
parte del sujeto, por ejemplo, «un con� ¡o pcqueno es un cone 10».
paradigma: Según Kuhn, logros universalmente reconocidos que Los enunciados anallricos sirven senc11lameme para aclarar y no
ponen a rusposición de los miembros de una comunidad científi­
para informar. Según Wittgenstein' los enunciados :u'�íti�os son
ca problemas y soluciones modelo. Se adopta un paradigma para . ._
aquellos cuya veracidad es necesarn1 para el uso lingutstsc� del
definfr tamo los problemas como los mét0dos c¡ue se utilizarán sistema de conceptos del que dependen. Todos los enunciados
para resolverlos (págs. 48-51).
que no son anaUticos son si11titicos (pág. 61 ) .
positivismo: Movimiento Alosófico del siglo XIX, inspirado en la
proposición sintética: Proposición informativa porque c��ecta �s ?
obra de Saint-Simon y desarrollado por Comte. Sus premisas bá­
conceptos diferentes; todo enunciado que no sea ana/1/1&0 (pagi-
sicas son que la ciencia es la única forma de conocimiento válida
na 61).
y que los hechos observables son los únicos objecos posibles del
conocimiento. Basado en los presupuestos del ftnonm1alis1110 y del racionaUsmo: Filosofia que refleja una amplia colección de creencias Y
s1110, se opone directamente a ta n1elajísira (págs. 57-63).
en1piri que subraya la imponancia del razonamiento apriori en la adqwsición

298 299
de conocimientos. Sus principales representantes fueron Descartes,
Spinoza y Leibniz, y suele oponerse al efllpiriJmo (pág. 45).
realismo: Filosofía que sostiene que los objetos materiales existen
independientemente de nuestras experiencias sensoriales. Se ocu­
pa de la identificación de los mecanismos causales y regularida­
des empíricas, y se opone tanto al ftnomenalismo como al idtnlis1110.
EJ realismo pretende revelar los mecanismos causales por los que
.
determinados sucesos se sitúan dentro de estrucruras subyacen­
ces. Según el reafümo trascendental, ello se consigue a través del
proceso de la abstracción (págs. 244-247).
sistema: En el uso general, conjumo de entidades v las relaciones
entre ellas. Debería coocrastarse con La teoría gen�ral de sisremas Bibliografía
que pretende derivar enunciados teóricos acerca de las propieda­
des comunes a codos los sistemas (págs. 173-181 ).
teleología: Estudio basado en La finalidad. Punto de vista según el ACl'ERMAN, E. A. (1945), «Gcographic training, wartimc rescarch, and im­
cual el desarrollo se debe al objetivo al que se aspira. Con fre­ mcdiate profession al objectives», Am1tJ/J, Auodation of American Geo­
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PltóLOGO A LA EDIOÓN INGLESA . . . . . . . . . . . . , . . . , , , , . . , . . . . . , , , . 9

PRóLOGO A LA EDIOÓN ESPA!ilOLA . . .,,,,.,,....,......,,,.....,, 13

AGRAOECIMl.ENTOS . . ' . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ' . . . 17

CAPITULO PRIMERO. La geografla: construcción social d e una disci-


plina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19

1.1. La imagen d e la geografia en la sociedad . . . . . , . . . . . . . . 20


1.2. La construcción de una disciplina . . . . , . . . . . . . . . . . . . .. . 25
1.3. La enseñanza de la geografía . . . . . . . . . . . . . . . . . , . . . . . . . . 27
1.3.1. La geografia en el plan norteamericano de estudios
secundarios ..........................
. . . . . . . . • 27
1.3.2. La geografia en el sistema educativo de Inglaterra y
País de G.tes . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . 32
1.3.3. La gcografia desde la enseñanza primaria a la
superior . . . . . . . . . . . . . . . . • ..................... 37
1.4. La autorreflexión geográfica. . . . . . . . . . . . . .... . . . . . . . . . • 40

CAPITULO Il. El lugar de la teoría . . . . . . . . . . . . . • . . . • • . . • .. . . . . 43

