que, en la miseria recordar el feliz tiempo, y eso tu Doctor lo sabe. Pero si conocer la primera raíz de nuestro amor deseas tanto, haré como el que llora y habla. Por entretenernos leíamos un día de Lancelote, cómo el amor lo oprimiera; estábamos solos, y sin sospecha alguna. Muchas veces los ojos túvonos suspensos la lectura, y descolorido el rostro: mas sólo un punto nos dejó vencidos. Cuando leímos que la deseada risa besada fue por tal amante, este que nunca de mí se había apartado temblando entero me besó en la boca: el libro fue y su autor, para nos Galeoto, y desde entonces no más ya no leímos. Mientras el espíritu estas cosas decía el otro lloraba tanto que de piedad yo vine a menos como si muriera; y caí como un cuerpo muerto cae.”