2.1. La ciencia. y la sociedad . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . 44


2.1.1. Las definiciones de ciencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44
2.1.2. Kuhn: paradigmas y revoluciones cientificas . . . . . 48
2.1.3. Foucault: verdad en lugar de saber; poder en lugar
de ideología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
2.1.4. Habermas: poder, saber y verdad . . . . . . . . . . . . . . . 54
2.2. Ciencia, saber e interés . . . . . . . . . . . . . . . .. .............. 56
2.2.1. Gencia.s empírico-analiticas . . . . . .. .............. 57
2.2.2. Cicncia.s histórico-hermenéuticas . .. .............. 63
2.2.3. Hacia una ciencia crític.a . . . . . . . ................ 69
2.3. Teoría, práctica e interés geográfico . ................. . 73

338 339
CAPITULO ill. Geografia y sociedad: el contexto clásico y la era de CAPITULO V. De la región al proceso: el nacimiento de la geogratla
los descubrimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . , ...... ...........
, , 75 como ciencia empirico-analítica ........ ................... .. 151

3. t . La geografia en Grecia y e n Roma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76 S. l . El tránsito de la geografia regional .................. .. t 52


3. 1 . t . Los orígenes d e la geografia clásica . . . . . . . . . . . . . 76 5.1.1. Los geógrafos en la guerra ...........,........ 152
El advenimiento de la geografia clásica oficial: Es- 5.1.2. Problemas de definición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155
3.1.2.
trabón y Ptolomeo . . . . . . . . . . ........... .... 5.1 .3. Lo especifico y lo general; las regiones y los siste-
, , , 82
3.1 .3. El concepto de geografía para los griegos y los ro-
mas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 156
. 5.1 .4. La ciencia geográfica y el arte de la geografia .. 163
manos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86 .

3.2, La geografia china y la gcografia islámica . . . . . . . . . . . . . . 88 5.2. Modelos, sistemas y procesos: la adopción implícita del

3.2. t . La geografia chirla, una tradkión independiente . . 88 positivismo lógico ........................... ........ 164
3.2.2. Las aportaciones islámicas a la comprensión geográ- 5.2.1. El proceso y la forma en la geografia flsica . . . . . 164
fica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90 5.2.2. Enfoques teóricos de una geografia humana siste-

3.3. El resurgimiento de la geografía europea . . . . . . . . . . . . . . . 93 ............ ............. ..............


mática 168
3.3. 1 . Un mundo de «descubrimientos»: cattografia y ex- 5.2.3. Sistemas y geog·rafüa teórica
...... .............. 173
5.3. Explicación, relevancia y problemática en temas sociales . 182
ploración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
3.3.2. La geografía y la expansión del poder europeo . . 97 5.3.1. La explicación en la geografia . . . . , . . . . . . . . . . . . . 182
3.3.3. La geograña en los albores del siglo xvu . . . . . . . 99
5.3.2. Boston en 1971 y el debate de la relevancia . . . . . 184
5.3.3. Los fallos del positivismo lógico . . . . . . . . . . . . . . . 187

CAPITULO IV. El nacimiento de la geograña como disciplina acadé-


CAPITULO VI. La geografia y las ciencias histórico-hermenéuticas:
mica oficial . . . ............................................ 101 en busca de la comprensión . . ....................... ....... 191

4.1. De Varcnio a Kant: l.a reaparición d e l a geografia oficial 102 6.1. La geografia: urraca de las disciplinas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 192
4.1.1. Varenio: la geografia general y la especial . . . . . . . 102 6.1.1. Geografia, comportamiento humano y espacio . . . . 193
4.1.2. La Phy1is,ht Gtographit de Kant . . . . . . . . . . . . . . . . . 106 6.1 .2. La geografia y las ciencias sociales en Francia . . . 194
4.2. Humboldt, Ritter y la fundación de la geografia moderna. 111 6. 1.3. La geografla y las ciencias sociales en Gran Bretaña
4.2.1. Alcxandcr von Humboldt y la unidad del cosmos . 112 y Est.ados Unidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 196
4.2.2. Car! Ritter y la combinación de la teleología y la 6.2. La geografía del comportamiento y la decadencia del hom-
observación empírica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115 bre racional económico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 197
4.3. La gcografia institucionalizada: las sociedades y las 6.2.1. Los geógrafos y el entorno dd comportamiento . . 198
universidades en la época del imperio . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118 6.2.2. El comportamiento en el contexto del positivismo
4.3.1. Alemania . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 118 .
lógico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 199
4.3.2. Francia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120 6.2.3. La geografia del tiempo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 202
4.3.3. Gran Bretaña . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 122 6.3. Las perspectivas humanistas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 204
4.3.4. .
Estados Unidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126 6.3. 1 . La fenomenología y la comprensión de la esencia . 205
4.3.5. El imperialismo y la alternativa anarquista . . . . . . . 129 6.3.2. El existencialismo: la individualidad y el ser. . . . . . 207
4.4. El ser humano, el medio y La geografia regional . . . . . . . . 132 6.3.3. El idealismo y la experiencia histórica . . . . . . . . . . . 208
4.4.1. La influencia de Oarwin en la geografia . . . . . . . . . 133 6.4. La alternativa histórico-hermenéutica . : . . . . . . . . . . . . . . . . . 210
4.4.2. El «hombre» y el medio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134 6.4.1. El contexto y la práctica de la geografia humanista. 210
4.4.3. Las divisiones entre la gcografia fis.ica y la humana . 138 6.4.2. La geografia humanista como ciencia histórico-her-
4.4.4. ��
región �omo objeto de la sintesis y la investiga- menéutica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213
cion geográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143 6.4.3. La ciencia fisica ·y la experiencia humana . . . . . . .. 214
4.5. La geografía en un contexto .institucional . . . . . . . . . . . . . . . 149 6.4.4. Estructura, limitaciones y el contexto social . . . . . . 218

340 341
CAPITULO Vil. La ciencia crítica y la sociedad: el interés del geógrafo . 221

7.1. El contexto social: la geogratia en recesión . . . . . . . . . . . . . 222


7.1.1. La sociedad capitalista de los 70 y los 80: poder,
recesión y ciencia . . . . . • ....................... 223
7.1.2. La geografla y la producción de conocimientos . . 225
7.1.3. Los orígenes de la geogratia radical . . . . . . . . . . . . . 226
7.2. La geografia radical y la alternativa estructuralista . . . . . ,. 229
7.2.1. La geogr11t1a marxista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 229
7.2.2. El lugu de la geogratia radical . . . . . . . . . . . . . . . . . 232
7.2.3. Las alternativas estructuralistas . . . . . . . . . . . . . . . . . 235
7.2.4. Espacio, tiempo y estructuración. . . . . . . . . . . . . . . . 238
7.3. El rClllismo y el posmodemismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243
7.3.1. Realidad y realismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 244
7.3.2. Edificios de hormigón y alternativas posmodemas. 247
7.4. La geografia como ciencia critica: la conciencia ambiental de
la sociedad . ........................................ . 250
7.4.1. Instituciones, perfiles profesionales y financiación
de la ciencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251
7.4.2. Hacia una geografla critica . ................... . 253

CAPITULO VIIl. El lugar de la geografia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . , . 259

8.1. Los geógrafos y el medio ambiente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 262


8.1.1. La geogr:afla fisic11 aplicada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 263
8.1.2. Paisajes y la dominación de la natunleza . . . . . . . . 265
8.2. El espacio-tiempo y la geografia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 269
8.2.1. La producción social del espllcio . . . . . . . . . . . . . . . . 270
8.2.2. La relatividad y la teoria cuántica . ............. 272
8.2.3. La interpretación del espacio . . . . . . . . . . . . . • ..... 281
8.3. La teoria y la práctica de la geografia . . . . . . . . . . . . . . . . . 284
8.3.1. La educación geogrifica . ......... ............. 284
8.3.2. La opción investigadora . ......... ............. 286
8.3.3. Los geógrafos en la socied2d . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 288
8.4. El futuro de la geografla: el ser hummo, el medio y el lugar. 289

GLOSARJO . • . • • • . • • • • • • . • . . • . • • • . • • • • • • • • . • • • • • • • • • . • . • • • . • .. 293

BIBLJOGRAAA • • . . • • • • • • . . • • . . . . • . . • • . . . . . . . • • . • . • . • • • • • . • . • • . 301

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